• Marìa Vallejo D.-
MAVDADU
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  • País: Colombia
 
Eduardo Escolar (y mi auto control) “A otro nivel” concurso de cantantes presentado en Canal Caracol TV. de Colombia Ayer lunes terminó el concurso, pero no me interesó ver el final, porque mis finalistas eran Eduardo Escolar y Yésica. Merecía ganar el premio Eduardo Escolar, lírico maravilloso, ninguno de los otros concursantes puede superar a Eduardo, ni su voz, ni su expresión corporal, ni su arte interpretativo. Así como me ericé y lloré de emoción cuando subió a otro nivel, interpretando “La donna é móbile” y luego otras presentaciones, como fígaro, me ericé y lloré, igual que Kike Santander que también se emocionó, como se puede observar en los videos en YouTube. Igualmente me ericé y lloré cuando bajaron a Eduardo de nivel al tercer lugar. Me enojé, renegué contra el público que tomó dicha decisión, me pareció injusto perder un honor en Colombia, critiqué el programa, a los jurados, a la gente, permanecí unas horas desilusionada, pero luego empezó “mi autocontrol”. Bueno todos los concursantes cantaban bien, merecían premios, entendí que Eduardo se encuentra en un nivel superior, como para concursar sólo con cantantes líricos, y claro los cantantes de canción popular eran buenos, el popular de la gente gusta del canto mejicano y los vallenatos. Es obvio que no puedo exigir que la gente tenga mi gusto o el de Kike Santander o el de mi familia o amigos, si la mayoría de la gente dio su voto por Jair, lo hicieron bien, la mayoría gana ¡y qué bien! que sean felices, que ganen los amigos que más votaron, aunque yo sufra porque no se ganó por calidad de canto, sino por calidad de amigos, pero lo importante es que fueron felices, sin que yo quiera decir que el ganador cantó mal, no, Jair canta bien, dentro del género popular mereció el premio. Una vez terminado mi auto control, quedé tranquila, me dediqué a ver videos de Eduardo de Pavarotti, de Plácido y otros.          
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Ven a pensarme , a pensarte.
Autor: MAVAL  529 Lecturas
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Breve Poema 426
Autor: JORGE AMADO  410 Lecturas
Carta a ti A ti que te  encargaste de permanecer en mi cabeza todo el tiempo necesario para que olvidarte se vuelva un imposible. Aunque sea cierto que no te pueda olvidar, aunque sea cierto que te adoro con la vida y que tú recuerdo permanece en mi corazón latente... Yo me prometí a mí misma no estar más en tus presentes y aún intento lograrlo, aunque eso sea imposible. A ti que me enseñaste a ser mejor persona desde que te conocí. De ti aprendí a tener constancia con las personas, a pensar antes de actuar, a tener tolerancia con las clases y a entender mejor la política. De ti aprendí que el mejor sexo no es el que se hace con amor, sino el que se hace en la entrega de dos cuerpos sedientos de encontrarse con el fuego que explota por dentro a dos desconocidos aunque eso luego en mi se transformó en una profunda pasión. De ti aprendí que no se puede sentir amor por los amigos porque siempre habrá uno que quiera más de lo debido y se marginará a la soledad. De ti aprendí a sonreír un poco más recordando momentos hermosos en cada atardecer que me regalaste en tu balcón. De ti aprendí a conocer que a veces la oscuridad de la noche y tus cómplices manos podían debilitar mis voluntades y hacerme esclava de tus deseos sin saberlo. De ti y la distancia que nos separa aprendí a no querer tanto y a reducir las emociones a fin de ya no volver a amar a nadie más. Me enseñaste a querer de una manera que sobrepasó los límites que yo conocía en los cánones del amor. Y ahora no sé cómo olvidarme de ti.A ti que ya no estás en mi vida por elección propia... A ti te escribo estas líneas.  
Carta a ti
Autor: Elen  125 Lecturas
Yo venía por las calles, no lo sé,platicando rumores con el silencio. No sé si las luces fueron las que me guiaron hacia el último rincón del abandonopero sí... estaba allí rumoreandopoemas de color alabastro...quizás para no perderme en el desencuentro. Pasaste ligera, metralla de luz perseguida,y yo me asomé al cristal de los recuerdossolamente para no dejar de ser aquel chavalde los 56 sueñosen la calle de los errabundos.  Tomaste mi pulso con tu miraday te alejaste por el laberintode la ciudad.  Se me quedó profunda tu mirada...observé la botella vacía del vencido...y me quedé solamente con el sueñoargentino de la luna.    
 ¿Quién perdió?Me mentiste mil veces y te creí otras mil. No ganaste, y la vida te lo ha demostrado de infinitas maneras.Ahora dime: ¿Quién perdió?                                       ˜Josibel Martínez
A mí los Reyes se me murieron hace mucho. Hace algo más de 1500 días.77 días más para ser exacta. La navidad ha muerto.Año nuevo ha muerto. La noche de reyes ha muerto.El día de reyes aún más.Y yo ya he llorado por los funerales de todos ellos.Y ya compro regalos y envuelvo regalos y recibo regalos.Y  podría hacerme una funda nórdica con el papel restante. Pero me importan una mierda. Porque yo quiero el conjunto de pendientes y collar morado ("tan feo", pensé) de aquella mañana.Yo quiero los calcetines del Blanco, antes de que Blanco también muriese. Quiero el dinero para las rebajas. En realidad me importa bastante poco el dinero, quiero el sobre en blanco con mi nombre y quiero tu sonrisa. Quiero que me dure otros 1577 días la sensación que tuve la mñana que me desperté y tenía los regalos a mis pies encima de la cama. Nunca los había tenido tan cerca. Quiero dos roscones, el del día de reyes y el que se gastaba siempre antes. Quiero la figurita, de hecho, decirte que me ha tocado la figurita. Y entender en ese mismo momento que la suerte no estaba dentro de un rosco, estaba delante mía. Quiero encontrarme los regalos dentro de una maleta.Sacarlos y que la utilices. Quiero que te fuese dado tiempo viajar más. Que tu pidieses algo por Reyes. Pero algo de verdad. Quiero la cabalgata cogida de tu mano, sobretodo tu mano.Me gustaría que nos regalasemos zapatos mutuamente. Y bolsos.Y moriría ahora mismo por encontrarte mañana donde hoy me acuesto yo.    
Suerte rodeada de nata.
Autor: Elizabeth  140 Lecturas
  Me importa saber si más allá de tus brazoscrece un pájaro sin alas.Si la nieve y lo extraño  de tu beso, desnudo y seco,son  muestras de un mundo que se quema a mediodía. Me importa saber si tu voz gira preguntas al silencio,o es una flauta precavida que grita sólo en el resplandor del sol poniente,o arde en un gran ofrecimiento para que el mar la llevehacia algún lugar donde los sueños se rescatan. Para dejar de amar me encerraré en un círculo violento, en una mañana espesa de colores pronunciados,en un árbol en el que cada siete días alguien inscriba tu nombre,y quizás cante.  Necesito saber en qué lugar habita el tiempo arrasado de los inocentes de la tierra. G.C. 
    Pues sentémonos un rato mientras les cuento como es que pasó todo esa noche, mejor dicho, les cuento lo poco que sé. Una cerveza, bueno, gracias y óiganme bien para que después no vayan por ahí con habladurías de que yo también andaba metido en ese lío.  Lo cierto es que nos habíamos metido con mi compadre Anastasio a esta misma tienda despuesito de las doce  como por tomarnos una por eso del calor, don Jesús se debe acordar. Con ese modo de calentar tan jodido desde la pura mañana. Nos fuimos resbalando de una en una hasta cuando llegó el Basilio y el Julián y se pusieron a pedir pa todos los que estábamos que a esa hora éramos los cuatro. Y entonces la charla se volvió como siempre que tomábamos con el Basilio. Que las guacas en esa casa vieja y fea de adobes que se está cayendo en El Callao, dizque las morrocotas enterradas hace como un siglo cuando no se conocían los bancos y la plata no salía en billetes por eso la gente rica la enterraba en esas casa antiguas y la palta se quedaba ahí. Nosotros en la misma banca de tablas junto a  la pared óigalo como el que oye misa y los almanaques y los avisos de trago casi nos pegaban en la cabeza. Como a las dos empezó a llover y las lomas se pusieron grises, el cielo se volvió como un manchón de ceniza y la cerveza se nos puso más fría en las botellas. Pero el Basilio no quería callarse contando de sus entierros que ya tenían enriquecidos a tanta gente y uno en la misma ordeñadera de vacas todos los días y en la misma echadera de azadón, siempre jodiéndonos y que nos jodieran como les diera la gana y otros si aprovechando porque la plata estaba ahí, enterrada al pie de nosotros asustándonos con lo de la pelotera del espanto donde dejan los baúles y si la mayoría salen enfermos es por arrebatarse y no hacer las cosas bien que no usan ni sal ni agua bendita, decía el Basilio parado delante de nosotros como si hablara en un salón lleno de gente.  Cuando don Jesús se fue un rato a la cocina se agachó un poco y nos dijo bien bajito:  --Les voy a contar un secreto, así como pa los cuatro. Que nadie más vaya a saber.  Se acercó hasta la puerta a mirar quien venía y no volvió a entrarse.  --Antenoche sacaron un baúl del Callao. Se lo encontraron en el techo, era todo de hierro. Estaba llenecito.  Todos nos pusimos a mirarlo con la boca abierta.  --Contá, contanos, Basilio –le decíamos.  --fue a eso de la medianoche. Yo iba de la tienda y vi la gente salir con linternas. Les juro que no estaba jarto. No cogieron puel camino sino atravesaron los potreros.  --¿Pero quienes eran? –le interrumpió compadre Anastasio.  --Pues no sabría decirles bien. Uno sé que era el viejo Dionisio.  --¿Y a dónde se lo llevaron?  --A la casa del viejo. Yo los vi. --Pero ya debieron llevárselo. --Nadie ha podido entrar ayer ni hoy porque llegaron los Estrada y los soldados andan regados por toda la hacienda.  --¿Entonces el viejo Dionisio estuvo allá?  --Parece que anoche estuvo aquí tomando. Se quedó borracho y soltó la lengua. Mejor dicho soltó algo y como es un viejo atontado nadie le creyó.  --¿Y los otros?   --No se sabe quienes eran. Lo único cierto es que lo escondieron donde vive el viejo.   Yo esperaba que escampara pronto pa irme a la casa. Con ese helaje que se puso a hacer no tenía muchas ganas de tomar. Los otros si esperaban, no a que escampara sino querían otra cosa, me iba dando cuenta. Se estaban bebiendo las cervezas despacio, como haciéndose los escalofriados, una por allá cada hora. Aunque si era duro el frío. Y era que estábamos en octubre y el invierno se nos puso más insoportable todas las tardes. Por eso ya ni las montañas se alcanzaban a ver de tanta niebla. El río bajaba crecido de tanta agua que le vomitaban las quebradas. Agua amarillosa, enzarzada que llaman y por la noche hacía un ruidononón. Por eso también llevábamos ruana y sombrero a toda hora. Ya se sabía que si las  nubes se  negriaban y empezaban a ir aprisa no quedaba otra escapatoria. Pero eso no era cierto pa tomar tan despacio y conversar más. --Todos los sábados sale –decía el Basilio.  --El aguacero lo tiene demorao.  El viejo llegó casi a las cuatro apenas escampó un poco. Venía por los potreros encharcados en forma de chirajos de ruana pero brillaban como espejos. Se había puesto como acostumbraba cada ocho días, unas botas nuevas, la camisa nueva y los pantalones a medio usar que le heredaba patrón Fidel Estrada. Era el más bajitico de toda la región. La frente le daba debajo del pecho de Basilio. Hizo el amague de seguir derecho sin intentar del todo irse a la otra tienda que queda a la orilla del ferrocarril. --Venga don Dionisio se toma una –lo convidó el Basilio desde la puerta.  Lo vimos pasar el broche de la cerca. Mi compadre Anastasio se arrimó al mostrador y le alistó una cerveza que acababa de hacer destapar. Los cuatro volvimos a quedarnos callados en la banca largo rato. Dionisio acabó de tomarse la cerveza y el Julián se paró a pedir otras cuatro. No volvió a sentarse. Don Jesús entraba y salía hasta la cocina dizque por el frío y atendía parado detrás del mostrador de tabla ya liso como un jabón de tanto rozarlo con los brazos encima. Todo olía a la misma vejez de las otras tiendas medio oscurecidas y al trasegar de todos los días de gente enruanada negriando las paredes. --¿Por qué tan callao, don Dionisio? –Dijo compadre Anastasio.  --¿Y qué quieren que les cuente?  --Como que no –dijo el Basilio, ¿Qué hay de la Irene? ¿Ya no pelean?  --Ya no, porque no volví a dejarla salir a las tiendas. Ya como no toma.  --Debe ser distinto orita –le dijo mi compadre Anastasio.  --Si, uno se cansa más de todo. --Como no va a ser distinto –dijo Basilio--, ya usté con plata y mejores posibilidades... --¡Plata de qué¡  Se empezaba oscurecer más temprano que todos los días por el aguacero y la tienda fue llenándose de más gente enruanada. Los sombreros de fieltro destilando pura agua. Y afuera seguía lloviendo recio. Por eso yo no me había podido ir aprovechando el montón de personas. Pero no pude desde hacia muchísimo rato, porque eso era lo que quería, esto que decían no me gustaba mucho. Los otros hablaban que el invierno aquí, que el invierno allá, el río crecido, los potreros anegados, la papa se pudre en los surcos, el maíz se amarilla, las vacas no dan buena leche, la vida se pone más cara. Que ese verano tan verraco si era para esperar una inviernada así.  El Basilio, el Julián y mi compadre se hacían señas de que otra cerveza para el viejo cuando llevara la que tenía en la mitad. Volvían a pedir siempre una sola con cuidado de la demás gente. Hasta que el aguacero fue pasando poquito a poco sin escampar de totazo. Y uno por uno se fueron saliendo mientras yo me buscaba el modo de irme con alguien. Pero no. Cuando me quise parar mi compadre se dio cuenta y me dijo espérese hombre y nos vamos los dos, cuál es el afán. Las otras veces fueron las cervezas que ya no me entraban y resulté con botellas llenas junto a donde estaba sentado. Hasta que otra vez volvimos a quedar nosotros cinco y don Jesús detrás del mostrador. --Dizque el baúl estaba llenecito de monedas –le dijo el Basilio al viejo ya sin esconder la charla de don Jesús.  --Si puallá no hay nada. Tanto escarbar nosotros.  --¡Que va¡ ¿Entonces también estuvo buscando?  --Si. Ellos me mandaban, Yo tenía que cavar y ellos decían el sitio.  --¿Quiénes?  --Don Elías y don Josefino, los hijos de los otros dueños.  --¿Pero nada?  El viejo volvió a reírse.  --No le digo que no encontramos nada. Ya mariado se puso con intenciones de salir. Dijo gracias y se empezó a despedir de nosotros. El Basilio y mi compadre ya lo esperaban afuera. Y yo piense como le saco el bulto a esta gente. No habíamos tomado demasiado pero se sentía un poquito la jartera. El viejo caminaba a tropezones. El si debía estar más borracho que todos. Se iba de orilla a orilla como si se lo llevara el viento. Había veces que se paraba, daba un paso adelante y se quedaba largo rato como una estatua pa no caerse.  --Lo vamos a llevar a la casa –dijo el Basilio.  Lo agarraron entre el Julián y mi compadre Anastasio cuidando que no se les fuera entre los charcos ni se resbalara entre el barro molido con el pisoteo de los caballos y las vacas. No se oía sino el croac de las ranas en todas partes. Croac croac como si la tierra fuera un poco de ranas gritando quien sabe qué mientras nos caían goteras heladas de las ramas de los árboles.  --Que asustan de noche –decía Julián.  --Asustar si –gangoseó el viejo. --Entonces hay plata enterrada –dijo el Basilio.  --Que no encontramos nada. --¿Y entonces por qué asustan? --Yo que voy a saber. Seguimos caminando. El viejo ya habló menos y poco a poco se volvió como un costal desmadejado pero ellos no lo soltaban de los brazos. Yo iba atrás esperando un descuido. La oscuridad se iba llenando de vapor que sale de  la tierra.  --Nos va a decir a las buenas o a las malas –le gritó Basilio.  --Yo no tengo que decirles, señores –se demoré en decir el viejo.  --Nos dice o lo echamos al río –le oí a mi compadre y pensé que eso se iba a poner feo.  --Que me van a echar al río, estoy borracho y voy a mi casa.  --¿Dónde está la plata?  --¡Yo que plata¡  --La plata que ayudó a sacar.  --¡Yo que plata¡  En la revuelta cerca del río se metieron a un potrero por encima de una cerca de piedra. Ya llevaban al viejo arrastrando en la yerba mojada. Allí fue cuando me escondí aprovechando un árbol grueso pa hacerme detrás y ellos no se fijaron. Se alcanzaba a oír el agua turbia y el ruido que hacían arrimándose a la orilla. Hasta que ya no vi más sus sombras bajando el barranco entre los matorrales porque en ese momento me fui corriendo a todo lo que me daban las patas.  Y eso es lo único que les puedo contar y lo poco que alcancé a ver, señores. Del resto juro que no sé nada. Eso ya me lo contaron en la casa al otro día y de ahí a la fecha no los he visto más a ellos ni supe a dónde se volarían ni que pasó con el viejo.
La paz primera de mi besoes tu boca encendida en el remansoy entonces tú, corazón de amanecida,te iluminas de minutos infinitos. Quisiera parar el reloj de los sentidospara ser algo más allá del horizonte... algo así como un pájaro violeta sintiéndote en la piel...en esa mirada dulce reposadasobre este sueño que palpita,raudo de emociones,para sentirte más profunda. Nace esta nueva luz de pacífico pleamary, en medio de las olas del silencio,en honda raíz de amapolasse convierte toda la existencia.     
  Estás en mi como un color pintado para el campo.  No estás en mi como una moneda fugada Huyes de mi como la canción que se quiere evocar y el tiempo detiene.  .No me amaste y te amé sin que nos diéramos cuenta  Todas las manos ausentes se aunaron para acariciarme.   Guillermo. Direc.Gral de autores  
Poema
Autor: Guillermo Capece  723 Lecturas
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Breve Poema 427
Autor: JORGE AMADO  417 Lecturas
Ante la incertidumbre urge que nos sintamos parte existencial de la Conciencia Humana. Quizás el pesimismo o el optimismo radiquen, en su esencia, en esa capacidad que debemos desarrollar para salir ante el público y decir a los cuatro vientos que necesitamos ya… urgentemente ya… una generosidad abierta para poder cambiar el mundo a través de nuestras propias vivencias. Es difícil no dejarse sucumbir ante los saltos de trapecio a los que nos instigan pero ante el desdén por lo verdaderamente humano debemos consolidar la creencia de que somos mucho más que masas sin horizontes… Ahí radica nuestra lucha de futuro…
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DEUDA COBRADA
Autor: luis josé  1178 Lecturas
La pequeña pantalla, si es que todavía queda alguna con suficiente fondo, asiste a un gran éxito, sin pretensión de ser confirmado. En esta ocasión no son temibles criminales los que pululan por nuestras calles, ni aquellos que juegan al gato y al ratón con el virtuosismo del Fbi, o los que, a pesar de todo, son más astutos que el ojo del espectador. Tampoco será necesario transportarnos al mundo de los caballeros, en donde una espada vale más que mil palabras y una nevada conmueve más bien poco. Menos es más en esta serie, un canon artístico obsoleto y rancio, quizá, para los creadores de las vastísimas producciones actuales, estiradas sin remedio hasta la postración.   Los antihéroes del Imperio, ambos tras el paso bidireccional de la adolescencia y el reniego, irrumpen con fuerza en este cómico drama para estómagos preparados. Café sin azúcar, gracias. Sangre y arena para los gladiadores, un espacio para revelar que se trata de una historia comprometida, de las de verdad., de esas que se cuentan con fuerza y rabia y, sin embargo, no pueden tener un deje más comercial y televisivo. Lo bizarro es seducido por la ternura, muecas, visajes y aspavientos  son algo más que gestos en esta suerte de canción triste y sonriente, de tintineo estridentemente  real. Y ellos, finalmente... Dos rostros pueriles detrás de un papel, otro par de pupilas implorantes que, lejos de compartir lo insulso del amor, llegan más allá de la frontera entre la playa y el mar. Entender en ese mismo instante que" lo que nos une a las personas" resulta ser la piedra angular de esta fábula contemporánea sobre el final de este puto mundo.  
La pusieron en mis brazos. Jamás habían contemplado tanta belleza mis ojos. Mirarla allí era como encontrar las respuestas a todas mis preguntas. Tan diminuta, tan dulce, tal real y a la vez tan mística, tan llena de magia y ficción. Posé mis ojos en los suyos y reconocí el iris de alguien a quien amé más que la vida misma, y comprendí al instante que la amaría más de lo que jamás imaginé, porque lo curioso del amor es que no tiene una medida, y siempre puede apuntar a más. En ellos divisé toda una vida a su lado, una vida que desde ese momento estaría completa solo con su sonrisa. Sonreí porque al mirarle en mi interior se afirmaban verdades que nunca antes había comprendido, y la idea de dar mi vida por otro ser resultaba tan lógica como respirar. Me deleité en su rostro, en el castaño color de su pelo, tan propio de mi como mi piel. Dulce piel la suya que dejaba vez su delicadeza, ese rubor en sus mejillas y esa luz que salía de ella como el sol, dando calor a cada célula de mi cuerpo. Me hipnotizó su hermosura, me cegó su paz y su perfección. Y me enloqueció la creciente sensación de extrañarla. Porque al despertar sin tenerla a mi lado entendí que a partir de ese sueño jamás dejaría de sentir esa emoción en mi estómago al recordarla, y más aún jamás dejaría de esperar por volver a tenerla en mi pecho, la extrañaría todos los días que tardara en llegar, pero esperaría paciente, aun sin la certeza de su existencia, aun con la incertidumbre de su físico, aun con la ilusión que podría nunca ser realidad, a pesar de todo la esperaría porque jamás cosa sobre la tierra me haría sentir lo que esos ojos azules causaron con tanta agilidad, esperarla seria bendición y cuando el momento finalmente llegara le diría que la amo, que la ame desde que en sueños apareció por la gracia de un ángel, mirándome con los mismos ojos de mi padre, devolviéndome a un lugar donde nunca antes había estado y sin embargo conocía, mostrándome el color del amor, el aroma y su sabor. Ella, inocente e indefensa pero mía, completamente mía. 
Completamente mia
Autor: Lucia Alfaro  229 Lecturas
No se ven las palabras.   Hablar y repetir esas palabras nuevas, no sabemos que pasa al decir las nuestras, de lo único que estamos seguros, al hacer pruebas, se piensa, que no se ve Dios, en esas muestras.   Todo parece ser lo mismo en las palabras, pasan las mismas cosas, los mismos efectos, algunos creen que pasan cosas de cabras y otros piensan que pasan cosas de insectos.   La gente es feliz también, con esas palabras, seguramente esos maestros, han sido felices, un reportaje podría asegurar, que están contentos.   Así como los de esas palabras, se labra, un escenario de la vida real sin narices, los actores y personalidades, solo escuchan atentos.     Miguel Saavedra.
Una casa en ruinas, mas no abandonada. Desolación. Perdido entre los escombros, entre las paredes mudas y ciegas, en lo profundo de la sombra del árbol más alto, se encuentra. El aire frío se cuela por las ventanas, que jamás habían estado tan cerradas. El espíritu, acalambrado, grita. Y el despertar es agrio y solitario. Involuntario. Sarcástico el pasado, observa de la escena. Lentamente, miles de músculos comienzan su partida. Inverosímiles, aún no comprenden nada. No comprenden el alcance de lo ahí ocurrido. No comprenden, por sobre todo, lo que hicieron. El viento cuenta historias que jamás ocurrieron. Que no tienen sentido, pero se explican a sí mismas. Una a una van cayendo, como moscas. Y la última agoniza, a la sombra de aquel bello árbol. Aquel árbol que fue la vida, que fue la historia, cuyo destino fue decidido en una noche. Una cálida y hambrienta noche de verano. Testigo cómplice de toda creación y destrucción, la luna iluminó aquel hermoso rostro destrozado. Y esa horrible expresión de muerte, se tornó en un placer casi culpable. Y ese rostro, consciente, pudo al fin llorar. Sutilmente se alejó el fuego, cansado de quemar un árbol caído. Dándole las gracias, un manojo de huesos pudo al fin respirar. Gracias por la compañía. Por ayudar a limpiar, a punta de dolor y de tragedia, toda la inmundicia que alguna vez los contuvo. A medida que la luz se hace tenue, el cuerpo toma forma en el tiempo y el espacio. A lo lejos se puede escuchar, claramente, cómo caen las paredes de lo que alguna vez fue una casa. Cada vez más cerca. Cada vez más lejos. Esos estilizados ojos, maravilla alguna vez, caen a pedazos sobre los escombros. Esos que vieron esa casa crecer, ese árbol refrescar, esas manos amar, esa luna llorar, ahora abren la tierra hasta el abismo más profundo.  Construyen una realidad que destruyen al segundo, temerosos de que alguien, por misericordia, los descubra. Caricias arrasan con la piel, que nunca había estado tan desnuda. Y con la mano en puño, ruegan importancia. Pero ya ni la piel, ni las manos, ni los ojos, ni los huesos ni los músculos, existen. Todo es un recuerdo de otra tierra, como el mismo árbol al fin lo confiesa. En una tarde de otoño, todo acaba. La sombra ya no está, la casa nunca estuvo. Las hojas lo cubren todo, y en pañales, increado, se levanta nuevamente. Ésta vez, para nunca más volver a caer. Para nunca más volver.
Renacer
Autor: Carlo Biondi  611 Lecturas
DE LAS NUBES A LA TIERRA Voy bajando de las nubes, mis ojos aún están nublados, poco a poco todo se va despejando, lentamente voy llegando a mi tierra santandereana, por fin llego al parque cercano a la casa en la que viven mi esposa y mis tres hijos. Han pasado dos años sin ver a mi familia. ¡Vaya sorpresa! Viene mi perro Tony, me reconoce, mueve su cola de alegría al verme, brinca, me abraza, casi me tumba, me quiere, no me guarda rencor por haber  'abandonado mi familia, me perdona, me acompaña. Me siento en una de las bancas del parque, Tony me mira, como queriendo que le cuente algo sobre mi ausencia y claro, ¿cómo no voy a ser sincero con mi fiel amigo? Amigo Tony : me deslumbró una joven y linda mujer, ella es politóloga y aspira a ser presidenta, la conocí en una reunión de políticos, ella correspondía mi coquetería dando lugar a que yo la conquistara, lo logré, mantuvimos una relación, por la que decidí abandonar mi hogar y vivir con ella en otro país, yo me sentía feliz, pensaba que había alcanzado una estrella del firmamento, sin recordar el abandono en que dejé a mi familia, pero, de pronto ella empezó a cambiar, hasta que llegó el día en que me dijo que ya no me amaba, así que mis ilusiones fueron decayendo más y más. Una amiga de ella me comentó, que era costumbre de Adelita, enamorar a los hombres y dejarlos por nuevos amores. Hasta ese momento, reflexioné sobre mi maldad de abandono a mi hogar, aquel  que si me ofrecía eterna felicidad, Tomé el avión de regreso a Bogotá Colombia, un taxi me condujo a este parque cercano a mi casa, caí en cuenta que me sentía entre las nubes como si fuese el cielo pleno de felicidad, quise bajar de esa nube y aquí me tienes, valorando más que nunca a ti y a mi familia, con la propia timidez que produce volver a mi familia, pedir perdón, avergonzado, esperando reproches de mi esposa y mis hijos. Tony ladró, tomó mi mano derecha con su jeta, como invitándome a buscar mi familia ¡Qué inteligente eres amigo Tony!, antes de ir a casa de mi familia te invito a que comas los concentrados que sé que te gustan. Llegamos a la casa, Tony ladró, abrió la puerta, la menor de mis hijas,  gritó… papito, papito, la abracé, la besé, luego aparecieron mis hijos Pablito y Andrés, igualmente los abracé los besé y pensé que mi esposa sería la siguiente en aparecer, pero quien apareció fue un desconocido hombre, alto, delgado, ojos verdes e irritados, cabello con canas, tenía varios lunares en la mejilla izquierda y su naríz muy larga, ese tipo me rechazó: ¿qué hace aquí? ¿Quién es usted? –Dijo el hombre- pues este es mi hogar, -le respondí- ¿no se da cuenta del saludo de mis hijos?  ¿no se da cuenta de que soy el padre y el esposo de Inesita? Falta el saludo de mi esposa Inesita, ¿Su esposa Inesita?, ella es mi mujer y este es mi hogar, no el suyo, ¿o, usted cree que compró a Inesita, qué es de su propiedad? ¿Que usted la abandona le es infiel, y ella tiene que ser eternamente fiel con usted?.... No sea estúpido, largo de aquí,…. Me enojé, subí el tono de mi voz para decir:  esta casa es de mi padre, me la prestó  para vivir aquí con mi esposa y mis hijos, no para un desconocido como usted, así que fuera de nuestra casa, intervino Inesita, en voz baja “no puedes sacar de esta casa al ser que me hace feliz, al que yo amo de verdad”, Pablito intervino: mamá tu amas a ese hombre, pero nosotros los hijos amamos a mi papá,   él nos ama, jamás nos pegaba ni nos maltrataba como ese señor que trajiste a esta casa. Ustedes viajan, van a fiestas y paseos, nos abandonan, padecemos de hambre, de miedo y perdimos el estudio que mi papá nos pagaba en buen colegio, ya tengo once años y sólo estudié hasta tercero de primaria, Andrés hasta segundo y Luisita hasta primero, -interrumpió Luisita-, queremos vivir con nuestro papá, y que ese señor se vaya de la casa de mi abuelito… Papito, papito ¿qué te pasa? Estás pálido, sí, “me duele el alma hijita”. Me senté en una silla de la sala, cubrí mi cara con las palmas de mis manos, me pregunté ¿Quién soy yo? Un vendedor de libros, un mal padre, mal esposo, mala persona, irresponsable ¿dejar a mis hijos sin estudio? ¿Abandonarlos por una mala mujer? ¡Qué vergüenza con mis padres, con mi familia y la sociedad! Merezco el castigo de Inesita.  Algo me impulsó a ponerme de pie, Tony ladró y con mis ojos inundados de lágrimas pedí perdón a mis hijos y a Inesita, prometí cambiar, luchar por la felicidad de mi familia, Tony y mis hijos me abrazaban, Inesita gritaba… ya no te amo, no mereces perdón, Pablito decía “Te perdonamos papito”  Andrés y Luisita lloraban, te perdonamos papito, Tony ladraba. Pablito tomó su celular, llamó al abuelo le contó lo que estaban viviendo, de inmediato el abuelo llegó, Pablito relataba los hechos con ayuda de sus dos hermanos, el abuelo permaneció diez minutos en silencio, luego habló: “Todos ustedes son sínicos”, no merecen vivir en mi casa” Llevaré a mis inocentes nietos a mi hogar y esta casa será ocupada por mi hija Lorenza, su esposo Daniel y sus dos hijos, ellos son una familia ejemplar merecen que yo les regale la casa. Así que les doy plazo de quince días para que desalojen mi casa. Los niños lloraban, Tony ladraba, suplicaban al abuelo que los dejara vivir con el papá. Ante las súplicas de los niños el abuelo resolvió dar plazo de un año a su hijo, para que demostrara su cambio, su trabajo, su responsabilidad de pagar colegios a sus hijos y comprar casa o apartamento, producto   de su trabajo. Atilio -padre de los niños- pidió perdón al padre, prometió luchar por la felicidad de sus hijos, suplicó a su padre dar permiso para visitar a diario a sus hijos, el abuelo aceptó. Al cabo de un año Atilio permanecía acompañado de su Perro Tony, en la casa de una de sus hermanas. Ahorró la cuota inicial suficiente, además tenía dinero ahorrado de su trabajo para comprar un apartamento y cumplió con el pago de las pensiones de los hijos. Por su buen comportamiento fue perdonado por sus padres e invitado a vivir un año más en el hogar de los padres, con los tres hijitos, pero sin Tony. Imposible vivir sin Tony –dijo Atilio- agradeció la oferta al padre, pero prefirió vivir en el nuevo apartamento. Atilio y los niños, compraron una casita para Tony, le compraron alimento, ropa y juguetes. Tony se sentía feliz cuando llegaban los niños del colegio y Atilio del trabajo. No todo era felicidad, el amante de Inesita amenazaba a Atilio, quería matarlo por haberlos sacado de la casa del abuelo. Un jueves, cuando Atilio salió del trabajo, el amante de Inesita lo siguió hasta el apartamento insultándolo, lo empujó, lo golpeó, cayó al piso, Tony se dio cuenta y furioso mordió al tipo, lo dejó herido, llegó la policía, los niños lloraban, Tony ladraba, Pablito relataba al policía la culpa del tipo herido por Tony. Poco a poco Atilio se recuperaba y pudo relatar los hechos completos al policía. Sorpresivamente apareció Inesita, se presentó como la esposa de Atilio y madre de los niños, pidió al policía que se llevara al tipo a la cárcel, por ser un peligro para la sociedad, quería matar al padre de los niños y a mí, por no ocupar la casa del abuelo. El policía y el patrullero se encargaron de llevarlos a todos a la inspección de policía a que declararan cada uno los hechos ocurridos, todos quedaron libres, menos el tipo que fue conducido al hospital para que lo curaran de las heridas causadas por Tony y luego a la cárcel Como dice el refrán “No hay mal que por bien no venga” Inesita invitó a su esposo y a sus hijos a cenar al restaurante de su hermano Javier, pero Atilio no aceptaba ir al restaurante, prefería invitarla a que conociera el apartamento, pero los niños si querían ir al restaurante, “Tenían hambre”  Así que el restaurante se convirtió en el lugar en que Inesita pedía perdón, justificaba su mal proceder por querer tomar venganza del mal comportamiento de Atilio. Suplicaba perdón a los hijos, prometía seguir el ejemplo de Atilio, ajuiciarse, amarlos, ser buena madre, abandonar la casa de su hermano Javier y vivir su nuevo hogar. Los niños querían tener su familia completa, perdonar a papá y mamá. Terminada la cena siguieron al apartamento, todos felices llegaron al apartamento, a Inesita le gustó mucho los muebles, eran nuevos y lindos, los antiguos muebles estaban en la casa del abuelo, los disfrutaba Lorenza y su familia.El abuelo vivía en su finca, estaba enfermo y triste, nadie lo visitaba –parecía que se olvidaban de las bondades del abuelo- él sufriendo y los demás gozando y olvidando la gratitud con el abuelo. Oh, no, nada de tanta felicidad, desapareció Tony, ‘Qué se hizo?, ¿dónde estará?, Por estar hablando descuidamos a Tony, la familia se dedicó a buscarlo, no lo encontraban, pasaban muchos días sin encontrarlo estaban muy tristes recordando las bellas actitudes de Tony, cuando daba la mano para saludar, movía su colita de felicidad cunando nos veía, nos abrazaba, nos acompañaba, todos lloraban la ausencia de Tony, menos Inesita, a ella no le gustan los animales, sólo verlos de lejos, en sus adentros deseaba que Tony no apareciera, así evitaría el olor a perro en casa, la esclavitud de manejarlo, definitivamente no quería el regreso de Tony, pero pasados diez días el abuelo llamó a Atilio para decirle que Tony es de mejores sentimientos que toda la familia, que llegó a la finca y que es el único que lo acompaña día y noche. Atilio y los hijos se sorprendieron, ¡¡¡Qué increíble, qué bien y qué mal decía Atilio!, los niños añoraban tener al perro, pero ¿cómo quitarle al abuelo su gran compañero?  
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Tú eres aquel.
Autor: MAVAL  768 Lecturas
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Lagrimas.
Autor: juan carlos reyes cruz  595 Lecturas
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AMO....
Autor: JORGE AMADO  452 Lecturas
                                                               Tan corto el amor… ´´Tan corto el amor y tan largo el olvido´´ dice: Pablo Neruda en su Poema número 20. (Pablo Neruda (1924), vv26, poema no. 20). Tan corto el amor… tan corto para tantos recuerdos y tan largo para tantos momentos indelebles. No es el tiempo de olvido el que se extiende, más bien es el tiempo de desapego el que nos tortura; es saber dejar de esperar una llamada inesperada, un texto romántico o un abrazo alientador. Es saber vivir de los recuerdos y no remediar las horas desperdiciadas. Es saber recordar caricias sin anhelarlas y añorar besos sin exigirlos. Por ello, diría que no es el olvido el que se hace largo, es la deshabituación la que lo hace.                                                                                                              ˜Josibel Martínez
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VENEZUELA ES MI PAIS
Autor: luis josé  766 Lecturas
                                                      "...nadie puede cambiar su destino                                                         ni medir la duración de su vida".                                                                     W. A. MozartSu destino inevitablefue crear una música sublime.Desde el nacimientohasta su muerte prematuravivió para la música. Su fugaz existencia desplególa plenitud de su espírituiluminando su tiempocon el fulgor de su canto. ¿Quién llenó su almade aquel impulso creativo?¿Quién dirigia su íntimo sentir,su alegre euforia de sonidos?¿Quién le impulsó hasta el delirioposesivo del poema sinfónico? "Requiem aeternam",genio elegido para cantar la gloria y magestad de Diosy el himno final de la muerte. Todo estaba definidodesde el principio de tu vidapara que cerca de tu último suspirocompusieras las notas dramáticasde tu propio canto fúnebre. "Requiem aeternam",alma grande arrebatadapor la armonía secreta del universo.              E.G.M.                                                                      
MOZART
Autor: Enrique González Matas  960 Lecturas
SOLA AQUÍ RECODANDÓTE, BUSCANDO EN MI LA MANERA DE OLVIDARTE...TÚ NO ESTÁS AQUÍ Y SOLA ESTOY, TÚ NO VOLVERÁS A MÍ Y ESTOY CANSADA DE LUCHAR POR ESTE AMOR...VUELVE, NO QUIERO ESTAR SOLA, VUELVE QUE LA VIDA SIN TI ES MUY DURA Y CRUEL...ESTOY AQUÍ PARA QUE VUELVAS, ESTOY AQUÍ PARA QUE REGRESES POR MÍ Y QUE ME LLEVES DE TU MANO A ESE MUNDO QUE ME PROMETISTE IR...SOLA AQUÍ BUSCANDÓTE, EN ESE RETRATO QUE ME HACE ESPERANZARME EN QUE TÚ VOLVERÁS, PERO TÚ YA NO ESTÁS... 
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¿AMO O ESCLAVO?
Autor: luis josé  703 Lecturas
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*Fantasías*
Autor: Battaglia  671 Lecturas
 La vida en si misma es un musical !! pero que importante es la nota en la que la debemos de cantar ¡¡sean vivencias de alegria en altas, o en bajas de tristeza y amargo dolor,debemos interpretar cada tema siempre, poniendo en nuestras almas la misma pasion...La vida por si misma ,como dije,...es una rapsodia escrita en versos de una cancionpero lo que nunca, nunca nos ha de importar, es si tenemos buena o mala afinacion......  ---------Democles-------------   
Debía rendir exámenes de vida, casi todas las semanas y él, ya estaba harto de llevarse a Marzo; "Respiración", "Entendimiento" y "Ciencia de la estupidez humana", entonces decidió escapar... primero intentó durmiendo muchas, pero muchas horas y como era de esperarse, al despertar, todo seguía siendo igual o peor.Un rato después, intentó mirar unas 7 u 8 películas al día; todas profundas, aleccionadoras, pero ésto tampoco funcionó, ya que la película de su propia vida, no podía ponerse en pausa y mucho menos en silencio; era casi imposible de soportar.En todos los exámenes de vida, él contaba con un pequeño duende, que le sonreía y que hacía muy buenas guias de estudio, (pestañeaba dulzura, sembraba silencios y cosechaba amor), pero a él, se le hacía muy difícil estudiar, porque estaba encerrado en su propio dolor, estaba cansado... venía de un colegio muy oscuro, donde todos y cada uno de los profesores que tuvo, lo maltrataron, a tal punto de que no quiera irse de viaje de egresados, nunca más.Pasó el tiempo y él, se hizo mayor de edad, ya no tenía interés en rendir ningún tipo de exámen, (pero la vida, nunca deja de poner a prueba, a un corazón, que tiene mucho para dar), entonces en un rapto de lucidez, fue corriendo, desesperadamente, a buscar al pequeño duende... y jugaron, estudiaron y volvieron a jugar; como si estuviesen presos del placer y del conocimiento.Luego de varias semanas, de hacerse cargo de una nueva forma de vida, él se sintió renovado, instruido, lejos de su propia ignorancia y volvió al colegio del horror, siendo otra persona, el amor del pequeño duende, le brindó la compasión necesaria, para caminar por el mundo y la educación le dió las herramientas para defenderse y aprobar todas las materias previas, que tenía acumuladas de su vida anterior; ¡¡¡y por fin...!!!, se pudo ir de viaje de egresados, con el corazón libre y lleno de felicidad.
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El vuelo.
Autor: MAVAL  757 Lecturas
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Breve Poema 428
Autor: JORGE AMADO  442 Lecturas
Silenciosamente, lloré por ti. Jamás me escuchaste, jamás lograste verme. Fue una ardua tarea, pero logré esconderme. Y una vez más, una maldita última vez, lo haré. Sin esperar algo a cambio, sin esperar tu recuerdo, ni mi esfuerzo, ni las palabras sordas por el ruido del viento. Una maldita última vez, lloraré por ti. Qué se me permita sufrir, por lo que Dios más quiere, por lo que yo más quise, una última noche de desvelo. Qué se me permita dudar, y odiar, todo lo sentido y creído. Todo lo mostrado, todo lo oculto. Qué se me permita morir, una vez más. Cada día es uno nuevo, pero en estas últimas horas de un melancólico verano, la noche muere conmigo, y las nubes que cubren las estrellas me enseñan por fin… Me desgarran los sentires y decires y pasados modernos enfriados en paños de enfermo. Sí, mañana será otro día. Pero éste… éste es el último. Y con él, yo me pierdo. ¡Qué se me permita caer, por Dios!, una vez más, sólo una vez… Que todo aquello con lo que no cargué, me cayó encima y desprevenidamente, perdido en los rincones de un corazón roto y enfermo. Lujurioso. Infantil. Mentiroso… La mañana me espera con tanto que no puedo evitar retrasarla. El deber del no-sentir, el riesgo de mirar atrás. La trágica enseñanza con la que, nuevamente, me golpea sin piedad. Y aún sé, y siempre supe, que nunca ha de tenerla. No la entrego, no la espero. Lamento creer, aún, que la necesito… Qué se me permita odiar, por una vez… Qué se me permita quemar todo cuanto hice para evitar aquel incendio. Todo aquello que, lenta y rigurosamente fue rompiendo mis entrañas, qué se me permita hoy permitirles hacerlo. Qué se lleven consigo todo lo que puedan. Todo. Qué no quede nada que no se pueda robar, quitar, romper, destruir, aplastar… Qué quede sólo todo lo que soy, que siempre fui, y que jamás debí dejar de ser. La vida siempre es justa en su injusticia, he de saber. He de aprehender. He de dejar la misericordia ante mis flagelos, que son sólo el cincel que moldea la piedra. Que la escultura aún descansa en lo profundo. Pero… ¿qué tan profundo? Qué se me permita gritarle en la cara a Dios que es una puta del tiempo y el olvido. Qué no haya oído al que no llegue el gemido furioso de una bestia marchita. Qué con mi sangre derramada se derrita también cada parte de tu tacto. Qué no vuelva a crecer en mi tan asqueroso y prostituto sentimiento. El dolor se esconde cuando le conviene, es por ello imperativo perseguirlo. Y crucificarse con él al encontrarlo, y descender a todos los infiernos que el recuerdo pueda crear. Morir, para nacer. Nacer, para matar. Matar, para no morir… Qué el corazón que palpita en mi boca se exprima hasta desaparecer, tragando mi garganta y dejando mis gritos mudos de tanta palabra que alguna vez hubo allí. Qué mi cabeza se expanda hasta llegar al último de los gemidos. Y que toda historia envuelta en mis oídos, caiga putrefacta, como el aborto que siempre fue. Qué nunca sepas cuánto se hizo para salvar esa vida que tan poco quisiste. Y que al enterarte de todas formas, lo que pase frente a tus ojos no destruya tu pantalla, que tanto esfuerzo nos costó fabricar. Y que, al ser destruida, logres por fin encontrarte en ese miserable océano que, alguna vez, llamaste “amor”. La muerte de la noche se llevará tu recuerdo. Se llevará mi vida también, como si la quisiera. La mañana es nueva y aquel sol iluminará mi frente sin vacilar. Mi frente, y la estrella en ella. Esa que buscaste infructuosamente entre mis sábanas. Esa que ahora buscas en otras… Qué sea así, aquí, nuestra última noche. Pues yo y todos los que vinieron y los que vendrán, te juramos que jamás mereciste algo más que una melancólica noche de verano.
Última noche
Autor: Carlo Biondi  589 Lecturas

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