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                        Entre el rigor                              de lo gótico                         me someterá la Luna                          a ser consuelo de otro,                          aunque provenga del lodo:                        No me cruzan los pantanos                            ni el Línce decolorado:                         Me he levantado en pureza                            en arquitectura férrea.                          Cruzando por los espejos                           que acongojan a los vientos.                           Quizá puedas entenderme                          cuando gotée de un lucero...    
Entre
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
18 Lecturas
                En la niña                      de tus ojos              comenzaré la vendimia                 de mirares nada cortos              que a mi íris encandilan....                   Beberé de ese lagar                 donde se dan labios rojos                    Y dejaré que mi cuerpo                    se diluya en tus adentros:                    y seré imperecedero                     por cada latido nuevo                    de tu corazón melífluo                  donde escondo mis sonidos 
En la niña
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
16 Lecturas
                        No pidas filosofías                      a las rosas en su viento                      ni al nardo en revoloteo....                       Déjalas: ellas se suman                       a un sumiso alfabeto                       que describe hembras gráciles                       en los impolutos aires:                       la mujer vive por dentro                       sus fascinantes tormentos                        y su garganta declara                        murmullos en lengua clara.                                              
No pidas
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
15 Lecturas
         No sabía cómo abordar el dibujo, cambié el boceto varias veces y tardé mucho en dejarlo listo. Decidí hacerlo porque lo que ella había generado en mí era tan grande que necesitaba plasmarlo cantando, o escribiendo, o con el pincel.           Ella es tan bella que cualquier artista la representaría indignamente, pero me animé a comenzar el trabajo. No iba a regalárselo, no, seguramente pensaría que soy un demente o algo parecido. Sería para mí, para poder verla cada vez que invadiera mi mente.           Estaba el dibujo a medias cuando nos juntamos, por primera vez, afuera de la escuela. Fue una tarde de junio, en la plaza, lo recuerdo muy bien: me invitó con su amiga a tomar mate caliente, el cual me da acidez, pero no quería ser descortés así que lo bebí igual. Me convidaron emparedados y, cuando atardecía, mencionaron que tenían ganas de comer algo dulce así que les regalé dos chocolatitos que había llevado por si acaso.          Trataba de deslizar el lápiz con suavidad, sabiendo que el poder cubritivo del acrílico es bajo y que la piel tan blanca de ella me dificultaría tapar cualquier manchón que la goma no pudiera borrar. -Me arriesgo a que, mientras aplique el color, el lápiz no se vea y no pueda saber por dónde pintar -pensé.           Pero, con paciencia, quedó algo un poco parecido a ella. -¡Cuánto trabajo me queda aún!          Comencé, indeciso, a colocar el color de fondo. ¿Azulado, rojizo, amarillento, violáceo, verdoso, anaranjado? El rojo, además de relacionarse con la pasión, opacaría la rosa que ella está sosteniendo, así que está descartado. Lo mismo podría provocar el amarillo con sus ondulados cabellos. El verde, anaranjado y violeta me convencían por igual; pero pensé que podría ser la única pintura que le diera, y ya que el azul simboliza el amor eterno, este fue mi elegido. -¡Me encanta esa canción! -me dijo sonriente en una ocasión que estábamos juntos.           Entonces la oímos, y mientras leíamos (o intentábamos leer) un texto de tiempos verbales para hacer un trabajo luego, ella no se resistía a susurrar las frases de aquella pieza musical al compás de su cabeza moviéndose de un lado a otro. Descubrí aquella vez que yo era feliz cuando ella lo era.           Comencé a colorear su cabellera. Los tres colores primarios para formar el pigmento apropiado, más rojo que azul y mucho más amarillo que rojo: la mezcla parecía mostaza. Cómo adoro sus cabellos. Pelo suelto, o una sola trenza, son los peinados que usa y ambos le quedan muy bien. Con una corona y un vestido sería idéntica a una princesa medieval. Lo primero no lo apliqué, porque habría sido quizás muy exagerado, pero sí lo segundo. Ojalá yo con vestimentas de ese tipo pareciera un príncipe.           Un día su amiga faltó a clases, así que me di el atrevimiento de acompañarla a su casa, algo que acostumbraba a hacer la ausente. Esto le sentó bien, sonreía mientras miraba hacia el suelo en el trayecto. Qué bella se ve contenta, y cuando no lo hace, pero cuando su boca es un arco invertido siento que vale la pena estar vivo. -Me alegro de haberte conocido -me declaró al llegar a su puerta.           Me esmeré en adelantar la pintura. Había llevado el atril y las demás herramientas fuera de mi casa, dentro de un invernadero de mi padre al cual nunca iba. No quería que nadie viera el dibujo.           Le hice una primera capa a su piel. En su cabello podía equivocarme, pero aquí debía ser muy cuidadoso, ya que era tan clara que cualquier imperfección sería difícil de esconder. Qué hermoso sería poder besar su suave mejilla, perdí tantos minutos disfrutándolo en mis ensueños. Tú, la que habitabas en ellos, me dejabas abrazarte y acurrucarme apoyando mi cara en tu cuello como un niño.          Una noche nos reunimos los tres, ya no para asuntos relacionados a los estudios sino, simplemente, para pasar el rato. Cenamos algo en una rotisería de mala muerte: teníamos los bolsillos vacíos y las ilusiones llenas. Su comadre tuvo que retirarse temprano y sin saber qué hacer, antes que mi adorada también decidiera irse, le propuse gastar los pocos billetitos que nos quedaban en un helado. -¿Por qué no? Me quedé con un poco de hambre.           Su vestimenta requirió menos esfuerzo que el resto de los elementos de la imagen, aún con sus pliegues y adornos sofisticados. Quizás, si algún día viera la pintura, desearía tener un vestido así, o se conformaría con verse luciendo uno en la misma. Por ello, debía hacerla lo más parecido posible a la realidad, aunque ni un mago podría replicar su belleza.           Aquella noche mágica, sentados enfrentados en una pequeña mesita redonda en un rincón de la heladería, ella dijo que me quería. Con sólo esas dos palabras, sentí que todo lo tenía. Habría firmado que aquel momento no se terminara jamás.           Comenzaron las vacaciones de invierno, y dejamos de vernos. La invité un par de veces a juntarnos, pero evadió cualquier cita. En mis recuerdos empecé a confundir su verdadero rostro con el de la pintura, la cual miraba no sólo mientras trabajaba en ella sino cada vez que mi amada se paseaba por mi mente.           Finalmente, coloreé la rosa, que era lo último que me quedaba para terminar aquel trabajo que con tanto cariño e ilusión elaboré. Encerrado tantas horas bajo el nylon del invernadero, el sol me había quemado la nuca y percibí cómo se alargaban los días. Comencé el trabajo a principios de junio y ya casi estábamos en agosto.           Por fin llegó el momento de reencontrarnos, al retornar las clases, cuando ingenuo de alegría jamás hubiese esperado que me comunicara que lo que yo anhelaba jamás iba a ocurrir. Si supieras lo triste que fue para mí.           Tu pintura, en la que tocabas tiernamente una rosa, como yo hubiese querido que acariciaras mis penas, finalmente se quedó conmigo.           Es cierto, tú no te enamoraste de mí. Tú no volteabas a verme por última vez luego de cada despedida, ni esperabas con ansias cada reencuentro, ni te ruborizabas al verme. Seguramente, tampoco me extrañabas en mi ausencia, seguramente. Sólo yo me estremecía al verte, llegando a sentir que tenerte cerca era como un bello escalofrío. Sólo yo me acostaba día a día pensando en tu amor, como una compañía solaz, y me despertaba habiendo soñado con tus preciosos ojos color miel. Si acaso supieras que cuando pudibundo te decía: -Amiga, ¿cómo estás? -Amiga, ¿qué has hecho? -Amiga, ¿cómo te fue? -en realidad quería decir: -Te quiero -Quédate conmigo -Te amo.            Y darte un abrazo, y un beso, o dos. Y responderte si me preguntaras cómo estaba: que estaba enamorado, que estaba encantado, que estaba embrujado, que estaba flechado, que estaba hechizado, que estaba perdido.            Sabrías así que al caminar a mi lado, ambos sonriendo: tú estabas despreocupada y yo enamorado, tú disfrutando y yo encantado, tú reluciente y yo embrujado, tú invulnerable y yo flechado, tú indiferente y yo hechizado, tú rozagante y yo perdido.           El fondo de la pintura era azul, símbolo del eterno amor que había nacido de mi parte y, al parecer, del tiempo que la obra iba a quedarse conmigo. Tú, la tejedora de mi más grande ilusión, sólo habías podido amarme en mis sueños.
Te reencontré en el camino qué trazaron nuestros sueños,abrigando en tu nostalgia a mí beso más sincero.Me conmovió en tu mirada esa profusa hidalguía,desbordada de elocuencia,precursora de amnistía.Te reencontré en el camino qué trazaron nuestros sueños,enfatizando a ése amor, que no huele a misterio.Mí Lúcida Vesania Jorge Amado Serrano Suardi - Santa Fe - Argentina
Breve Poema 604
Autor: JORGE AMADO 
En: Poesía 
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                   Pasa la tarde pesada                  aplastando a las muchachas:                    Se vendieron como esclavas                   porque debían dos cabras....                    Su paga es medio denario                     y en libertad no piensan                    ni en la tierna enredadera                    que las sujeta a esta tierra                     ni en el azul de la bóveda                     celeste que las rodea.                                        
Pesada
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
12 Lecturas
           Para amar                 y descansar                es que yo extiendo el mar              que en exhalaciones pasa                    barriendo estigma y palabra....                 Nunca ese mar se amansa                    ni se le verá fondear al fondo de una galera                con su plenitud de sal                       y dolores de salmuera                 que aman salpicar rostros en las mil playas desérticas                                 ..... Que hay adentro de tus ojos.....    pequeña, luciente y déspota.               
Para amar
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
11 Lecturas
               Pasa el minuto                       en su traje                     robado a los Apalaches.                  
El minuto
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
11 Lecturas
INTENCIÓN PROBLEMAS ENTRE PRIMAS La hipocresía, las peleas, los chismes, las quejas y sufrimientos de las primas por parte del padre eran insoportables, a diferencia de las primas por parte de la madre tan diferentes, calmadas, amables y pacíficas.   No era fácil entender, las ofensas, la hipocresía y la forma de interpretar y defenderse cada una de ellas.    Soy Paula. Fui amiga de la familia de las primas por parte de la madre, conocí y observé las primas por parte del padre. No quería publicar sus nombres al relatar las historias de esas primas, cambié los nombres por granos y dulces, quedando así: Por parte del padre; la mayor Maíz, la segunda, Garbanzo, la tercera, Lenteja, la cuarta, fríjol.  Por parte de la madre las llamé, Chocolate, Café, panela y Azúcar. Contar tantas historias que sé de las primas, sería gastar tiempo en historias poco interesantes, razón por lo cual me limito a contar sólo una anécdota de cada una, que sí dejan reflexiones y enseñanzas. Azúcar estuvo muy disgustada con Maíz por haberle aconsejado que no usara gafas negras para el sol, que se veía mal, Azúcar aceptó, compró gafas de color rosado, Maíz dijo que se veía bien, lo que causó burla y crítica entre ellas, quienes opinaron que Maíz era hipócrita y envidiosa, porque Azúcar lucía mejor con las gafas oscuras que si eran para el sol, así que Azúcar quedó confundida y enojada con Maíz   Un sábado fríjol invitó a los amigos y a las primas a celebrar su cumpleaños, todo estaba bien decorado, globos, adornos, pasa-bocas, jugos, gelatinas, música, cuentos, chistes, risas. De pronto alguien salió y sonó muy duro la puerta ¿qué pasó? Pues Garbanzo se enojó, porque a ella no se dirigían, no la miraban, como si estuviese pintada en la pared, salió y cerró la puerta con mucha brusquedad, los invitados hicieron comentarios de que ella siempre se quejaba de lo mismo, se acabó la alegría y la fiesta pronto terminó.   Un día se enfermó Lenteja, le dolía la espalda y sentía fatiga, llamó por su celular a Chocolate y le comentó su enfermedad, se quejó de que nadie le daba la mano ni primas, ni hermanas, ni amigos, que a todos los llamó, les reclamó y los ofendió muy fuerte. Chocolate le aconsejó ser más tranquila no ofender y que fuera a urgencias a la mejor de las clínicas, pero, ella se enojó, despidió a Chocolate diciéndole que era muy mala, que cómo quería que fuera a urgencias, ¿A que me contagie de otras enfermedades? Chocolate quedó triste y desilusionada, ella, muchas veces ayudaba y servía de buena voluntad a las primas, sin embargo, era la que menos recibía atenciones de las primas, si reconocían que ayudaba, que era la más solidaria de las primas, que era medio pendeja.    Unas contra otras se indisponían con mentiras, calumnias, secretos, contando o chismoseando lo que mal hablaban entre ellas y todas le contaban a Panela sus peleas, por ser la única prudente, no obstante, a veces, la culpaban de ser ella la que contaba lo que decían las demás  y la insultaban. Café quería vivir en paz, les decía que no contaran más con ella, porque no guardaría secretos, para no convertirse también en chismosa, con el fin de evitar estar involucrada, por su franqueza todas y cada una la insultaban por no querer escucharlas, puesto que necesitaban contarle a alguien sus sufrimientos.   Garbanzo regó el cuento de que Café le tapaba la boca y no la dejaba hablar. En un control médico decía lo mismo, a lo que el médico preguntaba ¿Con qué les tapaba la boca su prima?, ella respondía, que lo único que hacía era aconsejarles que no las indispusieran a pelear unas con otras, pero jamás le había tapado la boca con nada, el médico no le creía y la calificaba de mala.                  Opiniones de Paula, de la mejor amiga de las primas por parte de la madre:   Mala intención de Maíz con Azúcar, quería que se burlaran, que la criticaran por las gafas y luego la trataba con cariño, pura hipocresía.   Es verdad, duele que no nos dirijan la palabra, Garbanzo se sintió minimizada y reaccionó con brusquedad, pero nadie tuvo intención de ofenderla, sólo son descuidos, no es fácil dirigirse a todos por igual.   Mala intención de Lenteja con Chocolate al no entender que ella se preocupó, le pareció grave la enfermedad, le aconsejó ser tranquila, no ofender, ir a urgencias. Una de dos: “Lenteja es desagradecida, mala persona, o es bruta y no entiende a nadie”.   Mala intención de todas las primas al querer involucrar a Café como chismosa e insultarla injustamente, por lo visto esas primas son malas personas, desagradecidas y envidiosas.   Buena intención de Café, quería aislarse, vivir en paz, no sufrir injusticias y que las primas vivan en paz   Mala intención de las primas, querer obligar a Café que viva escuchando chismes. Es mejor ser prudentes, poco a poco aislarse de lo negativo, no satirizar y valorar a la prima   Es muy importante tener en cuenta la INTENCIÓN en las actitudes. Muchas veces nos equivocamos, creemos en lo primero que se nos viene a la cabeza, sin analizar si hay buena o mala intención y caemos en graves injusticias. Dejé a las primas una tarea: buscar los significados de odio, hipocresía, calumnia y envidia. También analizar la buena o mala intención de los comportamientos entre ellas. Es todo por hoy, Paula.    
intención
Autor: Lucy Reyes 
En: Cuentos & Historias 
10 Lecturas
La idea de que algun dia muerto quedare, y eso me ocasiona una serie tirteza, quiera que ningun familiar y conocido muera, pero  como se pue escapar de la muerte que alparecer  todos terminameros dejando este mundo es un golpe no puedo entender, por que no se puede evitar este proceso.
                           La boca se vuelve rosa                               cuando la lascivia asoma:                            Viene encima de sus tiempos                               sin saludar a la tarde....                             Montescos y capuletos                                 la tildarán de cobarde                              Pero alumbrará los ojos                                  de todo aquel que la trate                                   como aroma delicado                                  mientras es bruma su talle                                  y sus luces se prolongen                                  en los que se aman de noche                                  como ríos imperiales.     
La rosa
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
10 Lecturas
                 Camino hacia mi calvario                          llevando tu escapulario                     y el Gólgota se me encima                          con una muerte Divina.                             
Camino
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
10 Lecturas
      Llano largo, llano largo                  que por mi sombrero cruzas               permíteme ir al rancho                  que la ranchera me busca:                       Se ha vestido de azafrán                     y de un carmín retostado                      tomó para hacer sus besos                        más violentos e insensatos. 
Llano largo
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
10 Lecturas
                             Yo me he perdido                                     en tus manos                             como gorrión solitario:                             Con sus alas recortadas                                 por los aires de maltrato.                              Mi cabeza gacha llevo                                 a tu palma, que es mi lecho...                              Me curarás de quebrantos                                  pues caí en mi descalabro.                              Y una vestal necesito para retomar el vuelo,                                  con mi Yo al fin contrito....                                      Y verás que luego vuelvo                                   pues ya amo tus aposentos                                         y tus deditos mestizos. 
Me he
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
9 Lecturas
 EL atomovil Volkswagen, Beate, escarabajo o volcho, fue diseñado en Alemania en1937Y se convirtio en uno de lo automoviles más vendidos de la historia. Adolf Hitler le dio su aprobación en persona.  
                      Entre los rayos estuve                               revoloteando                         tus cumbres:                       Son rosaceos sitios cárdenos                          que reviven vidas secas                              y a toda pasión reinventa:                          Eres de manglares largos                                y escarchada como perla....                          Te cruzaría a caballo si así tú lo dispusieras.         
Entre
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
8 Lecturas
                 Si en amaneceres                             muero                     no me levantes de ese sueño:                  Permíteme que descienda                          a donde se origina el agua                      y el fuego se hace tierra:                         Tal como dice el Sicómoro                            muy sabio en cada recodo. 
Si en
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
8 Lecturas
               Hay que eliminar                           el día                       en que entré en tu cofradía. 
Hay
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
7 Lecturas
                  Vivamos para poblar                             a este mundo agresivo,                           que pretendió tener paz                       y seres casi de vidrio: vibrantes y cristalinos                             que se dieron a las guerras de las que huían los caballos:                         Jinetes y jineteras fueron, a la par, tormenta,                           y la sangre del errante llegó a fatigar la tierra.                       Se fue esa generación que lanceteaba a la estrella:                             Y sus ojos se vaciaron en los paréntesis albos.                           Y todo fue reducido a luto entre pocos vivos.                            Y se erigió altar de piedras para rememoración perpétua.                                  Más una daga en la arena se negó a integrarse en ellas                              y se repetirá el ciclo del soldado y su gemido.  
Vivamos
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
7 Lecturas
                        Decenas de claves llevas                           como capullo de penas.                          Sóla te has codificado                          y tu malograda alma                             se encriptó entre los retazos                            de otras ánimas cortadas                           que nunca fueron de heraldo:                              Para ti se hizo la noche                            y sus lágrimas de cobre...                                           y los silencios del noble                                     que por ti ora en los faroles. 
Decenas
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
6 Lecturas
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