• inocencio rex
inocencio rex
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  • País: Argentina
 
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Antifusilamiento
Autor: inocencio rex  371 Lecturas
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Pulpita VII- Pulpita
Autor: inocencio rex  824 Lecturas
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Antipista
Autor: inocencio rex  361 Lecturas
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Anticanino
Autor: inocencio rex  333 Lecturas
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Dólar dolor
Autor: inocencio rex  407 Lecturas
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Antiaullido
Autor: inocencio rex  358 Lecturas
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Subvertir el desorden en esos cimientos, la puta mentira que funda el sistema: pija, culo, concha, mierda.Matar a un ruiseñor, violar al cardenaly ponerle la dosisde horror al amor,poner la pija,        el culo,        la concha,     y la mierda.En un molotov, la revolución de la díscola hormiga, aviva las mismas llamas del Hamas, la miasmas pasionariasde la sobremesa, acabado revolcón.Flácida pija,el culo caído,la concha resecay nos queda la mierda.
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la capuera
Autor: inocencio rex  1042 Lecturas
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Antítesis
Autor: inocencio rex  419 Lecturas
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Antimateria
Autor: inocencio rex  365 Lecturas
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Pulpita V-El intruso
Autor: inocencio rex  699 Lecturas
 que la vida siga ganando, viniendo y viviendo: SALUD.que el esfuerzo con el que vencimos al hambre nos siga permitiendo lujos como el de escribir: DINERO.que la sangre nos hierva en un dulce vértigo medular, en un cosquilleo entre omóplatos por el que perderíamos todo el dinero y hasta la vida por defenderlo: AMOR.felicidades a todos.
Feliz/ Veinte/ Diez
Autor: inocencio rex  352 Lecturas
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 Sonó el celular. Presionándome la trompa con el pañuelo y dando saltos hacia atrás, me alejé de la zona de combate y atendí.-hola, Seba- era Alejandra.-Ale, ahora no puedo.- el viejo seguía moviendo los puños en círculos.-es sólo un segundo, mi amor.- Se puso a llorar.-¡Usted está peleando, señor! ¡Deje ese teléfono! ¡Irrespetuoso! -gritó el viejo envalentonado.-¿me deja hablar con mi esposa?- le contesté con voz nasal -Después peleo todo lo que quiera.-acá nadie va a pelear. -dijo la chica del birrete.-¿¡con su esposa!? ¡Este tipo es de lo peor! -dijo una de las viejas. -¿no era que aquella pobre chica era su esposa? -Sebastián. ¿Estás peleando? ¿Cómo que estás peleando?-¡qué horror! ¿Qué clase de mujer se casa con un canalla como ése? -dijo la otra vieja.-si, es increíble, Ale. Estoy peleando con un viejo... y parece que me rompió la nariz.-¡viejos son los trapos! ¡Vamos! ¡En guardia! Un zurdazo me silbó en la oreja.-los hombres de antes no eran así. -Dijo la viuda Uno.-ah, no... Leopoldo sí que era todo un señor.- contestó la viuda Dos.Conseguí evitar el "uno-dos" que me lanzó mi ridículo y arcaico adversario; con un correteo volví a alejarme de él. -Ale, llamame en un rato... o te llamo yo. -no, esperá. Te llamé porque quería pedirte perdón, Seba. Guardé el pañuelo en un bolsillo del saco.-Antes eran verdaderos caballeros, eran hombres de palabra.-siguió la vieja Uno-¿pedirme perdón?... ¿Por qué?-El casamiento era un compromiso ante Dios por la Eternidad. Y los compromisos se cumplían.- completó la vieja Uno. -por todo, Seba... por haberte hablado así, hace un rato... por haberte tratado tan mal todo este tiempo... Steffi te quiere mucho, -volvió quebrarse y a romper en llanto- y yo también, mi amor. -pero vaya usted a hacerle entender eso a los comunistas del Gobierno... si encima son ateos.-cacareó la vieja Dos- ¿Qué compromiso van a asumir esos relajados si ni siquiera creen en Dios Nuestro Señor? -¿Qué espera? ¡Rómpale el alma, de una vez!- ordenó alguien al anciano.-ya está, Ale... está bien... vos también perdoname. -dije sin el asombro que merecían las palabras de Alejandra ya que no podía dejar de mirar al enfurecido matusalén, quien no dejaba de mover los hombros y los puños.La señorita del birrete, que no me permitía salir a buscar o al menos averiguar qué había pasado con Valentina, trataba inútilmente de calmar al anciano.-y perdoname por haberle comprado el celular a Steffi.- agregó Alejandra entre sollozos.Pero el energúmeno se lanzó en una nueva embestida. Un puñetazo que no produjo más que una cosquilla me impactó a la altura del hígado.-no, Ale, no importa... mejor: así Steffi está comunicada.El abuelo inclinó la cabeza y me disparó, ferviente, una metralla de golpes al abdomen.-y... perdoname Seba... por favor perdoname...-por eso hay tantos homosexuales; por no querer asumir los compromisos, ¿no le parece? -cacareó la primer vieja.El viejo retrocedió, quizás para estudiar algún punto débil mientras tomaba envión y aire.-seguro, esto es un "viva la pepa"... ya da asco todo eso.- acotó la segunda. -Perdoname, Seba, por favor -el veterano inició un nuevo ataque-... soy una estúpida... es que estaba desesperada...   y me sentía tan sola, Seba... -Alejandra berreaba, sonaba realmente desconsolada- ...que me acosté con Javier.El cachetazo golpeó el costado izquierdo del rostro ajado, terminando con aquel absurdo duelo. El viejo, con gracia mineral y pareciendo una marioneta que se desarmaba o una armadura sin nadie dentro, caminó cayéndose, de a poco y de cabeza, contra el detector de metales de los equipajes. Me quedé parado con el celular en la mano sin entender siquiera el porqué de mi reacción. Se produjo un silencio que, sólo un instante después, se desvaneció con el estruendo que llegó desde la pista, ese que hizo temblar Aeroparque e hizo, también, gritar y correr a todos los que querían ver qué diablos había pasado (incluyendo seguramente a Paula y al calvo y petiso guardia que había detenido a Valentina), convirtió aquella pesadilla en algo colectivo. Sólo nos quedamos ahí, mirando el cadáver enjuto y de ojos abiertos del viejo, los cuatro. Las dos señoras, al fin, hicieron silencio; una se tapaba la boca abierta, la otra, también boquiabierta, se apretaba la peluca contra el cráneo. La morocha del birrete estudiaba el asunto con cierta frialdad, como deseando que el viejo todavía estuviera vivo y, al mismo tiempo, como si quisiera darle cortitos puntapiés para que el anciano reaccionara. Y ahí también estaba yo, todavía incrédulo, que sólo atiné a cortar la comunicación con Alejandra. Pronto se llenó el ambiente de humo, clamores, muerte, desesperación; de llantos, de sirenas y periodistas.      
Oh, gélida gotera aún ignorada, garante de mi gripe A y del naufragiodel galeón en aguas de tu geografía a gachas, Galatea. No hube de quitarme la galera, ni las galochas, ni el gabán. Galopaba con la guasca al viento gladiador en ésta guerra gaucha que gana quien menos ama.Guirnalda de guindas, sí, ¡gloria al goce! ¡a gemelos orgasmos!, con la ge de las Galateas y las Godivas...Pero fue más por guardarme de los gastos, (y no por hacerme el Gandhi o el Govinda)que me escatimé a la gesta y gruñí, y me agazapé aguardando el garrote de la Gestapo, con garrafa de aguardiente en un garfio y ganzúa en la otra: gancho a la guantera; y entre guitarreada y guitarreada, entre eslogans, galopas y guantanameras, en la garúa giratoria me fui guiando, desde el ignoto galpón a la guarida del Grand Guazú, y de ahí Garupá, y de ahí a Guanajuato,y de ahí a Guadalajara, y de ahí a La Guardia,y de ahí a Guantánamo, y de ahí a Guatemala, llegando, al fin, a Guatepeor. Y así, perdiendo la guita, las gemas, la gracia de su amor, me gané las guampas, a gendarmería al talón, y anduve gerundiando a los galletazos, con la desgracia de su desamor. Oh, Genoma. Yo, glosador de Guiraldes,Gourmet de un solo guisito,germen del genial gambeteador demi generación, que supiera golear a los galos, a los galeses y hasta a losgitanos, gorjeando el goloso grito ante gimientes goleros del Getafe  (algún gallego llamado Gamberro), o delGalatasaray (el grandote Goliat) o ante Gustavo Gamarra de Guaraní A. F, acabé engrampado, galvanizado, haciendo gárgaras con ginebra, grageas, glicerina y Geniol, vuelto un gallináceo en el guardabarros, garabato pegoteado en el guarache. Gustoso me comí el garrón y con la gula acabé un globo graso,a grosso modo, un gordo ganglio, gelatinoso, glandular y con gingivitis, cuando la ginecocracia hizo un giro a la derecha más gorila. Con tal golpe me volvió una ganga, me guardó en el gulag. Un gabinete de Gabrielas, Georginas y Guadalupes, de gallinas y galgas amigas de Galatea que dicen ¡guau!, y gesticulan y gobiernan con duro guante; verbi gratia: según esas generalas, según ese gremio de guachas, no soy más que un malogrado gil, un guarango, un gusano que se hace el guapo, un gratuito gigoló al que no se puedeguillotinar ni gasear sin ganarse las gastadas.
Antiglosa
Autor: inocencio rex  923 Lecturas
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La poesía no es sino cantarle a la larva que espera, la que roe hasta al más duro, aún cuando la juegue de verdugosin ser Cassius Clay.Hay desnudos y muertos por el uppercut perfecto.Tiempo es un solo tiro y una vez hizo bang;hoy el rugido suena a pitoen ladridos de gran pequinés.Ensañarse con fantasmas náo adianta: es un juego sin el fuego,evangelio del maldito de orines que ni orillan el canto,hedoris causa en pedorradas peroradas con nube por ojo y macarrón por diente.  Ay, de los trepados al carajodel propio ilusorio atracón,de la overdose de babas saturadasdel nocturno adulón. Ay, del emperrado en maleta fofo,el pata´e catre, napia de falo,Ay de erigirse en dueño absolutodel único balón del barrio.Ay, de la ovación de esa troupe menopáusica, de neuronal menudencia que al estornudo le dice sí,al mero "achís" llama canción, al berrinche, coscorrón,y dragón al más cagón.
no es poesía
Autor: inocencio rex  806 Lecturas
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Antidólar
Autor: inocencio rex  310 Lecturas
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Antidharma
Autor: inocencio rex  361 Lecturas
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2  Valentina me había acompañado hasta Aeroparque; los lunes entraba al estudio a las once y media, y éste le quedaba sólo a unos minutos de taxi. Si estaba radiante, sublime, y no me soltaba el brazo por ningún motivo (ni siquiera cuando despaché el equipaje junto al oso) quizás era porque sabía que la semana que viene comenzaríamos la tan ansiada mudanza. Los trámites recién empezaban, y si yo creía que lo mejor era mudarme a Buenos Aires era porque tenerla a Alejandra cerca y usando a Steffi de escudo iría a ser muy doloroso para todos; sobre todo para la pobre Steffi. Estefanía, mi hijita de siete, era a quien extrañaría cuando me viniera a Buenos Aires, era por eso que sentía algo de culpa y quizás por eso le llevaba un oso panda gigantesco y tan real que, seguramente, le iría a gustar -debo aclarar que, en realidad, al oso lo había elegido Valentina porque yo, para eso de elegir los regalos para mi hija, siempre fui un bestia-. Pero si. Me estaba separando de Ale, una decisión dificilísima y una solución final porque, entre otras cosas, ya no soportaba que mi imagen se siguiera degradando, cada vez más y progresivamente, ante los ojos de mi única hija; es cierto que quizás eso pasaba por mi propia incapacidad de recomponer la relación con su madre, y en parte, debo decirlo, porque Alejandra, al sin tener el mínimo tacto, llegó incluso a decirle a Steffi que mis viajes a Buenos Aires eran porque "ya no las quería mas". Además, de aquello que sentimos alguna vez y habíamos llamado amor ya no nos quedaba, ni a Alejandra ni a mí, más que el vislumbre de los recuerdos en álbumes con centenares de fotos: las de nuestro magnífico noviazgo, las sonrisas de nuestros viajes (y sobre todo de aquel a Florianópolis), las fotos de nuestra boda (que mi nula fotogenia, sumada a aquella célebre borrachera, arruinaron casi la mitad), las de una luna de miel en la nieve de Las Leñas, las de Ale con la panza chiquita, las de Ale preciosa y orgullosa con su panza, las de Ale y su panza gigante a punto de estallar; y nuestra primer fotografía de los tres, esa que sigo llevando en la billetera, la aquel día tan feliz en que llegó Steffi (que yo quería que se llamara Paula); y así podría seguir enumerando momentos, pasados y fotografiados, de los últimos diez años, o de los siete desde que nació Steffi, y el amor entre Alejandra y yo seguiría sin volver. El tiempo había erosionado aquel paraíso. El amor es fotografías, y luego nada.La voz informó a los pasajeros que debíamos dirigirnos a la zona de embarque y fuimos rápido a ver qué revistas llevar en el viaje. Compré el Clarín y elegí una con el rinoceronte en la tapa. Pagué haciendo malabares sin soltar el diario, ni la notebook, ni la revista, ni a Valentina.-Te voy a extrañar, Seba.- suspiró, teatral, Valentina, rodeándome la cintura en un abrazo por debajo del saco y pegándose a mi pecho. Su vivo cuerpito se estremeció con un suspiro. -El sábado estoy de vuelta, Valentina. Vas a ver como el tiempo vuela ¿me vas a estar esperando? Le besé la frente. -ah...me traigo las cosas acá y me quedo en Aeroparque hasta que vuelvas. -soltó el abrazo para mirarme a los ojos. -Ya sabes: traigo los planos acá al café y laburo ahí sentadita... le pido a mami que me mande dos mudas de ropa, me compro un cepillo de dientes y listo.Volví a besarla, como si fuera la última vez que lo haría. Sentí que el corazón me estallaría de dicha y me vi obligado a exhalar. -te amo, Vale. Sos hermosa.-decís eso porque no sabés que amar es lo que yo siento... y si sintieras lo que yo siento, te darías cuenta de que lo que sentís vos es muy chiquito -cerró los ojos apretando los párpados-, ¡pero chiquitito en serio, eh!Le pegué tiernamente con el cuerno del rinoceronte de la National Geographic hecha un rollo. Le dije:-callate Vale... que me dan ganas de quedarme.-ah, no... señor, usted tiene que ir para allá y bien lo sabe. -me agarró de las solapas del saco, me besó el mentón con suma dulzura y siguió:- En serio, Seba... mucha suerte.... sé que lo que vas a hacer es muy valiente... esas cosas nunca son para mal si son honestas, si son con el corazón...- pero extrañamente se soltó de mi abrazo exclamando: -  ¡ay Dios!...- sentí el chispazo con el que Valentina palideció. -¿que pasa, Vale? ¿Te bajó la presión?  -nada...-¿estas bien?... ¿Viste que tenés que desayunar mejor?-estoy bien, Seba. -¿estás segura? -busqué sus ojos pero Valentina contestó escondiéndolos en el piso:-si, si... no es nada: me dio un escalofrío, nomás.-... bueno... entonces mejor me voy para embarcar -dije mientras, con escepticismo, yo le seguía buscando la mirada. -o.k, Seba...-¿pero en serio estás bien?-si... en serio- respondió en un tono extraño, como absorto, insólito para mí. De repente, y aunque sabe que odio que me interrumpa los besos, apenas me acerqué a sus labios lanzó una carcajada, vehemente y falsa; volvió a ponerse seria para decir, ansiosa y de un tirón:-¿y si te quedás? Quedate y viajás mañana. ¿Si? Yo falto al trabajo y nos vamos a pasear al Tigre...Interrumpí la absurda invitación impostando dureza:-sabés que iba a viajar ayer y me quedé... ¡sino no me voy más, amor!-y no te vayas- volvió a abrazarme, pero esta vez con muchísima fuerza. -no te vayas nunca, Seba.-Vale... ¿en que quedamos?... Recién me decías que tenía que irme porque era valiente, y ahora...-y ahora te pido que no te vayas...- y pegándome la cabeza al pecho, berreó: - por favor, Seba... tengo mucho miedo. -.Notaba que ella sentía miedo y que me estaba hablando en serio. Cada vez más sorprendido con lo absurdo de la situación, la reté:-¡Parecés una nenita, Valentina!... Sabés que el sábado estoy acá de vuelta.- es que tengo mucho miedo, Seba.-¿pero miedo a qué? -a no volver a verte, mi amor-. Y, luego de besarme el pecho envuelto en Cacharel, pegó a él su parietal izquierdo, como queriendo oír mi corazón y nunca mis palabras. Su cuerpo ya no era el cálido y bendito instrumento de amor que esa misma mañana había despertado a mi lado, era ahora un amasijo de nervios que acompañaban al estruendoso despegue de un avión. Una rubia tipo "Chica Bond" que pasaba llevando bolso y cartera, observó la ternura de la escena, se acarició el pelo y me sonrió.-Vale: el sábado estoy acá, pase lo que pase. Te lo prometo, mi vida... -besé su frente y pausadamente repetí: -el sábado estoy acá de nuevo con vos. -¿me lo prometés? -mi amor... sabés que sí... - le daba mi palabra mientras le frotaba los hombros: - te lo prometo de nuevo... ¿y vos me vas a estar esperando cuando llegue?-te dije que de acá no me muevo.Viendo su expresión grave, su mirada susceptible, temí que hablara muy en serio y se comprara un cepillo de dientes en el drug store.
Desastre aéreo 2
Autor: inocencio rex  312 Lecturas
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Santa entelequia fundadoradecálogo del Decamerónpantallas duras planas a prueba de balas(de)cantan desolacióny el personal se arranca la cresta devalúa inteligencia, fortuna y amor,con bubónica lógica catastróficase raja para encarna-yorkY el chefe se frota las manosy erige al restauradorel billiken como parangónmoral, del dolar y del dolor.   
Antidólar
Autor: inocencio rex  798 Lecturas
A las patas de la fuente, hurras a la muerte: la gente la decente olvida el kiosquito del garante de cuernitos. Blues del dolar financia fariseos y pataleantes troscosaurios que, a pesar de ateos, mean culpa, entonando la monserga del monsanto.  
antimonserga
Autor: inocencio rex  862 Lecturas
voy a escribirlo como vosque tanto andas detonando:por lo menos sé quien soyy que jamás seré un poetaaunque me sepa ese par de acordes,       (me gusten los hermanos coen)y hasta pueda andar en bicicleta(tarareando esas mismas letras)..si hubiera sabido que a su lado era el salame,juro que aún hubiera queridohacerle ver un par de estrellaspor irse sin saludary dejar la canilla abiertapara inundarlo todo (con esas mismas letras)..y volvés, perejil,           random-in,hecho el joven de ayer  con la cara de kermés... ¿por qué no te tomás un remís                             a SADAIC?dejá de una vez la galletita rex.si china insiste y te ataca kamchatkaes porque el rastrojero tiene el ritmo que te falta,¿por qué seguís así, tan sediento,    galopante,    ganándole la carrera a nadie?sí, sí, sí, tenés razón.¿vos no sos el que educa a arizona?no, no, no: vos sos aún mejor.  
Antidetonante
Autor: inocencio rex  549 Lecturas
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anfitrión de la casa en llamasque heredó del propio satanás,la dama que se devoró con ofrendas al panteón.y nuestro pan viaja a Japónfinancia indigestión.y qué vas a hacer con el blues del perro azulque vuelve a molestar,la gorra que presiona la pobre neurona de la sociedad.y qué vas a hacer con las ruedas de metal que entran a tu casasi tus perros de pajano espantan nada.y qué vas a hacer con las pantallas planas,chatas,a prueba de balas si la gente en la cocina todavía no se suicida.si el pueblo coge y baila todavía sin comida. y qué vas a hacer con pinochet?
anticuerpos
Autor: inocencio rex  718 Lecturas
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Antiniebla
Autor: inocencio rex  356 Lecturas
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Antigrasa
Autor: inocencio rex  336 Lecturas
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Antihistoria
Autor: inocencio rex  348 Lecturas
3 Abrí la laptop. Volví a cerrarla apenas sonó mi celular. Rezongué cuando vi el nombre en la pantalla.-hola, Ale.-hola ¿Sebastián? habla Alejandra. ¿en donde estás?-ya estoy embarcando... todavía en Aeroparque. Anunciaron el vuelo a Iguazú con escala en Posadas.Envié un beso sordo a Valentina que viajó atravesando la costra invisible del cristal.-pero llegas hoy ¿no? Valentina, con una mueca que emulaba una sonrisa, me devolvió el beso.-ahá... en dos horas o tres... bah, andá a saber... espero estar hoy en Posadas.-ah, bueno... no... porque Romina quiere hablar con vos- dijo Alejandra, con una inusitada, imposible suavidad. Sospeché.-¿y por que no habla con Esteban, nomás?-porque Romina dice que quiere hablar con vos, Seba.-¿para qué?-no lo sé...- negó con un primer acorde de ese tono, para mí, exasperante.-Ale... vos sabes para qué - y los dos bien sabíamos que ella sabía-. Si es por hablar con ella, yo no quiero.-dice que hay cosas que no cierran, Sebastián. Ay. Si el amor es un noble negocio, el desamor es miserable.-si las cosas no cierran, decile que las hable con Esteban. Ellos son abogados, están para eso...  ¿Y Steffi?-está mirando los dibujitos, hoy no fue a la escuela. No se sentía bien.-¿de nuevo no fue a la escuela? Ahora qué tiene.-no sé, me dijo que no se sentía bien... yo no la vi muy bien-. Contestó Alejandra, ya con su tonito de voz habitual.-pero faltó el miércoles y el viernes-. Volvía a sentir ese peso que me ennegrecía el pecho, ese mismo negro que se me subió a la mente cuando Alejandra sentenció:-mirá Sebastián: no te hagas el buen padre por teléfono. -¡no me hago nada! ¡no la dejes faltar! Alejandra... es lo peor que podemos hacerle-. Dije aquello en una especie de berrinche. Alejandra contraatacó:-¡Ja! ¡Lo que faltaba! Desde Buenos Aires me querés manejar la vida. ¡Nos querés manejar la vida! Mirá que nosotras estamos muy bien así... sin vos.-Ale: yo no te quiero manejar la vida, lo que te digo es que no quiero que mi hija falte al coleg... -¿tu hija? ¡Nuestra hija!-bueno, okay, nuestra hija...-te podías haber acordado antes de todo esto... ¡¿tu hija?!... ¡dios mío, cuanto cinismo...!-.Alejandra había logrado, una vez más, ponerme furioso. Conté mentalmente, para tranquilizarme y no empeorar las cosas diciendo algo de lo que iría a arrepentirme.-¿Steffi anda por ahí? ¿Me das con ella? Se oyó la pregunta de la madre y después la voz de Steffi contestando algo.-Dice que no quiere.-¿Cómo que no quiere?-Y... no quiere. - me contestó categórica y en ese tonito maldito con el que siempre logra sulfurarme. Hice una pausa en la que quise destrozar el aparato contra el piso. Respiré hondamente. -decile que quiero hablar con ella, urgente.Alejandra dobló su apuesta:-¿no estendiste que no quiere hablar con vos?-  -Alejandra: andate a la -cortó.- ...Del otro lado del vidrio estaba de pie Valentina, mirándome absorta y acicalándose el chal violeta como en un tic. Lo espléndido de nuestro fin de semana juntos, se había desvanecido; su cara era ya de desasosiego, de una angustia que no pudo ocultar ni siquiera cuando esbozó esa sonrisa constipada que me envió a través del vidrio. Me dirigí al guardia del detector de metales (un hombrecito con cara de nada, pero también con la autoridad del uniforme) y le pedí si podía salir o, sino, si al menos podía dejar entrar a Valentina a la zona de embarque. El guardia me remitió a su superior: una joven morocha con un birrete de la Fuerza Aérea que me negó las dos opciones alegando la inminencia del embarque. Tomé mi celular y la llamé; esperé a que encontrara el suyo en el caos de su cartera mirando, a través del vidrio, cómo  sus párpados parecían ya hinchados por futuras tormentas. -Vale...-mi amor -canturreó con ternura- ¿estás bien? Te vi hablando por teléfono enojado ¿pasó algo?-si, no es nada ¿vos estás bien?-si...-yo no te veo nada bien.-te digo que si, Seba, estoy bien.-bueno... andá al estudio porque vas a llegar tarde.-no voy a llegar tarde... dejame, que yo sé cuando irme.-Vale, mi vida... me hace mal verte así a través de un vidrio.-A mí me hace peor no verte más.Realmente me estaba asustando con ese dejo fatalista. Si bien yo nunca tuve miedo a volar, aquel temor, caprichoso e infundado de Valentina, estimulaba una sensación nada cómoda cuando se está por abordar un viaje a 10000 metros de altura.La reprendí:-uy Valentina ¿Qué pasa? Estas actuando raro: no digas así... -no me pasa nada, Seba. Te dije que me iba a quedar acá hasta el sábado. Mientras vos hablabas por celular, fui y me compré el cepillo -llevó una mano a la cartera.- ¿querés verlo?... Es rosa.- hurgó en la cartera-¿que?... ¡me estás jodiendo!-y llamé a la oficina... los planos vienen en camino.-¿estas loca?-y ahora corto con vos y llamo a mami para que me traiga la ropa...-¡estas completamente loca! ¡¿Así querés que me venga a vivir con vos?! -¿Qué dijiste?Cuando sus ojos brillaron hasta ahogárseles en ese mismo silencio en el que yo caí, supe cómo se apagaba una estrella y sentí a un ángel cubrirse el rostro con un ala. Valentina insistió con la voz cascada:-Seba: ¿Qué acabás de decir? - -perdoname Vale... perdoname, mi amor.-Y lágrimas ya rodaban en sus mejillas.-¿qué clase de loca creés que soy? estoy enamorada de vos y quise quedarme hasta que el avión despegara... nada más.-... Vale, no lo dije en serio.Quise abrazarla con la fuerza que nunca tendrían mis palabras. Pero el vidrio seguía ahí infranqueable, árbitro invisible entre nosotros.-ya sé, Seba; sé que no lo dijiste en serio, pero lo dijiste.-yo también estoy enamorado de vos, hermosa.-ya se, Seba. Chisté, chillé y puteé mirando a un techo aséptico sin tener argumentos:-la puta madre, ¡soy un boludo!. -no, Seba... tenés razón...-dijo una endurecida Valentina, sonándose y secándose con un Kleenex. -además, yo sé que todo esto es muy difícil para vos... quizá te estés arrepintiendo de venirte a vivir a Buenos Aires... -¡no!... es que... Alejandra no me dejó hablar con Steffi... y me la terminé agarrando con vos.-te entiendo, Seba. Pero vas a tener que aprender a manejarlo. Esto recién empieza, mi amor.-tenés razón, Vale... te prometo que nunca va a volver a pasar algo así.Ansié de todo corazón que sí tuviera el cepillo de dientes en la cartera, y que fuera rosa; deseé con tantas ansias que los planos estuvieran a punto de llegar desde el estudio y que Susana, su mamá, ya tuviese preparadas las mudas de ropa.Nos saludamos a través de ese vidrio empañado con el halo gris de las despedidas.Vi a Valentina irse a trabajar.
Desastre aéreo 3
Autor: inocencio rex  625 Lecturas
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