Paciencia
Publicado en Jul 08, 2009
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La explosión había ocurrido a cientos de kilómetros, y a la distancia, el cielo comenzó a iluminarse más allá de lo que jamás había soñado. Un viento poderoso se desató en medio de un ensordecedor silencio y todo voló por los aires: autos, árboles, gente, sueños…
La tierra se partió y enormes gajos de concreto empezaron a ser deglutidos por el suelo. No quedó piedra sobre piedra.

Empecé a rodar a través de una de esas grietas y cuando me detuve, había quedado boca arriba. Instintivamente decidí no moverme y esperé a que terminara de pasar aquella ráfaga incandescente que todo lo quemaba. Una vocecilla interior empezó a dictarme las instrucciones para mi supervivencia; cerré los ojos y me dejé llevar. Todo mi interior empezó a funcionar más lento, nada tenía prisa y mi vida empezó a dosificarse. No escuchaba gritos de ayuda porque allá arriba ya nadie la necesitaba y pensé en mis hermanas. Algo dentro de mí me decía que en aquellos instantes ellas también estarían luchando por salir adelante y sobrevivir.

El terreno estaba caliente y sentía la grava ardiendo en mi espalda, ni siquiera eso iba a hacer que me moviera. La luz se agotó y una nube blanquecina empezó a cubrir el cielo, la temperatura bajó dramáticamente y al principio sentí alivio por puro contraste, por variar la situación, pero pronto esa medicina empezó a enfermar también. Con el paso de los días, el sol se convirtió en un reflejo verdoso a través de las nubes de polvo y terminó por ser una mera referencia de tiempo que no daba ni quitaba nada. El esfuerzo interior por seguir el nuevo ritmo de mi vida me absorbió al grado de no moverme un sólo centímetro para ahorrar toda la energía posible. No quería comer, no quería dormir, solamente quería mantener a mi cuerpo viviendo. Con frecuencia la tierra se cimbraba sacudiéndose afiebrada de esa enfermedad que la estaba matando y fue en una de esas convulsiones que una nueva grieta se abrió y volví a rodar hasta quedar boca abajo. Levanté la cabeza y a toda velocidad empecé a correr; el paisaje era irreconocible así que cualquier camino que eligiera era el correcto; decidí seguir en línea recta y atrás de un montículo de fierros retorcidos las vi, cientos quizá miles de hermanas que corrían hacia el sur buscando alimento. Extendí las alas y volé directamente hacia ellas sabiendo que tarde o temprano, millones de antenas juntas buscando el camino correcto, acabarían por darnos de comer a todas.
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Foto del autor Arturo Palavicini
Textos Publicados: 57
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Descripción

Palabras Clave: Holocausto Explosin Nuclear Sobrevivientes Radiacin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Fotografa Image Bank

Derechos de Autor: Arturo Palavicini


Comentarios (13)add comment
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florencio

un fragmento de una historia ficticia que tiene su realidad contemporanea en el pueblo de iraq mucha gente inocente que sobrevevivieron luchando " para seguir adelante"
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December 02, 2009
 

Arturo Palavicini

Doris, Magno:

Gracias por sus comentarios y por el tiempo que le dedicaron a la lectura.

Un abrazo a los dos.

Arturo Palavicini
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September 12, 2009
 

doris melo

Un texto profundamente dramatico, intenso y lleno de espectativas de parte de la voz poetica que en medio de esa catástrofe existe una esperanza con un poco de paciencia de sobrevivir a ella. Es un cuento fantastico , que aparentemente nos dejamos llevar por la emocion de lo que alli se narra y aceptamos como una realidad , nos metemos en ese espacio tratando de ayudar a la voz que esta narrando lo que le sucede . La reflexion que me deja este tema es muy profunda pues creo que una de las cosas más importante del relato en la que se hace incapie desde su inicio es la paciencia . factor importante para vivir. Saludos y gracias por este maravilloso relato.
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September 12, 2009
 

Magno Sanchez Pineda

como siempre amigo Arturo, volviste a encontrar la magia de la metáfora en las antenas de una de las hermanas, gran texto, gran final, despues de todo es posible que el planeta sobreviva a nosotros. Saludos.
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September 12, 2009
 

Claudia Riquelme

Te leo y te vuelvo a leer sabiendo que cada uno de tus relatos me llevará lejos... lejos a lugares fantásticos, envueltos en el drama y el suspenso y, como siempre... dejándome caer de una vez y sin aviso.

Mis estrellitas y todo mi cariño,
LaNegra
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September 09, 2009
 

inocencio rex

¿llegará ese día en el que el pueblo elegido de un dios invertebrado, a imagen y semejanza del personaje que narra tu historia nos vea a los humanos con esa misma mezcla de admiración y desprecio con que nuestro género vio a los patrones de la prehistoria, los dinosaurios? a propósito del comentario de carlos: ustedes en méxico estan muy próximos a los gringos locos que fueron los únicos que usaron, deliberadamente, bombas nucleares contra seres humanos. desde tan al sur del sur les tengo mucho más miedo a los ee uu que a irán, india o norcorea.
bien, sumo "paciencia" a favoritos no sin antes 5 estrellas para este texto sublime.
y que las ballenas salven a greenpeace.
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August 24, 2009
 

Arturo Palavicini

Gabriel:

Amigo, no había tenido la oportunidad de agradecerte este valioso comentario.

Un abrazo.

Arturo Palavicini
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August 18, 2009
 

Gabriel

Arturo, primero gracias por tu interés... tus letras me hicieron sentir ese paisaje, ese momento, adoro la ficción y lo tuyo tiene una mezcla increíble, eres veloz, y generas muchas sensaciones... eres un gran escritor... te felicito, continúa por favor... te sigo leyendo, un abrazo grande...
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July 29, 2009
 

Arturo Palavicini

Gracias por tu comentario Carlitos. Y tienes toda la razón del mundo, aunque ya se acabó la Guerra Fría, la amenaza nuclear sigue latente. Increíblemente sigue siendo una "posibilidad" para algunos gobiernos.

Saludos.
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July 22, 2009
 

Carlos Campos Serna

Estimado Arturo, parace ficción, pero ! aguas¨!, que por ahí andan muchos locos jugando a la guerra nuclear. Te nombro algunos: Norcorea, China, Irán y aunque tu lo creas hasta la India.


Saludos....
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July 22, 2009
 
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