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Casi puedo verte payaso lloroso, crónico estreñimiento de cronopio. Puedo leer tus fruncimientos de esfínter en celo, en cada fundamento a la mera perorata, collage de rajatablas tan bobas como las sirenas que te cantan,como marsopas encalladas que te lamen el adobe, maravilladas. ¡guachazos, chasquidos!, ¡rasguidos en la propia investidura!¿no es el gusto profano lo que tanto disgusta?, ¿que el extranjero, ese necio que se come las heces al que tanto temes trepe y llegue a las más altas cumbres del autobombo? Y descubra la patraña y te obligue al descenso entre aludes de propia mierda. Admito que quiero pecar de snobismo y afrancesar el mentón, y ponerle peros al mejor Perón. Y sólo largar el canapé para aplaudir a Nabokov. Calambres, temblores, radioactividad sumergida en el peso de unas aguas que los arpones desangran.Marañas de venas llenas de petróleo, engendros en mares muertosdevorando cuerpos, piel, tendón y huesos, en tártaros inmensos, fuego al aire sagrado. Nos alimentamos de la vida misma; miasmas en la hierba en la que habrá de germinar el nuevo día, aunque el tornado vuele una escuela y los ranchos, y tu mejor bombacha de seda, y una carpa médica en el Congo y los hongos, aunque vuele las hojas del diario del suicida en la plena tempestad de lo verdadero,esa inocente tempestad de besos por la que la vida sigue viniendo en torbellinos,en torbellinosva volando tu hogar dulce hogar, por destino; por azar. Bicentenario. Dos centurias. Centuriones enfrentados. El uno, guacho peronista, gaucho hincha de Boca, borracho del tablón que grita ¡gol! de la mano de Dios y ¡retruco! en el asado y mancha de tuco en el overol desocupado que vuelve a votar a Menem en plena paridad del deme dos de Martínez de Hoz o aquel anarquista fusilado, por Varela y sus Task Forces en Pradera del Ganso. El otro, good fella histrión, el dandy con rapé, eunuco cortesano de Bernardino,el horror a la barbarie del teléfono blanco en el casco de la estancia del señorito bien de doble apellido y recién depilado zarpando a París y luciendo un taparrabo importado de Inglaterra y de seda India, el opus de Torre Nilsson, la sarmientina que dona joyas a un general católico, derecho y humano, gente como uno, que vuelve a votar a Menem.Y a sus importadores de chiches chinos, clichés pagaderos con porotos de soja. No me hablés de unidadsi me sabés Federal.No me hablés del celeste consensoy menos del sol en Punta del Este.No me hablés de una bandera tan de créme y batida, tan rendida a tu mentira financiera.Ni propongas al dueño del metro, la pampa y víacomo el porongacampeón progresista.Oh, sans silouette: que al mal de chagas, Valerias Masasde antilocro y finas hebras del cilantrounidas por el espanto a la comuna, al comino y la empanada.Santas divas hermafroditas,viejas chotas de la guardia centenaria y fraticidaque se horrorizan desde el palcoante el millón de cabecitas. Diestras líneas en columnas mal mentidas de vetustas rotativas.Patricios bien dorados bien dotados en Miami instalan el viejo cuento de las hadas pisadas y pasadas, ensangrentadasfronteras del desierto.¿el mestizo resentidono tolera tu opereta? Sólo espera a Los Palmeras ahí fuera del Colónvivando a una Patria NUNCA MAS de rodillas, ni harapienta más allá de las vallas. Oh, vana ameba mía: maldigo tu tedeum espeluznante y vía satélite que nunca pone cascabeles más que nueces al gatopardo. feliz bicentenario, Argentina. Mi campera que fue su pocho era ahora taparrabo. Habíamos llegado a la clínica caminando y una enfermera nos había prohibido la escalera cercana sin siquiera esforzarse por ocultar el tedio que le significaba nuestra sangrante emergencia, así habíamos debido rodear un cuarto de manzana para llegar a la sala de emergencias, sita en otro ala del edificio, en la que me enredé en un primer ataque de pánico, ese ataque que me atoró el pecho cuando comprendí que yo, que nunca había creído que existiese algo así como un depósito de buena fortuna, me encontraba con los dedos vueltos trenzas ante los dados ya lanzados, bajo los florescentes del mismo blanco pasillo en el que el médico pasaba de aquí para allá, con cara de preocupado... clamando al cielorraso yo, que nunca creí eso de que un ser todopoderoso nos resguardase del dolor inevitable y pendiente, intrínseco a vivir, y menos aún que eso lo hiciera a cambio de solemnes lamentos, huecos clamores o plegarias a figurines; yo, que creía que aquello no era más que el milenario negocio de prelados, ahí estaba, de rodillas y con las manos anudadas al rosario de Isabel, elevando por ella mi primer abracadabra de ciega fe en años, queriendo, pueril, volverlo todo atrás, creyente en que tal superchería obraría para que el inefable abandonase su porfiada mudez e interviniera, al fin, en el lassez faire de la causalidad... Quise incorporarme de un salto, una brusca maniobra que tuvo nefastas consecuencias: terminé golpeando mi parietal con un matafuegos que se desplomó con estrépito. El calor de la sangre fluyendo en cascada bañaba mi oreja izquierda cuando me desmayé. Dando cátedra de musa en celo¿me venís con tijeraspara música?¿los sacrosantos corchetes de la métrica?Agua a la yegua, que fluya calentonay huya del sórdido vienés. He aquí que rojo corazón, tonto roto, como de lion in zion... sangrando manchael neón de las tragaperras.Florete punzante en miocardios,poesía. La vida sigue viniendo a pesar de desastresy compendios. Lo comprendo en este solo beso. ¿Se puede ser la mar de intelecual y amar?¿revocar el lagrimal? ¿intentar ser veraz en amorcitos de infantescuarentones,rococós y rozagantes? como todotambién siendo nada más que una estela que tan flameante hace sentir y seguir adelantesin tener que cometer asesinato cotidiano.Balzac jamás hizo zappingni se paso por hiroshima y nagasaki,por los presupuestos de defensa de la otán,siliconas de la guerra de vedettes,naufragios de tanqueros de la Exxon.En los modernos y púberes días de HónoreAfrica era aún indómita y misterio,no cuna del sida, sinónimo del hambre inhumano.Huxley no había visto aún que el progresodejaría, en una esquina,a un niño de mundo duro y ebrio,metiendo miedo y caño. El mismo somaque toma la abuelita con sodaresignada diciendo: puedes morir sin vivir en el intento,o ser lamento sin cortar siquiera el viento.¿puedes dejar de ser verde,como un tallo entre el murmullo de insectos y también saber ser sólo un lapso en el silencio? dedicado a ese loco lindo de tegobi de mariachi... pam! pam! << Inicio < Ant.
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Fin >> Empecinadamenterompes la siesta,este amargo sudor de sesospodría ser el comienzode algo importanteuna fabula, una muerte o un regreso,cae una aplanada hoja de oficinaque se resbalo por los dedos.Cierro la ventanilla como si fuerala escotilla de un buque perdido,el cigarrillo contra el piso y la vigiliay la empecinada militancia de quererdespegarte del mundo con una cucharita. Una de las cosas que odio de mi,es que nunca pudé olvidar tu número telefonico,lo grabé con el puñal mas fino, en la piedramas honda, dentro del rincon mas vacio y escondido de mi cerebro.Realmente odio no poder olvidarloporque en combinacion con el alcoholes nocivo para mi salud mental y para tu valioso tiempo. Nunca creí que escuchar nuevamenteel soplido helado de un desprecio, de un desamor, me haría renacer, sentir la tibieza de mi alma,tranquila, pacifica y entusiasmada concreerte perdido, con creerte tan distante, con creer que respiro por tus despreciosy mi falta de ti. Tan contradictorio que me parece una locura,me confunden mis pensamientos, me confunde que mi llanto sea para sentirme despreciada, peromotivada a vivir para realizar mi venganza. Soy una mujer maldita, iluminada con aerosol oscuro, caminante de una luna lejana,habitante de un bar encima de un crater, con mi teléfono, con tu númerograbado en mi agenda cerebralpara llamarte en mi mareos constantes,para llamarte cuando comience a sentirmefeliz pero desamparada. Tu numero es parte de la pagina paraemergencias, así que perdona que te moleste,que acribille tu tiempo y te oblige a escuchar mismaldiciones, pero que te quede deconsuelo que siempre tendrás el don de colgar antes que yo. -Buenos dias, papá- y era la tercera vez que lo decía; -buenos dias, papá- volvía a repetir. Entonces saltaba de su cama, recorría el flaco pasillo y se internaba en el baño. La ducha, el agua fría, no le daba la grata euforia que necesitaba. Trataba de secarse con la amplia tohalla, y se envolvía en ella creyéndose el Marajá de Kapurtala, y mientras orinaba en el bidet, pensaba en cómo pasar ese día, vigésimo de diciembre.Ese diciembre que le calcinaba la piel, porque se presentaba caluroso y húmedo como ninguno, y ya podía ver que lo había jodido bastante al pelarle la espalda el sábado anterior, en la pileta de Ricardo.Volvió a tener ganas de orinar, pero eran ganas, nada más,porque al enfrentarse con el bidet, un chorrito indeciso se asomo por su pijita. Se la metió dentro de su calzoncillo, se miro en el espejo, se hizo alguna pregunta íntima que no contestó, y salió otra vez para atravesar el pasillo.-Buenos días, papá- dijo esta vez con voz más firme. Y siguió hasta la cocina: el mate, el té, el café, el vino. EL VINO. El vino era exactamente lo que conformaba su paladar aquella mañana de diciembre. Y mientras saboreaba su aspereza se le ocurrió pensar en el viejo, en la navidad que ya llegaba, en lo llagado de su espalda, en Leticia,(en la costosa Leticia) que todavía se negaba a todo, y por último en él. Aquí se sirvió otro vaso de vino. Pero, ¿quién era él? ¿El amador de Leticia, el macho de Ricardo, el hijo del viejo que aún dormía?-Buenos días,papá- pensó esta vez, y tragó apurado el vino. ¿Quién era él? Sí. Le gustaba vestir bien. Andar por el centro mostrando exactamente lo que se debe, y lo que no se debe dejarlo para Leticia (cuando se decidiera), o para Ricardo siempre que mediara un golpe de teléfono.Y mientras tanto qué? Ir al bowling, caminar hasta el puerto, o tomar sol en la costanera, y soñar con ese viaje a Río en Carnavales que le había prometido Ricardo. Después...., su vida estaba ocupada con tantos sueños...; quería navegar: irse, tal vez a Europa. Pero no por el hecho de conocer Europa. París, Roma, Milán, eran, sin duda, hermosos lugares. Pero no era eso lo que realmente importaba. El hecho substancial era viajar en barco; sí, en barco..., a semejanza de esos barcos que mamá le hacía a los ocho años, doblando con ternura la hoja de diario y dejándolo reposar en la bañera. Creía que el fondo del mar era blanco, y que las fuerzas de las olas tenían , exactamente, el ritmo que le marcaban sus pequeñas manos.Pero ahora había pasado tanto tiempo...-Buenos días, papá- dijo esta vez con bronca, mientras se servía hasta el borde otro vaso de vino. -Buenos dias, papá- gritó mientras pensaba decir cálidamente (queriendo deshacerse de ese remolino de angustia), -Buenos dias, mamá; buenos días , mamá... cómo estas hoy buena y linda como siempre, mamá, mi mamá; aquí traje el papel para los barcos...Pero la memoria de las tardes encerradas en el baño, viendo viajar ilustres barcos a los que mamá bautizaba con extraños nombres, no conseguía atenuar la tristeza grande que tenía, ni su gastada melancolía actual.Él era un hombre simple, gozador de las cosas sencillas, amante de la naturaleza, leal para los amigos...; pero había cosas en lo íntimo de su vida que no entendía, no entendía...No estaba claro para él, por ejemplo, por qué al pasar por la habitación del viejo debía saludarlo, siendo que siempre dormía, o en el mejor de los casos leía el diario, y no le contestaba. Jamás le contestaba, y había llegado a pensar que el viejo estaba sordo. Pero no. Algo golpeaba en su cabeza, y en el sentido literal de la palabra. Algo se doblaba y rompía cuando saludaba al viejo. No era importante que no lo oyera, o que lo oyera y no le contestara. Entonces, ¿qué era lo que en realidad lo perturbaba? Aquella mañana lo había descubierto en la cocina, mientras llenaba otra vez el vaso con vino: el lugar vacío al lado de la cama que ocupaba el viejo era la clave: el lugar que ocupaba mamá en vida.-Buenos días, papá- dijo esta vez entre sollozos.-Buenos dias, hijo- dijo el padre apareciendo en el marco de la puerta.Y él se entregó a sus brazos y lo abrazaba, lo abrazaba, mientras pensaba en viajes lejanos y múltiples, en viajes claros y magníficos.-Buenos días, papá- y lo miró a los ojos llorando plenamente.-Buenos días, hijo- dijo el viejo casi con miedo, sin entender, -buenos días, hijo. Guillermo Capece (año 1973) El Chueco y yo éramos la custodia del Pelado en esa reunión con el poronga de la Federal. El pelado Carlos lo miraba fijo a los ojos y los ojos de aquel tipo eran fríos como un témpano de hielo. Su rostro cadavérico y su dedo sobre el gatillo de la Browning 45 hacia que tanto el Chueco como yo tuviéramos un escozor frío por la espalda. La verdad es que si querían en ese mismo instante a mi, al pelado Carlos y al Chueco nos reventaran en un abrir y cerrar de ojos, entre esas dársenas abandonadas del puerto de Buenos Aires. Era diciembre y hacia calor. Al pelado Carlos le caían gotas de la frente de su calva brillante. -¿Dónde tiene al negro Quieto? Si algo le pasa varios de ustedes van a pagar. Y los gestos de la mano donde llevaba la pistola no dejaban lugar a dudas de que se podía pudrir todo en un segundo si alguien se equivocaba un milímetro. Pero Harguindegy le contestaba imperturbable.-Mira Pelado, recién vengo de hablar con Viola, que todavía se esta sacando los escombros del uniforme por la bomba a Videla. Hay bronca. A Quieto no lo entregamos. Ahora es nuestro trofeo. Ustedes están confundidos. Para nosotros lo peor ya paso, ahora la balanza esta de nuestro lado. Han perdido, es una cuestión de tiempo. -Ustedes son la oligarquía en retirada, no nos asustan, tarde o temprano recuperaremos la ofensiva. - Y los empresarios son los que nos piden que les demos leña. ¿Cómo los llaman ustedes, los burgueses nacionales? Pero para ellos la Nación son estancias, fábricas y propiedades que defender. Nos piden orden para producir y, muchachos seamos serios, nosotros somos el orden. ¿Qué les hace pensar que vamos a dejarnos ganar por la bravata marxista en un país católico y militar como el nuestro?Yo lo miraba al Chueco y el Chueco lo miraba al Pelado que se le hinchaba de bronca la vena de la frente y parecía que iba a explotar de furia. -Nosotros representamos la fuerza del pueblo, pronto vamos a ser todo el peronismo. Nos bancamos a los gorilas, a ustedes los vamos a volver locos. -Jajajaja. Rió insultante Harguindegy -¿Que peronismo? Si ni Perón los quería ya, e Isabel nos nombro a nosotros para hacerlos mierda a ustedes y los loquitos de Santucho. Si ustedes son la fuerza del pueblo, cosa que dudo, ya hemos aprendido, no hay problema, destruiremos al pueblo y se acabo. -Ustedes son unos bocones, no saben de lo que es capaz el pueblo.-No señor. Ustedes son los que no tienen idea de nada. Ongania era una dictablanda al lado de lo que se viene con nosotros. Los vamos a hacer mierda y borrar del mapa. Van a extrañar al personaje grotesco ese de López Rega, Pelado, te lo aseguro. La charla termino de golpe. A Quieto no lo entregarían jamás. El Pelado quedo en silencio en todo el viaje de regreso. El Chueco y yo, no cruzamos ni palabra. A los días empezaron a caer lugares que solo el Negro conocía. La conducción dijo que se quebró. Era diciembre del '75, faltaba poco para que empezara una larga noche. Porque estoy solo y aburrido, no se va a caer el mundo. Es una lástima. No sería la primera vez que un solitario aburrido derriba el mundo. Nos vendría tan bien a todos. Claro, hace falta talento para pegarle una patada en el culo del mundo y mirar como se desploma a pedazos. Si estuviese muy solo, si estuviese muy aburrido, si fuese verdaderamente sincero... quizás... el estruendo sería nuestra música y desde las ruinas... emergeríamos vos y yo. Lástima que el solitario aburrido que esto escribe, no esté tan solo, no esté tan aburrido, sino... otra sería la historia. M elodía por la paz del alma I nquieto y rebelde corazónE n oscuros pozos del fracaso te has perdido L ágrimas de dolor tus ojos han limpiado.P uertas cerradas abrirás A romas nuevos te visitaránR eirás en la amanecida de tu almaA ndando, en el viaje del re-encuentro T odo lo que se ha amado, toda lágrimaI rrigará en los jardines de la gracia En el arrullo, las ganas de escribir, como una música Febril se eleva y se desborda. Vivir en el ojo De la tormenta. Bailar en el viento de las ganas. Beber ese vino del momento. Iluminar la antesala De la melancolía. Detener los versos en su filo. Cerrar los postigos de la dicha. Bajar hacia el Sótano de la mañana. Hallar la marea diminuta. Hundirse y perderse y ser otro, otra. Temblar El dibujo de la letra. Revivir con los muertos. Amar la poesía aunque no sea virgen. Aunque Sea la misma promiscua mujer que hizo el Amor con todos ellos. Aunque nos mire reciente Y provocadora. Aunque nos engañe que es nuestra Y no es de nadie. Aunque nuestros hijos con ella sean Burbujas o caballos, pies sucios o fulgores fríos. << Inicio < Ant.
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Delfy
Saludos
Delfy
Anna Feuerberg
Anna Feuerberg
Estamos conectados telepáticamente. Precisamente en este instante estoy buscando tu Antiácido y tu Dulcito.
Estamos en contacto, un abrazo,
Annita
Anna Feuerberg
http://www.youtube.com/watch?v=IexQjTx4oRc
Anna Feuerberg
http://www.youtube.com/watch?v=1FEuj5G_0yo
http://www.youtube.com/watch?v=uKwlmJbPbvk
Anna Feuerberg
Te mando 2 links de YouTube para que escuches De Repente de Aldemaro Romero.
Uno es Aldemaro al piano, una maravilla.
El otro no me gusta la interpreción de Luisa Rivas, pero tendrás una idea de como va la letra.
Besitos...Cuídate...
Annita