Las madres guardamos  la primera cajita de zapatos,la fotografía con pucherodel primer día de clases.Las madres miramosen este otoño inexorable,la mesa vacía,otrora llena de algarabía y sabores,las madres nos quedamos palpitantescon el último abrazofinalmente las madresnos quedamos esperandopor si acaso la primavera.  

   Miré rojos cardenales en el jardín,no les dí aguasólo me detuve en ellos sin verlos.Puse atención en el peumo,y me parecieron grises sus hojas,hasta pensé que estaban llorando.Y así vagué por el espacio verde,y no pude ver nada...De pronto apareció el moscardón,con su dorado abrigo de piel  y sus negras patas,abrazando la flor con tantas ganas,que cayeron en mí como lluvia,todas las alegrías olvidadas.

   Creo porfiadamente en la memoria porque el pasado palpita en la nostalgiade corazones ardientes.Creo en la compañía, en lo gregarioporque con las manos tomadasnos procuramos calor para combatir el sistema.Creo en la magia de la nocheporque la noche atrae a su lunaque nos emborracha de sueños.Creo en la poesíaporque escribiendosoltamos pájaros de sus jaulasliberando a los trabajadores de día domingoy en este brindis de vinocreo y siento que aun vale la pena vivir. 

    El sur,las tardes, los trenes,   las manitos sucias de la niñez,  recitar poesías de memoria,  correr sobre la escarcha,  comer el redondo tomate con sal,  llevar feliz el jarrito con moras,  la escuelita rural...  ¿qué será   lo que me hace siempre volver a la infancia?

    Quiero mandarte un ángel   que te avise que estoy llegando,   ya veo tu carita  triste  mirando los árboles.  Si te fijas en la hoja temblorosa,  allí estoy,  con el corazón rojo de impotencia  y con unas ganas enormes  de verte feliz.     

     Recorrer el sur otra vez    mi sueño,    encontrar los mitos de Tellier,    las casas viejas    el viento    las nubes    y los trenes,   ay los trenes   tendría que estar el amigo   y el brindis   con botella de vino.