Una historia de amor no tiene porque ser trágica. Bueno. No todas. Alguna debe haber que sea más dulce y perdurable que las demás, o al menos que no termine en llantos ni en suicidios. Como le pasó al Beto…
 
                Andaba desaparecido como cinco días. Cuando contratamos a la mina fue al segundo día sin él en la banda ni en el hostal donde dormíamos ni en la comisaría más cercana ni en ningún lado. Sabíamos que andaba detrás de una mina, no era novedad. Sabíamos que algo raro pasaba con la mina, pero no pescamos nos mas. Después de agarrarnos a combos en el escenario esa noche se mandó a cambiar dejándonos tirados y con su micrófono babeado en el suelo. De ahí a improvisar era un paso. Así que dimos el aviso en la misma disco al rato de la pelea para audiciones y al otro día teníamos una cola como de 40 hueónes engrupidos que se creían cantantes.
                Esa tarde había llantos de esos con moco y todo. Qué caos. Ni yo me lo creía…
- descuélguenlo… alguien que lo descuelgue… - lloraba el Rolo tirado en el suelo hecho una niña de pecho.
                No sé porque me acordé de Reto al Destino y del hueón que encuentra al amigo ahorcado en el wáter de un motel por culpa de una maraca que le había dicho que lo amaba para luego mandarlo a la chucha...
                Esa no es forma de morir.
 
                Nadie atinaba a nada. Yo fui el último en llegar. Lo vi colgado morado a la cresta y el cuarteto de hueónes, con la Fanny incluida, desesperados porque no hallaban qué hacer con el Beto colgado del cuello en medio de la pieza.
                Me caí de culo. Estaba helado, cagado de miedo y en cero. No podía soltar un chistecito malo de esos míos, ni menos mandarlos a todos a la chucha. El Beto colgaba del cogote y olía a mierda. Me llevé las manos a la cabeza confundido como un hueón. No sabía qué mierda hacer. El ruido del resto, sus llantos, gritos y rabietas no ayudaban a nada más que al caos. Beto de mierda.
- Ahora falta que haya dejado una cartita que diga “me maté porque la quería”… - fue todo lo que dije, y se quedaron callados. Encendí un pucho mirando al muerto un poco apenado por que ya no iba a tener con quien agarrarme a combos en el escenario ni a nadie a quien echarle la culpa por las pifias de las tocatas.