• Eduardo Fabio Asis
Eduardo Fabio Asis
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  • País: Argentina
 
«Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen  en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino]».
Con su clima caluroso, Cartagena de Indias era, por su posición en el mar Caribe, el principal mercado de esclavos del Nuevo Mundo. Mil esclavos llegaban allí al mes, y los mosquitos y las enfermedades devoraban a los sanos. El precio de compra de un esclavo era dos escudos, y doscientos el de venta. Aunque muriera la mitad del «cargamento», el tráfico seguía siendo «rentable». Ni las repetidas censuras del Papa, ni las de los moralistas católicos podían prevalecer contra ese comercio movido por la avaricia. Los misioneros no podían suprimir la esclavitud, sólo mitigarla... Pero Pedro Claver se enfrentó con hechos heroicos a esta ignominiosa trata. Pedro interpretó así el sentido de su sacerdocio, y el 3 de abril de 1622, al profesar sus votos perpetuos solemnes, estampó junto a su firma la que sería la gran consigna de su vida: Petrus Claver, aethiopum semper servus («Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre»)
En alguna curiosidad de la memoria donde no recuerdo ya por siempre se ha perdido, mi gata blanca.   No era bella ni graciosa pero tenía el aroma de la nostalgia.   Hubo noches cerradas, donde acaricié su pelo manso y se abrió la luna entre mis manos.   Debo encontrarla, pero es irrefutable no buscarla. ¿ qué otros mundos conoce, que yo aún no?   Para quienes puedan ayudarme les digo que mi gata no era una gata ni tampoco blanca.
me esdrújulo hasta la médula hasta que la lámpara no alcance a dar su luz sonámbulo te presiento mía. Ni soy un héroe ni seré tu ídolo pero te esdrújulo así, casi didáctico tarántula de mi éxtasis océano fantástico caótico término cárceles de lágrimas   por vos soy cálculo de sílabas   por vos rectángulo de agua   por vos mi páncreas en déficit   por vos poética esdrújula   espátula en la cerámica me esdrújulo   sin ton ni son   sin tónnison hasta que seas… poética bellísima.
otros cantan el rumor del Aconcagua cuando el agua derrama por el medio de las acequias.   otros cantan las hermosas hembras que alegran las tardes cualquiera   otros cantan el vino hondo oculto entre los pámpanos de las cepas   otros cantan el Huarpe dormido en la ceniza esperando la victoria que viene…     yo prefiero cantarte, Mendoza libre, cuando un ser humano sea un ser humano y la tierra no tenga nunca más dueños     Te quiero libre y te sueño suelta de tantas ataduras que te esclavizan desde adentro.   Te quiero, Mendoza Libre, sin otro amo que el misterio.    
Deolinda se va de viaje tras las huellas del amor que le arrancaron en el pueblo la codician algunos poderosos pero ella tiene su corazón en su marido ausente   Lleva a su hijito en el pecho y atraviesa el desierto valiente cuando llega a Vallecitos la sed le juega un mal paso y ella cae exhausta y sedienta con su niño mamando con su niño amado sin su marido, sin nadie en el desierto caliente   Muere la hermosa Deolinda pero su hijo sigue viviendo y la encuentran unos arrieros que atribuyen el hecho al amor de Dios, por Deolinda y su niño.   Ella estará en el cielo Su hijito seguirá en la tierra Desde arriba esta mamá linda cumplirá los anhelos del pueblo que la honra, del pueblo que la quiere.
Mis manos agitan soledad indómita, placer vacío, por el gusto de placer, y corrompen mi cuerpo entero de una exquisita alegría nueva.   Mis manos en mi pene y en mi imaginación una mujer cualquiera, que no era mía, es mía.   Mis manos me dejan contento de mi conmigo, y con ella, que no está pero está en mi.   Mis manos se llenan de luna blanca derretida. Y no nacerá un hijo, ni tendré suegra. Soy un onanista, un pajero. ¡Qué felicidad!  
Es imposible que Dios crea en Dios.  Se cree en aquello que no se ve, pero Dios se ve a si mismo, de modo que no puede, de ningún modo, creer en Él. En consecuencia, Dios es el primer ateo de la historia.   A nadie debiera escandalizar el pensamiento anterior, que parece un jueguito de niños, y cuya refutación resultaría ridícula.   Pero Dios, que todo lo tenía, no tenía a nadie en quien creer.  Y entonces, creó al ser humano.  Y hasta sabía que éste caería…  y lo dejó caer.   Para después, claro, salvarlo con su propio Hijo, hecho hombre, que murió por la humanidad.   Hubo un instante tremendo,  el de la muerte en Cruz de su Hijo,  y el círculo se cerró y Dios creyó, por primera vez, en si mismo.    Y abandonó para siempre el ateísmo. Dios creó en Dios, en las manos, en los pies, en el rostro ensangrentado de Jesús.
en qué lugar exacto, continúa su vida la canción que no se cantó el poema no escrito la pintura que no trascendió al pincel   dónde habita nuestro hijo,  que no tuvimos   y por qué el amor entre nosotros nunca ocurrió   en la cuna donde no durmió ningún niño el gato sueña estas soledades mías, con la precisión de un reloj
de tanto buscar mi mano derecha para ser admitido al mundo me quedé con la izquierda abofeteando el mundo desde abajo  
pequeñísimo
Autor: Eduardo Fabio Asis  382 Lecturas
Tan lleno de mi mismo. Que ya no soy yo. Rebalsa mi no ser, una furia incesante, que no es. ¿para qué engañarme con la plenitud de una risa hueca que no redime tus lágrimas? Quiero salvarte, porque de otro modo, solitariamente me quedo, sin salvación yo.    
Salvación
Autor: Eduardo Fabio Asis  381 Lecturas
Escribo un hombre de pie que pisa al mundo derrotado   y algunas sombras,  no lo dudes, tienen más brillo que el sol y los diamantes.     Porque el amor nunca es eso que desde hace siglos nos vienen contando.   Es aquello que conozco demasiado, y por eso, me niego rotundamente a revelarte.  
No. No me cierra. Que mi alegría siga cerrada mientras se abren las flores en primavera.   No puedo sostener que soy quien soy ave fugaz discapacitada para el vuelo.   No. No me cierra. Que no haya lugar en el cosmos donde esconder mi angustia.   Tampoco entiendo por qué escribo los versos más hermosos para que nadie los lea.   No. No me cierra. ¿en qué tumba fría, reencontraré el fuego? no lo sé… pero no me cierra que sólo espero la muerte para levantar cabeza.  
No me cierra.
Autor: Eduardo Fabio Asis  379 Lecturas
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No me molesta.   Que se haya marchado sin decir palabra.   No me molesta.   Que me ganó el juicio y se quedó con la mitad más mucho.   No me molesta.   Que se llevó a nuestro hijo y lo hizo hijo sólo suyo.   No. No.  No es eso lo que me molesta.   Lo que no me cierra, es este tajo en el alma, este no saber decir, que la odio y todavía la amo. 
caballos antiguosde una guerra que no debieron perdercaballos antiguossiguen todavía surcando mi pielcaballos antiguoscabalgan no se que hondura de mi almacaballos antiguosse van ya para nunca más volver
Hace siete minutos que te esperoy no me alcanza la pacienciade los libros orientalesque los occidentales traducensiempre a su manera.Hace siete minutos que te esperoy cuando termine este poemahabrán pasado quizásalgunas horas o muchas. Hace siete minutos que te esperoy no llegas y ya me canséde repetir que soy mortaly mientras no llegasla muerte misma, sube por mis venas.
Con ahínco luché desesperado por causa que no vale ya nombrar. Un mal antiguo quise remedar y de una rama quedé mal colgado.   No tengo tiempo para los enfados y me consuela poderme olvidar cosas mejores quiero cultivar doy por perdido todo lo ganado.   Ocurre que ayudé a mi buen amigo a conseguir un trabajo decente y el muy vago prefirió ser mendigo.   Yo no entiendo la mente de la gente que prefiere mirándose el ombligo vivir de arriba cuando no es gerente. 
Tu rostro de luna rebelde inquieta mis noches calmas niña de los siete mares que bien anclado me tienes al puerto de tus deseos al rumor de tus gemidos.   Yo inauguré el fuego en tu bosque de buenas maderas y llené de ganas tus rincones secretos.   No me dejes, entonces, niña caliente que siento frío de veras apenitas lo pienso.   Un día te marcharás buscando el amor, esa quimera y me quedaré muy solo masturbando tu recuerdo.
Entre las soledades mías, hay una que me es más querida, y que curiosamente, me acompaña más que ninguna otra.  Es la soledad de quien traza, quizás sin gracia suficiente, quizás sin hondura, quizás sin altura, pero traza al fin, su destino de escritor. De mis escritos, he obtenido como galardones,  algunos comentarios que me han abierto la mente, y otros, varios, el corazón. Nunca obtuve dinero alguno por ningún trabajo, de modo que podré ser un mal escritor, quizás,  pero de ningún modo, un escritor prostituto. Y digo y repito “escritor” porque la falsa modestia de algunos que publican en la red, como así también los mandatos sociales consabidos,  dedican esta denominación sólo para los laureados, o…   para quienes han publicado en tinta.   Es una idea obsoleta, y de algún modo, bastante reaccionaria. Escritor, como su nombre lo dice, es quien escribe, como yo lo hago ahora, como vos, en algunas ocasiones, lector o lectora amiga, lo has hecho.  El oficio del escritor, y todos los que aquí publicamos lo somos, ¡asumámoslo!, ha sido objeto de vanagloria de algunos,  y de tortura para otros, y en escasas oportunidades, un medio más para ganarse la vida, como el panadero, la costurera, el empresario o el obrero.   ¿ Qué tipo de estructura social perversa posibilita que muy pocos hagan booms editoriales y se llenen de metálico, mientras muchos otros, apenas si regalan sus letras y viven de lo pueden?   Hay un estrellato,  de muy pocos, y hay un “estrellarse”  de muchos.-   Si tuviera un hijo, y me dijera …  papá  … quiero ser escritor,  temblaría de horror,  basado en las estadísticas, de que su futuro sea de estómago vacío…   y corazón ilusionado,  pero triste al fin.    Sin embargo, contra todo lo previsible, siguen habiendo hijos que escriben y siguen habiendo padres que lo ignoran o que no pueden evitarlo.- ¿Es tan oprobiosamente puta la sociedad en la que vivimos?   (perdón a las trabajadoras sexuales por la ofensa de compararlas con nuestra sociedad actual). Dicho de otro modo,  ¿hasta dónde llega la crueldad del sistema sociopolítico establecido?  No encuentro solución alguna a este problema,  y si no supe plantearlo pido disculpas, pero eso sí…       estoy convencido que se trata de un problema a resolver, para no decir, de una de las tantas crueldades ha remediar. El menosprecio, con todas las letras, de los escritores, es también, a no dudarlo….      otro síntoma más de la misma enfermedad: la infraestructura capitalista y la superestructura que la acompaña.   Llámese…  la mierda, en la que todos, aunque no nos demos cuenta, nos revolcamos.-  Salud!    
Busco mi estilo míomi modo de escribir en tu sombra preciosami luz distinta.Busco, al decir aroma, que se dibuje exactamentebajo tus ojos de siempreuna nariz nueva.Busco mi estilo míoquiero en la noche nombrar sol, y que amanezca.Quiero nombrar justiciay se pongan las cárceles al revés.Quiero nombrar fuegoy que ardan las aguas de tu destino.Busco mi estilo míocomo quien busca la razón de haber nacidoquisiera encontrar la palabraque diga aquello, que nadie ha dicho.Busco mi estilo míoaquel que acaso tuve antes de hablaraquel que incansablemente me buscay yo no se escuchar. Busco mi estilo míoy voy a ser sincero:quiero nombrar tu nombrey que simplemente, estés aquí, aquí y ahora, conmigo.
Era tan ortodoxo, en sus convicciones católicas ortodoxas, que si Dios hubiera querido cambiar de idea,  estaba obligado a consultarlo antes.   No ignoraba que en la silla de Pedro, se habían sentado, asesinos, proxenetas, tiranos, ladrones, y encubridores de violencia sexual contra los niños.   Pero…  el abuso de los menores, le parecía,  frente a la pérdida de la fe…     después de todo, como su nombre lo indica, algo…menor.       Sabía sólo que la Biblia era,  desde el principio hasta el fin, rigurosa y estrictamente exacta.  Si algo no decía la biblia, es porque no había pasado.  Si algo decía la biblia, era la verdad verdadera sin ningún atisbo de sospecha.   Un día le pregunté…       ¿quién creó a la mujer de Caín?   y el me dijo…      es un misterio.    Dios creó Adán y Eva. Tuvieron a Abel y Caín. Caín mató a Abel.  Después Caín se casó…      ¿quién creó a esa mujer?     respuesta:   es un misterio.-   Atiné  a  decirle que la Biblia era algo… “incompleta”   para no herirlo diciéndole… “contradictoria”  y el me miró…    con la compasión y la energía de alertarme que no pensara, porque ese camino… lleva al infierno.   Yo también creo en Dios, yo también leo la Biblia…   y la siento inspirada en Él. Pero no con la precisión de un relato matemático, sino con la alegría de una libertad creativa en quien la lee…     porque Dios ,  es Señor de Señores, y mi amigo, y yo…  también lo somos…        de modo que hay que superar la letra porque mata, y hay que acatar el Espíritu que nos hace libres.          Y  …   ¿dónde está el Señor de los Señores?  paradójicamente en todo aquel  a quien,   se le niega el señorío. En el oprimido, en el que sufre, en el que ha sido despojado en el mundo, de la divinidad con la que Dios lo formó.   Lo demás,   lo demás es cuento.
  Muy triste es el destino de los hombres,si son héroes,  tener cara de broncemanchada por la caca de las avespisoteado su nombre en las calles. Mejor hubiera sido ser la naday no esa asquerosa payasada.Más bello es el destino de los hombresque conquistaron no tener honores.   
Algo injusto como un muerto según los ojos impotentes de su madre   Algo oprime a los más débiles que todavía no saben luchar   Algo excluye a Dios de aquello cotidiano que lo reclama y lo excluye, curiosamente, por temor a Dios.   Algo debe liberar mi poética que aún no encuentra algo justo por qué luchar.
Extraña  mi mano oscura perdida en el hueco tu cuerpo que fue mío y desconoce caricias y el río corre sin tu ser, viaja a la deriva   El río sin nombre llámase vida porque pasa indeterminado y frío aunque el tiempo sea tiempo de estío sin volver más al punto de partida   No te amé, pero ahora sí te extraño y se agranda tu recuerdo de bosque en solitario árbol de mis años   No existe otro consuelo ni retoque que cambie la historia nuestra de antaño ¡y el negro ha ocultado los colores! 
¿Alguna vez sentiste la necesidad de transformarte en luna, agua oscura, puré de papas o acero candente? ¿otra cosa?   ¿Sentiste miedo de ser demasiado feliz y te sentiste muy solo y muy triste, un rato, para ser como los demás?   ¿Te dolía el sexo cuando tu cabeza estaba espléndidamente bien?   ¿Olvidaste ser vos mismo y,  al olvidar tu nombre, inventaste otro que era exactamente igual al tuyo?     Estas cosas me han pasado. Y no tengo vergüenza de responder si. ¿Te atreves a responder con otra pregunta… tuya?  
Madre:  un grito que viene no sé de dónde y que quiere decir todo aquello que siempre nos falta y sin embargo en nosotros está.Padre: el oído para un grito que nunca existió.Yo: esa cosa oscura que a pesar de todo quisiera alumbrar y nunca encuentra a quién.Madre, padre, yo...  tres significados que buscan un significante y su misión es no encontrarlo jamás.
Entre las buenas costumbres,  no figura en el catálogo,  preguntar a quien recién conocemos…    ¿cómo fue tu primera vez en el sexo?-   Sería interesante descubrir el origen del encubrimiento,  dicho de otro modo,  por qué estaría mal visto, iniciar una relación de amistad, a partir de la franqueza y simplicidad de una pregunta íntima y cálida.-  Cuando dos desconocidos nos encontramos por primera vez,  abordamos cosas inútiles, malgastamos el tiempo con frivolidades y no hacemos más que descubrir nuestro Documento de Identidad…  nombre, estado civil, edad, y ese tipo de estupideces.- Cuando dos desconocidos nos encontramos,  hablamos como si fuéramos eternos y asexuados,  y nos relacionamos a través de los datos burocráticos del registro civil.- Cuando dos desconocidos nos encontramos,  seguimos siendo, acaso para siempre, dos desconocidos.   Porque no nos atrevemos a lo más hermoso y hondo,  a relacionarnos a través de la sinceridad.  Quien puede negar que entre los momentos más humanos que tenemos los humanos,  necesariamente, está el momento del placer sexual máximo. Sin embargo,  cuando encuentro por primera vez a una señora,  me relaciono con ella de mil maneras, menos, de la que sería más auténtica:     ¡Que hermoso conocerla, Señora!  dígame,  así entramos en confianza,  ¿cómo fue su primera vez en el sexo? después de ello, por favor, recuérdeme su nombre…   si alguien se anima por este medio...     espero respuesta.   
A veces nunca sabré por qué siento vivir en el hueco de mis olvidos alguien distinto a mi que curiosamente soy yo mismo   Cuánto trabajé para conseguir, por ejemplo, por vez primera decir mamá   Y…  cuando supe de la muerte. Era Hugo el que moría, a sus dieciocho años, yo tenía cuatro. Me levantaba con sus manos, muy alto, y yo sentía miedo y alegría, nunca más fue así. Cuánto sufrí para saber que alguien que es, ya no sería más.   ¿Qué decir de mi primer beso en los labios, ese lenguaje mudo? Ella era la casa de mi deseo, entonces, y también el deseo de mi caza…   ¡cumplido!   A veces, no se por qué, vive más lo olvidado que lo que alcanzo a recordar, pero en contra de los doctores de la ley, de la ley misma, y de mi…  prefiero recordar, amén.
  Cruzando un puente de hierro encima del río seco, una sensualidad de curvas raras el camino nos conduce a ese pueblo antiguo solar de ferroviarios, anarquistas, socialistas alguno que otro radical o ganso y muchos, muchos, muchos peronistas, de los buenos, de Perón y Evita.   Allí habitaban mi infancia personas imborrables que labraron mi memoria como el loco Gatica que pasaba en bicicleta vendiendo “güevaditas para los pendejitos” y a viva voz lo repetía en cada esquina ante el reproche de las viejas moralistas ¿es que no hay policía que encarcele a este malhablado? decían. Y el loco solía despacharse con un “cállese vieja conchuda” en plena época de buenas palabras y malas dictaduras.   Después murió en su bicicleta atropellado por un auto,  y se desparramó su sangre en la calle mezclada con el arrope,  que andaba vendiendo ese día.   Hubo una señora filósofa y filosa, que no estudió en universidad alguna, era negra como el asco que sentía por los medio pelos, que la daban de ricos y tenía los ojos claros porque una abuela francesa había sido “foforeada” por algún negro criollo, y de ella, descendía.  Agradecida y orgullosa.   Esa mujer era madre de mi amigo más fiel y de ella aprendí lecciones de la vida, que guardo como un secreto antiguo, y que todavía me emocionan, hasta la lágrima o la sonrisa.   Palmira tenía ruido de trenes y olor a fábrica. En sus tiempos de gloria, cuando cada pueblo tenía un solo cine, en este pueblo en cambio, se contaron tres.   Después vino el menemato,  esa horrenda muzaraña del primer mundo al revés, esa traición oscura, ese presagio de muerte para las multitudes,  y de buen vivir para los sucios capitalistas que no se donde viven, pero en Palmira no.     Cierre de ferrocarril Cierre de fábricas Cierre de esperanza Cierre de vida     Y   ciérrense las bocas de los pobres peronistas que asombrados veían cómo el heredero de Perón destruía la herencia   Sí.  Perón joven visitó este pueblo. Algunos lo recordaban saludando a los compañeros, sin otro atuendo que un pijama.   Pero Perón estaba muerto.  Ménem vivo y Palmira se quedó muerta junto a su amado, junto a su líder.     ¿Vivirá otra vez Palmira?   No lo se. No lo sabe nadie.   Nadie sabe tampoco si Perón está en el cielo o habita silencioso, su cuerpo sin manos, como el cuerpo de Palmira, con las manos amputadas.    
Era un árbol solitario, rodeado de muchos otros árboles,  pero no era un número, porque no aceptó jamás la palabra bosque.  Sabía que su sombra escasa, se pierde entre tanta sombra,  y que su sangre se llama savia, pero se sentía humano.  Observé una cicatriz tallada minuciosa en su corteza.  Un corazón y dos iniciales.  Comprendí que a su amparo, los amantes habían engendrado un hijo.   Supe que las dos iniciales corresponden al nombre de mis padres.  Conocí mi origen, como no pudo con el del universo, Stephen Hawkins.  Y descubrí por qué razón …   entre divina e ingrata,  me encuentro rodeado de mucha gente, y todavía nunca,  pude saber que cosa significa, la palabra pueblo.
el árbol y yo
Autor: Eduardo Fabio Asis  367 Lecturas
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Quiero derribar el muro antiguoque otros construyeronentre yo y yo.Me duele estar separadoyo de mi.Para derribar el muroya perdoné a los arquitectosy casi, casiempiezo a amarlos.Pero algo mío y algo míose une a los cimientosde un lado y del otroy no cae el muroy yo me desespero.Quizás lo derribecuando descubra que el murolo construí yo.
Amigazo, el corazón tiene profundos secretos que algunos no los recuerdo pues se nubla la razón y si intento esta canción, lobo con voz de cordero, para desnudar su cuero y extirparle su dolor he venido al mundo yo poeta de los primeros   Sé que tuvo un gran amor y de ello no salió entero pero voy a ser sincero para achicar su dolor: la mujer es un crisol de los buenos sentimientos pero si la lleva el viento mejor borrar el intento y volar por otros cielos.
Favorecidos cunden dormidosantiguos sueños que todavía pocosse atreven a soñar.Y son tan fáciles como distantes.Más hermosos que la tierra misma.Allí no habrá estatuassalvo el ser humano.Y la palabra amistad no será pronunciadaporque será verdaderaasí...  callada y pétreaentonces...  ¿para qué nombrarla?Así será la vida... en el mundo, el mundo quefavorecido cunde dormido... sueña  y hace realidad.
Quiero una mujer de pie incendiando un río.   Quiero una mujer caminando sobre el fuego mío.   Quiero una mujer distinta a los laberintos.   Quiero una mujer que me mate mientras esté vivo.
Yamila es la fragua, de las preguntas sin dueño, la conspiración de los buenos, en el país de los tuertos.   Tiene el hambre antiguo, de los campesinos sin suelo,  y el coraje caliente, de los estudiantes sin dinero.  Bajo su mata de pelo, oculta el agujero, de todos los placeres.   Enamorada de ninguno, derrotó a Fernando el Cobarde,  hirió de muerte a Eduardo El Padrino,  e ignoró como una diosa, a ese canto de sirena,  El muerto y la Viuda.   Yamila vencerá,  solitaria e implacable,  cuando caigan todas las estrellas, incendiará el cielo de la noche que ha creado.
Tengo la alegría entre paréntesis y quiero trascender el punto final.   Me duelen estos poemas torpes, como el hambre en el mundo, o la política en el tarro de basuras.   Cuarenta y siete veces he dado la vuelta alrededor del sol ¿por qué me asombro de estar mareado?     Tengo 47 años, y estoy aburridosin ningún Vaticano para incendiar, sin ningún Cristo para amar de veras. Me la juego con la más ingeniosa frase jamás dicha:FELIZ NAVIDAD!
En la noche inmensa, se me ha perdido un hueco un espacio sin mentiras una soledad que me habite y me de calor.   Nadie sabe si acertaré a encontrarlo, nadie da un gramo de luz por mi, nadie me ayuda en mi búsqueda sin reposo, sin compañía, sin ser.   Pero esa rendija en el universo rígido me acecha como un vientre y el hijo,  el que aún no nació, soy yo.
Quizás su mal carácter, a algunos espante, pero a todos, mueve a curiosidad. Exijo se ame a Cemento, no por Cemento en sí mismo, sino por nosotros.Por su excepcional vigor literario, por traer aires nuevos a un sitio que a veces, se asfixia de siempre lo mismo. Es un poeta de sangre dura, en un mundo anémico. Lo suyo me suena vigoroso, sin máscaras,  bien elaborado.  Buscando siempre lo perfecto, y como es obvio, no encontrándolo jamás.  Es un poeta,  reniego de toda otra consideración, es un poeta, y por eso… simplemente, exijo se lo ame.
No te espante tanto amor del otro lado del no ser.   Vivimos la noche y las cosas ocultan sus colores   pero tu fe, ojito de gato, sigue brillando aunque no lo sepas.   No me creas.  Pero ocurrirá indefectiblemente.  Y seremos uno, en Uno.  
En Zimbabue las gentes tienen hambre el país más pobre de todo el mundo nos reclama nuestro auxilio rotundo para que los inocentes se salven.   Examinen sus datos alarmantes y mirarán el infierno profundo al que someten a un pueblo fecundo despiadados gobiernos ignorantes.   Yo no estaré tranquilo mientras vivan mis hermanos del África en espanto aunque este soneto de poco sirva   no me acostumbro al silencio ni al llanto y sepan que lucharé mientras vivan esas gentes que merecen mi canto.

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