Murallas Tumbar murallas Vaya oficio Para toda una vida Y ahora aquí Parece que renunciando Los músculos se reblandecerán La inteligencia se mezclará con el agua Buscando un mar ¿Cómo podré ser feliz? ¿Sin existir desde esta vida? Tan sólo comer Dormir Andar un poco, contemplando algún “que más da” ¿Quién guarda esta muralla? La última muralla, tal vez ¿Qué tipo de energía ya no tengo?
Justo bajo tu luz Le pregunto al móvil de musiquita cansada Sí, te decía… Le pregunto por ti Y si afino la intención, me contesta que te llamas Saturno, El de es un Dios y cuidadito con él Se la escuché a Paco Ibañez, pero creo que sería de Brassens… No sé. Lasciatemi morire suena ahora. mientras me asaltan en tropel confusos sentimientos sin nombre ni cabeza Pero qué puedo hacer Si cada vez me cuesta más etiquetar mis emociones. Y la esquina ya parece doblada hacia el punto en que los latidos se inventaron un corazón Los perros ladran ahora Es ella Ha vuelto Colgaré y subirá las escaleras… Me encontrará serenamente perdido, como tantas otras veces Y tengo la certeza un tanto indiferente de que no será tarde para profundizar en recomienzos Que estoy para una foto, que le gustó el documental y se va abajo a plegar la ropa; me dice. ¡Ay Saturno! ¿Cómo cazar sin presa?
Todo está bien en mi mundo Por eso no tengo poema Los gorriones acurrucados al abrigo de los suyos Entre las exuberantes barbas de la vieja palmera La brisa dulce que acaricia tus morenas superficies El suave crujir del toldo veraniego Mis perritas al acecho de los duendes celestes y los enigmas de la calle Los grillos tozudos Las voces lejanas que revolotean plácidas sobre los tejados de una noche de verano sobre el mar Los ecos de un día nítido y colorido Tejido de amor, complacencia y olvido Todo está bien en mi mundo Por eso no tengo poema Sí, ya sé que podrías inquietarme obligándome a mirar las cosas que acechan Pero me siento tan inútil cuando se trata de perder la confianza… Sí, ya sé que podrías recordarme las miserias ajenas ¿Pero a quién serviría un poco más de negrura? ¿Acaso no es la alegría una forma de lucha contagiosa y solidaria? Todo está bien en mi mundo Por eso no tengo poema
En el puerto de Pollensa, en verano, al amanecer, uno puede tener la sensación de que si se estira de una de las puntas del fino pañuelo de seda rosácea que cubre las aguas todavía dormidas, se podría hacer volcar, sorpresivamente, las decenas de barquitas y veleros amparados en las proximidades de la costa. Cuando yo era bastante más joven, cada día a esas horas tempranas, solía adentrarme en el mar con mi piragua. Era un momento mágico: la calma, la soledad, el despuntar de los primeros rayos solares… Y yo allí deslizándome como un cisne rojo sobre la nacarada superficie. Nunca me cansaba de aquella escena. Era toda para mí. Embriagadora. Poética. Mística. Selecta. La apertura de mi rutina era sencilla, daba las primeras paladas muy suavemente, como si quisiera pasar desapercibido ante tanta maravilla; contemplaba gozoso como desde la proa de la canoa se abrían en forma de uve irisadas ondas que se difuminaban delicadas y a continuación, progresivamente, iba espabilando la musculatura. Y así, como sin darme cuenta, en pocos minutos me iba transfigurando en otro tipo de ser. Un ser que solo sabía “ser”. Como gaviota, como roca, como nube… O como algún tipo de animal poderoso y soberbio, capaz de llegar hasta el faro decididamente y en plenitud de energía… Al llegar a los pies del faro habría que detenerse unos reflexivos momentos a escuchar a la prudencia antes de proseguir la ruta prevista. ¿Qué habría en la otra parte? ¿Sería sensato continuar más allá? Efectivamente, doblar el faro no era cualquier cosa. Doblar el faro significaba atreverse a salir de la protección de la bahía para adentrase en aguas inciertas. En ese instante, para mí único, podía sentir la interrelación de poderosas fuerzas, el sol sobre la costa de levante tintando de dorada seguridad un cielo risueño, las rocosas gárgolas naturales, que me acechaban desde los salientes del pequeño cabo y atraían hacia sí, y el denso latido que provenía del corazón de las aguas todavía oscuras pero ya profundamente azules, profundamente vivas. Si a la vista del mar abierto, lo veía suficientemente calmo y preveía contar con al menos dos o tres horas de bonanza, entonces emproaba hacía la pequeña cala cercana; allí me quitaba el bañador y nadaba libremente en las prístinas aguas, una vez asegurada la canoa en la pequeña playa de pulidísimos guijarros. Era importante no equivocarse en la previsión del tiempo. Cuando navegas en piragua en soledad, la fragilidad en el mar abierto puede ser absoluta. Cualquier equivocación puede costarte muy cara y yo de hecho ya contaba en mis espaldas con la experiencia de algún mal trago… Y sólo pensar en volcar, a pesar de considerarme un experto, me ponía de los nervios. Era algo fóbico con lo que luchaba desde la infancia, el miedo a las profundidades abisales (aunque sabía de sobra que en las aguas de Mallorca no existía constancia de ataques de tiburones a personas desde el famoso caso del gobernador del islote de Cabrera en el siglo XIX) y nunca dejaba de atisbar cualquier movimiento de sombras a mi alrededor. La miniaventura cotidiana cesaba en cuanto doblaba el faro de vuelta. En ese momento retornaba al mundo protegido de la pequeña bahía. Volvía a mis ensoñaciones y a las paladas cortas. De nuevo el deslizar suave, ligero, espiritual… Veinte minutos más y llegaría a la playita de al lado de mi casa. Aunque reconozco que no todo siempre era tan maravilloso. De hecho, en ocasiones, algo me crispaba especialmente: la gente que se sentía con derecho a romper el silencio con sus lanchas motoras, con derecho a romper aquel paraíso. ¡Uf! odiaba a esa gente. Normalmente se trataba de turistas ingleses o alemanes que sin ningún miramiento practicaban el esquí náutico u otros deportes de motor. Precisamente, me resulta curioso recordar que uno de los últimos días de aquel verano, durante la vuelta de mi rutinario paseo, se me quedara grabada la cara de un energúmeno, completamente rapado, con la cabeza sonrosada del típico recién llegado tras dos días de sol intenso. Literalmente me pareció que en vez de cabeza tenía una pequeña pelota rosa… ¡Y el tipo que por poco me enviste con su lancha y me hace volcar… Y encima va y se permite vociferarme en algún idioma Dios sabe que insultos acompañados de una batería de gestos agresivos! ¡Qué rabia! ¡Pero qué rabia! Y digo que me resulta curioso porque a la mañana siguiente se me ocurrió jugar un poquito con el control de la piragua antes de salir hacia el faro y me dediqué, como ya había hecho alguna otra vez, a jugar a con las boyitas de los amarres libres de la costa. El juego era muy sencillo. Se trataba de darle velocidad a la piragua hasta que la pieza de protección de la proa golpease de lleno contra el centro de las esferas… ¡Qué sorpresa me llevé en el instante en que aquella esferita rosada, aquella boyita tan nueva, se giró de repente para mostrarme la cara atónita del energúmeno de la lancha del día anterior! Seguro que intenté corregir la dirección en el momento previo al impacto, pero si te digo la verdad no estoy muy seguro de como acabó la cosa, ya que no escuché ningún grito, tan solo un golpe seco y crujiente, como el impacto de un martillazo sobre una viga vieja… Y es que a veces la vida se nos descontrola imprevisiblemente… Miguel Cabeza Colonia de sant Pere, Mallorca. Agosto 2015
Se equivocan por capricho las palabras en su noche de luz; les sobra vestimenta para tanto significado Es la suerte de este silencio deshabitado rescatarla trascendente, humilde y plena transparente esmeralda senecta Las fuentes otoñales llaman al rocío el frescor de las memorias al verde paraíso el calor de mi sangre a la pureza de su corazón La amo
Su nombre es silencio y para verbalizarlo hay que escribir sobe la luna llena o sobre el ombligo de la carnicera entre corte y corte si es rubia, teutona y entrada en las carnes que te esperan Su nombre es silencio y como yo no llega a fin de mes ni al equilibrio entre las dos calles que me distancian de mi cama Su nombre es silencio y esta lleno de mar, de sueños, de orillas y de gaviotas Su nombre es silencio y nos une, nos alucina y nos ama ¿Cómo podría ser de otra manera? Su nombre es neón, es horizonte, es duende accidentado es le viene grande a mi rumana la talla de ese traje tan atrevido… ¿Por qué jugará hoy a patito feo? Su nombre es tu nombre, es… venus descascarillada, carne picante, bulbo enardecido su nombre… es precioso… y tan tejido de escalofrío como la azul y profunda inmensidad que eternamente nos separa y distancia
Más cerca de un paisaje que de un ser humano Así te percibo Eres para mí el ocre de la tierra costera el mar que se esconde tras las nubes el sol del que heredaste esa confiada tenacidad sin norte la noche alfombrada de suspiros las viejas historias de las que se nutren las palmeras Eres para mí la gaviota suspendida en el cero el hueso de la aceituna la mirada atrapada por el cebo y el paseo a lomos del lucero Pasos cortos, pasos largos ...pensamiento evaporados Eres para mí la visión desde el espejo el zapato impoluto y la alpargata satisfecha la dignidad de la hormiga las fantasías del niño corsario la fortuna del camino equivocado Y todo el enigma que encierra un estropajo Así te percibo Como Dios infinito Como Dios vencido Como Dios adulterado Sofocado, absurdo y alocado Pero paisaje... Pero Dios... A ti no te laten corazones rutinarios ni se te agarrotan las pasiones inacabadas Tu único problema es la sencilla ausencia de la cabeza Y sé cuánto trabajo te ha costado llegar a ese estado Así te percibo Más como paisaje que como ser humano Y admiro esa forma tuya de dejar que se te aproximen los sonidos nocturnos Las tracas del pueblo, no tan lejano, en fiestas El girar de las páginas de su libro El alboroto de la pequeña nube rezagada Los alucinantes reflejos de un recuerdo Y esa forma tuya tierna, compasiva... luminosa de decirme “nunca olvides que te quiero” Más cerca de un paisaje que de un ser humano así te percibo Como tronco apilado Como acantilado de pecho altanero y como hermosa copa en el fregadero Avanzadilla del tiempo lejano Estela de todas las ausencias Rompiente del cuarto creciente Así te percibo Más como paisaje que como ser humano
A codazos me arreglaré un refugio entre las nubes Decidido a escalar a pulso los rayos transversales del primer sol que se atreva conmigo Sea como sea, dejaré la tierra atrás y cabalgaré sobre los lomos de las más cándidas galaxias Descansaré luego , protegido y oculto, tras el fondo del penúltimo agujero negro Recostado sobre un hermosísimo gusano en espiral Y si encuentro, por fin, el túnel algorítmico que une nuestros mundos No dudes que bajaré a visitarte Cada domingo por la tarde Y es que… cómo podría olvidarme de ti Cómo podría dejar de hacerlo Si eres el no espacio, el no tiempo Que envuelve mi universo Entre café y café
Tres chispitas luminosas abriéndose paso desde el rojizo crepúsculo de Marte Reza el pie de foto que la Tierra es una de ellas Y resulta que yo vivo ahí fundido en esa diminuta blancura del tamaño de una cabeza de alfiler Contigo con las ballenas con las luciérnagas con los asesinos y con los santos Con los remolinos de las algas en la playa y con las indicaciones de las azafatas transatlánticas Tanta alegría, tanta tristeza Tanta descomposición, tanta realización Tanta fetidez, tanta belleza... Todo ahí capturado en el centelleo en órbita de una lejanía donde hadas madrinas y gigantes temibles jamás podrán comprender que más allá de lo evidente sólo somos un solitario tiriteo de luz
Te sentaban bien esos pendientes de pedrería fina algún tipo de sintonía enlazaba con ese difícil verde de tus ojos avizores Sentías reforzada tu hermosura y fuiste proyectando aura de atracción animal Nadie se te resistiría Mi caso no tenía caso Escondido bajo un océano de tintorro consumido a mano marcaba de ebria intensidad las aceras que se me atrevían Me pregunto en que momento nos enlazamos las miradas más allá de tu esculpida soberbia y de mis vómitos a pie de Luna
Ves y dile a mi ángel protector que esta noche descanse que también el tiene derecho a cruzarse de alas y gozar tranquilo de las estrellas de su cielo Ves y dile que no se preocupe tanto por mí que se lo agradezco pero por una noche quiero asumir el riesgo de la soledad desprotegida Como una roca costera, fracturada y anónima, oteando novedades del oscuro horizonte... Así me deseo en sus próximas horas Me da miedo, es cierto Y tal vez espero que no atienda mi ruego Pero es justo ¿Quién es capaz de imaginarse la energía que tuvo que derrochar este alado ser por mantenerme hasta hoy vivito y coleando? Sí; por una noche quiero, y me da miedo, asumir el riesgo y que descanse de alas cruzadas sobre su vibrante y translúcido pecho Y que goce luminoso de su magnifico cielo que yo, aunque no sé cómo, entre ronquido y ronquido amoroso, le velo Ves y dile a mi ángel protector que esta noche descanse que también el tiene derecho a cruzarse de alas y gozar tranquilo de las estrellas de su cielo
Ocultaron su fuerza a la caída del sol Por voluntad, pacíficos se congregaron uniendo en círculo sus corazones Deseaban ser uno con el UNO Indiferentes, las erosionadas calizas sobre la arena indiferentes, los pequeños vivientes de la orilla indiferentes, las nubes gorditas y sonrosadas indiferentes, las suelas de tus zapatos Aquello era solo un reto para humanos y había que dejarlos hacer...
¿Por qué puedes escuchar cientos de veces esa misma canción que ni siquiera entiendes? ¿Por qué puedes temblar rutinariamente ante la misma ella si no hay puente que atravesar? ¿Por qué puedes fotografiar infinitas veces ese mismo lugar? ¿Por que puedes reprocharte las mismas cosas un día tras otro, un año tras otro? ¿Por qué tus lágrimas siempre saben a los mismos miedos? ¿Por qué tropieza el vinilo para siempre en la misma herida? ¿Por qué rueda la rueda en el aire sin camino que rodar? ¿Por qué se entierra eternamente la noche en el mismo abismo de un carnal suspiro de luz? ¿Por qué huye inalcanzable cualquier última vez? ¿Es que tanto miedo tengo a soltarme?¿O a confiar?
Se aproxima el momento en que las puertas se abren la noche encadena a las cigarras, su canto los ancianos yacen en sus cunas los adolescentes se desbocan sobre las crestas de las promesas interiores la portuguesa bambolea sus carnes al servicio de cualquier cliente las luces de bajo consumo bloquean las estrellas los poderosos inventan sus propias llamadas del futuro y los pobres se agarran a la vida que sea En breves momentos empezará el espectáculo porque se aproxima el momento en que las puertas se abren Así que pronto las palabras se volverán atenciones impulsos interrogativos como el de no entender porqué no entiendes o por qué sus manos tiemblan o dónde se fue a vivir el destino Aunque quizás ya estás en la otra parte y sientes que no importa tanto lo poco que de aquello fue porque siendo nada superó a lo mucho y sientes su piel de limón, su densidad, la memoria anclada en las yemas de los dedos que la recorrieron y sientes el mar domesticado de los días dorados y los tensos ocres de este lugar y sientes la brisa andariega que todo acaricia sin prisas, sin deseos oscuros, sin sandalias y sientes el verso suelto, la ola inesperada, la mirada afectada En breves momentos comenzará el espectáculo Tal vez, uno de los últimos
Siento la noche distinta a pesar del mismo mar agitado que me atrapa desde hace días Indiferentes, descansan encaradas al sur las nueve gaviotas en su roca y, unas rompientes más allá, la vieja familia de afilados cormoranes Siento la noche distinta tal vez por ella, autista sobre su plancha... ¡Qué le estará pasando? O tal vez porque ahora, de repente, me siento agotado, cansado de estar vivo ¿Recuerdas “Il Postino”? Durante la mañana el protagonista fue el blanco de la espuma de las olas que se escapaba y correteaba más allá, sobre los lomos de las nubes, las paredes encaladas y las dentaduras Me conectaba una alegría generosa y espontánea y yo la hacía propia Dominaban de fondo, sin embargo, el limpio celeste y el profundo marino... Mientras, pacientes y humildes, el verde y el pardo yacían sobre las suaves pendientes que besan la orilla Y ella... Se mostraba tan contundente al asegurarme que mi bicicleta no tenía alma y la suya sí, mientras me extendía las manos... frescas... transparentes... limpias... Y era cierto, su bicicleta tiene alma y la mía siempre estuvo muerta... Mi alma la concentré en mis botas de montaña, en mi piragua, en el quimono en mis poemas y en cuantos amo y amé Más allá, mi alma está y siempre estuvo perdida y disuelta o rendida a los pies de cualquier diminuto universo ¡Ay! Hospitalarias sábanas, esperadme pronto necesitaré anclar mi jaima sobre vuestras abandonadas olas de hilo fino
Envidio lo perfecto Tras el aguacero, las gotas de agua traslúcidas prendidas de sus hojas de parra secándose chispeantes al sol Las viejas canciones deslizándose en la noche descalzas sobre la alfombra marina Las aristas regadas de espuma bajo los acantilados La gaviota de blanca soberbia desplegándose tranquila a lomos de los cuatro vientos Los gorgojeos de los borrachos afortunados Los sorbos de los sedientos de amistad Las huellas fosilizadas de los dinosaurios El puente tendido entre mi corazón y el big bang Las ruedas de mi bicicleta tan perfectamente infladas Ella Fitzgerald El sabor de los veranos antiguos y burgueses El ron añejo La alegría indestructible de los alegres indestructibles... Envidio lo perfecto Y a esa envidia ardiente dedico mi vida Cada día como un leño al vanidoso fuego
Asomado a la proa del mundo indago un día más, vigía cobarde, los perfiles del próximo futuro Pero al poco, no me siento en mi lugar y me vuelvo al castillo por donde ahora circulan mis días Una pequeña casita junto al mar Con su palmera, sus bicicletas, sus moscas, su perra, su amor y los racimos de uva a punto de madurar Las piraguas descansando sobre el muro y Cassandra Wilson sonando suave entre Lila Downs y Serrat Sé que por ahí fuera la existencia se anda complicando y no sé cuánto tardará en llamar a mi puerta fortificada el indeseable mensajero Pero sé que llegará Lo hará pronto De ahí mis miedos Y me pregunto si será posible ocultarme o camuflarme Pues hay en este mundo todavía demasiadas cosas hermosas como para dejarse atrapar ...Y ya se sabe que no habrá muerte que atrape a Francisca (*) mientras ella ande por ahí haciendo cosas (*) Referencia a Francisca y la muerte. Cuento popular mexicano
Miro al ángel dormido fundido en su cera en la esquina de la mesa Sus alas detenidas a tiempo de avisarme “ya es tiempo de apagar la copa” ...de la otra esquina de la mesa Entre un ángel y una copa ¿Qué hago yo aquí en medio? Te lo diré Esperar como cada noche a la misma hora que se abran las puertas de mi coronilla y el universo me obsequie con la desembocadura de un inmenso embudo por donde me asalte las cavidades un enjambre de estrellas Iluminado tropel que se expande y se me adentra radiante sin respeto alguno a las fronteras
En la soberbia catedral del silencio los ecos son puros tan puros al menos como las ondas encarceladas que suavemente agitan las superficies enclaustradas de la humilde iglesia sumergida El origen sería algún roedor o alguna cucaracha encapuchada nieta, bisnieta de la que sufrió el sumergir de todo un pueblo con sus infinitas historias y recuerdos Y los colores, sus colores, … que me pertenecen Prevendas del testigo, nadie se quejará pues nadie ententenderá ni mi codicia ni mi tesoro Prevendas del testigo estar ahí cuando la noche externa cubra a la interna y giren sobre sí los cuatro mundos mientras respiras tranquilo y pleno la irisada soledad compañera No me delatará el sortilegio de la falsa ave nocturna ni me fallará el amor que eterno sostiene en mi vida, la vida En el umbral ausente de la comunidad iluminada las cosas tan solo suceden... Y es prevenda del testigo estar ahí Libre, volado, dulce, amoroso y ardiente, ardiente y amado.
Con fino frío de un corte limpio de Luna creciente te abrí Junio feliz para mis adentros Cabalgaban sobre dragones las sombras cabizbajas perseguidas por ausencias más temibles que las suyas propias Y es ahí cuando llegué al profundo silencio que me acoge No tiembles; no lo hacen los aullidos que ahuyentan sus miedos No busques; no lo hacen los tecleteos de mis dedos Deja tan solo que gire el oscuro contraste, y deja la estrella refulgente colgada en su negra nada Y que vengan o vuelvan sus pasos, sus voces, sus ecos Huellas tremendas de realidades en tránsito Ve, oye, escupe, bebe canta, sonríe, baila Que es plácida y bella en verano la noche extensa Radical el latido que os une Certeza y recompensa el misterio del beso que acoge los mundos generosos No te preocupes larga y plácida es en verano la noche
Se mece la hoja Se bambolea la barca Late la noche Abierto el abismo Transita la voz Frío ES Llanto en la lejanía ES Cucaracha acurrucada ES Alma estirpada ES Rota melodía Sueño Y ahí está la botella Y ahí estás tú Siempre tú. La misma tú. La burbuja tú. El cosquilleo tú Hambre No saldrá de su jaula el hámster Dando vueltas infinitas a su noria Ni saldrá la jaula de la cocina Ni la cocina de la casa Olvido Que se nutre y expande desde un sueño de libertad Vendrás o no vendrás Indiferente disyuntiva Transita la voz Abierto el abismo Late la noche Se bambolea la barca Se mece la hoja
Salada la quieren mis labios Bajo la blanca y liviana blusa de hilo Dulce la quiere la Luna, que salta en las esquinas como una cachorrilla por alcanzar sus brazos Mayo, Restitución consagrada Repatriada primavera Auscultas el mar… Te percibe el mar… Os ciñe su respiración tranquila De aquí ese susurro De allá ese pálpito De aquí y de allá concediendo denso, su perfume, el alborotado jazmín Y la sal explorando el sabor de su piel Mientras deslumbrados reflejos Juegan a perseguirse sobre el perfil de la orilla Auscultas el mar… Te percibe el mar… Os ciñe su respiración tranquila Y acaricias a esa Luna de las esquinas Que como una cachorrilla brinca por alcanzar sus brazos
¡Qué peligro! ¡Cuánto peligro! En eso de abrirse inocente y ser de repente el mismo aire que te envuelve Y las cosas todas de la vida que te gira vuelta y media para ti Peligro es que te besen las cortinas Las sartenes y la mesa Las teclas y sus letras Peligro en las baldosas, Las moscas y la perra En el zapato que te aprieta En el sueño que te vuela En el tren de las distancias Y en los rostros que te albergan Cuánto peligro en eso de ser mundo Tan próximo, tan tuyo El caracol, el mando a distancia, el enchufe Su recuerdo, su recuerdo, su recuerdo… Floreciendo de repente desde el entramado gris Peligro, cuánto peligro en la apertura de esa cerradura que tan celosamente obliga a seguir creyendo ser quien crees que eres
Se tensa desde las raíces del corazón Mientras sumisa su nuca se inclina frente al mudo cielo Parece como si el mundo se alejara difuso Y ya no hubiese sentido capaz de atraparlo Se agota el momento frente a la extensa nada Huye todo azul tras la blancura de la paloma Blandiendo acecha el viento torcido el imantado filo de los malos presagios Volverán los bárbaros del Norte tal vez esta misma madrugada Encontrarán la casa ausente y pronto mostrarán lujuriosos el valor de las cosas que él creyó suyas Mientras, la vida proclamará jubilosa a los cuatro vientos el eterno triunfo de la muerte ¿En qué rendido rincón del paraíso huido se ocultará ahora el destino irrenunciable? ¿Qué fuerzas, qué creencias, qué anhelos, qué amores le ayudaran a reinventarse?
Si lo miras de frente o de perfilsólo es un boli azuldel que emana tinta borrosagracias a la mirada del que escribeCargada está de ron, pasión y dioptríasy así fluye la tinta desbordadatrazando cauces de vocación rectilíneay de pasión por los meandros¡ Ay de los pobres cauces!Tan frágiles y desbordables
Por fin aquí. Otra vez el frescor marino. La mirada abierta a la noche. La huida inevitable de las preocupaciones. De nuevo la desnudez del ser.Inspiro. Inspiro profundamente. Los pulmones se abren en abanico, estirando océano, noche, estrellas, inmensidad y... ¡pescaíto frito! Ruptura forzada, malévola traición del cosmos. Toda la traición, concentrada en un olor: Olor de pescaito frito.Su densidad emana ambiciosa desde los cercanos baretos del escaso paseo marítimo. La rabia substituye rápidamente a la sorpresa. Necesitaba el mar, la inmensidad; no el pescaíto frito.Pero no libera la frustración de las nuevas traiciones que acechan... Ahí está el gato pardo... Sombra ladrona de sombras que se me cuela por la trastienda de la vista aprovechándose de mi profunda confusión y de mi, no menos, profunda inspiración.Ya nada puedo hacer para volver atrás. Se me ha metido dentro. Muy dentro... Y siento como sus pelos se expanden como textiles espaguetis a medida que recorren las venas pulmonares e impiden progresivamente el flujo del aire. “Que muerte tan estúpida”, me digo. Asfixiado por pelo de gato. Espaguetis de gato. No quiero morir así...No, no quiero... y por eso será mejor que cambie de pensamiento y vuelva al tema inicial... El frescor marino, la mirada abierta a la noche, la huída inevitable de las preocupaciones... De nuevo la desnudez del ser...
Con intensa emoción concentro mi atención sobre la fuerte espalda de la ausente hormiga y con supremo cuidado la acompaño en su camino apoyando ¡sin aplastarla! sobre sus lomos alguna callosidad del plantar del primer metatarsiano diestro Me juego contra su voluntad la minúscula vida que la habita en mi absurda pelea por el acceso al movimiento preciso y controlado
Vuela el vuelo camina el camino siente el sentimiento y vive la vida no menos que muere la muerte Mientras desde aquí hasta allá el equilibrista se entrega al equilibrio de dejarse atrapar por el sueño de un destino sin romper la cuerda floja que cobra materia y distancia a cada paso nuevo
A un abrazo de distancia Cruzarse en un camino ¡Qué peligro! Claro... Es... como un paréntesis magnético ¿Será que esos ojos te recordaron a otros ojos? ¿Será que en otra vida de este mundo o de los otros ya supiste de su sudor, de su dolor...? ¿De los rincones de su casa? ¿De los secretos de su piel? ¿Y si resulta que no? ¿Que os mantuvisteis un minuto más de la cuenta la mirada y la tienes delante? A dos palmos y un abrazo de distancia ¡Qué bello sería entonces lo que fue!
Transmito al Universo la verdad de lo que ha sucedido: A las 20:00 horas un corb marí ha asomado su cuello fino y elegante de entre las aguas cristalinas de la orilla sin pensarlo dos veces ha vuelto a hociquear la superficie para aparecer intacto, bello y nuevo unos metros más allá Justo en el momento en que dos locuelos de no más de diez años, pletóricos, se lanzaban una y otra vez sobre las arenas desde una montañita de algas gritando cosas insensatas y arreándose felices capones Momento mismo en que desde las dunas se ha izado, desde lo oculto, una joven morena y abundante o muy abundante en general a juzgar por los morenos volúmenes de lo atrapado mar adentro de sus límites corporales Caería el sol suponemos tras la otra parte del horizonte justo en ese instante ralentizado De todo lo demás, nada se menciona por irrelevante.
Sillas vacías en torno a la mesa de la terraza Se anima la brisa para respiro de los palmerales Te alcanzan los sonidos de la noche y adivinas la barca pescadora que ronronea perezosa en lontananza ¿Pero, a qué suena la densidad del aire que acaricia tu pecho desnudo? ¿Se tratará tal vez de un sabor y no de un sonido? ¿Un sabor capaz de ser detectado desde cada uno de los poros de tu piel? Por ellos avanza hacia los adentros del ser el perfil de la amable negrura y la plenitud de las ausencias todas celelosamente guardadas por sillas vacías.
Amanece un día más ante tus ojos sin mirada el desierto que exige la esperanza Y tras una noche infame como tantas anteriores Intentas reanimar con el latido de tus pasos el corazón vencido de tu pequeño Pero ya es tarde Las moscas, la sed, la estupidez, la crueldad… Se lo llevaron al despuntar el alba Aún así prosigues Un paso, otro paso… Cadenas de pasos entrelazados a decenas de miles no menos espectrales Tal vez aún esperas algo de la vida O tal vez ya no… Tal vez aún espero algo de nuestras vidas O tal vez ya no… Lo único que sé es que de esta pesadilla sólo nos podremos despertar juntos
Recostada sobre mi hombro Tu mirada adormecida yace sobre el horizonte de tus mundos No me atrevería a decirte nada… Sé cuanto amas dejarte caer por el ojo interior de tus tiempos muertos Nada ni nadie te interrumpirá Mientras tú no lo desees Perdida mil veces, mil veces serás encontrada ¿Quién sabrá? Se mecerán calmas las mareas con los vaivenes de tu alma o se agitarán nerviosas las crestas de las olas al galope inesperado de recuerdos levantiscos Y se deshojará la tarde a la vuelta de los veleros con la vela mayor replegada …Siempre acogen las protectoras aguas del puerto También tú podrás volver una vez más A través de tus manos fondeadas en la mías Cuando tú quieras, cuando lo desees No hará falta que eleves el ancla… No hará falta que me cuentes nada… A fin de cuentas Las puertas de nuestro amor Se construyeron con silencios transparentes
Las yemas de mis dedos se deslizan sin presión sobre las teclas Ahora es lo único que me permite acariciarte, sin atraerte No puedes alcanzar mi mundo ni cabes en él Tampoco yo dispongo de las llaves de tu vida Así que sólo me queda seguir acariciando las teclas Sin intentar saber más… Te quedarás en el eco inesperado de aquella voz reflexiva, De aquel rostro tierno, de aquel cuerpo consagrado… Y alzada sobre el olvido de tu ciudad pobre, la misma que me vio nacer permanecerás protectora en tu lejanía como faro que advierte de dichosas certezas y no de peligros Serenidad podría ser tu nombre, Anhelo podría ser el mío Sutileza podría unirnos Sobre el acantilado de un mundo paralelo, un mundo con piel de melocotón, silencio ocre y dulzura cómplice… 2009
Ecos del pasado tus ecos se reflejan tantísimos años después sobre su lomo misterioso Sortean los tiempos todos los corazones intuidos y los océanos de calmas solitarias para llegar hasta mi aquí para llegar hasta mi ahora Sortean dramas crepusculares y oraciones del alba Sortean bosques trenzados de peligros acechantes Sortean luces primeras, cristalinos de fuego y curiosidad Para llegar hasta mí hasta mi aquí, hasta mi ahora Doblando la esquina replanchando la mar Alzándose sobre la parra Abrigándose con las antiguas baladas de la plaza en fiesta Mientras yo la espero y los dátiles caen sonoros tamborileando en procesión sobre los cascos de las piraguas Triunfa la música sobre el silencio del tiempo Su corazón es de ritmo claro y limpio como el pálpito secreto de esa luna que invito a mi mesa Como el trinar de la punta del lápiz que envejece su agenda ¿Sabes que mañana será un gran día? ¿Sabes que mañana el mundo será un poco mejor? Gracias a él, gracias a ti, gracias al otro pequeño él que sobrellevará la terrible enfermedad que le corroe Gracias a sus papás que le prepararán las nubes de algodón a su medida Sí, mañana será un gran día porque sus ecos juguetean sobre la Luna de la parra porque tú estás a mi lado porque esta lucha es de cada cual y yo no renuncio a la mía porque su lápiz trina sobre la agenda porque tu estás allá soñando lo más bello y yo estoy aquí sintiendo lo más bello porque el silencio no es perverso sino complice porque la noche no es ausencia sino esperanza penetrada.
Mi distancia es tierna y protectora y cubre de un solo corazón tus oceanos No se lucha contra ella si no es a golpe de timón y vela desquiciados Las tormentas del tiempo pasado de ausencia la protegen no habrá limbo como éste, tan enamorado. Mi distancia es cristalina, perezosa y abandonada como el amanecer escondido de estas calas de ausencia transparentes Mi distancia es taciturna testaruda y melancólica ya no correré más tras el puntual siete que te vio nacer en mi corazón entre sudor, casas viejas, y limonada Mi distancia es abrasiva de pulpo nuclear erosionado De protectores anda servido el mundo casi todos peligrosos Tras la arena de mis nostalgias enraiza su eléctrica mordacidad Mi distancia es amable y amorosa no existe medición má generosa Tu vida por la mía batida en puro desinterés Débil, pero solemnemente la eternidad nos entreteje Mi distancia no es distancia cuerpo del mediodía nuestros ocasos tiernos juegan con los puentes del esplendor Mi distancia son vuestras distancias anhelo, prueba, tanteo, ocultación juego, desespero, sorpresa poesía, borrachera Mi distancia honda mi distancia serena mi distancia inexistente
Aupada sobre el finísimo vértigo de dos tacones infinitos galopas sobre las cúspides del polvo de las baldosas como un gato con botas de siete lenguas rumbo hacia donde tus amados rostros se pierden atrapados de silencioso maullido Más allá, mucho más allá vive ella La fotógrafa La que evoca y petrifica al personaje del fondo sobre los ocho pequeñuelos comepizzas Sí, al señor que no se moja El lector de Whitman Después de todo si lo que quieres es que te cuente las dimensiones de tu ausencia polièdrica bastará con que me cojas del brazo y me dejes susurrar ¡Inténtalo! ¡No es tan difícil! Unos cuantos pasos en pendiente ¡Y el mar! El mar de este verano el mar abierto al norte de todos los deseos más o menos posibles o imposibles El mar Te imagino ahora dulce y sinuosa... Para remontarte las caderas bastará adivinar a ciegas la empopada Te imagino ahora agria, realista y desdeñosa... para remontarte las caderas necesitaré un pico y una pala Tamarindo contra el ocaso protegiendo el verso enamorado la conversación fraterna la anécdota de juventud Tamarindo ensoñador...
Cada día, cuando al final de la carrera alcanzo este tramo en pendiente, ya sé que el objetivo está cumplido: voy a llegar a la meta. Y además de hacer ejercicio habré disfrutado... Pero el último tramo siempre es duro. Por mucho que haya reservado fuerzas para él, siempre me resulta agotador, así que suelo aplicar aquella máxima ciclista de “si quieres llegar a lo alto de una cima no la mires, sólo pedalea”. Sí, eso es lo que siempre hago, no mirar arriba, sonreír a mis piernas y homogeneizar un ritmo disciplinado de zancadas cortas... ¡Ah, bueno! también algo más... Un recurso complementario para resistir es pensar en otra cosa. Es justo lo que ahora hago, pensar en otra cosa. Sí, escribo este relato con mi mente, casi a palabra por zancada, pues ya voy adentrándome en la pendiente. Sin embargo, no percibo las cosas igual que otros días. La verdad es que hoy me siento especialmente ligero. Mi trote es rápido, potente y con la mirada desafío la cima. Seguro que llegaré sin problemas, la mire o no la mire. Realmente es una experiencia fantástica cuando todo el cuerpo consigue montarse sobre la ola de la animosa energía interior. Entonces correr deja de significar esfuerzo para significar vuelo libre. Lo que no tengo muy claro es si he empezado a elevarme de pura velocidad o ha sido que al llegar a la cima no he girado y eso me ha hecho sobrepasar los limites del acantilado. ¡Ay! esas cosas tiene el pensar tanto mientras se corre... Pero volar sin alas, también resulta una muy grata experiencia. De hecho me encantan las brisas azules que acarician mi piel, las marvillosas panorámicas aéreas y las caras atónitas de las gaviotas que voy dejando atrás... ¿Atrás? No; arriba, arriba... Se van quedando arriba. Parece que la ley de la gravedad sigue teniendo que ver algo conmigo y ese peñasco de ahí abajo se me aproxima raudo. ¡Qué curioso que me dé tiempo a pensar tanto durante la caída! En pocos segundos voy a acabar destripado sobre esa bella cresta de piedra y sin embargo me da todo el tiempo del mundo para escribir este relato que promete acabar con todo el dolor. Ya me pasó algo parecido cuando a los veintiún años me estrellé con el coche de mi padre. Fue increíble, todo sucedía rapidísimo y sin embargo yo contemplaba en cámara lenta, tras el violento impacto con aquel taxi, cómo el capó blanco y alargado del entonces tan moderno Renault 12 se me iba aproximando, lentísimamente, como un acordeón de papel hasta detenerse justo en las fronteras de mi piel... Esa misma piel renovada que justo ahora se deja acariciar por los suspiros del último vuelo... Uf! Llegué. Qué tremendamente útil resulta ponerle alas a la cabeza cuando ya no puedes dar un paso más. Cuando entre jadeo y jadeo apenas alcanzas a vislumbrar la pesada alternancia de tus pies.
En esta estación que no es inviernotengo toda la ansiedad al no poder encontrarteentre tanta gente que se busca.Por qué fijamos ese destino que nos ata,donde no sabemos si definitivamente hemos de ser uno.En secreto te amo, pero estoy sordo; inmenso y complejo nuestro amorbaja por las vías de un tren perdido,y a secas muerde unos labios deshabitadoscon huellas de otros amores. Pasa gente sin calmar mi dolor porque no te hallo.Pasan vendedores de frutas, de globos,de cinturas, de malogrados días,y la esquina, de pronto solitaria, se abre hacia un pationunca perdonado,igual a la esquina donde yo te esperéy tal vez estuviste.Ahora los vendedores de ilusiones pasan riéndosede mi pesar. Mientras yo secretamente los maldigo. Guillermo Capece
Revisa mis ojos:algo se mueve en ellos en enmarañada trama.Me siento separado de la tierra, con fuego en las pupilas.Acabo de matar a un hombre.No sé qué designio me guió,pero hubo una luz trágica en mi puño,una pasión insatisfecha,una pluma de ave tocando el fondo de mi garganta,voces anudadas dirigidas a uno-atributos de poseído-bailando sobre palabras extranjeras.Oye, revisa mis ojos. Qué idioma debo hablar sino el de mis entrañas.Maté a un hombre. A Sebastián.No me arrepiento.Aquí está la sangre ineludible, el duro pozo.Fue una tropilla de angustia acosándome el pecho(tan investido de tiempo,de terror de hombre solo),y un momento pequeño en que apreté el gatillohasta la fiereza inflexible de la bala.Maté a un hombre.Mira ahora mi cuerpo lánguido lejos de algún paraíso inabordable.Mira la nieve caer sobre mis ojos.Me llamo Sebastián y mis ojos lloran. Guillermo Capece
-Buenos dias, papá- y era la tercera vez que lo decía; -buenos dias, papá- volvía a repetir. Entonces saltaba de su cama, recorría el flaco pasillo y se internaba en el baño. La ducha, el agua fría, no le daba la grata euforia que necesitaba. Trataba de secarse con la amplia tohalla, y se envolvía en ella creyéndose el Marajá de Kapurtala, y mientras orinaba en el bidet, pensaba en cómo pasar ese día, vigésimo de diciembre.Ese diciembre que le calcinaba la piel, porque se presentaba caluroso y húmedo como ninguno, y ya podía ver que lo había jodido bastante al pelarle la espalda el sábado anterior, en la pileta de Ricardo.Volvió a tener ganas de orinar, pero eran ganas, nada más,porque al enfrentarse con el bidet, un chorrito indeciso se asomo por su pijita. Se la metió dentro de su calzoncillo, se miro en el espejo, se hizo alguna pregunta íntima que no contestó, y salió otra vez para atravesar el pasillo.-Buenos días, papá- dijo esta vez con voz más firme. Y siguió hasta la cocina: el mate, el té, el café, el vino. EL VINO. El vino era exactamente lo que conformaba su paladar aquella mañana de diciembre. Y mientras saboreaba su aspereza se le ocurrió pensar en el viejo, en la navidad que ya llegaba, en lo llagado de su espalda, en Leticia,(en la costosa Leticia) que todavía se negaba a todo, y por último en él. Aquí se sirvió otro vaso de vino. Pero, ¿quién era él? ¿El amador de Leticia, el macho de Ricardo, el hijo del viejo que aún dormía?-Buenos días,papá- pensó esta vez, y tragó apurado el vino. ¿Quién era él? Sí. Le gustaba vestir bien. Andar por el centro mostrando exactamente lo que se debe, y lo que no se debe dejarlo para Leticia (cuando se decidiera), o para Ricardo siempre que mediara un golpe de teléfono.Y mientras tanto qué? Ir al bowling, caminar hasta el puerto, o tomar sol en la costanera, y soñar con ese viaje a Río en Carnavales que le había prometido Ricardo. Después...., su vida estaba ocupada con tantos sueños...; quería navegar: irse, tal vez a Europa. Pero no por el hecho de conocer Europa. París, Roma, Milán, eran, sin duda, hermosos lugares. Pero no era eso lo que realmente importaba. El hecho substancial era viajar en barco; sí, en barco..., a semejanza de esos barcos que mamá le hacía a los ocho años, doblando con ternura la hoja de diario y dejándolo reposar en la bañera. Creía que el fondo del mar era blanco, y que las fuerzas de las olas tenían , exactamente, el ritmo que le marcaban sus pequeñas manos.Pero ahora había pasado tanto tiempo...-Buenos días, papá- dijo esta vez con bronca, mientras se servía hasta el borde otro vaso de vino. -Buenos dias, papá- gritó mientras pensaba decir cálidamente (queriendo deshacerse de ese remolino de angustia), -Buenos dias, mamá; buenos días , mamá... cómo estas hoy buena y linda como siempre, mamá, mi mamá; aquí traje el papel para los barcos...Pero la memoria de las tardes encerradas en el baño, viendo viajar ilustres barcos a los que mamá bautizaba con extraños nombres, no conseguía atenuar la tristeza grande que tenía, ni su gastada melancolía actual.Él era un hombre simple, gozador de las cosas sencillas, amante de la naturaleza, leal para los amigos...; pero había cosas en lo íntimo de su vida que no entendía, no entendía...No estaba claro para él, por ejemplo, por qué al pasar por la habitación del viejo debía saludarlo, siendo que siempre dormía, o en el mejor de los casos leía el diario, y no le contestaba. Jamás le contestaba, y había llegado a pensar que el viejo estaba sordo. Pero no. Algo golpeaba en su cabeza, y en el sentido literal de la palabra. Algo se doblaba y rompía cuando saludaba al viejo. No era importante que no lo oyera, o que lo oyera y no le contestara. Entonces, ¿qué era lo que en realidad lo perturbaba? Aquella mañana lo había descubierto en la cocina, mientras llenaba otra vez el vaso con vino: el lugar vacío al lado de la cama que ocupaba el viejo era la clave: el lugar que ocupaba mamá en vida.-Buenos días, papá- dijo esta vez entre sollozos.-Buenos dias, hijo- dijo el padre apareciendo en el marco de la puerta.Y él se entregó a sus brazos y lo abrazaba, lo abrazaba, mientras pensaba en viajes lejanos y múltiples, en viajes claros y magníficos.-Buenos días, papá- y lo miró a los ojos llorando plenamente.-Buenos días, hijo- dijo el viejo casi con miedo, sin entender, -buenos días, hijo. Guillermo Capece (año 1973)
La noche se movía inquieta con el viento del desierto, los muros rocosos de Petra eran castigados por ráfagas de viento y arena, el Maestro, dentro de la cueva se arropaba junto a la fogata, la noche estaba fría y por eso, tomó la decisión de realizar un viaje Astral. Cerro los ojos, y concentrándose puso su mente en blanco, poco a poco su alma escapó de su cuerpo, vio la cueva, la noche ventosa, y su alma se elevó, se elevó, hasta que llegó a un lugar donde todo era luz, todo era brillo, y en el centro de esa luz, un ser luminoso, un ser que las palabras humanas no podrían describir. El Supremo, pensó el Maestro, me he de acercar para poder contemplarlo, pensó. Se acercó lentamente, mientras una voz que contenía a todas las voces se escuchaba, el Maestro al principio no entendía nada, pero cuando estuvo más cerca, vio al Supremo que gritaba, agudizo el oído y empezó a comprender - SOY JEHOVÁ, EL ÚNICO, QUE CREÓ TODO DE LA NADA. . . - NO, MIENTES, SOY DIOS UNO Y TRINO, QUE SE HIZO HOMBRE . . . - CALLA, SOY ALA, UNICO, CREADOR DE TODOS LOS SERES . . . -CALLAD, QUE ESTROPEAIS EL PORTENTOSO SONIDO DE LA NADA Y así los gritos se continuaban, el Maestro llenó de terror e incomprensión retrocedió, había un solo Ser Supremo, pero por los gritos parecían tres o más. De repente un suspiro profundo y triste lo hizo volverse, sentado sobre una nube, estaba una especie de ángel, pero sus alas eran distintas y no tenía aureola, era Satán que con la cabeza apoyada en las manos murmuraba cosas que por la distancia él no podía escuchar, se acercó poco a poco, temeroso de la presencia del maligno, hasta que escuchó el murmullo. - Otra vez, de nuevo se contagió de la mirada esquizofrénica de la humanidad. Y otro suspiro profundo se escapó de su pecho. El Maestro se despertó de golpe, estaba de nuevo en la cueva, atizó el fuego, afuera el viento rugía furioso, se arropó y se prometió nunca más hacer un viaje astral después de comer lechón.
Te sentí acomodar a mi lado, rodeando mi cuerpo en un abrazo. Besaste mis mejillas, mi frente, mi pelo. Mordí el sabor de tus labios, tu aliento. Te acurrucaste en mi pecho como pajarito herido en su nido. Lentamente te encaramaste en mi cuerpo y como gatos al acecho nos lanzamos en busca del placer perdido, por tanto tiempo en el olvido. Te sentí vibrar, sentí tu cuerpo conmovido. Te abracé para retenerte en el momento maravilloso, mágico, dulcemente me sonreíste y con un beso me dijiste ¡Buen día amor, despiértate! sobresaltado me desperté con el sabor de tus labios. Miré el reloj, era tarde, me quedé dormido, me levanté de golpe y rápido, feliz, contento, pleno. Después de tanto, tanto tiempo desde que eternamente te habías ido, hemos estado, de nuevo, unidos. Sonriendo, enfrenté el mundo de nuevo.
Entonces sentí que papá me lo cambiaba. Tres días atrás lo había buscado como loca y ahora me daba cuenta de que papá lo escondía. Antes no había pensado de que podía ser él, pobre. Pero ahora estaba segura de que lo hacía cuando me daba vuelta.Y yo que le echaba la culpa al nene, que se metía sin mi permiso en mi pieza, hurgando y hurgando. Y para peor retándolo constantemente, y lo que más me mortificaba era que le retorcía los cachetes cuando Amelis no me veía.Pero ahora estaba convencida de que papá, desde el más allá, todo lo escondía hasta hacerlo desaparecer, o, en el mejor de los casos, lo cambiaba de lugar, y luego, en el rincón más inesperado, aparecía mi pañuelo de seda preferido o los guantes de cabritilla marrón.-Yo estoy segura- le decía a don Simón aquella tarde rodeados de gente- él se pone atrás y me roba todo... ¡pobre papá!Quisiera decir que al principio lo juzgué duramente: ¿por qué debía hacerme éso a mi? ¿Por qué no se lo hacía alguna vez a Amelis, y me dejaba dormir tranquila? Pues era sobre todo de noche que se le ocurrían esas cosas. Pero no: con Amelis no se metía nunca porque le tenía miedo; y con el nene tampoco porque lo veía tan chico. La única que quedaba en la casa era yo.Y cuando me di cuenta de que era él quien me cambiaba las cosas, lo llegué a odiar, pobre.Pero después de tanto hablar con don Simón y los hermanos me convencí de que él lo necesitaba, que no lo hacía por capricho, y eso me tranquilizó, y aún cuando muchas noches me interrumpía el sueño, nunca le dije nada, y lo dejaba cambiar y esconder.Claro que no podía explicar el origen de mis ojeras delante de Amelis. Seguro que no la convencía diciendo anoche estuve leyendo. Ella era muy viva. Y el nene a veces preguntaba cosas indebidas, como por ejemplo, qué eran esos ruidos anoche. Yo debía ponerme colorada, tomabael botellón, me servía agua,pero veía la mirada de Amelis sobre mí, y me asustaba. (Papá y yo fuimos los que en realidad sufrimos siempre con el carácter de Amelis. El nene no tanto porque era chico; pero papá, sí.)Ahora que han pasado los días pienso en las ganas que él hubiera tenido de esconderle a Amelis.Aunque fuera nada más que en la alacena de la cocina, que era donde ella reinaba.Pero ella tampoco se hubiera ablandado si yo le explicaba que don Simón y los hermanos decían que era una necesidad. Pobre papá.Una noche antes de Navidad estuvo todo el tiempo en mi cuarto. Y lo peor era que hacía ruido.Yo estaba a oscuras sentada en el sofá, y rogaba a Santa Teresita que no se oyera ningún crujido porque el nene podría despertarse, o Amelis entrar de improviso. Me inquieté tanto que yo misma, al buscar el rosario, tiré el vaso con agua que me ordenara don Simón. "Irá a tomar agua",me había dicho. "Lo mejor es dejar que sus profundas exaltaciones armonicen con lo terreno, y colocar algunos billetes debajo del vaso para sus necesidades."Yo lo comprendí enseguida. Lo del agua era fácil; lo del dinero mas difícil, sobre todo contando con que Amelis dirigía la economía de la casa y no había plata que no pasara por sus manos. A pesar de todo yo le robé la que ella guardaba para comprar el pan esa mañana, y nadie se dio cuenta. Pero acababa de tirar el vaso con agua y papá se iba a quedar con sed. Pobre papá.Esa noche fue terrible. No se contentó con cambiar cuando creía que no me daba cuenta, sino que escondía. Iba hasta el arcón. Lo abría. Iba hasta la cómoda: revisaba las cosas más privadas.En un momento creí que podría esconderme el diario íntimo. El primero de la adolescencia,no; el otro, el que empecé a llenar mucho más tarde, cuando Juan Carlos me dejó después de hacerme suya. Todo lo tenía escrito allí. Detalle por detalle. Desde los los largos viajes que hacíamos a Copacabana, a Acapulco y a otros lugares lujosos, hasta cuando entrábamos en los casinos, llenos de luces y caireles, yo con esos vestidos sedosos, largos hasta el suelo que todos los hombres me miraban. Pasando, es cierto, por el momento... horrible, diría, en que Juan Carlos me había tomado, y yo me negué, me negué, diciéndole por favor aqui no, aqui no que puede entrar Amelis, estoy segura de que Amelis está espiando, Juan Carlos, mi Dios, no lo hagas, Amelis, Amelis espía, y el nene se va a reír de nosotros..., no lo hagas Juan Carlos, amor mío.Pero Juan Carlos levantó mi falda, y yo tuve que entregarme por la fuerza.Claro. Un hombre puede aprovecharse de una mujer sola. Y siempre pensé que Amelis estaría detrás de la puerta, agarrando la mano del nene para que no se burlara.Todo eso estaba escrito en el diario, y ahora papá estaba por tomarlo. Don Simón me había dicho que lo dejara hacer. A don Simón toda la Congregación lo respetaba por la fuerza especial que tenía en la mirada, y él decía que era una necesidad profunda de papá. Que lo dejara hacer. Pero eso era demasiado íntimo. Si me lo cambiaba no me pasaría nada. Si me lo escondía, tampoco. Pero podía llevárselo. Aunque don Simón y los hermanos me decían que eso no podía ocurrir, yo tenía miedo de que lo leyera.Sobre todo esas partes tan violentas donde Juan Carlos me tiraba en la cama y me besaba como un bruto, realmente como un bruto, y yo me desesperaba porque me arrugaba la ropa y le rogaba que no lo hiciera allí, por favor, que no lo hiciera, que respetara ese lecho que había sido el de mis quince años, y estaba segura de que Amelis nos vigilaba. Pero así y todo, él me obligaba a separar las piernas, y yo le decía que no, y él callado me besaba, y todo lo otro.Todo lo otro estaba escrito en el diario que papá tomaba en sus manos, y yo le decía por favor no papá, no lo hagas, no lo hagas si no querés enterarte de mi secreto con Juan Carlos, no papá,por favor, aquí no, te lo ruego, nos debe estar espiando Amelis, Amelis,y el loco del nene se va a reír mañana de nosotros.Cuando se lo conté a don Simón en la reunión del domingo, me volvió a decir que no me opusiera.De todas formas papá quería ayudarme. De eso no había dudas. ¿Pero cómo? "La materia es obra de los demonios", le dije a don Simón, "sólo el espiritu vale". "Dios es santo", me contestó; y me impuso las manos. "Sí, Dios es santo", le respondí. Lo mejor era dejar la ventana abierta. Pero le dije que una mujer como yo nunca deja la ventana abierta. Me tranquilizaron. Me dijeron que papá quería ayudarme, pero yo debía ayudarlo a él, permitiéndole cambiar y esconder.Dios siempre es santo. Y a la noche debería dejar más dinero debajo del vaso. Si no, podía provocar el castigo celeste.Al otro día entré al cuarto de Amelis para sacarle la plata. Revisé todo pero sólo encontré esos sucios camisones en que se envolvía de noche. Luego pensé que bien podría ocultarla en la alacena, y no me equivoqué: debajo de dos platos rotos había un fajo interesante de billetes. Los guardé hasta la noche. Cuando Amelis me llamó para cenar me hice la descompuesta. Preparé el vaso con agua. Puse debajo los billetes. Pobre papá. Sobre la cómoda dejé el diario íntimo.Y me senté a esperar. A eso de las tres se oyó saltar la ventana. Tomé el rosario de la mesa de luz y empecé a temblar. "Papá,¿sos vos?", pregunté. "¿Sos vos?" Percibí que tomaban el fajo de billetes y me puse contenta; también sacaban el rosario de mis manos. La ventana continuaba abierta. El diario íntimo estaba sobre la cómoda. Papá no lo había agarrado esta vez. Eran los designios. Con fuerza me tiraron sobre la cama. Quise luchar pero papá era más fuerte que yo, casi tan fuerte como Juan Carlos. Fue inútil que le rogara que no lo hiciera. Pobre papá. Él se impuso, y yo tenía la certidumbre de que Amelis espiaba y el nene contaría todo a la mañana siguiente. Guillermo Capece (1973)
Las moscas Estaba tendido en la cama, mirando el techo, esparciendo su mirada por las tablas descascaradas, intentando no ser él por un minuto, luchando por lograrlo, pero tan pronto se alejaba de esa imagen tórrida e insufrible, retornaba el zumbido de las moscas que importunaban su tranquilidad. Uno tras otro los bichos oscuros iban y venían como una escuadrilla indeseable, pero él ya no tenía deseos de enfrentarlos, eran demasiados. Todas las mañanas los barría, eran cientos y durante la semana miles, también los aplastaba, sonaban en el suelo como guatapiques húmedos, esos juegos de artificio que él preparaba cuando era un niño y que lanzaba antes del año nuevo. No quería moverse de ahí, estaba cómodo. El cuerpo largo y las piernas levemente abiertas formando un ángulo de 30 grados. Cerró los ojos por si realmente se olvidaba de todo y despertaba antes que el verbo haya sido conjugado, cómo lo deseaba, incluso antes del caos, antes del todo y él fragmentado en un universo sin límites, sin voz, sin el hágase tal cosa o hágase la otra o la de acullá o la más distante. Giró su cuerpo hacia la pared y allí estaba el sustento diario de todos los días, el que mantenía la esperanza, el que llevaba el pan a la mesa y el gas a la cocina, ahí estaba el saxo tantas veces soplado por él, en realidad donde lo llamaran. Nunca se imaginó que ese instrumento de un seudo metal: cobre y estaño, le diera la posibilidad de sobrevivir y de mantenerse en un mundo cada vez más inaudito y estrambótico. - Te dije que Mazzoni te necesita para un evento. Él estaba mirando el saxo y a las moscas que giraban alrededor de su instrumento. - Lo sé. - ¿Te sucede algo Amancio? ¿No te encuentras bien? - No, sólo estoy un poco cansado, pero estoy bien. A las nueve parto a la cafetería y tocaré ahí hasta la medianoche y luego regresaré. - Está bien. Ella abrió un cajón de la cómoda y sacó su ropa interior limpia: un calzón de color negro y un sostén de color celeste, luego dejó caer la toalla y quedó desnuda, pero Amancio ni siquiera se percató de aquel breve strip tease de su compañera, se encontraba mirando el saxo. - Estás seguro que te encuentras bien. - Seguro, sólo estoy descansando, a las nueve le dije a Mazzoni que estaría en el local. - Quieres que te preparé algo de comer, un sándwich, por ejemplo. - No, comeré en la cafetería. Amancio giró otra vez su cuerpo y volvió a quedar con la vista hacia el techo, pero esta vez deslizó su mirada hasta donde estaba ella que se abrochaba el sostén, aún no se había puesto los calzones. Esa breve visión punzó todos sus sentidos y una leve corriente alterna le llegó a su miembro y lo sintió duro entre sus piernas. - Ana ya no quiero seguir en esto. - Como que no quieres seguir en esto, a qué te refieres. - Me refiero a que no quiero seguir con mi saxo, quiero dejarlo ahí por un tiempo. - Y qué piensas hacer. - Nada Ana, no deseo hacer nada, seguir tendido en la cama, mirando el techo y barrer las moscas que caen por el efecto del Raid. Algún día las exterminaré a todas. - Entonces ya no quieres ser músico. - Ya no quiero ser nada, tal vez un exterminador de moscas, sólo eso y quedarme en casa. - Amancio, ¿te encuentras bien? - Demasiado bien, es la primera vez en mucho tiempo que no me encuentro tan bien como ahora. Antes estaba invadido por las sombras del futuro, del querer, del ser, y llevaba a ese precipicio insólito a mi saxo, a mi fiel amigo, ahora lo quiero salvar y salvarme. ¿Por qué no te tiendes a mi lado Ana? - El turno en la farmacia comienza a las ocho y le prometí a mi amiga llegar un poco antes. - Hace tiempo que no estamos juntos Ana. - El sábado, cuando llegaste algo ebrio y con ganas de hacerlo ¿lo recuerdas? - No me lo recuerdes. Estuve muy mal. - Luego te quedaste dormido y... - Y tu pegada al techo, es lo que siempre dices cuando yo me acelero, ya lo sé, por eso es que te digo que te tiendas un rato conmigo. - No Amancio, ya me he bañado. Hace frío y queda muy poco gas, dejémoslo para más tarde. - ¿Más tarde? - Sí, más tarde, no seas impaciente frescolín. Ana rodeó la cama y se inclinó ante aquel cuerpo y lo besó en los labios y él sintió aquel beso como el aleteo de esos bichos que mataba con Raid. Ana ya estaba lista, abrió la puerta del departamento y una fría brisa entró por todas las habitaciones y se marchó sin antes decirle a Amancio que en el refrigerador había algo de comida. Amancio giró su cuerpo otra vez en la cama y se encontró con su saxo. En la mesa de noche estaba el Raid, lo tomó y pensó que apenas se posara una mosca en su instrumento la rociaría con el mortal veneno y la exterminaría sin ninguna compasión, sin embargo puso el rociador en su boca, la abrió y lanzó el veneno dentro de él.
Un paseo por el barrio"Dijo mamá hipopótamo a sus hijos: --Y Dios, nos hizo a sus imagen y semejanza--"Roberto Fontanarrosa ...venga...acompáñeme. Vamos hasta el río. Sí, sí, está cerquita...llegamos enseguida. Desde aquí se ve bien. Está allá, al final de esta calle. ¿Lo ve...? Vamos caminando. Está tan lindo el Sol que se enojaría si no lo aprovechamos. Esta calle se llama Atlántida. Nace allí y termina en el río. Es una calle corta; desde ahí hasta el río. Ése es Paco, un amigo de Lunita. Hugo, nuestro amigo y vecino, lo tiene desde cachorrito. No sabe lo lindo que era. Bueno, ahora también es lindo, es muy alegre. Es un perro muy nervioso; vive saltando, parece un resorte. Es tan simpático. Y este es un aguaribay. Es el árbol de Omar, otro vecino... Sí, es cierto, el árbol es vecino; un vecino mas. Cuando veo el aguaribay, creo que Descartes se equivocó al decir: "Pienso, luego existo". ...No hace falta pensar para existir; con estar ahí ya se existe y existir es estar, es ser...bueno, que se yo, no me quiero andar haciendo el pensador... A lo mejor quiso decir otra cosa. ¿Quién sabe, no? Es así, medio desgarbado, desordenado. Bueno, Omar no lo poda y él personalmente tampoco se peina. Yo lo jorobo y le digo: "Omar, te peinaste con un petardo", y él se ríe. El aguaribay también se ríe. Así que el árbol es como él, o él como el árbol. Ambos son iguales..., parecidos en su aspecto. Pero queda lindo, a mí me gusta. Me refiero al árbol, sale de lo común. Ésa es Kona, su perra, siempre está corriendo los autos. A veces va a casa a jugar con Lunita, pero no son muy amigas; juegan un rato y cada una a su casa. Ésas son calandrias. ¡Qué pájaro que me gusta tanto! Son capaces de acompañarnos hasta el río; parece que hablaran. Disfrutan de la gente y nosotros de ellas. Van de árbol en árbol y va a ver que llegan con nosotros hasta el río. A veces me parece que no es solamente un pájaro, es otra cosa. No es un pájaro. Lo miro para tratar de comprenderlo y no lo logro. Aquí hay muchos pájaros,...el benteveo, los inquietos gorriones, las torcacitas --que son palomas más chiquitas y muy bonitas y una mirada muy tierna--, también hay zorzales, ratoneras, urracas, que son muy charlatanas, hay loros, mirlos, teros, lechuzas, horneros. El hornero es el símbolo de los argentinos. Es un pájaro muy trabajador, muy laborioso, muy elegante y educado. El hornero es de los tantos pájaros que tienen pareja estable toda su vida. Se imagina una pareja de horneros cuidando a sus nietos... Me río porque un amigo dice: "Lo peor de tener nietos es que a la noche me tengo que acostar con una abuela". ¡Imagínese!... Cuando hacen sus nidos, vienen a buscar barro a casa. Lunita se enoja y les ladra, pero los deja. Ella es madre y entiende... Allí juegan a la pelota los chicos del barrio; hay muchos chicos en este barrio. Bueno, más que seguro, es un barrio tranquilo; por eso parece seguro, porque estamos todos tranquilos. Aquí nos conocemos todos, todos sabemos de todos. Parece que no, pero nos contenemos mutuamente. Además, está lleno de pájaros, hay bardas, chacras, está el río; y las noches son tan lindas y tan llenas de estrellas. En las noches de verano se escucha clarito el croar de los sapos llamando a sus sapas desde el río. Lunita también se enoja y les ladra para que la dejen dormir. Sí, si, si; es un barrio con vista al Universo; ya quedan pocos así. No está cerrado, está abierto. Usted puede entrar y salir sin otro recurso que el de respetar esto que aquí se respira... No, no es tan así, nosotros también nos preocupamos por vivir así. Cuando algo pone en peligro esta tranquilidad, enseguida estamos ocupándonos del tema. ¿Asfalto? No, no estoy de acuerdo. Sabe qué pasa, vio todos estos informes sobre el medio ambiente, del calentamiento global, etcétera,...bueno, esos informes son para nosotros. ¿Para quién cree que son, sino para nosotros? Esos informes nos están diciendo algo, nos están involucrando en el problema, así que no podemos seguir generando problemas, no podemos seguir haciendo asfalto sin considerar las consecuencias, deberíamos buscar otras alternativas. Además, fíjese lo que le voy a decir; cuando vine a vivir aquí, casi siempre se veían zorros, martinetas y liebres. Hace meses que no veo un zorro ni una martineta, y liebres ya se ven cada vez menos; les estamos quitando su casa. Yo lo que propuse es que, si quieren, hacemos asfalto, pero antes firmamos una declaración en la que reconocemos ser conscientes de las consecuencias; de manera que cuando nuestros hijos o nietos sufran esas consecuencias, por lo menos sepan que sus padres o abuelos hicieron las cosas a propósito. Es decir, eran personas conscientes... Sí, es un día precioso, está tan lindo el sol que da ganas de caminar. Hoy dan más ganas de vivir. Bueno, llegamos. Mire qué río. Vio qué crecido que está, nunca lo vi así. Es que ha llovido tanto. Hace poco estuve en la Cordillera; los ríos están que desbordan. Hay mucha nieve y dicen que va a haber más. Este río se llama Neuquén y a tres o cuatro kilómetros de aquí, para aquel lado, se junta con el río Limay. El río Limay nace en Bariloche, a más de cuatrocientos kilómetros de aquí y a pocos metros de donde nace hay un viejo restorán que se llama "Viejo Boliche". Allí vivieron Butch Cassidy y Sundance Kid, dos "prestigiosos" ladrones de bancos que vinieron escapados de Norteamérica a refugiarse en la Patagonia. Ambos compartían un amor que era una mujer muy bonita. Sabe, nunca entendí porque meten presos a los ladrones de bancos que no matan a nadie... Estos dos ríos, el Limay y el Neuquén, forman el río Negro que va a desembocar al mar. Al océano Atlántico. Si usted tira un deseo a este río seguramente navegará por toda el agua del planeta, y desde algún lado alguien intentara comunicarse con usted... No, yo no me animaría a cruzarlo; es muy peligroso y profundo, viene con mucha fuerza. Aguas arriba del río hay.... ¡Mire, mire las garzas...! Son garzas blancas; también hay rosadas, pero aquí no llegan... Esos son patos, bueno, yo les digo patos; no sé como se llaman. En la primavera está lleno de patitos; son tan obedientes, simpáticos y coquetos. Nadan todos en fila detrás de la mamá. Es un ave muy pituca; a la mamá no le gusta que anden desprolijos. Cuando venimos a verlos con Manuela, Lucía y Victoria, ellas se enternecen tanto que los quieren llevar a casa... Yo también los llevaría... Comerán bichitos, pececitos; no sé, no sé qué comerán... También andan por la costa, así que comerán pastito, yuyos... Qué lindos que son. Aguas arriba hay represas; la primera es el dique Ing. Ballester, desde allí se riegan todas las chacras del valle. Se llama "valle" porque en la época de los dinosaurios había un gran río que al desaparecer dejó este "valle" en el que ahora se cultivan frutas y se venden al mundo. Los chinos comen las manzanas que cultivamos aquí, ¿qué le parece? Algunos atrevidos dicen que este valle es el promotor del pecado. En cada manzana va una tentación que es difícil resistir y tampoco tiene mucho sentido hacerlo ¿Quién sabe dentro de millones de años que pasará aquí? A lo mejor este mismo escenario sea sólo un escenario y no un recurso. Quizá sólo sirva para disfrutar y no tengamos que aprovecharnos tanto de él. ¿Estaremos para verlo? Sin dudas que sí, quizá bajo otra forma, con otros ojos, pero lo veremos. ¿Habrá calandrias? Quién sabe, ¿no?... Y más arriba, por este mismo río, están las represas de Loma La Lata y Portezuelo Grande. Son generadoras de energía y reguladoras de caudal de agua. Si no estuvieran, el agua llegaría hasta casa y no habría tanta energía eléctrica para otras provincias. ¿Qué se iba a imaginar el río que iba a tener semejante responsabilidad? Demasiado tiene con ser río para encima tener más trabajo. El río Neuquén es un río muy ocupado. Sí, este río nace en el norte de la provincia, casi en el límite con Mendoza. ¿Nunca anduvo por allá? Son lugares preciosos, es plena Cordillera, está toda nevada... ¿Sabe cómo se hacen los ríos? A medida que se va derritiendo, la nieve va formando pequeñísimos cauces de apenas centímetros de ancho. Van bajando por la montaña y se van juntando y haciendo cauces más grandes; algo así como el sistema circulatorio de la sangre. La nieve, que durante tantos meses estuvo quieta, se empieza a mover. Cuando uno va por la ruta se ven pequeños hilos brillantes. Bueno, ésos son los bracitos que le decía, y así van creciendo y juntándose con el agua de otra montaña y después de otra y otra más, hasta que hacen un río grande. Esa agua es riquísima; dan ganas de emborracharse de agua; parece que cantara mientras va corriendo por su cauce. Además, nada la detiene. A medida que corre, se va enriqueciendo de sedimentos de la tierra, troncos, tierra, piedras --el andar enriquece-- y entonces aparecen los peces. Hay truchas, pejerreyes; hay unas ranas rarísimas, casi amarillas. Hay pájaros carpinteros. Algunas personas dicen que estos pájaros les enseñaron a los constructores a hacer esas cabañas de madera tan lindas que hay por allí. Si el hornero es trabajador, el carpintero es docente... Sí, el agua es fría, helada. Es difícil bañarse en esos ríos. Hay gente que se ha muerto por intentarlo. Se le para el corazón en cuestión de segundos. No le entiendo la pregunta... ¿Cómo qué hay arriba de la montaña? No comprendo... Ah, bueno, está el cielo, ¡la atmósfera! La atmósfera. Nuestra atmósfera... Claro, allí se hace el río. El sol evapora agua y la condensa en la atmósfera y luego cae en forma de lluvia o nieve. Le voy a contar una anécdota. Cuando era chica, en Monte Hermoso, que es una playa de Buenos Aires, vi llover ranitas. Caían ranitas del cielo mientras llovía. En las nubes se fecundaban los huevos, como si fuese la panza de la tierra; las nubes estaban embarazadas de ranas... ¡Parece increíble! Claro el agua nace en la atmósfera, aunque si no hubiese ríos o mares tampoco habría lluvia o nieve. Aquellas pequeñas nubes que están ahí --¿las ve?--, tienen agua. Quizá sean del océano Pacífico; a lo mejor pasaron la Cordillera y vienen a caer aquí... Si todo es lo mismo; casi no se distinguen. ¿Arriba de la atmósfera? Está el espacio. No, el espacio no es azul; es más bien negro, oscuro. Es azul dentro de nuestra atmósfera, pero arriba de la atmósfera es bien oscuro. Allí sólo está la luz de las estrellas y las galaxias. Ése es Marte, es un planeta. Los planetas no tienen luz propia; las estrellas, sí. Marte está más lejos del Sol que nosotros. El año pasado no se veía y el anteaño tampoco. Se está acercando a la Tierra, por eso lo vemos tan brillante, y dentro de unos días casi se confundiría con aquella otra estrella. ¿La ve? Está ahí arriba, es roja igual que Marte...ésa misma. Ésa se llama Antares; está en la Constelación del Escorpión. Es una gigante roja. No, no, está lejísimos, a millones de años luz, pero parece que estuvieran cerquita. Sí, creo que sí, Antares es de las primeras estrellas después del Big Bang. Nació apenas después de nuestra galaxia. La fuerza de la gravedad concentró en millones de lugares distintos gran cantidad de materia; específicamente hidrógeno, que por aquel entonces abundaba igual que ahora, y fue haciendo los millones de estrellas que hoy vemos. Esa manía que tienen los astrónomos de contar estrellas. A mí me sobra con saber que hay muchas. Pero, bueno, tampoco es para ignorarlos. Se estima que hay diez mil millones de estrellas en nuestra galaxia, y parece que hay tantas galaxias como estrellas.... ¡Qué le parece, qué lindo, no! Tantas estrellas que hay... Hay tantas estrellas como agua. Hay tanta belleza aquí y allá que emborracha... Sí, ya está por explotar. Por eso se llama gigante roja. Antes de desaparecer crece tanto, tanto, que parece que se hinchara. Cuando está por explotar le dicen supernova. Mire, para que se dé una idea, Antares es tan grande como la órbita que describe Marte alrededor del Sol... ¡Asusta no! Cuando explota, libera al espacio todo lo que tiene adentro. Las estrellas son como hornos en donde se cocina el relato del Universo. Los átomos más livianos vuelven a hacer estrellas de segunda generación, como nuestro Sol; los más pesados hacen planetas como Marte o éste en el que estamos parados. El Universo recicla todo... Otros átomos entran a la atmósfera, que hace como un laboratorio y une a éstos en moléculas. Llegan a la Tierra y generan la posibilidad de la vida. Así que el río, la montaña, los patos, las garzas, nosotros o los perros como Lunita o Paco son esos mismos átomos, sólo que con otra forma, con una configuración distinta. Sí, sí, claro, cuando vemos el río en realidad vemos el tiempo, el fluir del tiempo. El río que llega al mar nace en las estrellas. Y las estrellas nacen donde nació el tiempo. El tiempo se mide en ríos, mares, pájaros, planetas, gente y otras tantas cosas que se van entrelazando unas con otras haciendo de esta diversidad una unidad imposible de dividir. Desde aquí, desde este lugar, podemos ver el Universo desde su primer momento, como si fuese un solo momento al que se le van agregando cada vez más cosas. Einstein decía que pasado, presente y futuro son una ilusión por persistente que fuesen. Y si no estuviéramos nosotros, si no estuviéramos aquí los dos mirando esta maravilla, nada tendría sentido. Porque el sentido a las cosas se lo damos nosotros... Sí, sí, claro, es muy cierto: el Universo es nuestro espejo... ...y bueno,...terminó el paseo. Cansan los viajes largos, pero tan lindos que son... Gracias a esa riquísima y maravillosa capacidad fabulatoria que tenemos los humanos, y que quizás compartamos con alguna otra especie, hemos podido viajar desde la calle Atlántida de la ciudad de Neuquén hasta los confines de Big-Bang. Si pude lograrlo, les he presentado a algunos de mis vecinos, a sus perros y árboles. Hemos conocido una rica fauna ya un tanto extinta por el correr de los años y el crecimiento poblacional. Hemos visto nacer al Río Neuquén y al Limay. Y en pocos párrafos viajamos a una de las estrellas mas lindas de nuestra Vía Láctea...Gracias a esa furiosa y empedernida curiosidad. La necesidad de saber, de hurgar, de meter el dedito... A ese intento tras intento. A fracaso tras fracaso. A nuestro esfuerzo cotidiano de probar y probar, hemos adquirido un cúmulo de conocimiento que han comenzado a enterrar las mas maravillosas y milagrosas conjeturas sobre las que hemos construido nuestra rica cultura que a los trastos nos ha traído hasta acá...gracias al empuje de la evolución y una rica combinación y recombinación de azarosos e imprevistos procesos físicos y químicos empujados a adaptarse a "cada medio ambiente" un ser como nosotros, de entre tantos otros, adquirió unos ojos que, tras maravillarse, vuelven sus mirada al universo para comprenderse a si mismo. Una errónea explicación y otra peor interpretación nos han hecho creer que el origen del universo es el Big-Bang. Mal hecho. El Big-Bang es el episodio a partir del cual la ciencia puede relatarnos, en virtud a evidencias, los que paso desde ese momento hasta hoy. De saber que es lo que paso antes, mí "Un paseo por el barrio" aun no hubiese terminado. Ilya Prigogine (premio novel de química) supone que antes hubo un inestable pre-universo que posibilito las condiciones del Big-Bang. Pero hasta hoy son solo conjeturas. Otro error común. Tan común como la haraganería intelectual es suponer que ese "Paseo por el barrio" se desarrolla en un ambiente de "supuesta" armonía y equilibrio universal. Mal hecho. Es solo una pantalla. Nada más constructivo que la imprevisibilidad. Nada más creativo que las "crisis" que fueron moldeando, por ejemplo, a nuestro planeta. En nuestra tierra existen 92 tipo de átomos, algunos como el hidrogeno, el oxigeno y carbono, abundan. Otros escasean, como el mercurio y el oro. Las proporciones de estos átomos en la tierra se mantienen en la casi totalidad de las estrellas conocidas. No es casualidad. Nuestras células están formadas por los átomos que se cocinan en el centro de las estrellas. De las estrellas nacimos nosotros.Fue la extinción de los dinos los que posibilito la expansión y diversidad de los mamíferos --grupo al que pertenecemos-- hace unos 70 millones de años por todo el planeta. Fue una fractura en el continente africano --hace unos 6 millones de años-- lo que extinguió la selva y obligó a los simios que quedaron en al este de esa cadena montañosa a caminar sobre sus patas por la nueva sabana a costa de desaparecer para siempre. Fue la falta de las abundantes y ricas frutas de la selva lo que nos obligo a descubrir las nuevas comidas que nos posibilitaba la sabana africana, entre ellas la nutritiva carne, que ayudo tanto a nuestro desarrollo encefálico. No fue, ni lo es hoy día, el equilibrio lo que dinamiza la vida. La comodidad nos mata. No fue la solidaridad lo que nos sociabilizó. Las culturas del desierto nos heredaron su religión monoteísta, en la selva, en la que todo abunda, no hace falta tanta fe ni plegarias para alimentarse bien. Fue la imperiosa necesidad de colaborar en la crianza de nuestros indefensos y prematuros hijos, defendernos mutuamente de los nuevos peligros, lo que nos hizo obligatoriamente solidarios. Fue el hambre, no la poesía, los que obligó a erectus a cruzar Arabia en busca de alimentos...Y entonces, para no contradecir, ni generar conflictos con las distintas teorías creacionista que en general defienden las religiones, admitamos que la cigüeña, antes de llegar a mi casa proveniente de Paris, pasa, como el mejor de los alquimistas, por las estrellas a buscar átomos y un poco de melanina con la que pigmentó a este lindo negrito...si usted cree que la vida es un milagro, esta equivocado... Ricardo A. Kleine SamsonContador Público Nacional®Neuquén, 19 de junio de 2009
Cuando marzo se anuncia con sus intempestivos chaparrones, seguido por la aparición de un sol deslumbrante, es seguro que depara sobradas alegrías, a quienes nos dedicamos a la búsqueda de setas comestibles. Está demás decir que esta actividad la desarrollamos en lugares boscosos, preferentemente donde abundan especies variadas de pinos y en los suelos, ricos en mantillo, anidan escondidos, estos especímenes, objeto de nuestro deseo. Es por demás placentero recorrer las sierras provisto sólo de una varilla y una bolsa. Con la primera hurgo cuidadosamente entre los pastos para evitar dañarlos, después de asegurarme que son los apropiados, los acomodo en la bolsa. En Europa, muchas personas se reúnen para llevar a cabo esta actividad, que además de deportiva, desarrolla las facultades de observar, comparar, identificar y posteriormente saborear en exquisitas preparaciones este regalo que brinda la naturaleza. Además de agradables son muy nutritivos- En el pueblo la llamaban “la loca de los hongos.” Cuando aparecían los primeros, antes de comenzar el otoño, alerta, como movida por un resorte, precipitaba sus pasos en su búsqueda. La temporada de lluvias, seguidas por la aparición del sol radiante, le aseguraba abundante cosecha. Posiblemente heredó esta actividad de su padre un gringo loco, de los tantos que en el siglo pasado, produjeron los conflictos europeos y la marea de la vida distribuyó por distintos lugares. En un rancho perdido en la espesura de las sierras chicas, vivió como un ermitaño, sin alentar ningún contacto con el resto de sus escasos vecinos. Nadie supo que compartió su vida con alguien hasta que unos llantos de guagua, advirtieron que el loco de la guerra había obedecido el mandato divino de “CRECED y MULTIPLICAOS” Después corrieron rumores de una niña flaca y desgreñada que solía acercarse hasta la escuelita rural atraída por el bullicio de los niños, creían algunos, otros le habían visto compartir los mendrugos con los perros que merodeaban en busca de algo para llenar la tripa. No se le conoció madre. Huraña y desconfiada, huía sin dejar rastro, a la menor intención de acercamiento. Vagaba por el monte hurgando en las oquedades de ciertos árboles en busca de la miel de palo que producen una clase de abejas salvajes, a la que se atribuyen propiedades curativas para las afecciones del pecho. Recogía frutos del monte, huevos, setas y hongos silvestres todo lo que generosa, la naturaleza le proporcionaba. Una mañana, me aventuré a recorrer la sierra y llevada por mi entusiasmo fui alejándome más de lo que la prudencia aconsejaba. En ese día particularmente caluroso, llegué a un paraje umbrío que invitaba al descanso. El rumor del arroyo cercano era el fondo adecuado para lograr el ansiado relajamiento. Me estiré sobre la fresca gramilla y tomé conciencia de lo poco que se necesita para lograr un pleno estado de felicidad. Un leve crujido, como el de una rama al quebrarse, disparó mi atención. Los sentidos, alertas, buscaron al causante de dar fin al mágico instante. No fue posible y deseé con toda mi alma reanudar el momento, sin lograrlo. Una desagradable sensación, como cuando nos sentimos observados, me obligó a apresurar mi partida. Giré la cabeza y una escurridiza sombra se esfumó en la espesura. Sobre una piedra, dejé un emparedado y algo de fruta, después busqué, en la gramilla aplastada, las huellas para regresar por donde había llegado. Detuve mis pasos tras un corpulento roble y desde allí esperé impaciente a quien se acercara a tomar los alimentos. Mi paciencia fue recompensada. Un ser andrajoso, se precipitó y en un santiamén devoró todo, rascó su desgreñada cabeza y sus ojos se encendieron en resplandores cuando un rayo de luz, iluminándolos, se filtró entre los árboles. Enseguida tomó el camino opuesto al mío. El regreso, lo hice sin darme cuenta. La visión me pegó fuerte. Mis pensamientos se concentraron en ella. Descubrí, bajo la astrosa apariencia, la mirada furtiva y vigilante del animal salvaje. Me fijé un propósito, aún a sabiendas de los problemas que mi decisión me acarrearía. A fuerza de perseverancia ganaría su voluntad y lograría que paulatinamente, considerara los beneficios de vivir de otra manera. Volví los días siguientes y en el mismo lugar, dejé alimentos y una caja con jabones, peine y un cepillo dental, después algo de ropa y unas cómodas zapatillas. Mis ofrendas duraron una semana. Algo que debía resolver en la ciudad, me alejó un mes de mi cometido. De regreso, volví a mis interrumpidas caminatas con más alimentos y ropa. Me detuve tras el roble y esperé. En vano. Al día siguiente, todo estaba como yo lo había dejado, sobre la piedra y dentro de la caja. Agregué lo nuevo que llevaba y esperé sin éxito. Comenté con algunas personas, nadie pudo asegurar haberla visto en las últimas semanas. Vino a mi mente, una experiencia de comportamiento, el reflejo condicionado, enunciado por el célebre fisiólogo, Pavlov. Lo hizo con perros a los que acostumbró a alimentar a determinados horarios, enseguida de hacer sonar una campana. En otra etapa, ejecutó el sonido, pero sin darle alimento, esto produjo en los animales, un estado de confusión e inquietud al estimular la secreción de jugos gástricos sin obtener comida. Me sentí culpable, pues, en cierto modo, esta mujer primitiva, sin roce ni cultura, quizá habría pasado por el mismo estado de confusión que los canes del sabio. Al siguiente día, me aventuré por donde la vi. alejarse tantas veces y después de caminar más de una hora, divisé un rancho desvastado. Unos perros escuálidos y sarnosos vinieron hacia mí. Los amenacé con una vara y corrieron aullando a refugiarse entre las matas. Traspasé lo que quedaba de algo que alguna vez hizo de puerta y allí la vi, tirada en un jergón de trapos sucios. No atinó a nada, su estado de desnutrición era extremo. Apoyé en su boca la botellita de agua mineral que siempre me acompaña en mis caminatas, se ahogó apenas pasó el segundo trago. Su pulso era imperceptible. Desde mi celular llamé a un servicio de emergencias comprometiéndome a esperarlos sobre la ruta y guiarlos hasta el lugar. La cargaron en la ambulancia que iba dando tumbos, sorteando piedras y arbustos. Nada pudieron hacer por ella. Falleció al día siguiente. Fui con un agente de policía hasta el rancho a buscar documentos para que el médico extendiera el certificado de defunción y por si alguien, de donde fuera, pudiera querer enterarse de lo acontecido, cosa poco probable. Dentro de una abollada caja de bizcochos Canale, encontramos un pasaporte entre fotos y cartas amarillentas. In nome di Sua Maestá Vittorio Emanuele III per grazia de Dio e volunta Della Nazione Re d´ Italia Il Ministro degli Affari Esteri rilascia el presente PASSAPORTO al Signor Marcello Bonnino. Databa del año 1931. No encontramos nada relacionado con su hija, tampoco en los registros de los pueblos aledaños. La municipalidad se hizo cargo del entierro. Convoqué a gente de buena voluntad para ofrecer una oración. En el cementerio local fueron depositados sus restos. Hice grabar un madero con un nombre y una leyenda que se me ocurrió, para que aunque muerta, tuviera una identificación.. “ Aquí yace Marcella Bonnino, buscadora de hongos, 14/ 04 /2007”
Muchas gracias por tu increíble respuesta a mi poema INSTINTO.
Nunca dejas de sorprenderme con la agudeza, la amplitud y la elocuencia de tus comentarios. Valoro muchísimo tu apreciación y en esta oportunidad me has dejado simple y llanamente maravillada, en el sitio. ¡Cuantos aspectos puedes observar en estos versos escritos tan metafórico que se adentran en lo impreciso!
Abarcas desde la subjetividad del significado a la dimensión estética, de la apreciación del macrocosmos al microcosmos individual, de la comprensión filosófica a la experiencia concreta.
Estoy profundamente agradecida por tu orientación Miguel, me aporta tantas luces...voy a sentarme a estudiar el poema, jajaja…
Miguel:Eh checado unos trabajos tuyos buenos.... concretos de lo mejor amigo mio esta es la primera vez que estamos en contacto espero y no sea la ultima me encantaria que fueramos grandes amigos auque sea por este sitio!!!!! Suerte para ti y los tuyos Un gran abrazo Estamos en contacto Amigo mio........... Edgar!!!!!
Hola He leido algunos de tus textos y me gusta mucho como escribes Porfavor lee: artista demente, loco en su mente y Maldito homicida Y dame tu valiosa opinion Gracias
Anna Feuerberg
Hasta ahora no te habíamos visto en tu fase académica...
¿Pero quién, quién, te toma las fotos?
Besos
Leni
racias a ti he descubierto algo k m encantaaa!!
Eres un katacrac!!
Mil gracias!!
Anna Feuerberg
Muchas gracias por tu increíble respuesta a mi poema INSTINTO.
Nunca dejas de sorprenderme con la agudeza, la amplitud y la elocuencia de tus comentarios. Valoro muchísimo tu apreciación y en esta oportunidad me has dejado simple y llanamente maravillada, en el sitio. ¡Cuantos aspectos puedes observar en estos versos escritos tan metafórico que se adentran en lo impreciso!
1. Percepción subjetiva
2. Sentimiento cosmogónico
3. Encuentro con mitologías personales
4. Visión filosófica
5. Experiencia vital
6. Goce estético
Abarcas desde la subjetividad del significado a la dimensión estética, de la apreciación del macrocosmos al microcosmos individual, de la comprensión filosófica a la experiencia concreta.
Estoy profundamente agradecida por tu orientación Miguel, me aporta tantas luces...voy a sentarme a estudiar el poema, jajaja…
Beso inmenso : )
Annita
Anna Feuerberg
¿Cómo estás?
Qiero pedirte que por favor leas mi poema INSTINTO. ¿Te parece muy hermético?
Un beso,
Annita
Edgar-->The Sacrifice
Suerte para ti y los tuyos
Un gran abrazo
Estamos en contacto
Amigo mio...........
Edgar!!!!!
Ricardo diaz
He leido algunos de tus textos y me gusta mucho como escribes
Porfavor lee: artista demente, loco en su mente y
Maldito homicida
Y dame tu valiosa opinion
Gracias
margui32
GRASIAS POR HABERTE DETENIDO EN TU CAMINO, TOMARME LA MANO ,Y AYUDARME A CAMINAR.
Gabriel F. Degraaff
Macarena
soii nueva en esto y me gustaria que los demas miembros me ayudaran.
Maka
Mar Sal
Pero lo prometido es deuda.