• Magnolia Stella Correa Martinez
magnolia correa
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  • País: Colombia
 
  Son las 10:10 de la mañana de un domingo especial, cuando Pedro parquea su moto al frente de su casa sin percatarse de que en la esquina hay dos hombres que lo esperan. Justo en el instante en que llega a la sala de su casa, Pedro percibe un extraño ruido proveniente de la calle.  De inmediato, sale corriendo y ve cuando los dos hombres se llevan su moto, arrastrándola, entonces lleva sus manos a la cabeza, empieza a gritar y sale corriendo tras los hombres que ya están subiendo a su moto, mientras su hija menor se asoma a la puerta a ver qué es lo que está pasando.  Para ahuyentarlo, uno de los hombres le hace un disparo al tiempo que sube a la moto como parrillero.   Por fortuna Pedro se agacha logrando esquivar una bala que pasa derecho, y luego se levanta a seguir persiguiendo su moto que ya arranca. Sin mirar para atrás, Pedro toma un taxi y durante un buen rato logra seguir a los hombres con la esperanza de recuperar su motocicleta, sin poderlos alcanzar.  Al final se decide a buscar apoyo en las autoridades.  Así es que dando vueltas y haciendo trámites legales, se la pasa todo el día y la noche, pues regresa a casa cerca de las dos de la madrugada del día lunes, exhausto y sin su moto, y sin intuir siquiera que ha perdido algo que jamás podrá recuperar. Pedro encuentra su casa llena de gente, vecinos, amigos, parientes que se hacen presente para acompañar a la familia en el velorio de su hija menor, asesinada por la bala que él logró eludir cuando se llevaron su moto.  Es la triste fantasía de una cruel realidad, sucedida algún domingo del año 2016, en alguna casa de Colombia.
Dicen algunos que: “el dador de la vida es el único que tiene derecho a quitarla”.  Pues bien, lo que tal vez no terminamos de entender a la hora del juicio y la crítica al prójimo o a nosotros mismos, es que el dador de la vida tiene infinidad de formas, a pesar de lo cual no pierde su don de dador de la vida…, por ende, en cualquier circunstancia, por cruel o dolorosa que esta sea, nunca cede ese derecho, Su derecho.  Carmen es una mujer de raza negra de 41 años de edad; acuerpada, mide más o menos 1,65 mt. y  80 kg de peso corporal.  Quedó viuda hace 15 años luego de que su esposo Alberto, un hombre negro de 28 años, comerciante dedicado al negocio de un restaurante; padre de su único hijo, fuera asesinado en su propia casa y en presencia de su mujer y de su hijo de apenas 10 añitos de edad, por negarse a pagar una extorsión a la guerrilla.  A raíz de este crimen y agobiada por el constante asedio de la guerrilla para despojarla del fruto de su trabajo, decidió dejarlo todo abandonado y emigró con su hijo adolescente a la capital donde empezó de cero con el negocio del restaurante, pues, cocinar es lo único que Carmen ha sabido hacer durante toda su vida.  El único equipaje que llevaron consigo fue la escopeta que fuera de su marido sacrificado. Así pues, Carmen después de luchar sola por su único hijo, quien le colabora en las labores propias del restaurante, porque nunca quiso estudiar más allá de 5 grado de primaria, ha logrado, luego de muchas privaciones, acumular el dinero suficiente para comprar un local y amoldarlo a sus gustos y necesidades.  Nadie sabía que Carmen, desde que llegó a la capital hace ya 13 años, se hizo el propósito de tener algún día casa propia con un local acondicionado para su otro amor, su restaurante. De tal manera que, una vez tiene disponible el dinero suficiente para comprar la casa de sus sueños en el lugar y con las condiciones necesarias que le permitan amoldarla y ajustarla a sus requerimientos, Carmen llama a su único hijo, Carlos que ya tiene 25 años de edad, para contarle su proyecto y así mismo encomendarle la difícil tarea de buscar y encontrar esa casa con esas especificaciones.  Pero el negocio del restaurante no puede descansar ya que este es el que da para el sustento diario; así es que estas averiguaciones e indagaciones en nada afectan el normal desarrollo de las actividades del restaurante, que aumenta su clientela a diario, haciéndose cada vez más evidente la necesidad de un local más amplio y cómodo. Así pues, ante la presión vehemente de Carmen, por fin llega el momento en que Carlos le comunica a su mamá que ha encontrado la casa adecuada en el lugar indicado y le sugiere que debe tener ya el dinero disponible para concretar la transacción lo más pronto posible.   Obviamente Carmen asiente y consiente las recomendaciones de su único hijo y acuerdan ir a ver la casa para cerrar el trato con el actual propietario. Correspondiendo a lo acordado, Carmen y Carlos van a ver la casa que se proponen comprar, luego de inspeccionarla y constatar que es lo que desea y necesita, la mujer pacta una cita con el vendedor de la casa para hacer efectivo el pago negociado para el próximo martes a las 3 de la tarde en la residencia actual de Carmen y Carlos.  Sin embargo, el lunes anterior al día de la cita, sucede un imprevisto que ratifica que el único error posible en la vida, radica en su inmaculada perfección… Llegado el lunes, antes de la cita entre comprador y vendedor de la casa, en el restaurante de Carmen solo se respira un aire de realización y agradecimiento que se reflejan en el rostro de satisfacción de los innumerables clientes que hoy han disfrutado del buen plato  y del buen ambiente en una cantidad muy por encima del promedio habitual hasta la 1:45 de la tarde más o menos, cuando unos cuantos comensales, luego de que reposaron un poco el almuerzo, se disponen a continuar con su respectiva jornada y los dueños, o mejor la dueña porque Carlos no se encuentra en el negocio en este momento debido a que salió a llevar un domicilio y aún no regresa, se preparaban para terminar con su labor del día,  Carmen revive su historia de horror y terror que le ha marcado toda su vida.   Siendo más o menos la 1:45 de la tarde del lunes, irrumpen en el restaurante de manera violenta dos encapuchados; uno de estos se queda agazapado en la puerta del local y el otro desenfunda un arma y apunta a la cabeza de Carmen mientras se acerca a la caja donde se encuentra esta mujer casi paralizada por el pánico y la desilusión; a pesar de que la circunstancia se le hacía conocida, hoy sentía un hielo devastador que le revolcaba las vísceras.  Cuando el encapuchado llega a la caja, siempre apuntando a la cabeza de Carmen, empieza a vociferar con una gruesa voz de mando: “la plata, la plata… a ver, movete vieja hijueputa que no tengo mucho tiempo…”, gritaba este delincuente al tiempo que le daba con la cacha del revólver a la mujer en la cabeza…  ante la renuencia de Carmen a entregar el dinero, el segundo delincuente, el que estaba en la puerta desarmado y desalmado, se acerca al lugar de la escena.  Carmen ya se ha dado cuenta que este hombre no tiene armas y piensa, con ilusión, que viene a socorrerla o defenderla de la brusca actitud de su atacante.  Sin embargo, el hombre sin mediar palabra alguna, estruja a la mujer, señalándole con la boca fruncida, que traiga el dinero ya. Carmen se da cuenta que uno de los clientes que había en ese momento en el restaurante, logró salir y lo más seguro es que haya ido a pedir auxilio a la policía; entonces les entrega todo el dinero que tiene en caja.  No obstante, el hombre insiste en que tiene que entregar todo el dinero y empieza a ultrajarla verbalmente, ya casi desesperado frente a la persistente negativa de la mujer que, a pesar de la convulsión interior que está padeciendo, se ha percatado también del nerviosismo de sus victimarios. Repentina y bruscamente el encapuchado quita el seguro del arma… este espeluznante ruido hace helar la sangre en las venas de todos los asistentes  al grotesco espectáculo y hace reaccionar al cómplice que le hace un gesto de tranquilidad al delincuente para que no vaya a disparar,  le da un  fuerte empujón a Carmen y hace que ésta caiga al piso, circunstancia que es aprovechada por este hampón para patear a la mujer en la cara y forzarla a que entregue todo el dinero de sus ahorros logrados durante todos estos años.  Ante la brutal agresividad de este hombre, Carmen se levanta del piso como puede, se lleva la mano izquierda a la boca de donde brota un chorro de sangre y con la mano derecha le hace un ademán para que espere un momento mientras ella trae el dinero que está en el cuarto de enseguida. En efecto, Carmen entra al cuarto de enseguida de la caja del restaurante, toma las chupas negras que contienen el dinero destinado a la compra de la casa y remodelación de su negocio y se dispone a salir.  Pero, una vez en la puerta, antes de salir del cuarto, la mujer suelta las dos bolsas para mirarse en el espejo que está colgado detrás de la puerta y confirmar presa del pánico y la desolación: “ufff… este hijueputa me tumbó los dientes” dijo mientras oscurecía su rostro y su mundo con una mueca de asco y desesperanza.  Sin embargo, cualquier emoción o sensación que se pudiera estar gestando en el interior de Carmen, se vio cercenada por el grito hostil del hombre armado: “muévase cucha que se me agota el tiempo y la paciencia…”…ante la perentoria orden, la mujer reacciona y se ubica en su cruel presente; con la cabeza en alto y sin derramar una sola lágrima por este ultraje físico y emocional, se agacha un poco para retomar las chuspas con el dinero… pero esta vez el dolor la distrae, como forzándola al cumplimiento de su perversa, desconocida y extraña misión. A punto ya de salir del cuarto a entregar las chuspas con el dinero a los dos atracadores, Carmen ve que, detrás de la puerta, colgada donde ha permanecido por años sin que alguien la volteara a mirar siquiera, está inmóvil, inerte, pasiva y silente la escopeta de Alberto, su marido asesinado hace ya 15 años.  Como autómata, pensando sin saber qué piensa, pero sintiendo sin saber que siente, la mujer se lleva la mano izquierda a la boca mientras con la otra toma el arma e inmersa en una nube de confusiones, decidida sale del cuarto dirigiéndose donde está su único pero sanguinario victimario.  Sin pensamientos buenos o malos, sin sentimiento noble o perverso, Carmen hace un único tiro, certero, preciso.  Justo en este instante, llega la policía al lugar. Luego de constatar que el atracador ya está muerto, el agente de la policía descubre el rostro del hombre abatido por su víctima… ante el horror de esta sorpresa, enmudecen todos los presentes, menos Carmen, quien sin sorpresa y con certeza, como un tempano inerte, al tiempo que entrega el arma homicida al representante de la autoridad, lentamente se agacha para abrazar a su único hijo y hacer la señal de la cruz, mientras dice: “yo te di la vida… yo te la quité…”. Muchos años después, Carmen es una mujer con los ojos secos porque las lágrimas se le congelaron en el alma o, tal vez, inundaron la paz de su consciencia que le reprocha a gritos que su mayor error de madre, fue haber sido la mamá perfecta…
Frente a su altar hincada; su gracia a Dios le imploraba, Pidiendo amor, suplicando riqueza; ora y ora y hace pereza.  Esfuerzo y lucha no animan su ser; parada espera su renacer.   Entra la tarde y trae su hastío, se oye lamento de tiempo perdido; Lucha con ansía y mucho afán; parecen inertes y fruto no dan.  La noche ha llegado corriendo; sentada la espera… sonriendo.   Y mientras descifra dudas y temores, encuentra que tiene suplicios mayores. Envidia y rencores han dejado huella… salpícanlo todo cual una centella. Pereza y complejos hicieron festín y solo tristeza dejaron al fin.   Reprime pasiones, cuestiona valores, impone castigos a sus detractores. Extasia y seduce hablando de Dios, aunque en sus afanes no escucha su voz. Libera y ataca según conveniencia, procurando siempre calmar la consciencia. Olvida que Dios no es bueno ni malo; oculta que Dios está en todo humano. Ha creado ángeles igual que demonios, con ello alimenta amores y odios. Ingenua y astuta en su proceder… manipula incautos y agudos también. Al juzgar a otro tiene potestad, pero en sus entrañas no haya maldad. Condena al rico por sus posesiones, y estas son base de sus peticiones. Garantiza el cielo que hay más allá mientras quema el mundo del más acá. Engaña con logros sin tanto trabajo como si los frutos brotaran de abajo. Pretende ser fuente de la comunión sin ser el ejemplo de repartición. Interesada en los bienes externos, descuida el cultivo de dones internos. Esmerada siempre en mostrar su presencia, así sea tan solo pura apariencia. Encanta con versos y viejas historias que poco circulan aquí en la memoria. Obsesión de todos: creyentes y no; para unos, verdad, para otros, ficción. Somete la mente a su condición y la razón incumple con su obligación. Libertad y justicia no son su bandera, sin embargo, las usa como mensajeras. Natura proclama presencia de Dios… y si no la ves… el ciego sos vos. FE Y RELIGION
CUANDO YO SEA GRANDE ESCAPARE DEL TIEMPO Y SERAN MIS ALAS LOS BRAZOS DE DIOS Primera estrofa del poema “CUANDO YO SEA GRANDE” ME FALTA MUCHO CUANDO YO SEA GRANDE y haya transcendido los viles azares de mi razonar En el tiempo en que mi mente carente de juicios, haya comprendido qué es el perdón En ese momento, sin miedos ni odios ni rabias en mi corazón, saltará el Ser Humano Puesto que habrá vencido por siempre, la mezquindad humana enquistada en su ser…   Solo entonces:   ESCAPARE DEL TIEMPO que niega lo eterno y se esconde frágil detrás de un reloj. El que manipula con fechas y plazos, como si la vida tuviera un final… Ese creador de mundos de afanes con fines, ladrón de mi espacio para la hermandad Ese tiempo infame que sobra y que falta… que somete a todos para él subsistir   Me iré volando:   Y SERAN MIS ALAS fuertes, poderosas… que me eleven alto, muy alto hasta el cielo, Que, al iniciar el viaje lo sienta el planeta e irriguen el aire con rayos de amor Unas alas amplias sin ojos ni oídos; refugio de almas seguras de sí… de la eternidad Alas que me brinden amparo en la lucha, que su aletear sea el abrigo de la creación   Tengo esas alas:   LOS BRAZOS DE DIOS asilo de Seres sin sexo ni clases, unión de la vida con su Creador Cueva sagrada de los bisbiseos del cielo que preñan el hálito con rugidos de paz… Brazos que estrujan al humano imperfecto, dándole certeza de su perfección.    Hogar de la vida eterna, Gracia Inmaculada donde se oculta hechizado el Hijo de Dios…
  Que no existe el crimen perfecto y que la trampa sale, dicen. La inteligencia usada en el mal, de momento suele salir bien, Pero su eficacia es la trampa en la que caerá el mañoso Que al final sale perdiendo y metido en un calabozo.   En un control oficial, que aquí llamamos requisa, Se encuentra la autoridad requiriendo el documento A todos los ciudadanos que transitan el lugar. Algo sencillo y normal para conservar el orden.   Un ciudadano es citado y le presenta al policía Su documento legal, con el cual se identifica, Donde nombre y apellidos son los mismos de este agente… Prudente, aunque malicioso, el policial se sonríe.   Sorprendido por el símil y, ante posible homónimo El policía corrobora número del documento, Y en efecto, también coinciden los datos. Difieren foto y tipo de sangre, más que obvio para el caso.   Los dos hombres frente a frente, ciudadano y policial… Los ha reunido el destino a cada uno en su lugar, Para continuar la obra, cada cual en su papel. El uno sigue su marcha aportando a la sociedad Y el otro desde un calabozo sin quién lo pueda auxiliar.   El agente colombiano quien, cumpliendo su misión, Se encontró a un hombre cubano que, al pasar por Ecuador, Compró una cédula falsa para andar fresco en Colombia, Sin pensar que al que es tramposo… la vida le pone trampas.
“Cada uno tiene la razón en su mundo; ninguno tiene la razón en el mundo de otro”. Voy por un camino estrecho en medio de dos montañas cuando me encuentro con Ñañel que viene corriendo, como intentando escaparse de alguien o de algo, no sé.  Se detiene a mi lado y se sienta en una enorme piedra que hay a un lado del camino.  Hace una mañana de verano, espectacular.      ¿Qué te pasa Ñañel? –digo mientras él mira hacia atrás… luego me mira, con unos ojos exorbitados por el miedo o la rabia-.      Venga niña, siéntese aquí a mi lado. Pasando por alto la incomodidad que me causa su mal olor, me siento a su lado para brindarle confianza.  En ese momento viene por el camino un joven que, al pasar por nuestro lado, con una sonrisa amplia y burlona, grita:      ¡Bañate Ñañel…! –y sale corriendo, convencido que Ñañel corre tras él para alcanzarlo-. Sin embargo, Ñañel ignora el pretendido insulto, se acomoda su sombrero de tornillo y me mira con unos ojos suplicantes y una asombrosa sonrisa que deja ver su escaza dentadura, al tiempo que me dice:      Niña ¡por favor! Consígame una tambora pa’compañar a mis santitos en la fiesta… ¡por Dios!, ayúdeme niña. Aprovechando un poco su confianza en mí, pienso en utilizar esta ocasión para hacerlo bañar…      Bueno Ñañel, yo te consigo la tambora para que acompañés a tus santitos en la fiesta y vos te bañás, ¿listo?  -Digo yo con una inocencia casi pueril-. Solo hasta cuando la sonrisa de Ñañel deja de alumbrar su rostro me doy cuenta que la luz de una sonrisa no la aporta una buena dentadura.      No niña –me dice con gesto antipático y tono regañón- yo no tengo porque bañarme porque yo soy un santo y los santos nunca huelen maluco porque “los santos no sudan…”  En medio de su fantástica inocencia, Ñañel, me hace comprender que él vive en armonía con lo que le dicta su consciencia.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia
No puede inspirar alegría lo malo que a otro le pase mientras se ‘gana’ la vida, Aunque haya algunos bullicios que causan hilaridad mostrando la realidad. Y, no es que seamos buenos tampoco somos tan malos… en variadas ocasiones, a duras penas pensantes.   Coinciden en sitio y hora, chofer y motociclista. Una cita acordada entre la vida y la muerte, Mismas que ultiman detalles para tan sublime encuentro.   En el cruce de una calle hay un semáforo en rojo Que ignora el motociclista y aumenta velocidad.  En el sentido contrario, el semáforo está en verde Que el chofer cruza confiado pues, va por su vía legal.   Un hombre yace extendido y el otro muy compungido En medio de la avenida frente a una multitud afligida Por el fatal desenlace de una carrera inusual, Que, al conocer sus razones, lo pone a uno a pensar.   Y aquí cumple su faena el agente policial,  Mismo que rato antes persigue a un ladrón… Reconoce al difunto y observa el botín regado; En el suelo está el botín Por el cual cedió su vida… Pero que tuvo este fin.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2022
Genoma que vibra al son del perdón, sanando la mente    y así, la razón. Remanso de luz que alumbra el camino a la  realización.  Aleluya con gritos sin voces que alaban la realidad,    sin distraerse con sueños de mentira o verdad. Templo Sagrado de la hermandad refugiada en la cripta de la humanidad. Inmaculada gracia, virtud que reflecta el afecto   por la creación. Trono consagrado a la bendición porque hace de todo,    una vivencia de amor. Unción impalpable de fraternidad que deja una estela    de transmutación. Dádiva sin costo y muy lucrativa para quien la quiera donar.
Que nuestro planeta gira sobre su propio es algo que todos sabemos y, en buena medida, todos entendemos.  Que, por esa misma razón, la tierra está en constante movimiento y, aunque no percibamos ese movimiento, también todos los entendemos. Pero, ¿alguien sabe y puede explicar de qué manera influye ese movimiento rotatorio del planeta en nuestra precaria humanidad?  O ¿será que la tierra ya está borracha de tanto girar y girar, ha contagiado a la especie humana su borrachera mental? Es que de otra manera ¿cómo se puede explicar esto que circula por la red? “El vabbing es una tendencia de TikTok donde se usan las secreciones vaginales como                                                                                      perfume para atraer a varias personas.   Así como lo lees, ese trend de TikTok que ha explotado recientemente, incita a las mujeres a que utilicen sus fluidos vaginales.” ¿Secreciones vaginales como perfume? ¿Dolor, vergüenza, remordimiento…? Todos los anteriores.  Por el cruel legado que han de recibir las nuevas generaciones, hasta pedirles perdón sería un imperativo moral. En ese afán de facilitarles la vida y de establecerles derechos sin responsabilidades, el resultado terminó siendo una mente frágil, susceptible a una racionalidad inversa, contraria al sentido común. Si esto es desarrollo y evolución, sí estamos muy distantes de un Ser soberano e independiente.  Si esto es la inteligencia suprema de la persona humana, resulta inimaginable lo que puede ser la crasa estupidez del ser más desarrollado de la creación.  Si esta es la senda del progreso y desarrollo de la especie, sí estamos muy próximos a ser, el ser menos evolucionado de la creación.  ‘EL ser humano cada vez más distante del SER HUMANO’
Sinceramente la mujer sí es un ser excepcional sea cual sea la circunstancia o la condición que tenga que afrontar, pero el suceso de la maternidad si es algo que no lo recompensa sino el hijo agradecido y compasivo.  Yo, que jamás tuve la noble fortaleza para ser mamá, observo casi con envidia a muchas de mis amigas que fueron mamá por encima de todo y que hoy se ven recompensadas con sus hijos.  Sin embargo, hay de hijos a hijos.  La historia que voy a contar no tiene un mínimo de fantasía, dolorosamente es una cruel realidad. Conozco de toda la vida la historia de mi amiga Rosita con su hija Diana, quien hoy tiene 36 años y también tiene una niña de 6 años.  Rosita fue creada por la abuela, sin mamá ni papá, pero con mamá y papá; tal vez por esto, mi queridísima amiga es una mujer de un carácter muy, muy agrio, brusca y agreste en su trato cotidiano con todo el mundo; para nadie tiene ni ha tenido modales o demostraciones afectivas.  Quizás por esta razón, no pudo formar un hogar y el hombre, papá de la hija, salió corriendo cuando la niña tenía apenas algunos mesecitos y se desentendió por completo de sus obligaciones económicas y emocionales con la pequeña; de tal manera que, además de su dura crianza también le tocó criar sola a su única hija.  En medio de las más extremas necesidades económicas, con el único apoyo de su instinto maternal; con un sacrificio soportado en la férrea voluntad de sacar a su hija adelante, esta mamá logró hacer de su hija una mujer de bien para la sociedad…  solo que esa sociedad no incluye a esta mamá, por tanto, hoy en día, después de una vida de entrega y devoción, el resultado es una mujer sumisa y humillada que no disfruta de esa “mujer de bien”, porque ante la mamá, esa mujer no existe… Una tarde de cualquier día, llego a la casa de mi comadre Rosita.  Estamos charlando en el patio cuando llega Diana, mi ahijada que anda por los 13 años, una morena muy hermosa.  Pero lo que tiene de hermosa lo tiene de atarbana y vulgar esta muchacha que viene de la calle furibunda por el calor que está haciendo.  Yo hacía bastante no la veía, pero sí sabía que era una mujer muy violenta y áspera; sin tacto ni delicadeza en su trato con los demás y de respeto y consideración con la mamá, mejor ni hablar.  Pero esto es un simple y escaso preámbulo del monstruo que apenas se estaba gestando.  Formada en la más absoluta pobreza, aprendió a manipular a Rosita de tal manera que esta mamá buscaba plata prestada como fuera, con tal de satisfacer los caprichos de la adolescente que poco a poco iba aprendiendo a detectar esa fragilidad de la mamá; esa debilidad de la mujer, tal vez originada en un estúpido complejo de culpa y remordimiento por no tener dinero y por no haberse conseguido un marido rico.  “Por qué me escogiste a ese hijueputa de papá?, ¿por qué no te levantaste un mozo rico?”, era el reclamo constante ante cualquier necesidad económica; reclamos cada vez más frecuentes y agresivos que exceden las normas mínimas del respeto y la dignidad del más indiferente y frío Ser Humano.  A esto, poco a poquito todos nos fuimos acostumbrando y ninguno del medio social o familiar nos atrevimos a decirle algo a la muchacha por no desafiar su extrema y vulgar agresividad; pero sí ha sido un comentario obligado siempre que se presenta la ocasión. Diana ha utilizado todas las mañas y artimañas habidas y por haber para manipular a Rosita.  Cuando la hija tenía unos 17 años, para la época decembrina la mamá me llamó desesperada: “venga, la necesito, cómo le parece que Diana se tomó un mundo de esas pastillas que se le dan a mi mamá (ya anciana) para dormir y se acostó y cayo vencida.  Tengo mucho miedo”.  Salí corriendo para la casa de ellas; a decir verdad, yo estaba aterrorizada.  Cuando llegué le pregunté a la mamá: ¿y por qué se tomó todo eso, tuvieron alguna pelea o qué pasó?; la misma respuesta de siempre: porque yo no tengo plata para comprarle el estreno…  Yo simplemente sonreí en medio de la zozobra y el pánico que circundaba el lugar.  Pero la vida con nada se queda.  No sé si por cosas de Dios o del diablo; no sé cómo, por qué o para qué yo me acerqué al lavadero y allí pude ver una de estas pastillas que se había quedado atorada en la rejilla del sifón.  Jajaja, llamé a Rosita y le señalé con el dedo la prueba de la mentira de su hija, mientras le decía: “mirá, nada se ha tomado, las echó por el sifón para hacerte creer que se las tomó porque está deprimida y aburrida porque no tiene qué ponerse; te está manipulando para que salgás corriendo a buscar plata para comprarle ropa…”.  Una simple y triste mirada fue la única respuesta de Rosita.  Y así fue toda la vida, siempre queriendo mostrar y demostrar lo que no tiene. Y así es esta mujer hoy en día, esclava de la moda y la apariencia; amante de los lujos y la vida social; poco amiga del trabajo y de las labores domésticas.  Solo sabe consumir y nada le importa producir.  Pero bueno así ha sido desde muy niña; manipuladora y controladora con Raimundo y todo el mundo, aunque más que todo con la mamá. Pero como dicen los padres cuando ya están viejos: “cuando ya los hijos están grandes, los que mandan son ellos y a uno ya no le queda sino obedecer.”, mi pobre amiga no ha sido ajena a esta ley de la naturaleza, entonces ahora es su hija la que lleva las riendas de la casa, solo que con una crueldad inimaginable para con esa mamá enferma, que ya no puede producir. Cuando esta muchacha quedó embarazada de un hombre bebedor y mujeriego, normal, pero muy generoso en cuanto a lo económico, Diana inmediatamente le prohibió a Rosita que siguiera trabajando la modistería, lo cual hacía excelentemente y, por ende, tenía muy buena clientela.  Este hombre sostenía la casa con todo y un poco de excesos pero, obviamente no aguantó la patanería y manipulación de su mujer, quien pretendió que él dejara de ser bebedor y mujeriego por ella y para ella.  Al irse este hombre de la casa, llegó la época de las vacas flacas… llegaron juntas… Ahora Rosita con 55 años de vida, cansada de trabajar y ver por su casa durante toda su vida, está muy enferma y agotada; ya no puede con la obligación de la cocina, lo cual la convierte en objeto de insultos y humillaciones de parte de la hija que tampoco quiere saber de esta labor doméstica.  Y del cuidado de su salud ni hablar.  Al respecto, hace algunos días fui testigo de algo tan increíble como verdadero. En el mismo momento en que Rosita me contaba que el médico le recetó una medicina que no se la cubre el sistema de salud y que no tenía dinero para comprarla; justo ahí, llegaba Diana con la medicina que le formuló el veterinario al perrito.  Plop… yo simplemente tragué en seco… sin embargo, todavía no he contado lo más cruel. Muchas, muchas veces Rosita me ha contado que la echa de la casa en una forma muy satírica, sin embargo, cuenta Rosita, que ahora ya se lo dijo de una manera muy nítida: “Yo no la puedo seguir manteniendo; usted no quiere hacer nada y yo así no puedo; usted verá qué va a hacer o qué se va a poner a hacer, pero necesito que me desocupe la casa porque usted ya se me está convirtiendo en una carga muy pesada…”.     Rosita no tiene casa, no tiene pensión, no tiene más hijos…  se supone que esa hija por la cual trabajó toda su vida y a la cual sacó adelante ella solita es su apoyo para la vejez; pero…  CRÍA CUERVOS Y ELLOS TE SACARAN LOS OJOS…
Cuando el humano inclemente en su razonar demente Arrasa la creación, con motivo o sin razón, Deja una estela de muerte que ha de marcarle la suerte A toda la humanidad, sin distingo y sin piedad… Porque protesta la naturaleza inclinando su cabeza. A tanto mal que se ha hecho pongámosle ahora el pecho.   El planeta necesita nuestra solidaridad para seguir siendo casa de la innoble humanidad. Ya se agota su paciencia consumida por el yugo de nuestra humana inconsciencia. Es clamor y urgencia de vida que tenemos que atender con la celeridad debida.
Dos señores a media noche se entraron a una casa, Con mañita y sin permiso, sacaron unas cositas; Pendejadas de valor que los dejó bien contentos.   Sin que los dueños lo sepan, estos alcanzan la calle. Mientras comparten trofeos, les caen algunos otros, Cuatro motos y ocho hombres, cierran el paso a este par.   Comienza la matutina y todo es oscuridad; Pero estos ocho avispados se apropiaron del botín Que a ninguno le ha costado pero que tuvo este fin.
Corazones tan nobles que arraigan mil razones     Para impartir gratitud y compartir bendiciones;Incluso en los momentos de mayor aflicción     No haya dolor tan grande que amargue la razón.Sonoras aleluyas despierten las mañanas     Y se duerman los días con mucha gratitud;Nostalgias y esperanzas se fundan en abrazos     Para que el amor preñe de luz la realidad.Encienda cual Estrella la luz del interior     Como un sol que se engulla cualquier dificultad,Siempre sean fluyentes las sanas energías     Que no quede refugio para la oscuridad. Benditos sean los días cargados de esperanzas     Su bondad amerita inmensa gratitud;Las luces y las sombras, propias de su rutina     Solo sirvan de apoyo para la voluntad.Augurios para amigos, parientes y vecinos,     Compañeros de paso en pos de la hermandad:Nirvana donde efluvios de dignidad divina     Cimienten y sostengan la tal humanidad;Consciente que la vida, y su infinidad de seres,     Refleja y representa tan solo la unidad.Orgullo inmarcesible que vibra en esta alma     TU rostro está en el álbum que inspira MI oración:Salmodia por tu vida, tu salud tu familia…     Y que el cielo te asigne abundante bendición.
Desesperante e intimidante el amarillismo de la prensa colombiana.  En realidad, desespera escuchar el dramatismo de algunos periodistas colombianos alegando por los $100 que subió la tarifa del transporte público en Bogotá.  Para quienes no están en Colombia: $100 es el valor de un confite, caramelo, dulce, banana, etc.  Como es obvio no faltó en esa mesa de trabajo el genio matemático que hizo una complicada operación para deducir que este incremento le sale costando al usuario más o menos $4.000 mensuales, aprox. US$1.  Consecuentes con su “olfato periodístico” de inmediato empezaron a entrevistar a quienes a diario hacen uso del transporte público urbano en la capital, no sin antes inducirlos a lamentarse por esta exagerada alza y por ahí derecho azuzarlos para que se quejen por la precariedad de su salario. En honor a la verdad, da físico pánico el sensacionalismo de estos redentores de los pobres que usan y abusan de la población más débil que es, al fin y al cabo, la más susceptible a su discurso plañidero al tiempo que suben el rating. No. Yo sí me niego de manera enfática a darle alguna credibilidad a ese periodismo interesado, sesgado y manipulador para el que su mayor preocupación es aumentar la audiencia mediante el editorial amarillista y sensacionalista que se vale de personas vulnerables para lucrarse con su sintonía. Amparados en el derecho a la libre expresión, difuminan rumores que no hay cómo corroborar… sin tener en cuenta que un chisme es tan dañino, incontrolable e incontenible como un virus pues ambos viajan en el viento y se reproducen en el aire, ninguno de los dos tiene fronteras y tanto el bochinche como el virus tienen la capacidad de acabar con la vida de una persona de una u otra manera. Utilizan el “secreto de la fuente” como si este fuera un aval para difundir su malicia, siempre con algún tinte.     Tanto el secreto de la fuente como la libertad de expresión son derechos que fortalecen la investigación periodística y que deben ser garantía de credibilidad, por tanto, requieren de mucha responsabilidad, no son un escudo detrás del cual se pueda decir cualquier cosa… tienen que ser el aval de la información veraz, documentada con rigurosa fidelidad.
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