• Edgar Tarazona Angel
UBASTET
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  • País: Colombia
 
  Héctor es uno de los personajes principales en el poema homérico de la Ilíada. Como comandante de las fuerzas de la ciudad de Troya, su contribución a la resistencia frente al ejército griego fue decisiva. En la obra, Héctor se sitúa como el personaje antagonista de Aquiles, además de en el campo de batalla, en el carácter. Mientras que la Ilíada comienza haciendo referencia a Aquiles, termina con la muerte de Héctor y la de Aquiles después. Con la perdida de Patroclo su amigo y amante masculino, por muerte a manos de Héctor y de Briseida su amante femenina porque se la quitó Agamenón, Aquiles no quiere regresar a la lucha a pesar de los ruegos del ejército griego. Pero al fin, furioso por la muerte de su amigo amante se pone su armadura y sale a desafiar a combate a muerte al héroe troyano, este se esconde por miedo al héroe griego pero, Aquiles encontró a Polidoro, hermano de Héctor y le dio matarile sin compasión; entonces el troyano acepta el combate y se enfrentan los dos solos frente a las tropas. Después de largo tiempo de lucha con espadas y escudos, deciden enfrentarse con las lanzas, es con esta que Aquiles ensarta a Héctor por debajo de la mandíbula y lo levanta del suelo, así clavado en la punta de su lanza. Muerto Héctor, Aquiles lo amarra por los pies y lo ata a su carro de guerra, y lo arrastro varias veces dando la vuelta a la ciudad amurallada de Troya. Después el cuerpo queda a la intemperie expuesto al sol y los animales por doce días. El dios Apolo lo cubre para que no se corrompa ni lo devoren las fieras. Príamo rey de Troya y padre de Héctor, suplica a Aquiles que le devuelva el cuerpo para hacerle el rito funerario con honores y este acepta. No dije entierro porque no era la costumbre, más bien los cuerpos los quemaban en una pira funeraria, o sea como un asado de humano pero que nadie se comía después.  Y como a todo marrano gordo le llega su Nochebuena, en el próximo capítulo le toca el turno a Aquiles.
  Dicen que ayer ya se fue, que está muerto, sin embargo los recuerdos permanecen y, lo peor, es que la mayoría de estos son los tristes, dolorosos o desagradables. Por supuesto que los momentos felices también pero ganan los otros por abrumadora mayoría. En la religión, para el sacramento de la penitencia hay un paso llamado examen de conciencia en el cual uno hace reminiscencia de todo lo malo que ha hecho y que llaman pecados para poder realizar luego la confesión de boca. Ahora sin sacramento le aconsejan a uno hacer un inventario moral que viene a ser lo mismo pero sin cura de por medio. Claro que en este inventario también entran las buenas obras. A mi ya largos años sigo conservando buena memoria; claro que cuando otras personas me recuerdan malas acciones, según ellos, me hago el pendejo como si no me acordara y es que todos tenemos la misma tendencia, que es hacernos los olvidadizos cuando estamos en compañía de amigos o familiares y de pronto les da por traer a la conversación anécdotas del ayer lejano… y siempre, por maña o crueldad mental, cuentan los hechos más bochornosos de nuestra vida pasada como la borrachera en que nos tiramos la fiesta o la novia más fea que nos tuvo tragados sin razón. Claro que uno se desquita contando algo de los otros como la historia de la prima que se voló con el cantante de una orquesta de ínfima categoría que pasó por el pueblo y ahora se da ínfulas de aristocracia porque se casó con el rico del pueblo y ahora disfruta de  su dinero como viuda legalmente registrada. O el primo que presumía de don Juan del pueblo y cuando salió del closet nadie lo podía creer. Pero el asunto es que por las redes y a cada rato corren mensajes contra el pasado que ya pasó y es papel quemado o cheque cobrado  y uno piensa que si eso es así por qué demonios nos piden ese inventario moral. Y hablando de moral como harán los políticos de casi todo el mundo que siempre olvidan su pasado y se acuerdan del ajeno, especialmente durante las campañas electorales en las cuales no se trata de convencer por virtudes propias sino denigrando a los oponentes. A mi no me importa el pasado de los demás, con ocultar mis malos recuerdos tengo y me sobra. Pero ya tengo lista una hoja en blanco para empezar a escribir mis pecados. Edgar Tarazona Angel
  Cuando tengo tiempo y espacio para meditar me da por pensar en muchas situaciones, para mí y otras personas. Anoche el sueño me abandonó y la mente empezó a divagar por muchos campos y, de pronto, me entro una rasquiña, piquiña, comezón o como se llame a esa molesta sensación que requiere rascarse de inmediato y que, por lo general en las noches, da en medio de la espalda donde la mano no alcanza. Por fortuna alguien inventó unas rascaderas que permiten aliviarse de esa molestia. Como no volví a dormir y basado en la rasquiña, que acababa de solucionar, me dio por imaginar situaciones en las cuales se hace imposible rascarse y se me vino la imagen de un astronauta, fuera de la nave y enfundado en ese traje a prueba de todo en el espacio vacío y con una picazón de los mil demonios. Lo visualicé con una pequeña piquiña en la nariz y el pobre hombre pasando la mano enguantada por el frente del casco protector tratando de aliviar la molestia y, como los males no llegan solos, de pronto sintió la comezón en la entrepierna, en la ingle para ser más exactos, y que en Colombia nos da con frecuencia a los varones, y eso dio nacimiento al raskinbol, (eso lo entienden mis lectores nacionales). Seguí pensando en mi astronauta imaginario, vestido con su indumentaria espacial y con deseos de rascarse por todas partes con la imposibilidad de hacerlo. Sentí en mi la desesperación del pobre hombre y empecé a rasguñar cada sitio donde sentía el picor pensando que eso no lo podía realizar el hombre del espacio. Al final le dediqué mis rasguños y lo dejé en la incómoda situación que me llegó a la mente. Ojalá, en la realidad, eso no ocurra.
  Esta historia es real y ocurrió hace diez días a un amigo cuyo nombre me reservo por respeto a su viuda y familia. Lo llamaré Mesías por no dejarlo como NN. Fue un vecino excelente y servicial, y no lo digo porque ya se fue de este mundo y dice el dicho que “No hay muerto malo”, es que en la realidad fue un buen ser humano. Tenía esa cualidad de algunos seres que los hace necesarios: sabia de todo lo relacionado con reparaciones, refacciones, arreglos caseros, albañilería, plomería, mecánica, en fin, uno se asombraba de la facilidad de Mesías para componer artículos dañados y arreglar problemas hogareños (menos matrimonios, jajaja). Pues en esta época de lluvias torrenciales inesperadas muchas viviendas se llenaron de goteras y, algunos días, caía más agua dentro de las viviendas que afuera, según el decir de los vecinos. La solución era llamar a nuestro personaje que acudía tan pronto podía y arreglaba el desperfecto, muchas veces sin cobrar, así era mi amigo, no sé si muy servicial o demasiado pendejo. El sábado antepasado lo llamó un amigo de él por el problema que ya mencioné y Mesías se despidió de su mujer para acudir en ayuda del necesitado. Se encaramó al techo y muy pronto arregló el problema de la gotera pero, como ya estaba sobre la casa le dio por revisar el tanque del agua y lo lavó para hacer el favor completo. En esas estaba cuando empezó a soplar un viento sospechoso que aumentaba su fuerza poco a poco. Su amigo le dijo que ya dejara así y Mesías le respondió que solo faltaba colocar la tapa del tanque. Ustedes las conocen, son unas tapas circulares como de un metro de diámetro. Cuando Mesías alzó la tapa para ubicarla en su puesto el viento arreció y se estrelló contra la maldita tapa arrojando a mi amigo al vacío en una caída de seis metros. Al llegar al piso se golpeó la sien contra algo y allí se le escapó la vida. Hay un refrán popular que dice: “El que se mete a redentor muere crucificado), que pesar, lo siento mucho por su familia y a él Q.E.P.D. Edgar Tarazona Angel
  Mi señora tenía curiosidad por conocer la bien promocionada y alabada estación llamada PRIMAVERA. Como encontré pasajes relativamente baratos y tenemos a donde llegar pues miramos el calendario de las estaciones y coincidía con los vuelos de promoción. Dicho y hecho, programamos viaje a Washington DC y el 14 de marzo salimos a conocer la mejor estación del año según los poetas, los enamorados, los sentimentales y otras personas sin uso de razón. Lo primero que nos recibió en el aeropuerto de Baltimore fue un hijuemadre frio que yo nunca había sentido, a pesar de haber vivido la mayor parte de mi vida en la sabana de Bogotá y con madrugadas rondando los cero grados centígrados. Eso no es nada, sentir cinco o seis grados mas abajo si es muy tenaz, y uno con una chaqueta de Bogotá, no joda, sentí como agujas en la cara y se me adormeció todo el cuerpo. Pero ya, nos recogió mi cuñado y para la casita. Pensé que al otro día todo iba a cambiar pero que va, estuvimos con mi señora un mes y medio y la primavera no nos mostro esa cara de los poemas y tarjetas postales. Yo abría la ventana esperando ver flores y árboles verdes y pajaritos cantando y nada. Los mismos arboles desnudos y un cielo azul radiante que me llenaba de alegría. Abría la puerta y que desilusión, me recibía el frio. Un frio punzante que me devolvía al calor de la sala. Para los que viven en países con cuatro estaciones esto es normal, pero nosotros los del trópico, en el cual hay dos estaciones que llamamos invierno y verano, que solo se distinguen por que hay lluvia o ausencia de esta y que, en los últimos tiempos se mezclan en cualquier en cualquier época del año. Esto del invierno y la primavera tiene algo de misterioso. Lo cierto es que no llegó y regresamos a Colombia desilusionados. Debo decir que no todo fue malo. Hay una fiesta en Washington DC que es la Floración de los cerezos. 3400 árboles donados por Japón a principios del S XX florecen en el transcurso de una semana y en pocos días las flores caen y forman una hermosa alfombra. También nos sorprendió una nevada, poco común en esta capital y menos en primavera y un festival de cometas. Pero como estábamos en un sector semi rural si pudimos ver cantidad de ardillas, urracas, zorros rojos, variedad de pájaros  y mapaches que salieron de sus madrigueras de invierno a buscar comida pero… la primavera no llegó. Dijo el poeta “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”. Aquí no se sabe como ha sido que no llegó a tiempo. Los últimos tres días de estadía asomó el sol con deseos de calentar y dicen los que saben que este año no habrá primavera. Pasará el invierno a verano sin concesiones a los poetas y soñadores  y nosotros nos quedamos con las ganas de conocerla.Edgar Tarazona Angel 
  A mi querida madre QEPD, le aprendí que uno debe criar a sus hijos pero no hacerse cargo de los nietos que para eso tienen padres. Cuando uno llega a lo que llaman la tercera edad, que es un eufemismo para no decir que uno es viejo o anciano, lo único que quiere es vivir tranquilo y que nadie lo joda. Por lo menos eso es lo que yo pienso y estoy haciendo. Hablo desde mi experiencia y por todo lo que veo cuando salgo a caminar o escucho hablar a todas las personas que son o tienen un abuelo en la familia. Los nietos son una belleza, una maravilla de la vida y la naturaleza y se aman porque son la continuación de la familia y la continuidad de la sangre; además, uno siente el amor que le dan sin restricciones y, por supuesto, uno los quiere como nunca quiso a los hijos. Eso siento yo por mi única nieta que cumplió tres años en abril. Prácticamente la criamos con mi esposa y fuimos testigos de sus primeros pasos, las primeras sílabas y palabras, en fin, casi todo lo primero que ese pequeño ser humano hizo en este mundo…y cada experiencia era felicidad. Los abrazos y besos, las preguntas, la compañía, las travesuras, etc. es una maravilla ver cómo crecen y aprenden. Todo lo que he dicho hasta este momento es lo más lindo que puede pasar a los abuelos. Se volvió costumbre que los dos padres trabajen y aporten a la sociedad conyugal, entonces quien cuida los niños? Pues los abuelos y en algunos casos, como le pasa a una prima, cuatro o cinco nietos porque los hijos no consideran que esos niños tan hermosos son una carga para los viejos. Puede ser que el amor sea muy grande pero un niño tiene mucha energía y no se cansa y el abuelo sí. Y entre mas años tiene el pequeño, mas difícil es compartir sus juegos y actividades, imagínense lidiando con cinco, eso es una tortura. He visto abuelas en el piso, aporreadas porque el pequeño se les soltó de la mano en plena calle y salió corriendo, entonces la señora trató de alcanzarlo y se cayó. Imagínense con tres al mismo tiempo; y no se diga en los supermercados cuando el infante se antoja de todo y coge de lo que ve a pesar de las protestas del anciano que si tiene con que le compra todo lo que quiere el chico, jeje. Eso hago yo. Uno de abuelo es muy consentidor y después es una pelea con el hijo o hija y la nuera o yerno que reclaman por todo lo que uno le da a su hijo, y dicen que uno lo está malcriando, que no le de tantas golosinas y bla bla bla. Pero al otro día lo vuelven a dejar con uno, que pendejos. Un nieto es felicidad pero también problemas. Cuando los padres lo dejan sólo durante el día es soportable, pero cuando sueltan la carga por meses o años es una desconsideración con los viejos. Los horarios de sueño y descanso son diferentes y casi nunca coinciden un hijuemadre pelado de menos de tres años se puede dormir a cualquier hora y preciso, cuando el abuelo se duerme el  chiquitín lo despierta para salir al parque a jugar. Uno maldice en su interior pero por amor acepta todo lo que dicen los pequeños dictadores. Y qué decir de los malditos juguetes que son una trampa mortal. Muchos seres de la tercera edad ingresan a los hospitales porque se tropezaron con una muñeca, un carrito o unos patines abandonados en cualquier parte, y no me vengan con el cuento que hay bebes ordenados porque no lo creo. En casos extremos el adulto se puede morir como le pasó al hermano de uno de mis amigos que pisó unas bolas de cristal abandonadas en las escaleras, rodó por ellas y se desnucó. Y estas malditas bolitas tienen otro destino: en la etapa bucal los bebes se meten a la boca todo lo que encuentran y esto ha sido motivo de asfixia, otros se meten en la nariz las bolitas y otras pepas, mejor dicho, el pobre viejo debe estar vigilante todo el tiempo que el chiquillo este despierto y no puede hacer lo que le gusta. Con mi señora disfrutamos mucho con la nieta, hasta que comenzó a ganarnos en todo, sobre todo en el parque y por la calle; nos pegó muchos sustos cuando salía corriendo, cuando se trepaba en los árboles o acariciaba perros ajenos, etc. Y ahora, ya para terminar y porque nombré los perros, tampoco deben ser responsabilidad de los ancianos. Cuando el bendito perro está en compañía del nieto conforman un duo muy peligroso; se entienden a la perfección y comparten travesuras y desorden; a no ser que sea un perro ya viejo que no quiera jugar, pero acepta al niño y lo cuida. Entonces cual es el problema? Si no hay niño para que jodan en compañía al perro hay que sacarlo a caminar y que haga ejercicio; un perro grande le pega un tirón al viejo y lo manda al suelo, no quiero decirles que puede pasar. Como todo ser vivo come y caga. Los buenos ciudadanos recogen los excrementos en una bolsa, pero para eso hay que agacharse y he visto dos ancianas que después no se pudieron enderezar y tocó llamar ambulancia. Y si los ancianos sacan al mismo tiempo el nieto y el perro el peligro va por partida doble. A los nietos hay que amarlos y a los perros también. Pero que los hijos dueños de perros y padres de los bebes no sean desconsiderados. Cada etapa de la vida tiene sus límites. Yo tengo salud y puedo hacer todavía muchas cosas pero, otras personas de mi edad ya tienen demasiadas limitaciones de movilidad, sus reflejos son lentos, sienten dolor y necesitan descansar. Los nietos son para que nos visiten de vez en cuando y los perros… que los tengan los que tienen tiempo, espacio y paciencia. Edgar Tarazona Angel
  Llevado por mi curiosidad de siempre me puse a escuchar la llamada música del despecho, de carrilera, y otras parecidas que se escuchan en los bares y cantinas. Ahora hasta hay canales en la TV que transmiten este tipo de música y tiene millones de seguidores, en especial estratos uno, dos y tres (sin pensar que más arriba no se escucha). Hay rey del despecho que se llama Darío Gómez y, no podía faltar, reina del despecho llamada Arelys Henao. Y como hay tantos fanáticos de este género sería muy extensa la lista de cantantes que le cantan al amor desafortunado. Las canciones son monotemáticas, todo gira alrededor del amor no correspondido y, casi siempre son las mujeres las culpables del desamor por una traición, aunque ellas también le cantan al desamor de los hombres. El título se debe a que los hombres lloran pidiendo perdón o se quejan del abandono y por lo general acompañan las lágrimas con mucho licor de todas clases, en especial vino y aguardiente. Es curioso, no somos un país donde se acostumbre embriagarse con vino pero lo nombran con cierta frecuencia, tal vez da cierto caché. En cambio las mujeres que interpretan estas canciones no ruegan mucho, mandan al traidor para el carajo y en algunas letras lo denigran tratándolo de rata, insecto, miserable, desgraciado y cosas peores. También beben en algunas canciones pero no demasiadas, muy diferente de los varones llorones que se consuelan con la botella y no se explican por qué los dejan si son tan buenas personas. Lo curioso es que abundan las canciones donde se enamoran de la vecina, de la hermana de su esposa, de la esposa del amigo y resultan enamorados de la misma mujer, de ahí que una letra diga: “resulta que usted y yo somos hermanos, pero de la cintura para abajo…” Y ni qué decir de las propuestas para ser amigos con derechos que significa, ni más ni menos, que ser amantes sin ningún compromiso, o sea, como dice Alex Castaño en “Amigos con derechos”: los dos en una simple relación, amigos con derechos y cada quien para su casa. Aunque no lo podía creer, en youtube esta canción tiene más de 77 millones de visitas. Hay otras canciones y otros artistas que le cantan a las relaciones de momento, a los cuernos, a las mujeres y amigos traidores pero lloran cuando los traicionan y se enorgullecen de ponerles los cachos a otros hombres. Señor prohibido, de Arelys Henao, le canta a un amor imposible, una mujer enamorada de un casado que tienen encuentros ocasionales. Francy, otra estrella femenina tiene un éxito grosero que para ser sincero me encantó y se llama Si se fue se fue, con 39 millones de visitas. Mejor dicho entren a youtube y escuchen todas estas composiciones que denigran del amor entre hombres y mujeres y el licor corre a raudales. No es mi género preferido pero me divertí escuchando canciones del Despecho. Ensayen ustedes a ver cómo les parece. Ah, y los intérpretes se dan silvestres, abundan y no los nombro para no hacer una lista incompleta. Yo no tomo licor, pero los sitios donde se escuchan estas canciones abundan los borrachitos gimiendo y llorando por un amor. Cada quien siente y vive sus emociones de diferente manera. Me faltaba decir de las letras donde se humillan pidiendo perdón… Edgar Tarazona Angel
  Desde que tengo recuerdos de amigos y compañeros escuché decirles en diferentes ocasiones estas afirmaciones: “mi mamá es la mejor cocinera del mundo”, “su comida no tiene comparación”, “en ninguna parte he comido igual” y otras similares. La verdad es que esto es muy subjetivo, cuando niño nunca discutí esto y lo aceptaba; ya en la adolescencia aceptaba invitaciones de mis amigos a sus casas y comía lo que la madre del amigo de turno me servía… y nunca pude apreciar la bondad de sus manjares según lo que afirmaba su hijo. En unas casas abusaba la buena señora de los condimentos o de la sal, en otras dejaba la comida medio cruda o algo no me gustaba comparado con lo probado en otras casas. Claro que, al final, cuando el amigo que me había invitado me preguntaba por las cualidades culinarias de su madre yo, por cortesía, le decía que tenía razón cuando alababa a su progenitora, aunque en algunas ocasiones yo había comido a las malas por no desairar la bondad de la buena dama; y no me dejaba invitar de nuevo. Hoy, muchos años después, y ya con pocos amigos, porque algunos se fueron del pueblo, otros del país y bastantes de esta vida, todavía escucho decir a unos amargados, descontentos de su señora esposa porque no cocina igual a su madre: “como cocinaba mi mamá no hay igual”. Y hay también los que hablan de las delicias de la abuela, hasta existen restaurantes que ofrecen los platos de la venerable señora. Bueno, dirán algunos, y este que escribe ¿por qué no habla de los platos de la mamá?, la razón es muy sencilla, mi querida madre nunca cocinó, a veces lo hacía mi padre, que era buen cocinero, pero casi siempre tuvimos empleada del servicio doméstico y era la encargada de la cocina, pero algo si les aseguro, mi mujer si es la mejor cocinera del mundo. Edgar Tarazona Angel
  Este artículo se me vino a la cabeza cuando vi un chiste caricatura ilustrado en el cual una pareja lleva un niño a bautizar; el pequeño tiene la cabeza llena de granos y el curita les dice:  - A este nene hay que ponerle penicilina. - Padrecito -responde el campesino, padre del infante- le pone Nepomuceno igual que me llamo yo o lo llevamos donde otro cura. Pues en nuestra patria, y otros países de habla hispana, se tiene la costumbre de registrar al recién nacido o bautizarlo, con el nombre de su papá, de su abuelo o un nombre escogido por la familia; no importa lo estrafalario o de mal gusto que sea. Es muy común entre los campesinos de algunas regiones y los afro descendientes; esto no quiere decir que en las ciudades no se abuse de los pequeñines que llevarán esa carga toda la vida. Conozco personas ya mayores con nombres como Hepaminondas, Estaurófilo, Pancracio, Clotilde, Encarnación, Filiberto, Plutarco, Estadiogeno, Luperkis, Mamerto, Rupertina,  etc.  que no tienen consideración con sus hijos y les acomodan su tremendo nombre. Una costumbre que poco a poco se acaba es la de bautizar a los pequeños con nombres bíblicos o sacados del santoral católico, es así como encontramos: Ciriaco, Bertilda, Cupertino, Eleusipo, Expedito, y la lista es extensa. Y de la biblia ni se diga: Nabucodonosor, Habacuc, Holofernes, Macabeo, Asurbanipal… Otros padres con cierta cultura rebuscan en las mitologías y le acomodan a la víctima: Esculapio. Poseidón, Telèmaco, Agamenon, Clitemnestra, Ganìmedes, Pigmaliòn. Osiris, Tetragranmaton, Patroclo, Perséfone, Calíope, etc. Otros progenitores rebuscan nombres extranjeros y hacen unos combinados graciosos o ridículos: William Guillermo, Leidy Dayana, Lady Wildetrudis, María Jennifer, Arnold Alois Schwarzenegger, y los ejemplos abundan. Y en otros casos inventan los nombres, bastante común en las dos costas colombianas y se encuentran Paribanú, Zorobabelia, Yarleidy, Hasbleidy. Y para terminar este corto recorrido por los nombres que se le acomodan a los bebés, hay parejas que ponen nombres y apellidos completos de personajes famosos; hace unos años abundaron John F. Kennedy, Neil Armstrong, Edson Arantes, Diego Armando Maradona. Hoy se encuentran niños llamados Leonel Messi, Cristiano Ronaldo, Jennifer López, Kim Kardashian, Jorge Mario Bergoglio. Los padres y sus familiares deben pensar, antes de registrar o bautizar a un niño, que el nombre lo acompañará toda la vida y hay nombres que se prestan para burlas y bromas. El niño no tiene la culpa. Este artículo no agota, de ninguna manera, el extenso catálogo de nombres raros (puede que a muchas personas les parezcan atractivos, pero al que lo lleva no) y he sido testigo de matoneo y burlas por nombres como Deo Gracias a quien le decíamos Desgracias; Eucaris se transforma en Ascarides y así muchos otros.  
  El niño sentía, todas las noches, después de que le apagaban la luz del cuarto, que la puerta del armario se abría lentamente y algo misterioso y espeluznante empezaba a salir, la puerta crujía con un sonido misterioso porque las bisagras eran viejas y estaban sin aceitar, el miedo le impedía gritar, pero en un esfuerzo sobrehumano, antes de que lo que fuera que estaba por aparecer saliera, lograba dar un grito que alertaba a todos los de la casa. A los pocos segundos aparecía la abuela en camisa de dormir, prendía las luces y lo consolaba hasta que el sueño lo rendía. Sus padres, sus hermanos y algunos vecinos se quejaban de ese berrido terrible que los despertaba noche a noche y reclamaban a sus padres para que pusieran remedio; ellos lo regañaban y amenazaban con castigos, que nunca cumplían, porque la abuela era la dueña de la vivienda y el infante su consentido. Todo continuó con un cambio grande, le dejaban la luz encendida toda la noche, pero cuando alguien la apagaba el chico sentía chirriar los goznes de la puerta que se abría lentamente. En este mundo todo empieza y todo acaba. Una mañana la abuela no se levantó, ella que era la primera en despertarse y pasar a la cocina a preparar un café para todos. Con el paso de las horas empezó la preocupación hasta que su hijo, el padre del niño, entró y la encontró muerta. Lo demás se supone, llamar un médico, la funeraria, el velorio y el entierro en medio de llantos hipócritas y el desconsuelo del niño que veía partir su única esperanza. Desde esa noche le apagarían las luces, Se acostó temblando y dispuesto a no gritar, ya le habían advertido que eso no era de machos y que todo ese cuento de la puerta que se abría y empezaba a salir un engendro de quien sabe donde sólo estaba en su imaginación. Como todas las noches cuando apagaban la luz, sintió ese ruido escalofriante de la puerta abriéndose, más que ver presintió una presencia maligna y se aguantó las ganas de gritar repitiéndose a si mismo que era su imaginación. En medio de la oscuridad trató de distinguir como una sombra que se acercaba a su cama… Al otro día, como el chico no aparecía en el comedor, sus padres fueron a su alcoba y encontraron el cadáver ensangrentado sobre la cama Edgar Tarazona Angel
  Cuando la potencia sexual empieza a fallar los varones siempre han buscado soluciones para este problema de la disfunción eréctil; hace unos años, a finales del siglo XX, apareció la píldora azul que ha sido la salvación de millones de hombres a la hora de tener relaciones sexuales y librarlos de la impotencia y la vergüenza con la pareja. Pero, ¿antes del VIAGRA, que remedio había para curar la impotencia? Desde épocas muy remotas existió el uso de sustancias que se conocen como afrodisiacos y cuya finalidad es la misma que el medicamento mágico que salva a la población masculina en el siglo XXI, tener erecciones firmes y duraderas.  Estas sustancias eran variadas y algunas bastante exóticas, como polvo obtenido de raspar el cuerno de rinoceronte, por ejemplo. En la historia del mundo y en todos los países se encuentran referencias a los métodos, sustancias y bebedizos utilizados para que a la hora de la verdad el varón no quede en ridículo (pero también hay afrodisiacos para mujeres cuyo fin es despertar o aumentar el deseo sexual, pero no es el tema de este artículo) y quiero mencionar solo algunos para información de mis lectores curiosos; la lista es extensa: ·       Dicen algunos entendidos: Para el hombre el mejor afrodisíaco es la imaginación. ·       Alimentos: son muchos los alimentos que se utilizan para despertar el deseo y la potencia sexual, los más comunes son la miel, aguacate, nueces, hongos, plátano, ají, jengibre, albahaca, chocolate y almendras. ·       Ostras y productos de mar: las ostras, el pescado, camarones y frutos del mar están entre los más efectivos afrodisiacos en todas las épocas, sobre todo las ostras tienen fama de ser muy efectivas. ·       Bebidas con potencial afrodisíaco -         Sangría de kiwi. Haz una sangría utilizando vino blanco, menta fresca, moras y kiwi para lograr un potente afrodisíaco tanto para hombres como mujeres. -         Absenta. -            Cóctel de cardamomo. … -           Bebida de aguacate. ... -            Mango y jengibre… -            Vino. ... -         Limón picante. ... ·         Para la erección. - Ginseng. - Azafrán. - Yohimbina. - Raíz de Maca. - Vino tinto. - Chocolate negro. - Chocolate   Cada uno de los productos o sustancias anteriores merece una explicación, pero esto se convertiría en un ensayo y la idea de este artículo es sólo informar acerca de lo que podían hacer los varones cuando su capacidad sexual disminuía y no existía el señor VIAGRA. En cada país se encuentran yerbas, frutos, sustancias y métodos para solucionar la impotencia crónica o temporal y de afrodisiacos se encuentran referencias en los imperios del pasado como Egipto y Roma. Les dejo la inquietud. Edgar Tarazona Angel
  Siempre los frutos del huerto ajeno son más deliciosos que los propios, nos decía mi madre y era cierto. Lo recuerdo ahora, tantos años después cuando regreso a mis años infantiles en el barrio de mi infancia y vivíamos en un barrio de las afueras de Facatativá en casas con grandes solares donde teníamos arboles frutales de diferentes clases como duraznos, peras, manzanas y matas de uchuvas y otras. El asunto es que en una de las casas vecinas un señor mayor (en esa época nos parecía un viejito) tenía de los mismos árboles y la muchachada estaba pendiente de que las flores se convirtieran en frutos para planear el robo; si, así como suena, nos encantaba robar frutas al viejito, de la misma manera nos metíamos en huertos ajenos a hurtar zanahorias, remolachas y rábanos, no importaba que en algunas de nuestras viviendas los cultivaran, para nosotros robar tenía su encanto, pero volvamos al huerto de don Manuel, que era el nombre del vecino. Su casa tenía un lote vacío al lado derecho y el solar estaba “protegido” por latas de zinc; nosotros cargábamos esa arma que ya no se usa llamada cauchera, flecha o resortera, esa que se armaba en una horqueta con dos tiras de caucho fuerte y una badana donde se colocaba la piedra. El asunto es que un grupo daba la vuelta a la manzana y se colocaba detrás de la casa de Manuel, los demás agarrábamos a piedra las latas y cuando salía el pobre hombre a perseguirnos lleno de rabia, los otros se metían a la huerta y cogían toda la fruta que podían y la botaban sobre las latas; cuando todo se calmaba las recogíamos y comíamos muertos de la risa, aunque la fruta estuviera verde y la de nuestras casas madura y deliciosa. Así es la vida en la realidad, siempre deseamos lo ajeno, sino que lo digan muchas personas, sobre todo los políticos y muchos de sus cómplices. En todo tiempo los productos del huerto del vecino son mas apetitosos que los del propio… y ni se diga de las mujeres ajenas, nada más escuchen la música actual. Edgar Tarazona Angel 
  Una noche, solo en la casa, sin saber que hacer, me dediqué con el control a pasar uno por uno todos los canales que tengo programados en la TV y, de pronto, me encontré un programa llamado ACUMULADORES COMPULSIVOS; el título me pareció interesante y desde entonces, cada vez que me acuerdo veo el programa porque en mayor o menor grado nos refleja a muchos colombianos, y por que no, a muchos latinos. Cada capítulo muestra una persona que guarda hasta bacinillas con su contenido fosilizado porque le recuerdan a un ser querido y el plato con los restos de su último almuerzo, ropa cochina, cuartos en el estado que quedaron suspendidos en el tiempo al fallecer esa persona y muchas cosas más. Pero, también trastos viejos, aparatos dañados, mesas cojas, ropa vieja que ya nadie usará, etc. Me ubiqué en Colombia, mi hermoso y querido país y sacando  cuentas mentales, de acuerdo con mis experiencias personales y mis testimonios visuales tuve que admitir que en un 80%, por lo menos, somos acumuladores, si no compulsivos si nos acercamos a esa categoría; claro que conozco varios enfermos por guardar chécheres viejos o rebujos en cantidades que escapan de lo normal. Es más, en las casas grandes de los pueblos y ciudades existía el cuarto de san Alejo, llamado también de los CHÉCHERES, donde se acumulaban objetos de recuerdo o porque, tal vez, se podrían necesitar en un futuro cercano, necesidad que nunca llegó. Las azoteas son sitios privilegiados para acumular artículos y cosas inútiles, en algunas partes, cuando uno puede estar a un nivel más alto, puede observar triciclos y bicicletas dañados, camas desbaratadas, colchones, llantas de carro (sabiendo que esa familia no posee automotor), sillas de ruedas y, para completar el paisaje arena de construcciones o remodelaciones que se va por las cañerías en cada aguacero, ladrillos, bloques, baldosas y tablas de diferentes tamaños. Invito a mis lectores a que observen las azoteas de su municipio para que comprueben si digo mentiras. Solamente en Medellín y alrededores no encontré acumulación en las azoteas… para eso tienen un cuarto que llaman EL CUARTO ÚTIL, lleno de trebejos inútiles. Uno descubre la cantidad de objetos que ya no sirven en el momento de realizar un trasteo. Ropa que lleva años sin usar, zapatos, cobijas, tendidos de cama, juguetes de los hijos que ya son adultos y profesionales, periódicos y revistas, recibos y facturas que ya nada tienen que ver, gafas rotas, frascos y botellas raras que nunca se ubicaron en un lugar para que se vieran, maletines y maletas con cremalleras dañadas que se guardaron pensando en arreglarlos, marcos rotos de cuadros. Fotografías de recuerdos con personas que no recordamos quienes son… etc. Cuando no tenemos carro pero nuestra casa tiene garaje, este es otro recinto apropiado para guardar trastos inútiles, como todos los que ya enumeré mas repuestos del auto que alguna vez tuvimos, herramientas oxidadas, balones desinflados, tarros con restos de pintura que ya está seca y no sirve para nada, botellas de disolvente, envases de limpiadores, detergentes, brilladores, aromatizantes, espejos rotos, trampas para ratón, jaulas de hámster del niño que ya es veterinario y juegos de mesa, la mesa de ping pon incluida, doblada y recostada contra una pared. Tal vez algún lector pertenezca a esa clase de personas que tienen lo estrictamente necesario, que los hay los hay, pero en general noto un extraño placer en acumular chécheres o trastos inútiles o rebujos o como quieran llamarlos. Llevo tres trasteos en los últimos 15 años y, cada vez que lo hago, debo sacar a la basura o regalar una gran cantidad de objetos que son inútiles para mí, pero veo que los recoge otro acumulador, no sé si compulsivo. Edgar Tarazona Angel      
  Antes de empezar quiero decirles que no lloro, no puedo llorar y es un fenómeno un poco raro que padecemos algunas personas y tiene varias causas; la principal la resequedad de las glándulas lacrimales. Lo curioso del caso es que algunas personas solo tienen reseca la glándula de un lado, lo cual equivale a decir que lloran por un solo ojo… muy cómico me parece. Otras personas, entre las cuales me cuento, tienen dificultad nerviosa para derramar llanto, la verdad no me hace falta, pero pasemos al tema. En muchos pueblos de Colombia, y no sé de otros países, cerca del cementerio de la población, hay una tienda o bar donde expenden licores con el vistoso nombre de LA ÚLTIMA LÁGRIMA. Esto por una costumbre muy nuestra de beber por el difunto después del entierro, de manera que, saliendo del camposanto muchos dolientes, por lo general los hombres, entran a comentar lo bueno (porque no hay muerto malo, según el refrán) que era el occiso. Allí salen a relucir defectos y cualidades y no falta el que, en medios de los vapores alcohólicos, empieza una discusión sobre la herencia u otros temas delicados que terminan en gresca con heridos incluidos y, no falta el caso de otro muerto que recibirá el mismo tratamiento por los mismos allegados, menos el que haya matado al nuevo visitante del cementerio, porque estará en la cárcel (el asesino, no el muerto) Los lectores capitalinos o citadinos incrédulos pueden darse una vuelta por los cementerios de los pueblos que visiten, para comprobar que existe La última lágrima, testigo del dolor, las desavenencias y los chismes que se ventilan al calor del trago, después del sepelio de los seres queridos, y no tan queridos. Ahora con la cremación y la pérdida de muchas costumbres ancestrales, estas tiendas están en peligro de extinción. Hasta el próximo entierro mis dolientes. Edgar Tarazona Angel
  Una noche, solo en la casa, sin saber que hacer, me dediqué con el control a pasar uno por uno todos los canales que tengo programados en la TV y, de pronto, me encontré un programa llamado ACUMULADORES COMPULSIVOS; el título me pareció interesante y desde entonces, cada vez que me acuerdo veo el programa porque en mayor o menor grado nos refleja a muchos colombianos, y por que no, a muchos latinos. Cada capítulo muestra una persona que guarda hasta bacinillas con su contenido fosilizado porque le recuerdan a un ser querido y el plato con los restos de su último almuerzo, ropa cochina, cuartos en el estado que quedaron suspendidos en el tiempo al fallecer esa persona y muchas cosas más. Pero, también trastos viejos, aparatos dañados, mesas cojas, ropa vieja que ya nadie usará, etc. Me ubiqué en Colombia, mi hermoso y querido país y sacando cuentas mentales, de acuerdo con mis experiencias personales y mis testimonios visuales tuve que admitir que en un 80%, por lo menos, somos acumuladores, si no compulsivos si nos acercamos a esa categoría; claro que conozco varios enfermos por guardar chécheres viejos o rebujos en cantidades que escapan de lo normal. Es más, en las casas grandes de los pueblos y ciudades existía el cuarto de san Alejo, llamado también de los CHÉCHERES, donde se acumulaban objetos de recuerdo o porque, tal vez, se podrían necesitar en un futuro cercano, necesidad que nunca llegó. Las azoteas son sitios privilegiados para acumular artículos y cosas inútiles, en algunas partes, cuando uno puede estar a un nivel más alto, puede observar triciclos y bicicletas dañados, camas desbaratadas, colchones, llantas de carro (sabiendo que esa familia no posee automotor), sillas de ruedas y, para completar el paisaje arena de construcciones o remodelaciones que se va por las cañerías en cada aguacero, ladrillos, bloques, baldosas y tablas de diferentes tamaños. Invito a mis lectores a que observen las azoteas de su municipio para que comprueben si digo mentiras. Solamente en Medellín y alrededores no encontré acumulación en las azoteas… para eso tienen un cuarto que llaman EL CUARTO ÚTIL, lleno de trebejos inútiles. Uno descubre la cantidad de objetos que ya no sirven en el momento de realizar un trasteo. Ropa que lleva años sin usar, zapatos, cobijas, tendidos de cama, juguetes de los hijos que ya son adultos y profesionales, periódicos y revistas, recibos y facturas que ya nada tienen que ver, gafas rotas, frascos y botellas raras que nunca se ubicaron en un lugar para que se vieran, maletines y maletas con cremalleras dañadas que se guardaron pensando en arreglarlos, marcos rotos de cuadros. Fotografías de recuerdos con personas que no recordamos quienes son… etc. Cuando no tenemos carro pero nuestra casa tiene garaje, este es otro recinto apropiado para guardar trastos inútiles, como todos los que ya enumeré mas repuestos del auto que alguna vez tuvimos, herramientas oxidadas, balones desinflados, tarros con restos de pintura que ya está seca y no sirve para nada, botellas de disolvente, envases de limpiadores, detergentes, brilladores, aromatizantes, espejos rotos, trampas para ratón, jaulas de hámster del niño que ya es veterinario y juegos de mesa, la mesa de ping pon incluida, doblada y recostada contra una pared. Tal vez algún lector pertenezca a esa clase de personas que tienen lo estrictamente necesario, que los hay los hay, pero en general noto un extraño placer en acumular chécheres o trastos inútiles o rebujos o como quieran llamarlos. Llevo tres trasteos en los últimos 15 años y, cada vez que lo hago, debo sacar a la basura o regalar una gran cantidad de objetos que son inútiles para mí, pero veo que los recoge otro acumulador, no sé si compulsivo. Edgar Tarazona Angel  
  Estamos en un mundo donde cada día aparecen en el mercado nuevos artículos, de todas clases, para simplificar tareas, hacer más fácil ciertas actividades y sobre todo lo relacionado con la informática y el entretenimiento. En este artículo no pretendo desconocer las bondades de muchos de estos adelantos científicos y tecnológicos, no es mi intención, pero me asombra ver la infancia y la juventud sumergidas en un pequeño tablero (que también hay grandes) horas y horas, días tras de días y así pasan los años. Algunos adultos de la tercera edad, entre los cuales me cuento, aprendimos a usar algunas tecnologías y, no puedo negarlo, disfrutamos con ellas. Pero es increíble ver y comprobar cómo, niños y preadolescentes, para no agrandar la cuenta, se sumergen hasta diez y doce horas en un juego de esos que ahora pueden realizar en equipo y a distancias considerables, no importa que los compañeros de equipo o los contendores estén al otro lado del mundo, en mi infancia costaba trabajo, muchas veces, comunicarse con el amigo del otro lado de la calle porque no teníamos permiso. Alcancé a vivir sin televisión, porque no había llegado a Colombia y las noticias se recibían por la prensa o la radio. Crecí en un pueblo donde la señal era pésima y sólo entraba la RADIO NACIONAL y SUTATENSA; para completar la imagen debo decir que sólo existían tres aparatos receptores, que eran del tamaño de una mesa de noche, y pertenecían a tres matronas del municipio: una de mis tías abuelas, la gerente del banco y una de las ricas del pueblo. Miércoles y domingo eran los días del mercado, cuando los campesinos bajaban a la plaza a vender sus artículos y escuchar la radio (Mi tía Emilia abría una de las ventanas que daba a la calle y ponía el aparato a funcionar, pero a la menor señal de desorden lo apagaba y cerraba la ventana), las otras damas no eran tan complacientes. En el RINCÓN DE LOS ESCRITORES publique un largo artículo titulado LOS JUEGOS OLVIDADOS en el cual cuento con detalles la manera como pasábamos el tiempo divertidos y en grupo, de amigos reales de cuerpo presente, los días de nuestra vida. Ahora hasta los amigos se volvieron virtuales y se está perdiendo la noción de amistad verdadera y entorno familiar. Veo en los restaurantes familias completas dizque compartiendo un almuerzo, cada uno con su celular chateando o metido en Facebook, con una concentración total; no hay conversación, ni se miran, es más, ni ven lo que están comiendo, mastican porque es un acto mecánico y así como llegaron salen del establecimiento donde casi nadie los mira porque en la mayoría de las mesas están en el mismo oficio. No soy de los abuelos que dice que todo tiempo pasado fue mejor. Cada época tiene sus aspectos positivos y negativos, pero, esta que estamos viviendo está acabando con la unidad familiar; ya las parejas no quieren tener hijos y prefieren una mascota que hace presencia, pero no discute ni cuestiona, como si lo hace un niño. Por eso me encanta ir a los parques donde todavía se ven niños en los columpios, patinando, jugando con un balón ante la vista de sus padres que, muchas veces están con celular en mano, los acompañan y ni se dan cuenta que se cayeron, pero esos raspones en codos y rodillas son salud mental. Bienvenida la ciencia y la tecnología que facilita el trabajo y muchas labores, pero no cambiemos el aire libre y el ejercicio por aparatos que atrofian la capacidad de pensar y de actuar. Dejemos la pendejada. Edgar Tarazona      
  Yo crecí en dos ambientes muy diferentes, parte en un pequeño pueblo y otra parte en una pequeña ciudad de provincia; en mis anécdotas siempre nombro uno de estos lugares, en la ciudad tuve una pubertad y adolescencia plena; con muchas anécdotas como esta de mi amigo raro. Todos los domingos íbamos en grupo de amigos a cine; uno de los dos teatros presentaba dos películas clásicas de esas en blanco y negro; en ese aprendí a ver buen cine. La otra sala también dos películas, pero del cine latinoamericano y español. Entre los clásicos vimos varias películas de terror, no podían faltar Drácula, Frankenstein, la Momia y otras que después les cuento en otro artículo. Pues les recuerdo que Frankenstein es el nombre del científico que arma un ser con pedazos de cadáveres y le da vida. Para nosotros no faltaba la oportunidad de acomodar un apodo a quien tuviera el mínimo parecido con algún monstruo y así en el barrio y sus alrededores habíamos ubicado sobrenombre a tantos que, algunos hasta ya habían olvidado su propio nombre y sólo respondían al alias. Uno de nuestros conocidos sufrió un terrible accidente de carretera y duró varios meses internado en una clínica donde le reconstruyeron todo lo que se le había partido y dañado: cara, piernas y brazos, costillas y otras cosas más. Salió tan lleno de cicatrices y moretones que, de inmediato lo asociamos con el monstruo y quedó bautizado Frankenstein; a el le pareció gracioso, también había visto la película y, años mas tarde cuando triunfó como cantante en USA, siguió usando su apodo. Edgar Tarazona Angel
Cada año, en Colombia, el día de la madre registra el mayor número de peleas caseras, riñas callejeras y homicidios; no lo digo yo, lo dicen las estadísticas de la policía nacional; los datos de Medicina Legal nos dicen que entre el 2009 y 2018, 1493 personas fueron asesinadas durante el fin de semana de la celebración a las madres. El 9% fueron hombres y el 9% mujeres. Y las ciudades con más muertos fueron Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Pereira, Cúcuta y Cartagena. Este día, dedicado al ser más querido para la mayoría de nosotros, aumentan los hechos de sangre por variadas razones que paso a exponer, basado en los informes de los medios de comunicación y mis propias conclusiones. Lo relato a mi manera. El primer causante de violencia durante esta celebración es el alcohol, que se consume en grandes cantidades. Las familias se reúnen alrededor de la imagen materna, pero sobre todo llevan desde el día anterior cerveza, tragos diferentes y champaña para el brindis. Son los varones los que deciden que tomar, que comer y como repartir todo. Las mujeres de la familia decoran la sala y preparan los alimentos, La mayoría de las veces. En estratos altos se reúnen en un restaurante o sitio social donde se paga y atienden la familia. Este artículo se refiere a estratos 1, 2 y 3. Los hijos, por lo general en familias numerosas, compiten a ver cual le lleva el mejor regalo para demostrarle su amor que, muchas veces, es un utensilio de cocina, una plancha o un electrodoméstico que de ninguna manera es para la señora. Y, ¡Ay de aquel! Que se presente sin obsequio. Al principio son los reproches, pero, al calor de los tragos aparecen las ofensas y las agresiones, conocí una familia de diez hijos (4 hombres calmados y 6 mujeres peleadoras) que después de la media noche salían a la calle a darse en la jeta para que la mamá no se diera cuenta y, claro que se daba cuenta, con la gritería de sus hijos y toda la cuadra, se despertaban hasta los ratones muertos. Algunas familias hacen fiestas ruidosas y llevan mariachis que le agradan a la madrecita, pero como no invitan, los vecinos se enojan y van a pedir que se callen. Ahí empieza otro problema. La madre homenajeada llora, su marido, ya con mucho trago en la cabeza, sale a discutir con los “envidiosos” y palabra va, palabra viene, empiezan los insultos y después las trompadas con ayuda de algunos vecinos camorreros que tampoco fueron invitados a la fiesta. Hasta ahora no he nombrado armas de ninguna clase y de estas trifulcas solo resultan narices y bocas rotas y algún descalabrado. Son disgustos digamos que normales. Cambiando de escenario y en un contexto parecido, de pronto alguno sacó navaja o puñal y cae el primer herido; recordemos que están en su casa con acceso a los cuchillos de la cocina, si señor que ahora si corre la sangre; al principio cité el número de muertos, pero no los heridos que, en el mismo lapso, suman casi 6.000 y estas son cifras aproximadas porque muchas trifulcas no son reportadas porque se dan entre familiares que no demandan. Por último, los fallecidos.  Cuchillos, balazos, botella, machete, palos, etc. Son muchos los objetos que ocasionan los decesos de los hijos amantes de su madre que perdieron la vida por desavenencias con sus hermanos y familiares, vecinos disgustados, atracos en la noche cuando salieron a comprar más trago. Algunas muertes se dan por conflictos de pareja; ella tiene nuevo novio o esposo y está celebrando donde su familia cuando aparece el primero y arma el problema, también puede ser al contrario. Lo cierto es que, por demostrarle amor a la madre hermosa, muchos colombianos pierden la vida, la salud o la libertad. Ojalá este año 2019 sea la excepción y las mamás puedan tener su celebración en paz. Mi madrecita decía que todos los días deben ser de la madre y no ameritaba un solo día especial.
  Hasta los super héroes y los villanos tienen días pésimos y sufren accidentes, a mi muchas veces no me creen, pero les aseguro que esta historia es verídica y me la envió un amigo que vive en Transilvania, la milenaria ciudad del Conde Drácula y sus vampiros. En realidad, la historia solo habla de uno, pero el cine, la TV y la literatura se encargaron de conseguirle novias y la historia de que todos los mordidos se convierten en vampiros. Dice mi amigo que en el diario de la ciudad apareció un día un gran titular con la noticia de que el Gran Drácula estaba hospitalizado a causa de un terrible choque contra un muro cuando volaba a gran velocidad, antes de que saliera el sol y se rompió muchos huesos y perdió sangre. Sus familiares vampiros lo llevaron de urgencias al hospital vampiresco, y se hizo necesaria una transfusión de sangre, pero ninguno podía darle, eso no se puede entre vampiros, esperaron la llegada de la noche para salir a buscar un donante y el único que se apareció fue un drogadicto en pésimo estado. Olvidaba decirles que en Transilvania tan pronto oscurece todo el mundo se encierra por miedo. No hay que olvidar que esta clase de vampiros es relativamente inmortal mientras no se les meta una estaca en el corazón o una bala de plata bendecida. Pues el señor Drácula se recuperó y despertó con una terrible ansiedad de consumir, no sangre sino cualquier droga, en adelante ningún jíbaro estuvo a salvo de los colmillos del Príncipe de las tinieblas que rondaba las noches en busca de alucinógenos para trabarse. Y maldecía a toda hora a los médicos infrahumanos que le hicieron la transfusión. Hasta donde me cuenta mi amigo, cuando no encuentra droga el pobre se mete unas borracheras de espanto y se chupa hasta el agua de los floreros del cementerio. Edgar Tarazona Angel      
Para empezar, quiero decirles que soy un jugador ocasional, no sufro de ludopatía y puedo retirarme de cualquier juego en el momento que lo desee. Hago esta aclaración porque los ludópatas, o jugadores adictos, son enfermos (lo dice la OMS) de una obsesión que los impulsa a seguir jugando hasta acabar con todo el dinero que llevan en sus bolsillos o carteras y, en algunos casos salir a buscar más para seguir perdiendo. Según los psicólogos especialistas en comportamiento humano esta clase de enfermos no juega para distraerse o ganar, para nada, juegan para perder,Dirán algunos que eso no es cierto, pero a mi me consta que sí, lo digo como testigo directo que ha visto perder cantidades alarmantes y ver al jugador llorando pedir que le cuiden la máquina mientras salen a buscar más dinero… y regresan a seguir perdiendo. Y, ¿es que nadie gana?, por supuesto que sí, los dueños de los casinos y los que cobran premios y se retiran, como yo.Quiero aclarar que hablo de los casinos populares, esos que abundan en todas las ciudades y pueblos y funcionan con las llamadas “maquinitas” que, en lejanos tiempos recibieron el nombre de tragaperras en USA, de donde son originarias y que consisten en un tablero donde giran unas figuras que deben alinearse para dar premio. Antes solo venían con tres columnas, números y algunos dibujos como campanas, cerezas y corazones, ahora traen hasta diez columnas y cada vez son más vistosas, pero siguen el mismo patrón, deben alinearse varias figuras iguales.  En estos casinos la máquina más conocida es la ruleta, pero en algunos hay Black Jack donde se juega con una baraja y el tallador siempre es el mismo; croupier que llaman. Claro que se puede jugar Póker en maquinitas diseñadas para eso; no me gustan, prefiero las que llamo de muñequitos, que igual tienen como función desplumar incautos. Ustedes me preguntarán “¿y, ¿dónde aparecen las cabezas blancas?”, ya les contesto.Así como los niños y los jóvenes han caído en la trampa de los juegos electrónicos, algunos venerables ancianos han sido atrapados por los casinos con las famosas maquinitas. Cualquiera lo puede comprobar cualquier día si se asoma a uno de los innumerables casinos que abundan ahora por todas partes y verá que, por lo menos, el cincuenta por ciento de los jugadores son adultos de la tercera edad, con sus cabezas blancas, algunos con el bastón al lado y, no se asombren, también los hay en silla de ruedas llevados por una persona más joven a dejar dinero en estas máquinas que de vez en cuando devuelven algo, como ya les comenté, pero que los jugadores empedernidos vuelven a jugar hasta quedar sin cinco.Lo más triste del caso es que estos venerables ancianos (de ambos sexos, porque a veces son más las mujeres mayores en los casinos que los varones) abundan en cantidad los días de pago de sus pensiones y con frecuencia tienen que llamar algún familiar a que se los lleve para la casa. Y otras que me entristecen son las amas de casa con su bolsa para el mandado y los recibos de agua y luz que se sientan a probar la suerte y van sacando de la cartera billete tras billete para meter al aparato fatídico que, tal vez, les multiplique su dinerito… de pronto, se sueltan a llorar porque se gastaron todo lo del mercado y los servicios y no saben como responder al marido. Triste pero cierto.Edgar Tarazona
  Esta historia no es inventada, me la contó un taxista de Medellín mientras hacíamos el recorrido de la Terminal Norte hasta mi casa, muy simpático y charlatán como la mayoría de los paisas y, para no desentonar, de pronto el tema se dio por el trago y las festividades que tanto gustan en este departamento. Más o menos en la mitad del recorrido, por la avenida Regional, rumbo al sur de la ciudad, pasamos por el frente de la FÁBRICA DE LICORES DE ANTIOQUIA y allí nuestro chofer suspiró y dijo que nos iba a contar una historia que le ocurrió a uno de sus tíos; y nos aseguró, casi con juramento que era la pura verdad. Un hermano de su señor padre abusaba diariamente de las bebidas espirituosas, por no decir alcohólicas y, como se puede suponer, era un alcohólico de marca mayor, si es que entre borrachines se puede hablar de marcas personales. Porque trago si beben de todas las marcas y por mayor. El caso es que este tío acabó hasta con el nido de la perra, como se dice popularmente, gastando en trago, mujeres y juego todo el patrimonio familiar del hogar que tenía con su legítima esposa quien, al ver este desastre lo echó de la casa. Tan de malas el tipo que la amante también lo mando para el carajo (siempre he preguntado donde queda, pero nadie me da razón, sospecho que está muy lejos). El pobre hombre, como siempre sucede, le pidió a su madre (la de él) que lo acogiera en su casa y, como las madres tienen el corazón tan grande y blando lo aceptó, pero le advirtió que solo la posada y ni un peso para ningún gasto y menos para licor. Don Gilberto, que así se llamaba el borrachín, salía todos los días a caminar y entraba en los bares y cantinas donde alguna vez gastó hasta el último centavo a ver si algún alma caritativa le socorría, por lo menos, una cerveza. Al principio le gastaban algún trago, pero al paso de los días nada de nada. Recordó que la fábrica de licores ya nombrada quedaba a unas diez cuadras de la de su madre y todos los días empezó a caminar hasta dicha empresa. Desde que empezaban a entrar los obreros hasta la hora de la salida, Gilberto se sentaba en un lado de la puerta, no para ver entrar y salir gente y carros sino para aspirar el olor del alcohol (eso nos contaba el chofer) y al terminar la tarde ya se iba borracho para la casa. Pasaron cinco años de borracheras odoríferas (o sea por el olor para los que no entendieron) y el alcoholismo del tío llegó a limites tristes y dolorosos; de pronto empezó a ver visiones y el médico dictaminó Delirium tremens y cirrosis hepática. Dia tras día el hombre se agravaba, pero no dejaba de ir a postrarse en la puerta de la fábrica. Un día empezó a ver visiones aterradoras y a convulsionar, dl portero pidió ayuda y cuando llegó la ambulancia Gilberto había estirado la pata, como quien dice estaba muerto. Aquí, en este punto nuestro chofer terminó su cuento y como ya habíamos llegado le pagamos y bajamos maletas, hasta el día de hoy no lo he vuelto a encontrar. Como yo soy muy curioso y la historia no me convenció, decidí ir a la Fábrica de licores a comprobar el olor. Me sorprendí a no sentir ningún aroma raro. Pensé que, tal vez, tenía la nariz tapada así que regresé varias veces solo o acompañado y jamás olimos nada parecido a trago de ninguna índole. Pura paja del chofer paisa, jajaja. Y como no quería tragarme el cuento yo solo por eso lo comparto. No se emborrachen con olor, jajajaja. Edgar Tarazona Angel
  Ya en el séptimo piso de la vida más un año, o sea 71, echo miradas atrás y no puedo decir que todo tiempo pasado fue mejor, sólo fue distinto, para bien o para mal todo ha cambiado y seguirá cambiando; recorro los sitios donde vivimos con mis padres y hermanos y, en algunos pueblos, ya no queda nada del ayer lejano. Estoy haciendo un inventario mental y fotográfico para guardar esos lugares a los que, con seguridad, ya no regresaré. Y no son únicamente las casas, las calles, los caminos, también son las personas; pregunto por mis amigos y compañeros de juegos y de colegios y ya nadie da razón, los pocos que me encuentro se ven más viejos que yo, la mayoría no me reconocen, pero sonríen cuando empiezo a enumerar anécdotas de ese pasado compartido. Unos salieron de los pueblos o pequeñas ciudades donde pasaron mis años, otros murieron en diferentes años y circunstancias y de la mayoría nadie sabe que pasó. Una canción de José Feliciano me inspiró este artículo; “ya mis amigos se fueron casi todos, los otros partirán después que yo…”, es la ley de la vida; todos sabemos dónde nacimos y donde crecimos y como transcurrió nuestra existencia en este mundo, pero nadie sabe cuándo le toca el turno de partir. Supe de compañeros con muertes tristes por una enfermedad o un accidente, otros abandonados en ancianatos, que ahora llaman casas de la tercera edad y unos pocos en la calle pidiendo limosnas para sobrevivir. Por razones que desconozco tengo salud y una apariencia de diez o doce años menor, hoy, por Facebook me preguntan cual es el secreto y no se responder; puede ser herencia genética (mi abuelo vivió 105 años y otras personas de la familia llegaron a los cien). No puedo decir que es por mi alimentación o una vida ordenada, al contrario, fumé y bebí demasiado y cuando sentí que el daño era muy grande paré de fumar y años más tarde de beber licores.   Hoy quiero decirles adiós a los muchachos (canción de Daniel Santos) que ya se fueron de la vida, saludar a los que permanecen vivos, pero desconozco su paradero y agradecer a todas las personas que me siguen acompañando en este tránsito por los caminos de la vida, hoy 27 de agosto de 2019, doy gracias a Dios, como yo lo concibo, por todo el tiempo vivido y los días o años que me preste por vivir. Gracias, muchas gracias a mis lectores, a TEXTALE, que me abrió las puertas hace varios años para publicar mis escritos. Soy feliz por todo lo que tengo, sobre todo por mi familia. Abrazos. Edgar Tarazona Angel
  Estoy aburrido de escuchar consejos acerca de lo que debo comer y todo lo que debo dejar de hacer en materia alimentaria, dizque por salud y bienestar, porque estamos en un momento de la historia en que todo el mundo se preocupa por la salud de los demás. En periódicos, revistas, noticieros, programas especializados de radio y TV me inundan con reglas y normas de como mantenerme sano si como algunos alimentos y elimino de mi dieta otros altamente dañinos. Según los profetas alimentarios hay muchos productos que producen cáncer, otros suben la tensión arterial, muchos engordan algunos atacan el hígado, los riñones y, hasta el cerebro. La verdad me mamé (expresión colombiana para indicar saturación de algo, no de succionar; una mujer mamona es fastidiosa, no otra cosa). Como nunca aprendí a cocinar en mi familia los que si lo hacen siguen algunas de esas normas, por fortuna no demasiadas y yo le dediqué tiempo al análisis de este tema. En mi familia hay dos casos extremos relacionados con salud: mi abuelo Rodolfo vivió 105 años y comió de todo, fumó tabaco y bebió aguardiente, además era un carnívoro de miedo, y sólo en los últimos dos años sufrió quebrantos de salud (por supuesto que en su larga vida tuvo gripas, caídas, dolores de cabeza, etc. Pero nada grave). La otra persona es mi tía abuela Ricarcinda (algunos no me creen, pero así se llamó) que alcanzó la tierna edad de 101 años y fue todo lo contrario de mi abuelo; debo aclarar que el abuelo por parte de padre y la tía por parte de madre. Ella fue muy frugal en su alimentación, nunca fumó ni bebió ni fornicó; murió virgen; y prácticamente era vegetariana, a escondidas le daba su porción de carne a los perros de la casa. Me molesta que me receten, así sea con buenas intenciones, las dietas de moda y adiciones nutritivas para mi bienestar. Pasé de 70 años y no he sufrido enfermedades graves; lo mismo que mi abuelo como de todo, me encanta la carne, fumé y bebí trago, pero los abandoné, eso si por salud, no porque me los prohibieran, sentí que me hacían daño y eso si lo tengo bien claro, lo que no sirve que no estorbe. He compartido espacios laborales y sociales, a lo largo de mi vida, con fastidiosos que se preocupan por mi salud y mi manera de tragar; no sé si será un consuelo, pero varios ya se han ido de este mundo… con buena salud. No quiero ser un cadáver saludable. Como lo que me gusta y trato de no abusar de esas delicias de las panaderías y los postres, bebo mucha agua y también hace unos años abandoné las bebidas gaseosas y las cambié por jugos y frutas. Me siento bien, no sigo dietas, no le pago a Herba Light o como se llame para que me preparen unos menjurjes por los que debo pagar y asistir todos los días. Mi sugerencia para los que se quieren conservar bien es: Vivan en paz consigo mismos que lo demás llega por añadidura, como decían los abuelos. Edgar Tarazona Angel
Las caucheras, resorteras o inapropiadamente llamadas hondas, eran un arma que usábamos los niños del pasado para causar daños. Por lo general estaba compuesta por una horqueta en forma de Y de madera o de hueso; dos tiras de caucho de unos 40 centímetros y una badana donde se colocaba la piedra o la bola de cristal (esta última era de niños ricos por el costo, después se hizo popular en las confrontaciones con la Policía porque podía quebrar los escudos. Los niños provincianos en general teníamos arsenal de caucheras que escondíamos es diferentes lugares de las casas o en escondites secretos en el campo. Esta precaución porque cada vez que había daños considerables como vidrios rotos, tejas quebradas o cabezas descalabradas, todos los padres hacían una redada buscando estas armas y las quemaban en la estufa. Si, en la estufa; es que es esa época todas las casas tenían estufas de carbón y allí se incineraban nuestras amadas caucheras. Una de las competencias normales era el tiro al blanco, por lo general utilizábamos las latas de los comestibles como sardinas y atún, no muy comunes en esos tiempos, además las mamás y las abuelas las usaban para sembrar maticas; bueno, a veces esas maticas eran el blanco y muchas muendas de rejo se debieron a esa práctica. También recogíamos frascos y botellas y los llevábamos lejos por aquello del reguero de vidrios. Como en la vida todo cansa decidimos buscar nuevos pasatiempos y salíamos a recorrer los campos de la sabana de Bogotá a matar pajaritos. Recuerdo a mi amigo Manuel G. el campeón indiscutible de la cauchera asesina, en una jornada podía matar 30 o más copetones y chisgas (avecitas extinguidas, creo que nosotros colaboramos en ese crimen), pero de nuevo nos aburrimos y decidimos jugar vaqueros e indios (imitando las películas de la época), pero, en lugar de actuar como los demás niños con armas de juguete, nosotros nos enfrentábamos a física piedra y ni modo que el herido alegara que no me dio (como sucedía con las pistolas de juguete), ahí comenzó la decadencia de nuestras amadas caucheras. Muchos descalabrados y cicatrices por todas partes. Olvidaba decir que nos enfrentábamos a muerte con los vecinos de otro barrio que traían refuerzos de personas mayores, pero los maestros en el arte de la cauchera éramos nosotros y los sacábamos corriendo. Por supuesto, llegaron las demandas y la policía citó a nuestros progenitores. Con caución de por medio y palizas en cada casa, con cremación de caucheras, el placer de la cacería y las batallas a piedra se fue perdiendo. Además, llegando a la pubertad dejamos de lado la piedra y nos aficionamos al fútbol, por derecha las niñas empezaron a ir a nuestros partidos y una cosa va y otra viene el amor acabó definitivamente con la alegría de las caucheras. Nuestros hermanos menores no disfrutaron de este deporte porque todas las armas habían desaparecido en la hoguera de la Inquisición. Edgar Tarazona Angel
  Las penas de amor nos meten en la cabeza ideas que, en completo dominio de nuestras emociones, jamás pensaríamos ni por asomo. Eso me ocurrió hace años por un despecho amoroso que casi me mata. El amor de mis amores de ese momento me terminó, y yo pensé que también estaba terminando con mi vida y lo único que deseaba era morirme; quedé como un zombi sin rumbo y sin voluntad para nada. Los que han sufrido una de estas decepciones me entienden. Lo que se siente es una mezcla de tristeza, rabia, rencor, dolor por todo el cuerpo, pero uno se toca y no le duele nada, ganas de gritar, de huir sin saber a dónde. Pasan las horas y, en esa confusión de sentimientos y emociones uno está mas desorientado que una cucaracha en una fiesta de gallinas y se piensa en todo, desde morirse de una vez hasta humillarse y pedir perdón a ver si la infame se conduele y nos acepta de nuevo. Bueno, yo nunca he sido de esos, así que ya que ella lo quiso pues le iba a dar gusto; una vez le juré que no podía vivir sin ella, así que decidí morirme… de mentiras, claro está y armé un plan perfecto sin compartirlo con nadie porque la vida me enseñó que un secreto está a salvo entre tres con la condición de que dos estén muertos. Como mi ex amor vivía en otro pueblo cercano al mío, eso me facilitaba el éxito de mi gran idea. Esta se me ocurrió al pasar por una funeraria y ver los avisos con el nombre del difunto, las personas que invitaban al funeral y la iglesia y la hora de las honras fúnebres. Fui a la imprenta de otro pueblo donde no me conocían y mandé imprimir treinta avisos fúnebres con mi nombres y apellidos (para que no hubiera dudas). Mis amigos invitando al sepelio que debía realizarse en una iglesia ficticia de la capital de la república sin dirección. El nombre del templo si era real pero en la ciudad existen por lo menos veinte iglesias con el nombre de san José, de esta manera si ella quería en medio de lágrimas despedirme en mi última morada no podría encontrarme (eso imaginaba yo en medio de lágrimas y con una botella de licor sobre la mesa) Fui al pueblo de mi amada en la noche anterior a mi fingida ceremonia mortuoria y busque al mandadero del pueblo, que no me distinguía y le pagué para que pegara los avisos por todo el pueblo, pequeño, por cierto. El primero al frente de la casa de ella. Olvidaba decir que yo era un joven independiente y mi familia vivía en una ciudad lejana, así que madrugue a la terminal de transportes de la capital y tomé el primer bus que salía para donde vivían mis familiares. Como era una época sin internet ni celulares era muy difícil ubicar a cualquier persona, de manera que me di un mes de vacaciones antes de aparecerme por el pueblo donde estaba viviendo y trabajando. Con los primeros amigos que me encontré casi se mueren del susto al verme. Yo había olvidado que estaba muerto y nadie sabía la verdad de mi deceso. Palabras van y vienen con emociones encontradas, unos querían abrazarme y felicitarme y otros deseaban lincharme, al final reímos todos y celebramos en la Ultima Lágrima (Tienda de todos los pueblos junto al cementerio) la broma macabra que hice a mi ex. A propósito, me comentaron que estuvo desesperada buscándolos para averiguar que era lo que había pasado y, por supuesto, ellos tampoco sabían nada. Parece que mi muerte le afectó tremendamente los nervios y la internaron unos días en una clínica de reposo para que se recuperara. Bueno mis lectores, esta es una historia de verdad. A ella la olvidé pronto y pasaron varios años antes de que se enterara de la verdad. Pero le dolió y eso me dejó satisfecho. Aprendan para cuando se les ofrezca. Edgar Tarazona Angel
  Este poema, escrito por Julio Flórez, poeta colombiano que se distinguió por salirse de las normas sociales y académicas, narra el enfermizo amor de un hombre por su amada y lo mejor para describirlo es transcribir íntegro el poema, que también tiene versión musical con varios cantantes, el más recordado Julio Jaramillo. Los versos son como siguen: BODA NEGRA (Julio Flórez 1867-1923) Oye la historia que contome un día el viejo enterrador de la comarca: era un amante a quien por suerte impía su dulce bien le arrebató la parca.   Todas las noches iba al cementerio a visitar la tumba de la hermosa; la gente murmuraba con misterio: es un muerto escapado de la fosa.   En una horrenda noche hizo pedazos el mármol de la tumba abandonada, cavó la tierra… y se llevó en los brazos el rígido esqueleto de la amada.   Y allá en la oscura habitación sombría, de un cirio fúnebre a la llama incierta, dejó a su lado la osamenta fría y celebró sus bodas con la muerta.   Ató con cintas los desnudos huesos, el yerto cráneo coronó de flores, la horrible boca le cubrió de besos y le contó sonriendo sus amores.   Llevó a la novia al tálamo mullido, se acostó junto a ella enamorado, y para siempre se quedó dormido al esqueleto rígido abrazado.   Impresionante, por decir lo menos, parece el guion de una película de terror, de esas que están de moda, no le falta nada ´para competir con el ARO, los Zombis y otros personajes siniestros: cementerio, novia muerta, amante desquiciado, noche, esqueleto, necrofilia (para los que no saben, es tener relaciones sexuales con cadáveres). Sólo lleven a su mente las imágenes que sugieren las palabras del poeta y tienen la película completa; al final muere abrazado al esqueleto. Muy romántica escena, digo yo, como para enseñarle a los niños de Kínder. Otro día les cuento más sobre Julio, que acostumbraba emborracharse y darle serenatas a los muertos del cementerio de la ciudad o pueblo donde viviera en el momento, con el consiguiente escándalo de los vecinos. Edgar Tarazona Angel
  Cada vez que algún familiar o amigo ingresa a un hospital trato de evadir el compromiso de la visita. De la misma manera las pocas veces que he padecido la situación de estar hospitalizado les pido a mis allegados que no me visiten y, si lo hacen, sean breves y se limiten a preguntar y comentar lo indispensable o necesario; hago énfasis en esto por lo siguiente: A pesar de estar prohibidas las comidas fuera del menú del hospital, los visitantes presumen de que uno está aguantando hambre y le llevan pollo asado, sándwich, gaseosas y otras comidas y bebidas que, en muchos casos agravan al paciente. No faltan los imprudentes, por lo general señoras lengüilargas que sueltan comentarios de esta clase: lo veo muy desmejorado; una vecina murió de lo mismo que usted tiene; no se deje operar que mi tío murió en la mesa de operaciones de lo mismo que usted tiene; yo le aseguro que después de la operación a usted le toca vivir el resto de sus años en silla de ruedas. Provoca ahorcarlas, pero el pobre enfermo en su lecho, con tubos por todas partes y mascara de oxígeno no puede protestar. Otros visitantes olvidan que están en una clínica donde hay enfermos de muchas dolencias y requieren silencio y respeto, a estos también provoca exterminarlos y son esos que hacen visita de chismorreo y comentan todo lo que pasa en el barrio, agregando notas picantes a sus chismes; que muchacha está embarazada, cual señora tiene amante, las que se operaron de los senos o las nalgas y todo esto acompañado de expresiones de fingida sorpresa y carcajadas; hasta que se asoma una enfermera y les pide silencio. Algunos familiares, que jamás se acuerdan de uno, se aparecen compungidos a mirar el estado en que se encuentra el enfermo; algunos llegan pasados de tragos y les da por abrazos y besos de condolencia. A mi me pasó que uno de esos personajes al inclinarse a darme el abrazo perdió el equilibrio y me cayó encima, su codo se incrustó en la herida y tuvieron que coserme de nuevo en medio del dolor más atroz y de madrazos contra el maldito borracho que se disculpó y salió para la tienda más cercana a seguir bebiendo. No me gustan las visitas de enfermos, no hacerlas ni que me las hagan, por los motivos ya expuestos y otros que faltan y mis lectores ya sabrán agregarlos en su mente. Odio esos entrometidos que saben más que los médicos y decretan muerte prematura o comparan con otros enfermos de los mismo que quedaron inválidos y cosas peores. Si ustedes, amigos lectores, son de estas personas que describí, absténganse de visitar hospitales y, si son del grupo que no gustan de visitantes, digan a las personas que los quieren que no rieguen el cuento de su hospitalización. Si uno se muere en la operación por lo menos que no se lleve un mal genio a la tumba. Edgar Tarazona Angel
  “Ya mis amigos se fueron casi todos Y los otros partirán después que yo Lo siento porque amaba Su agradable compañía Mas es mi vida, tengo que marchar…”   Así dice la canción de José Feliciano y su letra me llega en un momento de vida donde parece escrita para mí. Muchos de mis amigos se fueron del país, otros viven en diferentes ciudades a la mía y no aparecen en las redes y nadie da razón de su paradero, pero otro grupo, también grande, se marchó para siempre porque ya no están en este mundo. En algunos casos he publicado un escrito sentido por el fallecimiento del amigo de turno que dejó esta vida; no siempre escribo y no siempre me entero a tiempo de su deceso y, a pesar de no ser muy sentimental y blando del corazón, pienso que con su partida algo muy dentro se quebró, sobre todo con algunos como Orlando Malo y su hermano Nicolás Colacho, que se fue la semana pasada. A la altura de mi séptima década la lista es extensa y, como dice la canción, otros partirán después que yo; nadie sabe cuándo, cómo ni dónde le toca su hora. Pienso que así es mejor, ¿Que tal vivir a sabiendas las respuestas a estos tres interrogantes? Prefiero seguir mi transcurrir en el mundo sin afanarme por el momento en que me toque salir. Todos los seres vivos tienen que morir, es ineludible. Edgar Tarazona Angel
Los jóvenes de todas las épocas han sido y seguirán siendo rebeldes, quieren ser diferentes y una de las maneras es llevarle la contraria a los mayores y, para esto hay muchas maneras de lograrlo: una es la moda, el peinado, la música, el vocabulario y otras más. Pero en este artículo voy a contarles mis experiencias personales, por lo menos las que no pueden afectar a nadie más. Lo más grave es que los mayores piensan que se las saben todas y creen que todas las trabas son iguales y que se parecen a una borrachera. Dicen está enmarihuanado o está volando… Soy de los sesentas y eso quiere decir que era un adolescente en esos años; muchos se equivocan afirmando que son de los sesentas o setentas porque nacieron en esas décadas, eso no es así, es haber participado activamente de la rebeldía de los adolescentes que estaban entre los quince y dieciocho años en esa franja de tiempo. A mi me llegaron los Beatles al internado de hombres en Zipaquirá por intermedio de otro muchacho de Bogotá que metió en el colegio todas las modas del momento, por supuesto, no todos nos atrevimos a seguir su ejemplo, los muchachos campesinos y de provincia seguían obedientes las normas impuestas por sus mayores (esos no pueden decir que vivieron los sesentas). Con los mechudos de Liverpool nos llegan las ganas de dejarnos crecer el pelo, escuchar su música y otros grupos a todo volumen y desesperar a los mayores, por supuesto, cuando ellos empiezan a consumir marihuana, nosotros también. Olvidaba decir que comencé a fumar a los trece años y probé la maracachafa a los 16. Ni se diga beber licor, al mismo tiempo que cannabis y otras sustancias que ya les voy a nombrar: 1.    LAS PEPAS. En esos lejanos años algunas píldoras o pastas tranquilizantes eran de venta libre como el Diasepan, Librium, Valium y otras menos efectivas; al consumirlas solas solo daban sueño, pero como andábamos cortos de plata las mezclábamos con la cerveza o el trago para acelerar el efecto. Ahora son de venta controlada porque pueden causar adicción. Uno de mis amigos se habituó a ellas y ha estado en tratamientos. 2.    LOS HONGOS. Y no cualquier clase de hongos, son los que crecen en el estiércol de vaca en los potreros, se consumen recién arrancados porque si no pueden ser venenosos, por lo memos eso nos decía un consumidor permanente, y los rociábamos con leche condensada. Yo los probé una sola vez porque el viaje fue espantoso (Se pueden leer los efectos en la novela de Andrés Caicedo QUE VIVA LA MUSICA) 3.    LOS CACAITOS. En la sabana de Bogotá, y en otras partes, abunda una planta que llamamos cacao sabanero, por el parecido de su fruto al cacao verdadero, también se conoce como borrachero y de ese fruto se extrae la escopolamina que ha servido para adormecer a personas y robarlas, lo malo es que una dosis exagerada puede matarlas. Nosotros no éramos ladrones, cogíamos el fruto y sacábamos las pepas, las poníamos a secar y las cargábamos en el bolsillo para mascarlas a la hora de clase o cuando estábamos aburridos, el efecto es adormecedor, empezando por la lengua; de manera que estábamos de cuerpo presente en la clase pero de mente ausente, no me gustó nunca el efecto. 4.    LA COCAINA. Este si me encantó, para mi fortuna leí mucho sobre personajes importantes como Maradona llevado del demonio por consumirla. Yo la aspiré unas cinco veces y el efecto me parecía genial; se disipaba el hambre, la sed, el frio, me daba energía para todo y disipaba gran parte de los efectos del licor. 5.    De pronto aparecen las drogas duras en Colombia, ya las estrellas de la música y el cine las estaban usando, pero aquí llegaron con demora. Me refiero al LSD, la heroína, la morfina que se usaba para fines médicos comienza a penetrar en los estratos altos. Estas jamás las probé, tal vez porque estaban muy lejos de mi bolsillo, todas las anteriores si. Cuando renuncié definitivamente a meter en mi cuerpo sustancias adictivas aparecieron el EXTASIS, el bazuco y otras que ahora usan los jóvenes. ¿Por qué digo que me salvé de ser drogadicto? Fumé durante 19 largos años, entre dos y tres cajetillas diarias; tosía a toda hora y me levantaba con la garganta reseca y casi ni podía hablar. Bebí durante casi toda mi vida y hace 16 años no pruebo una gota de licor, no me lo prohibió nadie, no cambié de religión no me amenazaron de muerte los médicos, algo dentro de mi se rebeló contra esas sustancias.  Unos treinta años antes después de fumar marihuana con unos amigos y ver las estupideces que hacían me vi reflejado; unos reían como imbéciles, otro lloraba, otro alegaba con Dios y el universo, me dije esto es para pendejos y no volví a tocarla. Con los hongos ya lo dije, fue un solo viaje de miedo y nunca en la vida intenté repetir la experiencia. Las pepas si me acompañaron varios años, me ayudaban a tranquilizarme, pero vivía como zombi y me sentía estúpido, además ya no tenían venta libre y eso ayudó a romper con esa adicción, no era fácil conseguirlas. La verdad sea dicha, la cocaína si me encantó, para mí, era la solución para mi cansancio, el frio de la sabana de Bogotá, la tristeza y todos los males de la humanidad; lo malo era el precio. Pero cuando vi a mis amigos drogadictos endeudados, echados de la casa, huyéndole al jíbaro y enfermos de cuerpo y mente algo dentro de mi se alteró y me dijo que mirara esos espejos, así lo hice y paré en seco. Hoy colaboro con instituciones que ayudan a personas adictas. Solo doy un nombre NA (Narcóticos Anónimos) donde se escuchan historias desgarradoras de muchachos arrastrados por el consumo y doy gracias a mi Poder Superior que me dio valor para dejar de consumir. Edgar Tarazona Angel
  En otro artículo hablé de la música como una máquina del tiempo que nos transporta a lugares y situaciones vividas en un pasado cercano o remoto; hace unos días el olor de una comida me hizo entrar al restaurante y comer lo que había estimulado las papilas del gusto y me remonté, en pensamiento, a varios lugares de mi infancia lejana, mi juventud y mi edad adulta. Así como cambian las personas y los lugares, también cambian los sabores. Hay sabores que ya no existen y otros nuevos logrados con salsas y sustancias extranjeras inexistentes en el pasado. Los productos agrícolas eran regados con agua relativamente limpia, ahora, en muchas partes, las huertas se riegan con aguas negras (por ejemplo, en las granjas vecinas del rio Bogotá); pero hay muchos pueblos que toman el agua para sus sementeras directamente del rio que baja de las montañas sin contaminar y, por supuesto, el sabor de estas verduras y productos de la tierra es diferente, así como era en el pasado. Cuando en la mayoría de las casas había estufas de carbón y de leña, con parrillas de hierro para asar la carne, el sabor que dejaban estos alimentos no tiene nada que ver con lo que se prepara hoy en día en estufas de gas o eléctricas. Y ni se diga lo que se cocinaba en ollas de barro en fogones de tres piedras alimentados con leña traída directamente del campo por leñadores que pasaban por las calles ofreciendo esos atados de ramas secas. El chocolate, las arepas, los cocidos, las sopas y, en general todo, tenía un sabor particular que ya no se consigue en ninguna parte… bueno, si, en algunos hogares campesinos que siguen con la tradición y preparan esas gallinas de campo que al abrirlas tienen cuatro o cinco huevos, que sus huesos son duros de roer y su carne de un tono rosado muy diferente de las blancuras de las aves criadas en galpón con nutrientes de fábrica. Estas aves de campo, que por fortuna todavía existen, se alimentan de lo que encuentran escarbando, mas el maíz que les regalan sus dueños, y los huevos ni se diga, decir huevos de campo es nombrar un regalo de la naturaleza con mucho sabor. Recuerdo el sabor de las frutas que robábamos en los huertos ajenos y que sabían más sabroso que las de nuestra propia casa. No es que el tiempo pasado sea mejor, es que todo cambia y no siempre para mejorar. Muchas delicias han desaparecido y ahora se encuentran otros sabores deliciosos, pero con olor extranjero. El pan de antes, amasado a pura mano y con mucho amor sabia como a hogar y a madre. Lo digo por mis tías abuelas que dejaron cátedra de buenos productos de panadería en Chipaque, Cundinamarca: bizcochuelo, torta de leche, almojábanas, pandeyucas y otras delicias. En las tiendas y sin mucha higiene, colgaban salchichones, chorizos, génovas y bofe, este último pariente pobre de lo que hoy llaman charcutería y era simplemente el pulmón de las reses cortado en rebanadas y puesto a secar con sal, no había negocio de venta de cerveza y trago sin el respectivo bofe, manjar predilecto de los borrachos; nunca me gustó porque pensaba, y aun lo hago, que por las noches los ratones, cucarachas y otros bichos lo mordían y hasta se meaban encima, pero nunca se supo de nadie que muriera por consumirlo. Para terminar quiero nombrar la fritanga, en especial la de algunos pueblos de Cundinamarca como Chipaque y Cáqueza que aun sobrevive con toda la tradición. Eso si era fritanga, sabrosa, abundante y barata. No sigo porque me dio hambre. Los invito a consumir platos del pasado como ajiaco, mazamorra, mute, cocido boyacense, pepitoria, mondongo y otros que se me fueron de la memoria. Edgar Tarazona Angel.  
  En este largo encierro, que llaman cuarentena, muchas personas de todas las clases sociales, religiones, partidos políticos y tendencias sexuales manifiestan sus estados de ánimo en las redes de todas las formas posibles que van desde el simple aburrimiento a la depresión con deseos de suicidarse o morirse. Explico, una cosa es querer morirse de alguna manera, como sea, pero que no sea por la propia mano; y suicidarse si es quitarse la vida uno mismo y para eso existen muchas maneras. Además, hay algo positivo, digo yo en broma, el suicidio no causa adicción. Hay muchas actividades que se pueden realizar en casa, algunas no requieren de gastos innecesarios; otras sí, necesitan algunos materiales y, unas pocas, de herramientas adecuadas. Para empezar, toca que cada uno sienta la gana de ponerse en acción; si la pereza o el desgano son superiores al deseo de trabajar en algo pues no hay nada que hacer. Siempre hay un ejemplo a seguir y yo quiero decirles en que me ocupo para que los días no sean tan largos y tediosos. En youtube se encuentran muchos ejercicios físicos dirigidos por personas idóneas y se pueden encontrar clasificados por edades, a mi me corresponden esos ejercicios suaves para adultos mayores, pero los jóvenes con mucha energía pueden descargarla con acciones más difíciles; algunos dirán que no tienen Wifi ni computador, pues les digo que, si tienen radio o equipo de sonido, la música sirve para bailar y eso también es ejercicio. Otra acción gratuita es hacer planas de escritura, no se rían que esto es serio, copiar un texto o inventar algo y eso no es todo, la gracia es escribirlo con la mano izquierda, si son derechos, o con la derecha si son zurdos. Iniciar un cuaderno con poemas o letras de canciones es otra opción; la música que prefieran que, además de ejercitar la mano y pasar el tiempo también agiliza la memoria. Hacer crucigramas, sopas de letras o sudokus también ejercita la habilidad del cerebro, algunos lo llaman gimnasia mental. La lectura es un buen pasatiempo, no importa el tema, el género o la seriedad de lo que se lee, lo importante es leer. Si para leer necesita tranquilidad, ubíquese en un lugar de su vivienda donde no lo interrumpan y ponga música suave; el sonido ruidoso con mucho volumen impide la concentración y distrae los sentidos. Si no gustan de leer, hacer crucigramas, bailar o escuchar música, quedan los programas de TV ( a mi poco me gusta esta opción) o ver películas, no importa que las estén repitiendo, algunas vale la pena verlas varias veces, si tienen Neflix, la carta del menú de opciones es muy amplia y hay para todos los gustos. En lo personal practico algunas actividades artísticas y no todos tienen esas posibilidades: dibujo, pinto al óleo, tallo en madera y hago artesanías. Por todo lo anterior no me queda tiempo pata aburrirme ni pensar en los días que pueden faltar para que termine este calvario. No nos afanemos; todo empieza y todo acaba y, como decían los abuelos: “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” y como cada hogar es un mundo mientras tengamos techo y comida la situación se soporta. El problema es para la inmensa cantidad de personas que tienen dificultades económicas, de salud o problemas intrafamiliares que los llevan a enfrentamientos y disgustos diarios. Pienso que todo sea para mejorar y, como dicen que dijo el ciego: AMANECERÁ Y VEREMOS. Hasta la próxima mis lectores. Edgar Tarazona Angel
  Las madres de todas las épocas dan consejos a diario a sus queridos retoños sobre todo lo divino y humano y la verdad, cuando uno es joven y rebelde, le entra por un oído y le sale por el otro, como se decía en otros tiempos. La época más difícil para los seres humanos son los años de la pubertad y la adolescencia y es en este lapso de tiempo cuando las madres más insisten en dar órdenes y sugerencias sobre qué es lo que deben hacer sus hijos, muchas veces en contra de la opinión de sus maridos. Por supuesto, es cuando más desobedecemos y llevamos la contraria, la edad de la rebeldía, cuando los mayores son los enemigos, en especial los padres y familiares. Con la llegada de los noviazgos el asunto se agrava, es tradicional que la pareja no le guste a la madre, casi nunca, y allí nace la mala fama de las suegras. A veces ocurría lo contrario y era el papá de la novia el que se oponía y hasta amenazaba al pretendiente. Y ni se diga de las amistades, eso era una lucha despiadada para alejar a los hijos de los grupos de amigos. Según los padres las malas costumbres, los vicios y muchas enfermedades eran consecuencia de esas bellezas de amistades con las que andaban los jóvenes. Pasa el tiempo y la cantaleta familiar no termina, en especial por parte de las queridas madres y, de pronto, el hijo o la hija se casan en contra de la voluntad paterna y materna… pues resulta que a sus queridísimos retoños no les funcionó la pareja y aquí viene la justificación del título de este monólogo: ¡Claro -dice la madre con sonsonete- como el niño (o la niña, según sea el caso- hacen lo que les da la gana, pues ahí está el resultado, un matrimonio desecho, y no por culpa suya, es que nada más mire con quien se vino a casar, se le dijo, se le advirtió y claro, como la mamá es una vieja cantaletera que no sabe lo que dice, ahora mire a ver que hace con esos dos peladitos, porque esa sinvergüenza no se va a hacer cargo de ellos… y yo tampoco, más faltaba… ¡ Y así continúa la querida señora hasta por días para rematar justificando su diatriba con la frase del título: NO DIGA QUE NO LE DIJE. Edgar Tarazona Angel
  Me llegó ayer un video muy “convincente” anunciando tres días de total oscuridad en el planeta tierra y, para calmarnos hacen una explicación pseudo científica de la noticia; por lo general estos videos me los envían personas que están en mis contactos y me piden que opine sobre estos, casi nunca me detengo a analizar esta clase de rumores, pero este me pareció curioso y deseo compartir opiniones autorizadas y de verdad científicas. Según el vídeo la tierra entrará en un campo galáctico durante 72 horas y se producirá una oscuridad total sin afectar la vida normal de los seres humanos y el comportamiento de plantas y animales; en eclipses de sol, en el pasado y que duran gres o cuatro minutos, ya se ha comprobado que los animales alteran sus conductas y muchos seres humanos se desesperan y hasta suicidan, qué tal tres días sin la luz del sol. Pero veamos lo que dicen en las redes: “Un video que se mueve en WhatsApp recicla información falsa sobre el comportamiento de nuestro sistema solar que la Nasa ya había desmentido desde 2012. En un video que se está compartiendo por WhatsApp se ve un texto que se desplaza lentamente por la pantalla que comienza diciendo que "el próximo 24 de Agosto, al finalizar la tarde, el cielo se oscurecerá y así permanecerá durante cuatro días" (sic) y luego afirma "se trata de un fenómeno natural que tiene muy expectantes a los científicos, que se da cada 26.000 años y que es denominado el 'eclipse galáctico' o 'las eternas 96 horas de oscuridad” Y continúa el artículo al que hago referencia: “Exactamente el mismo texto ha sido publicado por varios portales casi cada año desde por lo menos 2012 (y en ninguno del 24 de agosto de dichos años la Tierra se ha oscurecido por cuatro días seguidos). En algunos casos, el texto cambia para asegurar que habrá "tres días de oscuridad". Esto, aunque puede ser una referencia bíblica, no ha ocurrido tampoco”.   “El argumento que usan el video y los portales para asegurar que esta oscuridad ocurrirá es que "hay una explicación científica muy coherente que incluso ya fue avalada por la NASA ... Al pasar nuestro sistema solar frente a la brecha oscura de la galaxia, probablemente esta brecha absorbería todos los fotones y al estar el sol entre la tierra y esta brecha oscura, evidentemente la luz del sol no llegaría a la tierra" (sic).   “Contactamos a Juan Rafael Martínez, astrofísico del Center for Astrophysics, Harvard & Smithsonian, quien nos explicó que "esto es absolutamente falso" y que estos portales "parecen agarrarse de números reales y algunos hechos científicos para hacer este anuncio".   Por ejemplo, dice Martínez, "La Tierra no solo rota cada día, sino que su eje precesa [es decir, cambia de dirección] como un trompo y su período de precesión es de 26.000 años, pero el efecto de esto no tiene nada que ver con la galaxia". Creo que con lo anterior queda muy claro que nada extraño pasará el día señalado y el día en que ocurra un eclipse de sol o de luna, jamás la oscuridad pasará de unos minutos. Tranquilos que no habrá oscuridad total ni es el comienzo del fin del mundo, como pronostican algunos. Edgar Tarazona Angel
 Cuando era niña su madre le leía cuentos de hadas donde siempre había un príncipe azul que por algún motivo había sido hechizado y convertido en sapo. Esas historias aparentemente ya estaban en el olvido. En su adolescencia sufrió decepciones amorosas, como le ocurre a todos los jóvenes del mundo, hasta que en su vida apareció el que debía convertirse en el amor de sus amores. Se casaron y el romance no duró por    que él la abandonó por una contorsionista de un circo que pasó por el pueblo. Purita, que así se llama nuestra dama (por no decirle Purificación que es el nombre que figura en la partida de bautismo), entró en una profunda depresión que la llevó casi al suicidio y fue internada en una clínica psiquiátrica. De allí salió obsesionada por los relatos maravillosos de su niñez y se convenció de la existencia de los príncipes azules. Poco a poco perdió la lucidez que le quedaba y deambulaba por los campos buscando sapos a los que besaba con amor esperando que se transformaran en un príncipe que la amara. Edgar Tarazona Angel
  Hace diez años se fue de este mundo la mujer de un pobre hombre que la soportó un cuarto de siglo. Ella estaba convencida de ser la esposa perfecta, se lo repetía día y noche y no se abstenía de divulgarlo a quienes la escuchaban; lo atormentaba con una cantaleta que aburría a los vecinos y el hombre soportaba con la paciencia del santo Job. Tampoco era buena ama de casa y la vivienda permanecía en perpetuo desorden. Las defensoras de las mujeres dirán que el tipo también debía colaborar; el asunto es que el sujeto trabajaba de domingo a domingo hasta 16 horas diarias para satisfacer los caprichos de la señora que le juraba cada día que nunca lo dejaría. Y lo cumplió. Aun después de estirar la pata o morirse. Nada más conciliar el sueño, de día o de noche la tal esposa, se le aparecía en sueños y, el señor despertaba sobresaltado y esperaba hasta una hora para dormir de nuevo, cerraba los ojos y otra vez llegaba a joderlo; esto no es invento mío, me lo contó mi amigo Oscar, la víctima de Rosaura, y no supe que decirle para librarse de esa pesadilla. Edgar Tarazona Angel
  Ahora, cuando por casualidad me da por mirar algunos programas infantiles y juveniles, me asombro al ver zombis, monstruos de todas clases, fantasmas y seres de ultratumba y una colección completa de personajes que, en mi infancia lejana, nos quitaban el sueño y la tranquilidad a muchos niños; hoy ni se inmutan los pequeños y hasta se ríen de las peripecias y aventuras de dichos seres. A mí, para no generalizar, pero sé que a otros mayores de sesenta y más años nos metieron miedo con el coco, la mano negra, el jinete sin cabeza, las ánimas del purgatorio, la llorona, el ánima sola y otros seres que ya pertenecen a las leyendas folclóricas y no meten miedo a ningún niño, tal vez hasta se burlan de nosotros por pendejos y creer en esas bobadas, pero así era; sin televisión y mala señal de radio en mi pueblo, los mayores nos contaban historias de terror que nosotros asumíamos como reales. En mi caso fue mi abuelita paterna la que se encargó de meterme en la cabeza muchos endriagos, fantasmas, apariciones y engendros. No lo hizo por maldad, sino porque ella se había criado en el campo donde era normal que se contaran estas historias y me las  transmitió sin mala intención, esa fue una de las razones por las cuales me daba miedo bajarme de la cama y buscar la bacinilla para orinar, porque debajo estaba la mano negra u otro monstruo que me podía atrapar por los tobillos y me arrastraría hasta el cementerio; entonces me meaba en la cama. En mi época de acólito en una pared de la iglesia estaba un cuadro con la virgen del Carmen auxiliando a las almas del purgatorio que aparecían entre llamas y esa imagen se me aparecía en la mente en la noche; para allá también me podían llevar las ánimas benditas, el coco, los demonios y otros bichos de ultratumba. Fueron pesadillas infantiles que tuve hasta los diez años; a partir de entonces apareció en mi vida Santo, El enmascarado de plata, y sus aventuras que luchaba contra todos los engendros que me quitaban el sueño y los vencía, entonces recuperé la tranquilidad. Debo confesar que en mi pueblo de la infancia la luz eléctrica funcionaba de seis de la tarde a nueve de la noche, de manera que para espantar los sustos no podía encender un bombillo, como hacen ahora algunos niños que no pueden dormir después de ver una película de terror; mi solución era llamar a mi abuelita que algunas noches, llegaba con vela en mano y se sentaba junto a mí y para consolarme me contaba una de sus historias de aparecidos y regresaba a su lecho, yo me hacía el dormido porque me daba pesar que la viejita se desvelara, meada segura en la cama. Cuando veo en este momento presente la clase de películas y videos con monstruos modernos y los infantes deleitándose con esas imágenes me pregunto si eso no es una de las causas de la violencia. Además, los famosos juegos de video, que merecen otro artículo, tienen una violencia llevada al extremo y los niños y jóvenes ni se mosquean, como decíamos antes.
  Una familia china se apareció un día cualquiera en el pueblo y se instaló en una casa de las afueras; casi nadie se dio cuenta porque entre semana la población es solitaria y el trasteo, si así se puede llamar, era muy pequeño. El apellido de estos extranjeros es PU y, como puede suponerse, les inventaros toda clase de chistes. Pero en la realidad, los muchachos PU, eran bastante problemáticos y nadie se trataba con ellos. A las primeras de cambio, como se dice, se enfrentaron a un grupo de jóvenes burlones y les dieron una tremenda muenda; los PU son expertos en artes marciales chinas y, a raíz de varias peleas, nadie se trata con ellos. El señor y la señora PU son dos personas respetables que elaboran hermosas artesanías para vender en la capital y, todo lo contrario de sus retoños, mantienen buenas relaciones con todos en el municipio. Los chicos PU no pueden estudiar porque no saben muy bien el idioma español y aprenden con sus padres a leer y escribir en chino. Como hay muchas cosas para contar de esta familia, por ahora solo les presento a la familia PU. Como todo lo malo que pasa hay que adjudicárselo a alguien, en el pueblo cuando aparece algo dañado o se pierde un animal todos piensan que los responsables son los hijos de PU. Pasaron los años y los hijos de PU se fueron del pueblo para la capital. Allí podían hacer sus fechorías en gran escala; a veces caían en manos de las autoridades, pero siempre salían en libertad. Entonces se dedicaron a la política y se hicieron famosos, por eso todos los delitos que cometen los grandes políticos, por extensión se los adjudican a los hijos de PU. Edgar Tarazona Angel
  Nadie sabe cuánto tiempo va a vivir, pero dicen los entendidos que hay diversas causas para esperar una larga y saludable vida. Destaco las razones más utilizadas para que el tiempo de existencia se prolongue por muchos años (según la tabla para seres humanos): herencia genética, condiciones ambientales, alimentación, costumbres alimenticias, hábitos saludables o perjudiciales y otros menos importantes. Debo decir que estos parámetros son muy relativos y puedo asegurarlo por mi familia y mi propia experiencia. En mi extensa familia hay varios ejemplos de longevidad y no siempre se deben a cuidados extremos en su diario vivir y doy dos ejemplos: Mi tía abuela Ricarcinda Angel y mi abuelo Rodolfo Tarazona. La tía vivió desde 1898 hasta 1999, o sea 101 años y nos dejó con las ganas de vanagloriarnos de un familiar nacido en el siglo XIX, vivido en el XX y fallecido en el XXI, le faltaron seis meses. El abuelo Rodolfo nació en 1882 y falleció en 1987, eso es 105 años. Y, ¿por qué los doy como ejemplo? Porque estoy demostrando que no hay reglas inalterables para la longevidad. Es difícil que en una familia existan dos centenarios con características tan, pero tan distintas. La tía fue un alma de Dios, como se dice popularmente, y el abuelo un demonio desbocado. A continuación, cómo fue cada uno, y si alguien de la familia tiene algo que corregirme por favor en privado, gracias. Ricarcinda Angel Hurtado: 101 años; la ternura, el amor, la dulzura, la caridad de un ser muy lindo. Jamás de casó y decía mi madre (que vivió 92 años) que lo hice por cuidar a sus padres. Era parca en la comida, jamás fumó ni bebió licor y era una católica ferviente y consagrada a Dios, sufrió de Alzheimer sus últimos años. Rodolfo Tarazona: 105 años; no era el demonio, lo dije por exagerar, pero era la cara opuesta de la moneda: mujeriego, parrandero, dicharachero, fumó tabaco toda la vida y tomaba aguardiente (no tomaba con frecuencia, pero si le gustaba), carnívoro, como se dice buena muela, excelente salud casi toda la vida, se quebrantó un poco los últimos dos años y conservó la lucidez hasta la muerte. Hay otros personajes familiares que alcanzaron larga vida y dos o tres centenarios más. Mi tío Eduarda Tarazona Espinosa cumplió el pasado 26 de marzo 96 años con perfecta salud y lucidez mental, para no alargar el asunto les cuento que este “viejito” sale a trotar todos los días durante una hora o algo más. Yo no he tenido una existencia muy ordenada; fumé durante 19 años dos y hasta tres cajetillas diarias; bebí trago con exageración y comía de todo. En tres meses cumplo 73 años y en completa salud. Como todo el mundo puedo morirme en cualquier momento, pero ya son bastantes amigos y conocidos menores que yo que ya se fueron de este planeta por diferentes motivos… Y SE CUIDABAN. ¿Entonces, cual es el secreto para vivir largos años? Edgar Tarazona Angel
Siempre compraba la lotería los días miércoles y sábado, sin falta, por costumbre de muchos años. Y nunca ganaba, pero se decía que tarde o temprano debía acertar las cuatro cifras del premio mayor. Tanto insistió que antenoche cayó el número que había comprado y se enteró al ver en uno de los expendios de lotería y apuestas el resultado. No podía creerlo y miró varias veces el pedazo de papel para comprobar que era cierto y lo guardó en el bolsillo de la camisa. Muy contento, pero sin contarle a nadie emprendió camino a su casa y empezó a llover. Llegó mojado, se cambió de ropa y colgó la camisa y el pantalón mojados de una cuerda en el balcón para que se secaran, cuando saliera el sol. La lluvia aumentó hasta convertirse en una tormenta con rayos y truenos y se formó un torrente que arrastró de todo, entre otras cosas la ropa que estaba en los balcones y la camisa con la lotería. Edgar Tarazona Angel  

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