• María
La_Vick
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  • País: Argentina
 
"¿Qué tal vas con tus dones, Ell?", me preguntó Amaia. "Ahm algo atrasada a mi gusto... Pero Orión me prometió ayudarme con eso; así que espero que cumpla", dije riendo mientras abrazaba a mi novio. "¿Qué tal si jugamos un poco con nuestros dones?", propuso entusiasmada. Todos aceptamos sin dudarlo.Así que Amy sonrío y buscando en un estante tomó una caja llena de marcadores de colores y la colocó en medio de la mesa. Todos le prestábamos atención... "Bueno, en esta caja hay marcadores de colores primarios, secundarios y negro... Este juego consiste en que uno de nosotros por turno tomará uno y el resto con los ojos cerrados tratará de adivinar el color... lo escribirá en una hoja" decía mientras nos daba una hoja a cada uno "y luego vemos cuantos aciertos y desaciertos tiene cada uno." finalizó. "Y el que gana tiene un premio", agregó Ulises entusiasmado como un niño... todos reímos. Estábamos sentados alrededor de la mesa: Amaia, Olivia, Ulises, Orión y yo; por lo que decidimos que empezaríamos por Amy y a favor de las agujas del reloj, es decir hacia la derecha. Como habíamos acordado, todos cerramos nuestros ojos y teníamos un lápiz listo en mano. Mi castaña amiga tomó un marcador "Listo" pronunció y todos luego de un rato escribimos; mi hoja decía "naranja"; cuando ella nos ordenó, abrimos los ojos "Olivia, Orión y Electra acertaron"; sonreí por mi victoria. Siguió el turno de Olivia; al cerrar mis ojos noté que me era algo difícil llegar a ella, probablemente porque no la conocía en demasía; pero de todos modos me esforcé... de pronto una imagen se interpuso en mi cabeza... era esa niñita otra vez; me preguntaba qué hacía allí... para cuando volví a la realidad, todos habían abierto sus ojos. Observé que en mi hoja había anotado "verde" pero el marcador era rojo; esta vez Amaia y Ulises habían acertado; me sorprendió que Orión hubiese anotado "verde" al igual que yo. Luego llegó el turno de Ulises; creo que fue el más sencillo de adivinar, ya que antes que tomara el marcador, antes que todos cerremos nuestros ojos, yo ya sabía que escogería el morado, pues había tenido una especie de "visión futurística". Seguimos un par de rondas más; en mis turnos ninguno se equivocaba; hasta que en el último turno que me tocó decidí hacerles una bromita... tomé un marcador negro pero en mi mente me visualicé tomando uno amarillo; y se ve que funcionó, logré engañarlos a todos, quienes seguros se habían arriesgado por el color amarillo. Finalmente decidimos poner el ambiente aún más interesante, y cada uno demostrar su habilidad en lo que sobresalía; que todos eramos buenos psíquicos, de eso no había duda, pero ahora se venía el momento de las destrezas, luego del entrenamiento que acabábamos de tener... entrenamiento que nos había dejado con nuestras "antenas receptivas" paradas.  Nos sentamos todos en círculo sobre cojines, en el suelo de alfombra de la sala de la casa de Amaia; fue Olivia quien empezó, nos mantuvimos en silencio mientras con atención miraba a Ulises, quien en ese momento estaba distraído mirando hacia la ventana. Pasados unos pocos minutos mi enérgico amigo comenzó a bostezar, abría la boca dando bostezos de oso... parecía que sus párpados dejarían de luchar por no cerrarse en cualquier momento, y admitirían la derrota. Pero para sorpresa de todos comenzó a volverse más y más enérgico al punto de comenzar a reírse a carcajas; ¡Era obra de su chica!; era increíble... Oli le estaba manipulando la energía y el humor; todos la felicitamos sorprendidos. Después llegó el turno de Orión; todos estábamos expectantes, pues el juego nos entusiasmaba cada vez más. Procedió a levantarse; recorrió la sala obervador y tomó una maceta de al lado de la ventana, que poseía una planta algo reseca; se volvió a sentar en su lugar y la rodeó con sus manos, fijando su mirada en ella; una vez más hicimos silencio. La planta fue reverdeciendo con el paso de los minutos; su color verde que la hacía lucir tan viva, estaba volviendo; y todo gracias a Orión. Al igual que a Olivia, lo felicitamos; sobretodo Amaia, quien estaba contenta de que su plantita se hubiera curado.  Por fin llegó mi turno, pero créanme que no tenía la más mínima idea de lo que iba a hacer... decidí jugar un poco con mi elemento, o sea con el fuego; primero que nada le pedí permiso a Amy, si bien sabía que no iba a hacer gran cosa, sentía que debía hacerlo, pues estaba en su casa. Habiendo obtenido el permiso de mi amiga, tomé una vela y una caja de fósforos de la cocina; encendí la vela y coloqué mis manos relativamente cerca de la llama, concentrándome la llama comenzó a crecer, a medida que crecía alejaba mis manos para darle más margen... una vez que la vela ardía con la llama de unos centímetros de largo, comencé a pensar en frío, en mucho frío, en ese cruel frío que deshace cualquier fuego; la llama fue retrocediendo hasta apagarse... todos me felicitaron y me sentí orgullosa de mí misma, ya que controlar ese elemento era algo complicado y sin embargo poco a poco lo iba logrando a mi manera. Mas tardé fue Ulises quien tuvo que demostrar sus habilidades, así que tomó su mochila y sacó sus cartas de Tarot y un pañuelo violeta que tendió en el suelo. Miró a Amaia "por favor mezcla el mazo, desparrámalo sobre el pañuelo y escoge tres cartas", le pidió concentrado; pocas veces lo había visto así de serio. Tal y como le fue ordenado, la castaña siguió las instrucciones dejando las cartas bocaabajo; el pelinegro recogió las otras cartas y las volvió a armar en un mazo; las dio vuelta con su mano derecha poniéndolas una al lado de la otra "La templanza, El mundo y La muerte... interesante... esto indica que vienes de un periodo de moderación y quietud pero poco a poco se te están empezando a abrir caminos hacia una verdadera transformación", le dijo con total serenidad. Luego le pidió a Orión que hiciera lo mismo que le había pedido a nuestra anfitriona, y exactamente fue eso lo que hizo."La luna, El carro y nuevamente El mundo... vienes de un pasado de soledad y pasividad pero tu transformación presente radica en ir hacia tu interior pero esta vez para conocer el potencial al que puedes llegar." aportó. A Orión le siguió Olivia, quien al igual que nuestros amigos, escogió tres cartas; Uli las dio vuelta y las miró; su voz era invadida por una oleada de cariño; se estaba enamorando de esa chica, lo intuía...  "El colgado, El juicio y la Rueda de la fortuna... significa que sales del desconcierto de una situación que te estancó para poder renacer y aprovechar las posibilidades que se te ofrecen.", interpretó. Finalmente pasé yo y escogí tres cartas; como ya lo venía haciendo, mi amigo las dio vuelta; las observó con detenimiento... "La torre, El sol... ¡Dios mío! La emperatriz", se quedó en silencio unos segundos y luego retomó la oración "mi querida Ell... te estás liberando de las rígidas estructuras que te apresaban para renacer en plenitud, esta vez como madre"; me quedé congelada, no fui la única... un silencio incómodo nos invadió, nadie miraba a nadie. "Bueno, llego mi turno..." interrumpió Amaia gracias a Dios "yo les contaré un cuento"; "¿Un cuento?, ¿Cómo vas a demostrar tus dones mediante un cuento, Amelión?", preguntó Ulises con su exagerada intriga habitual. "Cierren sus ojos por favor y acuéstense en el suelo" nos pidió... Todos nos acostamos apoyando nuestras cabezas en los cojines; Ami bajó las persianas dejando que sólo una tenue y leve luz se esparciera por la habitación. Nos quedamos callados y poco a poco nos íbamos relajando... me acurruqué contra el cuerpo de Orión y antes de por fin cerrar mis ojos, lo besé con suavidad y ternura. La voz de Amaia comenzó a sonar, suave y calma: Dicen que Oxalá, el dios que le dio la creación al cosmos y administra el mundo, descendió a la tierra en un corcel blanco hasta adentrarse en una fiesta que se celebraba en el pueblo más cercano a donde había decidido ir. Al detenerse primero frente a un río para beber un poco de agua antes, vio a una joven de gran belleza de la cual se enamoró; con el tiempo, esa joven llamada Yemanjá se convirtió en su esposa y la llevó con él. Poco a poco su historia me absorbía, parecía volverse una suave cinta que recorría cada parte de mi ser para hipnotizarme y adentrarme en aquellas aventuras. No sentía las presencias de mis amigos; con suerte era consciente de cómo se apoyaba mi cuerpo sobre la alfombra; sentía pequeñas corrientes que como las olas del mar me iban alejando de aquella realidad. Sin embargo aún seguía sintiendo la voz de mi castaña amiga. Comenzaron a llegar a mi mente una multitud de paisajes y personas, que pasaban frente a mi con una rapidez casi inhumana; fue en ese momento en el que me dejé llevar por completo.  Yemanjá dio a luz a una niña, a la cual decidió llamar "Oxúm Abotó" en recuerdo de las cristalinas aguas donde había conocio a Oxalá. Con el paso de los días, Oxúm crecía cada vez más y más hermosa; llena de alegría y dulzura, adornándose con flores amarillas, brazaletes, anillos y collares de oro; cada ser y espíritu la adoraba, incluso su propia madre. Cada palabra que Amaia pronunciaba, se volvía una imagen ante mí; me había sumergido en un mundo completamente distinto al que pertenecía; solo mi amiga era lo único que me anclaba en parte en el mundo real, pero excepto ella ya nada más lo hacía; sentía cómo poco a poco me metía en la historia; sintiéndola casi propia.  Frente a esta situación Oxalá sintió unos celos e ira muy potentes, tan fuertes que se cegó y arrojó a Oxum desde un acantilado; cayendo ésta finalmente en el fondo del mar, donde se encontró con Olokum, dueño de las profundidades marítimas y además su abuelo paterno. Olokum le ofreció protección; mientras Yemanjá al enterarse del grave error de Oxalá -quien no había tardado demasiado en entrar en razón-, la buscaba con desesperación. Si bien se trataba de un cuento, sentía conocer a cada dios como si de mi familia se tratara.  En cuanto Oxalá dejó de lamentarse en vano, decidió hacer algo por recuperar a su hija; así que volvió a la tierra. En el camino se cruzó con un camaleón que le dijo que creía saber que la muchacha seguía con vida; pero de todos modos, Oxalá seguía buscando sin conseguir resultados, preguntándole por su hija perdida a cada animal que se le cruzaba por el camino. Un buen día Olokum decidió permitirle a Oxum regresar pero con la condición de que debía vivir y viajar por las aguas. Así fue que aceptando esta propuesta, la muchacha regresó ayudando a cada navegante perdido, siendo ofrendada con miel, flores y perfumes; mientras ella a cambio recompensaba con buenas épocas de pesca. Pasado un tiempo, un pavo real, que se había cruzado con Oxalá, se apiadó de él haciéndole saber dónde se encontraba su hija. Ni bien la encontró a orillas del río, le pidió perdón por el error cometido y ésta lo perdonó diciéndole que en su corazón sólo reinaba el amor y que cada que quisiera visitarla, con gusto lo recibiría. Fue así que Oxalá marcho contento y le otorgó en recompensa al pavo un plumaje vistoso y lo consagró como el mensajero que le permitiría comunicarse con su hija.  Cuando la última palabra sonó, sentí caer en picada rumbo a la realidad; a partir de ese momento pude volver a sentir el brazo de Orión rodeándome y la alfombra amortiguando mi cuerpo. Lentamente todos fuimos despertando; reconfortados de haber oído tan hermosa leyenda. "Lo sentí como si fuera parte de la historia, como un viaje" dijo Ulises asombrado "fue genial, Amalia", agregó bromeando mientras yo rogaba no siguiera deformando su nombre en apodos. "Ami ¿No corrías riesgo de que Bastián se despertara cuando elevabas tu voz?", pregunté reincorporándome despacio; a lo que mi amiga sonrío y negó dulcemente con su cabeza "Claro que no porque no necesité de hablar físicamente, les hice llegar las palabras sin necesidad de abrir mi boca siquiera". Otra revelación más que me había dejado perpleja... sin duda me iba de ese encuentro con muchas cosas por pensar.
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