Esta es mi historia. Bienvenidos sean a mis relatos, soy Electra y les voy a contar cómo sobreviví en un mundo normal... aunque no lo crean es toda una hazaña, considerándome bruja elemental. Pero de eso y sobre mí sabrán conforme pase el tiempo.Disfruten de su estadía.      
 
 
Capítulo I
Ahí estaba, con mi mano sobre el recipiente repleto de cubitos de hielo; tratando de derretirlos con mi energía... En parte me sentía tonta; de seguro que si alguien me veía, iba a considerar la posibilidad de internarme en un loquero. Pero me quedaba tranquila al saber que esa persona no era como yo, ni como los míos; así que no era capaz de entenderme. Sin embrago, pese a que bien sabía que estaba dentro de lo esperable experimentar como lo hacía, me sentía ridícula... sola en la cocina de mi casa, a altas horas de la madrugada y tratando de derretir cubos de hielo. Recuerdo que un muy buen amigo me decía que no dejara de creer en mí, que eso era una de las cosas más importantes... cuando mi autoestima estuvo a punto de quebrarse, sentí un calor salir de la palma de mi mano... y derrepente esos cubitos, a los que les había fijado mi mirada y concentración por minutos y minutos, de un segundo a otro habían perdido una capa de escarcha que se les había formado debido al frío casi inhumano que mi nevera daba. Iban perdiendo de a poco el color blancuzco que los definía, para tornarse transparentones. ¡Estaba funcionando! Yo era apenas una inexperta aprendíz; así que con la alegría y entusiasmo que tiene un niño pequeño al ver un truco de "magia" casero, apurada tomé mi Blackberry y le escribí a Orión lo que había logrado. Por su parte, Ulises me había advertido que el elemento que yo más dominaba era el fuego; e incluso me había motivado a practicar y por eso estaba haciendo lo que estaba haciendo. Pero Orión era un aprendíz mucho mas avanzado que yo, y de muy pocas cosas se asombraba... así que su respuesta no fue más allá de un "debes seguir practicando más". Si tenía ilusiones, todas se me fueron al piso; si bien era algo masoquista de mi parte contárselo sabiendo que la respuesta no sería alentadora en absoluto, hablar con Orión me impulsaba a querer seguir avanzando más y más, y a trabajar duro. Si bién a veces no nos entendíamos, él significaba y significa demasiado para mí; pero no hablaré de eso aún. Aún me restaba esperar a que llegara la tarde, y ver en línea a Ulises para contarle acerca de mi nueva habilidad... Bueno digamos que no era nueva, pero sí recientemente descubierta.  Guardé los cubos en la nevera nuevamente, bostecé abriendo mi boca casi tanto como un oso polar, y sintiéndome vencida por el sueño, me fui a dormir. Debo admitir que me costaba mucho dormir sola; solía sentir presencias... como correntadas de aire; que no eran más que espíritus curiosos acercándose a verme. Me daba pánico, terror... Amaia me comprendía, y cual una dulce madre, me acobijaba bajo sus cariñosas palabras; Ulises siempre se mostraba entusiasmado y me recordaba alimentar mi autoestima, y Orión sólo me contaba de maravillas superiores que ni en mis más alocados sueños aparecerían. Al recostarme y cubrirme con la colcha hasta la nariz, cerré mis ojos y pedí por protección a Dios; no era católica ni mucho menos, pero que había un Dios, lo había. Luego de unos minutos me adormecí, pero el zumbar de un mosquito me despertó. En los pocos segundos que tardé en estar consciente, oí una voz interior repitiendo una oración que un amoroso espíritu le dictaba; para mí seguía siendo asombrosa cada cosa que me sucedía. Si ganas de dormir tenía, en ese preciso instante se habían esfumado. Probablemente Morfeo me llevaría en sus brazos a eso de las 9 am, y dormiría un par de horas para finalmente despertar y esperar las devoluciones de Orión, Amaia y Ulises.