Restaba a esperar a Amaia; así que yo me mantuve sentada en el banco de plaza. Orión se sentó a mi lado y Ulises se sentó en el césped. Mientras manteníamos una conversación relativamente interesante, llegó la amiga que faltaba y partimos rumbo a la tienda esotérica. Para nosotros era un punto de encuentro tan común como el café-bar donde se reunían Rachel, Mónica, Phoebe, Chandler, Joey y Ross (los Friends). Tan pronto llegamos, cada uno fue a por lo suyo... Ulises fue en busca de las Cartas de Tarot, Amaia fue a por las pinturas e imágenes, yo fui a por los aceites y esencias, y Orión fue a por las gemas. Una vez que hube seleccionado y apartado en el mostrador lo que iba a comprar, me llamó la atención una pequeña esfera violeta de cristal; así que me acerqué a verla... Usualmente no se les tenía permitido a los clientes tocar la mercadería, pero nosotros eramos viejos amigos de la casa. Casi sin percibirlo se apareció Orión a mi lado; inevitablemente dí un saltito como reacción ante el susto, lo que provocó una risita en mi amigo. No era una persona de sonreír, ni mucho menos de reír en público, pero le quedaba tan bien hacerlo... Por un momento me perdí en su mirada; pero cuando consideré estar a punto de cometer una locura, le pregunté por la bola violeta de cristal que sostenía entre mis manos. "Es un artículo de adivinación" me respondió explicándome con su usual sabiduría. "Sólo debes concentrarte en ella; te ayuda a ver mejor. Mi madre me regaló una muy parecida... podría hacer lo mismo por ti", me dijo en un gesto de cordialidad que hizo que mi corazón estallara de la emoción y se volviera a recomponer para seguir latiendo por él. "Oh, no hace falta... enserio; no quiero que sea molestia. Puedo pagarla", contesté, a lo que él con una cálida sonrisa negó con su cabeza y la puso entre sus compras a pagar. Si por mí era, hubiera pedido que ese momento fuera eterno; pero fuimos interrumpidos por el inoportuno de Ulises (otra de sus tantas "cualidades") "¿Qué hacen?", preguntó guiñándome el ojo indisimuladamente... esperaría mi oportunidad perfecta para matarlo... "Nada, sólo hablábamos... Por cierto, ¿Amaia ya terminó con lo suyo?" , pregunta la cual la propia Amaia respondió apareciéndose al segundo. "Listo" contestó sonriendo. "¿Qué tal si vamos a tomar helado? Probablemente nos brinde una buena patada al hígado pero valdrá la pena." Finalizó con una amable sonrisa. Esa chica era un amor aunque, cuando era necesario, mostraba su carácter. Todos aceptamos la propuesta, pagamos nuestras cosas y comenzamos a caminar hacia la heladería. Los hombres iban unos metros más adelantados que nosotras; lo cual nos daba oportunidad de tener una necesitada charla de chicas. "No creas que no los vi con la bola de cristal, eh." Anunció mi amiga con naturalidad... anuncio que se ganó un sonrojo mío. "Pero ¿Cómo? Si no estabas alli..." me quedé pensando un momento "Nah, no dije nada... Pregunto en vano, ya conozco la respuesta", señalé su cabeza y reí. "No viste con los ojos físicos, comprendo". "¿Crees que Orión guste de mí?" le pregunté algo avergonzada. "Conozco la respuesta; y si confiaras en tu don psíquico, también la sabrías... Pero te haré un favor y no te la diré. Después de todo debes entrenarte". "¡Ahz!, bobo entrenamiento", pensé.