Estaba durmiendo profundamente... cuando de pronto, en sueños, vi una niña... de unos 5 años; me recordaba a Amatista, la nena que cuidaba cuando trabajaba de niñera. Si bien era igual de alta que ella, su piel era más morena y su cabello era rizado y tan oscuro como sus ojos; jugaba en una plaza y me sonreía... El sueño no se había alargado mucho más que eso; para cuando abrí mis ojos me di cuenta que tampoco había dormido demasiado, pues en mi reloj de mesa daban las 6:00 am. Miré a Orión, que dormía plácidamente a mi lado, sonrió y me quedé pensando por un momento en aquella niña hasta que me di cuenta que Orión estaba despertando también. Lo abracé con cuidado y se acurrucó contra mi cuerpo sin decir una sola palabra, por lo que pude notar seguía algo adormilado. Pasados unos minutos me sonrió y besó mis labios, sólo se detuvo para preguntarme si volveríamos a dormir más luego; a lo que respondí afirmativamente mientras correspondía su beso. Era increíble todo lo que sentía por ese chico, que hace tiempo era mi amigo pero que sin embargo había amado tanto en silencio y por fin podía dejar de ocultarlo.  En mí se despertó la pasión y lo atraje hacia mí aún más tomándolo de su franela, a lo que me respondió subiéndose con cuidado encima mío. Los besos aumentaban en intensidad y mi respiración se agitaba cada vez más mientras mis manos recorrían su cuerpo, y las de él las mías. "¿Cariño estás segura?"; su voz sonaba algo más ronca que de costumbre. 'No hay otra cosa que quiera más en este momento' pensé, pero aún así algo de orgullo me quedaba intacto y le respondí solamente con un 'sí' tratando de no parecer obvia. Supongo que ya casi nadie me creía, pero yo seguía siendo virgen; al principio lo consideraba un tema demasiado importante de mantener y con el tiempo se extendió simplemente porque la oportunidad no había surgido... además yo no tenía apuros. Pero si de algo estaba completamente segura, era de que quería perder mi virginidad con Orión; sabía que el me trataría con el respeto que merecía y además era un hombre muy dulce. Lo miré por unos segundos mientras acariciaba mis mejillas, me perdí en sus ojos negros; y poco a poco nos deshicimos de nuestras ropas. Debo admitir me sentía algo extraña, pero con todo mi corazón estaba deseando que sucediera. "El... hay algo que debes saber..." susurró. 'Joder, ahora se viene la mala noticia que me hace caer en picada a la realidad' pensé; pero por suerte me equivocaba. "Soy virgen; entenderé si no quieres que suceda ahora o así"; lo miré, besé su mejilla y le respondí "también lo soy, y deseo con todo mi ser que suceda"; 'al diablo el orgullo' dije para mis adentros, volviendo a besarle con pasión. Llegó el momento finalmente; despegó sus labios de los míos por unos pocos cms "Será mejor que use protección cariño"; "De acuerdo, ¿tienes?"; le pregunté algo nerviosa 'Mierda, va a pasar realmente'. De su mochila sacó un paquetito cuadrado y plateado "Sí", contestó y con cuidado se puso el condón. Volvió a subirse encima mío y entre besos, de a poco fue entrando en mí; si bien dolía, lo valía. Comenzó a moverse en vaivén despacio mientras nos abrazábamos... poco a poco dejaba de sentir el dolor para sentir una gran sensación de plenitud a la vez que sus movimientos aumentaban en ritmo e intensidad. Soltaba gemidos conforme sentía que el placer dominaba todo mi cuerpo. Finalmente, luego de un buen tiempo en el que sus movimientos fueron más y más intensos, sentí una explosión dentro mío, una sensación que me llenaba por completo... me aferré a él dejando escapar un gemido sonoro de satisfacción y lo oí suspirar para luego recostarse por completo sobre mí y quedarse quieto. Me quedé acariciando su espalda mientras mantenía su cara contra mi cuello. Un momento después salió de mí con cuidado; y pude caer en la cuenta que no me había dejado de doler, volvía a sentirlo pero no me importaba... había sido una experiencia que no olvidaría.  Estábamos exhaustos, así que apoyé mi cabeza sobre su pecho, nos arropé con las mantas y volvimos a dormirnos; esta vez desnudos. Habían de ser las 9 a.m pero mi madre había prometido volver por la tarde así que no tenía por qué preocuparme.