En apariencia era un día más... dormí pocas horas, desperté a la hora del almuerzo, almorcé un plato de pastas que mamá había preparado y corrí a encender mi laptop al terminar. Como era de esperar, Ulises estaba en línea; usualmente aprovechaba (literalmente) cada segundo que podía para conectarse mientras pudiera ya que por épocas sus padres se lo prohibían. Le pregunté si tenía planes para ese día; ya que estábamos en vacaciones, mi día no era demasiado dinámico que digamos. Ni bien mi dedo pulsóenter, recibí su respuesta; "Joder, ¿Este chico me lee la mente o qué?" pensé, y permítanme decirles que no estaba tan equivocada. "Nada ¿Nos vemos?"; "Vale, le mandaré un mensaje de texto a Amaia y tú avísale a Orión por favor", respondí.  Al instante vi el cartelito en mi pantalla que anunciaba que Orión estaba en línea; me puse toda nerviosa, y es que ese chico me hacía temblar hasta la más mínima célula. Era alto, moreno, de ojos negros y rasgados y labios carnosos; sin duda me encantaba... además emanaba una firmeza que lo volvía héroe de cada loca fantasía mía. Pero jamás se fijaría en mí, o eso pensaba (pero no nos adelantemos a los hechos). Cada palabra que le escribía, la pensaba con minuciosidad; y él contestaba con tanta naturalidad y elegancia que me dejaba embobada. Odiaba quedar al descubierto; así que casi que lo trataba con frialdad, pero jamás fui buena actriz; y él era un gran psíquico... me esforzaba en vano. Pero seguiré hablando de él más adelante... ese día quedamos en vernos en el parque Amaia, Ulises, Orión y yo; creo que como siempre, iríamos a la tienda esotérica y bromearíamos con los problemas amorosos de Ulises... es que si se pudiera personificar la impaciencia en persona, esa persona sin duda era él, y eso no le jugaba a favor en cuestiones del amor. Como de costumbre llegué primera, tomé un block de notas y comencé a dibujar tarareando distraídamente alguna cancioncilla publicitaria que pegajosamente vagabundeaba en mi cabeza. Minutos más tarde llego Ulises más emocionado que uno de esos chihuahuas eclépticos; a veces me hacía reir cuánta emoción podría ponerle a la vida... Sin duda mi amigo me sacaba una sonrisa en cualquier momento. Entre tanto hablar finalmente le confesé que Orión me volvía loca, él naturalmente río y respondió con un "ya lo sabía, a veces te pasas de obvia Electrón." Pfff, ese era uno de sus males... solía ponerme sobrenombres con el talento de hacerme aborrecerlos. "Sí, sí, ya sé que soy muy obvia... tanto como tú cuando ves a Olivia"; Olivia era una de nuestras amigas en común, era una gran chica y excelente bailarina... y también su amor imposible. Pero antes que mi hiperactivo amigo pudiera contraatacar, llegó mí amor imposible; me paralicé inmediatamente y lo saludé con los pocos reflejos de mi cuerpo que me hacían caso en aquel momento.