Ciclo
Publicado en Apr 02, 2013
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Sabía que ahí estaba; era perfectamente consciente de su existencia... más de una vez se había apoderado de mis pensamientos, más de una vez había sido el protagonista de mis sueños... Alguna vez hube planeado toda una vida a su lado; alguna vez hube prometido acompañarlo en cada sueño suyo, en cada plan, en cada locura. Mi corazón se había comprometido a amarlo para siempre y nada había que pudiera cambiar eso, ya era tarde.
En verdad no me importaba amarlo con cada fibra de mi ser, no me perturbaba saber que desde que lo había conocido, cada latido de mi corazón le pertenecía... no me molestaba saber que consideraba familia a su familia, que los amaba con todo mi ser o que me creía una guardiana de ellos... no, en absoluto. En cuerpo y alma juré amarlo hasta no reencarnar más y terminar siendo los dos brillantes estrellas que destellan firme una al lado de la otra, como solíamos decir cuando el amor nos invadía.
Sus guías me habían aceptado como su compañera de vida, y pocas cosas me llenaban de orgullo como aquello lo hacía; sentía que mi deber era estar a su lado, y con la necedad que me caracterizaba ese era un pacto que jamás iba a quebrantar.
Pero las cosas comenzaron a tomar un rumbo distinto; y es que, como él decía: el destino es incierto y somos nosotros quienes los escribimos. Me costaba comprender en qué momento mi alma había aceptado grafiar aquellas letras que en estos momentos estoy maldiciendo. Su mano estaba empezando a perder fuerza, no tomaba la mía como solía hacerlo, no sentía de su palma ese calor que entiviaba mi interior. Es el momento de caminar separados, me repetía una y otra y otra y otra vez; pero mi ser entero se negaba a aceptarlo.
De todos modos lo dejé ir como pude; muchas veces estallé en rabia; muchas veces me quebré volviéndome un mar de lágrimas; muchas veces sentí un angustia golpeando violentamente mi pecho... en todas aquellas situaciones reinaba el dolor. Intenté mil y dos veces alejarme; mi lógica racionalidad me pedía a gritos que corriera en dirección contraria, que prestara atención a aquella vida que de mis ojos se escondía. Pero mi corazón siempre fue tan necio y cabeza dura como yo...
Sin embargo cada señal que se aparecía frente a mí comenzó a suplicarmelo; y aunque no quería, tuve que escucharlo. Hoy un muro me separa de él; no es ninguna muralla física de la cual se tarde siglos en construírse, como la china; pero puedo asegurar que es más potente que eso, aunque a la vez es completamente frágil. Quisiera que no existiera; solo paz, quisiera paz... en mi pecho sigue golpeando esa angustia que desde que nos separamos, apareció... son golpes desesperados, golpes que quieren quebrar en mil pedacitos esa muralla.
Sentirlo tan cerca, sentirlo tan lejos... es una agonía constante de la cual creo verme condenada a vivir hasta que sea capaz de adoptar una decisión distinta, una decisión que sin embargo sea cual sea jamás va a poder contra la fuerza con la que elegí amarlo. De todos modos así me siento viva, y sin reencarno mil vidas mas, en todas sin excepción quiero volver a pertenecernos.
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Foto del autor María
Textos Publicados: 16
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Descripción

De todo aquello que sentía por él, fue lo que hoy se puede leer...

Palabras Clave: amor dolor sentimientos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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