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Hacker
Autor: Daniela Cedeño  445 Lecturas
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Valentía. Prologo
Autor: Daniela Cedeño  443 Lecturas
Después de que discutimos. Salí, la persona que camino no era yo, fue un zombie, ni siquiera note cuando estaba afuera de la escuela ni siquiera pensé…  cuando iba camino a casa me puse a pensar lo que iba a decir… pero no lo dije  por que era demasiado débil, no era lo suficientemente valiente para voltear la cabeza y haberlo dicho, solo haría lo que había dicho mamá, solo me alejaría de la persona que me estaba haciendo daño, por que en una amistad como esa la que iba a salir perdiendo era yo... por débil y blanda, por que de seguro a ella ni siquiera le paso por la mente que las palabras que dijo me habían lastimado, y por eso había huido, pero no podía… era débil… dolía… dolía… mi pecho dolía algo en mi pecho dolía, sentía un hueco, mis ojos me daban comezón había un gran nudo en mi garganta, y la palabra recorría mi mente, rebotaba de lado y resonaba por todos lados, el recuerdo de sus ojos, su rostro, la frase… la palabra… "chocante", no podía creerlo… en toda mi vida había sido una persona que nunca había odiado a nadie… nunca… a pesar de todo pero por alguna razón por una extraña razón, dolía… y no podía… sentía que me faltaba el aire, y era como cuando subes unas escaleras, y ya no puedes… ya no quieres… los músculos te ruegan parar… detenerte por que… duele… estoy cansada y… duele… ¿Por qué era así siempre? Yo solo quería que ella supiera que no es la única en este mundo, su voz no es la única que se escucha, no solo esta su punto de vista… acaso ¿un ser tan egoísta podía caminar por la tierra, y ser tan querido?... Y sin embargo allí estaba yo, con mis sentimientos mi dolor y mi tristeza… no había sentido un dolor así en años, y el recuero volvía estaba en mi mente, zumbaba y allí estaba… su rostro, sus ojos, su voz… su voz diciendo aquellas palabras… no podía… no quería, recargue mi rostro en la pared y recordé que no debía… se supone que no debía… decidí ser fuerte, pero no podía, era débil, era débil frente a las palabras de desaprobación de duda... y de renco. ¿Entonces que había hecho mal? ¿Acaso tenia algo que ver conmigo? ¿ Por que siempre era así? No sabia por que pero en el fondo no la odiaba, quería llorar pero no lo hacia por que las lagrimas de mis ojos no salían, por que el nudo de mi garganta se deshizo en algún momento y por que en el fondo aun estaba allí el dolor… pero ya no dolía y aun así… y aun así… retumbaba como tambor, como el eco de una voz, como el eco de la palabra “chocante”, y ¿por qué?¿Por qué solo quería tener la razón, que acaso no podía escuchar otra voz que no fuera la suya? ¿Qué no podía ver que me había lastimado…? Y aun así mañana ninguna de las dos dirá lo siento… por que decirlo seria aceptar que estaba equivocada, y es que ninguna de las dos, lo estaba o al menos las dos creíamos que no lo estábamos, o al menos queríamos tener la razón, ninguna de las dos iba a ceder por que significaría, que alguna de las dos era débil. Pero aun así  tal vez no debí de haberlo dicho, tal vez debí de haber guardado mis sentimientos, mi forma de pensar pero talvez ella no debió de haber mentido de esa manera, y sabia lo que me diría si la confrontaba y le dijera “mentirosa” me diría que no lo es, pero acaso se puede confiar en una persona que le miente a sus propios padres, las personas que le dieron la vida, y aun así ella les miente, si les miente a sus padres por que a sus compañeros, o amigos no? Tal vez no tenia por que enfadarse o por que gritar… pero la contradecí… y aun así no debió de gritar ni de herirme... por que yo no grité, y mucho menos estaba enfadada pero entonces por que ella se aferro a la idea de que ella tenia la razón? ¿Por que una persona tan egoísta podía caminar por la tierra… y aun así es querida?
  Melancolía  By: D.N Cedeño   Para mis días de soledad, Y la música que me ayudo Escribir esta historia.     Melancolía:   Tendencia a la tristeza extrema.       Capitulo 1:   Término.     La señorita Mariana Evans, sostenía un libro enorme en manos, lo contemplaba y leía con tal rapidez que lo terminaría antes del llamado para la cena, que sería en tres horas. De bajo de la gran puerta, se fugaba la luz naranja del atardecer.   Tenía los cabellos oscuros, combinando con los ojos plata que alumbraban el pálido tono de su rostro, un rostro que extraña la vez que había visto el sol, pues ella prefería quedarse en casa leyendo un buen libro que salir a caminar a los kilómetros de terreno empastado que poseía la mansión Evans, una de las familias más influyentes del país. Siendo una señorita bien educada, la ojiazul estaba sentada con la típica articulación de rodillas de modales, y sus ojos clavados en el mundo a la que la llevaba aquel libro, un mundo el que tal vez ella no vería, y se imaginaba un día haciendo todo los que los valientes y tenaces protagonistas se atrevían a hacer, pero ellos no eran la segunda hija de una de las familias más poderosas, por eso había abandonado tales sueños desde hacia tiempo.   Tiempo… ahora que lo pensaba su tiempo no era más que usado en sentarse a leer en aquel salón, rodeada por paredes repletas de libros, oliendo aquel olor a resina de madera y hojas usadas y húmedas, algo había en aquellos olores que la hacían volver día a día a aquel lugar, pero que más tendría que hacer en una tarde de Verano teniendo apenas 16 años cumplidos, nunca había necesitado ir a la escuela por que era demasiado inteligente y podía competir con universitarios y famosos intelectuales con mucha más experiencia, auque no le gustaba presumirlo, por que ella pensaba que si no hacía nada molesto para los demás entonces no habrían problemas y no se vería en la vergonzosa y pesada situación de congeniar con la gente, sus únicos amigos eran los libros, sus compañeras las letras, allí en la gran mansión solo estaba ella, su soledad y sus libros, no había más, sus padres se habían casado por puro compromiso y en especifico dinero, habían tenido a ella y a su hermana solo para darle gusto a sus abuelos, y que les entregaran la herencia, “los adultos son tan superficiales” se decía, sus padres ni siquiera se amaban, si no fuera por que la prensa provocara un gran escándalo, ellos ya se hubiesen divorciado hace tantos años, su padre tenía amantes, y su madre tenía los suyos, su hermana estaba en un internado para gente dotada de conocimientos, en la que ella debería de entrar en Otoño.   Su hermana era la persona más hermosa que nunca se podría describir, ni siquiera en un libro. Paulina tenía el cabello totalmente negro y sus ojos eran de un marrón singular, sin mencionar del dotado y alargado cuerpo que poseía, su hermana la modelo, y para colmar más a la perfección, ella era amable, comprensiva en concreto la hermana que toda persona quisiese querer, y Mariana la amaba era el único ser que la apoyaba y acompañaba en su soledad y precisamente por que la amaba era el por que se había ido, por que su padre creyó que era malo que se quedara platicando con su hermana cuando bien podía estar estudiando y subir el estatus social de la familia. Así que si, Mariana debería ser una persona feliz, pero no era, y la melancolía atacaba día a día, y la soledad se la tragaba un poco más cada que atardecía, por culpa de estas emociones ella ya no tenía sueños, ni ambiciones, ni siquiera sabía si algún día podría llegar a sentir algún sentimiento que no fueran aquellas… si algún día su vida podría ser como en las novelas que leía tan impacientemente.   La incertidumbre de sentir era al ansiado por ella, pero era algo que nunca podría tener, y esperaba que en algo cambiara su vida al entrar a aquel instituto tan privilegiado, aunque estaba segura de que iría a un internado, por que su padre quería levar a sus amantes a esa casa, y presumírselas, darlo a ver con sus aires de grandeza empresarial, lo sabía, ella tenía una gran capacidad de lógica aunque cualquiera se habría dado cuenta de ese hecho.   En la madera de la puerta se escucho un “TOC-TOC” y segundos después se escucho la cerradura ceder y las bisagras rechinar, la sirvienta entro lentamente a la habitación con una charola de metal color plata y arriba de ella una taza de té y la tetera de un perfecto color blanco. El olor a paginas húmedas de libros y resina de madera se desplazo por del jazmín, y el dulzor.   -Es hora del té, señorita.- La sirvienta se acerco lentamente hacia la pequeña mesa de centro, que estaba delante de las delgadas y débiles piernas de Mariana, dejo el libro sobre la misma mesa, y la sirvienta comenzó a servir el té.- Necesita algo más.- Mariana le hizo una sonrisa a la sirvienta y después movió los labios como un “gracias”. La mujer hizo una reverencia y se retiro dejando allí el servicio de té. Mariana creo un gesto de alegría al haberse sentido acompañada, después de un largo rato de soledad, y poco a poco fue borrando aquella expresión al darse cuenta que nuevamente había llegado la melancolía a ella.   Tomo el platito y la taza, se levanto y se asomo por la ventana, de sonde ya se alcanzaba a ver el enorme e inflado sol, increíblemente rojo ocultándose tras el mar, y llevándose con el algunas nubes. Por que sería que esa vista siempre le daba más soledad. Era algo trágico.   Tomo un sorbo de té y lo trago apenas con un poco de dolor, pues su garganta estaba cerrada, pero aunque sentía unas ganas extremas de llorar no lo hacia. Aun recordaba lo que había sucedido hace dos años, y veía sus muñecas con las cicatrices, recordaba a su hermana llorando y regañándola, enchueco su sonrisa cuando recordó a su padre diciendo lo que provocaría eso, lo que dirían los empresarios de la familia, y que su madre no dejaba de maquillarse y verse en el espejo antes de ir a ver a la prensa a comentar que ella iría a una institución para la ayuda, pero ella no fue enviada a ninguna parte y la fueron a tirar a esa casa cerca del mar, para alejarla del mundo que la hacia “estresarse”, después de eso, su vida fue aun más solitaria, se paso la mano por los oscuros cabellos, y cerró los ojos tratando de alejar los recuerdos. Agacho la cabeza, y por un momento maldijo el minuto en el que su hermana la encontró en la bañera lo maldijo con todas sus ganas, y despejo su mente cuando ya no hubo sol que ver, se empezaron a prender las luces automáticamente y la habitación se ilumino se dirigió a su sillón de siempre, se volvió a su posición y tomo otro sorbo de té, antes de volver a su lectura, su viaje eterno.     Para cuando llego el Otoño a finales de Septiembre, ella hizo maletas y se dirigió al internado, cuando iba en el avión, s pregunto nuevamente lo que tendría que hacer, las relaciones personales le eran fáciles de llevar pero, nunca pasaban de “compañeros” y nunca había tenido un amigo más que los libros, aún así sería amable con todos, para que no existieran malos entendidos, ni se le vinieran problemas encima, bostezo al pensar en que otra vez tendría que pasar por lo mismo, miro por la ventana y deseo que las cosas fueran un poco diferentes esta vez, se llevo la mano a su diafragma y aprisiono el colgante de color azul, su hermana se lo había regalado, según ella era un mineral llamado “circón” y le daría suerte, aunque ella no pensase que realmente un mineral le diese “suerte”, apreciaba el collar por ser un regalo de su hermana. Volvió a cerrar los ojos, y deseo no encontrarse en algo problemático. Aunque para ella los deseos eran algo tonto, algo en lo que se tenía que tener fe, algo a lo que los humanos se aferraban, para seguir teniendo esperanza, como en los libros que leía.   El gran jet privado de la familia Evans, aterrizo a la hora exacta sin contratiempos de llegada, Mariana despertaba de sus deseos, y se dio cuenta que en cuanto se levantara tenía que olvidar todo lo que había deseado, sabía que esos deseos no se cumplirían, y para evitar la decepción los tendría que dejar atrás.   Afuera la esperaban una ola de periodistas, esperando verla y talvez, aunque muy poco probable, su hermana estuviera esperando su rencuentro, lo único cierto es que tendría que darse unos 15 minutos para contestar las preguntas alocadas y probablemente inventadas de improviso, y tenía que contestarlas con toda la amabilidad posible, pensó ponerse unas gafas de sol, pero pensó que no le quedarían así que se las coloco como una diadema tomándole el cabello hacia atrás, y se decidió salir del la avio nave. Tomo el hermoso y pequeño bolso de mano de la prestigiosa marca prada, de color azul que llevaba sus cosas importantes, como su pasaporte y celular, se levanto y camino hacia la salida. Suspiro antes de salir, sabiendo bien lo que le esperaba. Le era difícil moverse con los tacones de aguja que llevaba, aunque había tenido un duro entrenamiento para saber caminar bien con ellos. Salio del avión y las luces de las cámaras comenzaron a flasherala, al instante se arrepintió de haberse puesto las gafas de sol, comenzó el circo, y sus guardaespaldas detuvieron a quienes se le acercaban de más.   -SEÑORITA!! SEÑORITA EVANS!!- Escuchaba su nombre en gritos por todas partes. “¿Por que no nací en una familia común y corriente?”- ¿Qué opina sobre el amorío de su hermana?!   ¿Amorío? Su hermana no le había dicho nada por teléfono, Paulina estaba bajando de la gran camioneta negra de marca Mercedes benz,  llevaba unas gran gafas oscuras color café e iba cubierta por su siempre de moda ropa, llevaba un pañueleta de color rosa pastel un suéter tejido suelto de color gris y unos jeans oscuros entubados con sus botas de tacón alto del mismo color de el suéter, resaltando su delgada y hermosa figura, además llevaba unos guantes negros de cuero, camino hacia Mariana elegantemente, y los periodistas la siguieron con la misma pregunta.   -SEÑORITA PAULINA!!! ¿QUÉ OPINA SU FAMILIA SOBRE SU AMORIO?- Los periodistas acercaban los micrófonos como para que se lo comiera. -Hermana?-Susurro apenas con aliento. Paulina llego a pasarle el brazo sobre los hombros. -Ria, vamonos, no tienes que contestar algo que tu no sabes.- Vacilo un momento y se volvió a ver a las cámaras, los micrófonos se acercaron aun más.- Les pido disculpas que no pueda darles información, se que este es su trabajo. Por favor no molesten a mi hermana, ella no sabe nada del asunto. Con permiso.- Se retiro empujando desde la espalda a su hermanita. Y subieron a la mercedes benz que esperaba con las puertas abiertas   Sucedió un momento largo de silencio, Mariana sabía muy bien que no tenía que tocar un campo minado, su hermana le contaba mucho sobre su vida amorosa, pero no le había informado desde hacía un rato, lo único que sabía era que Paulina se había enamorado de uno de los profesores de la sección universitaria del internado.   -Escucha, Ria, yo… me metí en problemas con la relación que llevo con mi profesor.- Confeso sin verla a los ojos, y con la mirada perdida en la imagen del mar que cruzaban por medio del puente que conectaba al continente con la isla que era del internado. -Papá…- Mariana pregunto con un porcentaje de miedo, pero la curiosidad la atrajo a ello. -Papá, esta feliz de la vida!-Se rió estridente de la ironía.- Fernando, resulto ser de una familia igual de importante que la nuestra, y que encima su padre hace negocios con el nuestro- Se golpeo la cabeza con la palma de la mano- Tantas veces que dije que no le daría el gusto a papá y… mírame- Rió sordamente. Mariana vacilo antes de tratar de consolar a su hermana, como había aprendido en los libros. -No estas dándole gusto a papá.-Paulina volteo de improviso quitándose las gafas dramáticamente- Te estas dando gusto tu misma. Ese sentimiento solo es tuyo, Lina.- Sonrió dulcemente, y su hermana se sintió conmovida tanto que soltó lagrimas y sonrió de la misma forma tonta de la que lo había hecho. “Tengo una hermanita tan linda” pensó justo antes de echarse a los brazos de Mariana. Se abrazaron con todo el cariño de la hermandad.   -Tienes que decirme en que libro aprendiste eso.-Rieron. -Claro- Sonrió al aire y sintió el sedoso oscuro cabello de su hermana. Paulina termino el abrazo y tomo la cara de su hermana entre sus manos. -Gracias, por haber venido.- Se sonrieron.     -Lamento no poder acompañarte a tu dormitorio. Pero el toque de queda esta cerca.- Paulina le sonrió de manera agradecida por el consuelo. -No te preocupes estaré bien.- La tranquilizo en una mirada. -Mañana, es Domingo, iré por ti para desayunar juntas e ir a ver la escuela. ¿Vale?- Le tomo una mano a su hermanita. -Vale.- Mariana libero su mano de la de su hermana, y dio media vuelta hacía el mercedes que esperaba por ella. Antes de cerrar la puerta, se despidió con la mano de su hermana y sonrió antes de volver a estar sola, capto la imagen de su hermana parada allí sonriéndole, se llevo la mano al pecho y apretó el circón de su hermana. “Hola soledad”, sabía de antemano que su hermana estaba muy ocupada estudiando leyes y administración de empresas al mismo tiempo para ayudar al negocio familiar, y que ella no tendría tiempo para ver a su hermanita de vez en cuando y muy seguramente ella también se vería en el mismo camino, aunque cuando era niña tenía sueños, se había visto obligada a renunciar a ellos.   -Dormitorio no.3 habitación 63- Mariana se repetía una y otra vez en susurro, mirando de puerta en puerta, al final del pasillo había una gran ventana dejando entrar la luz de la luna y permitiéndole ver el número 63 en la puerta a la de ella.-Aquí estamos-Tomo la tarjeta que se le había otorgado, y abrió la puerta, el dormitorio era como se lo imaginaba, con un poco más de exageración, por afuera había podido observar que la pared exterior que daba una vista al mar, era totalmente de vidrio, aunque la mayoría de ellas ya estaban cubiertas por persianas o cortinas. El dormitorio parecía más un departamento lujoso, que un dormitorio normal de internado, pero si, esa escuela no era “normal”, estaba amueblado por sillones de color lila, y paredes de un color rosa pastel con detalles pequeños blancos, era femenina por donde se viera, así que tendría que ponerle algo a su estilo, y ya que sabía que su hermana llamaría o mandaría un mensaje en la mañana para avisar que no podría ir por un imprevisto, decidió que sería día de arreglar la habitación a su estilo. Pero por ahora estaba lo suficientemente cansada para caer muerta apenas viese la cama. Antes tomaría un baño, después un vaso de leche y al final caería como ricitos de oro después de comer la sopa de los osos.     Eligio una pijama, arreglo la cama se coloco los boxers femeninos, y seco su cabello con la ingeniosa maquina, terminado el asunto y bien seco su oscuro y largo cabello, cumplió lo prometido a ella misma y se empino un vaso repleto de leche.   Se dio cuenta de que aquel refrigerador… o más bien mitad de refrigerador, estaba lleno de comida y bebidas, había una tarjeta sobre un pastel.   Señorita Evans.   Sea usted bienvenida a nuestra prestigiada escuela, este es un regalo para darle gracias a usted y su apreciable familia de haber elegido nuestro humilde instituto.   Atte.: La dirección y coordinación.   -Gracias por la bienvenida a  su “humilde” instituto- Susurro con todo el sarcasmo posible, e hizo bolita la tarjeta tirándola a bote de basura más cercano.   Pusó el vaso sucio en el fregadero, bostezo y apago la luz de la útil, básica y pequeña cocina, se dirigió a la habitación y recostó en la cama, vio las maletas, y después el techo, tomo el circón en la mano, y dándole las buenas noches a la soledad, se durmió.
Capitulo 2:   Clase A-1     Las monótonas, aburridas, y lentas manecillas del reloj de escritorio marcaban las 8:13, Mariana apenas iba incorporándose lentamente, había soñado con piratas, si, que ella era una pirata que podía navegar de mar en mar, decir palabras fuertes, emborracharse cuando quisiera y fumar, pero eso solo fue un sueño y volvía a la realidad. Se llevo la mano al circón y lo apretó queriendo guardar en sus recuerdos aquel sueño, con una notita sobre el “nunca pasara” diría.   Se levanto y poco después reviso el celular. Efectivamente, allí estaba el mensaje de su hermana.   “Lo siento mucho ha surgido un imprevisto, tendré clases de leyes, nos veremos el lunes, te buscare.”   Y después otro.   “De verdad lo siento”   Y después.   “7 llamadas perdidas de: Lina”   Mariana hizo un bufido con la cara, y posteriormente abrió el teclado touch, para enviarle un “no te preocupes, esfuérzate en tu clase” y calmar a su desesperada hermana. Suspiro y se levanto de la cama, arreglo la sábana y la enorme y cálida colcha. Hoy tendría que desempacar y ponerle un poco de estilo a la habitación, un poco de “libros” lo que a ella le molestaba realmente, no era que la habitación fuera femenina, si no más bien, que la habitación no tuviera el olor a paginas húmedas y viejas y a resina de madera. Las 8 cajas de libros que había mandado desde su casa a su dormitorio un día antes que ella llegase, ya estaban allí, apiladas en dos hileras de cuatro, ahora que lo notaba en la mesita de centro de la amplia sala, había un sobre.   Se dirigió a él con los pies descalzos y el cabello aun alborotado, se agacho y lo tomo, para después tirarse a leerlo en uno de los sofás que había, que eran realmente cómodos. Abrió el sobre elegantemente, el remitente era de “la coordinación de alumnos”   La carta decía lo siguiente:   Estimada señorita Evans:   Felicidades! El examen diagnostico que se le fue aplicado hace un par de días a demostrado que usted tiene un nivel superior de IQ que la pone en la situación de encabezar el mayor nivel de inteligencia en nuestro instituto. Como parte de esto, ha sido asignada al grupo A-1 que tiene como propósito hacer avanzar esa inteligencia en usted y sus compañeros que estarán bajo su nivel.   Es un orgullo tenerla en nuestra prestigiada institución.   Sin más por el momento.   Atte.:La coordinación.   -Grupo A-1 ¿he?- Se bufo de la carta y la tiro en la mesa de centro nuevamente. Noto que no era la única hoja que había en el sobre. A otra pagina era un buen y jugoso horario, pretendiendo que ella aprendices “química quántica” “calculo lógico” “física nuclear” “genética” “historia del mundo avanzado” “apreciación de la lectura” y un montón de cosas que ella conocía como la palma de su mano, y aun más sabía que se aburriría en esas clases, para que aprender, algo que ya sabes, como si fuese el abecedario?!.   Volvió su cabeza, a la luz del sol que se filtraba por debajo de las cortinas, y se dio cuenta de que aun tenía sueño, y el mismo la hizo echar la cabeza hacia atrás y mirar el techo blanco, apretando el circón, y pensando en la soledad.   -Grupo A-1…-Pensó en la gente que estaría en su clase, serían del tipo de locos que se la pasan pensando en las ecuaciones de física quántica, o serían de los locos que se obsesionan con todo, y todos o de los que parecen muertos y no muestran señal alguna de vida, más que el pulso, si estaría con gente así entonces no le iría bien “haciendo amigos”. No… la soledad, y los libros serían siempre su única compañía y de muy en vez en cuando la melancolía vendría a jalarla al vacío, su cuerpo, su mente, su alma estaban preparados y listos para ahogarse en la soledad de la melancolía, entonces en un sordo intento de verse acompañada, froto su pecho y su circón en busca del consuelo de su querida hermana.   Pero lo sabía, sabía que su hermana no estaba en ninguna clase, y también sabía que lo que vendría seria peor. Así que si, su hermana había encontrado a alguien más importante para su existencia, alguien a por quien la olvidaría. Apretó los dientes y crujieron, hasta que despejo su mente de ira.     El señor Kaled Michaels, perteneciente a la familia financiera más importante del país, estaba cómodamente sentado sobre el cofre de un auto que, no era suyo un deportivo gris perteneciente a un deportista que había estado molestando a uno de los suyos, su pasatiempo más querido era el meterse en problemas. Tenía una sería obsesión a la adrenalina, y esa misma lo orillo a ser temerario. Los brazos los tenía rellenos de pintura negra en distintas figuras, pintura que nuca se iría por más que la lavase, sus músculos eran gigantescos y bien ejercitados, su cara estaba repleta de perforaciones, y sus orejas tenían aretes circulares más en una que en otra, tenia el cuerpo típico de un chico malo, su cabello sin lavar y gustaba de usar mudas de ropa extremadamente viejas, y casi en harapos, sus manos eran de un grande particular, y sus nudillos estaban repletos de cicatrices, de las peleas que tendía a tener muy de vez en cuando. A esto mismo se debía a que el, era el líder de una famosa banda de “vándalos” que talvez no robaban, ni mataban, pero si causaban demasiados desastres tanto en la ciudad como en el internado en el que se encontraba.   Este hombre, tenía los ojos castaños y su cabello de color caoba, tal vez, no era tanto su estatus en los grupos de “vándalos” si nos más bien su buen ver, que cambiaba de compañera sexual más rápido de lo que podía parpadear, pues el, nunca, nunca había tenido una “novia” es más eso le entraba y salía en el mismo segundo, nunca le había interesado alguien hasta el punto de hacerla su novia, y eso que había conocido a verdaderas mujeres, capaces de seducir a cualquiera que buscara un poco de “diversión” el bate que llevaba en la mano lo aventó a uno de sus lacayos y dejo el cigarro aun lado, cuando vio al deportista rubio y ojiazul saliendo de la escuela, junto con una chica prieta y delgada que más bien parecía prostituta de cuarta.   -Hey, Blackwood!!-Grito hacia el deportista de chamarra de cuero.   El incrédulo hombre, desvió la mirada del escote de la prieta que llevaba a lado y tomada de la cadera. Sus ojos demostraron cierto miedo y posteriormente corto el sentimiento para convertirlo en soberbia capaz de hacer que se fuera su atacante.   -Michaels, ¿Qué pasa? ¿Se te perdió algo?- Atajo una gran sonrisa burlona en su semblante, y lo mismo hizo Kaled. -Tu sabes muy bien por que vine.- Respondió señalándolo con el cigarro que tenía en la mano, para después tomar en su boca y hacer entrar humo en sus pulmones.-¿Por qué no vas a otra parte, preciosa?-Se dirigió a la chica, y ella al instante se despego del deportista, balanceándose en sus tacones hacia uno de los lacayos del castaño. “Toda una puta” pensó y se levanto del cofre, tirando su cigarro y aplastándolo con el pie. -Vamos hermano, solo estábamos jugando, no es así? Hinojosa?!-Grito a un chico de cabellos negros aplastados por la mugre. Este le respondió con una mirada enloquecida de ira. -Te vas a morir, hijo de puta. -Espero que no te vuelvas a meter con los míos. A… y aléjate de mi cuñada.- Estiro la mano para que le dieran el bate, y así fue, el castaño se lo dio al rubio y se extraño de ese comportamiento. -Te daré una oportunidad. Tendrás un bate, y yo solo mis manos.-Explico con las manos listas para la pelea.   El rubio se volvió hacia los lacayos inquiriendo en que irían a hacer, si el lastimaba a su jefe.     -¿Por qué haces esto?- Su hermano, Fernando estaba tocándose la cabeza de la jaqueca que le causaba su pequeño hermano. -Se metió con Manie, y contigo y Lina!-Reprocho dando sus razones otra vez. Su rostro estaba repleto de un color lila y un golpe sangrante cortando su ceja derecha. -Es todo Kale, no puedes seguir haciendo esto. Tienes que encontrar algo.- Le decía a su hermano, con cierta autoridad.   El hermano de Kaled, Fernando Michaels, tenía el cabello de un tono casi rubio y los ojos color miel, era alto y tenía la espalda llena de tatuajes, las orejas llenas de hoyitos, y las mismas manos que el. Su hermano había sido el antiguo líder de la de ahora su banda, Kaled tenía cierto fetiche con su hermano y su novia la bonita Lina, los adoraba y admiraba como su hermano había podido cambiar su obsesión y volverse profesor, y adoraba a su cuñada que siempre era tan amable con el, ella le estaba limpiando la herida de la ceja, le dolía pero tantos años peleando le habían dejado una resistencia enorme.   -Deja de gritar Fer. Kale solo estaba haciendo lo que le parecía correcto. ¿no?- Ella le sonrió, como hubiese deseado que Lina tuviese una hermana de su edad, e igual de bonita y amable. -No lo consientas, esto… es algo de a diario. Kale, entiende que esto, el cigarro, el alcohol, las porquerías que te metes, un día van a ser tu perdición! ¿Qué hubieses hecho? Si el director hubiese estado allí, a media mañana en el estacionamiento!- Cuando su hermano alzaba la voz de esa manera, recordaba los viejos tiempos en el que el le enseñaba a pelear. -Pero no fue así- Contesto automáticamente a la defensiva. -Basta! Son hermanos, no tienen por que pelear… solo discúlpense ¿Si?-Lina era tan paciente, ojala la hubiese conocido antes que su hermano, pero si hubiese sido así, ella no llevara ese anillo, y las familias no estarían tan felices del compromiso, y su padre no le volviera a recordar el “¿por que no te rectificas como tu hermano?” era tan monótona esa vida, que ya casi se aburría, aunque debía de aceptar que estaba feliz de lo que estaba pasando con su hermano y Lina, su nueva cuñada.   Cuando Kaled salió del dormitorio de su hermano, desvió de su mente la idea de lo que estaba haciendo allí Lina, aun así tenía que dejar de preocuparse de eso, mañana tendría que tomar clases era algo rutinario para él, pero escaparse era lo más divertido de todo, iría la primer hora a la segunda ya nadie sabría si estaba allí. Ojala el también llegase a enamorarse de alguien, y se “rectificara” como decía su padre, aunque lo dudaba mucho, y por mucho que fuese “maravilloso” aquel sentimiento, el prefería por mucho las putas, sin sentimientos ni compromisos.   Poco después de caminar, llego a su dormitorio, pero justo antes de entrar al edificio, noto una persona extraña, no identificada por su gran memoria fotográfica, una chica de cabellos oscuros, y ojos azules, su semblante estaba lleno de indiferencia a las miradas de los otros chicos que la habían identificado, y también de una melancolía que era extraño en una persona como ella, aunque los chicos que la veían no notaban su semblante melancólico, si no más bien sus piernas, pues llevaba un vestido ligero que se entendía por el calor del día, tenía el cuerpo pequeño, y noto que su pecho, era lo más pequeño que tenía, tal vez una copa A. Pero tenía sus proporciones bien hechas, su piel no estaba pegada a los huesos, y llevaba unos zapatos de tacón de puente que la hacían un poco más alta de lo que era, tal vez medía unos 160 centímetros, lo verdaderamente atrayente de ella, para Kaled, eran sus labios rojos, y su piel blanca sin necesidad de ningún cosmético, ella no era gran cosa, había conocido a chicas mucho más hermosas en su vida, pero ¿Qué era lo que le llamaba la atención?.   La chica desapareció de su vista y el como respuesta volteo hacía la entrada del edificio, conteniéndose a seguirla a ver en que dormitorio vivía, y saber hacía donde se dirigía, quería saber su nombre, quería saber… quería conocerla… quería escuchar su voz.   Justo antes de entrar en el edificio y ser recibido por el portero, dio un golpe a la pared, dejando su mano un poco roja y la pared con los nudillos marcados en la pintura y el yeso, el portero se sorprendió de aquella reacción y estaba apunto de preguntarle que le pasaba, pues era extraña esa actitud en alguien tan despreocupado como el, Kaled tenía la cabeza gacha y una tensión pegada a su espalda, parecía, ¿nervioso?.   Quito poco a poco la mano de la pared y cuando la tuvo a lado del costado, dio media vuelta metiendo las manos en las bolsas del pantalón de mezclilla que estaba tan bajo y sin cinturón que mostraba cierta porción de su bóxer.   El cielo se empezaba a nublar cuando el con sus largas zancadas alcanzo el balanceo de sus tacones, no podía creer que estuviese tras una chica, normalmente el era el perseguido, y se podía comprobar por el grupo de tres que fingía ir hacía el gimnasio que estaba en esa dirección, sin embargo los ojos que el perseguía, estaban entrando en la biblioteca, y cuando el cambio la dirección hacía el edificio de libros, ellas dijeron un “¡¿y si mejor vamos a la biblioteca?!”, Kaled no les prestó mucha atención, pues a él no le interesaban esas chicas, a menos de que ellas estuvieran dispuestas a tener sexo de a gratis con él, y sexo del bueno. Soltó una risa sorda al pensar en ello.   La chica del cabello negro se registro en la lista de entrada de la biblioteca y poco después el también lo hizo. Viendo su nombre en la lista.   16 Evans Mariana A-1 2:38 17 Michaels Kaled A-1 2:40 18         Evans… había escuchado ese apellido en algún lugar, su memoria le proporciono una imagen para el apellido, el rostro de una chica de cabello castaño y ojos oscuros marrón, el rostro de una verdadera muñequita de porcelana, pero si la de cabello negro era su hermana, y además de todo ella estaba en su mismo grupo, Kaled rió estridente y con esto recibió un “silencio!”, por parte del encargado de la biblioteca, y su rostro no mostró más que gracia, había perdido de vista a “Mariana”, y la comenzó a buscar con la vista, para después encontrarla en el segundo piso de la biblioteca consiguiendo un banquito para subir y poder alcanzar un gran y viejo libro. Observo como algunos chicos que estaban sentados en una mesa con varios libros, se juntaron para ver “discretamente” hacia arriba donde de seguro obtendrían una buena imagen de la ropa interior de “Mariana”, pensó rápido y subió de la misma manera los tapizados escalones hacia donde se encontraba ella para ponerse en frente de su espalda y observar que los chicos abucheaban aquella acción, ella se estiro aun más de lo que sus tacones la alzaban y trato de alcanzar un libro que no alcanzaría nunca con aquella estatura, aun con 8 banquitos de biblioteca.   -¿Necesitas ayuda?- Pregunto un poco más que amable, y esperando algo más que un simple gracias. Ella volteo y dejo de estirar su bonita silueta, los azules ojos deslumbraron los castaños de Kaled, e inundo sus pupilas de belleza, llevándole una extraña tibieza a la cara, una que nunca había sentido. -Si!-La chica sonrió tan cómoda con la situación que pensó que ella estaba drogada o algo por el estilo. O tal vez aquello no era que estuviese drogada, tal vez más bien era amabilidad, por que sus ojos aun mostraban una porción de melancolía en los ellos-Por favor.- Pidió, bajando del pequeño banquito, ella se coloco a un lado y el subió y sin necesidad de alzar siquiera un poco los brazos, tomo el libro como si fuera una bolsa de plumas, ligera… entonces se dio cuenta ¡¿Pero que demonios estaba haciendo?! Ayudando a alguien! Por que, el no estaba siendo él, tenía formas muy especificas de tratar a las chicas como ella, como esa niña que tal vez tenia muchos menos años que el, pero… si tenía menos años que el, por que ella estaba en el grupo más avanzado existente en la escuela, en su mismo grupo, ella… tal vez ella era la chica que le había ganado en el examen diagnostico, la misma chica que causo que su padre le llamara y lo amenazara con quitarle todo, su padre había dicho que si no era el mejor en los estudios no tenía caso que siguiera pasándole las tantas fallas de disciplina.   -Gracias- Mariana parecía aburrida de la situación, se había dado cuenta que tal vez alguien pudo haber llegado en un momento de dificultad para ella, que en lugar de estar en el grupo de los pervertidos que trataban de ver su ropa interior, tal vez este chico castaño, podía haber llegado, pero se iría después de que ella se sentara a leer, de alguna manera a ella le había alegrado la vida, el que alguien tan lindo y bien parecido hubiese aparecido, se llevo la mano al pecho y apretó su circón. -Por que una chica tan linda esta leyendo un libro tan pesado- Kaled, trataba de ligarse a la chica y tratar de averiguar un poco más de lo que ya sabía, como el por que una chica menor que el, tenía el mejor IQ de una escuela para personas dotadas de talento. Pero Mariana sabía muy bien todo, y casi tenía ojos en la espalda, el había visto su nombre en la lista de visitantes del día y de seguro conocía a Lina, por que había reído estridente al darse cuenta de la diferencia abismal entre su hermana y ella. Mariana como respuesta se limito a contestar con una sonrisa y a tomar el pesado libro en sus delgadas y suaves manos de princesita, y llevarlo hacía el área de lectura en la esquina siguiente hacia su derecha, donde había un sofá, verde parecido al rojo de su lugar favorito, pero no sería lo mismo. Nunca es lo mismo. Noto el chico se puso a la defensiva, de seguro era del tipo que no acepta un “no” como respuesta, su cara incrédula lo decía todo.   -¿Cómo te llamas?- Pregunto, como si ella hubiese nacido ayer. -Perdón.-Fue amable para evitar problemas de cualquier tipo. Dio media vuelta para verlo de frente y se sintió atraída por sus ojos castaños.-No soy el tipo de chica que buscas- Respondió y antes de retirarse al sofá dio una reverencia de respeto con los ojos, y lo dejo plantado allí con la boca abierta, Kaled por su parte se sintió aun más atraído por lo difícil que se mostraba, la chica sabía muy bien que ya conocía la respuesta a lo que había preguntado, y le fascinaba la idea de una persona tan inteligente y lógica como ella. La siguió al sillón que estaba en una esquina, ella se sentó con todos los modales que podía haber y hecho su cabello hacia otra parte, parecía que tenía los ojos cerrados mientras leía rápidamente, Mariana ignoro la presencia de Kaled, y el por su parte se sentó en el sillón del frente. Y durante tres horas el la observo pacientemente mientras ella leía rápidamente, impaciente por el final.   Cuando Mariana termino de leer, dejo el libro en la mesita a sabiendas de que el encargado lo pondría en su lugar otra vez, le pesaba saber que la gente hacía lo que ella no podía, pero tenía que ser así. Kaled la siguió mientras salían de la biblioteca, y mientras ella almorzaba el se sentó en una mesita aproximada a ella, la observo mientras engullía su sándwich de pollo, ella todo el tiempo lo ignoro, poco después termino y se levanto dirigiéndose hacia su dormitorio, Kaled estaba tan interesado en el por que de que ella tuviese esa mirada y semblante tan melancólico,  que simplemente no podía dejar de seguirla, y dejar de ver su cara, y tratar de idear diferentes planes para hacerla un poco más feliz… ese comportamiento no era algo normal en él, pero simplemente no podía evitar sentirse bien haciendo y pensando eso.   Cuando llegaron al dormitorio 3 de las chicas, algunas de las que estaban llegando, lo miraron con tanto interés que se les salía lo puta por los poros, pero algo paso en su mente que lo hizo enfocarse principalmente en Mariana, y querer que ella le coqueteara de esa manera, solo quería que ella le lanzara esas miradas, era un extraño y gustoso sentimiento, y quería que ese sentimiento no desapareciera, al menos no por ahora.   -Me llamo Kaled!! Todos me dicen Kale- Grito en dirección a ella, justo antes de que Mariana entrara en el edificio. Ella dio media vuelta y le sonrió.- Nos veremos en clases mañana?.-Pregunto con el deseo de que ella sonriera otra vez. -Nunca falto a clases.- Dijo mientras nuevamente sentía la decepción, tal vez un día como este en el que todo el día estuvo “acompañada”, pero en cuanto entrara a aquel dormitorio estaría otra vez sola, sola… y sola. Kaled dio un salto de alegría, como si le digieran que viviría contra todo pronostico, y ante todo las chicas parte del publico vieron emocionadas la escena y algunas se sintieron con ciertos celos.   Una cosa era verdad, aquel “nunca falto a clases” había sido el comienzo de miles de problemas, tenía la sensación de que esto no es lo que había deseado.    
Capitulo 3:   Comienzo.   En el grupo A-1 solo habían 7 alumnos y un profesor, y la menor de todos era Mariana, con 16 años, quien le seguía era un chico que se identifico como James Martínez, quien era un rubio y bien parecido chico que llevaba unas gafas bastante estéticas, y tenía 2 años más que ella, después otro chico que se llamaba Manuel Cortes de cabellos negros y ojos cafés, de baja estatura y tez morena, el tenía 3 años más que Mariana, luego estaba Miranda Yánez tenía el cabello de un castaño casi rubio cayéndole en forma de pequeños resortes por los hombros y los ojos verdes esmeralda era bajita y un poco rellenita, pero si, tal vez con sobrepeso, un poco tímida y se ponía como demente si alguien la tocaba, y traía abrazado un osito de peluche, ella también era mayor por 3 años, William Menanser, o algo así era un chico de cabello castaño y con pecas en las mejillas, sus gafas bien puestas y nada estéticas, tenia acné en la barbilla, y su cuerpo no estaba estilizado, aseguraba haber sido dotado por Dios con inteligencia superior a todos los demás, el era mayor por 4 años, Mariana se puso una notita mental de no acercarse a el, por que había jurado que cualquiera que lo hubiese superado en el diagnostico, sería su enemigo natural, Alberto Wolf padecía de oftalmofobía que es el miedo a ser observado directamente, cosa irracional para Mariana, tenía el cabello tapándole los ojos, y la cara pálida, su cabello era negro, y era 5 años mayor, era más maduro de todos, por ultimo de la misma edad de Mariana estaba Kaled Michaels.   Kaled se mostró sorprendido al ver que alguien tan pequeña era de la misma edad que el, por su parte Mariana demostró una agudeza grata de la inteligencia que gozaba, teniendo en cuenta los vicios y expresiones de cada uno de sus compañeros con solo verlos, y ponerse pequeñas notas mentales de cómo comportarse con cada uno de ellos.   -La persona que tiene el mayor IQ de la escuela, oficialmente, esta aquí, por favor pasa.- La profesora Michegan era alta y con sobrepeso, pero parecía amable y buena enseñando, además de cuerda. Le estiro una mano a Mariana que estaba cerca de ella, y por efecto de la amabilidad, ella se levanto al instante, camino tranquilamente hacia el frente donde se encontraba la profesora, y se puso frente a sus compañeros, sus locos en insensatos compañeros.   -Ella es Mariana Evans. Va a representar al grupo, junto con Kaled Michaels.- La profesora volteo a ver a Kaled que estaba complacido de escuchar, que ahora tendría una excusa para saber más de ella, y Mariana por su parte se veía en la situación de estrés por sentimientos encontrados.- ¿Vale?- La profesora la miro otra vez de sus pequeñas y delgadas gafas, y le sonrió. Mariana le sonrió.   Al terminar la primer hora Kaled no salió del salón, tampoco salió en la tercera o la cuarta, y volvió a tiempo después del almuerzo. Se paso el día en el salón aprendiendo cosas que ya sabía, algunas las aprendió mejor, y otras no sabía que existían, observo a Mariana todo el día observándola, como prestaba atención, o al menos eso fingía, viéndola bien parecía igual de aburrida que el. Para el final del día, la profesora les pidió revisaran el reglamento y calendario, para orientar adecuadamente a sus compañeros. Kaled acerco una silla al pupitre de Mariana, sentándose a horcajadas en ella y con el respaldo en el pecho, se inclino sobre los papeles y observo el gran bulto, la observo detenidamente mientras veía como su cabello caía sobre las hojas de papel, poniendo el blanco y el negro en una proporción perfecta, el deseo de poder tocar un poco su cabello, apareció en el, inúndalo con el olor que podía llegarle gracias a la corriente de aire que venía desde detrás de Mariana, no podía entender el por que tanto interés en alguien tan insignificante, tenía preguntas en la cabeza que no podía comprender.   -Y… entonces, Mari- Ella rió a lo bajo, y alzo los claros ojos para verlo, Kaled sintió un retortijón en el estomago cuando ella lo vio de esa manera.- ¿Ana?- Pregunto sin opción otra de cómo cortar el nombre de “Mariana” -Ria- Contesto con su suave y chillona voz. Perfecta para alguien tan pequeña e infantil, pero parecía que ella, no hablaba mucho. A Kaled se le inundaron los ojos cuando vio la imagen de Mariana atorándose el cabello detrás de una oreja y escribiendo, noto lo largas que eran sus pestañas, y que tenía un pequeño lunar casi a la altura de su ojo, entre su globo ocular y donde nacía cabello negro, la silueta simplemente era algo hermoso. -Ria, conozcámonos.- La boca hablo por impulso, pero eso nunca le había molestado, le gustaba decir lo que quería. Mariana pensó lo que implicaba la pregunta antes de responder. -Bien, ¿Qué quieres saber?- Mariana se puso sobres los papeles mirándolo a los ojos, inquiriendo en la pregunta que haría. -¿Qué te gusta hacer?- Fue lo primero que se le vino a la mente, no era su prioridad, pero sintió que tenía que avanzar lento.   El sol se estaba ocultando tras el mar de la isla, y Mariana veía hacia fuera cuando se realizo la pregunta, ella veía con su mirada melancólica y solitaria. -Leer, libros de aventuras. Me gusta imaginarme a mi misma hiendo a mil y un lugares fuera de la sociedad, teniendo aventuras como los piratas, los futuristas, o las personas que no son ricas.- Ella sonrió por un instante y apretó los las manos convirtiéndolas en puño. Kaled, observo las cicatrices en sus muñecas y ella lo notó, no sabía que, pero algo le decía que podía confiar en aquel vándalo. Lo volvió a mirar con una sonrisa sincera.- Me gustaría sentir un poco de adrenalina de vez en cuando.- Sintió que podía llorar, pero ella no podía hacerlo desde hace mucho tiempo.- Y… ¿A ti que te gusta? Kale.- Kaled sintió que la tibieza volvía a su cara. Se sintió con ganas de ser atrevido con ella, de hacerla enfadar, y verle la cara, quería verla en toda faceta posible. -Me gusta el nombre de Mariana, y la niña que lleva ese nombre.- Sonrió arduamente, como sabía que a las chicas les gustaba, como respuesta a Mariana se le subió el rubor a la cabeza, y se quedo sin palabra alguna- ¿Puedo besarte?- Pregunto atrevidamente, pero ella no mostró más que un interés extremo en la pregunta, se llevo la mano al circón, lo apretó fuertemente y sonrió tímidamente.   El sol se ocultaba tras el mar, llevándose cierto porcentaje de nubes del cielo, mientras ellos acercaban sus rostro el uno al otro y chocaban sus labios tiernamente en un momento mágico, profundo, y largo en el que ambos estaban felices de la misma vida, y sus corazones latía como el corazón de un feto, tan rápido y tan fuerte que pudieron haber tenido un paro cardiaco, siendo así un beso que comenzó una relación amorosa entre ambos.   En otra parte, no muy lejos del salón del grupo A-1, algunas chicas se reunían en el salón del grupo E-4, estaban en un circulo rodeando a su líder, Gretchen Galloway, era alta, refinada y bien parecida, de una familia poderosa, pero de menor rango que la de nuestra protagonista, su cabello era de un pelirrojo intenso que caía en pequeñas ondas hasta su delgada cintura, era alta y tenía el busto de un grande exagerado, se rumoraba operado, la nariz la tenía pequeña y delgada y su semblante era marcado como el de una escultura griega, por esto mismo ella era un símbolo sexual para muchos de los chicos asistentes a la misma escuela y había tenido varios encuentros sexuales con Kaled, ella era presidenta del club de fans del susodicho, y todas estaban locamente enamoradas de él, pero al enterarse del altercado en frente del 3er dormitorio femenino, la reunión de un club de fans, se convirtió en la reunión de un club de celosas fans, en lo personal su narradora, recomendaría alejarse lo más posible de ellas, por que una mujer celosa es demasiado peligrosa, y ahora que son 9, es mucho peor.   Mientras las celosas fans de Kaled, planeaban barbaridades que hacerle a Mariana, para molestarla y persuadirla de alejarse de “el amor de sus vidas”, nuestros protagonistas tomaban sus manos después del mágico momento que hacia tan poco había pasado.   Kaled, nunca había visto algo más hermoso que el rostro de Mariana después de ser besada, no creyó, poder ver al más hermoso en toda su vida, y su corazón aun latía fuertemente mientras tomaba la mano de su amada en un intento bruto de acercar sus cuerpos aun más, y de compartir el calor de estos, ella estaba más roja que de costumbre, y por un momento se olvido de su amiga la soledad y se apego al recuerdo de el momento, aunque sabía muy bien que tendría que dejarlo ir, aunque así no lo quisiera, y eso era lo más triste del asunto, que ella tendría que dejarlo ir, así como el. Y aun más que le hacia estar segura de que el no solo estaba jugando con ella, que es lo que le hacia pensar, que ella sería la única a la que le había dicho eso, acaso no era algo apresurado el que el de repente la viese y decidiese hacerla su novia, Mariana tenía demasiadas dudas, dudas que no podría disipar ni aun con la más grande reflexión ni con la tanta inteligencia que poseyese, y lo sabía, le constaba, y aun sabiendo eso, no podía evitar sentirse enamorada, y pensó, “y si, solo por esta vez me arriesgo, y dejo de pensar en las posibilidades que habrá que el me engañe o me deje destrozada” “y si le doy una oportunidad” con esto en mente no tuvo más alternativa que dejarse llevar, saber por una vez en la vida, que era ser temerario, y la puerta de la adrenalina se le abría junto con el chico perforado y tatuado que tenía frente a ella, y decidió intentarlo.   -¿Me podrías enseñar lo que es vivir como tu?- Pregunto con la mirada en las manos entrelazadas que estaban sobre el papeleo que tendían que estar haciendo.   No se suponía que este sentimiento lo haría reindicarse, en lugar de apegarlo más a la adrenalina, entonces esa chica tímida, inteligente y refinada, le estaba pidiendo que le enseñara su mundo, pero el temió que ella lo odiara si veía lo suficiente, pero esa mirada y en esos momentos el no podría decirle “no”, ni de chiste y se sentía por primera vez vulnerable ante la situación, esa chica lo hacía blando y desastre, ¿Qué dirían sus lacayos de la banda? Si lo vieran así como estaba… después de reflexionarlo, llego a la conclusión de que no dirían nada, por que el no lo permitiría no dejaría que ella se viese ingresada en problemas, y la mejor manera de hacerlo era dejando claras las cosas, hacer un contrato, como decía su padre, especificar el asunto coherentemente, y proporcionar beneficios para ambos lados.   Tomo una de las hojas de la mesa, y escribió un fácil contrato.   Con la unión labial de Mariana Evans y Kaled Michaels, se concreta este contrato, en el que se afirma que tu Mariana Evans, no dejaras que nadie te toque, y no le mostraras a nadie esa mirada más que a mi, en pago por ello, yo Kaled Michaels, prometo protegerte y amarte todo lo que mis sentimientos lo permitan, además de mostrarte la vida llena de adrenalina  que llevo que no te obligare a disfrutar. ¿Aceptan las condiciones?   Lo mostró a su ahora novia, y ella alzo una ceja.   -¿Juegas?- Pregunto incrédula de lo que veía. -No, si yo te fallo, puedes sacarme de tu vida, y terminar el contrato, y yo aceptare eso.-Le explico rápidamente y ansioso de que ella firmara. Hizo un gesto, lo leyó son solo una mirada. -Bien, ¿Dónde firmo?- Pregunto soltando la mano de Kaled para poder usar su mano derecha, el se mostró decepcionado ante ello y tomo nuevamente su mano, tomo la pluma y le hizo un pequeño piquete a Mariana, ella no mostró dolor alguno. Lo puso sobre la hoja y una gotita de sangre se marco en el papel, después el hizo lo mismo con el suyo y marco la misma gotita, después se miraron el uno al otro y el tomo el rostro de Mariana en sus grandes manos, ella reacciono al frío que proporcionaban estas, y el atrajo su cabeza para poder besarla. Se sonrieron el uno al otro, pero un extraño estaba escuchando aquella conversación desde la puerta cerrada.     Mariana caminaba sobre el borde de la banqueta de la calle que iba hacia su dormitorio, mientras Kaled le sostenía la mano, y evitaba que ella cayera, se veía tan bien con su uniforme. Este estaba conformado, por una falda color negro o gris como la persona prefiriera, calcetas o mayones negros o blancos, zapatos de tacón o piso negros, una camisa de cuello, de manga larga o corta de color negro o blanco, con corbata de moño o normal, el chaleco era opcional, al igual que el color de este, lo que no variaba era la gabardina color negro o blanco, entre el uniforme femenino y el masculino solo variaban la falda y el pantalón, además de las calcetas. El uniforme que Mariana prefería era el de caleta blancas, falda negra y camisa negra con un chaleco color crema y la corbata roja normal, y así de perfecta caminaba junto a Kaled. Él por su parte era excéntrico usando el uniforme, llevaba la corbata roja normal demasiado floja, y la gabardina sin planchar y mal utilizada con la playera negra sin los botones de arriba y mostrando las cadenas cayendo desde el cuello, su pantalón negro estaba demasiado abajo, y mostraba parte de su bóxer, no llevaba zapatos, si no un par de converse negros y estilo bota.   -Entonces me enseñaras tu mundo?- Pregunto Mariana aun viendo el mar que se pintaba de violeta, era extraño que ella no sintiera melancolía al ver el mar. -¿Por qué te interesa tanto? “mi mundo”- Kaled tenía el rostro lleno de una extraña y profunda curiosidad, ante el tono de la voz de Mariana. Ella volteo la cara para verlo, y se detuvo secamente, el un paso después, lo hizo. -Toda mi vida he soñado vivir esas historias de aventuras. Pienso que esta es mi oportunidad. Creo que tu eres como un pirata!-Ella rió por primera vez, para el y a esto Kaled respondió con casi invisible rubor, y una sonrisa burlona. -¿Un pirata?-Pregunto volteando su rostro hacia su semblante sonriente. Ella avanzo otra vez. -SI! Como el pirata que es un rebelde sin causa, y va por allí buscándose pelea, emborrachándose y peleando audazmente.- Sonrió. Y el volteo a ver el camino. -Así que… te gusto por que soy un borracho!-Rió estridente ante la ironía, de verse así mismo como lo describía Mariana, como un pirata. -Si…-Mariana balbuceó antes de decir algo que podría terminar mal- Básicamente- Sonrió impaciente por una respuesta de él. Por su parte Kaled, rió estridente ante la cara que ella mostraba. He hizo un desliz con la mano, movimiento que se originaba en su muñeca, haciendo subir y bajar su mano, la cual tenía el dedo índice levantado, se movía rítmicamente. -Por eso me gustas.- Kaled rió demasiado sincero y ella lo acompaño en aquella alegría.   Mariana se sentía de una manera extraña, de alguna forma se había olvidado de la soledad por toda una tarde, y al pensar nuevamente en aquel roce del cuerpo, era tan patéticamente superficial, sintió que lo que decían los libros, sobre los besos, era bobo y superfluo, de ninguna manera podría explicar una sensación tan cálida y acogedora de la que seguramente nunca se olvidaría, pero, realmente tendría que dejar ir aquel sentimiento, se llevo la mano libre que tenía, al pecho, tomo el circón en su mano y abucheo a la injusticia, de los pasos que aunque fueran cortos, tarde o temprano tendría que llegar a su dormitorio, siempre tenía que ser así, y ella tenía que aceptar o sobrellevar aquella realidad.   Y así era, allí estaba su dormitorio, y eso la hizo entristecer, sentir de mejor forma aquella frialdad de la mano de aquel que había hecho un contrato con ella. No habían dicho mucho durante todo el camino a excepción de la pequeña platica que habían tenido, todo lo demás se habían dedicado a pensar en sus manos juntas entrelazadas, y aquello no había sido incomodidad para ellos, si no más bien una prudencia de ambas partes, lo que pensaban era algo que solo ellos podían tener en el pecho y lo que sentían lo compartían a través de un superfluo intento de acercar sus cuerpos, Kaled trataba de suprimir sus hormonas, diciéndoles que no, sintiendo ansias y comiéndoselas, no sabía por que demonios ella era tan importante como para que su propio cuerpo se resistiera al sexo, no lo entendía ni lo sabía, solamente creía que era lo mejor, por que a pesar de todo ella no era una puta como todas las demás, mientras Mariana trataba de asimilar la separación. Cuando llegaron a la puerta del dormitorio, las cabezas se asomaban a la calle y los pasantes alentaban el ritmo de sus pasos.   -Me voy.-Se puso enfrente de ella, y pensó en los rojos labios de Mariana, y del sabor tan dulce que proporcionaron hacia apenas unos momentos. Pero suprimió sus deseos por que sabía que si la besaba, iba a querer más que solo sus labios. Antes de irse y sin dejar que ella hablara más que el “ve con bien” beso su frente y soltó la calida mano que llevaba sujeta.  
Capitulo 4: El pirata Kaled Michaels.  -Ella es Mariana. Mi novia- Viernes 3:47 p.m. Kaled había llevado a su ahora novia al club del que era dueño, un bar que era la planta baja de un edificio de comida rápida, que no tenia más de 20 m2  y en el que se ruinan los chicos, lo llamaban “El Mike”. Los amigos de Kaled, eran Joel Miramontes, Megan Smallville, Debond Shieldfield, Andrea Soler, todos ellos eran personas de buenas familias, y a Mariana le parecía haberlos visto en alguna que otra fiesta para la “caridad”. Todos ellos rieron estridentes al escuchar la afirmación de Kaled.-¿TU? ¡¿NOVIA?!- Parecían divertidos observo Mariana con mucha incredulidad.-Aunque no lo crean!-Grito, nunca había visto a Kaled así de divertido y mucho menos tan natural y cómodo, sintió una necesidad enorme de saber más de aquel “pirata”.-Linda, ¿Cuánto le estas cobrando por hora?- Pregunto una rubia de ojos azules, guapa y con la piel parecida al aterciopelado de la cáscara de durazno. Andrea Soler.-¿Perdón?-Contesto Mariana, inofensiva y amable. Se intento esconder detrás de Kaled, sosteniéndole un brazo.-Vamos chicos, no puede ser tan raro que tenga una novia.- Alzo los brazos en señal de pregunta.-Bueno el problema es que siempre es de una noche, una puta-Contesto, el castaño de ojos verdes con la piel morena, muy alto e igual de musculoso, tatuado y perforado que Kaled, identificado como Joel Miramontes. Se acerco a Mariana viéndola fijamente.-Me parece haberte visto en alguna parte.-Mariana se junto más a Kaled.-Claro!-Se dio un golpe en la frente con la palma de la mano.- Eres Mariana Evans! No puedo creer que seas la hermana de Lina!-Lo dijo con el tono de voz que la gente siempre usa, incrédula de que ella fuese hermanita de alguien tan guapa y de tan buen espécimen sexual. Mariana se limito a verlo, y a llevarse una mano al circón de su pecho.-Ella quiere unirse. Aun es una niña buena.- La miro orgulloso.- Podemos cambiar eso no Andy, Meg.- Les sonrio a las chicas. Ellas eran hermosas, y aun siéndolo, les quedaba bien el peinarse de esa manera, el tener pequeños tatuajes y pequeñas perforaciones, y un sutil maquillaje. Ambas tomaron las manos de Mariana, y la retiraron del frío cuerpo de su novio. -Nos deberás una.- se sonrieron entre todos, y se llevaron a Mariana al baño de mujeres. -Como te dicen Mariana?- Pregunto la morena de cabellos castaños oscuros y ojos grises y piel arena.-Ria-Contesto tímida. Mariana llevaba una falda no muy corta y una sudadera de manga corta que le tapaba casi todo el torso, un par de botas estilo “ranchera” y el cabello sujeto en una coleta. -Bien, primero que nada quítate esa vocecita, no tienes que ser tímida.-Andrea sonrio amable, y eso le dio confianza a Mariana.-Yo soy Andy, y ella es Meg.- Todos nos conocemos por apodo o diminutivo, ¿Vale?. Cuando todos en la banda, te conozcan y te apoden, significara que serás un verdadero miembro. Se sentó en la parte libre de los lavabos.-Aunque tal vez con el simple hecho de ser novia de Kale, te hayas ganado amigos, y muchos enemigos!.- Comento Megan, inspeccionándole la cara-Tienes bonita piel.- Le rozo la mejilla apenas un poco y a Mariana se le subió un poco de rubor.-A!! Y se te hacen mechitas. Que monada!-“Excéntrica” pensó.-Empezando por esa loca de Chen.- Andy giro los ojos y toco el cabello de Mariana.- WAA! Que cabello!-Grito. “También excéntrica”-Pero no te preocupes, desde ahora en adelante, nosotras seremos tus amigas!-Sonrió tan fervientemente y sincera que Mariana quedo encantada. Era la primera vez que Mariana tenía amigas, amigas que no fueran las letras o las paginas de los libros, ellas eran verdaderas y aunque un poco raras, ella estaba realmente comprometida con la idea, se sintió feliz, y no hubo necesidad de que se llevara una mano al circón. Rieron las tres.- Nos faltaba una para hacer el trío!.- Grito emocionada. La comenzaron a “arreglar”, comenzando con la falda, que hicieron más chiquita, enseñando más de su pierna, y abriendo un poco el cierre de su sudadera.-Tienes buen gusto para la ropa.-Comentaron-Gracias.-Acepto un poco menos tímida esta vez.-Mi hermana me enseño.-Sonrió-Tu hermana, nosotras la conocimos cuando ella llego aquí, de la misma manera que tu.-Sonrió nostálgica.- Lina fue presentada como novia del antiguo líder de la banda, el hermano de Kale.- Confesaron ante Mariana, y ella no se mostró incrédula, lo sabía, ya había pensado las diferentes posibilidades.-Dime, Ria, Fumas? Bebes?-Preguntaron, con un poco más de curiosidad.-El humo del cigarro me pica la nariz, y solo he bebido vino, en Navidad- Confeso mientras Andy cepillaba su cabello desde la parte de atrás.-Pff… te vas a tener que acostumbrar si quieres esta vida.- Megan, tenía la mirada perdida en su vida anterior, recordaba haber sido igual que Mariana, en algún momento, se quebró y quiso ser impulsiva, y fue a dar hasta “El Mike” donde comenzó a beber y beber, quedo tan borracha que antes de que un loco se la llevara a la cama, la salvo su antiguo novio, uno de los muchos que tuvo antes de conocer a Joel, se hizo parte de la banda gracias a uno de esos tantos novios.-Como llegaron ustedes, a esta vida?-Mariana pregunto impaciente y con curiosidad, pero con un toque de modestia. -De la misma manera que tu. Por el novio.- Contestaron al unísono. Y sonrieron.-Creo que ya estas lista.- Dijo Megan cuando terminaba de retocar las pestañas de Mariana.- Si te pongo más maquillaje te veras fea.- Sonrió simpática. Cuando salieron de baño, le susurraron al oído un “actúa natural”, ni siquiera la habían dejado verse al espejo, solo sabía que su cabello estaba despeinado y al mismo tiempo peinado, sentía un gallito en la raíz de su cabello, la cara un poco pesada por el rimel y el delineador, y un poco de frío en las piernas, por que aquel lugar estaba helado. Pensó que al salir las miradas estarían sobre ella, pero no fue así, había una conmoción entre chicos, ellos estaban sentados en la barra del bar, tomando tequila y fumando un cigarro, cada uno. Estaban consolando a uno de ellos, tenía el cabello oscuro como el azabache y los ojos de color lapislázuli, se identificaba como Mateo Miramar. Las chicas rápidamente fueron a verlo y el las saludo con un beso de mejilla y un abrazo en forma de consuelo. Mariana se quedo parada allí lejos de la escena, parecía conocer a aquel personaje de cabellos oscuros, parpadeo una vez, y luego otra, después identifico esos rasgos, era su autor favorito, Mateo Miramar, el ultimo libro que había sacado, había sido una inspiración para ella, y sobre todo su primer obra la había hecho amarlo sobre todo, la cara de Mariana se ilumino, y todos al detectarla, voltearon a verla. Sintió que mil ojos la veían y se se ruborizo automáticamente, Kaled se acerco a ella de una manera protectora, y la beso abruptamente. -Es mía!!-Grito a todos.- Te presentare a alguien.-Le susurro al oído a la apenada Mariana. Entrelazaron sus manos, y después se acercaron a Mateo Miramar.-El es…!- Kaled empezó la frase pero no la termino y la emoción llego hasta el pecho de Mariana.-Eres Mateo Miramar-Se apresuro a decir y tomar su mano para saludarlo.-No puedo creer que te estoy conociendo!! Soy una gran fan de tus obras!-Sonrió deslumbrante ante todos los presentes y hasta al propio Miramar se le incendiaron las mejillas. Kaled le paso el brazo por los hombros, y junto su cuerpo contra el suyo. -Vuelvo a repetir… Ella es mía. Y tu…-Primero se dirigió objetivo a los demás y después hacia ella con autoridad-Tenemos un contrato!-Vamos Kale no seas celoso!-Mateo rió con simpatía.-¿Cómo te llamas?-Pregunto amable-Mariana!-Respondió aturdida de que su ídolo le hablara amable. El sonrio.-Me recuerdas a una persona, la que es la razón de que me quiera emborrachar. Tomate un trago conmigo Ria- El era la única persona que a la primera le había dicho “Ria”, y es que la razón de ello, es que “Mariana” era el nombre de la antagonista de el libro debut de Mateo, y desde entonces Mariana había pedido la llamasen Ria. Mariana primero quedo deslumbrada y después le sirvieron un trago de tequila, el cual bebió al mismo tiempo que todos y la tarde se fue rápidamente entre risas, bromas y felicidad, esa fue la segunda tarde en la que Mariana no apretó su circón. Y aunque Kaled había sentido cierto pellizco de celos, los había superado a sabiendas de que Mateo estaba dolido, y además de todo era su buen amigo que nunca le fastidiaría a la primer novia que tenía. Todos en el bar estaban medio borrachos a excepción de Mariana y Kaled, que parecían tener sobriedad de acero. -La amo!! Se llama Jade!! Tiene los ojos verdes esmeralda, y el cabello caoba corto, es pequeña y hermosa!! Y ella me mando a volar!!-Quedaba claro que Mateo estaba más que borracho.-Pero entonces no deberías, enfocar esos sentimientos en alguna de tus obras? Dedicársela a ella y comprenda un poco mejor lo que sientes.-Indico Mariana con cierta lógica, Kaled la tenía tomada por la cintura mientras usaba el otro brazo de almohadilla entre la barra y su cabeza.-Si hermano! Áselo llegar, que lo sepa, si no lo sabe, nunca podrá realmente rechazarte, llégale al fondo del corazón! Pica el hielo y luego atácala!- Kaled hacía movimientos con la cara, indicando sus palabras, sonrió y también lo hizo Mateo.-Gracias amigos, un día les dedicare algo!!- Tomo otro trago de tequila y después cayo en la barra muerto.-Linda, la vida de un pirata-Confeso Mariana con la vista en los ojos de Kaled.-No te obligo a apreciarla. Esta no es la mejor cara que quisiera que me vieras.-Sonrió, y acaricio la mano de ella.-Pero es la que yo quiero ver.- Kaled acerco sus labios a los de ella, y tranquilamente susurro.-Abre la boca, te enseñare algo.-Mariana sabía muy bien lo que le iba a enseñar, pero el alcohol le quito la pena haciéndola vulnerable sin vergüenza alguna y abriendo la boca. Se besaron de una manera que nunca hubiese sido igual a las otras veces, había más pasión, más amor… más lujuria. Juguetearon con sus lenguas, lamiendo sus dientes una y la otra, entregándose a la naturaleza, las hormonas y al alcohol, no sabían exactamente si lo que hacían era correcto, lo único que sabía era que les encantaba. Cuando separaron sus bocas, Mariana enrojeció al darse cuenta de lo que estaba haciendo, y el rió sordamente por la reacción de su novia, alzo su cabeza para ponerla junto a la suya, y junto su frente contra la suya. Ella cerro los ojos antes de ver los penetrantes ojos de Kaled, que brillaban de sinceridad, choco sus labios contra los de ella, tiernamente y sonrio al ver la cara de Mariana. -Me gustas.- Susurro suavemente al oído de ella. Ella se llevo una mano a la cara, tocándose la mejilla y sintiendo el calor que emanaba de su piel.-Me gustas mucho.- Volvió a susurrarle. Y como respuesta, Mariana se llevo ambas manos a la cara, tapándose toda la cara para no mostrar su vergüenza. El mordió su oreja, y algo en el cuerpo de ella, le dijo que se sentía bien de alguna manera, eso se sentía bien. El al ver su piel hecha un remolino de rojos, la abrazo tiernamente.-Kale…-Llamo suavemente y el respondió con un movimiento.- Gracias por enseñarme el mundo de un pirata.- Dijo con la voz aun cortada por la pena, y un poco rasposa. Kaled se aparto lentamente, y tomo las muñecas de las manos que tapaban la cara de su amada, las apartó lentamente ignorando la fuerza que ella ponía en contra de ello, las logro mover y noto que la cara de Mariana estaba de lo más preciosa, y exigente a que el le diera un beso. Kaled rozo los labios de ella, y como respuesta cerro los ojos con tal miedo de que sus sentimientos la absorbieran, que temblaba de pies a cabeza. -Por nada.- Contesto viéndola a los ojos, cuando esta los abrió tímidamente.-Me divertí.- Mariana estaba medio sobria, pero el no, y lo había llevado hasta su dormitorio.-Ria!!-Decía-Te quiero… mucho!-Gritaba y solo hacia que ella se asustase más de la borrachera en la que se había metido su novio. El cuidador del dormitorio recibió en la puerta y le dijo que lo llevaría a su habitación, ella se aseguro de ello, y después de dar las gracias se apresuro a ir al suyo. 
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Audifonos
Autor: Daniela Cedeño  319 Lecturas
Y entonces en un suspro, lento, sublime y casi indetectable, surgio aquel aire blanco que suele existir un dia helado como aquel. La mañana parecia inmersa en un tiempo olvidado, en el que no pasaba nada, ni una pisca de aire y hasta parecia que los copos de nieve caian monotamente desafiando al tiempo. Una mañana inolvidable, se dijo, tal vez sería una mañana excelente para morir, tal vez estaba preparado para tener aquella bala atravesando su cuerpo, desenterrando el dolor de cada cosa, de cada sentimiento, palabra o acción que hubiese tenido en esa vida. Si, tal vez ya era tiempo de que se corazón parase de bombear sangre, tal vez, su alma ya estaba lo sufientemente endurecida. Estaba preparado, esperaba que la mano tirará del gatillo, esperaba en aquel fria mañana de invierno, donde la blanca nieve brotaba como flores de primavera, y esperaba ver aquel color carmesí en la nieve, esperaba ver su sangre ensuciando la blanca y fria mañana de invierno, esa que hasta habia congelado el tiempo, casi de manera hermosa.
Invierno
Autor: Daniela Cedeño  270 Lecturas
 Tenía 16 años cuando me asesinaron. El 27 de Septiembre de 1994. Tenía una vida común, nada del otro mundo, tenía a mis dos padres a mi hermanito y a mi perro golden retriever. Nunca he entendido por que mi asesino me eligió.  No comprendo su mente, ni siquiera ahora cuando ya no estoy allá, creo que solo quería algo con que jugar. Por que más me hubiese violado, para después matarme? Si tú lo sabes, me lo podrías explicar por que no lo entiendo. Tal vez soy más tonta de lo que debería ser una persona de 16 años, tal vez. Aun ahora que lo recuerdo, cuando huelo la tierra mojada, el olor de la lluvia que tanto me encantaba, cuando escucho sus jadeos, cuando me imagino el dolor tan grande que viví, lo horrible que me sentí cuando el estaba sobre mi. Tal vez pienses que soy una llorona. Pero te has imaginado lo que duele, que te violen. ES UN DOLOR INDESCONOSIBLE!! Nunca te lo imaginas venir, ahora que si te violan normalmente duele, imagina que lo hagan 12 veces en 2 días. Salí de casa, como cada mañana, como cada día, había sido obligada a desayunar y me dolía el estomago. Fui hacia la escuela, casi corriendo y allí estaba mi asesino, claro que en ese momento no lo sabía, solo tenía en cuenta que era el conserje de mi escuela, ese hombre tenía buena reputación por ser amable con los alumnos, con los profesores, con todos en general. Pero por que yo? Salí de la escuela, poco después de lo que debía, por que me había quedado adelantando un poco de tarea, iba tarde a casa y me harían pagar si no llegaba para la cena, así que llame a mamá y le dije que llegaría tarde, primer error. Iba saliendo del aula cuando vi el letrero de “piso mojado” y atravesé por otro corredor, estaba oscuro y una parte de mi me dijo que no quería pasar por allí, tenía miedo, y decidí ir por el de “piso mojado”, segundo error. Tercer error, ver al conserje y no salir huyendo. Me puso algo en la boca, que me hizo dormir. Para cuando desperté estaba en una habitación, que identifique como el sótano de la escuela, al que nadie podía entrar más que el conserje. En ese momento, cuando note que estaba atada de las manos, de los pies, y que tenia algo dentro de la boca, pensé “este maldito, me va a matar” Supongo que piensas lo mejor en un momento como ese. Piensas que va a ser rápido, que va a pasar con dolor, pero rápido, que vas a gritar, y piensas en tu familia, que se preocupara si no llegas a tiempo, pero yo había dicho que lo haría, que no llegaría. Y me disculpe con mi mamá mentalmente “lamento no haber llegado a cenar” pensé. Me golpeo muchas veces, con algo que identifique con un gran bate de béisbol, mis ojos estaban llenos de lagrimas y suplicaba que parara, no sabia que en ese instante mi asesino se confortaba con mis lagrimas, mi sangre y mi voz diciendo “deténgase, por favor” lo suplicaba, lloraba, me pregunte como podía haber personas tan terribles. ¿Cómo? Me dio un golpe fuerte en la cabeza, y perdí el conocimiento. Para cuando desperté, me dolía el interior del estomago, “como cuando te baja” pensé. Vi a mí alrededor, era el bosque tras la escuela, olía a tierra mojada, y a lluvia, estaba lloviendo, y vi, como una persona se acercaba a mí. Me violo, me tomo como suya a la fuerza! Me dolió tanto que le pedí por favor se detuviera, y el me pedía que no llorara, me dijo… “todo va a estar bien” me besaba por todas partes, dejaba su saliva en mi cara en mi pecho en mi abdomen, mis piernas, donde fuera, sus manos eran idotas, dolían cuando tocaban mi piel, DOLÍA! Tomaba mis brazos como tomaría un bate. No me tocaba como una persona me tocaba como un objeto. Era horrible, un dolor tan significante, mi cuerpo me pedía que todo parase. Y el me susurraba “di que te gusta” “di que soy el mejor” mi voz jadeante pronunciaba las palabras, era lo más horrendo que me podía haber pasado. El segundo día fue peor, me tuvo atada todo el día, escuchaba a los chicos de los clubes deportivos pasar, y no podía gritar me sentía incapaz, todo músculo me dolía, me dolía el interior de mi cuerpo, me dolía cada moretón de mi débil y frágil cuerpo. DOLÍA! Como nunca te podrías imaginar. Entonces comenzó a oscurecer, y el llego. Me llamo por mi nombre, me dijo que era hermosa, y que me había estado observando, que me amaba, pero que yo no, que el era el único hombre al que yo podía amar, lo mire, y el se sintió repleto de poder, se quito el cinturón, y trate de retroceder del suelo, el húmedo y frió piso de tierra. Trataba de articular las palabras “no, no por favor” se lo estaba suplicando, y lo hizo otras 5 veces más me violo una tras otra vez, no podía, escuchaba mi corazón martillar, me sentía sucia, y comencé a llorar, me dije a mi misma que nunca en mi vida había llorado tanto, nunca lo había hecho. Tenía un nudo en mí garganta enorme, se acerco a mi otra vez, abrió mis piernas con sus manos, y lo dijo tantas veces que lo comencé a creer, decía que me amaba, decía mi nombre una y otra vez, decía que esto era lo mejor del mundo. ¿Por qué yo? Para mis últimos alientos, el saco una navaja de trabajo, de la que tendrá tu papá en su taller. La alzo me la enseño, y la metió en mi intimidad, la movió, como si fuera un miembro, lo metió y lo sacó con tal rapidez, que me dolía cada desgarre aun más de lo me hubiese podido doler antes, entonces cuando realmente crees que nada puede ser peor, viene lo peor. Lo hizo así hasta que su mano se cansó, me sentía asquerosa, ¿Cómo volvería a ver a mi madre a la cara? ¿Cómo sería mi vida después de esto? Grité cuando la metió y allí la dejo, la giro y la saco, grite tanto que creí que mis cuerdas vocales se habían roto. “Basta, basta, mátame, anda mátame!! Te lo suplico” le dije. Pero no solo hizo y siguió violándome una y otra vez, con o sin navaja, para las ultimas veces ya no gritaba, ni siquiera lloraba, ya no había nada, solo me quedaba allí viendo al infinito, el bosque, oliendo la tierra, y el olor de la sangre. Y morí, y aun muerta el muy maldito siguió violando mi cuerpo, sin alma ni sentimiento. Mi alma se quedo allí viéndolo, y llorando. Y me dejo allí en la tierra, se fue, y después antes del amanecer, comenzó a llover. Y me quede allí viendo todo. Observe como mi madre llegaba a mí con la policía, que me veía y lloraba por mí. Como mi padre se quedo parado mirando al cielo, llorando, y como me acerque a mi madre tratando de sentirla otra vez, y me disculpe por no haber llegado a cenar.

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