Melancola [cap.2]
Publicado en Nov 28, 2012
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Capitulo 2:
 
Clase A-1
 
 
Las monótonas, aburridas, y lentas manecillas del reloj de escritorio marcaban las 8:13, Mariana apenas iba incorporándose lentamente, había soñado con piratas, si, que ella era una pirata que podía navegar de mar en mar, decir palabras fuertes, emborracharse cuando quisiera y fumar, pero eso solo fue un sueño y volvía a la realidad. Se llevo la mano al circón y lo apretó queriendo guardar en sus recuerdos aquel sueño, con una notita sobre el “nunca pasara” diría.
 
Se levanto y poco después reviso el celular. Efectivamente, allí estaba el mensaje de su hermana.
 
“Lo siento mucho ha surgido un imprevisto, tendré clases de leyes, nos veremos el lunes, te buscare.”
 
Y después otro.
 
“De verdad lo siento”
 
Y después.
 
“7 llamadas perdidas de: Lina”
 
Mariana hizo un bufido con la cara, y posteriormente abrió el teclado touch, para enviarle un “no te preocupes, esfuérzate en tu clase” y calmar a su desesperada hermana. Suspiro y se levanto de la cama, arreglo la sábana y la enorme y cálida colcha. Hoy tendría que desempacar y ponerle un poco de estilo a la habitación, un poco de “libros” lo que a ella le molestaba realmente, no era que la habitación fuera femenina, si no más bien, que la habitación no tuviera el olor a paginas húmedas y viejas y a resina de madera. Las 8 cajas de libros que había mandado desde su casa a su dormitorio un día antes que ella llegase, ya estaban allí, apiladas en dos hileras de cuatro, ahora que lo notaba en la mesita de centro de la amplia sala, había un sobre.
 
Se dirigió a él con los pies descalzos y el cabello aun alborotado, se agacho y lo tomo, para después tirarse a leerlo en uno de los sofás que había, que eran realmente cómodos. Abrió el sobre elegantemente, el remitente era de “la coordinación de alumnos”
 
La carta decía lo siguiente:
 
Estimada señorita Evans:
 
Felicidades! El examen diagnostico que se le fue aplicado hace un par de días a demostrado que usted tiene un nivel superior de IQ que la pone en la situación de encabezar el mayor nivel de inteligencia en nuestro instituto. Como parte de esto, ha sido asignada al grupo A-1 que tiene como propósito hacer avanzar esa inteligencia en usted y sus compañeros que estarán bajo su nivel.
 
Es un orgullo tenerla en nuestra prestigiada institución.
 
Sin más por el momento.
 
Atte.:La coordinación.
 
-Grupo A-1 ¿he?- Se bufo de la carta y la tiro en la mesa de centro nuevamente. Noto que no era la única hoja que había en el sobre. A otra pagina era un buen y jugoso horario, pretendiendo que ella aprendices “química quántica” “calculo lógico” “física nuclear” “genética” “historia del mundo avanzado” “apreciación de la lectura” y un montón de cosas que ella conocía como la palma de su mano, y aun más sabía que se aburriría en esas clases, para que aprender, algo que ya sabes, como si fuese el abecedario?!.
 
Volvió su cabeza, a la luz del sol que se filtraba por debajo de las cortinas, y se dio cuenta de que aun tenía sueño, y el mismo la hizo echar la cabeza hacia atrás y mirar el techo blanco, apretando el circón, y pensando en la soledad.
 
-Grupo A-1…-Pensó en la gente que estaría en su clase, serían del tipo de locos que se la pasan pensando en las ecuaciones de física quántica, o serían de los locos que se obsesionan con todo, y todos o de los que parecen muertos y no muestran señal alguna de vida, más que el pulso, si estaría con gente así entonces no le iría bien “haciendo amigos”. No… la soledad, y los libros serían siempre su única compañía y de muy en vez en cuando la melancolía vendría a jalarla al vacío, su cuerpo, su mente, su alma estaban preparados y listos para ahogarse en la soledad de la melancolía, entonces en un sordo intento de verse acompañada, froto su pecho y su circón en busca del consuelo de su querida hermana.
 
Pero lo sabía, sabía que su hermana no estaba en ninguna clase, y también sabía que lo que vendría seria peor. Así que si, su hermana había encontrado a alguien más importante para su existencia, alguien a por quien la olvidaría. Apretó los dientes y crujieron, hasta que despejo su mente de ira.
 
 
El señor Kaled Michaels, perteneciente a la familia financiera más importante del país, estaba cómodamente sentado sobre el cofre de un auto que, no era suyo un deportivo gris perteneciente a un deportista que había estado molestando a uno de los suyos, su pasatiempo más querido era el meterse en problemas. Tenía una sería obsesión a la adrenalina, y esa misma lo orillo a ser temerario. Los brazos los tenía rellenos de pintura negra en distintas figuras, pintura que nuca se iría por más que la lavase, sus músculos eran gigantescos y bien ejercitados, su cara estaba repleta de perforaciones, y sus orejas tenían aretes circulares más en una que en otra, tenia el cuerpo típico de un chico malo, su cabello sin lavar y gustaba de usar mudas de ropa extremadamente viejas, y casi en harapos, sus manos eran de un grande particular, y sus nudillos estaban repletos de cicatrices, de las peleas que tendía a tener muy de vez en cuando. A esto mismo se debía a que el, era el líder de una famosa banda de “vándalos” que talvez no robaban, ni mataban, pero si causaban demasiados desastres tanto en la ciudad como en el internado en el que se encontraba.
 
Este hombre, tenía los ojos castaños y su cabello de color caoba, tal vez, no era tanto su estatus en los grupos de “vándalos” si nos más bien su buen ver, que cambiaba de compañera sexual más rápido de lo que podía parpadear, pues el, nunca, nunca había tenido una “novia” es más eso le entraba y salía en el mismo segundo, nunca le había interesado alguien hasta el punto de hacerla su novia, y eso que había conocido a verdaderas mujeres, capaces de seducir a cualquiera que buscara un poco de “diversión” el bate que llevaba en la mano lo aventó a uno de sus lacayos y dejo el cigarro aun lado, cuando vio al deportista rubio y ojiazul saliendo de la escuela, junto con una chica prieta y delgada que más bien parecía prostituta de cuarta.
 
-Hey, Blackwood!!-Grito hacia el deportista de chamarra de cuero.
 
El incrédulo hombre, desvió la mirada del escote de la prieta que llevaba a lado y tomada de la cadera. Sus ojos demostraron cierto miedo y posteriormente corto el sentimiento para convertirlo en soberbia capaz de hacer que se fuera su atacante.
 
-Michaels, ¿Qué pasa? ¿Se te perdió algo?- Atajo una gran sonrisa burlona en su semblante, y lo mismo hizo Kaled.
-Tu sabes muy bien por que vine.- Respondió señalándolo con el cigarro que tenía en la mano, para después tomar en su boca y hacer entrar humo en sus pulmones.-¿Por qué no vas a otra parte, preciosa?-Se dirigió a la chica, y ella al instante se despego del deportista, balanceándose en sus tacones hacia uno de los lacayos del castaño. “Toda una puta” pensó y se levanto del cofre, tirando su cigarro y aplastándolo con el pie.
-Vamos hermano, solo estábamos jugando, no es así? Hinojosa?!-Grito a un chico de cabellos negros aplastados por la mugre. Este le respondió con una mirada enloquecida de ira.
-Te vas a morir, hijo de puta.
-Espero que no te vuelvas a meter con los míos. A… y aléjate de mi cuñada.- Estiro la mano para que le dieran el bate, y así fue, el castaño se lo dio al rubio y se extraño de ese comportamiento.
-Te daré una oportunidad. Tendrás un bate, y yo solo mis manos.-Explico con las manos listas para la pelea.
 
El rubio se volvió hacia los lacayos inquiriendo en que irían a hacer, si el lastimaba a su jefe.
 
 
-¿Por qué haces esto?- Su hermano, Fernando estaba tocándose la cabeza de la jaqueca que le causaba su pequeño hermano.
-Se metió con Manie, y contigo y Lina!-Reprocho dando sus razones otra vez. Su rostro estaba repleto de un color lila y un golpe sangrante cortando su ceja derecha.
-Es todo Kale, no puedes seguir haciendo esto. Tienes que encontrar algo.- Le decía a su hermano, con cierta autoridad.
 
El hermano de Kaled, Fernando Michaels, tenía el cabello de un tono casi rubio y los ojos color miel, era alto y tenía la espalda llena de tatuajes, las orejas llenas de hoyitos, y las mismas manos que el. Su hermano había sido el antiguo líder de la de ahora su banda, Kaled tenía cierto fetiche con su hermano y su novia la bonita Lina, los adoraba y admiraba como su hermano había podido cambiar su obsesión y volverse profesor, y adoraba a su cuñada que siempre era tan amable con el, ella le estaba limpiando la herida de la ceja, le dolía pero tantos años peleando le habían dejado una resistencia enorme.
 
-Deja de gritar Fer. Kale solo estaba haciendo lo que le parecía correcto. ¿no?- Ella le sonrió, como hubiese deseado que Lina tuviese una hermana de su edad, e igual de bonita y amable.
-No lo consientas, esto… es algo de a diario. Kale, entiende que esto, el cigarro, el alcohol, las porquerías que te metes, un día van a ser tu perdición! ¿Qué hubieses hecho? Si el director hubiese estado allí, a media mañana en el estacionamiento!- Cuando su hermano alzaba la voz de esa manera, recordaba los viejos tiempos en el que el le enseñaba a pelear.
-Pero no fue así- Contesto automáticamente a la defensiva.
-Basta! Son hermanos, no tienen por que pelear… solo discúlpense ¿Si?-Lina era tan paciente, ojala la hubiese conocido antes que su hermano, pero si hubiese sido así, ella no llevara ese anillo, y las familias no estarían tan felices del compromiso, y su padre no le volviera a recordar el “¿por que no te rectificas como tu hermano?” era tan monótona esa vida, que ya casi se aburría, aunque debía de aceptar que estaba feliz de lo que estaba pasando con su hermano y Lina, su nueva cuñada.
 
Cuando Kaled salió del dormitorio de su hermano, desvió de su mente la idea de lo que estaba haciendo allí Lina, aun así tenía que dejar de preocuparse de eso, mañana tendría que tomar clases era algo rutinario para él, pero escaparse era lo más divertido de todo, iría la primer hora a la segunda ya nadie sabría si estaba allí. Ojala el también llegase a enamorarse de alguien, y se “rectificara” como decía su padre, aunque lo dudaba mucho, y por mucho que fuese “maravilloso” aquel sentimiento, el prefería por mucho las putas, sin sentimientos ni compromisos.
 
Poco después de caminar, llego a su dormitorio, pero justo antes de entrar al edificio, noto una persona extraña, no identificada por su gran memoria fotográfica, una chica de cabellos oscuros, y ojos azules, su semblante estaba lleno de indiferencia a las miradas de los otros chicos que la habían identificado, y también de una melancolía que era extraño en una persona como ella, aunque los chicos que la veían no notaban su semblante melancólico, si no más bien sus piernas, pues llevaba un vestido ligero que se entendía por el calor del día, tenía el cuerpo pequeño, y noto que su pecho, era lo más pequeño que tenía, tal vez una copa A. Pero tenía sus proporciones bien hechas, su piel no estaba pegada a los huesos, y llevaba unos zapatos de tacón de puente que la hacían un poco más alta de lo que era, tal vez medía unos 160 centímetros, lo verdaderamente atrayente de ella, para Kaled, eran sus labios rojos, y su piel blanca sin necesidad de ningún cosmético, ella no era gran cosa, había conocido a chicas mucho más hermosas en su vida, pero ¿Qué era lo que le llamaba la atención?.
 
La chica desapareció de su vista y el como respuesta volteo hacía la entrada del edificio, conteniéndose a seguirla a ver en que dormitorio vivía, y saber hacía donde se dirigía, quería saber su nombre, quería saber… quería conocerla… quería escuchar su voz.
 
Justo antes de entrar en el edificio y ser recibido por el portero, dio un golpe a la pared, dejando su mano un poco roja y la pared con los nudillos marcados en la pintura y el yeso, el portero se sorprendió de aquella reacción y estaba apunto de preguntarle que le pasaba, pues era extraña esa actitud en alguien tan despreocupado como el, Kaled tenía la cabeza gacha y una tensión pegada a su espalda, parecía, ¿nervioso?.
 
Quito poco a poco la mano de la pared y cuando la tuvo a lado del costado, dio media vuelta metiendo las manos en las bolsas del pantalón de mezclilla que estaba tan bajo y sin cinturón que mostraba cierta porción de su bóxer.
 
El cielo se empezaba a nublar cuando el con sus largas zancadas alcanzo el balanceo de sus tacones, no podía creer que estuviese tras una chica, normalmente el era el perseguido, y se podía comprobar por el grupo de tres que fingía ir hacía el gimnasio que estaba en esa dirección, sin embargo los ojos que el perseguía, estaban entrando en la biblioteca, y cuando el cambio la dirección hacía el edificio de libros, ellas dijeron un “¡¿y si mejor vamos a la biblioteca?!”, Kaled no les prestó mucha atención, pues a él no le interesaban esas chicas, a menos de que ellas estuvieran dispuestas a tener sexo de a gratis con él, y sexo del bueno. Soltó una risa sorda al pensar en ello.
 
La chica del cabello negro se registro en la lista de entrada de la biblioteca y poco después el también lo hizo. Viendo su nombre en la lista.
 
16
Evans Mariana
A-1
2:38
17
Michaels Kaled
A-1
2:40
18
 
 
 
 
Evans… había escuchado ese apellido en algún lugar, su memoria le proporciono una imagen para el apellido, el rostro de una chica de cabello castaño y ojos oscuros marrón, el rostro de una verdadera muñequita de porcelana, pero si la de cabello negro era su hermana, y además de todo ella estaba en su mismo grupo, Kaled rió estridente y con esto recibió un “silencio!”, por parte del encargado de la biblioteca, y su rostro no mostró más que gracia, había perdido de vista a “Mariana”, y la comenzó a buscar con la vista, para después encontrarla en el segundo piso de la biblioteca consiguiendo un banquito para subir y poder alcanzar un gran y viejo libro. Observo como algunos chicos que estaban sentados en una mesa con varios libros, se juntaron para ver “discretamente” hacia arriba donde de seguro obtendrían una buena imagen de la ropa interior de “Mariana”, pensó rápido y subió de la misma manera los tapizados escalones hacia donde se encontraba ella para ponerse en frente de su espalda y observar que los chicos abucheaban aquella acción, ella se estiro aun más de lo que sus tacones la alzaban y trato de alcanzar un libro que no alcanzaría nunca con aquella estatura, aun con 8 banquitos de biblioteca.
 
-¿Necesitas ayuda?- Pregunto un poco más que amable, y esperando algo más que un simple gracias. Ella volteo y dejo de estirar su bonita silueta, los azules ojos deslumbraron los castaños de Kaled, e inundo sus pupilas de belleza, llevándole una extraña tibieza a la cara, una que nunca había sentido.
-Si!-La chica sonrió tan cómoda con la situación que pensó que ella estaba drogada o algo por el estilo. O tal vez aquello no era que estuviese drogada, tal vez más bien era amabilidad, por que sus ojos aun mostraban una porción de melancolía en los ellos-Por favor.- Pidió, bajando del pequeño banquito, ella se coloco a un lado y el subió y sin necesidad de alzar siquiera un poco los brazos, tomo el libro como si fuera una bolsa de plumas, ligera… entonces se dio cuenta ¡¿Pero que demonios estaba haciendo?! Ayudando a alguien! Por que, el no estaba siendo él, tenía formas muy especificas de tratar a las chicas como ella, como esa niña que tal vez tenia muchos menos años que el, pero… si tenía menos años que el, por que ella estaba en el grupo más avanzado existente en la escuela, en su mismo grupo, ella… tal vez ella era la chica que le había ganado en el examen diagnostico, la misma chica que causo que su padre le llamara y lo amenazara con quitarle todo, su padre había dicho que si no era el mejor en los estudios no tenía caso que siguiera pasándole las tantas fallas de disciplina.
 
-Gracias- Mariana parecía aburrida de la situación, se había dado cuenta que tal vez alguien pudo haber llegado en un momento de dificultad para ella, que en lugar de estar en el grupo de los pervertidos que trataban de ver su ropa interior, tal vez este chico castaño, podía haber llegado, pero se iría después de que ella se sentara a leer, de alguna manera a ella le había alegrado la vida, el que alguien tan lindo y bien parecido hubiese aparecido, se llevo la mano al pecho y apretó su circón.
-Por que una chica tan linda esta leyendo un libro tan pesado- Kaled, trataba de ligarse a la chica y tratar de averiguar un poco más de lo que ya sabía, como el por que una chica menor que el, tenía el mejor IQ de una escuela para personas dotadas de talento. Pero Mariana sabía muy bien todo, y casi tenía ojos en la espalda, el había visto su nombre en la lista de visitantes del día y de seguro conocía a Lina, por que había reído estridente al darse cuenta de la diferencia abismal entre su hermana y ella. Mariana como respuesta se limito a contestar con una sonrisa y a tomar el pesado libro en sus delgadas y suaves manos de princesita, y llevarlo hacía el área de lectura en la esquina siguiente hacia su derecha, donde había un sofá, verde parecido al rojo de su lugar favorito, pero no sería lo mismo. Nunca es lo mismo. Noto el chico se puso a la defensiva, de seguro era del tipo que no acepta un “no” como respuesta, su cara incrédula lo decía todo.
 
-¿Cómo te llamas?- Pregunto, como si ella hubiese nacido ayer.
-Perdón.-Fue amable para evitar problemas de cualquier tipo. Dio media vuelta para verlo de frente y se sintió atraída por sus ojos castaños.-No soy el tipo de chica que buscas- Respondió y antes de retirarse al sofá dio una reverencia de respeto con los ojos, y lo dejo plantado allí con la boca abierta, Kaled por su parte se sintió aun más atraído por lo difícil que se mostraba, la chica sabía muy bien que ya conocía la respuesta a lo que había preguntado, y le fascinaba la idea de una persona tan inteligente y lógica como ella. La siguió al sillón que estaba en una esquina, ella se sentó con todos los modales que podía haber y hecho su cabello hacia otra parte, parecía que tenía los ojos cerrados mientras leía rápidamente, Mariana ignoro la presencia de Kaled, y el por su parte se sentó en el sillón del frente. Y durante tres horas el la observo pacientemente mientras ella leía rápidamente, impaciente por el final.
 
Cuando Mariana termino de leer, dejo el libro en la mesita a sabiendas de que el encargado lo pondría en su lugar otra vez, le pesaba saber que la gente hacía lo que ella no podía, pero tenía que ser así. Kaled la siguió mientras salían de la biblioteca, y mientras ella almorzaba el se sentó en una mesita aproximada a ella, la observo mientras engullía su sándwich de pollo, ella todo el tiempo lo ignoro, poco después termino y se levanto dirigiéndose hacia su dormitorio, Kaled estaba tan interesado en el por que de que ella tuviese esa mirada y semblante tan melancólico,  que simplemente no podía dejar de seguirla, y dejar de ver su cara, y tratar de idear diferentes planes para hacerla un poco más feliz… ese comportamiento no era algo normal en él, pero simplemente no podía evitar sentirse bien haciendo y pensando eso.
 
Cuando llegaron al dormitorio 3 de las chicas, algunas de las que estaban llegando, lo miraron con tanto interés que se les salía lo puta por los poros, pero algo paso en su mente que lo hizo enfocarse principalmente en Mariana, y querer que ella le coqueteara de esa manera, solo quería que ella le lanzara esas miradas, era un extraño y gustoso sentimiento, y quería que ese sentimiento no desapareciera, al menos no por ahora.
 
-Me llamo Kaled!! Todos me dicen Kale- Grito en dirección a ella, justo antes de que Mariana entrara en el edificio. Ella dio media vuelta y le sonrió.- Nos veremos en clases mañana?.-Pregunto con el deseo de que ella sonriera otra vez.
-Nunca falto a clases.- Dijo mientras nuevamente sentía la decepción, tal vez un día como este en el que todo el día estuvo “acompañada”, pero en cuanto entrara a aquel dormitorio estaría otra vez sola, sola… y sola. Kaled dio un salto de alegría, como si le digieran que viviría contra todo pronostico, y ante todo las chicas parte del publico vieron emocionadas la escena y algunas se sintieron con ciertos celos.
 
Una cosa era verdad, aquel “nunca falto a clases” había sido el comienzo de miles de problemas, tenía la sensación de que esto no es lo que había deseado.
 
 
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Foto del autor Daniela Cedeo
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Capitulo 2 de Melancola. La verdad dudo que alguien lo este esperando, pero aqu esta.

Palabras Clave: Pelea.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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