I CANTO ¿Qué rostro somos? ¿Qué dibujo maleable de la realidad, Desprendido de absolutas sombras, Y carente de hojas fugaces… Se instituye en las facciones que nos aprisionan, En la onerosa vastedad del secreto ajeno? ¿Qué rostro se nos permite ser y podar? ¿Qué carboncillo filial mancha nuestra vulnerable piel, Y nos marca desde antes y luego del pulgar ajeno? Un dedo sin mancha absorbe el lodo en lo ajeno. Una mano sin anhelo oscurece la mejilla de lo ajeno. Un brazo sin espada huye por la espalda a lo ajeno. Un cuerpo sin deseo restriega cal sobre lo ajeno. Una pierna que descansa se escurre por lo ajeno. Un pie sin destino rehúye de los ojos. Una mano. Risa lamentada. Un brazo. Tristeza emocionante. Una pierna. Fervor insinuante. Un cuerpo. Mueca helada. Un rostro… Rehúye en la austeridad… Aunque, ¿A cuál complicidad? ¿A cuál complicidad, entre el suelo despejado de aves, Que parten al bosque de cerillos hechizados? ¿A cuál complicidad, entre las horas digeridas, Y devueltas a la identidad usurpada, Donde el precio se toma por cobrado? Si de líneas se ha dibujado en la piedra mohosa, O de presión se ha hundido su despido lustroso. ¿Qué rostro somos? ¿Qué proporción de la opinión astuta, Del canino espumoso se avienta, Al cuello acompasado de dudas expresivas, Y de aciertos fingidos? II CANTO Un dedo sin mancha absorbe el lodo en lo ajeno, Que se arrastra como la sal al corroer en las miserias, La hipnosis entre los labios que ríen en cortejos. Una mano sin anhelo oscurece la mejilla de lo ajeno. Se lastima al tocar el puente del polvo al brebaje, Que exhala la aspereza del privarse de complejos. Un brazo sin espada huye por la espalda a lo ajeno, Cuando se abalanza en el pabellón las cuerdas, Que tensan el adusto tallo que roza a los conversos. Un cuerpo sin deseo restriega cal sobre lo ajeno, Antes de cantar la marcha de la mejilla culpable, Luego del pestañar de las losas que cayeron. Una pierna que descansa se escurre por lo ajeno, Y no pedirá limosna a las cejas para que mientan, Murmuren al mendigo el rostro de los forasteros. III CANTO ¿Qué rostro somos, Al dividir las curvas del tiempo colérico Que se aventaja en los surcos de las miradas Del hombre ajeno o de la deidad pagana? ¿Qué rostro somos, Qué constitución pertenece a lo primitivo y exhaustivo Del pensamiento original que del mar retorna a la tierra Y de la tierra al mar; Que en la oscuridad comprime al sueño, Y de sueños compone el cristal de la aurora deforme De nuestra realidad? ¿Qué rostro somos, Que rostro nos corresponde, Que rostro nos compone y nos descompone? ¿Qué rostro nos divide en pensantes criaturas o en bestias ocultas, Cobardes, absurdas e inocentes o impuras? ¿Qué rostro se nos define al nacer y ser o cosa o costura, De la especie que alcanza al orgullo de locura aceptable Entre el líder inculto, Y el lucro plausible hacia la ignorancia De quienes se arrojan a la atmósfera del rebaño? ¿Qué rostro somos, Qué cuerpo, Qué manos y brazos, Qué pies y piernas? Mejilla y labios ¿Tierra y fango? Ojos y pestañas ¿Oro y plata? Nariz y orejas ¿Anís y menta? Donde la oruga pulula sintiendo por sus huellas. IV CANTO Rostro, Clavo y retrato. Vestigio de la pupila subjetiva. Rostro, Desde la prisa hasta el cansancio. Aire de huida. Rostro, Fragilidad o descaro. Prenda de ocasión fortuita Luis J. Cabré Me siento a escribir, pero no sé a ciencia cierta sobre que tema hacerlo, sobre la vida, la mía, tal vez, la de mis seres queridos, quizás de los seres que me rodean, que están siempre a mi alrededor, o escribiré sobre el tema en sí "Vida", esta palabra encierra un significado muy profundo, lleno de matices y también ¿Porque nó?, de colores según se desarrolle de una manera determinada, para poder experimentarla en toda su magnitud, deberíamos reflexionar en la palabra muerte, para así, hacer una comparación, contraponer una contra otra, vivir, sentir, tocar, pensar, emocionarse, en todo esto se puede traducir la vida, y lo podemos percibir no solamente cuando tenemos frío, calor o hambre, sino cuando al contemplar la belleza de la naturaleza a veces nos decimos me siento vivo, viendo el cielo de noche plagado de estrellas y luceros, al ver y oler el perfume de las flores, la sonrisa de un niño, la mirada llena de ternura de un anciano, la madre que trabaja en su hogar y fuera de el para sacar adelante a sus hijos. Al despertar cada mañana, a veces me pregunto ¿Acaso es más difícil vivir que morir?, al reflexionar en la respuesta, me respondo, así es, la vida es una lucha constante, día a día, minuto a minuto, y para poder sobrevivir, primero necesitamos tener Fé en Dios, en nosotros mismos y en la humanidad, creer en que tenemos una misión en ésta vida y tenemos que llevarla a cabo, pensar mi existencia no es inútil, soy importante para el Creador, después para mi y para mi familia, no desesperarme cuando las cosas me salen mal, y sobre todo, cuando el pensamiento de la muerte se mete en mi cabeza y me pregunto ¿Tanto para nada? nacer, crecer, reproducirnos y morir, para que tanta lucha cotidiana si moriremos al fin, somos seres mortales, llegaremos a ella algún día, o tal vez, ella nos sorprenderá cuando menos lo imaginemos, seria importante no dejarnos avasallar con esa idea, y me gustaría proponer algo importante, que al despertarnos cada mañana vivamos ese día plenamente, disfrutando hasta del aire que respiramos, amémonos nosotros mismos y amemos a los seres que nos rodean, pues el amor siempre, vence al temor, cojamos el miedo a la muerte y arrojémoslo por la borda, pues este pensamiento pesa tanto, que llega un momento en que nos ahoga y nos asfixia. Vivamos cada momento, cada segundo, como si fuera el último disfrutemos las cosas más sencillas de la vida, que por añadidura son gratuitas, hagamos felices a los seres que nos rodean, trascendamos, no siendo personajes en la política, en la historia, en la ciencia, sino como seres humanos de primera categoría, que cuando partamos y hayamos llegado al misterio de la muerte, nos recuerden con cariño, con una lágrima y después con una sonrisa de satisfacción, pues habremos sabido vivir con plenitud, y amar de una manera total y diremos, "He cumplido, mi vida no fue estéril ni inútil, dejé sembrados árboles frutales que no logré verlos crecer ni fructificar, pero mis hijos y los hijos de mis hijos, los disfrutarán, vida he cumplido, vida estamos en paz" Ellas son como el viento que viene de las lejaníasQue acarician mi rostro con tal suavidadComo la brisa misma del tranquilo marY tempestuosas como las ráfagas de un huracánArdientes como el fuego mismo de los infiernosCálidas como el hogar que te acobija en el inviernoHipnóticas como la llama viva que baila sensualFrente a mis ojos en una fogata Ellas son la fuente más pura de donde jamás he de beberSon el vino más fino y solo puedo contemplarEsas curvas envueltas en seda en la cava de un diosQue el tampoco siquiera se atreve a mirar.Ellas son el brillo que opaca las estrellas del firmamentoY la luna se esconde de vergüenza al ver tal bellezaSon el motivo de que el sol salga cada mañanaA buscarlas tocando en sus ventanas.Cada lagrima que corre por sus mejillasEs un llanto.....Una gota del mar que se ahogaMirando tristeza en sus corazones.Son la Gioconda y la joven del arete de perlas Una canción o un poemaSon aquello que enamoraAl pintor y al poeta...Ellas son amantes, amigas o noviasSon almas hermosas que nos cuidanEn el camino...Detrás de un hombre con miedo hay una mujer valiente POINT DE DÈPART ET CONFLIT DE L´INSTINCT * ávido de polentu bastión tembló bajo mi acecho /allané la nochecazando estrellas pulidas de miedo /lanceros silenciososderrotaron murallas de antiguos sueños /una solemne lágrima hirvió de espantocuando me alcé rendido tras la frontera /en confesión de músculoscrónicas vencidas cimbraron de arduos berretines /odisea de un retorno ad honorem en la quietud movilizada de bravíos tambores / y al caparazón mutilado de espigas /dos imágenes espejadasle inventaron la última cicatrizmuy cerca de nuestras orillas / * punto de partida y conflicto del instinto << Inicio < Ant.
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MARIANO DOROLA
Hermanazo, amigo, hijo del alma (nacido el mismo año que Federico, mi hijo mayor)...Poeta divino...
Nada pues...en fin...solo deseaba pasar por tu Templo, Tu bello portal, tu castillo encantado y decirte desde el fondo de mi alma que te estimo muchísimo.
Que te quiero mucho, que aprender día a día a quererte mas mientras mas te voy conociendo, ha llenado de alegría mi vida, mi corazón y mi alma.
A Dios le ruego para ti, la misma felicidad infinita que para mis hijos le ruego...
eso... perdón por mis nostalgias... Por mis visitas extemporáneas...
y por no haberte dicho todo esto mucho tiempo antes.
UNA ABRAZO FUERTE DE TU AMIGO
MARIANO DOROLA
Francisco Perez