UN LUGAR INSEGURO
Publicado en Nov 16, 2017
Prev
Next
Image
     Quisimos advertirle más de una vez a Sergio, que cerca de la esquina de la Briceño Méndez con Independencia, transitarla luego de las cinco de la tarde, no era un lugar seguro. Sergio, incrédulo, como siempre, no nos quiso hacer caso:
-Pero si yo siempre, a menudo paso por allí muchachos.
-Haznos caso, Sergio, luego no digas que no te lo advertimos.
        Aun así, no nos hizo caso. ¡Y tanto que se lo advertimos! Pobre Sergio.
     Ha pasado un año desde que le ocurrió a nuestro amigo aquel incidente, y sigue sin recuperarse de lo que le aconteció. Su madre me llamó la primera semana luego de aquel terrible suceso, no quería salir ni quería comer. Angustiada, la madre de Sergio busco la ayuda desde un sacerdote, pasando por un pastor evangélico, hasta un santero, de los que un “dos por tres” te curan de aquel mal en el que “muchos entran con aviso, y pocos salen sin permiso”. Lo cierto, es que la pobre mujer estaba muy preocupada por su hijo, por lo que nos llamó una tarde a la casa de cada uno de nuestros amigos con urgencia, a lo que acudimos inmediatamente sin demora:
-¡Muchachos! Qué bueno verlos, ¿Qué me le pasó a este muchacho, que me lo dejó más loco qué boticario de carretera?
-Señora Dulce – Le dije asustado, en nombre de los muchachos – No sé exactamente cómo explicarle, pero…
-¡Nada de peros, muchacho! O me van diciendo qué fue lo que ocurrió, cómo, dónde, con quién o quiénes. Y eso va a cuenta de ustedes, o sabrán con quien se está metiendo. ¿No ven acaso… – Dijo entre lágrimas-  Como me tiene de mal a mi muchacho, eso que le pasó y que nada que quiere contarme? ¡Háganlo por él! ¡Díganme que fue lo que le ocurrió a mi pobre loco!
-Es que nosotros se lo advertimos señora- Dijo uno de nuestros amigos, inmediatamente terminó de hablar la señora Dulce con tanto desgarro en sus palabras.
-¿Qué le advirtieron, de qué?
-Le cuento.- Le dije. – Sergio gusta de una amiga de nosotros que vive en la esquina detrás de su casa, no me pregunte como se llama, porque le tienen muchos apodos, y seguro querrá saber cuál será su verdadero nombre y ni lo sabemos. Lo que sucedió con ella, fue que en vez de salir de su casa para la universidad como todos nosotros, se quedaba en casa de la muchacha, una vez que sus padres salían antes que ella para la universidad también.
-Ajà, ¿Y qué más?
-Cálmese doña Dulce, bueno, resulta ser que ella tuvo un pretendiente, un muchacho que vive en la siguiente cuadra, y cada vez que los padres de nuestra amiga salían, Sergio entraba a su casa, y luego llegaba ese muchacho. Nosotros le vimos varias veces entrar a su casa, luego de visitar a nuestra amiga su hijo. Nerviosos, pensando que, o ella dormía a su hijo y lo escondía en alguna parte de su casa para que el otro muchacho no se diera cuenta de su presencia, o los tres hacían algo extraño que no me atrevo ni pensar.
-¡Mi señor, hijo! ¡Como…!
-¡Cálmese señora! Ninguno de los dos se topaba, ni dentro ni afuera de la casa de nuestra amiga. ¿Cómo era eso posible? ¡No lo sé! Pero se lo advertimos a su hijo… Porque llegando de la universidad, pasando cerca de su casa como a las cinco de la tarde, veíamos a su hijo salir de la casa de la muchacha, y sorprendidos, dos minutos después salía el otro muchacho, su pretendiente siguiendo el mismo camino que su hijo, y este último al vernos, solo nos saludaba de lejos y feliz, se dirigía a su casa, mientras que el otro al vernos, extrañado, nos miraba como si pensaba que éramos “un par de vagos y sin oficio” que nos quedábamos en la esquina observándole pasar y a todo transeúnte por la calle de su casa.
-¿Y no le preguntaron a mi hijo qué sucedía con esa muchacha amiga de ustedes y su novio?
-Solo le preguntamos que cómo le iba con ella, y que nos preocupaba que ya tenía dos semanas de ausencia a las clases de la universidad acercándose los primeros parciales del semestre. Sergio se sonrió y nos dijo que todo iba de maravilla con ella y que de dónde sacábamos eso de que él perdía clases, lo que nos desconcertó y le dejamos partir, cuadrando entre nosotros, los restantes, espiarlo todas las mañanas antes de salir de la universidad, y luego al salir de ésta, apresurarnos por llegar temprano a la misma esquina en donde observamos a su hijo veces anteriores para ver si volvía a repetirse la misma rutina.
-¿Lo vieron de nuevo salir de la casa de la susodicha?
-¡Sí, y no solo eso! Salió con ella agarrados de manos ese día siguiente de haber ideado nuestro plan para seguir la situación, y dos minutos después, salía el otro muchacho con la misma amiga nuestra, vestida igual que como cuando la vimos con Sergio, y los tres, pasaron por el mismo lugar. Claro, su hijo con la muchacha, y luego la misma con el pretendiente.
-¡Pero mijo! Y ¿Hacia dónde se dirigía mi hijo con esa muchacha?
-No sabemos señora.-Interrumpió otro de nuestros amigos. –Vimos que él se dirigió a la esquina, cruzó y cuando volvió esta muchacha a pasar por el mismo lugar con su pretendiente y cruzó igualmente, corrimos para ver hacia donde se dirigían y ya no estaban.
-¿Por qué no le contaron a mi hijo, muchachos? Lo que no comprendo, es que tiene que ver semejante cuento conque mi hijo esté en el estado en que está. ¿No les dan lástima?
-Sí, pero déjenos terminar de contarle.-Le dijo “el catire”, tratando de poner el tono de su voz más calmado para no echarle más leña al fuego.- Luego de lo que vimos ese día, confrontamos a su hijo dos días después, que lo vimos en la tarde caminando como lo venía haciendo a menudo, pero esta vez solo. Le dijimos que no era seguro que pasara por allí. Aún no sabemos por qué se lo dijimos, pero no nos quiso hacer caso.
-¿Y la muchacha?
-Ese día que vimos a su hijo solo, estuvo nuestra amiga en clases con nosotros y se arreglaba mucho el maquillaje a menudo. Debido a nuestra confusa preocupación, le preguntamos sobre Sergio a lo que nos dijo: ¿Qué hay con él? Le contamos que la veíamos muy “acaramelada” con èl, y no nos lo negó. Pero le preguntamos también por su pretendiente, a lo que ella tampoco nos lo negó. Este que usted ve acá, en nombre de todos le exigió que dejara en paz a Sergio, pero ella se negó diciéndonos que lo amaba y preguntándonos si nosotros nos oponíamos, mas, fue tan fuerte la sentencia del tono de pronunciación de sus palabras, que nos dejó mudos y nos alejamos. Ella luego se despidió de nosotros con un gesto en su mano de “adiòs” y seriamente se fue.
-¡No es justo para mi hijo! ¡No fue justo!
-Lo sè.- Continué yo.-Cuando le preguntamos a su hijo en la tarde de ese dia por nuestra amiga, no nos atrevimos a decirle que temprano, habíamos conversado con ella y que nos dijo lo que le contamos ahora. A los dos minutos de despedirnos de él, vimos a esta muchacha salir de su casa pasando por el lugar de siempre con el famoso pretendiente; y un minuto después de ellos perderse al cruzar en la esquina, la vimos de nuevo, pero esta vez sola y al justo pasar por la acera en la que unos minutos antes nos habíamos detenido para hablar con su hijo, esta se detuvo, y vimos de nuevo, a la misma muchacha salir de su casa y deteniéndose en el mismo lugar como compenetrándose a la anterior y se repitió lo mismo, una y otra vez. Aterrorizados, corrimos y cada uno, gritando, acordó no hablar más de eso por unos días, ni volver a pasar cerca de su casa.
-¡Qué horror! Pero mi hijo…
-Al día siguiente lo vimos en la universidad, se veía triste. No sabíamos si acercarnos para saludarle en el salón siquiera, pero mirándonos, lo hicimos y le preguntamos qué le ocurría, y que nos sorprendía verlo de nuevo en la universidad. Solo nos miró y bajó la cabeza respondiéndonos: ¡me dejó! Tal hecho nos desconcertó, tanto que el Catire le recordó que hace unos días lo habíamos visto tan “enamorado”, “acaramelado” con nuestra amiga; a lo que Sergio, con mirada interrogativa, nos observó a cada uno, extrañado preguntándonos: ¿Mi mamá ya lo sabe? Se lo negamos, respiró con alivio y volvió a bajar la cabeza pidiéndonos que le dejáramos solo.
-¿No supieron más de la muchacha esa, la amiga de ustedes?
-El jueves, luego de la última vez que habíamos visto a su hijo. Nos atrevimos a pasar por la cuadra cerca de su casa, donde ocurrió lo que le contamos con la muchacha, pero a la hora que esperábamos anteriormente para verla o ver a su hijo o a su pretendiente. Sucedió que, cuando dieron las cinco vimos salir a nuestra vieja amiga de nuevo de su casa, y luego con su prometido. Después, vimos salir del lugar al prometido solamente, y finalmente, de vuelta en la misma acera, iba su hijo y cuando este pasó por aquel portón donde se había detenido la muchacha y presenciamos nosotros aquel episodio. Sergio, miró al portón y tocò insistente.
-¿Qué ocurrió?- Dijo entre lágrimas la madre de Sergio.
-Lo que siempre ocurre, señora. Le abrió una anciana con una silla en su mano, se sentó apresurada colocándose sus anteojos, y esta al verlo le preguntó: ¿Por qué tardaste tanto? A lo que su hijo al verla, volteó a vernos y se detuvo, repitiéndose la historia de nuestra amiga, volvimos a ver a Sergio salir, una y otra vez de su casa, hasta detenerse en el mismo lugar y mirarnos de nuevo. Siempre se lo advertimos, pero no nos hizo caso.
     La señora, al terminar de escuchar esto último que le contamos, se desmayó. Tratamos con apuro de despertar a Sergio de la depresión que cargaba para que fuera a calmar a su madre, y cuando este despertó sorprendido de vernos y preguntando por nuestra presencia en su casa, viendo a su madre en el suelo siendo ayudada por uno de nuestros amigos, se levantó de la cama y corrió hasta ella llorando, y cuando este le rogó a su madre que despertara. Tocaron la puerta de la habitación, y vimos entrar a una mujer igual a su madre preguntando: ¿Hijo estas bien? Una y otra vez, deteniéndose a un lado de la cama, similar a lo acontecido con nuestra amiga y el propio Sergio. Todos miramos sin movernos a nuestro amigo, y suspirando, éste nos dijo bajando la mirada: ¡Tenían razón muchachos, ése no era un lugar seguro!
Luis J. Cabrè. 
Página 1 / 1
Foto del autor luis jos
Textos Publicados: 121
Miembro desde: Apr 27, 2010
4 Comentarios 697 Lecturas Favorito 2 veces
Descripción

... Ha pasado un ao desde que le ocurri a nuestro amigo aquel incidente, y sigue sin recuperarse de lo que le aconteci. Pobre Sergio!

Palabras Clave: Temor Vida Fantasia Cuento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio


Creditos: Luis J. Cabr

Derechos de Autor: Luis J. Cabr!


Comentarios (4)add comment
menos espacio | mas espacio

Elvia Gonzalez

quien llega a tener una experiencia así, no terminara cuerdo como le paso al protagonista, muy buen relato, mantiene el interés del lector hasta el final, felicitaciones,
Responder
November 19, 2017
 

luis jos

Elvia! dudo estar tambien cuerdo amiga ... un Abrazo!!! muchas gracias por tus palabras, me alegra que lo hayas visto asi.!
Responder
November 20, 2017

gabriel falconi

Atrapante historia
Responder
November 18, 2017
 

luis jos

Gabriel! pronto se asoma una segunda parte amigo. Saludos!
Responder
November 20, 2017

Mara Vallejo D.-

Buena la historia amigo mío!!!
Sigo feliz leyéndote, gracias por compartir!!!
Abrazos
Responder
November 17, 2017
 

luis jos

Maria! Gracias a ti por pasar y leerme amiga! un Abrazo!!!!!

Responder
November 20, 2017

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy