• Max La Scalea
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Recuerdo contemplar los días lluviosos desde pequeño; la precipitación aplacando el resto de los sonidos pese al viento moviendo lo inanimado. -Ella haciendo música, y todo el panorama su escena- Solía disfrutar con quiénes apresuraban el paso para guarecerse bajo algún tejado, así como el ver la calle cubrirse hasta desbordar, ¿y cómo olvidar la alcantarilla dispararse por la presión del agua? ...la misma que caía del cielo. -Todo en caótica serenidad- Durante horas permanecía atónito ante los objetos, que, pese a ser vapuleados por las implacables ráfagas de viento, nunca fueron abatidos. Vaya decepción. Era entonces cuando mi pastora rozaba su hocico sobre mi antebrazo o lamía mi rostro para que la acariciara, logrando que perdiese la concentración necesaria para poder calcular la frecuencia con la que las hojas del pino cedían ante el peso del agua. De haber vida después de la muerte, me gustaría que llueva.
Lluvia...
Autor: Max La Scalea  535 Lecturas
Tomó las baterías para permanecer tan activo como sugieren los comerciales del conejo rosado. Acto seguido, salió de la tienda sin dar reparo alguno a lo que vociferaba el lamido dependiente asiático, con seguridad chino. No pagó, y a paso firme fue avanzando hacía la iglesia que se encontraba al otro lado de la calle. Como si se tratase de alguna escena en una película low cost de principios de los 90's.  Fachada con baldosas que inútilmente imitan los ladrillos, mucha mugre y pocos detalles; la típica improvisación sobre lo que antes habría sido un taller mecánico durante el turno de la mañana y cervecería por la tarde/noche. Lo usual, es que esta clase de establecimientos fuesen grácilmente atendidos y administrados por su propio dueño, un tipo sucio, barrigón y de mal hablar, rodeado por posters de chicas -autopartes en mano- que promueven la lectura de la prensa.  Mientras cruzaba la calle, los coches frenaban en seco para no atropellarlo, y ante el rugir de las bocinas reía de forma arrebatada; como si estuviese acostumbrado a las atípicas situaciones cotidianas -de la misma manera que podría reaccionar el último cuerdo al verse inmerso en un mundo de locos.  Botas de cuero, vaqueros ceñidos y desgastados, cinturón con una gran hebilla, franela blanca de mangas cortas -tan blanca como vieja, y estampada con el logo de Batman-, chaqueta de color negro, gafas de aviador, cabello desordenado y barba de hace 10 días, probablemente de unos 35 años de edad; era la viva estampa de lo que muchos padres odiarían ver en sus casas, en especial si se trata de los padres de ‘la novia'.  ¡Ahora sí, a por la salvación y el cielo! -dijo convencido de sus propias palabras-.  Incrustado en el interior de su chaqueta, a la altura del pecho, se hallaba un rudimentario dispositivo que tenía por finalidad generar pequeñas descargas eléctricas de forma sistemática a través de unas tenazas sujetas a sus tetillas. Colocó, entonces, el par de baterías en el dispositivo y presionó para verificar que todo funcionase correctamente. ¡Rayos! -exclamó-, hoy si es verdad que no me quedaré dormido.  Mientras tanto, saludaba a los conductores y al dependiente de la tienda, quienes -atónitos- no sabían cómo reaccionar ante lo ocurrido. No obstante, si algo podía notarse en sus rostros es que por alguna razón se encontraban encolerizados.  Pasada la página, prosiguió hasta subir a la acera, donde se detuvo para observar el letrero sobre la entrada de la iglesia -el cual llevaba inscrito en blanco pureza: "Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra." Hechos 6:4.  Menos mal que no se trataba de una chica bien dotada por la obra y gracia del Señor -cirujano-, pues podría causar alguna clase de revuelo extra, incómodo e innecesario (nótese que en la India hay quienes abogan porque las niñas recién nacidas lleven el sari o el burga -según la religión- para que no generen malos pensamientos en los hombres limpios de corazón. Nótese también la ironía y el sarcasmo-. Ese mismo pensamiento -el mencionado al inicio de este párrado- le tranquilizó un tanto al momento de atravesar el portal.   Sin embargo, una vez dentro, comenzaron los temores, pues no quería fallarse a sí mismo en su rehabilitación y limpieza espiritual, como tampoco a Cristo -quien, según el folleto, también le ama.  Por amor a todo y a todos, espero que mi ingenio sea suficiente en esta ocasión para no perder palabra alguna de lo que dice aquel hombre de saco y corbata, pues seguro tendré que memorizar todo si quiero seguir por la senda de la salvación y el cielo eterno.
Llegados a la pulpería -que posee más de 8 laberínticos pasillos haciendo las de tentáculos-, tanto Locura como Cordura parecían dispuestas a recorrer los profundos confines y las pasiones del conocimiento.  Sin embargo, bastó que dieran unos cuantos pasos para que la dependiente -que brotaba soberbia por los poros- les diera voz de alto. Ésta, demandó a Cordura que dejase en la recepción el bolso que traía consigo; y ella, claramente incómoda, lo entregó a regañadientes -recibiendo una insignificante ficha a cambio-.  Pero Cordura no pudo consentir lo ocurrido, así no más, por lo que preguntó -con elegante desprecio- qué razones justificaban tal solicitud; a lo que la dependiente rumió: muchas cosas desaparecen...  «¡Ja!» -dijo Cordura para sí-, y procedió a bajar las escaleras, donde Locura le esperaba sin atender a lo ocurrido.  Pasado aquel punto de control -que torna ingrata cualquier visita-, ambas resolvieron adentrarse juntas entre el polvo y el moho que alberga a la literatura con sus letras socialmente muertas.  Habrían pasado horas buscando nada en particular, aunque sólo se tratase de unos cuantos minutos -eternos a causa del desesperante calor y la humedad del sitio-.  Libros por aquí, una carta de principios del siglo pasado por allá; tesoros en mano, consintieron devolverse a la recepción para pagar e irse de paseo a otro lugar. Pero en el instante en que Locura procedió a pagar -con ciegos elogios sobre el plástico y el papel moneda-, Cordura hizo retumbar sobre el mostrador su ficha «¡mi bolso!» -reclamó-. Estupefacta, la dependiente recogió la ficha e hizo entrega del mismo. No obstante, la reputación de Cordura había sido trastocada -cosa que no se podía permitir para sí-, por lo que ex profeso comenzó a revisar el interior de su cartera mientras echaba todo su contenido sobre el mostrador que atendía la robusta y maleducada mujer. No entendiendo lo que ocurría, la dependiente preguntó a Cordura qué estaba ocurriendo, pero Locura, muy asertiva, se adelantó al exclamar -mientras levantaba su puño izquierdo, y su expresión se tornaba cada vez más hilarante-: ¡muchas cosas que parecen desaparecen también...!  «Ahí va de nuevo...» se dijo Cordura con gesto cansino, «¡nos vamos!» -replicó-, y tomando de un brazo a su compañera, salieron de forma forma apresurada de la librería. Sin pagar. Durante el resto del día, Locura se debatió en silencio si Cordura era en realidad una mercenaria.
La oscuridad es como una estrella fugaz...   Primero te atrae, luego te sorprende y consecuentemente te sobrepasa; llenándote de falsas esperanzas; y cuando menos lo esperas desaparece.  Toda cambia al caer dentro de su campo gravitatorio; se puede escapar una y otra vez, pero cada vez con mayor dificultad.  Hay quienes se esfuerzan por salir, aunque otros se dejan llevar... hasta fundirse con su luz.  Pese a ello, resulta difícil saber si en la oscuridad el silencio se contagia.
Me cuestiono lo que con ligereza llaman vida; por considerarla un tránsito colmado de circunstancias, las cuales contienen acciones que definitivamente no suelen ir más allá de lo operativo y utilitario, a los efectos de preservar y reproducir "la vida" misma; aquel tránsito que se enrumba y no se detiene, en su sentido sinsentido y sin algún utópico pero comprobable fin ulterior.
Tránsito
Autor: Max La Scalea  408 Lecturas
Si aún tuviese sentimientos, lloraría ante el desconsuelo que genera este sinsentido. Más, en cambio, tanto desencanto ha reforzado una especie de 'autismo', con el que, además de desinterés, sólo se experimenta ira ante aquellas situaciones que resultan incómodas e indignantes.
Desencanto
Autor: Max La Scalea  428 Lecturas
Aquella cigüeña tuvo por nombre azul, que en inglés (blue) supone tristeza; blue, soledad. Blue... Soledad, cansada de sí, buscó su "media naranja" para concebir un ángel con el que llenar otro hueco en el espacio; éste, tendría sus ojos y su sonrisa bajo el nombre de Esperanza. Sin embargo cayó de su manto, cediéndolo a un mundo colmado de carencias. A partir de entonces se hallaría provisto de momentos, que, consecuentemente, lo dejarían insensible y desprotegido. Desconsolado. Se le impuso, también, el don y karma de poseer un sexo -pues en lugares así se precisan refuerzos- Mientras tanto, aquel ángel caído se habría de preguntar si arriba y a lo alto (cosa a destacar, pues, pese al carácter deíctico de la expresión, la RAE se ha visto en la necesidad de poder explicar el entrelazamiento cuántico, la paradoja EPR, y omitir el que se le considere algo tautológico) todo estaba, en realidad, hecho. Es de saber, que, diferencia nuestra, los ángeles nacen muertos y asexuados; sin que hagan falta más, sin que hagan falta menos.
Al notar que el problema no era el lugar, renunció a encajar como pieza de puzzle. Cada desliz supuso un giro carente de cometidos. Entonces, optó por sintetizar su esencia en pedazos, procurando que los recuerdos opacaran su incapacidad y desánimo. Finalmente, apreció que su vida pendía de inmensurables... en los que nunca llegó a creer.
Alud
Autor: Max La Scalea  222 Lecturas
Mataría a la muerte ante el advenimiento de la cordura; todo sea por tener tiempo suficiente para volver a perderla, pero de forma indefinida. -El automatismo es, pues, una forma de irreflexión que deviene de la moderación sistemática, en consecuencia de la normalidad, que, naturalizada, supone otra manera de 'estar y morir'.
Evoca lo sublime de lo cotidiano, hasta rozar con lo que ahora le resulta absurdo; simple e innecesario. Evade cada realidad hasta su completo abandono; uniendo su apatía, escepticismo y desdén.  Revoluciona un gran fracaso; dando escape a su tránsito entre lo abstracto de la inmensidad -hasta que ¡boom! choca con la suma de los sentidos. El sinsentido general.  Puede que en algún momento, irracional por defecto, se desarrollen múltiples y explosivas revueltas; cada una tan roja como la sangre.  Pero por algo son más los que, con el paso del tiempo, aprenden a desconfiar.
Ese gran éxito de la humanidad, su capacidad de adaptación ante casi cualquier entorno, puede convertirse en su propio fracaso; aceptar progresivamente, incluso hasta acostumbrarse, toda clase de abandono. Apreciad, pues, cuales perros de Pávlov con el rabo entre las patas; sois la máxima de la resignación y el conformismo. En vuestra "viveza" sois reflejo del desánimo.  Y más allá de autojustificaciones, como el "aguante" y la "perseverancia", plantearos lo que ello supone, y aceptad...
El Fracaso
Autor: Max La Scalea  217 Lecturas
Thorazine, thorazine... coreaba alguien dentro del reproductor con un sutil juego de palabras, por lo que Olive se apresuró en invocar sus poderes mágicos, que, contenidos en una caja de 10 grageas, le permitirían hallar indicios de todo donde no había nada, absolutamente nada.  Por ejemplo, despertaron sus suspicacias -sobre lo que en realidad era la realidad más consistente y verdadera- cinco muchachos que reían de forma eufórica en unas escaleras que daban a un descampado en plena intemperie.  Sin embargo, cual aprendiz de observador profesional, Olive asumió asumirse ahí, sin perder detalle alguno de las reacciones, los gestos y sus semblantes; adoptando una actitud más racional, que distante o no, resultaba menos humana.  Pero llegó a fascinarse con facilidad, por lo que no pudo dejar de sumergirse en el agua cual papel absorbente.  -Infiltrándose en lo que seguramente sería un sueño. Algo más irracional y verdadero-  -¡Vaya morazo! -dijo el pálido y delgado muchacho, mientras subía un poco la manga de su abrigo para ajustar las manecillas del reloj-, ¡pero mira qué pulso tengo! -y volvía a intentarlo tras alborotarse por enésima vez el cabello-.  La excitación en la atmósfera humedeció los muros que se encontraban a los costados de la escalera embellecida con cal. Y ante la iluminación, Olive tuvo la certeza de que eran los absortos quienes llegaban a ostentar, casi con exclusividad, las capas blancas.  Orgullosa por su hallazgo, descendió hasta un lugar muy oscuro, en el que sólo pudo percibir la melodía lejana de aquella pieza.  Thorazine, thorazine... volvían a corear con aquel sutil juego de palabras.  Abrió sus ojos y apagó el reproductor.  Olive, la pequeña desconocida, tenía ahora razones de sobra para saber qué colocar en el formulario que tanta ansiedad le había generado. ¡Hala! estudiará medicina para luego especializarse y ejercer como psiquiatra.
Un ángel, con ojos de muerte sentenciada, buscando encontrar belleza en las mariposas, corta sus alas.
Gran error
Autor: Max La Scalea  363 Lecturas
Al vivir de la esperanza material, la misma con la que se suelen asentar los intangibles, hacemos de 'títeres' de la historia hasta demostrar lo contrario. Sin embargo, resulta posible desconectarse de forma voluntaria sin sentir culpa alguna, dando paso a aquellos lapsus de desenfreno y arrebato, que, entre el amor y el odio, también conocemos como vida.
Conversaciones
Autor: Max La Scalea  389 Lecturas
Puede que el adentrarse al mundo de la escritura suponga un tránsito a través de ventanas en las que se contempla un panorama colmado de espejos, donde sus reflejos se confunden y el advenimiento de la siempre incómoda sensación de incapacidad se torna cada vez más abrumador. Puede, entonces, que el escritor, en su recorrer las luces a oscuras, consiga toparse con la prolongación indefinida de la incertidumbre, así como con sus verdades, por lo que podría, si no detestarse, olvidarse de sí.
Por momentos
Autor: Max La Scalea  351 Lecturas
En un pequeño, monocolor e incandescente despacho, Albert apuntaba cuanta cosa se le iba ocurriendo a su compañera. Sin embargo, llegado el punto debió interrumpirla súbitamente -a ver, ¿de qué va todo esto?-. Serena, Sonia le contestó -querido, constantemente las personas desean salir de sus rutinas, por lo que centraremos nuestros esfuerzos, hasta enfrascarnos, en un proyecto completamente irracional-. Disimulando su lamento, apoyó de nuevo el auricular sobre su hombro para dejarla seguir con el relato de monsieur de Lally, quien en su paseo por las calles de Ëlwe, un viernes 24 de enero del 84, garabateaba una que otra cosa en su pergamino con aquella flamante pluma negra de casi 30 centímetros de largo. Ante las miradas atónitas de los transeúntes, que aún no daban crédito a lo que estaban viendo, destacaba su nuevo y resplandeciente jubón azul, con bordes blancos y pequeños detalles bordados en oro, acompañado por una manteaux púrpura, de pelaje blanco con puntos negros en su interior, y demás indumentarias. Monsieur de Lally, petulante e inadvertido, fantaseaba con los paisajes de su obra, en la que Albert y Sonia serían sus personajes principales. Mientras tanto, se dirigía al borde de un peñasco.
Sosiego
Autor: Max La Scalea  352 Lecturas
Se imaginó frente al hospital, tembloroso y enceguecido por las luces de neón que bordeaban la entrada de urgencias. Gotas de sudor corrían por sus dedos hasta precipitarse en el suelo. Al notar que no había nadie lo suficientemente cerca, tomó un cuchillo para seccionar su cuello con un corte ejemplar, limpio.  «Sin pensarlo mucho» De inmediato se desplomó, cubierto de sangre, e intentaba sin éxito tomar una última bocanada de aire. En cuestión de microsegundos las luces se transformaron en un único resplandor, que, como estrella fugaz, desvaneció. -Quizás debía encontrar aquello a lo que aferrarse; aquella cosa, persona o lugar que le fascinase y generara paz. El amor de su vida... aquel que, si se quiere, sería eternamente único y platónico.
Donde siempre
Autor: Max La Scalea  505 Lecturas
En estos tiempos pareciera cobrar fuerza el sentido de la expresión lishni chelovek, que es aquel hombre superfluo o errante que sigue por inercia mientras agota y no encuentra sus horizontes.  Podría, pues, tratarse de aquel desencantado, cada vez más común, que se sabe aislado ...hasta renunciar a vivir para no dejar de soñar.
Errante
Autor: Max La Scalea  471 Lecturas
Tata y Samuelson estaban por salir a comprar las piezas restantes del belén, habían hecho especial énfasis en la necesidad de buscar el cielo -pues se trata de una pieza imprescindible en todo escenario, pese a su infinita monotonía. A todas estas, Troy, el pequeño de la casa, señala -justo antes que Tata y Samuelson cerraran la puerta- que es imposible que lo encuentren por separado -como accesorio-, ya que siempre está ahí, para todos, sin precio alguno, por cuanto se trata de un bien con valores indefinidos.   Sin embargo, Troy también habría de preguntarse si en realidad era así, si de verdad podía sostener tal convicción: ¿no puede venderse o comercializarse por partes?   En ese instante, un flash-back de imágenes provenientes de horas y horas frente a la televisión le llevaron a tener presente cosas como los vuelos aéreos, los servicios internacionales de encomiendas, los globos aerostáticos colmados de publicidad, los satélites de gobiernos y grandes cadenas televisivas, etc.   Qué ingenuo habría de sentirse; incluso el cielo se ha vendido, comprado y parcelado -hoy día, cualquier cosa es con facilidad objeto de mercado-. Troy comenzó a evaluar la posibilidad de descartar ser astronauta en un futuro, a menos que estuviese en sus posibilidades conquistar, para sí, todo el espacio.
Ilimitado
Autor: Max La Scalea  380 Lecturas
Ansiosa, la multitud se preparaba para abordar el último tren a como diese lugar.  Tras 47 segundos de violencia consensuada el loco logró tomar asiento, e impaciente vociferó al operador -quien no le escucharía por más que él quisiera: ¡dale pal' zoológico que para allá es que vamos todos!
Cuando abandonó la cordura también abandonó todo parámetro moral, llegando a experimentar algo así como la libertad más plena y pura. Sin embargo, mientras se enfrentaba al mundo de forma indeterminada pudo contemplar -en algo así como un flashback- la manera en que se fue convirtiendo en esclavo de sus propios impulsos, resultando prisionero de su libertad.
Platónico será aquello que pese a resultar imposible se podrá materializar, entre anhelos e ideas, en locura.
Platónico
Autor: Max La Scalea  366 Lecturas
Algunas certezas son objeto de fe, y la fe, pese a encontrarse en el todo, pulula en la nada.
Aforismo nº 1
Autor: Max La Scalea  405 Lecturas
La Luna está vomitando estrellas sobre nosotros; los que nos encontramos en el eje del malvivir.
Passerella
Autor: Max La Scalea  353 Lecturas
Ser escéptico hasta del propio escepticismo supone creer, lo que conlleva a una contradicción que da lugar a la duda -sobre éste-. -Barajo, como primera opción, eso tan propio de la condición humana: querer, querer creer... siendo ello su propia certeza -de sí y para sí-. En otras palabras, la autoreplica.
Hostilidad
Autor: Max La Scalea  351 Lecturas
Ávido de desconfianza, constantemente rozaría la ingenuidad. Pese a ello, logró anticiparse en los momentos cumbre. Sin éxitos ni fracasos   En su afán por acabar con los sueños -los falsos positivos- se había convertido en un mal incómodo pero necesario. Y por paradójico que resulte, fortalecía el aferro de aquellos que creen en lo que quieren creer.   Frente a sí, más que convicciones, apreciaría necesidades a las que no daba lugar.   El adoctrinamiento había sido concebido y dispuesto por todos, Erigiéndose, pues, un resabiado -aunque socialmente natural- sistema de dueños y adueñados; que, matizado por aquellos oligopolios, surcarían la abstracción del tiempo.   De pusilánime pasó a formar parte ‘del resto’ -aún sin quererlo-. Cansado de la contracorriente, optó por tomar decisiones a diario.
El aspirante
Autor: Max La Scalea  365 Lecturas
Y no sentía nada, absolutamente nada; iba ensordecido por la música, interpretando los gestos de quienes se encontraban alrededor. ¿Cuántas veces habré transitado calles tan llenas de gente tan vacía? Iba solo.-Siento que dejé escapar varios momentos, y por más que intente recordarlos no podría plasmarlos como se presentaron. Guilty!-Al subir las escaleras tomo una distancia prudencial, suficiente como para no poder ayudar a quien tengo delante si llegase a tropezar y caer.-Un tanto desentendido por sus efectos a largo plazo, voy por la misma calle que por mucho tiempo recorreré. En ocasiones trato de encontrarle algo nuevo, en otras intento memorizarlo todo, pero hoy me doy a la tarea de escribir, pues lo anterior serviría de nada.-Llamar la atención a través de la invisibilidad de mis actitudes. Mi aptitud.-Al obstinarme la mandé al carajo, igual mañana saldré con otra, y con otra, y otra... (camisa que nunca pude planchar)-Anoche le mostré lo peor de mi; un ser indiferente y poco comedido. Ella decidió llorar porque hacía calor.-Para variar, me siento a lo lejos, desentendido, como si fuese de otra especie; que incomoda con su presencia, así como me incomoda la de ellos. -Con el pasar de los días mis manos no logran sostener algo con firmeza, parecieran perder sus fuerzas por aferrarse; magulladas y temblorosas, se debaten entre soltarse o seguir prolongando lo que ya debió suceder.-Alrededor se encuentran tres momias que emanan un horrible olor a cigarro. Además, han cubierto sin éxito el descuido de sus cuerpos con lujosas prendas y maquillaje en exceso.-He visto la mejor escena de mi vida; un viejo que vestía un traje mugriento se dejaba caer contra la pared para ahorcarse con una corbata. Aparentemente sin éxito.-Entre el verde se encuentran unos pichones clamando por el alimento que les provee su madre. Sin embargo, aún no escucho al primer felino o ave de rapiña.-Escribir mientras los demás son lo que son, lo que han de aparentar, mientras se preocupan por llegar a tiempo del punto A al punto B...-El eufemismo como opción, aunque resignarse suena más común. Suena mejor.-En cuanto me entusiasmó aguardar lo aborrecí.-En ocasiones, pocas, muy pocas en realidad, debería sentir, así como siento que debería pensar en cómo mitigar el distanciamiento con... ¿Con todo?-Sin decoro y sin reparos-¿Por qué tan desesperado, tan ansioso y tan profundamente triste? justo e inmediatamente después de haber vivido una aventura exraordinaria, ¿Será por estar otra vez inmerso en la cotidianidad?
Y no sentía nada
Autor: Max La Scalea  337 Lecturas
Tras recibir el efectivo hizo una reverencia en muestra de agradecimiento. Atónita, la cordura le interrumpió: es lo que siempre te he dicho, las gracias debes darlas siempre y cuando se encuentren sujetas al contexto.  El loco argumentó que lo había hecho por cortesía, por emplear sus buenos modales, pero la cordura -un tanto colérica- replicó: no se dan las gracias por algo que a fin de cuentas pagas, por una transacción que ni siquiera es, en sí, comercial.
Mil millones de partículas, tan perpetuas como abruptas, van conformando un instante de tiempo, que, a falta de certezas, dan lugar a un desconcertante hasta luego.
En fin, fin
Autor: Max La Scalea  343 Lecturas
Pese al cristal que hay de por medio, ahora se encuentra ahí; y cual autista en una habitación completamente blanca y sin decoración alguna, observa...
Retorno
Autor: Max La Scalea  368 Lecturas
Opté por el desinterés, así hubiese algo que rescatar en lo más profundo de mi ser.
VX
Autor: Max La Scalea  369 Lecturas
 Inspirar las líneas que jamás leeré, así como la canción que nunca se escuchó...
Quisiera ser nómada, para vivir inmerso en la inmensidad de los paisajes, y, cual antiguo descubridor, tan sólo valerme de lo verdaderamente imprescindible al desarrollar cada una de mis habilidades. Solo, en los confines del mundo, ¿qué mejor trabajo que el de conocerse a sí mismo en aquellos lugares?
Mi trabajo ideal
Autor: Max La Scalea  403 Lecturas
Son tiempos en los que las ideas no cobran suficiente vida si no van acompañadas por algún recurso audiovisual... Entiéndase lo vacía, poco imaginativa e irreflexiva que puede estar una parte considerable de la humanidad actualmente -o incluso desde antes-. Son tiempos cortesía de la caja tonta y sus derivados; son tiempos del consumo masivo de entretenimiento e "información" novedosa -por evitar hacer uso del término amarillista-; son tiempos de «ciudadanos» que hacen las de esponjas que absorben todo lo anterior, aspirando ser parte de algo, que además creen conocer y dominar porque manejan "información". En fin, son tiempos en los que puede que se atienda a la palabra -haciendo énfasis en su contenido, en las ideas- si tan sólo responden, incluso con vehemencia, a aquello que "resulte pertinente" dentro de la dinámica de lo circunstancial... _____Sí, pareciera que es eso lo que queda; hacerse un poco el tonto, no pensar tanto y dejarse llevar. A ver, ¿quién quiere irse de juerga...?
Por momentos la existencia se limitó a dos niveles; uno físico y otro mental. Anoche morí en uno de éstos. Por estar escribiendo estas líneas imaginarán cuál... Calculando de forma precisa: tracé una ruta imaginaria hacia el balcón, en la que detallé los pasos que habría de dar, así como la fuerza que requeriría para rebasarlo. Sin embargo, nunca lograría controlar mi vuelo en caída libre.  Pasé a no saberme, a no sentirme, a encontrarme en tercera persona. Me quebré y no importó dónde o quién estuviese alrededor, sólo lograba distinguir la voz de alguien que hablaba y hablaba a la nada. Me hablaba...
En Tercera Persona
Autor: Max La Scalea  372 Lecturas
Me gustaría que al salir hayan muchas personas girando hula hoops mientras comen paletas de caramelo, a su vez, que alguien en calcetines e interiores suba al techo de un taxi que acaba de chocar, emulando que dispara a todo el mundo con una ametralladora (pese a no sostener nada entre sus manos).  Sí, así de agradable e incongruente espero sea la jornada.
Podría convertirse 'él' en 'ella', y de esa manera gustarle a la chica que constantemente lo desveló.
Un mar muerto e inicuo de oportunidades que suelen costar dinero -a fin de cuentas. En eso pareciera radicar buena parte de nuestras "libertades"; libertad en tanto posees y dispones. -Se limita, o queda expresamente prohibido el andar por equis caminos y vías: por "tu seguridad"-Se limita, o queda expresamente prohibido el abrirse paso por cuenta propia: ya que en algún momento irrumpirás propiedad privada o alguna 'zona de seguridad'-Precisas de un terreno, o de algún espacio para autoabastecerte: lo que implica permisos, pagar impuestos, etc.-Y ni hablar del agua y las semillas. Vida de la vida... Pronto pagaremos y/o nos regularán lo más elemental: la luz solar, el agua que proviene de la lluvia, e incluso el aire a respirar (smog incluido). Este mundo tiene dueños y adueñados, predefinidos en casi todo su espectro. Y cada vez son menos las áreas que permiten la liberación y emancipación individual; tal vez la programación, la ingeniería, e incluso la política partidista (que viene perdiendo de forma global y progresiva todo indicio de ética) se encuentren entre éstas. Por su parte, las artes parecieran depender cada vez más de otro sin fin de factores. En suma, la vida puede llevar cuestiones como: ¿por qué no ubicarse al margen de la siempre cuestionable normalidad y legalidad para poder vivirla? ya que pareciera estar lejos de ser justa en cuanto a oportunidades y sincera en cuanto a libertades...
La vida
Autor: Max La Scalea  407 Lecturas
Resulta risible, e incluso irónico, apreciar tantas creencias pero tan poca religión alrededor
Como agnóstico
Autor: Max La Scalea  429 Lecturas
Caracas, por poco que guste, son sus habitantes, en consecuencia lo que hacen. Eso, en casi toda medida, es una ciudad.  No apreciarlo de esa forma supone el desconocimiento de su cotidianidad, por lo que estaríamos hablando de una apreciación a medias. Caracas, es por tanto, una ciudad idealizada, que poco se observa desde el mismo instante en que se plantea la separación con sus habitantes.  Lástima que sea tan fea, desorganizada y operativamente disfuncional.
Caracas
Autor: Max La Scalea  433 Lecturas
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