• inocencio rex
inocencio rex
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  • País: Argentina
 
2  Valentina me había acompañado hasta Aeroparque; los lunes entraba al estudio a las once y media, y éste le quedaba sólo a unos minutos de taxi. Si estaba radiante, sublime, y no me soltaba el brazo por ningún motivo (ni siquiera cuando despaché el equipaje junto al oso) quizás era porque sabía que la semana que viene comenzaríamos la tan ansiada mudanza. Los trámites recién empezaban, y si yo creía que lo mejor era mudarme a Buenos Aires era porque tenerla a Alejandra cerca y usando a Steffi de escudo iría a ser muy doloroso para todos; sobre todo para la pobre Steffi. Estefanía, mi hijita de siete, era a quien extrañaría cuando me viniera a Buenos Aires, era por eso que sentía algo de culpa y quizás por eso le llevaba un oso panda gigantesco y tan real que, seguramente, le iría a gustar -debo aclarar que, en realidad, al oso lo había elegido Valentina porque yo, para eso de elegir los regalos para mi hija, siempre fui un bestia-. Pero si. Me estaba separando de Ale, una decisión dificilísima y una solución final porque, entre otras cosas, ya no soportaba que mi imagen se siguiera degradando, cada vez más y progresivamente, ante los ojos de mi única hija; es cierto que quizás eso pasaba por mi propia incapacidad de recomponer la relación con su madre, y en parte, debo decirlo, porque Alejandra, al sin tener el mínimo tacto, llegó incluso a decirle a Steffi que mis viajes a Buenos Aires eran porque "ya no las quería mas". Además, de aquello que sentimos alguna vez y habíamos llamado amor ya no nos quedaba, ni a Alejandra ni a mí, más que el vislumbre de los recuerdos en álbumes con centenares de fotos: las de nuestro magnífico noviazgo, las sonrisas de nuestros viajes (y sobre todo de aquel a Florianópolis), las fotos de nuestra boda (que mi nula fotogenia, sumada a aquella célebre borrachera, arruinaron casi la mitad), las de una luna de miel en la nieve de Las Leñas, las de Ale con la panza chiquita, las de Ale preciosa y orgullosa con su panza, las de Ale y su panza gigante a punto de estallar; y nuestra primer fotografía de los tres, esa que sigo llevando en la billetera, la aquel día tan feliz en que llegó Steffi (que yo quería que se llamara Paula); y así podría seguir enumerando momentos, pasados y fotografiados, de los últimos diez años, o de los siete desde que nació Steffi, y el amor entre Alejandra y yo seguiría sin volver. El tiempo había erosionado aquel paraíso. El amor es fotografías, y luego nada.La voz informó a los pasajeros que debíamos dirigirnos a la zona de embarque y fuimos rápido a ver qué revistas llevar en el viaje. Compré el Clarín y elegí una con el rinoceronte en la tapa. Pagué haciendo malabares sin soltar el diario, ni la notebook, ni la revista, ni a Valentina.-Te voy a extrañar, Seba.- suspiró, teatral, Valentina, rodeándome la cintura en un abrazo por debajo del saco y pegándose a mi pecho. Su vivo cuerpito se estremeció con un suspiro. -El sábado estoy de vuelta, Valentina. Vas a ver como el tiempo vuela ¿me vas a estar esperando? Le besé la frente. -ah...me traigo las cosas acá y me quedo en Aeroparque hasta que vuelvas. -soltó el abrazo para mirarme a los ojos. -Ya sabes: traigo los planos acá al café y laburo ahí sentadita... le pido a mami que me mande dos mudas de ropa, me compro un cepillo de dientes y listo.Volví a besarla, como si fuera la última vez que lo haría. Sentí que el corazón me estallaría de dicha y me vi obligado a exhalar. -te amo, Vale. Sos hermosa.-decís eso porque no sabés que amar es lo que yo siento... y si sintieras lo que yo siento, te darías cuenta de que lo que sentís vos es muy chiquito -cerró los ojos apretando los párpados-, ¡pero chiquitito en serio, eh!Le pegué tiernamente con el cuerno del rinoceronte de la National Geographic hecha un rollo. Le dije:-callate Vale... que me dan ganas de quedarme.-ah, no... señor, usted tiene que ir para allá y bien lo sabe. -me agarró de las solapas del saco, me besó el mentón con suma dulzura y siguió:- En serio, Seba... mucha suerte.... sé que lo que vas a hacer es muy valiente... esas cosas nunca son para mal si son honestas, si son con el corazón...- pero extrañamente se soltó de mi abrazo exclamando: -  ¡ay Dios!...- sentí el chispazo con el que Valentina palideció. -¿que pasa, Vale? ¿Te bajó la presión?  -nada...-¿estas bien?... ¿Viste que tenés que desayunar mejor?-estoy bien, Seba. -¿estás segura? -busqué sus ojos pero Valentina contestó escondiéndolos en el piso:-si, si... no es nada: me dio un escalofrío, nomás.-... bueno... entonces mejor me voy para embarcar -dije mientras, con escepticismo, yo le seguía buscando la mirada. -o.k, Seba...-¿pero en serio estás bien?-si... en serio- respondió en un tono extraño, como absorto, insólito para mí. De repente, y aunque sabe que odio que me interrumpa los besos, apenas me acerqué a sus labios lanzó una carcajada, vehemente y falsa; volvió a ponerse seria para decir, ansiosa y de un tirón:-¿y si te quedás? Quedate y viajás mañana. ¿Si? Yo falto al trabajo y nos vamos a pasear al Tigre...Interrumpí la absurda invitación impostando dureza:-sabés que iba a viajar ayer y me quedé... ¡sino no me voy más, amor!-y no te vayas- volvió a abrazarme, pero esta vez con muchísima fuerza. -no te vayas nunca, Seba.-Vale... ¿en que quedamos?... Recién me decías que tenía que irme porque era valiente, y ahora...-y ahora te pido que no te vayas...- y pegándome la cabeza al pecho, berreó: - por favor, Seba... tengo mucho miedo. -.Notaba que ella sentía miedo y que me estaba hablando en serio. Cada vez más sorprendido con lo absurdo de la situación, la reté:-¡Parecés una nenita, Valentina!... Sabés que el sábado estoy acá de vuelta.- es que tengo mucho miedo, Seba.-¿pero miedo a qué? -a no volver a verte, mi amor-. Y, luego de besarme el pecho envuelto en Cacharel, pegó a él su parietal izquierdo, como queriendo oír mi corazón y nunca mis palabras. Su cuerpo ya no era el cálido y bendito instrumento de amor que esa misma mañana había despertado a mi lado, era ahora un amasijo de nervios que acompañaban al estruendoso despegue de un avión. Una rubia tipo "Chica Bond" que pasaba llevando bolso y cartera, observó la ternura de la escena, se acarició el pelo y me sonrió.-Vale: el sábado estoy acá, pase lo que pase. Te lo prometo, mi vida... -besé su frente y pausadamente repetí: -el sábado estoy acá de nuevo con vos. -¿me lo prometés? -mi amor... sabés que sí... - le daba mi palabra mientras le frotaba los hombros: - te lo prometo de nuevo... ¿y vos me vas a estar esperando cuando llegue?-te dije que de acá no me muevo.Viendo su expresión grave, su mirada susceptible, temí que hablara muy en serio y se comprara un cepillo de dientes en el drug store.
Desastre aéreo 2
Autor: inocencio rex  312 Lecturas
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Antidólar
Autor: inocencio rex  311 Lecturas
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Antiflamas
Autor: inocencio rex  309 Lecturas
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Antisatélite
Autor: inocencio rex  308 Lecturas
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4  Volví a abrir la notebook, busqué fotos de la obra de Oscar Niemeyer; quizás un paneo a la sede del Partido Comunista francés lograra narcotizarme y ya no pensara en el malentendido, ni en lo extraña que había sido la mañana.  Pero no podía refrenar ni el galope de mi ansioso corazón, ni las bocanadas con las que atrapaba el aire tan acondicionado y artificial de aquel salón en el que esperaba embarcar de una maldita vez. ¿Acaso debía haber seguido a Valentina, debía  quedarme un día más e ir de paseo al Tigre con ella? Las mujeres tienen un sexto sentido: ya lo saben todo, lo intuyen, y el tiempo casi siempre termina por darles la razón. La computadora se tildó mientras ampliaba la imagen del Palacio do Planalto. Volví a llamar a Valentina pero tenía el celular apagado. Estaba realmente enojada. Era mejor que no la llamara al estudio. Reinicié la sesión.Era la misma "Chica Bond" quien estaba a dos filas de mi asiento y volvió a sonreírme. Y era bellísima. Entre pudoroso y cobarde, bajé la mirada. Pero volví a mirarla como hechizado; vi, con sorpresa, cómo tomó sus pertenencias para galopar hacia mí.-Hola. Sos arquitecto ¿no? -si. -contesté con un hilo de voz y sin despegar mi mirada de la pantalla de la computadora. Quería subirme al avión de una vez; no tenía ganas de hablar con nadie más. -¿vos sos Sebastián Rossi? -si.-mi hermana estudió con vos...-ah.-...Marina Resek... yo soy Paula.La miré a los ojos y la reconocí.-...¿Paulita?-¡si!-¿cómo estás?... Estás (una valkiria, una deidad, una beldad: estás hecha toda una Chica Bond)...  distinta.-ay bueno, no pasó tanto tiempo-por lo menos doce años.-¿tanto? no... no creo.-y...hace diez que me casé.-¿estas casado?... ¿esa chica que estaba con vos es tu esposa?-eh, no.-uy, perdón, qué metida de pata...-no pasa nada.-ay, no... Paula siempre metiendo la pata.-no es nada... es que me estoy separando.-ah, qué pena ¿no funcionó?-y... no.-¿y no hay vuelta atrás? -...bastante difícil.-qué lástima ¿y tienen hijos?-una nena de siete... Steffi,-¿Steffi? ¡Qué lindo nombre!-mirá vos: yo quería que se llamara Paula... acá está...-Vacaciones Bombas 2006. Steffi lanzando un abracadabra al lente de la cámara con su naricita despelechada, rulos al viento y con el Atlántico plagiándole el verde azulado a sus ojos.-¡Paula como yo! -si. A mí siempre me gustó ese nombre.-pero no por mi ¿no?-hay otras Paulas en el mundo... es un lindo nombre -sos malo, pensé que me ibas a decir que sí... ¿es tu nena? ¡Es hermosa! Es idéntica a vos, la boca, los ojos... ¡mirá que lindas pecas!-...-¡pero qué raro encontrarnos después de tanto tiempo! -si, es extraño.-¿vivís acá?-me mudo para acá, la semana que viene.-¿en serio? Yo estoy viviendo en Barrio Norte.-como casi todos los misioneros que estudian en Capital.-ah, no sabía.-estudiás acá, ¿no?-si... estudiaba... abogacía en la UB.-¿y que pasó?-dejé, no me gustaba.... Pero trabajo, soy modelo... y empiezo teatro con Gallardou-ah, que bien... ¿y Marina? ¿Como anda?-bien, está en Apóstoles.-¿se casó? ¿Tiene familia?-si, se casó con uno... en casa nadie lo quiere.-y bueno... uno no se puede meter. -tenés razón, ¡pero es un tarado! A mi me encantabas vos para ella, hacían re linda pareja. Yo siempre quise tener un novio como vos.-ah, pero creciste y te diste cuenta...-si, me di cuenta de que no hay muchos como vos.-...-... Marina estaba re enamorada, y creo que nunca se olvidó de vos.-pero si ella me dejó.-ah ¿si? Qué tonta.-si, anduve mal, hasta casi dejo la carrera... ¡mirá de lo que me estoy acordando! -¿en serio? Marina se va a querer morir...-no le digas eso, ya pasó mucho tiempo. Ya está casada, está en otra historia. ¿Y vos? ¿Estás de novia?-mas o menos.-¿mas o menos? ¿Y eso?-hay alguien... pero nada serio.-nada serio... yo no puedo ser así, siempre me lo tomo en serio.-ay ¡que divino!-¿Cómo haces?-¿con qué?-para no tomarlo en serio.-no se... nada. No se dan las cosas... no se.-¿y la otra persona? ¿Tampoco se lo toma en serio?-no... creo que no... no sé, no creo.-¿y nunca te enamoraste?-¿enamorarme, enamorarme?... no, creo que no.-qué mal, una lástima.-¿Por qué una lastima?-no se, por vos... digo.-el amor es para sufrir.-es cierto, pero es mejor vivirlo para decirlo.-¿acaso vos no sufriste por mi hermana? ¿no sufriste para tener que separarte?-siempre se sufre en la vida, por amor o por no tenerlo... siempre se sufre.-yo no lo tengo y no sufro.-dale tiempo.
Desastre aéreo 4
Autor: inocencio rex  304 Lecturas
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Antiprimavera
Autor: inocencio rex  300 Lecturas
5 Sonó la chicharra de mi celular. Mensaje de texto de un número desconocido:"Hola papi soy Steffi". ¿Acaso Alejandra le había comprado el celular? Si era así, estaba yendo cada vez mas lejos con la guerra fría que me estaba planteando: sabía que eso era de lo peor que podía hacerme. Puse la notebook a un costado (estuve a punto de  tirarla al levantarme del asiento). Respiré hondo, caminé unos pocos pasos por esa sala de espera a medio llenar con pasajeros de varios vuelos y llamé.-Hola, papi.-hola, mi amor ¿Cómo estás?-bien.-¿y ese celular de quién es?-mío.-¿es tuyo?-si, me lo compró mami.-ah ¿mami te lo compró? ¿Cuándo?-el viernes; nos compramos un montón de cosas. Mami me compro unas botas iguales a las de ella.-¿pero mami no te dijo que yo no quería que vos tengas celular?-si, me dijo. Pero dijo que ahora que te ibas, teníamos que ser amigas.-ah. ¿Y yo no soy tu amigo?-no, porque no nos querés mas.-Steffi, yo te quiero un montón de mucho.-así no se dice. -¿ah no? ¿Y cómo se dice, brujita malagueña?-no sé.-no sabes porque no vas a la escuela y vas a ser una burrita cara de mona si seguís faltando. ¿Por qué no fuiste hoy?-porque... me dolía la garganta.-¿ah si? ¿Y por qué te dolía la garganta?-no sé.-¿y qué hiciste el fin de semana?-fuimos a andar a caballo.-¡que bien! ¿A dónde?-al campo.-¿y quien te llevó?-mami con el tío Javier, la tía Romina y el tío Jimmy. Carlitos le pegó a Brian con un palo y nos tuvimos que volver enseguida porque le salía sangre.-¿me prometes que no vas a usar más el celular?-no.-¿no? ¿Por qué?-porque mami me deja usarlo y es mi amiga. Y vos te vas con una puta.-¿Cómo dijiste?-nada.-¿quién te dijo eso?-nadie.-¿dónde escuchaste eso, Steffi?-se lo dijo mami a la tía Romina.-bueno Steffi, no quiero que digas mas esa palabra, es muy fea ¿me lo prometes?-¿y vos me prometés que no te vas a ir más?-te prometo que hoy apenas llegue vamos a ir a andar en bici a la Costanera ¿si?-si.-bueno me voy, Steffi, te mando muchos besos y un pedito ¡prrr!-ja ja ja. chau papi.-chau, mi amor.Cuando oí "tío Javier", la voz de Steffi sonó desgarrándome el corazón con el sonido de la púa rayando el vinilo de un disco favorito.
Desastre aéreo 5
Autor: inocencio rex  292 Lecturas
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Antioquía
Autor: inocencio rex  289 Lecturas
 Sonó el celular. Presionándome la trompa con el pañuelo y dando saltos hacia atrás, me alejé de la zona de combate y atendí.-hola, Seba- era Alejandra.-Ale, ahora no puedo.- el viejo seguía moviendo los puños en círculos.-es sólo un segundo, mi amor.- Se puso a llorar.-¡Usted está peleando, señor! ¡Deje ese teléfono! ¡Irrespetuoso! -gritó el viejo envalentonado.-¿me deja hablar con mi esposa?- le contesté con voz nasal -Después peleo todo lo que quiera.-acá nadie va a pelear. -dijo la chica del birrete.-¿¡con su esposa!? ¡Este tipo es de lo peor! -dijo una de las viejas. -¿no era que aquella pobre chica era su esposa? -Sebastián. ¿Estás peleando? ¿Cómo que estás peleando?-¡qué horror! ¿Qué clase de mujer se casa con un canalla como ése? -dijo la otra vieja.-si, es increíble, Ale. Estoy peleando con un viejo... y parece que me rompió la nariz.-¡viejos son los trapos! ¡Vamos! ¡En guardia! Un zurdazo me silbó en la oreja.-los hombres de antes no eran así. -Dijo la viuda Uno.-ah, no... Leopoldo sí que era todo un señor.- contestó la viuda Dos.Conseguí evitar el "uno-dos" que me lanzó mi ridículo y arcaico adversario; con un correteo volví a alejarme de él. -Ale, llamame en un rato... o te llamo yo. -no, esperá. Te llamé porque quería pedirte perdón, Seba. Guardé el pañuelo en un bolsillo del saco.-Antes eran verdaderos caballeros, eran hombres de palabra.-siguió la vieja Uno-¿pedirme perdón?... ¿Por qué?-El casamiento era un compromiso ante Dios por la Eternidad. Y los compromisos se cumplían.- completó la vieja Uno. -por todo, Seba... por haberte hablado así, hace un rato... por haberte tratado tan mal todo este tiempo... Steffi te quiere mucho, -volvió quebrarse y a romper en llanto- y yo también, mi amor. -pero vaya usted a hacerle entender eso a los comunistas del Gobierno... si encima son ateos.-cacareó la vieja Dos- ¿Qué compromiso van a asumir esos relajados si ni siquiera creen en Dios Nuestro Señor? -¿Qué espera? ¡Rómpale el alma, de una vez!- ordenó alguien al anciano.-ya está, Ale... está bien... vos también perdoname. -dije sin el asombro que merecían las palabras de Alejandra ya que no podía dejar de mirar al enfurecido matusalén, quien no dejaba de mover los hombros y los puños.La señorita del birrete, que no me permitía salir a buscar o al menos averiguar qué había pasado con Valentina, trataba inútilmente de calmar al anciano.-y perdoname por haberle comprado el celular a Steffi.- agregó Alejandra entre sollozos.Pero el energúmeno se lanzó en una nueva embestida. Un puñetazo que no produjo más que una cosquilla me impactó a la altura del hígado.-no, Ale, no importa... mejor: así Steffi está comunicada.El abuelo inclinó la cabeza y me disparó, ferviente, una metralla de golpes al abdomen.-y... perdoname Seba... por favor perdoname...-por eso hay tantos homosexuales; por no querer asumir los compromisos, ¿no le parece? -cacareó la primer vieja.El viejo retrocedió, quizás para estudiar algún punto débil mientras tomaba envión y aire.-seguro, esto es un "viva la pepa"... ya da asco todo eso.- acotó la segunda. -Perdoname, Seba, por favor -el veterano inició un nuevo ataque-... soy una estúpida... es que estaba desesperada...   y me sentía tan sola, Seba... -Alejandra berreaba, sonaba realmente desconsolada- ...que me acosté con Javier.El cachetazo golpeó el costado izquierdo del rostro ajado, terminando con aquel absurdo duelo. El viejo, con gracia mineral y pareciendo una marioneta que se desarmaba o una armadura sin nadie dentro, caminó cayéndose, de a poco y de cabeza, contra el detector de metales de los equipajes. Me quedé parado con el celular en la mano sin entender siquiera el porqué de mi reacción. Se produjo un silencio que, sólo un instante después, se desvaneció con el estruendo que llegó desde la pista, ese que hizo temblar Aeroparque e hizo, también, gritar y correr a todos los que querían ver qué diablos había pasado (incluyendo seguramente a Paula y al calvo y petiso guardia que había detenido a Valentina), convirtió aquella pesadilla en algo colectivo. Sólo nos quedamos ahí, mirando el cadáver enjuto y de ojos abiertos del viejo, los cuatro. Las dos señoras, al fin, hicieron silencio; una se tapaba la boca abierta, la otra, también boquiabierta, se apretaba la peluca contra el cráneo. La morocha del birrete estudiaba el asunto con cierta frialdad, como deseando que el viejo todavía estuviera vivo y, al mismo tiempo, como si quisiera darle cortitos puntapiés para que el anciano reaccionara. Y ahí también estaba yo, todavía incrédulo, que sólo atiné a cortar la comunicación con Alejandra. Pronto se llenó el ambiente de humo, clamores, muerte, desesperación; de llantos, de sirenas y periodistas.      
 la bala de plata era salva? marsallis iluminati?títere el primer hippie?la cítara en escenatan bonita borboleta, marioneta al compás de la escuadra MK.ultraestafa piramidal,óxido para nada accidentalde la cultura occidentalque se dice liberal y es tan global que va a estallar.  
antimarsallis
Autor: inocencio rex  91 Lecturas
Diestra ira a siniestrasangre fría. el fino humor de dios, dejar hacer, dejar pasar.el cine sigue mudolos chicos crudosde hollywood,el pacto de bartok, la encrucijada,arte del séptimo día que arde. Máscaras a la luna, decrépitos espectros. El clan de la créme de la créme, las flores de fuego.Daga a la vaca sagrada, sacra leche derramada en honor de esas lacras: el horror.      
wide shut
Autor: inocencio rex  76 Lecturas
puede que el frío infierno sea invierno nuclear y penda de un hilo y del filo de seniles garras  con orejas de miki maus. 
miki maus
Autor: inocencio rex  69 Lecturas
 camino a colmena moralina, camino al macdonalds la esvástica de la tolerancia.la bandera del macho elfo en parpor la ablación o la libre pederastia, por el derecho a muerte por mala suerte,por barbijo verde de la vacunación del virus de la conspiración.marche un boston brakes, un blablabla bebopa cabecitas indignadas a control,cabecitas libres, sí señor, de predicar con el codo lo mentido hace rato, libres de tener la ilusión de propia voz, pensar lo mismo que todos, de publicarlo en tictok, libres de elegir si mujer o varón,libres de contar esa visión que es la misión de la colmena. libres de odiar al diablo que diga la agencia,de cancelar a quien pida la agenda,de comer gusanos por salvar a greenpeace.de ser esclavo, no tener nada y ser feliz.  
Antiagenda
Autor: inocencio rex  51 Lecturas
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