• Caranndor
carlos1320
escribo cuando las ideas revolotean en mi cabeza
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  • País: Chile
 
                     El niño de ayer ( parte 1 ) Piececitos descalzos van bajando del cerro, Piececitos descalzos caminando a la escuela, En sus pasos hay sueños para él y sus viejos, Se detiene y recoge un pajarillo muerto, Le pide sus alas para volar en el tiempo.   Ve vestido a su padre con un traje negro, Ve del brazo a su madre con el pelo al viento, Entrando en la casa que el hiciera a sus viejos, Al pisar una piedra la aterriza del vuelo Pues mira la choza que ha dejado lejos.   Ya se asoma la escuela detrás de aquel cerro, Con los pies escarchados camina en silencio Mira al sol que no asoma para que se lleve el hielo, Mira a su escuela de tablas que lo espera en silencio, Mira a su escuela de tablas escondida detrás del cerro.   Allá lo espera un abrazo y un beso, Allá lo espera un jarrito de leche para calentar el cuerpo, Él está mediodía, junto a su anciana maestra, Y un hambre maldita que lo atormenta, Allí espera la hora para salir de la escuela.   Con su bolsito de trapo, que su madre cosiera, Va el niño solito, olvidando las letras, Camina junto al arroyo siguiendo unas hojas secas, Mientras en su cabeza los piojos con sus uñas restriega Con sus pies en el barro va dejando sus huellas.   Las hojas del agua eran sus compañeras, Pues corrían veloces para que él las siguiera, Hizo un barco de palo y puso dos hojas por velas, Su compañero de viaje quedaba cada tarde en la rivera, Fue una noche de lluvia que lo llevó una tormenta.   Allá en su choza le espera una cara sonriente, Es el padre que esconde unas chalitas calientes, Son de cuero de vaca, para que los pies no se hielen, Las hizo con sus manos el hombre que lo besaba Cuando estaba en el vientre.   Al llegar una noche su viejo le besa la frente, Y le dice hijo mío usted ya no es niño, es un hombre fuerte Aunque solo tiene ocho años, el patrón le requiere, Para cuidar los ovejas en el cerro de afuera, Será mejor hijo que olvide su escuela.     
     El niño de ayer (parte 2)   En la loma de los cerros su futuro le espera, Yo también hijo mío fui niño y jamás conocí la escuela Será mejor que el cerro a conocer aprenda, Porque si pierda una oveja la correa le espera, Mire hijo mío éstas marcas, son por perder una oveja.   En la noche aquel hombre abrazó la pobreza, Pues partió a la cama con su amiga tristeza, Y de aquella noche pasaron dos años, Cuando de nuevo el viejo con voz lastimera, Le dijo hijo mío en el fundo en patrón le espera.   En la mañana siguiente al clarear las estrellas, Van llegando a la hacienda donde el patrón los espera. Con voz fuerte y clara grita en mi fundo no quiero, A ni un flojo de mierda, tú ya no eres un niño, Es el trabajo el que enseña a ser gente buena.   La pasaron dos bueyes para cultivar la tierra, Con su mano de niño se aferro a la mansera, Creyendo era un juego al rayar el sol sus bueyes aperan, Con el arado la mano empezó a caminar en la niebla, Y en la primera vuelta supo lo difícil de cultivar la tierra.   Para el almuerzo diez golpes le llevaba el arado, Al almuerzo las risas de los hombres del campo, Que le decían se fuerte para que tu padre no le quiten el rancho, Mira niño se fuerte pà que no te bote al arado, Mira niño mis manos cubiertas de callos.   Ya a sus doce años era su amigo el arado, El que encallaba sus manos, al que seguían sus pasos, Al que contaba sus penas porque su padre ha marchado, Le decía mi viejo entre cuatro tablas quedo encerrado, Fueron cuatro tablas brutos que el patrón la ha dado.   A la semana siguiente el patrón y dos peones, Le golpean la puerta y en la calle los ponen, Será el hombre junto su madre y pequeños hermanos Quienes abrasen el frío, los que non tengan reparo Y por techo tengan la sombra de un viejo espino.   Para esa gente no hay dios, para ellos no hay pago, Sólo un par de sacos que llevan la riqueza de años, En la mano un hacha y en el hombro un yugo, Sobre su cuello al hermano que no podía seguir tranco Para no pasar la noche bajo el cielo del campo.
    El niño de ayer (parte 3 y final)   Que triste la vida al dormir bajo el frío, Que triste es la vida cuando lloran los niños, Que triste es la vida cuando tienes frío, Caminando tres días con el yugo al hombro, Caminando tres días sin tener comida.   Piececitos descalzos que ya no tienen casa, Piececitos descalzos van buscando un destino En la tierra las huellas de los pies lastimados A lo lejos el ruido de una carreta de palos Sobre ella un hombre con una manta de trapo.   Para donde viaja señora con esos cabros, Mire patrón dijo el niño, mire mis manos Están llenas cayos de tanto sujetar el arado. Mire patrón mi cara ya soy un hombre de trabajo, Déme un techo señor y yo le trabajo en el campo.   Desde aquella tarde el patrón, les dio casa, Les daba todos los meses harina Y para las cosechas tres sacos de papas Un cordero bien gordo para cuando año acababa El niño de antaño ya no araba, el niño ahora un caballo montaba.                   fin  
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Las Lagrimas del Puma
Autor: Caranndor  289 Lecturas
Palabras Silenciosas Caranndor Hola, ¿como te llamas?, hace tiempo quería decirte que me gustas y que cada noche sueño con tus labios, también te he escrito algunos poemas, ¡ha! Me olvidaba, te invito un café. Son las palabras que he ensayado mil veces, pero cada día que élla pasa junto a mí, bajo la mirada hacia el suelo, porque temo que me diga que no soy el hombre de sus sueños.
palabras silenciosas
Autor: Caranndor  335 Lecturas
    27 de abril, el día en que descubrí el valor de la ami$$tad                                        Esta historia se empezó a forjar hace ya muchos años en una tierra lejana y salvaje pero a la vez de una belleza conmovedora, en la cual las montañas están tan cerca del cielo como lo está el vuelo de las aves, en la tierra en cambio se puede sentir el aire fresco golpeando contra los rostros, mientras que entre las montañas y los bosques el aullido de los lobos era roto por el tronar de las armas rompiendo el silencioso amanecer, las cuales buscaban poner fin a la débil resistencia al general Francisco Franco. España se desangraba al igual que lo habían hecho la mayoría de las familias quienes habían perdido a mas de alguno de los suyos. En mi niñez pude ver como hermanos se enfrentaban entre sí, no porque quisieran, sino por el amor a la vida o el temor a la muerte, las familias, mi familia se deshacía como un puñado de arena entre las manos, algunos emigraron hacia tierras lejanas, otros en cambio enfrentaron sus destinos o mejor dicho la metralla. Pasaron algunos años, el horror de la guerra era un recuerdo, sin embargo el hambre y la pobreza que había dejado ésta, no se podía espantar, las pocas ovejas que tenía a mi cuidado, el único recuerdo de mi padre habían ido menguando bajo los feroces dientes de los lobos, era una tierra sin esperanza, fue entonces cuando a mis dieciséis llegó una carta de un tío que desde hacía algunos años había encontrado un nuevo hogar en una tierra desconocida para mí. Pude ver a mi madre estrujando la carta entre sus manos mientras que por sus mejillas rodaban algunas lágrimas. Era una carta de esperanza enviada desde una tierra lejana llamada Chile, fue entonces cuando mamá tomó un viejo zapato en el cual escondía algunas monedas, las puso en mi mano y se aferró a mi cuello llorando, había llegado mi hora de partir, aquella tarde tomé mis ropas y las puse en una vieja maleta de cartón. El viaje hasta Barcelona fue larguísimo, en ese lugar ya una tierra desconocida sentí la soledad embargándome, ¡ese! es el barco que va a América. Con mi maleta fui subiendo uno a uno los peldaños, hasta estar sobre la fría cubierta, casi sin darme cuenta y apoyado sobre la baranduela el puerto estaba quedando atrás, la noche se hizo inmensa casi tanto como mi soledad, las luces del puerto fueron desapareciendo lentamente ante mis ojos y las estrellas en el cielo se hacían mas brillantes. Un fue sino para el amanecer cuando descubrí el mar en toda su inmensidad, fueron veinte y algo días de viaje cuando el barco recaló en puerto desolador, hemos llegado a Chile escuché decir a algunas voces, entre mí al ver que no había mas verde que el de cuatro palmeras en toda la cuidad mientras que todo estaba rodeado de arena me estrujó el corazón, sin embargo a poco andar llegamos a Valparaíso ahí y con una pañuelo blanco agitándose en el aire estaba mi tío, corrí hacía él para abrazarnos, las lágrimas rodaron por los rostros de ambos. No se cuanto tiempo estuvimos abrazados entre sí, me hacía falta el recuerdo de rostros conocidos. Era el año cincuenta y algo fue entonces cuando descubrí que la tierra que me pareciera tan desolada se convirtió en una paraíso para mis ojos, los cerros estaban completamente verdes y una vez que llegamos a Santiago pude conocer cual sería mi nuevo hogar, me llevó a conocer a algunos familiares de los cuales yo pensaba que no existían, otras personas en cambio, también de mi tierra, de mi España natal habían huido de la guerra en un barco mal oliente llamado Winnipeg, los pude ver como una gran familia la cual se ayudaba entre si, en esta nueva tierra ya no existían las odiosidades que rodeaban a mi España, acá compartían franquistas y detractores, para mi algo anormal sin embargo los años y la distancia me enseñaron a apoyarnos entre sí a todos quienes veníamos de esa tierra quebrantada llamada España.  En ésta que es mía, pero no crean que lo digo con odio o desprecio, encontré el amor encontré un hogar, encontré una familia, encontré amigos, muy buenos amigos, la suerte me sonreía hasta la partida de mi hija, fue un veinte y siete de abril cuando partió dejándome, dejándonos una herida que nunca se podrá borrar, cuantos años tenía no importa cuantos años han pasado desde su partida tampoco importan, solamente importa su recuerdo, sus caricias en mi rostro, sus besos en mi mejilla los cuales nunca podré olvidar. El recuerdo de quienes habían sido llevados por la guerra me inundaban lentamente, sin embrago Dios me envió otro regalo el cual crecía lentamente en la panza de mi mujer y luego otro, luego la fortuna me empezó a sonreír y con mucho esfuerzo aunque con muy poco dinero logré junto a un socio instalar una pequeña ferretería, con mi esfuerzo y mi trabajo logré educar a mis hijos y tener un pasar aunque sin necesidades logré tener una normal, en la cual conocí grandes amigos y otros no tanto, cumplí grandes sueños entre los cuales recuerdo a mis hijos firmando su titulo profesional. Han pasado los años y ya a mis setenta por razones que no vale detallar mi fuente de trabajo fue cerrada, fue entonces cuando recurrí a uno de mis amigos quien me tendió la mano, sin embargo esta historia no la contaré yo, porque pueden pensar que siento rencor la contará uno de mis compañeros de trabajo. Era un día soleado cuando lentamente y con pasos polvorientos se acercaba hacia nosotros un hombre ya mayor, por no decir un viejo, de su mano derecha colgaba un bolso negro, de su mano izquierda un periódico, me detuve un momento para mirarlo, tenía una mirada profunda tan profunda como el verde de sus ojos, una voz muy suave aunque con un notorio acento español, mientras que su pelo dejaba ver algunas canas. Estiró su mano y me dijo soy…, su nombre no lo quiero decir porque a los amigos se guardan en el alma y no entre palabras, lo veía venir cada mañana, había ocasiones en las cuales con sus pies polvorientos iba dejando algunas huellas, aunque no trabajábamos juntos cada vez que había lugar intercambiábamos algunas palabras, yo escuchaba comentarios, ¡por Dios que es lento!, decían quienes se creían los mas trabajadores, sin embargo al menor descuido de algunos de los jefes se ocultaban en los pasillos y cada vez que venían los dueños de la empresa levantaban la voz para fingir que trabajaban o al menos daban órdenes, aquello me llenaba de ira, sin embargo mis palabras valen lo mismo que el silbido del viento entre los árboles, es por eso que yo decía para mí, si quienes hablan hicieran la mitad de lo que hace él en todo el día harían demasiado, cada vez que tenía oportunidad lo miraba, no dejaba ni un momento en todo el día de mover sus manos, aunque el peso de los años hacían que se viera trabajar lento aquello no era verdad. Aunque no lo crean fue también un veinte y siete de abril cuando con sus ojos llorosos me dijo me han violado, me han despedido, trabajo sólo hasta fin de mes. Fue como si un balde de agua helada recorriera mi cuerpo, me pregunté una y mil veces por la amistad que unía a mi patrón y mi compañero habían forjado   durante tantos años, me preguntaba cuanto valía el venir de la misma tierra que habían debido abandonar, me preguntaba cuanto valía el que fueran de la misma provincia, me preguntaba quien le dará trabajo a mi compañero a sus setenta y cuantos años, me pregunto, cuando se despedía de nosotros si las lagrimas que rodaban de sus ojos era por la pena de marcharse o por haber descubierto que la amistad no es tan importante como lo es el dinero, fue entonces como al igual como llegó se fue alejando con sus pasos polvorientos, polvo que hacia lo lejos se fue llevando el viento, mientras que sus lagrimas eran secadas con su arrugado pañuelo.                                                                         fin                                                
   Tan solo palabras     Es tu voz suave como brisa, Son tus dientes blancas perlas, Pues pasean por tu sonrisa, Son tus labios grandes olas Golpeando entre las rocas, Es tu aliento la brisa fresca del amanecer, Es tu pelo una blanca montaña Teñida de rubio por el sol, Son tus manos gotas de rocío Son tus pechos pétalos de rosa, Son tus uñas las espinas Aferradas a mi espalda, Son tus besos el silencio Es tu cuerpo mi alimento.
Tan solo palabras
Autor: Caranndor  433 Lecturas
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Los Frenillos
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Aragón, El Perro
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Serie (capitulo I)
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