La Hoja Del Libro
 
Treinta y cinco es lo que marca mi tiempo,
Soy hojas secas viviendo, y en un libro espero,
Aquellos dedos que me salvaron del tiempo,
Del olvido, de recuerdos que viven lejos,
Ve mis venas, son caracolas del tiempo.
Viví amaneceres olvidados, lluvia, fuego,
Miré al trigo bailar, hacer olas con el viento,
Miré el crepúsculo como se vistió de fuego,
Las noches solitarias, tan quietas y oscuras,
Eran infinito silencio de luciérnagas rampantes.
 
Recuerdo el aletear de mariposas sedientas,
El rocío que me bañó por las noches,
El canto del viento entre los pinos lejanos,
El ardor del hielo, ese infinito manto blanco,
La tibieza del sol, mezquina lumbre de oro,
Los rubios cabellos de aquella niña leyendo,
Todos recuerdos que han quedado en el tiempo,
Como lo fue mi muerte girando en el viento,
Hasta los cabellos, de quien tenía un libro abierto,
Quien con sus dedos tibios, me quitó de su pelo,
Dejándome en el olvido a los pies de uno de los versos…
Treinta y cinco es lo que marca mi tiempo,
Tiempo de vidas, tiempo de muertes,
Tiempo de voces, y versos silentes,
Quiero escapar, salir corriendo, volando,
Ya no quiero ser el prisionero del tiempo,
No quiero esperar el sol, ni la lluvia,
Estoy vivo… nadie sabe en cual verso,
Vida, muerte, amor, dolor, olvido, silencio.