• Joaquin Sariego
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  • País: Chile
 
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Eternidad
Autor: Joaquin Sariego  99 Lecturas
Tu pupila es azul, y cuando ríes,su claridad suave me recuerdael trémulo fulgor de la mañanaque en el mar se refleja.Tu pupila es azul, y cuando lloras,las transparentes lágrimas en ellase me figuran gotas de rocíosobre una violeta.Tu pupila es azul, y si en su fondocomo un punto de luz radia una ideame parece, en el cielo de la tarde,¡una perdida estrella!
Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará; hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será; eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán.
Rima II, Becquer
Autor: Joaquin Sariego  96 Lecturas
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!
Rima IV, Becquer
Autor: Joaquin Sariego  95 Lecturas
¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,es altanera y vana y caprichosa;antes que el sentimiento de su alma,brotará el agua de la estéril roca.Sé que en su corazón, nido de sierpes,no hay una fibra que al amor responda;que es una estatua inanimada..., pero...¡es tan hermosa!
Almas cándidas, Santos Inocentes,que aumentáis de los ángeles el coro,al que llamó a los niños de su ladorogadle por nosotros.Apóstoles que echasteis en el mundode la Iglesia el cimiento poderoso,al que es de la verdad depositariorogadle por nosotros.Mártires que ganasteis vuestra palmaen la arena del circo, en sangre rojo, al que os dio fortaleza en los combatesrogadle por nosotros.Vírgenes semejantes a azucenasque el verano vistió de nieve y oroal que es fuente de vida y hermosurarogadle por nosotros.Monjes que de la vida en el combatepedisteis paz al claustro silencioso,al que es iris de calma en las tormentasrogadle por nosotros.Doctores cuyas plumas nos legaronde virtud y saber rico tesoro,al que es raudal de ciencia inextinguiblerogadle por nosotros.Soldados del Ejército de Cristo,Santas y Santos todos,rogadle que perdone nuestras culpasa Aquél que vive y reina entre vosotros.
Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,la imagen de tus ojos se quedó,como la mancha oscura, orlada en el fuego,que flota y ciega si se mira al sol.Adondequiera que la vista clavo,torno a ver tus pupilas llamear;mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:unos ojos, los tuyos, nada más.De mi alcoba en el ángulo los mirodesasidos fantásticos lucir;cuando duermo los siento que se ciernende par en par abiertos sobre mí.Yo sé que hay fuegos fatuos que en la nochellevan al caminante a perecer:yo me siento arrastrado por tus ojospero a dónde me arrastran, no lo sé.
¿Cómo vive esa rosa que has prendidojunto a tu corazón?Nunca hasta ahora contemplé en la tierrasobre el volcán la flor.
Voy contra mi interés al confesarlo;no obstante, amada mía,pienso cual tú que una oda solo es buenade un billete del banco al dorso escrita.No faltará algún necio que al oírlose haga cruces y diga:Mujer al fin del siglo diez y nuevematerial y prosaica... ¡Boberías!¡Voces que hacen correr cuatro poetasque en invierno se embozan con la lira!¡Ladridos de los perros a la luna!Tú sabes y yo se que en esta vida,con genio es muy contado el que la escribe,y con oro cualquiera hace poesía.
Es cuestión de palabras, y, no obstante,ni tú ni yo jamás,después de lo pasado, convendremosen quién la culpa está.¡Lástima que el amor un diccionariono tenga dónde hallarcuándo el orgullo es simplemente orgulloy cuándo es dignidad!
—¿Qué es poesía? —dices, mientras clavasen mi pupila tu pupila azul—;¿Qué es poesía...? ¿Y tú me lo preguntas?¡Poesía... eres tú!
Cuando me lo contaron sentí el fríode una hoja de acero en las entrañas,me apoyé contra el muro, y un instantela conciencia perdí de donde estaba.Cayó sobre mi espíritu la noche,en ira y en piedad se anegó el alma,¡Y entonces comprendi por qué se llora,Y entonces comprendi por qué se mata!Pasó la nube de dolor..., con penalogré balbucear breves palabras...¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo¡Me hacia un gran favor!... Le di las gracias.
En la clave del arco ruinosocuyas piedras el tiempo enrojeció,obra de un cincel rudo campeabael gótico blasón.Penacho de su yelmo de granito,la yedra que colgaba en derredordaba sombra al escudo en que una manotenía un corazón.A contemplarle en la desierta plazanos paramos los dos:Y, “ése, me dijo, es el cabal emblemade mi constante amor”.¡Ay!, y es verdad lo que me dijo entonces:Verdad que el corazónlo llevará en la mano..., en cualquier parte....pero en el pecho, no.
Tú eras el huracán y yo la altatorre que desafía su poder:¡tenías que estrellarte o que abatirme!¡No pudo ser!Tú eras el océano y yo la enhiestaroca que firme aguarda su vaivén:¡tenías que romperte o que arrancarme! ...¡No pudo ser!Hermosa tú, yo altivo; acostumbradosel uno a arrollar, el otro a no ceder:la senda estrecha, inevitable el choque ...¡No pudo ser!
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;hoy llega al fondo de mi alma el sol;hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...¡Hoy creo en Dios!
Lejos y entre los árbolesde la intrincada selva,¿no ves algo que brillay llora? Es una estrella.Ya se la ve más próxima,como a través de un tulde una ermita en el pórticobrillar. Es una luz.De la carrera rápidael término está aquí.Desilusión. No es lámpara ni estrellala luz que hemos seguido: es un candil.
Cuando sobre el pecho inclinasla melancólica frente,una azucena tronchadame pareces.Porque al darte la pureza,de que es símbolo celeste,como a ella te hizo Diosde oro y de nieve.
Asomaba a sus ojos una lágrimay a mis labios una frase de perdón...habló el orgullo y se enjugó su llanto,y la frase en mis labios expiró.Yo voy por un camino, ella por otro;pero al pensar en nuestro mutuo amor,yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?"y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?"
Si de nuestros agravios en un librose escribiese la historia,y se borrase en nuestras almas cuantose borrase en sus hojas;te quiero tanto aún; dejó en mi pechotu amor huellas tan hondas,que sólo con que tú borrases una,¡las borraba yo todas!
Por una mirada, un mundo,por una sonrisa, un cielo,por un beso... ¡yo no séque te diera por un beso!
La gota de rocío que en el cálizduerme de la blanquísima azucena,es el palacio de cristal en donde,vive el genio feliz de la pureza.Él le da su misterio y poesía;él, su aroma balsámico le presta.¡ Ay de la flor, si de la luz al besose evapora esa perla !
Pasaba arrolladora en su hermosuray el paso le dejé,ni aun mirarla me volví, y no obstantealgo en mi oído murmuró “Esa es”.¿Quién reunió la tarde a la mañana?Lo ignoro; sólo séque en una breve noche de veranose unieron los crepúsculos y ... “fue”.
¡Dios sabe cuántas veces,con paso perezoso,hemos vagado juntosbajo los altos olmosque de su casa prestanmisterio y sombra al pórtico!Y ayer... un año apenas,pasando como un soplocon qué exquisita graciacon qué admirable aplomo,me dijo al presentarnosun amigo oficioso:“Creo que alguna partehe visto a usted” ¡Ah, bobosque sois de los salonescomadres de buen tono,y andáis por allí a cazade galantes embrollos.¡Qué historía habéis perdido!¡Qué manjar tan sabroso!para ser devorado“soto voce” en un corro,detrás de abanicode plumas de oro!¡Discreta y casta luna,copudos y altos olmos,paredes de su casa,umbrales de su pórtico,callad, y que en secretono salga con vosotros!Callad; que por mi partelo he vivido todo:y ella..., ella..., ¡no hay máscarasemejante a su rostro!
Rima XL, Becquer
Autor: Joaquin Sariego  70 Lecturas
Como en un libro abiertoleo de tus pupilas en el fondo;¿a qué fingir el labiorisas que se desmienten con los ojos?¡Llora! No te avergüencesde confesar que me quisiste un poco.¡Llora! Nadie nos mira!Ya ves: soy un hombre... ¡y también lloro!
Cendal flotante de leve bruma,rizada cinta de blanca espuma,rumor sonorode arpa de oro,beso del aura, onda de luz,eso eres tú.Tú, sombra aérea que cuantas vecesvoy a tocarte, te desvanecescomo la llama, como el sonido,como la niebla, como un gemidodel lago azul.En mar sin playas onda sonante,en el vacío cometa errante,largo lamento.del ronco viento,ansia perpetua de algo mejor,Eso soy yo.¡Yo, que a tus ojos, en mi agoníalos ojos vuelvo de noche y díayo, que incansable como dementetras una sombra, tras la hija ardientede una visión!
Rima XV, Becquer
Autor: Joaquin Sariego  66 Lecturas
Sobre la falda teníael libro abierto,en mi mejilla tocabansus rizos negros:no veíamos las letrasninguno, creo,mas guardábamos entramboshondo silencio.¿Cuánto duró? Ni aun entoncespude saberlo;sólo sé que no se oíamás que el aliento,que apresurado escapabadel labio seco.Sólo sé que nos volvimoslos dos a un tiempoy nuestros ojos se hallarony sonó un beso.Creación de Dante era el libro,era su Infierno.Cuando a él bajamos los ojosyo dije trémulo:¿Comprendes ya que un poemacabe en un verso?Y ella respondió encendida:¡Ya lo comprendo!
¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,es altanera y vana y caprichosa;antes que el sentimiento de su alma,brotará el agua de la estéril roca.Sé que en su corazón, nido de sierpes,no hay una fibra que al amor responda;que es una estatua inanimada..., pero...¡es tan hermosa!
Dejé la luz a un lado, y en el bordede la revuelta cama me senté,Mudo, sombrío, la pupila inmóvilclavada en la pared.¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarmela embriaguez horrible de dolor,expiraba la luz y en mis balconesreía el sol.Ni sé tampoco en tan terribles horasen qué pensaba o que pasó por mí;solo recuerdo que lloré y maldije,y que en aquella noche envejecí.
Voy contra mi interés al confesarlo;no obstante, amada mía,pienso cual tú que una oda solo es buenade un billete del banco al dorso escrita.No faltará algún necio que al oírlose haga cruces y diga:Mujer al fin del siglo diez y nuevematerial y prosaica... ¡Boberías!¡Voces que hacen correr cuatro poetasque en invierno se embozan con la lira!¡Ladridos de los perros a la luna!Tú sabes y yo se que en esta vida,con genio es muy contado el que la escribe,y con oro cualquiera hace poesía.
No me admiró tu olvido! Aunque de un día,me admiró tu cariño mucho más;porque lo que hay en mí que vale algoeso... ¡ni lo pudiste sospechar!.
Dos rojas lenguas de fuegoque a un mismo tronco enlazadasse aproximan, y al besarseforman una sola llama.Dos notas que del laúda un tiempo la mano arranca,y en el espacio se encuentrany armoniosas se abrazan.Dos olas que vienen juntasa morir sobre una playay que al romper se coronancon un penacho de plata.Dos jirones de vaporque del lago se levantan,y al reunirse en el cieloforman una nube blanca.Dos ideas que al par brotan,dos besos que a un tiempo estallan,dos ecos que se confunden,eso son nuestras dos almas.
Antes que tú me moriré: escondidoen las entrañas yael hierro llevo con que abrió tu manola ancha herida mortal.Antes que tú me moriré: y mi espíritu,en su empeño tenaz,sentándose a las puertas de la muerte,allí te esperará.Con las horas los días, con los díaslos años volarán,y a aquella puerta llamarás al cabo...¿Quién deja de llamar?Entonces que tu culpa y tus despojosla tierra guardará,lavándote en las ondas de la muertecomo en otro Jordán.Allí, donde el murmullo de la vidatemblando a morir va,como la ola que a la playa vienesilenciosa a expirar.Allí donde el sepulcro que se cierraabre una eternidad...¡Todo lo que los dos hemos calladolo tenemos que hablar!
Me ha herido recatándose en las sombras,sellando con un beso su traición.Los brazos me echó al cuello y por la espaldapartióme a sangre fría el corazón.Y ella prosigue alegre su camino,feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?Porque no brota sangre de la herida.Porque el muerto está en pie.
Si al mecer las azules campanillasde tu balcón,crees que suspirando pasa el vientomurmurador,sabe que, oculto entre las verdes hojas,suspiro yo.Si al resonar confuso a tus espaldasvago rumor,crees que por tu nombre te ha llamadolejana voz,sabe que, entre las sombras que te cercante llamo yo.Si se turba medroso en la alta nochetu corazón,al sentir en tus labios un alientoabrasador,sabe que, aunque invisible, al lado tuyorespiro yo.
Cuando en la noche te envuelvenlas alas de tul del sueñoy tus tendidas pestañassemejan arcos de ébano,por escuchar los latidosde tu corazón inquietoy reclinar tu dormidacabeza sobre mi pecho,diera, alma mía,cuanto poseo,la luz, el airey el pensamiento!cuando se clavan tus ojosen un invisible objetoy tus labios iluminade una sonrisa el reflejo,por leer sobre tu frenteel callado pensamientoque pasa como la nubedel mar sobre el ancho espejo,diera, alma mía,cuanto deseo,la fama, el oro,la gloria, el genio!Cuando enmudece tu lenguay se apresura tu alientoy tus mejillas se enciendeny entornas tus ojos negros,por ver entre sus pestañasbrillar con húmedo fuegola ardiente chispa que brotadel volcán de los deseos,diera, alma mía,por cuanto espero,la fe, el espíritu,la tierra, el cielo.
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El esclavo
Autor: Joaquin Sariego  54 Lecturas
Nuestra pasión fue un trágico saineteen cuya absurda fábulalo cómico y lo grave confundidosrisas y llanto arrancan.Pero fue lo peor de aquella historiaque al fin de la jornadaa ella tocaron lágrimas y risasy a mí, sólo las lágrimas.
Cruza callada y son sus movimientossilenciosa armonía;suenan sus pasos, y al sonar recuerdandel himno alado la cadencia rítmica.Los entreabre, aquellos ojostan claros como el día,y la tierra y el cielo, cuando abarcan,arden con nueva luz en sus pupilas.Ríe, y su carcajada tiene notasdel agua fugitiva;llora, y es cada lágrima un poemade ternura infinita.Ella tiene la luz, tiene el perfume,el color y la línea,la forma, engendradora de deseos,la expresión, fuente eterna de poesía.¿Que es estúpida?... ¡Bah!, mientras, callandoguarde obscuro el enigma,siempre valdrá, a mi ver, lo que ella callamás que lo que cualquiera otra me lo diga.
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