• Los problemas de Carol
Los problemas de Carol
-
-
  • País: -
 
Cada noche al acostarme, tengo uno y otro y otro sueño. Sueños a veces ficticios, otros no tanto, y unos pocos, tan reales… Alguien me dijo una vez que los sueños son simplemente consecuencia de una gran imaginación. Pero yo discrepo. No lo creo. Los sueños reflejan miedos, inseguridades, esperanzas, deseos, es decir, sueños. Pero sueñas algo totalmente increíble, irreal, algo que en esta vida es imposible llevar acabo y desistes de esa fe que tienes en ellos. Pero de pronto, estás comiendo, viendo un paisaje, tal vez simplemente vives una escena y… ¡Para, para! ¿Qué estoy pensando? Por un momento la mente se te va y sabes exactamente como va a acabar esa comida, esa conversación o ese simple momento. Dudas por un segundo, y crees haber estado allí, sí seguro, pondrías la mano en el fuego por ello. Estuve aquí, no sé cuando, pero estuve. De pronto, ves de nuevo esa secuencia, como una película a cámara lenta. No, espera, lo soñé, sí lo soñé… Sacudes por un momento la cabeza y piensas que estás loco. Pero muy dentro de ti sabes que eso te es familiar, y eso es lo único cierto. Sueños, paradojas sin sentido, un campo desconocido, científicamente no probado, simplemente, sueños…
Sueños.
Autor: Los problemas de Carol  280 Lecturas
Te juro que lo he intentado con todas mis fuerzas. He dedicado horas y horas, días y días incluso meses, pero no he podido. Lo siento es así. Las cosas vienen como vienen yo no lo he elegido sabes?1, 2, 3 ... 31, 32, 33... 105, 108, 120... ¿Cuántas y cuántas lágrimas he podido dejar deslizar por mi rostro desde abril del año pasado?Unas no sé porqué me produjeron angustia. Otras me daban pinchazos cerca del estómago, un poco más arriba. Sí, otras iban acompañadas de una sonrisa, recordando anécdotas tuyas.. Otras eran de miedo. Otras rabia, mucha rabia. Otras simplemente reflejaban recuerdos y otras decían estoy bien, pero en realidad no lo estaba.Perdóname, de verdad que intenté hacer lo imposible, pero es así.Y ya te digo que ¡la culpa es tuya! Sólo tuya y de nadie más...No he podido olvidarte. ¡No he podido! Dios no sé si han sido tus estúpidos ojos que en ocasiones clarean y parecen verdes, o esa forma de mirarme. No, a lo mejor han sido esos comentarios irónicos que no puedo sacar de mi cabeza. O miles, millones de momentos. O tu forma de abrazarme, o incluso de darme un beso. NO, NO..No sé lo que ha sido, sólo sé que no puedo olvidarte.Así que así son las cosas. Te quiero, no puedo remediarlo. En realidad nadie puede. Te necesito. Necesito hablar contigo todos los días, estar a tu lado, saber de ti.Sí hemos pasado mil cosas juntos. Te conozco desde los 15 años.Y vale, me llamarán loca. Dirán, ya estuvisteis una vez, ¿porqué ahora después de tanto tiempo? Porque en realidad todo ese tiempo fue más que tiempo. Y después de todo. Sigo diciendo que no te cambio por nadie en el mundo. Después de todo ¿entiendes?Te quiero y quiero gritárselo al mundo. ¿Qué pasa?Te quiero... Y prometo ser siempre siempre tu loca, atolondrada perdida, igual como cuando tenía 15 años.
Sin ganas. Sin fuerzas. Con dolor. Mucho dolor. Y esperas sin respuesta. Y encuentras algo, pero no, no era nada. Sigues igual. Con cara triste, con falsa risa, con ojos llorosos, con falsa estima. Y desperada buscas algo que te anime. Lo que sea para que te alivie. Ya sea una copa de más, un beso frío, una aceptación, una subida de autoestima. Te ves mal, pero te engañas. Crees que con ese vestido, tal vez… No, no, ese no. Otro más colorido, más simpático, más atrevido. Es extraño, no quieres llamar la atención con tu tristeza, pero si por tu simpatía, por tu alegría, la que no tienes. La que ahora mismo no te queda… Y das de nuevo con algún tipo de ilusión, como siempre, falsa ilusión, pero auto-engañarse siempre es más fácil. Y sonríes, tu corazón te está pidiendo un respiro, un momento de alivio, solo un instante. Se lo das, y de pronto otro pensamiento. De esos que son de los más tristes del mundo, de esos que son los que más duelen. Más que cualquier caso de maltrato, más que un atentado, más que lo inimaginable. Puede que lo que te duela no sea tan cruel, ni tan fuerte, ni tan impactante, pero a ti te duele más que cualquier cosa horrible que pase en el mundo. Aún duele. Duele mucho. Otras veces molesta, y otras enfurece. Eres frágil, te sientes así, pero a los ojos de todos simplemente eres maleducada, borde, o cualquier otra cosa menos frágil. Son escudos, siempre preferimos ser así, crueles, menos aparentar lo que sentimos, como nos sentimos, frágiles.
Frágiles.
Autor: Los problemas de Carol  532 Lecturas
Te miro y disimulo. Sonrío, pero me duele. Rozo tu mano, siento calor, pero me vuelve a doler. Vuelvo a mirarte y deseo que me roces. Tú, parado, sin hacer nada. Vuelvo a mirarte, ahora me miras a mí. Sonríes, y te da un vuelco el corazón. Sientes mi acercamiento, pero te confundo. Tal vez, no sea tan buena idea. Una gota fría cae por mi rostro en ese silencio y conjunto de melodías. Odias verme llorar, pero esta vez, me ves tan hermosa… Adoras que me emocione con esas melodías, querrías llorar con ellas junto a mi, pero algo te lo impide. Mientras, me rozo el pelo. Cojo un tirabuzón y lo paso por mis rojos labios. Te siento. Cerca pero lejos. Un poco más tarde, muerdo mis uñas, y disimuladamente me das un toquecito en la mano. Yo mientras, siento latir mi corazón. Cerca pero lejos. Sonrío para mi misma. Aún te quiero, pero las indirectas nunca fueron tu fuerte. Y lloro. Me emociono tanto que ya no sé si es por esa melodía de la película que vemos juntos, o el sentirte tan cerca. De nuevo, cerca pero lejos. Mi llanto y mi tristeza es cada vez más fuerte. Las luces del cine se encienden, y con ellas, se apaga un poquito mi tímido corazón. Mi estrella, mi toque de ilusión. De vuelta a casa, la esperanza sigue en una mecedora esperando. Te despides. Me despido. Tus dos besos, se clavan como una daga. Intensos, pero fríos. Y de alguna manera… Tan cerca y a la vez, tan lejos. Tanteas, y percibo un amago de valentía. Esperabas mi primer paso, ese, que yo no daría. Esta vez necesitaba que fueras tú. Y cómo lo necesitaba. Lágrimas en mi rostro, pero esta vez, menos hermosa. Recuerdo como me mirabas, cerca, pero lejos.
Yo, después de un fin de semana de lágrimas emborronadas me dispongo a llamarte. Así soy yo, un mar de impulsos. Suena y suena tu pequeño teléfono móvil. No lo coges. Cuelgo. Bueno en verdad no cuelgo, es el contestador el que me cuelga a mi. Vuelvo a llamar, no me rindo. Y sigues sin cogerlo. A la tercera va la vencida, y yo mientras, insisto. Tengo tantas ganas de oír tu voz, incluso tus bromas burlonas. Lo necesito, te necesito. Y de pronto lo coges y sonrío. Preguntas qué sucede. No sé por qué lo haces. Para mi nunca ha habido una razón para llamarte. Simplemente quiero hacerlo. Hablamos y pretendo ser la misma, pero tu voz ya no es la misma. Es una voz cansada, puede que melancólica, puede que no sé… Pero no es la misma. Esperaba algo más de entusiasmo, pero bueno, soy una optimista. Noto que no te interesa la conversación y lo que más me duele, posiblemente sea yo la que esta vez no te interese. Aun así intento sacar fuerzas. De esas que no me quedan. Intento ser simpática, tu niña simpática, como siempre. Pero no sucede nada milagroso. No hay palabras amables de tu boca. Intentas hacer chistes a mi costa y no me río. Sólo tengo ganas de llorar. Que no se me note. Miro el tiempo, sí ha pasado muy poco y ya hemos colgado. De pronto mi corazón gira y gira sin parar. Y me vienen unas palabras a la mente. Esas palabras de mi más fiel amiga, o no tan fiel, pero mi amiga. La gente no cambia. Puede que sea así, pero aún le quiero. Querer es ilusión. Querer es esperanza. Mi esperanza eres tú y tu triste comportamiento. Deja la madurez por una vez de lado. Deja de ser un adulto. Reacciona. Responde. Déjame me ver si aún me quieres. Si de verdad me querrás. Si cambiaras por mi, o tan sólo será la historia repetida en la memoria de mi inconsciencia. Ahora es cuando necesito que reaccione, que tire todo lo que tenga encima de la mesa, que se vuelva loco, lleno de ira y así, de pronto se dé cuenta de que me necesita. No sólo que se de cuenta. Que luche. Imagino tantas sorpresas... Ramos de rosas, escritos en una pared, o una simple llamada desconcertante, a voz en grito. Dos no pelean si uno no quiere. Y en una relación, esos dos deben pelear para que funcione. No puedo tirar yo sola de las ilusiones. No puedo, amor. Quiero, ojala pudiera, pero no. Mis ansias de amar, y querer ser amada, piden más, piden como ya dije una vez el cuento de hadas. Una llamada, lágrimas en los ojos, sentimientos hirientes, símbolos de interrogación, palabras en el aire, y de nuevo se lastima mi tímido corazón.
Lanzarme, saltar y arriesgarme.Me da igual caer en picado y abrirme de nuevo la cabeza.Me da igual, por que de nuevo me siento viva.Creo que no me habia dado cuenta de esto.Que unas veces se gana y otras, otras se pierde.Pero que más da. Siempre será mejor que arrinconarte en un cajoncitoamontonando recuerdos... Porque... ¿hay algo más triste que vivir entre recuerdos por miedo a no vivir el ahora?Vamos... Venga, arriesgaros como yo. Qué más da si esa persona te dice que no,ya habrá otra que te diga que si. No es justo dejar de vivir el momento por el miedo.¿Qué te aporta el miedo? ¡Nada!¿Y arriesgarte?Arriesgar es ganar. Arriesgar es perder. Arriesgar es saber que el futuro te aportará algo. Pero, el miedo... El miedo no te traerá nunca nada.Sé que es difícil, nadie dijo que vivir fuera algo fácil. Pero que quereis que os diga,yo, personalmente quiero arriesgarme. Tropezar y torpezar y tropezar.Eso es la vida, tropiezos contínuos, aventuras, a veces una tragedia griega y otras vecesuna película comercial americana. Pero para eso debes arriesgar. Lo sé,me conozco, hacerme caso. Uno se siente mucho más vivo.
Arriesgar.
Autor: Los problemas de Carol  486 Lecturas
Escucho el viento golpear mi puerta, mi mente, mi imaginación, cuatro trozos de lo que queda de mi corazón… Noto como respiro, y es entre cortado. Y pienso, y dejo de pensar, e indago sobre lo qué he pasado… Tal vez Shakespeare no sabía a qué se refería cuando escribió ser o no ser. Puede que simplemente dudara, que no supiera como seguir, y ante las dudas lo dejo así plasmado. Puede que yo tenga algo de Hamlet, pueda que sienta como la triste Julieta… Puede que la culpa sea sólo mía, y dios me haya castigado con una sensibilidad más allá de lo normal. Puede que este no sea mi sito, que como alguna vez me dijeron… Debería haber nacido en el Barroco. Puede que incluso estuviera allí, y por ello, tenga el corazón roto. Aventuras, romances, juegos de amor. Enredos, desdichas, o mal de amor. Palabras bonitas, dulces sonetos, rimas incontrolables, y el calor de un beso.   Puede que a veces sea Shakespeare, o tal vez Lope de Vega. No por su pluma. Si por su cena. Buscaba desafíos, garras y vuelcos, sentimientos a flor de piel, enormes sueños. Puede que así sea mi alma, mi intento de poetisa, mi afán de emocionarme con una ligera brisa… Mis ganas de ilusionarme, en creer en algo hermoso, fantasear con vivencias que sean parte de mi rostro. Puede que exija mucho, que sea lo único que me mantiene viva, pero necesito que me cuiden, que sufran por mí, que lleguen a dar la vida… Que respire si yo respiro. Que se duerma recordando mi nombre. Que cada vez que me vea, grite a todos que soy su dote. Que me mire y que sonría, y que en silencios piense, cuánto la amo, me siento afortunado de ser su hombre…
Hace tiempo que no escribo, que no abro mi corazón. Estos días fueron días tristes, tal vez de desesperación.Sentí un día que él volvía, que me sentía cerca de él.Que sus sentimientos eran puros, más fuertes que el papel.Imaginé que todo cambiaría, eso sólo sería gracial al amor.Un amor tan fuerte, que nadie entendería como mi corazón.Un amor tan grande, que sólo entenderíamos él y yo.Hace tiempo que no escribo, los mismo días que le sentí lejos.Lejos de perder sus ojos, su sonrisa, sus agradables besos.Añoré en sueños el caballo que me rescataría.Aquel que no dejaría, que lloraran estos tristes ojos.Aquel que despertaría de ese absurdo sueño.Y es cierto que hace mucho que no escribo.Pero es que a veces no me salen las palabras.Convierto los sonetos en rimas, rimas que no sienten nada.Convierto las alegrías en tristezas, tristezas de pena y telarañas.Pienso que lo que escribo, no tiene fuerza.Los sentimentos suenan con melodías desagrdables.Y es que en el fondo, mi melodía así lo es.Triste, perdida, sin rima alguna.Distraída, lejana, sin amigos que ayuden al alma.Pero prometo evitarlo. Intentaré escribir más,aunque pierda la esencia, la vida que me da vida.El sueño que genera mis sueños.La alegría que se apodera de mis infiernos.El corazón que me ahoga en un mar de tiernos,tiernos y horribles deseeos de estar de nuevo junto a ti.
  Lo bueno de tocar fondo es, que después no puedes hundirte más. Al principio los días no son largos, son eternos.  Tristemente escuchas las canciones de Alex Ubago, o cualquier otro cantante que haya hecho las melodías más melancólicas de la historia… Derramas lágrimas, aclamas suspiros, sonidos que suenan a mojado, a enfermo a pura tristeza. Llega un momento que incluso ves una y otra vez las películas que más te hicieron llorar para a ver sí  así, de una vez descamas ese dolor tan intenso, duro e inquieto, que no te deja avanzar. Nada te hace sonreír, ni si quiera el gesto más bonito del mundo. Tu carácter cada vez más seco, más amargo, más delirante, consecutivo, sin precedentes…  Pasan los días y tu rutina se mueve en un círculo sedentario, sofá, tv, cama y comida, en el caso de que uno tenga apetito. Obviamente el vaso se encuentra no medio vacío, sino, vació del  todo. Tus indagaciones no ayudan, tu futuro incierto tiende a ser más incierto de lo que pensabas. No te quedan ilusiones. Sueños por cumplir. Tu cara, tu pelo, todo tú da lástima, y aunque no sea así, te encuentras destruido por dentro, y eso, no te deja ver más allá de cada triste pensamiento. Pero un día, por lo que sea, el olor a tu comida favorita, la llamada de una amiga, un buen sueño, tu canción en la radio, el buen tiempo, te levantas con buen humor. Sí, por mucho que aun te duela, dudes o tengas miedo, las cosas cambian. Es probable, que no te des cuenta en el momento. Posible,  que tu alegría, felicidad, y todas esas risas nerviosas, evidentes, no tengan razón o concordancia para ti… Pero las tienen. Nunca sabes por qué, ni cómo, ni cuándo, pero pasa. Y en ese momento las cosas cambian. Siempre he dicho que los cambios, dan miedo. Pero, muy en el fondo, y repito en el fondo, es lo que verdaderamente querías y anhelabas. La vida te arrebata momentos, personas, circunstancias. La vida, una prueba de fuerza. Pero la vida, aquí dónde la ves, en ocasiones, te da un respiro.
Un respiro.
Autor: Los problemas de Carol  526 Lecturas
Es posible que la tierra se torne hielo, que el fuego pierda su poder, que tus ganas de vivir se desvanezcan por momentos… Es posible que el dolor que sientas sea más duro que un puñal, una daga, una espada ensangrentada, una lágrima de un niño… Puede que te falte la respiración, que quieras morir, que las lágrimas ahoguen todos tus pensamientos. Es posible que te sientas desnuda, cruel, desvalida, ultrajada, solitaria, desprotegida…  Y  es posible que tengas miedo, mucho miedo. Miedo  a volver a sentir, todo ese dolor conjunto que una vez te hizo creer que la muerte estaba tan presente, tan cercana… Un miedo que no te deje avanzar, arriesgar, vivir, disfrutar. Miedo a la vida, a la aventura, a la intriga. Miedo, miedo a probar. Sé lo que sientes. Todos tenemos sueños. Todos sufrimos cuando se desvanecen. Todos damos todo por perdido cuándo nos sacan de nuestra gran estabilidad y nos toca empezar desde cero. Miedo a ir por un nuevo camino, el cual, no sabes si será bonito u horrible, alegre o triste.Simplemente miedo. Pero, ¿por qué temer?Y ¿por qué no hacerlo si ahora, justo ahora, estás radiante, contenta feliz…? Es cierto que los altibajos, las leyes de Murphy, los vasos medio vacíos nos hacen tambalear… Tanto, que puede hacerte descender, tocar fondo, hundirte en un gran hoyo de desesperación. Pero también, es cierto que, cuando de pronto, vuelves a vivir, a disfrutar,a reír a carcajadas sin saber por qué… Eso, te da la vida.
Miedo
Autor: Los problemas de Carol  763 Lecturas
Pégame. Insúltame. Ríete de mi estúpido corazón. Dime que no me quieres, que ya nada tiene razón. Haz añicos nuestras fotos, nuestras promesas sin sentido. Olvida lo que un día prometimos no olvidar y dime un simple “me retiro”. Piérdete en la noche y besa alguien que ames que te haga vibrar, y siéntete confundido. Piensa en mí y llámame por el camino… Confúndeme con otras, huele mi inocente sonido. Escucha el tono de mi perfume, y bebe de mi olvido. Pero desaparece, desparece sin más. No puedo seguir con esto, no quiero recordarte ya. Es una desgracia, un delirio perderte, pero peor es, que con todo lo que sufro, sigues siendo tan cruel. Apareciendo en mis sueños, llevándome a la locura, atarte a mi cintura, y ser, sin ser conmigo. No soporto tus recuerdos, mi pasado, tu desprecio. No soporto haber creído en ti, y haberme dado cuenta tan tarde que no eras como yo creí. No soporto concentrarme sin concentrarme, olvidar sin olvidar, ilusionarme por momentos, y sufrir sin cesar. Haz lo que quieras, ya nada me importa. Pégame, insúltame. Haz añicos mi corazón, pero despega de esta pesadilla que un día fue el sueño de dos.
Pégame
Autor: Los problemas de Carol  793 Lecturas
Aún recuerdo esa canción. Aún siento como me roza la piel, me aprieta contra su pecho, y me hace temblar bajo una noche eterna, oscura, sin techo. La mirada perdida, el corazón en otra parte. Las lágrimas con la corriente, mi alma insignificante. Y es que lo pienso sin pensarlo. Apareces sin buscarlo. Te recuerdo aunque no quiera. Y echo de menos tantas cosas como las que echo de más. Pero ese abrazo. Caliente, ardiente, sensible, familiar. Ese que decía, todo estará bien. Ya no está. Aquel que me susurraba cuando dudaba del arte, el que me gritaba ¡sin ti no hay instante! el que me prometía ¡siempre iré a buscarte! el que me decía ¡nunca dejaré de amarte! Ya no está. Se fue con la brisa. Se fue con nuestra canción. La canción de un recuerdo, efímero, ardiente, lleno de ilusión. Se fue con la brisa, con la melodía de mi color, el color de mis mejillas, mi alegría, mis ganas de seguir viviendo, por amor.
Un chute de adrenalina, de alegría, de felicidad, de sonrisas enfrascadas en un tarro. Un poco de locura, fuera la cordura, rompiendo las metas del final. Sintiendo sin sentir qué siento. Nerviosismo, sin agotamiento, menos formal. Yo, y yo misma, esta vez en una. Tú, pastilla de ibuprofeno viviente. Sonidos en formatos que sólo conocemos. Nosotros, sin ser un nosotros. Y aquellos, que nos unieron con lágrimas de lejía infernal. Palabras aparentes sin sentido, con un significado. Connotativo, irracional, un toque de coral, y lo refrescante del azul turquesa. Yo y yo misma, esta vez en una. Nosotros sin un nosotros. Sin etiquetas, sin formalismos, sin citas racionales. Yo, distinta, más poderosa, más a mis cosas, pero entre ellas tú. Tú, tan loco, tan verdadero, tan loco y peliculero. Tú. Yo. Pero sin nosotros, sin estrategias, sin planificaciones, sin miedo. Furtivos, pasionales, a veces incluso inmorales. Nos da igual. Jugando al escondite, jugando por jugar, sin metas, sin formalismo, sin competir, sin ganar. Tú, un nuevo sonido. Yo, y un nuevo respiro. Sorpresa, risas que se me escapan, momentos contigo. Rotos por dentro, y construyéndonos por fuera. Pero lo que no sé es… ¿Te has dado cuenta? Sin hablar de amor, sólo ironías, me ayudas, te ayudo, no lo suponía. Sin ataduras, sin agotamientos, sólo risas refrescantes, como el azul turquesa. Tú. Yo. Una canción. Una sorpresa.
La rabia. Sentimiento brusco, seco, como un golpe encima de la mesa. Es algo que saca lo peor de ti.El que consigue que si un día ves un mundo color de rosa, de repente, te acuerdes del karma, de la ley de Murphy, de todos sus antepasados, de las malas palabras, las acciones más violentas, los accidentes de coche, el peor de los desprecios, y saca lo más triste de tu alma. Es cómo una caída en bicicleta, en la que ni si quiera puedes frenar con tus propias rodillas. Un sudor frío, un mal sabor de boca. El problema es cuando esa rabia, duele, y duele tanto como una navaja aniquilando la fluidez de tus venas.Y si hace daño, siento decir, que es porque esa rabia, una vez fue cariño, amor, y no desconfianza.
La rabia.
Autor: Los problemas de Carol  598 Lecturas
Sí estoy sonriendo. Parezco una puta loca. Estúpida, joven, tal vez irresponsable. Pero estoy sonriendo ¿te lo puedes creer? Yo no. Y no sonrío falsamente,  ni por educación, por cumplir o por que tenga que hacerlo. Ni si quiera por que quiera hacerlo. Sólo sonrío. Y encima ahora me río. Río a carcajadas, esas que ya no sabía ni que tenía… Es triste, pero me vuelvo a reír. Y escribo. Escribo algo parecido a la felicidad, a la alegría, a algo fresco que ya no suena como un grifo roto. Sonrío. Adoro esta sensación. No entiendo por qué lo hago, pero, tampoco quiero entenderlo. En el momento que te paras, y en vez de disfrutar, analizas, todo tu mundo vuelve a rotar y tus pensamientos se llenan de pegas e inconvenientes. Así que…  Querido subconsciente; -Déjame en paz. Déjame que viva, que baile, que pruebe cómo si de nuevo tuviera 15 años. Sin problemas, sin causas o consecuencias. Déjame un poquito más. Sólo te pido ese milisegundo, ese que necesitas en cuánto suena el despertador cuándo estás en el mejor sueño del mundo. Ese, que no quieres que se agote o se desvanezca, sino que, desearías guardarlo en un tarro de cristal. No te pido que lo hagas eterno, ni que dure, ni que sea un sueño del que nunca despierte. Sólo te pido que lo sostengas.Sólo un poquito más, lo necesito.
Quisiera saber si el amor es ser responsable o inconsciente.Yo tuve la suerte o la desgracia de sentir el primer amor. Aquel fue inconsciente. Lo sé. Fue incontrolablemente inconsciente. No pensaba sólo me guiaba por una fuerza. No sé de dónde salió pero ahí estaba. Intentaba pensar que sucedía pero el tiempo iba a la velocidad de la luz y mi cabeza ni si quiera tenía velocidad. Pretendía pensar en lo que sucedía pero era imposible. Un amor que, con el tiempo sacó lo peor de mí. Mis miedos más ocultos, mi dolor más intenso, mis… Mis ganas de morir sin vivir. Sin comodines en la baraja. Mi segundo amor fue menos efímero, más relajado. Era como un viento que dulcemente zarandeaba mi cabello. Era como el olor de la primavera, la tranquilidad de un mar en calma, sin vaivenes, sin corazas. Cómo el dulce chocolate, la ternura de una madre, el aprecio de un hermano, y la perseverancia consecuente. Era mi comprensión, mi almohada, mi toque de azabache, mi barco, mi rescate, mi guía en cada instante. Amor responsable, que como no, también me dejó el dolor más intenso de todos los amores. Un nudo frío, que me hizo sentirme el ser más solitario del mundo. Ahora, pienso, rectifico, y hago un balance de errores.Un equilibrio sobre sentimientos sentidos, de fuerzas descontroladas, de lágrimas inevitables, de dolor, de amor, de venganza.Pero, la sensación que obtengo es… ¿Qué es el amor? ¿Responsabilidad o inconsciencia?Mi duda es una montaña, lo único cierto es que, al fin y al cabo, el dolor, es el mismo.
Es difícil sacarte de aquí. Evaporar un recuerdo. Exprimir cada pedazo de ti, y al final del día… No quede nada. Suficiente, palabra que, debería aplicarme para no recordar. Suficiente el olvidar, suficiente tu desprecio y tus miradas sin talismán. Al cadáver que no siente nada es fácil pedir que olvide. Yo, repleta de vida, es extraño verme servible. Ala rota, corazón malherido, alma inequívoca, señales de soledad. Puedo oler tu perfume en cada rincón. Puedo sentirte dentro de mi, amor. Ayúdame. No quiero olvidar. No luchas, no vuelves. No dejas nada a la imaginación. Y el frío que dejaste será imposible remplazar. Esperanza vestida de color verde… Inhóspita y sencilla me golpea, cruelmente me muerde. Dejando un camino yacente, sombrío, suena a muerte. Esperanza vestida de color verde… Sigo sin saber por que él no vuelve.
Preguntas retóricas como, por qué cuando todo supuestamente va bien, apareces. En mi mente, en mis sueños, en mi estúpida imaginación Me acuesto con otro, y me levanto contigo, con tus recuerdos, con tu desprecio. Y es que cuando pienso en llamarte, me doy cuenta que no vale la pena, porque tú… Tú no me necesitas. No lo entiendo. Es como si me hubieran quitado mi forma de escribir, mi cómo respirar, un pedazo de mi alma. Me tocas y no te siento. Es algo extraño.Algo que ni en mi mente cabe, que me destruye, me amarga por dentro. Sé que no vale la pena pedirte que vuelvas. Conformarme ya no es para mí una opción. Susurrarte está de más. Y echarte de menos, es una confesión inaudita. No quiero saber de ti, pero tengo tantas ganas de saber si me quieres… Si recuerdas mis recuerdos, esos, que un día fueron de ambos. Y es tan cruel… Cruel pensar que actuaste con premeditación, alevosía. Los años no pasan en vano, mi infancia y adolescencia se fueron contigo. También mis cuentos, mis ilusiones, e incluso la posibilidad de amar. Ahora, más fuerte. En ocasiones me veo así, no es ironía. Aniquilo parte de mi memoria, borro con abrillantador lo que fue malo e intento enmarcar las buenas circunstancias.Volar, dejar la mente en blanco, fugarme a otro sitio.Ser independiente, y rasgarme tus sentimientos, los míos, esos que aún aquí quedan. Todo empezó como una historia burlona, algo que no podría sostenerse, y por instantes, pudo mantenerse en el aire. Revolotear, y jugar con mis esperanzas, mis metas, mi incrédulo corazón. Para acabar como Ícaro, cayendo como roca en el desierto. Sin agua, sin compañía, sólo alucinaciones, espejismos, es decir, recuerdos que yo sólo conozco.
Lo sé, lo sé. De cero a cien en cuestión de segundos. Así soy yo. Puedo estar melancólica, perdida, soltando cada dos por tres frases tipo: No tengo ganas de vivir, mi familia está loca, nunca le importé a nadie, o mi preferida… “Total, si muriera no pasaría nada. Lloraríais un poco y se os pasaría.” Sí, esa es la preferida de mi mejor amiga. El caso es, que aunque parezca sacado de una comedia romántica, como El diario de Bridget Jones, parece irónico, penoso, incluso, un tanto peculiar y simpático. Aunque en el momento de decirlo, no lo es. Mis palabras salen del corazón. Un corazón magullado, exprimido, a veces sin vida. Con ganas de todo y a veces, de nada. Puede que esté loca, sea bipolar, o una simple jovencita, que, visto desde fuera, da la impresión que sólo sé vivir a merced del amor. Tal vez sí. ¿Qué tiene de malo? Lloro con una buena película, con las noticias tristes, incluso aquella vez que atropellé sin querer a un indefenso conejito. Pobre, no puede hacer nada por él. La verdad es que lo paso mal cuando existen problemas en mi casa, cuando una amiga sufre, o  con cualquier mala palabra. Sí, puedo ser estúpida. A veces lo soy. Pueden hacerme daño. Enterrarme bajo tierra seca, y que el polvo entre por cada uno de mis orificios hasta llegar a mis pulmones y dejarme sin aire. Pero, con un poco de imaginación y “una buena excusa” perdono y doy la paz como si fuera Santa Teresa de Calcuta. Y que Dios me perdone, no soy ni tan buena, ni tan perfecta como una santa. No. En verdad me equivoco cada dos por tres. Bebo, fumo, ahora me he aficionado al café, y cuando me emborracho me siento sola y llamo a cualquiera que aparezca en mi lista bajo el nombre de “ex”, “folla-amigo”, o “me da igual, hoy me siento sola”. Qué típico. Sí. Puede que sea la psicóloga del grupo cuando mi estado emocional es estable, de hecho creo que pocas veces lo es. Estable. Graciosa palabra. Sí, tal vez debería buscar un “mito estable”. Lo último que me dijo mi ex fue eso. De nuevo, una frase graciosa sí la sacas de contexto, y desgarradora para mí, en el mío propio. Y que esto no os engañe. Una vez alguien me dijo, “¡Vivirás cien años!”  tan sólo porque me tiré un fin de semana riendo y riendo como si no hubiera mañana. Reía tanto que sólo me alimentaba de sonrisas, mi tripa llegó a tener agujetas por todas esas carcajadas que desprendía, y, mis ojos tenían un brillo muy especial. De ahí aquella gran frase. Pero, en ese momento era feliz. Muy feliz. Veis…  Puedo ser feliz. Claro, pero ya dependo de alguien. En ese momento me estaban cuidando, arropando, yo… Sólo disfrutaba. Ahora es pasado. Y Dios, como odio el pasado. Cuando hablas del pasado todo es lejano, trágico, los sentimientos ya no son los mismos, las caídas no se recuerdan, los buenos momentos se idealizan demasiado, y por si fuera poco, cada día te sientes más vieja. Siempre pensamos que nos queda poco tiempo, y el pasado, refuerza esa absurda, irreal o coherente idea. La cuestión es… ¿Qué necesito? ¿Qué quiero? ¿Dónde comienzas mis objetivos y hasta dónde llega mi imaginación, ficción fingida, o el triste cuento de hadas? Sé que no quiero conformarme. Me niego, pero a veces recaigo en mis propias expectativas. Puedo ser independiente. Puedo serlo, lo sé. Pero a veces mi ingenua o inapropiada personalidad juega conmigo y con mi cabeza, con mis necesidades, con mis propios sentimientos. Es posible que no quiera verme sola porque la sociedad nos ha implantado un chip en el que indica que la pareja es la máxima prioridad, y si no la tienes serás desdichado, una persona amargada, y la soledad se te aparecerá en el cuerpo de una auténtica bestia devorando cada uno de tus sentidos. Por otro lado, puede que sean los genes, mi madre siempre ha sido una sufridora nata. Tal vez quiera ser ella, o tal vez luche totalmente con ese destino y me frustre en cada ocasión que no lo consigo. O solo quiera cariño, el que me faltó por parte de mi padre, o con mi último y único novio, o… Sólo crea que en el fondo, en algún lugar no muy lejano, haya alguien tan loco y bipolar como yo. Alguien que crea en el amor de la misma forma como yo lo siento. Pero ya está. Análisis hecho. Mándenme los resultados. Gracias por su visita y, arrivererchi. No sé por qué he puesto eso. No sé. Pero suena exótico ¿verdad?
Hoyo, badén invertido, glorieta a modo cuchara, cono abierto, bombilla rasgada, agujero negro, cascada infinita, sentimiento vacío de soledad. Hablar, hablar y hablar. Siempre. Cuando buscamos el amor, cuando no lo buscamos, cuando necesitamos desinhibirnos, sacar todo el énfasis de un escupitajo, o arrebatar a esa mano fulminante el destino más incómodo para nuestro infante corazón. Los años pasan, la mente madura, las ilusiones perduran, y tú cambias o no. Te das más opciones, expectativas o razones, y buscas un por qué a cada momento embaucador. Puede que no haya más puedes. Que los “y si” sólo sean ficción, que transcurra la casualidad inesperada, un barco sin hora de destino, un conjunto sin un conjunto de emociones compuestas. Puede incluso que lo que tú veías producto de la mítica tirada de cartas, o efecto dominó como algunos nombran, sólo sea algo que tú mismo planeaste. Algo que, sigilosamente tu imaginación programó por si salía bien, por si el día de mañana tuvieras que hacer un film sobre ese hecho y, así te saliera algo más envolvente que un simple espectáculo. Nada o todo. Es la mente la que abre y cierra cadenas con sus candados. A veces ni si quiera es nuestro corazón. A veces sí. En todo caso, sea realidad inventada o mentira coherente no debemos torturarnos por qué no fue, que cambió el destino o qué hice mal.   Vivir. Vivir siempre es la clave, porque, mientras tú te tiras la soga hasta profundizar en lo más absurdo, otro ha salido a ganarte la carrera. A aproximarse a lo que puede ser tu sueño, y todo por vivir sin vivir soñando.
Sentir la piel entre dientes, inhibir un destino. Lazos propios e incoherentes, transmitir un sentido. Palabras apuñaladas, malcaradas, hirientes. Gestos enmascarados y recuerdos inconscientes. Mal llevar una causa, una consecuencia, un delirio. Anotar vivencias en la cara, en el camino del tiempo, en el suspiro. Sopesar las circunstancias, los esfuerzos, el equilibrio. Revivir pausas prolongadas, la hipocresía, el atino. Deducir problemas que ya tenían solución. Marcar una X, dónde se encontraba por selección. Reanudar el sistema, la pena, la alegría, lo imprevisto. Planificar sobre páginas escritas parece trabajo perdido. A los pies de mi cama, una emoción latente. Manecillas de relojes que me aplastan y no atienden. Sustancias hipócritas manchan mis aparatos inertes, y las gotas de sulfato queman, en mi vientre. Lo indestructible parece un juego de cartas. Las promesas son marcas, yugos inconscientes, yagas tatuadas, saturadas, malolientes. Huele a sangre, a muerte, a tempestad, a destrucción sin remordimientos, a fácil maldad. La psicología humana es egoísta, insignificante terrorista, incondicional. Los valores morales no importan, tras la huella del yo superficial. Y mientras tanto retomas espíritus, fantasmas en tu almohada, pensando inocentemente que, “al que riendo lo hace, llorando lo paga”
Las emociones pasan por mi mente, ya no sólo por mi corazón. Un escalofrío inunda mi alma. Los recuerdos aún hacen daño. Las malas palabras brotan de mi boca como si fueran sapos y culebras, algún tipo de conjuro.Y pienso. Pienso para mí misma. Y doy un discurso de valores para un único espectador. Yo misma. Ese discurso rebota por todas las paredes de mi interior. A veces como puñales, a veces como un simple amor. El dolor se descama dejando heridas sin curar. Esas que, ni el mejor de los productos podría esconder. Pueden disimularse con polvos de carcajadas, motivaciones aireadas y algún que otro buen gesto. Pero permanecen conmigo. Son parte de mí, al igual que mis recuerdos. De pronto una pregunta inunda mis entrañas, y mis latidos van acorde con esa sensación. Es nítida e insípida, pero aún peor, es hallar esa pregunta, sin hallar contestación. ¿Habrá alguien que ame las cosas como las puedo amar yo? No soy la perfecta santa. La palabra error siempre estuvo ligada a mi frente, pero amo. Sé amar. Lo sé. Estos sentimientos no salen de la nada. Cuido, o por lo menos, pongo todo mi empeño en hacer feliz a mis allegados. Tal vez no sepa salvar vidas con un frío bisturí. No entiendo el por qué de un componente químico. No sé formular matemáticamente para sanar la sangre, el cáncer, o qué sé yo, más desgracias. Y aún sí pongo empeño, sudor, en superarme. En crear minúsculos detalles para ver sonreír a una persona. Para hacer llegar esa sensación de paz, de armonía, en todas las almas que aprecio. Y aún así no me siento satisfecha, no. Tal vez, porque amo demasiado. Amo como una madre puede amar a un hijo. Soy capaz de sacrificar mi tiempo, por ayudar y aún así, a veces, no me sirve. Puede que la gente piense que vivo en un cuento de niños. Al releer estas líneas, también puedo saborear la utopía. Pero, ¿por qué? ¿Por qué debe ser una utopía? Seguro que en algún momento llamaron utópico a la igualdad entre hombres y mujeres. Utópica la democracia. Utópico Nelson Mandela, utópico, loco y esquizofrénico todo aquel que quiso cambiar las tornas de la repugnante y desdichada realidad. Una realidad plagada de grietas. Y es cierto que lloro. Lloro como una descosida al ver la muerte en la ficción, incluso en la vida, a través de esa máquina incansable llamada televisor. En ocasiones, mi egoísmo interno me dice “calma”. Todas esas injusticias quedan lejos de ti. Aunque sé que no es cierto. No lo es. Porque para mí cualquier gesto, palabra o acto que provoca un mal sabor de boca, es injusto. No creo que nadie tenga por qué vivir eso. No os engañéis, no creo que Dios ponga ese tipo de pruebas. Eso sólo es una excusa que se pone el hombre para no ver lo que acontece. Nadie debería tolerar una mirada empapada en envidia. Nadie tendría por qué escuchar ironías disparadas para hacer daño. Y así podría hacer una lista. Esa que convive con cualquiera de nosotros. Insultos discriminatorios por edad, peso, raza, o cosas que se creen menos importantes como la formación de cada persona. No soporto oír a un médico meterse con la profesión de maestro, siendo su padre pastor. Odio las comparaciones entre trabajos, las distinciones repletas de osadía nunca me sentaron bien después de cenar. No creo en las malas palabras, la ira, o las palizas, para “poder quedarte a gusto” tras un día duro de trabajo. Es incomprensible que exista gente en el mundo que torture y disfrute, que ponga de primer plato egoísmo, de segundo envidia, y de postre risas ahumadas. No lo entiendo. Tal vez porque aquello no forma parte de mí. Tal vez por mi utópica realidad predestinada a no sanar nunca. O simplemente porque no quiero formar parte de ese entorno repleto de mentiras añadidas. El ardor estomacal va ligado a mis insatisfacciones, a mi querer y no poder, a mi afán por hacer que todo el mundo encuentre la felicidad para poder hallar yo la misma. Pero, lo repito, y lo repetiré más veces. Prefiero vivir en la utopía, a asimilar lo que algunos llaman cruda realidad.
Toqué fondo. Mi vida ya no tenía sentido sin ti. Nuestros recuerdos fueron alterados por una ola de fuego incandescente que, hacía palpitar cada rincón de mi ser. Mis músculos eran frágiles. Nuestra canción estaba debilitada. La rabia rebotaba por todos los paradigmas de mi cuerpo. El nerviosismo estaba a flor de piel y, tu amor, era una bola de humo ya incendiada. Era como un puzle sin instrucciones de uso. Sin piezas. Sin sentido alguno. Neurótica perdida decidí desecharte. Mandarte muy lejos de aquí. Pero, eres como el efecto boomerang que nunca quise que me azotara.Qué sencillo es dar consejos. Yo, la psicóloga del grupo, me trago mis propios pensamientos. La razón aún forma parte de mí, aunque, a veces, la pongo en modo off para poder memorizar todo lo que pude cambiar. Y no hallo solución. Soy incapaz de comprender. Tus acciones han sido como una gran barra de hierro para mí. Dura, fría, dolorosa. Esto es lo que sucede cuando no mides tu fuerza. La magnitud de lo que fuiste para esta estúpida colegiala, universitaria, excéntrica del amor. Parece que todos los valores se esfumaron de tu poder cognitivo. Los buenos días en tu almohada perdieron toda capacidad de ilusión. Los abrazos de, “nunca te abandonaré” carecen de significado, y, dejan un espacio infinito entre lo que tú y yo comenzamos una vez. Y sé que estás solo. Te sientes sólo, por mucho que te autoengañes.  Tus íntimos amigos no quieren formar parte de la vida que ahora has escogido. ¿Pero sabes? No me reconforta. Siento pena. No disfruto viéndote así.En los brazos de ella te hallo. Cruel y fría sanguijuela. Tú, te conviertes en erizo y te envuelves para no ver sus escamas. Crees que esas estúpidas bromas, y un par de encuentros sin control harán olvidar todo. Pero, no te llena. Lo sé, tu conexión por muy lejana que suene, todavía me llega. Y es triste. Para mí, melancólico. Metiste todo lo que te hacía feliz en una bolsa de basura de un arrebato. Tu felicidad está disfrazada y tarde o temprano te darás cuenta. Es como la droga, el éxtasis, o la cocaína. Por instantes te sientes satisfecho, y eso es lo que cuenta. Lógico. Ella no te atosiga con el bien y el mal de las circunstancias. Formas parte de su egoísmo, de su no humildad. Y piensas a ciencia cierta que, estás viviendo el momento. Mientras, los de fuera, vemos el carpe diem de los cementerios. Ese olor petrificante ha quemado, a mohoso, a algo que no eras tú, y que poco a poco, haces tuyo.
Un día me levanté sonriente, sin cara lúgubre sin tristes pensamientos. Un día me levanté soleada, el mar azotaba mi viento, mi boca se entreabría para enseñar mis dientes, y tu amor, ya no estaba presente. Un día me levanté alegre, sin razón alguna, sin sueños de pesadumbre, sin lágrimas que se acurrucaban en esta tímida voz de alambre. Un día me levanté y no estabas conmigo, yo entendía mientras tú te alejabas y mi corazón se recuperaba para sacar el amargor de tu destino. Un día me levanté emocionada esta vez, con ganas de escuchar un canto, el de la libertad, el de la vida, y pude entender, que tú no eras mi único manto.
Ondean los nenúfares de aquella charca verde, rosácea, liviana y llena de tiempo. A su vez, suena una dulce melodía que expande mi alma y me hace levitar de una forma incoherente. En ese mismo instante, los versos, sondean por mis venas,  las palabras son más que garabatos, y forman un perfecto tríptico en el epicentro de mis ganas. El olor de la vida pasa por mi piel, por la suavidad de mis párpados y hace que sea una dulce flor, inocente, sin magulladuras del pasado. La brisa ya no corta, sino que levita, se entrelaza con mis labios, mis sensaciones, mis tímidas emociones y me llevan a un paraíso armonioso. Una caricia suya, me llevó al cielo, azul cristalino, casi transparente, del que no quería dejar de sumergir. Los colores eran personalidad mía, arrugando mis comisuras, abrazando mi ombligo y ruborizando cada toque de carmín. La mañana era bella, las estrellas se clavaban en mis ojos y, la luna, volvía a sonreírme otra vez.
Hoy me veo delante de estas páginas, blancas, silenciosas y casi transparentes. Ellas siempre están ahí, necesitando de mí, y yo en cambio, sólo necesito de ellas cuando me encuentro nostálgica. Es una relación extraña, a veces muy viva, otras, inerte. Retumban mil palabras en mi cabeza. Son dulces, idílicas, rimbombantes y llenas de fuerza. Esas palabras bajan por mi flujo sanguíneo hasta mi rostro, convirtiéndolas en un gesto, en una mueca graciosa, en una limpia sonrisa. Disfruto de ese momento. Me hacen sentir libre. Suena con ellas una banda sonora. La más bonita. La más alegre de todas. Una melodía que no tendría notas en esta realidad inventada, pero en mi pentagrama, en mi qué hacer diario, si tienen su sitio. Las palabras se siguen filtrando por todo mi cuerpo. Una vez llegadas a mi rostro siguen deslizándose sin pedir permiso u opinión. Fluyen, y fluyen solas. Llegan hasta mis amígdalas y ese sentimiento libre y esperanzador se convierte en un asesino en serie. Esta vez me cortan la respiración, me ahogan. Me quitan cualquier ápice de aliento y, suspiro. Suspiro hondo, de una forma muy fuerte, con el fin de que sigan fluyendo. Por fin pasan. La corriente las lleva hasta mi órgano vital. El dueño de todo mi ser, de mis funciones. Aquel por el que me guío a ciegas, sin importar el cómo y el cuándo. Allí las palabras sufren una transformación. Chocan entre sí. Dan vueltas y vueltas en círculos cerrados. Sin preguntarme, sin pedirme opinión o permiso. Entonces es cuando siento un vuelco. Un mareo, un golpe, un latido impropio que me acelera. Es arrítmico. Totalmente. Mi rostro se siente confundido y la cabeza, olvida que esas palabras hicieron su primera visita allí, gracias a una mirada, una casualidad inusual, expectante. Esas palabras de pronto, pierden su significado inicial. Se descomponen. Siguen chocando entre sí. Ya no son conceptos. No lo son. Comienzan a ser parte de mí, se sienten a gusto. Un latido al unísono de esa versión musical. No forman parte de la realidad externa. Están tan dentro de mí que olvidan su antepasado contacto. Ahora, son pulsaciones connotativas, en definitiva, sentimientos. Son ilógicos, no tienen razones aparentes, no tienen metas, son como… Como el arte. Un fin en sí mismo. Pero es extraño, sí. Tan pronto son una extensión de mí como pueden tacharme de antinatural. Exaltaciones, gestos exagerados, sudores en las manos. Es, como cuando bebes, tu percepción se distorsiona y la realidad externa no cuenta. Y aún así, no lo juzgo. ¿Qué realidad es mejor? La que nos creamos, o la que es externa a nosotros... Y más que eso. ¿Cuál es más verdadera? Al fin y al cabo, ambas se necesitan. La primera provoca a una segunda. Si no fuera así, estaríamos muertos. Pero, ¿qué pasa cuando tu percepción, llamémosla segunda realidad, te gusta más? Tal vez sea una manipulación. Es normal. Tu percepción pasó por un filtro. Un filtro lleno de vivencias, experiencias invertidas, asuntos que sólo son tuyos, que no por ello nuestros. Dudas interrogantes, pero, dejemos el laberinto. Sigamos con nuestra historia. Quiero saber qué pasa con esas palabras ya hechas sentimientos. Aquellas, siguen fluyendo a sus anchas. Es demasiado tarde me dice mi mente poco prodigiosa. No supo adelantarse a los hechos. De pronto, huele a incertidumbre. Y la incertidumbre se convierte en una lucha interna. La libertad contra el asesino en serie. La sonrisa es sólo parte de una bipolaridad continua. Mientras, la realidad externa, la primera, tiene el teléfono descolgado. Comunica, y no sé descifrar su significado. Los sentimientos no me lo permiten. Mi objetividad está nublada en un alto porcentaje y yo… Sólo hallo dos opciones. Seguir esos hilos, ser una marioneta del destino, de mi propio filtro, de la primera realidad modificada o, ignorar. De alguna forma revelarme, pero al fin y al cabo ignorar. Tratar de alguna manera que aquellas palabras salgan de la misma forma que entraron. Algo un tanto dificultoso pues, la primera acción fue involuntaria y en este caso, es una opción reflexionada, hecha adrede. Está decidido. Adoro esas palabras pero, desestabilizan mi mundo interno. Por ello, queridas páginas en blanco, yacen aquí esos conceptos que, un día fueron pulsaciones, tal vez sentimientos. Dicho esto, os devuelvo a vuestro lugar de origen. Vuestra primera realidad. Sólo espero que no sea demasiado tarde.
<< Inicio < Ant. 1 [2] Próx. > Fin >>

Seguir al autor

Sigue los pasos de este autor siendo notificado de todas sus publicaciones.
Lecturas Totales35266
Textos Publicados66
Total de Comentarios recibidos73
Visitas al perfil11568
Amigos46

Seguidores

5 Seguidores
J. Almendra
Carlos Palma
cecilia gigena
Pablo
Bruno Fernandez
   

Amigos

46 amigo(s)
Sebastián Guerrero
italo
CAZADOR
oscar
Marcos Pereyra
Quijote Ilusión
Samont H.
Eduardo Cle Vicente
Hugo Nelson Martín Hernández
fer.vs381590586
Emmanuel Alvarado
Cristofer G
Werz Muñiz Luna
Juan Carlos Calderón Pasco
Dawrin Saumet
ABCabc123
Ana Belen Codd
Tobi Trejo
jesús urbina rz
Richard Albacete
Fer Poeta y Novelista
Emmanuel Franco Gallardo
lorena rioseco palacios
Ignacia
Fauno
sukus trukus
daniel contardo
geison
Carmen Veronica
Sandra Delgado Bratos
Sergio Hernandez Arenas
Radharani Delgado Berjman
Vanessa Carvajal
estefani
jacky molina
Nereida Rubí Deâk
victor
laura Escudero Quirino
Nahir
Skybela
Camila
Mireya Arriagada Taito
Migue Quintero
María Ester Rinaldi
Singer
gabriel anello
  
 
Los problemas de Carol

Información de Contacto

-
-
-

Amigos

Las conexiones de Los problemas de Carol

  Guerrero
  italovafuentes
  CAZADOR
  the raven
  Markv8
 
  misamont
  Edu Clevi
  Hugo Nelson
  fer.vs381590586
 
<< Inicio < Ant. [1] 2 3 4 5 Próx. > Fin >>