Una llamada.
Publicado en Jan 13, 2013
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Yo, después de un fin de semana de lágrimas emborronadas me dispongo a llamarte.
Así soy yo, un mar de impulsos.
Suena y suena tu pequeño teléfono móvil. No lo coges.
Cuelgo. Bueno en verdad no cuelgo, es el contestador el que me cuelga a mi.
Vuelvo a llamar, no me rindo. Y sigues sin cogerlo.
A la tercera va la vencida, y yo mientras, insisto.
Tengo tantas ganas de oír tu voz, incluso tus bromas burlonas.
Lo necesito, te necesito.

Y de pronto lo coges y sonrío. Preguntas qué sucede. No sé por qué lo haces.
Para mi nunca ha habido una razón para llamarte. Simplemente quiero hacerlo.

Hablamos y pretendo ser la misma, pero tu voz ya no es la misma.
Es una voz cansada, puede que melancólica, puede que no sé… Pero no es la misma.
Esperaba algo más de entusiasmo, pero bueno, soy una optimista.
Noto que no te interesa la conversación y lo que más me duele, posiblemente sea yo la que esta vez no te interese.
Aun así intento sacar fuerzas. De esas que no me quedan.
Intento ser simpática, tu niña simpática, como siempre.
Pero no sucede nada milagroso. No hay palabras amables de tu boca. Intentas hacer chistes a mi costa y no me río. Sólo tengo ganas de llorar. Que no se me note.
Miro el tiempo, sí ha pasado muy poco y ya hemos colgado.

De pronto mi corazón gira y gira sin parar. Y me vienen unas palabras a la mente.
Esas palabras de mi más fiel amiga, o no tan fiel, pero mi amiga.
La gente no cambia. Puede que sea así, pero aún le quiero.

Querer es ilusión. Querer es esperanza. Mi esperanza eres tú y tu triste comportamiento.
Deja la madurez por una vez de lado. Deja de ser un adulto. Reacciona. Responde.
Déjame me ver si aún me quieres. Si de verdad me querrás. Si cambiaras por mi, o tan sólo será la historia repetida en la memoria de mi inconsciencia.

Ahora es cuando necesito que reaccione, que tire todo lo que tenga
encima de la mesa, que se vuelva loco, lleno de ira y así, de pronto
se dé cuenta de que me necesita. No sólo que se de cuenta. Que luche.
Imagino tantas sorpresas... Ramos de rosas, escritos en una pared, o una simple
llamada desconcertante, a voz en grito.

Dos no pelean si uno no quiere. Y en una relación, esos dos deben pelear para que funcione. No puedo tirar yo sola de las ilusiones.
No puedo, amor. Quiero, ojala pudiera, pero no.

Mis ansias de amar, y querer ser amada, piden más, piden como ya dije una vez el cuento de hadas.

Una llamada, lágrimas en los ojos, sentimientos hirientes, símbolos de interrogación, palabras en el aire, y de nuevo se lastima mi tímido corazón.
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Foto del autor Los problemas de Carol
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