Preciosa coyuntura la tuya y la mía
que supo deshacer las sábanas de noche y de día.
En la eficacia de tu presencia,
en el porvenir de tu suspiro,
en la mueca de tu esencia
en la imaginación de tu respiro.

Irresistible su mirada
perpetúa su belleza,
amables sus palabras
indiscutible su vergüenza.

Agitante su eterno tacto,
frenéticos sus movimientos,
impactante su pecho desnudo,
caramelizados sus dulces besos.

Y con un suave toque de lavanda
noto el roce de su cuerpo,
su ardiente fuego oscuro
su apasionante mundo intenso.

Pero al llegar la madrugada,
puede ser vida
o tal vez no quedar nada,
porque él trajo el misterio,
las dudas más aproximadas.

Lo insípido del destino,
el toque salado de mar,
el saber o no saber al instante
si esto sigue o morirá.