Tu felicidad disfrazada.
Publicado en Nov 08, 2013
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Toqué fondo. Mi vida ya no tenía sentido sin ti. Nuestros recuerdos fueron alterados por una ola de fuego incandescente que, hacía palpitar cada rincón de mi ser. Mis músculos eran frágiles. Nuestra canción estaba debilitada. La rabia rebotaba por todos los paradigmas de mi cuerpo. El nerviosismo estaba a flor de piel y, tu amor, era una bola de humo ya incendiada. Era como un puzle sin instrucciones de uso. Sin piezas. Sin sentido alguno. Neurótica perdida decidí desecharte. Mandarte muy lejos de aquí. Pero, eres como el efecto boomerang que nunca quise que me azotara.

Qué sencillo es dar consejos. Yo, la psicóloga del grupo, me trago mis propios pensamientos. La razón aún forma parte de mí, aunque, a veces, la pongo en modo off para poder memorizar todo lo que pude cambiar. Y no hallo solución. Soy incapaz de comprender. Tus acciones han sido como una gran barra de hierro para mí. Dura, fría, dolorosa. Esto es lo que sucede cuando no mides tu fuerza. La magnitud de lo que fuiste para esta estúpida colegiala, universitaria, excéntrica del amor. Parece que todos los valores se esfumaron de tu poder cognitivo. Los buenos días en tu almohada perdieron toda capacidad de ilusión. Los abrazos de, “nunca te abandonaré” carecen de significado, y, dejan un espacio infinito entre lo que tú y yo comenzamos una vez. Y sé que estás solo. Te sientes sólo, por mucho que te autoengañes.  Tus íntimos amigos no quieren formar parte de la vida que ahora has escogido. ¿Pero sabes? No me reconforta. Siento pena. No disfruto viéndote así.

En los brazos de ella te hallo. Cruel y fría sanguijuela. Tú, te conviertes en erizo y te envuelves para no ver sus escamas. Crees que esas estúpidas bromas, y un par de encuentros sin control harán olvidar todo. Pero, no te llena. Lo sé, tu conexión por muy lejana que suene, todavía me llega. Y es triste. Para mí, melancólico. Metiste todo lo que te hacía feliz en una bolsa de basura de un arrebato. Tu felicidad está disfrazada y tarde o temprano te darás cuenta. Es como la droga, el éxtasis, o la cocaína. Por instantes te sientes satisfecho, y eso es lo que cuenta. Lógico. Ella no te atosiga con el bien y el mal de las circunstancias. Formas parte de su egoísmo, de su no humildad. Y piensas a ciencia cierta que, estás viviendo el momento. Mientras, los de fuera, vemos el carpe diem de los cementerios. Ese olor petrificante ha quemado, a mohoso, a algo que no eras tú, y que poco a poco, haces tuyo.
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