• HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES
HERNAN
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  • País: Argentina
 
Desnúdate en mi cama y veamos pasar el cielo. Sintamos este abismo de besos y caricias  en torno de nuestras sábanas y sedas: de nuestra piel plateada  por una luna atardecida. Desnúdate amor, mujer, encuéntrame en tu piel, mientras  me oculto de tus labios y de  tus pies. Sobre mi pecho camina tu alma con la frescura del fuego, de la sombra desnuda  que me habla con tu boca. Terso mi cuerpo, colosal  me habitas. Los cielos eternos de soles y llamadas extrañas: las voces de los muertos que nos amaron, los cantos del infinito deleite de querernos. Pasa por mi cama y desnúdate mujer hasta mi alma. HERNÁN ALEJANDRO LUNA  22 de agosto de 2011      
Tú me haces sentir que todo termina… Me haces ver lo opuesto de tu imagen… El anverso de las cosas ínfimas… Los recuerdos destrozan los objetos… El camino se angosta hasta llegar… Esperan verdes las paredes vacías… La escalera muda que a la ventana se opone… Los muros simétricos que me conducen a tu alcoba. Pero en el lugar no estoy, es un reciento perdido… Agobiante por la ausencia que el silencio aprieta. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 25 de febrero de 2012
La intolerancia y discriminación nos llevaron a crear un universo de persecuciones y conflictos, donde las minorías fueron desbastadas, torturadas, vejadas por un mundo temeroso de que algunas de ellas pudieran contaminar sus “mundos perfectos” y alterar su génesis degradada por la maldad y la corrupción. Buscan entonces la destrucción de la persona humana por ser diferentes en pequeños detalles insignificantes: su color de piel, su origen, su etnia, su sexualidad; como si ellos no fueran humanos, como si estos seres no tuvieran alma, y como si ellos los discriminadores tuvieran el poder de decidir y no Dios quien vive o muere en sus sociedades malsanas. Tengan cuidado los que se fijan en los detalles de la especie humana, de los que hacen diferencia por cosas insignificantes, como mostrar su cuerpo, o lo sensual de la imagen por su arte u oficio.   ¿Acaso la belleza física los ofende?, ¿o acaso la sensualidad no es un atributo erótico de Dios? Acaso la Divinidad no pone su mano en aquellos seres para diferenciarlos como ÊL lo crea necesario, siendo nuestro Padre el más perfecto y eterno de los espíritus? ¿Acaso el más perfecto nos rechaza pese a nuestras imperfecciones, debilidades y sufrimientos…? Miremos las manos de los hombres impíos que a lo largo del tiempo de la historia humana, que derramaron innecesariamente la sangre inocentes de generaciones,  solo por no coincidir con supuestos ideales que llamaron “superiores”. Aprendamos y aprehendamos de nuestras experiencias pasadas. De qué vale que sometamos a seres dulce, delicado e inocentes a las mismas premisas del odio que algunos repitieron por aquellos mandatos que creían sublimes y en sus acosos pretéritos y actuales repiten el viejo esquema, más convencidos, quizá de que su odio e intolerancia ayudan a Dios en el extermino más cruel, el genocidio, el odio eterno del hombre contra el hombre; del terror y el horror de la  guerra a los seres indefensos que solo podían ofrendar su amor al odio en holocausto. A esa bronca de los monstruos,  y solo podían oponer la simpleza de sus almas traslúcidas, ¡esos los sangrientos monstruos de la historia!  No voy opinar sobre personas individuales o por sus motivos profundos de los que discriminan. Solo hago notar la insolencia de esas mentalidades absurdas que se quedaron para morir envenenadas por sus propios odios y desidias que nada contribuyen para lograr la tolerancia en un mundo que se auto destruye a veces sin saberlo. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES. 14 de noviembre de 2011.
[El amor sobrevive y se traslada a mundos extraños…] Los soles eran iguales, apartados, quizá por un espacio de negrura, propios de las dimensiones del universo. La ruta terminaba en el medio de ese límite  imaginario y el cenit. El planeta era azul  y habitable semejaba un paraíso selvático. Los seres habían desarrollado una estructura social vertical de mandos. Copiaron la tecnología humana, pero no llegaron a comprender algunos motivos de esa cultura remota. Nina aferró la mano de Gilberto y recordó que habían nacido el mismo día de una conjunción planetaria. Su padre Aristóbulo le había contado que el séptimo planeta que se alineo aquella noche era una piedra azul llamada Agua, semejante a Odeón. Odeón era azul y neblinoso por las selvas profusas y las lluvias convectivas incesantes  se precipitaban cuatro veces al día. Las temperaturas eran constantes todo el año y las sombras escasas por la acción intensa de Tirano y Nerón los dos planetas que en perfecta sincronía danzaban desde el origen de la galaxia. La máquina voladora se precipitó en un mar espumoso y vibrátil que por aquellos tiempos iniciales. La luz fue tan intensa que la atmósfera de Odeón centelleó semanas… La tarde era buen momento para tomarse de la mano y caminar por esa planicie perenne o internarse en el bosque acuoso. Nina abrazó a Gilberto mientras algunos de los soles declinaban sobre su eje y se ocultaba entre las montañas escarpadas y cubierta de nieblas espesas. Los colores se perdían en marañas confusas y se disipaban en una extraña paleta en la lejanía. Gilberto observó con insistencia el resplandor…Entró por su pupila excéntrica, rasgo que lo caracterizaba,  y encendió sus neuronas recargando las sinapsis de su cerebro  que crecieron, se entrelazaron y proliferaron. La imagen al principio informe se fue aclarando hasta saber que en realidad se llamaba Sergio y que en aquél cuerpo había estado atrapada su alma en una existencia anterior. Supo que Nina era Esteban su amante, su pareja. Habían pasado por el tubo conductor tornasolado de energías. Cayeron para amarse en un nuevo mundo vaporoso, cordial, inocente. Algo poderoso les dio una nueva oportunidad. Sus cuerpos se sentían complementarios, coincidentes, nadie se opondría…El renacer de sus vidas, hacia más inmensas las estrellas que centelleaban. Se besaron,  pero Nina nunca supo que en aquel desliz de los segundos transformarían sus conciencias dotándolos de la sabiduría humana. HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES 13 de noviembre de 2001                
(Relato - Déjate llevar, el corazón también comprende). Había tratado de encontrar una razón a su vida. Comprendo esa, su edad, se puede decir que sentía las mismas dudas, la misma indefensión, el mismo drama de la existencia. Eso que nos llena de amargura y nos hace padecer desde nuestro interior agitado. Cuando uno cae, busca  apoyarse en algo y al final se levanta y prosigue su marcha. No todos tenemos esa firmeza. En fin, algunos somos más frágiles: rencorosos, inseguros, defectos evidentes y vulnerables ante ciertas situaciones. Diecinueve años es algo muy bueno, pero no todos lo soportan, es una edad que marca el límite de nuestro mundo y el de la vida real. Es enfrentarse al mundo. Las criaturas humanas somos tan complejas –pienso-, mientras veo un documental en la TV sobre el rescate de un alce en un río helado de Canadá. En ciertas circunstancias podemos causar un gran dolor aun aquellas personas que amamos o por lo menos eso creemos. ¿A dónde me llevan todas estas reflexiones? –No lo sé, me digo-. De todas maneras no es fácil ser gay en una sociedad tradicionalista, machista y hermética como la jujeña. Sergio siempre planeaba liberarse, viajar, salirse de alguna manera del esquema, romper el estereotipo que le planteaba su “casa”, bueno en realidad su padre. Sabía los comentarios que su sexualidad provocaba. Pero nadie podía sentirse como él, estar en su piel. ¡Padecer! Su existencia transcurría en un garaje de mala muerte, sin puertas, ni ventanas, sin la intimidad que su cuerpo delicado y moreno requería. Siempre fue un estorbo, un chico oscuro sin sueños profundos…Ese era el pensamiento general de sus tres hermanos varones. Encima demasiado afeminado para ser mostrado o tenido en cuenta en decisiones trascendentes. Subió al bus que lo llevaba lejos…, había pasado horas viajando. Se bajó, y cuando nadie parecía que lo buscaría estaba Esteban sonriente, un joven de treinta años o más. Le habló de cosas tan humanas y tiernas que nadie más podría decirlas. Y así pasaron bellos días transparentes con esa brisa que se siente en la piel y el alma. Cuando Sergio abrió los ojos Esteban estaba muerto a su lado, nunca imagino que a Esteban le quedaba poco tiempo. Su futuro se cerraba mientras miraba por la ventanilla del transporte urbano. Indiferente, nostálgico por la ventanilla observaba sin entender, cuando vio la oscuridad de los ojos de su padre reflejado sobre el vidrio. El vehículo cayó por el barranco, dio varios tumbos…La noche comenzaba nuevamente en su eterno circuito. De la negrura cortante se pasó a un silencio profundo. Sergio dejó de respirar y su cuerpo delicado fue trasladado a la morgue sucia del pueblo. Nadie solicitó sus restos y la tierra árida devoró sus carnes. Alma que los hombres dejan en desuso. Un día no establecido, Sergio pidió una excepción, que prontamente le fue concedida y se sentó sobre su tumba en la espera de que Esteban despertara de su sueño. HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES  8 de noviembre de 2011.         
Y este amor que no termina… Mira esa inmensidad de todos estos cielos superpuestos… Mira morir la sangre de los hombres sin almas… Yo amor te espero sentado a la vuelta de la esquina… Mientras mi mano toma el vaso del tiempo y se lo lleva a los labios… Te bebo amor en esta instancia de sembrar mi simiente por el cosmos. Y tú aquí sobreponiéndote a la rudeza de mis palabras sobre tu cuerpo. Me nace, nacemos de esta cruel tiranía de los cuerpos que se amaron… Eres mi madre y mi padre sucumbido cuando me pariste… Y la sangre redime y crea una constelación de soles con mi semen. Amor no es extenso este cielo de miserias, mira el mundo matarse… Mira la noche en su vuelo negro, sobre tu pubis y mi órgano erecto te procrea. Somos ese ser apareado, pareándose como dos almas en una danza esquiva de besos Nuestras carnes, nuestro suelo, nuestro cielo y esta red de venas y de versos. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES  13 de diciembre de 2011.      
Relato. (Parte II) [Para quienes aman la esperanza y la templanza del amor.] Cuando Sergio esperó, lo hizo sabiendo que el momento apropiado llegaría. Como su cuerpo era un fluido inmaterial, la luz del día los hacía traslúcido, invisible a las banalidades de los seres humanos. El crepúsculo siempre fue su momento preferido, era ese instante en que algo le recordaba a miles de soles pasados. Los ojos de Esteban eran marrones claros como la tierra recién humedecida y sus cabellos parecían tan finos en su textura, con esa semejanza de los gratos aguaceros que la tarde solían golpear inesperadamente la piel. Recordaba lo inestable que le resultaba obviar los detalles de su existencia pasada. El tiempo ya no tenía un significado, ni era relevante estar expuesto a la intemperie, ya su piel era tornasolada, huidiza, como una fina película de aguas comprimidas por manos gigantes; aguas de un estanque que niños etéreos arrojaban piedrecillas, que al romper el espejo del cielo, en perfectas ondas inestables esparcían el polvo del universo. Sabía que estaba muerto, que el nuevo estado de su materia corporal, era una manera organizada de sentir, de percibir mundos jamás imaginados y que su naturaleza se expandía y se dilataban sus sentidos magnificados por un designio imperecedero e inexplicable. La línea del horizonte ensanchaba el drama del Cielo y de la Tierra -¿Quién se sustraería de aquella lucha milenaria?-. Sergio reparaba en aquellos detalles. Apoyó su cabeza y sus hermosos cabellos oscuros se desparramaron sobre la loza fría. Dios había permitido el paso de tres mil millones de giros a nuestro planeta y billones de auroras y ocasos se sucedieron mientras la piel dorada de Sergio permanecía inconsciente. La luna era plata brillante contra un fondo oscuro intenso, como una cortina de pana cubría el escenario del cosmos. Sintió ese toque de ternura que viene de afuera, ese algo que uno no puede discernir con plena conciencia. -¿Por qué al fin al cabo, qué es el amor?- ¡Qué alguna alma sabia me lo diga! –Inquirió para sus adentros-. Suave fue la luna magnética colgándose…Ante sus ojos fueron apareciendo los ojos de Esteban hasta quedar emparejados a una mínima distancia. Un fulgor de risas lejanas y destellos de cálida grandeza sobrevoló enredando de perfumes livianos como de la piel al ser amada por la flama. En los días subsiguientes, la luna del mes de noviembre era acompañada por místicos resplandores, que se intensificaban en las primeras horas de una primavera, acrecentaba el amor en los adolescentes. Muchos decían sentir la presencia de los amantes y al dejarse invadir por las caricias de esa luna incomparable, hasta despertar desnudos bajo un nuevo cielo preñado de estrellas incandescentes. HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES 12 de noviembre de 2011.        
Ah, ese cielo que se cae en diamantes y guirnaldas eléctricas…                       Esa infinitud del  amor y el cosmos… Mis ojos reflejan ese deleite de las luminarias mientras gira el dolor y el amor perseguido por la muerte. En algún camino de esta vida quedamos juntos. Quedamos solo,  mirándonos como dos fuegos enfrentados. Mis ojos, dos ocasos. Esa noche, tu piel expresaba la magnitud de la palabra. Me asomo como un indefenso niño al pozo de los sentidos. ¿Adónde encuentro mi tristeza perdida?… ¿Adónde me dejaste si era tu preferido? -Solo soy un niño perdido… -¡Qué  bastedad!… Esta extensión imposible, sin tu mano tu amor se aleja. Mis lágrimas se deslizan por mi cuerpo.  Mi gemido tenue que se entristece de mi debilidad. ¿Adónde iré sin mí, sin mi alma, sin esos recuerdos?  Las estrellas me sepultan: son diamantes crepitantes y es tan grande mi piedad que hace el amor me compadezca. Amando cada instante, -pasé amando en esta vida-. Pasé con mis labios besando labios, labios infinitos… Pero mi amor es tan grandilocuente como no estar. Mi niño me toma de la mano y vamos desparramando tristezas. Esta es la balada del niño solitario   que espera sentado frente al mar, el regreso de su amor acongojado. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRIAS  15 de agosto de 2011.
En la ciudad el único que comprendía la realidad, la dimensión de las cosas, el peso de la lluvia, ese era Simón. Había nacido al final del tiempo de la cosecha, sus ojos eran infinitamente claros, límpidos, sin las impurezas de la maldad, que carcomía a los seres impíos. El fuego estaba encendido siempre. La gente se reunía en derredor de grandes fuentes de calor, en el centro y de manera concéntrica se abroquelaban con cierto orden, estas criaturas absorbían el calor, mientras la noche de aquel planeta transcurría con su esfera irrespirable. Los cambio de la atmósfera habían transformado sus órganos y la adaptación dio lugar a una compleja simbiosis de las criaturas con ese mundo extraño y sangriento. Clarisa lo había protegido y disimulado sus dones de tal manera que nadie sospechara. Lo mantuvo en resguardo en la hora que los jóvenes eran iniciados. La sangre de los devotos debía ser derramada. Los ojos eran entregados en sacrificio a los dieciséis años, solo se pensaba en cumplir el mandato de la colmena. Simón podía leer los intricados símbolos que el cielo perpetuaba en la hora del ocaso. Esa infinidad de colores, de miles de destellos que su piel podía discernir con una precisión imposible. Leonel estaba dispuesto al sacrificio, sería un honor inmolarse por Simón. Intercambiaron olores y sus prendas asumieron la personalidad y la prestancia de Simón. Nada impediría que la noche llegara y en el atrio central del templo los insectos se reunieron con grandes zumbidos y guturales gestos para proceder al rito. Había llegado lejos de mano de Clarisa, ella lo amaba más que a sí misma. Estaba conforme con aquella entrega suprema de su hermano Leonel. El amor por Simón la llevaría al otro lado del mundo.   El viaje había sido prolongado y fastidioso, en aquel lugar se decía que los seres eran como dioses alados. Vieron a Simón y todos aquellos quiméricos seres se postraron ante Simón. Lo subieron a un gran carruaje con escolta militar. Cerró sus ojos, al despertar el sol empujaba la seda de las cortinas de la ventana, se aproximó y pudo ver a Clarisa, su pecho colgaba sobre una gran mesa de piedra. Aquellos seres devoraban su corazón y otros sus viseras. El sacerdote mayor gesticuló y la colmena se disponía a coronar a su nuevo rey. Al beber la sangre del cáliz su suerte estaba echada. Clarisa viviría eternamente al mezclar sus sangres. Una lágrima se deslizo sobre su mejilla y pudo fundirse con su amada. Su cuerpo traslúcido se esparció…, la multitud quedó en silencio. Atónitos una suave brisa se interpuso elevando una esencia dorada que al penetrar por los pulmones de esa multitud y bajar a sus pechos, un fuerte latido los estremeció. Sus cuerpos ahora podían interpretar el significado del amor. HERNAÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES            
Se lamio las garras, se mordió la cola. El gato miró el tejado, miró la luna, desapareció de un salto. El gato gris se fue en la noche, en los dolientes coches… El gato gris se perdió en la bruma, entre borrachos y prostitutas. El gato gris afiló las uñas; se quedó mirando la ciudad de los hombres, se extasió por un rato, y pensó que era mejor ser un gato. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES (1983).  
y duermo sobre tus pechos blancos: la insistente ternura de tu leche. El diáfano sol de tus deseos elocuentes... A deshora te llamo mujer… Con esa angustia que tiene la tierra; mansedumbre de tu pubis rubio, caricias de mis labios equidistantes para contemplar el fuego apretado en el lánguido poniente de tus látigos. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 15 de julio de 2016.       
A deshora te llamo mujer...,y te llamo amor, y pequeña, y otras cosa que no recuerdo, y que es oscuro explicarlo... HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES
El puñal hermético y la noche virtuosa  que asesta en el corazón amante su lujuria... La rosa sangró restituyendo el predominio del sol en el crepúsculo inverso. Recien  habló mi ser con mi alma, cuando mis carnes dormidas sobre esos ríos y esos valles que tienes preparado, luego que  la angustia se disipe. Este abrazo que se dan nuestros cuerpos, apaciguados, intransferible, únicos; sedosos como el velo traslúcido de mi paladar cuando tus labios traen el rosado del cielo… Posase la esfera celeste de la angustia con esa piedad que tiene tus manos en mi cara, con ese estar coexistiendo lo noble de tu alma y mi espada. Reverencia que te nombra, instancia que te desea, cuando los planes del orbe se juntan para proclamar nuestra realeza y esa piedad que nos recorre sin más reino que mis lágrimas. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES  10 de diciembre de 2011.    
 Esta tergiversación de espacios. Esa malversación que haces del amor. Ese descontento por la angustia y esa lucha por sentir. Esa alegría que viene recóndita. En esa dimensión atemporal, y esa soledad amarga del alma que espera y espera… Ahora, es la hora de tomar tu cuerpo. Ayer, depuse tu geometría. Construí parámetros oscuros. Reconstruí los accesorios de tus órganos y fui parte de tu matriz esencial. En esa fábrica de amores y odios, registre la importancia de los meses, el languidecer del otoño junto a las lunas crecientes que volaban sobre los mansos trigales de invierno. Amante era tu sombrero blanco de angustia y pecado... Y en mí, desde luego, siempre prevalece ese viento gris… Suave, desde adentro, siempre…siempre… Después, como yo no sabía discernir, viniste a decirme que la melancolía te mataba y que vendedores furtivos perseguían tus silencios… Tú me haces caer a pique, allí donde la parca sus peces devora. Atrapado, no puedo más con el mundo, el que creaste para este día sin misericordia. HERNÁN ALEJANDRO LUNA FRINGES 13-11-98        
Dime qué es más profundo mis abismos o tus besos… Dime cómo olvidarme de sentir si todavía no te conozco… Dime cómo apaciguar esta necesidad del corazón de amar y de morir. Dime si no llegarías a calmar mi sed y si tu boca no me fuera suficiente… Dime si al tenerte,  fuera efímero el tiempo y nuestras carnes sucumbieran… Dime qué hacer con tanto vacío acumulado en tu espera, en ese rodeo de tus besos. Dime a donde fenecerá esta necesidad, esta promesa de encontrarte y de caer rendido, exterminado por tu cuerpo, aplastado por esa montaña de promesas y recuerdos…  Esa pasión que acrecientas mi amor,  mientas mi lúgubre extensión se precipita para volver amarte y amarte y amarte… HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES. 14 de enero de 2012
[Prosa y Verso…Un intento del alma] Si no toleras mi cuerpo, no toleras mi alma que es como la lluvia indefinida y laxa, ella toma las formas del agua cuando llueve y se trasforma en fuego cuando la noche decrece en su soberbia. Si no comprendes este dialogo precioso que entablamos estarás lejos de mí y no habrá furia en nuestros cuerpos… El alma siempre errante desparrama vientos… Yo espero de ti ese soplido de tus besos y esa congruencia de los ángulos adversos… Tolera amor, para que sacies… Enuncia tu estandarte de caricias y ve con mi alma insoslayable en el ocaso cuando ya no queden carnes y nuestros cuerpos se evaporen… El alma vuelva al cuerpo en otras alma y yo apaciguado duerma como ese cielo estrellado que fenece en las mañanas. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 16 de enero de 2012  
(Lo onírico de mí suele atrapar mi alma…) Ni la lejanía basta para someter mi alma. Tu amistad es indispensable para que sobrevivir en este día. Tu cuerpo me indica el horizonte entonces lloran mis lágrimas, lloran. Mi universo es circular e indispensable, y  tú eres mi cárcel irrevocable. Mi ser es cuando tú amaneces a mi lado, complaciente para amarme. Y nada hace presumir tu ausencia ni  la expansión de nuestros cuerpos dilatados… Necesito de tus abismos para no caer en el suicidio, esa mortal promesa que adormece. Mi mano siempre se eleva con tu luz  y  las sombras huyen despavoridas en silencio. Mis recuerdos como mis sueños me someten a cada instante. Y vienes callada, amor mío, a encontrarte con mis labios. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 28 de octubre de 2011
La eternidad no se consume, solo hace temblar la carne. Miramos consternados las infinitas estrellas; y para sobreponernos, el alma se encierra en su propio universo, y tiembla. Trémula alma mía, pierde su equilibrio, anonadada ante el peso de los tiempos; absorta ante la conjetura de los días; oscilante ante los planteos de su subsistencia. No quiere dejar de ser, pero no pretende quedarse. Admirada nos contempla distraída. Cosmos sobre cosmos aplaca su ímpetu y por las noches inmensas, llora. HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 14 de Octubre de 2011.  
En esta noche oscura mi alma llora desconsolada… Anima mea in tenebrosam noctem ululatibus disconsolately… Las temibles sombras me abaten contra tus senos. Verberat me de umbris pectora terribilis. ¿Cómo soportar tanto dolor? Quomodo potest tantum ferre dolorem? ¿A dónde está mi cuerpo despojado y perdido? Ubi est corpus spoliatum amissa pudicitia? Al menos restituye mis besos en tu boca. Saltem osculum meum per os tuum reddit. Decide nuevamente mi regreso o tu muerte. Constituo dorsum aut mortem iterum. HERNAN  ALEJANDRO LUNA FRIAS  27 de enero  de 2012    

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