TRATADO DE LA DISCORDIA
Publicado en Jun 21, 2014
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Brisas leves, huidizas, sutiles como la brevedad sustantiva de las palabras, o de esa geometría de tus bustos adormecidos en los cubos efímeros de tus besos.
Pasaje que se desdobla y se curva en el intento del deseo. Mañana parece un pájaro que se despoja del invierno, y alza su incertidumbre en irreales circuitos de beldades.
Mi verdad no se aproxima a tu verdad. Se sustenta en encuentros furtivos, o quizá, en profanas urbes de cemento, donde se destilan la gravedad de tus axilas expuestas a esa largura insondable de satélites y  de cápsulas que aprisionan el tiempo decaído en un disco refulgente incubado en el sector opuesto de tu alma.
Adhiero a la longevidad de tus carnes rosadas, esparcidas sobre la greda o el mármol. Amo ese dibujo dejado por tu sombra, persiguiendo símbolos; persiguiéndome como un animal herido en un poniente resucitado bajo la cruz invisible de tu mirada.
Tal vez,  en el cenit los ojos se apareen con gemidos;  y sean los gruñidos de las bestias derramadas en el fuego de la tarde cuando se rompan la tierra que sustenta el equilibrio de tus pies hasta la punta extrema de tu continente.
Aire que afila las alas catatónicas de mis crónicas dislocadas en una semblanza de paisajes extraños, donde la forma establece su lucha por la subsistencia.
Encuéntrame ahora, encuéntrame esfera carnal, dimensión escasa de mi boca, estaca sofocada por los loes del verano en declive. Pendiente selvática de tus besos en mi pubis. Críspame con tu semblanza al procrear los ríos cabelleras de sirenas recogidas por las olas de tus lágrimas que mi garganta digiere sobre tu vientre.
Pudor procaz, ansias de quienes se encuentran mirando los profundos colores del suicidio. Amante que pisa los abismos y encierra la tersura de los día en cajas hieráticas donde mis labios esbozan lunares y lunas , pesadumbres y círculos solemnes manchados como campanas tocadas por el lago de la muerte, su cola de deseos.
Enaltéceme. Prohibidos son tus glúteos sacerdotisa que inmola los hijos de tu sexo; vientre sagrado que navega entre despojos y espadas oxidadas, clavadas en los costados de los día que pariste.
Heráldica es tu insistencia, nobleza que apabulla mi confianza, estrecho es el reciento que predice tu natural preexistencia.
 Recostada sombra, hiedra prístina, cordial longevidad de mis cuerdas aferradas a tus costillas.
Navíos que la bruma escucha, apéndice, ínsula del destino que aprisiona cadenas de aguas; ángulos oscuros donde mi verso succiona tu hercúlea fortaleza.
Bebo tus bultos procaces, la desnudez macilenta; blancura predicha por la magia de nuestros ancestros, bendecido nuestro amor por una lluvia de esperma copula.
Es momento final de mi poema. No hay motivo para desenterrar tu resistencia salvaje, premoniciones que calman ese disturbio de mi psiquis, reposando inmóvil ante el descenso el espíritu me amordaza.
Intento predestinarme a tu amor y convertir mis muslos espaciosos en un duelo donde la lujuria nos sepulte sin reproches.
HERNAN ALEJANDRO LUNA FRINGES 19 de junio de 2014.
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Descripción

TRATADO DE LA DISCORDIA

Palabras Clave: TRATADO DE LA DISCORDIA

Categoría: Poesa

Subcategoría: Poesa General



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