Calambres, temblores, radioactividad sumergida en el peso de unas aguas que los arpones desangran.Marañas de venas llenas de petróleo, engendros en mares muertosdevorando cuerpos, piel, tendón y huesos, en tártaros inmensos, fuego al aire sagrado. Nos alimentamos de la vida misma; miasmas en la hierba en la que habrá de germinar el nuevo día, aunque el tornado vuele una escuela y los ranchos, y tu mejor bombacha de seda, y una carpa médica en el Congo y los hongos, aunque vuele las hojas del diario del suicida en la plena tempestad de lo verdadero,esa inocente tempestad de besos por la que la vida sigue viniendo en torbellinos,en torbellinosva volando tu hogar dulce hogar, por destino; por azar.