Hay una luna que emula, titilante, una pequeña farola
que rebota al infinito sobre el canto de una madera mojada  
Que le sirve de confin a un buda imperturbable y silente/ tan silente como esta noche/que descansa a través del canto manso de los grillos y de lejanos ladridos esporádicos que parecen salir del vientre de la montaña.
 
Ah! La percepción de las cosas Que no son las cosas/ pero que llegan a mi dejándose ver/ invitándome a nombrarlas.Cómo se nombra lo que aún no tiene nombre? Pero que ahora.... Ahora! me atraviesa el cuerpo y el alma.Y siento, siento! Sobre todo el alma.
 
Ah, el abrirse y entregarse a los momentos/ dejándose uno recibir a un otro/ lleno curiosidad/ gracia y alegría.Una alegría lúdica como un palindromaComo palabras inventadas al revés de toda convención y que van creando un sentido/ presente y vivo. Tan vivo como un beso trémulo y fugaz/ como el contacto suave de la piel entre los dedos.

La inspiración, a veces, es esa presencia viva penetrándonos/ llena de pasión, intimidad y compromiso. No sé cómo encaja el tiempo en todo esto. 

Quizás, lo que llamamos magia, consista en vaciarse y descansar y renovarse y brillar con el corazón abierto como una enorme y latente flor mientras el otro, ese abismo, ese espejo, esa invitación a saltar, nos mira con una mirada que en algún lugar de nuestro ser/ somos capaces de recordar.