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Oriana de Gonzalo. He aquí una fantástica mujer más, parte de ese gran ramillete de primores que existen en este lugar. Oriana (últimamente y espero que lo siga haciendo) nos deleita con el ejercicio de su talento, haciendo que la poesía para ella sea una rutina necesaria y obligada, como su aire o como su horizonte. Cada exploración realizada por ella en estas páginas ha dejado una estela de madurez en las letras y de un estudio previo que la convierten en una amante responsable del arte escrito. No es del grupo de los antiguos, pero con la calidad de sus obras ya ha logrado abrir un espacio respetable y sin ataduras se le puede ubicar entre los talentosos.   En un comienzo no me fue fácil abrir un canal que me conectara más fraternalmente con ella y comprendí su renuencia al imaginar una natural desconfianza que se produce por la mugre circulante en las redes, pero a través de mi decencia ( que es lo único que me va quedando), he logrado conseguir respuestas suyas que me hacen justificar esa enigmática y dulce sonrisa expresada en la foto de su perfil.
Silvita Lux tenía la certeza. En ese lugar había algo. Ella lo había visto. No sabía decir con precisión qué había visto pero decía y redecía que (ella) había visto algo. En La Colina. Y lo repetía, muchas veces; ampulosa en su decir. Nadie le creía. Nadie. Ni yo, que todo lo creía. En el portón trasero del colegio nos íbamos reuniendo; empandillándonos. Era en la siesta, y era fácil escaparse del colegio. Y así lo hicimos, escapamos; y emprendimos camino al otro lado de La Colina. Era en invierno. Silvita Lux nos capitaneaba. Marcelo Tona y Camilo de Spain ahuyentaban al frío y la ventisca helada. Sebastián Nicora imitaba el pedorreo de los chanchos cimarrones. Yolanda Ríos entonaba canciones guarangas que le enseñaba su abuelo el Mayoral. Charlie Fernández cascoteaba a los pájaros. Y allí íbamos, andando colina arriba. Los hoscos moradores del otro lado La Colina se escondían recelosos, desconfiados. Allí nadie nos quería. Nuestros uniformes nos delataban como alumnos del Colegio Nuestra Señora de Ranelagh: las polleras escocesas de las chicas y nuestros prietos blazer verdes nos crucificaban como “patanes” de ese colegio: el colegio de las “inglesas locas”. Allí nadie nos quería. Y allí íbamos, surcando la ladera boscosa. Uno de los hermanos mayores de Pacho Keenan nos vio. Se paseaba en su camioneta con su novia y nos vio. Pacho no estaba aquella tarde en la bandilla. Pacho estaba (en algún lado) jugando (en algún torneo) al hockey. Y allí íbamos, empandillados, forasteros; la tarde era amarilla y fría. Allí nadie nos quería. En La Colina. Guillermina Schauman y Lorna Pratt se hablaban en murmuras, se contaban añejas historias de miedo y espanto; primitivas leyendas del Dundee. Dolores Shape se les reía. Christian Becker y yo jugábamos a quién escupe mas lejos, afanosos, juntábamos saliva y moco; el viento empecinado desconcertaba cada gargajo. Y allí íbamos, en territorio hostil, recorriendo los oscuros senderos del otro lado de La Colina. La fronda de los árboles traía un siseo espeso. Todos hablábamos al mismo tiempo. Y el viento siempre silbando, arriba, contra el follaje. En todo el trayecto no cruzamos a ningún paleto del lugar. No obstante, sabíamos, nos estaban viendo, ahora mismo, atentos, vigilantes, espiándonos en la cerrazón de sus covachas; ateridos en esos antros de cartón y chapas viejas. Como bichos del bosque. Ningún paleto salió a nuestro paso. Ninguno emitió sonido alguno. Nadie asomó el pescuezo; el calcherío mudo y quieto como una tumba. Ni los perros se oían. Nada. Silencio absoluto. Pasmosa quietud. Aunque sentíamos sus miradas penetrantes; presentíamos, todos, la lacerante ojeada de los paletos. Yolanda Ríos cantaba cada vez más y más fuerte. Silvita Lux nos capitaneaba. Es por acá, ordenaba, firme y decidida. Caminábamos, diligentes, susurrantes, en el sendero escarpado; el sendero, ensimismado, se bifurcaba infinitamente, en infinitos senderos, a cada lado, adentrándose en el entramado boscoso. Y allí íbamos, vehementes, como cazadores furtivos, sedientos de novedad y sorpresa. Es por allá, ordenaba Silvita Lux. Marchábamos, la cuesta, en el laberinto del bosque. Lo trajinamos. El viento siempre arriba nuestro, silbando, clamando su siseo de pena. El frío es como un clavo en los ojos. Andábamos, entusiastas, enfrentado lo desconocido. Hasta que llegamos al sitio reseñado por Silvita Lux. Lo señaló en un claro del sendero, sobre un repecho de la escarpada, un declive pedregoso que parecía caerse de la colina. Es ahí, señaló. Y ahí estaba: el repugnante espectáculo de un caballo muerto, renegrido, brotado en sangre, un caballo apaleado, un pobre animal con el que alguien se había ensañado a garrotazos hasta sacarle la vida. Y ahí estaba: escuálido, muerto, envuelto en un charco de sangre, lleno de magullones, lacerado en todo su horror: el espectáculo era realmente repugnante. Todos mirábamos asqueados; callados; nerviosos, tensos; nadie se movía de su sitio. Ninguno decía nada. Todos mirábamos el asqueroso espectáculo. La tarde se hizo más fría. Charlie Fernández y Marcelo Tona se acercaron al caballo muerto, lo observaron detenidamente, olisquearon su hedionda osamenta, se llenaron de arcadas, volvieron a sus lugares; nos miramos, perplejos. Guillermina Schauman vomitó su almuerzo. La siguieron Lorna Pratt y Yolanda Ríos. Camilo de Spain se les reía. Silvita Lux lo retó y nos dijo a todos que mantuviéramos la calma. Un tenso frenesí nos recorría el espinazo… algo, alguien… una sombra se aparece de atrás del caballo muerto: un niño con un inmenso garrote en la mano: un niño de nuestra edad; diez, once años: un chico de La Colina: un pequeño paleto; un crío feo y desarrapado y roñoso y tétrico; blanquecino; linfático; cabello abultado y luminoso, colorado; ojos grandes y celestes, encendidos como dos brazas de color celeste. El chico nos mira. En su mano, el garrote chorrea sangre. Sonríe, desdentado; lascivo y sátiro nos mira; su boca es una cuenca oscura, como un pozo negro sin fondo. Sonríe, fiero; su cara no es cara de amigos. Es uno de esos niños que no iban al colegio, a ningún colegio; uno de esos niños que nada sabían de escuelas y maestros; un chico paleto; un chico de La Colina; último resabio de la antigua servidumbre galesa, lo que quedaba de las extintas estancias de la zona, de los Robson, de los Hudson; allí se ocultaban, ahora, en este tiempo, olvidados y malditos, anacrónica herencia de un pasado estanciero, de gangrena supurosa; allí se apiñaban, endogámicos, lejos del mundo, como parias del bosque, en el lado oscuro de La Colina. Y nos está mirando, garrote en mano, el garrote resplandece sangre de un caballo muerto. El chico nos está mirando, intenso, desafiante. Y alza su garrote, lo eleva al cielo; la sangre chorrea. Lorna Pratt pega un grito agudo. Dolores Shape un grito grave. Sebastián Nicora y yo tiritábamos de miedo, abrazados uno al otro, pasmados, azules. El chico da un paso; el garrote alzado. Y nos mira. El siseo del viento se detiene, un instante; todo es silencio absoluto. El chico da otro paso. El pozo negro de su boca sin dientes emite un sonido oloroso; un hedor apestoso sale de sus fauces. No se alcanza a entender lo que dice esa cuenca desdentada; pero nos asusta; nuestros nervios se retuercen. El chico trepa la escarpada, sigiloso se nos viene encima; su sonido gutural se hace nítido en el silencio del bosque. Estamos todos tiesos, mudos, abombados de espanto. Christian Becker emprende la corrida, como una saeta, huye rubio de la escena. Y todos lo seguimos, puro instinto. A correr, grita Silvita Lux, A correr, grita, fanática, morada la cara hinchada de venas. Y corrimos… corrimos, mucho… corrimos, todos, la pandilla, en fervorosa retirada; rajamos, desbocados, como dementes en fuga; huimos, a los gritos, atolondrados, histéricos, cruzamos La Colina temerariamente, casi volamos, zumbando en el aire. No volvimos al colegio, no, seguimos de largo, el portón trasero del colegio nos ve pasar como gatos del monte huyendo de un incendio, enajenados, seguimos camino de la Estación, siempre corriendo, siempre gritando. Miss Rosana Young nos cruzó casi llegando a la Estación, sorprendida nos miraba correr cual tropilla salvaje; pero ninguno de nosotros detuvo su carrera; la estampida sacudió a miss Rosana Young, que no salía de su asombro viéndonos correr despavoridos. Mórbidos de miedo. Hasta que llegamos a la Estación. Christian Becker y yo encabezábamos la bandilla, descuajeringados; correr era lo nuestro. Lorna Pratt y Sebastián Nicora cerraban la retaguardia. Y allí (al fin) detuvimos nuestra loca espantada. La Estación estaba vacía. El tremendo susto de La Colina comía nuestros nervios. Como en un cuento de terror. En la gélida tarde de Ranelagh. Y allí (al fin) rompimos en llanto colectivo, todos, todas, llorando casi a coro, aturdidos, perturbados, estallamos en lloros y lamentos y quejidos y profundos suspiros, sollozos, gimoteos infantiles y vuelta a llorar como criaturas recién destetadas. El terror (al fin) hacía estragos en nuestros cerebros. Teníamos un miedo indecible: el sangriento espectáculo del caballo garroteado. Y ese Chico de La Colina: su cabello rojo, su boca de pozo ciego, sus ojos como dos demonios celestes, su risa de miedo: su garrote manando sangre: su imagen de muerte. La imagen patente de ese caballo y ese chico revolotean nuestras conciencias. El pobre caballo todo roto en un escarpado al otro lado de La Colina. El chico paleto sin dientes berreando un brulote gutural con ansias del averno. Y el garrote fatal rojo de sangre… lloramos, hipamos, ¡mamengos!, chillamos… un rato, un rato largo. Concluido nuestro trance emocional, secos de tanto llorar, roncos de tanto grito, rumbeamos mansos en silencio para la casa de Javier Basso. Javi estaba enfermo, anginas, y no iba al colegio desde hacía dos días. En el altillo de su casa, a salvo de garrotes y chicos paletos, la pandilla cayó rendida.
Richard Albacete. Qué nuevo podría decirse de este enorme talento que se da lujos matizando con sus experiencias, su intelectualidad, sus subliminalidades, su metafórica retórica y su inagotable e imparable movimiento de su entintada pluma… Quizás no sería inadecuado solicitarle nos otorgara una tregua en esa vertiginosa producción suya que nos hace quedar atrás desenredando los hilos de su profundidad; no obstante, una vez desmadejadas sus obras, impresionan sus alcances y nos sentimos presas de las garras de su superioridad. No es fácil mantener su ritmo y por ello –imagino—muchas de sus intervenciones quedan con pocas lecturas, puesto que es necesario acudir a  un entendimiento extraordinario para concluir su contexto.   Además de esta agudeza, posee más aptitudes que le enaltecen: Es generoso con sus opiniones y leal con quienes lo afectan, sumado a una noble humildad que solo los grandes de verdad pueden mostrar. Gran amigo cosechado en las iniciales páginas de Textale –cuando yo me inscribí con un perfil diferente—junto a varios valiosos participantes que hoy brillan con su ausencia.
Odio como me preocupo, como me estreso, y como me frustro de las cosas que no son mi derecho. Me siento perdida sin motivación y sin despecho. Me duele saber que si no les recuerdo no lo van a terminar haciendo.  Los 15, a los 15 me di cuenta que no me van a ayudar ni en las cosas mas minimas. A los 15 me di cuenta que hay gente con mucho odio en el mundo. A los 15 me sentí vacía, sola, y perdida. Y a los 15 me quise arrancar la mente para ya no pensar en cosas del pasado como en esa memoria que no se va de tu cabeza y se repite cada noche antes de dormir. Me hicieron bullying por 3 anos desde los 13 y trate muchas veces desaparecer, y no sentir lo que ellos no sabían que sentía. Me ignoraban eso era lo pero antes eran insultos pero el ultimo ano donde si me fui, me ignoraban de una manera tan brusca que me hacían sentir invisible, aveces hasta iba al espejo del baño y me volteaba a ver, para ver si de alguna manera si era invisible, el rechazo que me daban era tan fuerte que perdí quien era tratando de ser alguien mas pero como eso se vio muy forzado decidieron ignorarme aun mas ahora no se quien soy quiero regresar a esa adolecerte que hacia a la gente reír y era ella misma pero ahora no se quien soy. Soy graciosa? Soy ruidosa? Soy rara? Soy celosa? Soy alguien feliz? Alguien triste?. Quien soy??? Pero Ahurita en este momento que estoy escribiendo esto me siento vacía, y cuando alguien me esta hablando, soy vacía con una mascara de sonrisa. Las miradas. Las miradas tan perversas a mis piernas, cuerpo, y cara, las miradas que te dan escalofríos y asco. Un día un trabajador de mi joyería me volteo a ver por 2 minutos seguidos sin ver a otro lugar, sin decir nada, y mirándome rectamente a mi. Cuando le conte a mi mama o abuelita lo sacudieron y hasta se enojaron por tanto que “estaba exagerando” “así son ellos”, “pues acostúmbrate porque así va a ser”, y “espérate que eso no es nada”. Siempre fui llamada “exagerada”, por sentir de mas, por expresarme de mas de mis emociones, y por llorar al ver mi cara, piernas, dedos, pies, todo lo examinaba de cerca. Me duele tanto y nada mas quiero saber si al final todo este proceso todo va a esta bien. Me salí de la escuela, pero sigo terminándola en linea, y me siento amarrada hasta que se acabe, después de salirme todo mundo de repente decidió que ya no era invisible ahora me tenían que acosar con 10 llamadas al día y 40 mensajes de gente que me quería sacar explicaciones. No respondí nada a nadie ”desaparecí” Toda la generación se entero de mi ausencia hasta otras escuelas. Esto de verdad me volvió loca ya que me ignoraban todo el día pero ahora quieren saber de mi todo el día nunca entendí sus motivos al excluir toda mi existencia de sus vidas cuando yo todo lo que fui es amable.
A los 15.....
Autor: Rubi 
En: Poesía 
22 Lecturas
Democles (Mago de Oz). Este es un amigo que ciertamente me llena de orgullo por varias razones muy justas. Una de ellas porque es un compatriota chileno; otra, porque nunca deja de estar presente en los comentarios relativos a mis publicaciones; otra –y esta muy poderosa—porque es un verdadero poeta que maneja la poesía con claros conceptos de lo que esta es. No me consta, pero aseguraría que tiene un amplio conocimiento de la historia de ella, de su métrica y de su clasificación… Alguna vez conversaremos acerca de esto. Democles es un soñador con una sensibilidad que le ha permitido abordar temas profundos en sus composiciones y que me han provocado impacto en muchas ocasiones. Aparte del talento existente en sus manos, existe en su alma una emotividad que lo muestra con esa vulnerabilidad característica de quienes incursionamos en la pasión escrita, y su franqueza le ha permitido abrir un tanto las puertas de su corazón para dar a conocer ciertos dolores que en el secreto rincón de su mundo privado le aquejan. Somos amigos desde hace mucho tiempo en este espacio y en alguna oportunidad nos sinceramos los nombres reales y ventilamos difumados intentos para hacer de nuestra amistad un encuentro real. Lamentablemente, a pasear de estar en la misma ciudad, ello no se ha concretado; pero lo que mayormente me recrimino es haber olvidado su nombre de pila, porque mi memoria hoy es un desastre.
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja.  De los tantos geniales participantes de este formidable espacio, Gustavo es uno de los interesantes maestros con dotes que destacan bastante. Comenzando, es un personaje poseedor de un intelecto superior a muchos de nosotros. Lo cierto es que desconozco sus raíces o antecedentes familiares que lo hubieren catapultado a ese nivel, no obstante es un profesional de la medicina que en este sitio ha demostrado tener una capacidad para demostrar estar inserto en un mundo cultural que sobrepasa su oficio. Escribe y desarrolla a través de una prosa bien dominada y de una retórica que encanta, además de reforzar cada uno de sus argumentos con atesorados conocimientos literarios que le muestran como un excelente lector. Al momento de calificar con su opinión nuestros escritos, no escatima la riqueza de sus palabras y convierte el recuadro precisado para ello en una página nutrida de conceptos bien basados, respetuosos y de mucha humanidad. Una de sus más destacadas características es atar su opinión con una cita de un afamado que concuerde con lo leído, o con su conclusión. Si tuviere yo que mencionar obligadamente un matiz que  ensombrece sus participaciones en este lugar, diría que es su intención premeditada el evadir el dar crédito a ciertas posiciones o personas con las cuales no coincide completamente, probablemente en el aceptable propósito de no entrar en diatribas, lo que, en importante medida general, sería una virtud, pero para mí en lo singular me gustaría que fuera mucho más franco. Mi estimado amigo virtual, créeme que te admiro y estoy siempre atento a tus intervenciones publicadas en este sitio por la calidez que en ellas imprimes y por la profunda huella que a su vez nos legan. Espero que no cejes en tu estilo y permanezcas siempre vigente en las páginas de Textale.       
EN PAUSALa voz rebota serenaen los ecos de mi nostalgia. Ella canta suspendidaen el arcoiris del tiempo, No, no tiene prisapor levantar los hongos de las piedras,ni reclama propiedad algunaen la gloria de los libros.  A ella le basta su reflejo cristalino en el canto de los niños. Ella sabe de dolores y alegrìasy su magnífica esperanza revoloteaen la alfombra de ms sueños.He aquí una pausa de sí misma, un desierto de silencios en descanso.ya vendrá la hora de jugar en los colores, y  encender la luz en los resotros invisiblesdel Amor Supremo. E.D.A
EN PAUSA
Autor: Enrique Dintrans A: 
En: Poesía 
20 Lecturas
Sale a la luz otra colusión en nuestro país, que esta vez tiene como intérpretes a dos empresas productoras (¿cuándo no?) de gases industriales. Se trata de las empresas Indura y Linde, dos ex empresas nacionales nacidas al amparo de iniciativas de personas con inteligencia y capacidad en la segunda mitad del siglo pasado. Hoy, están en manos de matrices extranjeras. ¿Qué importancia tiene este hecho, al margen de ser un delito que no se puede aceptar? Pues, que los gases industriales son un insumo importantísimo en toda la gama productiva del país: minera, alimenticia, metalmecánica, química, siderúrgica y, lo peor de todo, médica. El oxígeno clínico usado para el apoyo de enfermedades de varios tipos, debe ser uno de los más importantes insumos de la medicina y es producido exclusivamente por los coludidos recién sorprendidos. Y resulta que la noticia nos cuenta que entre noviembre de 2019 y enero de 2021, en pleno período de pandemia y con la urgente e irrenunciable necesidad de usar oxígeno para sus pacientes con Covid, el sector hospitalario pagó hasta un 41% más caro por dicho insumo a estas compañías. La noticia fue publicada el día 8 de mayo de este año y las opiniones críticas de todo el espectro no se hicieron esperar; pero, con el correr de los días, ha ido perdiendo notoriedad y capaz que hasta se diluya sin que nadie se acuerde más. No sería la primera vez. Y lo digo porque en el año 2005, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) hizo su primera denuncia al respecto; en dicho año, dice la misma FNE, el mercado de gases representaba 95 millones de dólares al año, valor que, a la fecha, se ha duplicado. Y si en dicho año se presentó la primera denuncia, ¿en qué quedó la justicia durante tanto tiempo? ¿Y que irá a hacer la justicia en este nuevo escenario? ¿Colusión con los poderes de Estado? Repito lo que ya he dicho casi de manera majadera en artículos anteriores: esto que sale a la luz, es una pequeñez frente a lo que no sabemos, pero que sí existe: colusiones a todo nivel y en todos los campos de la actividad  nacional. ¿Cuándo se irá a develar la colusión del mercado de los gases licuado y de cañería para los hogares? ¿O la colusión del mercado de los combustibles?... ¿Cuándo?   ¡Cállate mejor, Ramona!... que no hay peor loca que la boca.
             Se te subieron las medias             para que yo me enterara             que eras de color canela... 
Las medias
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
16 Lecturas
Tengo la leve impresiónde que las estaciones del añoson tan similares A las fases de las relaciones humanasOtoño, invierno, primavera, veranoPuedes comenzar de manera fría, mientras tus hojasse renuevan  Y terminar de una cálida formaO al revés comenzar de manera afectuosapara que  después ,cambiando las estacionestú también me termines cambiandocomo los árboles con sus hojas.     
Por Roberto Gutiérrez Alcalá   En 1949, hace ya setenta y cinco años, salió publicado por vez primera, bajo el sello de Editorial Losada, El Aleph, libro emblemático del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). Esa primera edición constaba de catorce cuentos: “El inmortal”, “El muerto”, “Los teólogos”, “Historia del guerrero y de la cautiva”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)”, “Emma Zunz”, “La casa de Asterión”, “La otra muerte”, “Deutsches Requiem”, “La busca de Averroes”, “El Zahir”, “La escritura del dios”, “El Aleph” y “La intrusa”. En la segunda edición (1952), y según apunta el mismo Borges en una posdata al Epílogo de 1949, se añadieron cuatro cuentos: “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, “Los dos reyes y los dos laberintos”, “La espera” y “El hombre en el umbral”. A siete décadas y media de su aparición, esta obra fundamental de la literatura hispanoamericana, y aun universal, sigue despertando el interés y la admiración de los lectores. Pero, ¿por qué? “Yo creo que se trata, junto con Ficciones, publicado cinco años antes, del libro más famoso y leído de Borges. Sobre todo es el libro que la crítica considera más importante en el sentido de que en él se consolida una estética de lo que podría llamarse la narrativa borgeana”, afirma Alejandra Giovanna Amatto Cuña, profesora e investigadora de la licenciatura y el posgrado en Estudios Latinoamericanos (área de Literatura Hispanoamericana) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.   Década decisiva La década de los años 40 del siglo pasado fue decisiva para la narrativa borgeana. En 1944 tomó vuelo con Ficciones y en 1949 alcanzó su punto máximo, la cumbre, con El Aleph. En cuanto a Ficciones, salió a la luz en un momento en el que Borges y otros escritores argentinos tenían la intención de romper con el paradigma realista que imperaba entonces en la literatura hispanoamericana en general (no hay que olvidar que en 1940, con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, había publicado la Antología de la literatura fantástica). “Como su título lo sugiere, Ficciones es una especie de juego con el lector, en el que Borges le dice: ‘Mira, esto que te estoy mostrando son ficciones, invenciones.’ Así, a partir de estrategias que van de lo fantástico a lo policial, generó un quiebre con una tradición que se afincaba en el realismo”, indica Amatto Cuña.  Por lo que se refiere a El Aleph, muchos de sus cuentos se relacionan con lo fantástico, pero también hay en ellos una sustancia de carácter filosófico, teológico, universalista y erudito que Borges despliega magistralmente. “Yo diría que en El Aleph se percibe una maduración en los temas que paradójicamente resalta su aspecto fantástico y les otorga, desde otro ángulo, unos niveles de mayor densidad y profundidad que no se encuentran en Ficciones”, añade la académica universitaria.   Obra de arte Casi todos los cuentos de El Aleph se desarrollan en un ambiente realista en el que, de pronto, se abren pequeñas grietas por donde se cuelan y surgen elementos fantásticos que rompen con la lógica de la realidad. “Hay diferentes divisiones que se pueden hacer en el corpus de El Aleph. ‘El inmortal’, por citar un caso, es un cuento que se mueve en las coordenadas de la fantasía y la erudición borgeana, y que aborda un tema común: el deseo del ser humano por conseguir la inmortalidad. Y cuando se da cuenta de que la inmortalidad implica, de alguna manera, la no trascendencia, porque lo que nos hace trascender en el mundo es la certeza de saber que somos mortales y tenemos un tiempo limitado que nos debe servir para hacer cosas destacadas, el personaje busca revertir el efecto de la inmortalidad. En este cuento, Borges juega precisamente, dentro de la tradición de lo fantástico, con una construcción realista en la que de repente irrumpe un suceso insólito que la violentará. Pero en El Aleph también hallamos cuentos como ‘El muerto’, ‘Emma Zunz’ y ‘Deutsches Requiem’, que se mueven en las coordenadas del realismo.” Por encima de los demás cuentos de esta colección se erige, esplendente, “El Aleph”, uno de los más trascendentales de la literatura de todas las épocas. En 1945 se publicó por vez primera en la revista literaria Sur (fundada en 1931 por Victoria Ocampo); en 1949 formó parte del libro homónimo; y en 1961 fue sometido, por Borges, a una revisión. “El hecho de que un cuento sea homónimo de un libro obedece a que el autor quiere destacarlo porque considera que simboliza la esencia de los demás cuentos comprendidos en dicho libro. Por supuesto, ‘El Aleph’ es el cuento que lo tiene todo, entre otras cosas, la sátira del mundillo literario en la Argentina de la segunda mitad de los 40, representado por el poeta Carlos Argentino Daneri, así como de la socialité que se vinculaba con el mundo intelectual, representada por Beatriz Viterbo; pero también un tema asombroso: el del Aleph, ese prodigioso objeto que permite contemplar al mismo tiempo, desde todas las perspectivas posibles, todos los objetos del universo. Sin duda es el cuento que condensa todos y cada uno de los elementos que de aquí en adelante serán distintivos de la literatura de Borges. Realmente es una obra de arte, un texto excepcional que se seguirá leyendo y estudiando porque contiene una riqueza literaria inagotable”, dice Amatto Cuña.   Lectura fascinante ¿La lectura de El Aleph puede complicarse para alguien que nunca se ha acercado a la literatura de Borges? La académica de la UNAM responde: “Me gusta hacer la distinción entre lo que es difícil y lo que es complejo. Yo creo que Borges no es un autor difícil, sino complejo, y sí, en efecto: si uno le entrega a un joven de secundaria un cuento como ‘El inmortal’, que hace referencias a la Iliada y exige cierto nivel de erudición, y no hay un acompañamiento en su lectura, no ganaremos un lector de la literatura borgeana... A pesar de todo, ‘El inmortal’ se puede leer sin haber leído la Iliada, aunque ciertamente se disfrutará mucho más si se rastrean sus referencias. En cambio, otros cuentos de El Aleph, en especial los de carácter realista, no presentan mayor complejidad, lo cual no significa que sean menos buenos. Ahora bien, el libro, en su totalidad, requiere una lectura atenta, incluso acompañada de un diccionario. Y cuando se logra transitar por sus páginas, esta lectura atenta se vuelve fascinante.”   Acusación injusta En su literatura, Borges propone mundos que activan nuestra capacidad intelectual y nos hacen repensar el mundo en que vivimos. No obstante, en varias ocasiones se le acusó de ser un escritor alejado de los problemas sociales.   “Esta acusación es muy injusta porque él pensó que la literatura también era un medio para combatir la violencia, la discriminación, los autoritarismos, los totalitarismos... ‘Deutsches Requiem’ es un ejemplo de eso. A Borges le importaba mucho la literatura como un espacio de crítica y reflexión. Por eso, los setenta y cinco años de El Aleph son una magnífica oportunidad para reencontrarnos con este libro, pero asimismo con su idea de que la literatura puede volvernos más críticos, reflexivos y sensibles”, finaliza Amatto Cuña.   “El Aleph engordado” Hace algunos años, el escritor argentino Pablo Katchadjian publicó “El Aleph engordado”, una versión aumentada –muy aumentada– del cuento “El Aleph”, de Borges (su método de trabajo consistió en agregarle palabras o frases al original, esto es, “engordarlo”). Al respecto, Amatto Cuña comenta: “Ese caso dio origen a una gran controversia en Argentina, principalmente por la cuestión de los derechos de autor. Por lo demás, que un escritor como Katchadjian haya llevado a cabo este experimento tantos años después de la publicación de ‘El Aleph’, corrobora que éste sigue siendo un cuento absolutamente vigente, de referencia. Quizás a Borges le hubiera parecido singular, hasta simpático, ‘El Aleph engordado’, porque él también entendía la literatura como un gran palimpsesto, como el resultado de una contribución colectiva.”
                            Has muerto, compañera, has muerto a mi codicia.              El mundo que nacía de tu pecho se abortó......              Lo que te hacía ardiente y fuerte ya no tocas,              generosa de todos, aún al puño adverso.              Se han callado cipreses en algún luto puro.               Jamás fertilizaste el odio como nadie.....              Ni llegó a otro oído una palabra enemiga...              Se ha aquietado tu danza y tus gestos recuento.              Amiga del que quebrara sus pies sobre los vidrios...              Torbelllino clarísimo al que seguí a diario.              Aquella separada del ademán severo y parecía Dalia.              Tu voz tenía matices que carecian de sombra y fuíste pasionaria               en un tiempo de guerra. Cuando el horror esparcía metrallas                y los seres innobles perecían entre dardos....cuerpos ya sin aliento.                A todos recibiste en un hostal que antes fuera antro.                Fuertes olas de luz te traían las horas. si algún frío atentaba                tu labor y milagro y frecuentaste hospicios y hospitales en quema.               Pero ya has muerto amiga y lo que hiciste llora y llorará tras cada madrugada.                                
Has muerto
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
15 Lecturas
             Agua para mis adentros,             porque saciarme deseo.             Quítese la mar salada              y los manatiales salgan. 
Agua
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
15 Lecturas
Extraño esque extrañe a una extraña. 
Extraño
Autor: Raisa Morros Green 
En: Poesía 
14 Lecturas
       Dormido sobre tus piernas,       mi despertar no se apremia.        Y alguna canción de cuna        murmuras a ténue fuerza. 
Dormido
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
14 Lecturas
         Siéntate....compañera de vida:    desestresa en holgura tu terso cuello esbelto        de largura admirada por tantos cisnes negros         y pajarillos blancos que en tu espacio se mezclan,         mareados en dislates y envidia en imprudencia... Pues muy poco se sienten....         Toma está semi luna de piedra anclada en noche ,         de mil fogatas lerdas que encienden las libelulas         en la ruta que, sin premuras, trazó  un ave en alarde que vió su gentilicio y el dulzor de sus plumas...         Ponte a mi lado y deja que corran los vapores del sudor, y el beso de la estrella descienda y te constele...         templandote en lo tibio de este rincón furtivo....donde la lumbre rota y muestra sus mohines.....         Deja salir la idea que, fiera, te acongoja y la lleven los élitros.         Y vuelve a ser aroma que encanta a las praderas y levanta apamates....y bebe madrugadas...         La vida es ciega y dura y a todos nos golpea con garras peculiares         y cansancios que agotan y siembra incertidumbre.         Pero a la vera mía soñarás mi castillo que puse entre arrendajos         y, de la calma interna te brindaré sus lagos para que te refresques,         viendo que la existencia no es maligna si pasas y bordeas....         sus cruces con amigos, aferrándote a toda la clemencia que trae         pues, caminando juntos se apartará la ortiga y se borrarán las águilas que ya lancé al exilio....          y andarás en mis piernas mejor que en mil caballos y ya no temerás         la anchura del abismo ni el resquemor que había cuando eran los precipios:    los encerré a todos, los cubrí de cobalto y los cremé en el tiempo para que no asustaran..                         
Siéntate
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
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               Destilan su craso orgullo                la ceniza y el harapo                con una colilla cerca                que quema hueso y zapato.
Destilan
Autor: Richard Albacete 
En: Poesía 
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Solo a través de la poesíaPodré salir de míPara vivir en ti    
Sí te compartoMe parto  Después de esoPreferiría volver al útero de mi madre. 
Parto
Autor: Raisa Morros Green 
En: Poesía 
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