• Edgar Tarazona Angel
UBASTET
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  • País: Colombia
 
 Este es el nombre que reciben en Roma las Moiras de Grecia. Unos autores dicen que eran feas y otros que horribles y como no suben fotos al facebook supongo que son monstruosas. Estas “bellezas” son las personificaciones del destino; olvidaba decir que son tres y hasta tienen nombres y se vestían con túnicas blancas, asi como lo leen. Feotas pero bien vestidas.Las tres hilaban un hilo que significa la vida. No sé cómo diablos hacían pero manejaban el hilo de todos los mortales, cada uno imagínese el enredo que con solo pensarlo me duele la cabeza. Bueno, ustedes que ya me han leído saben que yo cuento la mitología a mi manera y sigo con las moiras o parcas.Los nombres de las chicas y su oficio era el siguiente:1-      Cloto: hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Busquen en internet como eran estas vainas que de pronto usaron sus abuelas y bisabuelas. Originalmente era invocada en el noveno mes de gestación.2-      Láquesis: medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Como quien dice era la que decidía cuantos años debía vivir cada cliente.3-      Átropos: era quien cortaba el hilo de la vida. O sea la encargada de darle matarile a uno. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con unas tijeras igualitas a las de podar árboles, ayayay; cuando llegaba la hora. De las tres era la que inspiraba más miedo. Me da la impresión que es antepasada de Rosario Tijeras… ¿La conocen? Al primero que le dio mate le cortó los testículos con unas tijeras.Decían los griegos que  se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Y sigo con mi duda de cómo controlaban a todo el mundo. y no falta quien las pinte bonitas... http://mitologiagriegaconhumor.blogspot.com
  Hace unos años, a raíz del suicidio por amor de una pareja de jóvenes, ambos por ahorcamiento, me puse a pensar cuales eran las mejores maneras de quitarse la vida. Hoy, cuando ha regresado la moda de irse de este mundo por la propia mano, regresé en pensamiento a mis ideas de las técnicas más efectivas y baratas de salir de deudas, dolores, pesadumbres y demás congojas que agobian a los seres humanos. Hice un inventario mental de lo más empleado y la lista no es muy extensa: ahorcamiento con diferentes elementos; balazos en la sien, la boca o el corazón; cortarse las venas de las muñecas; envenenamiento con distintas sustancias; arrojarse a un carro o el tren y, los más desesperados, buscarle pelea a los hinchas de las barras bravas del equipo contrario. Esta última se me ocurrió de pronto teniendo en cuenta que en todos los partidos llamados clásicos hay muertos. ¿Por qué se suicida una persona? Como hay tantas explicaciones les dejo la curiosidad a mis lectores porque no es el tema de este monólogo. Yo tengo varias ideas baratas y efectivas para culminar con éxito el intento de morirse… y lo digo porque muchos suicidas fallidos quedan en silla de ruedas o locos o lisiados de alguna parte del cuerpo y esa no era su intención. Claro que ningún método garantiza la efectividad en un cien por ciento de morirse, para siempre como dijo un tonto,  pero con mi asesoría se corren menos riesgos de fallar y salen más baratos. Pienso que el más efectivo es una aguja introducida por el oído. Como todos los conductos de la cabeza comunican con el cerebro, el oído tiene el acceso más directo. La aguja, de esas de tejer y muy aguda, se mete con cuidado hasta el tímpano, ya instalada allí, se empuja con fuerza hasta la masa encefálica y adiós el amigo. Para los amigos de los venenos, el más barato es la sal de cocina o cloruro de sodio. Está compuesta de cloro y de sodio, dos metales que por separado son tóxicos y sumados aumentan su efectividad. Por supuesto que una cucharada no basta, sólo aumenta la sed, pero un kilogramo si cumple con su función de matar al paciente, cuesta mil pesos y se puede bajar con gaseosa para acelerar la bajada por el gaznate y encontrarse con la señora muerte. Los que tienen intención de arrojarse a un carro no lo deben hacer a un automóvil porque corren el riesgo de salvarse y quedar lisiados. Esperen uno de esos enormes camiones que transportan cerveza y harán un favor a los borrachitos vecinos debido a que el chofer tratará de esquivarlos, los mata y el carro se vuelca y habrá un reguero tremendo de botellas. Muchas no se rompen y como en estos casos se amontonan gran cantidad de curiosos, los alcohólicos aprovecharán para beber cerveza en nombre del difunto. Para los aficionados a la muerte con sangre, les sugiero evitar cortarse las muñecas porque es posible que se arrepientan y un alma caritativa los lleve hasta el hospital más cercano, allí les cauterizarán las heridas y se salvará su vida. Además quedarán las cicatrices que serán la marca indeleble de por vida de que no fueron capaces de perderla. Con un buen cuchillo afilado, córtense la yugular que es esa vena grande que se ve en la garganta; corten con fuerza que de esa no los salva ni el patas. Tranquilos que en el acta de defunción no dirá que se cortaron sino que la defunción se debió a anemia aguda. Un conocido mío se arrojó desde un quinto piso y fuera de las dos piernas rotas y unas costillas, sólo estuvo en estado de coma dos meses y salió en silla de ruedas. Les recomiendo a estos suicidas tirarse desde más alto para no fallar en el intento. Y los que se ahorcan pueden seguir tranquilos porque esta técnica es efectiva y causa impresión en la familia y los medios de comunicación. La única falla es que la cuerda se rompa o el soporte donde la amarran. La lista es más larga pero los métodos expuestos son los más efectivos y espectaculares. Pero, como lo dije una vez, el suicidio no causa adicción.
La música no podía faltar en el Olimpo y el encargado de esta actividad era un artista llamado Orfeo, cantante, músico y compositor. Tenía la categoría de semidios por ser hijo de Apolo el dios de las artes y las letras y Calíope, musa de la poesía narrativa. Eso dicen los más autorizados porque los chismosos dicen que su padre era Eagro, un rey de tantos que abundaban por esos lados. El muchacho era tan excelente que cuando interpretaba sus composiciones con la lira y su voz, conmovía toda la naturaleza y hasta las piedras lloraban emocionadas, conste que esto no me lo invente, eso dice la tradición. Esa capacidad de emocionar y calmar a quien lo escuchara hizo que lo invitaran a muchas peleas y batallas porque empezaba con su música y los contendientes se olvidaban de las armas y se embelesaban oyendo sus notas, algo así como cuando cantaba Diomedes Díaz a sus seguidores, claro que cuando se callaba volvían a darse en la jeta, igual que cuando Diomedes incumplía un contrato y no se presentaba. Al regreso del viaje de los Argonautas (después les cuento esa historia) se enamoró de la ninfa Eurídice en Tracia, sentimiento correspondido y de una concertaron el matrimonio, yo no sé porque la muchacha el día de la boda salió huyendo de un apicultor de nombre Aristeo; o le debía algo o le tenía miedo por algún secreto, lo cierto es que una culebra la picó en el talón y eso le causó la muerte. Yo creo que Orfeo es el santo de los músicos del despecho que tanto abundan en Colombia porque empezó a llorar y gemir pero sin aguardiente de por medio. Bajó al mundo de los muertos y sus cantos conmovieron a Hades, el dios de los muertos y tenían tanto sentimiento que las almas comenzaron a llorar a moco tendido, no solo las buenas sino las almas malas que estaban en el Tártaro. Hades quedó tan impresionado que le dijo: “Llévese su amada pero con la condición de no mirar hacia atrás hasta haber salido de allí. Como siempre ocurre, hasta en la sagrada Biblia (recuerden a Edit, la mujer de Lot que por curiosa quedó convertida en estatua de sal) en este caso también Eurídice que caminaba despacio, por la mordedura de la serpiente, se retrasó mucho y Orfeo preocupado volteó a mirar que pasaba y se jodieron los dos;  Ella se desvaneció en el aire y retornó al mundo de los muertos y  Orfeo porque de nuevo se quedó solo como un pendejo. Después de llorar un rato quiso volver donde Hades pero Caronte, el barquero de la laguna Estigia no quiso llevarlo al otro lado. El pobre músico estuvo siete días a la orilla de la laguna gimiendo y llorando como hacen los despechados de todo el mundo y como no le valió de nada regresó a Tracia, a su hogar, donde decidió no tener nada con mujeres y más bien dedicarse a los hombres, como también ocurre ahora en muchos casos. Los músicos siempre tienen admiradoras y este no es la excepción, las Ménades eran una muchachas facilitas que habían retozado con Orfeo en el pasado se enfurecieron cuando quisieron revolcarse con él y las despreció; se le echaron encima y lo despedazaron (esto también se puso de moda en Colombia) y solo dejaron intacta su cabeza que cayó al rio Hebro con su lira que flotaron hasta el mar mientras el instrumento no dejaba de sonar. Dicen algunos que la lira pronunciaba sin cesar el nombre de Eurídice y como no hay testigos que digan lo contrario toca creerles… hasta que llegaron a la isla de Lesbos, que prestó su nombre a las lesbianas (Esto es otra historia). La lira subió a los cielos y formo una constelación de estrellas que lleva su nombre. El alma de Orfeo encontró a Eurídice en el mundo de los muertos y desde entonces moran en los Campos Elíseos, el paraíso de los muertos griegos. (Ojo, no son los campos Elíseos de Paris donde termina el Tour de France). Muchos conjuntos musicales llevan el nombre de orfeón en honor de este semi dios. Yo conozco un orfeón más desafinado que una banda papayera y espero que sea la excepción. http://mitologiagriegaconhumor.blogspot.com  
TENGO UNA NIETA Después de muchos años, y cuando ya pensaba que mis hijos no me darían la alegría de ser abuelo, nació mi nieta, la única que tengo y probablemente la única que tendré. Escribo esto con el corazón porque era posible que no naciera, o si llegaba a este mundo podía ser con alguna anormalidad o un problema de salud. Mi nuera, o sea su madre, tuvo un embarazo de alto riesgo, con un nombre científico que nunca pude aprenderme pero que la obligó a estar acostada durante los nueve meses de gestación. Cuando llegó el momento de la cesárea, resulta que en la clínica donde estaba programada, llegaron muchas parturientas a punto de dar a luz, de manera que aplazaron varias veces la operación con la consiguiente angustia de toda la familia. El 29 de abril de 2015 llegó a este mundo mi bella nieta Violeta Galatea, vaya para nombrecito, pero es el que escogieron sus padres. Como siempre hago con los recién nacidos la miré a ver que le veía bonito y me pareció morada, arrugada y fea como todos los bebés que aterrizan en el planeta tierra. Y como siempre, en los siguientes días y semanas, todas las visitas le encontraban parecido con algún miembro de la familia. La verdad yo la veía mejorar de aspecto y de color pero no le encontraba semejanza con nadie conocido. Con el paso de los meses, los movimientos, el balbuceo, esos sonidos que a uno le parecen hermosos, sus gestos y travesuras, se fue metiendo en mi corazón de abuelo primerizo. Paso por alto que come, llora y caga como todos los bebes de este mundo, sin excepción; desde el nieto de la reina de Inglaterra hasta el del pordiosero. Ya cumplió un año de vida, y para mí es la niña más hermosa del mundo. Nos reímos y jugamos, escuchamos música y conversamos de todo. No sé si ella me entiende algo pero siempre contesta cuando le hablo. Lo cierto es que yo no le entiendo ni pio pero me divierto oyéndola. Todos los días le doy gracias a Dios por la presencia de mi niña en este mundo y en mi vida. Es un milagro porque, como ya lo dije, no solo el embarazo fue de alto riesgo sino que, advertidos por los médicos, podía no nacer viva, o con alguna anomalía. Es una niña normal, con buena salud y una vitalidad asombrosa. Quiero compartirlo porque no aguantaba las ganas de contárselo a todo el mundo.soy un abuelo feliz y espero tener la dicha de verla crecer y compartir muchos momentos de su vida. Lo mejor de todo es que la abuela comparte todo lo dicho... y sospecho que es más feliz que yo. Edgar Tarazona Angel  
  Patroclo es uno de los héroes de la guerra de Troya y, concretamente, de la ILIADA. Su padre fue Menecio pero no hay datos concretos sobre su madre, lo contrario de Colombia que no se sabe quiénes son los padres de tantos niños de madres solteras. Aparece en la Ilíada como compañero de armas de Aquiles pero las malas lenguas entienden que también eran amantes, al leer este poema épico se entiende que los malpensados tienen razón. Era, según el relato, un gran chofer, en ese tiempo manejando carros tirados por caballos, igual que Aquiles poseía una gran belleza física y cuando Aquiles se encolerizó porque le quitaron a Briseida, su amante femenina, Patroclo asumió su puesto en los campos de batalla vestido con la armadura de su amigo amante. No si si más bien aplicarle el término que usan ahora los descarados para justificar sus amoríos y decir que eran amigovios, o amigos con derechos, jajaja, que risa, un amigovio puede hacer todo lo que hace un novio de ahora impunemente y sin compromiso. Pues en el campo de batalla el  joven se defendió como pudo pero a pesar de tener la armadura y las armas de su querido amigo, novio, amante o lo que fuera, no era invulnerable y Héctor, el héroe troyano lo mató. Es de conocer que el Dios Apolo ayudó a joderlo y lo golpea en la espalda para que otro man llamado Euforbo le de más duro y Héctor lo remate a mansalva y lo despoja de sus armas. Menelao y Ayax recogen su cuerpo y se lo entregan a Aquiles que se pone más bravo de lo que estaba y decide volver al campo de batalla. Lo que cuenta el libro es que Aquiles le da muerte atroz a Héctor, lo amarra a su carro y le da varias vueltas a la ciudad. En sueños se le aparece su amado y le pide que incineren su cadáver. En la pira funeraria además del cuerpo agregaron animales y doce jóvenes troyanos para que sufrieran. A lo largo de los años se especula sobre la relación de estos dos héroes pero todos los indicios señalan que eran amantes y no se porque se escandalizan si eso era normal en la antigua Grecia donde se sostenía que el verdadero amor era entre un hombre maduro y un efebo (hombre joven) y eso se dio hasta entre los dioses. Zeus tuvo muchos amantes masculinos, Apolo por lo consiguiente y el musculoso Hércules no se queda atrás, para no citar sino unos. Entonces paz en sus tumbas y no jodamos más a estos amantes.
  No sé en otras partes del mundo. En Colombia me da la impresión que la mayor preocupación, de la mayoría de la población, es saber quien se enamora de quien, quienes conviven, que parejas terminaron, a donde van los famosos de la farándula, cuantos amores tuvo fulano de tal; al fin cuántos hijos dejó Diomedes Díaz, qué viejas se operaron las tetas y cuales el trasero. El listado de los que salieron del closet y todo lo relacionado con la farándula nacional e internacional. Lo importante no importa. El tema de la paz dividió la opinión en varios bandos como si la guerra no hubiera hecho estragos por parejo en todo el territorio nacional. El fenómeno del niño sigue haciendo de las suyas y el narcotráfico no se acaba… pero los sábados y domingos nos llenan las horas un grupo de pendejos (en los dos canales nacionales) que hablan hasta por los codos con unas vocecitas irritantes, irónicas y sarcásticas, burlándose de todos los personajes que caen en sus garras. El tema principal de las revistas del corazón es quien se acuesta con quien, a quien le pusieron los cachos, el dolor de la traición a quienes tiene en medio de la depresión. Y esto no es exclusivo de los nombrados antes; es el tema de todas las revistas de farándula y del corazón que se venden más que los libros de García Márquez. Eso es morbo, ni más ni menos. Pero si uno le dice a cualquier persona que es morbosa, aténgase a las consecuencias, somos voyeristas, nos encanta saber lo que ocurre detrás de las puertas y en las camas ajenas, en especial de esas personas que para su bien o su mal se destacan en nuestro territorio. Terminaron los juegos olímpicos de RIO 16. Esas noticias de nuestros deportistas callaron por unos días a los chismosos. Supongo que aprovecharon el tiempo recogiendo material de intimidades para volver a la carga y satisfacer el hambre de escándalo de gran parte de nuestro pueblo. Yo digo, cuando por error entro en uno de los canales de chismes, a mí que me importa que fulano se acueste con la prima, que Blanca nieves le ponga adornos en la frente a los siete enanos, que me puede interesar que Luis se case con Pedro o Liliana con Pilar. Es la vida de ellos y ellas. Pero se volvió moda meter las narices y otros apéndices en las camas ajenas. Yo dejo quietas las vidas ajenas. Cada uno puede hacer de su vida lo que le gusta o le conviene. Decía Gabo que en Colombia muere más gente de envidia que de cáncer y, creo que este hurgar en las intimidades de los demás para sacar a la luz lo más bajo, es una manera de exteriorizar la envidia. Ojalá, en un momento de lucidez, los dueños de los canales privados de TV, suspendan esos programas de chisme en esos horarios y los pasen a unas horas donde sólo los vean los interesados en las vidas ajenas. Amanecerá y veremos. Edgar Tarazona Angel 
  Tenía un miedo atroz a los fantasmas desde muy niño. Su abuela le inoculó los engendros de ultratumba y del infierno desde su más tierna infancia. Y con el paso de los años estos temores se convirtieron en realidades en su mente. A la edad de veinticinco años sufrió un accidente que obligó a internarlo de inmediato y cuando despertó varios días después, en una noche oscura y lluviosa, salió de la habitación del hospital sin abrir la puerta, sintió que flotaba por varios pasillos y buscó un espejo para ver como estaba. Se ubicó frente al espejo y no veía nada. En ese momento quiso verse las manos, las piernas, el cuerpo… y no existían. Pegó un grito que tampoco se escuchó. Estaba muerto. Él se había convertido en un fantasma.
  Había una vez un gato que soñaba ser cura o ministro de alguna religión para casar ratones. Como no existen seminarios para felinos ni nada que se le parezca se colaba en la iglesia y, sinagogas y otros lugares de culto para presenciar las ceremonias de casamiento de las diferentes creencias y así se convirtió en un experto casador de ratones o, por mejor decir, un casamentero. Con el paso del tiempo y muchos casamientos, se dio cuenta que los matrimonios humanos, no duraban mucho y terminaban en separación voluntaria o en divorcio y, como era un gato muy apegado a las normas, se enfrentó con las parejas de ratones que deseaban terminar con el vínculo matrimonial. Entonces, su instinto natural le dio la respuesta; ratones que querían acabar  su relación pasaban de ser casados a cazados y se los comía sin más ni más.
  En algunos pequeños puertos del Urabá, se encuentran lanchas de pasajeros que pueden transportar hasta 60 pasajeros para atravesar el golfo hasta destinos como Capurganá y Triganá. Un día, que pensaba viajar con mi esposa (hace ya varios años) al primero de estos hermosos pueblos, se llenó el cupo y nos tocó esperar el siguiente viaje. Bueno, el asunto es que a uno le dan un chaleco salvavidas que debe ajustarse antes de empezar el recorrido y, el timonel, si así se le puede decir, explica que, si por algún motivo la embarcación zozobra no debemos angustiarnos y permanecer con el chaleco puesto y flotando, como las lanchas tienen un recorrido predeterminado y un tiempo reglamentario, al no llegar en el tiempo previsto, de inmediato envían otra para buscar a los náufragos y recogerlos. La lancha de mi historia partió para el recorrido de una hora y media, pero en alta mar se presentó una sorpresiva tormenta tropical que los arrastró muchos kilómetros mar adentro. Pasaron varias horas antes de que amainara el vendaval tropical y, como de la embarcación no había noticias, de inmediato la comandancia de Necoclí, despachó varias lanchas a buscarlos, pero pasó el día y la noche y nada que aparecían. Dos avionetas disponibles hicieron un recorrido hasta donde tenían autonomía de vuelo, pero nada. Todos confiábamos en que los chalecos salvavidas los mantendrían a flote, pero lo que desconocíamos era que los vientos huracanados los habían llevado a cien kilómetros de la costa. Una semana más tarde, un helicóptero avistó los cadáveres flotando. Nadie se había quitado el chaleco salvavidas. Edgar Tarazona Angel
  Esta pandemia, que ha convulsionado el mundo y causado tantos estragos de todas clases, ha servido, también, como filtro de emociones para seleccionar afectos y sentimientos. Esto lo digo por lo que me ha sucedido personalmente y a mis contactos más allegados. En WhatsApp y Facebook se intercambian saludos y mensajes de amistad y amor con TQM, abrazos y promesas y juramentos de amor eterno… pero eso son solo palabras y estas se las lleva el viento, como se decía hace unos años. A la hora de la verdad los supuestos amigos y hasta los familiares se hacen los pendejos ante las necesidades del gran amigo que les solicita un favor en estos momentos angustiosos. Siempre he sido de muchos conocidos y pocos amigos, algunos los conservo desde la infancia y respetamos los límites, no nos pedimos favores y, cuando por alguna razón lo hacemos, estamos seguro de que este se hará efectivo, pero, casi a diario me llegan mensajes angustiosos de personas que ni conozco, recomendadas por alguno de mis verdaderos amigos y, al preguntarles, tampoco conocen a tal persona, aprovechan las circunstancias para pedir, y aquí viene mi pregunta, basada en el conocimiento que tengo de algunos pedigüeños con miles de amigos en Facebook: ¿Dónde están esos extraordinarios amigos de abrazo y beso? Lo que me parece más curioso es que “amigos íntimos de toda la vida” se distanciaron porque alguno de las partes pidió ayuda invocando esa amistad. También parejas con “mucho amor” ser abrieron porque uno perdió empleo o está en la física olla. Ni que decir de algunas familias que relegaron a los más necesitados a pesar de tener medios ´para ayudarlos. Por eso el título del artículo y me pregunto: “¿Qué se hicieron los amigos y los amores”? Por lo visto no existía amor ni amistad, que deben superar todos los obstáculos en la vida. Edgar Tarazona Angel
  Los seres humanos tenemos actitudes que, muchas veces, nos hacen dudar de nuestros sentimientos y emociones hacia el prójimo. Este es un ejemplo de lo crueles que podemos ser en cualquier etapa de la vida. Sucedió en mi juventud; teníamos un amigo, vecino de barrio, que jugaba muy bien fútbol y era un gran bailarín; eso atraía a las chicas y, por supuesto, nos causaba envidia a la mayoría que ni jugábamos bien y no sabíamos llevar el compás en los bailes. Dicen que nada es eterno en este mundo y un día nuestro compañero, practicando otro de sus deportes favoritos, bajaba una cuesta a toda velocidad en su bicicleta y se metió por detrás de una volqueta que frenó bruscamente. Quedó tendido en el pavimento y el conductor del pesado carro ni cuenta se dio. Por fortuna algún alma caritativa lo recogió y lo llevó al hospital más cercano. Por la gravedad de las heridas los médicos no tuvieron más solución que amputarle ambas piernas a la altura de las rodillas. Desde entonces quedó con el sobrenombre de INCOMPLETO. Que crueldad. Edgar Tarazona Angel
EL INCOMPLETO
Autor: Edgar Tarazona Angel  313 Lecturas
  Siempre soñó con ser un vampiro. Desde el día que presentaron en la plaza del pueblo una película de Polansky sobre unos vampiros humanos, pensó que llevaba en sus venas el virus de lo vampiresco. Sacó esta conclusión porque no le agradaba el día, el sol le mortificaba la vista y le quemaba la piel, rehuía el trato de los seres diurnos y le fascinaba la noche con todos sus misterios… y sus problemas. El tipo era raro. Bien raro. Los borrachitos que vivían por los lados del cementerio se lo encontraban rondando las cercanías del camposanto, en horas de la madrugada, cuando ellos caminaban tambaleantes rumbo a sus casas. El sepulturero lo veía sentado sobre alguna tumba leyendo a la luz de una linterna y un día, a la madrugada, cuando se fue, el campo santero encontró un libro olvidado sobre el monumento funerario que titulaba: DRACULA, el príncipe de las tinieblas. El muchacho leía y se informaba sobre el vampirismo para buscar cada vez mayor identificación con él pero tenía un grave problema, insalvable, era hemofóbico que, en términos populares significa que sentía aversión por la sangre y esto es lo peor que le puede ocurrir a un vampiro. Convencido de que su vida era nocturna y que tenía la imposibilidad de seguir la tradición de los vampiros humanos continúo investigando. Sus lecturas, por lógica, lo llevaron a los murciélagos, primos hermanos de los vampiros pero insectívoros, no hematófagos; con algunas especies frutívoras pero todos noctámbulos como él.  Pero el problema no se había solucionado, no encontraba en la literatura murciélagos humanos, que era lo que deseaba ser, y por más que profundizaba en sus lecturas nada de nada. La solución llegó por la misma vía que los vampiros: el cine. En el pequeño pueblo, sin una sala para la proyección de películas, el párroco se encargaba de proyectar las películas que lograba conseguir (y no les aplicaba la necesaria censura eclesiástica) y esto hizo que una vez proyectara una película prohibida por la curia y lo trasladaran de parroquia. Lo cierto es que la película que tranquilizó a nuestro muchacho fue una de tantas de BATMAN, un murciélago humano que no chupaba sangre, que hacía el bien y, además, era millonario. Ver la película y decidir convertirse en BATMAN por el resto de su vida fue cuestión de un suspiro pero, ahora se presentaba otro problema: ¿de dónde sacaba dinero para el traje y todos los implementos? Lo de la cueva no tenía problema, cerca del cementerio había una, o podía acondicionar uno de los mausoleos abandonados. El traje podía acomodarlo con la remodelación de uno de los hábitos negros que dejara su difunta tía, la monja. El baticarro era lo que más le preocupaba, el carro de su héroe era lo que más le había impresionado y él lo más cercano a un carro que tenía era una carretilla, o un burro pero ¿quién había oído hablar de baticarretilla o batiburro? Mientras encontraba respuesta a la mayoría de interrogantes confeccionó un remedo de traje que más perecía de un personaje de terror que del Hombre Murciélago y empezó a salir por las noches a enderezar entuertos, como don Quijote, con resultados diversos. El primer atraco que evitó hizo huir a los facinerosos porque lo confundieron con una monjita  trasnochadora y por respeto a su investidura salieron de huída. La segunda oportunidad el ladrón corrió porque se trataba de un muchacho principiante que aun no sabía cómo resolver estos imprevistos. La tercera y última vez se encontró con tres truhanes, de esos que ni a Dios ni al diablo temen, y cuando les hizo el ¡Alto ahí, en nombre de BATMAN, el justiciero!, se quedaron mirándolo, se rieron en su cara y la emprendieron a golpes… la golpiza más grande que nunca jamás recibiría en su vida. Cuando recuperó el sentido, pero no los seis dientes que le volaron a puñetazos, pensó con tristeza que su carrera de héroe noctámbulo no tenía sentido, ¿de qué servía llamarse Bruno Díaz, igual que el verdadero héroe, si los criminales no tienen respeto ni de la madre que los parió? Tal vez la culpa era del traje… ahora, después de la convalecencia, trabajaría intensamente para adquirir todos los artefactos legítimos y convertirse en el terror de los malvados de Pueblo Gótico. Definitivamente la culpa era de los artículos piratas, él, que defendía la justicia. Sonrió con beatitud mientras saboreaba un hilillo de sangre que le manaba de una de las heridas internas de su boca; el sabor  dulzón de la sangre le agradó... Tal vez su destino si era ser vampiro.   Edgar Tarazona Angel
  Los acólitos. Antes de contarles lo que recuerdo de Semana Santa de mi pueblo, Chipaque, en los años 1958, 1959 y 1960 quiero decirles que es mi opinión que tengo como recuerdo de mis años como acólito con el padre Peña y el padre Montaño. Para las misas rezadas y rosarios éramos cuatro; para las misas cantadas y ceremonias especiales acolitábamos seis niños entre los ocho y los diez años. Recuerdo algunos nombres y me disculpan los paisanos si olvido alguno de sus familiares: Nelson Díaz, Fabio Bonilla, Oscar Rodríguez, Miguel García, Jorge Perea, Mariano Cubillos, Leo Baquero y yo, entre otros. Esta era una semana plena de fervor religioso, tan diferente a las de ahora. Todos en el pueblo participábamos activamente de todas las actividades religiosas, en especial nosotros los acólitos, y debo decir que esta época me marcó de por vida. Debajo de la sacristía existía un sótano donde se guardaban las estatuas de los santos cubiertas por unas telas moradas; este sitio me causaba pavor y un día por error quedé encerrado entre tantos santos que me sentía en el cielo, pero un cielo tenebroso, no podía gritar porque el miedo no me lo permitía y no sé cuántas horas pasaron, tal vez el cura peña me sacó, porque a la vuelta estaban los ´panales de sus queridas abejas que visitaba con frecuencia y, pienso que si grité y me oyó, y así pasé el susto, desde entonces no me gusta ver las imágenes de los santos cubiertas por esas telas moradas. Los días santos Bueno, el Domingo de ramos se realizaba una procesión por todo el pueblo, con la mayoría de las imágenes engalanadas sobre unas plataformas de madera, en hombros de los señores más rezanderos, o eso era lo que yo pensaba, porque muchos se emborrachaban con frecuencia y daban mal ejemplo, y en mi mentalidad de niño no creía que merecieran el honor de cargar las imágenes sagradas. Las imágenes dolorosas, esas que me daban más miedo, se acomodaban sobre otras andas para las procesiones más espectaculares del jueves y viernes santos y las señoras devotas (que eran todas las beatas del pueblo, entre las que se encontraban mis tías y las maestras de las escuelas) “vestían” a los santos de la mejor manera que podían y rivalizaban entre ellas por engalanar el mejor paso. Más que fervor religioso parecía una competencia, y esto lo digo sin ánimo de ofender, era mi mentalidad de niño. El viernes santo se moría Nuestro Señor y por derecha también fallecía la voz de las campanas, entonces resucitaba un aparato que odiaba y aun me fastidia, LA MATRACA, un aparato infame que parecía una maquina de tortura de la inquisición y que necesitaba de la fuerza de un hombre hecho y derecho (el sacristán y a veces otro compadre), la maldita matraca sonaba a todas horas y era un revuelto del ruido de varios trenes, truenos de tormenta y un derrumbe de piedras. A los niños con una caña, una rueda dentada fabricada con el carretel del hilo de las señoras modistas, nos  hacían una matraca en miniatura que hacíamos sonar en las procesiones sin parar. Por fortuna resucitaba Cristo y se moría de nuevo el maldito aparato. El jueves y el viernes santos no abrían ningún negocio y sin necesidad de decretos de ninguna clase había ley seca, de manera que los borrachitos del pueblo (que no quiero nombrar) sufrían como si los azotes y la crucifixión fuera para ellos, además las esposas estaban pendientes de que no bebieran por dos días… pero los benditos iban a las veredas y se emborrachaban con chicha y guarapo. El jueves con el lavatorio de los pies y otras ceremonias era soportable para nosotros, los acólitos, y hasta nos parecía curioso que el sacerdote les lavara los pies a unos viejos cochinos y se los besara. El viernes era una tortura con el sermón de las siete palabras. De esa época data mi retiro de la iglesia durante los viernes santos. Este día un orador sagrado se encargaba del Sermón de las Siete Palabras y quién dijo miedo, el bendito soltaba un chorro de palabras incontenible que podía durar hasta seis horas. Esta tortura la soporté tres años, los que duró mi actividad como acólito de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima de Chipaque. El párroco invitaba a un “orador sagrado” que subía al púlpito y a veces bajaba la voz y miraba al cielo, de pronto empezaba a gritar y amenazar con los profundos infiernos a todos los pecadores, era cuando despertábamos asustados y las señoras miraban con disimulo a sus esposos ubicados en la nave izquierda de la iglesia (otro día les conté que los hombres a la izquierda y mujeres a la derecha para evitar malos pensamientos). Todo volvía a la normalidad el sábado a la media noche cuando en misa solemne resucitaba Nuestro Señor y empezaba la Pascua. Que diferencia tan grande con esta época que no se respeta nada. Mis lectores jóvenes pueden preguntarles a sus padres y abuelos.   Edgar Tarazona Angel
En ese pueblo de mis historias, que es real más callo el nombre para evitar que alguno de los personajes (que aparecen con nombres supuestos, pero fácilmente identificables) me busque problemas y hasta me demande por calumnia y difamación, a pesar de que todo es cierto, por lo menos en un alto porcentaje. En otras historias ubico la acción en los días de mercado, que son miércoles y domingo y, a pesar del paso del tiempo, se conservan hasta hoy. Este caso también de desarrolla un miércoles y pasó a la historia del pueblo porque involucró al hombre más guapo y apetecido por las mujeres casadas y solteras con una forastera que llegó sin avisar y alborotó las hormonas de nuestro galán de pueblo. Se bajó del bus al frente de la tienda de mis tías, donde desocupaban botellas de cerveza algunos de los señores notables de la población quienes, de inmediato, suspendieron las conversaciones y dedicaron la atención a la recién llegada, no por su hermosura sino todo lo contrario, para resumir, mi papá estaba en ese grupo y se le escapó uno de sus típicos comentarios: “esa cara, a cualquier precio es cara…” Todos rieron y la recién llegada los miró con desprecio, alzó su maleta y se dirigió a un campesino que la esperaba con un caballo, lo identificaron como un peón de don Lucio. El domingo ya se sabía que la recién llegada era la viuda de un primo lejano del señor, dueño de una finca de las mejores, pero debido a su precario estado de salud casi nunca iba a la zona urbana y enviaba a su señora, acompañada por dos peones a llevar todo lo necesario. Como era domingo, la señora de don Lucio llegó acompañada por la recién llegada y asistieron a misa entre murmuraciones y comentarios. La señora del patrón, a pesar de los años, conservaba rasgos de belleza que contrastaban con la fealdad de la extraña, pariente de su marido. Una de las distracciones de los varones era ir a la iglesia a mirar las mujeres y saludarlas con mucha cortesía para después criticar los vestidos, peinados, caminados y chismes.  Debo recordarles que en este pueblo las diversiones eran mínimas y, en la iglesia los hombres en una nave del templo y las mujeres en otro, esto incluía los dos colegios, uno femenino y otro masculino. Los jóvenes asistían obligados y los hombres treintañeros y los solteros se quedaban en el atrio fumando y se echaban voladitas a las tiendas cercanas a tomarse un traguito. Pues lo que tiene que pasar pasa, y no se sabe si es Dios o el diablo el que reúne dos seres tan diferentes. Ya les presenté a la fea, y los lambones del templo la bautizaron Horripila, por no decirle horripilante. Con ellos estaba Narciso, un muchacho que hacía honor al personaje de la mitología griega, era el muchacho más hermoso del poblado, pero también el más tímido. Nunca había tenido contacto con mujeres (en el pueblo, llegando a los quince años, el papá llevaba a sus hijos varones a un pueblo, donde había un prostíbulo, a volverlos hombres, ustedes imaginen el resto), como Narciso era huérfano de padre no tuvo quien lo llevara a iniciarse como varón). Nunca se supo como pasó, lo cierto es que su madre era amiga de la esposa de don Lucio y un día fueron a hacerla una visita, parece que allí Horripila lo invitó a dar una vuelta por la hacienda mientras las señoras conversaban y por allí, entre los matorrales lo cogió por su cuenta y lo volvió hombre. Este pobre muchacho, sin ninguna experiencia ni quien lo aconsejara, les tomó gusto a las relaciones sexuales con esa fea que, por añadidura, le doblaba la edad y presionaba a su mamá para visitar la finca de don Lucio. Al principio la buena señora no sospechó nada, pero en este mundo todo se sabe y más temprano que tarde se descubren los secretos mejor guardados, con mayor razón en un pueblo tan pequeño. Pues uno de esos días en que la pareja buscaba su escondite entre los matorrales, pasó uno de los caballeros chismosos y notó algo extraño en el comportamiento de la pareja, desmontó y los siguió de lejos hasta descubrir lo que muchos sospechaban. No los interrumpió en su entrega amorosa y se alejó en su caballo rumbo al poblado para reunirse con sus compinches a contarles con todo detalle lo que vio y hasta lo que no vio. En estos pueblos se dice que pueblo pequeño es infierno grande y no les falta razón. Los comentarios llegaron a oídos de las dos señoras de la historia, o sea la madre de Narciso y la esposa de Lucio. Esta despidió a Horripila y, hasta ese momento ninguno había notado que desconocían el verdadero nombre, esta desapareció y jamás se supo de su paradero. El muchacho rogó y suplicó a su progenitora que le permitiera ir a buscarla porque era el amor de su vida y su petición no logró ablandar el corazón de la madre. Bueno, todo lo que empieza tiene que terminar y esta historia no puede ser la excepción, una tarde el muchacho escapó de la vigilancia de su santa madrecita y corrió al lugar de sus encuentros íntimos con la fea. Pasaron las horas y como no regresaba a casa la dama pidió a sus vecinos que salieran a buscarlo, entre ellos los chismosos del atrio de la iglesia. El que descubrió el enredo sospechó donde podía estar y los llevó a donde los vio en su entrega sexual; allí colgaba el cuerpo del hermoso del pueblo despechado por el final de su romance. Edgar Tarazona Angel
No dejes que se apaguen mis palabras y ayúdame a grabarlas para siempre, que cada letra encuentre su destino impreso en blancos papeles de alquimista.   Déjame quitarle a tu tiempo las horas que robé a mi sueño para plasmar en palabras el vuelo de tantas mariposas muertas y muchos cielos, a veces despejados a veces tormentosos y turbios. Tantos cielos... y tantos mundos inmensamente bellos y solos. Hay personas que no alcanzo o no sé detenerlas porque pasan como estrellas fugaces y se rompe el sueño, regreso al mundo...  y de nuevo otra noche y otro sueño y otro viaje detrás del rastro de cometa sideral que dejan tus pasos, como huella eterna...                                          
Estaba cuidando mis palomas mensajeras un martes a medio día cuando llegó y se presentó como un enviado divino; le pedí, por favor, que aguardara un momento mientras terminaba de asear las jaulas y dijo que no; le rogué que esperara en tanto echaba el alimento en los comederos; repitió su no dominante; supliqué mientras los sedientos animales aguardaban a que cambiara el agua de los bebederos y me gritó con voz celestial que no podía concederme un segundo. Continuó amargándome el rato hasta que me cansé y con las tijeras de cortarles las plumas a las aves rebeldes le despunté las puntas a las alas arcangelicales de  enviado de Dios.   Hoy convive con las palomas blancas, parecidas a  Espíritu Santo, y procrean hijitos mensajeros que llevan  cartas al cielo.    
En las noches Cuando estoy solo Dejo pasar el silencio Como un caracol de tiempo Que camina lentamente Y la oscuridad no se acaba.
LA NOCHE
Autor: Edgar Tarazona Angel  389 Lecturas
   Tengo muchos años de vida Y decenas de amigos Y conocidos se marcharon. La muerte no perdona. Todo comienza y todo termina.. Y me pregunto; ¿A mí cuando me toca?  
buenas tardes señor administrador:He intentado publicar algunos artículos y sale un mensaje que me niega la posibilidad de hacerlo. me gustaria saber cual es el motivo. llevo varios años en TEXTALE y no me he salido de las normas.Me gustaria saber cual es el motivo de esta negación para que yo publique.Por demás está decir que agradezco la oportunidad que he tenido estos años para mostrar mis escritos.Muchas gracias. Edgar Tarazona Angel
  Su pasado era un enigma; sólo él conocía los detalles de su vida y por ningún motivo los compartía con nadie. Estuvo prisionero en diferentes oportunidades por delitos menores; nunca por asesinatos, que eran su pasión y verdadera profesión. Ahora estaba retirado, con bastante dinero en el banco, ganado con sus “trabajos”; nunca aceptaba muertes de seres anodinos, insignificantes, humildes… era el asesino mejor pagado del país. Cuando los años comenzaron a restarle facultades decidió el retiro honorable y escogió una pequeña ciudad cercana a la capital. Era cuestión de estrategia: en la población quería mantener un perfil bajo y su capital era apreciable, de manera que todas sus transacciones las realizaba en la sucursal de uno de los grandes bancos de USA y el dinero de los gastos en un banco nacional. Con el mismo sentido del incógnito, alquiló una habitación en un barrio de clase media y desde el primer día se hizo notar como un ciudadano ejemplar. Su nombre actual era Ángel Cervantes; todas las identidades anteriores estaban canceladas. Don Ángel servía a quien lo llamara: arreglaba escapes de agua y de gas, componía chapas y puertas, ayudaba a las señoras con las bolsas del mercado cuando las encontraba, tomaba una o dos sodas con los vecinos (nunca más de dos botellas) porque era abstemio, visitaba enfermos y ayudaba con las diferentes actividades comunales. Al barrio llegaron don Benigno Guerra y su señora. Compraron dos casas enormes y cada uno vivía en una de ellas; como cada inmueble quedaba con apartamentos y habitaciones desocupados, arrendaban a otros y de ahí provenía el dinero de su diario vivir. En algún momento apareció en la casa de la mujer de Benigno (Inocencia de Guerra) una venerable anciana que vivió un año y se trasteó a la casa de Benigno (olvidaba contar que dicho señor y su consorte o se hablaban, no convivían, se odiaban a muerte, pero siempre viajaban juntos y le hacían saber al otro de sus movimientos comerciales). La viejita pagó el primer mes de arriendo y a los quince días, al regresar del centro de la ciudad, encontró sellada la puerta de su apartamento y la reja del antejardín con un tremendo candado. Al preguntarle a su casero la razón este le dijo: -         Señora Candelaria, usted le debe a Inocencia seis meses de arriendo. -         Sí, señor, pero eso debo arreglarlo es con ella, ¿no le parece? -          Nada de nada. O le paga a ella o no entra aquí. La pobre señora intentó convencerlo por todos los medios, pero como hablar con un muro de piedra. El hombre y su mujer tenían una fama grande de malvados, rencorosos y malas gentes, de manera que los vecinos se hicieron los desentendidos con la anciana. Los más caritativos le suministraron cobijas y algo de comida. Por fortuna el clima tropical permitía que Emilita (la viejita) durmiera en el parque sin la tortura del frío. Después de tres semanas de tristeza y abandono llegó Ángel, de uno de sus misteriosos viajes fuera de la ciudad. Habló con Emilita y se comprometió a solucionar su problema. Por aparte se entrevistó con Benigno y con Inocencia; ninguno aceptó nada diferente del pago de los seis meses atrasados en la renta. Ese ir y venir de uno al otro protagonista del drama se convirtió en un calvario. “Lo que se aprende no se olvida” y “el que ha sido no deja de serlo”, dicen los refranes; Ángel veía en la viejita el retrato de su anciana progenitora y por ella decidió arreglar el problema de una sola vez. Comenzó a visitar a Inocencia, de quien decían las malas lenguas que estaba enamorada de él, y se hizo amigo de Benigno; todo en cuestión de días. Por cuestiones de espacio Ángel no podía albergar a la ancianita pero si arreglarle el problema. Una noche llegó al parque y le dijo a Emilita que podía retornar a su hogar. La ancianita no podía creer que el candado no estaba y el sellamiento de la puerta tampoco. ¿Cómo había ocurrido todo? Sentado en el avión que lo llevaba a Bonaire, Ángel hacía un recuento de sus movimientos del día anterior. Después de dar por perdidas las conversaciones de conciliación y agotada su paciencia, esperó el siguiente viernes, día anterior a su viaje a la isla. Esperó que Benigno fuera a la tabernita donde llegaba a fastidiar a los comensales; buscó en su colección de ganzúas y abrió el candado sin violentarlo, se lo echó en el bolsillo y luego procedió a romper el sello de la ignominia; su segundo paso fue avisar a Emilita de que retornara a su hogar. El tercer paso visitar a Inocencia, emplear sus dotes de seductor, basado en los rumores que había escuchado y aceptar el licor que ella le ofrecía, demorando el primer sorbo que nunca llegaría, (la mujer tomaba una tras otra copa,  como alcohólica que era) y en un momento determinado echarle en el vaso el veneno que no dejaría huellas y en el cadáver una expresión de felicidad; para contrarrestar el dolor, había revuelto con la pócima abundantes somníferos y con el alcohol agregado… Después de comprobar la muerte de la mujer, con los dedos le acomodó en el rostro una mueca que pretendía ser una sonrisa, la sentó ante la mesa del comedor con medio vaso de aguardiente en la mano y la cabeza recostada sobre el brazo izquierdo, lavó el vaso en que había bebido y todos los rastros de que la dama hubiera tenido compañía, sintonizó una emisora de música romántica y salió. Si alguien lo vio no diría nada, él era muy estimado y la señora odiada, a lo mucho se preguntarían los vecinos ¿Qué le vio don a esa bruja? Nadie lo vio. Fue al bar donde encontraría a Benigno, como siempre todos lo saludaron y le ofrecieron de beber, aceptó una bebida gaseosa y luego pidió una ronda para todos, a su cuenta. Llamó a Benigno y les hizo dar la mano a todos en señal de amistad; preguntó al cantinero la hora del cierre y se despidió de todos. Presumía lo que sucedería después; cuando saliera, todos le sacarían el cuerpo a Benigno… así fue. A las once de la noche fueron saliendo todos y, como siempre, el último fue Benigno, el más borracho y fastidioso de todos. Más adelante él lo esperaba, cerca de un parquecito con bancas, muy apropiado  para su conversación. El hombre se sobresaltó al escuchar su nombre, pero al ver a su “amigo” se acercó confiado, tambaleándose. Este le ofreció media botella de aguardiente que el hombre recibió agradecido y de una vez se zampó un cuarto del contenido. Hablaron del hijueputa cantinero que no quiso vender más y de los desgraciados amigos que lo dejaron solo y se fue adormilando en el hombro del  ángel vengador; este pasó su brazo sobre los hombros de Benigno y, cuando lo escucho dar el primer ronquido extrajo de su bolsillo un estilete que penetró limpiamente por el oído derecho del hombre borracho. Su experiencia de asesino le permitió imaginar la rotura del tímpano, luego los huesecillos del oído medio, el paso por el oído interno y al final el cerebro. Benigno jamás sabría cómo le llego la muerte. Se puso de pie, limpió la poca sangre que manó del oído, limpió el afilado estilete con una toallita desechable y guardo todo en el bolsillo; más tarde arrojaría el papel y el algodón a una cañería de aguas negras. Acomodó el cadáver en posición fetal, esa que adoptan los mendigos y los borrachos al dormir en una miserable banca de parque. Caminó dos cuadras a donde había citado un taxi que lo recogería para llevarlo al aeropuerto. Como era su costumbre llegó puntual. Tantos cadáveres en el camino de su vida y ningún arresto por esta causa eran el mérito por no dejar huellas y hacer las cosas con precisión matemática. En la morgue dirían que la mujer murió por intoxicación etílica y el hombre por una trombosis cerebral o algo parecido. Los forenses del pueblo no eran demasiado meticulosos. Antes de dormirse miraba por la ventanilla del avión esa alfombra maravillosa de nubes y en el horizonte el sol que empezaba a salir. Su conciencia estaba tranquila. Le daba gracias a Dios por haberle permitido realizar esta buena obra. Edgar Tarazona Ángel
En mi lento caminarlos senderos del destinotuve que toparme contigoen algún camino incierto…de esos insospechadosque nunca transité antesy sin ningún motivoentré en tu vida sin pensarlo dos veces.No sé si me esperabas,pero estabas ahí, alerta,con los brazos abiertosy los labios húmedos esperando mis besos.Irrumpiste en mi corazón herido de otros brazosy otras bocasy otros cuerpos.Cicatrices  mal curadas,dolores no extinguidos,sentimientos encontrados que chocaron con los tuyosy se confundieron en una amalgama total…Te doy las gracias por ser como eresPor aceptar mis locurasY creer que no lo son¿Mañana vendrá para los dos?No lo sé, tal vez, pero el futuro inciertoencierra la promesa de un te quiero definitivo…tal vez… el tiempo lo dirá
LLEGASTE TU
Autor: Edgar Tarazona Angel  338 Lecturas
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AMOR EFÍMERO
Autor: Edgar Tarazona Angel  373 Lecturas
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    Ni importa la distancia,Muchos kilómetros nos separanPero estás en mí y yo en ti.El mar y la playa me trajeronLa nostalgia del recuerdoDe estos sitios que una vez gozamos juntos.Estás ausente de cuerpoY presente en mi cerebro.No importa lo que pase,Eres un sueño perpetuoQue renace cada díacuando veo el mar salir en lontananzaen el mar de nuestros sueñosy en las tardes te dibujas en los arreboles marinos…en los rojos, amarillos y naranjascuando el sol se d3espide de esta playa.Siempre el mar, adoro el mar,Y quiero morir en el o junto a él, ojala contigo, mi amor.Edgar Tarazona Angel
LEJOS DE TI
Autor: Edgar Tarazona Angel  513 Lecturas
  Erase una niña rica y hermosa que vivía con sus padres en una mansión. Para celebrar sus quince años contrataron el mejor salón de la ciudad y dos excelentes orquestas; por supuesto, la mejor casa de banquetes se hizo cargo de la fiesta a la que invitaron a las niñas de la alta sociedad menos a Requilda, la envidiosa del colegio, hija de Temilda, una señora con fama de bruja que, para vengarse del desaire preparó un bebedizo que hizo entrar a Iris, nuestra heroína, en estado cataléptico durante diez largos años. Eso dijo en la audiencia de imputación de cargos. Olvidaba decir de Iris que era la mata de la pereza y se decía que hasta se dormía en medio de una balacera. Pues sus padres habían concertado boda con Prudencio, muchacho bobalicón pero hijo de multimillonarios, que aceptó esperar el tiempo necesario, con tal de ser su esposo y unir las dos fortunas. Pasada la década y con la presencia del joven y los padres de ambos, la joven de veinticinco años abrió los ojos, se desperezó, bostezó y acomodándose nuevamente en posición fetal les dijo que la dejaran dormir otro rato. Edgar Tarazona Angel
NEREIDAS. Diosas marinas Estas son diosas menores, hijas de Nereo, un dios del mar Mediterráneo, y de su mujer Doris. Son nada menos que cincuenta, así como lo están leyendo, cinco decenas y esta es la hora que no me explico cómo hacia la madre para estar pariendo como una ratona. Y es que con calculadora en mano me toca pensar que cada parto era de cuatrillizas o quintillizas pero, si lo dice la Mitología hay que creerle. Además los dioses son inmortales y tenían todo el tiempo del mundo para estar dándole al oficio de cama de agua (porque era entre el mar) y dando a luz cada año. Vivían en el fondo del mar y no sé qué demonios hacían para divertirse además de mirar pececitos, jugar a las escondidas o las lleva. Bueno, haciendo cuentas entre la mayor y la menor se llevaban 50 años y en que se ponen de acuerdo una vieja de 50 y una niña de un año… digo. También dice el mito que montaban en delfines y otros animales marinos. Algunos pintores las representan en caballos de mar y eso no puede ser cierto porque estos bichitos son muy pequeños, miden solo unos centímetros; a no ser que ellas fueran enanas muy pequeñas y los caballitos gigantes. Dejo quieto el mito porque de pronto me regañan. Disque salían a la superficie a socorrer marinos, viajeros y náufragos sin hacerles daño y no como las sirenas que cantaban para atraerlos y después devorarlos, no digo comérselos porque en algunos países comerse a otro puede ser tener sexo. Tres pasaron a la historia y las otras 47 ya no aparecen ni en facebook, pobrecitas. Las famosas son Tetis la madre de Aquiles, el héroe de la Ilíada. Al principio pensaba que Tetis era una marca de brasieres. Otra es Anfitrite la mujer de Poseidón el dios de todos los mares y océanos y Galatea; de esta se enamoró el cíclope Polifemo (no me acuerdo si ya les conté de este tipo grande y feo) Bueno, esta es la historia resumida de 50 muchachas marinas.  
  En varios sitios donde publico mi visión personal de la mitología griega, y a causa de lo que dije de El complejo de Edipo, me pidieron que contara acerca de este otro, el de Electra. Pues las primeras veces que lo escuché nombrar me imaginé algo relacionado con la electricidad y unas instalaciones enormes, porque también se le dice complejo  a ciertos conjuntos. Hay complejos turísticos, residenciales, industriales, etc. Entonces deben existir complejos eléctricos. Volviendo al tema mitológico es como sigue: Electra es una hija de Agamenón y Clitemnestra;  el primero un héroe de la guerra de Troya y la segunda una hijuemadre vieja que hizo hasta para vender para quitárselo del camino (después les cuento). se hallaba ausente cuando su padre regresó de la guerra y fue asesinado junto con su amante Casandra por Egisto, el amante de Clitemnestra. Bonito tema para una telenovela ¿sí o no? Y para las noticias amarillistas. Lo cierto es que a cada rato me salgo del tema. Electra tenía un hermano llamado Orestes, del que no se sabe mucho pero para mí es el que reencarnó siglos después para componer la música del himno nacional de Colombia, si no lo saben fue Orestes Sindici.  A este niño, que estaba el día de la muerte atroz de su padre lo salvó una nodriza y cuando fue mayor acudió al oráculo (cuando no los griegos) que le ordenó regresar a su patria a vengar a su padre. Ante la tumba de Agamenón se encontró con Electra y se pusieron de acuerdo para la venganza que viene en otro capítulo. Lo cierto es que pasaron muchas cosas que no tienen que ver con el bendito complejo y me toca dejar a Electra casada con Pilades que me figuro es el inventor de los pilates que se practican en el gimnasio y no sé si fueron felices y comieron perdices, lo cierto es que se llama Complejo de Electra a la atracción enfermiza de la niña por su papá, y vale la pena una pequeña explicación. Siempre se le echa la culpa a Freud de las anomalías de la cabeza pero este complejo lo propuso Carl Jung como oposición al de Edipo. Procura explicar la maduración de la mujer y es muy común a todas las niñas durante su infancia aunque algunas lo eternizan de por vida, sobre todo si el viejo tiene plata. Esta fijación amorosa puede significar una rivalidad con la madre y es normal hasta los tres años; si continúa ya se puede convertir en un caso patológico que requiere tratamiento. De mi libro MITOLOGIA GRIEGA CON HUMOR
  Me encanta comer dulces de todas clases: caramelos, confites, chocolatinas, galletas, helados, en fin, todo lo que el ingenio humano produce basado en la miel, el azúcar, el chocolate y  todo lo relacionado con la industria de las golosinas. Los médicos me prohíben el alto consumo en cada visita de rutina porque, maravillas de la naturaleza, tengo el azúcar en un nivel normal y el peso un poco subido, sólo un poco. Digo todo esto porque lo que voy a contarles me llena de tristeza todos los días y fue una motivación para disminuir el consumo de dulces y bebidas azucaradas. Cuando niño tuve una dieta estricta debido a mi mala salud y la mayoría de comidas que gustan a los niños las tenía vedadas. Años más tarde, cuando recuperé el buen estado físico comencé a probar de todo lo prohibido y me volví adicto a lo que ya mencioné al comienzo. En los bolsillos del saco y en la maleta que siempre me acompaña llevo una buena provisión de mis “alimentos preferidos” que mastico o chupo a lo largo del día. Ah, olvidaba contar que otra de mis debilidades son las tortas, bizcochos y panes de todas las clases, por eso cuando paso frente a una bizcochería y aspiro el delicioso olor del pan recién horneado no puedo resistir la tentación de entrar y, como puede suponerse, pido una bebida gaseosa para humedecer todo lo que puedo consumir. Pues el hecho que quiero confesar es que me encontré con un amigo al cual no veía hacia años y que estaba de paso por la ciudad antes de viajar de nuevo a Europa, donde residía hacía tres décadas. La alegría fue mutua y me invitó a su casa donde me presentó a su bella esposa alemana y su hijo de tres años. Hablamos de todo y como notaron la buena armonía entre su niño y yo, me pidieron el favor de cuidarlo una hora mientras hacían una diligencia. Yo acepté encantado porque me encanta escuchar a estos pequeños y sus opiniones. El chico estaba en un corral de esos modernos con todas las comodidades y ellos me pidieron el favor de no sacarlo; de manera que la conversación   parecía entre un abogado y un presidiario tras los barrotes. El asunto transcurrió normal mientras no se me despertó la ansiedad por consumir mis dulces. Comencé con una chocolatina de tamaño grande  mientras el niño me observaba con sus ojos abiertos pero sin abrir la boca. De pronto me dijo: _Eso que es? _Me extrañé por la pregunta, que consideré estúpida, pero recordé que era un niño europeo que balbuceaba bien el español y le contesté: una chocolatina. _Sabe sabroso? Dijo _Claro que si, respondí, Quieres probar? No hubo necesidad de más palabras, compartimos varios manjares durante unos minutos cuando, de pronto, empezó a ponerse pálido primero y después rojo, a temblar y quejarse de dolor de estómago. Yo llamé de inmediato a sus padres pero algo me dijo en mi interior que ocultara lo de los dulces y, mientras llegaban borré todas las señales del consumo. Entraron a las carreras y buscaron unos medicamentos que aplicaron al niño mientras alistaban ropa para llevarlo de urgencias a una clínica. Ni se despidieron. Tres días después supe que el niño había fallecido, padecía alteraciones graves de hipoglucemia e hiperglucemia. Mejor dicho diabetes aguda. No supe si llamar a sus padres o quedarme callado. Opte por lo segundo y todavía me remuerde la conciencia y me digo: ¿Cómo iba yo a saber que el niño era diabético?
  Lunes 4 de octubre de 2021. No sé la hora, pero de pronto empezaron a llegarme llamadas de personas que tengo en contactos y, desde que tengo esta tecnología, no se les había ocurrido marcar ni una sola vez. Todos tenían la misma pregunta o similar: “Edgar, usted sabe que pasa con WhatsApp, Facebook, Twitter…” y yo ni idea. Utilizo estas aplicaciones, pero no me prendo a toda hora. Pues de inmediato a mirar que pasaba y, por supuesto, abrí cada aplicación en mi celular y nada, no respondían; entonces busqué en Google la respuesta y Eureka, todo esto estaba colapsado en el mundo. Bueno, cualquier día podía pasar y las respuestas no se hicieron esperar, como ocurrió a principios de la Pandemia; se barajaron hipótesis que incluían saboteo de los chinos, intervención de extraterrestres y bulling de los dueños de estas aplicaciones. Para mi fueron unas horas, no muy largas, pero para otras personas que se pueden considerar adictos este espacio de tiempo debió parecerles una eternidad. Y hablo de adicciones porque por todas partes se ven seres humanos embobados o embrutecidos mirando la pantalla del celular y contestando mensajes o sosteniendo conversaciones escritas o video llamada. Les puedo asegurar que salí a caminar y encontré muchachas llorando porque pensaban que el novio las había bloqueado, hombres madreando por algo parecido, convencidos que la pareja no quería contestarles. Pasada la crisis que para muchos fue tragedia (se calcula que más de tres mil millones de seres en el planeta tierra), como que escuché un suspiro de alivio y pensé mirando los memes y las noticias: “si estas manifestaciones histéricas, terroríficas, de dolor, y otras emociones negativas se dieron por la suspensión de unas horas, qué pasará si esto se extiende a días, meses o años” A mi me permitió sentarme a revisar correo, que no colapsó, escribir unas cuartillas, leer unas revistas y periódicos que tenía amontonados y observar las reacciones de personas por la calle y lugares públicos. Que tal esto en Navidad y/o Año nuevo. Edgar Tarazona Angel  
  Desde que tenía recuerdos las imágenes en su mente y las voces le repetían que el trago era su enemigo, el alcohol es un diablo maligno, mire como tiene a su papá, a sus tíos y a todos esos amigotes que jartan con ellos, nunca lo olvide niño, aléjese de las botellas y de las malas mujeres… y se lo decimos con mucho cariño. Lo de las botellas si lo entendió porque con mucha frecuencia veía los estragos que causaban lo borrachos en el pueblo y cada uno en sus casas, pero a su tierna edad de cinco años no entendía porque debía poner distancia de las mujeres si todas las de su familia lo mimaban Ya el tiempo había transcurrido y esos consejos no encajaban en su vida bohemia. Salió de su pueblo natal a estudiar en una pequeña ciudad fría y llena de historia; se graduó con honores como maestro bachiller y empezó a laborar como maestro de primaria. En su primera escuela encontró la mujer que lo inició en todo, licor incluido y ahí fue que entendió la advertencia sobre las mujeres, pero en vez de asustarlo quedó encantado. Su facilidad para rimar versos de amor le abrió puertas y piernas, porque el alcohol ayudaba a encontrar las llaves precisas. Leyó El Retrato de Dorian Grey y, de alguna manera se vio reflejado e identificado; eso hizo que aumentara su consumo de alcohol y de mujeres. La última vez que nos encontramos me habló de su infancia y de los miedos que le inyectaron contra la bebida y el amor carnal. Entre risotadas me dijo que lo mejor que le pudo pasar en su vida fue encontrar ese demonio amigo, refiriéndose al trago, que le ayudaba a encontrar esos otros hermosos demonios… meses después supe que se había pegado un tiro en el corazón, completamente borracho, por una decepción de una hermosa diabla, como llamaba a las mujeres. Lo mataron sus demonios amigos. Edgar Tarazona Angel
  Todos estábamos reunidos en la sala conversando de temas familiares cuando escuchamos hablar al niño con alguien Nos acercamos a la puerta y escuchamos dos voces, la del niño y una voz femenina, pero no se entendían las palabras. Después de unos minutos todo quedó en silencio y nosotros entramos y le preguntamos: -         ¿Con quién conversabas? -         Con mi abuelita – respondió -         Y, ¿Dónde está tu abuelita? -         Se fue por la ventana y me dijo que otra noche volvería para llevarme a un paseo muy largo   Nos miramos aterrados; la abuela murió hace tres meses y su nieto tiene cáncer.   Edgar Tarazona Angel
  Siento un gran amor por esos objetos con hojas y llenos de palabras que llamamos libros. Un amor que nació desde mi infancia alimentado por mi madre y dos damas de la familia que me enseñaron las primeras letras y me iniciaron en las primeras lecturas. Crecí en un pueblo pequeño y aferrado a las tradiciones sociales y religiosas, de manera que las primeras lecturas que escuché fueron pasajes bíblicos contenidos en un pequeño libro, que ahora es artículo de coleccionistas, titulado CIEN LECCIONES DE HISTORIA SAGRADA.  Pero hago claridad en que no aprendí a leer en este libro, para eso estaban la CARTILLA CHARRY y LA ALEGRÍA DE LEER. Abuelas de las que años después las remplazaron como Paquito, Coquito y Nacho lee. Estas fueron las puertas de entrada a mi mundo de los libros. Mi gran sorpresa fue encontrarme con LAS MIL Y UNA NOCHES en versión para niños (lo digo porque gran cantidad de personas dicen haberlas leído y no lo creo, la versión completa son dos inmensos tomos de unas mil páginas cada uno, en letra pequeña); en letra grande y con dibujos conocí a Simbad el Marino, Aladino y la lámpara maravillosa, Ali Babá, las alfombras voladoras, los magos de oriente, los genios de lámparas y anillos que cumplen tres deseos, etc. También y, por respeto a las buenas costumbres, las tías me leían primero y después me daban libros de fábulas, de la mano de Esopo, Samaniego, Lamartine y, otros aprendí lo bueno y lo malo con las moralejas de dichos relatos. Mi gran compañía durante mi infancia de niño enfermo fue una enciclopedia en veinte tomos que compró mi madre cuando descubrió mi adicción a los libros: EL TESORO DE LA JUVENTUD, los que lo conocen saben que cada tomo está dividido en secciones como Los dos grandes reinos de la naturaleza, El libro de la poesía, Narraciones interesantes, Historia de los libros célebres, etc. Esta fue la llave para el resto de mi vida. Cada tomo me llenaba de imágenes y episodios que nunca dejaron de acompañarme por el resto de vida hasta hoy, que conservo tres de esos tomos y los abro para recordar esas horas solitarias con las letras. Con los libros célebres me hice amigo de Cervantes, Shakespeare, Calderón de la Barca, Quevedo, Víctor Hugo, Julio Verne y muchos más.   A medida que pasaban los años, y aun niño, mi deseo de lectura aumentaba y mi padre me colaboraba con historietas o cómics que aparecían en cuadernillos (algunos de estos personajes sobreviven en esta época y otros desaparecieron. Los superhéroes permanecen, pero lo vaqueros pasaron a la historia). Todos los domingos los periódicos traían un suplemento que llamaban aventuras y eran series como Mandrake, El Fantasma, Tarzán y otros; también personajes cómicos como Lorenzo y Pepita, Pancho y Ramona, Copetín, un gamín bogotano y más. A los doce años empecé mi secundaria interno en una Escuela Normal y allí cambiaron totalmente mis costumbres literarias, los compañeros mayores llevaban material prohibido, aun por la iglesia católica y a mis manos, ojos y mente llegó José María Vargas Vila, un renegado que estaba excomulgado y eso lo hacía atractivo para las mentes febriles juveniles, también leí los poetas malditos franceses (Rimbaud, Apollinaire, Mallarmé…), el norteamericano Oscar Wilde, uno de los preferidos por su lenguaje sexual y, casi lo olvido, el Marqués de Sade. Pero, no todo era literatura prohibida y clandestina, el colegio contaba con una biblioteca que a mi me parecía inmensa y, con el paso de los años fui el poseedor de una casi igual de voluminosa. Los lectores éramos contados; los indisciplinados éramos privados de la salida los fines de semana y yo me distinguí los seis años por mal comportamiento, de manera que la biblioteca era mi celda de castigo; allí me encontré con los clásicos de todos los tiempos (hasta 1960) y mis preferidos fueron los rusos Tolstoi, Gorki, Gógol, Dostoyevski. No es que haya leído todas sus obras, algunas en resúmenes. También estaban los clásicos griegos y latinos y desde entonces me armé un sancocho literario en la cabeza que nunca pude ordenar, no sé si para bien o para mal. Terminado el bachillerato pedagógico entré a trabajar como profesor de primaria y dueño de mi dinero me volví comprador compulsivo de libros; en Bogotá DC, la capital de Colombia, abundaban los puestos de venta de libros usados, a precios casi regalados, entonces cada mes, con buena parte del sueldo, compraba libros de todos los temas, por no decir géneros, y es que no solo llevaba literatura, también historia, sociología, astrología, esoterismo, bricolaje y cuanto podía encontrar escrito. Fue así como llegue a tener una de las bibliotecas más grandes de la pequeña ciudad donde vivía y presumía de ella. Pues si leía o más bien devoraba libros, uno o dos diarios, según el tamaño y el contenido. Eso unido a una buena memoria, me hacía ver como un erudito, pero yo era una enciclopedia a nivel bachillerato, a lo sumo. Bueno, con los años y ya pensionado, decidí cambiar de ciudady como los libros pesan y hacen bulto empecé a regalar. Tenía la colección de MAGAZINES del Espectador y LECTURAS DOMINICALES de El Tiempo que obsequié con dolor a un amigo a quien suponía interesado en conservarlas; después supe por la esposa que los vendió por peso. Los siguientes regalos libros y textos escolares a los vecinos con hijos en edad escolar. Siguieron los menos importantes como novelas de vaqueros y de ciencia ficción que venían en edición de bolsillo; los ciento y pico de librillos que sacó COLCULTURA, revistas de diferentes temas y folletos… Después de diez años vino otro traslado de ciudad con el consiguiente trasteo y regalo de libros. Esta vez a las bibliotecas de colegios y escuelas ya que en esta población no tuve casi amigos lectores. y en los últimos años, como decidí que la mayoría de libros ya no volvería a leerlos los doné a cárceles, universidades y bibliotecas. A las prisiones de Medellín, obsequié 250 textos por intermedio de una abogada. Hago esta publicación por ser hoy 23 de abril el día del libro y confieso que cada entrega era un dolor grande porque para los que amamos los libros y la lectura estos son como hijos y duele la separación. Me queda la satisfacción de haber compartido literatura, ciencia, distracción, pasatiempos, manualidades y que los receptores de estas hojas impresas hayan disfrutado de la lectura y se enamoren de los libros como muchas otras personas y yo, que estoy compartiendo mi experiencia. Felices horas de lectura les deseo. Edgar Tarazona Angel
  Esto decía el bonito del pueblo y repetía una canción que estaba de moda y decía: “Que se mueran los feos/ que se mueran los feos/ que se mueran toditos, toditos los feos/ Yo no soy tan feo/ y como nadie me quiere a mi modo/ seguro me voy a morir…” Hasta las muchachas, que antes lo tenían como candidato a posible novio, se aburrieron de oírlo y una que, si lo quería de verdad, un día, resentida por sus desprecios y humillaciones, le arrojó ácido en la cara. Edgar Tarazona Angel

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