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Ayer, en los últimos minutos del martes 12 de octubre, los hermanos chilenos, demostraron al mundo que cuando el pueblo se une y la voluntad para lograr un propósito, es unánime, “SE PUEDE” El país entero, unido, mantuvo encendida, a pesar de las dificultades, la llama de la Esperanza para conseguirlo. El país y el mundo, festejan el salvataje de 33 mineros, sepultados a setecientos metros de profundidad en la mina San José de Copiapó. Mineros, la clase obrera más explotada, en un trabajo de máximo riesgo. Cuando Florencio Avalos, el primer rescatado, salió de la cápsula a la superficie, la ansiedad cedió y las lágrimas de alegría expresaron los sentimientos colectivos. ¡CUANDO SE QUIERE, SE PUEDE! ¡VIVA CHILE! Buenos Aires del pasado, barrio pobre. Aquella esquina, donde un farol ilumina, con mezquina luz, la noche. Empedrados desparejos, de foráneos adoquines, por carretas, desgastados, cargadas con aparejos que al puerto, van destinados. De una calle bien mistonga, si alguno para la oreja, nítida llega la queja, de un bandoneón que rezonga. Por amores contrariados, la mina que se piantó, el taura que se quedó, sólo, triste y amargado. Sin la paica y sin el vento. En el cotorro mugriento, mira sin ver los frasquitos, adornados con moñitos, que la grela, le dejó. Un sollozo entrecortado, manifiesta su dolor, al comprobar que los frascos, no son de un mismo color. Lágrimas en rebeldía, por sus mejillas ruedan, poceadas por la viruela, atenuando la caída. Las seca con un pañuelo y se aclara la garganta. Y en busca de otra percanta, se aleja mirando al suelo.Viejo barrio, barrio reo, de malevos traicionados por paicas que les dejaron el corazón con agujeros. Matones y cuchilleros, a la hora del desafío, sorprende su temple frío, al hundir el recio acero. El amor se vuelve infierno, cuando el taita se enamora. Es que le llegó la “hora.” En el fondo, es manso y tierno. Y justos y pecadores, tienen el mismo castigo. Pelandruna abacanada, ó bacana original, Ellos cruzan los aceros y ellas cambian el percal. Hablábamos en grupo de amigos, de cosas que nos habían impactado. Recordé una nota, leída hace tiempo, en las páginas de un diario local. Sucedió en una zona marginal de la provincia de Buenos Aires, en un asentamiento precario, de gente llegada de otros lugares para buscar el sustento en trabajos muy duros. Apartada del resto, en una casilla de maderas y cartones, se instaló la pareja, proveniente del interior. No tenían amigos, ni se relacionaban con sus vecinos. Los dos salían al amanecer, el mismo ómnibus los trasportaba a la capital, ella caminaba seis cuadras para realizar tareas de limpieza, en oficinas. El a una obra en construcción donde lo habían contratado como peón. Regresaban de noche. Ella inició, dos meses atrás, una peligrosa relación con un muchacho de la zona, que le sugirió la necesidad de deshacerse del marido para irse a vivir con él. Le proveyó un arma cargada y le dio instrucciones para usarla, aconsejándole que era preferible hacerlo a quemarropa, cuando estuviera dormido, para evitar alguna reacción. El hombre fornido, ella frágil, no tendría posibilidad de defensa. Frágil también de mente, siguió al pie de la letra las lecciones recibidas. Dormido, le descerrrajó un balazo en la sien. Envolvió el arma en un diario viejo y salió para esconderla entre matorrales a unos ochenta metros de la tapera. Iba a cebarse unos mates cuando, al entrar, tropezó con el hombre. - Dónde estabas? Le preguntó. Ella inventó – Uno de los perros aullaba, por una espina en una pata, ya se la saqué. - Me duele la cabeza, dame un mate. - Estás cansado, andate a dormir - No, acompañame, estoy mareado, en el bus se me pasará. Fueron hasta la parada, él apoyándose en ella para no tambalear. Tenía ese día libre por tareas de desinfección en el edificio de oficinas. Volvió a la tapera, encendió la radio mientras tomaba unos mates. A mediodía un auto policial se detuvo en la entrada. Se identificaron los agentes, preguntó uno de ellos si era la vivienda de Pedro Quispe, si ella era pariente. - Puede acompañarnos? – Si, contestó la mujer sin preguntar nada, sorprendiéndolos con su pasividad. La llevaron al hospital de urgencias. Esperó una media hora. Un médico la saludó. Le preguntó si era esposa de Pedro, si habia notado algo raro, un malestar cualquier cosa ocurrida últimamente y que hubiera llamado su atención. -No- dijo escuetamente. Tampoco hizo pregunta alguna. La hicieron pasar a la morgue. En una camilla, acentuada la palidez cadavérica, por la luz artificial, lo reconoció, sin experimentar la menor emoción. -Si, es Pedro,-dijo -Lo trajeron inconciente del trabajo. Falleció una hora después, -aclaró el médico. Pensó que su falta de reacción se debía a un shock, la hizo sentar para tomarle la presión. La autopsia reveló lo que nunca hubieran sabido, de no hacerla. Al rapar la abundante , oscura, áspera cabellera del occiso, un pequeño círculo, casi imperceptible con restos de sangre seca que lo había obturado, dio la pista que siguió el forense. Completados los estudios, la mujer se presentó al careo y aceptó los cargos sin objeciones. Buscaron al sospechado de inducirla, había levantado vuelo, sin dejar rastros. El mayor impacto que tuve, la inconmovible actitud de la mujer que en ningún momento demostró, aversión ni odio por el marido, que justificara ó atenuara su acción.Su comportamiento, al saber que no murió inmediatamente, cuando lo acompañó hasta el bus. Finalmente la falta de reacción como para ni siquiera fingir sorpresa al enfrentarse con su cadáver. En definitiva, pienso que la mujer no es normal ó no tiene sangre en sus venas. Me gusta verte dormir, cuando el cansancio te vence. Por tus ligeros berrinches ya presumo lo que quieres. Me quedo un rato a tu lado para verte sonreír, Después arrugas la frente, es lo que suele ocurrir cuando en tu sueño, no logras, lo que intentas conseguir. Algo te está molestando y no se lo que será, un suspiro ahoga el llanto, luego vuelves a reir. Abres los ojos, dormido, me miras y no me ves, los cierras, mueves las piernas, disponiéndote a correr por un camino soñado donde te vas a encontrar junto a todo lo que quieres y feliz despertarás. El bloque llegó al estudio con toda felicidad y con premura, el artista se dispuso a trabajar. Cobraba formas el mármol al corte de su cincel Pigmalión muy concentrado, la modelo, obedecía. comenzando a presentir algo, que desconocía. Un extraño sentimiento que la hacía estremecer si al corregir una pose, él le rozaba la piel. En las noches que él salía, la tristeza la embargaba, El ama la perseguía y al rosario la obligaba, prometiéndole castigos si alguna vez se negaba. Pero apenas se dormía, la joven, se le escapaba para correr al estudio y descubrir a la estatua que más se le parecía cuando los días pasaban. La tarde que el escultor vió su obra terminada, pulida, en todo lograda, agradeció a la muchacha con efusivas palabras que ella interpretó, a su manera, totalmente equivocada. Invitó a varios colegas y a la mujer que amaba. Anunció su casamiento, agregó que esa estatua, obsequio para su novia, iba a ser emplazada en altura y justo al frente de su flamante morada. Nunca hubiera imaginado lo que eso le deparaba. La modelo se esfumó, de ella nadie supo nada. Después de los esponsales, de la iglesia regresaban Numerosos invitados para el festejo, esperaban. Arriba de la fachada, de la coqueta morada, lucía el Angel, radiante El ademán de sus manos, podía ser bienvenida, ó un adiós iirremediable. Al llegar hasta la entrada, le pareció al escultor, ver una cara morena que tras la estatua asomó, pero lo dejó pasar creyendo que era ilusión. El sol que estaba en el cenit, una broma le jugó. La sonrisa quedó trunca, con el ruido que atronó cuando la pesada mole, sobre ellos se desplomó. FIN Recuérdame alguna vez y mas, todas las que quieras. Yo lo sentiré en mi piel, como caricia ligera. Calmará mi incertidumbre, dudas y algo de temor que suelo sentir a veces, cuando me falta tu amor. No digas que me equivoco, que falla mi percepción, Argumentos destinados a aumentar mi confusión, la tristeza y esta angustia que oprime mi corazón.. Recuérdame cuando miras el cielo, al atardecer. El mismo cielo que juntos, nos vio por primera vez Y en las estrelladas noches, amor, míralo también, yo miraré el mismo cielo, aunque conmigo no estés Ya no mientas más Pinocho, que la nariz te ha crecido En ella salieron ramas, hojitas y han hecho un nido, una pareja de alondras que alli encontraron cobijo. Piensa, querido Pinocho que pronto vendrán sus hijos Es necesario que tengan, buenos ejemplos. Colijo, que si se enteran que mientes, se mudarán a otro sitio. Lo importante es que no mientas. La mentira es un delito Puede acarrear consecuencias fatales, porque es un vicio al que algunos se acostumbran y hasta se vuelven adictos. Era un joven escultor, a quien todos augurabanun futuro promisorio, de holguras y de medallasen mérito a los trabajos que su talento creaba.A su cincel, sometían, piedra y mármol, su durezay en formas de sorprendente belleza, los convertía.Una tarde, caminaba por la tranquila alameda.Una joven se acercó, pidiéndole una moneda. Escrutó los ojos negros en la carita morena,la gracia de movimientos, de sus jóvenes caderasy el talle fino y cimbreante bajo las raídas prendas.La mirada del artista, trasciende en pos de su meta.Y se la llevó al taller para hacer su obra maestra.Pasó por alto, los gestos que hacía su servidora, al ver a esa pordiosera, tratada como señora. El escultor le ordenó que se encargara de asearla,ofrecerle algún vestido, lo que fuera, alimentarlay buscarle un tibio lecho para que allí se quedara.A su obra, al día siguiente, los últimos toques daba,un suspiro, lo distrajo, bajo ropas muy holgadas la vió encogida y absorta, observándolo, admirada.La tez no era tan oscura como antes le pareció,Los ojos y el pelo, negros, negros igual al carbón.Dejó lo que estaba haciendo, le pidió que caminara,Y mientras ella lo hacía, él atento, dibujaba.Hizo cincuenta bosquejos, ninguno lo conformabaOtro ángulo, otra luz…. No, no era lo que buscaba.Cansada, triste y y vencida, creyéndose rechazada, cayó al suelo de rodillas con las manos apretadas.El artista dijo:- ¡Eso es! y comenzó a bosquejarla.Momento de inspiración, como aquél, no le sobrabaSalió en busca de la piedra, esa materia primaria, áspera, sobria, sin vida. Sería él quien la animara. Al influjo de su mente, un cincel, sus manos sabias,voluntad, perseverancia y una objetiva mirada,lograría, de esa piedra, la escultura que soñaba. Cuando dejes de quererme, algún día ha de ocurrir, prefiero que me lo digas. Y lo tienes que decir, para evitar que lo sepa por alguien que no me estima y se complace y solaza al ver cómo me lastima. O desprevenida, tenga, que escucharlo por ahí, de labios de alguien que goce, al verme tan infeliz. Si llegara a suceder, lo contrario, no lo creo, Pero no hay que descartarlo, nunca podemos saberlo. Si sintiera que ya no eres, el objeto de mi amor, Te juro, te lo prometo y que me castigue Dios, si por otro te enteraras, antes de decirlo yo. En los cuartos atestados de su imponente mansión, adquirida a precio vil, a un jugador compulsivo, mira todo, inquisitivo, nada escapa a su atención. De dónde y cómo logró, los objetos malhabidos, recordarlo, bien podría, con lúcida precisión. En ese sitio, no hay nada, legalmente conseguido. Atesora con deleite, con auténtica pasión, obras de arte, mobiliario, joyas y hasta un saxofón que un músico temulento le ha cambiado por alcohol. También un piano alemán, un bajo, unas castañuelas que por un trozo de pan, le ha dejado una mozuela, que ya no baila en la plaza, porque ha perdido las fuerzas y el garbo con que el flamenco, le hacía vibrar las piernas. Y está la gente en la plaza, esperando que ella vuelva. En una vitrina, guarda, joyas de incierto valor, gemas, cristales tallados, un juego de tocador, en fina plata, labrado, con la firma del autor. Témperas, óleos, bosquejos, de algún ignoto pintor. Hay un vestido de novia, que ha perdido su color, que jamás fue consagrado, porque el novio, no llegó a cumplir con su palabra, ni sus promesas de amor. Se marchita, lentamente, como quien nunca lo usó y eligió, aislarse del mundo, abismada en su dolor. Prendas de abrigo, calzado, se arrumban en un rincón. Sin beneficiar a nadie, en tremenda confusión, conviven cientos de objetos de diversa condición Esperan quizá el rescate que los vuelva a su función, Así transcurre sus días y sus noches, con temor de que alguien ose quitarle aquello que atesoró. Con afanes de usurero porque a nadie perdonó ni un miserable centavo y con sangre se cobró. Nunca gozó su fortuna, jamás pudo compartir Sus noches se hacen eternas, nunca consigue dormir Recorre los aposentos, cada vez más perturbado. Los objetos le reprochan el haberlos apartado, de sus auténticos dueños y al olvido, condenados. No siente remordimientos por su indigno proceder, aferrado a sus tesoros, su sino es enloquecer. Quiero leer en tus ojos. Que ellos mismos lo confirmen. Lo prefiero a tus palabras, estas podrían mentirme. Tus ojos me dicen todo, trasparentes y sinceros. No te sientas ofendido, si te digo lo que siento. Manejas bien el lenguaje, te sientes en tu elemento. Sabes usar las palabras y elaborar pensamientos muy bien logrados, a veces impecables, aunque inciertos. Adornas con tanto esmero tus encendidas arengas seductoras, convincentes y escasas de sentimiento. Quiero que sean tus ojos. Mejor que lo digan ellos si lo que tu boca dice, es en verdad lo que creo. Me miras, no dices nada, pero hay algo en tu mirada que me dice lo que callas mejor que muchas palabras. ¡Qué entendimiento perfecto! Sin preámbulos verbales. Tu sonrisa y mi sonrisa, trasmiten felicidades. Mis manos entre las tuyas lánguidamente descansan, entregadas a tus besos, dulcemente acariciadas. Ahora buscas mis labios, los ofrezco sin reparos. ¿Porqué habría de ponerlos, Si es lo que tanto he deseado? Ni pido ni hago promesas de eterna fidelidad Sólo vivir el momento de felicidad fugaz Pobre, mi prima, Esmeralda! El día en que se casó, dejó de ser lo que fue y todo, en ella, cambió. Desde la casa hasta el nombre, las costumbres que heredó, tradiciones de familia, para colmo, hasta el humor. Su carácter dulce y tierno, fermentó y se avinagró. Se casó con un marino que se la pasa en el mar. Ella espera y desespera y termina por llorar. Siempre tras de los visillos, aguardando su regreso. Vive en una casa grande, bien alejada del pueblo. Nunca sale a hacer visitas, yo no voy por el temor a ese mastín horroroso, regalo de su marido, que por demás es celoso. La cuida el día y la noche para eso fue entrenado y a nadie le permite ni que se acerque a su lado. De improviso, sin anuncio, llegó de un viaje, el marino. Mi prima, no lo esperaba y ya se había dormido, mientras echado, a sus pies, hacía guardia Sigfrido. Disponíase a sorprenderla, despojado, como Adán, había cambiado el perfume, craso error, por olvidar asperjarse del aroma que reconocía el can. Esmeralda, ahora viuda, como en su anterior estado, se vino a vivir al pueblo. Sale con el abogado que le administra los bienes, (pero viven en pecado). Por nada quiere casarse, aprendió bien la lección. A la esposa de un viajante, el mastín le regaló. Es el comienzo del día en la inmensidad del mar. Espléndido amanecer, con destellos de colores. Emerge el sol de las aguas en dorados resplandores y con las primeras luces, empiezan a despertar. Rústico es el caserío, la aldea es de pescadores. Son frágiles cascarones, los botes donde saldrán, con sus redes preparadas y listas para arrojar en el lugar, donde esperan, lo que buscan, encontrar. Al atardecer, regresan por esa invisible huella que ellos saben donde está y nadie más puede verla. Misterio de pescadores de sus padres, heredado que legarán a sus hijos, como un tesoro preciado. En busca de sus destinos, adentrándose en el mar, echan sus redes y saben, dónde las deben echar. Sobrevuelan las gaviotas, señal de que han acertado, es el lugar indicado, los cardúmenes están. Vuelven con las redes llenas, de pescado, rebosantes y amenazan con un remo, a los ladrones alados. Había pensado un cuento, para contarte esta noche. Una hermosa fantasía, inventada para ti, con castillos y princesas y hasta un dragón espantoso, al que un príncipe valiente, de corazón generoso, montado en corcel brioso, sin armas, logró vencer. A veces la realidad, supera la fantasía. Esto que voy a contarte, óyeme bien, vida mía, es tan cierto como el agua, como el pan de cada día. Una madre con sus niños, el menor de pocos meses, dejó en el auto al pequeño que dormía dulcemente y fue con los otros dos a comprar unos enseres. Diez minutos demoró, cuando estaba por subir Un hombre arrebató sus llaves, y presto, intentaba huir. Que le dejara a su hijito, la mujer le suplicaba, , El ladrón no la escuchó y auto y niño se llevaba Esta madre, sin pensar el peligro que corría, Se prendió del paragolpes y por su hijito pedía. Cinco cuadras la arrastró sin siquiera darse cuenta Pero la vió el policía que hacía guardia a la vuelta . Esposado y detenido no lo podía creer, Delicada y malherida se empezó a restablecer Con cuidados y atenciones, muy pronto se puso bien Sus tres niños, su marido, quien la pudo conocer, saben que sobre todas las cosas, es una buena mujer. Antes que mujer es madre, tiene en si misma el poder de superar lo factible. Si tiene que defender a uno de sus cachorros, nada la hará detener. El día que seas madre tendrás más claro el mensaje, “Dentro de toda mujer, hay una Madre Coraje” ¿Que es lo que tengo que hacer para que nunca me olvides, ni me dejes de querer? Algo voy a proponerte, veremos lo que decides: ¿Que es lo que tengo que hacer? Bañarme en agua bendita, ir de rodillas al templo, rezar cien Ave Marías y doscientos Padrenuestro? Escalar el Aconcagua, memorizarme la guía Flagelarme las espaldas ó arrojarme en el Suquía. El agua que trae es poca, pero llegarán los días en que rebalse.. y entonces, la culpa no será mía si me resisto a caer en el agua sucia y fría. Porque no querrás que enferme ni que muera el mismo día. Y si es eso lo que quieres….. Más vale, no me lo digas Que ya me voy de parranda Y olvidé a lo que venía. El oleaje migratorio, lo depositó en las playas, razón de que se dispute, su nacimiento, en el Plata. Lo cierto es que fue creciendo en suburbios y arrabales, en puertos y bodegones, prostíbulos, lupanares. Tenía por seguidores a las clases postergadas. Rechazado por la iglesia y la rancia aristocracia: “Un verdadero flagelo que las costumbres, degrada que atenta contra un sistema bendecido por la gracia”. Lo gracioso de esta historia, bastante contradictoria, los hijos de esas“familias”, lo llevaron para Francia, después de haberlo bailado en lupanares del Plata. Interpretado, al principio con violín, guitarra, flauta y candombe de tambores de esclavos traídos de Africa. Un alemán que llegó desbordante de añoranzas, le incorporó el bandoneón que gime, rezonga y ama. Gardel, Le Pera, Piazzola y tantos que hicieron gala de su canto, de su letra de su música y su danza, que del sórdido arrabal, pasó a brillar en las salas. La brisa lleva, del bajo, entre variados olores, como lamentos, los sones, de un bandoneón alemán. El cielo del arrabal, parecido a cualquier cielo, tachonado con estrellas, como el de cualquier lugar, Bajo su bóveda oscura, en la porteña mixtura de diversas cataduras, seres con halo irreal Rostros curtidos y amargos, reflejos de negras vidas, asesinos y suicidas, resentidos y malevos. Consumen, como a su vida, su botella de ginebra. Está tranquila, la cosa, nada enturbia la jornada, El facón en la cintura, duerme su noche soñada. Las chinas de la ranchada, desfilan para el bailongo, empilchadas y pintadas para un carnaval mistongo. Arrastrando su destino, como los chanclos, gastado, no hay ilusión ni alegría en los rostros marginados Salen de la pulpería, los hombres, medio mamados Alguno más animado, porque ha avistado a su china. Con un gesto, él la convida y con otro, ella consiente.Acostumbrado a lidiar con cerriles y bravíos, ella a fregar sus avíos, no entienden de sutilezas Enredados en abrazo, siguen sus pasos los sones, cercanos los corazones y el bandoneón que rezonga. Se va poblando el bailongo, llega un gaucho rezagado, baja de un potro cansado y mientras, lo ata al palenque. Viene con botas y rastra, con chambergo y poncho pampa. Al mujerío entusiasma con sus arreos y estampa, Forastero, en el lugar, ha conquistado al hembraje. Para ganarse a los hombres, no es que le falte coraje, bravo mozo, de buen ver, no le teme al malevaje Paga una vuelta de caña, para todos los presentes.Por su garguero, el alcohol, va deslizándose ardiente. Se oye un tango de desgarros y de amores contrariados y regresa a su memoria, el recuerdo del pasado,se precipita, lo ahoga, deja huellas en su frente. Piensa en su china, la ingrata, en lo traidores que fueron..... y saca de sus alforjas, que todos lo puedan ver las negras trenzas de aquélla, junto al corazón de aquel. El viejo y querido árbol, de la plaza, aquí, en mi pueblo. el que hasta ayer se veía , abatido, triste y seco, hoy se vistió de retoños, de lustrosos verdes tiernos Verde color de esperanza. Verde, verde de renuevos, de la vida que sin pausa resucita de lo yermo en un cíclico milagro que siempre ha de sorprendernos. La sabia Naturaleza, tan antigua como el tiempo, nos da clases magistrales, con sus sencillos ejemplos. Es posible renacer de los más profundos sueños. Cuando el cuerpo, inerte, hiberna, el corazón late lento y la mente, sumergida en letargo, sólo espera que llegue el tiempo propicio de una nueva primavera Andas rondando mi casa y en las noches te presiento, cuando tu paso, distingo, entre pasos tan diversos, pero se bien que es el tuyo, estoy muy segura de eso. Y no quiero que me rondes, ni que distraigas mi sueño, ni que pretendas entrar en mis castos pensamientos, ni que perturbes la calma en la que feliz me siento. Yo quiero dormir tranquila, que nadie turbe mi sueño ni que deje de dormir por cuidar sueños ajenos. Voy a cerrar mis ventanas con seis cerrojos de hierro las puertas y los balcones. Que no atraviese la luz, ni encuentre resquicio, en ellos, por donde pueda pasar de tus palabras, el eco, ni el roce de tu calzado, ni el perfume de tu cuerpo, ni la pócima que aturde cuando en mi boca, tu beso, dejara el fatal veneno que anule mi entendimiento, que perturbe mi razón que me encienda con su flama y su más intenso fuego hasta hacer que los cerrojos se derritan como el cebo y quedara libre el paso…. para llegar a mi lecho. Las veía pasar, camino a la escuela, casi todas las mañanas. La joven mamá y su niñita, con delantal de jardín de infantes, graciosa y parlanchina, anticipaba la alegría del encuentro con sus iguales, mientras yo salía a buscar mi transporte y Natalio, que barría la vereda, como presentando armas, detenía el escobillón, para darnos paso. La primavera llegó con sorpresas, la mamá, despojada de los abrigos del invierno, dejó ver su incipiente y encantadora preñez. Por cuestiones de trabajo, cambié durante un tiempo mi rutina y al no coincidir los horarios, dejé de verlas. Un día, la familia, aumentada, las encontré en el supermercado. La mamá saludó y me acerqué para conocer al bebé. Robusto y saludable, Tiziano, dormía en su coche, beatíficamente. Juliana, no era la misma nena, chispeante y habladora que solía encontrar. Rehuyó mi cariñoso acercamiento y fue a esconderse, huraña, detrás de la mamá. Meses después, una tarde, el estridente sonido de la sirena de un servicio de emergencias, me distrajo de mis ocupaciones. El portero de mi edificio, al día siguiente, comentaba con un grupo de gente, sobre el hecho luctuoso, ocurrido en un departamento de la zona. No me detuve, el tiempo, me urgía. Al volver de mis ocupaciones, no pude evitarlo. Natalio me lo dijo de un tirón y sin anestesia. – Algo terrible ocurrió ayer. Una nena de seis años, la que pasa todos los días con su mamá para ir a la escuela, la que tenía un hermanito……Lo arrojó desde el balcón de un séptimo piso, en donde viven. Es en el edificio Brasca, a dos cuadras de aquí. Días después, de labios de la atribulada mamá, pude conocer los detalles.- Juliana, antes de nacer Tiziano, cambió conductas y humor. Es común que ocurra, me dijo la sicóloga, de la nena, manejada con tacto, esa situación revertirá, comenzará a aceptarlo y a compartir todo con su hermanito. Es sólo cuestión de tiempo. Soy culpable de esta tragedia. Estuve muy nerviosa, por mi situación personal, estoy separada y hago trabajos de gestoría en casa, para no dejar con extraños a…. mis hijos. El nene lloraba con frecuencia y me desconcentraba de mis tareas. Vendrían a retirar unos legajos y tenía que hacer algunas correcciones. Tiziano, lloraba y lloraba, lo cambié, le di de comer pero al dejarlo en la cuna, volvió a gritar. Sin pensar en las consecuencias, fuera de mi, exclamé: “En cualquier momento, lo arrojo por el balcón.” Al fin se durmió, Juliana, dibujaba en la mesa de la cocina. Fui a terminar mi trabajo. Escuché, que abría la puerta corrediza del balcón, - No salgas querida, está fresco, dije automáticamente y seguí con lo mío. Oí que obediente, la nena, cerraba la puerta y sonreí al escucharla cantar, como hace tiempo no lo hacía. Firmé y sellé la última hoja, cuando sonó el timbre. Pensé, que la vida podía, a pesar de todo, ofrecerme nuevas oportunidades y feliz, salí a entregar el legajo recién terminado. No era quien yo imaginaba. El encargado del edificio, uniformados, vecinos se agolpaban en la puerta con miradas acusadoras. Como a través de una bruma, escuché algo sobre mi hijito. Corrí hasta la cuna…..vacía. Juliana, ajena a lo que ocurría, dibujaba en la cocina tarareando una canción infantil. El gitano seductor, se enfrentaba a su mujer , que celosa lo encaraba, por cuestiones del querer. A él, que en eso tiene escuela, nadie lo puede vencer. -Siempre has sido, para mi, un enigma indescifrable. Nunca pude comprenderte y lo juro, por tu madre, que traté constantemente, de hacerlo y es importante, que te enteres y que sepas que jamás quise engañarte. Si te dicen que me vieron en dudosas situaciones, Dile a los que eso te dicen, que te digan las razones de porqué me andan siguiendo, conqué oscuras intenciones, objetivos perseguidos y te den explicaciones. No me ocupo de sus vidas, de lo que hacen o que harán. Espero de ellos lo mismo y dejen de fastidiar. Ahora, hagamos las paces y una vez en su lugar los que te fueron con cuentos, iremos a festejar a un boliche que conozco, verás que a nada es igual es un verdadero hallazgo.¡ Me vas a felicitar! El aire que hoy trae la brisa, es más tibio, más sereno. Al despertar, me ha besado en la cara y en el pelo. En una sensual caricia, ha envuelto, todo mi cuerpo, como amante enamorado con pleno consentimiento. Las plantas, en el jardín, como tras un largo sueño, sacudieron lo marchito que arrastran desde el invierno. Un renacido esplendor, las cubre de encantamiento, y pinta en gamas del verde lo que antes, estuvo seco. Esmeraldas del jardín que para su lucimiento, las ha cubierto el rocío, con perlas de brillo intenso, donde se quiebran los rayos, alucinantes de Febo. La mañana es una fiesta de promesas venturosas, La savia estalla en las plantas, que la vida, generosa, prodiga todos los años cuando bendice las eras. Se alegra mi corazón y el de que a este lugar llega, en busca del renacer de una nueva Primavera. -“No pienso escuchar reproches ni lamentos plañideros”,Me lo dijiste en voz baja, plena de resentimientos.Abrazada a tus rodillas, a tus pies, yo sollozaba, y mis lágrimas amargas, no conmovían a tu alma.Percibí sólo desprecio. Sin querer lo provocabapor amarte, solamente, por tener, sin esperanzas,un cariño desmedido que roía mis entrañasy sin poder contenerlo me hacía tan desdichada.A ciencia cierta sabía que de ti, nada esperaba.Y sin embargo, eras todo lo que en mi vida deseaba.Te levantaste, huías, cansado de mis palabras.Eran palabras de amor, esas que te dedicaba.Pero dejaste de amarme y todo te disgustaba. Caminaste sin volver, sin mirar, hasta la puerta,No te quería perder. Entre mis lágrimas tercas,tras de ti, desesperada y sin que te dieras cuenta,alcé tu propio cuchillo que estaba sobre la mesa.Lo enterré hasta el mismo mango, en tu espalda, por sorpresa. Lo clavé con tanta fuerza, que no podía sacarlo para hundirlo en mi cabezay desangrarme contigo aquí en esta misma puerta.Lloré con tanta amargura…. Con el beso que me diste. de pronto, me desperté, Fui a refugiarme en tus brazos, y con las manos hurgué en busca de la herida, profunda, que te causé. Sólo fue una pesadilla. Jamás te la contaré. Lloré como Magdalena.Y nunca sabrás porqué. Esta semana se inició con una terrible noticia. Un geriátrico, ubicado en una de las zonas más residenciales de la ciudad, comenzó a incendiarse cerca de las 05hs . El humo y el fuego, causaron la muerte de seis ancianos que dormían, y que por sus incapacidades físicas, estaban imposibilitados de movilizarse sin ayuda. Poco después dieron la nómina de las víctimas. Cuando dijeron el nombre del tercero, la memoria me retrotrajo a mis tiempos de adolescente. De paso a la escuela, el transporte que me llevaba a diario, se desplazaba por una avenida donde se edificaba un nuevo barrio. En los grandes carteles, se podía leer las características de los edificios que iban a levantarse y los datos de los profesionales a cargo. El transporte tenía allí una parada y mi curiosidad fue atraída por un nombre: “Calógero Restilfo Pilatos, Ingeniero Civil”. No era un nombre común y lo anoté en mi cuaderno para ofrecerlo a mi tía Delfina que próxima a ser mamá, barajaba nombres sin decidirse por ninguno. Lo dejé a su consideración, aunque no lo eligió. Años después, en una entrega de diplomas, en la facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas, el amigo que se diplomaba, eligió a Calógero, uno de sus profesores, para que le entregara su flamante título. Allí el destino me puso frente a él y al recordar las circunstancias por las que tenía presente su nombre, aproveché la ocasión para hacérselo saber. Pasaron muchos años. En el informativo de las 0.8hs del lunes, volví a escuchar su nombre, el tercero de una lista de seis ancianos que se incineraron en un geriátrico del exclusivo Cerro de las Rosas. Lo dice muy convencida y hasta coincido con ella. Es muy joven pero advierto que rezuma inteligencia. - “Yo no quiero tener dueño, pertenecer, ni esperar al príncipe azul, que me libre del cautiverio del mal. No aspiro a ser un objeto, ni asexuado, ni sexual. Si alguno busca quererme, tendremos que conversar. No me atrae la rutina, prefiero siempre innovar. El cosmos, nunca es el mismo, también yo puedo cambiar. Tengo mi propio criterio, sobre el bien y sobre el mal Suele, atraer el segundo y al primero, superar, Es bueno tomar distancias y sobre todo, pensar, las consecuencias reales que el mal nos puede acarrear.” La escucho con atención, habla con sinceridad y revela en lo que dice su gran personalidad Nunca un nombre tan bien puesto como el de mi tia, Angustias. Visita los camposantos, colecciona flores mustias que intercala entre las hojas de los libros que atesora,esos perfumes la embotan y la adormecen por horas. Además de adormecida y de excelente lectora, tiene gustos especiales y costumbres bienhechoras. Adora los cementerios, visitar los moribundos. Les pregunta a sus parientes si serán pronto difuntos. Maquilla a los fallecidos para que se vean decentes acompaña a los deudos a tramitar expedientes. Recorre las compraventas y conversa con la gente. Angustias pasa su vida agitada, y angustiada, por causa del magro tiempo, que le alcanza para nada. Y su casa es un desastre, nadie lava, nadie plancha, nadie barre la vereda, ni se encarga de las plantas. Cuando de la calle llega, ¡Angustias, pobre mujer! ¡ cómo se angustia, da pena y es una pena de ver! Está todo por hacer y ella que se siente mustia, decide, con mucho tino, hacer lo que más le gusta Se recuesta en su chaisse long, comienza ufana a leer, unas cuantas pocas hojas, que la hacen adormecer. Es abrir un libro de esos de las hojas perfumadas que le embotan los sentidos y a él se duerme abrazada. La tropilla de cerriles, se perdió en el horizonte Dantesca, fugaz visión se esfumó tras de los montes. Eran más de treinta potros, entre ellos, algunas hembras, con ijares sudorosos, negras y húmedas guedejas trémulas sobre los ojos, brillantes, igual que estrellas. El repicar de los cascos, hizo retemblar la tierra, hasta perderse a lo lejos, como ecos de una tormenta. Tardó en asentarse el polvo que desató la carrera de esos inquietos cerriles que no saben de la hierra, que viven en libertad y recorren las praderas, como bebiéndose el viento, resquebrajando la tierra en busca de las pasturas ó de agua cuando escasea. Y si encuentran algún río ó hasta un arroyo, se llegan. Sumergidos en sus aguas, parecen niños que juegan. Ya no son los montaraces que por delante se llevan, todo lo que se les opone, sin que medien consecuencias. También de salvajes tienen esas violentas peleas, en el periodo de celo, cuando disputan las hembras, hay que verlos combatir, sobre sus patas traseras, Agresivos, casi humanos, sin darse aliento ni tregua. La condición se repite para todas las especies. Los machos encabritados, peleándose por una hembra, sometida al que resista, en esa feroz contienda, de la que si sale vivo, no ha de ser sin consecuencias. ¿Qué hiciste Anita? ¿Que hiciste? ¡Dibujaste en la pared! ¡y para colmo has usado las fibras que te compré! Está bien, sigue pintando, voy a quedarme callada, No quiero frustrar los sueños de quien pueda ser mañana, una célebre pintora o una artista renombrada, que de lustre al apellido y que al ser entrevistada, difunda a los cuatro vientos, que sufrió de intolerancia y que ha sido incomprendida desde su más tierna infancia. Mientras tanto, nuestra casa, está bastante cambiada, con fibras, muchos colores y con crayones, pintada.. ¡También pintaste la mesa! ¡Y las sillas tapizadas!….. ¡Creo que voy a llorar. Mejor, reiré a carcajadas! Si, es mejor que me ría, si feliz te hace rayar y dibujar las paredes y con crayones pintar…. ¡Sigue, que tal vez mañana, famosa artista, serás. Yo, como ahora, orgullosa y complaciente mamá , El mismo cielo las vio, nacer, un día de enero. Con muy poca diferencia, a las horas, me refiero. En ese pueblo, vivieron, en el que las vio crecer Sobre ese suelo bendito, bajo ese espléndido cielo. Era una delicia verlas, tan bonitas y graciosas Decididas a crecer día a día más hermosas. El mismo aire respiraban, de la misma agua, bebían Jugaban hasta el hartazgo y hasta el hartazgo reían. Una morena y altiva, la otra rubia y altanera, se sentaban, siempre juntas, en la iglesia y en la escuela. Juntas volvían de misa un domingo, de mañana. Distraídas con su charla, las sorprendió una gitana que rogaba, zalamera, leer la suerte en sus palmas. Retrocedieron las niñas, algo, un poco amedrentadas. La morena más valiente, su mano, extendió, con ganas de conocer su destino, de develar su mañana. Pidió también a la amiga, que le mostrara su palma. La faz, oscura y cetrina de la cíngara taimada al leer lo que leyó, se tornó al momento, blanca Buscó en su holgado ropaje, un talismán que llevaba Se persignó, lo besó y no dijo una palabra. La morena, insistió, más molesta que intrigada. Dándole, de su bolsillo, una moneda de plata a la que añadió, la rubia, alguna otra que llevaba y una fina argolla de oro, que su muñeca adornaba. Repuesta ya de su trance, repuesta y bien motivada, dijo primero en caló, después en lengua cristiana: -“Siempre fueron muy unidas, casi ó más que dos hermanas pero muy pronto el destino, ¡muy pronto ha de separarlas!.” - ¿Será por muy poco tiempo, ó por una temporada? Dijeron las dos a coro, sin creer en sus palabras. - “Será por toda la vida. Se odiarán con toda el alma”. - Pero dinos el porqué, yo no creo, de esto, nada. lo que estás diciendo, son cosas, por ti, inventadas. - “Les digo más. Será un hombre el que vendrá a separarlas. Hermoso como un Adonis, y ardiente como la llama, Las consumirá en su fuego y luego de devorarlas, con rumbo desconocido, partirá sin recordarlas”. Se cumplieron, con el tiempo, algunas de sus palabras. Cuatro años largos, pasaron cuando llegó una mañana, Un joven desconocido, que cambió toda la trama. Se enamoró de la rubia, la morena se ufanaba porque su querida amiga, esa hermanita del alma, había encontrado el amor y él a ella, la adoraba. Llegó el día de la boda. Fue de esas bodas soñadas Con la pareja más bella, más perfecta y más amada. Al momento de partir, los novios, se despedían, La morena, comprendió, que a su amiga la perdía y no por algunos meses, por el resto de sus vidas. Fue invadida por la angustia, se sintió sola y vencida. Entró a la casa, buscó, un arma en la vitrina. de la colección privada, del señor que allí vivía, que cedió la residencia por amor a su sobrina. Envuelta en ropas de gala, apretada y escondida, con las manos traspiradas, salió firme y decidida Al corazón del muchacho, apuntó el arma asesina y gatilló varias veces, aniquilando su vida, la propia, la de su amiga y las de las tres familias que sin poderlo creer, desorbitados, veían al joven novio, caer, sin saber porqué moría. Cuántas veces, la ilusión, a tu vera me ha llevado, en un intento, forzado, de mi ansioso corazón. Cuántas veces, la ilusión, en tus brazos, me ha dejado y al calor de tus abrazos, sentí crecer mi pasión. El continuo deambular por carriles de ilusión, desquiciaron mi razón, negando la realidad. Hoy mi vida se desliza por senderos peligrosos, sorteando abismos sinuosos, en intento de alcanzar, lo que bien se que no debo… pero me esfuerzo en lograr. Fui buscando esas palabras, las más bellas que encontré, las que expresan sentimientos, las que encierran el poder, de iluminar las penumbras, de dar consuelo y placer de acariciar como madre, de besar como mujer y sonreír como un niño de inocente candidez. Seleccioné esas palabras con celo, las reservé y las guardo en la memoria para confiarlas a él. En afán de ser feliz, que concibo valedero, cometí algunas acciones, de las que no me arrepiento, como ser, despreocuparme de todo lo rutinario, que lejos de dar placer, se convierte en un tormento. Dejé de tender las camas, de preparar los almuerzos, de sacudir las alfombras, visitar a los enfermos, tener la loza brillante, cepillarme los cabellos, responder a invitaciones y de controlar mi peso, entre tantas otras cosas que ahora ya no recuerdo, Al cabo, por no hacer nada, me sobraba tanto tiempo, que podía regodearme, hasta de mis pensamientos, algo, que no acostumbraba, por estar siempre, pendiendo, de lo que pueda decir, alguien que no está de acuerdo. Disfruté de las mañanas, y de las tardes, gocé. En las noches encantadas, mirando el cielo, pasé horas del más puro gozo y cerca del amanecer, mi alma inmortal, saturada del inefable placer, de observar constelaciones, investigar y aprehender, en un dulce y manso sueño se dejaba retener. Curioso es. Los que me amaban, ó eso me hacían creer, fueron los más reticentes y ajenos a comprender mis nuevas modalidades y el deseo de crecer. Es como una aguda espina que nace de mi interior, me desgarra por adentro sin ninguna compasión. Busca expresarse, y me obliga a ser su fiel servidor las veces que necesita mi pluma, a veces mi voz. Y no tengo otro camino que a su poder, someterme para calmar la tortura con la que suele escocerme. Y grito las injusticias que se cometen a diario, los abusos, corrupciones y algunos otros estragos. Los padeceres que sufren algunos desheredados Y aquellos que del amor, son siempre los olvidados. Después de ese desahogo, me siento mucho mejor, Vuelve la calma a mi vida, la espina se vuelve flor Las heridas cicatrizan y se extingue el resquemor La casa donde transcurren, mis días de paz y calma, en los fondos, tiene un huerto y en el huerto, muchas plantas. Siento puras sensaciones, cuando todas las mañanas, salgo a recorrerlo, alegre y veo que la esperanza de eterna renovación, se mantiene siempre, intacta. La naturaleza, ofrece, a manos llenas, sus dádivas. A pesar de tanto abuso, de omisiones y de faltas, nos devuelve, generosa, cualquier esfuerzo que se haga, para hacerle producir los frutos que más nos plazcan. Ayer, en mi caminata, descubrí una telaraña tendida de lado a lado, entre dos ramas delgadas. Laboriosa tejedora, precisa y muy atinada, concentrada en su tarea, me permitía observarla, mientras tramaba la urdimbre, de belleza delicada Como fino ñandutí, encaje de hilos de plata. de complicados dibujos, que imitan las paraguayas, en bellísimas labores por las que son admiradas. Orgullosa de tener, este ejemplar, en mi casa, la bauticé Ñandutí y la tengo entronizada y aviso a todo el que llega, que tiene que respetarla para que no se repita lo de aquella cucaracha. , El tiempo me va llevando al final de mi camino, Implacable, no detiene, su marcha, ni a mi destino. He vivido todo aquello que hace la vida más grata Y también el sufrimiento que fortalece ó que mata. Hubo gente que me amó, de eso quedaron constancias, en el alma, en la memoria, en mis satisfechas ansias. Nada me hace suponer, que yo tenga que morir, por ahora... con el tiempo, es posible que sea así. De todos modos, no estoy, apurando el desenlace, Si se demora… mejor. Voy feliz en este viaje mientras no haya un imprevisto, que acelere la cuestión, sigo alegre mi camino sin otra preocupación. Quince años, juntos vividos y todo el bagaje, que supone compartir, con otro, ese mismo viaje. Compaginó en su memoria, momentos que ya pasaron, felices, tiernos, alegres… .. otros, más vale, olvidarlos. El tiempo de adaptación, de aceptar y comprender, de esperar y depender y ahuyentar la sensación de sentir como invasión, la presencia de otro ser. Sucede, es común que sea. “Al fin, ni somos parientes, de ignoto desconocido, pasaste a ser mi presente” Es como se dan las cosas, De los labios de su hombre, en el climax del amor..... la nombró con otro nombre.Fue la gran revelación. Por un desentendimiento, entre vecinos de un barrio, el perrito de uno de ellos, apareció descuerado y cubierto de lesiones que su muerte provocaron. Conocida la noticia, por la tv y por las radios, todos fuimos sacudidos por sentimientos variados, que al culpable, condenaban desde tortura, a lincharlo, ó darle un fuerte escarmiento que desaliente esos actos, para que a nadie le pase, por la cabeza, imitarlo. Estos hechos aberrantes, suceden en todos lados, a veces no les dan prensa y al no quedar registrados, liberan bajos instintos, en los seres infrahumanos La unánime reacción, por todo esto, provocada, .nos deja la sensación de esperanza rescatada, Mientras haya defensores para los sin voz ni voto, La Humanidad sigue en pie, por ahora, resguardada. Vives en mi pensamiento y no lo puedo evitar. Digo en voz baja tu nombre y el eco, lo hace vibrar. Trato de no recordarte, de no mirar para atrás pero tu imagen me alcanza y es imposible olvidar. Te veo a cada momento, sonriendo, alegre ó callada, siempre dentro de mi mente, por donde quiera que vaya. Nunca voy a renegar del amor que has inspirado. Es un amor verdadero, aunque lo hayas condenado. ¿Que será, después sin ti, cuando te gane el olvido? ¿seguiré tras de tus huellas, rodando por los caminos? Tuvo por padre al Rigor, por madre, la Penitencia. Su vida más que una vida, fue expiar las culpas ajenas y cargar en este viaje, breve, con su mala estrella. No supo de buenos tratos, de cariños ni de afectos, ni de alentar fantasías, ni de elaborar proyectos. Abusos, penas, castigos, sufrió con resignación, Su destino, estaba escrito, al momento en que nació. Los astros y los arcanos, no estaban de buen humor, Hubo caos en el cosmos y de él nadie se ocupó. Resultó ser el efecto de un pecado de omisión. Llegó a hombre y cierto día, a una joven conoció. Ella, era toda dulzura, suave como el algodón. Lo envolvió en una mirada de puro y tierno candor. Bajo sus toscos vestidos, aquél hijo del rigor, como una hoja en la tormenta, sin saber porqué, tembló. Dejó lo que estaba haciendo y por la calle, corrió. Sentía del lado izquierdo, galopar el corazón, al acelerado ritmo que esa visión provocó. Llegó a la orilla del río y al agacharse miró la imagen que reflejaban, las aguas, copiándolo. Algo, dentro de su pecho, como cristal, se quebró. Ella tan fina, tan bella. El, tosco, feo, un pendón, indigno hasta de besar el ruedo de su faldón. Y para ser consecuente con la historia de su vida, en medio de la corriente, se convirtió en un suicida.
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Oscar Franco
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Por favor difundelo si pudieses. gracias.
Pascual Vizcaino Ruiz
Alejandro
Es usted muy déspota en su comentario del texto indiferencia divina?, sobre todo si tenemos en cuenta que la autora deja claro que los desastres naturales son muy comunes y crea toda su reflexión acerca de cómo el ser humano pasa de su pregunta hacia un Dios al que considera responsable a la dolorosa conclusión que es su irresponsabilidad la que acelera los procesos llevándolos a desastres.
Bastante arbitraria resulta usted al decir… le “concedo responsabilidad al hombre” por favor señora si usted lee, ve televisión o se molesta en averiguar, se podrá encontrar con un cumulo de estudios e informes que demuestran como las acciones de la humanidad ha afectado el equilibrio natural que provocan desastres.
Parece ser que usted no se entero del objetivo de la reunión de presidentes de países en Copenhague... por favor señora antes de atacar o trata de ridiculizar a alguien primero analícelo, porque podría ser usted quien terminara haciendo el ridículo.
Alexandro
Oscar Franco
Te invito a leer y comentar alguno de mis poemas espero te gusten.
Un saludo y feiz años nuevo 2010.
www.somosgoogle.blogspot.com
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Francisco Prez
Veneno
haydee
Seguro que van a sobrar las anécdotas y encontrarás un buen argumento para tus relatos.
Gracias!
Serena