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Eso soy. Un suceso anónimo.Aguja transparente sobre el musgo.¿Quién deseó mis abrazos?¿Quién bajó desde el camino y graciosamente dijo:"vengo a amarte"Sólo el silencio. Ahora el apuro del equilibrista.Ya sostengo el filo,con acuerdo o sin ellos.Ya el sabor infinito. Pero afuera siguió el tiempo,y también mi silencioso renunciamiento.Ah, corazón inalcanzable. La piel de tus ojos resbala sobre mi pecho cuando es invierno.Y en verano tus besos a mi boca acuden;pero en otoño me ragalas el paisaje nostalgioso de la tarde,y en invierno no conocemos el frío sino las caricias nocturnas, y tu cara ríe.Y la lluvia es una espléndida cortina que nos hace correr hasta encontrar la primavera.Entonces esperamos la madrugada para ver los jardines florecidos en el alba.Es cuando me conmueve la sed de beberte los brazos peregrinos.Y te das a mí con tu corazón secreto y tu alma donde las sombras fueron.No hay confusión. Eres el lugar donde siempre quise estar.Nosotros no moriremos porque la tierra es nuestra, mora muy adentro.Entonces cantas una canción antes extraña, pero que ahora es clara:habla del amor de los seres que llevan una estrella en la mano,y en la otra la ofrenda que te brindocálidamente. Guillermo Capece Pero los lobos se adueñaron de míy me arrojaron al fondo de la fiebre.Como en un acto falso de amor tomaron mi olvidada cabezay la tiraron en las calles, puertas, paredes vacías.Yo sabía de sus bellezas y sus culpas,pero nada pudo impedir mi perpetuo abrazo endemoniado. Sin embargo:hoy soy mi corazón sustraído de la bolsa más austral;soy el olor, la mano que no pide. Soy el sobresalto de la luna y el alimento primariode un consuelo que no llega.Hoy ellos son gotas de hiedras pegadas a mi saqueado cuerpo.Dientes blancos que fueron mis verdugos. Aquí mi desolación, mi urgente llamadoa esas preguntas maniatadas que nacen cuando el cuerpo se ha acalladoy sólo queda el fruto desordenado de lo que no fue. Guillermo Capece Es otoño, y el malentendido entre las luces, subsiste.Las ramas en un rincón del jardín se opacan. ¿A qué acallar las bocas de lobos dispuestas al despojo?En cada hombre existe la incuria pero también la fuerza que adelanta. En mí , el desequilibrio se extiende como en las bestiasbuscando comida entre las piedras.Porque yo también soy lobo, entre la belleza del deseoy la riqueza del vértigo de la sangre. Guillermo Capece sé en qué adversidaden qué tiempodentro de cuál misteriose encadena tu alma vano es pensar que te debes a otroso que tus plantas no pisaronlo que el amor frecuenta miro las estrellasla esperanzada nube entre lo rojoy recuerdocuando leímos juntosla Comuna de París miro las líneas viejas de mi manodicen:Revolución no sólo en la Comuna,también en las almas. (26.dic.2008) A Mastropiero, a partir de la pequeña conversación que tuvimos hace poco. mientras llegastengo que inundar el miedofabricar un hechiceromentir que existo tu manotocará el fondo de mi pieldonde las aguas precipitanen cascadas invisiblessobre pájaros ajenos las grietas de mi pielson insolentes respiran sofocadamenteintervienen en un juego de naipesdonde alguien pierdedonde alguien ganadonde caballos al galopeme arrastrancon suaves golpessin perdón ni dudashablan como silbandotedios y adversidadesy yo me sientorápidamenteangustiado corrompido y alegre mi caricia agotada habla de tí(aquella vez cuando pudimos crear hoguerasy quedamos más huérfanosque nuestros encuentrosmás dañados que nuestro posible amor intacto) Si alguna vez llegarasrecuerda tocar mi pielmirar hacia un rincónnunca acabadomi cabeza doleráen el centro mismo del mundoyo estaré comiendo mi pobre pan de arrozestaré bordeándote el deseoconstruyéndome a mí mismotu regreso así hemos de estar:yo con mis viejos botines de muérdago sudadotu engalanado para un breve carnavalcon lugares de árboles y hojas de instantes pero ahora ahora mismoquitaré esa luz que se ahinca en mi frentepara no vertetalladoen mi sangre Guillermo Capece pero de tanto mirar tus ojoshe perdido los míos en tus manos de tanto acariciartesupe que mi tactodominaba al universo de tanto amarte te perdírecuperandola aventura triste de estar solo apenas se si tu boca se abrecuando besas (prolijamenteun tigre hurga el fondo de tu gargantay te mueres muriendo como yovencido) marzo siempre es nievey el espejo retrocede hasta encontrarlos fugaces trenes que vienen desde el río los cuerpos se atan a las viejas cuerdasquie saltan del pasado una y otra vez hemos cerrado los ojosal furor de las ausencias debo hallar un día una revoluciónun cofreque contenga las nochesen que fuimos capaces de ser felices una vez tomé ese trenlos gatos caminan en la nochecantan borrachos en la mañanatrac-trac trac-trac ah si se quema el amor si se viene la muerte tienen los trenes la insinuación de las penasrápido ahorapor ese tren corre una lagartija blue(azul o tristeza ?)y por la ventanillas el valletrac-trac trac-tracpara que el amor no se hundapara que la muerte huya musitandotrac-trac trac-trac Asediando al mar, buscando su oscuro rincón donde yacen los peces durmientes de la vida,saltando sobre brechas, sobre mentiras inmóviles,voy hacia tu encuentro como quien dispone de una moneda dorada.No seré yo quien te halle.Para otros quedará guardada tal tibieza. Apenas un pedazo de cal entre mis dedos. Guillermo Capece Ata tu red al gotear de la lluvia;mira que el viento sabe de venganzas y es tarde;Todos los trenes se retiran y pronto lanzarán su bruma. Antes de marzo debes atar la red para el refugio a la distancia.Debes citarte con tu alma.Beber la emoción de la selva que parece sollitaria,y el mapa de pequeñas hormigas hurgando las heridaste dirá que las lápidas son entregas fugaces.Queda la vida.Yo sé que un solo gesto tuyo recorre la mañana,y que mañana tu boca estará libre de silencios,atravesada de luz, humedecida por inevitables azules,besada por la boca que tu quieras. Si me acerco a esta tierraveo la mirada sombría de los huecosy los filos del vacío que me atraen.Veo lejanías, la infancia entre racimos,un color triste, casi ceniciento,tal vez un ala desgajada en reposo,quizás jrones de una piel querida.Todo muy quieto:la mano, el pecho, la silueta blanca. Espiamos el regreso en cualquier esquina,y nos sentamos a esperarque la nostalgia nos devuelva una cara. Guillermo Capece Los pobres comen su pan de arrozy Dios está arriba, arribaEl canto de los pájaros disminuye,y desde el entretejido de las ramas,la inutilidad del verde, caeNadie lo veLa existencia es un pozo de aire,una sumisión entre muros;quizá,quizá,también la aspereza del desesperadoque no comprenda que la carencia tendrá su finalcuando el sol vengaa bien aventurarlo todo Guillermo Capece Vivo sin saber que la noche se ausenta cada vez que me invade como un mar obligado,buscando su orilla. De los nardos, de lo más pesado de la memoria,de las australes sombras,hasta la parte más indefensa de mi corazón,el viento,con sus cruzas de aves silvestres levantó al verano,y la noche fue polvo, fascinación de un rito inacabado y antiguo. Pienso en su encierro agonizante hasta que el alba llama,en su impiedad con los hombres que mueren cuando refleja su reino entre múltiples estrellas,en sus ojos desbaratando mis ojos como dos grandes líneas de fuga. Ahora,ella baja nocturnamente,y me condena a jugadas tercamente hechas,a un final impredecible. Guillermo Capece adiós pequeño Davidtu visión hace de mi capael color de piedra de los muertosadiós hasta ahorano veré tu caminopues debo arrojar mis ojos a las calandriasque viajan lejos entre montes y montañasentre montones de nubessurcando inalcanzables nomeolvidesjardines de párpados para tu voz irrealizada te miro y mi cuerpo recorreel juego de las noches la sabiduría del ladrón y la sed para pintar alturasdonde renacen el ave de plomo las siniestras raíces del cedroy la hiedra pegada a mis pupilascon soles de sangre amarilla adiós hasta ahora tus manos de colores fijosno verán mi negro plato de comiday nada de pedir socorro:bailaráno fingirán que bailanpara no verte en desmesurapara no vermepara no reconocer el contorno ávido Davidde tu nombreque yace junto a mícon el dolor de perderte Guillermo Capece nadie sabrá nunca cómo es el mundo de los vivos entre todos los infiernos el viaje a mi interior es el primero vivo con la obsesión de los árboles que buscan su luz el que mira a través de tus ojosno es un ladrónsino el que robó tus ojos habito roces aviones que parten o nolucesrelámpagos en mitad de una cuevaantes de convertirse en rito "la mitad de mi corazón es tuyo", dijiste o de los diablos aparece dime de una vezcerraré los ojos para dejar de soñarun hombre colgado de los hilos rotospor sus renunciaminetos si corres por la senda no mires hacia atrásla estatua de sal el muro de salla casa de salte esperan Guillermo Capece Yo,el que duerme por tus ojos,el que corre pòr las eternas piernas que le prestas,el que recita sólo las estrofas aquellasaprendidas en remotos momentos:ese romance que tuvimos con el preciso vino azul;yo,porque tus manos están hechas de leyenda,vengo a tu sombra y digo:no lloraré; la fiesta ha terminado.Nada vale la penasi estás tan lejos y perdido,tiritando,bajo los capiteles de la nocheo en los arcos claros de la mañana.Dame la libertad.La necesito.Para construírte cercano a míhe de buscar la tierra más desierta.El mar más temeroso es un niño sobre sus olas altas,y todos los misterios del mundo son inciertoscuando tu presencia llama.Quiero estar cerca de tíy a la vez lejano. Un definitivo recuerdo nos sostieney alza. Guillermo Capece Viví una vida alrededor de tus ojoscuando los más hermosos pájaros que transitaron los fiordos de Noruegalos extraños gorriones que violabanlos altos castillos de New Yorkcayerondevorándose las alasal igual que nosotrospobresque nos comimos nuestro amor.Quedaba la tierra removida en los cementerioslos amarillos pétalos de la luna enterradoslas muescas hechas en la sangrelas estatuas en las que nos habíamos reflejadolos olores fuertes y dulces de nuestros cuerposcomo holocausto a la causa eterna de un amoren el que afirmábamos nuestras vidas.Pero tus ojostus ojosno fueron inhumados por ninguna mano vengativa.Tus ojos están conmigo y yo lo sé:toda una vida cercándolos fue poco. Guillermo Capece si en el azar la lunano te mirani te ama con sus suaves recuerdosni del devenir te hablano te intimidesentonces transfórmateahoraantes de volver a casa haz algoantes que morircruza el cielosal afuera de los pedazos de lluvianada es livianoperoes ciertotus miradas regresanen legados inscripcionesen bellos rostros pasadostoma aquello para subsistiry no ésto que somos apenasoh viejas calles del almahondísimas tus caricias vuelveny aunque tu frentevaya cubriéndose de batallas y planetasacúdete deja que la aventura te lleve consigodeja los rifles tormentosos acúdetemientras la mañana(suma de profundas lecciones)regrese casi perfecta Guillermo Capece Volví a ver a la joven veneciana que me mostró el consuelo del amor. Es inmortal y me causa dulcemente daño. Está entregada a un aire que nunca me abrirá. Hace siglos tuve un sueño en sus labios. Está intacto. Ella ahí lo dejó y ahí se queda, cerrado para mí, que lo soñé. Juan Gelman Yo no te pido nada.Alcanza con que estésen el mundo,con que sepas que estoyen el mundocon que seasme seastestigo juez y dios.Si nopara qué todo. Idea Vilariño (uruguaya, 1920-2009) Sobre grandes sentidos: mi olfato, mi vista, mi tacto,descansa este amor por tu cuerpo. Tu cuerpo tiene invisibles obscenidades,marcas de lucha de amor,grandeza y dolor de peregrinaciones. Yo lo sostuve fundido en los límites de los singulares astros.Era el umbral para despertar los aleteos del deseo,como lentas aves bravas en busca del estío. Yo amaba tu gozosa imagen que provenía de un vuelo humano,de una fiebre con tiempo envuelto,saliendo de un reino habitado por la hierba.Hervido en frutos suspendidos en paraísos inabordables,obscuro,como si tu boca pudiera inclinarse hacia la muerte. Nacido entre duras raíces insomnes,debajo de entreabiertas poblaciones,debajo de la niebla y sobre ella,dónde colocarás los conciertos de música serenaenterrados en las sendas por las que el tiempo vierte su equipaje. Ahora mi pecho yace sobre alucinaciones:un amanecer de madera,el naufragio narrado por boca de algún hechicero. Acaso viva entre sueños a los que es imposible ponerles nombres,porque se derrumban si alguien se acerca, me contiene,y es como un toque vacio. Guillermo Capece Desapareció,como la noche frente al alba,mientras yo esperaba todavía su frente librehacia la conquista de lo nuevo,y sus brazos de alucinado buzo de mar en el mar, en el esfumado huracán de los días,y ahora, en el agudo espectro de la espera.Vendrá o no vendrá.Se fue con silenciosa voz valiente;hermoso,como una piedra caliente entre los dedos,oliendo aún a los últimos besos de mis labios, diciendo un adiós anónimo;se fue quien me alzaba en los penosos días de lluviahacia la fuente mágica del deseo.La noche entre las noches en que estoy viviendoestá llena de preguntas, pendientes de conquistar enigmas. Estaré donde él está.Iré hacia algún puerto con mi contraído rostro,conducido por la mano obsesiva del miedo.Quedan entre sus manos los pájaros sagrados del primer encuentro. editado (reescritura del 14-09.12) Vienen a mí deshechos de mi sombra un viejo puñal y su voz la voz de un puñal me persigue desmantelado qué hacer frente a los visillos espío ellos se están amando se aman la tierra frente a miun intenso perfume me impide acercarmesilencioellos se están amando Lluevemansamentesobre mi corazónalgunas arrugasescribo lo mismo:tus labios lejanosy me repito:tus labios lejanossoy Guillermo un hombre cargado de simplezaspero también el gladiadorel que operó en la ciéganapara tantear un cielo nocturno donde un planeta gira sin saberloy obtuvo una sola respuesta:"la suerte está echada". miro debajo de mi almohada buscando espaciospulcritudes deshechos tenazasdesde lejos veo construírmuebles casas vias azarosasy soy su espectador silencioso siento miedo de mi escaso pan vale decir este llanto? pido un cigarro a un extrañofumo hasta sentirme inocente camino sobre gente apuradaojosabiertosausentes (ytu olvido que no se borra ni con el atentado del amor)soy un nudono atino a encontrar mis huesos enhebrados y por las noches gritohablo un poco con mi ecoladro como un perro nos entendemos Qué bien estaba ese guachito de gambas recias, culo hermoso, guachito silbador. Veía su cuerpo retacón y fuerte, yo, desde la ventana del bar de Humboldt.El Guachito caminaba con movimientos seguros, atrapados en un pantalón corto y remera negra. Silbaba. Las espaldas grandes retozaban dentro de su remera, y yo me acordé de García Lorca quien decía que un hombre de anchas espaldas debería ser feliz cuando se acostara, porque tomaba conciencia de lo poderosas que eran.Iba junto a una mujer de pelo rubio anclada en los 50. Entraron al bar. Me acerqué a él y le dije algo. Paró de silbar y me miró: dos ojos grandes y negros, totalmente pelado. Miré hacia abajo. Tenía unos pies perfectos metidos en ojotas blancas. Dedo gordo pedigüeño, pensé. Más tarde, y ya en otro lugar, con sus bracitos cónicos intentó abrazarme. Y yo lo dejé. Al guachito silbador. Fue como un olor a campo, a florecitas húmedas. Él hizo todo para que yo fuera feliz, pero yo pensaba que lo que más me atraía era su silbo.-Guachito- le dije - ¿cómo era...? Tu, tururú, tu...¿y qué más?Me tapó la boca con la mano mientras me tenía apretado y empezó a silbar.Soñé tocar el cielo con las manos. Había encontrado el pequeño sonajero de mi infancia. Baco últimos días del amor (el llanto de Baco) me sumo a tu implacable quererdame a beber el enigma -sonidos de aquellos encuentros-para que sostenga los díascomo en un culto secreto no me he ocupado de mísino cuado tiemblocuando sospecho que ultiman mis deseosentonces Baco me beboa grandes sorbos a grandes miedosa grandes huracanes o pensamientosdebújame tu cuerpoo haz de mí brebajespara aliviar verdades o supersticionesdonde los cristales se abrigany crecen racimospara tus plenas cosechas siempre las noches recuerdan que fuimos olvidosy recrean para nosotrosmomentos dulces o álgidos A la mañana aparece el rostro de la vejez y de la muerte, y labrado por el miedo, huyo hacia los puntos cardinales que mi memoria me ofrece, y siento que la vida ya no es larga con su luz y sus estrellas, y mucho menos una pa´gina en la que todavía hay que escribir.Así veo hermosos adolescentes cercanos a toda forma que da el placer, prisioneros de la paz y amantes del movimiento inútil.La vejez, que puede ser también la prisión, es la culpa de llevar en el cuerpo músculos que no responden; se deberá "vigilar y castigar" (1) a quien pretenda sonreír al que sea más joven, porque el viejo "se parece a su crimen aun antes de que lo haya cometido." (2) (1) y (2) versión del autor de conceptos de Michel Foucault No estoy loco, pero debo decir que David está aquí.Sus sonidos, su sonrisa, su agudo dolor de hígado están allí, llamándome la atención.No estoy loco: recién me asome mi habitación y David dormía como si fuera un niño, con su rostro seductor, si los niños pudieran ser seductores.Lo vi dormir, no se agitaba, su dormir era plácido, quizá David me soñaba.En rigor, no se quién es. Es un hombre pobre envuelto en su sueño? Seguro de sí mismo, con ciertos objetivos en la vida?Acaso necesite subirse a una cornisa para que la gente comprenda que está solo. Que necesita todo el afecto posible, David ávido, sueña que es un ángel en busca ciertos milagros.Pero ahora ocupa mi cama y el sorprendido soy yo, y quisiera caer sobre él para decirle que la salvación está en el amor. Suena romántico. Él juega con su moneda, cara o cruz, y alguna vez se cansará. Suena tonto.Pero es joven, tiene algo más de 30. Y bello: en consonancia con sus cabellos negros, sus ojos tienen toda la noche, y su mirada hace quebrar la de los otros. Sonríe y el mundo tiembla, digo yo en una exageración no gratuita, puesto que es lo que me pasa a mí: yo tiemblo si él me mira, y puede hacer de mí un ovillo de lana para el gato, o una rama de octubre. Qué pobre soy.Y David que se negaba a todo, ocupa ahora un espacio en mi cama mientras yo escribo. Regalos de la vida.No estoy loco, porque David está soñando envuelto apenas en una sábana, y pronto será el amanecer, cuando desovan cientos de peces en los mares del Caribe, cuando renace todo y las angustias de espantan.Entonces lo despertaré para demostrarme que no estoy loco, y le besaré la frente, y le diré lo que debí decirle siempre, que entre las muchas maneras de amar está la de velar el sueño de los seres que duermen dulcemente. IEntonces me contaste esa sorprendente historia según la cual las gentes del lugar tenían la costubre de vestir a los moribundos, estuvieran concientes o no, con la blanca y sutil mortaja de quienes dejan este mundo.La historia ya la conocía, pero tú creíste que para mí era nueva.Tú estabas siempre muy presente en las ceremonias fúnebres; y repentinamente, en la oscuridad, ibas hacia un ángulo de la habitación y te masturbabas. Tomabas de un frasco algunas gotas de Cola de Quirquincho, y seguías en esa práctica hasta el anochecer.Cuando cerraban el ataúd, el líquido viscoso saltaba de tu pene, y te distendías.Las cajas quedaban en las puertas de las casas tantos dias como años tuviera el muerto, luego lo enterraban al este de la carretera recién construída.La madera del ataúd estaba hecha de madera que los árboles cercanos daban, es decir que no resistían mucho los olores y líquidos que el difunto disparaba.Me contaste también (y yo lo sabía) que a veces, al elevar el cajón, algún agua pútrida se escurría y resbalaba sobre los hombres piadosos que lo transportaban, y eso te erizaba la piel: ibas hacia un árbol cualquiera, sacabas al aire tu miembro enriquecido, y, siempre vestido de negro, te entregabas al placer solitario. La belleza del cielo en su azul celeste acompañaba tu estremecimiento final. A la Universidad ibas tres veces por semana, y eras un alumno de excelencia. Nadie, sólo yo, ni siquiera tu amigo Nico, conocían tu secreto. Era tuyo, casi incompartible. A veces te daba miedo poseerlo, pero el placer era sin duda, superior al miedo.Mirabas esas caras demacradas, fueran de mujer o de hombre, mirabas las huellas que dejan los muertos en sus rostros, los mirabas fijamente como si fueran los de algún santo torturado en el S.XII.Te persignabas, tocabas la mortaja, y con esa misma mano te masturbabas en un baño cercano, y llegabas al éxtasis, y complacido pero culpable te retirabas del oficio con rapidez.Ignorabas el por qué de esa complacencia.II Creías que la amabas. Pero para eso debía de estar muerta, y muertos también sus hijos, para amarlos.Alguna vez pensaste en matarla, pero el crimen te horrorizaba. Sólo pensabas que la querías muerta, no viva. Viva te aterraba. No podías observar el color de sus ojos, la belleza de sus manos, el suave caminar en las tardes de marzo.Y cuando en verdad murió ("¡es mi cuerpo, es mi cuerpo!"), te estremeció el confluír de dos emociones que se clavaban en tu pecho: la tristeza y el deseo a la muerte, unívocamente tuyos. Se termina la nocheabanica a tus muertos a tus fracasostienes sueño pero estás despiertodispuesto a entregar tus doneshasta volverte macabro en un momento no digas muerte.Esta vida trepante tal como estácomo la conocisteperdidapero que aún custodia su propio solar ¿quién abre la puerta?silencio silenciotrampas para tí que pusiste cielosy no deseos de mirar lo que había en medio de tu pecho:la rosa negra de la noche. el fallido nudo del amorme desgasta como el miedoa un hechizo de sombra Tal vez blandamente vea tu rostroentre países cavados en la tierra amanecerá algún dia sobre mis hombrosque hoy son desalientos pero ahora sólo pido que el miedo rebaje su impiedadante el sacrificiode tener que dejartepara siempre La tardecita cubre de marrón intenso los muebles de la casa.Mi alma en paz regresa en puntillas.La muy tonta se había ido a pasear sus penas al zoo;y allí, entre jirafas y rinocerontes,vio de pronto un pájaro suavey se enamoró de él.Qué tonta, qué tonta eres, le digo. El rostro sereno de una mujer me mira.Sus ojos tienen la piedad que necesito,y sus labios quizá el amor que yo deshecho.No me siento invitado a ese amorextraño para mí.Pero es demasiado bella como para no comprenderque sus pequeños senos me atraen.Suenan hermosas sus palabras:una historia de cuando era niña y jugabaen el patio con una perritaque un día fugó y se hizo invierno de prontoen su alma.La tardecita cubría de marrón intenso los muebles,y ella lloró durante años.Allí,en ese idilio lejano,nos encontramos los dos. nueve círculos leen nombressobre el murorecompongo mi traje blanquecinode a poco monedas doradas se obscureceny vuelan a cumplir su finmuy quieto observola enramada luzmiro la lluvia que me siguey me doy por muertome confundo en hojas de la nochey soy Juan el sucio con sus manos llagadasy también la cantante locaque en la plaza se aplaudesoy todosy también yoque llevo hacia tí mi pensamiento:si volvieras como una gota de lluviacomo un palacio o una tardecita apenas los dias pasan por sus ojos cuando mira el mary deja que el viento lo cubra como una sonrisaen un juego armonioso mis manos serenas y libresacarician su rostro su cuello y mi boca y llanto para mañanano va a estarno va a estarpido que no necesite su cuerpo su vidadonde él ha ido guardando la tarde en que escribió-sereno, como una piedra en su destino-"Te dejo restos de mi amor. Viajo hacia un acaso incierto.Pero es para siempre.No me busques. Sólo en las sales del mar." he cultivado la flor más difícilgolpeaban sus pétalos y no quise oírlosme adueñaba de todos los silenciosahora soy el que en vano buscó algún deseo:acercarme a tu boca y beberla como un vino sexualpero soy el amante que recibe caricias prestadas que fugan hacia el olvidoquien corre con su angosto perro hacia un sueño sublime no me arrepiento de enterrar mis pies en humedalespero todo el que tenga amor en su mano izquierday en la derecha fuerza para darlodeje por favor resplandores soles finos algunas abejas libadorassobre la vegetación que lentamente me cubre así estaré feliz de tener poco:lo delicado de tus aguas que me ciñenque yo amé con ventura celeste despega tus labios del ángel muertoporque he descubierto a través de tu bocaque los besos no se repitenpon tus labios en los míosy desmintamos los planes del diablosus gestos sus devaneosríete conmigo florece encumbrado el bailarín de lo sueñossabe que los pájaros despiertancuando su manohace el ademán de la mañana y la lluvia ese presentimiento que es sólouna aventura para ser narrada tanto lo amé que las calles se llenaronde niños cantando su nombre ahora es inviernoy el llanto vuela como un triste violínfrente a mi pecado supe que pertenecía a los abrazos del mundo a Ernest HemingwayEn la calle Obispo de La Habanatu traje era de seda.Yo te vi.Entrabas a Ambos Mundoscon mi rostro opaco,y había que atravesar el muro de peceshasta llegar a ese enero de papeles pintadosy de líneas ligeras, ópticas de una realidad invisible.Allí estabas, viejo y fuerte,mirando un mar como quien mira la vida,como quien mira la muerte.Me acompañaste de a ratos; después te fuiste por el camino de unos pocos. Yo,el que duerme por tus ojos,el que recita sólo las estrofas aquellasaprendidas en remotos momentos:ese romance que tuvimos con el preciado vino azul; yo,porque ahora estás hecho de memorias,vengo a tu sombra y digo:no lloraré;la fiesta ha terminado.Nada vale la penasi estas tan lejos y perdido,tiritando, bajo los capiteles de la nocheo en los arcos claros de la mañana.Dame la libertad.La necesito.Para construírte cercano a míbusqué la tierra más desierta.Todos los misterios del mundo son inciertoscuando tu recuerdo llama. Como miel, maná recién caído del cielo, frutas con formas ridículaspara llegar al límite de tu corazón lujoso,pero no puedo. Quiero estar cerca de tíy a la vez lejano. Ahora una definitiva forma nos envuelve;nos sostiene el náufrago que estos versos me dicta. Guillermo Capece I Un hombre que consuma ratasno es digno de cualquier miradapero ese hombre que consume ratasno ha sido besado nunca en la noche II Dos palomas en vuelo dispuestas a dejarun pequeño cangrejo entre los labios de un ser que amó y sigue amando.Pero los labios están tiznados casi ausentesy miran, cómo el evanescente volar de las palomashuye hacia otro fuego IIIAh, la Ausencia me mata me mata este cuerpo: una pequeña avellana que riza tu pelo lloroso; cientos de águilas con sus alas maltrechas persiguen tu aliento entre las espesas tierras del mar.Yo amé tu sexo envidiado por los labios de dementes desgarradosque se juntaban en la calle para aumentar el placer de verlo como a un vaso de licor bebido a la hora de la sed infame.Sólo las águilas comprendían mi acto de desesperada lujuria,mi deseo endemoniado partido en mis carnes en penumbras.Ellas compartían conmigo como en un acto de fiebreel calor de libar el aire de tus brazos peregrinosque sólo sirvieron para trizar las penas de unos cuantos díasy poder amarnos.Ahora es vacío.Desnudo, cierro los ojos de mis ojosmuerdo otra sangre antes de que los maleficios crien escorpiones en tus hombros; canciones insolentes se expanden en mi boca;un hombre en un bar corre sobre el teclado de un piano como si huyera de sí mismo.Yo me dedico a mirar ardorosamenteel tiempo que pasa. Guillermo Capece Reapareces como una paloma confusa,y me traes los años pasados para que estén conmigo. Nos vemos. No nos vemos. Nos miramos en todos los frentes;dicho en otras palabras: ¿reencuentro?Sólo en el mapa de la memoria. Cómo ahora se queja se aleja mi cuerpo,se queja bajo una baranda de frío. Alguna vez, si nos encontrásemos en mitad de una habitaciónfina como un hilo,te diré cómo sucedieron las cosas. Guillermo Capece , ¿Qué derrota antigua, impidió nuestro encuentro? Nuestras vidas se parecen a la noche de Cartago, que Roma nunca entendió. Te amé como no se debe que es el único modo de amar. Ya no importa que la lluvia cae incesante sobre mi suelo sin ninguna flor. Guardo en mi memoria el árbol en cuya sombra nos recostamos para hacer la paz. Juro por los dioses que no existen que te amaré de Norte a Sur. Aunque habites el Oeste sangrante y yo te susurre amor desde Este, mi ser. Ven.Atrévete a cruzar el río que sacude,y trae contigo las cuentas de agua de colorescon las que jugábamos al alba.Ponte el hábito de humo que lucías echado en el follaje de bosques en la lluvia. Yo elijo octubre para que vengas,porque en octubre las mariposas maduraspara obsequiarte estarán listashasta que el aire las atrape,y las transforme en un sola palabra,hasta que en mis ojossiga cayendo la avidez del instinto,y se hayan limpiado o node sus maravillosas visiones. Ven, bajo el castigo que nadie percibe,pero tú sí, porque el castigo te conocecomo alguien que ha pactado en secreto. Cumple entonces con el cometido.Saca ese cuchillo de las doce,y con dulzura pero con impiedad,clávalo allí,donde mis audacias fueron múltiples,donde tengo más dolor que corazón,y despliega mi cuerpo prontamenteen el momento más anónimo del amor. Guillermo Capece En realidad los suicidas tienen razón, pero están equivocados. Tienen razón porque los problemas terminan con la muerte. Están equivocados porque los problemas no se solucionan con ella, es más, perviven… como una voz ultramarina que buscara una sirena… no dejaría de ser una voz, acaso poética, pero sin oídos que la escuchen.- El suicidio es suprimir mi yo en el mundo, porque no se pudo suprimir el mundo que me oprime. Tiene la dignidad del coraje absoluto, o de la cobardía absoluta, pero eso sí, no caben dudas, es el único absoluto absolutísimo que un ser humano puede brindar.- El velorio de los suicidas, es una ceremonia auténticamente horrible. Parece una cita de culpables, un hazme-llorar donde las lágrimas no son de dolor, sino también de culpa, de impotencia, de rabia. El velorio es algo que quizás acompañó al suicida, en su imaginación, como una de esas satisfacciones humanas que muy pocos, sólo los suicidas, pueden darse.- Pero no quiero hacer una apología. El suicidio termina en un fracaso, después del triunfo aparente, ¿por qué?, porque el tiempo, nos hace olvidarnos del suicida… de él y de la forma en que murió. En eso, los suicidas se parecen a todos los que moriremos de muerte natural. Ya ven, no hay trampas que valgan frente a ese destino que tenemos todos: el olvido. Ah… me voy a suicidar un poco (voy a dormir unas horas) y cuando resucite… leeré sus numerosos comentarios.- Chau! P.D: publicar para que nadie comente nada, acaso sea, suicidarse de veras. Salud! Esa noche era distinta. Howard, estaba solo… completamente. Quería acción, sentirse otro. Más bien, quería ser otra, o … sinceramente, quería ser la que era, puta, puta, muy puta, siquiera por una noche.- Ya no tenía la mirada atenta de mamá, que le encontraba ropa interior femenina en los lugares más insólitos, y le amonestaba… “Howard, eres un hombre” “Howard, basta de jugar a la nena, sino le digo todo a papá”. Quizás esa noche, después de todo, Howard no estaba solo, al contrario, Howard estaba consigo mismo, con “Helen”. Ese era el personaje que a Howard en realidad lo acompañaba. Su otra parte. Mejor dicho, su parte verdadera, él era ella, él era Helen.- Vistió sus diminutas ropitas interiores, en su cuerpito que ya disfrutaba plenamente. Ceñida de sedas y topacio, de chanel nº 5 y tacos altos. Venía el mejor momento. Atravesar el umbral de la puerta, y … por primera vez, salir al mundo, siendo la que es, siendo la que soy, se dijo, con aire de triunfo.- Las primeras miradas, lejos de ser censurantes, fueron agradablemente curiosas. La peluca rubia iluminaba la noche oscura. Un niño de la calle le lanzó un silbido sensual, ella siguió sin hacerle caso, no le gustaban los niños. Quería hombres, hombres recios y tiernos, hombres maduros y deseosos… de su cuerpo depilado, de su alma desnuda.- En la esquina, detenida frente a un semáforo, la abordó un transeúnte… “ven conmigo nena esta noche… tengo mi auto a media cuadra… acompáñame”…Con ese hombre, solamente con ese hombre, ella… toda tabú, no hubiera aceptado jamás. Era el papá de Howard, que acaso deseó a Helen, secretamente… siempre.- Esa noche no era distinta. Era la misma noche de siempre, con la luna vestida de luna.- Cada mañana tengo la vida reconstruida. desde que compartimos la ternura y la alcoba.Nuestro espejo, me devuelve tu imagen, de senos turgentes.y el reflejo de tu sonrisa diafana, como la vida misma.Me contemplo en tu mirar, y la calma me habita.Estas en las delicias de mis horas, dias,..y me convocan a inventar un futuro a tu lado.Nuestras soledades encontraron su destino.el olvido emigro.nuevamente sale a la caza de otro ser perdido. No vuelvas a caminarpor la senda en que perdistetus mejores ilusiones.Aquello ya pasó. No vuelvas a la misma puertaque te adentró engañadoen los besos traicioneros.Aquello ya pasó. No vuelvas a creer sofismas huerosde teorías cerradas en el aire.Aquello ya pasó. Los errores del pasadoallá quedaron,no volvamos a pisar el mismo polvode los caminos perdidos. (de "La caza del viento") Enrique González Matas En la vida debemos darnos el valor y el respeto con eso no me refiero a las personas gay si no aquellas personas que no toleran dicha personalidad, porque ofender a un ser igual a ti? Porque humillar a una persona que tiene tus mismos derechos? La cuestión no es apoyar lo que ellos hagan si no , brindar nuestra solidaridad y obtener los beneficios positivos que nos pueda ofrecer ese tipo de personas y agregarlos a mi vida y los malos , solo debemos botarlo y olvidarnos de que esa persona comparte otras creencias que yo . Porque debemos ofender a una persona que llego a este mundo sin preferencia sexual , así como tu sientes algo por tu sexo opuesto otros lo sienten con su mismo sexo .si cada ser humano hace esta dinámica puedo prometer que en el mundo haya paz pero cada cabeza es un mundo y hay personas que no se pueden manejar .
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martin yuri callisaya miranda
saludos
Hoz Leudnadez
Silvia Ins Mazziotti
Seelvy
Niain
A veces me faltan pulmones para respirarlos...
Gracias por el último detalle, muchas gracias
Annita
Muy alegre de verte por mis lares.
Afectuoso abrazo
Guillermo Capece
Guillermo Capece
eres tan bella como en la fotografia?
Miel
Miel
Estoy paseando por tus textos y noto, con alegría y gratitud, tu loable entusiasmo por publicar la poesía de nuestros valores latinoamericanos. Va un gran saludo y mi promesa de pasar a leerlos con calma con la dedicacion que se merecen. A raíz de tu mención a la gran poeta, estoy dedicada al estudio de Alejandra Pizarnik con mayor profundidad
Muchas gracias por compartir tus conocimientos con nosotros. Me complace mucho saber quecontamos con un amigo cuya vasta cultura literaria nos motiva y orienta hacia algo nuevo cada días.
Y sí, hay que tener mucho cuidado con los adjetivos. Pueden enriquecer inmensamente, pero mal utilizados puden matar, como expresa Huidobro. Hay un pequeño fragmento de Carpentier sobre los adjetivos, veré si lo puedo encontrar.
Un abrazo muy cordial,
Miel
Francisco Perez