• Alejandra Correas Vázquez
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  • País: Argentina
 
  AKHENATÓN  Y  LA  JUVENTUD........................  por Alejandra  Correas  Vázquez    Akhenatón tenía una ideología humanista, pero él fue fundamentalmente un muchacho de acción constante y sin tregua. Además de las infinitas oportunidades en que lo vemos en permanente actividad aquí y allá, como si tuviera un corto tiempo de reposo, su propio rostro obsequiado por esos excelentes escultores naturalistas de su entorno, revela las huellas de tensión puesta en su empresa.  Es indudable que una voz interior le dijo siempre que tenía muy pocos años por delante y que la prisa sería su inmortalidad. Su triunfo. Que los milenios iban a darle una patente de autenticidad y debía construir a toda empresa. El destino y la fortuna (ideas injertas con nombres propios entre sus planteos) le dieron solamente 11 años para su realización, durante los cuales dejó tanto a su paso como toda la Dinastía XVIII en su conjunto. Muchas de las ciudades que él fundó por Asia y Etiopía continúan habitadas.   Indudablemente era un joven interiormente inquieto y no hubiera podido someterse nunca a continuar en forma rutinaria la política egipcia, con su estatismo de milenios. Akhenatón había nacido con el sello de la emoción y lo manifestó en todo momento, poniendo a todo el mundo que lo rodeaba en una marcha febril de constructibilidad. Además de la ciudad capital que construyó en el centro de Egipto (hoy Amarna) cuyo nombre era "Horizonte del Círculo" (Akhet-Atón) edificó otras dos capitales con las mismas característica y fines: Gem-Atón y Khin-Atón. La primera en el Asia egipcia y la segunda en la Etiopía egipcia, que de este modo dejaban de ser colonias... ¡El faraón independizó a sus colonias!  Pleno de vida y de corazón ardiente, lo vemos participar de pleno en estas empresas, en todas ellas. Y también hacia esas distancias asiáticas y africanas envió mensajeros para difundir el pensamiento atoniano que unía a los hombres, bajo los rayos del Sol Creador, el padre Atón, el círculo solar. El más conocido de estos mensajeros que recorrió los territorios asiáticos para difundir la "buena nueva" en su nombre, fue Tutu... Como Saulo de Tarso lo haría casi un milenio y medio después, con el cristianismo.  Era demasiada empresa para tan corto plazo. Pero también fue demasiado lo edificado para tan breve estadía.  Debemos considerar también a aquellos jóvenes entusiastas (los atonianos que rodeaban al rey ideólogo y poeta) como a muchachos y muchachas plenos de fantasía y emoción. Pero además de ello llenos de humor. Esto les permitió crear la "primera caricatura histórica", como se hace hoy con todos los gobernantes y personas destacadas. Vemos en ella a Akhenatón, Nefertiti y sus nenas, caricaturizadas y perfectamente reconocibles. La familia real era en este diseño, un mono, una mona y unas monitas.   En ese climax de alegría sus "amigos íntimos" -como él los llamaba- tomábanse toda clase de libertades, para entretenimiento del en conjunto. Igual que milenios después el pintor español Goya haría con sus amigos de la corte española, una serie famosa representándolos bajo forma de distintos animales. También en este caso, eran sus "íntimos".   Este conjunto de amigos atonianos no podía quedar en el olvido. Tenemos los retratos de todos ellos hallados en el taller del escultor Tuthmose donde comprobamos su juventud. En esta colección donde apareció el famoso busto estilizado de Nefertiti, además de otros retratos más naturalistas de ella y su esposo, también se produjo la sorpresa de ver la "corte del rey" en pleno (según la frase de quienes la hallaron). Allí están con sus rostros casi vivos, por ser Tuthmose  un artista retratista, los amigos de Akhenatón.  Además de ello, Akhenatón como cualquier joven de cualquier tiempo rebelde, como en tiempos modernos, demostró muy poca simpatía por rasurarse. Y en el caso de él, por someterse al barbero. Lo vemos en ocasiones con la barba semicrecida en un completo descuido. Hay que recordar que los egipcios como los sumerios se rasuraban el cuerpo por completo. Eran razas morenas y pilosas como se ve en sus coetáneos babilonios.  Cuando se hacía necesario los faraones iban a la guerra al frente de sus ejércitos para defender Egipto, aún los pacifistas como el abuelo y el padre suyo (Tuthmosis IV y Amenofis III) ... pero ¡Akhenatón nunca irá a la guerra! ... y las había con los hititas invasores. El fue siempre la encarnación de la Paz a todos los niveles, fueran cuales fueran sus consecuencias. Pues la paz era su filosofía. La paz y la hermandad.  No debemos ver a nuestro joven protagonista solamente como un apasionado intelectual. Como un ferviente revolucionario que domina una teoría y la impone sin reservas. Era sin duda un realizador que transformó todos los moldes egipcios convencionales (y Egipto cambiará mucho a partir de entonces), pero contó también para ello, para concretar su tarea, con un núcleo humano completamente magnetizado por él.  Fue, es cierto, un muchacho acostumbrado desde el nacimiento al mimo de los cortesanos. Pero esto no era lo que él privilegiaba. Buscó en todo momento reunir otro tipo de hombres a su lado. Pues Akhenatón no investía la formalidad faraónica. Aquella masa humana que lo acompañaba en un hechizo indescriptible, iba detrás del hombre y no del monarca.    Su correligionario Tagi le dice:  "Lo mismo si subimos al cieloque si descendemos a la tierranuestra cabeza está en tus manos"  Tutu, su embajador y mensajero en Asia, sostiene:  "El pasa el día enseñándomede aquí el gran celo que pongoen practicar su doctrina"   El antiguo campesino May, trocado en citadino para seguirlo, le dice:  "Yo escucho su voz sin cesarmis ojos ven sus bellezas todos los díasmi señor sabio como Atónhace de la Maat su placer"  La Maat, significaba la verdad. Neter, era dios en singular, también muy utilizado en todo el movimiento atoniano, por ser un monoteísmo.  Otro admirador sostiene:  "Neter... dígnate hacer que tu amado hijo Akhenatón viva contigo por siempre. Que haga lo que desee su corazón. Que contemple lo que haces todos los días, para que se alegre a la vista de tu belleza. Que él permanezca aquí hasta que el cisne blanco se haga negro. Hasta que el cuervo negro se haga blanco. Hasta que las montañas se pongan de pie y caminen. Y que yo siga en el servicio de Akhenatón hasta que me asigne por fin el entierro que él otorga"  Este entierro por cierto era muy peculiar, porque los muertos aparecían en esas representaciones en fiestas alegres, libando con Akhenatón, Nefertiti y las seis niñas, sus hijas, en el otro mundo. Dado lo cual existe la opinión generalizada de que este movimiento atoniano había implantado ya la "mentepsícosis", como la llamarían los griegos, o sea la teoría de las encarnaciones.   El Juicio de los Muertos con el juez Anubis, y el peso de las almas tan caro al terror en la antigua tradición egipcia, quedaba de hecho anulado.  Todo aquél que penetra, o se acerca sigilosamente de puntillas para atisbar desde la distancia del presente, ese mundo peculiar de la revolución atoniana, más allá de su promocionado monoteísmo, siente aún hoy la fuerza cautivante de Akhenatón. Su magnetismo personal. Su impronta. Aquel valor de su amistad que le permitió seguir adelante y a toda prisa cuando les  dijo:  "Que me sigan. Los hermosos. Los sutiles. Los bellos. Los jefes de los soldados... ¡Mis amigos íntimos!"  Esta frase suya inscripta en una estela nos habla de su proyecto. Se lo podrá juzgar positiva o negativamente como han hecho los distintos autores, pero será imposible ser indiferente a él, pues es una personalidad que cautiva ya sea a su favor o en su contra. El lleva la fe de una ideología y la determina sin preámbulos. Se está con él o se está contra él. Es un camino único. Es un monoteísta con sus fallos y sus aciertos. Quiere una sola humanidad. Quiere igualdad, libertad y fraternidad. Y más que querer, la pone en marcha y nunca retrocede.  Se lo ha llamado "el primer individuo de la historia humana". Pues los personajes anteriores a él, no se difieren en nada de los dioses. Aún siendo seres vivos, son estatuas con las características de las mismas. Es muy difícil descubrir en ellos su humanidad. Sus características, sus peculiaridades, sus pensamientos propios de individuo real. Que es precisamente lo que manifiesta Akhenatón sin ocultar nada.   Cometió excesos. Derribó las imágenes de los dioses luchando contra el paganismo. Raspó sus nombres de las inscripciones, incluso el suyo y el de su padre donde decía Amón (pues él llamábase en el comienzo Amenofis IV). Prohibió el uso del nombre plural "dioses" permitiendo sólo el de Neter, que era singular. No cuidó las fronteras de su país donde los indoarios germánicos Hititas avanzaban a saco y cuchillo.   Actuó con la intolerancia de todos los monoteístas. El islamismo en La Meca destruyó las 365 estatuas bellísimas de los dioses paganos (uno por cada día del año solar) e impuso un almanaque lunar. En Canaán los judíos aniquilaron no sólo a los cananeos, sino a su religión pagana y su obra de arte, hoy estudiada por la arqueología. El emperador bizantino Teodosio cerró y quemó todos los templos helénicos, en especial en Alejandría. Los reyes vikingos San Olaf y Canuto el Grandes (reyes de Inglaterra y Noruega, primera mitad siglo XI) convertidos en baluartes cristianos del papado, acabaron con los Druidas, Thor, el Walhalla y las valquirias.   Akhenatón exponía su evangelio de unidad mundial, en ese Egipto que era el centro civilizado del mundo antiguo. Y edificó "su" Roma, diciendo:  "Todas las razas del mundo vendrán aquí para adorarte"  Usó el idioma de la calle, el egipcio popular, el lenguaje del pueblo muy apartado ya del egipcio clásico, y con esta lengua "bastarda" escribió su bellísima poesía, enviaba correspondencia y formulaba decretos. Esto ya no tuvo retroceso. Pues ocurrió igual que con el latín y las lenguas romances. A partir de él la literatura egipcia se dividiría en dos, la antigua y la moderna.  Lo vemos emprender sus consignas sin pedir consejo ni aceptación. Lleva la fe de su ideología y la expone sin preámbulos. Determinante y firme en sus esquemas, a veces rígido e intolerante, conquistó sin embargo una multitud de seguidores desparramados por aquella inmensa geografía. Cada premisa suya era captada con encanto. Es el fuego envolvente de la fuerza juvenil. Una mezcla de intolerancia y sugestión. Una simbiosis de ternura y rigidez. Una mezcla de capricho y bonhomía. Este es el sello peculiar de la revolución atoniana, de la ideología de Atón. Es la verdad en manos de la juventud.  Con todo lo que la juventud tiene de inexperta y altruista.  0ooooooooooooo0
"¡SIN REMORDIMIENTOS! ¡TODOS A  GRANADA!" ..............................  Por Alejandra Correas Vázquez  En Enero de 1992 pudieron leer quienes en ese año especial del Quinto Centenario fueron a España, en afiches que tapizaban toda la ciudad de Madrid, la siguiente leyenda:  "Sin remordimientos! ... ¡Todos a Granada!"  Era muy emotivo. Los ómnibus que partían rumbo a Granada, desde la Cibeles madrileña que corta la Gran Vía, llevaban un público en su mayoría cristiano, pero quienes ahora iban a homenajear a la antigua capital musulmana del Reino Nazarí, el día 10 de enero de 1992, al cumplirse 5 siglos exactos de su capitulación...   Sin remordimientos por parte de sus vencedores: los Castellanos.  Una inmensa exposición en la Alhambra (el paladio real nazarí) concitaba allí la atención internacional. Al mismo tiempo que los centros históricos andaluces homenajeaban a Fernando Valor (príncipe Omar el Omeya) quien fuera en 1569 el último valuarte de resistencia de esta hermosa cultura arábigo-española, que quedó en el recuerdo con todo su precioso pasado perdido. Pero sin embargo... nunca olvidado.   Su riqueza cromática, sus arabescos y verjas, el esplendoroso jardín del Generalife que lo corona sobre la montaña, con sus palacios repartidos allí y casi de juguete. La Sierra Nevada rodeando Granada en todo su esplendor.  El blanco Albaicín que baja hacia el centro granadino entre mansiones árabes y preciosas casas blancas. Un paisaje espectacular que hace en conjunto de esta ciudad bordeada por la Sierra Nevada, la admiración del viajero al contemplar ante sus ojos, uno de los momentos más sobresalientes del genio humano. Pero también es necesario recalcarlo, el notable respeto por su pasado que manifestaban los visitantes, cuando recorrían los sitios granadinos. Y además de ello, la sorpresa de hallar allí en la última década del siglo XX, a tres cofradías musulmanas que en 1992 lograban nuevos adeptos a la ley de Aláh... cual si esos cinco siglos se hubiesen comprimido.  Sin olvidar a la Gran Sinagoga granadina que es hoy la catedral de Granada. El mayor templo hebreo español, cuadrado, que tuvo el propósito explícito de reproducir el templo de Jerusalén en el Sefarad, nombre dado para España por la comunidad judía.  Estaba pues el visitante caminando conmovido por la Alhambra, trasladado emocionalmente en el tiempo y sintiéndose vivir entre los siglos XIII o XV (fecha cúspide del palacio nazarí) cuando algunos de ellos vieron en el Patio de los Leones una escalerilla y subieron por ella. De pronto, como si se descorriese un telón del tiempo, como despertados de un sueño, encontráronse de improviso en pleno siglo XX ...frente a toda clase de computadoras modernas.   Pues allí arriba en lo que antaño fuera la gran sala de recepción del Harén, con sus odaliscas envueltas en tules transparentes, la UNESCO tiene ahora sus oficinas. Funcionan en ese primer piso de la Alhambra mirando hacia el Patio de los Leones, dado que Granada es patrimonio de la humanidad. Además sus rubios delegados hablaban casi todos en alemán.   La fascinación que causa el Palacio de los Abencerrajes, como le llaman algunos, o Palacio Nazarí, como le llaman los otros, no es fácil de describir. Ver una estructura edilicia tan oriental y colorida, ornamentada con filigranas hechas en mampostería, como encajes que cubren las arcadas, dentro de la pétrea Europa medioeval, y además de ello ubicado hoy en el presente, dentro de la España moderna, crea una ilusión de transposición del tiempo.   Se encuentra también allí en el patio exterior, un extraño trono multicolor para dos personas sentadas, recubierto de azulejos brillantes, el cual crea una especial incógnita que nadie contesta... ¿Era aquélla una Diarquía como la etrusca o la espartana?... También en Tiahuanaco se halla un trono doble. No son dos asientos para rey y reina como los europeos. Es uno solo con capacidad para dos.  Nadie responde. Sigue la incógnita. Los visitantes se sientan allí para fotografiarse e inevitablemente la guardia civil española se acerca muy armada para ordenarles levantarse.   ¿Quiénes eran los Abencerrajes? En aquellos siglos cuando compitieron por el gobierno de Granada con Boabdil -quien los asesinó en el Patio de los Leones- tenían un poder económico y político inmenso. Se ha pensado algunas veces que fueran una familia árabe de Arabia propiamente dicha, quizás recientemente instalada. Pero la investigación de la escuela "Arabista" española lo ha puesto en duda. Los historiadores modernos dicen que no existen rastros sobre su origen. Fue la familia más importante de la Granada nazarí. Algunos especulan que pudieran ser persas. Tema tampoco aceptado por los arabistas. Célebres por su riqueza, su belleza física y sus conflictos amorosos. A uno de ellos se lo sindica como amante de la esposa de Boabdil.   Hasta se presume que fueran "Mawalas o Maúlas", es decir de origen cristiano convertidos al Islam. Pero esto también es rechazado por todos los arabistas. En Argentina se usa mucho en el ambiente gauchesco la palabra "maula" que significa renegado. En el Al-Andalus español y su zona de influencia (Galicia, Navarra, Zaragoza, Valencia) los Maúlas eran innumerables, como una moda instalada desde el 711 al 1492. Ampliamente aceptados por los emires y califas españoles, especialmente cuando provenían de una clase alta con preparación para colaborar con su administración.   Los Abencerrajes eran la familia más rica de Granada, y por ende de España en ese siglo XV. Se los acusó de favorecer una alianza con Turquía (los turcos nunca entraron en España Musulmana). Como también de que uno de ellos fuera amante de la esposa de Boabdil ...y en la Alhambra hay pintado un mural moderno con la estampa amorosa entrelazada de los dos amantes, donde en castellano se aclara que en ese patio precioso y florido, Boabdil los sorprendió... Lo cual no es óbice para asesinar a una familia entera. Los sobrevivientes se sabe, huyeron a Francia. La leyenda dice que fue tanta la sangre que los leones escupían agua roja.  Y el Romancero Morisco dice en castellano:  "Cabalgaba el rey Moro por las calles de Granadadesde la Puerta de Elvira hasta la de Vivarrambla"  Elvira era la pequeña ciudad cristiana que se hallaba en el centro de Granada, con una catedral gótica que parece de juguete. Pues convivían las tres religiones y las tres comunidades, cada una en su espacio. Y Vivarrambla era la judería granadina, donde se hallaba la Gran Sinagoga ¿Qué hacía por allí entre cristianos y judíos, el rey moro?... Pues tomar vino, porque esas dos comunidades no lo tenían prohibido, mientras que en la parte islámica lo tenían prohibido por el Corán... Y allí justamente en Vivarrambla salió a su encuentro un anciano hebreo de largas barbas, quien le dijo:  "Mataste a los Abencerrajes que eran la flor de Granadatrajiste a los tornadizos de Córdoba la Sultanapor todos estos errores... ¡Que aquí se acabe Granada!"  ¿Por qué eran rivales cordobeses con granadinos? No lo sabemos. Pero sí que el levantamiento de las Alpujarras en tiempos de Felipe II lo realizó Omar el Omeya, descendiente de los califas de Córdoba. Pues el Emirato de Córdoba se transformó en Califato con Abderramán III (siglo IX), es decir, se independizó de Oriente, transformándose en un reino europeo musulmán. Y esto hay que destacarlo. El Califato de Córdoba, y más tarde los cinco reinos Taifas, como el Reino de Granada, eran reinos españoles no dependientes de los sultanatos orientales.  Quedan muchísimos interrogantes sobre estos reinos árabes españoles pues desde 1492 hasta 1808 (o sea durante 316) toda información quedó oculta y prohibida... hasta que llegó Antonio Conde, secretario del rey José Bonaparte. Fue este ilustre erudito el primer arabista español. Pero como Conde después tuvo que refugiarse en Francia, el arabismo debió esperar hasta la llegada del orientalista holandés Dozy para que el trabajo continuara. Este investigador de Leiden publicó en lengua francesa su excelente trabajo "Los Musulmanes de España" haciendo comenzar su análisis desde la época pre-islámica. Por ello los primeros trabajos arabistas sobre España, se hallan escritos en francés.  Resulta que cuando Napoleón Bonaparte estuvo en Egipto, como general antes de ser emperador, encontróse con muchas familias árabes egipcias que le dijeron ser de origen español, ponderándole aquel período. Cuando envió a su hermano mayor José como rey de España le encargó investigar este tema. José traspasó su pedido al profesor Conde que era especialista en historia medioeval, quien hizo un trabajo de tres volúmenes sobre el reino árabe español. Para los interesados es bueno aclarar que Internet ha publicado su obra, de difícil acceso en bibliotecas.  Bajando del Alhambra a pie, se encuentra enseguida dentro de la misma montaña la casa de Manuel de Falla, aquélla que el gran músico abandonó una noche de improviso en medio de la guerra civil española, luego de que Federico fuera fusilado, para no convertirse en la próxima víctima del facismo. Partió de allí, y halló su sitio de descanso en la plácida ciudad de Alta Gracia, provincia de Córdoba, Argentina.  0oooooooooooo0      "SIN REMORDIMIENTOS ¡TODOS A GRANADA!... 1992"  0oooooooooooo0
DON  JERÓNIMO, EL JUDÍO .........................por Alejandra Correas Vázquez................... (Estampa  Colonial)    Cuando el río Suquía era navegable en tiempos de la fundación de Córdoba (Argentina), los grandes ríos de esta provincia colonial poseían una riqueza ictícola que alborotó los planes programados por la Real Audiencia de Charcas, situada en el Alto Perú (hoy Bolivia).  Allá en el año del Señor de 1582 un "Memorándum" enviado por los vecinos cordobeses, hízoles volver a estos altivos Oidores sus miras hacia el Tucumán (del cual Córdoba formaba parte), proyecto que no estaba hasta entonces en sus cálculos. Menos aún lo estaba este "Tucumanao" -zona de frontera más allá de la Salina Grande- donde dicho grupo de andaluces pioneros hallábanse radicados a la sazón. Pues en ese lugar "extramuros" habían fundado en 1573 la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. Estos andaluces solicitaban ayuda 9 años después de su arribo...  Y además de ello: ¡Reclamaban por su fundador! ...de quien dicen, en ese escrito, carecer de noticias desde hacía 9 años. Lo que evidencia que nada se sabía, a casi una década, del triste fin de don Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo.   En este documento de 1582, aclaran y firman todos los vecinos diciendo no tener noticias de su jefe expedicionario y fundador de esta ciudad "Córdoba de la Nueva Andalucía" desde que fue llevado de allí, a poco tiempo de la creación de su ciudad, por una guardia armada que vino en su busca. Ellos lo vieron partir al parecer sin violencia, y recorriendo todo el Tucumán carecían de noticias sobre él.  Don Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo era un hidalgo andaluz converso, pero circunciso, hijo de la judía Miriam de Toledo, amante del caballero español Luis de Cabrera. Todos sus hermanos fueron en realidad "medio hermanos" y él, favorito de su padre, era el bastardo. La familia Cabrera lo rechazaba, y como no dejó descendencia de su apellido, en la actualidad sus parientes desde Perú a Argentina quieren todos emparentarse con él. Algo tarde pues, ya que ni siquiera lo recibieron ni lo defendieron en vida. Su esfuerzo fue propio y sin otro apoyo que su propio talento.  Uno sólo de sus medio hermanos lo acompañó en su empresa cordobesa, a quien llamaban el "Gordo" por contraste a la estampa extremadamente delgada de Don Jerónimo, y sería este hermano adicto y algo menor que él, quien iba a dejar una descendencia en la ciudad. Cabrera tomó por esposa a una dama católica catalana de apellido Martell y no tuvo descendencia masculina.  Por este Memorándum enviado 9 años después a la Real Audiencia, por los primeros cordobeses, puede verse que nadie conocía ni en el Tucumán ni en el Alto Perú, de qué forma ocurrió su triste final. De modo que todas las conjeturas que se han escrito posteriormente en forma novelada, acusando a unos y a otros, y que han llenado tres siglos de tinta y muchos papeles, son falsas. Sin ninguna certificación real. Nunca la autoridad española fue su perseguidora. En todo momento se hace evidente la mano de la Inquisición y su brazo armado, que recorría el imperio español en busca de víctimas. Cabrera era judío.  Los Oidores del Alto Perú reciben a los emisarios. Leen el documento. Contestan que nadie en Charcas ha ordenado su detención y que por aquellos lados nunca ha regresado, ya que allí habíanlo nombrado como gobernador del Tucumán. Nadie es responsable. Nadie sabe nada. Pero Don Jerónimo ha desaparecido de Córdoba.  En el mismo documento enviado por estos vecinos, ellos ponderan la riqueza natural de la región "con peces de una vara de largo" (pues los indios Comechingones eran vegetarianos y sólo comían papas y batatas para asombro de los españoles). Es imposible hoy imaginar en los ríos cordobeses peces de ese tamaño, en forma natural, donde sólo se hallan actualmente mojarritas del tamaño de un dedo pulgar. La destrucción ecológica queda remarcada en este dato testimonial.  Alaban los vecinos también, llevando muestras, el tamaño de las uvas cultivadas y la buena calidad del vino casero.  Queda claro que todas las argumentaciones escritas después, sobre el final de Don Jerónimo, en nuestro tiempo, son simple mitología. Deducciones poco claras, ambiguas y falsas llevadas al papel debido al contrapunto y rivalidad que hubo en todo el período colonial, entre Córdoba y Santiago del Estero (capital del Tucumán).   Hay otra verdad más dura escondida allí. Los conocimientos que hoy tenemos de Don Jerónimo, en su carácter de circunciso nacido judío de madre (sin duda fue ella quien lo hizo circuncidar a espaldas del padre) y más tarde bautizado, son suficientes explicaciones en aquellos tiempos de la Inquisición. Sabemos que una partida de soldados vino en su busca, pero éstos eran en realidad el brazo armado del Santo Oficio... ¡Y no hace falta deducir más!  La orden firmada por Carlos V había sido no dejar entrar a las Indias "cristianos nuevos", precisamente lo que era Cabrera. Ya que el Emperador quería instalarlos a todos en Austria y Flandes, pues tenía sus propios compromisos allí. Pero la capacidad de adaptación del pueblo hebreo español o Sefarad, luego de 2 mil años de residencia en la península ibérica, hizo rechazar esta propuesta a gran número de ellos. Los sefarditas aún mantienen en Oriente la lengua pura del castellano antiguo, llamado "Ladino". Sin embargo Felipe II cambió de idea al ser rey de Portugal, donde halló un elevado número de judíos lusitanos, tratando de enviarlos a casi todos ellos a sus colonias de las Indias Occidentales.   Don Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo viajó con su comitiva compuesta de familias completas, para internarse en el Tucumán Virginal de aquellos siglos, donde el Imperio del Inca nunca había penetrado. Y eligió la vera del al río Suquía para fundar esta ciudad de la actual Argentina: Córdoba.  La comitiva iba bajando lentamente, con los grandes carretones cargados de muebles, bolsas de harinas, gallinas, arcones de ropa, sarmientos de parras de uva... y arriando ganado. Igual que todas las otras expediciones fundadoras del Tucumán. La trayectoria de ellos era a pie o a paso de caballo, o mejor dicho, a paso de los bueyes que tiraban las carretas recargadas.  Aquellos compañeros de ruta del visionario Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo, quienes lo acompañaban "misteriosamente" por un largo periplo de tierras y océanos eran familias completas y letradas (todas dejaron descendientes) internándose en un desconocido "Tucumanao", como se llamaba a esta tierra fronteriza más allá de la Salina Grande. Lejos de toda cultura posible. Gente acostumbrada a hábitos ciudadanos y a una vida de mejores posibilidades.   ¿Qué los hizo emigrar? Ellos guardaron a partir de aquí, celosamente su secreto motivo sobre aquella peregrinación en busca de una tierra de providencia, en busca de un sitio nuevo en el mundo nuevo, dentro de este continente austral.   Nada en aquella comitiva era corriente. Diferenciábase en varios puntos de las otra expediciones españolas de fundación. Y la principal diferencia era que ...¡No llevaban sacerdote!  El acta oficial existente en el Alto Perú fue escrita con posterioridad (como acontecía con todas las fundaciones imprevistas) y fue confeccionada ex profeso para ser enviada a España. Allí figura un sacerdote que nunca llegó al Tucumán.   Una fundación de una ciudad española en tiempos de Felipe II y sin sacerdote... desde ya es insólito. Como también esta expedición no autorizada por el Virreinato del Perú, de donde dependía, de la cual quedarían numerosas razones circulando en el pensamiento cordobés de los siglos venideros. Pero a ellos parecía no importarles, continuando su ruta con una firmeza decidida para hallar el terruño ansiado, guiados por el visionario Don Jerónimo, circunciso y bautizado.   Partieron con sus mujeres, sus niños y su esperanza. Cruzaron el Valle de Punilla, luminoso. Recorrían el bello paisaje cordobés guiados por su conductor, sus palabras de aliento, su capacidad de convicción, su carisma que a todos serenaba. Era invierno en Sudamérica en pleno mes de julio. En el momento de internarse en la Sierra de Punilla los sorprende el "Veranito de San Juan", un hecho climático que crea una primavera tibia, y algunas veces también muy calurosa. Era el día de San Juan y bautizan el río Suquía con este nombre (que más adelante perderá llamándosele Río Primero).  -"¡Qué lindo clima tiene este país!"- dijo Don Jerónimo  Y toda esta comitiva goza feliz en aquellos momentos. Sacan sus ropas de los arcones y las extienden sobre las champas al sol, para quitarles humedad. Liberan algunas gallinas con polluelos para que correteen. ¡Qué lindo clima tiene este país!  El veranito de San Juan prodigóles su delicia por todo aquel valle bellísimo. Siguieron el curso del río, internándose en la fronda donde éste se junta con el río Saldán ...y... como siempre acontece... ¡arreció de golpe el invierno! Era el 4 de julio de 1573. No pudieron seguir adelante y se refugiaron en una "barranca bermeja", como informó Don Jerónimo.   Y así transformados casi en "cavernícolas" comprendieron que no podían avanzar más ¡Helaba!   El día 6 de julio de 1573 queda asentado como fundación de Córdoba. Pero apenas llegó septiembre los ríos cordobeses crecieron y en aquellos siglos eran reales aluviones, de modo que las cuevas que los cobijaban con todos sus bártulos se inundaron. Y comenzó el peregrinaje de sitio en sitio. Plano en mano. Hasta ubicarse finalmente en el microcentro actual. Durante cerca de veinte años Córdoba sería una ciudad peregrina.    Don Jerónimo traía a su arribo un plano utópico de la futura ciudad, ya diagramado, dibujado por un ingeniero del rey, con los solares bien distribuidos entre esos pobladores elegidos para una ciudad que aún no existía. Asombra el hecho sobresaliente de que algunas manzanas tienen dueños que nunca llegarán a Córdoba. Y en otros casos sus propietarios llegan dos generaciones después pues los han heredado. No cabe duda de que estas cuarenta familias eran inversoras y habían comprado sus derechos.   Este plano fue trasladado intacto en cada una de las veces que Córdoba cambió de lugar, debido a contingencias climáticas y geográficas, dentro del mismo río y el mismo espacio. Plano en mano, estos peregrinos deambulantes desde el Alto Perú al Tucumanao, cambiarán varias veces de lugar. Pero nunca se alejarán del Suquía.  Córdoba de la Nueva Andalucía ha nacido y perdido a su mentor al mismo tiempo. Pero nunca lo abandonará en su corazón, en los sentimientos que él supo granjearse. En su carisma como guía paternal de esta ciudad que nunca lo olvida. Llevan sus nombre calles, escuelas, avenidas, plazas. Y su estatua, una bella escultura en bronce del artista Horacio Juárez, se erige en el centro de la ciudad.    0ooooooooooooooooo0
EL  HIJO  DEL  CAMINO  REAL...............(ESTAMPA  COLONIAL)  por  Alejandra Correas Vázquez    1 - REGRESO  DE  ARICA.........................................    Los portales del patio fueron abiertos para dejar libre acceso a los viajeros, quienes llegaban desde el Alto Perú luego de un largo viaje de tres meses, siguiendo la ruta del Camino Real. Los caravaneros estaban ansiosos de descanso. La casa grande de la Merced los recibió engalanada. Los ranchos cantando coplas. Afuera las carretas vaciaban sus mercancías traídas con sumo esmero desde el Mercado de Charcas.   Catalina y Catalinita se hallaban de pie tomadas de la mano, bajo el fresco de la galería, cuando vieron acercarse hacia ellas a Don Fernando, el encomendero. Esposo de una y padre de la otra. Pero no venía solo, iba acompañado de un niño con rostro risueño, que contrastaba con la fragilidad de su cuerpo. Estaba el pequeño muy tostado y con la piel paspada, demacrado, pero sus ojos eran claros y brillantes.   Don Fernando, parco y severo como siempre, les dijo después de saludar a su esposa y a su hijita, luego de tres meses de ausencia:  -"Este es mi sobrino Rodrigo, y lo he traído para que nos conozca, en vez de reembarcarlo hacia España al lado de sus tíos maternos. Nosotros somos su familia paterna. Es el hijo de mi hermano al que dejé de ver cuando me embarqué para Indias. El mismo a quien aguardábamos en vano un año atrás en las costas del puerto de Arica, para luego saber que había sido asaltado en alta mar y muerto por corsarios ingleses"  -"¡Rodriguito bienvenido!... el Tucumán será ahora tu hogar"- dijo Doña Catalina extendiéndole sus brazos al huerfanito  -"Pagamos su rescate a los corsarios ingleses que lo tenían trabajando como grumete. Pero sus padres y el resto de la tripulación fueron arrojados a los tiburones... Estos corsarios querían la nave vacía, como hacen en todo el Océano"- concluyó con dolor Don Fernando  -"¿No se pudo rescatar a todos?"- preguntóle su esposa angustiada  -"No dieron tiempo para hacerlo esos delincuentes del mar, que tienen patente de corso. Con piratas comunes habría sido posible. Hubiera costado más caro pero estarían todos vivos. Supimos de la existencia viva de este niño en las calles de Lima, por un viejo marinero escocés católico, quien también era prisionero de ellos y logró huir"  -"¿Cómo es posible?"- preguntóle su esposa  -"Tal como oyes. Los piratas son simples ladrones y van por el oro. Los corsarios quieren en cambio hacer una limpieza étnica, asesinando a los españoles. Se salvó este pequeño porque el marinero escocés lo halló acurrucado, escondiéndolo, y luego lo tomaron de grumete"  -"Tiene la cara muy curtida por el sol de mar, pero con nuestros cuidados pasándole lienzos con té de peperina, recuperará su color"- aseguró Doña Catalina   Catalinita, la pequeña Catita, lo observó atentamente, pues ambos tenían nueve años. Y comenzó desde entonces a admirarlo. Ella había reconocido en su primo, a su héroe. Al audaz sobreviviente de un asalto corsario.  El niño que llegara por el Camino Real, pero que padeciera antes por un año entero tantas penurias, era su paladín. Reconocía en él... al ensueño. La fantasía. Lo imprecisable. Lo etéreo. El cuento de fantasmas. Lo desconocido. La aventura. Todo aquello que siempre estaría para Catita, hija de la Merced y niña aislada en el Tucumán, muy fuera de su alcance. Su primo Rogo -Rodrigo- comprendiéndola, hablaría siempre para ella en un lenguaje de leyenda. Y ella no intentaría nunca de convertirlo en realidad.    2 - FICCIÓN  Y  FANTASÍA  ........................................    El niño de nueve años era frágil de salud al llegar, por las privaciones que pasara, pero comenzó a recuperarse. Delgado y ágil. Alegre y movedizo. Juguetón y fantasioso. Su imaginación continua lo volvía cautivante para Catita, pues aquellas experiencias que había vivido, en situaciones límites para un niño, despertaron en Rogo su viva imaginación.   Había sido el prisionero de corsarios ingleses con banderas negras y calaveras blancas. Y ahora lo era también del Tucumán, un rincón solitario que lo aislaba del mundo de su tiempo, aprisionándolo en su lejanía geográfica. Esta provincia colonial estaba en el corazón mismo del cono sur sudamericano del siglo XVII.  Rogo vivía ahora con quienes nunca antes había conocido, y perdió entre los tiburones a quienes siempre había conocido. En medio de tanta irregularidad, viviendo en un entorno por completo extraño para él, comenzó a cobrar una identidad distinta a la de su origen. Con aquella tragedia vivida a tan corta edad, de un final distinto al prometido cuando embarcó con su familia en un puerto de Flandes, el desconcierto y lo inesperado, iban a convertirse en su única realidad.   La irrealidad en fantasía, y la fantasía en creatividad.  Era un hijo nuevo en la Merced llegado por el Camino Real, que ocupaba de a poco su lugar allí. Pudieron ver todos que el niño era en extremo inventivo, y atribuyeron esa creatividad a las secuelas del trágico abordaje. Rogo era un artista que no practicaba el arte, pero que lo poseía en su interior. Y Catita lo seguía a todas partes en forma incansable. Había que tener mucha vitalidad para acompañar a este niño que parecía a cada momento buscar aventuras nuevas. Sea en las aguadas, las colmenas de camoatí, los nidos de murciélagos...   Tal pareciera que sus tristes aventuras habíanlo fascinado. Todos sabían que él fue testigo durante un largo año de abordajes y pillajes, dentro de la nave robada por los corsarios. Además su dolor estaba presente, pues la presencia de una simple "vieja del agua", pez que nada entre piedras de arroyo, le hacía estremecer recordando a sus padres mordidos por los tiburones, cuando gritaban arrojados a las aguas del océano.    Llegó hasta la Merced en un estado muy frágil, pero luego de unos meses habíase vuelto robusto debido a los aires y manjares tucumanos. Recuperó su piel blanca, y los cuidados de Doña Catalina lo serenaron, a pesar de ser una criatura de movimiento constante.   Por el contrario, educado en Flandes, sabía mantenerse quieto en las reuniones familiares y escuchar con atención los relatos de los mayores. Y por ello fue admitido en sus tertulias. Luego él reconstruía en su mente esas diversas anécdotas, añadiéndoles su fantasía, para volcarlas sobre Catita con su agregado imaginario, ora glorioso ora tétrico. Y a ella todo parecíale hermoso, llegándole de Rogo.  El niño tenía también largos momentos de solitaria quietud, dedicados a ensueños en escondites privados, que inevitablemente descubría su prima. Hallaba cuevas secretas junto al arroyo que surcaba la Merced, habitadas sólo por murciélagos. Construía pequeñas chozas con cañas, a la medida de su tamaño, donde ambos primos cabían entrando gateando y dejando las piernas afuera. Edificaba puentes en los tramos de una acequia, por donde cruzaban las tortugas que tenían de mascotas. Trenzaba ramas de sauces haciendo pequeñas canastas para recoger tunas, de modo que soltasen sus invisibles espinas. Tallaba barcos con maderas blandas, y los deslizaba por las aguas mansas del arroyuelo. Tenía un público fiel y contante: Catita.  Ella lo ayudaba amasando el barro, con el cual su primo construía casas en miniatura, a las cuales endurecía como adobe prendiéndoles fuego con ramas y hojas viejas. La lluvia de este modo no las deshacía. Catita reposaba las siestas a su lado, en aquellas chozas de ramas y cañas construidas por Rogo, aunque los guijarros cayeran sobre su cabeza. Probaba sus puentes empujando en ellos a sus tortugas. Ella luchaba junto a él contra enemigos invisibles, en las vertientes y los vallecitos. Más tarde ya muy cansada, Catita quedaba dormida bajo la magia de sus relatos.   La niña lo imitaba en todo, repetía sus frases casi al unísono, haciendo gala con ello de su sobrenombre. Pues el apodo de "Catita" con el cual la llamaban todos como diminutivo de Catalina, significaba también en lengua india y vernácula, el nombre de las loritas verdes y pequeñas que invaden los árboles, imitando voces.   -"Lleva bien puesto el sobrenombre de Catita, mi Catalinita"- decía el padre    3 -LA  MERCED...........................    La Merced era una empresa luchadora contra el ambiente primitivo y selvático del Tucumán, sacrificada en el aislamiento de aquellos pioneros sin comunicaciones fáciles. Y ahora cobijaba a estos dos niños en sus juegos, pero los ignoraba a un mismo tiempo.  La empeño de los Encomenderos del Tucumán desprovistos de medios y aislados del mundo, en el siglo XVII, no tenía en cuenta a dichas criaturas. Ni ellos caían en cuenta del agresivo ambiente donde vivían, en el cual se luchaba por sembrar un futuro. Ellos veían preparar los cueros, salar el charqui, cuajar la leche, ranciar el queso, moler el trigo y el choclo, para cargar en las carretas. Asistían a la capilla propia ubicada dentro de la casa grande, y aprendían allí las letras y el latín con el padre Alfonso. Este sacerdote vivía con ellos la mitad del año, y la otra mitad en la Merced vecina ilustrando a los hijos de otro Encomendero.  Allí en la Merced existía numerosa población, toda ella concentrada en cercanía a la vivienda propia de Don Fernando. Era en su conjunto un pequeño pueblo trabajador, en tareas campesinas, dispuesto a defenderse de probables Malones (hordas indias salvajes) que ya habían vaciado y masacrado a otras Mercedes del sur, llevándose el ganado y bellas cautivas. Se hablaba de ellos. Se pensaba en ellos. Se fortificaban los pobladores.    4 - LA  AVENTURA............................    A medida que iba creciendo, Rogo aprendió a montar en caballo y a manejar armas de fuego. Es decir, como primera medida, se le enseñó a defenderse. Esto era prioritario en el Tucumán. Tenía ya once años y en sus imágenes -las cuales conservaba muy claras- empuñaba esas armas con ansias vengativas. Pues él pensaba que esos temibles Maloneros (araucanos y pampeanos siempre desnudos) a los que aún no había visto, vestían en realidad con ropa obscura enarbolando una bandera negra con un centro de clavera blanca y dos tibias. Como los corsarios ingleses que lo dejaran sin padres. Imágenes imborrables en su mente, como en un cuadro estático.   Invitaba a Catita para que lo siguiera hasta los barrancones, y luchaba allí contra los corsarios, en defensa del barranco o atacando el barranco, con armas de madera hechas por él. Prendía fuego a su propias chozas donde el enemigo se refugiaba. Hacía naufragar en la acequia una de sus barquitos porque allí huían. En el fondo Rogo nunca había dejado de ser el hijo de un abordaje, provocado por corsarios, y que llegara por el Camino Real como un huérfano para refugiarse en esa Merced...   Pero Catita recibía esas imágenes con una dimensión diferente. Como una fantasía de leyenda. Pues ella por el contrario, era una hija nacida pacíficamente en la Provincia del Tucumán, donde todo era distancia y aislamiento. La quietud era su única realidad, y su primo en cambio, un creador y protagonista de aventuras.    5 - EL  HEREDERO...............................    Afuera, detrás de la galería, en el patio mismo de la Merced, los hombres trabajaban: curtían, secaban, cuajaban, molían, amasaban. Llenaban carretas. Y más tarde viajaban sin detenerse nunca, hacia el Alto Perú. Vivían año a año, mes a mes, día a día, en función de él. Como quien vive en un desierto rodeado de arena pensando en la civilización, y deseando no separarse nunca de ella.   El Alto Perú era precisamente eso. El contacto con las tierras mundanas. Con las grandes ciudades habitadas, como Potosí la más poblada, donde transcurría la historia de su época. Ese presente que los hombres del Tucumán no deseaban perder, manteniendo aquel contacto anual.  Pero para Don Fernando como encomendero del rey y responsable de esa Merced, su trabajo y abnegación creía él, le permitirían con el tiempo reconstruirlo todo. Hacerlo sobrevivir dentro de sí mismo. Pues el padre de Catita estaba muy solo cargado de responsabilidades, y debía aguardar mucho tiempo aún, hasta la mayoría de edad de su sobrino Rogo, para contar con su ayuda. Debido al trágico abordaje de los corsarios ingleses, habíanse frustrado de improviso todos sus planes. Pues no contaba ya más con la llegada de su hermano, para compartir junto con él la dirección de ese inmenso predio feudal, cual era una Merced.  Había esperado con ansias verlo llegar al Tucumán, convenciéndolo de dejar Flandes y su carrera militar allá. Y todo ello para alternar ambos hermanos la dirección de esta Merced. Compartiendo por turno aquellos largos viajes al Alto Perú, las ventas y compras en Charcas y Potosí, y además el embarque en Arica. Pero ahora todo había quedado como estaba antes.   Don Fernando se hallaba muy solo para hacer frente a todo, y además ahora era responsable también de la crianza de este pequeñuelo. Y sólo contaba con algunas pocas sugerencias del padre Alfonso, quien era un erudito amante de letras clásicas, antes que un comerciante. Menos aún, un productor.  El encomendero veía con calma los juegos incansables de su sobrino, como una necesaria forma de alejar de él aquellas imágenes dolorosas, que habíanlo traído hasta su Merced. Don Fernando sentía como necesario que el tiempo disipara en Rogo toda penuria y temor. Y de este modo al fin algún día su sobrino Rodrigo asumiera su papel, enfrentando las circunstancias difíciles del Tucumán, expuesto a rigores múltiples: Viajes por salinas, selvas y altiplanos. Largas caravanas hacia el Alto Perú y al puerto de Arica. Y además de ello, enfrentar los malones y los cuatrerajes... En suma una vida dura.  Pero este esfuerzo también era compensado con grandes progresos económicos que iban en crecimiento. Las Mercedes prosperaban y los encomenderos aumentaban su papel feudal. El no tenía un hijo varón, y en el Tucumán hizo aparición la Ley Sálica, por fuerza de las circunstancias, aunque no estuviese en el código español. Ponerse al frente de una Merced y dirigir caravanas con gauchos de lanza, no era un tema femenino.   Cuando los "francos salios" como pueblo nómade que invadía Europa impusieron este sistema hereditario, dando la herencia por vía masculina solamente, se sujetaron a estas mismas contingencias y necesidades. Francia la aplicó casi siempre (aunque no siempre) llegando al extremo de nombrar reyes a los esposos de las princesas reales, como sucedió con los Borbones. Tuvo este pensamiento su aplicación en muchos casos, dentro del continente europeo, por demás guerrero. No fue un prejuicio antifeminista, sino una necesidad ante los hechos bélicos imperantes. Y estas circunstancias se repetían en el Tucumán: La necesidad del heredero varón.  Su esposa había sufrido un accidente montando a caballo, con aquella extraña costumbre antigua de que las mujeres montaran de costado con sus largas polleras al viento, lo que provocaba peligrosas caídas. Doña Catalina ya no podía tener otro hijo.   En el futuro Rogo iba a ser su heredero, o sea el próximo encomendero, y Don Fernando lo necesitaba fuerte, arriesgado y altivo. Capaz de poner el pecho por todos, y ser respetado por todos. Su sobrino era su único heredero masculino, y a quien él necesitaba para que esta Merced del Rey continuara en poder de su familia. De tal modo la herencia y los derechos a ella, estaba centrados en Rogo, y no en su propia hija Catita.  La vida en una Merced del Tucumán dependía de las caravanas al Alto Perú, del puerto de Arica y del océano Pacífico. Pues la tierra tucumana era una gran productora de alimentos y sal, haciendo que el Mercado de Charcas fuese su mejor cliente. Tanto como la China para sus cueros.    Pero él estaba muy solo en esta tarea, en su esfuerzo de organizar una Merced y dirigir las caravanas de carretas cargadas de productos, rumbo al Alto Perú... Sumó además otra tarea a las múltiples suyas: hacerse cargo de un sobrinito. Ahora tenía una carga más, que también dependía de él, y no un alivio con el apoyo de su hermano, como Don Fernando había proyectado.   Debía además curar la imágenes dolientes de Rogo, y prepararlo para ser un heredero en el Tucumán.    6 - EL  MONSERRAT...............................    Catita crecía al lado de su primo, y Don Fernando pensaba que la niña limpiaría con su pureza campesina, los conflictos internos que el sobrino traía desde el mar. Pero también pudo comprobar con sorpresa, que aquel niño pertenecía casi por completo, a su hija. Perdida su familia entre los tiburones, Rogo encontró el calor de hogar en su pequeña prima.   De este modo se daba la realidad, de que el encomendero había adoptado a su sobrino, pero no le pertenecía. Rogo era de su hija, como una propiedad simbólica. Imaginaria o casi fantástica, como las creaciones propias del niño.   Pero el sobrino creció inevitablemente, y como todos los adolescentes del Tucumán debía empezar su educación como alumno interno en el colegio de los Jesuitas, llamado Nuestra Señora del Monserrat. El cual estaba situado en la misma provincia a poca distancia de camino, y funcionaba en la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. Tenía el tío que cumplir la palabra dada a su hermano, al hacerlo venir desde Flandes, diciéndole que su hijo tendría en el Tucumán un buen colegio humanista.  Para Don Fernando la adopción de Rogo comenzó recién a partir de este momento, cuando dejó a su sobrino en manos de los Jesuitas ...¡lejos de Catita!... Ahora el sobrino comenzaría a ser suyo, su heredero. Pertenecería por fin a la Merced, al Tucumán, al Alto Perú, al reino de la dinastía Austria, tal como él lo había comprendido desde que llegó a las Indias.  Y Rogo comenzó así su larga vida de estudiante.  Catita miró el cielo. Las nubes poderosas que lo cubrían eran semejantes a sus sentimientos. A esa tristeza que ella experimentaba en aquel momento, viendo partir el carruaje que se llevaba a su primo, camino al Monserrat.  -"Lo veremos cada verano de vacaciones, y también lo visitaremos en su colegio"- consolábala Doña Catalina   -"Pero se va ... va ... va"  -"Pero volverá, como todos los estudiantes. Cumplimos con la promesa que dimos a su padre, cuando le indicamos que aquí en el Monserrat había un buen colegio humanista, de otro modo él lo hubiera dejado en Flandes para sus estudios"  Catita siguió mirando el cielo cargado de nubarrones, como si no la escuchara... Ya nunca sería lo mismo.   Rogo volvía de vacaciones, es cierto, pero siempre acompañado por un preceptor Jesuita, como era la consigna de este colegio humanista, y poco hablaban ambos con ella. Otras veces llegaba además acompañado por algunos condiscípulos, aquellos estudiantes internos que tenían muy lejos a sus padres. Ellos por cierto, sentíanse admirados con la belleza de la niña que iba creciendo como una flor de aromo, toda dorada. Y no dudaban en galantearla, para sorpresa de Rogo.  El mocito también iba creciendo en altura y cultura, de manera que comenzó a comentar entre el conjunto de monserratenses, como ellos se llaman entre sí, que una novia muy bella lo aguardaba en la Merced.   Pasaron los meses, los años de internado, un tiempo breve en realidad como todo parvulario, pero muy largo en el interior de la niña. Un día ella comenzó a caminar y fue en busca de los lugares que compartieron juntos. El arroyo. Los puentecillos construidos por Rogo, ahora mudos y resecos. Las cuevas pobladas de murciélagos. Todo y cada uno de los rincones de su primo, comenzaban a ser devorados por la naturaleza.  Finalmente el Monserrat devolvió al sobrino a la Merced. Pero se hizo evidente que ya no era igual al que partiera. Ahora era un joven esbelto, comunicativo, sociable. Sin embargo Catita vio en él a su compañero de siempre, pues al fin su primo llegaba solo y sin preceptor.   Habló con él, recorrieron juntos los caminos y las grutas que Rogo ansió contemplar de vuelta. Limpió algunas cuevas. Arregló puentecillos rotos. Fue el caminante y el jinete incansable que ella conocía, y más tarde en la mesa del mediodía repleta de manjares... creyó haberlo perdido para siempre.    7 - ALTO  PERÚ...........................    Rogo era ahora un joven lleno de inquietudes que contrastaban con la serenidad de la Merced. Y sus planes dirigíanse al deseo imperioso de recorrer el Alto Perú junto a su tío. Don Fernando estaba eufórico. Era el primer día en que no se sentía solo. Ya no sería más el responsable único de todo cuanto acontecía en la Merced... Era la primera vez, en cambio, en que Catita se sentía sola.   Comprendió la niña que su primo comenzaba ahora una vida nueva. Ella hubiera preferido que él continuara siendo un ser irreal, casi de fantasía. Impreciso... pero con un mundo propio. El de Rogo. O el de ella. No el de su padre ni el de los corsarios, sino ese mundo anterior dentro del cual disfrutaron una infancia juntos, y que ella aún evocaba.   Pero a Rogo le aguardaba ahora el Alto Perú, lo que era para este monserratense, recién salido del internado humanista, una gran aventura real. Y no una fantasía imaginada por él. Su llegada años atrás por el Camino Real con todos sus dolores, estaba ya muy borrada en sus recuerdos. Los Jesuitas cumplían ese destino con sus discípulos, preparábanlos para una vida nueva en una nación nueva, dentro de las Indias, como era el Tucumán.   Los preparativos de tío y sobrino eran emotivos para ambos. Para el encomendero significaba contar finalmente con un heredero. Para el sobrino, era tomar contacto con la realidad. Ese escenario mundano de su época, que había perdido al dejar Flandes.  Catita veía preparar las carretas de su padre y su primo, cargadas y pesadas con productos tucumanos en viaje al Alto Perú ...Y llevándose en su cargamento también a Rogo... El muchacho comprendiendo su tristeza acercóse a la niña para consolarla, antes de subir al carruaje privado donde ellos dos viajarían a la par de los carretones. En la despedida de ambos primos, los diálogos fueron breves pero intensos.  -"Te dejo sola en este momento, pero volveré a tu lado ¿O crees que he cambiado tanto?- le dijo Rogo  -"No volverás, porque no has vuelto desde que te fuiste al Monserrat"- contestóle ella  -"¡Catalina! ... ¡Catalinita! ... ¿Vas a seguir siendo una catita, ese pajarito verde posado sobre los árboles que imita voces? Ya tienes que dejar de ser una Catita para convertirte en Catalina, la dama de una Merced, donde yo pueda reposar mi cabeza de varón"  -"¿Eso es lo que dicen esos enormes libros que traes escritos en griego y en latín? Pero es distinto para mí. A quien yo deseo de regreso no es a Rodrigo, el sobrino del encomendero, sino a mi primo Rogo"- contestóle ella  -"Soy el mismo y volveré a tu lado, pues eres mi Oriana y yo soy tu Amadís. Fuiste mi centro desde que llegué al Tucumán siendo un niño lleno de dolor, cautivo de corsarios... ¿No lo recuerdas ya?"- insistióle el joven  -"¡No has vuelto conmigo! Aquel niño cautivo que era mi compañero de juegos... ¡El sí que me pertenecía!"- exclamó la joven  -"Sí, te pertenecía, es cierto. Porque ambos nos pertenecíamos, al igual que todos los niños que juegan juntos. Pero yo tenía un secreto, sin que te dieras cuenta... en realidad entonces, aún pertenecía a Flandes y lo añoraba. Por ello viajaba en ensoñaciones. Hoy todo ha cambiado para mí. Ahora pertenezco al Tucumán, a la Merced, a nuestro apellido de hidalgos españoles en las Indias, y a este imperio del rey Felipe donde no se pone el sol. No podía ser de otra manera. No fue mi elección. Yo fui el elegido. Ahora Catalinita, ambos debemos pertenecernos de otra manera"  -"¡Pues yo no lo veo así!"- insistió ella -"Me sigue perteneciendo aquel primito que construía puentes y barcos de juguete, que me parecían gigantescas ...¿Acaso no era hermoso?... Todos en esta Merced han perdido a ese niño, menos yo. Aún está aquí conmigo. Nunca se ha ido de mi lado ¡No te lo llevaste!"   -"Querida Catalina... me fui y volví. Parto y volveré. Te rescataré como un Amadís a su Oriana solitaria en esta Merced. Deseo ahora algo muy distinto entre ambos. Debemos pertenecernos de verdad, pero como dos jóvenes que pueden vivir un idilio de amor, con mayor suerte que Paris y Helena. Y para ello volveré con mis regalos"    8 - EL  CAMINO  REAL......................................    En el Alto Perú, tío y sobrino compraron un precioso ajuar de novia para Catita. Y luego retornaron con la caravana de carretas tucumanas repletas de platería potosina, telas de ñandutí paraguayo, harina de banana y chuño.  -"Son ricos presentes de un hermoso galán"- exclamó Doña Catalina al abrir el arcón destinado a Catalinita  -"Sí, tu primo Rodrigo es un gallardo galán, que ha viajado lejos entre bellas altoperuanas,  y sin embargo vuelve por ti"- le aseguró el padre  -"Pero mi primito Rogo me hizo antes un regalo mucho más exquisito"- contestóles ella   En ese momento la niña fue hasta su cómoda, sacando de ella una embarcación en miniatura tallada antaño por Rogo con un cuchillito casero. Rodrigo que en aquel momento ingresaba en la habitación con un gran ramo de aromos y junquillos silvestres, para su novia, al escucharla le preguntó:  -"¿Me rechazas?"   -"¿Me compartes?"  -"¿Tengo que compartirte conmigo mismo?"  -"Es la condición"  Rodrigo necesitó en ese momento retirarse, para mantener un diálogo con su tío. No le era fácil tal situación, pues comprendía que él vivía en un tiempo, mientras que Catita se hallaba viviendo en dos. Don Fernando lo tranquilizó diciéndole:  -"Ella habla con ambos en un lenguaje distinto. Y debes admitirlo pensando en la difícil situación de una niña sobreprotegida, que quedará todos los años tres meses alejada de su marido. Esos serán los meses de Rogo. El niño que la protegía creándole dimensiones imaginarias. Luego volverás a su lado y el resto del año ella vivirá dichosa con Rodrigo, pero será algo distinto"- le explicó   -"¿Por qué distinto? Yo soy la misma persona, antes de niño y ahora de joven"- protestó el muchacho  -"Pero no lo eres, porque Rogo era su protector como único compañero, y además quien le enseñaba a soñar, en medio de su pureza campesina. Y eso la apoyará en tu ausencia. Mientras que Rodrigo al contrario, protegerá a toda la Merced y velará por su crecimiento, como yo lo he hecho hasta ahora"  -"¿Cómo debo empezar para llegar pleno, al corazón de Catalinita?"  -"Ya comenzaste antes, mi querido sobrino. Con tu capacidad de relato. Has podido palpar al acompañarme en este primer viaje tuyo al Alto Perú, sus múltiples peripecias. Y el encanto emocional al arribar a esas ciudades cosmopolitas. Allí tienes a tu disposición una fuente rica de anécdotas, que luego traerás contigo para relatarlas, llenas de adornos, a la pequeña Catalina"   -"¿Será imperioso hacerlo?"  -"¡Muy imperioso Rodrigo!... pues de ello dependerá la bonanza de ustedes dos. Cuando ella las recepte, en su corazón irán uniéndose ambos primos, el niño anterior y el joven actual"- díjole el tío  -"¿Será eso posible?"- preguntó emocionado Rodrigo  -"Sí,  cuando vuelvas a hacerla soñar, ese deseo tuyo será logrado. Pues es parte del enigma de quienes vivimos en contacto con la naturaleza. Ahora sobrino, mira bien la Merced en derredor nuestro. Su soledad. Su alma. Su misterio y su ensueño, que son ahora tuyos, como mi heredero. Viniste aquí por el Camino Real y volverás por él, de ida y vuelta, anualmente desde ahora"  -"Lo sé tío... el Camino Real será siempre mi senda. Casi mi casa o mi hogar. Partiré y volveré por él. Sin embargo mi camino verdadero fue mucho más largo y azaroso, pues partió desde Flandes y nunca acabará"- concluyó Rodrigo  El mozo altivo y galante finalmente calmóse, dejando a un lado toda angustia, algo emocionado pero alegre. No podía quitar a su novia Catalina, su antigua Catita, esa fuerza que ella necesitaría en una vida entera, para sobrellevar la vida de una mujer en la soledad de una Merced.  De inmediato salió al exterior al advertir un gran movimiento. Los encomenderos vecinos llegaban con sus carruajes y sus hijos, para presenciar la fiesta de bodas. También llegaron sus condiscípulos trayendo presentes para la novia, y la galantearon como otras veces. Más allá advirtió con alegría, la llegada de su preceptor Jesuita.  El era el hijo llegado por el Camino Real, y ahora habíase convertido en el heredero de una Merced, en el Tucumán del siglo XVII, intentando conquistar el corazón de una dama, pero al que debía compartir con un niño que para él... ya no existía. Entonces alzó la cabeza y se dijo a sí mismo:  -"Todo es posible en términos del amor"    0ooooooooooooooooo0      
EL  SECRETO  DE  CELESTE  ....................  por  Alejandra Correas Vázquez"Yo soy yo ... y mi circunstancia"Ortega y Gasset    1 - OTOÑO  EN  LAS  SIERRAS................................................. Acercándose ya el invierno cuando el sol invierte su recorrido, las sierras cordobesas aspiran un aire frío y penetrante, pese a la belleza dorada de los árboles otoñales. El cielo agrisado anuncia la llegada imprevista de la tarde, y la luminosidad escasa obliga al repliegue tempranero en aquellos rincones apartados. Se vuelve más corto el espacio de los días, y el vacío de las quebradas parece penetrante, una vez que los visitantes del verano han regresado a la ciudad.  Ante estas perspectivas Ramiro Reynoso, muchacho veinteañero, apresuró su viaje hacia la ciudad de Córdoba para ingresar como estudiante universitario. Y partió como todo joven de corazón despejado, con un bagaje de proyectos e ilusiones.   Su vida hasta entonces había transcurrido en esa placidez serrana del paisaje acogedor, con dimensiones boscosas o churquis espinosos, junto a vertientes cristalinas bajando desde las rocas hacia el arroyo... ora manso ora embravecido. Y él amaba esas tierras.  Ramiro pertenecía a su entorno, porque el entorno a su vez le pertenecía. Allí donde el espíritu vivo de la Pachamama comunica emociones y visiones, no transferibles con palabras.  Vivía en una casa de piedra de líneas elegantes, en la bajada empinada de un monte dentro de la población donde su padre era maestro. Era aquél un especie de castillo serrano que decoraba el paisaje, y dominábalo con su vista panorámica. Su casa estaba rodeada de gigantescos plátanos, los cuales a la entrada del otoño doraban sus hojas en una gran variedad de tonos.   Ramiro amaba esos valles coloridos y estaba acostumbrado a ellos. Tal vez los amaba porque amaba su propia infancia, transcurrida allí en un ambiente protegido. Cuando el profesor Reynoso se instalara en la zona para organizar la primera escuela fiscal, llevó consigo al pequeño niño recién nacido. Fue este maestro amante del paisaje, de la educación y la pasividad, un padre instructor y un Aya, pues el niño nunca recordaría haber visto a su madre. Numerosas niñeras aldeanas pasaron por su casa, de tal modo que el pequeño transformóse en la mascota de esa solitaria población serrana. Todos querían cuidarlo.  Pero la misma circunstancia familiar tan peculiar, permitióle a Ramiro llevar una niñez cuidada al extremo, y muy descuidada al mismo tiempo. Vivir en la constante atención de personas mayores a él, y en la salvaje amalgama de juegos  con esos serranitos montaraces esparcidos por los ranchos de adobe del entorno. Ellos habían sido sus compañeros de diversiones infantiles. Sus fantasiosos amiguitos de antaño.   Había crecido con ellos en una vida exuberante de emociones y creaciones.  Gozó a su lado jugando en esas quebradas serranas llenas de misterio. Junto a las fuentes naturales de agua rodeadas de helechos, con las rocas incrustadas en las laderas donde todos buscaban secretos, o imaginaban mundos de inventivas inacabables. Todo ese conjunto que le era propio, y dentro del cual había crecido sin advertirlo, absorbía su imaginación.  Luego de los primeros años de residencia en el lugar, su padre logró ser ayudado en la escuela fiscal por dos maestras llegadas de la ciudad. Fueron ellas encariñadas con el niño, quienes sugirieron al profesor Reynoso internar a Ramirito en una colegio de varones ubicado en zona próxima, a fin de que cursase el secundario. Pasados esos cinco años, transcurrido en un ambiente distinto, el hijo contempló todo de otra manera.   El iba y venía desde su colegio en un viaje de 3 hs cada fin de semana y en tiempos de verano, lo que permitíale tomar una idea clara del ambiente serrano a cierta distancia. Regresaba acompañado de compañeros de estudios como visitantes.    Pero el joven ahora crecido seguía amando al pequeño serranito que asistía a la escuela de su padre. Ese niño de infancia descuidada que en el fresco de las mañanas junta peperina, o busca mica brillante en las horas de la siesta. La eclosión veraniega del turismo demandaba estos productos (pues la piedra natural del ambiente y el arena de los ríos no son útiles a la siembra o la cría) de manera tal que durante la recesión del invierno aparecía con claridad la pobreza solitaria del lugareño.   Muchas veces se han preguntado los citadinos visitantes del verano, conociendo sus difíciles perspectivas de vida, por qué esos serranos no abandonan el lugar... Simplemente, porque el puma tampoco lo abandona.  El muchacho añoraba las épocas cuando correteaba con ellos perdiéndose entre el monte de espinillos decorados con copos de oro. O chapoteando todos juntos en las aguas crecidas del arroyo... hasta que el avance de la espuma en creciente hacíalos huir ante el peligro amenazante. El veíalos aún como los recordaba a su lado.   Pero ahora era distinto. Ramiro podía mirar desde adentro y desde afuera. Lo que más le impactó en cada regreso, fue la falta de alimentos y de asistencia médica de este lugar remoto, rico en paisaje y pobre en medios. Y con ello la desnutrición existente en el rancherío olvidado. Comprendiendo entonces sus muy preocupantes circunstancias.   Aún conservaba esos bellos recuerdos compartidos junto a los serranitos, pero advirtiendo que contrastaban con su visión actual de los hechos, en realidades tan opuestas. Como dos destinos prefijados al nacer, que parecían inviolables al cumplirse el plazo de edad.  Este muchacho había vivido junto a su padre, entre los desvelos de un maestro de campo. De un profesor esmerado que buscara en las aulas de clase transmutar aquel entorno primitivo. Pero en aquellas sierras apartadas, pobladas de un rancherío lugareño esparcido en cada lomada, faltaban medios de vida. Tampoco había una farmacia, y los serranos según su tradición vernácula, acudían a las ancianas curadoras que con yuyos y rezos trataban los males.   Los inviernos eran duros y no llegaba hasta ese lugar tan distante y oculto entre quebradas, con caminos de difícil acceso, la llamada "Copa de Leche" que es el comedor escolar. Las condiciones de desnutrición aumentaban y la salud iba empeorando. Ramiro soñaba con detener estos factores adversos, o al menos frenar esa carrera humana desintegrante, que anulaba sus posibilidades y nublaba el presente.  Quería el menos liberarlos de su cargas mínimas. Proponerles un interés sobre sí mismos. Darles al menos conciencia de salud, aún más que la salud misma. Y entonces díjole a su padre:  -"¡Iré a la ciudad para ingresar en la Universidad y estudiar Medicina!"    0...........................0              2 - LA  CASA  DE  PIEDRA........................................          La casa de piedra solariega ornamentada de plátanos gigantes, que enmarcaban con su follaje en perfil la ladera de la sierra, manteníase erguida a pesar de su tristeza por la despedida de Ramiro.    Habíalo visto llegar de pequeño con pasos inseguros y ahora lo despedía, como a un joven rozagante y pleno. Sentíase orgullosa de él, como si ella fuese la propia madre del joven, quien no conociera a la suya. Esa casa fue su vigía desde aquel día de su llegada, en pañales, con todo el rigor y la protección que el niño necesitaba. Su construcción era alta, de dos plantas, revestida de piedra diorita serrana, con grandes ventanales y una mampara multicolor junto a una salamandra encendida con leña en los inviernos.  Era ella la única madre que conoció Ramiro y acariciaba sus paredes en despedida amorosa. Su gran sala doble dividida por un arco central, cuyo suelo estaba decorado por baldosas con diseño geométrico, era un centro de vida agradable para esos dos hombres solos y tan diferentes en edades. Teniendo solamente por compañía al choguí nocturno y a la comadreja diurna, pero sintiéndose cobijados por el esplendor selvático de una de las últimas naturalezas puras del mundo, donde la fuerza de la Pachamama subsistía aún presente.   Ramiro pudo por ello estar orgulloso por esa amplitud libre de vida, en medio de la cual le fue fácil expresar sus inquietudes e incógnitas. El tiempo al acelerar los días en medio del marzo otoñal, se había presentado como óptimo para su partida. El llevaba consigo en su traslado hacia la Universidad, una viva inquietud ante lo desconocido. Una ansiedad donde esperaba con toda la fuerza de su juventud, hallar una respuesta. Y seguía dialogando con su padre, el director escolar, como siempre lo hiciera, pues al crecer sin madre su padre ocupó ambos afectos.               Ante ello el profesor Reynoso le hablaba cariñosamente, advirtiéndole además, que la vida universitaria cordobesa no era una fiesta. Era un esfuerzo. Pero creía conocer bien a su hijo al que había empapado largamente con sus intereses, esmero puesto en su formación como padre viudo. Aunque también comprendía que Ramiro no iba a cortar de golpe frente a los libros, con todo el esplendor de esa sierra que lo acunara. Aquella dimensión natural de paisajes coloridos y aromáticos, que creábanle al joven una atmósfera peculiar de aislamiento geográfico y comunicación alternativa.            Entre la emoción de su inminente viaje, mientras su perrito "Rulo" zambullía su rizado pelamen bajo su cama, adivinando con dolor su viaje, Ramiro expresaba a su padre sus inquietudes e incógnitas. Razonaba con ese empuje arrebatador de las ideas propias, que cautivan y autofascinan siempre a los jóvenes.   Más tarde, pasado el mediodía, ellos emprendieron juntos la bajada de la pronunciada cuesta hasta la parada del ómnibus. Mientras "Rulo" sacudía su pomposa cola al advertir que el ómnibus se iba acercando lentamente hacia ellos. Los árboles centenarios, de tupido follaje parecían gemir al despedirlo, danzando entre la robustez de sus troncos, rodeados por un precioso paisaje.                                   Juntos bajaron de su casa de piedra, erigida sobre una calle de tierra empinada y pedregosa, donde finalizaba la avenida de plátanos. A su frente el cordón serrano dominaba el horizonte. Y allí acompañados por Rulo hicieron seña al ómnibus para que se detuviese, el cual alejaría al joven de la sierra. Esta partida de Ramiro iba a ser ahora por un tiempo mucho más largo, pues la distancia a la ciudad universitaria, era mayor que la anterior.   Padre e hijo se despidieron con la sencillez que siempre los había acompañado. Esta era la primera vez que Ramiro iba a apartarse del paisaje serrano en dirección a una ciudad.          0...........................0             3 - LUCES  de  MERCURIO          .....................................                 El rodado descendió por el camino de tierra bordeado de árboles "paraísos" con sus ramajes dorados y sus "bolitas" amarillas prontas a formar una alfombra sobre el suelo. Ramiro llevaba el espíritu henchido de emociones, mientras el ómnibus continuaba su camino de tierra, que empalmaba más adelante con la ruta provincial de asfalto, saliendo de aquella población. Iba somnoliente por el poco dormir de aquella víspera inquieta. Luego de unas horas de marcha el muchacho experimentó un brusco despertar. La provincia cordobesa cambiaba de paisaje.  Atardecía. Las sierras iban perdiendo altura. El camino era nuevo. Detrás suyo habían quedando sus valles y quebradas montaraces tachonados de churquis, y el canto lastimoso del choguí que ya no lo llamaría a medianoche en el  crudo invierno. Atrás quedaban los cerros con todas sus leyendas.                Era su nueva realidad, no menos bella, pero sí más lisa. La ruta moderna. Las sierras quedaron lejos suyo. Se perdieron hacia atrás las grandes rocas, y el verde húmedo pampeano de la llanura asomó a sus ojos coloreando la vista con tonos distintos, de acuerdo a cada sembrado. Chacras. Plantas. Planicie pampeana.                        Las pampas sembradas se sucedían a veces entre pequeñas lomadas. Entrada ya la noche comenzaron a divisarse las luces de Córdoba, desde el fondo de la hondonada donde esta ciudad se halla situada. Pero sus narices sintieron de pronto molestias, pues llegó al mismo tiempo un aire tibio y pesado. El "smog". Y luego de improviso... un fogonazo hirió los ojos del joven serrano, haciendo su aparición : "¡Las luces de mercurio!"  Salieron todas ellas en forma repentina, frente la semiobscuridad del ómnibus, después de dejar a su espalda la sierra, los aromos y los plátanos. Las luces de mercurio surgieron así, casi de golpe, apareciendo cual fantômas de una ilusión extraña. Como una señal misteriosa para aquéllos que como Ramiro, no han cohabitado nunca bajo sus avenidas blancas. Esas lámparas luminosas con su mundo de vértigos y desazones, o de próximas aventuras, eran un anuncio nuevo para este joven solo y sin testigos.                  Es distinto desde la sierra pura, hacer un viaje de paseo a la ciudad y caminar en la noche citadina bajo las luces de mercurio, que llegar un poniente para ser atrapado por ellas.  0...........................0            4 - ARRIBO  CITADINO.........................................    Esa noche era esperado con sumo interés, en el domicilio de sus padrinos. Aquellos tíos, hermanos de su madre, que lo despidieran siendo un niño pequeño y quienes no habían vuelto a verlo desde entonces. Esa casa que se le abría en Córdoba para cobijarle, para brindarle un sentimiento de seguridad, estaba aún más inquieta que él con su arribo, y llevaba días pendiente de este momento.  Y desde allí era, desde donde el muchacho esperaba partir para realizar sus ideas. Para movilizar su consigna. Para hallar respuestas. Pero sería allí mismo, en esa misma casa, donde iban a transcurrir los momentos decisivos que marcarían su personalidad, dando una forma nueva a sus pensamientos. El devenir ya se perfilaban con fuerza delante suyo.   Estaba al fin en la meca de sus intereses, que él había elaborado lleno de ilusiones, pero Ramiro iba hallar en casa de sus padrinos, un camino propio más allá de las ideas que él se había forjado. Como le ocurre a mucha juventud.   No hay duda de que la vida exige a su vástago humano para crecer, una ruptura con el pasado alado. Sea infantil o adolescente. Ese mundo agraciado con bienes protectores, pero que pesan sobremanera más adelante, para caminar por sí solo. Con la propia identidad. La vida personal no se define con certeza hasta no lograr ese necesario desprendimiento, donde se impone superar las vallas que se anteponen entre él y sus proyectos. Seguir con fe y decisión será el premio final. Este era el camino que debía trillar Ramiro Reynoso.   Su nueva familia estaba formada por el escribano don Santiago y su esposa Ana, más las dos hijas, Celia y Celeste.   Ana. Elegante. Bella. Segura. Ella asombró a Ramiro desde el comienzo, tanto por su atractivo personal, como porque a él siempre habíale faltado madre. Ana daba clases de francés y latín en un colegio, gustaba de la lectura y estaba orgullosa de su biblioteca. Ella sintió gran entusiasmo con la llegada de su ahijado, ya que no había tenido un hijo varón, lo que facilitó la inserción de Ramiro allí.   Su alegría con la presencia del joven residía en la estima que sentía por su padre, encontrando una abierta inteligencia en el hijo. Lo acercó de este modo al amigo preferido, el médico de la familia dr. Marcos, quien participó de su apreciación desde el primer diálogo. Viendo que el muchacho comenzaría a estudiar medicina, se propuso facilitarle cualquier ayuda. De tal modo le obsequió libros de estudios que habrían de servirle en toda su carrera.  Las niñas, adolescentes de dieciocho y dieciséis años, se alegraron cada una a su manera. La mayor, Celia, siguiendo los conceptos de la madre, pensados y pausados, lo estimó. La menor, Celeste, quedó cautivada por el acento de su voz.  -"Me gusta como hablas"- le dijo un día -"Como todos los que viven en la sierra. Suave. Dulce. Más musical que nosotros"  El padrino, don Santiago, hombre abstraído y preocupado por naturaleza, tuvo pocas efusiones pero no desinterés. Era un hombre que vivía preocupado por grandes problemas, fuesen reales o no. Y las situaciones domésticas o resoluciones familiares estaban en manos de su mujer. Con un esposo presente en lo social, pero ausente en los momentos claves, la familia reposaba en ella.  La mesa era animada. Ana conocía los movimientos del mundo entero, leyendo diarios o trayendo comentarios desde su actividad docente. Numerosas veces volvía con comensales a la mesa, ya fuesen profesoras o profesores, pues ella necesitaba de ese diálogo animado para almorzar. Y aquello constituyó un cambio muy sorprendente para Ramiro, recordando la vida suya con su padre, con dos sillas solas al mediodía. Era verdad, todo era nuevo ahora para él.  Santiago hilaba sus preocupaciones unas detrás de otras. Las escrituras, los informes de propiedad, las usucapiones cuestionadas... eran sus grandes problemas. Diríase que una actividad sedentaria como es la Escribanía, en sus manos volvíase una profesión llena de dilemas.  La rapidez era la condición de ella. Parecía ser la dueña de todas las soluciones.  -"¡Pero hombre!"- decíale Ana a su esposo -"La solución es fácil, ya la tengo pensada: Aquí está... ¿Sabes Ramiro? Cuando íbamos a casarnos creía que mi vida quedaría en sus manos"  El almuerzo continuaba animado, pero Santiago se mostraba más callado y más ensimismado. Terminado su plato dirigíase a su esposa y dándole un beso en la frente, le decía:  -"Estoy apurado Ana, guárdame el postre para la noche"  Las cenas eran frugales y las niñas no asistían a ellas, pues estaban preparando sus deberes escolares. Pero había cambios. Numerosas noches llegaban invitados creándose una tertulia en la sala. Servíase coñac con empanaditas de copetín, y los asistentes llegaban munidos de otras variedades en picadas y vinos. Los diálogos fluían de boca en boca, pero era Ana el árbitro de todos ellos para que ningún amigo cayese en un largo monólogo.   En estas situaciones don Santiago exhibía también su capacidad social. Ya no era el parco habitante de la casa y demostraba por el contrario, una multitud de conocimientos ampliados por la gracia de su palabra.  -"Me gusta traer invitados, para que mi marido no se aísle tanto"- le explicó ella a Ramiro  Su profesión misma como docente, su especialidad en lenguas, le daban a Ana una autoridad en diversos temas. Su personalidad general era envolvente y cautivante. Ramiro no podía evitar el sentirse impresionado con ella.  -"¿Me estaré enamorando de mi madrina?"- se dijo a sí mismo      0...........................0    5 - CIUDAD  DE  ESTUDIANTES............................................    El otoño se deslizaba tibio y hermoso. El otoño de los cordobeses. La más bella de sus épocas anuales. Una brisa serena acentuaba las esperanzas del estudiante.   Como un telón de fondo, su bella sierra de infancia proporcionaba una visión espacial, al expandirse emergiendo detrás de los últimos caseríos citadinos.  Y esa nostalgia de la sierra que divisábase a lo lejos, muy a la distancia hacia el infinito, era compensada para Ramiro por los paseos matinales bordeando La Cañada silenciosa.   El recorría ese cordón serpenteante de piedras, lleno de estudiantes del secundario en delantal blanco, todos los mediodías. O sentándose por la siesta en los bancos antiguos del Paseo Sobremonte, pues todavía perduraban las románticas verjas coloniales en arabescos. Contemplaba sus escalinatas de mármol sumergidas en el agua de la gran fuente del Marqués de Sobremonte, donde remaban los niños y los enamorados. Un espacio cantado por los poetas como prodigio de un mundo de ensueño, situado en el pleno centro citadino, antes de que desapareciese destruido por la modernidad.    Otras veces se extasiaba contemplando las formas cortantes de las barrancas, que tapizaban los bordes de esta ciudad como un collar natural y escultórico, formas diseñadas por un artista ciclópeo. Mientras las construcciones avanzaban sin piedad sobre ellas, para guillotinar esa belleza escarpada creada por la naturaleza, y recreada de continuo por los pintores cordobeses como Alvarez y Cerrito.   La barranca emergía en altas dimensiones circundado en arco la ciudad cordobesa, y en la luminosidad calma de la siesta otoñal ofrecía al caminante una visión cautivante. Los estudiantes de bellas artes se asentaban allí con sus caballetes para captar sus imágenes. Un escenario abierto en pleno día y habitado por gigantescas estatuas de bulto, hechas de greda endurecida y modelada por el tiempo. Se esparcían como bajorrelieves inacabables, sobre un fondo de color lacre, de un naranja intenso, que emitía destellos incandescentes a esa hora del día.  Algunos chiquillos orilleros de pieles cobrizas como la misma barranca, jugaban allí largas carreras de embolsados. En el borde de arriba del barranco, recortados contra el cielo, pequeños ranchitos muy blancos lucían su baño de cal, para hacer más imponente de la dimensión barrancal ante la vista del caminante.   Más allá hacia el lado opuesto de la ciudad, el Parque Sarmiento ofrecíale su espectáculo de fronda generosa y cultivada, obra de arquitectos, con sus inmensos árboles "carolinos" arqueándose sobre la avenida central. Era como si estos impresionantes arbolones se hubiesen negado a admitir la discontinuidad de crecimiento que les imponía el asfalto. Avanzaban sobre la calle ignorándola por completo, dejándose admirar por la impavidez de su fuerza hercúlea.  La vereda aceptaba sus ramazones y los caminantes sentábanse en ese asiento de tronco fornido, que parecía llamarlos al descanso, luego de subir hasta allí caminado la pesada cuesta desde el centro por la Avenida Argentina.   Ramiro tomaba allí su asiento sobre las grandes raíces o las gruesas ramas, que crecían sobre la vereda, decorando la Avenida de los Carolinos. Y sentíase en ese lugar como uno más, entre la multitud estudiantil que por allí transitaba. Algunos como él, leyendo sus libros de la Universidad. Otros, procedentes de los Secundarios cordobeses, que ese día de motu propio habían decidido declararlo feriado. O sea, hacerse la "chupina".    Algarabía. Las voces juveniles surgían de todos los rincones llamando a su compañeros. Las niñas adolescentes, también chupineras, con sus blancos delantales escolares. Y los estudiantes de Bellas Artes que aparecían con sus caballetes para captar rincones, provenientes de la Academia situada en el mismo parque, dentro del Pabellón de las Industrias. Un viejo y romántico pabellón de madera con forma de castillo, traído desde la exposición de París en el siglo XIX.   Junto a ellos, el deportivo aspecto de los jóvenes estudiantes procedentes  del Gimnasio Provincial, ubicado también en el corazón del parque, estructuraba en su conjunto total un microclima completo, al cual aunábase la colorida atmósfera dorada del estío.  Y mientras el estudiante deambulaba por esas calles otoñales, el mundo ciudadano palpitaba con sus promesas o sus frustraciones...    0...........................0    6 -- SOCIEDAD  Y  SIMPATÍA..................................................                 Córdoba nocturna e iluminada. Ciudad de políticos fuertes y estudiantes politizados. Ciudad de luces y sombras. De progreso y de nostalgias. De apellidos. Ramiro la recorrió sin prisa, observándola desde su llegada como si se tratase de un sitio misterioso, en el cual había nacido veinte años atrás, pero al que desconocía por completo.  Y comenzó a vivir allí, pero sin pertenecer aún a ella. Ni la poseía ni era poseído. Transponía sus pasos y encontraba sus lugares. Solicitaba el nombre de sus calles y colocábale de a poco sus huellas. Allí había llegado desde la sierra, para adaptarse por varios años. Sin embargo él pertenecía al paisaje montaraz, que lo educara haciéndolo crecer.                 El bullicio. El semáforo. La multitud. El estudio. Todo aquello salió a su encuentro. Y en pleno centro cordobés estaba el antiguo colegio mayor jesuítico, con sus muros pétreos construido siglos atrás por manos indias : la Universitas Cordubensis Tucumanae. Sede universitaria, ahora laica, nacional y oficial, pero donde aquel pasado romántico y colonial se percibe aún, entre sus paredes añejas, conservadas para este presente moderno.                          Y era allí, desde ese microcentro, que Ramiro esperaba hallar respuestas a sus incógnitas, mediante el panorama generalizado que le ofrecía la distancia con su casa paterna.          El bullicio callejero y múltiple, existente en todas las abigarradas ciudades argentinas. con su variedad de prototipos humanos, precipitóse sobre él. Ramiro advirtió de golpe la disparidad de origen y procedencias de los estudiantes que iban a acompañarlo por largos años. Un amalgama abierta con estudiante locales, o próximos, de provincias alejadas o asimismo de países limítrofes. Escuchaba por doquier acentos y tonadas diversas, con sus distintas melodías folklóricas.   La herencia musical remarcaba este contraste. Zambas salteñas o chamamés litoraleños, takiraris bolivianos, carnavalitos, guaranias paraguayas, joropos colombianos, o tonadas cuyanas, valses peruanos o cordobeses, etc. Pero toda esa variedad era también un aporte que reinaba dentro de una misma lengua castellana, en su adaptación hispanoamericana. Lo múltiple y lo uniforme. La unidad en la disparidad.   Ramiro no sabía hasta llegar allí, que esta variedad cultural existiese. Pues él procedía de un ambiente cerrado entre dos quebradas serranas. Fue un contraste completo para su mundo anterior.   Sin embargo muy pronto él mismo formó parte de esa vorágine, propia de los centros de estudiantiles, ávidos a su vez de protestas múltiples. Y se vio a sí mismo, más adelante, subido a los estrados improvisados, arengando. Se encontró inmerso en los reclamos estudiantiles, y no pudo a partir de allí estar un instante más solo y sin compañía. Ya sea frente a los libros, en las aulas o en las calles. Era ya un estudiante universitario.            Ramiro Reynoso. Joven. Fresco. Nuevo.  0...........................0    7 - EL  SECRETO...........................    -"¿Consideras a mi madre la persona más inteligente de cuántos se reúnen en esta casa durante las tertulias ¿No es cierto?- le preguntó un día Celeste la menor de las niñas  Ramiro se asombró. La jovencita de dieciséis años era en apariencias indiferente a todos. Asistía y nunca participaba. En esa permanencia, que hasta ahora fuera para él casi inexistente, ella emitió un pensamiento:  -"Yo te considero el más inteligente de todos, porque no tratas de que los demás lo vean"  Ramiro nunca había tomado en cuenta a Celeste y no lo hizo ahora tampoco. En ese escenario que lo fascinaba, con las tertulias en casa de sus padrinos, donde el debate era  complejo y exigía un material inmenso, esta adolescente no entraba en juego para nada.   Sin embargo a partir de allí, comenzó a observarla con más detenimiento. Percibió de inmediato que ella reaccionaba con maneras desconcertantes, a las indicaciones de los demás.   Celeste, callada en general, le hablaba cada vez que lo encontraba solo.  -"Debe ser hermoso vivir un año entero en la sierra"  -"Te sería incómodo, Celeste, el frío en cortante"  -"Nosotros vamos los veranos a Calamuchita, pero no es de mi gusto"- aseguró ella  -"¿Por qué? Tiene un paisaje hermoso. Todos los demás de esta casa parecen encantados con el paseo"- le respondió Ramiro    -"No a todos. Es muy comercial y extranjero. Allí nada es vivo y natural como es en tu sierra. A papá y a mí no nos gusta ...Bueno, a papá nada el gusta... Pero yo tengo gustos propios"  -"¿Cuáles por ejemplo?"- preguntó él extrañado  -"Por ejemplo... una región montañosa donde cada casa esté separada de la otra por grandes campos, todos naturales. O con animales dispersos y ríos transparentes que corran entre las piedras. O me gustaría una pampa inmensa donde la línea del horizonte pareciera no terminarse nunca. Los hombres a caballo. O un bosque. Una selva donde la gente cuente relatos del lugar. Un gran silencio de voces y sólo el canto de chicharras"  -"Por qué piensas así, Celeste? Ustedes son una familia de pocas personas. No puedes sentirte acorralada por la multitud"  -"No Ramiro. No es así ¿No has visto que nunca ninguno de nosotros puede estar solo? Entran y salen de una pieza a otra, y además llegan de continuo amigos, visitantes. Hablan todos... todo el día"  -"No lo había pensado, de verdad niña"- observó Ramiro  -"Pues es así. Si te quedas pensando en tu dormitorio, entran a buscarte"- definió Celeste  -"¿Falta de Silencio? ¿De privacidad?"  -"Sí, Ramiro. De manera que para pensar y sentir mis propias cosas, yo tengo un secreto ...hago lo siguiente... Me coloco al lado de ellos, mientras ellos hablan, y les muestro mi rostro. Pero yo no estoy más allí, me he ido volando como una paloma hasta el campanario de la Compañía, donde me uno aleteando a todas las otras. Viajo junto a esas palomas por el cielo de Córdoba, veo cada una de las personas que caminan, como son, como se mueven, son todas distintas. Recorro rasante las verdes tipas de La Cañada y sigo volando. Me voy muy lejos con mis pensamientos, mientras todos creen que yo sigo aquí. Ese es mi secreto"  -"Creo, Celeste... que me has contado algo interesante"  Las pláticas de Ramiro con Celeste fueron a partir de allí, continuas pero cortas, como la niña deseosa de privacidad y silencio, lo deseaba. Algunas veces usaban una mesa juntos para estudiar, sin mediar palabra. Cada uno en su interior y en sus pensamientos. El silencio los ambientaba, y los otros habitantes de la casa para no interrumpir los estudios del muchacho, dejaban con sus pensamientos libres a Celeste.  El la observaba a su lado pudiendo advertir en ciertos momentos, que los  ojos claros de la niña no emitían un mirar fijo. Eran como dos esferas redondas de cristal inmóviles.  -"¿Dónde se habrá ido volando la paloma?"- pensaba Ramiro para sí  Después veía que los ojos de Celeste lo miraban de frente y comenzaba a sonreírle con placidez.  -"Tendré que conocer mejor su secreto"- decíase Ramiro  0...........................0     8 - REGRESO  AL  REDIL......................................             La casa de piedra solariega ornamentada de esbeltos plátanos, centenarios y frondosos, con su sierra reseca y escarpada, recibió a Ramiro de regreso sin reproche alguno. Era su primer verano de vacaciones. Fue al contacto de las brisas serranas, ante las caricias de su nostálgico perro "Rulo", y ante el resplandor abrasante del sol de enero, con un verano ardiente... cuando la emoción de Ramiro cobró un giro diferente.   Ya no era el mismo mozo lugareño encerrado entre dos quebradas, luego de haber cursado su primer año de estudiante universitario. Las piedras hogareñas lo recibieron con un afecto pleno y cálido, devolviéndole su espacio. Ante ese mundo tan conocido para él, cuyos rincones uno a uno podía relatar y describir... Ramiro descubrió de pronto en su sierra: ¡El Silencio!  Y en ese momento recordó las pláticas con Celeste, su compañía presente y silente en largas horas de estudio.                           Todas las partículas serranas le enseñaron de pronto su misterio, escondido en el silencio de las piedras y el cantar solitario de las chicharras. Ese secreto habíase mantenido hasta entonces guardado para él, y recién ahora lo comprendía. Antes lo vivía porque estaba a su alcance con facilidad. Lo amaba porque había reído y jugado allí, una infancia entera. Ahora en cambio Ramiro se adueñaba de él, porque había tomado conciencia de su dimensión, y se le manifestaba en todo su contenido.                  Ramiro ya no era el joven que buscaba aclarar sus inquietudes buscándolas afuera de sí. Era el mismo paisaje de toda su vida. Sus mismos amigos locales. Los mismos serranitos mestizos de dientes brillosos, que vendían yuyos recogidos entre las peñas, a los visitantes domingueros. El mismo olor a peperina esparcido entre los espinillos.               Pero él ya no era el mismo... Porque ahora hablaba con el silencio. Ese era su nuevo conocimiento. Y el panorama lujurioso de la sierra le obsequió al llegar, en su primer retorno como estudiante, las voces escondidas que antes no había atendido ni percibido. Pero que hacía mucho tiempo estaban esperándolo entre las quebradas.    Y en aquel momento tomó él conciencia de su presencia. Ramiro sentíase más que nunca él mismo, puesto que ahora dialogaba consigo mismo.             0...........................09 - CELESTE.......................Córdoba volvió a recibirlo con su tibieza otoñal. Pero Ramiro no volvería a casa de sus padrinos en el siguiente año universitario. Como muchos estudiantes, había forjado amistades con compañeros suyos, yendo  a vivir con ellos en una casona de Barrio Clínicas, lo que era una tradición universitaria. Y ahora  encontró otros senderos para recorrer en su nuevo domicilio, haciéndose habitué del Parque de Las Heras, allí donde muchos estudiantes repasaban sus exámenes.   Viviendo de esa manera en cercanía con el Hospital Clínicas, esto le favoreció contactos para desarrollar su primera preocupación: asistencia médica para esa apartada zona serrana de donde él provenía. Y comenzó a ser escuchado. Las autoridades instalaron el primer Dispensario Médico zonal. Los exámenes se sucedieron, sin interrupción. Seis años después estaba ya a un paso de recibirse de médico.  En vueltas de esquinas cruzábase con Celia y Celeste. Nada más. No habiéndose presentado a su regreso el primer día, un temor natural le impidió regresar con saludos. Sin embargo él seguía dialogando dentro suyo con aquella niña que conoció en su primer año universitario.  -"¡Celeste!"- se decía una y mil veces asomado a los extremos exaltados de su pensamiento -"Iba en busca de un tesoro, de un conocimiento, me lo diste. Porque yo iba para volver. Para traer a mis parajes un jugo precioso que debía brindarme la ciudad. Me lo diste. Como una gota finísima de levadura que se irguió sola. Que creció porque contenía el germen"  Pero Celeste en su realidad actual era para él, sólo una figura fugaz. Ni siquiera deseaba encontrarla y ni un diálogo medió más entre ambos.   -"Me enseñaste a pensar, Celeste, y porque me enseñaste esa riqueza te has convertido en mí, en un pensamiento puro. Yo iba en busca de un conocimiento para volver a mi hogar enriquecido, y nutrirlo salvándolo de su necesidades acuciantes. Encontré en mi sorpresa algo bellísimo. Tu pensamiento. Yo amaba mi tierra y sus habitantes. Los pequeños serranitos desprotegidos especialmente. Pero los amaba corporalmente. No había llegado a conocer su misterio... su secreto. Me llegó aquello de tu boca. Fue el renacer. Fue la conciencia. Descubrí el fondo de la copa"  -"¡Adiós Celeste"- saludaba cordialmente al cruzarla por la calle   Ramiro saludaba ahora a esa joven espléndida, atrayente por su hermosura, que le contestaba con rapidez. Erguida, esbelta, cuidadosa de su persona. Celeste ignoraba en aquellos largos años que pasaron, cómo su fresco pensamiento de antaño, a sus dieciséis años, habían hecho madurar el pensamiento de un hombre.  Una profesión y un pensamiento habían hecho la vida de Ramiro Reynoso. Trajo a su sierra finalmente, la profesión de médico que fue a buscar en la Universidad de Córdoba, y la colocó al servicio de su consigna.  Pero él halló su maravilla inesperadamente, donde no creía encontrarla. Ni en la fascinante Ana. Ni en sus tertulias brillantes. Ni en la deslumbrante vida de estudiante.   Muchas Anas estuvieron en sus brazos... Y una sola Celeste en su pensamiento.  -"¡Adiós Celeste"- volvía a saludarla en cada regreso ciudadano  Sin otro diálogo, sin otra apertura, con el terror de quebrar un hechizo o de encontrar un personaje distinto de aquél que fuera en la frescura de sus dieciséis años, cuando poseía un pensamiento original, por su observación espontánea de los demás, un pensamiento puro.  Había recibido de ella un método de pensamiento, y al usarlo, y al vivirlo, ese mismo pensamiento, el mismo secreto de su uso, le indicó no acercarse más a ella.  Era exacto. Celeste ya no soñaba. No se aislaba más para meditar. La ciudad la había incorporado lentamente a otra especie.      --FINAL--      
LA  CAUTIVA.................. (Versión Original  de  Edmundo  Cartos) Recliná bella tu frente sobre mique aquí corre el fresco ambientey el suave aroma se sienteDe las cuchillas aquí...!Recliná bella cautivaamorosa y sensitivaen brazos de Alborerí...que te ama con ansia ardienterecliná bella tu frenteSobre mí.  Si tus ojos son ardiente resplandortu pupila es transparentecomo el agua de la fuentede purísimo color...quien al verte reclinada quien al verte prenda amadano suspira por tu amor...y cautivo no se sientesi tus ojos son ardienteresplandor!!!  Cuando vierta su armonía el tuyuyúnos iremos vida mía a la fresca selva umbríabajo el verde guabiyú!!!Tú en la hamaca recostaday en mi pecho reclinaday bajo mi cielo túal ardiente mediodíacuando vierta su armonía el tuyuyú...!  Flor de ceibo perfumada roja florson tus labios mi adoradacomo nido en la enramadallenos de suave calorcomo murmurio del ríoen las horas del estíoes tu acento seductor...y tus labios mi adoradaflor de ceibo perfumadaRoja flor...!!!  Las cristianas hechiceras del Aduarvan llorando lastimerascual calandrias prisionerassu infortunio y su pesar...ya el cacique ni las miray por ti sólo suspiray a ti sola quiere amar...aunque vengan plañideraslas cristianas hechiceras del Aduar.  Qué más quieres mi cristiana para tisi tu frente se engalanacon la pluma soberanadel cacique AlboreríTendrás perlas a millaresRicas joyas y collaresque en la guerra conseguíentre sangre Castellana...qué más quieres mi cristianapara ti!!!  0ooooooooooooooooo0                         
LA BELLA CAUTIVA .............................  PRIMERA  PARTE  MARINOS  DE  ALTA  MAREl Periplo Histórico  .....................    1 -LUSITANIA..........................  Portugal en sus seis siglos de oro, no era una nación territorial de Europa, o mejor diríamos, geográficamente europea. Sí lo eran sus habitantes, con una herencia de origen mayoritaria celta, más un aporte vikingo en la invasión del año 900. Pero estos habitantes a partir del siglo XII, cuando comenzó a reinar en ella la Casa de Borgoña desarrollando su marina, fueron repartiéndose por todos los continentes. Como hiciera Fenicia en la antigüedad.    El escaso territorio que le dejara el reino de Castilla dentro de Iberia, luego de varias guerras medioevales (al apoderarse de Galicia que era la tierra fértil lusitana) arrinconó a Portugal contra las secas montañas. Perdiendo de esta manera toda posibilidad de elaborar alimentos para una población en gran crecimiento demográfico, y quedándole solamente la costa como expansión. Este hecho produjo que Lusitania se lanzara al mar con su famoso pendón, donde en cada costa que arribaran estos marinos bandeirantes, colocaban su emblema, al grito de: "¡Acá reinarás Portugal!"  Portugal estaba pues allí, donde se hallara su enseña y sus lusitanos. No importaba en qué continente. Incluso se interesó en gran media por el desarrollo de esas tierras portuguesas nuevas, lo que hoy constatamos con el esplendor de Brasil frente al Portugal actual. Con los fenicios ocurrió algo semejante, pues Cartago llegó a mayor crecimiento y riqueza que Tiro y Sidón, en el pasado. Es evidente que los grandes pueblos marinos no fijan su existencia en un solar, en un territorio, sino en su expansión marítima.   Recurrió para lograr esta hazaña Portugal, a la marina genovesa, destacada en el medioevo como valiosa constructora de barcos. El rey lusitano Henrique el Borgoñón contrató a la marina de Génova para crear la marina portuguesa, en el siglo XIV, y es por ello que Cristóbal Colón es a la vez portugués y genovés (al mismo tiempo que sospechado de judaísmo).  Los genoveses vieron en ello su gran oportunidad e instalaron astilleros por todo Portugal, quien en ese momento tenía aún importantes bosques de buena madera para construir los barcos. Génova vivía en conflicto constante con las otras repúblicas italianas, que la ahogaban en su expansión marina. Aquella sociedad dio frutos excelentes.  Pasaron doscientos años. El destacado príncipe Henrique el Navegante, hermano del rey, impulsa la navegación lusitana a niveles internacionales. Cuando este notable príncipe fallece, Portugal era ya dueño del mar. Pero la "Xunta do Matemáticos" que dirigía a esta gran marina, no aceptó la propuesta de Cristóbal Colón, a pesar del apoyo y amistad personal que le brindaba el Rey Juan... De todas maneras a su regreso de América, Colón volverá primero por Lisboa donde fue agasajado por su amado rey Juan, con una gran fiesta pública ¡Ambos habían triunfado al fin! Fue en sus manos donde dejó los más importantes documentos de su viaje.    Pero al mismo tiempo ocurrió la expulsión de los judíos de España en ese año 1492, y la Inquisición se hizo cargo de su cumplimiento. Se le exigió desde el Papado a Portugal que dejara entrar en su territorio al Santo Oficio, tema que causó oposición. Entre gallos y medianoche, Don Juan de Portugal en 1495, sacó un as de la manga y "bautizó" por Decreto Real a todos los judíos de su reino.  Luego de bautizar por este decreto a todos los judíos lusitanos, Don Juan de Portugal pudo contestar amablemente al Papa que en su católico reino de Lusitania "no había judíos". Toda la nación y las colonias portuguesas de ultramar, respiraron con tranquilidad. Se les extendió el certificado oficial firmado por el rey correspondiente a cada uno (sin haber pasado por la pila bautismal), pero nadie los vigilaba para evitar que se circuncidaran, o constatara que ninguno de ellos comían chancho, según la ley mosaica.   Entre comicidad e ironía, según los distintos comentaristas, estos reyes lusitanos sentaron siempre aquellos precedentes insólitos. Antes de la guerra inminente por la independencia de Brasil, sus reyes lo independizaron de Portugal. Cuando el Papa les reclamó a los Templarios (para encarcelarlos), estos curiosos monarcas portugueses los colocaron en la "Orden de Cristo", una corporación de navegantes creada específicamente para ellos, y los enviaron a alta mar.   En ese mismo momento comenzaba también la sociedad marítima luso-genovesa. Y si unimos las dos ideas, resulta con evidencia que esta sociedad era de corte templaria. Los genoveses aportaban su excelente armado de barcos. Los Templarios, como siempre se ha sostenido, poseían planos marítimos y "portulanos" que es la ruta de viaje. Esta por tanto, puede ser también la explicación para el misterioso plano de "Piris Reis" (que traducido del portugués significa Rey Peres) donde figura toda América. Piris es un apellido muy corriente en Brasil.  Al parecer lo mismo hicieron con "sus" judíos, que eran sus banqueros. Quienes también en muchos casos, ejercían la profesión de pilotos y cartógrafos marinos. Los judíos lusitanos fueron los primeros hebreos realmente europeizados, en vestimenta, parentesco con familias nobiliarias, y títulos de nobleza con escudo (que por cierto compraban al rey). Tenían como contables una participación importante en la empresa marítima portuguesa. Pero para evitar nuevos enfrentamientos con el Papado -después del "bautismo por decreto"- convencen a muchos de ellos de ir ...¡a Alta Mar!... O sea a las colonias de Portugal repartidas por Africa y Asia.   Ya los lusitanos habían recorrido la costa africana y en poco tiempo el almirante Vasco de Gama llegará a la India, en donde los portugueses con sus familias quedarán instalados con pie propio hasta el siglo XX. Fue desde allí, al unirse las coronas de Portugal y España en 1585, en la persona de Felipe II (hijo de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Caros V) que numerosas familias lusitanas católicas en su mayoría (pero también algunas de aquéllas bautizadas por decreto del rey Juan) arribaron al Perú. Navegando para ello desde Oriente.  Y hacia allí fueron. Procedentes del Océano Pacífico. Procedentes de la China, de la India y el Africa (periplo portugués) desembarcando en el puerto de El Callao para ofrecer sus servicios al Virrey del Perú, al unirse las dos coronas. Ni lerdo ni perezoso, este hábil virrey conocedor de la experiencia en rutas de estos lusitanos de alta mar, los enviaría hacia la Real Audiencia de Charcas del Alto Perú, en la actual Bolivia. La cual buscaba por entonces cartógrafos para explorar continente adentro, tierras no conocidas y no demarcadas.  Era al sur de la provincia del Tucumán (llamado el Tucumanao), donde más se los necesitaba. Una pampa de buen clima, un vergel natural y virginal, pero amenazada siempre de Malones. Esto es, la horda salvaje de los indios patagónicos. Peligro que ellos ignoraban y del cual las autoridades virreinales españolas se ocuparon en no informarles nada. Los lusitanos de esta forma, desconocían el peligro en ciernes.  Y hacia allí los enviaron, con sus trajes elegantes. Con sus modales sofisticados, aprendido al contacto de mandarines chinos y rajaes hindúes. Con su lenguaje alambicado. Con sus escudos y títulos nobiliarios de Alta Mar (reales o no). Con sus herencias judías en algunos de ellos (ciertas o no). Y esa emigración hacia lo desconocido, a la "aventura" que siempre fuera su fuerte, los entusiasmó de la misma manera que un día de 1438 partieran de Portugal despedidos por el príncipe Henrique el Navegante, en busca de las especies. Y nunca regresaron.  Lo que para ellos era una aventura más, sería definitiva. De tierra adentro, de continente adentro, ya no se sale. Es una ley. Para este grupo numeroso de familias lusitanas, sería la última aventura.     SEGUNDA  PARTE  MARINOS  TIERRA  ADENTRO..............................  (Basado en la tradición familiar de la familia Vázquez Cuestas)    2 - EL  TUCUMANAO.......................................  Este periplo de navegación europeo, africano, asiático y americano, fue descripto de generación a generación, por las familias coloniales de luso-origen a sus descendientes durante cuatro siglos, en Argentina.  El arribo al puerto de El Callao en el Virreinato del Perú, cruzando el Océano Pacífico desde las colonias portuguesas de China e India, y otros numerosos islotes oceánicos como Timor, demandóle a los lusitanos de ultramar -acompañados por sus familias- una larga travesía con todas sus peripecias. Eran los finales del siglo XVI.   No fueron demasiado generosas con ellos las autoridades virreinales del Perú, pues enviaron a gran cantidad de estos nuevos habitantes con sus familias completas (que eran gente de alcurnia y profesionales) más allá de Salina Grande, específicamente al "Tucumanao" que era la frontera del Tucumán. Con toda evidencia viéndolo desde hoy, Siglo XXI... "se los querían sacar de encima". El Tucumanao estaba situado al pie de la prehistoria sudamericana, donde los nativos vivían en cuevas. Eran hombres de las cavernas subsistentes en ese estado primigenio, desnudos, en plena Edad Moderna, cuando ya Europa había pasado por el Renacimiento.   Estamos a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, cuando se reparten las Mercedes Reales para poblar el Tucumanao (territorio incluido dentro de la provincia del Tucumán). Más de la mitad de ellas son otorgadas a portugueses, siempre y cuando se radiquen allí con sus familias completas. Lo importante para este rey Felipe II era poblar y fundar ciudades. El Tucumanao (que hoy es el centro de Argentina) en ese entonces era una inmensa tierra inexplorada, dependiente del Virreinato del Perú, pero que hasta ese momento sólo figuraba en el mapa de Diego Homen como "Icógnito Regno".  Los lusitanos llegaron allí luego de seis meses de tránsito en carretas desde el Alto Perú (hoy Bolivia) con pesados bártulos. Baúles con vajilla. Mobiliario. Arcones con ropas. Bolsas con semillas. Jaulas con gallinas. Y arriando ganado vacuno.  Hay una muestra engañosa que ofrece la cinematografía actual, donde las familias pioneras van cómodamente en las carretas llevadas por un ágil corcel. Pero nada de esto es verdad, sólo una ficción. En la realidad esas personas iban caminando a pie junto a las carretas, que estaban pesadamente cargadas y tiradas por yuntas de bueyes. Podían llegar a ser seis u ocho bueyes, según el peso de la carga. No había espacio libre en esos carretones para los seres humanos. Debido a ello ninguna persona mayor hacía tal viaje, sino matrimonios jóvenes con hijos en edad de caminar. Llevaban unos pocos caballos que trotaban a la par de las carretas, con jinetes bien armados.  Atravesaron el Altiplano. Pampas y Punas. Forestas. Lluvias. Selvas. Churquis. Gredales. Salinas. Sequía. Pantanos. Vientos. Sierras ariscas... Siglos de mar se eclipsaron de un solo golpe. Ya nunca más verían a los delfines ni a los tiburones. Ni los bancos de perlas o de corales. Ni los puertos de Oriente. Ni el límpido cielo de los mares del sur. Una inmensa llanura sudamericana, tan extensa como el propio océano, iba a atraparlos para siempre. Como si la vara de Moisés que abrió el Mar Rojo y retiró sus aguas, se hubiera perpetuado sin retorno.  Así llegaron estos pioneros que trocaron el delfín por el ombú, a la gran pampa de Río Segundo y Río Primero (nombres actuales). Con olor a barco y ballenas. A mar y mareas. Con color a perla y coral. Atrapados en el interior de este continente, en el Cono Sur de Sudamérica, para ingresa en un "improntum" dentro de su historia. Y siempre como buenos pilotos de alta mar con sus sextantes, brújulas y cuadrantes, que habíanlos guiado hasta allí haciéndoles posible "navegar" por ese mar de tierra.   Un llano inacabable. La pampa inmensa y virginal. Fértil y abandonada desde siempre. Desconocida. Peligrosa. Habitada por gente prehistórica. Donde ni siquiera el Inca habíase internado, para develar su misterio. Negándose a llevar por esas tierras su fuerza imperial y cultural.    Eran familias enteras acostumbradas a vivir en ciudades mundanas, con todo el ornato de Portugal. Y se internaron en el interior del continente sudamericano, sin salida al mar. Cargando el barroco mobiliario portugués. La afectada elegancia lusitana. El ropaje varonil bordado con su gola al cuello. Las largas vestiduras de encaje de sus mujeres. Los enormes arcones. Las pesadas carretas... ¡Que vaciaron en ese escenario salvaje!  Hijos de Lusitania. Sofisticados. Elegantes. Enjundiosos. Casi soberbios. Acostumbrados a los lujos orientales, de las cortes que visitaban en tiempos del Rey Juan. Separados ahora del mundo. Aislados. Muy solos. Arrinconados en ese descampado. Con pretensiones nobiliarias nunca confirmadas, y acusaciones marranas (judías) tampoco confirmadas. Habrían de transformarse a partir de ahora en un pilar fundamental, para la empresa del Virreinato del Perú, como toda ocupación de frontera hecha con ahínco.   Los lusitanos fueron los primeros europeos que en estas tierras colocaron familias. Centros de producción. Ganadería. Tambos. Curtiembres. Sembrados. Molinos. Familias pioneras que vinieron en épocas de una dureza increíble, después de atravesar varios océanos: Atlántico, Indico, Pacífico. Navegando. Este finisterre salió de la prehistoria mediante sus encomenderos portugueses, que hicieron progresar a las "Mercedes Reales". Esto es, tierras del rey confiadas en administración a un encomendero, con sistema hereditario. Su carácter era el mismo del Vasallo con el Monarca medioeval, que fue el nacimiento del feudalismo.    Ellos eran hombres de alta mar. De puertos. Herederos de antiguos navegantes, cuyo ancestro era el propio dios Neptuno, confinados ahora para siempre (con todos sus descendientes) en el desconocido Tucumanao... "Incógnito Regno".  Tucumanao. Final del Tucumán. Final del Imperio del Inca. Final del extensísimo Virreinato del Perú, en los siglos decimosexto y decimoséptimo. Final del mundo ilustrado y progresista. Límite entre civilización y barbarie.   ¡Finisterre!  Final de ruta. Final de los caminos que trajeran desde tan lejos a aquellos hombres y mujeres, quienes soportaron este destierro sudamericano con el estoicismo que otorgan las fuertes convicciones para sobrevivir.  Finisterre final...   Y así finalmente, o por fin, pusieron aquellos marinos su ancla en tierra firme, alejándose de todo su aventurero pasado. De todos los racismos, desencuentros religiosos, o misterios desconocidos -ocultos- que los llevaron a esta emigración hacia el centro de la futura Argentina.  3 - UN  CARTÓGRAFO  LUSITANO.......................................................  Así comenzó su vida sudamericana el cartógrafo lusitano Don Francisco Vázquez de Oporto.  Era un joven alto, pelirrojo y de grandes ojos azules, el cual desmontó de su caballo que trotaba al lado de los carretones blancos de sal por el gran Salinar, y rojos de greda por la larga travesía desde el Alto Perú.  Estiró sus brazos y sus hombros con la sensación del marino que ha arribado a puerto. Fue poniendo en el suelo de aquel Tucumanao, sus piernas cubiertas por unas larguísimas botas de hidalgo portugués. Acomodó su elegante traje que hallábase desgastado por la lentitud del viaje. Retocó su gola arrugada, que habíale protegido la garganta de tantas ventoleras gredosas, tan diferentes para él a las brisas marinas.   ¡Y por fin descendió a tierra! Desde aquel caballo muy cansado, junto a los carromatos crujientes y cargados. Puso sus pies en tierra firme, luego de aquella gran travesía.  Bajó a puerto seco... como antes descendía desde la borda de los navíos en playas orientales en busca de sedas. En playas de Oceanía en busca de perlas. En playas africanas en busca de marfiles. En playas de Melanesia en busca de corales ...¡Y pensó en su rey!... Don Felipe II de Austria y Borgoña,  quien encerrado en su celda del Escorial con ayunos de varios días ¡habíalo colocado a él, en esa increíble llanura de Río Segundo!.. para poblar el Tucumanao.   Pampa. Soledad. Ombú.  Don Francisco el lusitano, marino, fue uno de los primeros pioneros en contemplar la pampa inacabable de la futura Argentina. Tal cual fuera antes de que el hombre comenzara a trabajarla. En estado virgen. El era un cartógrafo portugués contratado (debido a su profesión) por el virrey del Perú para trazar caminos desde el Tucumanao hacia el Alto Perú. Como pago a su tarea que realizaría durante los 40 años siguientes, se le concedió una Merced en el lejano Tucumanao.  Lucía un anillo de sello con escudo y había nacido en Calcuta, ciudad de la India bajo pabellón lusitano en el siglo XVI. Al unirse las dos coronas decidió abandonar con su familia el difícil Oriente, lleno de reglas nunca entendidas por los europeos, y así arribó al virreinato del Perú. Una vez allí fue comisionado para radicarse finalmente en el Tucumanao.   Su abuelo decía él, era conde en Portugal, siendo él un segundón de la nobleza lusitana. Un hidalgo. Sus rivales en cambio lo señalaban como marrano (judío). Fuera por realidad o porque en el territorio sudamericano a todos los judíos se les decía "portugueses", según consta en las Actas Capitulares de Córdoba. Lo fueran o no. Pero ni el conde apareció ni el marrano, apareció sí, en cambio, el ancestro patriarcal de una larga familia cordobesa (de Argentina) aún subsistente con muchas ramificaciones luego de cuatrocientos años.  4 - LAS  MERCEDES ......................................  La prosperidad que produjeron las Mercedes en esa tierra olvidada del Tucumanao (pero inmensamente fértil) luego de veinte años de durísimo esfuerzo, en condiciones casi ilímites, enriquecieron finalmente a la familia Vázquez de Oporto, como a las demás familias lusitanas instaladas en ese finisterre.   Pero nunca olvidarían las difíciles condiciones del comienzo. Pues cuando arribaron al Tucumanao, luego de aquella gran travesía, advirtieron de pronto que no existían allí albañiles, ni alfareros, ni mano de obra alguna. Comprendiendo de pronto con inmensa sorpresa, que ellos mismos deberían proveerse de viviendas. Nadie les había advertido tal situación. Como quiera que sea, ya no podían retroceder. Estaban demasiado lejos de Calcuta, de Timor, de Macao... y sobre todo de Portugal.    Con escudos de nobleza reales o no. Circuncisos o católicos, la situación era igual para todos. Con sus modales atildados y su diálogo enjundioso. Con sus formas diplomáticas afectadas, al haberse acostumbrado al trato con Mandarines y Rajáes en Oriente (cuando eran emisarios de la corte portuguesa) debían ahora hallar su sitio propio en el solitario Tucumanao. Y sacarían a esta región perdida en al mapa de Diego Homen, de su aislamiento.  Pero primero que todo necesitaban techos para vivir. Las damas vestidas de lujo amasaban el barro para hacer los adobes. Los hombres de gola elegante, levantaron las primeras paredes. Pues no contaban con otro apoyo para lograrlo, que sus propias manos. Bajo los árboles coposos protegieron el bello mobiliario traído de China, las vajillas de la India, y los arcones con rica vestimenta.  Favoreció a todos estos portugueses del Tucumanao, el haber llegado al mismo tiempo en una travesía conjunta, lo que les permitió ayudarse entre sí ...¡No en vano eran marinos de una misma cofradía!... "La Orden de Cristo".  Los lusitanos formaron un grupo coherente, que habría de emparentarse en forma sucesiva por matrimonios, a lo largo de generaciones. Como intentando conservar la estirpe original. Este alambicado juego de uniones mantuvo su identidad de portugueses, viajeros de los países y aventureros de los mares. Ellos llegaron a sus Mercedes ubicadas en soledades ajenas a todo hombre civilizado y a toda forma cultural anterior, entre los siglos XVI y XVII. Fueron los primeros europeos en contemplar la pampa inacabable donde terminaba la provincia del Tucumán y el virreinato del Perú. Aquello que en definitiva sería siglos más tarde, el centro de Argentina. Y comenzaron con paciencia su rescate, como tierra civilizada para el devenir, en esas soledades indómitas.  Como quiera que sea, ni el Virrey del Perú, ni la Real Audiencia de Charcas del Alto Perú (que los habían mandado hacia allá sin duda para "librarse de los incómodos portugueses" que ahora compartían al mismo rey) tenían la más remota idea de qué era ese Tucumanao. Ninguna idea clara, ni siquiera aproximada, ni de la extensión, ni de la ubicación de estas tierras regadas por los ríos Primero y Segundo. Hasta desconocían el nombre de dichos ríos y ni siquiera les dieron uno propio. Se llamaron en total: Ríos Primero, Segundo, Tercero, Cuarto y Quinto. Hoy les hemos recuperado sus nombres originales indios.  5 - EL  ENCOMENDERO.............................................   Veinte años fueron un período de vida suficiente de adaptación para el cartógrafo portugués Francisco Vázquez de Oporto, ahora transformado en encomendero. Demarcaba caminos, guiaba caravanas comerciales hacia el Alto Perú, y reuníase cada cuatro años con su antigua flota en El Callao, en esas ceremonias secretas propias de todas las tradiciones marinas.   Había sido muy joven al desembarcar en El Callao, pleno de emociones y de vitalidad. Fascinado ante lo desconocido que se le ofertaba ...¡Y vaya si era desconocido!... Nadie lo conocía, pues sólo era el "Incógnito Regno" de los mapas. Ahora con 20 años pasados desde su llegada, la pampa sobrecogedora habíalo serenado. Pero aún conservaba su barba rojiza y sus ojos celestes. Su altura elevada, su pecho ancho como un velamen y su voz fuerte, casi estentórea, propia de un marino. Con ella especialmente, se servía para dar las órdenes a sus caravaneros.   Orgulloso y elegante, muy meticuloso en el vestir, partía anualmente con su comitiva de carretas hacia el Gran Mercado de Charcas en el Alto Perú. Un sitio centralizador de todo el comercio, que aún hoy es inmenso y sigue vigente. Sobre su gran portal de entrada en hierro forjado, podemos admirar todavía el águila bicéfala de la Casa de Austria, que continúa siendo el escudo de este histórico mercado colonial.  Llevaba productos de la tierra, de su Merced propia y de las vecinas. Charqui. Cueros secos. Harina. Bizcochos. Hombres armados a caballo, prestos a cualquier mal acontecimiento del camino. Y sus negros africanos, fieles guardaespaldas, traídos desde la colonia portuguesa de Angola. Luego de una residencia de veinte años, él conocía ya muy bien sus complejas y largas rutas. De posta a posta, instaladas en el extenso camino, viajando siempre con un sentimiento de permanencia sudamericana.   Las Mercedes Reales no eran propiedades auténticas, pero habíanse transformado debido a la gran lejanía con la capital virreinal de Lima, en un Señorío, con el Encomendero como patriarca del mismo. El era su administrador, se le había "encomendado" dirigir esta inmensa propiedad del rey. Y a veces ejercía de juez, en otras también por la falta de sacerdotes, tenía autorización para bautizar niños recién nacidos. Lo que llevó al extremo (comentado con gran ironía) de que algunos de ellos sospechados como "circuncisos", bautizaran a niños de la religión católica.   La ciudad de "Córdoba de la Nueva Andalucía" (fundada en 1573 en el propio Tucumanao por andaluces) había logrado hacer que las Mercedes fueran hereditarias. No pagaban impuesto territorial, y aún hoy día muchos campos argentinos de lugares distantes, figuran como "Mercedes".  Lo que hace difícil su venta pues se debe buscar el aval de los descendientes, ya que ellas de otra manera son intocables. Cualquier transgresión a este sistema es denunciado a la justicia argentina.  6 - LA HIJA DEL  ENCOMENDERO.........................................................  El había arribado al Tucumanao siendo muy joven, con su bella esposa y dos hijos nacidos como él, en Calcuta. La naciente prosperidad lograda luego de aquellos esfuerzos iniciales, como fueran edificar sus viviendas casi de la nada, le daban la seguridad interior de sus derechos propios adquiridos. Su tarea continuó con igual constancia. Demarcar caminos entre las distintas Mercedes para una comunicación social, vinculando entre sí a estas familias que arribaran desde tan lejos. Trazar las rutas desde el Tucumanao hasta el Mercado de Charcas. Hacer producir las Mercedes con siembras y ganadería. A falta de una mano de obra local, se trajeron chacareros coyas del Alto Perú, siempre muy eficientes. Esto es, agricultores indios de allá.Todos estos pasos consecutivos dieron beneficios, y finalmente harían que los lusitanos se asentaran en forma definitiva. Tal como esperaban que sucediera, los Oidores de la Real Audiencia.  Pero para volverse un tucumano verdadero necesitaba Don Francisco procrear su linaje, extender allí con un nacimiento su apellido Vázquez de Oporto, en esta tierra primitiva donde la civilización naciera por su intermedio ¡Y tal sucedió! Pues su esposa trajo al mundo en su Merced, cinco años después de su llegada, una hermosa niña rubia, de piel rosada como el amanecer, con cabellos color oro como los rayos de Inti. La Pachamama la admiró, asombrándose con ella. Era la primera hija sudamericana de su familia. Un ángel rubio nacido en esa pampa inmensa, cubierta ahora hasta el horizonte de trigo y ganado.   La niña tenía los ojos celestes como el padre y era la delicia del Encomendero. Este hombre altivo, duro y enérgico, vuélvese dulce con la criatura. La mira. La contempla. Se deslumbra en ella. Se conmueven los ojos azules de Don Francisco al ver reflejado el cielo en los de su hija. Son sus propios ojos que quedan allí en la Merced, durante cada ausencia suya. Es él mismo, quien permanece en esa tierra mediterránea, a través suyo, cada vez que él parte con su caravana comercial hacia el Alto Perú.    El tráfico anual tiene una duración de tres meses, el tiempo necesario para comerciar, buscar buenos compradores y adquirir productos necesarios para las Mercedes. Con cada partida la niña lo mira. Lo despide doliente. La lágrima que corre por su mejilla es tan transparente como su piel. Cuando parte la caravana, la luz de la aurora matiza sus cabellos de oro, antes de que el sol extienda sus rayos iridiscentes sobre la planicie pampeana de Río Segundo.   La caravana parte. Esa criatura rubia que apenas habla, ya comienza a vislumbrar la existencia del mundo al que pertenece. Entonces comprende que los brazos de su padre se extienden más allá de su pequeñísimo cuerpo. Está extasiada con el movimiento que ha conmovido a toda la Merced con aquella partida. Y ella, que es la mascota de todos, se siente por un momento olvidada. Llora porque su padre la ha mirado con tristeza al despedirla. Ese hombre fuerte y joven, duro y aventurero, que ella conoce tierno y cobijante, se ha sentido débil frente a ella.  Pero la pena infantil dura un momento. Menos de una mañana. Hacia el mediodía cuesta sacarla de sus juegos, de sus corridas, de sus gritos y risas infantiles para traerla al almuerzo, olvidada ya de la partida paterna.  Los días se suceden, las semanas, el mes, y luego de cumplidos los tres meses se reunirán nuevamente el padre con su hija. Ha crecido mucho. Casi lo desconoce, con esa curiosa reacción de olvido de su edad ..."¡Soy yo! ¡Yo!"... insiste Don Francisco, y lentamente todo retorna a la normalidad. Su ángel rubio es nuevamente suyo.   Ella crece junto con la Merced. Con el Tucumanao. Con el producto comercial de las carretas que van y vienen. Y sigue dentro de su infancia dulce, casi silvestre. Ha vivido siempre con tanta extensión a su alcance, que resulta difícil convencerla de que pronto se acercará a una nueva edad. La fascinación de su padre por ella es tan grande, que tampoco él ha advertido nunca que su hija pronto será una doncellita, y ya no podrá llevarla a todas partes consigo a la grupa de su caballo, cuando recorra la Merced junto con sus negros angolas custodios.  Ahora los dos, deben reeducarse.   Sí. Una reeducación... y la reeducación comienza. El sueño rubio de Don Francisco se somete a la transformación. Se ordenan sus cabellos hacia arriba. Se alargan sus vestidos. Comienza a caminar bajo instrucciones estrictas. Su belleza resalta en esa incipiente elegancia de damisela. Frente a ella, sentado en un bello sillón de obscura madera con labrados barrocos, traído de China, sedente y sonriente, Don Francisco mira con placer a su hija... y ríe.   Ríe, porque la niña se confunde y equivoca. Porque no es niña ni mujer aún. Porque ella es aún la misma que recorría a su lado toda la Merced. Esta mujercita que ha cumplido los quince años, es ahora un nuevo juguete para todos. Pero las ropas que le colocan son simplemente adaptaciones a su cuerpo, de prendas orientales traídas antaño en los arcones. Aquello no conforma a su padre, quien insiste que las modas altoperuanas son muy diferentes. Y él sostiene con énfasis, que en su próximo cargamento le comprará las adecuadas.    Traerá para ella un ajuar completo, con lo más elegante que encuentre en el Mercado de Charcas. Allí donde abundan las sedas de Manila. El bordado en lino paraguayo al ñandutí. Los tejidos cuzqueños. Los encajes limeños. Las perlas y corales que llevan los navegantes del océano Pacífico, tal como él hacía antaño. Allí las modistas de la elegante Chuquisaca trabajan estos lujos al último grito de la moda altoperuana... ¡Y él volverá con todo aquello que su preciosa hija debe lucir, como hija del encomendero Vázquez de Oporto que lleva veinte años en el Tucumanao!... ahora que ella ha cumplido quince años.     7 - MERCADO  DE  CHARCAS......................................................     Las carretas se preparan. El Alto Perú las aguarda. La comitiva que acompaña a Don Francisco está pronta. También junto a él parte su hijo mayor, quien ya ha entrado en edad de aprender este tráfico comercial, para reemplazarlo como su mayorazgo en el futuro. Los custodios angolas, bien armados, ensillan sus caballos y pulen sus pistolas. Toda la conmoción del viaje anual vuelve a alterar la Merced.   El encomendero se ha colocado sus mejores galas, pues debe pasar previamente -antes de tomar el Camino Real- por la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. Allí saludará al Prior de la Compañía de Jesús, ofreciéndole  sus servicios, simbolismo que nunca dejará de efectuar ningún encomendero. Además verá a su segundo hijo, quien se halla interno en el Colegio Mayor.   Su hija muy triste lo mira acicalarse con gran lujo, luciendo una gola impecable al cuello y altas botas labradas en Potosí. Así trajeado ella cree desconocerlo, ya no es un tucumano sino un altoperuano. Ante su atuendo de viajero la niña lo mira con melancolía. Pero no ha cambiado sin embargo, Don Francisco le sonríe cariñoso y ella ve que en su interior sigue siendo el mismo. Un marino portugués, radicado en tierra, que quedará en esa pampa a través de los ojos azules de su hija, que tanto se parecen a los suyos.   Y la caravana parte, colmada de mercadería alimentaria para vender en el Alto Perú. La pampa infinita la despide. Los días se suceden. El Tucumanao ha prosperado mucho como producto de veinte años de trabajo, y las carretas que van y vienen mantienen ese contacto indispensable con el gran Mercado de Charcas.   Y más allá... Al margen de este escenario que comienza a civilizarse, que intenta salir de la prehistoria donde se hallaba antes de llegar ellos, cuando era el "Incógnito Regno"... los pueblos originarios que aún viven en cuevas, contemplan esa caravana, asombrados. La ven pasar, sin comprender nada. Desnudos. Preculturales. Y espían intrigados a la caravana de la Merced que pasa cerca de ellos, con esa gente extraña que ha llegado desde muy lejos, cambiándolo todo. Un mundo nuevo erigido sobre sus tierras solitarias, en los confines del planeta, que apenas dos décadas atrás era un espacio de tierra, sólo conocido por ellos.  Comechingones y Sanavirones no eran tribus belicosas, pero sí amantes de lo ajeno, lo que imposibilitaba su adaptación en las Mercedes. Además no aceptaban aprender ningún trabajo agrario. Vivían de la recolección. Algunos de ellos tenían ojos claros y también cabellos rojizos. De piel casi blanca. En los siglos futuros los investigadores franceses hallarán una conexión lingüística y corporal, entre ellos y las avanzadas tardías de los piratas normandos, llegados por el año mil a todo el continente americano. Río Segundo registra, precisamente, varias toponimias analizadas por estos estudiosos galos.  Y la caravana continúa su ruta, en un viaje inverso al que hicieron los lusitanos en el comienzo. Pampas. Sierras. Salina. Desierto. Bosques. Lluvias. Selva. Puna. Altiplano. De posta en posta. Antes de ingresar a la puna deberán cambiarse caballos, bueyes y ruedas. Pues los animales deben estar adaptados a la altura, igual que las ruedas de las carretas. Los propios les aguardarán de retorno al Tucumán ...¡Finalmente!... el hechicero Alto Perú se abre a los viajeros y la caravana entra feliz en Charcas.  Los cueros son vendidos a un precio excelente. El Charqui (carne secada al sol) es de primera calidad. El bizcocho está bien tostado. La harina muy blanca y bien cernida, tiene buena acogida. Las velas son resistentes, pues están hechas con un sebo duro. El Vino del Rey, elaborado por los jesuitas en su estancia de Jesús María, son favoritos de los mejores catadores altoperuanos.  Los Oidores que hacia allá los enviaron, están cada vez más contentos con los lusitanos. El Tucumanao prospera en producción, en riqueza agropecuaria y se ha establecido ya una vía comercial que enorgullece a la Real Audiencia de Charcas, su tutora. No se habían equivocado con ellos. Los portugueses han respondido a su herencia genética. En búsqueda de una ruta comercial llegó Vasco de Gama a la India. Y en búsqueda de otra ruta comercial han llegado los lusitanos al Tucumanao, cumpliendo con sus consignas inalterables.   8 - JOYAS  Y  SEDAS.....................................  En Charcas el encomendero Vázquez de Oporto, recién arribado de la provincia del Tucumán (nombre general para ambos Tucumanes) recorre el Gran Mercado. Elige. Selecciona. Se hace asesorar en el gusto femenino. Es amigo de varias damas altoperuanas, que año a año lo aguardan, y que ahora se complacen en acompañarlo en estos encargos. Pero él tiene el olfato propio de su sangre lusitana, no sólo comercial, sino también de las elegancias y finezas. Del navegante que ha conocido Oriente, en su época de esplendor. Del caballero lusitano que a pesar de su aislamiento pampeano, aún recuerda el ornato de Portugal ¡Y llena un espléndido arcón!   Adornará a su ángel rubio de 15 años, con las galas más elegantes que existen en el Mercado de Charcas. Con el mejor lino bordado al ñandutí en Paraguay. Con las sedas de Manila. Con las últimas importaciones orientales, que llegan hasta alli por la ruta del Pacífico, su antigua ruta. La ruta de la seda, los corales y las perlas.  La joyería debe buscarse en Potosí, y esta selección le demanda más tiempo. Los talleres compiten allí en precios y bellezas. Cada uno de ellos es una muestra sorprendente de orfebrería. Por fin se decide, cuando cree hallar los mejores ornatos para lucir en una joven rubia. No se engaña, pues ellos son de gran hermosura.  La caravana finalmente emprende el regreso. El descenso. Desde Potosí a 4 mil metros de altura, debe retornar a la pradera pampeana de su Merced. La Puna se aleja. Se pierde a la distancia el Altiplano. Don Francisco recobra sus caballos, mulas y ruedas que dejara a buen recaudo. Entra en las selvas lluviosas. Luego tierras áridas lo envuelven. El vergel del Tucumán se insinúa. Cruza la Salina Grande. Atraviesa ese desierto blanco. El Tucumanao se aproxima y ya entra en él. La ciudad de los Jesuitas -Córdoba- lo recibe revestida en su sobriedad y erudición. Nuevamente saluda al Prior y le hace entrega de su encargo, el dinero logrado con la venta del Vino del Rey. Le trae cuantiosas noticias del Obispado de La Plata altoperuano. Otra vez se reencuentra con su hijo estudiante.  El camino nuevamente lo aguarda. Siguiendo la ruta del sur, el clima se refresca rápidamente. El horizonte baja, lo invade la planicie. Lo recibe la pampa infinita. Las aguas del Río Segundo, su vergel y su tierra lisa, saludan al encomendero que regresa al fin...   ¡Se acerca ya el reencuentro! Medita en el momento cuando abrirá a su hija quinceañera el arcón, que ha atravesado repleto de sedas, joyas y bordados, casi un medio continente. La luminosidad del día está plena en su euforia matinal. Don Francisco reconoce el escenario porque es el suyo. Aquél que dejó tres meses atrás y el mismo que lo ha aguardado año tras año, en su tráfico altoperuano.   Es éste. Es el mismo. Es el suyo ... ¡Y no es el mismo!    •9       - EL  MALÓN..........................  Nada. Nada queda de su casa. Nada de sus almacenes. Nada de su hacienda. Nada de su capilla. Nada de todas las casas de su Merced ... Nada.  Un escenario vacío. Una tierra yerta ... Hollín ... Cenizas ... Despojo ... Algunos cuerpos mutilados ... ¡Un Malón se lo ha llevado todo!   Un Malón patagónico de indios Araucanos arrasó su Merced. La horda que todo destruye, roba, quema y asesina, a cuyo paso salvaje no crece ni la hierba. Y que se lleva además "cautivas" como trofeo de sus hazañas, a las doncellas...  ¡El Malón le ha quitado su ángel rubio de quince años y nunca se lo devolverá...!    •10  - LA  CAUTIVA....................................   -"Su hija rubia fue llevada Cautiva por los indios del Malón, más allá del Río Quinto"  La buscará por espacios vacíos. La buscará por sendas desérticas. La buscará por toda la pampa posible. La buscará infatigablemente. La buscará por tiempos no contados.  La buscará con partidas de soldados tucumanos. Con guardias especiales altoperuanas. Con tropas bien armadas que llegan en su ayuda.   Y mientras más al sur descienda, mientras más la busque por tierras desconocidas, mientras más galope en dirección a la Cruz del Sur ...El... el cartógrafo portugués Francisco Vázquez de Oporto, quien colocó su estampa feudal en ese límite austral del Virreinato del Perú, donde terminaba el imperio español de ultramar... ¡Nunca podrá hallarla! ....Los indios Maloneros jamás se la devolverán.  Y mientras él más descienda cabalgando por la pampa infinita. Mientras más se interne en las soledades sureñas. Con adictos. Son armas. Con ejércitos de avanzada...  ¡Más lejos aún de él... se la llevarán los Maloneros!    -----OOOOO----  "En el año del señor de 1606......"      -----OOOOO----    AGRADECIMIENTO  A la Profesora Aída Vázquez Cuestas   
                         EL  PRÍNCIPE  SALVAJE  Y  EL  PRÍNCIPE  MÍSTICO........................  por Alejandra Correas Vázquez  EGIPTO - siglo XIV A.C.  La comitiva que traía hacia el río Nilo al futuro Faraón de Egipto, el príncipe ario Zananza, avanzaba por los caminos al son de laúdes y tambores. Guirnaldas de flores cubrían las poblaciones que lo recibían a su paso. Todos los habitantes del imperio egipcio en la media luna fértil, asomábanse con asombro para verlo pasar. Era el enemigo en su  propia casa, y en su trono faraónico.   Zananza era un príncipe salvaje de las hordas hititas que asolaban el medio oriente en el siglo XIV a.C. Pertenecía a la nación aria invasora (Hatti) que hallábase ahora a las puertas de la nación egipcia, sitiada por ellos.... Arrogante y espléndido. Muy blanco y rubio con luminosos ojos celestes, exhibía ese vigor primitivo de su robustez indoaria, de su raza nueva y llena de empuje. Este príncipe contemplaba todo con sumo asombro. El protocolo era desconocido para él, y los alambicados orientales brindábanle sus honores como futuro rey y amo, del hasta entonces dos veces milenario Egipto. Una nación muy antigua que aún viviría mil años más de esplendor... hasta Cleopatra.  La gracia de las doncellas vestidas de tules transparentes, que dejaban translucir sus espigadas figuras, preparaban al rudo guerrero para los refinamientos que más tarde recibiría. Rociaban con perfumes sus cabellos de oro desordenados. Friccionaban su cuerpo blanquísimo, que nunca fuera bañado hasta entonces,  con paños humedecidos en esencias.  Acicalaban sus sudores propios de un caballerango, con toda clase de aromas. Zananza, quien nunca conoció antes estas sutilezas, sometíase a ellas viéndolas danzar en torno suyo. La caravana iba además escoltada por soldados hititas.  ¡Pero estaba ansioso de ver a su futura reina y esposa! Quien era nada menos que a la hija de Akhenatón y Nefertiti, recientemente viuda de Tutankamón.  Los cortesanos egipcios cambiáronle su tosco ropaje de pieles que él trajera, por el fino lino muy blanco del Nilo. Lucía hermoso. El príncipe salvaje no podía comunicarse con ellos, por más que lo deseara, pues su lengua germánica era muy distinta a la "copta" de los egipcios. Pero viéndose tan halagado por todos esperaba aprenderla, para hablar con sus futuros súbditos. Zananza hablaba un alemán casi clásico (confirmado por la arqueología), que los hititas aprendieron a escribir durante sus correrías por medio oriente, con letras fenicias cuneiformes. La Biblia les llamó "heteos", Urías Heteo (esposo de Betsabé) y el gigante Goliat eran hititas (lo que indica la altura notable de ellos). Ambos se hallan en la historia del rey David.   Este príncipe salvaje sabía muy bien (pues había hablado previamente con su padre el conquistador hitita Shupiliuluma, hombre rudo pero talentoso) que el faraón Amenhotep III -abuelo de su futura esposa- fue su gran amigo, y que juntos habían celebrado un pacto de paz ante la presencia del Dios Nerik "Dios hitita de la Tormentas", el Thor hitita. Pero su hijo Akhenatón, sucesor de Amenhotep III, un pacifista a  ultranza, y también un monoteísta a ultranza, negaba a todos los dioses y en especial la existencia del cruel Nerik, que se contraponía a su monoteísmo solar. Por ello  Shupiluliuma, indignado, desbordó con sus hordas salvajes las fronteras del imperio egipcio oriental, para vengar este agravio. El general Horemheb, gran gendarme de Akhenatón, hacía todo lo posible para detenerlo. Sin mucho éxito.   Los hititas eran por otra parte, muy paganos, y debido a esto adoptaban a todos los dioses que encontraban en los países que ellos mismos invadían, en una "confusa mezcla" según la opinión de expertos. Como algo muy curioso, no respetaban sus poblaciones ni sus construcciones, pero se postraban ante sus dioses. Debido a ello no aceptaron el "Monoteísmo" de Akhenatón.  Pero la ideología "atonista" de Akhenatón y Nefertiti había llegado a su fin (en gran medida provocado por Shupiluliuma y su avance guerrero) con todo su mensaje de panhumanismo, paz, amor e igualdad entre las razas y los hombres ¡Y Monoteísmo! De este modo le sucedió oficialmente en el Faraonato el débil Tutankamón, un rey títere que murió misteriosamente con 18 años ... en forma demasiado oportuna. Tiene una escara en el rostro que evidencia la picadura de un reptil, su momia no cumplió los dos meses de embalsamamiento, y en su tumba -que no le estaba destinada- ¡Se escondió (o almacenó) el más grande tesoro de los egipcios!  Entonces sucedió el milagro ...La gran sorpresa para los bárbaros... Llegó a manos del jefe invasor Shupiliuluma una carta de la propia viuda de Tutankamón, la hija de Akhenatón, con una solicitud increíble:  deseaba casarse con un príncipe hitita. Era en realidad el gobierno egipcio (derrotado) quien proponía al vencedor coronar a un hijo suyo como Faraón. Pero el gran jefe de la horda salvaje no confió en esta misiva, ordenando de inmediato a sus emisarios que fueran allá para ratificarla, quienes regresaron confirmando el pedido de la "heredera real" de Egipto.   Sorprendido, pero orgulloso, Shupiliuluma envió hacia la tierra del Nilo a su vástago favorito: el príncipe Zananza, su mano derecha en todas las lides invasoras, para recibir la corona faraónica. Un príncipe salvaje y primitivo como eran todos los hititas. Como fueron después los bárbaros que invadieron Roma.   Como Genserico, Alarico y Ataúlfo. Pues los arios al entrar en la escena humana, esta raza que es el ejemplo de avance y progreso en tiempos actuales,  ellos, los muy blancos arios, eran en su amanecer ¡salvajes! Y atrasados. Tanto en Egipto cono en la India. El arqueólogo escocés Stuart Pigott demuestra el alto grado de destrucción y atraso que provocaron los arios al entrar en la India destruyendo la civilización del Valle del Indo (Mohengo-Daro y Harappa) por las mismas fechas. Y algo les queda todavía de salvajismo como se vio en Vietnam, Hiroshima, Irak, Libia y Afganistán.  Este pedido de la reina egipcia era la desesperación transformada en súplica de paz. Es todo el Egipto Faraónico que ha llegado al extremo máximo de su impotencia frente al salvaje. Civilización y Barbarie. Y civilizar al bárbaro parecióles la mejor alternativa.  El rey bárbaro Shupiluliuma (nos cuenta su hijo Murshil) no creyó de inmediato en semejante misiva de la reina viuda. Pero sus embajadores fueron hasta Egipto y lo convencieron de que el pedido era auténtico.  Ya sabemos que los pueblos antiguos (como aún sucede con los judíos y gitanos) consideran sólo la herencia uterina. La mujer transmite la raza, y con más acentuación se conoce este sistema entre Faraones e Incas, donde además para más seguridad se practicaba el "incesto real". Los propios Ptolomeos que eran griegos (país donde estaba prohibido el incesto) para ser Faraones de Egipto debieron adoptarlo. Fueron macedonios de herencia uterina., casados con sus hermanas.  No cabe duda de que la reina viuda de 18 años (de nombre Ankh-Sa-Atón) siendo la hija de Akhenatón y Nefertiti, transmitiría por medio de su útero la sangre real, no importaba quién fuese el padre. Pues el padre de la criatura nunca es determinante en estos casos de herencia racial. La ley faraónica se cumplía con ello. Además, con vástago o sin él, todo Faraón o Inca debía casarse con la Princesa Real para gobernar.   ¡Pero no sería así! Al tocar suelo egipcio una partida militar asaltó la caravana y asesinó al futuro faraón ario... Zananza.   Allí en el terraplén quedaron tendidos en el suelo sus cabellos de oro que admiraban las odaliscas. Sus ojos celestes que ya no vieron más. Las bellas orientales con sus gasas transparentes. Los laúdes y sus músicos. La escolta de soldados hititas.   Todos sabemos que cuando hay un atentado de esta naturaleza política, nunca se dejan testigos. Los laúdes, las doncellas orientales, los partidarios y los enemigos por igual, son todos víctimas. Pues como se dice en las tradiciones criollas gauchas argentinas "se pasa a degüello". Todos los autores ven en este suceso la mano del general Horemheb ¡No había este patriota luchado tantos años contra los hititas para ser ahora traicionado por los políticos egipcios, a sus espaldas, de una forma tan ofensiva! ...Pero la contestación no se hizo esperar y Shupiliuluma, el padre desesperado y furioso, invadió Egipto.  ¡Pero lo detuvo La Peste!... que diezmó a sus tropas hititas y terminó con su propia vida. Los bárbaros al retornar enfermos a su país transmitieron la peste a toda la nación, que iba a necesitar un siglo completo para recuperarse. Aunque recién después de cinco faraones más, en la próxima dinastía egipcia con Ramsés. Pero esta peste providencial tiene su propio argumento. Como los tiempos se hallan encuadrados dentro del período posible del Exodo (al que no se llega a dar aún una definición exacta de fecha y se proponen tres) muchos analistas la comparan con las hazañas de Moisés y sus plagas. O sea, hay dos documentos que hablan de ella, de esta peste fulminante (que ocultaron los egipcios) descripta en el documento bíblico y el documento hitita.  Murshil -el sucesor de Shupiluliuma- nos entrega el extenso relato, que se conoce actualmente. Murshil fue un emperador-poeta hitita, al que se considera el primer pensador de los pueblos arios. Su poesía es la primera de esta raza nueva. La gran tragedia que vive su pueblo atacado por la peste, fue provocada según él, por los pecados de su padre que había faltado a su juramento frente al Dios Nerik, de no atacar Egipto. Este hecho hizo de él, ante el dolor, el primer escritor que dio la raza aria al comienzo de su carrera histórica. Además, habla de "pecado", tema desconocido en el antiguo oriente.Murshil era dueño de una lírica personal y dramática, que ha sido comparada por su intensidad a las páginas del Libro de Job. Su palabra es clara, convincente y ordenada. Es una personalidad preocupada por la vida humana y su destino. Se plantea el castigo divino por la culpa, y la expiación que deben cumplir los hombres. Su concepto místico ha sido comparado sucesivas veces con trozos bíblicos. Como también con los conceptos de la iglesia cristiana.  Aquí está la transcripción de uno de sus poemas:  ¡Oh tú, Nerik, Señor mío!¡Dios hitita de las Tormentas!¡Y vosotros Dioses que estáis por encima de mí!  Así es : Todos pecamos  Y también pecó mi padre que infringió las órdenes,De mi Señor... ¡El Dios hitita de las Tormentas!  Yo no he cometido pecado alguno,Pero los pecados del padre caen sobre la cabeza del hijoDe modo que sobre mí ha caído el pecado de mi padre.  Yo lo he confesado ahora :Al Dios hitita de las Tormentas, mi Señor,Y a los Dioses, mis Señores.  Así es : Nosotros lo hemos hecho.  Y como he confesado la culpa de mi padre,Que se aplaque la ira del Dios de las Tormentas.Y de los Dioses que están por encima de mí.  ¡Sed benévolos con vuestro humilde servidor!¡Y ahuyentad la peste del país de Hatti!  Me presentaré ante vosotros ... ¡Oh Dioses!Y como os elevo mis humildes preces¡Atended mi ruego!Puesto que no he cometido pecado alguno...  En cuanto a los que pecaron y faltaronYa no queda ninguno : Hace tiempo que murieron...  Y porque debo soportar las consecuenciasDe lo que mi padre hizo, quiero ofreceros sacrificios¡Oh Dioses, Señores míos!A causa de la peste que asola el país de Hatti.  ¡Quitadme este dolor que mi corazón siente!¡Libradme del miedo que embarga mi alma!  .........ooooooo............  Mientras Murshil escribía estas sentidas páginas, en Egipto, el general Horemheb asumía como Faraón, casándose con la hija de Akhenatón. No tuvieron hijos ni sucesores. Más de treinta años después cambiaba la dinastía, con una familia nueva, la Ramesida.  Con la hija de Akhenatón y Nefertiti se extinguió la Dinastía XVIII, la familia más destacada y notable de faraones que el Egipto había conocido. Este país nunca llegaría al mismo nivel de jerarquía.    Tampoco los sucesores de Murshil, ya más civilizados, repetirían las hazañas victoriosas y saqueadoras de Shupiliuluma. A pesar de vencer a Ramsés II en Kadesh (un siglo posterior), fue este triunfo en verdad el "canto del cisne" para Hatti. Su despedida. El imaginario colectivo actual, con intereses turísticos, ha hecho de esta derrota egipcia una novela, cuando en realidad no tuvo importancia histórica para los egipcios, ya que dicha batalla se dio en el Medio Oriente y lejos del Nilo, donde Ramsés acudió a solicitud de sus aliados orientales. Pues los hititas nunca más se atrevieron a poner un pie en tierras del Nilo.  Como un "tabú" dado que ellos eran muy religiosos.   Muy poco después fueron devastados por los "pueblos del mar" en tiempos del faraonato de Ramsés III. Quien en cambio, sí venció a estos invasores navegantes, tomándolos cautivos. Como una tragedia prevista por Murshil, los hititas son barridos de la historia sin dejar huellas por estos conquistadores marinos, y sólo serán recordados en la Biblia en tiempos del rey David, como sus soldados.   ......ooooo......      
DEL  ALBAICÍN  AL  TUCUMÁN..............................................Por Alejandra Correas Vázquez  TUCUMÁN IIICÓRDOBA  DE  LA  NUEVA  ANDALUCÍA.............................................  Siglo XVI. Viaje al Tucumán.  Así concluyó su relato el viejo guerrero contemplando a su hijo nacido del cruce de su simiente mora con la simiente americana.   -"No volví a ver a Muzá, mi padre, ni a sus amigos Hixam, Zulimán e Isaí"- concluyó por último   A su alrededor en medio de la noche, lo rodeaban las crestas andinas con su corona de nieves eternas. Su hijo ya de pie, puso las manos sobre los hombros de aquél que fuera antaño Omar Ibn Muzá, ahora Juan de Granada, su padre, un encomendero español del Perú.   -"¡Levántate padre!"- díjole su hijo -"Yo no he venido solo, pues voy a un viaje largo y no deseo dejarte aislado en la soledad de esta Encomienda."  -"¿Vuelves a partir? ¿Has heredado mi destino aventurero?"- contestóle el padre  -"En cierta manera sí, pero no del todo...  Allá dentro de la casa te espera la antigua servidora del Sol Inti, mi madre, la virgen profanada. Y además mis tres hermanas que ya te han hecho abuelo, pues no deseaban para ellas el proyecto virginal. Sus esposos son españoles y te sorprenderá uno de tus nietos con cabellos color oro como el Sol Inti, pues su padre es un capitán vasco"  -"¡Esta sorpresa me deja mudo!"  -"Pues no quedarás mudo, ya que habrán de hablar todos largamente"  -"Y... ¿Hacia dónde te diriges en ese caballo airoso y enjaezado?"- volvió a preguntarle el padre al ver que su hijo había montado nuevamente  -"En dirección a la Cruz del Sur, pero siempre dentro de las tierras de este Virreinato del Perú, que es mi patria"- contestóle su hijo  -"¿Un largo camino acaso?"  -"Sí, es largo... Voy hacia el Tucumán. Allá, en esa gran provincia del sur de este inmenso virreinato, la vida comienza y se fundan ciudades nuevas donde antes nada existía. Quiero ser parte de ese nacer"  .........ooooooo.........  Los caminos iban abriéndose para el corcel y su jinete. Cordillera, altiplano, quebradas, pampas, fueron quedando a sus espaldas. El hijo de Omar Ibn Muzá no llevaba tesoros en sus alforjas. Llevaba su juventud. Muy lejos suyo habían quedado las pedrerías preciosas de Granada y los oros del Cuzco. Aquélla era para él, una historia concluida que se alejaba sin retroceso.  Este mundo nuevo, aislado, apartado de las grandes ciudades no sería fastuoso en fortunas materiales. El Tucumán se desarrollaría para otro proyecto, y el joven lo había comprendido antes de llegar a destino.   El arribo luego del lento y largo camino se produjo finalmente. La vida comenzaba para muchos en esta sociedad tucumana que aún no tenía forma. Todo era nuevo. Era el tiempo de la colonización, donde familias completas arribaban para poblar ciudades a las que había que fundar,  algo muy distinto al período de aventureros aislados como los que llegaron en otro tiempo, junto con su padre. Estos habitantes nuevos eran fundadores con esposas e hijos llegados de ultramar, instalando sus hogares en aquel escenario virgen e inexplorado.   El Tucumán era un territorio de destierro o de refugio, para un grupo cultural que había decidido apartarse de la historia de su tiempo. No tardó el joven en comprobar que existía en estas familias una clara herencia mora y hebrea, y él comenzó por curiosidad a hablar en lengua árabe -que bien conocía- con ellos, saludando al entrar con un "Salamu Aleikum".  Se iniciaba un proceso civilizador y lingüístico nuevo, donde el hablar "criollo" (como se llamaría más adelante) reuniría elementos quichuas (nativo) y árabes, junto con el buen castizo. Pues las palabras que los moros iban a transmitir en el Tucumán, no se hallaban incorporadas al castellano de España (que recibió otros aportes pero diferentes). Su inserción se produjo allí, dando pauta de la presencia morisca en los primeros tiempos coloniales.  El hijo de don Juan de Granada, conocido Encomendero del Perú, posó su mirada sobre aquel mundo en formación. Virginal y selvático. No podían saquearse templos, había que edificarlos. No podían devastarse palacios, donde sólo existía la sombra del Tala para refugiarse. Había que edificarlo todo ...pues nada había.  Había que trazar las calles. Amasar el adobe. Construir las chalupas para navegar por los ríos. Había que comenzar una vida ciudadana absolutamente de la nada. Contando al llegar, únicamente con un plano dibujado con excelentes medidas, salidas del escritorio de un ingeniero del rey. Y estas familias en la mitad del siglo XVI, habíanse empeñado en tal empresa buscando fundar una vida nueva, en esa soledad abismal que dispusieron elegir para sus hogares.  Y él que era hijo de dos profanaciones -Cuzco y Granada- de dos reinos saqueados, comprendió que su experiencia era inédita en tales términos. En vez de robar riquezas, había que invertir riqueza para esa construcción nueva. Todos cuántos al Tucumán llegaban traían dinero, eran inversores, lo que facilitó que sus ciudades, caminos, escuelas, monasterios e iglesias, se edificaran y prosperaran rápidamente. Su padre no fue menos espléndido con su hijo, pues habíalo provisto de una buena bolsa con monedas de oro.    Al pasar veinte años, en 1573, ya estaba casado y tenía dos hijos que  heredaron los ojos color oliva de su padre. Habían pasado sólo 81 años desde la capitulación de Granada. Su padre aún vivía con la mente clara y su altivez propia, pues la vida tranquila en el campo de sus últimos cuarenta años, como Encomendero, habíale otorgado esa larga duración. Cada cuatro años el hijo lo visitaba, dado que hacía un viaje al Perú llevando los productos de la fértil tierra tucumana. Para ello adquirió carretas, caballos, bueyes, y con su caravana estableció una buena base de progreso. Había heredado sin duda la capacidad comercial de su abuelo Muzá.   Transformado ya en un tucumano por derecho adquirido, vino a encontrarse con otra ...¡gran sorpresa!... Una expedición nueva extendería al Tucumán más allá de la Salina Grande, la cual hasta entonces era su límite. La dirigían un antiguo príncipe morisco y un capitán de origen hebreo nombrado gobernador, ambos de Sevilla, y ambos por cierto bautizados. Cuyos nombres y apellidos cambiados al castellano (como ocurría siempre) borraban su pasado. Pero eran "Cristianos Nuevos". Es decir, ambos estaban circuncisos igual que su padre, como exigen las religiones de Mahoma y de Moisés. Debido a que la Inquisición comenzaba a hacer estragos en el Perú, estos dos caballeros sevillanos, muy ricos -que compraron barcos propios en España y carruajes con caballos en Perú- buscaban fundar una ciudad muy alejada, pasando más allá del Salinar.  Pero detrás de ellos también escondíase un secreto. Sólo tres años antes, 1570, había fracasado el levantamiento árabe en la Sierra Nevada (Las Alpujarras) conducido por el príncipe Omar el Omeya (bautizado como Fernando Valor) quien instauró durante tres años un reino árabe, dentro de un reino español católico e intolerante. Fue abatido por don Juan de Austria. Un año después la batalla de Lepanto dio fin a las esperanzas orientales. Juan de Austria volvió a ser el vencedor, esta vez del Gran Turco.   En el llamado "Levantamiento de las Alpujarras" se enfrentaron dos ejércitos, venciendo el hijo menor de Carlos V. Pero el caso era que una gran población de familias habíanse afincado en la zona, ante la convocatoria del último de los príncipes Omeyas. Y pudieron eludir los cercos, bajando de allí por cantidad de pasos montañeses conocidos solo por ellos. Las Alpujarras se vaciaron en aquel momento, al ver todos la esperanza perdida. Fue para ellos "El Fin de la Esperanza". Este es el momento clave donde se produce una gran emigración hacia el Imperio Español de Ultramar, distribuida por todas sus colonias.  Los dos caballeros recién llegados al Tucumán traían para el joven una misiva de su padre, pues eran andaluces como Omar Ibn Muzá, hijos del Al-Andalus, como llamóse en su conjunto el reino árabe español. Se entiende con claridad que fue en lengua árabe todo el diálogo que entre los tres sostuvieron, para no ser escuchados por personas ajenas al proyecto. Por esto él no dudó en ponerse en camino junto a ellos, guiando la inmensa caravana de cuarenta familias que buscaban una nueva tierra para radicarse.   ¡Y la hallaron! ... El 6 de Julio de 1573. Una nueva Sierra Morena, muy semejante en color y forma a aquélla de Córdoba la Sultana, circundada por un cinturón serrano gracioso y nostálgico, fue el marco apropiado para fundar la ciudad de "Córdoba de la Nueva  Andalucía". La cual más adelante sería la más próspera de todo el Tucumán. En ella los Jesuitas cincuenta años después (1620) crearían la Universitas Cordubensis Tucumanae (Universidad de Córdoba del Tucumán, pues esta ciudad tiene dos nombres válidos) que fue la primera universidad de Argentina.   ... Pero todavía era sólo un proyecto ¡Había que edificarla!    ........oooooo.........  PD. El erudito don Juan Yasser, palestino, nacido en Jerusalén, radicado en Córdoba, realizó el estudio lingüístico sobre la ingerencia del árabe en el hablar criollo, e incluso entre las lenguas nativas del territorio argentino como ser el quichua y el guaraní, desde la época colonial. En una corriente separada al arabismo propio que contiene el castellano. Remítase a su obra para mayor interés.              
DEL  ALBAICÍN  AL  TUCUMÁN..............................................Por Alejandra Correas Vázquez  GRANADA II    HISTORIA DEL  NIÑO  OMAR............................................    1485. Reino de Granada. Dinastía Nazarí.   Omar hizo su primera sonrisa a los cuatro meses de vida, frente a los ojos de su madre, la bella morisca Fátima. Y las miradas maternas lo siguieron en aquel paulatino proceso de las primeras palabras y los primeros pasos.  Más tarde aprendió a llamarla con insistencia, ante los objetos del mundo que iban despertando su curiosidad. Y era la misma mirada dulce de su madre la que le respondía, antes de contestarle con palabras.   Colocáronlo sobre unos almohadones de seda color marfil, esparcidos por una alfombra decorada, y a su alrededor el espacio estaba cercado con un cortinado color púrpura. Su aya Haida dormía con él. Cerca del año el niño ya gateaba con movimientos felinos hasta el borde del cortinado, y tomándose de él lograba incorporarse. La luz penetraba por el ventanal enrejado, y él jugaba con ella tratando de capturarla, como si tuviese forma.  Una tarde cruzó tambaleante aquel cortinado granate que lo separaba del mundo, desde que había nacido. Y ya más seguro de sus fuerzas, libre, llegó a la sala contigua con los pasos zigzagueantes y los brazos extendidos cual un acróbata. Fátima seguíalo por detrás. La claridad que emanaba del patio arrebató las dos figuras  y se iluminaron los ojos color ámbar del pequeñuelo. Agitado pero sonriente, se recortó en el marco rosado de las vestiduras transparentes de su madre. Fátima recogió su túnica de gasa y la luz que penetraba por ella, fue dibujando las formas arqueadas de su cuerpo femenil.  Omar creció y tenía ya siete años. El sol declinaba una tarde de Granada, cuya inclemencia invernal del primer día de enero, había hecho imposible caminar esa jornada por las callejas moras del Albaicín. La Sierra Nevada enviaba su helada nocturna. Tras las decoradas rejas los ventanales permanecían cerrados, en protección al frío. El aya habíase dormido junto al niño, sobre los cojines amarfilados, y la brisa helada al soplar desde las nieves eternas desveló a Omar, quien se incorporó. La luna penetraba por los vitrales coloridos del ventanal y un susurro de voces denunciaba, que otros como él dentro de su casa, eran ajenos al sueño.  Se encaminó sigiloso en su busca y presentóse de golpe ante ellos, quienes en coro entusiasta lo recibieron asombrados, pero sonrientes. Con orgullo su padre Muzá, mercader de Granada y mecenas, ricamente ataviado y enjoyado, sentó a su hijo junto a él sobre los cojines de seda. En esa sala tenía lugar la reunión de su padre con sus tres eruditos amigos. Hixam, un poeta, Zulimán, un político, Isaí, un filósofo. La belleza del niño fue ponderada por los visitantes.   -"Voy a enseñarte Omar ibn Muzá- le dijo el poeta y pedagogo Hixam -versos eternos de un Emir cordobés, que reinó al pie de la Sierra Morena, hace ya medio milenio":  "Llegaste a mí envuelta en tus velos,a la hora en que los cristianos tocan las campanas,cuando la media luna brillaba en el fondo del horizontecomo la delicada línea de la planta del pie,y con tu llegada, se iluminaron todos los colores de la ronda"  -"Así has llegado hasta nosotros bello Omar, en esta hora de silencio, para adornarnos con tu compañía"-  intervino diciendo Zulimán  -"Tu presencia ha sido bienvenida, bello niño, reunidos como estamos en tertulia, en la hermosa casa de tu padre"- le expresó Isaí  -"Colmaré tu fantasía de niño con las notables hazañas de los príncipes Omeyas que hicieron el orgullo de la ciudad de Córdoba la Sultana- volvió a decirle Hixam - te contaré cómo el Emir alquimista Abd Al Rahman II tomó vuelo en un planeador desde la torre de la gran mezquita, recorriendo el cielo cordobés como un gigantesco pájaro. También fabricó un cristal muy transparente que tenía la elasticidad del cuero y en él se balanceaban los niños"  -"Yo te explicaré, bellísimo Omar, de qué forma la dinastía Yussuf de este reino Nazarita de Granada, llegando de Túnez dio belleza y poderío a nuestro reino. Ella hizo de esta ciudad decorada por nieves eternas, la urbe oriental más importante del continente europeo, transformándola en cabecera del reino árabe español."- expresóle Zulimán, que era especialista en política  -"Pero siempre debes tener en cuenta, hermoso niño, que hay dos mundos que conviven. -volvió a hablar Hixam- Siempre hay dos espíritus dentro de uno mismo. La Doble Verdad es el misterio de la verdad. Así nos dijo Ibn Rush (Averroes), y los averroístas mantenemos vivo su pensamiento sobre la coexistencia entre dos opuestos, que en realidad se apoyan mutuamente."  -"Así hemos hecho en Granada La Pacífica, durante siglos, tratando Paz con Castilla para unificar un suelo ibérico y único. La ciudad de Granada ama la paz y nunca irá a la guerra. Porque la Verdad es la unión de dos elementos que forman una misma humanidad"- acentuó Zulimán en forma solemne y quedó callado  -"Yo te contaré, bellísimo Omar, de qué forma mi antepasado el Visir Samuel, hebreo como yo, dio belleza y poderío a Granada haciendo de esta ciudad decorada de nieves eternas, la más importante del Al-Andalus. Pero hay algo todavía más importante, debes recordar siempre que eres un hombre, y el hombre es, él mismo, un poder divino que todo lo logra. Estas fueron las palabras de Moshé ben Maimón (Maimónides) que harán fuerte tu alma, tu espíritu y tu vida"- concluyó Isaí      Omar habíase integrado al círculo de amigos de su padre Muzá, el mismo día de 1492 en que Rey Boabdil de Granada capitulaba. No escuchó ruidos de clarines ni tambores, el grito de guerra no tocó su oído.  Los carros de combate hallábanse guardados y no fueron usados.   Los granadinos renunciaron a la violencia, antes de emplearla, negándose a la sangría inútil. Su capitulación pacífica los puso unas vez más de aliados voluntarios de Castilla, sin ningún muerto en cada bando. Como ya fuera antes. Era aquélla la antigua tradición oriental de la dinastía Nazarí de Yussuf, que diera brillo a Granada y a la Sierra Nevada... Mientras en la casa de Omar los amigos de su padre extendían un tablero de ajedrez, para complacerse en un brindis de paz.  -"Las embajadas turcas que ofrecieron ejércitos otomanos bien pertrechados para vencer a los cristianos, no hallaron eco en la Alhambra, donde residen nuestro gobernantes"- comentó Muzá mientras acariciaba a su hijo  -"El rey Boabdil se negó con mucha dignidad, a recibir los enviados del Sultán que llegaron hasta la costa de Ronda navegando en tres bajeles, para conferenciar con él"- aseguró Hixam  -"Granada ha preferido conservar la autonomía de la península ibérica antes de entregarla al Gran Turco. Nosotros los hebreos que llevamos dos mil años en esta tierra, desde el tiempo de Nabucodonosor, refugiándonos aquí para evitar el cautiverio en Babilonia, estamos de pleno acuerdo"- dijo con firmeza Isaí  -"Son ocho siglos y veinticuatro generaciones, desde que los árabes llegamos a esta hermosa tierra, llamados por ustedes los hebreos"- opinó Zulimán, el político  -"Ochocientos años germinando la misma tierra. Bebiendo el agua de los mismos ríos. Contemplando la misma costa del mar, con el mismo poniente y el mismo naciente. Las nieves eternas de la Sierra Nevada han sido las mismas durante ocho siglos"- acentuó el poeta Hixam  -"Los  Hebreos hemos vivido en ella y para ella por veinte siglos, desde que huimos de Nabucodonosor"- acentuó Isaí  -"Aún se encuentran frescos nuestros recuerdos de esa epopeya heroica, cuando todos los habitantes de Iberia unidos en conjunto único, con sus distintos reinos y sus distinto credos, bajo las órdenes del Emir de Córdoba, Abd Al Rahman II, expulsaron  al invasor normando"- expresó con énfasis patriótico Muzá  -"Córdoba aliada a los reyes cristianos expulsó al vikingo. Ahora, Granada aliada a la reina de Castilla ha rechazado al Gran Turco"-  manifestó Zulimán quien siempre se expresaba con ideas de política  -"Hay quienes dicen que los Abencerrajes estaban en tratos con el Sultán. Y esto los llevó a la muerte... no por un tema de amoríos"- opinó Hixam  -"Para ser un poeta que repite cantos de amor, es muy valioso tu aporte, amigo Hixam"- le expuso Muzá  -"Los moros españoles hemos defendido por dos  veces la independencia de la península ibérica. El Rey Boabdil ha devuelto ahora a Turquía los bajeles cargados de armamentos, que se supone habían aceptado los Abencerrajes"- sostuvo el poeta Hixam  -"En tiempos del general Almanzor supimos llevar batallas internas, al compás de  los propios reinos cristianos españoles que guerreaban entre sí. Pero admitir que el invasor Turco entre en España... ¡Eso es inadmisible!"- corroboró Zulimán  -"Hemos licenciado nuestras tropas para salvar de la guerra a la Sierra Nevada"- insistió Muzá  -"Hemos entregado a Castilla nuestro armamento para que ella defienda a Europa del Gran Turco"- confirmó Zulimán, el político  -"Hemos capitulado en Granada... para seguir cantando poesía y creando bella arquitectura"- insistió Hixam  -"Para salvar cientos de vidas granadinas y preservar su cultura"- concluyó Isaí  Nada había cambiado aquel primero de enero de 1492. Las moriscas rodeaban las fuentes de los patios, envueltas en sus gasas transparentes. Los poetas crearon nuevas trovas. Los calígrafos las escribían sobre las paredes con letras azules. El Cadí juzgó en la Mezquita. Los averroístas siguieron en la búsqueda de su verdad doble. Los maimonistas continuaron buscando al hombre. Los talleres retomaron su labor decorando ánforas. Los tejedores su alfombra. El mercado granadino estuvo concurrido como siempre, con clientes llegados de todas las latitudes.  Esta ciudad era una de las más destacadas del continente europeo en el siglo XV. Una ciudad ampliamente liberal donde convivían los credos musulmanes, judíos y cristianos. En el centro de Granada hallábase la ciudad cristiana de Elvira, con su antigua catedral gótica, construida por los visigodos. A pocas cuadras levantábase la Gran Sinagoga, de forma cuadrada, con todo el sector hebreo de Vivarrambla. Unas cuadras más adelante la sinagoga del Rabino El Tibón, destacado erudito, el primero en traducir a los clásicos griegos.  Era una ciudad abierta, sin prejuicios de etnias ni confesionales, donde muchos castellanos destacados compraban residencias propias, como el Condestable de Castilla don Alvaro de Luna. Y sus propios rivales políticos como fueron los Infantes de Aragón. Volvióse una moda entre los nobles cristianos poseer una casa en la Granada nazarí.   Una ciudad como aquélla que miraba hacia el progreso, preocupada por la arquitectura y la poesía, con mercaderes mecenas... no podía rendir culto a la guerra. En aquel mundo primoroso, cual asoma en los arabescos y finuras de la Alhambra y el Albaicín, no había lugar para la sangría de una guerra violenta entre pueblos españoles, que compartían una misma historia desde hacía ocho siglos en Granada. Ambas razas básicas del sur español, las dos invasoras muchos siglos atrás, la árabe de Tarikh  y la visigoda de Ataúlfo, ya estaban muy mezcladas. Incluso el último príncipe Omeya de Córdoba, tenía una esposa vasca, quien fue una sultana de mucho poder político.  Según constaba en las actas que se firmaron en enero de 1492 no se violarían ni propiedades ni credos, ni la vida de los habitantes de Granada. No se violarían mezquitas ni sinagogas, bibliotecas, salas de baños, jardines, familias, comercios, talleres, escuelas.   -"¡Granada está salva!"- gritó el pregonero que recorría las calles  -"¡Granada está salva!"- repitió a su vez Muzá asomándose al ventanal enrejado  -"Hemos elegido una vez más la paz para Granada"- comentó eufórico Zulimán mientras movía las fichas negras del tablero de ajedrez  -"No lograste hacer tablas"- le dijo el poeta Hixam -"He dado Jake Mate a tu rey moreno"  -"No importa quién las mueva, las piezas morenas no tienen suerte en este día, pues las blancas devoran como embrujadas"- contestóle Zulimán  -"¡Granada está salva!"- volvió a gritar el pregonero  La vida continuó de una manera normal. Ya tenía siete años Omar y entrando con esta edad a la tutela paterna, continuó sus estudios con su pedagogo Hixam, pero también fue asumiendo la responsabilidad de aprender el oficio comercial de su padre. Como rico mercader, Muzá aspiraba a que su hijo lo sucediera en el ramo. Y fue allí, en la puerta del comercio de su padre, cuando Omar observó la llegada de tropas desconocidas en Granada. Era un exótico grupo de soldados que arribaba sin tregua, causándole desconcierto.  Desmontaron de sus caballos macilentos. La tez curtida con reflejo de privaciones. Los trajes raídos y los cuerpos que no conocían la fragancia de los perfumes. Desconocían hasta entonces los granadinos la existencia de estas tropas que recorrían toda Europa, producto de las levas obligadas, donde una gran mayoría de sus componentes no hablaba ninguna de las lenguas de los reinos españoles. El niño Omar tuvo gran sorpresa al verlos, y ellos a su vez de aquel niño que llevaba borceguíes con incrustaciones de perlas. Granada, sin saberlo, era ya tras aquel cruce miradas, pasto de las llamas y el pillaje.   -"¡Hemos perdido a Granada!"- exclamó alarmado Zulimán  -"¡Hay de Granada!"- fue el lamento de Muzá    .............ooooo...........
DEL  ALBAICÍN  AL  TUCUMÁN..............................................Por Alejandra Correas Vázquez   ...................  In Memoriam  A José Elías Guraieb, profesor de la Universidad de Córdoba, Argentina, nacido en Damasco, cuyos libros y conferenciasNos acercaron al "Legado de los Arabes a España"(Título de su obra y disertación)Y a su proyección dentro la España Colonial.......................  TRÍPTICO I........PerúII......GranadaIII.....Tucumán.............ooooo...........PERÚ ........  I    DIÁLOGOS ENTRE UN PADRE Y SU HIJO....................................................  Siglo XVI. Virreinato del Perú.  Era en el atardecer de una vida, cuando en el atardecer de un día, el guerrero olvidado contemplaba a su hijo mestizo erguido a su frente, muy altivo y hermoso en su caballo.  -"¡La he encontrado, padre!"- díjole sin haber aún desmontado  -"¿Es posible?"  -"Sí padre... He encontrado a mi madre..."   -"Ella se apartó de mí hace veinte años cuando tú eras pequeño, y volvió a sus oratorios del Sol Inti, escondidos en la cordillera andina. Y además se llevó con ella a tus tres hermanas mayores a ti, para convertirlas en vírgenes solares. Eras el varón, el menor, y exigí preservarte a mi lado"   -"Quise encontrarla y conocerla. Tengo ese derecho, padre"  -"No te niego los derechos, hijo"- contestóle el padre -"Pero... ¿Quién tiene y quién es el que no tiene los derechos"  -"Tiene derechos, el que no tiene culpas"- sentenció el joven  -"¿Y quién tiene esas culpas?"- preguntóle otra vez el padre mirando a su hijo, cuyos ojos penetrantes le contestaban con su silencio  -"El que ha sufrido sin merecerlo, padre"  -"Sí, ya sé lo que dices ...Soy el culpable... Soy Juan de Granada, el conquistador de Indias, y ella la Virgen del Sol quien fue mi víctima"  -"Con todo el amor que siempre te he dispensado, padre mío, por duro que sea para ti... es así como yo pienso. Por ello fui en busca de mi madre, pasando mil peripecias para ello"  -"¡Sí, soy Juan de Granada, conquistador del Perú!... Pero soy el mismo que antaño en lejanos tiempos, al nacer muy lejos de aquí me llamara Omar ibn Muzá, crecido en el Albaicín a los pies de la Alhambra, en un mundo oriental muy diferente al resto de los acontecimientos de mi vida"  Las crestas nevadas de la cordillera andina sudamericana recortábanse sobre la luz rosada del atardecer. Llevando a cuestas sus años, pero todavía de porte altivo, luciendo sus altas botas españolas que le brindaban una apostura de varón, don Juan contemplaba a su hijo. Siempre había estado orgulloso de él. Lo concibió a edad madura, como fueron todos aquellos conquistadores del Perú luego de un periplo aventurero de muchos años desde Cuba a Méjico y Golfo de Darién, hasta arribar al imperio del Inca que conquistaron y donde se radicaron, organizando familias.   Mesaba sus barbas ahora grises que fueron siempre su distintivo, y admiraba el esplendor físico de su hijo, nacido de dos razas fuertes. Lo observaba en silencio, mientras frente suyo la Cordillera de los Andes imponía su presencia. Fue en aquel preciso momento, que a lo lejos comenzaron a emerger todos los fantasmas de su pasado, acallado por años. Como un ornato escénico la nevada cordillera andina desapareció en ese momento para él ...Y fugaces siluetas de la Sierra Nevada decorando el castillo de la Alhambra, en tiempos de la dinastía Nazarí, acudieron a la mente del antiguo guerrero.  Los recuerdos vigorosos de su vida, continua en emociones, acompañábanlo en esta existencia ahora sedentaria. Había doblado orgullosamente el codo de los años y en ese siglo XVI, presto a agonizar con sus lauros, el viejo aventurero admiraba la inmensa extensión de su Encomienda, cercada por el cordón cordillerano de nieves eternas.  Al lado de él, su hijo lo observaba motivado.    Mostrábase altivo también, pero pletórico de juventud y energía. Ostentaba con garbo su barba y cabellera muy obscuras. Los rasgos mestizos eran evidentes, pero ocultos bajo el traje español, donde los ojos color ámbar y algo verdosos enmarcados por espesas cejas moriscas, heredados del padre, resaltaban junto a su aquilino perfil incásico. Todo el conjunto hablaba de una sociedad nueva naciente en las desangradas Indias Occidentales.    -"Tiene derechos el que no tiene culpas"- volvió a insistir el hijo tratando de continuar el diálogo  -"¿Y quién no tiene culpas?"- preguntóle nuevamente el padre  -"¡La Virgen del Sol! ... la virgen sagrada de un pueblo, conquistada, profanada y violada"- respondió el hijo con vehemencia  -"¿Y quién tampoco tiene culpas?"- le argumentó el progenitor   -"Dímelo tú, padre"  -"Te lo diré: ¡La mora que murió toda quemada, bajo las miradas de su niño en una noche de Granada, en la hoguera de la Inquisición!"- contestóle esta vez el padre con igual vehemencia  -"¿Quién era?"  -"Fátima. Mi madre. Como ves, hay largas partes de mi vida que nunca has conocido, hijo mío"  -"Ella tampoco tuvo culpas"- aceptó el hijo  El cálido viento del verano se extinguía en aquel anochecer, al pie de las nieves eternas sudamericanas. Padre e hijo parecían aliviarse de la tensión que habíalos dominado. El silencio andino iba apoderándose de la Encomienda en su expresión de tiempo, durante el cual la vida de Juan de Granada, antiguo Omar ibn Muzá, se fue apaciguando. Miró a su hijo, levantó su frente y lo observó como deseando hablarle, como quizás nunca lo hiciera hasta ese momento.   -"¿De quién es la culpa de esta sangre derramada, hijo mío? ¿De toda la que ha corrido por este imperio y en estas Indias promisorias? ¿Quiénes las derramaron?"  -"Ustedes, los conquistadores"- volvió a sentenciar el hijo  -"¿Y quienes somos los conquistadores? ¿Qué es España y cómo surgió dando vueltas al mundo? ¿Y qué ha sido de mi Reino de Granada, donde yo nací?"  Ante aquellas preguntas el hijo quedó pensativo. Su padre al quedarse solo con él, como única familia, había llenado su infancia de relatos llenos de misterio y cargados de fantasías orientales. El joven aún las recordaba, pues de niño había deseado volar en una alfombra mágica y navegar junto a Simbad.  -"¡Granada!" -dijo el joven- "Granada, tu patria, tu reino, tu mundo oriental... A veces he creído conocerla imaginándomela en la descripción que me han brindado tus palabras"  -"Granada capitulaba el mismo año en que el Gran almirante llegó a las Indias, como explorador. Colón portaba en sus carabelas astrónomos granadinos"- recordó su padre  -"Una coincidencia escrita en el destino"- expresó el hijo  -"Sí. Dolorosamente cierta. Así fue esa capitulación de Granada en 1492, sin presentar batalla, a fin de salvar la bella ciudad y sus habitantes. En aquellos días yo aprendía a leer en letras árabes, y el poeta Hixam, amigo de mi padre Muzá, me enseñaba las primeras rimas, que después te repetí sobre mis rodillas. Vivían en tu niñez mucho granadinos en el Perú, cuyo nombre de bautismo no logró borrar la lengua árabe de nuestro nacimiento. Y nos juntábamos en forma asidua para hablar entre nosotros y recitar las suras del profeta Mahoma, escondidos por cierto de la vista de otros"- el viejo guerrero se puso de pie  -"Fue la primera lengua que me enseñaste"- recordó el hijo  -"No quería olvidarla, por ello lo hice. Pero Castilla impuso la suya en todo el imperio colonial, y a ella se sometieron también vascos, aragoneses, asturianos, valencianos, flamencos, lusitanos... quienes asimismo llegaron en los primeros tiempos al Perú"  El crepúsculo invadía el paisaje con sus colores. La nieve eterna volvióse violeta. La Pachamama ejercía su presencia a esa hora, donde la naturaleza se vuelve más poderosa que el hombre. Don Juan cautivado por el ambiente, sintió la necesidad de expresar toda su dolorosa intimidad, al único hijo que habíalo acompañado desde el nacimiento.  -"Mira, hijo mío, tú has nacido en un mundo en construcción. Llegaste a la vida en el Virreinato del Perú, donde a cada instante hay proyectos nuevos. Yo en cambio, había nacido en un mundo construido. Cada hoja estaba en su tallo. Cada pájaro en su nido. Eso palpé en mi infancia, y cuando hube de salir de ella, cuando debí recibir el mensaje paterno a partir de los siete años según nuestras tradiciones moriscas ...¡Mi mundo ya no existía!... Granada era mi patria, mi reino, y ya no la tenía ¿Cuál era mi culpa?"      -"No. En aquel tiempo, padre, no tenías culpas"  -"Yo también sufrí mucho sin merecerlo, pues perdí a mi familia en la infancia y además perdí a mi país"- se sinceró el padre  -"No merecías sufrir siendo tan pequeño al capitular Granada"  -"La capitulación que firmaron los cristianos con los granadinos, no se cumplió. Fue violado por ellos aquel pacto firmado en enero de 1492. Granada no subsistió, como estaba convenido. Vi su destrucción, como después yo destruí al Inca. Conquisté para un rey que no era el de Granada. Con una insignia de combate que no era del Profeta. Con un nombre de bautismo, Juan, que no era aquél que me habían dado mis padres... Omar"  -"Omar convertido en Juan ... ¿Destructor o vengador?"- preguntóle esta vez el hijo  -"Pues allí está mi incógnita, Juan de Granada el conquistador de Indias, el profanador de Vírgenes Solares, el verdugo de los sabios Amautas... había sido antes Omar, el hijo de Muzá y Fátima, un niño de Granada ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Quién fui?"  Una mudez tácita se apoderó del padre y su hijo, en aquella dimensión de la Encomienda que comenzaba, debido al ocaso, su reposo diario. Frente a ellos, los chacareros indios desfilaban dejando su labor en busca del descanso. Para esos labriegos que trabajaban a la diosa Huallpa -la tierra fértil- nada había cambiado por siglos. Su tarea de siembra seguía siendo la misma, día a día, cualesquiera que fuesen sus dirigentes.   El virreinato del Perú era ahora un tiempo diferente, de construcción y organización, lleno de avances y nuevas fundaciones. Pues éste era el reino de Felipe II, donde no se ponía el sol. Una era de reconciliación impuesta por este gran soberano y administrador eficiente, quien cambió todas las pautas que sacudieron la vida de don Juan de Granada -transformado ahora en Encomendero- olvidado ya de sus lances guerreros.   En 1492 había capitulado el gran Reino de Granada, fueron expulsados los judíos -el Sefarad- del territorio español, y Colón (un presunto judío) descubrió América... Pero la muerte en 1504 de la reina de Castilla, Isabel de Trastamara y Lancaster (Isabel la Católica), convertiría estos hechos en tragedia. Colón perdió el apoyo oficial y llegó a ser perseguido. Comenzó la conquista de Méjico y Perú. Y los pactos firmados con Granada no fueron cumplidos.    ¡Y sangre corrió por Granada! ¡Sangre en el Perú, por los valles del Inca! Sangre de años por tierras sudamericanas. Sangre... por la cordillera de los Andes cruzada en todas sus direcciones, y por el río Amazonas (Marañón en ese tiempo) surcado de orilla a orilla. Sangre de años por todas las tierras americanas. Las tierras de la raza roja, la raza vencida. Mientras la negra barba morisca de Juan de Granada fue tornándose gris, y empalideciéndose el brillo de sus ojos color oliva, de manera tal que muy difícilmente podía advertirse en ellos al niño Omar... Aquel niño granadino que naciera en el Albaicín, a los pies de la Alhambra.     -"Una mano piadosa me retiró de aquel lugar donde en la pira inquisitorial ardía mi madre Fátima, en medio de un festejo múltiple con espectadores vencedores. Y me llevó a un convento donde me bautizaron con el nombre de Juan... Así dejé desde entonces de llamarme Omar Ibn Muzá"- relató don Juan a su hijo   -"Es más dura tu historia de lo que yo pensaba"- le reconoció el joven  -"Y fui yo uno de los tantos Juanes que partieron de los puertos españoles rumbo a las Indias misteriosas. Estas Indias que prometían olvido ... riqueza ... gloria"  -"¿Llegó para ti ese Olvido?"  -"No. Nunca llegó. Quise saber desde el abismo de esa maraña conquistadora en el Perú... qué sintieron aquéllos cuando echaron las llamas sobre los dulces ojos de Fátima. O qué hicieron con aquel cortinado color púrpura, junto al cual dormía en mi infancia sobre cojines, y que yo sentía que me cobijaba como una mano envolvente. Quise ser unos de ésos que encendieron la pira ante mí, pues los parientes debíamos estar presente frente a la hoguera, en escarmiento religioso"  -"Demasiado cruel para un niño, es por eso que nunca me relataste antes estos sucesos"- dijo comprendiendo el hijo  -"No deseaba enredarte con mis fantasmas, hijo"  -"Te lo agradezco. Pero ahora ya soy adulto y puedo escucharte, prosigue padre"  -"Quise saber también, qué sintieron aquellos soldados castellanos que se llevaron de nuestra casa en el Albaicín, a mi padre Muzá, con un destino ignoto. Nunca volvimos a verlo. Que enmudecieron las voces de los averroístas, que cegaron a los poetas moros, que cortaron las manos de los calígrafos cuando escribían las elegantes letras árabes, que nadie supo más leer en Granada... Y tal vez, siendo yo ellos y ellos yo, podría alejar mi mente de aquella plaza donde ardió Fátima ante mis infantiles ojos"  De pronto el viejo guerrero calló, y su hijo conmovido acompañó su silencio. La cordillera andina ya era inadvertible, pues el manto nocturno la envolvía. Un mayoral indio, de larga nariz quichua, acercóles una lámpara pues ellos permanecían afuera, ensimismados, sin sentir frío ni calor. El padre continuó de esta manera:  -"Díjeme incluso, que al arrebatar los refulgentes hábitos rojos trenzados con hilos de oro, que llevaban los príncipes Orejones, podría restituirme aquellas ropas bordadas de rubíes que mi aya Haida me quitó arrojándolas, para ocultarme. Yo fui corriendo con ella tomado de su mano por las sinuosas calles empedradas del Albaicín, cuando nuestra gran casa blanca fue invadida. Y mientras huíamos siguiendo la orilla del río Darro, admiré desde abajo la hermosura majestuosa de la Alhambra, erguida sobre el costado rocoso del frente"   -"Duras son tus experiencias de niño, padre mío"- comentó el hijo  -"Creí entonces en aquellos turbulentos días de la conquista, que al adueñarme de sus lujosas prendas incaicas, volvería a calzar mis borceguíes incrustados con pequeñísimas perlas ...¡Aquellos borceguíes traídos de Túnez!... que me regalaron en mi séptimo cumpleaños, el último que pasé junto a mi padre Muzá, para caminar a su lado de paseo por Vivarrambla hasta la Puerta de Elvira"  -"Nada has olvidado padre mío"  -"Pensé también, al tocar tanta riqueza con mis manos, en volver a caminar por el empedrado de Granada nuevamente con mi fez y con las anchas mangas de mi túnica... Otras veces, mientras nos repartíamos el botín del Templo de la Luna, coloqué una alianza en mi dedo que pensé, fuera el anillo de esmeralda que Muzá, mi padre, llevaba el día que vinieron a prenderlo"  -"¿Qué buscabas realmente, padre mío?"  -"Era al niño Omar a quien yo buscaba. Pero al amanecer, cuando el sol iluminó los despojos del Cuzco comprobé, con dolor, que aquel tétrico escenario desangrado no era la plácida Granada de mi infancia"  -"Nunca, padre, llegaste a ser Juan"- volvió a sentenciar el hijo  -"No ...No me fue posible... Pues cuando invadí la casa de los Amautas, los sabios del incaísmo, yo era Omar quebrando las voces de Ibn Rush (Averroes) y de los averroístas.  Y cuando invadí el Templo del Sol, era Omar quien incendiaba la gran mezquita de los Emires Omeyas"  -"Se perdió el Reino de Granada de los árabes, como se perdió el Tihuantisuyo de los Incas."- expresó por último el hijo   -"Habíame dicho el poeta Hixam, amigo de mi padre y pedagogo mío, que el Emir de los Creyentes, el primero de ellos en reinar en la ciudad de Córdoba la Sultana, escribió la siguiente cuarteta:  ¡Oh! ¡Tú a quien acecha la muerte!¿Hasta cuándo te alucinará la esperanza?¿Hasta cuándo has de temer la caída,si puedes considerar que ya te ha acontecido?¿No ves que por vivir no vives?Mientras que has hecho de tu vida, una muerte eterna.  ...........oooooo...........
                                                  NIEBLA  SOBRE  CÓRDOBA................................Novela por  Alejandra  Correas  Vázquez        1 - DESAYUNO..........................Aquella mañana los pies presurosos de la sobrina repercutieron sobre las paredes de la planta baja, al descender por la escalera. Un silencio desacostumbrado envolvía la casas.-"¿Y los niños? ¿Todavía no se han levantado?"-"Están en la cama, no los quise despertar. Hoy no irán a la escuela"- contestó la tía-"¿Por qué tus niños no irán a la escuela? Convendría que descansaras luego de pasar esta noche en desvelo".No le contestó. Su respuesta fue un gesto indefinido con la cabeza. Puso una pava enlozada sobre la hornalla, moviendo con la otra mano la manijilla del gas. Vertió agua caliente en el mate y cuando estuvo espumoso, comenzó a sorberlo por su bombilla de plata. La sobrina volcó leche hirviente sobre una taza y agrególe chocolate en polvo, mientras buscaba la azucarera para endulzarla con dos cucharadas. Luego apagó el gas y tomó asiento al lado de su tía.Ambas miraron hacia la ventana. Algunos escolares dirigíanse a clase tiñendo la calle como luces de amanecer, al deslizarse por la vereda con sus delantales blancos. Escenario neblinoso. El sol demoraba su presencia, volviendo indefinidas las facciones de los niños. Conversaban animadamente entre ellos, dibujando en la Niebla una nube de vapor tras cada palabra. Otros, de paso pausado, caminaban envueltos en gruesas bufandas.-"¡Yo insisto!"- expresó con fuerza la sobrina -"Sería mejor que los niños vinieran conmigo hacia la escuela, como siempre, pues ellos no te dejarán un momento de reposo ¿Qué te ocurre? ¿Por qué esa pena? ¿Acaso te ha sorprendido?"-"Niña... una vida de dos, no siempre es fácil comprender, desde afuera"- contestóle su tía-"¿Vida de dos? Llevo tres años viviendo en tu casa y siempre hemos estado solas, como dos madres de estos niños sin padre ¡Vida de dos! ¿Acaso te refieres a la nuestra?"-"No ...  Creo que has entendido bien mi pena"-"Tía, comprendo que los niños te hagan falta en este día de sentimientos solitarios, pero no acepto la tristeza que nos envuelve"-"Niña, deberías ir sabiéndolo desde ya: En la historia de una pareja, las confidencias de sus actores son siempre incompletas ¡Es el gran teatro de la vida! Cuando el intérprete equivoca el pasaje de un drama, cierra los ojos y luego de la función acude a su memoria, recordando el recitado completo que debió ofrendar a su público. Pero en la vida real no puede corregirse para la siguiente función ¡No la hay!"-"Tía, no aspiro a ser tu público sino tu amiga"- le observó la sobrina -"Me llevas pocos años y te recuerdo con claridad. El día que entraste en nuestra casa traías un juguete en la mano. Era para mí"-"Era el primer día, del primer mes, del primer año de esta década que ahora termina ¡La media tarde del nuevo año!"- evocó la tía-"Ahora estamos en el último año de la misma década y todo ha cambiado demasiado"- acentuó la sobrina-"Es cierto, niña. Ya no estamos los mismos y no vivimos de la misma manera, ni en los mismos sitios"-"Mi infancia feliz de aquel momento se trocó en tragedia, dando a mi juventud actual un hálito de madurez prematura. Pero hoy tía, me creo la persona mayor de esta casa y creo que voy a regalarte pronto, un juguete"-"Exageras..."La sobrina giraba su cuchara dentro de la taza con chocolate, produciendo aros sucesivos. Su rostro trataba de reflejarse sobre aquel líquido, pero los círculos rompían el esbozo. Como espejo roto de los actores que pierden su imagen. O no pueden formarla.-"¿Te has dado cuenta que aún no tienes treinta años?"- insistió nuevamente la sobrina-"Ultimamente ya ni lo pienso"- contestóle su tía-"¿Has pensado que yo no he cumplido todavía veinte? ...Pero nos hemos cargado con todos los años que él no quiso llevar consigo".-"Esa es una observación muy dura, niña".-"Hoy está muerto ¿Qué lo empujó hacia la violencia? Con esa discusión, ese enfrentamiento..."-"Su juventud y la de su tiempo, hace una década".-"El quería imponerse por medios violentos, pero sin medir sus ideas en el campo del diálogo ¿Qué lo hizo entrar allí? ¿Quiénes?"-"¿Qué? ¿Quién? ¡Quizás todos nosotros!"- expresó exaltada la tía-"¡No yo!"- defendióse la sobrina-"No, eras demasiado pequeña. Un juguete como aquél que te llevé de regalo, hace ya diez años..."-"Entonces ¿Por qué eligió ese camino? Tenía una familia protectora. Una Universidad destacada ¿Por qué fue?" -"Detrás de la vida familiar, en la calle, hay otra vida. Entre los estudiantes como él era entonces, se produce un contagio colectivo ¿No te lo dice tu juventud?"-"Existen núcleos de insatisfechos. Pero no me arrasan como a él. No estoy dispuesta a repetir su escena. Voy a la Universidad en busca de lograr una profesión, como ha sido siempre en esta ciudad. La medicina para seguir el camino de mi padre. Y me esfuerzo en ello"- dijo la jovencita con energía-"Perteneces a otra generación, niña, han pasado diez años".-"Quiero adornos en las calles. Luces. Colores. Una ciudad que brille. Todo cuánto él desechó a mí me atrae y trato de lograrlo ¡Soy de otra generación! Pues nos colmó de dolor la suya. Nos agotó. Tuvimos una infancia y una adolescencia difícil por causa de la generación del 70"- expresó vehemente la sobrina-"Una juventud se adorna, pero las angustias navegan bajo sus collares. Estás más cerca suyo quizás de lo crees".-"¡Juventud divino tesoro!"-"También lo fue en aquel tiempo"- aclaró la tía-"Pero para que él nunca saliese de ella, de ese mito poético, de esa juventud imperiosa y exaltada que lo arrebataba al extremo ¡De sus veinte años ilímites! ...Yo, su sobrina, tuve que madurar en forma precoz. Jugarme. Trasladarme y vivir en tu casa. Imponer tu protección a mi familia, la que era de él, y él olvidó por principios que no juzgaremos más en adelante, porque hoy está todo concluido. Al menos para mí"- concluyó la chica -"Dura y taxativa, como es esta nueva generación"-"Te equivocas tía, soy reflexiva. Fui yo quien en ese momento pensó en tus hijos, que eran los suyos, y que él abandonó para correr detrás de un albur de violencia. Pues cuando los demás dudaron... ¡Yo contemplé mi juguete! Aquél que un primer día, de un primer año, me habías regalado".-"Sin embargo no pensamos en él"- acotó la tía-"Sí, lo pensamos. Sí, de otra manera. Te retuvimos junto a nosotros y  conservamos a sus hijos, gurises que apenas gateaban. De otro modo te hubieras vuelto a Jujuy dejando Córdoba, dejándonos a nosotros, y perdiendo todo lo de él ¿Y qué hubiera hecho tu familia viéndote regresar al norte sin concluir tus estudios, y como esposa de un guerrillero sin paradero fijo?"-"Me había pedido que lo siguiera..."-"¿Y los niños? ¿Y la ropa? ¿Y la escuela? ¿Era acaso posible alimentarlos con pólvora?"La tía apartó a un lado el desayuno de la sobrina que habíase enfriado, sin ella tomarlo. Y levantóse encendiendo el gas para volver a entibiarlo. Puso su rostro contra la ventana cuyos vidrios hallábanse empañados a causa de la Niebla.Figuras de niños en uniforme escolar, muy blanco, desaparecían con una ligereza fantasmal, bajo el manto blanquecino que cubría la ciudad de Córdoba en esa mañana de agosto. Una obscuridad penetrante envolvía la atmósfera en aquella primera hora de la mañana, como impidiendo el avance del día. El blanco relieve de La Cañada orientaba a los caminantes, con sus formas sinuosas y serpentinas, mostrando un paisaje de piedras blancas, delantales blanquísimos y nubosidad. Formas aéreas como formas fantasmales. Como las ánimas penando de las tradiciones criollas. Como un ánima que sin duda en aquel momento rondaba esa ventana, empañada de Niebla, donde una tía y una sobrina mantenían su tenso diálogo.Extendiendo ella un poco más allá la vista alcanzó a divisar, tras los vidrios nubosos, las verjas coloniales del Paseo del Marqués de Sobremonte, junto al cual por la falta de visibilidad, los automóviles se entrechocaban al ser estacionados. Los grandes plátanos con sus ramas desnudas, semejaban a duendes del pasado.La sobrina también púsose de pie.  Las dos mujeres contemplaron juntas y expectantes, aquella dimensión silenciosa y arenosa en el parque del Marqués. El paseo hallábase en esta mañana de Niebla añorante de niños, de voces y juegos. Brumosa melancolía que aparentaba por momentos, acompañar la tertulia triste tras esa ventana. La tía dijo entonces:-"¿Qué debemos hacer en este día que es el primero en que él está muerto?"-"¡El Juicio de Familia! Yo seré la Fiscal"- aseguró la sobrina-"Y yo la abogada defensora"- contestóle la tía-"Pasemos entonces a la Sala del Juicio"- impuso la sobrina con seguridad-"¿Testigos?"-"Nos sobran. Partamos del comienzo de esta década, en mi infancia. Córdoba en fuego. Córdoba conmocionada. Calles calcinadas. Autos volcados. Country Club bombardeado. Comercios barretados. Manifestantes incendiarios. Gases lacrimógenos. Niños, madres, transeúntes, buscando refugio en medio de refriegas"-"¿Es el Juicio a una década?"-"Lo es. La que torturó mi infancia. La que tiñó de horror mi adolescencia"-"También es un símbolo"- intervino la tía -"A mí me toca decir: La que cautivó mis sensaciones de mujer. Mis deseos de amor y romance. Porque era una década y una juventud romántica... sin descartar su trágico fin"-"Elaborado por ella misma"- insistió la niña -"Pero con ayuda de sus oponentes, no lo dudes"-"Sigamos adelante ¿Qué atractivo veías en esa década, tía?"-"Yo me enamoré, me fasciné, viví la piel y la sangre. Hubo tragedia pero también hubo algo mágico. Me corresponde compartir ahora su Juicio, como compartí en su momento sus encantos"-"Haces bien tía, tu papel de abogada defensora, tienes argumentos que te justifican"-"Porque soy sincera. Vi ensueños que me cautivaron al comienzo de esa década. Después me alejé antes de involucrarme en ardores de violencia. Circulé por su pasión, pero me coloqué lejos del conflicto y ello me permite hoy estar viva. Pero no voy a negar su hechizo. Lo tuvo." Los niños de la casa continuaban durmiendo. Ellas pasaron unos minutos de silencio, mientras sus rostros volvieron a dirigirse hacia la ventana. Afuera el escenario había quedado vacío. No veíanse más escolares y los autos dejaron de circular. Poco a poco comenzaba a perfilarse el desfile de personas bien trajeadas, que ingresaban en el Palacio de Justicia, ubicado frente al paseo.La calle pareciera obscurecerse aún más bajo aquella Niebla progresiva, haciendo impenetrable la visión. La sobrina acercóse a uno de los vidrios intentando descorrer con la palma de su mano el cortinado de vapor, que cubría la vista del Paseo Sobremonte. Sin ninguna transparencia, la ventana tocada de pronto por un débil rayo solar, dejó deslizar sus finas lágrimas, las cuales comenzaron a disolverse en el marco de madera.-"Después de todo"- comentó la chica -"Será mejor que los niños no salgan con este día. Uno en Prejardín y otro en Jardín, tienen mucho tiempo por delante"-"Hay mucha neblina"- admitió la madre de los niños -"La Niebla vivió durante todo aquel tiempo en nuestra casa. Cada pensamiento de mis costados era un rincón confuso. Una nubosidad se apoderó de mí, compartiendo a su lado sus premisas, junto a su bella sonrisa temeraria. Era una alegría eufórica dispuesta a cambiar a toda la sociedad nuestra... y hasta la del mundo. Su mirada penetrante, de ojos celestes muy claros, era tan bella, que yo no comprendí ante esa fascinación, el mensaje trágico que finalmente le aguardaba"- evocó la tía con emoción-"Nunca tuvo presente los hechos reales, y prefirió la temeridad" -"Dura como toda Fiscal. Como abogada defensora te diré que en su mundo soñado no cabía un final ingrato, como finalmente fue"-"Tus dos hijos son sin embargo, algo real y claro. Estos gurises tienen tan pocos años que su mundo quedará fuera de esta esfera cruenta"- la consoló la sobrina-"Eso espero. Es mi anhelo. Pero no fue igual para él. Porque no hay duda era yo quien no estaba preparada para una vida de riesgos, como la que él proponía"- admitió la tía-"Y no tenías por qué estarlo"-"Yo venía de una familia jujeña tradicional, con una vida serena y protegida, no estaba preparada para una vida insegura"-"¡Y no es un delito!"-"Pero él me acostumbró ... Sin embargo después deserté"-"Tía, me causa dolor esta evocación. Soy la Fiscal de él, no la tuya. Has vivido más que yo, en años y en intensidad, tengo que aceptarlo. Pero veo errores en tus expresiones, pues él no tenía los derechos que se atribuyó contigo"-"¿Cuáles? ¿Me explicas?"-"Pues sí. Transmutar la existencia de una mujer muy joven, lejos de su familia, estudiante y enamorada. No puede pagarse la caricia del hombre a tan alto precio ¡No lo acepto!"-"Buena Fiscal, pero demasiado dura. Hay algo de verdad, cuando arribé aquí para estudiar, yo tenía tu edad y me sentía muy sola. Fue hace diez años."-"Soy de otra generación, veo todo distinto... ¡Y debo irme en este momento hacia la Universidad dejando el Juicio de Familia, en un cuarto intermedio!"La tía quedó contemplando un dedo de luz que penetraba por la ventana cubierta de Niebla.............000000..........Sigo, deambulando en la Niebla por un camino desconocido ¿Hacia dónde? Sigo, como impulsada por un pasado destruido ¿A dónde? Sigo, como huyendo de la rudeza del abismo ¿Desde dónde? Sigo, sin contener el paso hacia una salida nebulosa ¿Hasta dónde? Sigo, en la Niebla, ignorando el futuro, en busca de un destino difuso ¿Por dónde? Como un ciego que busca su luz, cual llama apagada por el viento, soy un alma errante que busca su salida ¿Hacia dónde voy? ...Errante en la Niebla... ¿De dónde vine? ooooooooooooo2 - ALMUERZO.............................  Los vidrios manteníanse sin luz. La desnudez de los plátanos con sus gruesos troncos, producían movimientos en el ramaje, estremeciendo las verjas coloniales del Paseo Sobremonte. Más lejos, algunos vehículos encendían sus faroles al pasar por las esquinas, a pesar de la hora diurna. La Niebla envolvía todo: Edificios. Casonas. Calles. Fuente. Palacio de Justicia. Palacio Municipal. Y la blanca Cañada añorante de su antiguo Calicanto, más rústico y más romántico, emitía su seco lamento aguardando las próximas lluvias primaverales de septiembre. Desde un ventanal próximo, un niño arropado, febril y con gripe, sentíase satisfecho de estar enfermo en su casa y lejos de la escuela. La fiebre alteraba la visión de sus ojillos teñidos de rojo, haciéndole creer que esa forma transparente y blanquecina, zigzaguente frente a su ventana, fuera producto del delirio griposo.   Pero aquella ánima flotante entre la Niebla y escondida en ella, viajaba en forma aérea intentando vanamente traspasar sin cuerpo ni forma, los vidrios bien cerrados por el frío, de todas aquellas ventanas. Posábase angustiada en una de ellas reconociendo los rostros de su esposa y su sobrina... pero sin lograr escuchar sus diálogos.La madre, la sobrina y los dos niños hallábanse sentados formando rueda familiar en el comedor, degustando el almuerzo.-"¿Sabes como nos conocimos? En un núcleo de estudiantes"- fue contándole la tía a la jovencita -"Entre el bullicio ilusorio de la juventud. El horizonte se desmenuzaba en todos sus colores, como los trajes que lucíamos sobre el cuerpo. Los muchachos habían dejado crecer sus barbas y nosotras mostrábamos las primeras minifaldas. La Avenida Valparaíso de la ciudad universitaria estaba cubierta de guirnaldas. Era la "Fiesta del Estudiante", inicio de primavera, 21 de septiembre".-"Una fecha que todos los estudiantes festejamos año a año"- confirmó la sobrina-"Sí, pero aquélla era distinta ... Nosotros festejábamos el "Cordobazo" reciente." -"Cómo... ¿Festejaban la Córdoba incendiada, quemada, arrasada, destruida? ¿Tanto odiaban a Córdoba? Era 1969, un año antes de conocerte"- saltó la sobrina-"No lo vinos de esa manera, lo admito".-"Ninguno de ustedes pensó en la Avenida Colón toda arrasada, donde yo vivía en casa de mis abuelos, llorando con ellos a "moco tendido" mirando tras las persianas cerradas, que eran atacadas a piedras y barretas".-"Acusación de Fiscal, que admito. Pero como te dije... nosotros lo vimos de manera distinta"- aseguró la tía-"Pues sigo, soy la Fiscal: Autos quemados. Negocios destruidos. Kioskos incendiados. La Confitería Oriental frente a Plaza Colón, arrasada. Los juegos infantiles donde yo jugaba en esa misma plaza, todos destruidos. El auto de mi padre con el cual visitaba a sus enfermos, como médico, convertido en ceniza. Un vehículo que ya le sería difícil recuperar, pues éramos de una clase media, con un salario ajustado"- acotó casi llorosa la niña -"Lo vimos como un sacrificio necesario"- expresó la abogada defensora-"¿Por qué? ¿Qué daño habíamos hecho nosotros, los habitantes, la población civil de Córdoba, de clase media? Bienes perdidos. Salario de mucha gente convertido en ruina. Automóviles comprados con ahorros y que ya sería difícil recuperar, llorando ese esfuerzo vano"- continuó la sobrina  -"La juventud como el amor, enceguece, niña mía"- defendióse la tía-"¡Esa juventud! ...No la mía... que halló todo destruido y debe reconstruir".-"Sí, niña, lo reconozco. Fuimos inquietos, en demasía".-"No pensaron en nosotros que vendríamos después".-"Sí lo pensamos, de otro modo, queríamos entregarles otro mundo. Un mundo nuevo que pensábamos crear".-"¿Con qué derecho determinaban por nosotros sin darnos la posibilidad de elección?"- expresó con enojo la sobrina-"Esa alternativa no la pensamos. La admito pues hablas en tu papel de Fiscal".-"Determinaban nuestro futuro con los deseos de ustedes. Nos colocaban cadenas de antemano"- objetó la sobrina-"¿Lo ves de esa manera?"-"Sí. Seguro".-"Reclamábamos: Libertad"- aseguró la tía-"La "libertad" que ustedes reclamaban, en esa juventud del 70, era ya el control de nuestros destinos. Nos imponían como regla fija ese mundo que ustedes deseaban diagramar. Un mundo nuevo determinado, que iría en el futuro a transformarse en nuestra cadena".-"Es tu forma de ver las cosas niña, pero no estabas allí, yo sí".-"Candado firme, imperioso, intolerante como todas las consignas religiosas, como todas las ideas guerrilleras ¡Pero nada nos preguntaron! No fuimos consultados y éramos ya los herederos forzosos"- insistió con fuerza la sobrina-"Pero éramos románticos al comienzo, aunque no previéramos este planteo posterior. El de ustedes... Hoy"- argumentó la tía como abogada defensora  -"¿Es posible otro? También reclamamos nuestros derechos. Queremos elegir y no que elijan por nosotros".-"Tu juventud en esta nueva década, es en exceso libre, autónoma ¿Cuánto de esta autonomía de que gozan, se la deben a aquéllos jóvenes que pusieron toda la sociedad en duda?"-expuso con vehemencia la tía -"Tengo que pensarlo, esa idea me es nueva".-"Porque no es tan simple juzgar para atrás. Nosotros debimos romper una cáscara muy dura, que no dejaba expresarse a la juventud. Cada familia nos imponía un cerrojo durísimo, y no teniendo alternativa lo hicimos en forma drástica. Cortamos un nudo gordiano, por el que ustedes ahora pasan libremente".-"A veces tía, me dejas muda".-"Porque todo el mundo, la gente, las familias, una generación u otra... tiene su parte de razón". Los dos gurises sentados a la mesa para el almuerzo, jugaban entrechocando las cucharas en medio de las risas, desconociendo su actual papel de huérfanos. Quizás, en gran medida, porque siempre lo habían sido. La madre dio cuerda a su reloj cual midiendo el tiempo, y continuó hablando, como si no se dirigiera a nadie. Tal vez, es posible, hablaba para una presencia volante y blanquecina, muy transparente como toda "ánima en pena", que recorría esos lugares de la casa, que fueran en otro tiempo sus sitios conocidos.Allí estaban reunidas todas las personas que el guerrillero muerto amara y olvidara, durante el fragor de su contienda ideológica. Aquéllas para quienes quiso un mundo nuevo, a su gusto, elaborado a su propia medida, sin preguntarles sus deseos... Y por quiénes inmoló su vida. Su juventud. Por quiénes fustigó una sociedad y una ciudad. Aquéllos que amó y sacrificó en aras de sus ideas: sus hijos ahora huérfanos en forma definitiva. Su sobrina y su esposa, entablándole un Juicio de Familia.La madre de sus niños -quienes no lo conocerían nunca- estaba allí, con sus gurises. Esa jovencita universitaria llegada desde Jujuy a estudiar arquitectura, y que él supo conocer en un Día del Estudiante, entre guirnaldas y colores. Había pasado una década, pero aún la dama jujeña era joven y hermosa.El comedor había desaparecido para la esposa, como esfumado por los recuerdos, y quizás también para su sobrina. Pero la niña era su único publico, y ella continuó hablando sin prisa:-"Era aquel festejo del Cordobazo, una época trágica y romántica. Fue el marco inicial de nuestra pareja..."-"Un marco muy especial, por cierto"- comentó irónica la sobrina  -"No fue tan fácil para nosotros como lo crees, muchos estudiantes quedaron encarcelados, al lado de matones y delincuentes comunes que aprovecharon el batifondo, para lucros propios".-"No podían protestar, les dieron derecho al robo, ya que los estudiantes destruían en lugar de construir"- díjole la sobrina en su papel de Fiscal-"Sin embargo, sobre ese nacimiento del amor, sobrevolaba ya la Niebla".-"Yo siendo pequeña, sentía los nubarrones".-"Luego, a partir de allí, he vivido durante años con la visión apagada. Me fue imposible entrever y dominar las circunstancias de mi vida, a partir de ese momento. Yo que fuera una hija rebelde y decidida, que partí desde el norte a estudiar en Córdoba, aunque protestase mi familia... había perdido la capacidad de decisión"- confióle la tía-"¿De qué forma?"- preguntó intrigada la sobrina-"Los factores que nos rodearon poseían un poder mucho más intenso que el nuestro, y fuimos juguetes de sus designios. Era una llama arrollante que nos controlaba y había que tomar decisiones rápidas. Cuando los rayos de luz danzaron en mi contorno, yo bajé los párpados. Era imperioso que uno de los dos sobreviviera, pues habían nacido dos niños. Fue nuestro último diálogo".-"¿Y los primeros?"-"Surgieron de su boca. Igual a un torrente. Sólo había que responder. Los demás sonreíanle. Yo me puse a su lado"-"Sugestión y captación, algo propio de insatisfechos"- expresó con fuerza crítica la sobrina-"Era algo más. El brillaba en el centro de toda esa juventud, sin dañarla. Ofrecía lo único que poseyera realmente, lo que la naturaleza le había dado: Su gracia. Su brillo. Su encanto. Su magnetismo. Su fe."-"Sin duda, muchos hubieran deseado igualarlo. Creo que fueron más felices"- opinó la niña-"También yo lo creo. El podrá ser juzgado con dolor ¡Y por tanto dolor! Pero nunca podrá dejar de ser amado, con la misma pasión que él nos brindara ¿No fue suficiente grandeza inmolarnos su vida?"-"¡No se la pedimos!"-"Dura, como toda Fiscal" -"No siempre soy dura, no como persona. El era para mí un tío cariñoso, pero violento. Provocaba en familia grandes discusiones que me atemorizaban, escondiéndome bajo las sillas. Sin embargo, yo lo quise muchísimo, pero mi risa infantil no pudo ayudarlo".-"Como abogada defensora, confirmo que él defendiendo su autonomía, no recibía sugerencias, y encerrábase en su interior con sus ideas"- confidensió la tía-"Mi padre deseó brindarle su mano fraterna de hermano mayor, y le hizo daño. O se dañaron los dos. Cuando él mantenía altercados por sus ideas, en nuestra casa, yo me escondía por miedo a las mutuas iras de los dos hermanos, en otra habitación"- recordó triste la sobrina-"Lo comprendo. Hay experiencias que deben madurar para poder coexistir"-"Nuestra casa era grande, sobre Avenida Colón, extensa, señorial, con tres largos patios y nos cobijaba a todos, abuelos, padres, nietos. Menos a él. No pudimos cautivarlo." -"El ya estaba inmerso en su gracia y su encanto, quería expandirse hacia otra forma de sociedad, por ello rechazaba su casa paterna"- admitió la abogada defensora-"Mi abuelo agonizaba cuando él llegó trayéndote a su lado, el primer día de esta década que ahora termina. Y el viejo alcanzó a sonreír. Todos sonreímos... Fue una esperanza corta"-"Debieron dejarlo. Despreocuparse de él. Desligarlo de esa sobreprotección familiar, que logró solo ahogarlo. Hubiera sido mejor para todos, para él... y para mí también"- expresó la tía casi imploranteLas dos mujeres quedaron calladas, como reconociendo sus mutuas realidades. De inmediato comenzaron a levantar los platos y cubiertos de la mesa donde transcurriese el almuerzo. Los niños continuaban jugando, ajenos a todo ese escenario nostálgico, pero vigoroso, que anteponía ideas y sentimientos. El timbre sonó y la presencia de Clara -sirvienta por horas- produjo un momentáneo mutismo. El comedor quedó vacío. La cocina estaba tibia pero un aire fino penetraba por la banderola ubicada cerca del techo, recordando que afuera reinaba la Niebla.-"No cierres la banderola. Pronto acabarán las heladas y un nuevo sol nos bañará sin clemencia. Como los años anteriores, vamos a extrañar este frío ¿Qué será preferible?"- dijo la sobrina que aprestábase a estudiar en la cocina-"Quisiera mucha luz para despejar esta Niebla"-"La nueva década nos librará por completo de ella"- le aseguró la niña-"Pero habremos dejado en ésta que finaliza nuestros mejores sueños. Al menos ello es válido para mí. Yo he enterrado en el 70 mis fantasías y mi amor"- confesó la tía-"¿Eran tuyas realmente? Mas bien yo creo que fue él quien te convenció de sus convicciones"-"Tengo que pensarlo, niña. Esto que dices, es una óptica que no estaba en mis recuerdos. No sólo yo, como mujer, sentí su atractivo. Su vida entera estuvo aureolada por las reverencias de amigos de un día, fascinados por su magnetismo natural, rico y casi virgen. No elaborado"-"Sí, lo comprendo. Por la ostentación de cuántos lo aplaudían batiéndole palmas, apretando sus manos de una manera fácil ¿Es eso tía?"-"Su entorno también tenía fallas e intenté persuadirlo. Deslumbrados todos a uno, con la lucidez que demostró desde el primer momento. Era el mejor orador en las asambleas estudiantiles. Pero aquella luz de su mente, la facilidad de su palabra, la gracia de su ingenio, fue finalmente la Niebla que acompañaría su andar errante"-"Fue su luminosidad y su sombra. Su derrota en medio de su triunfo"- sentenció con dureza la jovencita-"Te has acercado a la verdad, aunque me cueste aceptarlo"-"Ganaba con palabras batallas que nadie buscaba. Y puso de esta manera la misma euforia en la guerra armada, que en la palabra, sin medir el precio de la oposición real que saldría a su encuentro"-"Dices bien, nunca calculó el precio de la reacción. El creía como todos ellos, que la población entera del país entraría en el conflicto a favor suyo. Pero nada de esto sucedió. No fueron acompañados por la ciudadanía"- admitió la tía -"Toda esa chispa de ingenio dentro de una comunidad juvenil sobreexcitada, sería el instrumento que le valió a mi tío conseguir una desenvoltura fácil, para caer después lentamente, en una desidia paulatina hasta el derrumbe"- la niña escuchándose a sí misma, enmudeció-"¡Juventud! ¡Divino tesoro!... nos has dejado- exclamó la tía  ............000000..........   ¿Seguiré errante? Sedienta de ilusión y amor. Ansiosa de un mundo poderoso. Rodaré sola, con mis manos vacías y los labios secos ¿Hasta cuándo? ¿Cuál será el regreso? Errante ... Insensible ... Sedienta de Amor ... ¡Y ya sin ilusiones!oooooooooooooooo3 - MATE................                           La hora del Mate, a las tres de la tarde -siesta- hora establecida en los ritos argentinos, llegó como siempre sucedía, también en este día diferente. Patético. Mate para quedar en el recuerdo, porque lo que en este día vivían la tía y la sobrina iba a ser evocado en el futuro.             Y en especial en el futuro de los dos gurises, ignorantes por ahora de este  presente. Quizás en gran parte debido a que ellas, quienes llevaban viviendo varios años juntas, hablaban abiertamente de todo cuanto hasta entonces habían callado, como en un acuerdo tácito.-"Mira, nada es nuevo"- expresábale la tía a su sobrina -"No existen por un improntum emociones nuevas. Ningún sentimiento surge de improviso. Hay largas meditaciones antes de tomar un camino"-"¿Lo habías meditado?"-"Aunque éste camino mío, hoy doloroso, sea la derrota. El derrumbe"-"¿De qué forma estabas involucrada? Te he visto siempre como una madre abnegada y protectora de tus niños. Terminaste viviendo yo aquí, tu carrera y vas diariamente a un estudio de arquitectura donde diseñas. He visto tu disciplina. Solo en este día por razón especial, te has tomado un descanso"- comentóle sorprendida la niña-"Lo de hoy significa el final de aquel todo que me envolvió hace diez años, esa parte de mí que ahora concluye"-"Era necesario por bien de los niños"- aseguró la sobrina-"Pero hay emociones que golpean muy rápido"-"Yo lo viví desde la vereda contraria. Mi infancia entre nubes de gases lacrimógenos e incendios callejeros, bombas nocturnas entre grupos rivales... Todo aquello surge en mi recuerdo, como un fantasma detrás de las muñecas"-"Por acumulación"- aceptó la tía-"Me desorientó. Fue muy rápido para mí"- insistió la niña-""Pero fue un proceso largo para quienes nos injertamos en él. Como el agua que circula bajo la tierra en forma de río subterráneo, o mansa vertiente, y brota de pronto a la superficie. Aparece a los ojos de los demás en un punto elegido por la naturaleza. Sin embargo a circulado imponderables distancias"- una sonrisa iluminó su rostro-"¡Para arrasar todo en creciente serrana!"-"Pero también trayendo vida y fertilidad. Quebrando la sequía. Es poder. Es creación"-"¿Entonces, tía, quieres crear y no destruir?"-""Siempre lo quise, aunque lo expresara de otra manera. Intentaba llegar hasta el cimiento, barriendo todo lo anterior para edificar un mundo nuevo. Una propuesta nueva"- explicóse su tía-"¿Y nosotros, los que vendríamos después? ¿Cómo podríamos reconocer que era nueva ... si todo iba a ser barrido de raíz? No iban a quedar medios de comparación, y ya a nosotros, los del 80, nada nos quedaría de elección y selección"- le contrapuso la sobrina-"Es verdad. No puedo negártelo. Pero teníamos puesto en ello nuestra fantasía. Estábamos seguros que crearíamos, y esto último ¡Sí! deseo preservarlo como idea, a pesar del caos"-"¿Creación? ¿Allí, en medio de la bomba?"-"Quedamos a mitad de camino, solamente con la bomba... Pero te recuerdo que yo no estuve en la lucha armada. Me había colocado a un costado con los niños y por ellos. Además yo soy aquí, sólo la abogada defensora" -"No estás en el banquillo y sin darte cuenta pensaste siempre en la preservación. En la salvación de lo que aún quedaba, de lo que se conservaba de ustedes como pareja enamorada, como preservación de él mismo: sus hijos. Creación"-"Sí, mucha creación hace falta, porque son muchos ahora los ausentes de aquel entonces. De cuántos recorríamos las calles bohemias de Córdoba, con nuestra fantasía"-"Una fantasía trágica, tía"La pava del mate bullía junto a la ventana cubierta de bruma. La bombilla de plata cargábase con el jugo aromático y caliente, borboteante de espuma.-"El agua de la pava cuando bulle hirviendo avisa que está lista para cebar otro mate, y es como el agua que continúa su paso bajo la tierra y asoma a la superficie trayendo vida, en el sitio propicio"- argumentó la tía luego de un silencio-"Trae vida. Así lo veo, como una providencia"-"Hoy he dejado de creer, niña mía, para tu tranquilidad, que se puede torcer por voluntad propia las voluntades de los otros. Por tenacidad. O por disciplina. Pues hubo fuerzas que desconocíamos en la otra vereda, y eran más poderosas que nosotros"-"¿Debo tomarlo entonces como un milagro?"-"Podría ser. Los caminos nos avasallan y transmutan"-"¿Traerá alegría a esta casa?"-"Será si quieres un milagro, pero ha caminado lentamente en mi interior a través de desiertos. El mío principalmente. O el suyo ... cuando él vivía, hasta ayer. Es como todos los milagros que cree ver la gente, el público, el testigo ocular. Pero en realidad es un hecho elaborado lentamente en el pensamiento de alguien"- explicó la tía-"Un espíritu maduro y un producto del tiempo y la experiencia"-"Sí, pero con otro aditamento. Tiene sabor a conciencia. A seguridad. Lo que yo busqué siempre sin saberlo"-"¿Seguridad en la inseguridad?"- preguntóle extrañada la niña-"Aunque te parezca irrazonable. Me sentí apoyada por él, desconociendo el riesgo de seguirlo. Un hechizo de juventud como la emoción que me unió a él, en sus brazos grandes y viriles, en sus labios apasionados y cautivantes. Lo vi como un protector"-"¿Nunca dudaste de tu elección, en la persona de mi tío?"-"Aún no dudo. Pero ahora comprendo todo cuánto a él le faltaba todavía, para aquilatar sus proyectos. Y todo lo que poseía en exceso, en demasía, en fuego, en encanto, hacia cualquier punto siempre extremado"-"Era un extremista. Nadie va a dudarlo"-"No era yo la persona preparada para esto. Por ello estoy aquí, aunque deseara estar con él"- sostuvo la tía-"Fue muy buena tu última elección, por ello hemos vivido estos años juntas en buena armonía"-"Pero hoy soy la persona que tiene conciencia, de con quién estaba. Cuál... era mi compañero y socio, mi amado. Y palpo más que nunca sus principios"-"Me das miedo, tía ¿Volverás todo para atrás?"-"No hay peligro. Yo seguiré en adelante los míos propios. Sólo la mágica concepción del paganismo me permite explicarte y explicarme, las contradicciones de este mundo real. Y no ideal"-"Te aferras a un mundo concluido"- observó la sobrina-"No, en absoluto. Todos tenemos una parte de razón y nadie la tiene en forma absoluta"-"Pero la tendrá Júpiter que está sentado en el trono"-"La tiene porque Júpiter es cambiante y mutable, de amor y humor. El es, el fiel reflejo del mundo en que vivimos los humanos desde que empezamos a convivir"Pasaron unos minutos de silencio. La pava en el fuego formaba una nube de vapor, mientras tras los vidrios de la ventana, la neblina formaba nubes,-"¿Cómo ves su imagen en este momento?... después de tánto hablar hoy de él, cuando nunca lo hacíamos antes"- recomenzó la sobrina-"Los dioses providenciales me lo brindaron con brazos abiertos, pero sin advertirme nada. Y me dejaron junto a él con mi vertiente de agua oculta, avanzando por ese desierto agotador donde él caminaba. Mi cántaro de agua no calmaba su sed."-"Nadie pudo calmarlo, nosotros, su familia, tampoco"-"Hoy se rompió mi cáscara de tierra que era, en el fondo, muy frágil. Yo estaba erguida en la frescura de mi espuma brotante... Pero aquel desierto sediento ya no estaba conmigo"El gas elevó su llama cuando la sobrina moviera la manijilla. Sobre la mesa hallábanse preparadas varias hojas de papel blancas y vacías de resma lisa. Un lápiz con sacapuntas. Una virome.-"Todo viene de algún interior, sin duda"- expresó la niña mirándola de frente con intensidad-"No lo dudes. Pero creo que tu juventud, tu época, tu década, que comenzará dentro de pocos meses cuando empiece el año 80, ha vuelto al seno familiar en contradicción con nosotros, y esperando mucho de ellos"-"No lo veo de esa manera. Viviremos cada uno su vida propia y particular, y no una emoción masiva como fue la de ustedes ¡Por lo menos yo deseo elegir en vez de ser elegida! Al menos elegir mis propios deseos sin que me los imponga como una ley, la juventud en que vivo. Eso hizo la generación del 70 que me antecedió"-"Es una acusación aceptada, señora Fiscal. Hay tantas posibilidades de encanto, como de disgusto en las ofertas de nuestras compañías"-"Pienso que tengo derechos a que la ciudad me brinde la tranquilidad de circunstancias, en un espacio en paz, sin tumultos, para lograr mi vida. Lo mismo que yo espero otorgar"-"Lindo pensamiento, y comprensible en ti, luego de todo lo que aconteció"- le reconoció la tía-"Pero él ... ¿Por qué vino a nublar tu sonrisa? ¿Por qué no eligió en cambio otra angustia semejante a la de él, para acompañar la suya? Y si buscaba a tu lado equilibrio, como todos nosotros creíamos ¿Por qué lo rechazó y te desestabilizó?" -"Quizás no había firmeza en mi equilibrio y fuera sólo otra cáscara"- respondióle su tía-"¿Cómo? ¡No! ...no... no es así"- saltó la sobrina-"Pudo ser un engaño. Una armonía con altivez norteña que yo había adquirido en el seno de mi familia" -"¡Debes mirarme de frente y mirarnos a todos! Con tu altivez de antaño. Con tu armonía. Con la gracia que entonces nos cautivó"-"Era la mía una armonía heredada, una altivez de señorío, propia de las familias antiguas de Jujuy"-"¡Bella herencia! Entraste en nuestra casa con tu porte elegante y gracioso, de esas viejas familias del norte. Con la armonía de tu voz. Con tu acento jujeño encantador"- evocó la niña -"Acepto tus impresiones sobre mí, que se grabaron en tu infancia"-"El mundo está pleno de vida, y la tuya fue siempre muy rica"-"Esta década, estos años 70, toda mi circunstancia en ellos, me han hecho olvidar a Jujuy. Mi familia siempre muy rigurosa, con sus tradiciones de abolengo, no aceptó mi matrimonio con él, disgustada por sus ideas. Fue un riesgo que asumí yo sola"- reconoció la tía-"Un gran riesgo que ambas asumimos en estos años juntas"-"Pero que ya es imborrable"-"Sin embargo siempre hay un rescate posible. Quiero volver a verte como el día en que entraste a nuestra casa, haciendo sonreír a mi abuelo. A mi padre. A mí. Y brindándome un regalo. Lo he guardado entre mis objetos más secretos, porque contiene tu última sonrisa" El escenario tras la ventana envuelta en Niebla, estaba vacío. Córdoba, siesta, brumosa e invernal. Mes de Agosto. La calle parecía obscurecerse aún más bajo aquel manto blanco que hacía impenetrable la visión. Por medio de esa escenografía difusa y casi fantasmal, el ánima flotante y translúcida, tenue y blanquecina, continuaba su peregrinaje junto a los marcos cerrados de las distintas ventanas. Posábase en el borde de vidrio que lo separaba de aquellas dos contertulias, su esposa y su sobrina, intentando penetrar en su diálogo, con la mudez de toda ánima en pena.-"Pero mi sonrisa, aquélla de mi llegada feliz a tu familia, era causada por la alegría de sentirme apoyada en su brazo viril, apasionado, con el cual él me llevó hasta tu casa"- replicóle la tía    -"Era un apoyo realmente? El tiempo lo diría: ¡No!" -"Fue como yo sentíalo en aquel momento!"-"...!No!.."-"El cautivaba. Muchos deseaban poseer su encanto. Igualarlo. Hablar con el brillo de sus palabras. Copiar esa carga emotiva con la que proyectaba ideas nuevas. Pues su voz parecía enmudecer a todas las otras, en esos corredores universitarios cordobeses. Aún mismo bajo las viejas y antiguas arcadas jesuíticas"-"Hoy día todo aquello ha terminado, mis horas de estudios son muy calmas"- expresó la sobrina-"Hace diez años era todo emoción, y él brillaba dentro de aquellas asambleas de estudiantes, como si fuese su único orador. El monólogo se detuvo frente a mí callando de improviso, y yo quedé una tarde sola frente a él" La evocación de aquellos días pasados hizo dispersar en ella, la joven y reciente viuda, todas las emociones anteriores. Y esbozó una suave sonrisa, como si recuperara la antigua.   -"¿Era un momento de gloria?"- insistió la niña-"No. En absoluto. Pero me enamoré de él, casi de inmediato... Antes de pronunciar la primera palabra vi serenamente las figuras que se apartaban de mí. Del riesgo"-"Aquello era de por sí solo, ya un mensaje"-"Es cierto. Numerosos compañeros de estudios que en ese entonces yo tenía, hiciéronse a un lado de mí. Y lo advertí de inmediato. Tanto, como a las nuevas compañías que adquiría a su lado, en aquel momento"- admitió la tía-"Asumiste plenamente el riesgo, con entereza"-"Caminos que se abrían y caminos que se cerraban. Unos llegaban y otros partían de mi lado ¿Yo los dejaba o ellos me dejaban? Aún hoy no encuentro la respuesta, ni quiero escucharla. La primera fue mi hermana"-"La conocí, pues llegó de Jujuy el día de tu boda. Fue el único miembro de tu familia que nos acompañó ¿Y qué te dijo ella?"-"No retuvo las palabras, ella no iba a engañarme y expresó su pensamiento con claridad: "Tu futuro será incierto pues te has comprometido, no sólo con un hombre, sino también con una causa. Con el riesgo del combate. Pro como mujer, tienes la llave blanca en la mano"-"¿Y qué le conteste?- preguntóle intrigada su sobrina-"¡Creo en él! ... fue mi contestación!"-"Pero ¿Qué es creer en un hombre? ¿Cerrar los ojos a todo el escenario que lo rodea? ...No basta- opinó la niña-"Ya era un comienzo importante"-"¿Cerrar los ojos? Tía, tus contradicciones me desconciertan"-"Hubo falencia de mi parte. No palpé el peso de las frases de mi hermana, mayor que yo. Luego... quedé inserta en ese horizonte nuevo y distinto, que me fue envolviendo de a poco. Cuando hay riesgos muy grandes que correr, es necesario estar comprometidos con ellos de motu propio. Vivirlos por una misma. Y no por amor, por pasión, romance, como fue mi caso"-"Entonces ¿Aceptas que no tenías convicciones propias?"-"No en la misma medida que él. Deseaba acompañarlo. Pero es bien distintos ser soldado de una causa. Ni su brillo, ni su magnetismo, pudieron transformarme a mí en un soldado. Puesto que no lo llevaba en mi temperamento"- aclaró la joven viuda con certeza-"¡Es un alivio! ... Lo menciono, por los niños"-"¡Sus niños! ... Quienes hoy ya no tienen padre"- lamentóse la tíaLa escena habíase tornado más expresiva, como si intentase colorear los vidrios opacos y blanquecinos de la ventana. La siesta brumosa comenzaba a desprenderse del silencio, y en el parque del Marqués de Sobremonte principiaron a perfilarse nuevos caminantes, protegidos de bufandas o ponchos de alpaca.-"Nos hemos reunido en este día para un Juicio de Familia"- le recordó la joven-"Es fácil juzgar sin juzgarse"- opinó la otra, también joven pero ahora viuda-"Tal vez nadie pueda hacerlo con una justicia perfecta, lo admito, pero hay límites que nos ordenan para convivir, y esto es lo que yo le reprocho"- dijo la sobrina-"El sólo intentaba buscar. O edificar un mundo nuevo"-"¿Sin yo pedírselo? ¿También querías lo mismo?"-"Yo sólo había querido amar. Incluso a su causa"-"¿Qué siguió después?"-"Era duro el momento. Exigente. Lleno de renunciaciones para una mujer muy joven y enamorada. Debía permanecer numerosas veces aislada, escondida, y él ausente, en su lucha. Me vi de pronto sola. Desde entonces caminé por mi soledad, volcándome en el abandono o la desesperanza"-"Duro sin lugar a dudas. Nuestra familia los buscaba sin hallarlos"  -"¿No se puede amar serenamente? ...pregunté, imploré a las paredes que rodeaban, como única compañía"-"Sin duda, no quedaba otra alternativa "- acentuó la chica-"Entonces comencé a preguntarme... Las flores de la naturaleza nos deslumbran, iluminan los churquis de la serranía agreste, colorean el yuyal ¿Deseamos conservarlas con nosotros, prisioneras? No. Nos gusta admirarlas. Gozamos con verlas allí, desparramadas por la Pachamama" -"Bonita imagen, gozar de sus colores, sin causarles daño"-"Fui hallando lentamente la debilidad de los actos, que dominaban a todos cuántos estábamos en aquel compromiso. Llegué a la esencia misma de cada uno de estos actos. Desmenucé sus mensajes. Juzgué yo también"-"Lo presumía, pues te conozco bien"-"Recordé lo acordes musicales más hermosos... y descubrí el abismo existente entre la belleza y la profundidad"- dijo la joven viuda con emoción-"Mucho coraje el tuyo al cuestionarte"-"Era necesario"-"Todos tuvieron coraje, lo admito, puesto que arriesgaron su vida y su felicidad, su paz, su continuidad. Sé reconocer que había un sacrificio en todos ustedes. Pero no supe que dudaban o al menos, se autocuestionaban"- indicó la sobrina-"Como en todo compromiso. En toda causa"-"Sin embargo con ello no se salvó la paz de esta ciudad. Vi sus llamas, su angustia. Llenó mi infancia"-"Y nuestra juventud"-"Arrasó a mi familia, dividida en dos bandos"-"No era nuestro propósito inicial"- declaró la tía dolorida-"Pero fue la consecuencia final"- contestó la sobrina también dolorida-"Porque lo profundo. Lo infinito. Lo que debía encausarnos en forma definitiva. Lo que podía redimirnos para lograr una sociedad creyente en nosotros... Faltó"-"¿De qué manera lo percibes ahora"-"La materia no estaba purificada. Era como un alabastro de la sierra que frotamos con nuestras manos por la superficie, y esperamos largo tiempo. El interior de la piedra continuaba inmóvil. Al mirarla, su luminosidad casi áurea manteníase entre las primeras vetas, pero de su centro no emergía la llama que pudiese convertirla en un solo fuego"-"No era fácil lograrlo"-"Y yo quedé sedienta. Mi anhelo se había frustrado"- aceptó la joven viuda-"Sí, tía. Porque un encanto intangible te envolvió siempre. Una pureza. Fuiste la piedra de alabastro luminosa y translúcida, que contenía una veta de mineral precioso... colocada en el sendero de mi tío. Nosotros en la familia la vimos, y él no"-"Dura como una buena Fiscal, es difícil continuar este Juicio de Familia, sin apenarse por él"-"O por todo lo que él dejó a un costado"-"Yo nada le reprocho, asumí esa elección al aceptarlo"- sostuvo una vez más la tía-"Como gustes. Vamos a dejarlo allí, por ahora. Yo voy en este momento con mis papeles de apuntes hacia la Biblioteca Mayor... y volveré para la leche"............000000..........No todo ha muerto, aunque los sueños rodaran al abismo. No todo se fundió entre las sombras monstruosas del olvido.Hoy queda tu nombre, cuando la palabra enmudece. Cuando la música se convierte en un mar embravecido, queda tu imagen imborrable ... De un tiempo detenido.oooooooooooooooooo4 - LECHE..................... Dos horas y media después la sobrina hallábase de regreso en casa, desde la Biblioteca Mayor, con las hojas blancas de papel liso llenas de apuntes en ambas carillas. Traía ese rostro serio y con mirada distante, que adquieren los lectores en aquel recinto de estudio creado en Córdoba por los antiguos Jesuitas. Y allí estaba nuevamente frente a su tía, su contertulia, en la caldeada cocina de un día especialmente frío. Pero eran horas para ellas, cargadas de patetismo y remembranzas, imposibles de disimular. La leche tibia bullía servida por Clara, la sirvienta, quien también sentíase compenetrada de la situación en esa casa. Como intentando un consuelo, ella habíales preparado con cuidado unas tostadas de pan que colocó en la mesa junto a un frasco con dulce de leche.  El tarro con chocolate en polvo dispuesto en el centro de la mesa, con su cuchara lista para fraccionar ese cacao dulce, de acuerdo a cada comensal. Abundante para la sobrina, algo menos cargado para la tía, y poquísimo para los niños demasiado golosos durante todo el día. Los gurises alborotaban. Bebieron sus leches chocolatadas, rechazaron las tostadas, exigieron galletitas de coco, y salieron de allí. De esta manera una vez solas, las dos mujeres recomenzarían el diálogo:-"A él le gustaban también las galletitas de coco. Y tomaba el chocolate de la tarde muy cargado en invierno"- recordó la tía-"Tenemos gustos comunes, yo era su sobrina"-"Me pareciera verlo en este momento. Como espiándome a través de los vidrios húmedos de esa ventana... Y oculto allí en la Niebla"Expresó aquello con viveza la joven viuda, mirando hacia la opacidad exterior, en dirección a los vidrios empañados de la ventana donde un ánima penaba y revoloteaba, confundida en esa neblina de agosto.-"¿Cómo fue posible que con tanto gusto por la vida, atentara contra la ajena ... y la propia?"- preguntó la sobrina-"Es una forma de ver las cosas... esa opinión tuya"-"¿Sabes que gateábamos juntos? Cuan largo era convertíase en un niño de mi edad, de apenas un año, gateando conmigo en la alfombra de la sala como si ambos fuésemos dos bebitos"-"Tenía ese encanto"-"¿Y por qué renunció a él? ¿O creyó que la guerra era otro juego?"-"¿Y quién te dice que ésa no sea la explicación? Yo misma no lo pensé"- admitió la tía-"Pero tuvo tiempo suficiente para palpar lo contrario... e insistió en ello. Coleccionaba siendo niño soldados de plomo y coches bomberos. Pero lo que él nunca imaginó cuando creció, es que en vez del jinete a caballo con casco dorado, iba a convertirse en el soldadito de plomo rengo, y arrojado al asfalto"- expresó con drama la sobrina-"Hay algo que no podemos negar, niña mía. El creía en lo suyo y no se traicionó nunca a sí mismo, ni falseaba su postura"-"No... no lo negaremos"  -"Quizás él no pudiera medir, por su juventud, la dimensión de los hechos y hasta dónde los mismos iban a llevarlo. Embarcóse en una contienda antes de haber vivido, experimentado. Y conocido mejor la naturaleza de la sociedad cordobesa, y los deseos de sus habitantes. Algo que ahora yo luego de diez años he palpado con esfuerzo, trabajando, ahorrando y dando de comer a los niños" -"Eso hizo. El no se adentró nunca en los deseos cotidianos, pues ya estaba en guerra en contra de ellos, antes de conocerlos y vivirlos"- confirmó la sobrina-"Es cierto ello. Todos cambiamos al adquirir responsabilidades. Nuestros anhelos ya no son más la expresión de nuestros sueños propios. Cambian nuestros deseos, pues éstos se convierten en las necesidades de quienes dependen de nosotros. Ahora esas imperiosas necesidades, son nuestros nuevos deseos"- admitió la joven viuda-"Los deseos de una madre para con sus hijos. De un padre. De un abuelo"La tertulia tornábase afable, en medio de la triste tarde nebulosa. Cada una de ellas presentía a la distancia, un amanecer distinto, pero aún faltaba mucho para concluir el diálogo.Quizás ambas mujeres, una muy joven y otra menos joven, pero igualmente en plenitud, sentían a dúo la necesidad de una maduración real, firme.-"El no alcanzó a sentir la evolución que va desde el enamorado, hacia el padre"- siguió insistiendo la tía-"No tengo dudas, su presencia de padre siempre faltó en esta casa donde ambas vivimos"-"Porque quedaría apartado de ellos en el momento de su nacimiento. Lo reclamaba la lucha comenzada. Y no veló sus gripes, anginas, vacunas, hambres ...como yo. No tuvo tiempo de hacerlo. Sus hijos fueron para él una ensoñación mágica, a quienes dedicaba poemas en sus cartas, que me llegaban viajando de mano en mano. Pues era peligroso para nosotros, recibir correspondencia por correo" -"Los leí muchas veces"- confirmó la sobrina -"Eran mi fortaleza en su ausencia"-"Como asimismo enviaba pequeños paquetes con juguetes hechos por sus manos, autitos, camioncitos, avioncitos"-"Preciosos, son artísticos. Allí tienes uno de adorno, arriba de la vitrina"- expresó la niña-"Pero en su conciencia siempre fueron los gurises, producto de nuestra sensualidad, de una preñez surgida en delirio amoroso, que no llegaría para él a concretarse en un ser vivo. En un infante que llora y mama, corre y cae. No alcanzó a vivirlo. Sólo pensó en una nueva sociedad para ellos"-"Idealismo puro"-"¡Pero de amor!"-"¿No era idealista también Robespierre?"- interrogó la sobrina-"Lo era y se le llamó: El Incorruptible"-"¡Cuánto peligro hay en las ideas puras!"-"Fue la revolución que se escapó de sus manos en forma incontrolable y lo guillotinó al final ... pero aún así no se corrompió"- insistió la tía-"¡Entonces es un abismo!"-"Sin tregua ni retroceso"-"¡Apartemos para siempre ese cáliz!"-"¿Crees niña que yo tengo los ojos tapados?"-"Así es, tía ¿Acaso no estamos evocando a un guerrillero muerto que trajo muerte?"En ese momento pusieron cada una de ellas, la mirada en el rostro de la otra. Y tras el vidrio del ventanal, un sutil movimiento entre el manto de neblina, parecía corresponder sus pensamientos.-"El no supo nunca de esta sobrina que creció, y quiere triunfar en la profesión de medicina, para aliviar enfermedades. Nunca lo pensó, pues desechó y dejó sus estudios, buscando la violencia"- opinó nuevamente la más joven-"No lo pensó en forma directa. Lo arrolló, como a todos los estudiantes que estuvieron junto a él al comenzar los 70. Era pasión por una idea. Amor. Desechaba, eso sí, los éxitos personales ¡Ese era su idealismo!"- respondió la tía-"Tampoco pensó en sus hijos que cuando crezcan querrán sin duda, lograr un techo propio, nacido de su progreso"-"No. Se fue ignorando muchas cosas, es cierto. Lo admito"-"¿Lo admites?"-"Por cierto. Saltó de golpe a mi vista, luego de ser madre. Y me alejé así de ellos, del grupo, y su compromiso con una causa..."-"Una decisión tía, que nos sorprendió"- recordó la niña-"Te explicaré, niña. Hoy veo a los profesionales encerrados muchas horas en sus estudios. O a los científicos en sus laboratorios. Los pintores pacientes en su atelier, pincel en mano. Los ceramistas en su taller, con las manos entre arcillas y esmaltes. Los músicos en su sala acústica. Los comerciantes empeñados en distribuir mercadería, corriendo  con el riesgo de traslados y sueldos. Los estancieros alimentando y ordeñando vacas. Los chacareros sembrando y esperando lluvias. Los veterinarios haciéndose responsables de la hacienda. Los agrónomos de la semilla. Los industriales de la producción... El no lo vio"Como si un llamado tras la ventana llegase a sus oídos, la tía se levantó dirigiéndose a ella. Y colocó allí su rostro contra los vidrios empañados y llorosos por la Niebla. El tránsito afuera habíase reanimado debido a la hora, cubriendo al Paseo Sobremonte de una nueva multitud. Cual si con ello pudiera recrear las antiguas tertulias del Marqués, para aliviar esas frías tardes de agosto que preludian por anticipado, a la Tormenta de San Rosa.    -"El no vio esa pesada carga. El riesgo que asume a diario la sociedad... Pero sin embargo, fue honesto. Fue honesto consigo mismo, conmigo cuando me despidió para no involucrarme en hechos irreversibles, también con sus compañeros adicto ¡Y por ello murió!"- dijo motivada la tía-"¡Murió también mi padre! Un médico de Urgencias. Cuando intentaba levantar heridos en un enfrentamiento, pues cada vez que miraba el rostro de un caído creía descubrir a su hermano. Este temor le hizo exponerse demasiado y cayo sobre él una granada desde el bando guerrillero"- contestóle rápido la sobrina -"No lo he olvidado, pues te acompañé en esos días, ya que vivíamos juntas. Ya ninguno de los dos hermanos, tan opuestos en la vida, vive más"-"Ninguno de ambos hermanos. Una familia quebrada"-"Y los que quedamos, con la juventud golpeada entre tensiones y desencuentros, hemos comenzado a tejer la tela de otra manera"- sostuvo la joven viuda -"Se hace imprescindible"-"¡Que tu generación sea más exitosa que la mía! Es mi mejor deseo para ti... Cuándo los 80 finalicen ¿como serán ustedes? ¿Qué pensarán? ¿En cambios totales como nosotros? ¿O en la continuidad, como los abuelos?"-"En Córdoba, la docta, que mucho ha sufrido en esta década"............000000..........            ¡Treinta años tendré y tres que no te veo! Treinta años serán, y vendrán otros más, con nuevos goces y nuevos huracanes.Años que pasarán sin poder ver más, tu boca fresca, y esa claridad de tu mirada llena de incalculables fantasía. Años que pasarán sin poder percibir ya, esa aroma a virilidad que  emanaba de tu cuerpo. Sin volver a palpar más, la piel tersa de tus largas manos, que parecían envolver al mundo y la vida... ¡Treinta años tendré, sin ya poder tenerte a mi lado!ooooooooooooooooo5 - MAZAMORRA..................................-"Te vi salir, tía, luego de la leche y me puse alegre. Es bueno, pues hay que seguir viviendo"-"Seguiremos todos. Pero no era un paseo de alegría sino de remembranza"- contestóle la mayor-"¿Cómo es ello?"-"Sí. Tomé el camino hacia el Parque Sarmiento, cuesta arriba, adonde solíamos encontrarnos él y yo, rodeados por todos los otros estudiantes"-"Tu vena nostálgica. En este día de Niebla, no sería el mismo escenario"- pensó en voz alta la sobrina-"Por el Coniferal. Allí están aún los rosales, pero ahora desnudos por el invierno. El césped seco y extendido en un solo color amarillo. La Rueda del Mundo, quieta e inmóvil desde hace tiempo. Niebla. Caminantes... Pero él ya no está caminando a mi lado, ni nunca volverá a estarlo"Clara había servido la mazamorra tibia del atardecer. Macerada desde la noche anterior, pisonada y espesada con un palo redondo. Luego hervida con una pizca de bicarbonato con sal, y servida en tazones. Sobre la mesa colocó leche fresca para agregar a la mazamorra, pero sin nada de azúcar. Ella disponíase a partir hasta el día siguiente, luego de haber terminado su trabajo diario con aquella familia.Atardecer. Hora del repliegue para los niños pequeños. Hora que recordaba, en este día de recuerdos, al rosario y la tertulia tomando mazamorra en las viejas estancias. La hora en que en tiempos de antaño, luego de esa ceremonia de la mazamorra, el Marqués de Sobremonte paseaba por una Córdoba Colonial reedificada por él. Hora en que sus antecesores, los Jesuitas, reunían a su alumnado junto al tazón con mazamorra, para especiales pláticas. Atardecer. Hora en que el citadino cordobés toma la calle, se instala y conversa en un café. La hora en que las jovencitas y los jovenzuelos lucen sus modas. Mientras que los universitarios, sus ideas. Los bohemios, sus creaciones. Hora ahora añorada por un ánima flotante, en su forma transparente, vigilando la ventana donde una tía y una sobrina platicaban. Pero sin poder penetrar en la intimidad de esa casa, que fuera suya, pero que estaba ahora separada para siempre de él.-"El que se fue con orgullo, tía, no debe volver como un mendigo. Menos aún como un muerto"-"¿Por qué tanta dureza, niña? Siendo que eras sus sobrina"-"Porque creo que la forma de vida que él eligiera, fue culpable de la muerte de mi padre"-"No podemos precisar quién de ambos hermanos fue víctima y cuál el victimario. Pensaban distinto pero nunca en los hechos se midieron"- le respondió la joven viuda-"La muerte de mi padre fue anterior a la suya, y él fue en todo caso quien arrojó la primera piedra"- contestóle enérgica la sobrina-"Sin proponérselo, aquello sucedió tal como dices"-"Mi padre fue la primera víctima en esta familia, y yo la primera huérfana en ella"-"Aún así, niña, no se contemplan las razones que llevaron a esta lucha... donde todos hemos perdido"-"Sí. Todos"Clara se despedía en aquellos momentos, mientras los pequeños jugueteaban en derredor de sus camas. Hallábanse ya lavados y con ropa de dormir, pero aún no los dominaba el sueño.-"Lo has recordado nostálgica, toda esta tarde caminando solitaria por el Coniferal bajo la Niebla... Pero ése es un recuerdo demasiado lejano, inicial, de hace diez años ¿Y los más próximos? Hubo un tiempo posterior con boda, donde convivieron y nacieron dos hijos"- le planteó la niña-"Lo hubo. Aún compartíamos la casa, las ansias... quizás también la aventura"- aceptó la viuda-"Pero estabas corriendo un inmenso riesgo, y se lo hacías correr a estos gurises que ya habían nacido"-"Me di cuenta y tomé conciencia de ello. Pero aún no corríamos un peligro amenazante y yo no quería dejarlo solo. No debía hacerlo, en medio de la contienda iniciada"-"¿Era necesaria tanta aventura incierta, cruenta, fatigosa, dolorosa?"- le increpó la sobrina-"Así lo creíamos ...¡Pero yo salvé a mis hijos!... Y me aparté. Es decir, decidí cerrar esta casa para todos sus encuentros, ya que era casa propia comprada por mi familia, temerosa de que yo no tuviese un techo seguro"-"¿Y qué vendría después ... según todos ellos?"-"Una nueva sociedad, diagramada desde abajo"-"Desde cero ¿Pero habría paz?"- insistió la niña-"Hoy día lo he pensado mucho. Calculo que no. Eran demasiadas oposiciones en una lucha inacabable que creímos corta"-"Realidad que superó sus expectativas"-"Fue lo cierto, lo real, lo inestable, lo tenso e intenso de nuestra situación. Así fueron nuestros últimos tiempos juntos"-"¿Preocupantes?"-"No. Aún pensábamos en vencer. Pero él de pronto, optó por permanecer en silencio. Yo, en esos momentos, comencé a encarnar el monólogo, que antes fuera suyo. Cada gesto mío penetraba en su mirada"- recordó la joven viuda-"Era un cambio indicativo, que él asumió haciéndose cargo de la situación creada ¿Cómo era el estar diario?"-"En esta misma casa. Los días eran una continuidad de situaciones comunes en todos los hogares. El mantel se extendía sobre la mesa. Mis caricias eran suaves. Un toldo cubrió el patio de las inclemencias del verano. Cambié las copas del almuerzo. Un color nuevo iluminaba las paredes. El primer niño nació y en seguida el segundo"-"Un hogar con todas sus secuencias. Me alegra saberlo, por los niños"- comentó la sobrina-"Sin embargo su frente altiva, pareció fruncirse. Y su mirada adquirió un tono sombrío"-"Percibía los malos presagios"-"Es posible. Pero aún nos negábamos a admitirlo"- sostuvo la tía-"¿Qué hablaban? ¿Cuáles eran los diálogos?"- insistió la chica-"Ya no había. El había enmudecido. Yo, en esos tiempos últimos, sostenía el monólogo"Los ojos de la tía se hundieron en una lejanía casi impenetrable, dejando a su sobrina con la sensación de haberse separado de ella, en el espacio y en el tiempo. La brisa gélida del ventanal pareció golpear contra los vidrios, casi como en golpe de nudillos, haciendo que ambas mirasen hacia el exterior lleno de Niebla. El ventanal sólo ofrecía una visión obscura, nubosa, impenetrable, donde un ánima en pena vagaba e intentaba comunicarse con ellas. -"¿Y cuál era tu monólogo?- preguntóle la chica-"Sencillo. Intentaba dar forma a la pareja para lograr continuarla, a pesar de la situación insegura en que vivíamos"-"¿Puedes reproducirlo?"-"Sí, decíale ..."Al entrar en nuestra casa debes olvidar al mundo de afuera. Nuestra lucha es una historia más que rueda por el mundo, en este siglo caótico. Toma un dulce de esta caja"... era mi consigna cuando él estaba de regreso y lográbamos quedar solos"- recordó la joven viuda -"¿Lo aceptaba?"-"Con dificultad. El estaba jugado en su empeño. El tiempo transcurrió. Mis ojos recogían ese presente breve, palpado con los dedos"-"Era muy poco para todo el amor inicial"-"Poco y escaso. En el exterior nuestro, una energía movía a los seres, pero yo ya no la veía. Su existencia nunca me fue desconocida, pero la había dejado desde el comienzo lejos mío. Me hallaba en mitad del camino"-"Hallábanse ya ambos, muy lejos del mundo real"- dictaminó la sobrina-"Una atmósfera irreal para los otros, pero real para nosotros en ese entonces"- admitió la tía-"Es el ensueño de las ideas puras"-"Lo fue. En nuestros corazones volvióse una "nada" todo el escenario cotidiano de la ciudad que anhelábamos transformar algún día. Habíamos plantado una semilla y vimos sus primeros brotes, con esto nos contentábamos. Habíamos cubierto sus gajos de ternuras, pensamientos, pasiones, iras y alfombras"-"Pero esa floración que los rodeaba resultó estéril"- opinó la chica-"Creo hoy día que así fue. Ese conjunto floral no estaba alimentado por la interioridad más íntima, la que mantiene la fe y que se esconde en el centro del espíritu. Advertimos tarde su ausencia, cuando ya estábamos en aquella gesta y no podíamos retroceder, a modo de corregir los pasos anteriores donde asomaban las deficiencias. Allí nacieron las dudas"-"¿El pensó en hacerlo?"- quiso saber la sobrina-"Nada puede hacer un soldado solo, debe continuar"-"¿Persistía en ustedes el mismo amor?"-"No... Las dudas e incertidumbres en el devenir, debilitaron el primer fuego. Tal para la contienda, lo mismo es para el amor. El beso fue transformándose en un eco moribundo y su fin llegó, lentamente, sin prisa, pero sin retroceso"En aquella evocación que llevaba impresa desilusiones pasadas, la joven viuda adquirió un aire desorientante. Por un momento, su melancolía iba a ser reemplazada por un aire desdeñoso. Como nubosidad nueva en medio de la nostalgia preexistente. Luego volvió a decir:-"Cada actor, niña mía, conoce el tramo de su papel. Pero una parte recitada con sinceridad puede reconstruir la obra"-"Eso mismo creo, tía, y te lo agradezco"-"No es vano para mí, este recordatorio"-"Lo conociste un 21 de septiembre de 1969, en el Día del Estudiante, entre flores y guirnaldas cuando despuntaba la primavera. Después se citaban en el Coniferal... ¿Pero qué derecho tuvo él, de rodearte a partir de allí, con víctimas y victimarios de guerrilla?"- interrogóle la niña-"Lo acepté. Quise unirme a su destino, y me fue fácil al principio"-"Una facilidad engañosa"-"Lo advertí más adelante, cuando fui madre, cuando mi familia me ubicó en esta casa. Cuando retomé los cursos de la Universidad"- confirmóle su tía-"Porque recobraste la posibilidad del hogar, que necesitaban los gurises"-"En aquellos últimos tiempos que convivimos, fui comprendiendo la intensidad de nuestros temperamentos y sus divergencias. La distinta fuerza de entrega. Las motivaciones de su causa ... y mis motivaciones"- aclaró la reciente viuda-"Eras un ser vivo, no podías ser sólo su papel carbónico"-"La agudización se puntualizaba: Yo no era un soldado. Nunca llegaría a serlo"-"Lo veo claro ¿Y él?"-"La ciudad ya le era estrecha. Sobrevinieron entonces las primeras ausencias largas. Originadas por desplazamientos impuestos por la acción, que escapaban a nosotros. Ya no dirigíamos nuestras vidas"-"El impregnó de asombro tu existencia, con su complejidad ¡Por ello lo amabas! Es como si hubieras querido con él, dar la espalda a tu vida protegida anterior, en Jujuy con tu familia. O sobreprotegida. Pero ... ¿Es valioso acaso el infortunio? ¿En la zozobra hay genio?"- preguntóle la más joven-"Trato de recordarlo ... me es doloroso. Fue triste nuestro mutuo destino. Teníamos una lámpara de cristal en la mano y la dejamos resbalar contra el suelo. Fue una tarde. El sol se había puesto.Ambas miraron hacia la ventana donde la calle en brumas, ya vespertina, dejaba entrever el brillo sinuoso de los faroles, debido al zigzagueo de ellos. Algunas bocinas de autos llegaban desde el exterior anunciando el final precipitado de aquella jornada.-"Ausencias, regresos, todo sobrevenía en forma constante. También reproches, cuando aún queríamos conservar intacto el cristal. Pero de igual modo fuimos cayendo en la frialdad. Llegó el adiós"- recordó la tía-"Era imprescindible, por tus hijos, por su preservación"-"Así lo creí yo y él lo aceptó. Había que proteger y salvar lo que recién llegaba a la vida y tenía derechos propios ¿Puedes verlo? Estoy aquí frente tuyo y mis hijos en la cama. Pero ¿Y él?"-"El eligió"- sostuvo la niña-"Esa atardecer del adiós me dijo: "Mi lucha está más allá del dolor"... Y era sincero como siempre. Cumplió consigo mismo en todo momento"-"¿Esperaba llegar hasta el final de su empresa?"-"Estoy segura. Nunca consideró perder. Pero concluyó diciendo: "Debes quedarte y no esperarme más, por el riesgo que eso implica. Fue un error hacerte compartir esta lucha. Yo me he engañado" ...Y se alejó por aquella puerta, tal como si aún lo viera partir"- recordó dolida la tía-"¿Engañado? ¿Qué buscaba?"-"La comprensión. O un rescate. Ir juntos en la misma lucha"-"No podías rescatarlo de nada, pues tu energía era sólo humana y femenina"- le observó la sobrina-"La buscó en la luz de mi humanidad. La mujer es la paloma mensajera para el hombre"-"Acepto la idea, dentro de una energía propia. Pero no más allá de ese límite, pues otra cosa es imposible"-"Sin duda. Pero hoy, ahora, en este momento, me encuentro en el fondo de un foso donde el día se eleva lejos de mi mano. Lo vi entonces, y lo veo aún dirigiéndose hacia esa puerta de entrada a nuestra casa, para partir por última vez. Detrás de ella, ya no podría retroceder más, ni salir con vida"-"Tus brazos son como ramas frescas azotadas por un vendaval. Pero están vivas y vitales aún. Espero, tía, mostrarte la verdad"- concluyó con fuerza la niñaLos gurises en el dormitorio, aún desvelados, saltaban sobre las camas como última parte de su juego. El más pequeño asomó pícaro su rostro por la puerta, pero se le ordenaría ir hacia la cama a toda prisa. Pero la criatura ignoró aquello y acercándose a la ventana señaló con su dedito hacia uno de los vidrios del ventanal, obscuro por la Niebla, sin emitir palabra alguna pero gesticulando. Su escaso vocabulario, de pequeño infante, impedíale explicar aquello que él veía allí. Como no obedeciera, fue llevado en brazos hacia la cama.-"Parecieran ellos ignorar todo, y comprenderlo a la vez"- opinó la madre-"Era su padre, aunque nunca lo tuvieran realmente"- expresó la sobrina-"En su despedida de ellos, los niños estaban dormidos cuando él se acercó a sus cunas para besarlos, por vez última. En aquella tarde del adiós un silencio absoluto nos envolvía, y él transpuso la puerta para ya no volver. Ambos sabíamos, lo que la entrega total a la causa, involucraba"- recordó la tía-"Todos lo sabemos"-"Era el final, ya no había más palabras entre nosotros"-"Un final anunciado"-"Sí, pero difícil de sobrellevar. Yo estaba en el llano, mientras él peregrinaba entre escollos. Las juventudes rebeldes como él, le ofrendaban tesoros a lograr. Su familia le imploraba descanso. El buscaba respuestas cuando nos conocimos. El peregrino se extasió ante la serenidad de mi llano. Pampa y Puna... lisas. Y vino a mí tendiéndome los brazos" -"Pero era un rebelde, difícil aquietarlo. Imposible"-"Traía agitada la mente, revuelto el cabello, los párpados cubiertos de polvo. Excitado y cargado de emociones en esa tarde de septiembre, donde comenzaba la primavera, dejaba traslucir su belleza varonil de finas facciones, ocultas en el desorden de su atuendo rebelde. Su atracción sobre mí fue inmediata"- confesó la joven viuda-"No te sería posible cambiarlo"-"No. Ni deseaba hacerlo. Lo llevé de mi mano bañándolo de llano. Pero cuando era llegado el momento de elevarnos hacia alturas, mi serenidad no le fue suficiente. Y yo que tenía más fuerzas porque no había sangrado, me quedé suavemente en mi llano. Siempre igual: plano, presente, tangible, teniendo por superficie una gasa incolora y calma" -"Ese es tu encanto, lo que me retiene a tu lado"-"Mientras que él estaba de pie, aguardando, con la mirada abierta hasta agotarse. Sus ansias no fueron colmadas y un círculo de agonía lo fue consumiendo"-"¡Tía! ... Ya vivieron ... ¿Qué hizo él de mejor?"-"Me mostró un día el Coniferal lleno de rosas"El crepúsculo imperceptible, invisible debido a la Niebla, dejaba ya la ciudad. Córdoba adentrábase en la noche. Ya no escuchábanse los gallos de antaño ni las campanadas de hogaño. Pero sí numerosas sirenas de patrullas policiales, intentando poner orden en esta urbe convulsionada. Era una ciudad mediterránea caída en el desorden, pero a la cual había que terminar de ordenar.Cada hogar tenía su anécdota. Cada familia, sus compromisos. Numerosos habitantes enfrentados entre sí, a los que era necesario reconciliar. Pero aún así, aquel anochecer de agosto previo a la Tormenta de Santa Rosa, o en su preludio, había concluido para unos y otros en forma inclaudicable. Con todos sus aciertos y desaciertos. Sólo el devenir podría disponer de sus resultados finales.-"Nuestra soledad fue común. No compartíamos las mismas necesidades de lucha tenaz, y nos distanciamos"- dijo tras un silencio la tía-"No es para todos seguir peleando en una batalla perdida"- opinó la niña-"Creo hoy que nuestro amor vibró con intensidad, pero sin condensarse. Como una semilla plantada sin fructificar. Hace falta quitarse todas las máscaras... ¡Quizás él se la quitó!"-"Ya no importa, tía. Mi abuelo y mi padre quedaron en el camino, mucho antes que él. Pero nosotras dos todavía estamos aquí ¡Preservémonos!"- pidió la sobrina-"¡La máscara! Quizás la llevemos puesta todavía"-"El camino es otro: Resurgir detrás de la Niebla"............000000.......... Por el Coniferal... hoy pasé, me llevaron...Los árboles desnudos. El frío sol de agosto que moría. Bajo un cielo pálido de Niebla. El césped amarillento y sombrío. Los rosales sin rosas, y con todo mi cuerpo fatigado Por el Coniferal... hoy he vuelto, sin pensarlo...Por aquel viejo camino, al final del invierno¿Cuánto tiempo hacía? ¿Cuánto tiempo ha corrido? desde mi anterior pasadaEl tiempo que durara esta agonía, ha pasadosin haber cambiado nada: Los árboles carolinos. La Rueda del Mundo.¡Nada ha cambiado! Mas el ser con quien fui la vez pasada¡Ya nadie lo verá más en la vida!Por el Coniferal, hoy yo he vuelto a pasar...¿Y ellos? ...Los otros caminantes ¿Acaso imaginaban?El terrible recuerdo de mi amado.ooooooooooooooooo6 - CENA.................. La cena a las diez de la noche fue frugal y rápida. El comedor no estaba demasiado frío ni caldeado. Ambas amigas, ambas mujeres, tía y sobrina, comieron con prisa y mutismo como si ese silencio evidenciara un agotamiento de recuerdos. O al menos, un deseo de pausa.Los niños iban ya por la segunda hora de sueño, dejando toda la casa en paz completa y absoluta. Sólo algunas bocinas perdidas de automóviles llegaban desde el exterior, para recordar la existencia de una urbe mediterránea, en los años últimos de su conflicto armado.-"Es hora de dormir, tía, pues yo debo levantarme mañana muy temprano para preparar un parcial. Evocarlo es ya una tortura inútil. Además no debes olvidar tus horas dolorosas"-"Sí, niña, pero él fue centro de mi vida. Desde ese momento las acepté sin sopesar las dificultades. La incertidumbre. El temor a la tragedia que le aguardaba. Y que ambas, preveíamos"-"El debió seguir un derrotero propio desde el comienzo, ya que lo había elegido para sí. Pero sin arrastrar a nadie por su camino"-"Es posible, pero el amor es una fuerza que no contempla temores. Sigue adelante, entremezclando una hermosa euforia con dolores"- se explicó la tía-"Comprendo. Recuerdo a mi tío, su alegría era encantadora. Pero también era presto de caer en las iras. Y luego olvidaba todo, como si los demás pudiesen hacerlo con la misma rapidez ...¡La vida tiene que ser alegre!... Puede serla"- contestóle la sobrina-"Niña, deja de invocar las palabras. El término es sólo un dibujo del alfabeto. Un sentimiento dulce, sencillo, tiene más fuerza. Puede ser imponente"Volvieron a quedar en silencio. La atmósfera exterior empañaba los vidrios con una espesa capa de Niebla. Los faroles del Paseo Sobremonte emergían con luminosidad fantasmal, como deseando acompañar la sobremesa de la tía y la sobrina.-"La semana se vuela cuando uno estudia"- comentó la más joven intentando cambiar la conversación-"La semana es larga, en cambio, cuando se está en la espera de alguien o se viven días penosos"- contrapuso la viuda-"Tu espera a terminado, tía, porque ya no hay más motivo para ella. Y la pena más adelante, pasará al olvido, con toda la guerrilla y la represión, al mismo tiempo"-"¿Cómo dices?"-"Aquéllos que venimos hacia delante tenemos ese derecho"- sostuvo fuerza la sobrina-"Visto así, tienes ese derecho... Pero yo he vivido estos años en una espera lenta. La mañana. La siesta. La tarde. El atardecer. La noche. La medianoche. El amanecer. El aura ¿Vendrá de verdad un devenir?"-"Siempre vino, tía, y hubo generaciones nuevas. Tus hijos te lo demostrarán"-"La vida, niña, se desliza tenue en un color. En uno solo. En dos colores se encrespa. En todos los colores juntos ¿Será igual? ¿O se apaciguará nuevamente?"-"Pensemos en las caminatas serranas, donde a mitad del camino la ruta pareciera más empinada. Luego de pronto, se percibe el final... y llega la esperanza. Se alivian los músculos con sólo verlo aún antes de alcanzarlo"-"Sí ...dices bien. En la mitad del camino, que es el más empinado, hay que tomar la decisión. Se regresa o se llega al final ¡Creo que él lo hizo! Y ello justifica su muerte para él mismo"- concluyó la joven viuda -"Lo reconozco. Yo no estaré de acuerdo con sus consignas, mas no se amilanó a mitad del camino. Es como la sumatoria de los colores"-"Sería lástima olvidar un color. Abandonarlo... ¡Alcancémoslos a todos! Abarquemos toda la gama que contienen los pétalos. Ellos se extienden hasta nosotros para expresar bien el amor"-"Subamos al dormitorio, tía, nos hace falta dormir"-"Pues será una noche de insomnio para mí"Ellas fueron apagando las luces de la planta baja y al subir por la escalera, que rechinaba por el clima húmedo en extremo, la madera del ventanal pareció crujir desde afuera, como llamándolas, inútilmente. ............000000..........Primera soledad. Primera sensación de abandono. Bajo un cielo gris y dolorido, llena de pensamientos, vi partir un ideal y comprendí sin saberlo que era el fin de un pasaje de mi vida, en aquel adiós prematuro de mi amado.Segunda soledad. Segunda sensación de abandono. En este día me he sentido deshecha de dolor y compasión por nuestro corto destino. En este día de Niebla me he despedido del amor, de la alegría, por el adiós definitivo de mi amado.ooooooooooooooooo7 - TRASNOCHE...........................-"¿No puedes dormir? Oí cuando te levantabas. Mi sueño esta noche es también frágil"- preguntóle la jovencita-"Te dije porque me conozco: ésta es una noche de insomnio para mí"-"Pero ya han sido muchos tus insomnios durante estos últimos tres años"-"Hace tres años fue un adiós prematuro y me despedía de él sin saberlo, en forma definitiva" La sobrina sentóse junto a su tía, ambas en batón, dominadas al mismo tiempo por el insomnio. Una cafetera caliente emanaba su fuerte perfume y la tía sirvió otro pocillo para la recién llegada. Tras los vidrios totalmente empañados por la Niebla, veíanse los faroles del paseo que emitían una luz difusa, mientras una lucesita más pequeña y zigzagueante parecía querer traspasar ese límite infranqueable de la ventana cerrada. El ánima penando volvió a contemplarlas juntas, en unión indisoluble, frente a las dramáticas circunstancias de quien era su principal protagonista.-"Esta es una noche larga y cansadora, deberías haber permanecido en cama. Es una vigilia inesperada luego de habernos las dos acostumbrado al mutismo, en relación a su persona"- expresó la sobrina -"Ambas conocíamos nuestras mutuas reflexiones, de modo que llegaría el momento para hablar de él"-"Es una noche muy larga, tía, luego de una lenta lejanía. Pero lo debes observar de otra manera"-"¿De cuál manera?"-"Con altivez, sin bajar tu cabeza. Con la gracia que cautivaste a toda mi familia llevando tu estilo garboso, elegante, de fina joven jujeña, del cual él se enamoró"-"No era propio, sino heredado por la educación familiar"- contestó la joven viuda-"Es indispensable que lo recuperes, para enfrentar este momento sin abatirte"Las dos mujeres cerraron por el momento su diálogo, y la menor dirigióse hacia la pileta para lavar las tazas de café que ambas habían usado. La cocina estaba tibia pero un aire muy fino y gélido entraba por la banderola. El Paseo Sobremonte reposaba. Los niños continuaban durmiendo.-"El destino no se apiadó de nosotros, de nuestra generación"- expresó la tía-"En cambio yo veo que él no se apiadó de ti. Se alejó hace tres años sin volver la cabeza, abandonando un hogar que él mismo había fundado. Y todo ello para deambular con su utopía trágica"- replicóle nerviosa la sobrina-""Utopía", fue la obra maestra de Santo Tomás Moro... ¿Por qué la usas en expresión peyorativa?-"Por ignorancia ... Por falencias ... Por las mismas limitaciones con que ustedes enfrentaron a una sociedad cordobesa con cuatro siglos de experiencia"-"Es buena respuesta, niña"-"Yo sólo quiero proteger a estos niños que duermen arriba, y ser tu mejor amiga. Brindarte una amistad útil para superar este día, y su doloroso recuerdo del amor"-"Es mucho y demasiado, niña mía. Debo tenerlo en cuenta cuando te escucho y me duele ver, que lo juzgas a él con total rigidez"- aceptóle la nueva viuda-"Soy la Fiscal" La sobrina se levantó de pronto creyendo advertir un sonido procedente de la planta alta. Acercándose a la escalera agudizó su oído.-"Aún duermen. Estuvieron despiertos hasta muy tarde"- dijo regresando junto a su tía-"Hay que dejarlos, es medianoche. Ellos necesitan vivir. Han nacido en medio de la muerte y deben representar a la vida. Al devenir. Y mi amor les será incompleto algún día"-"Una nebulosa te envolvió durante estos años, tal como la Niebla de la calle. Pues debe terminar... ¡Basta!  ¡Vive!"-"No puedo apartar de repente al mundo que me envolviera durante diez años, y en especial estos tres últimos, con sólo desearlo"- explicó sentida la tía-"No de repente, pero sí desde ahora como recomienzo tuyo"-"El estuvo en mi vida, presente o ausente, abarcando todo mi escenario. Fue mi elección y nadie me había obligado a ello. Así era mi deseo desde que lo conociera"-"Pero él se apartó de su hogar. O al menos privilegió la causa. La lucha"- insistió la chica-"Pues sí... la vida de familia le resultaba estrecha. Todos lo supimos siempre. El necesitaba un horizonte abierto, sin puertas ni ventanas"- confirmó la tía-"El hombre debe abrir esas ventanas y el aire entrará a raudales. La mujer también es su niña" -"Cada uno llevó su parte y vivió de acuerdo a su comprensión. Nada vuelve atrás. Sin embargo algo queda de este sendero compartido: Sus hijos. Y además mi propia vida que se encadenó a él, voluntariamente"-"Tu vida convulsionada por él, y que debe resurgir entre las tablas enmohecidas de una demolición"Ambas callaron. La sobrina volvió a levantarse, preocupada con ciertos ruidos sobre la escalera. Los siguió escuchando por un largo rato, hasta que éstos dejaron de hacerse sentir.-"¡Tía! ¡Olvida todo! Tus hijos despertarán con el alba y habrá un nuevo amanecer en esta casa"- expresó la sobrina con emoción juvenil-"Amanecerá sin duda. Tu energía es una redención. Pero los niños irán con prisa hacia su destino, y mi amanecer les será más adelante como una estela de sus costados"   -"Amanecerá... cuando te desprendas realmente"-"Es difícil desprenderse cuando no hubo una despedida real, definitiva... Yo la esperaba"- recalcó en su dolor la joven viuda-"Pero sí la hubo..."-"¿Cómo? ¿Cuándo?"-"Una tarde, estando yo sola... hace dos semanas. Tocó el timbre. Abrí pero no lo reconocí. Estaba muy cambiado y tuvo que decirme su nombre, pues yo realmente no sabía quién era ¡Mi tío perdido en el marasmo... aquí frente mío!"-"¿Y por qué me lo has ocultado hasta ahora?" -"¿Sabes que con sólo treinta y cuatro años ya tenía canas? No lucía más su bello cabello rubio alborotado. Sus ojos azules eran más pequeños y el rostro muy enjuto marcaba los huesos del rostro"- comentó con dureza chica-"¿Qué derecho tenías para ocultármelo?"- insistió la tía-"Tuve miendo. No se le reconocía. Era la sombra de aquél que fuera en su plenitud alegre y vital"- defendióse la niña-"No era motivo para que yo desconociera su llegada a la casa. Para que creyese dolida, que realmente él se había alejado sin volver nunca la cabeza hacia mí"-"Cuando me dijo su nombre sentí una honda pena. Sí, tía"-"¿Por qué decidiste lo que yo debía saber o desconocer por cuenta tuya? ¿Acaso le cerraste la puerta?"-"No ...¡Eso no!... El se negó a entrar conociendo su situación, como último gesto de buen hombre. Sólo quería verte y no te halló. Tampoco a los niños que estaban en la escuela"-"Me has estado sobreprotegiendo, como antes el fuera sobreprotegido por su familia. No es bueno, niña" -"El que se fue con orgullo de hombre exitoso, no debe volver como un fugitivo ...es mi forma de pensar"-"¿Y quién puede decidir o dominar su destino, por mucho tiempo?"-"Era la destrucción de un mito. De la fantasía que él mismo había forjado"- sostuvo otra vez la más joven-"Aún así... No estabas en tu derecho al ocultarme su regreso, aunque éste fuese de un instante. El volvía por mí"Un silencio, un vacío, parecía envolver a las dos amigas. Los ruidos de la escalera ahora eran más intensos.-"Es la gran humedad de este día que hace crujir las maderas"- opinó la tía-"Recuerda siempre que nada lo colmó, era un buscador insatisfecho. Se condenó él mismo a la tragedia"- expuso nuevamente la sobrina -"Ello no te autorizaba a controlar sus mensajes"-"Era un riesgo inútil"-"Yo debía decidir. En todo caso ya lo había puesto de manifiesto anteriormente. Por nada del mundo haría algo que pusiera en peligro a mis hijos"- sostuvo la tía-"Aquí vino al final"-"Lo sabía. Lo sabíamos... Era ésta una despedida final. Pero decidiste por tu cuenta lo que era bueno o malo para mí"- continuó en reproche la joven viuda-"Creí hacer bien mi papel"-"¿Acaso no me dijiste hace poco, que en mi generación tuvimos el error de decidir por ustedes? Has actuado con la misma actitud irrespetuosa de mi generación, cuando decidimos cambiar a una sociedad sin preguntarle sus deseos"- expresó la joven viuda-"¿Crees, tía, que hay una sola persona de mi familia que se satisficiera viéndolo acorralado? No, ninguno. A nadie le hacía falta su desdén, sus desplantes y estoques crueles. Pero tampoco deseaban sus desgracia. Se conmoverán todos con este final suyo, mucho más de lo que te imaginas"- dijo conmovida la chica-"Pero terminaste apartándome de él"-"No fue como dices, él no te halló al venir. Pero es cierto que yo callé"-"Has actuado, niña mía, con soberbia juvenil"-"Creo, tía, que nuevamente me has dejado muda"Y mudas quedaron ambas, aunque cada una convencida de los suyo, sin mediar posibilidades de cambio. La helada nocturna que contorneaba la ventana y enmudecía la calle, mantenía mudo al Paseo Sobremonte.-"Fue sin duda un temerario. Yo admiré el vigor de su fuerza"- recordó la viuda-"Pero cuando llegó hasta la puerta ya no era mi tío. Aquél que jugaba conmigo y discutía con mi padre. En ese momento se produjo en mí un desnivel de imagen, al verlo fugitivo, como una figura disolvente"-"Quizás ello me explique mejor tu actitud"- observó la tía-"En ese momento, viéndolo tan abatido, pensé que te habías hechizado por una audacia que no tenía fuego. Que mi padre, su hermano mayor, se vio  avasallado por un ímpetu que no tenía cuerpo. Que mi abuelo se desvivió por un drama que no tenía dolor"- expresó con severidad la sobrina-"Estás entrando en un terreno de crueldad, y la extiendes hacia todos" -"Pero es la verdad, aunque yo sea dura, nunca llegaré a ser tan dura como él. Nos dio vuelta la cara y nosotros quedamos atrás suyo, lejos, en el camino, mientras él seguía impasible y exigente por el mundo, lleno de reproches, como si todos le adeudáramos algo"-"Era un soldado de una causa, una consigna. Pero piensa niña, que si su idea hubiera germinado, sembrada en otras condiciones, ahora ese brote se erguiría hacia el azul del firmamento. Y él sería un Héroe"- dijo con emoción la viuda-"No hubo otras condiciones. Todos perdimos porque él también se destruyó"-"Es la soberbia juvenil que quiere resolver de un chispazo los problemas del mundo y sus milenios. Como la tuya. Decidiste por mí sin darme lugar a elección"- le recordó la tía-"No te lo he negado. Esa es la diferencia con mi generación, no nos creemos el pozo de la verdad ¿Qué hubieras hecho si yo te contaba su visita? ¿Ir en su busca en medio de las balas? ...Eso es lo que yo temía"- aclaróle su sobrina   Habíanse servido un segundo café y comenzaban ya a sentir la somnolencia del trasnoche, en su final. Final de diálogo. Final de comunicación completa. Final de un duelo verbal entre dos amigas, tía y sobrina, que habíanse acompañado durante tres años sin exigirse nada. -"¿Por qué cruje tanto la escalera?"- volvió a preguntar la sobrina-"Es la humedad de un día como éste"            La sobrina levantóse inquieta y fue en dirección a la escalera. Luego retornó junto a su pocillo de café, intrigada, para sentarse otra vez en la mesa. La tía mirábala extrañada mientras agregaba más azúcar al café. Pero la niña fue de nuevo en dirección a la escalera intentando agudizar su oído.-"Es extraño. Parecieran pasos muy suaves, pero distintos a los pasitos de los niños"- dijo subiendo la escalera-"Puedes quedarte tranquila, duermen como ángeles, tal como son aún. Les falta mucho para perder sus alas. Todo hombre fue ángel alguna vez, aunque sus tragedias mundanas hagan olvidarlo"- comentó la viuda desde abajoLa sobrina regresó un momento después con apresuramiento, como si corriese, y fue a sentarse algo agitada.-"¿Tropezaste acaso? Es peligrosa esa escalera de madera, de noche y a medialuz"- preguntóle la tía -"¡No! ...pero creí ver una sombra... Me acerqué y ya no estaba"- respondióle excitada la sobrina-"¿Cómo?"-"Una sombra ...alta... no era de niño"-"¿Dónde?"-"En la escalera..."-"¡Es él!" ... ¡Vino a despedirse!"- gritó la joven viudaEn forma precipitada salió corriendo en dirección a la escalera que crujía aún, con más ímpetu. La sobrina, ahora insegura y dudosa, siguíala por detrás.-"¡Ya no está! ... ¡Pero él vino a despedirse de mí!"............000000..........La noche y la muerte parecen unirse en sus imágenes.La noche: muerte del día. La muerte: noche de la vida.¿Será por eso que entre las tinieblas me parece encontrarte?La noche: donde te encarnas de nuevo, dándome fuego de vida.oooooooooooooooo8 - AURA........................Sobre los vidrios empañados de la ventana comenzaba a disolverse la Niebla. Más allá, las luces nocturnas y mudas de los faroles encendidos en el paseo, iniciaban su lento declive. Una a una irían apagándose. Su presencia ya no era necesaria en el antiguo paseo del Marqués de Sobremonte, frente al esplendor rosado y espectacular del aura.-"¡Se va la Niebla y hoy tendremos sol!"- dijo la sobrina abriendo la ventana La niña asomóse al exterior, aún helado, y absorbía esa gélida atmósfera refrescante del aura, después de una Niebla. Luego cerró la ventana, para impedir que el frío exterior entrase al interior.-"No cierres totalmente la ventana, deja una rendija. Pronto acabarán las heladas y un nuevo sol nos bañará sin clemencia. Como los años anteriores, vamos a extrañar este frío ¿Qué será preferible? ...Repito lo mismo que dijiste ayer de mañana"- dijo la tíaMientras las formas del Paseo Sobremonte iban delineando su contorno, aparecieron caminando por él, algunos trasnochadores o madrugadores. Con distintos rumbos se entrecruzaban entre los plátanos corpulentos sin hojas, como creyendo adivinar entre ellos la sombra del antiguo Marqués. Con su paso retumbante y fantasmal, recorriendo Córdoba, la ciudad que nunca lo olvidara.Y otra sombra se alejaba de aquel escenario, a medida que las luces del aura iban irradiando toda su tersura. Y se alejaba ahora para siempre, en forma definitiva, a medida que avanzaba la claridad del día que había amanecido sin Niebla. Son sus sueños y sus ansias. Con su violencia y su pasión. Con su juventud perdida y su ánima penando.-"Esta noche fue muy larga. Era la última. Me detuve frente a él en pensamiento ...Y él sintiéndome cerca suyo vino a verme ¿Qué nos unía aún luego de tres años sin vernos? ¿Qué fuerza extraña? ¿Por qué lejanos caminos de incertidumbre transportó su vida de peregrino? ¿Qué continuó uniéndolo a mí durante su deambular errante? ¿La duda? ¿La convicción?"- se preguntó la joven viuda-"Quizás ambas juntas. No lo sabremos nunca"- opinó la sobrina-"Es posible"-"Tía, los niños se han despertado ¿Los oyes? Concluye aquí nuestro larguísimo diálogo ... ¡Vivamos"  -"Concluye aquí también, nuestro Juicio de Familia"- cerró diciendo con firmeza la tía-"¡Sí! ...los gurises están llamando... ¡Fin del Juicio de Familia!"-"¡Nos llaman a ambas, niña! Se prendieron de tu falda desde el día que tocaste la puerta para decirnos que venía a vivir con nosotros. Un gesto hermoso que ellos y yo nunca olvidaremos"  -"Me salió del corazón"-"De tu bello corazón. Es sábado, hoy no tienes que asistir a clases. Llévalos al Paseo Sobremonte para que jueguen al calor. Puedes dejarme sola. No tengas miedo. Hay ahora mucha luz a mi alrededor"-"Sí ... ¡La Niebla se ha alejado ya de mi ciudad!" ............000000..........Volqué una copa. Aquella del cristal violáceo que lo contenía. Destruí en una llama, el último de sus recuerdos que aún conservaba.Desde el infinito los ángeles ondearon sus banderas. Un clarín irrumpió el espacio y se han abierto las nubes disipando la Niebla.Yo los veo con sus alas doradas en la semiluz del invierno. Y él se aleja con ellos, volando solo entre soles.El no está más conmigo en este amanecer. He quedado sola contemplando el vacío, y la humanidad continuará su ritmo. Pero yo seguiré en mi vacío, aunque el sol lance sus colores.¡Ya!... ha terminado mi espera mirando el vacío. Ha terminado su tiempo y el mío. Y ahora deberé hallar yo sola, mi propio destino y camino.oooooooooooooooooo ¡La Niebla se ha alejado ya de mi ciudad! -----FIN----- Córdoba - Argentina - 2012           
EL  CAMINO  REAL...................por Alejandra Correas Vázquez1 - VIOLENCIAS VASCONGADAS........................................Por el camino empedrado fue perdiéndose la comitiva de carretas que transportaba a los vascongados en un exilio involuntario, desde Potosí hasta el Tucumán. Era un larguísimo viaje por la ruta incaica del Camino Real, surcando medio continente sudamericano.Atrás iban dejando los suntuosos frentes ornamentados de escudos. Atrás iría quedando la ciudad más populosa gobernada por el Virrey de Lima. La urbe más habitada del imperio español de ultramar.¡La ciudad de oro! ¡La ciudad argéntea! La de la montaña de metal precioso ... POTOSÍ ... La del monte "Potoche".Una violencia extrema había vuelto a apoderarse en ella de sus rivales clásicos -vascongados y castellanos- que teñían de sangre esas suntuosas calles, conmoviendo a sus ciudadanos estables. Muy pocos por cierto, pero muy poderosos, quienes argumentaban su derecho a una vida regular. Era muy difícil una vida regular en Potosí donde tanta población fluctuante y transitoria se juntaba. Donde tanto aventurero de regiones ignotas arribaba día a día. Donde tanta riqueza, como en ninguna parte de este Virreinato del Perú, corría a raudales. Vascongados y castellanos, como otras tantas veces, cruzaron cruentamente sus armas por ambiciones desatadas en esa ciudad del Altiplano, donde emergía un río de oro y plata. Y una vez más los Oidores de la Real Audiencia de Charcas, determinaron practicar expulsiones. .............OOOOOO.............El Camino Real continuaba perdiéndose en el largo descenso de esta altísima ciudad ubicada como "techo del mundo", a cuatro mil metros de altura. La ciudad dorada y argéntea, de elegantes palacios y templos, alejábase de ellos los expulsados, con su monte Potoche cargado del precioso metal.-"¡Adiós Potosí! ... ¡Inolvidable Villa Imperial de Potosí!".Decíase a sí misma la bella Aminta, junto a sus dos pequeñas hermanas, quienes jugaban a su lado indiferentes al hecho. Era ella quien iba a conmoverse plenamente con este cambio, al dejar Potosí. Era su algarabía emotiva y danzante, la que perdía un escenario tan valioso para su juventud. Su galas y sus trajes. Sus salones. Sus saraos. Sus romances.2 - HOMBRE  DE  MAR....................... Pues las niñitas con esa candidez propia de su edad, tomaban este viaje como un paseo más desde la lejana Vasconia, a donde su padre -Don Iñigo- fue a buscarlas luego de no haber visto sus hijos por diez años. Isabela y Lidora eran demasiado frescas aún, no habían nacido como gemelas cuando partió su padre hacia los océanos del mundo, y dejándolas a ellas aún incubadas en el vientre de su madre. No lo conocían, cuando viéronlo llegar a buscarlas después de una década, y como todas las niñas de esa edad, uno y otro cambio eran un juego más para ambas.Aminta dentro del carruaje que partía por el Camino Real, volvió la mirada hacia su padre nuevamente con reproche. Puso en él esos ojos inquietos de un azul profundo, con los cuales habíalo despedido en su infancia. Pero esta vez ella no lo despedía, emigraban juntos. En aquél entonces un océano los separó apartándolos por diez años, y más tarde, casi heroico, logró verlo descender finalmente de la nave que fuera su hogar durante toda una década.Ya no era más el jovenzuelo rubicundo que trepaba a los mástiles de las velas, entre los oleajes, con todo el vigor físico de su fuerza vasca. Ahora figuraba como miembro importante de una tripulación, cuyo piloto lusitano lo tenía en gran estima. El periplo de la flota portuguesa de la Casa de Austria daba vuelta al Africa, llegaba a Oriente, pasaba por Filipinas y arribaba al Perú. En uno de esos recorridos el marinero vascongado, llegado a contramaestre, conoció Potosí acompañando a su piloto lusitano por motivos comerciales, quedando fascinado con la espléndida ciudad colonial. Fue entonces cuando pensó en su familia, en sus hijos amados por él a la distancia. Y especialmente en su hijo primogénito ...Iñaki... para quien él deseaba ese brillante futuro. Su protector en el mar, el piloto portugués, propúsole nuevas empresas, pero Iñaki López de Narvaja maduraba ahora otros proyectos. Había reunido, haciendo grandes ahorros durante esos diez años, un capital importante para dar comienzo a sus ideas, y así buscar a su familia. Sus hijos estaban solos junto a los Pirineos, pues la madre de ellos no había sobrevivido al nacimiento de las gemelas. Fue de este modo que en el Alto Perú, junto a sus hijos, comenzaría a llamarse Don Iñigo, emprendiendo una actividad de próspero comerciante con mostrador propio en el centro citadino. Comerciaba con la habilidad que había aprendido en sus viajes por mar. Adquiriendo, además, una bonita residencia potosina. Hizo feliz con ella a los jóvenes Aminta e Iñaki, proponiéndose a partir de allí rescatar una vieja prosapia nobiliaria perdida en las guerras del Reino de Navarra... cuando los vascongados fueran súbditos del Príncipe Negro. Y él, semianalfabeto, con lustres de abolengo enterrados en el Medioevo, pertenecientes a reinos ya inexistentes, hombre de mar, estaba dispuesto a dar un vuelco total de su vida en Potosí.Era un navegante que conocía los océanos del mundo, pero estaba colocado ahora en este puerto seco a cuatro mil metros de altura sobre el mar. Llevó consigo a todos sus vástagos, y en especial a su jovencísimo Iñaki, para quien él diagramaba con esmero este lugar de privilegio. Su primogénito mostróse de inmediato con habilidad comercial, buen manejo de los números, y disciplina en el trabajo. Era un tenaz joven vasco. Las ilusiones puestas en él, por su padre, aumentaban día a día.Mas no sería así... En aquellos sangrientos días cuando las calles potosinas de oro y plata se tiñeron de granate (por las violencias entre castellanos y  vascongados) Iñaki amaneció tumbado en ellas como uno de los contendientes más impulsivos. Toda la familia fue expulsada, junto con un grupo numeroso de vascongados.  El camino que los llevaba era inexorable ¡Qué lejos estaba la Vasconia natal! ¡Qué lejos el nevado Pirineo! ¡Qué lejos el mar Cantábrico! ...¡Adiós, inolvidable Villa Imperial de Potosí!... Adiós a sus fastos. Sus salones. Sus trajes. Sus galas. Sus amores ¡Adiós mundano Alto Perú! Ya no veremos más tus ciudades ni tus Oidores. Y tampoco veremos más sus violencias -"¡Adiós juvenil Iñaki! Tu tumba no recibirá nuestras flores..."3 - EL  EXILIO..................Don Iñigo López de Narvaja partía con su lujoso cargamento. Platería, mobiliario, sedas y bellas niñas. Sus hijas. Tan blancas como las crestas nevadas del Pirineo, de donde procedían. Fuertes y ampulosas. Rubias y rosadas. Vascas. Miradas de cielo despejado en sus celestes esferas circulares, con el iris de los ojos estático en el centro. Esa pupila particular de los vascongados que les hace parecer con ojos muy abiertos, de un curioso mirar fijo -frontal- como si los párpados se separasen de ellos.Cuando él regresó a sus lares luego de diez años, sus hijas menores no sabían quién era, pues habían nacido luego de su partida hacia el océano. Sólo Aminta e Iñaki recordaban que tenían padre. El piloto lusitano, siempre tan amable y protector, enviábales noticias suyas, pues él apenas sabía escribir. Pero Don Iñigo les ofreció a todos sus hijos un mundo mágico ...Potosí... al que ahora ellas abandonaban. Solas. Sin Iñaki. Sin embargo la comitiva de vascongados era numerosa y en realidad, por los hechos físicos, las hijas de Don Iñigo no se hallaban solas. Pero abandonaban ese fascinante Alto Perú, para ya nunca volver. Las mujeres jamás retornarían. Fueron los hombres quienes mantuvieron con su línea comercial de carretas el tráfico pesado y peligroso por el Camino Real, que llevaba desde el Tucumán hasta el Alto Perú, ida y vuelta en forma continua. Las mujeres iban a quedar para siempre en el Tucumán y ya no saldrían de él por dos siglos. Llevaban la semilla y la semilla se siembra en tierra.Los vascongados partían del Alto Perú dolidamente. Atrás suyo quedaron los fastos de aquélla -para siempre- inolvidable Villa Imperial de Potosí. Se dijo siempre entre las familias de la llamada Vieja Córdoba, que sus antepasados procedían de una vida de esplendor, condenados por hechos simples, a una existencia dura y casi ermitaña. Del mismo modo, se atribuía una razón semejante para los fundadores andaluces de la solitaria ciudad de Córdoba del Tucumán, a quienes se sindicaba un origen judío y rico, que debían esconder en este aislamiento por razones religiosas.Los vascongados eran temerarios y tozudos. Sinceros y valientes. Ambiciosos y adustos. O quizás víctimas de las iras rivales de los castellanos en las calles de Potosí. Obsesivos hasta el extremo de salir a duelo por causa de una palabra, eran muy fáciles de violentar mediante las hábiles argumentaciones dialécticas de los castellanos. Hombres de poco sentido del humor, o ninguno, no sabían contenerse frente a ellos. 4 - EL  TUCUMÁN  VIRGINAL................................El carruaje mecía a las niñas como una cuna gigante, adormeciéndolas. El selvático Tucumán íbalas devorando como el bosque intrincado de la Bella Durmiente.  Las encandilaron las salinas. Las saludaron los pumas. Las recibió un cortejo de corzuelas. Hízoles acrobacia un plumudo ñandú. Les mostró su torpeza el guanaco. Las vizcachas asomaron de la tierra su hocico para olerlas. Los cuises huyeron ante sus presencia. Revoloteó sobre sus cabezas el colibrí. Las libélulas azules se posaron sobre la barandilla del carruaje. Allí estaba muy verde el intrincado yuyal, los churquis espinosos, la suave champa bordeando los arroyos. La peligrosa yarará, el furioso pecarí y la miel riquísima del camoatí en su nido de barro, con sus enojadas abejillas. Era un esplendor distinto. Era la Pachamama virginal que se exhibía ante ellas. Fueron tres meses de viaje. Los carromatos recargados iban a paso lentísimo y para aliviar a los bueyes era necesario caminar al lado de ellos, a pie, en muchas jornadas. Cuando arribaron al lugar indicado por los Oidores de la Real Audiencia de Charcas -al pasar la Salina Grande- ya no hallábanse en el Tucumán propiamente dicho, sino en el "Tucumanao" ...la frontera casi desconocida. Ese era el exilio verdadero.   En ésta, su zona de frontera, el Virreinato del Perú era rico y paupérrimo, fértil y abandonado... desde siempre. Esta frontera sur de la Provincia del Tucumán dependiente del Alto Perú y su mentada Audiencia, contenía al Tucumanao aún sin desarrollar, con indios Comechingones que habitaban en cuevas, sin ninguna forma cultural. Lo que hoy día es la Provincia de Córdoba en la República Argentina, zona pujante, segura, instruida y productiva, necesitaba en aquel momento inicial gente fuerte, como aquellos marineros vascos que trepados a los mástiles de las carabelas enfrentaban los océanos. Desde Guipúzcoa hasta Filipinas. Donde Magallanes fue asesinado, los guipuzcoanos fundaron  la ciudad de Manila.Si mucha tinta se ha escrito en contra de la colonización española, esta zona por el contrario, le debe por completo su prosperidad.6 - EL  TUCUMANAO......................A este mundo marginado de la civilización, casi independiente del Virreinato y del Virrey, un escenario que no les prometiera ninguna vida social, a este Tucumanao, trajo Don Iñigo sus hijas a quienes antes habíales ofrecido la Villa Imperial de Potosí.En la crónica colonial de Fray Lizárraga se leen con precisión, las descripciones que este testigo ocular palpitara ante aquella realidad que él  recorrió asombrado. Había atravesando dicho cronista un inmenso territorio vacío, desde la salida de la ciudad de San Miguel del Tucumán (hoy Tucumán-Argentina) hasta la ciudad de Córdoba del Tucumán, donde según nos dice, no existía pueblo alguno ni ningún villorrio habitado, en todo ese largo camino de numerosas jornadas. Y hacia allí, a este escenario  vacío de habitantes, dirigíanse los recién llegados. Tenían como guía la gran ruta abierta antes por el Inca, llamada el "Camino Real". Pero fueron nombrados como Encomenderos, habiéndoseles otorgado en dicho Tucumanao grandes Mercedes, que ni estaban demarcadas ni sabían de límites o extensión. Eran posesiones de campos concedidas con carácter hereditario, pero cuyo dueño legal era el Rey. El Encomendero no era un dueño sino un administrador, con un sentido auténticamente medioeval. Era el vasallo de un rey muy lejano que estaba detrás del océano, y por ello tuvo una independencia completa del mismo, convirtiéndose en feudatario, cuyos descendientes siglos después iban constituir los estancieros argentinos. Las Mercedes no pagaban impuesto territorial, compartían las ganancias con las autoridades coloniales y separaban el "diezmo del rey".Estos encomenderos al llegar al Tucumanao, al trasponer la Salina Grande y comprobar el áspero recibimiento de ese ambiente olvidado, inexplorado, tuvieron una sensación de despojo. Llegaría el momento en que fuesen sus más apasionados defensores, tanto como al principio habíanse sentido casi repudiados. Consideraban que sus existencias estaban concluidas con este destierro en vida. Lentamente habrían de aceptarlo todo. Edificar su Merced. Empresa difícil y lenta por la soledad, como también riesgosa por la proximidad en la zona serrana de una vecindad aborigen en edad de piedra, indios "Comechingones" quienes nunca colaboraban pero sí acercábanse a robar. Instalar los cercados con pircas de piedra. Construir las casas para habitar donde no había nada ni nadie. Ninguna mano de obra como no fuera la de ellos mismos.Debían a partir de allí vencer las salinas, el monte virgen, los churquis espinosos, el yuyal altísimo, los pinchudos abrojos, la venenosa yarará, el peligro de los pumas, del pecarí, del camoatí, la vagancia comechingona y el vandalismo de los indios pampas. Este Tucumán virginal de frontera o Tucumanao, demandaba en aquel tiempo pobladores fuertes, y algunos de ellos probados como tales. La violencia con que los vascongados enfrentaron a los castellanos en Potosí, justificaba cualquier decisión al respecto. Una vez instalados los vascongados, comprendieron que debían convivir con otros dos grupos ibéricos. Cuarenta familias andaluzas, algunas de las cuales sospechadas de "judaizar" tanto como de ser "islámicas", llegadas con Don Jerónimo el fundador de la ciudad de Córdoba. Y además ambiciosos portugueses (siempre infaltables en las colonias españolas) de quienes se decía que la mitad de ellos eran "marranos", de origen borgoñés. Debido a que llegaron a Portugal con Enrique de Borgoña cuando este príncipe fundó el reino lusitano. Estas tres etnias no habían tenido contacto alguno en la península ibérica, hablaban distintas lenguas, tenían genes nunca antes mezclados entre sí, pero de aquí en más lograrían la fusión en el Tucumanao, e iban a constituir la simiente familiar de la Vieja Córdoba.7 - EL  ENCOMENDERO..........................Aminta bajó del carruaje al terminar la travesía y contempló su ropaje desgastado por el viaje. Rasgado. Descolorido. Pidió su arcón y comenzó a vaciarlo arriba de los abrojos. Las espinas del aromo hicieron de mobiliario. Las sedas de Manila y el lino paraguayo bordado en ñandutí, tenían olor a humedad y sal corrediza entre las costuras. Las pequeñas Isabela y Lidora jugaban con una corzuelita que acercóse a ellas, con esa mirada tierna del ciervito cordobés juguetón, y no prestaron atención a los esfuerzos domésticos de Aminta. Fue ese el momento en que la hermana mayor añoró más la presencia a su lado de Iñaki. Lo recordó junto a ella como siempre estuviera, y como nunca más estaría.Continuó con el arcón y con esa parquedad y ese estoicismo de su adusta sangre pirinaica, emprendió la tarea de ayudar a la comitiva. Sacudir el mobiliario, cargado con sal de la Salina Grande y tierra del Camino Real. Recorrer entre todos el paraje para ubicar los arroyos en busca de agua fresca. Y además, comenzar a amasar el barro para hacer los ladrillos de adobe con los cuales edificar viviendas protectoras.Esa damita elegante que lucía su coquetería en los salones potosinos, amasaba ahora la tierra con astillas y hojarasca para modelar la masa del adobe. Los varones buscaban piedras para levantar las pircas como cercado y cañas para el techo. Por esa región del Tucumanao no existían nativos ceramistas y albañiles como los del Alto Perú, sólo vivían en cuevas desprovistos de ropa. Tampoco cultivaban ni labraban, eran simplemente recolectores de lo que ese Edén natural les proveía gratuitamente. Toda vida tiene una faz inicial y aquélla era, pensaba ahora Don Iñigo, la propia. Numerosas veces creyó que aquel día era el primero. Cuando partiera rumbo a los océanos del mundo, a donde no se ponía el sol. De Occidente a Oriente. Cuando eligió el dorado y argénteo Potosí... Y ahora cuando edificaba su Merced.Iniciar un comienzo tantas veces dábale la impresión de haber vivido más de una vida. Pero sus cuarenta y ocho años aún vigorosos y plenos, no podían hablarle de vejez, pero sí debieron ser de madurez. Una madurez que hasta llegar al Tucumán no supo adquirir. Don Iñigo como todos los Encomenderos del Rey gozaba de abundante personal y un buen ganado provisto por las autoridades coloniales. Autoridad sobre ellos y derechos incontables. Pero debía pensar él solo por todos ellos, y ya no tenía junto a él a Iñaki. Ya no existía más aquella ilusión del primogénito, y sí, la tristeza de Aminta...........OOOOOOO............La Merced de Don Iñigo prosperó. El aventurero de Vasconia aceptó el nuevo reto transformándose en un buen productor agropecuario, con la ayuda de asesores, algunos de los cuales eran Caballeros de Santiago que llegaban anualmente. El Alto Perú requería sus productos: cueros secos, charqui, harina, bolsas de sal faltante en el Altiplano y Vinos del Rey que producían los jesuitas de Córdoba en Jesús María. Todo lo cual era transportado por él en sus carretas dos veces al año.El Gran Mercado de Charcas comerciaba gustoso con el Tucumán y pagaba muy bien. Así pasado el tiempo -como quien nadie conoce- Don Iñigo hizo algunas visitas a Potosí a fin de adquirir platería para la venta a su regreso ¡Y creyó ser otra persona! Ya no era el mismo que interviniera en las grescas de sus calles. El Tucumán, su aislamiento, su distancia, cumplía esa misión. Cambiaba mucho la conducta de cualquiera.8 - UN  PILOTO  PORTUGUÉS.................................Isabela y Lidora eran ahora jovencitas decorativas y espléndidas, con sus pieles claras y tersas, como las de una porcelana. Vestíanse con elegancia pues su padre les traía trajes de moda altoperuana. Las distintas Mercedes eligieron cada una sus santos o vírgenes protectores, que daban lugar a las Fiestas Patronales, de modo que durante el año diversos festejos realizábanse en aquel entorno, para alegría de los más jóvenes.Pero nunca ellas se acercaban hasta la ciudad universitaria de Córdoba del Tucumán, donde la Compañía de Jesús poseía su asiento predilecto en esta región. Sólo los hijos varones ingresaban como internos allí, y Don Iñigo tenía ahora únicamente hijas mujeres. De modo que él tampoco se incorporaba a ese círculo selecto de intelectuales.................OOOOOOOO................Luego de una partida de varias jornadas donde Don Iñigo recorriera sus campos, junto a custodios bien armados, encontró extrañas visitas en su casa grande de la Merced. Apostados junto a la pirca estaban carruajes y soldados de la ciudad de Córdoba.Sorprendido, el encomendero dirigióse de inmediato hacia la sala ¡Y le bastó verlo para reconocerlo! Estaba en su casa y frente a él, su viejo piloto lusitano. Aquel mismo marino portugués que lo ascendiera de categoría en sus años de navegante. Sí, Don Diego, él era. Sextante en mano, brújula, cuadrante, como siempre. Mostrábale a las niñas el norte, el sur, el este y el oeste. Jugaba con ellas. Y esperaba a Don Iñigo.La esfera terrestre era una sola, como uno solo era el imperio del Rey Felipe de Austria, donde no se pusiera el Sol, y ambos pertenecían a él. Don Diego había dejado a Iñaki López de Narvaja en el puerto del Callao, y ahora lo reencontraba -llamándose Don Iñigo- en el Tucumán, en proximidad de la ciudad de Córdoba del Tucumán donde el marino portugués había llegado recientemente, a instalarse junto con su familia. Lo reencontraba para volver a necesitarlo. Tenía plena confianza en él como siempre le tuviera, y podían nuevamente trabajar juntos. El piloto lusitano había sido contratado por los Oidores de Charcas para demarcar caminos, establecer Postas, y lograr una mayor viabilidad de comunicación entre el Tucumán proveedor de alimentos, y las ciudades consumidoras del Alto Perú. Su experiencia en cartas de navegación por el mar, se traduciría ahora en el trazado de mapas por tierra. Debía entrelazar las nuevas rutas hacia el Camino Real.Entretanto, Don Diego trabó una bella amistad con aquellas niñas a quienes recién conocía. Por años mientras navegaba junto al padre de ellas, habíales escrito cartas en su nombre, de su puño y letra, cuando aún vivían en Vasconia y ahora teníalas frente suyo fascinadas con sus relatos e instrumentos. Como era de esperar en un temperamento recio y seco, como era el de Don Iñigo, nunca había hablado con sus hijas de todas aquellas aventuras marítimas. Y de pronto aquí en su casa oyeron hablar de los Mandarines de China, de los Rajá de Calcuta, de Filipinas, de Macao, de Angola ¡Un mundo exótico! ingresando a su propio domicilio de la Merced.9 - UNA  FAMILIA  LUSITANA................................Este acontecimiento cambió por completo la vida campesina de esta familia vascongada. Le fue posible a Don Iñigo conocer la ciudad universitaria, tan cerrada para él desde su arribo. Y conocer además al Prior de la Compañía de Jesús, quien lo recibió con formalidad.Las niñas menores en tanto, llenas de emoción y plenas de entusiasmo, prepararónse para hacer un viaje de dos jornadas a fin de visitar la nueva casa de Don Diego y conocer a su familia. Y se vistieron para ello con todos los lujos coleccionados en sus arcones. El alboroto de la casa también entusiasmó al padre, recordando sus días de emociones altoperuanas.Al llegar finalmente a destino, luego de dos jornadas de viaje, a pesar de la somnolencia propia del esfuerzo, Isabela y Lidora bajaron del asiento emocionadas. En sus rostros encendidos volvíanse más claras sus pupilas. El portal de hierro abierto para las niñas regalaba a su vista un salón iluminado por un gran quinqué, con tapices y muebles color granate, y los sillones portugueses de madera obscura con altísimos respaldos tallados en arabescos. Pero Aminta vio algo muy diferente: Vio a Yago..............0000000.............El hijo de Don Diego lucía las maneras elegantes de un aristócrata portugués. Era alto y delgado. Sus cabellos castaños rojizos y su barba en mosquete, mostraron una amable sonrisa al saludar primero a la hermana mayor. Sus ojos verde mar, parecieron sonreírle, como un galanteo. Y ambos tomaron asiento dentro de la sala, casi indiferentes al conjunto familiar.La esposa de Don Diego lucía con suma elegancia y quedó encantada también con la alegría de las niñas. Ella no había tenido hijas mujeres, y viéndolas tan animosas y entusiastas, se encariñó prontamente con Lidora e Isabela. Mientras que los dos socios y amigos de largas andanzas por mares, y ahora por caminos, pasaron a una salita contigua a revisar mapas y medidas.10 - EL  LATÍN.................Poco le costó comprender a Aminta que su incomunicación con el apuesto joven lusitano, hijo de Don Diego, no era debido a su aislamiento en la Merced, de falta de sociedad por parte de ella, sino idiomática.Don Diego acostumbrado a ser piloto en naves con diferentes marineros de múltiples nacionalidades, conocía sinnúmero de lenguas debido a su profesión. El habíales hablado a estas niñas, hasta entonces, en vascuence. Y ello facilitó su trato del comienzo. Ahora todo volvíase diferente, al entrar en contacto con su familia. Pues el castellano de Aminta era muy elemental y no alcanzaba para comunicarse con la lengua portuguesa del joven Yago.Existía una insólita situación en este Tucumanao, una incomunicación idiomática que los separaba a unos de otros. Al grupo de nuevos residentes vascos de lengua eskerra, con los andaluces del comienzo. Pues estos pioneros fundacionales hablaban aún dentro de sus familias el "romí" y el "mozárabe" andaluz, o el árabe mismo empleado durante 8 siglos también por los judíos sefarditas.. Sumándose a ello además, el gran grupo lusitano que fijaba allí residencia o viajaba comerciando, en aquella provincia al sur de la Salina Grande, y que hablaba el portugués. Eran tres lenguas de uso continuo en el ambiente familiar. Incluso en las calles de Lima -capital virreinal- también por aquellos tiempos oíase hablar el vascuence según las crónicas.La Real Audiencia de Charcas habíalos enviado hacia el Tucumán hablando esos tres idiomas ...¡Y que allí resolvieran el problema!... Pues todos ellos eran súbditos de la Casa de Austria, en cuyo imperio no se ponía el sol. Pero Castilla, cabecera del imperio español de ultramar por una Bula Papal, no necesitaba de estas lenguas. En realidad, le era preciso eliminarlas.La lengua oficial era el castellano, en el cual se escribían las Actas Capitulares, pero las lenguas familiares eran aún otras, dentro de aquella comunidad cordobesa que ya comenzaba a buscar su fusión para lograr una identidad propia. Fue allí que los Jesuitas, residentes en su Universidad de Córdoba del Tucumán, como directores espirituales y culturales de hecho y de derecho ...salieron al cruce... dando una solución válida para ellos mismos: El Latín.11 - LOS  FLAMENCOS.........................Los flamencos eran la población mayoritaria de la Compañía de Jesús, puesto que todos sus profesores habían estudiado en Lovaina, centro cultural de Flandes. Y los que no lo fueron por pertenecer a naciones latinas, iban a recibir igualmente el nombre de tal, por extensión, entre las familias cordobesas. Decir "flamenco" equivalía a "jesuita", con todo el respeto que a ellos se les tuvo.¡Pero aquél era el Flandes de los Austria! O lo que por "Flandes" se entendió en las Indias, especialmente en el apartado Tucumán, y más especialmente en el Tucumanao al pie de tribus vandálicas.Altos. Corpulentos. Piel rosada. Ojos claros. Señoriles. Fríos. Calmos. Habían llegado todos por el Camino Real desde el Alto Perú, donde la sede universitaria principal llamábase Universidad de Chuquisaca. La cual era un centro universitario cosmopolita como todo el altiplano. Pero aquí en Córdoba se había generado una ciudad monasterio.Unos procedían de Bruselas, otros de Viena, otros de Rotterdam, otros de Colonia, otros Cracovia, otros de Zagreb, otros de Roma, otros de Barcelona, otros de Praga... Para los Indianos (europeos nacidos en las Indias) este Flandes de la toga jesuítica era mucho más amplio que el Flandes histórico. Sin embargo entre ellos no se entendían en la lengua nativa de cada uno, lo que hizo decir a los cordobeses:-"Los Flamencos nacieron en la torre de Babel".Pero poseían una lengua común que los unificaba permitiéndoles la obra misionera en Paraguay y la universitaria en Córdoba... El Latín.Aprovechando esta circunstancia y no habiendo maestros especiales de la lengua de Cervantes, los flamencos impulsaron el latín dentro de la comunidad heterogénea del Tucumanao, haciendo de él un instrumento de comunicación, como en los mejores días del imperio romano. Por ser una lengua declinada como el árabe, resultóles fácil de aprender a los andaluces. Por ser una lengua antigua y comprimida, sintiéronse más cómodos con ella los vascongados. ................OOOOOOOO................ Este dato no es menor, pues más adelante, los inspectores que llegaron a Paraguay enviados por Carlos III de Borbón -expulsor de la Compañía de Jesús- denunciaron a su rey que los indios guaraníes en las misiones jesuíticas no hablaban castellano, pero sí en cambio el Latín. Extraño pretexto para un rey que tampoco hablaba castellano porque era napolitano. ................OOOOOOOO................Don Diego que se preciaba de conocer muchas lenguas, tenía especial predilección por el latín, como todo hidalgo de su tiempo. De este modo pasaba largas horas junto a esos Jesuitas a quienes había encargado de la educación clásica para su hijo Yago. Lo acompañaba numerosas veces en estas visitas, su socio Don Iñigo, quien por sus viajes estaba acostumbrado a oír idiomas diferentes, tanto como aprender lo básico de ellos. Pero el vascongado nunca sería un buen latinista, dado que apenas escribía.12 - LA  CAPILLA..................... Las Mercedes tenían su capilla, su santo patrono o su virgen, y además de ello su Cura propio. El Encomendero lo mantenía, lo protegía y lo consultaba.Cuando Don Iñigo vio a su hija Aminta aplicarse disciplinadamente a los latines de Don Cándido -su cura particular- algo que hasta entonces su melancólica hija mayor nunca hiciera,  y pasar horas con él en la capilla, creyó verla interesada en ser monja. Aminta, a pesar de su talento, había demostrado siempre mucha indiferencia por su ilustración, de modo que el cambio era llamativo. Le sorprendió a vocación advertida de pronto. La demora en ponerse de manifiesto con algo tan delicado e importante, y creyó que su hija deseaba ser monja.  Aunque él como aventurero de los mares tenía muy poco hábito a las misas, decidió resignarse. Quizás así, pensaba el padre, tomando los hábitos ella volvería a cantar con esa bella voz que ya no usaba desde la pérdida de Iñaki.Pero en la medida que observaba los movimientos de su casa. Entrando y saliendo de ella para recorrer su Merced acompañado de custodios armados. O en exploraciones insólitas junto a Don Diego, por aquel Tucumán virginal para demarcar caminos... no advertía aún la presencia de ninguna Madre Superiora de convento, viniendo a parlamentar con él. La aguardaba. En su celo familiar. En sus ilusiones tantas veces cambiadas al cambiar de lugar. Al perder a su primogénito y pensando en sus dos hijas menores, hízose la idea de que los hábitos de Aminta pudieran ser para él, un pie de importancia primordial en la ciudad togada. Tan cerrada para él desde que había arribado. Era un futuro para su semilla. Pero la Madre Superiora no llegaba.En cambio venía Don Yago. El jovenzuelo esbelto y refinado aguardaba a su padre y al encomendero en cada regreso. También se presentaba en otras oportunidades. Y el Latín comenzó a instalarse en su casa. La capilla convertida en sala de estudios reunía por largas horas a Don Cándido con sus dos discípulos -Aminta y Yago- sobre los libros. Las declinaciones y la caligrafía absorbían a los tres, en prolongadas tertulias. Habituado a una variedad de lenguas dentro de un solo reino, hecho vigente además en la propia península ibérica, nada de esto le resultaba insólito a Don Iñigo. Pero sí, la permanencia insistente del joven lusitano. Cuando se hizo claro en su mente que Aminta era el objeto de tales visitas, y que la vocación latinista de su hija no era precisamente monacal... El padre tuvo un violento desasosiego. Y Don Iñigo planetóle a la hija sus principios inclaudicables, como si aún viviera en la lejana Vasconia del antiguo reino pirinaico medioeval.  13 - LA  SIMIENTE......................Aminta estaba esa tarde mirando el paisaje tras el ventanal, hermosa y gozosa. Habíale vuelto la sonrisa perdida de Potosí, cuando su padre entró en la sala de improviso. Y él la enfrentó de pronto a un extraño derrotero del cual nunca le hablara anteriormente.-¿Crees, hija mía, que sólo el amor filial lleva a un padre que está ausente diez años a buscar sus hijos, para traerlos con él a la aventura del océano y de las Indias?"Aminta lo observó con extrañeza suma. Apartó su cabeza del paisaje y volvióse de frente hacia su padre.-"¿Crees que es el único motivo por el cual te he traído hasta aquí?"- insistió Don IñigoElla por un momento tuvo la visión ya desdibujada de su padre e Iñaki, dialogando en largos espacios de tiempo. También de sus abuelos que los criaran allá en los Pirineos, dialogando con él casi en susurro, mientras preparaban los arcones con ropa para cargar en el galeón.-"No te he traído únicamente por ser mi hija. También te traje como miembro de mi nación, como simiente vascona"- le dijo su padre-"¿Qué quieres decir?"- preguntóle ella sorprendida-"Nosotros los vascongados nos hemos instalado aquí como un conjunto único. Unido y uniforme. Como fueron nuestros siglos y nuestro pasado incalculable."-"¿Es eso verdadero?"-"Nadie en Europa conoce bien su tiempo. Roma no nacía y nosotros ya existíamos. Hemos vivido para nuestra antigüedad. Logramos conservarla. La hemos cuidado y te la he ofrendado pura hasta ti"- concluyó con firmeza Don Iñigo-"¿Es por Don Yago? ¿Lo rechazas para mí?"-"¡Sí!"Ella lo miró detenidamente. Tuvo incluso temor, al recordar su abandono de niña cuando creyera que ya no tenía padre. Luego él regresó, y vino su sobreprotección. Tan incalculable lo uno como lo otro.-"¡En esa forma de adhesión respondes al piloto portugués que te ha colocado por dos veces arriba de tus compañeros de ruta!- expresóle ella con gran firmeza-"En mar y en tierra, ello es cierto"- admitió Don Iñigo-"Es un honor para mí la presencia de Don Yago con el prestigio de Don Diego". La niña contemplaba fríamente a su padre. Habíanse enfrentado con la misma tenacidad y recién estaban presentando sus posiciones. Pero ambos serían igualmente rígidas. De pronto Aminta tomó conciencia de que ella no era solamente la hija de un encomendero vasco, sino algo más importante para él, la simiente de una estirpe vascona.Ella posó su mirada en la vigorosa estampa de su padre, como si intentase hallar alguna fisura que le permitiera introducir ideas opuestas. Aunque lo consideraba de antemano una empresa casi imposible.14 - ORGULLO  MARRANO.............................-"¡Lusitanos! ... Hija mía ... ¿Sabemos acaso diferenciar bien a un lusitano de un marrano?"- díjole de pronto el padre-"¿Cuál es el delito, padre? ¿La hoguera amenazante? ... ¡No llegará al Tucumán!"- contestóle Aminta con convicción-"¿Estás segura de ello?"-"Pero aún así, es falso atribuir "marranismo" a todos los lusitanos del Tucumán"- sostuvo la hijaDon Diego la veía proceder con una altivez y una seguridad que nunca hubiera calculado. Tomó impulso llenando de aire su robusto pecho. Puso sus ojos translúcidos en los de ella, igualmente claros, fijos, inalterables. Luego le dijo:-"Ellos lo prefieren hija mía. Hay una creencia especial que nos rodea, por todas las colonias españolas... Un marrano con escudo y prófugo, o un portugués particular y sin nobleza. La Casa de Borgoña que fundó el reino de Portugal hace cuatro siglos, ennobleció a sus judíos borgoñones. Y ahora forman parte de esa nación. Pero el pueblo llano lusitano no tiene estirpe nobiliaria, y es pobre".-"No conozco lo que dices, padre"- comentó la niña-"Te lo explicaré. Son ellos mismo quienes eligen nobilidad y marranismo. Especialmente aquí, y quieren justificar con ello su presencia en el desolado Tucumanao". -"Nosotros también nos hallamos habitando estas tierras, aunque sabemos nuestros motivos".-"Ellos llegan aquí bajando el Camino Real debido al hambre o judaísmo, pero no quieren reconocer nunca el motivo que los trajo al Tucumán. Pues los lusitanos son muy complejos y vanidosos, desean siempre figurar adelante. No admiten ser como nosotros, gente de lucha, de esfuerzo, de trabajo"- insistió Don Iñigo-"Demasiado trabajo, quedaron mis manos astilladas de amasar barro para los adobes"- recordó Aminta-"Ya ves. Allí tienes la prueba. Ellos en cambio quieren ser perseguidos y descendientes de condados. Llevan anillo de sello. Se visten como gentilhombres. Lucen discurso adornado. Tienen modales galantes".Cuando ambos callaron prodújose un silencio espeso, por momentos agobiante. Aminta no podía olvidar los esfuerzos que ella debió realizar, con sus frágiles brazos de damita delicada, al llegar al Tucumanao. Y Don Iñigo continuó diciéndole:-"...No... No todos son marranos, hebreos cortesanos, pero lo prefieren antes de reconocer su antigua pobreza. Y tampoco son todos nobiliarios... ¡Han creado una confusión muy grande en el Tucumán! Extendieron por estas tierras esa convicción, y ahora deben hacerse cargo de ella. Pues han lanzado aquí una leyenda donde se yuxtaponen amos con lacayos, y ya no sabemos diferenciar a unos de otros ... Ahora deben hacerse cargo de su propia creación".Aminta meditaba, pensando en Don Yago. Su elegancia. Su fineza. Su apostura. Su sabor a ciudades. Todo lo que para ella había quedado atrás, al dejar Potosí.15 - ORGULLO  VASCÓN..............................Don Iñigo no era un hombre ilustrado, pero tenía el razonamiento de quien ha bajado en muchos puertos, comerciado en una gran ciudad con eficiencia, y tratado con diferentes personas a lo largo de sus aventuras. Su tradición a su vez, apoyada en herencias, y un buen conocimiento de sus vecinos peninsulares.-"Una nación -expresó la hija nuevamente -es una forma de vida. La nuestra o la de ellos".-"No es así, querida hija. Los lusitanos no tienen nación en el sentido de la nuestra"- le contestó el padre de la niña quien confiaba en su respuesta-"No lo comprendo, padre".-"Te lo explicaré pues es muy simple. Ellos poseen educación. Modales. Trajes. Flota. Pilotos. Cuadrantes. Sextantes. Brújula. Pero están conformados de múltiples naciones mixturadas durante siglos ¡Esto nos separara de ellos, Aminta! Nosotros somos un pueblo rudo, pero no tenemos mixtura".-"Es extraño, padre, pues han vivido como vecinos en Iberia".-"Vecinos, sí, pero con principios muy diferentes desde el comienzo. Lusitania era celta y prefirió ser romana, traicionando a su rey Viriato. Nosotros por el contrario, impedimos que Roma nos invadiera."-"Fue una decisión dura, sin duda padre, pues Roma era muy fuerte y nos impuso la lengua latina"- comentó Aminta quien estaba encantada con sus latinismos-"Pero no influyó en nuestra lengua vascuence, esta misma con la cual te estoy hablando ahora, que se mantiene intacta. Ellos en forma distinta a nosotros, cambiaron muchas veces de idioma, pues aceptaron siempre al recién llegado, árabes al sur, vikingos al norte".-"Aceptar, quizás sea una forma de sobrevivir"- pensó en voz alta la niña-"O de claudicar. Nosotros los vascongados llevamos una sangre sin mezcla y trajimos a nuestras mujeres para que se perpetúe. Fui a buscarte. Te traje como a una gema. Como semilla".-"Es tan difícil padre, aceptar a una nación diferente a la nuestra?"  -"Es tan diferente que los lusitanos no crearon a su propia nación, pues llegó un rey borgoñés con su corte y sus burgueses y creó el reino de Portugal que ahora ellos lucen con tanto orgullo. Después la Casa de Borgoña queriendo hacerse a la mar, contrató a Génova para armar su flota portuguesa. Por ello el Almirante Colón era a su vez portugués y genovés... Dime hija ¿Cuántas herencias tiene en su haber un marino lusitano?"- le observó firmemente el padreEl silencio los envolvió sin miedo, no se temían, pero se anteponían. El cielo afuera, tras el ventanal, parecía teñirse de violeta. Circulaba en el aire un frescor a lluvia que acalló el canto de las chicharras. Los verdes yuyales cabeceaban aguardando el ritual acostumbrado. El zorzal revoloteó enmudeciendo su canto. Dentro de esa calma previa a la tormenta, iniciábase una tregua entre padre e hija. Ella sin embargo, lo seguía contemplando de frente con la mirada abierta, redonda, de su antigua raza. 16 - DONDE  NO  SE  PONE  EL  SOL  ........................................Los meses dejaron paso al tiempo, sin que nada alterara los trabajos de la Merced, ni el marcado de nuevas rutas tucumanas que uníanse al Camino Real hacia el Alto Perú. Como tampoco el idilio espontáneo de los jóvenes que estudiaban latín en la capilla de Don Cándido, y conocían la oposición de sus dos padres.Don Diego y Don Iñigo no cruzaron entre sí queja alguna, ni hubo entre ellos ningún diálogo sobre aquella romántica pareja que no los conformaba, debido a sus orgullos diferentes. Seguían siendo siempre buenos colaboradores de una misma empresa, para un imperio extendido de Occidente a Oriente. Eran súbditos de las "Casas de Austria y Borgoña", reunidas por Carlos V, el emperador que creara una sola Iberia.De reinos fragmentados en el pasado, uno solo era ahora el imperio del Rey Felipe donde nunca se pusiera el sol... y ambos pertenecían a él : "Don Felipe por la gracia de Dios. Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Portugal, de Granada, de Navarra, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de los Algarbes, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, Brabante y Milán, Conde de Augsburgo, de Flandes, de Tirol y de Barcelona, Señor de Vizcaya y de Molina" (Actas Capitulares de Córdoba). 17 - EL  SOL  ROTO........................Nubarrones. El cielo teñíase de un tono violeta mientras las chacras reverdecían y la vacas mugían en los tambos. Por el camino de ingreso a la casona de la Merced fue divisándose la silueta de un carruaje escoltado por soldados, que llegaba con prisa, dispuesto a protegerse del chaparrón.Don Diego venía en él, ensimismado. Pensativo y dudoso. A su lado su hijo Don Yago, en cambio, se hallaba emocionado. Era su edad. Su tiempo. El esplendor juvenil de todo lo nuevo avasallando su destino. Cuando Don Diego descendió buscando a Don Iñigo dominábalo un pensamiento, una incógnita, un desconcierto. Su brújula, su sextante y su cuadrante habían ayudado en gran medida a lo largo de décadas, a construir ese imperio donde no se ponía el sol. Pero aquella semana supo con la llegada de un Chasqui proveniente de la Real Audiencia de Charcas, portando sellos reales hacia el Cabildo de Córdoba... que aquel imperio ya no existía para él ¡Habíanse separado los reinos!España y Portugal no iban a formar de ahora en adelante, una sola Iberia y una sola Hispanoamérica. Dábase con ello comienzo al lento y penoso proceso de la balcanización hispanoamericana, con los rayos solares de Inti, uno a uno amputados. El marino Don Diego no sería de aquí en más, un súbdito natural sino extranjero. Abismos muy grandes avecinábanse en este momento para este piloto lusitano, el cual fuera cartógrafo de su flota y de sus rutas.Felipe de Austria y Borgoña en sus tres versiones (Felipe II, Felipe III, Felipe IV) quien habíales ofrecido este Tucumán Virginal, para que en conjunto sus súbditos hispanolusitanos lo transformasen en una provincia próspera y futurista, enriqueciendo al imperio donde el sol no fenecía ...¡Ya no se hallaba más entre los reyes del siglo!... Y sin la tutoría del rey Felipe habíanse separado los dos reinos ibéricos que le dieran gloria.El cartógrafo y el encomendero se conocían. Se escucharon. Se miraron. Cada uno supo lo que el otro razonaba y pensaba. Don Diego con mucho dolor sólo hallaba la alternativa de volver a Calcuta, que aún era territorio portugués, a modo de estar cerca de su antigua flota. Y depositar allí a su familia citadina, que había llegado hasta el Tucumán siguiendo la larga ruta del Camino Real, pero que en este momento por su adaptación ya era plenamente cordobesa. Ambos comprendían la magnitud de la noticia, y el devenir incierto que ello acarreaba, por el hecho en sí mismo irreparable. Ignoraban sin embargo, qué pensaban sus hijos.18 - LEJOS  DEL  MUNDANAL  RUIDO.............................................-"Doña Aminta"- díjole el joven portugués para comenzar un diálogo que sería diferente en todo-"Don Yago"- contestóle ella mirándolo algo arrobada-"He pedido el Seminario para mí"- le comunicó él-"He encargado un lujoso vestido de novia para casarme con Cristo"- le dijo ella-"Lo he decidido para vivir esta atmósfera especial que me tiene cautivado, en esta ciudad monasterio de Córdoba del Tucumán, lejos del mundanal ruido, desde que llegué aquí por el Camino Real "- explicóle Yago-"Nos acompañaremos. Nos apoyaremos mucho ... mucho tiempo"- aceptó AmintaEra el Tucumán. Era el mundo de una frontera sin límite, más allá de la salina, último eslabón al sur del Camino Real más allá del cual sólo existía la prehistoria sudamericana ...y... "lejos del mundanal ruido". Era la forma de amar, de concluir, de discernir. De salir al paso en medio de aquellas comunidades nuevas, recién llegadas, que aún se oponían las unas a las otras. Era la forma de que ellos dos continuasen juntos, sin que sus mayores los separasen.Mientras que sus padres, Don Iñigo y Don Diego, de vidas eufóricas y excitantes, no podían desarrollar planes propios sobre sus hijos, en un escenario que vivía ya su propia existencia..............FINAL...........
EL  CHASQUI......................  por Alejandra Correas Vázquez  (Estampa Colonial)  1 - MATEO..............  Una polvareda blanca parecía preludiar la Tormenta de Santa Rosa. El camino reseco, siempre el mismo camino, pasado el mediodía trajo una vez más hasta la Merced la presencia del Chasqui.  Como todas las veces el Chasqui (correo a caballo) llegaba con más noticias verbales que escritas. Había sí, una correspondencia lacrada procedente de Lima, la capital Virreinal, quien nunca olvidaba de tarde en tarde a sus habitantes del Tucumán.  Mateo descendió de su caballo extenuado y sediento. Y luego de entregar como buen chasqui criollo el pliego lacrado al señor encomendero, fue encaminándose hacia la cocina... entrando en ella casi sumisamente. La negra Petronila no le dirigió la palabra. Estaban los dos ya muy viejos, pero aún manteníanse erguidos. Orgullosos. Inflexibles. Así había transcurrido su tiempo. El de ellos.   No pudiendo evitar nada, ni la altivez, ni el mutuo desaire, ni la continua permanencia que repetía un cuadro infinitamente igual -siempre el mismo- Moncho el mayoral, se alejó del recinto. Volvió a dejarlos solos y fue en busca de Baudilio "su pupilo", el hijo del encomendero, a quien deseaba probar como jinete. El largo internado del colegio cordobés Nuestra Señora del Monserrat, había debilitado según él, al muchacho.   Atrás suyo quedaron Petronila y Mateo con su mundo de romance incomprensible, a través de los años.  2 - MONCHO............  -"¿Llegó Mateo?... Vi su caballo beber desesperado"- le preguntó Baudilio  -"Quedará en el camino algún día o lo matará la tormenta de Santa Rosa, si es que Mateo no lo ha matado antes. Es la forma en que lo apura Petronila"- contestóle el atlético moreno de piel azabache    -"No exageres los defectos de Petronila, pues su cocina es muy rica, la he extrañado muchísimo durante mi internado"  -"La quiero de verdad, pero no niego sus iras. Me he criado a su lado. Llegaba conmigo en brazos desde Lima, cuando nos trajo hacia aquí tu abuelo. No tuve otra madre que ella, aunque no lo fuera, ni otro padrastro que Mateo. Pero no he logrado que permanezcan juntos nunca. Sigue siendo el de ellos, el amor más increíble que contemplamos en esta Merced"- respondióle Moncho  -"La blanca Lima de balcones floridos ¿La recuerdas?"- volvió a preguntarle Baudilio  -"No. Era demasiado pequeño. Hasta el largo viaje se ha borrado de mis imágenes. Tengo presentes como propios los relatos de Petronila. Ella y yo arribamos aquí desde Lima, cual ejemplares raros. Unicos morenos puros de piel azabache en esta zona donde abundan los mulatos. Nos aceptaron al fin porque éramos capitalinos, nacidos sobre la ribera del Rimac. Y la morena lucía entonces con garbo su donaire limeño"- recordaría el mayordomo  -"No lo ha perdido, siempre luce muy altiva y airosa".  -"Mateo me enseñó a montar. Pues aquí en el Tucumán no se veía con buen ojo que los morenos o mulatos galopáramos como los gauchos ¡Tantas veces fui después un mensajero para la Merced!"- y Moncho pareció extraviarse en sus recuerdos  3 - EL "MANCHADO"......................  La tarde continuaba ventosa, árida, dispuesta a recibir a la Santa en todo su esplendor terroso. El Chasqui luego de este descanso, emprendería una vez más su camino inacabable, de siempre. Mientras que Mocho dio órdenes a un peoncito semi indio de ensillar la mejor de las montas, con arneses nuevo. El potro "Manchado" orgullo del mayordomo.  Baudilio lo contemplaba de costado, evidenciando un poco de temor. Temía realmente tanto oponerse a él, como subir a ese potro gigante. Acababa de dejar sus libros luego de un largo internado. Estudios humanistas que hiciéronle olvidar su infancia montaraz, para devolverlo a la Merced transformado en un muchacho citadino. Las visitas de Moncho -con su prestancia altiva de africano puro- fueron durante ese tiempo, las más asiduas y la mejor manera de sentirse cerca, estando lejos.  Pues el mayordomo logró, mediante su habilidad y simpatía, casi confraternizar con los porteros mulatos del Colegio Monserrat. Tener más cerca de Baudilio de lo que consiguiera su padre, una vez que lo hubiera dejado en manos de los Jesuitas... Ahora él no podía negarse a las exigencias de Moncho ¡Y sin embargo había creído cuando terminó el internado, que ya estaba libre de disciplinas!  Mateo arrastraba casi su caballo y volvían ambos a partir. El cielo se obscureció tempranamente. La Santa continuaba amenazando en forma persistente con su gran tormenta anual, pero sin decidirse a azotarlos aún. Faltaba apenas un día para el 30 de agosto.   Moncho había alcanzado al fin su objetivo y Baudilio, arriba del bravío "Manchado" sentíase un andinista, como en sus días de estudiante cuando escalaba a escondidas con sus compañeros el campanario de la Compañía de Jesús. Y desde aquella montaña equina pudo divisar al Chasqui cuando se alejaba, perdiéndose su figura emponchada entre los algarrobos. El monte lo cubrió por completo de su vista, dejando sólo sus huellas sobre el escenario, que la tormenta después barrería totalmente. Baudilio continuaba con sus prácticas bajo las indicaciones de Moncho. Recién entonces Petronila salió hecha una furia al cruce de ambos:  -"¡Con esta tormenta por caer, has sacado a un niño que apenas se mantiene en sus piernas luego de tanto encierro, para que monte al Manchado!"- no preguntaba la vieja morena... gritaba    4 - AMA DE LLAVES.........................  Petronila entró en la cocina y siguió sus quejas, propias de su función como ama de llaves. Desde afuera Moncho y Baudilio escuchaban con claridad cada una de sus irascibles frases, que en el interior retumbaban como truenos en la noche.   El jovenzuelo sentía temor arriba del Manchado, por su inseguridad y falta de práctica, con ausencia total de dominio sobre el animal. Pero Petronila lo hizo estremecer. Viéndolo más que tambaleante, conociendo además de sobra al Manchado, Moncho dio orden al peoncito de ayudar a bajarlo antes de que su monta lo tirara. Cosa que ya veía en su mirada.  Cuando Petronila los hubo sentado a ambos en la galería, con un mate en la mano y varios bizcochos de chicharrón, se dirigió al interior de la casa para descargar sus furias de ama de llaves, contra Eugenia y Jovita. Ellas eran dos chinitillas hijas de puesteros de la Merced, que estaban bajo sus órdenes. La obscura morena enfurecíase a cada minuto más.  Jovita, algo mestiza, de cabellera clara contrastante con su tez trigueña, coqueteaba permanentemente con el musculoso Moncho, atraída por su modales elegantes y su verbo enjundioso de mayordomo atildado. Y era más rebelde precisamente por las miradas de éste. De pronto Petronila salió a la galería, y de improviso sin que el moreno supiese la razón entró en una querella con él.   Moncho, quien creía haberla calmado, quedó mudo de asombro. No se atrevía a levantarse por miedo a ofenderla. Y estaba espantado de quedarse allí, porque tenía que escucharla.  -"Creo que el internado era menos tiránico"- comentó por lo bajo Baudilio  4 - CASA DEL VIRREY................................     -"No... No la comprendes"- intervino Moncho -"Cada llegada del Chasqui es lo mismo. Comenzó al principio cuando dejó Lima. Todavía cantaba sus romanzas siendo yo un niño. Mateo, quien habíase prendado de su belleza y donaire, le traía entonces noticias todas falsas".  -"¿De qué forma?"  -"Nuestros Chasquis son del Tucumán, nunca llegan al Alto Perú, menos aún a Lima... Pero los lacres procedían de Lima, siempre de la casa de Don Idelfonso residente allí. Tu abuelo las recibía, los contestaba, como ahora tu padre".  -"Eso lo conozco bien"- comentóle Baudilio  -"Pero para Petronila, para ella, trasplantada al Tucumán en su madurez, arrancada de golpe, procedente de la alegre vida que un Virrey del Perú amigo de Don Idelfonso, daba a su familia, siempre de fiestas galantes... Para nuestra Petronila el chasqui Mateo traía noticias especiales. Las que ella deseaba escuchar"- y el moreno mayordomo calló sonriendo  -"¿Quién le dijo que Mateo no salía del Tucumán?".  -"Don Idelfonso. Cuando sus gastos fueron demasiados a causa de vivir al compás de los Virreyes, vino un par de años al Tucumán donde él había heredado una Merced, rehizo su fortuna... Y deshizo las ilusiones de Petronila y la leyenda de Mateo"- contestóle Moncho  -"¿Tanto hace que lo maltrata?"  Los dos callaron al ver que el tiempo empeoraba hasta hacerles imposible su permanencia en la galería. La pesadez de la noche invadió la casona. En el adormilado entresueño del ambiento incómodo, previo a la gran tormenta anual, surcaban imágenes fugaces dejadas junto al Monserrat, para Baudilio, ahora tan lejano.  5 - TORMENTA DE SANTA ROSA...........................................  El día siguiente fue espantoso. Manchado relinchaba con angustia. Baudilio sentíase aprisionado por el peor de los internados. Moncho daba a la peonada de gauchos, órdenes imposibles de cumplir. Eugenia y Jovita limpiaban sin sentido. Petronila las torturaba más que nunca. La Tormenta de Santa Rosa habíase adueñado de la Merced.    En medio de la borrasca que obligó a un retraso de todas las tareas camperas, la figura de Mateo fue desdibujándose del recuerdo de todos. Llegó la primavera el 21 de septiembre. Floreció el camino. Se anegaron los arroyos y el tunal maduró sus frutos. Y el arrope comenzaba a ennegrecerse en las ollas de greda roja, cuando un caballo nuevo, con un nuevo Chasqui, apareció por el portal vetusto. Todos salieron a verlo. Hasta el padre de Baudilio, el encomendero, incrédulo de lo que veía.   Esa noche agonizaba Petronila...  .................00000000....................  Una fiebre sin límites, de ésas incurables en las Mercedes, habíase llevado a la obscura limeña nacida en la casa de un Virrey. Sus años no eran posible de ser contados. Nadie lo hizo nunca. Se mantuvo en pie, sin edad, mientras iba y volvía en su caballo el mensajero que jamás llegaba hasta la capital virreinal. Esa blanca Lima de balcones floridos erigida a orillas del río Rimac, cuyas aguas sonoras pervivieron siempre en el recuerdo nostálgico de Petronila.  Cubrieron de velas su cocina. Vistiéronse de negro Eugenia y Jovita. Recibían a toda la Merced muy circunspectos, Moncho, Baudilio y su padre. Hacia el atardecer un carruaje se detuvo en el portal y dos mulatillos bajaron a un viejo que rengueaba sosteniéndose en su bastón. Era Mateo.  6 - RELATOS DE MATEO..............................  -"La tormenta de Santa Rosa me tumbó a varias leguas de aquí"- entró diciendo el Chasqui -"Hubo que sacrificar a mi pobre Plateado".  -"¡Ya no hace falta su presencia!"- expresó dolido Baudilio, casi gritando  -"Mi presencia ... se la di muchos años"- contestóle Mateo  -"Doy fe de ello"- aseguró el encomendero haciendo callar a su hijo  -"Nosotros los Chasquis conocemos los destinatarios y sus historias"- continuó triste Mateo -"Sus vidas. Sus amores. Sus guerras. Sus paces. Nuestro trabajo es la llave de todos..."  -"Nunca hemos dudado de la lealtad de un Chasqui"- argumentó otra vez el padre de Baudilio  -"Todo lo lleva y lo trae un Chasqui. Penetra en las familias y la mitad de las veces, los lacres contienen solamente el comienzo del mensaje, mientras que el final lo llevamos nosotros, secretamente, en la boca. A mi manera acompañé a Petronila"- continuó el viejo mientras buscaba una silla para hacer descansar su pierna quebrada  -"¡El la conocía mejor que nadie!"- opinó Moncho en su autoridad de mayordomo  -"Estoy seguro de ello"- aseveró el viejo Chasqui  -"Lo hemos visto por años"- opinó uno de los peones gauchos  -"Cuando su Virrey partió para ser reemplazado por otro"- comenzó a relatar Mateo -"No podía llevar a Petronila con él. No iba a regresar junto a una morena de piel azabache, al otro lado del océano. No le estaba permitido".  -"Esa era una verdad ineludible"- aceptó el encomendero  -"Pero aquél, para ella, constituía su hogar. Su casa natal. Su familia. Hubiera debido adaptarse al nuevo Virrey, pero no supo hacerlo".  -"No era por cierto lo mismo, no se cambia en los sentimientos como de ropaje"- aceptó Moncho  -"Don Idelfonso la envió al Tucumán. El nuevo Virrey se la entregó llena de angustia y de lágrimas. Mientras hablaba conmigo ella imaginaba a su hogar tal como había sido. Y olvidó un buen día la partida de su Virrey, borrando sus recuerdos dolorosos de Lima y dejando sólo los buenos"- explicó Mateo  -"Yo nada recuerdo de la casa del Virrey, donde nací de la doncella Vera  que allá quedó. Un día siendo ya un mozo quiso verme, y llegó de visita con Don Idelfonso, pero éramos dos extraños uno del otro"- afirmó Moncho  -"Vera agradeció a Petronila tu crianza, al verte con tanta salud y vigor atlético, bien lo recuerdo, pero su vientre la llenó de hijos acostumbrados al servicio del palacio virreinal"- comentó el patrón  -"No recuerdo aquel palacio, pues era muy niño cuando me trajeron en brazos de Petronila... pero sus recuerdos llegaron a parecerme como propios. Ponía en ellos al evocarlos, una inmensa energía, que era el mismo fuego con el cual nos dominaba"- confirmó Moncho  -"Al llegar mencionaba continuamente su abandono"- insistió Mateo -"Al final decía en cambio que nosotros la habíamos arrancado por la fuerza, de su ciudad siempre alegre".  -"¿Es eso así?"- preguntó extrañado Baudilio  -"Sí. Dio vuelta por completo a sus recuerdos, reprochándome que yo intentase colocarme adentro de ellos"- continuó relatando el Chasqui -"Que habíale mentido, viajando en engaño, paseando por la casa de un Virrey que nunca conociera ¡Pero yo lo hacía por satisfacerla!".  -"De esto fui testigo"- aceptó Moncho  -"Petronila fue imaginando cosas increíbles"- expuso Mateo  -"¿Cuáles por ejemplo?"- preguntó intrigado Baudilio   -"Que la raptaron a medianoche de la nave adonde ella se embarcara junto a su Virrey, trayéndola por violencia a la Merced. Que nosotros fuimos sus captores y por ello, amándonos tánto nos maltrataba el día entero".  -"Al menos reconocía sus iracundias"- dijo el encomendero   -"Ella decía además que era nuestra prisionera involuntaria. Justificaba su carácter irascible de esta manera. Esa naturaleza violenta que no podía controlar y que aumentó con sus años, cada vez más incontable. Magníficos"- evocaba Mateo con emoción     -"Será muy difícil acostumbrarnos a su ausencia... y extrañaremos sus arrebatos"- sentenció el mayordomo  -"Yo daba vida a su ancianidad, sólo con escucharla, porque los Chasquis escuchamos todo el tiempo, desde que comenzamos este oficio. Transmití sus mensajes cientos de veces y le traje otros miles. El océano le brindaba continuamente, Chasqui por Chasqui, las noticias de su Virrey... Pero todo era fantasía mía, pues nunca viajé hasta Lima".  -"Eso ya lo sabíamos"- sentenció Moncho  -"No conozco la capital de nuestro inmenso Virreinato del Perú, como tampoco bebí nunca las aguas limeñas del río Rimac ni me refresqué a su orilla. Sólo recorro día tras día el Tucumán. Pero ella enviaba igualmente conmigo sus mensajes, para luego reprocharme mi falsía. Gozaba con ambas cosas".  -"Me asombra todo"- comentó Baudilio con su lógica monserratense  -"Hice posible a través de mi imaginación"- continuó el Chasqui -"Uniendo retazos de conversaciones mantenidas con Don Idelfonso, su permanencia en esa Lima palaciega que nosotros no conocimos. Sólo ella en la casa de su Virrey".  -"Logró dar continuidad a un tiempo terminado, pero que en Petronila seguía vivo"- opinó el padre de Baudilio  -"Vivió una infancia inacabable"- dijo el discípulo de los Jesuitas  -"Creo que así fue"- aceptó Moncho   7 - EL TUCO................   Cuando las tinieblas nocturnas replegaron a todos y Petronila comenzaba al fin su descanso eterno, de una vida centenaria, Moncho y Baudilio quedaron nuevamente solos en la galería. La noche era inmensa en su obscuridad, y las estrellas luminosas destacaban a la Cruz del Sur dentro del firmamento. En esa absoluta quietud un Tuco rozó la mejilla de los dos amigos.  Su luz de un verde brillante pasó junto a ellos en vuelo recto y rasante, como fuera la vida de Petronila. Era la única señal de movimiento en aquel lugar, haciéndoles sentir a ambos extrañas sensaciones, como si ella se despidiera por intermedio de ese mensajero de la noche.  -"Vuelvo a decirte que éste fue, el amor más sorprendente que contemplamos en nuestra Merced"- le insistió Moncho  Y quedarían nuevamente callados. Un silencio espeso iba cayendo sobre la galería, ausente de violencias domésticas y nostálgicas de ellas.  ..............0000000.............            
LA  CONSTANCIA  DE  CONSTANZA....................................Novela  Colonial(QUINTA  PARTE)31 - DESPEDIDA.......................Todo había cambiado en el horizonte de la Merced. La fronda del monte natural invadió la serranía. El Vino del Rey de los jesuitas llegaba siempre de Jesús María, alegrando la mesa y los comensales. Los cueros se curtían fácilmente en aquel verano con sol radiante. Los sobrinos quiteños eran una pandilla insoportable, que llenaba de alegría eufórica la galería. El choguí volaba todas las noches, llamando a su compañera. Las libélulas posábanse luciendo su tono acerado con toques azules, sobre las ramas tiernas. Los choclos hervían en las cacerolas transformados en humita.Don Lucas y Don Fernán iban preparándose para un nuevo viaje hacia el Alto Perú... Y Cuca para recibir a Rosendo. Se engalanaba toda la gran casa, pero no era fácil de advertir si aquél era una homenaje de despedida o de retorno.-"Don Lucas volverá de Charcas con la caravana, pero yo debo seguir hasta el puerto de Arica. Las sedas vienen en la misma goleta donde regresa Rosendo, él las trae. Es su primera misión comercial. Allí nos encontraremos y luego yo partiré hacia Filipinas, pues no debemos dejar sin dirección nuestra empresa allá en Manila"- le dijo Fernán a su esposa ConstanzaLos verdes ojos de ella brillaron con una suerte de luz incomprensible para el joven. Mostraban una conjunción de alegría y tristeza. El día anterior habíasela visto melancólica, al observar los aprontes de carretas. Ahora su faz era incierta. Deambulaba solitaria por el dormitorio contemplando el arcón de viaje de su esposo, sintiéndose solitaria de antemano. Habíase amoldado a él, a sus atenciones y afectos, un conjunto de valores que ya comenzaba a añorar antes de su partida.El crepúsculo tiñó con carmín el horizonte y al caer la noche, los caballos inquietos y bañados anunciaba prematuramente la partida del día siguiente. Más lejos, las carretas aguardaban con todo su cargamento, junto a los bueyes y mulas que comían copiosamente. El gauchaje vigilando todo, afilaba en las piedras sus facones, cantando vidalitas al son de la vigüelas. Todos sabían ya, que esta vez la ausencia de Don Fernán iba a ser bastante más larga. Habíanse acostumbrado a él, por ello una melancolía nueva se adueñó de la Merced. La partida llegaría con el alba, cuando cantó el primer gallo. El joven filipino miró a su madre, Doña Leoncia, reconquistada y lejana ya desde aquel momento. Distante como antaño. Pero su madre identificada con el Tucumán y las despedidas hacia el Alto Perú, con toda su larga ausencia, lo tranquilizó. Doña Leoncia aguardaba en tono solemne esa partida de la caravana, que separaría de ella a un hijo tantos años separado. Silente. Tensa. Como cuando muy joven aún, ella partiera de Manila dejando detrás suyo a ese niño heredero de un rico mayorazgo.Constanza estaba conmovida. Al despuntar el alba se puso de pie sin remolonería, pues había comprendido emocionada que Don Fernán dirigíase hacia un trayecto larguísimo, cruzando el océano, en busca de las sedas tanto como para complacerla a ella. Y que el retorno programado de Rosendo lo obligaba a embarcarse hasta Manila. Ella hubiera anhelado ver juntos a los dos hermanos, pero eso nunca sería posible en la Merced. Los dos hermanos filipinos tendría para siempre como destino, encontrarse todas las vueltas por poco tiempo, en el puerto altoperuano de Arica. Cuando despidió a los viajeros mantuvo los ojos tristones y llorosos. Siendo mucho mayor la pena que embargaba a Fernán, por el hecho de partir dejando a Constanza con una gravidez avanzada, y sin poder hallarse allí cuando llegase el recién nacido. Pero el sistema anual de las caravanas hacia el Alto Perú tenía una rigidez tácita, que Don Lucas mantenía con total disciplina.Cuca atendería ahora a su niña como en la primera infancia. Constanza volvía a ser su muñeca, y otra vez le pertenecía. El otoño doró todo el espectáculo escarpado de la sierra. El invierno la desnudó escarchándola. Julio le tiñó las crestas de blanco ...¡Agosto trajo una niña!... Una gurisa nueva a la Merced Vázquez de Acosta, otra hija del Tucumán y de las indias occidentales, nacida en la serranía cordobesa, bajo el amparo de la Pachamama.32 - RETORNO  DE  ROSENDO.........................................Moteaban las primeras uvas en un día caluroso donde los pobladores de la sierra, semiadormecidos por la modorra del clima, dejaban transcurrir las horas. La pequeña Fernanda de tres meses dormía bajo los parrales en brazos de Cuca, quien hallábase mateando para aplacar la sed. De pronto la gurisita tambaleó en su regazo, como si de improviso Cuca hubiera perdido las fuerzas para sostenerla, cuando la mulata divisó frente suyo la figura esbelta de Rosendo recortada por el resplandor del verano. Quiso el mozo tocar a la criaturita, pero la niñera se lo prohibió con gruñido, mientras gritaba llamando a todos como si el cielo se desplomara. Así era la alegría de Cuca.El reencuentro con el niño perdido emocionó a todos en la Merced. Pero ahora era ya un joven, más alto, más dinámico, atlético y sin embargo siempre cargado de fantasía. Traía para todos ellos, sus amigos de antes, anécdotas e imágenes que partían de su boca llenas de un tono oriental... que sabía a perlas, delfines, sirenas y navíos. Todo cuanto Rosendo podía elaborar en su mente, para entretenimiento de quienes vivían en la quietud del campo. El sol caldeaba la atmósfera y Constanza protegíase del excesivo calor en el interior de la casa, o bajo un alero de los parrales. Ella acompañaba siempre a Rosendo en sus caminatas, pues él estaba ansioso por recapturar sus paisajes olvidados. Recorrían juntos el arroyo con sus pequeñas cascadas, que siendo niños parecíanles gigantes. Llegando luego hasta el tambo para saborear como antaño la leche de vaca tibia, cremosa y recién ordeñada. Y Cuca los aguardaba nuevamente de regreso en el atardecer, con un mate aromado a peperina. La hora de la Oración reunía a toda esta gran familia de la Merced, una vez más en el rosario. Los peones gauchos contemplaban al mozo, ahora mundano y citadino, recordando el tiempo cuando Rosendo era niño y ellos subíanlo a las ancas de su potro, para recorrer los campos vigilando el ganado. Un niño criado allí, en la arisca serranía cordobesa cargada de churquis espinosos, extraviado por caminos increíbles para ellos... y que ahora hallábase de retorno en la Merced. Era aquél un largo tiempo de vida, que se había reunido consigo mismo. Con todos sus elementos dispersos y finalmente asociados.Duró todo el verano. Las pláticas de Rosendo eran enjundiosas como él, traían ensueño y confusión entre lo real y lo irreal. Por ello fascinaban a Cuca. Pero tuvieron la magia de pintar una Manila más accesible a Constanza en su emotividad, como no lograra hacerlo antes Fernán. Pudo ver ahora la niña que aquello estaba adornado con palabras, mediante esa eclosión entusiasta que el mozo transmitía, y advirtió entonces su fantástico componente. Pero ella lo necesitaba así. Era su identidad misma, la que retornaba con él. Rosendo acercábale a Constanza ese mundo al cual pertenecía Don Fernán... más que el propio Fernán...........ooooooooooooooo........... El otoño volvió a dorar los caminos. El monte se secó. Los caravaneros de Don Lucas hicieron otra vez aprontes para un nuevo viaje al Alto Perú. Había una tristeza incierta en la Merced, pues los cambios venían creando sentimientos encontrados.Rosendo partía de nuevo, despidiéndose ahora de Constanza y Fernandita, sin olvidarse de Cuca... una Cuca orgullosa de su mozalbete erguido que iba tomando de a poco, las marcas del exotismo filipino. Ese mismo estilo que antes ella rechazaba en el hermano mayor, y que ahora la niñera admiraba en su hermano menor. Todo cuanto antes parecíale aborrecible en Don Fernán, le resultaba deslumbrante en su niño.Doña Leoncia, la madre, lo abrazó con fuerza. Lo retuvo contra sí intentando prolongar los instantes. Lo presionó sobre su pecho como deseando conservar su tibio candor de fantasías, para mantener junto a ella ese mundo suyo de ensueños y quimeras. Tal vez intentando impedir su partida inevitable. Lo sujetó entre sus brazos anhelando un retroceso de los días, y fijó sus ojos en los de su hijo reconociendo en ellos, el mismo tinte cielo de los suyos... Y luego lo dejó partir.Y el camino se lo llevó nuevamente. Lo apartó otra vez de la Merced, alejándolo de aquella sierra solitaria que acunara su infancia. Volvió a quitarlo de su seno, borrando su figura del escenario montaraz donde Rosendo tenía su lugar propio. El camino lo separó nuevamente de Constanza y Cuca, sin la desazón anterior, con el encanto de lo que se ha admitido.33 - RETORNO  DE  FERNÁN.....................................Don Lucas regresó de Charcas con Don Fernán. Los hermanos filipinos tendrían para siempre esa alternativa de cruzarse, casi por instantes. Fue su destino desde el comienzo y lo aceptaron como algo natural. Había sin duda en el mayor una falencia maternal muy grande, que necesitó cubrir adaptándose al Tucumán, para diagramar su vida junto a ella... por amor a Constanza.El joven hispanoriental, siempre ordenado y activo, había dejado toda su empresa perfectamente organizada en el puerto altoperuano de Arica Y Rosendo, lentamente, a medida que sus tíos fueran preparándolo, le iría respondiendo desde Filipinas. Debido a las grandes distancias de un imperio adonde no se ponía el sol, la organización era siempre primordial, tal como Don Fernán lo comprendía y realizaba. Llegaba ahora nuevamente a la Merced desde Manila, cargado de bellos presentes en sus arcones. Igual que la primera vez. Pero esta vez Constanza los recibió amablemente y con gran alegría. Fue extendiéndolos por la sala grande de la casa para que cada una de ellas eligiese, Doña Leoncia, Constanza y Cuca. Y como era de esperar los abanicos causaron en ellas sensación especial. Un biombo chino con mucho diseños de nácar, fue el favorito de las damas que decidieron colocarlo junto al mejor sillón, aunque él explicase que era para un dormitorio.Fernandita tenía diez meses y él recién podía conocerla. Caminaba con pasos aún dudosos y caía en brazos de la madre. Constanza peinaba con primor sus rizos rojos, heredados del padre, y la beba mirábala con unos grandes ojos verdes iguales a los de ella. Intentaba enseñarle palabras que aún no tenían forma, emitiendo sólo sonidos de vocales.Una sucesión interminable de juegos entre la niñita y su madre, fascinaron la visión del viajero. Solazaban su mente agotada en travesía por mar y caminos. Extendióse sobre el sillón más amplio de la sala, tallado en madera de las misiones jesuíticas. Cerró los ojos esperando la caída de la tarde y el reposo de la noche, para lograr la compañía de Constanza sin retaceos. Y mientras las voces de ambas revoloteaban  en derredor suyo, al entreabrir los ojos, pensó para sí:-"Es Constanza con su muñeca"...............FINAL..............
LA  CONSTANCIA  DE  CONSTANZA....................................NOVELA  COLONIAL(CUARTA  PARTE) 24 - RETORNO  AL  TUCUMÁN.......................................Serafín azuzaba entusiasmado los caballos que devoraban el camino, a paso lento de caravana a pesar de los esfuerzos del mulatillo. Como él se adelantaba de continuo creaba problemas en la caravana, y debía el carruaje detenerse aguardando al resto de la comitiva.  El inquieto Serafín cual auténtico auriga, llevaba de regreso hacia la Merced del Valle de Punilla a esos dos elegantes Indianos, erguidos en sus asientos en el interior del carruaje: Don Lucas y Don Fernán. El primero, un indiano occidental, y el segundo un indiano oriental, súbditos españoles de ultramar. Y el vanidoso mulatillo creíase jefe de una empresa dispendiosa pues durante aquel tiempo de gira por el Alto Perú no le faltaron paseos, convites y confites. Fue el suyo un sueño cumplido de auténtico auriga, y cantaba feliz sacudiendo su bolsa con monedas de plata recibidas como premio a su buen desempeño.El paisaje variaba de ornato en forma constante desde las planicies del Alto Perú, las posteriores quebradas cortantes, las selvas chaqueñas y ese salario impresionante que preludiaba el arribo a destino. A cierta distancia, las carretas que partieran con ellos vigiladas por arrieros gauchos de lanza y caballos, con ponchos al viento bajo el mando del capataz Eufrasio, movíanse ahora con una pesadez distinta. Cargadas de cueros secos y harina en ruta hacia el Alto Perú, regresaban ahora al Tucumanao llevando en su interior telas ñandutí, platería, mobiliario, calzado y tejidos. Don Lucas pensaba en adelante llenarlas con sedas de Manila.El carruaje privado de los Indianos escoltado por jinetes lanceros, deteníase numerosas veces esperando a la lenta caravana. De posta en posta. Frente a ellos en el asiento contrario del mismo, viajaba con ojo alerta y portando pistola en atención a las eventualidades del camino, el enorme mulato Fermín, guardaespaldas de Don Lucas. Sobrio, callado, elegante y bastante dominante. Don Fernán había terminado por respetarlo. No discutirle nada y aceptar su despotismo protector durante el viaje, siguiendo el ejemplo de Don Lucas. Sólo Serafín siempre inconsciente, manteníase díscolo con él. Y el mulatón bajaba numerosas veces amenazándolo con su pistola.................ooooooooooo................ La tarde cuando arribaron Doña Leoncia hallábase bajo los parrales, nuevamente desnudos. Los sobrinos quiteños alborotaron alrededor del carruaje con sus gritos infantiles. Todo era quietud en la Merced, y transformóse en movimiento. La ausencia de Constanza -quien aún residía en la ciudad de Córdoba junto a su tía Ifigenia- fue sentida con hondura por los viajeros. Cuca aprovechó el instante viendo la fatiga de Serafín, para ensañarse con él. Ante la circunstancia misma de hallarlo extenuado por el viaje, lo que proporcionaba un desahogo a su ira, dióle órdenes perentorias de aprontar carruaje para ir en búsqueda urgente de su niña... ¡Y el mulatillo agotado, la miró espantado! Ante la arbitrariedad intervino Don Lucas dejándose el apronte para dos días después. Cuca, indignada, llorosa, ofendida y dolida, entró en el dormitorio de Constanza cambiando toda la cama y llenándola de ornatos normalmente guardados. Y dijo para que todos la oyesen:-"Mi Constancita querrá ver todos sus recuerdos".25 - AMADÍS  SALVA  A  ORIANA.............................................Al segundo día hubo que llamarla en forma insistente cuando amaneció. Hallábanse todo aprestados y sólo faltaba la niñera. Golpeada en su orgullo vistióse rápidamente. Al salir pudo contemplar con admiración a Don Lucas luciendo elegancias altoperuanas nuevas, pues él iba en visita de su prima Ifigenia. Don Fernán exhibía esa gola vaporosa y reluciente estrenada en Potosí. Fermín exhibía con aires de triunfo su novedosa pistola de mango labrado. Serafín aseado y lustroso, coqueteaba su librea nueva.Cuca no sería menos que cualquiera de ellos, en ese día tan significativo para ella, tan especialmente aguardado. Entonces volvió al interior de la casa para buscar su atuendo más florido, que a Doña Leoncia le pareció inapropiado para la ciudad monasterio. Pero su opinión fue rechazada por Don Lucas, quien buscaba pacificar finalmente a la niñera. Conseguir de ella la aceptación de sus anhelos. Lograr la voluntad ulterior de su hija. Don Fernán al verla subir al carruaje con aquel atuendo brillante decorado en rosas rojas, díjole muy ingenuo y sonriente olvidando todo lo anterior:-"Esas sedas floridas son de Filipinas".La mulata clavó en él su mirada de fuego, y el joven retrocedió dos pasos hacia atrás. Asombrado, temeroso, desconcertado. Pero fue retenido de los hombros por Fermín que reía a su lado, en su apostura de mulatón displicente, gigante y barroco, quien no guardaba reserva alguna hacia las miradas feroces de Cuca.  Doña Leoncia nuevamente despidió a los viajeros desde la galería. Esta vez su soledad duraría muy poco tiempo, y dispuso desde ese momento todos los preparativos necesarios para agasajar a Constanza. En la algarabía de ese amanecer los niños correteaban descalzos por no haberse vestido todavía. Para satisfacción de los pequeños sobrinos, los mayores parecieran haberlos olvidado.El viaje fue alegre, más emotivo que el anterior para el joven Fernán. Se leía en su rostro una felicidad eufórica, como si se tratase de una empresa heroica para el paladín de Gaula, quien iba una vez más en rescate de la doncella Oriana, prisionera y amada por Amadís. Camino. Posta. Suquía. En la sobriedad de las calles cordobesas, una vez que llegaron a la ciudad monasterio y universitaria, todos ellos bajaron completamente la fuerza de sus voces. El repiqueteo de los cascos de sus caballos volvióse más lento. En esa atmósfera de meditación, donde el tiempo pareciera no existir, descendieron cautelosos frente al convento de Sor Ifigenia.Después de aguardar en una espera silente, apareció la "doncella prisionera", quien en realidad poco deseaba ser rescatada. Expresivamente alegre y jovial, con su piel de porcelana conventual, Constanza hizo estremecer a su padre. Y un temor a la repetición del pasado preocupó a Don Lucas. Comprendiéndolo... Sor Ifigenia tranquilizó a su perpetuo enamorado. -"Tengo listo su equipaje. Me ha gratificado conocer a Don Fernán, es muy galante. Dejo en sus manos con sumo gusto a mi sobrina Constanza".Ya no quedaba dudas, Amadís de Gaula había salvado nuevamente a Oriana. La religiosa observó gustosa la bella pareja que ambos jóvenes formaban. Constanza había adquirido una gracia de jazmín, como la fronda de los patios cordobeses que rodeaban lo aljibes, en los monasterios y los colegios. Embellecida por este período de descanso y aislamiento, se separó con efusión de Sor Ifigenia, quien despedíala como a una hija auténtica. La hija de su primo Lucas que también pudo ser suya, y que no dejaba de serlo.El retorno fue cordial. La niña empero fue dueña de toda la circunstancia, habló mucho y escuchó poco. Manteníase apartada en un principio de su Amadís salvador, pero cual buena Oriana rescatada por el paladín de Gaula, comenzó a dirigirse a él dejándolo sorprendido. Y como toda jovencita que se sabe amada por un bello galán, mostró a todo el grupo que viajaba dentro del carruaje, un juego de coquetería muy femenina, que cautivó aún más a su enamorado filipino. Las sierras recibieron a todos con su ceremonioso andamiaje invernal. Pero ya el sueño vencía a los hombres que aún no habían descansado plenamente de su gira por el Alto Perú, donde permanecieran por un largo tiempo. Y Don Fernán parecíale ahora a la niña, como una parte más de ese entorno familiar del cual había sido transitoriamente apartada. Era la consecuencia de la distancia. De las semanas. De los meses. De una lejanía adonde las emociones volviéronse diferentes. La Merced en su conjunto, era ahora una sola para ella. Con todas sus nostalgias. No la de antaño, pero sí la misma que Constanza supo dejar un largo tiempo atrás.26 - EL  AJUAR  DE  NOVIA....................................Cuca y Constanza se hallaban nuevamente juntas. Los arcones con el ajuar de novia comprado en el Alto Perú, fueron abiertos por ambas solemnemente, en el dormitorio de ella. Cuca estaba fascinada. Iba extendiendo aquellos tesoros para adornar a su niña igual que antaño, como si jugase con una muñeca. Siempre continuaría siéndolo.Pero cada vez que su mirada cruzábase con la de Don Fernán, ponía el gesto más agrio de su colección. Constanza en cambio estaba feliz, pues tenía nuevos juguetes y estos eran infinitos. Un baúl lleno de tules y encajes elegidos para ella por Fernán. Resaltaban ahora ciertas diferencias en la jovencita, luego de aquel tránsito junto a su tía Ifigenia. Una suavidad nueva antes desconocida en esta niña caprichosa, permitíale adecuar las maneras a un trato más amable con su Amadís. Y aunque en otros aspectos no exteriorizaba mayores cambios, expuso sonrisas antes que risas, frente a Fernán. Sin embargo su padre advirtió en ella, esa fortaleza decisiva que él siempre admirara en su prima Ifigenia, para mantener ideas firmes. Fue así que Constanza dirigiéndose de frente, a su enamorado, díjole:  -"Rosendo vendrá... ¿No es verdad?"-"Sí, tengo dada mi palabra. Es una condición que ya fue aceptada. Soy un caballero hispano y oriental, mantengo mi rectitud. Pero yo debo ir hasta Filipinas para ocupar su lugar de modo que él retorne por un tiempo a la Merced".Constanza comprendió entonces que estos dos hermanos habrían de cruzarse, pero sin poder convivir juntos en adelante, debido a la herencia recibida. Sintió pena por ellos, separados ya en la infancia, pero era el único medio de lograr aquel enlace con ella, tan deseado por su enamorado. Los hermanos filipinos, hijos de Doña Leoncia, madrastra de Constanza, supieron encontrar a partir de su juventud muy distintas fascinaciones. Sobre su lecho de doncella que aún ocupaba junto a Cuca, la carta enviada por Rosendo felicitaba a su siempre hermana deseándole una hermosa fiesta nupcial. Además de ello en el mismo escrito, describíale aquel paisaje oriental donde naciera Fernán, adornado con entusiasmo por su gran fantasía personal. Rosendo no había cambiado dentro de él mismo, sólo había cambiado de escenario.Fernán por su parte, oculto detrás de las persianas, observaba a la niña en su dormitorio fascinada con el ajuar de novia, sintiéndose feliz de haber llegado a sus emociones por medio de aquellos regalos. Veíala extraer cintas de los baúles, guantes, mantones, mantillas, flores de nácar, gargantillas de perlas y puntillas. Pero aún no sabía el apuesto galán, si su Oriana estaba encantada con el ajuar por sí mismo, o por él como su Amadís, como su benefactor. Don Lucas por su parte, estaba temeroso de un cambio repentino en la niña, la cual iba a convertirse en mujer sin serlo todavía. Pero sorpresivamente, la reacción de su hija era muy favorable. No sólo por su encanto con el precioso ajuar de novia, sino también por la conducta idílica que demostraba a su novio. La lejanía, la distancia y Sor Ifigenia, habíanlo logrado.     27 - REGALOS  DE  BODA..................................La Merced entera preparábase para la ceremonia nupcial y el gran festejo. Se ornamentó la capilla doméstica con un gusto altoperuano, de donde procedían las imágenes. Los lienzos de lino paraguayo bordados al ñandutí, muy blanco, cubrieron el altar. Fueron abiertos ocultos arcones en busca de los adornos mejor guardados. El cura Don Plácido disponía con minucia cada uno de los detalles. Desde la semana anterior los invitados procedentes de las Mercedes vecinas, gozaban de la hospitalidad de Don Lucas y Doña Leoncia. Muchos halagos hacia la nueva pareja venían sucediéndose, como cópula nueva a formarse que ampliaba las esferas sociales del Tucumanao. Como una esperanza a la salida de su aislamiento. Como un homenaje de las viejas familias hacia quienes iban a generar nuevos horizontes, entre aquellos ricos y elegantes Indianos, autócratas, pero abismalmente solitarios en la Sudamérica del siglo XVII.Don Fernán hallábase solicitado de continuo por cuantos encomenderos deseaban conocerlo. Mientras que Constanza era la mimada de todos. Los regalos de boda iban destinados a ella con preferencia. Y Cuca continuba adornándola con ellos a cada instante. Probábale brazaletes. Gargantillas. Zarcillos. Lujos diversos llegados como presentes de boda, y que la niña serrana sólo iba a lucir junto a los pájaros del arroyo, de donde no podría apartarse (en opinión de Cuca). Pero Don Fernán intervino con énfasis diciendo a todos, que Constanza luciría más adelante aquellos brillantes en las fiestas limeñas, adonde su familia materna deseaba conocerla.28 - FIESTA  EN  LA  MERCED.....................................  La mañana del día aguardado llenó los espacios de luz. El horizonte extendido de la sierra ofrendaba generoso su esplendor, y los aromos cubrían con copos de oro sus ramas mostrando el límpido escenario. La abeja reina iniciaba su danza nupcial perseguida por un cortejo de zánganos. Los venteveos cubrían de trinos la arboleda de talas circundantes. Los polluelos se asomaban entre las alas de la madre, bajo la luminosidad matutina. La perdiz escabullíase con prisa atravesando los yuyales. Los guanacos escudriñaban a los visitantes extraños con desconfianza, desde el churquizal. La vertiente liberaba su energía al volcarse sobre la tierra para dar alimento a los helechos. En el retraso estacional de las sierras sometidas a fuertes ventoleras, la calma siempre llega con una intensidad casi embriagadora.Apoyado en el marco de su enrejado ventanal, Don Fernán contemplaba toda esa armonía paisajística que habíase posesionado de él, alejándolo en distancia y tiempo de su Manila natal. Un colibrí de plumaje fosforescente transpuso aquel ventanal, atraído por el brillo del quinqué aún encendido, permaneciendo estático en medio de su dormitorio de soltero con un aleteo veloz, para retornar de nuevo al espacio irradiando colores.En el extremo opuesto del caserón engalanado, Cuca intentaba despertar a la amodorrada novia. El mate de plata espumaba en sus manos azabache y Constanza no quería salir aún del sueño. Pero ya las guitarras del gauchaje comenzaron a saludarla ante su ventana, despidiéndola así de su última mañana de doncella -según tradición criolla- y la niña debió salir a la reja para agradecerles tantos buenos deseos. A la mediamañana reuniéronse todos en la capilla doméstica de la Merced, y la ceremonia fue muy emotiva, llenando de la alegría los recintos. Constanza lucía con gracia su elegante vestido de novia y del brazo de Don Lucas acercóse al altar. La tía Ifigenia había llegado el día anterior con su coro de niñas, cuyas voces llenaron la ceremonia con hermosos cánticos religiosos. Dominaba al ambiente creado entre el conjunto que participaba, un hálito de ternura apropiada para una niña adolescente que llegaba al matrimonio. Sirvióse más tarde el rico convite de almuerzo, postre y merienda, todo ello en forma consecutiva. La siesta fue recibida con placer por todos los participantes.  Afuera de la casa, a la noche, sobre los patios de tierra numerosos asados humeaban y los convidados de elegante atuendo acercábanse a ellos en busca del churrasco criollo, siempre preferido. Había cánticos folklóricos en el exterior, y malambos que ofrecía la peonada a los homenajeados. La luna llena comenzaba a brillar en medio de la concurrencia, dentro de una noche calma y casi tibia. Los coyuyos y chilicotes mostraron su presencia. A la distancia el arroyo hacía cantar a las primeras ranas.29 - NOCHE  DE  BODAS............................... La noche caía mansamente mientras la fiesta continuaba. El silencio del monte era ignorado por los invitados. Las niñas del coro de Sor Ifigenia entonaron hermosos villancicos, como complemento fiestero.Cuca llevó a Constanza hacia el interior de las habitaciones, para quitarle el traje de bodas. La peinó largamente. Untó sus manos con aceite de coco, suavizándole también la frente y las mejillas. Luego tomando un lienzo de lino paraguayo apenas húmedo, aromatizado en mistol, iría recorriendo sus blancas piernas y los brazos nacarados de la niña. Por último colocóle una bata color ámbar de seda asiática, dejándola finalmente sola en ese cuarto destinado a noche de bodas. Constanza quedó allí sola, aislada, muda, estática. El tiempo parecíale infinito. La habitación estaba separada del resto de la gran casa, pero la paz del ambienta era invadida desde la ventana por el canto múltiple de los chilicotes. Como un susurro muy lejano, oíanse las voces de los convidados. Un débil candelabro expandía su luz suave en derredor a ella.Lentamente, desde el fondo del pasillo interno, fue escuchando los pasos de Don Fernán que se aproximaba. Giró entonces la niña con temor su cabeza. Miró en derredor suyo comprobando, que aquel dormitorio no era el propio. Observó su atuendo de noche de bodas ...¡Y todas las imágenes primeras de rechazo volviéronle a la mente de un golpe!... Frente a ella un espeso cortinado de ñandutí ofrecíale la única alternativa de refugio. Con ágil rapidez se escondió en la pared, envolviéndose en el ñandutí. Casi no respiraba. El joven novio, que venía caminando por el pasillo detúvose a la puerta en ese momento, tomando de las manos de Serafín la lámpara que éste portaba. Y entró con ella iluminando la habitación. El mulatillo en tanto, volvió por sus pasos para confundirse otra vez en el festejo. La intensidad de luz de esa lámpara aclaró toda la alcoba, permitiéndole ver a Fernán los pliegues del cortinado que cubría la pared desde el suelo al techo, debajo del cual se destacaba el bulto formado por la silueta de Constanza.Don Fernán miró aquello largamente... Y por último se sentó en el lecho nupcial. Admirado. Inerte.30 - SECRETOS  DE ORIENTE.....................................Tenía que jugar como Rosendo. No sabía hacerlo. Nunca lo hizo y menos con una mujer. Pero era la suya, la bellísima Constanza, desdeñosa, despreciativa... y ahora espantada.Recordó en ese instante a Rosendo en Arica, cuando él lo dejara tembloroso en la borda de una goleta rumbo a Manila, custodiado por varios criados filipinos. Entonces no supo Fernán advertir lo que significaba para el niño adolescente y montaraz, crecido en la serranía cordobesa, ese cambio tan abrupto. No. Pues había dispuesto asumir su tutoría legal como una deuda de responsabilidad, con su familia. Como un deber. Pero ahora debía asumir su matrimonio plenamente, y era como tener de nuevo a Rosendo mirándolo, desolado, desde la borda del navío que lo llevaría hacia Oriente. Sin embargo Constanza no lo miraba, estaba oculta bajo el pesado ñandutí. Y Fernán hallábase inmóvil también, como poseído por un encanto. El auténtico encanto de una hada poderosa que no le permitía ningún movimiento, y que habíalo paralizado. Pero pudo observar los ojos verdes de Constanza, observándolo al través del enrejado con puntillas de su escondite. Advirtió el repliegue de su aliento bajo ese cortinado, y Don Fernán estremecióse como antes. Como el día anterior de su partida hacia el Alto Perú.Se preguntó entonces... ¿Dónde habían quedado todas sus energías viriles, redivivas y reencontradas dentro de sí mismo, en los fastos de aquella ciudad cosmopolita del Potoche? Comprendió entonces que Constanza volvía a someterlo al temor anterior, porque le transfería el suyo propio. El temor de una niña aferrada a los juegos en búsqueda de dar continuidad a una tiempo concluido, con miedo de traspasar el límite que la llevaría a ser mujer. Era allí donde se centraban las angustias de la joven, y el sentimiento arrollante que lo inhibía a él. Don Fernán dejaba de ser frente a ella el galancete de Manila, que cautivara a las limeñas, y que había extasiado últimamente a una hermosa y codiciada cortesana potosina... para convertirse ahora en otro niño muy asustado y cohibido.-"Dos niños pueden estar juntos ¿Pero cuál es mi juego"- pensó para sí  Era éste su reto en aquel momento. Sus ojos azules miraban fijos los pliegos escarlatas del lino, bordado con ñandutí blanco. Era imposible ser indiferente a ese hermoso diseño indio, pero que ocultaba a su amada Oriana. Y como él sentíase un auténtico Amadís, debía rescatarla de allí.    Allí estaba  Constanza  contemplándolo con su fantasía sobrecogedora. El no era ya para ella Don Fernán ¿Quién sabe quién sería? Tal vez un duende llegado desde el mar oriental. O un misterioso enviado de Pachamama para ser alojado en el corazón de la sierra, pero sólo en forma transitoria. Quizás no tuviera para ella todavía una identidad propia, y sólo fuese un ave migratoria que planeaba sobre la Merced, como los cóndores que Constanza veía todos los amaneceres sobre las lomadas. Su mente fervorosa en imágenes serranas no le había dado todavía un nombre, y Fernán debería producir por sí mismo uno que le correspondiera y lo hiciese grato ¿Pero cuál iba a ser luego el juego para ofrendarle, afín a ella y posible para él?....................00000000000..................... Continuaba inmóvil. Rígido como una estaca. Temía que un movimiento suyo rompiera en ella la incógnita y se transformase en una desilusión. Había llegado al punto de estar aún más asustado que Constanza, exhibiendo temor. Pensó entonces de nuevo en Rosendo, embarcado de improviso hacia Manila con su rostro de espanto. Pero ahora, viviendo el hermano menor emociones y novedades orientales habíase apartado, con ese natural encanto de la juventud, de estas tierras cordobesas que eran en cambio, para Don Fernán desde su arribo a ellas, toda la fascinación de lo nuevo e inesperado ...Como en esta noche de su boda.Influía asimismo el contraste abierto entre indias orientales e indias occidentales, que a ambos separaban. Y en esta noche, en el cuarto nupcial ornamentado con lujo, ambos jóvenes se temían manteniéndose a distancia, cohibidos por un misterio que era indispensable develar y disipar. Un misterio escondido más allá del Océano Pacífico entre los oleajes saturados de perlas, donde ubicábase la dimensión de espacio que mantuvo todo el tiempo confundida a Constanza. Pero era éste precisamente el encanto que ejercía Don Fernán desde su llegada a las Indias Occidentales: su hechizo de Oriente. Un misterioso y exótico Oriente hispánico que ornamentaba con sus sedas las salas, los tapizados, las alcobas, los hombros de las damas en sus mantillas, los abanicos, las galas de los caballeros, el decoro de los altares, los sayales de los sacerdotes. Y que estaba allí en presencia viva en aquella noche serrana de la provincia del Tucumán, entre los aromos espinosos de Punilla, bajo el abrigo del gran Virreinato del Perú... Lima los legislaba. Alto Perú los conducía. Córdoba los educaba... ¡Y ellos se temían!....................00000000000.....................Cuando lo comprendió, Fernán se puso de pie. Fue acercándose al ñandutí y descubrió el rostro de Constanza abrazándola, pero sin quitarle el cortinado de lino que la envolvía. Apoyó su mejilla en la de ella, sin besarla. Luego la condujo tomándola de una mano, hacia el ventanal. Su brazo filipino rodeó la seda de Manila que contorneaba el cuerpo de Constanza.El cielo sin nubes ofrecíales un manto salpicado de estrellas, donde la Cruz del Sur parecía homenajearlos. La noche continuaba y era de ellos. Don Fernán había dejado de temer a Constanza y de cohibirse frente suyo. El era el hermano mayor de Rosendo, y también lo era en la emoción de esa hora, de ella. No podría nunca alterar ese sentimiento de comunidad, de coexistencia, de vínculo común dentro de una Merced. Debía pertenecer a esa Merced, a su tierra, incorporarse a la esencia de su Pachamama, o volver a Manila sin más esperanzas en el alma de la niña. Cuando lo asumió, Don Fernán prodigaría sus encantos orientales logrando la pasividad de la joven. Como una nube envolvente surgió la exquisitez en medio de los temblores y lágrimas de ella, cuyo consuelo único en la soledad de ese curto decorado con lujo... era Fernán. Finalmente la niña se abrazó a él, llorando en su hombro, porque sólo él estaba de toda su familia en aquel momento, a su lado. Don Fernán era después de esto parte de la Merced. Miembro de la serranía. Invitado a los juegos de Constanza... Y esa noche él le abriría los Secretos de Oriente....................ooooooooooooooo....................
LA  CONSTANCIA  DE  CONSTANZA....................................Novela  Colonial (TERCERA  PARTE)16 - ALTO  PERÚ...............................El Alto Perú se abrió a los viajeros en toda su opulencia. Los dos visitantes recorrieron juntos la ciudad cabecera del Altiplano que tanto fascinaba a Don Lucas, y el encomendero del Tucumán sentía orgullo al presentar ante aquella distinguida sociedad chuquisaqueña, a un hijastro que ansiaba transformar en hijo definitivo. En su heredero.Los ancestros limeños de Don Fernán, por el lado materno, le dieron allí un aval sobresaliente. A poco de llegar recorrió las calles de la afamada Universidad de Chuquisaca, admirando su esplendor edilicio. Conoció a la Audiencia de Charcas situada a pocas cuadras de ella, luciendo sus inmensos portales. Visitó asimismo al Obispado de La Plata, menos ostentoso, y debido a su actividad comercial se hizo presente en el Gran Mercado de Charcas pasando bajo sus grandes arcadas, con su orgulloso escudo de águila bicéfala en hierro forjado, el mismo escudo de la Casa de Austria.Cuando Don Fernán recorriera cuatro ciudades distintas (Audiencia de Charcas, Universidad de Chuquisaca, Obispado de La Plata, Mercado de Charcas) pudo comprobar que tratábase de una sola ciudad. De muchos nombres, con actividades separadas y autónomas, separadas por pocas cuadras. Pero sin embargo eran distintas ciudades, aunque funcionasen en el mismo predio habitacional. Y en cada una de ellas el joven recién llegado conoció gente diferente, debiéndose a habituar a este rápido cambio de trato con las personas, que residían empero, a pocas cuadras de diferencia unas con otras. Así cuando él decía a Don Lucas "Voy a Charcas", estaba indicando con ello que iría hasta la Real Audiencia por los intereses propios de sus negocios filipinos, tan importantes para él y su familia Díaz de Urquizu, de quien era allí su delegado. El trato con los Oidores representaba algo más que un mero instrumento de justicia, siendo la propia voz del Rey quien hablaba por su intermedio, pues Carlos V le había otorgado fuero propio independizando a la Audiencia de Charcas del gobierno virreinal. La venerable Real Audiencia era independiente del gobierno colonial. Incluso del gobierno español. Dependía sólo del Rey.En esto residía su severa condición, y Don Fernán pudo admirar el famoso "Paso de los Oidores" acompañados de una comitiva por las bellas calles empedradas. Casi sagrados. Sin parentesco. Separados en trato de todos los habitantes del lugar. Impedidos de pernoctar en la casa de cualquier familia. No parecían iguales al resto de la población y nadie en esta región de las Indias sudamericanas estaba por arriba de un Oidor de Charcas, cuyo "eforado" lo arrancaba en poco tiempo del lugar para ya no volver. No alcanzaba a conocérselo ni a arraigar, cuando ya debía partir de allí a muy lejos destinos. Como algo mágico. De un instante. Inclaudicable.Cuando en otro momento Don Fernán dijera "Voy a Chuquisaca" entendíase que deseaba cultivar el trato con los eruditos de la Universidad, haciéndose allí muchas simpatías entre sus estudiantes internos y los profesores jesuitas. El climax estudiantil atrajo la atención del nuevo visitante. Don Fernán deteníase a admirar esa imponencia arquitectónica distribuida en varios edificios blancos que lucía la Universidad de San Francisco Javier, cuyo nombre evocaba al gran compañero de Loyola. Un estudiantado diverso ponía su nota peculiar en el carácter mundano que lo diferenciaba. Sus togas estudiantiles confundíanse entre la elegancia chuquisaqueña, compartiendo la vida múltiple de esta ciudad cabecera. Ciudad facetada. Pero aún en medio de esa acogedora sociabilidad que la caracterizaba, era condición destacable el grado se sobriedad propia del ambiente, que Don Fernán procedente de Manila, supo advertir por contraste. Atraído por su atmósfera el joven filipino aguardó durante días con paciencia oriental, de pie sobre las escalinatas, hasta ver salir por el gran portal al Presidente de la Universidad, y ambos hiciéronse un saludo reverencial. Cruzaron sus miradas por algunos instantes, comprobando de inmediato Don Fernán que el Jesuita no había girado la cabeza, pero supo en ese exacto momento que el joven procedía como él, de "allende los mares", aunque en sentido cardinal inverso.  Y cuando en otro momento dijera Don Fernán "Voy a La Plata", indicaba con claridad el carácter de esta entrevista y su interés por relacionarse, como extranjero, con los mandos superiores de la Iglesia altoperuana. Lo que era de sumo interés para la católica Filipinas. A su vez la mística del Altiplano sedujo al joven filipino por sus remembranzas asiáticas, en ese ambiente de religiosidad milenaria donde la influencia europea sobreimpresa a la mística altiplánica, gestaba formas nuevas y sincréticas.No pudiendo substraerse el impacto del escenario, la hispanidad optaba por asimilarlo. Sobre aquella conjunción de culturas en vías de integración, el Obispado de La Plata colocaba en ella un halo de austeridad e imponencia. En esta lejanía de las Indias Occidentales sudamericanas, incrustadas en el centro del continente austral, dicho Obispado oficiaba como un ministerio casi autónomo. O más vale dicho de otra manera, sus ministros encarnaban una especie de Papado propio. Para aquellos visitantes anuales como Don Lucas, cuyos orígenes empezaban a perderse en el olvido, donde la tradición europea como tal daba ya signos de extinción, el Obispado de la Plata transformábase en el Sumo Pontífice mismo. Esta grey católica desprendida del mundo y de su siglo, lo identificaba con ella misma. En el escenario abierto más allá de la Salina Grande -como era el Tucumanao- sabían todos que ya nunca retornarían al lugar de partida, como supieran creer sus ancestros al comenzar la aventura de las Indias. Y tanto ellos como sus herederos, anclados ahora en puerto seco, construyeron en este continente su existencia definitiva. Pero el Obispado de La Plata servía para recordarles sus raíces de pensamiento, influenciado ya inevitablemente por la Pachamama. Pero fue en el Gran Mercado de Charcas donde Don Fernán alcanzó su cometido con más alto vuelo, ya que allí lograría los tratos requeridos para la exportación de las sedas, mantones, abanicos, biombos y marfiles orientales. Podía decirse que el joven ya había cumplido con todo su cometido, como representante de una familia de las Indias Orientales, en aquel centro vivo del comercio con las Indias Occidentales. A su vez el Mercado de Charcas recibió gustoso el cargamento de Don Lucas, consistente en cueros secos para exportar y una gran cantidad de productos alimenticios, además, por cierto, de un buen cargamento de sal faltante en el Altiplano.  Las carretas del Tucumán comenzaron a llenarse al mismo tiempo en ese Gran Mercado con productos faltantes en las Mercedes y en la ciudad de Córdoba. Mobiliario. Vestuario. Calzado ...¡Y el ajuar de novia para Constanza!... Toda una selección de delicadas prendas en sedas orientales, y también bordados paraguayos en tela de lino llamado "ñandutí".  17 - PLATA  Y  ORO....................................La platería de vajilla con gran demanda y renombre, debía buscarse en la Villa Imperial de Potosí. Allí asimismo, los orfebres modelaban el oro en exquisitas joyas. Don Lucas gustaba elegir personalmente tales productos, aprovechando esta circunstancia para visitar la opulenta urbe del monte "Potoche" y gozar de sus fastos multinacionales. Ya que arribaba a Potosí luego de vender su producción y podía, por tanto, financiar gastos. Brillos. Saraos. Contrastes y lujos diversos. Experiencia distinta y necesaria para todos aquéllos encomenderos que aislados en la frontera sur de este Virreinato del Perú, sentíanse cohibidos ante la severidad de Chuquisaca, y necesitaban de emociones expansivas. Tal el caso de Don Lucas. Pero inesperadamente éste decidió quedarse allí, con algunas excusas poco convincentes, que ocultaban otro interés. Tenía sus proyectos. Y púsose de inmediato en campaña para arbitrar todos los medios adecuados, a fin de enviar a Don Fernán hacia la ciudad imperial, en un carruaje especialmente enjaezado.Pero el joven hispanoriental atraído por la altivez de Charcas y la sobriedad de Chuquisaca, sometíase con total indiferencia a este viaje que lo separaba de los Oidores y los universitarios, sin comprender los motivos de Don Lucas. La elegancia de la ciudad cabecera del Alto Perú y su norma intelectual, habíanlo impactado, cautivándolo con su gracia especial. Pero complacería los deseos del padre de Constanza emprendiendo una ruta distinta, hacia una ciudad de plata y oro, colocada entre las más elevadas del mundo a cuatro mil metros de altura sobre el mar. Como también la más populosa en las Indias de su siglo, pues era segunda en población dentro del escenario cristiano después de Roma.  La exótica personalidad de la ciudad argéntea, "Villa Imperial de Potosí", atraía a sinnúmero de viajeros uniendo con su amalgama, en la cumbre elevada del Altiplano, a Occidente con Oriente. Al hemisferio norte con el hemisferio sur. Como los cuatro caminos del incario este-oeste-norte-sur. Allí hacían acto de presencia ciudadanos de origen diferente por sus nacionalidades, razas diversas, edificando mansiones o palacios, y fusionando con ello sus experiencias recogidas por el mundo.Don Lucas empeñado en esta aventura potosina que él preparaba para Fernán, hallábase satisfecho al establecer una distancia prudente entre ambos. Quería liberar al joven de su tutela y enfrentarlo a sus propias decisiones, en un escenario rico y audaz. El veíalo como imperioso, para que Don Fernán recuperase su autoestima ¡Potosí! Una ciudad alegre. Brillante. Fastuosa. Multinacional. Donde el joven mundano tan desentonado en este momento, lograse fortificar sus ánimos. Comprobar la fuerza de su energía. Vitalizar su fuego interior... tal como había llegado a su Merced.Porque Don Fernán tan maduro como era, colocado en un lugar de responsabilidad tempranamente, contaba en verdad con pocos años. Era un mozo joven que en cuanto debió enfrentar a un temperamento infantil, pletórico de fantasía, como era el de Constanza, habíase sentido resquebrajado. Desarticulado. Partido en facetas que parecieran no unirse nuevamente. Ahora temía a su hija y estaba inseguro ante la mujer como entidad misma. Y esto habíalo comprobado viéndolo actuar en la sociedad chuquisaqueña. Ya no era más el airoso gallardete que conmocionara a todos con su apostura, cuando llegara hasta su casa. Don Lucas pudo advertirlo a tiempo. Veíalo observar a las damas con inhibición, sin lograr comunicarse. Y él, el apuesto Don Fernán Díaz de Urquizu que habíalas cautivado en escenarios lujosos, las contemplaba ahora indeciso, con dudas sobre su persona.Potosí, estaba seguro Don Lucas, iba a brindarle un esplendor social acorde consigo mismo. Con su antiguo entorno. El lujoso carruaje que lo llevaba emprendió de esta manera su acceso hacia aquel "techo" del mundo, en busca de un reencuentro temperamental que Don Lucas buscaba producir en este joven angustiado. Pues el contraste que habíale ofrecido la emotividad de Constanza, no logró hacerle comprender el mundo serrano de la niña, que era su incógnita, pero sí logró hacerle desistir del suyo. Y así hallándose Fernán inseguro de sí, no podría asumir la responsabilidad de una jovencita no formada.18 - VILLA  IMPERIAL  DE  POTOSÍ...................................................................Era de mañana cuando las galas de Potosí le entregaron a su vista, los fastos de aquella urbe luminosa de riquezas. Las fachadas de las casas lucían orgullosas sus frentes con escudos nobiliarios. El ornato de los carruajes combinábase al rico vestuario de sus ocupantes, y los jinetes que entrecruzaban las calles exhibían su pose hidalga y comunicativa, entre el conjunto de potosinos estables y fluctuantes.Llegado de la sobria Charcas el joven fue dominado por la alegría constante del ambiente. Figuras de soldados bien armados vigilaban la urbe por las distintas calles, colocando su nota peculiar y necesaria en esta ciudad cosmopolita. Nada estaba allí librado al azar, aunque la aventura fuese su tónica.La concurrencia múltiple en las calles potosinas hacíase más evidente por la profusión de lenguas que se entrecruzaban sin pausa. Unas europeas y otras autóctonas, pero siempre en gran variedad. Las damas de alcurnia paseaban su elegancia de largas faldas permitiendo apenas entrever sus zapatos con hebillas de oro, entre risas y sonrisas. Mientras que las "cholas" indias giraban sus pequeñas polleritas con franjas multicolores, dejando al desnudo desde las rodillas sus bellas piernas torneadas. Era un contraste notorio.Un esplendor de brillos mundanos empezó a condicionar el rostro del joven forastero, ansioso por reencontrarse con un mundo múltiple, como era el de su Manila natal. Y al descender del carruaje Don Fernán quedaría absorto ante las líneas elegantes y coloridas de un palacio potosino. Comprendiendo entonces que Potosí era Ciudad-Color. Esta urbe internacional, mediterránea, emotiva, fastuosa, abierta a los aristócratas con escudos y a los aventureros sin origen conocido, pero todos ellos dinámicos y creativos, sorprendió desde el comienzo a Don Fernán. Era una urbe que daba cabida a multitudes humanas transitorias procedentes de rincones apartados del mundo. Una sorprendente ciudad donde se daban cita la historia y las naciones. Escenario cristiano y pagano. Tanto por su diversidad de religiones allí presentes, como las nativas aún pervivientes, o los refugiados "hugonotes" llegados hasta ese Altiplano nadie sabía cómo y cuándo, y además el catolicismo oficial que trataba con una hábil filigrana, sintetizar todos esos credos en una sola realidad potosina.   Una ciudad elegida por Carlos V emperador de la cristiandad, como su "Villa Imperial", enclavada en el centro del continente austral, elevada en el techo de Sudamérica a 4 mil metros de altura... en la cual acontecían a diario situaciones inesperadas. Ambiciones. Amores. Competencias. Duelos. Religiosidad.La cosmópolis del Altiplano había conmovido a Don Fernán, desde el primer momento, ya toda su savia. Era lo que Don Lucas esperaba de él. El retorno de su fuerza. De su fuego. De su confianza en sí mismo. De su poder de lucha.19 - COSMÓPOLIS..................................Pero si poderosa advertíase la cosmópolis, se hizo muy elocuente para este visitante, a un mismo tiempo, el valor moral y la capacidad de trabajo del pueblo autóctono, orgulloso aún de sus antiguos lauros. Esplendores de un pasado indio que a cada paso iba haciéndose más reconocible para el forastero. En esa dimensión altiplánica se trasuntaba a la vista suya y de todos los otros extranjeros, ya fuesen europeos fluctuantes o Indianos (europeos nacidos en Indias), la corrección del nativo sometido a leyes occidentales. Su mutismo ancestral. Su mágico misticismo.Vivencias que invadían el mundo del invasor. Persistencia de una cultura arcaica, subsistente más allá de la creación del virreinato español. Aquello que los antiguos Charcas y sus sucesores los Incas, imprimieron en el espíritu indio siempre conservador. Los primeros con el Tanga-Tanga trinitario y uno, y los segundos con el culto solar a Inti y sus Cuatro Caminos del imperio Tiwantisuyo. Los primeros con la trilogía y los segundos con la tetralogía. Razón determinante para la "guerra matemática" de tiempos precolombinos. Fue la larga lucha de los Charcas del Alto Perú por defender su "Tanga-Tanga" (contra los incas) constituido por tres hermanos que fusionábanse en uno solo, representados por una cruz de plata igual a la cristiana medioeval. Y este símbolo precolombino fue el factor determinante para la fusión de credos que íbales proponiendo la Cristiandad. Lo cual derivaría con el tiempo en una catolicismo sincrético de tradiciones altoperuanas vigorosamente ensambladas. Acompañaba a este núcleo de pueblos originales, la extraña presencia de indios "chiriguanos" traídos desde las selvas guaraníticas por los españoles, debido a su gran habilidad manual y a su arte de labranza. De carácter en extremo alegre pero con costumbres controvertidas como la homosexualidad y la antropofagia, que la autoridad colonial trataba de desarraigar en ellos. Los sacerdotes chiriguanos según los testigos, casaban a la mujer con mujer, y al hombre con hombre. Los soldados españoles vigilábanlos de continuo para impedir tales ceremonias. Ellos manteníanse separados y rivales de los nativos autóctonos, completando así este recuadro único potosino.20 - PELIGROS.............................La Villa Imperial de Potosí lucía ante el viajero todas las magnificencias que Don Lucas buscaba para él. También sus peligros. No pasaría mucho tiempo antes de que Don Fernán fuese testigo de las revueltas callejeras entre castellanos y vascongados. Cruentas. Alarmantes. Las calles amanecían teñidas de sangre, causadas en especial por la habilidad dialéctica de los castellanos que irritaban la tozudez vasca creando irritaciones que se transformaban en luchas a muerte. De igual manera, ambos grupos eran aventureros y estaban allí tras la riqueza fácil del monte Potoche.La guardia armada tenía su cuartel a pocas cuadras de la plaza central y el gran portal abierto de par en par permitía en aquellos eventos crueles, la salida de un cuerpo completo de caballería dispuesto a encarcelar a unos y enterrar a otros, ya que no lograba calmarlos. Estas circunstancias obligaban en Potosí a mantener soldados con buen armamento y vigías permanentes. Había riqueza a raudales y llegaban a Lima de continuo, cartas solicitando a la autoridad virreinal la posibilidad de instalarse en Potosí dos años solamente, para rehacerse económicamente. No hacía falta más. El oro era purísimo. La plata bajaba a diario del cerro sagrado con la facilidad del sereno en la noche. Dando esto motivo a los múltiples desórdenes callejeros, sofocados con igual energía. Los europeos mostrábanse codiciosos. Duros. Los vigilantes inflexibles. Como dato especial se destacó siempre el hecho de que ninguna mujer, fuese europea o india, podía ingresar dentro de las codiciadas minas de Potosí. 21 - LUJO  POTOSINO.........................................El lujo era dueño de los palacios y el ritmo nocturno, motivado por el mismo frío de aquella altísima ciudad, hacía que sus habitantes se acogieran al calor de bellos quinqués y fuegos encendidos, en medio de fiestas cobijantes. Pues en Potosí hay una sola estación anual, según comentario conocido: el Invierno. En el centro de esta euforia bulliciosa era imposible separar el festín, el romance y el juego económico, pues sin ello aquella población múltiple nunca hubiese llegado a instalarse a cuatro mil metros de altura. El joven filipino atendió al llegar los negocios que le encargara Don Lucas recorriendo los talleres artesanales donde el metal precioso emergía en formas infinitas. Ornatos. Jofainas. Vajillas Espuelas. Mates. Bombillas. Figuras religiosas... y el Tucumán reclamaba estos productos. Cautivado por las imágenes artísticamente moldeadas en ricos metales, de gran exotismo para él oriental y español, acostumbrado a otros estilos, fue aprendiendo sobre gustos sudamericanos y precios. A su lado Serafín haciendo de escolta y armado como un escudero, intentaba influenciar en las adquisiciones. Pero en este punto Don Fernán era inflexible y tenía un gran instinto comercial. Visitó con paciencia a los diferentes artesanos, los talleres mayores o menores y también los almacenes con mineral en bruto. Calculó precios y ventajas. Evideciándose como buen vascongado, de un orden drástico.Sus propios negocios filipinos tuvieron una expansión en esta ciudad imperial tan expandida por sí misma. Un Marqués le brindó una velada con ricos manjares en el cierre de un trato comercial, por la importación de sedas orientales. Poco después un Conde le ofreció un paseo en calesa haciéndole recorrer los cerros vecinos, luego de interesarse por sus sedas filipinas.Un edificio de gran altura, pero sin ninguna ventana en la planta baja, y que ocupaba ambas calles, salió a su encuentro: la Casa de la Moneda de Potosí. Sólo pudo acceder a ella por el gran portal de entrada -muy custodiado- presentándose como viajero de Filipinas, y entonces contempló el acuño de monedas que allí se efectuaba. Sorprendióse al ver salir monedas con distintos escudos, de varias naciones europeas diferentes, como también algunos con letras que no eran alfabeto latino. Entonces supo para su sorpresa, que estos encargos venían a la Casa de la Moneda de Potosí desde imperios occidentales, tanto como de orientales.22 - VIDA  CORTESANA.........................................A las emociones violentas de sangre y ejércitos, que debió presenciar el joven forastero, siguieron las amorosas. La elegancia y los saraos incitaban al romanticismo, muy mentado en Potosí. Las bonitas niñas potosinas le sonrieron con gracia, y sus familias convidábanlo como galán de importancia para alianzas intermares. Le era difícil a Fernán desairar esas ilusiones y prefería ante ello, bailar con todas las damiselas por igual. Viéndose halagado por ellas en medio de reuniones con gran oropel, recordaba sus días limeños al arribar a este virreinato. Un rostro aún más bello, pero inalcanzable, lo cautivó al instante. La esposa del encargado de la Casa de la Moneda coquetearía con él sin reservas en su lujoso salón. Sin embargo iba a encontrar su reja siempre custodiada por orden de ella. Ello hízole entrever un mundo de realidad y fantasía potosina, a la cual como extranjero debía adaptarse. Una noche helada como todas las de esa ciudad, encontróse ofreciendo serenata a una bella dama de rizados mechones rojizos, tan guipuzcoanos como los suyos.Danzó en los salones mostrando gran elegancia y descubrió allí, sutilmente, una vida cortesana escondida, secreta y no demasiado oculta, pero que presentóse ante él cuando llegó a descubrirla. Y entró de nuevo como antes en los balcones. En los brazos de Ximena hallábase un amanecer hechizado, cuando de improviso la habitación fue invadida por los sirvientes de la casa en busca de un malhechor. Mientras el jefe de familia llamaba a los guardias. Los sótanos internos de la mansión le permitieron salir hacia una calle distante.   Despertó una mañana junto a la almohada de Letizia y después de observarla bajo la luz del amanecer, deslumbrado por esa piel de porcelana que estuviera entre sus manos, se encontró a sí mismo sin inhibiciones y sin dudas. Letizia habíalo conmovido, pero también ella fue cautivada por él. Su exotismo oriental y viril supo emerger en palabras de caballero hispánico y galán juvenil, conquistando a una mujer codiciada por muchos. Su inseguridad diluyóse como una nube de verano... Y ya no tenía miedo a Constanza.Se vistió con el elegante atuendo que trajera el día anterior, enmarcando su rostro brillante de barba rojiza en mosquete, con un vaporoso ornato al cuello. Una gola comprada especialmente allí en Potosí. Y sonreía en placidez porque volvía a sentirse sin temores. Contemplaba los cabellos largos y obscuros de Letizia desparramados sobre las sábanas blancas, donde su piel pálida confundíase con el lienzo de lino paraguayo. Sólo el bordado de ñandutí coloreaba el entorno de sus facciones. Por similitud de imágenes Don Fernán meditó, preguntándose "¿Por qué le faltaban frente a Constanza todas esas sutilezas con las cuales había desbordado el encanto de aquella noche?". El exotismo de Manila turbó los ensueños de la cortesana potosina, la cual creyera hasta entonces conocer las variedades mundanas de su época, y el joven filipino obtuvo un triunfo que duraría hasta el nuevo sol.23 - SOL  FRÍO............................Afuera la luminosidad era radiante y el macizo de oro y plata del Potoche mostrábale orgulloso su volumen, todavía no desgastado totalmente. El sol iluminaba los suntuosos frentes con ese resplandor especial que crean los rayos a gran altura, y como un espejismo el cielo parecía totalmente blanco. Serafín unióse a él al salir de aquella casa, como siempre, en escolta bien armado.Hermoso en su luz y vibración, como un destello, este sol potosino no emitía calor. Don Fernán ante el chucho matinal colocóse contra una pared para recibirlo en el rostro y todo su cuerpo, pero no consiguió entrar en calor, pues hay un sol frío a cuatro mil metros de altura. De modo que decidió seguir caminando por las calles y veredas, bellamente talladas en piedra de la ciudad imperial. Era la primera vez que recorría Potosí en las primeras horas del día, de modo que parecióle una ciudad totalmente distinta. La urbe más poblada del continente con una población en su mayoría fluctuante, elevada hacia el firmamento como techo del mundo, se presentaba arrogante ante él en aquel amanecer, mostrádole toda su enjundia.Los guardias vigilaban esa mañana con más celo la ciudad que el día anterior, dado que las refriegas entre vascongados y castellanos fueron especialmente vigorosas durante aquella semana. El Potoche causa de todos estos disturbios, se erguía soberbio ante sus ojos cargado del precioso metal, dueño absoluto de un mundo cosmopolita con estructura sorprendente. Pasaron ambos jóvenes frente a la Casa de la Moneda lo que impactó con fuerza a Fernán, sacudiéndolo de improviso luego de varias semanas entre saraos nocturnos, despertando en él sus herencias empresarias ¡Y recordó en ese momento!... que él era allí un representante en el Virreinato del Perú de los Díaz de Urquizu y que debía velar por los intereses de una familia y un mayorazgo. Debía velar por él y por Rosendo.Don Fernán fue recorriendo entonces las calles mañanera programando en su ideario múltiples derivaciones. El Alto Perú era buen consumidor de sus sedas de Manila y el joven filipino hallábase en aquel momento ubicado en el ángulo de mayor poder económico del mismo. Como tal vez de todo el imperio español de ultramar. Era el momento de fijar su atención en la empresa comercial que tenía entre sus manos, en aquella ciudad que estaba ante sus ojos, colorida, alegre y licenciosa, que habíalo recibido en lujosas fiestas, pero que prometía además grandes opciones para su empresa de exportación. Siguió caminando junto a los frontones de las casas potosinas que lucían orgullosas sus escudos nobiliarios, cuando de improviso en medio del oropel que lo euforizaba, el silencio conventual de las monjas de clausura le ofreció por contraste una mudez tácita, plena, sedante. Las imágenes anteriores desaparecieron por completo y una nueva Potosí surgió ante su mirada. Los campanarios de numerosas iglesias plagaban de acordes el inicio de la nueva jornada. Damas, acompañantes, ancianas y niños dirigíanse a misa. Pasaban junto a él en una procesión múltiple, llenando las calles potosinas de serenidad pacificante. Fascinado por el encanto emocional que volvía a sorprenderlo -aunque ahora de una manera muy diferente- Don Fernán cambió su ruta para seguir los pasos de aquella nueva multitud que antes no había visto, y entró en los templos en prosecución de ella. Serafín muy asombrado, resignóse a tal cambio. Inmerso en el aura mistérica del Altiplano el mozo filipino sintióse conmovido ante la suntuosidad estética, con la cual los artistas nativos habían labrado su Fe, en el metal puro más brillante. Los altares de oro refulgentes como rayos de Inti, capturaron sus pupilas. Una forma de placer nuevo lo embriagó en sutiles sentimientos, mientras las voces del coro de las monjas de clausura, herederas en el tiempo de las antiguas vírgenes solares, entonaban salmos en latín llenando las naves de las iglesias.¡Enjundia de contrastes! Todo ello era Potosí... Y aquella mañana comulgó.......................OOOOOOOOOO.................... 
LA  CONSTANCIA  DE  CONSTANZA.................................... (SEGUNDA  PARTE)9 - CIUDAD  MONASTERIO...................................Cuando el alba despuntó y el escenario abierto de la Sierra Grande comenzaba a lucir sus formas ondulantes -donde el firmamento se recorta alejándose en profundidad- Don Lucas golpeó sus botas contra el adoquín del patio. Atrás de una reja, Cuca, con intuición maternal lo observaba temerosa. Hacía mucho que ambos estaban disgustados y poco trato mantenían.Hallábase trajeado Don Lucas Vázquez de Acosta con sus mejores galas de Indiano. El carruaje lustroso estaba presto a su lado. Cuca pudo ver a Serafín erguido sobre el pescante con una librea impecable, lo que era orgullo para el coqueto mulatillo. De pie sobre el suelo adoquinado Nicandro, el mayordomo, sostenía con sus negras manos un abultado llavero y eligiendo una gruesa llave abrió la enorme verja rechinante del portal, que sus músculos movieron con la facilidad de una rama tierna. Colocado el candado nuevamente, el mulatón regresó al interior de la casona, luego de desearles un feliz viaje. La polvareda que produjo el carruaje al partir en aquellos días resecos, alejó a los viajeros de la vista de todos. El gallo cantó. Los venteveos cruzaron el cielo con sus trinos. La naturaleza de Punilla iniciaba una nueva jornada, reclamando la lluvia que tardaba en llegar. Cuca apartóse de la reja y retornó junto a Constanza, despertándola con un mate espumoso aromado con hierbabuena.-"El sol será espantoso, mi niña. No quiero verte al aire y que pierdas tu color de perla"- díjole su niñera. ...............ooooooooooo...............El carruaje descendía por las quebradas y avanzaba sobre los valles llevando a Don Lucas ensimismado. Serafín bajaba. Abría tranqueras. Cruzaba arroyuelos. Perdíanse a la distancia los montes más altos. Las estribaciones ondulantes y leves los acercaban cada vez más, a medida que corrieran las horas e iba extinguiéndose el día, a la apacible ciudad de los Jesuitas.Poco esperaba divertirse allí el mulatillo y no iba con gusto. La ciudad universitaria de Córdoba no era para él, para su indisciplina. Como tampoco había sido para Rosendo, poco dúctil para los estudios formales. Pero sería recompensado con creces por Don Lucas, siempre generoso con él, con buenas chirolas de plata que él  jugaría a la taba con la peonada. Después de todo, pensaba el encomendero, nunca encontró para aquel vaguillo otra tarea mejor que arriba del pescante.Pasaron la noche en una Posta cercana a la ciudad, donde se les sirvió amablemente con una suculenta comida criolla. Empanadas picantes. Locro. Sancocho. Y finalmente un buen vino patero que Don Lucas rebajó con mucho agua para Serafín, dada su edad, mientras él lo bebía puro. Los guitarreros de una caravana organizaban en el patio de tierra una alegre payada. La luna llena brillaba iluminando a todos, mostrando ya la medianoche. Entonces dispuso el encomendero retirarse junto con su cocherito a una habitación-rancho dispuesta para él y bien aseada. Una cama de paja con un cobertor de poncho estaba dispuesto en ella, y en el suelo una estera con cuero de vizcacha para Serafín. Ambos estaban desvelados por razones distintas. Serafín quería continuar en la guitarreada y trató de arrastrarse desde la estera hasta la puerta, cubierta sólo por una lona, para huir hacia el patio donde los caravaneros cantaban en ruidosa algarabía. Pero era descubierto inevitablemente por Don Lucas, cuyo entresueño impedía su fuga. Pues no podría servirle a la mañana siguiente su cocherito, si pasaba esa noche sin descanso.El amanecer los halló finalmente dormidos. Por la ventana sin vidrios penetró el sol matinal iluminando sus rostros con chispazos imprudentes de luz. La Posta ya estaba vacía. La caravana de la noche anterior había partido al alba con todas sus carretas rumbo al Alto Perú. En poco tiempo, también ellos reemprendieron el camino.Avanzaban ahora por tierras casi planas. Pasado el mediodía el sol llegaría a su zenit y comenzaba otra vez a declinar. Cuando hubo llegado el momento, Don Lucas apeóse de carruaje. Contempló en aquel lugar el inmenso panorama de la sierra que había dejado a sus espaldas, ordenando a Serafín entrar en la ciudad monasterio de Córdoba del Tucumán, con todo respeto y a paso lento.  Los muros de piedra los saludaron. El Calicanto asombróse ante la presencia de los forasteros. El aura mistérica de todo el ambiente conventual cautivó sus imágenes y las calles empedradas hicieron erizar el maderámen del carruaje. La pétrea arquitectura los sobrecogió con su esplendor severo, donde todas las voces humanas parecieran apenas susurros distantes. El vehículo de Don Lucas avanzaba con lentitud como intentando no ser percibido, para no alterar el compás de aquel escenario. Habíanse ambos viajeros acostumbrado a él, cuando una agrupación de estudiantes en toga les salió al encuentro, en forma casual. Y en ese momento sus rostros juveniles y sonrientes detuviéronse frente al carruaje intrigados con su presencia. Pero un preceptor Jesuita, de rostro pálido y rubio que denotaba su origen flamenco llegado de Lovaina, ordenó a sus discípulos continuar el camino que llevaban.Finalmente, con el sol agonizante y suave del atardecer citadino, iban a detenerse. Los viajeros se encontraban por fin a las puertas de un convento, motivo de aquel viaje. Don Lucas descendió en el sitio, acomodando sus botas sacudióles el polvo del camino, y llenando su amplio pecho de aire alzó el rostro para contemplar el cielo todavía claro. Irguióse entonces altivo admirando esas cúpulas elegantes de las iglesias cordobesas que lo entornaban. Luego de corregir su vestimenta, sintiéndose seguro de hallarse luciendo un traje formal, puso su mano enguantada sobre la aldaba del portal golpeándola con fuerza.10 - AMOR  SAGRADO............................-"¿Sor Ifigenia?"- preguntó Don Lucas a la portera mestizaHiciéronlo pasar a la sala de recibo, de gran elegancia y sobriedad, que él conocía muy bien. Poco tiempo después apareció la religiosa en cuya búsqueda venía, luego de ese largo y solitario trayecto desde la Merced. La mirada aguda de Sor Ifigenia encontró los ojos de Don Lucas, y lo tranquilizó con su suave sonrisa. Se hallaban uno frente al otro como antes, como siempre desde la infancia, dentro de esa misma emoción grata e íntegra, con la cual habíanse acompañado tantos años a pesar de los hábitos y votos perpetuos de ella.-"Te esperaba, querido primo, supe de tus diligencias pues Constancita me ha escrito"- díjole ella para calmarlo-"Ella siempre recurrirá a ti, tanto como yo".El sintió frente a Ifigenia la nostalgia del pasado. El tiempo detenido en todos los rincones de aquella sala de pálido carmesí, conservado como una estampa en su memoria, y que contemplara por primera vez el día en que vino a despedirse de su prima, cuando ella lo abandonaba para siempre al convertirse en una esposa de Cristo... Y se conmovía ahora como entonces, como antaño, como si aquel día lejano fuese éste del presente. Y el espléndido varón maduro de cuarentinueve años que era Don Lucas, volvió a extasiarse ante la belleza intraspasable de Ifigenia. Una hermosura donde el hábito y su tipo de vida, manteníanla perenne e intacta. Su rostro cautivante, enmarcado por esa cofia que lo resaltaba, delineando aún mas sus finas facciones -advirtió él en ese momento- era similar al de Constanza. Comprendiendo de repente las angustias vividas por Don Fernán, su favorito ¡El hijo que le llegara de improviso traído por los hados del destino y a quien no deseaba perder!-"Vengo por Constanza... No quiero que sea solamente su obediencia a mí la que se imponga en ella, con su boda, y que yo pierda su cariño. Me conoces mejor de lo que yo creo conocerme".-"Te esperaba".-"Vine a verte antes de mi matrimonio con la madre de Constanza. Vine a verte luego en mi viudez. Vine a verte a mi regreso de Lima, desposado con Leoncia. Y vengo a verte ahora en esta incertidumbre".-"Todo ello me alegra, nunca he deseado perder a mi familia".-"Siempre quedé confundido lejos tuyo, Ifigenia, eras más fuerte y más clara que yo. Sigues siéndolo".Don Lucas se detuvo contemplándola. Su mirada recorrió aquella sala que era un hito confuso en sus sentimientos. La separación abrupta de la infancia. La pérdida del amor inicial.-"Me acobarda el recuerdo de Rosendo y por ello vengo en busca de tu consulta. No quiero que sea el de ellos, estos dos niños que crecieron juntos como nosotros, mi propio destino en repetición -expresó él luego de una pausa prolongada- Sin embargo, memorizo bien, yo me manifestaba en forma distinta y recibía de tu lado una emoción diferente. Había idilio."-"No lo hemos dudado ninguno de los dos". -"En Constanza y Rosendo sólo hubo juegos infantiles, tal cual si fueran hermanos gemelos".-"Lo mismo creo yo. Comenzaron a hablar y caminar como dos hermanos que hubiesen nacido al mismo tiempo. Nosotros fuimos diferentes a ellos"- confirmóle Ifigenia-"Y luego ...¡Me sorprendiste!... cautivándome de otra manera".-"Supe explicártelo".-"Para mí fue una despedida desconcertante. Era al regreso de mi primer viaje al Alto Perú... cuando ya no te hallé en la Merced de nuestro abuelo"- insistió Don Lucas-"Supe señalarte mis razones en aquel tiempo. A mí me conmueve y atrae la vida en esta ciudad del río Suquía. Su atmósfera. Sus propósitos. Su alma habíase transformado en la mía propia. Aquí en la biblioteca del Convento enseño a las niñas párvulas, que como yo antes, son traídas pequeñas por sus padres a recibir las letras. Toco el armonio y dirijo el coro, buscando las mejores voces. Con mis pinceles ilumino estampas pintando las páginas de los libros ...No... No era yo la mujer que pudiera vivir acechando el regreso de las caravanas en una Merced. Ponerme al frente de la peonada en tu ausencia. Departir intereses de producción ganadera con el capataz... No era lo mío".-"Siempre has sido muy firme, por ello vengo en tu busca tras cada decisión de la vida que yo debo asumir"- confirmóle él-"Pero tuviste esposas admirables, primo mío, que coronaron tu esfuerzo en la Merced. Cada una de ellas compartió tu vida con todas sus vicisitudes, como ésta presente"- le observó Sor Ifigenia-"Sí, debo reconocerlo, y tus palabras me alientan a ello. Pero ahora es mi hija quien me importa sobremanera. Vine a hablarte de Constanza. Parto hacia el Alto Perú con mi caravana llevando todos los productos de la Merced, y quiero dejarla en tu guarda por algún tiempo".-"La esperaré gozosa. Constancita siempre ha sido nuestro lazo de unión. La mejor manera de mantenernos cerca de pesar de la distancia".-"Con esfuerzo ...muchísimo esfuerzo... la separaré momentáneamente de Cuca - explicóle su primo- Constanza vendrá acá sin su niñera. No puedo dejar a Leoncia enfrentada a ellas dos en mi ausencia, porque ya están empezando a desmoralizarla estas emociones. Es la madre de los dos muchachos".-"¿Has pensado bien en tu elección matrimonial para ella?"-"Sí, y no hallo dudas, ni aún mismo de parte de Constanza, pues sus coqueterías con Fernán me dan apoyo a ello. Nunca antes mi hija había sido coqueta con un mozo visitante. No lo era con Rosendo, ni aún mismo con los compañeros de estudios de él, cuando pasaron temporadas en la Merced. Su actitud caprichosa con Fernán es un típico deleite por gustar, se halla presente ese imponderable femenino".-"La recibiré gustosa"- díjole por último Sor Ifigenia12 - EL  SAGRARIO.......................Volvió a alejarse de aquella sala con el dolor de antaño. El rostro fascinante de su prima Ifigenia quedó una vez más detrás del suyo, como había quedado el de Constanza atrás del de Rosendo. Siguió pensando, cuando cerraron a sus espaldas la gran puerta de madera labrada del convento, si acaso las circunstancias de ellos no eran repetitivas con la suya, y acaso estaba por cometer un error. Pero él las consideraba distintas.Supo ver a esos dos niños que crecieran en la Merced y que mimó Cuca, como a gemelos jugando aún en plena adolescencia igual a infantes. Montando a caballo en pelo. Corriendo por las aguas del arroyo. Saltado piedras. Ellos no se contemplaron nunca de otra manera y permanecieron en esa existencia sin edad, sin sentir el transcurso del tiempo, hasta el momento de recibir la carta lacrada de Don Fernán reclamando por su hermano menor Rosendo. Aquello fue el despertar, no sólo el de estos adolescentes inmaduros, sino también el de toda la familia.Por eso encontraba una honda diferencia entre ellos y su fascinación por su prima Ifigenia. Habíanse conocido ya adolescentes. Era la suya una fuerza emotiva a la cual sus dos matrimonios con conflictos domésticos ineludibles siempre, o sus aventuras amorosas de viajero por el Alto Perú, fugaces y transitorias, volvían más poderosa, más resistente al tiempo. Ella era aún su amor inalcanzable, y por ello mismo habíase transformado para él, en una pasión pura.Don Lucas fue dejando la ciudad monasterio casi sin advertirlo. Los forasteros pernoctaban en ella sólo con una invitación especial. El carruaje lo llevaba de vuelta a la Merced, más ensimismado aún que en la partida, y conmovido en su savia íntima, con la misma sensación del hombre que se retira de una alcoba femenina. Pero cohibido siempre, todas las veces, porque es mágica e intocable. Su sagrario personal. Su consuelo en los días de dudas ...como éste.Serafín nuevamente arriba del pescante giraba la cabeza para observarlo, pero su contagiosa sonrisa no encontró eco alguno. Enemigo del silencio, el mulatillo buscó toda forma de comunicación, sin hallarla. Consternado ante aquel mutismo que dominaba a Don Lucas, callado en exceso, hizo rechinar con angustia sus dientes perlados. Pero el encomendero llevóse la mano a los labios indicándole silencio en aquel lugar, y el cocherito comprobó entonces, mientras azuzaba los caballos cuyas huellas volvían ahora la espalda a la pétrea ciudad de los Jesuitas, que su mágica atmósfera comenzaba a abandonarlos. Alejábanse hora a hora de su misterio insondable, como de un tenue manto del cual se despojaran.La noche caía. Intensa. Obscura. Como un páramo...13 - DUDAS................Don Fernán recibió a los viajeros con gran entusiasmo. Su ausencia en aquel par de días había sido para el joven, algo pesadamente angustiante, produciéndole una sensación desconocida, al faltarle allí el apoyo del encomendero de la Merced. Inclusive el capataz criollo, los peones gauchos y los mulatos angola, hiciéronle ver su lugar de extranjero. Era como si el Tucumán completo se revelase contra él.Constanza y Cuca lograron aprisionarlo en sus desdenes. Su madre, Doña Leoncia, melancólica, comenzaba a hablar continuamente de Rosendo y a reclamarle por él. Fernán hallábase acorralado y sin Don Lucas habíase sentido como un cuis de los campos, perseguido sin tregua. Ante todas estas actitudes que afloraron de golpe una vez que el padre de Constanza se ausentara, toda su apostura de doncel victorioso estaba en decadencia. Tenía finalmente temor... un extraño temor a Constanza.Dudaba ahora de sus recuerdos galantes y su arrogancia anterior parecíale en este momento un invento de su imaginación. Sin duda no era él como antes había creído, de ninguna manera, el hermoso galancete que la familia Díaz de Urquizu presentara al Virrey de Lima, recomendándolo mediante una esquela con sellos de ultramar. Don Fernán empezaba a dudar se sus fastos de Manila, y sus propios negocios en el puerto de Arica, adonde arribaban sus sedas orientales ...podían ser falsos.14 - DECISIONES.......................Don Lucas lo escuchó. Lo observó. No le contestó. El estaba previendo esa reacción, más tarde o más temprano. Pues tratábase de un joven a quien la vida le ofreciera: orfandad, responsabilidad, esfuerzo, dedicación, éxitos comerciales, gran vida social... pero ninguna traba en su camino. Ninguna dificultad a sus proyectos. Y ahora vino a encontrar en el alejado Tucumán, luego de atravesar el océano Pacífico y la Salina Grande, en esa Merced Vázquez de Acosta la más persistente, cerrada y fuerte dificultad que pudo haber hallado entre todas. Cual era la... "Constancia de Constanza". Constanza hacía gala de una constancia auténtica. Imprimía su sello peculiar generando énfasis y oponiendo distancias. Ella tenía su fuerza arraigada en la energía del monte natal que la rodeaba. En la vigorosa Pachamama de la sierra que torna autónomos a sus habitantes. Sentíase poderosa ante Don Fernán, porque allí estaban sus genios, aquéllos que la acunaran en un sello de calma y aislamiento, como también de autoridad sobre las propias ideas. Con la independencia que crea la quietud. El vacío humano de las quebradas. El dominio del bosque inexpugnable. El respeto de los pumas por el habitante conocido. Ella sentíase independiente de sentimientos, porque era parte de ese entorno.Mientras que él, Don Fernán, tan brillante y mundano, era un recién llegado. Había abierto con su arribo un porvenir inmenso a la Merced de Don Lucas, y sin embargo ahora en este momento, era tan sólo un timorato doncel enamorado que dudaba de sí mismo.-"En el Mercado de Charcas compraremos el ajuar de novia"- díjole en forma cortante Don Lucas asumiendo su decisiónDon Fernán se estremeció. Quería en ese momento, desesperadamente, que Constanza no escuchara las palabras de su padre. Que no las conociese. Se lo rogó.-"No es necesario. Ya lo he decidido. Está prevista la boda y ella, puedes bien ver, comparte todos sus preparativos con la coquetería de una niña mimada y consentida. Exige y elige ornatos para su gran boda, pues está segura de ella y se la imagina como una fiesta hermosa. Por eso actúa así, porque quiere para ese día aquí a Rosendo, jugando con ella. Pero aún no es conveniente su retorno"- le contestó el encomendero para calmarlo-"No puedo complacerla de inmediato, pues el viaje a Filipinas dura largo tiempo, y cuando Rosendo regrese yo deberé partir para allá a mi vez. Nuestra empresa no puede quedar sin dirección"- respondióle Fernán-"Mejor así. En estas tierras se dice: El ojo del amo engorda el ganado. Ella nos reprocha su ausencia, pero  las cartas felices que llegan de Rosendo encantado de su nueva vida allá en Filipinas, hablan de un cambio favorable para él. Pero la vuelven más caprichosa a ella, porque considera que Manila se lo ha robado y nosotros somos los culpables de haberlo enviado hacia allá. Rosendo es su juguete. Un juguete propio. Constanza está evitando asumir su cambio de edad. Para eso aguarda a Rosendo y no por otro motivo".-"¿Podremos lograr este cambio en ella?- preguntó dudoso Don Fernán-"La boda lo logrará, por su propio hechizo en el imponderable femenino. Será una bella boda y ella cambiará. Yo también lo necesito, pues Constanza debe ocupar el lugar que le corresponde al lado mío, como mi heredera".-"Me esforzaré en lograrlo".-"Estoy seguro de ello. En una Merced es imposible eludir la responsabilidad que corresponde a cada uno. Todos la tenemos. Ella no puede permanecer más jugando indefinidamente, inconsciente se ser la dama sucesora de esta heredad. Los encomenderos del Tucumán hemos luchado por preservar los derechos para nuestros descendientes, haciendo valer la importancia de nuestro servicio al Virreinato del Perú ... ¡Y lo hemos logrado!"-"Constanza parece no desear ese privilegio".-"¡Mi hija no puede continuar reclamando sus juegos como si el sol se hubiese detenido sobre la sierra! Pues la vida continúa, cambia, gira y seguirá girando siempre aunque ella se oponga. Constanza aún no ha comenzado a vivir y palpitar como mujer, por eso pretende seguir jugando... ¡Pero no ha visto todavía a Don Fernán!"-  expresó exaltado Don Lucas-"Ya lo voy comprendiendo, pues me hallaba frente a ella algo confuso. Mi madre, Doña Leoncia, también será feliz con nuestra unión"- pensó en voz alta Fernán-"Constanza pasará algunos meses junto a mi prima Sor Ifigenia, alejada de este ámbito que la mantiene sumergida en la añoranza de ella misma. Nosotros iremos al Alto Perú donde están mis negocios. Chuquisaca te conmoverá con su elegancia. Charcas te otorgará avales comerciales de gran valía. Potosí te embriagará con sus grandes saraos. Allí verás y podrás comprobar si eres o no, el galán cautivante de Manila"- concluyó Don Lucas tranquilizándolo15 - VIAJEROS....................De inmediato se prepararon dos carruajes y tres arcones con ropas. Un coche grande y otro más pequeño, bien acomodados por el mulatón Nicandro, como mayordomo orgulloso de su eficiencia. Mientras que la caravana de carretas cargada con productos fue alistada por el criollo Eufrasio, capataz de la Merced. Todo el grupo de viajeros estaba presto desde el alba. En el carruaje grande viajarían Don Lucas y Don Fernán rumbo al norte. Mientras que en el pequeño iba Constanza acompañada por Doña Leoncia, quien habría de dejarla en las puertas del convento junto a Sor Ifigenia, y luego retornaría a la Merced. No hubo réplica por parte de Cuca, pues comprendía la mulata que era preferible callar cuando el rostro de Don Lucas tenía una expresión demasiado dura. Don Fernán se acercó al coche de la niña preguntándole:-"¿Qué exiges de mí?".-"El regreso de Rosendo"- contestóle la jovencita mirándolo a los ojosConstanza no pediría nada más. Mantenía su vista altiva en esa despedida, enfrentándolo y abriendo sus verdes pupilas. La cascada castaña de sus cabellos en forma de bucles, le daba un señorío melancólico. Su piel palidísima  y brillante por el contraluz del amanecer, adquiría un matiz nacarado. Luego, sonriendo en forma juguetona le mostró la variedad de colores en el dibujo de su bordado, que llevaba en la falda para concluirlo de hacer junto a su tía Ifigenia. -"Cuando lo termine llamaré a todas las catitas verdes para que hagan su nido entre estas flores"- díjole ella riendo con fuerza Pero él no supo en ese momento, como no supiera antes, hallar un lugar dentro de aquel juego inacabable de la niña deseosa siempre de permanecer allí. Para Fernán que había abandonado tan pronto, tan prematuramente la infancia, al abocarse a su mayorazgo dirigido por su ayo filipino en una firme disciplina oriental, y vigilado por su familia apenas huérfano. Lejos de su madre y de su hermano, a una edad muy fresca, todo era demasiado nuevo. Y encontrábase ahora frente a Constanza como ante un mundo de ilusiones interiores, desconocidas totalmente para él.  Y él como joven de Manila, de Lima, de Arica, que recorríalas con la facilidad de un tuco en la noche, no hallaba el elemento vital que pudiese cautivarla. Porque era ya un joven maduro y poco, muy poco, recordaba de sus juegos. Doña Leoncia no evidenciaba la tristeza de otras despedidas. Aquella tregua podría servir también, para aclarar sus emociones de madre que injustamente habían sido conmovidas desde afuera de ella. El amanecer se llevó todas las dudas, y el sol halló a los viajeros ya lejos de la Merced, limpiando toda la serranía de los conflictos domésticos que habíanla perturbado, para devolver al escenario de Punilla su hermosa atmósfera. ...................OOOOOOOOOOOO..................
LA  CONSTANCIA  DE  CONSTANZA.................................... (PRIMERA  PARTE)(Novela Colonial)1 - NIÑA  Y  NIÑERA...........................                Un hilo de luz se filtraba débilmente por el ventanal enrejado, despidiéndose del día. Sobre el arco de su bordado Constanza dejaba volar el pensamiento y una multitud de imágenes se interponían en sus recuerdos, como racimos cargados con coloración a verano. Afuera anochecía.El círculo de sombras comenzó a proyectarse sobre el adoquín del patio  y lentamente Cuca, la rolliza niñera de la niña con florido atuendo, le retiró el trabajo de la falda guardándoselo con sus negras manos en el costurero de mimbre. Constanza no la miraba. No tenía el pensamiento en ningún lugar acostumbrado. Ella había partido en ensueño dejando allí solamente su cuerpo, y lo entregó mansamente a su niñera sin las acostumbradas protestas, ni recibir sermones.Cuca sorprendióse al verla tan sumisa, finalizando por aceptar la situación de hecho. Quizás era preferible que su niña permaneciera en un ensueño y no volcando una tristeza indoblegable, que empañara de dolor sus bellos dieciocho años. Que le quitasen su capacidad de fantasías. ¿Qué habría de hacer ahora Constanza sin Rosendo en aquel rincón apartado de la serranía cordobesa del Tucumán?Cuca meditaba en ello, mientras íbale cubriendo hombros y cabeza con las galas de seda color crema traídas desde Alto Perú. Luego puso el rosario de nácar entre sus manos, encaminándola hacia el patio como una muñeca de lana que flotara sin nervio. Cuca la deslizaba y la conducía mansamente como a un adorno... y la adornaba como a un juguete. Era su juguete. Su muñeca de carne. Siempre lo había sido. Los ojos fijos de Doña Leoncia, madrastra de Constanza, no tuvieron imperio sobre ella. No los tomó en cuenta. La niñera continuaba guiando a su muñeca. Pero Don Lucas Vázquez de Acosta, el padre de la niña, enfrentó su rostro con el de Cuca en su forma imperiosa de encomendero de aquella Merced. Y sin un gesto ni palabra alguna, la mulata dejaría de danzar en torno a Constanza, sometiéndose entonces a ocupar su sitio dentro del conjunto de personas reunidas en el patio de la casona, bajo los parrales desnudos, que comenzaban en ese momento del Angelus a responder los misterios del rosario.  Constanza movía los labios casi milagrosamente. La gauchos iban emitiendo su voz ronca. Los mulatos hicieron notar sus amplias voces. Doña Leoncia y sus pequeños sobrinos quiteños organizaron un coro único a esa hora infaltable de a Oración, junto al murmullo cautivante de los grillos. La grave cadencia de Don Lucas volvía a pronunciar los comienzos y el rosario por él dirigido, era ya más que un rito continuo, un verdadero ritual mágico para aquella peonada mestiza con raíces míticas, como broche final a las tareas día. Era el instante indicado para iniciar el descanso en esa apartada Merced del Valle de Punilla, donde todos vivían en comunidad. ¡Qué lejos estaba Rosendo! ¡Qué distante de todos ellos! Una ausencia sin espacio, en la dimensión infinita del tiempo y sobre la extensión de los caminos, que lo llevaban paso a paso, día a día, sin tregua ni retroceso, con una firmeza incontenible para depositarlo en las tierras del Alto Perú.Rosendo se distanciaba. Se apartaba. Se alejaba. Cada mañana más, cada hora más, cada instante más, continuando su marcha ...mucho... muchísimo más lejos hasta llegar al puerto de Arica. Y allí embarcarse por el océano Pacífico hacia tierras orientales.  Cuca miraba el rostro de Constanza sin disimulo. Ya no advertía los gestos de Don Lucas. No le afligía la mirada de Doña Leoncia. Sólo le importaban sus lágrimas que parecieran las únicas................ooooooooooo...............La noche caía, infalible. Llegaba el reposo para todos igual al de siempre, como si la ausencia del joven sólo importaran a ella y su niña.-"¡Cuca! ...Tranquilidad... la madre de Rosendo soy yo"- le dijo Doña Leoncia casi implorandoPero Cuca lloraba. Era imposible contenerla................ooooooooooo...............La casa entera reposaba. Constanza dormía. Abría los ojos y los cerraba. De sus labios partieron frases inconexas. Cuca quería hablar con ella, conversar con esa niña que estaba a su lado y no estaba al mismo tiempo. Que hallábase presente y ausente. Por último entró allí Doña Leoncia y dio una orden definitiva:-"¡Cuca! ... Se duerme todo el mundo de inmediato o soy yo quien me quedo esta noche en el dormitorio de Constanza".2 - REFLEJOS.................Los días pasaron como las cuentas del rosario. La Tormenta de Santa Rosa invadió en su polvareda las pircas, los corrales, las techumbres, los cortinados de ñandutí, los manteles de lino, los talas monumentales, el portón de quebracho colorado ... y los rostros gimientes de Constanza y Cuca.Los días pasaban aplastados por el tiempo y los parrales brotaron en cada amanecer con una fuerza nueva ...Ya no se hablaba de Rosendo... ¡El Alto Perú y Arica parecían haberlo devorado!El sol radiante del verano invadió las huellas sin su presencia. Las grandes cacerolas de terracota se llenaron con arrope de tuna. Cuca removía el negro y dulce contenido aún chirle, casi sin sentirlo. Ausente y chuzas sus ropas, mientras los pequeños sobrinos de Doña Leoncia, siempre inquietos, mortificaban todo lo posible a su alrededor pidiendo una cucharada.-"¡Cuca!"- la llamó Doña Leoncia, como despertándola -"¡La olla está chingada y el arrope caerá al suelo!"Cuca la miró sin ver. A través de los ojos transparentes de la madre, creyó contemplar aquéllos de Rosendo. Aún lo sentía pegado a su falda como antaño, siendo niñito, pasando su obscura mano de mulata sobre la cabecita de oro, mientras con la otra mano abrazaba a Constancita. Inseparables uno de otro en sus imágenes, no iba a renunciar a ellas. Eran entonces los dos muy pequeños y le pertenecían. En su mente nostálgica continuaba presionándolos junto a sí, acariciándolos como entonces, buscando todos sus escondites, retándolos por sus destrozos y negándose a aceptar esta ausencia presente, con toda la pasión de su sangre angoleña................ooooooooooo...............Los días aumentaban la distancia de Rosendo. Cuca, quien no era afecta a los rezos, limpiaba con parsimonia el rosario de nácar de Constanza, conduciéndola ceremoniosamente a la hora prefijada, hacia el ritual de la Oración. Sus dieciocho años emitían allí un brillo entristecido, bajo el mantillón color crema de Manila. Y por las mañanas domingueras, al través de la rendija de la cocina la niñera contemplaba a su niña en el oratorio doméstico de la sala, dirigido por el cura Don Plácido, acompañar las preces de la familia. Pero Constanza continuaba recluida, silente y muy pálida, el aire serrano casi no la percibía. Dormitaba de a ratos sentada en la sala. Su mirada perdíase más allá de los ventanales como hechizada por aquella imprevista partida de Rosendo, que repetíase en forma continua frente suyo. Para ella, los caballos aún estaban allí, lavados y lustrosos tirando de sus bridas. El carruaje pulido a espejo y muy negro. Rosendo hallábase todavía en la Merced con su atuendo de viaje y luciendo unas botas altas de cuero rojo.Y todos los días, sin faltar ninguno, volvía a dirigirse hacia ella para repetirle la misma frase de entonces, de siempre, la última que le escuchara pronunciar. Esas palabras fijas en el pensamiento de Constanza como un revoloteo continuo:-"Te dejo mirándome por un solo ojo"- y Rosendo sonriéndole subió al carruajeHabíale dicho aquello en alusión a su párpado izquierdo hinchado por la picadura de un insecto, que sufrió Constanza junto a la vertiente en víspera de su partida, mientras ambos corrían juntos por la acequia en los bordes del monte silvestre. Porque todavía jugaban hasta ese momento. Todavía corrían. Todavía saltaban las peñas. Todavía cabalgaban en pelo. Todavía Cuca buscábalos para comer o dormir. Era ese encanto, esa atmósfera impenetrable de un mundo sin edad, donde ellos dos permanecieran tanto tiempo y más allá de su margen, lo que realmente había concluido.3 - NOSTALGIAS....................No bastaba con que Rosendo fuera en viaje hacia el Alto Perú. No interesaba que ahora bajo el radiante verano, se trasladara hasta Arica ...No... Nada de eso importaba. Aunque el Océano Pacífico abriera su magia ante él, aunque las olas marinas que Constanza no conocía ni conocería, bañaran su rostros. Aunque su piel serrana con aroma a peperina, adquiriese ahora el olor penetrante de las ostras ...No... Nada eso importaba.No eran en sí mismas estas larguísimas rutas del inmenso Virreinato del Perú donde ambos habían crecido, quienes postrábanla a ella en un abismo sin retorno. Era que ellos dos juntos -Rosendo y Constanza- ya no retornarían a las peñas como antaño, brincando como los corderos entre el matorral agreste. Saltando por los churquis, resbalando entre las champas húmedas de la garúa. Eran ellos dos, Rosendo y Constanza muy unidos, quienes no estarían nunca más en la voz estentórea de Cuca persiguiéndolos por el monte ardiente de la siesta y amenazándolos con las iguanas. Rosendo había vaciado un espacio ocupado por él, pero más que nada, era el propio espacio de Constanza el que ya no estaba presente allí como antes. Tal cual había sido...Lo descubrió aquella tarde de la despedida cuando el sol se puso en la Oración. La Merced entera deseaba buen viaje a Rosendo, y allí estaban todos: La peonada gauchesca reunida en el patio con el sombrero en la mano. Los mulatos sobre la galería de la casona. Las chinitas con su rebozo. Doña Leoncia y Cuca, madre y niñera, embargadas por la tristeza del momento. El cura de familia Don Plácido humedecía el camino con agua bendita, y en su papel de encomendero Don Lucas dirigíale la bendición de despedida. Todos ellos habíanlo visto llegar, crecer, jugar, reír, llorar, fantasear, cabalgar. Rosendo era en cierta manera, una pertenencia de todos.Los caballos al partir dejaron sus marcas en la tierra rumbeando hacia el Camino Real. Un vacío extraño extendióse por la casa grande, por los puestos, los ranchos y valles, las chacras, los tambos, los chacos, por las lomadas completas de esa Merced cordobesa del Tucumán donde tanto tiempo viesen a Constanza y Rosendo unidos como a dos gotas de agua ¡Habíanse separado los niños que se negaran a dejar de serlo! Que rechazaban hacerse grandes.  Fue allí entonces cuando Constanza adquirió conciencia de su nueva edad. Se descubrió a sí misma, advirtiendo en ese momento como una revelación escondida en el secreto de todos, que su padre depositaba en ella, su única heredera, una ilusión aguardada y justa. Pero Cuca y Constanza harían por el contrario, todo lo posible a fin de detener el tiempo. Por violar las reglas y sus márgenes. Reposaría la niña su cabeza en los obesos hombros de la mulata y buscaría su mano de azabache en los insomnios nocturnos, negándose ambas a dormir separadas.4 -AIRES  DE  MANILA..........................-"Aquí llega mi otro hijo"- dijo la altiva Doña Leoncia en una tarde de sol, sonriendo de felicidadCuca miró con gesto agrio y profundo resentimiento en sus ojos, a la madrastra de Constanza. La niña volvería su mirada observando la ágil figura sonriente de Don Fernán, que se aproximaba. Su apostura varonil invadió el ambiente con el exótico aire mundano de Manila. Las tierras filipinas habíanlo devuelto por fin a los brazos de su madre. Era espléndido y apuesto. Una rojiza cabellera con barba vascongada en mosquete,  adornábale el rostro, enmarcado en una vaporosa gola. Separado de su madre desde la infancia, llegaba allí anhelante de este reencuentro. Y su espíritu arrogante en edad juvenil, encontraría en Don Lucas una paternidad que ansiaba, y que siempre supo faltarle.Cuca y Constanza callaron. Bajaban sus ojos en silencio. Miraron expectantes el camino, como si nadie hubiese entrado por allí... Sólo un usurpador.Don Fernán se incorporó a una familia que prácticamente, o totalmente, desconocía. Pero era agudo. Elegante. Traía un refinamiento oriental en el cual forjara su formación, con lujo de modales exquisitos. Y sus arcones estaban repletos de regalos en sedas de Manila y mantones suntuosos. Algunas perlas. Abanicos. Flores de coral. Figuras de jades. Y muy escondido adonde nadie pudiese advertirlo en esa familia tan católica, y menos aún los asistentes al rosario, ocultaba un pequeño Buda azul de porcelana que su ayo filipino le entregara en la partida para su protección. Y a este fetiche era un talismán precioso para Don Fernán.  Los caminos se cruzaban. Ahora el mismo severo ayo filipino aguardaba a Rosendo, crecido con su madre en el Tucumán, el cual navegaba en estos momentos por el Océano Pacífico rumbo a Oriente. Y esperaba recibir al hermano menor de Don Fernán enviado hacia él para su educación. Pero para su sorpresa no recibiría a un joven, sino un niño que no había madurado, que no había crecido.Los regalos de Fernán eran el mayor homenaje a su madre luego de aquella larga separación. Y como mayorazgo, quedó cautivado con el entorno familiar que halló junto a ella. En la fiesta de bienvenida fue recibido por toda la Merced, que de este modo consolaba la ausencia de Rosendo, el segundón que había crecido allí en tierras serranas cordobesas. Pero el recién llegado puso desde el principio cual joven galán, su atención en Constanza, y fue enamorándose de la niña núbil, inexperta, mimada y caprichosa, como si se tratase de la mejor princesa escondida en el castillo más guardado. De pronto en su corazón varonil sintióse como el propio Amadís de Gaula que venía en pos de la anhelada Oriana.Nada emocionó a Constanza. Ninguna alegoría. Los galanteos de Don Fernán hiciéronle daño, para sorpresa del joven filipino. Ella manteníase alerta y distante. Ninguna fineza conmovió su sangre arisca. Fernán no cautivaba sus imágenes y la niña fue transformándose en una incógnita para el joven apuesto, donde el yuyal áspero de la sierra virginal que los rodeaba, semejaba cubrirla con formas misteriosas, cargadas de silencio................ooooooooooo............... Don Fernán Días de Urquizu era dueño de los salones. Las doncellas de Manila lo atendían en sus danzas con gran deferencia. Y las cortesanas le abrían sus balcones. Pero ahora hallábase en casa de su madre -Doña Leoncia- muy lejos de su solar natal, donde todo era diferente a su escenario conocido. Doña Leoncia era una espléndida y orgullosa limeña cuyos dos maridos la conocieron en Lima, en casa del Virrey, por sus distintos negocios. Una viudez de por medio y dos hijos del primer matrimonio. Uno con mayorazgo -Fernán- y otro sin él, el ausente y aguardado Rosendo. Una hijastra de su segundo esposo -Constanza- la núbil niña acompañada siempre de su niñera Cuca. Y varios sobrinos quiteños, quienes perdieran a sus padres a manos de los corsarios ingleses que asolaban el Pacífico Océano en las costas del Bajo Perú, y que esperaban crecer para volver a Quito. Todo este conjunto familiar hallábase tan próximo a la sangre del joven recién llegado, que Don Fernán no dudó ni por un instante en instalarse durante un tiempo indefinido, en aquella Merced apartadísima del Tucumán. 5 - ORIANA.............. Habría de tardar el mozo filipino en advertir el rechazo de Constanza y el feroz repudio africano de Cuca ...Según ellas... El había llegado como un ladrón en medio de la noche implorando un vaso de agua. Reclamando su sed de los caminos en el sortilegio del verano. Agotado en su lujuria, para violar los recintos sagrados de aquellos valles cordobeses donde todo era honradez y pureza. Nada podría hacer Don Fernán ante aquella conjunción de almas tan entrelazadas, para demostrarles que él llegaba en realidad cargado de presentes, como nuevo Amadís de Gaula en rescate de la amada Oriana, escondida en una Merced solitaria, sin contacto con el mundo. Que traía para ella arcones con sedas orientales. Que esos lujosos recintos de Manila y de Lima, de donde él procedía, eran en realidad bienes de alegres juventudes, de paseos decorosos y elegantes, que deseaba ofrendar sin retaceos a Constanza... una Oriana escondida en el valle de Punilla... ¡Cuca los adornaría con frases peyorativas y especiales!La niña de la casa sólo advertía en el hermano mayor de Rosendo, una figura usurpadora que robaba todo el mundo del ausente. Que habíalo cambiado por él ...Un ladrón... llegado desde el camino polvoriento a robarle, su ensueño. Su juego inacabable entre las quebradas. Don Fernán le arrebataba su mundo y venía desde mares orientales a destruírselo. Era su verdugo. Las frases galantes del apuesto joven filipino que cautivaran poco antes a las limeñas, causaban pavor en Constanza, pues arrancábanla de esa niñez constante vivida en juegos junto a Rosendo. Y ella defendía ese espacio propio como un tesoro incalculable. Sus galanterías según la niña, acabarían con ella, quitándole ese sabor fragante a valle autóctono que era su identidad. Y mientras más esmerábase Fernán, observaba con mayor asombro a Constanza, cuya expresión de temor resultábale incomprensible. Para este  joven mundano de Manila, que deleitara con esos galanteos hacía muy poco tiempo a bellas limeñas, a su llegada al virreinato del Perú, la niña de la Merced representaba una auténtica incógnita. Sus galanterías habíanle abierto las puertas de Lima, una sociedad colonial muy estricta, cuando llegó allí para conocer a la familia de su madre. Y luego de embarcar en el puerto de Arica a su hermano menor rumbo a Manila, depositándolo temeroso y desconcertado en la goleta que lo transportaría a Filipinas surcando el Océano Pacífico, arribó finalmente a la Merced en busca de su madre. Su cariño faltante.Era ése su delito para Constanza y Cuca, la ausencia de Rosendo. Y ellas desoían todos sus homenajes galantes, viéndolo como a un impostor. La nueva Oriana del valle de Punilla no clamaba a este Amadís de Gaula como su salvador, y en cambio actuaba con capricho continuo exigiéndole infinitas minucias, que el galán filipino buscaba complacer con ánimo de conquistarla.  6 - AMADÍS.............Pero Fernán Díaz de Urquizu se hallaba tan ausente de estos sentimientos negativos e inimaginables, de la niña con su niñera, que dedicaría largas horas a Cuca y Constanza, como un reposo dentro de la agobiante tarea que habíalo traído hasta el Tucumán. Su arribo proporcionaba a Don Lucas una fuente comercial de gran importancia, que el encomendero consideraba indispensable. Era el lazo que podía reunir a esta apartada y productiva Merced del Tucumán con el gran consumidor de sus cueros secos: China. En aquel inmenso país de Oriente eran requeridos con especial interés los cueros cordobeses, para sus corazas en primer lugar (pues era un cuero espeso de varias capas) que guerras como las cuyas a espada, defendía a sus guerreros deteniendo los golpes fatales con mucha exactitud. También utilizados en monturas, calzado y mobiliario para la cultura china de su tiempo.Y allí frente a China estaba Filipinas donde se realizaba la conexión marítima y comercial con gran eficacia. Por ella pasaban de regreso los mantones chinos que conocíanse como "Mantones de Manila", los abanicos y todas las sedas y sandalias chinescas utilizadas en las colonias españolas, como asimismo en la propia España. De esta forma Don Lucas veía con gran alborozo que sus viajes anuales al Alto Perú con su gran caravana, iban a contar a partir de aquí, gracias a la presencia de Don Fernán, con un cargamento importante de regreso. Largas sesiones ocuparon a los dos hombres -aún de sus diferentes edades- y numerosas cartas partieron mediante el Chasqui. Las tardes se llenaban en estas tertulias comerciales y Eufrasio, el capataz de la Merced, fue convocado de continuo. El cual como buen gaucho presentábase sombrero en mano, haciendo tintinear la rastra con monedas de plata de su cintura, taconeando al golpe de sus espuelas labradas. Y con su porte de criollo altivo miraba intrigado a los ojos celestes de Fernán, sin emitir palabra alguna, por encontrarse frente a un desconocido, contestándole sólo con monosílabos................ooooooooooo...............   Don Fernán no era solamente un joven de salones, y quizás no lo era en absoluto. Había quedado sin padre tempranamente, y muy tempranamente tomó las riendas del embarque con sedas de Asia, lo que constituía su herencia patrimonial. Su Mayorazgo. Pues los bisabuelos de este mozo llegaron a Filipinas un siglo atrás junto con López de Legazpi -cuando fundó Manila- y guipuzcoanos como él mismo, la sangre vascongada y emprendedora de los Díaz de Urquizu logró colocarlos al frente de una empresa naviera de exportación e importación, con toda la importancia que revestía dicha línea comercial para el Virreinato del Perú.Filipinas no pertenecía a este Virreinato, manteniendo empero en los hechos un vínculo muy importante con el Virrey de Lima, que era la capital desde donde se regían los destinos del Tucumán con su apartada serranía cordobesa llamada "El Tucumanao" ¡Y aquí hallábase ahora Don Fernán! Asentado en el corazón de sus Mercedes junto a los cueros, la harina de trigo, la sal, el charqui y los vinos, todo aquello que era tan reclamado en Oriente ¡Y Don Lucas no iba a desaprovecharlo! Tantos años amparando los juegos de Rosendo, quien vivía como en un ensueño permanente, tendrían ahora con la llegada de su hermano mayor, una recompensa práctica.  7 -INDIAS ORIENTALES E INDIAS OCCIDENTALES.........................................................Rosendo era un soñador. Pero Fernán no soñaba. Y no podrían hacerlo soñar ni Cuca ni Constanza. Ni la magia africana y angoleña de la mulata, ni la fantasía serrana de su niña. Pero era este mismo contraste de herencia y de crianza dispar, lo que atraía al galante mozo filipino.De pequeño, heredero de un rico mayorazgo, sin padre, fue retenido en Manila por sus tíos -como tutores legales- debido a su minoridad. Y como Doña Leoncia una vez viuda no pudo adaptarse al exotismo oriental de esa ciudad, regresando a Lima de donde ella era oriunda, su hijo mayor quedaría lejos de ella.  De este modo Fernán no pudo adquirir atavismos de convivencia con los pueblos de las Indias Occidentales. El era parte de Oriente. Pertenecía al imperio español asiático y lo manifestaba en sus maneras, en sus frases, en sus galanteos. Con ancestros guipuzcoanos, común entre los herederos de aquellos navegantes que acompañaron a Legazpi en 1571 para fundar Manila, el tiempo pasó sobre ellos y sus bisnietos tenían ahora un estilo diferente. Una connotación oriental. Pero llevaban asimismo su sangre. Su alma vascongada, presente en Don Fernán. Un esplendor físico que otorgábale esa altiva osamenta de contornos atléticos. Sus hermosos cabellos color oro rojo y barba lacre. Sus ojos finalmente, azules con un tinte de zafiro, de mirar agudo y fijo, ornamentados por espesas cejas. Además de ello su firmeza temperamental, su convicción de ideas, y una continuidad sin límites para cautivar y conquistar a Constanza................ooooooooooo...............De su lado, Constanza había nacido en aquel Valle de Punilla, en la provincia colonial del Tucumán. Tenía la herencia lusitana de numerosos encomenderos de aquel siglo, quienes llegaron al Virreinato del Perú cuando Don Felipe de Austria y Borgoña convirtióse también en rey de Portugal. Afincados tempranamente, lograrían con el tiempo despojarse de su prosapia portuguesa inicial, pasando en el Tucumán a nutrir el esplendor español. Allí hallaron a los andaluces fundadores de la ciudad de Córdoba, con quienes mediante enlaces matrimoniales iban a constituir el foco inicial poblacional de este "Tucumanao", frontera del gran Tucumán. Con esta síntesis racial (de lo celta y lo arábigo) realizada en tierras de Indias, formaron numerosas familias cuyo solar era ahora este apartadísimo rincón sudamericano. Ella pareciera simbolizarlo: De cabellos castaños con reflejos dorados. Facciones bien delineadas y agudas sobre una piel de porcelana, muy blanca, que imitaba la transparencia de los picos serranos invernales cubiertos por copos de nieve. Un tono verde amarillento en sus ojos, como la tuna dulce del verano, como el ónix de Traslasierra con el cual se tallaban los collares que ella lucía en su cuello. Y una fragilidad general como las ramas del aromo silvestre, salpicado de espinas hirientes que le permiten proteger sus capullos dorados. Así era Constanza. Esta presencia le facilitaba exhibirse y esconderse. Estar presente y distante al mismo tiempo. Sonreír mirando a lo lejos como si su espíritu flotara en el aire. Y ante las galanterías de conquista de Fernán fue descubriendo dentro de sí misma, la coquetería femenina.Ella lucía frente a aquel gallardo mozo, su frescura sin ofrecerla. Escabullíase en contestaciones que preguntaban, en lugar de responder. Iba eludiendo las explicaciones por medio de dudas. Daría respuestas correspondientes a otro temario, porque no deseaba decir "sí" y no quería decir "no", demostrando gracia y picardía serrana. La naturaleza de Constanza estaba definida en esta conjunción de herencia y de cultivo. Pero ella ante todo, estaba dispuesta a defender sus premisas y a no ser dominada por ninguna decisión ajena.Don Fernán había resuelto modelarla, convirtiéndola en mujer. Pero la joven aún deseaba seguir siendo una niña e ignorar el margen traspasado. Continuar aguardando a Rosendo. Fijar sus límites en ese mundo que defendía y no participar de otro tipo de emociones, aunque tampoco era indiferente a ellas. Pero intentaba ocultarlo. Constanza proponíase con métodos propios, a mantener su propia constancia. A permanecer en su identidad. Y continuaba bordando en las telas de lino paraguayo hermosas flores de diseños coloridos. Continuaba mirando el camino por el ventanal. Perdíase sola entre los rumbos de la vertiente del arroyo, buscaba todos sus antiguos sus lugares, y no creaba ninguno nuevo para Don Fernán...................OOOOOOOOOO.................. La sangre española de ultramar hallábase dividida en aquellos dos ramales, de continuos contactos comerciales. El uno americano y el otro oriental. Las sedas de Manila cubrían el Virreinato del Perú, invadiendo incluso las casas y las togas cordobesas. Las goletas rumbeaban entre ambas costas en un tránsito ininterrumpido, surcando el océano Pacífico como un mar propio. Y hacia allá como destino, iban los cueros cordobeses y los costales de harina faltante en Oriente para amasar el pan de trigo. 8 - EL  PEDIDO.................-"Mi Constancita tiene fatiga"- contestaba por su cuenta Cuca a las repetidas invitacionesAnte ello, Don Lucas tomaba decisiones propias y daba orden a la niñera de vestir a su niña, con elegancia. Luego él llevaba a los dos jóvenes por las ferias lugareñas con su carruaje brillante muy aseado, y sus caballos lustrosos. Cuca quedaba excluida por el padre de estos paseos, por más que protestase la mulata angola.Doña Leoncia no intervenía. No opinaba. No mediaba. No podía intervenir entre dos hijos. Uno que admiraba y otro que amaba. Uno que era su orgullo y otro que era suyo. Uno que estaba presente y otro ausente. Pero para Don Lucas todo era diferente, y él ya había tomado partido en este caso. Fernán era para él su esperanza de futuro. Mientras que el otro, Rosendo, había representado siempre para él  su fatiga paternal con el adolescente inmaduro. El mayorazgo era como el premio por su esfuerzo con el segundón. Su compensación por esa paciencia de años con las fantasías ilímites del menor.El mayor era totalmente distinto. Podría salir a través suyo de su aislamiento mediterráneo ¡Y su savia imperiosa de lusitanas herencias navegantes afloraba a su piel con una emoción nueva.! Los encomenderos allí en sus feudos, como familias instaladas unas generaciones atrás, habían vivido en este trasmundo tucumano como un destierro impuesto por el Rey Felipe, del que estaban muy agradecidos. Pero sin embargo deseaban conectarse con la mundanidad. Don Lucas era un asiduo caravanero hacia el Alto Perú transportando los productos de su Merced, donde visitaba aquellas ciudades de Potosí y Charcas con fascinación. Pero siempre debía regresar, sin formar parte de ellas. Esta complejidad de hechos hacíanlo aferrarse aún más a Don Fernán Díaz de Urquizu, el joven filipino recién llegado de las Indias Orientales, casi su hijo.Don Fernán era un esbelto joven muy arrogante. Imperioso. Tozudo. Dominante. Airoso. Quien habíase presentado de improviso con una carta sorpresiva y lacrada con sellos de ultramar por intermedio del Chasqui., exigiendo la entrega de su hermano menor del cual era su tutor legalmente. Don Lucas muy sorprendido y lleno de dolor debió entregarlo. Pues no tenía otro hijo varón hasta ese momento, que Rosendo. La gran nación hispánica de ultramar era, a pesar de su diversidad, una sola. Con leyes uniformes y aplicables siempre. Habíanle quitado un hijo que él crió desde la infancia, pero que no era suyo... ¡Y ahora no deseaba que Don Fernán se lo devolviera!Este precio pedía Constanza e iba a luchar por él. Con esa fuerza suya radicada en su candor pícaro, en sus niñería sutiles, infantilmente astutas que su padre veía como meros caprichos de niña mimada. Cuca continuaba azuzándola. Cuca continuaba gimiendo. Su amor maternal de niñera y corazón dolorido, su nostalgia, hacíanla perseverante en el reclamo. Insistente. Con esa fuerza sólida de carácter que le daba su raza angola, con la pesadez de sus ampulosos brazos necesitados de cariño... la mulata continuaba llorando. Reclamando a Rosendo.Don Fernán les había quitado algo precioso y les ofertaba de todo. Constanza y Cuca no lo admitían. La niña y su niñera no se imaginaban, sin embargo, la escena subsiguiente pronta a suceder.  ...............ooooooooooo...............Muy de mañana Don Fernán llamó a su cuarto a Serafín, un mulatillo adolescente, inquieto y coqueto muy atildado de rojo, que servía de valet y cochero por lo tanto con muy pocas funciones dentro de la Merced. Habíanse hecho ambos buenos amigos. Cuando el angolita llegó hasta él Fernán le hizo un encargo muy especial, llamar a los señores a la sala grande y abrir sus ventanales, para una importante reunión. Acto seguido el joven galán buscó sus prendas más elegantes vistiéndose como si fuera a concurrir al mejor de los bailes. Y así ataviado con lujo exquisito, fue al encuentro de Doña Leoncia y Don Lucas -a quienes veía a diario- y con gran formalidad hizo el pedido de la mano de Constanza.....................OOOOOOOO...................
LA  CIUDAD  MONASTERIO...............................................SIGLO XVII-SUDAMÉRICA(Novela Colonial)por Alejandra Correas Vázquez 1 - LA  LLEGADA.........................Tiempo. Siglo XVII. Reinado de la Casa de Austria. Escenario. Virreinato del Perú. Indias Occidentales. Ciudad de Córdoba del Tucumán. Ciudad universitaria de los Jesuitas erigida detrás de un desierto de sal. Rodeada de pampas solitarias y sierras salvajes. Circundada de churquis espinosos y barrancas de greda roja. Centro del continente Sudamericano en el cono austral. Hacia el sur, este y oeste de la ciudad de Córdoba, al pie de la erudita comunidad universitaria, se extiende la inmensa prehistoria sudamericana que se halla en el estado primario de piedra pulimentada.Un carruaje penetró en aquellos días por las calles cordobesas empedradas, y el duro repiqueteo de los cascos de sus caballos despertaron a Don Alvaro, un joven visitante, al mismo tiempo que una luz de amanecer inundara su asiento. Llevaba polvo de caminos e infinita espera ...¡Pero al fin hallábase en Córdoba!... La Ciudad Monasterio, adonde el imperio español de ultramar asentara su residencia más austral e inverosímil. En ese mundo indómito de primitivas tierras, sobre la cual ninguna civilización emergiera nunca por evolución propia, una sociedad erudita y distinguida colocaba ahora su brillo de elocuencia ¡Y Don Alvaro había llegado con inquietud desde Oporto a presenciar este contraste!Una cara angola muy obscura, de elegante librea roja, resaltante en su rostro brilloso le abrió la portezuela del carruaje. Y una vez que Álvaro puso sus pies en el adoquín grisáceo, impactado por el sortilegio pétreo que lo envolvía pudo apenas balbucear una palabra, al contemplar la sobria imponencia del Colegio Mayor erguido a su frente.  Toda la construcción parecióle de una extensión asombrosa, luego de que la travesía desde el Alto Perú hacia el Tucumán, le hizo surcar para arribar al Tucumanao un país inacabable en tierras vírgenes y semidespobladas. Don Alvaro comenzaba ya a olvidar las penurias pasadas, mientras que dos cholos quichuas coloridamente ataviados con sus trajes indios, que vinieran acompañándolo desde el Bajo Perú, retiraban del carruaje su pesado arcón dispuestos nuevamente a seguirlo.Varios jóvenes alegres y togados conversando en mesurado murmullo cruzáronse con él, poniendo en evidencia con los libros que portaban, a su condición de estudiantes. Pero callarían de improviso con sorpresa al advertir la figura estilizada y elegante del viajero, en un sitio alejado como aquél, adonde arribaban muy pocos extranjeros. Dando esto lugar, a que Alvaro se detuviese también para observarlos. Fijas las miradas en la curiosidad de todos, el recién llegado lució con orgullo su coqueto mosquete, preparándose para el diálogo, hecho común entre jóvenes. Mas los estudiantes continuaron de prisa el camino al comprobar la mirada inquieta del preceptor -un Jesuita rubio y corpulento- quien circulaba pausado con un libro en la mano en actitud de leer, por el costado opuesto de la calle. Al partir sus discípulos, el maestro volvería a enclavar su vista en la lectura. Ante tal situación, Don Alvaro dirigióse hacia él:-"Vuesa Merced..."-"¡Ave!"- respondióle el Jesuita-"Vengo de Oporto. Soy lusitano. Me llamo Don Alvaro Vasques de Almeida y he llegado hasta Córdoba del Tucumán en busca de mi tío, Don Ruy Mendes de Almeida, quien hace veinte llegó a esta ciudad alejada del mundo, en tiempos del rey Felipe de Austria, el cual fuera antaño rey de Portugal."-"Caballero lusitano- contestóle el Jesuita -sobre aquel portal veréis vos el escudo de Don Ruy."Dirigió entonces el viajero la mirada hacia una fachada próxima a sus ojos y al reconocer el escudo injerto en el pórtico, extendió los dedos de su mano diestra en cuyo anular un anillo de sello reproducía el mismo anagrama. Don Alvaro había llegado ¡Sí! Sin lugar a dudas. La figura alta y togada del Jesuita fue alejándose lentamente, tal como apareciera. El joven contempló su silueta perdiéndose en el pétreo ambiente y dijo para sí:-"Sin duda es claramente un flamenco, por su acento y su mudez. Pero estos dos coloridos personajes indios que me acompañan desde Lima, con tanta ceremonia y altivez como cortesanos de la corte de Braganza ¿porqué son también mudos? Si aquí en esta casa está mi tío... ¿Tendré por fin alguien con quien hablar?"La travesía interminable del Camino Real por desiertos y salinas sin vida humana, por serranías de reptiles y pumas, habían dejado su mente trastornada. No, nada veía, ni comprendía con claridad, ya que era un noble europeo habituado a un continente poblado. Luego de permanecer tanto tiempo hablando sólo consigo mismo, desde la partida del Alto Perú hasta arribar aquella mañana junto al río Suquía y su extraña ciudad, creía él que también podría haberse vuelto mudo.. No... No esperaba encontrar una civilización detrás de un desierto de sal, donde ya nada debiera existir. Donde el mundo construido por los hombres ilustrados del Bajo Perú y el Alto Perú había quedado hace mucho a sus espaldas. Donde el Kollansuyo de los Incas nunca, en su tiempo, penetrara con su cultura. Pero de improviso, como un espejismo irreal recortado en visión, apareció ante sus ojos esta Ciudad Monasterio que sí era real. Creyó que al tocarla ella iba a disiparse como un sueño de viajero cansado, sediento por exceso de sol, aterrado de arañas gigantes y agresivos pecarí. Pues no imaginaba hallar nada ni a nadie a estas alturas de los acontecimientos. Aunque hacia aquí venía su ruta desde la lejana Europa en busca de su tío, quien hacía veinte años partiera de Oporto rumbo al Tucumán.Y así confundido y desconcertado Don Alvaro admiraba esos muros de piedra, bien trabajados, con portales de madera labrada erguidos junto al confín de la tierra civilizada, donde las naciones conocidas parecieran haberse eclipsado. Y el joven portugués en el final de su travesía observaba todo con asombro, sin reconocer empero al principio, debido a su cansancio, el escudo de aquel pórtico que era el mismo del castillo lusitano que él llevaba en su anillo de sello. 2 - LA  PROPUESTA............................Don Ruy Mendes de Almeida recibió la sorpresa y la visita al mismo tiempo. Los grandes ventanales de su casa, cubiertos con flores purpuradas en sedas de Manila, se abrieron para recibir las luces del aura detrás del enrejado. Más tarde, sobre la calle empedrada, tío y sobrino pusiéronse a observar los futuros bachilleres con sus largas togas de estudiante, quienes caminaban al sol aspirando el tibio resplandor otoñal cordobés de la media mañana. Ellos volvieron sus rostros sorprendidos cuando vieron a Don Ruy acompañado del joven extranjero, que salían a recorrer aquella mañana la ciudad monacal y universitaria.Se miraban todos entre sí, atentamente. Y las dos juventudes de continentes tan lejanos, sintiéronse mutuamente conmovidas. Don Alvaro con sus briosos movimientos exteriorizaba encanto, curiosidad, su andar inquieto destacábase en el conjunto de la sobriedad cordobesa.-"Extraña juventud... distinta"- comentóle a su tío-"Córdoba del Tucumán posee un misterio"- respondióle Don RuyAmbos continuaron el paseo. El enrejado mistérico de las Teresas, denotó movimientos extraños. Los hermosos portones del Colegio Nuestra Señora del Monserrat, lucieron el esplendor de su madera. Los muros de piedra del Colegio Mayor hablaban en un lenguaje de silencio. El templo de la Compañía de Jesús mostró su sortilegio. La gran Biblioteca, su lectura. El Calicanto su creciente. Los puentecillos de medio arco sobre La Cañada, su dulzura. Los Jesuitas su altivez. Los conventos su placidez... La imprenta su constancia.Córdoba del Tucumán se abrió ante los ojos del joven lusitano como un abanico filipino. Como una de aquellas sedas que ornamentaban los cortinados, en el salón color púrpura de Don Ruy, con su aroma a Manila llegada desde Arica. Finalmente Doña Leonor le exhibiría su juventud, y Doña Mencia le brindó su amor maternal.Más tarde sentados ambos en el salón color púrpura, comenzó el diálogo tan aguardado por años, entre el tío y el sobrino.-"¿Qué me ofreces?"- díjole de improviso el joven-"¿Es poco?"- respondióle Don Ruy-"¿Es poco también lo que dejamos atrás nuestro?"- insistió Don Alvaro-"Te quedas aquí en el Tucumán, conmigo ... o regresas a Portugal para retomar aquello"- respondióle tajante el tío-"¡Mi abuelo te aguarda!"- exclamó exaltado el sobrinoSilencio. Don Ruy levantóse de su asiento permaneciendo de pie. Las frases imperiosas de Don Alvaro habían llenado el recinto de la sala. Rechinó la madera en el sillón de alto respaldo, presionado por su impaciencia juvenil. Y también él irguióse del asiento caminando en distintas direcciones.La frente altiva de Don Ruy enmarcó su silencio. Una serenidad sin prisa capturó su mirada perdiéndose en la lejanía, hacia el cordón serrano abierto a la distancia tras el ventanal. Jugó pensativo con el extremo agudo de sus barbas, absorto ante la reja que recortaba aquel paisaje ...¡Veinte años de imágenes se precipitaron de golpe en su memoria, apartándolo del momento y del reencuentro!... Luego, lentamente, como despejándose, su mente retornó hasta el instante y miró a su sobrino hablándole con pausa:-"Yo no volveré. Son muchos años en el Tucumán para dejarlo todo".-"Pero dejas tu título y el castillo lusitano"- insistió Alvaro-"Te lo brindo completo, o te brindo a mi hija Leonor ...aquí."En la semipenumbra que formaba una arcada divisoria hacia el fondo del salón, hecha con paredes de piedra bola entre cortinados de sedas orientales, la joven Doña Leonor permanecía inadvertida. Escuchando a los dos hombres. Escondida.La blancura de su tez orlada de negros cabellos, con su vestimenta color marfil, destacábase junto a la mulatilla vestida de rojo su compañera en todo momento. Al distinguirla dentro de esa semiluz que la ocultaba, la energía juvenil de Don Alvaro se precipitó a sus ojos y una sensación de arrojo sacudiría su emoción, hasta dominarlo en plenitud. Puso entonces una mirada profunda en su tío y le expresó motivado:-"¡Podemos reunirlo todo!"-"No. Los reinos ya no están unidos ... Y yo he construido aquí el mío propio"- fue la respuesta de Don Ruy3 - REFLEXIONES.........................Un nuevo silencio pareció envolver la atmósfera algo tensa de los dos contertulios. El coqueto salón decorado con platería potosina, lucía alfombras coloridas de Nazca con dibujos indios, colocadas arriba del piso enladrillado. Las sedas orientales con rosas chinas exponían el contraste de esas diferentes culturas. Era una síntesis extraña para la visión del joven europeo, aclimatado a otras ornamentaciones. -"Así es ahora amado tío, Portugal y España se han separado y ello me trajo hasta ti- continuó Don Alvaro -Llegaste acá hace veinte años como parte de un imperio donde el sol era permanente, de Occidente a Oriente, donde los lusitanos teníamos nuestra parte y derecho ¡Y ahora te quedarás aquí en un territorio ajeno!" -"No, mi pequeño Don Alvaro, que ha crecido tanto y no ha crecido aún"-"Estás ahora en tierra extranjera".-"Nada de aquí es ajeno a mí"- aseguróle el tío -"Oporto llorará tu ausencia".-"Hace mucho que secó sus lágrimas".-"¡Mi abuelo te espera! ... El es tu padre, reclama por ti".Conmovido, Don Ruy tomó a su sobrino del hombro indicándole el asiento y ambos volvieron a sentarse. Luego con parsimonia comenzaría, lentamente, a explicarle sus reflexiones.-"Mira ... las Indias son poderosas".-"¡No les perteneces!"- exaltóse nuevamente el joven-"Poseen un sortilegio. Un imán. Tienen poder en sí mismas ... Yo ahora soy un Indiano".-"Tu castillo está en Portugal y aguarda tu regreso detrás del Océano".-"Así era hace veinte años, querido Alvaro... Me viste partir cuando eras un niño. Mi padre, tu abuelo, bendijo mi frente y pensé retornar antes de que te hicieras un mozo. Y ya lo ves. Has crecido. Te ha enviado por mí ¡Pero yo sigo aquí! Me ha vencido el Tucumanao. Me ha dominado este mundo pétreo, lejano, austero, aislado en un desierto de greda y piedra. De churqui y pirca. De pampa y sierra. Donde los eruditos pasan sus lentas horas y el sol se pone sobre sus libros ...No... No puedo volver a Oporto porque abandonaría mi savia".-"Pero abandonas tu nombre. Tu escudo. Tu suelo. Y lo perderás todo por completo porque los Reinos se han separado, y ahora aquí en tierra española, tu título lusitano ya no te será reconocido".-"Por eso te los ofrezco".Don Alvaro lo miraba sorprendido. Ambos pusiéronse de pie quedando cara a cara. El sobrino observó asombrado y azorado la faz inconmovible de su tío, y entonces le espetó:-"¡No!"-"¡Sí!"-"¿Puedes explicarme, querido tío, cómo has cambiado tanto? ¿Qué te hizo llegar a este punto sin regreso?".-"Sí ... mira, el Tucumán fue cautivante. Porque era necesario dominarlo en su fuego virginal, que no nos permitía la molicie. Quedé fascinado en el momento mismo de iniciar esta empresa. No puedes negar que los portugueses tenemos alma de aventura, navegando puertos y mares, territorios y naciones. Y llegué hasta acá, hace veinte años, al Tucumanao solitario. Me vi prisionero de su hechizo primitivo. Inmerso en un mundo que salió a mi encuentro inesperadamente y donde logré hallar mi senda propia".4 - EL  MAYORAZGO.............................-"Tuyo es, sobrino Alvaro, el Mayorazgo de Almeida".-"Aún no puedo recibirlo, respetado tío, es muy temprano para mi"- contestóle con angustia el sobrino-"Ya lo tienes Don Alvaro, así lo he decidido yo".-"No. Debo heredarlo aprendiendo de ti la conducta de nuestro escudo. Para ello atravesé el Océano Atlántico. El Océano Pacífico. El mar de la India y el de la China. El Bajo Perú. El Alto Perú. Las salinas. Las sierras salvajes. Los pumas. El pecarí. La yarará. El camoatí. Los alacranes ...Y llegué finalmente a esta aislada y solitaria Córdoba del Tucumán, ansioso... ¡Ilusionado de encontrarte!".-"Comenzarás solo, como yo comencé aquí".-"No es la tradición".-"Las Indias me enseñaron que la madurez no se regala. Debe conquistársela".Las últimas palabras de Don Ruy contenían cierta dureza. Austeridad, con un toque de rigidez. Sobrevino una tensa calma. El joven mirábalo sorprendido y hasta incrédulo, e intentaba adquirir su sobriedad para lograr comunicarse con él. De improviso creyó ver en su tío una estampa inalcanzable para él. Más allá de ellos estaba el misterio de aquella ciudad mediterránea. La siesta fugábase por los enrejados y los puentecillos de medio arco del Calicanto se cubrieron con estudiantes de toga. Su alegría juvenil era susurrante sin ninguna ruidosa algarabía. El silencio de la Ciudad Monasterio pareció invadirlos. Al transponer ambos el pórtico de la casa, que permanecía abierto durante toda la jornada envuelto en su luminosidad abrileña, un tiempo etéreo, sin forma, apoderóse del tío y el sobrino. La calle empedrada y bañada del sol otoñal mostraba a la vista de ellos, a esos Jesuitas caminando con sus lecturas mientras daban compañía a sus alumnos, en los descansos de las aulas. Los altos paredones del Calicanto congregaban a los jóvenes en una alegre serenidad, donde sus voces parecieran gorjeos distantes. El sobrino rompió nuevamente el mutismo: -"¿Tanto te domina este empedrado? ...sus claustros sus bachilleres, sus libros.. ¿No temes que se extinga en esta lejanía?"-"No. Ya no temo. Creo que lo temí hasta verte. Hasta tu llegada".-"¿Con mi presencia aquí?"-"Sí... Portugal se perdió y no creía en su regreso. Pero hoy estás aquí diciéndome que se ha reconstruido, demostrándomelo con tu presencia".-"¡Esa es la verdad! ...querido tío... Ha vuelto a ser la vieja Lusitania que perdimos".-"¿Con buenos reyes?"-"Los mejores del país. Son los Braganza, herederos de la antigua Casa de Borgoña, que fundara el reino de Portugal hace cinco siglos".-"Daréles mi voto de confianza, pero no he de olvidar que los Austrias a quienes juré lealtad antes de venir para Indias, también eran borgoñones y descendientes del fundador del reino lusitano".-"Nadie olvidará a la bellísima emperatriz Isabel de Borgoña, princesa portuguesa, y esposa de Don Carlos V, pues él la amaba tanto que abdicó enseguida de perderla".-"Y tú sobrino Alvaro, retornarás a Portugal para asumir tu Mayorazgo Almeida".5 - PRESAGIOS.....................Don Ruy caminaba por la sala carmesí, pensativo. Tantos cambios en el entorno de su vida plácida del Tucumán, no dejarían de tener sus consecuencias. Llegó hace veinte años a un mundo en construcción dentro del cual, él había colocado su impronta. Y estaba dispuesto a defender sus años de servicio a la corona de los Austria, porque aquello era la certidumbre de su elección propia.-"Todo... -dijo de improviso- Todo es siempre así".-"¿De qué forma?" -preguntóle el sobrino al ver que callaba otra vez-"Todo en el mundo sufre alternativas, cambios y variantes, porque el hombre es vital. Pero vuelve. Se hereda a sí mismo".-"Entonces aceptas que este escenario tuyo puede decaer, disolverse y perderse ¿Qué no es incólume?"-"Acepto querido Don Alvaro, que este mundo pétreo y cultural edificado junto a la ribera del río Suquía, puede sufrir una alternativa humana negativa, provocada por las rivalidades del mundo. Por contingencias externas a nosotros, sus ciudadanos, con violencias que lleguen a desbordar nuestras puertas y sus porteros ¡Pero su fuerza es mayor y volverá por sus fueros! Hemos sembrado una semilla con esfuerzo y los brotes jóvenes ya están floreciendo".-"He visto tu tenacidad".-"Volverá a rehacerse, porque está en su savia. Tiene restitución propia. Como el escudo y el título que es ahora tuyo".-"Habrá quienes intenten expulsar a los maestros que han traído hasta aquí el fuego del pensamiento y la constancia del estudio. Siempre ha ocurrido en la sucesión de los siglos"- expuso el sobrino-"Quedarán sus discípulos. Vendrán otros maestros y recomenzaremos".-"Habrá quienes intenten asaltar una ciudad diferente y codiciada. Aislada. Fácil presa de la violencia y las llamas"- insistió el joven-"La reedificaremos levantando una a una sus cenizas".-"Habrá quienes inmersos en avatares políticos lleguen desde afuera y cercenen la cabeza de los ciudadanos más ilustres."-"Quedarán sus descendientes. Crecerán y volverán a ser ciudadanos ilustres"- contestóle con firmeza Don Ruy-"Habrá quienes intenten apoderarse de su biblioteca llena de textos incunables".-"Volveremos a llenarla".-"Habrá quienes codicien su imprenta llevándosela a otra ciudad, para acallar de este modo las voces de los poetas cordobeses".-"Instalaremos otra en el mismo sitio para imprimir con ella de nuevo, la prosa y la poesía que nos acompaña"- respondió con firmeza Don Ruy-"Oporto llorará tu pérdida".-"Hace mucho que secó sus lágrimas. Piensa en mi propuesta".6 - EL  REENCUENTRO................................La tarde comenzaba a declinar trayendo desde afuera el fresco húmedo de la ribera del río Suquía. Los macetones del patio interior ofrecían fragancias de peperina y tomillo, y junto al aljibe los mulatos de la casa iniciaron sus pláticas en torno a una mateada. El cielo aún continuaba luminoso detrás de los ventanales enrejados, mientras que en la calle empedrada y bañada de luz vespertina, habíanse multiplicado sus paseantes. La campana anunció el final de clases que oyóse por todos los rincones, conmoviendo a los muros ciudadanos. Los preceptores reuniéronse entonces con sus alumnos sobre los puentecillos de medio arco del Calicanto, como una colmena de zorzales. Declinaba el día y en el interior de la casa de Almeida los mulatos cerraron el pórtico de entrada, con una gruesa llave colocando también una traba interna. Desde el exterior oíanse las campanadas del Ángelus.Don Alvaro fue serenándose y calmando su inquietud con el transcurso de los días. Su prisa juvenil y arrogante del comienzo dio lugar a un reposo peculiar, que era nuevo para él. Olvidó de a poco las fatigas del largo viaje y la presión que traía para concluir con rapidez sus propósitos. Y su intento por continuar la empresa que habíalo hecho viajar hasta el aislado Tucumanao, tomó formas nuevas. Más emocionantes para su juventud.Contemplaba a Doña Leonor, su prima, con el éxtasis de lo incierto. Ella, la hija de su tío Don Ruy, atraíalo con su fulgurante belleza. Pero Alvaro mirábala sólo a hurtadillas, como a un ensueño alcanzado, pero sin entablar aún un diálogo directo con ella, temeroso de ese mundo especial que había encontrado allí. Pensaba, ahora Alvaro... que ella era su prima, nacida como él en Oporto. La veía a diario con el esplendor con que él habíala soñado desde lejos, como supo imaginarla a través del largo camino de llegada. Y sin embargo, comprobaba ahora, que ella se hallaba más distante que nunca de él.La mulatilla vestida de rojo, doncella de la niña y testigo inevitable de aquel reencuentro entre los dos primos, sonreía complaciente. Leonor y Alvaro. Juntos como estuvieran en el castillo de Oporto. Pero ya no eran los mismos acá en el Tucumanao.-"Leonor..."-"Don Alvaro..."-"Leonor... la niña que me dejó una muñeca de juguete en los jardines de Oporto, no me llamaba Don Alvaro"- díjole él con algo de reproche-"Fue hace tiempo"- respondióle ella-"Sí, fue hace tiempo, es cierto. Pero sus ojos eran verdes como aún los veo ante mí. Como el mar de nuestros ancestros. Como todas las miradas lusitanas."-"Alvaro... Los mares están hoy día tan lejos de mi vida, viviendo yo en esta ciudad rodeada de sierras y pampas, que ignoro si algún día he visto su color"- contestóle ella sincerándose -"Te llevaré conmigo para que los recuperes, los portugueses somos navegantes".-"Mi piel, primo Alvaro, ha perdido el aroma de las sirenas y trasunta ahora, olor a piedra de basalto y talas espinosos".-"Tu padre, Leonor, fue otrora un gran cartógrafo lusitano que recorría los mares orientales y occidentales" -"Acércate bien a él, primo Alvaro, y compruébalo. El rostro de mi padre tiene ya el tinte de nuestra serranía cordobesa. Posee la sobriedad del Tucumanao y ha olvidado el diálogo con los delfines".-"Recorrió todos los mares con la flota de Portugal".-"Mi padre olvidó hace ya mucho tiempo sus aventuras en el Reino de Neptuno".Decepcionado, el joven quiso buscar un nuevo argumento de diálogo para cautivar a su prima. La mulatilla a su lado sonreía, como aprobando sus intentos. Ante el silencio que sobrevino, Don Alvaro se introdujo en su habitación y buscando en su arcón de viaje sacó de él un objeto, que escondió atrás suyo. Luego dirigióse nuevamente a su prima, diciéndole:-"Leonor, en tardes con ésta corríamos sobre la arena, la playa era nuestra nodriza y las olas rompíanse contra las rocas. Vine a buscarte desde muy lejos como a una ondina prófuga. Como te prometí en los jardines de Oporto donde quedara olvidada tu muñeca de porcelana". Diciendo lo cual Alvaro mostróle la muñequita que había escondido detrás suyo. Ella la tomó con ternura en sus manos, como demostrando reconocerla, a pesar de hallarse algo desarmada como todo juguete en manos de una niña traviesa.-"Creo recordarla, no hay duda que fue mía y es de porcelana, un lujo que aquí no tenemos. Sólo recordaba haber jugado en la infancia con muñequines tejidos en el Cuzco por manos indias con diseños multicolores. Me impregna una sensación dolorosa decírtelo".-"Esta muñeca que te traje, encierra tu primeros juegos, los que quedaron conmigo".-"Yo era entonces demasiado pequeña y mi memoria había borrado esas imágenes. Fui trasplantada antes de tener formada una conciencia de mi ser".-"Así ha sido para ti, Leonor, sin duda. Yo fui siempre el mayor. El responsable. Tu protector. Y recuerdo tu voz llamándome ...Las olas guardaron ese sonido melodioso y lloroso reclamándome. Así lo creía yo. Pues el dolor nostálgico se apodera del que queda atrás, sin comprender la emotividad del que parte y emigra... ¡Pero mantuve siempre la convicción de que llegaría un día a tu encuentro!"-"Creo, querido primo. Creo que imaginaste durante estos veinte años llegar hasta nosotros para salvarnos de un destierro involuntario ¡Pero era voluntario!" Diciendo esto Leonor cortaría el diálogo, que sin duda habíala emocionado, retirándose hacia su habitación mientras llevaba la muñequita de porcelana en sus manos. Una vez allí fue en busca de su costurero y sacó de él una aguja con hilo para comenzar a reponer las fallas del vestuario en su antiguo juguete.7 - EL  IDILIO..................La muñequita de infancia semirota que llegara de Portugal, tuvo más efecto en la niña que las frases románticas de Don Alvaro. Los jóvenes no serían inflexibles al extremo y un romance guardado en el tiempo iría aflorando entre ellos, a inmensa distancia de Oporto, junto al río Suquía. Para sorpresa de Don Alvaro y Don Ruy, la hija de éste dedicaba sus días a crear pequeños vestidos para su antigua muñeca lusitana. Esta forma de ternura por un pasado que en realidad ella no recordaba, alentaba a su primo y preocupaba a su padre. La mulatilla acompañábala con tejidos de pequeños ponchos, mientras sonreía al joven galán con picardía, como su cómplice dispuesta a unir a la pareja. Por fin él -que había recibido un mensaje imperioso de su abuelo desde Portugal, por medio del Chasqui- decidióse a hablar con ella en forma definitiva.-"¡Leonor! Vine a buscarte como a un sueño. Vine a buscarte porque Portugal es nuevamente nuestro, de los lusitanos ¡Y Córdoba del Tucumán no nos pertenece más!"-"Pero éste es mi mundo, Alvaro, el que me ha formado. El que me ha hecho ser lo que ahora soy"- respondióle ella con asombro y temor-"Un mundo que me sorprende a través tuyo. En esa muñequita yo traje para ti desde Oporto, había un homenaje para que te acercaras a mí. Pero no ha ocurrido, te refugias en ella y te alejas de mi amor"- díjole en reproche el joven-"Lo que hoy te cautiva de mí es esta paz que he bebido de estos suelos, y me la transmite nuestra barranca bermeja del río Suquía. La serenidad aflorando de los conventos y las aulas, ha dado carácter a mi conducta, diagramándola con una forma propia".-"Tu estilo personal tiene gran atracción sobre mi, y no lo oculto Leonor".-"Mi estilo cordobés nace de las circunstancias que he vivido en este ambiente que te es ajeno".-"Ese es tu sortilegio y tu soberbia. Lo que me apasiona. Lo que me aparta. Lo que un día encuentro en tus brazos y otro día no encuentro"-"Como las llamas de nuestro poeta..."-"Ese poeta que tanto declamas..."-"Sí, Luis de Tejeda, cuando dice:                                Campo estrecho y solitario                Noche tenebrosa y larga                Dos voluntades, si puras,                Puramente enamoradas;                Despertáronos del sueño                O nunca entonces cantaran                Jilgueros y ruiseñores                Por los árboles y ramas"-"Estos somos nosotros, Leonor, que vamos a despertar. Eres lusitana y no lo eres. Contienes a Portugal, tierra de poetas,  y a Córdoba, otra tierra de poetas, en una insólita síntesis".Cuando quedaron callados, mientras la mulatilla traía sucesivos mates, cada uno de ellos cavilaba en su interior, sumergidos en un pensamiento diferente. Don Alvaro creía verla aún como él habíala soñado a la distancia, detrás de un océano. Pero Leonor era ahora diferente a ese ensueño y él debía despertar. Finalmente ella le dijo:-"Vivimos acá tan lejos de las naciones tumultuosas que hemos edificado un mundo para nosotros. Hecho de silencio. De piedra. De latín. De churqui. De poesía. De música. De chañar. De aromo. De ornatos. De meditación. De poleo. De retórica. De piquillín. De dialéctica. De mistol. De oratoria. De penca. De paico. De tuna. De champa. De caligrafía".-"Sí, prima amada, todo ello en su conjunto me envuelve ahora, y no creo olvidarlo aunque parta de aquí, pues es muy extraño que haya sido creado en un lugar tan aislado".-"También vivimos rodeados por tribus vandálicas amenazantes. Somos el producto de un mundo aislado en su espacio de lugar, pero cultivamos formas depuradas que han llegado con nosotros en los arcones atravesando las salinas y las sierra con reptiles venenosos. Sin embargo el aroma a hierbabuena y tomillo endulza nuestras casas".-"Traté de aspirarlo en la fragancia de tus labios, pero tus palabras me lo comunican mejor que tus besos".-"Pertenece a Córdoba querido primo, mi padre te lo ha ofrecido en su propuesta, que yo anhelo aceptes. Tómalo o déjalo". -¡Leonor"... He llegado hasta aquí luego de atravesar una ruta inmensa que me trajo desde el otro lado del Océano, para proponerte una elección distinta".-"¡No, Alvaro!... Ya no puedo partir, alejarme, volver la cabeza atrás, pues hay un sitio definido en existencia de cada uno... y éste es el mío".-"¿Estás segura de ello?"-"Muy segura. Formo parte de este entorno con su complejidad y su simplicidad, con su misterio y su realismo".-"¿Qué te atrae de él para no desear volver junto a tu tierra de nacimiento?"-"Me atrae... que fuera creado por cada uno de nosotros. Un mundo de contrastes que tomó identidad propia con nuestra llegada al escenario virgen, trayendo hasta aquí nuestra elegancia lusitana. Pues fuimos muchas las familias que arribamos desde Portugal en aquel tiempo. Como también es mérito de aquéllos andaluces, que aún antes de nosotros, arribaron de improviso en el momento de la fundación, trayendo exquisiteces a un medio salvaje. Primitivo. Colocando elegancias en tierras bárbaras. Creando fuego interior imbuido de serenidad". -"Yo he palpado también, Leonor, como lusitano, como hijo de una nación navegante llena de audaces marinos ... esa serenidad".-"Era la única opción a nuestro alcance y se transformó en un propósito de vida"- concluyó LeonorEl marco donde ambos se hallaban permitíales contemplar esa paz ciudadana que la niña mencionaba. Y ambos miraron por el ventanal la salida matinal de los estudiantes. Don Alvaro comenzó a sentirse indeciso de sus resoluciones, pero la misiva lacrada de su abuelo que el Chasqui habíale entregado aquella mañana muy temprano, reclamándolo, lo hizo volver sobre sí.-"Vine a buscarte- insistió una vez más -para retornar contigo junto a las olas que golpean el castillo de nuestro abuelo. Para devolverte a tu lugar".-"¿Mi lugar? Ya no soy más aquella niñita llorosa y temerosa que jugaba a tu lado en una playa nodriza. Vivo ahora entre tunales y latinismos, en este mundo rodeado de poetas, entre sierras y pampas, muy lejos de todo mar".Las últimas frases de Leonor daban indicio claro de un cierre a las esperanzas de Alvaro, por retornar junto a ella al lado del abuelo de ambos, quien ahora era súbdito de la Dinastía Braganza. Una dinastía muy distinta de aquélla otra, que había traído antaño a tantos lusitanos hacia el Tucumán. Al oír a su niña, la mulatilla sintióse dolorida de corazón y llevó sus manos al rostro, lagrimeando. La negrita era una adolescente llegada de Angola que hablaba la lengua portuguesa con gran perfección, y anhelaba acompañar a Leonor hacia Portugal, como una forma de estar más cerca de su casa.-"Tu fascinación por mí, Alvaro, es parte de esta atmósfera distinta a ti... que debe permanecer intacta. Pues yo la perdería si me apartase de este lugar. Entristecida además por la frialdad de tus besos, cuando yo te dejase de atraer, al encontrarme vacía".-"Tus razones son válidas".-"¿Las aceptas?"-"Las acepto de mente, pero no de corazón. Aquí se halla tu centro y el mío en Oporto, como bien lo sabes. Córdoba del Tucumán se ofrece ante mi vista, a través tuyo, como una gema exótica dentro de la inmensa variedad de pueblos reunidos en el gran imperio español de ultramar de la Casa de Austria... Ese imperio que ahora ha perdido la Lusitania adonde yo regresaré".-"Quedará tu aroma a delfines en el empedrado".-"Se transformará en perfume de tuna y pensarás en Oporto. Me amarás y no me necesitarás. Te olvidaré y no dejaré de amarte".8 - LEJOS  DEL  MUNDANAL  RUIDO................................................Se apoderó de ambos una angustia melancólica y las miradas esquiváronse por algunos instantes, como si el llanto de despedida ahogado en el pasado fuese a subir hasta sus gargantas. La tenue brisa de la tarde comenzaba ya a envolverlos, y Doña Leonor dirigiéndose lentamente hacia el ventanal colocó su rostro contra las rejas, en grave mutismo. El la observaba. Luego ella y su mulatilla retiráronse algo entristecidas, pero resueltas a continuar sus vidas tal como eran antes de la llegada de Don Alvaro. El joven quedó solo en la sala sentado en el gran sillón color púrpura, sumergido en sus pensamientos. Transcurrido un espacio de tiempo la entrada de Don Ruy, que había desmontado dejando su caballo junto a la puerta, destacóse por el fuerte paso de sus altas bota. Al oírlo, su sobrino comenzó a dirigirle la palabra, como si estuvieses hablando para sí:-"Retornar significa para mí, salir de esta civilización cordobesa para atravesar nuevamente el camino primitivo y solitario, en una ruta casi interminable".-"Fue nuestra ruta y por ella comenzamos nosotros"- contestóle su tío-"Pero aceptaron este destierro en forma voluntaria".-"Sí, has dicho bien, sin embargo fuimos convocados para ello... Cuando Don Felipe de Austria nos ofreció el Tucumán y llegamos con nuestros trajes ostentosos, con nuestros modales atildados como hombres de mundo portugueses, con nuestra elegancia lusitana tan mentada. Con nuestro mobiliario obscuro y finamente labrado en Africa ¡Con nuestros siglos de navegantes en compañía de sirenas y tiburones! Y llegamos aquí en medio de las pampas solitarias... todo era insólito y nuevo. Una gran aventura sin precedentes."-"¡Era un cambio muy abrupto!"-"Lo era sobrino, más de lo que ahora te imaginas. Y nos asentamos aquí en mitad del continente, rodeados de salinas interminables, serranías desconocidas, montes inexplorados, pampas infinitas y vacías ...Entonces comprendimos que estábamos muy solos y supimos en aquel momento, en aquel instante cumbre, que todo había cambiado para nosotros... Y que ya nunca retornaríamos al Reino de Neptuno". -"¡Portugueses aislados en el mundo, lejos de países y de puertos! ... Era algo completamente nuevo".-"Así fue. Los lusitanos del Tucumán que conocíamos todos los puertos de Oriente y Occidente con sus diferentes países, nos habíamos alejado de un golpe de todos ellos. Para nuestro devenir y el de nuestra herencia".-"Algo asombroso"- insistió Don Alvaro-"Una historia larguísima estaba concluida y comenzaba para nosotros otra nueva, inesperada. Distinta."-"¿Cuál era el mérito?"-"Avanzábamos como pioneros, sintiendo el gozo de ser los primeros. Fuimos pilotos de tierra con el sextante, la brújula y cuadrante abriendo los caminos del Tucumán virginal. Eramos expertos en puertos y elegimos sus sitios más resguardados, con el nombre portugués de "Postas" para el descanso de los viajeros y el arribo de las caravanas. Navegábamos por el continente como antaño por el mar". -"¡Navegantes en un puerto sin mar!"-"Bien lo dices, sobrino. Nosotros éramos aquí los últimos sobrevivientes de una civilización europea, que en suma, nunca nos recordaría. Y éramos conscientes de ello. Nadie vendría a vernos".-"Era una propuesta muy dura, querido tío".-"Sí, lo era. Lo sigue siendo. Somos los cordobeses guardianes de la cultura en un mundo desamparado por las naciones, donde los caminos sirven para separarnos, antes que para unirnos, en la interminable distancia".-"Admitieron de motu propio esta soledad y su aislamiento".-"Solos. Muy solos. Con el traje. El sextante. El cuadrante. La brújula. El empedrado. La imprenta. La retórica".-¿En ello consiste este magnetismo telúrico que te ha atrapado por veinte años y para siempre?".-"En ello sin duda. Los lusitanos veníamos de un mundo distinto creado quinientos años antes por el príncipe Enrique de Borgoña. Eramos orgullosos vasallos de una corona y una dinastía que había creado al reino de Portugal. Navegábamos los mares orientales y occidentales a su servicio... para engrandecerla. Nuestro esfuerzo creó méritos y gloria, siendo recibidos con palmas por reyes, emires y mandarines".-"¿Y no fue grandioso todo aquello?"- sostuvo Don Alvaro-"Lo fue en gran manera,  hasta llegar a Córdoba del Tucumán, ciudad monasterio, ciudad de eruditos, a la cual esos brillos dinásticos no daba importancia".-"Explícame mejor, lo necesito, no puedo partir de aquí siguiendo el Camino Real, sin hallar la verdadera razón, esta clara firmeza, que anida en tu mente y en la de Doña Leonor".-"Te lo diré, pero deberás escucharme con mucha atención"- exigióle Don Ruy-"Soy todo oídos"- aceptó Don Alvaro-"Antes servíamos a un rey, a una corona, a la grandeza de un imperio... Lo que en suma significaba servirnos a nosotros mismos, que recibíamos las palmas en cada regreso. Aquí, en cambio, aprendimos a servir a una Comunidad... A vivir y empeñarnos por un grupo humano compuesto de personas provenientes de diferentes naciones, razas y colores. A servir al prójimo".-"¡Una Comunidad!"-"Sí, exactamente, querido Alvaro, una comunidad que nos necesita y depende de nosotros, lusitanos aventureros, para sobrevivir sosteniendo su estilo. Nosotros que enlazamos su mundo aislado de estudio constante, con nuestras caravanas hacia el Alto Perú. Con los caminos que trazamos en estas soledades, con las Postas que colocamos en lugares adecuados. Hemos hallado aquí una razón real de vida que antes desconocíamos, al servir a esta Comunidad que vive...  Lejos de Mundanal Ruido".-"¡Lejos del Mundanal Ruido".9 - EL  CONDE.....................El joven sobrino quedóse en silencio. Aquel planteo de su tío resultábale demasiado inesperado, y no estaba preparado para incorporarlo en forma inmediata. Sin embargo, el respeto que su abuelo había creado dentro suyo por Don Ruy, el mayorazgo de la casa Almeida, hacíale admitir lo que llegara ahora a sus oídos. Lo comprendiese el sobrino o no, eran ésas las razones expuestas por su tío.  -"Los lusitanos llevamos con orgullo las honras de nuestros hombres de mar, que han hecho respetar a Portugal por todos los países"- insistió Don Alvaro nuevamente-"Nunca lo he dudado".-"¿No deseas compartirlas?"-"Portugal ignorará siempre de nuestra existencia"- expresóle Don Ruy-"El mundo entero admiró las proezas de la flota del príncipe Enrique el Navegante".-"El mundo entero fue su testigo y los siglos comentarán admirado todos sus éxitos, no lo dudes sobrino".-"Fue un esfuerzo digno de mérito y orgullo, querido tío".-"Pero cuando la Compañía de Jesús surgió aquí como un espejismo detrás de una salina, entre declinaciones latinistas. Cuando antaño se construyeron las calles empedradas sobre un suelo gredoso y fangoso. Cuando se inauguró la biblioteca. Cuando comenzó a funcionar la imprenta. Cuando la retórica, la dialéctica y la oratoria se instalaron sobre las márgenes del río Suquía, amparados por un imperio donde el sol nunca fenecía, donde no había casi población. Donde no existía vecino natural alguno, de ninguna tribu india, que detentase civilización de cualquier especie. Donde las naciones civilizadas quedaban tan lejos que ya dejaban de ser realidades ¡Fue entonces cuando comprendimos los portugueses nuestro aislamiento como grupo humano! ...Y la gran responsabilidad que teníamos de aquí en más, con esta comunidad". Sobrevino un silencio largo, acentuado por el estado emocional de Don Ruy. El sobrino había callado y lo contemplaba, algo cautivado. La luz vespertina entraba solitaria por el enrejado.-"Duras vicisitudes les deparó la vida"- comentó finalmente el joven-"Duras. Sin duda. Pero fuimos premiados con placeres exquisitos. Pues dialogábamos en latín con el Jesuita Flamenco, ya que él no hablaría el portugués ni tampoco el idioma del encomendero vasco. Sólo el latín unía a esta población cordobesa del "Tucumanao", frontera del gran Tucumán, donde el rey Felipe de Austria era el Rey de todos".-"Sin duda un acontecer brillante en tu vida"- aceptó el sobrino-"Lo es. Aquí sin testigos civilizados cercanos vivimos nosotros rodeados de eruditos. De bachilleres, poetas, calígrafos, místicos, tallistas, doctores. Pero cercados por la soledad geográfica como bastión de un mundo que nunca sabrá nada de nosotros, y el cual muy probablemente tampoco sepa comprendernos, ni aún mismo respetarnos". -"Fue una elección inflexible que asumiste hace veinte años".-"Sí. Fui elegido. Fui convocado. El siglo diecisiete me llevó cabalgando en su gloria y en su sacrificio. Acepté en el zenit de mi juventud junto a mis compañeros de aquel tiempo, identificados todos con un imperio multinacional, pertenecer a este Virreinato del Perú bajo la administración de la Casa de Austria. Y acepté con ello servir a esta comunidad universitaria, que a su vez, tanto necesitaba de nosotros".-"Un admirable servicio a una Comunidad".-"Me conmovió de inmediato en el momento de la llegada, al verla tan austera, y erigida en el límite con poblaciones primitivas y algunas de ellas, asimismo vandálicas. Era necesario que sobreviviese y en nuestras manos estaba apoyarla ¡Ese era nuestro reto! La huella del destino colocado en nuestra juventud, que vivimos intensamente".-"¿Intensamente?"-"Sí, intensamente, sin ceder nunca a otras presiones"- concluyó Don Ruy-"¿Te integrarás para siempre?"-"Ya estoy integrado. Los lusitanos de Córdoba del Tucumán no volveremos. Somos ahora Indianos, esto es, europeos habitantes de las Indias. Pertenecemos a la savia del río Suquía por elección propia. A sus claustros, por dentro o fuera de ellos. Somos su mundo. Sus testigos. Su entorno. Tenemos hijos y tendremos nietos que aspirarán el cristal germinante del Colegio Monserrat y brindarán su identidad a las piedras del Calicanto".-"¿Es tu decisión definitiva? ¿Es tu despedida final de Portugal que vino a buscarte, a través mío?"- preguntóle el sobrino-"Es. No hay otra"Ambos pusiéronse de pie para confundirse en un emotivo abrazo. La mulatilla escondida en semipenumbra junto al arco divisorio, observaba tiesa la escena y se llevó una mano a sus ojos para secarse lágrimas. Don Ruy hizo sentir su potentísima voz de marino en el interior de la casa, llamando a su esposa y a su hija.-"¡Doña Mencia! ¡Doña Leonor! ... El Conde de Almeida se despide"10 - EL  RETORNO..........................Don Alvaro contempló la belleza de Leonor todo el tiempo en que él residiera junto al río Suquía, en aquella ciudad monasterio elegida por su tío para depositar su simiente. La belleza de la hija de Don Ruy ornamentaba aquel recinto de la sala color carmesí, acompañada siempre por esa doncellita obscura de finos modales que le sonreía en complicidad. Y la siguió contemplando en pensamiento cuando la borda del galeón que lo llevaba de retorno, se alejaba de las costas del Callao. Un sortilegio extraño, sin respuesta, pero injerto en su pupila, lo iba a acompañar en la lenta y pesada travesía de regreso a Portugal.La Ciudad Monasterio quedó en ese pasado fugaz de su etapa juvenil. Y cuando Doña Leonor, Don Ruy, Doña Mencia, el obscuro cochero, los cholos silentes y coloridos, la mulatilla cómplice y el pétreo ambiente hubiéronse eclipsado en su memoria, aún recordaba aquel descampado despoblado adonde se habían refugiado los eruditos... Lejos del mundanal ruido.Sin forma ni imagen. Sin figura viva. Pero perenne como pensamiento. Como una idea incorpórea. Sola. Lujuriosa en su savia prístina.............OOOOOOO.............. 
VILLA CARLOS PAZ ................ Por Alejandra Correas Vázquez Basado en el relato recibido de mi padre, Dr. Oscar Correas por boca de Don Carlos Paz 1 ... LA CASA DEL MARQUÉS El alma sevillana del Marqués de Sobremonte con su toque francés del período borbónico, está viva en su casa. Nadie la ha quitado de allí y todos vamos con alegría a buscarla. Forma parte de nuestro entorno cordobés y de nuestras nostalgias. No se parece a la sobria, imponente y pétrea estructura Jesuítica enriquecida con aporte nativo, que invade nuestra Córdoba Colonial, pero termina de definirla y le da la coquetería necesaria para completar un cuadro de época. Es distinta. Opuesta. Como opuestos fueron Austrias y Borbones, con dos propósitos disímiles de políticas y administraciones. Con la diferencia abismal en sus logros y el concepto de vida, que hay entre un Felipe II y un Luis XV. Y ambos conceptos así yuxtapuestos, se hallan igualmente vivos y convivientes en el pasado nostálgico de Córdoba, con una garra persistente que ha sobrepasado el tiempo. Con la sobrevivencia centenaria de los antiguos profesores Jesuitas, los que un día fuesen arrancados de sus aulas a punta de espada, entre la gritería impotente de sus alumnos, encadenados y arrojados a la obscuridad de misteriosos carruajes, con un destino incierto. Y está igualmente presente y viva el alma del Marqués de Sobremonte en ese ambiente peculiar que él recreó. Por ello todos vamos con alegría a buscarla allí en su casa. Con su vigor y su pujanza. Con esa disposición para el protocolo, las fiestas y los convites, tanto como para el trabajo y las tareas. Para ser "sobremontistas" o sea, gente de empresa y proyectos nuevos. El encontró una provincia destruida y dejó una provincia floreciente. Encontró una ciudadanía en decadencia y dejó una ciudadanía en crecimiento. Encontró cordobeses desesperanzados y dejó atrás suyo, cordobeses llenos de fe. Rescató la confianza cordobesa haciéndola resurgir desde adentro de sí misma. Devolvió la esperanza perdida después del gran desastre generado por la "expulsión" y la ciudad de Córdoba, para la que trabajó a denuedo, supo reconocérselo. Junto al pórtico de entrada de su casa, enmarcado en ribete obscuro, se halla un cuadro de honor desde el cual nos saludan en bienvenida, los retratos -en daguerrotipo- de antiguos cordobeses del Siglo XIX. Entre ellos se destaca un caballero, que ocupa con derecho su lugar en este significativo ambiente : "DON RUDECINDO PAZ" 2 ... DOS PERSONAJES Don Rudesindo Paz. Personaje especial que señala a toda una época y a un tiempo. El siglo XIX. La Belle Epoque. En la entrada de una casa alegre, mundana y conciliatoria (hoy museo), la Casa de Sobremonte adonde los cordobeses de finales del siglo XVIII acudían para reencontrarse de nuevo consigo mismos, y que recuerda a un Marqués de gran vida social, comunicación y salones. Con espíritu de empresa y labor. Con fe en el progreso y en sus conciudadanos. Un gobernador alegre y creador, pero a la vez testarudo y enérgico ... cae como anillo al dedo la presencia de otro hombre alegre, social, progresista, maestro de vida como aquél, buen amigo, pero también testarudo y por momentos... violento. Don Rudesindo fue un hombre del destino y por ende, o por nacimiento, habría de tocarle representar un papel de responsabilidad entre sus conciudadanos, para el cual tenía condiciones naturales de genio conductor. Y aunque no tuvo, ni alentó, ni se propuso representar oficialmente a Córdoba con cargos políticos, a pesar de ello la ciudadanía lo eligió como su referente. Situación muy distinta a la que debió encarnar y llevar con éxito en Córdoba, el gobernador Sobremonte, nuestro Marqués, quien necesitaba revertir la situación inicial. Crear simpatías entre una población cordobesa arisca y resentida que lo rechazó al comienzo y lo amó finalmente con gran admiración, siguiendo sus huellas. Buscar adhesiones y ganarse apoyos, colaboradores, fue una tarea delicada lograda por el genio político de Don Rafael María Núñez, Marqués de Sobremonte. Quien llegó como un extraño, venció las resistencias creadas (por la expulsión jesuítica, una década atrás) y se ganó el respeto de los cordobeses con innumeras obras claras. Con palabras directas y sin ningún doble discurso, tal como él era. Y sobre las ruinas de esta provincia colonial, condenada al abandono, edificó un futuro de progreso que ya no se detendría ...Por ello "sus" cordobeses, lo han retenido en su alma para siempre y siguen cuidando su casa. Fueron dos hombres distintos. Pero ambos comparten algo en común, dentro del alma de Córdoba, y ello hace que sea válido preambular el análisis con ambas figuras. Pues en los dos se destaca al unísono : el rescate humano. Tanto el uno como el otro, se presentaron en esta ciudad y provincia, cuando la sociedad cordobesa atravesaba por sendos conos trágicos de sombra. Y lograron hacerla renacer. 3 ... EL PANAL Gran figurón de su tiempo, bastón en mano y sombrero alto. Erguido. Elegantísimo. Fue el niño mimado de su ciudad. Don Rudesindo tuvo una destacada, tanto como elogiada, presencia en la Córdoba de su época. Poco debió esforzarse en la vida para vivir o sobrevivir, con todas las situaciones vitales resueltas desde el nacimiento, este hijo nacido en el suelo natal del General José María Paz y futuro padre de Carlos Paz. No tuvo que sacrificarse para vivir. La vida se le ofrendó con magnificencia. Pero él la lució con talento, esplendor, amenidad, buen gusto, gran capacidad comercial y "savoir faire". Rudesindo tuvo un rico anecdotario personal, alegrando a Córdoba (una Córdoba doliente, sumergida en tragedias históricas del siglo XIX) y proponiéndole una salida del dolor, a través de la vida social y societaria. Tal vez, porque él era también a pesar de sus riquezas, hijo del dolor. Esta era una Córdoba que emergía lentamente y casi cabizbaja, de una cruel guerra fraticida. Eran familias cordobesas con troncos comunes, que habíanse asesinado, perseguido y depredado, desaprensivamente, exhibiendo gran felonía. Ensangrentada en 1829 por su padre, por los enemigos de su padre, por dos partidos políticos enfrentados e irreconciliables a ultranza, y que no habían tenido compasión uno por el otro. Todos proscriptos de Córdoba. Todos expulsados de Córdoba. Todos exilados de la ciudad de Córdoba ... Incluido el General Paz, el propio vencedor de esa batalla de La Tablada, a quien se le negó el retorno a su suelo natal cuando quiso volver como delegado. No fue perdonado por los cordobeses. Proscripto también de la ciudad el mismo general triunfador, de esa despiadada batalla sucedida en 1829, al pie de las barrancas cordobesas, que diera como corolario un éxodo masivo de habitantes. Inmensas humaredas cubrían aquella Docta incendiada, luego que José María Paz pusiera sitio a su propia ciudad natal con tropas regulares y bien municionadas. Cuando Facundo Quiroga hiciera dentro de ella una defensa descabellada también sanguinaria, imposible de concretar, con tropas irregulares armadas sólo de facón. Córdoba fue, pues, arrasada por ambos contendientes. Don Rudesindo no llegó a conocer a su padre del que heredaría una gran fortuna, porque vivió siempre en Córdoba, la ciudad prohibida para el General Paz. Ya que los cordobeses le negaron el derecho de retornar en vida a la ciudad sufrida. El vencedor de La Tablada retornaría a Córdoba, sólo recubierto por su féretro. Había heridas abiertas que tardaron dos generaciones en cerrar.... Córdoba era entonces, una ciudad dolorida y lacerada. Una comunidad desunida ... Pero a la cual Rudesindo iba a llenar de alegría, ofreciéndole como esperanza, la reunificación por medio de la vida social y societaria. Reuniendo a toda esa ciudadanía donde poco antes, unos desconfiaban de los otros. Su acto primordial para ello, para acabar con todas estas guerras, sangrías, atropellos, odios, enemistades, tormentos ...Su acto principal medido con clara inteligencia, en el momento justo -como gran hacedor y diplomático que él siempre fuera- el más importante y que marcó una época de reencuentro para Córdoba, fue : la fundación del "Club El Panal". El Panal donde se reúnen las abejas de una misma colmena. Creó una nueva conciencia para Córdoba... Córdoba reunificada. El Club "El Panal", el centro societario, origen del posterior Club Social de Córdoba, origen de toda la actividad social de la vieja Córdoba. Su vida comunitaria. Su lugar de convivencia. Lo que ya había iniciado el Marqués de Sobremonte en el siglo anterior, con su salón cultural. Había iniciado precisamente eso : la vida societaria. 4 ... UN BASTONAZO CON PREMIO Don Rudesindo Paz, hombre de gracia y talento. De comercio y sociedad. De modales elegantes y conversación atildada. Instruido e ilustrado, pero no erudito. Amante de los vestuarios, de los salones, de los lujos. Muy rico. Hombre esencialmente frívolo, que saboreaba con placer los grandes convites y ofrecía grandes banquetes. Nacido y criado en esa época dolorosa cuando Córdoba no alcanzaba a salir aún de sus duelos y venganzas. Hijo de un siglo doloroso que debía encaminarse al futuro, con paciencia, Rudesindo supo revertirlo todo y ofertó a sus conciudadanos ... la posibilidad de la sonrisa. Muchas veces se habla de lo que una ciudadanía le debe a sus fundadores y a sus hombres de gesta. A sus vencedores en las guerras. Pero pocas veces se habla de aquellos salvadores de la paz. Del gusto a vivir. De los que enseñan a retomar el camino de la alegría. De los que educan para convivir. Eso fue Don Rudesindo Paz. Su anecdotario es numeroso, pues siempre había algo que comentar de él. O de su entorno. Cualquier conversación en una familia tipo, lo tenía de personaje central. Alguien lo había visto, lo había oído o lo había saludado. Una de ellas tuvo gran resonancia : En la penumbra nocturna de una noche de mala suerte, cuando Don Rudesindo emergió a la calle envuelta aún en los vapores del sereno nocturnal, apareciendo en las puertas de su club "El Panal", luego de ser derrotado en la mesa de juego -malhumorado y quejoso- vio a un negrillo típico de nuestros amaneceres y calles cordobesas, quien le extendía un billete con la Lotería de Navidad. Pero esa noche Don Rudesindo Paz no estaba de humor, estaba sencillamente de muy mal humor. Con su célebre bastón de mango en nácar y plata, se sacó de encima al inoportuno negrito. La noche era densa como su ira y los bastonazos daban rienda suelta a sus disgustos sucesivos, en la salida del Club El Panal. -¡Está bien que no quiera comprarlo, pero no tiene por qué pegarme!- le gritó el chicuelo Sobrevino un silencio repentino y los bastonazos dejaron de caer sobre su indefensa víctima. Como despertando de una pesadilla y volviendo en sí, observándose a sí mismo de pronto -su elegancia, su poder, su lugar selecto en la sociedad cordobesa- y comprendiendo quién era él y quién era su ocasional víctima, sobre la cual había descargado su fracaso de jugador, le dijo : -Tienes razón muchacho ... A ver... ¡Dame ese billete!- y se lo compró Llegó la Navidad. Todas las casas cordobesas lucieron sus "pesebres" de porcelana. Las iglesias decoráronse como siempre, para la gran Misa del Gallo... Y la Lotería Nacional publicó el número premiado de aquel año. Don Rudesindo Paz ya se había olvidado del incidente, de su compra, del negrillo, de su violencia inusitada aquella medianoche y de su disculpa. Pero el número le resultó familiar. Buen comerciante, buen hacendado, buen financista, buen timbero, los números eran su predilección, especialmente cuando se trataba de patacones. El era muy ordenado y organizado. Fue hasta su escritorio, buscó entre sus papeles ...y lo halló. Era cierto. No se engañaba. Estaba confirmado... ¡Había ganado el Primer Premio de Navidad! Su fortuna que ya era importante se acrecentó muchísimo. Sus propiedades darían algún día origen a una importantísima ciudad turística y comercial de la sierra cordobesa, que llevaría el nombre de su hijo : "Villa Carlos Paz." 5 ... HIJO DEL AMOR Hombre de suerte, su vida fue romántica desde el nacimiento. El Siglo XIX rindió culto al romanticismo y en medio de su adustez moral, peculiar y decantada, se permitió "travesuras" amorosas que hicieron célebres a Chopin, Mallarmé, Liszt, Gauguin, Wagner, Baudelaire ...Rudesindo era producto de una de ellas... Pasajera y fugaz, incluso como todas ellas, y sin duda apasionada en medio del fragor de la batalla. Cuando los cañones del General Paz arreciaban frente a una ciudad universitaria poblada de civiles y los gauchos riojanos de Facundo defendíanse a lanzazos y boleadoras, a las puertas de una ciudad erudita sitiada por tropas de artillería. Cuando en los barrancones agrestes de La Tablada la greda roja enrojecíase de dolor, el niño que traería bajo sus brazos un pan de paz, abría sus ojos en una Córdoba ensangrentada. Hijo único nacido en Córdoba de Don José María Paz -que tuvo un matrimonio con otros hijos que nunca conocieron esta ciudad- fue criado por las hermanas del general en su suelo natal. Todos los bienes cordobeses de su padre (que fueron cuantiosos después de ganar la batalla de La Tablada) pasaron a sus manos. Rico desde el primer vagido al salir del vientre de su madre. Sobreprotegido. Amado. Cuidado por una familia de lustre. Hijo del amor. La ciudadanía cordobesa no sabía decir con certeza, quién era su madre. La vox populi reveladora de secretos, sostenía que era una niña muy joven, de menor alcurnia que el padre y que había sido enviada a un convento. No fue presentada en sociedad que se supiera, pero a Rudesindo todo ello lo tenía sin cuidado, como a los demás bastardos importantes de la historia : Don Juan de Austria, el más célebre. La orgullosa Córdoba, la Docta, la erudita ciudad del Calicanto, le pertenecía. Giraba en torno suyo como las abejas giran alrededor de la reina en una colmena, cargando los panales de miel. Llevaba el apellido de una familia ilustre. Era el hijo único conocido en esta ciudad del General Paz, el hombre fuerte de Córdoba después de esa dolorosa batalla de La Tablada -enlutante- y que él, Rudesindo, era el primero en tratar de olvidar. Pero que le otorgaba poder ciudadano. Rudesindo tuvo gracia y talento para ejercer esta herencia. Tenía su palabra gran peso político. Era una carta de recomendación, un aval, una garantía, una suerte de presentación, un cheque en blanco para cualquiera. Su apoyo social, comercial o político en esta ciudadanía que habíalo elegido como su referente hallándose presta a confirmarlo en tal lugar, poseía siempre un significado de ley. Un día le solicitaron que se hiciera cargo de la gobernación de Córdoba, la cual era ya evidente, presentaba variados problemas desde hacía tiempo. El grupo nutrido de representantes de las fuerzas vivas había llegado hasta su casa con especial ceremonia y los caballeros que lo componían, iban perfectamente atildados, con sombreros elegantes para ganar su simpatía. Don Rudesindo los miró con su sonrisa silenciosa, algo habitual en él y luego de algunos espacios vacíos de tiempo, contestóles : -Señores ... Yo manejo a los cordobeses ... Que otro maneje a Córdoba. 6 ... VALS SIN FIN Las fiestas galantes lo tenían de figura central siendo necesaria su presencia en la apertura de un baile. El ornato y los acordes del vals que invadieron pasado el medio siglo las salas cordobesas, necesitaban contar con su asistencia. Strauss posesionado del mundo social en el Siglo XIX convirtió la rivalidad natural de los caballeros, en disputas de ballet, donde algunos descollaron con éxito, especialmente aquéllos que necesitaban concentrar la atención pública. -Nadie bailaba el vals, mejor que el "Rude" Paz. El era el mejor bailarín y todas las niñas querían acompañarlo en la danza durante los grandes bailes. Ese era el comentario que se escuchaba a las ancianas de comienzos siglo XX, quienes antaño fueran las niñas de sociedad, cuando el ya maduro galán aún deslumbraba a doncellas núbiles, cautivándolas con su porte de hombre de mundo. Con cada giro del vals el "Rude" Paz hacía olvidar las guerras de su padre, las de los enemigos de su padre. La Docta Córdoba antaño ensangrentada, destruida, desunida ... Y que ahora con él, valseaba. Producía el enamoramiento romántico y cándido de las niñas preadolescentes, que hallábanse a un paso de abrirse como flores, las cuales tras los cortinados que rodeaban la sala de baile de sus casas paternas, vigiladas por sus negras niñeras, lo atisbaban emocionadas y curiosas. Y era casi un ritual que al llegar a la edad de ser presentadas en sociedad, en un baile de gala, él las invitase a danzar el primer vals. La suya fue una vida alegre y romántica como su nacimiento. El fue el solaz de un guerrero y más tarde el solaz de sus conciudadanos. Su vida estuvo marcada por una alegría permanente, haciendo suya la frase oriental que nos dice: " Ríe hoy que mañana serás ceniza " 7 ... VILLA CARLOS PAZ La ciudad de Villa Carlos Paz (que lleva el nombre de su hijo), la cual fuera en su origen su residencia de campo, pareciera retratarlo de cuerpo entero, como si Don Rudesindo en persona la hubiese ideado para sí. Pues esta posesión campestre fue el centro verdadero de sus grandes "saraos". Sus convidados eran enviados a buscar por él (de improviso, pues la soledad del campo lo aterraba) en varios coches con cocheros a sus domicilios de la ciudad, mientras otros invitados llegaban desde distintas provincias. Y así, lentamente, este lejano y pintoresco rincón serrano junto al Río San Antonio, a medida que los años pasaron, fue convirtiéndose en un polo de atracción y alegría, provocando el interés de muchas familias por edificar en él. Gran anfitrión, Don Rudesindo Paz originó allí un pedazo de la historia cordobesa abriendo su devenir, sin el significado heroico de las gestas de su padre, pero sin embargo, con marcada importancia para el desarrollo de esta provincia. Con un eficiente programa de restauración, en el escenario demolido dejado por una guerra civil fraticida. Creando esperanza. Apostando al futuro. Quizás Rudesindo perviva entre las bellas marquesinas que refulgen en esos teatros decorados y modernos de Carlos Paz, durante los veraneos serranos. Con las calles iluminadas a multicolor, entre la multitud alegre y turística que recorre los predios donde él organizaba grandes convites. Ya no tiene que enviar sus coches y sus cocheros para llenar sus lares de invitados, pues llegan solos desde todos los rincones. El tiempo ha cumplido sus deseos y todo Carlos Paz es una fiesta veraniega al sol, a la noche, en los teatros. En el Casino con sus mesas de juego. En los restaurantes con sus mesas de manjares. Del mismo modo que él supo en su tiempo, organizar sus saraos elegantes, alegres, diversos y múltiples. Quizás Don Rudesindo Paz esté hoy gozando con todos estos visitantes y aún camina entre ellos, sin que lo reconozcan. Satisfecho. Eufórico. Entre las marquesinas que refulgen. Feliz de ese climax especial, brillante, gozoso, tal como él deseó que fuese y que siga siendo la vida de su ciudad, de su casa, de sus conciudadanos. ..........OOOOOOOOO..........
ALAMEDA DE SAUCES DE LA CALLE ANCHA.............................................. (Siglo XVIII )Romance Colonial por Alejandra Correas Vázquez 1)  CITADINOS  La Alameda de Sauces hallábase en un día glorioso. Pequeñas motas color verde de un pálido casi cristalino, comenzaron a asomar por sus ramas lloronas coloreando toda la Calle Ancha. De un extremo al otro, mientras los paseantes salían al mediodía para aspirar el aire entibiado con la entrada primaveral de comienzos de octubre.  Empezaban a confundirse las vestimentas de todos ellos. Algunos conservaban sus sobrios atuendos de sombreros aludos y barba mosquete. Las damas, con su honorable ropa obscura, siempre señorial. Otros en cambio salían a la calle envueltos en ropajes claros de seda, en suaves lilas o luminosos celestes. Ciertas cabezas de blancas pelucas -muy pocas aún- atinaban a emerger por la Alameda, con algo de cohibición. Casi inseguras.  El Marqués, ataviado con su característico traje celeste, pasaba frente a ellos en su carroza blanca a la media mañana y también la tarde. Siempre que él se hallase en la ciudad cabecera, antes o después de cada gira por esta inmensa Provincia de Córdoba del Tucumán (cinco provincias argentinas de hoy) de la cual era su Gobernador. Y todos los paseantes de la Alameda de Sauces por él plantada en la Calle Ancha, con su rumorosa acequia, lo aguardaban.  La foresta andaluza habíase trasladado junto con él desde Sevilla, llenando de espacios verdes y fuentes ornamentales a esta pétrea ciudad universitaria, rodeada de sierras pétreas, a la que él iba consiguiendo poco a poco, adornar con jardines aromados. Los cordobeses lo esperaban de pie sobre las calles empedradas y ahora florecidas. Algunos en su propio carruaje, todavía obscuro, y como un cortejo improvisado daban la orden a su cochero angola de continuar atrás suyo... ¡Era el desfile de toda una ciudadanía siguiendo a su Marqués!  Como un ritual. Gozando de un paseo citadino antaño desconocido para esta aislada ciudad mediterránea, orgullosa de su vida erudita con claustros en latín, pero que desconocía hasta entonces la vida social y de salón. Un paseo que echaría raíces hacia delante. La vida urbana nacía por medio de esta promenade. De improviso, iban todos a detenerse. El Gobernador ingresaba en el Campo de Marte y subía al Cabildo, junto al Iglesia Mayor. Su batallón le rendía honores.   Frente a la Catalinas, en la cuadra anterior, detúvose el cortejo de ciudadanos con sus carruajes y ellos se apearon. Los habitantes de esta ciudad participaban por primera vez de un acto cívico ante sus ojos y aquello los emocionaba. Era un acto presencial para el que todos se preparaban en esta ciudad monasterio, que comenzaba ahora a dejar de serlo, recientemente poblada por gente laica, pero que tenía dos siglos de existencia distinta. Todo era allí nuevo, y sus pobladores eran también gente nueva, llegada desde sus Mercedes Reales en el interior provincial.   La dinastía Borbón proponía el crecimiento ciudadano, como hiciera Luis XIV cuando llamó hacia París a los nobles campesinos, para cubrir los cargos políticos, empresariales y académicos. La formación de una clase dirigente a partir de ellos. En España las aldeas como  Madrid se transformarían en ciudades. Era la consigna imperial de Roma aplicada por esta dinastía para crear un imperio fuerte, y que derivó su proyecto hacia las colonias españolas.  En Córdoba estos hidalgos campesinos, Indianos ricos tanto tiempo aislados, Encomenderos de la corona, autócratas en sus predios, de ascendencia hispano-lusitana entroncados allí por dos siglos, comenzaban a volverse ciudadanos. La convocatoria del Gobernador habíalos atraído hasta la ciudad, junto con sus esclavos, su familia y sus temores. El propúsoles ingresar en este tiempo nuevo, con casas también nuevas que ellos comenzaban a edificar multiplicando la ciudad. Sus dudas eran comprensibles. Pero el carisma del Marqués de Sobremonte hacíales superar sus incógnitas mirando al futuro, a través suyo... Y seguían a diario sus pasos como temiendo equivocarse.  Poco manejaban la lengua de Castilla arreglada con muchas infiltraciones lusitanas, pues la mayor parte de aquellas familias llegaron bajo los reinos de Felipe II y Felipe III (el primero fundador de ciudades y segundo creador de universidades en el imperio colonial) quienes fueron asimismo reyes de Portugal. Lo cual atrajo a Sudamérica una gran cantidad de familias de esta etnia, llegadas principalmente de las colonias portuguesas de Oriente arribando al Callao a través de Filipinas.   Algo había también en el lenguaje cordobés de voces indias, quichuas y guaraníes, especialmente en la conversación gauchesca. No faltaban tampoco términos árabes y hebreos llegados con los fundadores, quienes provenían del antiguo reino Al-Andalus. La ciudad de Córdoba se fundó (1573) a sólo cuatro años del levantamiento morisco de las Alpujarras (1569) capitaneado por un príncipe Omeya, cuando el Reino de Granada estuvo a punto de reconquistar su independencia. Siempre se ha pensado que los dos fundadores, Cabrera y Jaimes, o sus cuarenta familias acompañantes, procedían de esa emigración forzosa.   ¡De pronto! ... el Marqués de Sobremonte presentóse ante ellos dirigiéndoles la palabra en el idioma castizo puesto al día, con la gracia de su estilo sevillano. De pie  desde su balcón esquinado, con una mano apoyada en la baranda de hierro y la otra en su bastón, sobre el primer piso de la blanca casona colonial donde aún se lo recuerda (hoy es Museo) y que se erguía entonces frente al Cabildo detrás del gran Campo de Marte. Hoy día una manzana entera separa ambas construcciones y en aquel tiempo todo ese espacio se poblaba de ciudadanos. Su público propio, cabildo abierto ciudadano, lo escuchaba cautivado.  2)  SOBREMONTISTAS   Ellos serían llamados "sobremontistas", lo que indicaba a personas con intenciones de progreso, de iniciativas nuevas, de proyectos continuos. Y él los convocaría allí en esa explanada al aire libre numerosas veces. Cada vez que los "conservadores" del Cabildo pusieran trabas a sus proyectos de acción permanente, enfrentándose a los sobremontistas del mismo recinto. La democracia moderna tal como la conocemos hoy, de convocatoria de masas donde aquéllos que pagan los impuestos desean ser oídos, aún no se había inventado. Pero el gobernador Sobremonte la puso en marcha, fue un precursor.     Y estos proyectos tras los cuales él convocaba a esa ciudadanía reciente eran: refundar "Río Cuarto" (importante ciudad arrasada por los malones), abrir caminos para unir Cuyo con Córdoba, establecer nuevas familias en nuevos poblados y nuevas mercedes. Rehacer la industria vitivinícola local de Jesús María (caída tras la expulsión jesuítica) trayendo para ello a productores cuyanos. El "sobremontismo" creó una ciudadanía nueva que iba a proyectarse hacia el siglo de las luces, con su marcada característica de laicismo, que mal criticado por los conservadores, se lo comparó al ateísmo.  Todos deseaban verlo, acercarse y escucharlo. Un grupo numeroso iría aproximándose a pie hasta aquel Campo de Marte, la inmensa explanada que colocaba al Cabildo enfrente de la casa del Marqués. Los transeúntes iban llegando, venían desde la Alameda de Sauces situada en al Calle Ancha. Los niños de prisa, vigilados por sus mulatos, rigurosos con ellos en toda la medida de lo posible. Las damas con atuendo ceremonial algo más retrasadas, junto a sus niñitas de rizos y puntillas, con sus mulatas angola también infaltables y especialmente atildadas para aquella hora.   La hora del Marqués. La hora que para siempre citaría a los cordobeses. Final de mañana y final de tarde. Allí estaban los caballeros con su impecable vestuario. Entre el conjunto, la blanca palidez de Desideria y la rosada tez de Desiderita, se destacaban en la compañía de la negra Manuela. La dama vestía ropa obscura y ceremonial. La niña ropa muy clara y la mulata muy colorida.    3)  SOMBRAS  Y  LUCES  Terminada aquella gran escenografía que transmutaba a una Córdoba Monacal en una Córdoba Marquesal, retornarían todos los citadinos nuevos a sus recientes domicilios. Muchas casas eran nuevas. Pero algunas familias residían en antiguas propiedades jesuíticas. Los niños que allí habitaban -curiosos siempre- aventurábanse por los pasadizos internos y sótanos antiguos, que perforaban la ciudad, relatando anécdotas fantasmales a su amiguitos. Como la de recorrer todo el subsuelo de la ciudad durante las noches en delirio eufórico.   Desideria vivía en una de ellas, y cualquier imperceptible sismo local, todavía subsistente en el subsuelo gredoso, hacíale creer que los niños cordobeses descontrolados jugaban bajo su cama, perturbándole el sueño reparador de la noche. Ella aún no se habituaba a la ciudad, y quería sin embargo permanecer allí.  Había sido mucho el conflicto interior vivido, como para retornar a la Merced. Pero quizás su primo Alfonso viniera, para retirarle a Desiderita. Abrazaba a la pequeña todas las noches con el temor de perderla, y lloraban juntas con Manuela. Decíase a sí misma que le espantaba el momento de su llegada. La cual, sin embargo, no se producía. Alfonso como antaño, no se presentaba. No vino por ella cuando lo esperaba. Ahora no venía por Desiderita, y ella nuevamente aguardaba. Día a día. Con miedo. Con dolor. Alfonso no llegaba ...y ella insistía.    Vestíase puntillosamente saliendo a pasear por la Alameda de Sauces que florecía sin tregua. Cayó la feroz tormenta de Santa Rosa y ella replegóse en los días subsiguientes dentro de la gran casona de piedra con todos sus fantasmas de un pasado trunco.  Su casa ciudadana antaño perteneció a los jesuitas, quienes fueran llevados prisioneros de allí y la leyenda cordobesa decía que aún permanecían vagando como ánimas en pena. Cada habitación, cada escalerilla, cada una de las ventanas estaba para Desideria poblada de formas fugases. De voces con llamados sugerentes. De luces huidizas dentro de los corredores. De pasos transitorios  en cuartos cerrados. De hojas de papel arrastrándose por el piso, en piezas vacía. De libros plegándose con estruendo en la plenitud de la noche. De susurros en latín. De risas juveniles. De gritos de soldados. De cadenas. De lamentos...  Aquellas casas mitológicas se hallaban cargadas con formas imprecisables, que perpetuábanse en la imaginación colectiva. Todo su pasado permanecía latente, haciendo vibrar el escenario mágico de las antiguas residencias jesuíticas. Era necesario coexistir con tales imágenes o abandonar el sitio.  Desideria creyó divisar en una esquina de sus habitaciones la figura togada y transparente de un Jesuita, que la observaba inquieto, como amo incoloro del lugar. Como vigía de sus pensamientos. El Jesuita evadíase cuando ella trataba de aproximarse. De enfrentarlo. Quizás de llamarlo y buscar su compañía. Deseaba preguntarle por qué su primo Alfonso no llegaba para arrancarle a Desiderita... la tierna niña que dijera escuchar infinitos pasos por los corredores misteriosos y vacíos.  •4)    ANGUSTIA  Y  NOSTALGIA  Desideria ornamentaba sus rubios cabellos con una moda borbónica, pero todavía no cambiaba de atuendo. El Calicanto bordeando al río Suquía, que divide en dos la ciudad, ofrecíale su coro de ranas confundiéndola con una planta selvática. Ella creía tener aún aroma a espinillo y no hallarse a tono con la ciudad que planteaba Don Rafael, el Marqués, quien llegara desde Sevilla para dar un nuevo giro a la vida de todos. Ella hallábase lista y presta para tal cambio, y vivía pendiente de él. Se incorporaba a la nueva ciudad de Córdoba sin conocer a nadie, porque poca gente se conocía bien hasta ese momento. Pero caminaban todos juntos dentro de aquel cortejo, y ella iba a la par de ellos.  Alfonso no llegaba. No cometía la crueldad de quitarle a Desiderita. Alfonso continuaba en la Merced y no se presentaba en la ciudad del Marqués... Alfonso la abandonaba nuevamente. Como antaño. No venía, ni siquiera para cometer una injusticia, hasta ella.   Alfonso volvió a abandonarla. Alfonso había olvidado ahora a Desiderita, como antes olvidó a Desideria, y no la retornaba a la Merced... Alfonso se apartó esta vez de su pequeña hermana Desiderita y no preguntaba por ella. No la separaba de su madre. Alfonso había abandonado primero a Desideria y ahora a Desiderita.   5)  REENCUENTRO  Replegada sobre su bordado miraba hacia el empedrado de la calle a través del ventanal, donde su enrejado bañado de luz recortábase en figura de estampa contra el suelo. Una placidez triste envolvía toda la ciudad de Córdoba, cual si un letargo hubiese caído sobre ella. El silencio era su dueño, como retornando al pasado. Sus calles habíanse vaciado y los tupidos sauces de la Alameda lloraban afligidamente. Don Rafael, el gobernador, andaba de gira por la provincia abriendo caminos, fundando ciudades, radicando nuevos pobladores, plantando arboledas y viñedos, buscando fuentes de agua ...y sin él... los cordobeses sentíanse faltos de estímulo  para el paseo hasta el Campo de Marte.   Desideria sumida en melancolía, decidió vestirse y tomar el camino inverso. Partió de nuevo con sus dos acompañantes, bien acicaladas -Manuela y Desiderita- hacia la Alameda de Sauces de la Calle Ancha. Pero una vez allí continuó bordeando su acequia, el cauce de agua que alimentaba los sauces, y fue encaminándose hacia la naciente de ella, que era el coqueto Paseo Sobremonte con su lujoso lago interno en forma de fuente.   Fue una tarde distinta, recreante de sensaciones olvidadas, entre la algarabía de árboles y flores, como cuando paseaban juntas por los prados de la Merced. Las tres mujeres sintiéronse plenas de nostalgias en ese espacio abierto, frondoso, aromático, bajo el trino de pájaros en infinitas especies. Los boteros que remaban en la gran fuente, ofrecían a estas elegantes damas un paseo compensador de emociones, junto al frescor de los helechos. Las aguas traslúcidas permitían divisar a numerosos peces rojos, y la niñita intentaba tocarlos sumergiendo su pequeña mano en la represa.  El retorno sería más alegre. Desiderita había jugado entre la arboleda como si recobrase su libertad en los campos de la Merced. Sus ocho años tuvieron allí esa expansión primitiva de la niñez sin límites. Y regresaban todas, muy lentamente, sin prisa alguna. Desideria sacudía sus cabellos cargados de pétalos y la mulata, silenciosa, pareciera querer comunicarles sentimientos embargados de añoranzas.  Pero de improviso, el carbón de los ojos de Manuela dilatóse con temor, y detuvo el paso volviendo un rostro angustiado hacia la dama. Al verla, Desideria quitó la mirada que llevaba puesta en su hija, dirigiéndola hacia la puerta de sus casa que ya divisaba próxima.   Sí, ella también identificó lo mismo: El carruaje de Alfonso con su cochero a la par.  6)  DIÁLOGOS  Manuela sirvió el mate de la puesta del sol. Aromático y menos cargado de yerba. A su alrededor la ciudad de Córdoba, enigmática, sentía la ausencia de Sobremonte. Un manto mistérico cubríala, como retornándola a sus antiguos habitantes, profesores, alumnos, monjes, libros, bibliotecas, aquel tiempo pasado de los jesuitas.  El perfil aquilino de Alfonso y su frente muy alta, recortábase sobre una pared en punta de esquina. En ese dibujo formado por su sombra, Desideria creyó advertir una nueva figura imprecisable, que pareciera esta vez querer comunicarse con ella y hablarle. O quizás defender sus derechos de habitar en aquella gran casa de piedra ¡Como fuera durante tanto tiempo! Años. Décadas. Centenios.  Ella lo veía escurrirse, evadirse, esconderse. Siempre aquellas figuras parecían salir de las esquinas de las paredes, como si desde ese límite doble, hubiese una puerta entre dos mundos. No deseando fijar en él su mirada, temerosa de que volviera a huirle, ahora que había logrado retenerlo en imagen aérea y transparente -y ansiando además mantener su presencia entre ella y Alfonso como testigo único- simuló mirar hacia el enrejado de la ventana.    -"¿No merezco tu mirada?"- le preguntó inquieto Alfonso  -"Has abandonado todo el año a Desiderita, tu hermana".  -"He actuado a favor tuyo, para no apartarla de tu lado"- replicó él  -"La has abandonado a ella, como antes me abandonaste a mí"-respondióle ella, con firmeza.  En aquel momento Desideria puso la mirada en los ojos de su primo, para volver a esquivarlo, antes de que fugase el fantasma del Jesuita.  El silencio envolvente permitió a Manuela traer dos mates seguidos y luego apartarse. La figura aérea y togada comenzó a deambular por el recinto posándose con lentitud sobre uno de los asientos, antiquísimo y tallado, como si indicara que aquél era antaño su sillón preferente. Luego, Alfonso continuaría el tenso diálogo:  -"Fueron otros tiempos. Demasiado distintos."  -"Todo era igual para mí- replicó Desideria -Yo te aguardaba. Era la misma casona natal. La misma Merced. Los mismos mulatos. Los mismos gauchos. El mismo ganado".  -"No lo dudo, dentro de la Merced nada podía cambiar".  -"¡Pero de improviso te evaporaste como una nube de humo!"  -"Eran otros tiempos. Eran otros los motivos"- insistió Alfonso  -"Los caballos del carruaje que te transportaba hasta Lima dejaron sus huellas marcando en el camino, alguna pequeña presencia. Y yo caminaba sobre esas huellas hasta la tranquera donde se perdían por el Camino Real... Pero eran mejor que tu ausencia total. Que el vacío. Que la nada".  -"Era una lejanía que yo tampoco había calculado. La decidió mi padre enfrentado con el final del gran Virreinato del Perú, cuando Córdoba dejó de pertenecer a él"- y expresóle aquello con voz vibrante  -"Pero la Merced aún estaba en pie yo dentro de ella, aguardándote"  -"¡Queríamos asirnos a Lima! Deseábamos conservarnos junto a ella, como cabeza dirigente. Así lo pensó mi padre y yo lo acepté. Luchábamos por no perderla, como los huérfanos que se rebelan contra el destino irremediable"- Alfonso se había erguido y caminaba.  -"Tenías que elegir entre Lima y yo... Y elegiste a Lima".  7)  RETORNOS  Manuela estaba escondida en el corredor, dudosa de servir un nuevo mate. Cuando el silencio se adueñó otra vez del ambiente, acercóse de prisa antregándoselo a Desideria, para tomarla con disimulo, pero fuertemente, de las manos. El Jesuita olvidando su condición fantasmal, posaba su mirada curiosa y llena de intriga, en cada uno de ellos con viva inquietud. Púsose finalmente de pie entre medio de ambos contertulios, como deseando impedir algún desencuentro mayor. Alfonso regresó al asiento observando a su prima a través de aquella imagen, persistente pero traslúcida.   -"Quizás Lima me eligió a mí. Yo nunca había vivido en una ciudad. Me deslumbró su alegría. Su ciudadanía. Su movimiento. Su alameda, sus fuentes, su estilo cotidiano y dinámico".  -"En Lima me olvidaste"- dijo cortante Desideria  -"Sí ...Quizás te olvidé... Pero no me daba cuenta. Creía amarte como antes de mi partida. Fuimos criados y educados para amarnos. No para olvidarnos".  -"No para dejarnos"- concluyó Desideria poniéndose aún más pálida  -"Sí. También me dejaste a mí. Te convertiste en la esposa de mi padre, tu tío ...Tu padrino"  Alfonso la miró de frente. Ambos se contemplaron con altivez y Manuela de pie junto a la puerta quedaría estática. Abrió profundamente los ojos y el negro de su pupila parecía danzar en un mar de luna. La figura transparente del Jesuita puso un gesto adusto, decidiendo oír con mayor atención el final del diálogo.  -"¿Comprendes el tiempo que había pasado? La soledad de la Merced y mi juventud que amenazaba con irse, lentamente"- defendióse Desideria  -"¿Y con tu belleza elegiste a un hombre mayor? Recuerdo cómo te solicitaban los muchachos en los elegantes bailes de las Mercedes"- le reclamó Alfonso  -"¿Crees que un hombre vigoroso de cuarenta y nueve años no es aceptable para una joven? Las madres de otras niñas como yo, lo solicitaban para sus hijas, y llegaban con ellas en forma continua a nuestra Merced. Eso creo, clavó una espina dentro mío, pensando que nuestra casa tendría una ama diferente. Nadie podía pensar viéndolo tan dinámico, que una fiebre tropical durante un viaje comercial al Paraguay, iba a darle fin en forma tan rápida"- y ella bajó la cabeza evidenciando tristeza  -"Mi ausencia provocó tu decisión ... No lo dudo"- aceptó él  -"Yo nunca pensé en tomar los hábitos, como hicieron otras niñas con sus novios ausente. No, ya no tenía sentido. Ya no estaba la Compañía de Jesús como lumbrera mística, especial, dirigente y togada. Daba comienzo una nueva vida, una vida citadina, y aquéllos que queríamos irnos con los tiempos esperábamos dar frutos y vástagos para un devenir, donde la existencia corriente se tornó importante".  -"Sí, es verdad. Temí regresar a la Merced después de haberme habituado a una ciudad. Lima había cautivado mis entrañas haciéndome olvidar la paz solariega de nuestra Merced, con todos nuestros recuerdos. Pero regresé a tu llamado con la triste noticia, y ya no te encontré dentro de ella. Te esperé largamente. Pero no regresabas, por ello vine ahora hasta ti, para encontrarte convertida en una citadina nueva".  Manuela que se retirara un rato antes, dudaba de acercarse a ellos con otro mate bien cebado. Pero atisbó muy asombrada desde la penumbra del corredor, que los ojos de ambos estaban más calmos. El Jesuita entrelazó sus manos en la toga volviendo a su asiento, y apoyándose en el respaldo de su sillón tallado sonrió con placidez, como si estuviese a punto de recobrar un bien perdido.  -"Yo vivo ahora en una ciudad dinámica e inquieta- le dijo Desideria -donde un Marqués construye todos los días un mundo como aquél que fuiste a buscar a Lima ...No... Ya no tenemos a Lima, pero vamos a construir aquí la nuestra propia ¿Por qué me rechazas? ¿Por qué vuelves a abandonarme? ¿Porqué?"  -"Porque te convertiste en mi madre"- le contestó él  -"No. Soy la viuda de tu padre, lo cual es muy distinto"  Manuela entró con una mate renovado. El agua había vuelto a hervir y el aroma a hierbabuena emergía de la bombilla de plata con su fragancia mentolada, endulzando la yerba mate. Alfonso lo recibió con su mano derecha comentando:  -"Recogí del arroyo que rodea la Merced esta hierbabuena silvestre para traértela, de modo que aromatices a la yerba mate. El mismo arroyo junto al cual paseábamos antes de mi partida. Antes de que los caballos me llevaran hacia la antigua capital de Lima ...¡por tanto tiempo!"  -"¿Crees haber vuelto realmente? ¿Estar de nuevo conmigo?"  Alfonso miró la calle detrás del ventanal enrejado de la sala. Obscura y enfarolada pareciera haberse vestido de fiesta para aguardarlo, con aquellas múltiples luces que hacían diurna la visión nocturna   ¡De pronto!... un bullicio estrepitoso lo conmovió de asombro. La comitiva de don Rafael María Núñez, el gobernador, pasó a su frente por medio de la calle elegantemente ataviada, luciendo sus trajes celeste y sus blancas pelucas con aire ciudadano. El Marqués regresaba de su gira por la provincia levantando ciudades y caminos nuevos. Y con gran premura, todas las casas particulares encendieron las luces de sus ventanas para recibirlo, decorando aún más ese escenario de calles iluminadas.  -"Es cierto Desideria... Te abandoné por una calle enfarolada, un carruaje rococó y una peluca blanca. Quise irme con los tiempos y ahora me hallo separado de ellos"- le confesó Alfonso  -"Cuando amanezca querido primo, te llevaré a pasear por la Alameda de Sauces de la Calle Ancha"- fue la frase final de Desideria y el último mate de Manuela en aquella noche  La figura togada y transparente, cual sombra indeleble de aquellas pétreas casas de leyenda, donde pervivían los fantasmas jesuíticos, quedó como dueña del salón una vez que todos hubiéronse retirado en busca del sueño.  ...............oooooooo...............  
HELIOPOLIS - La Ciudad Del Sol..............................................El silencio volvió a invadir la soledad de Gizhá (Bajo Egipto), mientras el joven príncipe Tuthmosis (quien descansando a los pies del Esfinge oyó en sueños su Voz eligiéndolo como futuro Faraón) ...estaba sorprendido pero extasiado... y fue tomando de a poco conciencia de la maravilla que le acontecía. Despacio y con mucho esfuerzo, dirigióse hacia sus acompañantes que habían salido con él en un paseo con numerosos carruajes. El no se había preparado nunca para tanta responsabilidad, ni superaba aún el asombro de los sucesos. Pero iba a cumplir a partir de allí con empeño y entusiasmo, los deseos de su padre, el Dios Solar, representado por el esfinge egipcia. Corría el siglo XV a.C.El príncipe Tuthmosis era un joven totalmente discrepante en estructura personal, con su padre (Amenofis II). No tuvo aquella familia de nobles de la XVIII dinastía en todo su conflictuoso devenir, ningún otro miembro tan exquisitamente dulce y afable. La historia iba a ponerlo en la cabecera de un largo movimiento -como personaje iniciador de una aventura sociopolítica, a la vez triunfante y trágica- que habría de culminar algún día en la notable revolución de Amarna, dirigida por su nieto Akhenatón.El era sin embargo una personalidad completamente ajena a los desencuentros domésticos y políticos de aquel escenario conflictuado, en medio del cual tocóle nacer. Y habíase mantenido al margen de todos ellos, hasta el día de aquella "promenade" en Gizhá. Hasta ese momento clave, cuando sus preceptores heliopolitanos (siempre precavidos) decidieron sacarlo a la luz, como una carta oculta bajo de la manga.Para tomar una medida semejante, para jugarse el todo por el todo, para no aceptar más concesiones... los heliopolitanos tuvieron que haber pasado por una tragedia incontenible. Podemos medir la situación dolorosa y la angustia sufriente, vivida por Heliópolis a lo largo de este período. El estado de represión reinante durante los tiempos de Tuthmosis III (abuelo de Tuthmosis) y las epopeyas sangrientas, crueles e histriónicas de Amenofis II que colmaron su paciencia. Y esto se palpa a través de la actitud definitiva, del corte violento, llevado a cabo por aquellos serenos monjes de Heliópolis (Ciudad del Sol). Tradicionalmente diplomáticos y austeros, estos dirigentes no pudieron resistir más el abatimiento absoluto en el cual habíanse derrumbado. La clave de su grito desesperado estuvo asentado en los cincuenta y seis años de reinado del dios Montu (Marte egipcio) y sus gestas épicas, que habían convertido a la nación del Nilo en una maquinaria de guerra.Heliópolis calló mansamente -con la fatalista aceptación del Destino que es común a los orientales- cuando Tuthmosis III tomó las riendas del gobierno egipcio, barriendo hasta los cimientos el escenario pacifista y cultural que la gente de Heliópolis creó, durante el apogeo de la faraona Hatshepsut y su amante Senmut. Toleró sin una queja la larga lucha fraticida. Vio llegar a sus antiguos aliados de Medio Oriente como prisioneros, esclavos o rehenes. Contempló la devastación de palacios y templos, la usurpación de estatuas, la aniquilación de las "fuerzas de paz", que desfilaban armadas de ramos de flores.Los heliopolitanos eran sencillos hasta lo pueril, por momentos hay una extrema ingenuidad en la forma que daban a sus planteos, en un tiempo casi bárbaro. O mas vale, rodeados de bárbaros. Pues estaban cercados por salvajes indoarios, semejantes a los bárbaros que invadieron Roma : Hititas, Mitanios, Casitas, Hurritas. Al contrario de lo que dijo el pensador "no eran bárbaros los hombres, sino los tiempos", aquí a la inversa, los hombres eran bárbaros y el "tiempo" heliopolitano, era supercivilizado. Ellos eran pausados y sabían esperar. Sin embargo ante los atropellos histriónicos de Amenofis II (cómicos de comentar pero crueles de soportar) cuya personalidad podría decirse, sumaba una especie de Calígula con Cómodo, los heliopolitanos a pesar de su filosofía paciente... perdieron la paciencia.Tuthmosis III había sido un soldado. Dio en todo momento muestra de ello, y logró prestigiar a Tebas (la capital sur) con su organización castrense muy disciplinada, ofreciendo a la historia hechos de estrategia militar brillante y genial. Sus arengas y tácticas son las primeras registradas por documentos. Pero su hijo Amenofis II tomó la vida con sarcasmo y por momentos hasta con comicidad, creando un gran teatro de la guerra en sí misma. En donde el militarismo de su padre tenía, por cierto, ya muy poco valor. Tampoco lo era el "Faraonato" como institución en sí misma, pues él, Amenofis II, presentabábase ante sus súbditos a un nivel unipersonal. Protagonizanba hazañas individuales (degollando prisioneros, ganando carreras de remo y tiro al blanco con arco, mezclándose con los atletas), con el sólo fin de que lo admirasen. A su favor diremos, que fue democrático, haciéndose ver como un hombre más, como un egipcio igual a todos, y sin duda tuvo un amplio núcleo de amigos propios. Tal como también sucedió con Nerón (fue la clase dirigente quien decidió eliminarlo para salvar a Roma, pues la multiud lo aclamaba) Amenofis II fue sin duda popular.en sus ansias por descollar. Su biografía llega a ser hasta ingeniosa, pero no por ello menos cruel. Gustaba ser el propio verdugo de los condenados. El primer atleta, el primer arquero, el primer remero. Pero desprestigió a Tebas con su sarcasmos y le hizo perder a esa austera ciudad sus adherentes (su fama, notoriedad y respeto bien asentados por su padre Tuthmosis III) por lo cual finalmente le quitó todo apoyo. Las naciones de su tiempo con su esfera de acción, sufrieron a su paso por dentro y por fuera, en todo el ámbito propio tanto como en el imperial. Y Heliópolis conmoviéndose de improviso (a pesar de su pasividad interna) transformóse en un estallido ... que fue : ¡La Voz del Esfinge!Una situación insostenible convenció a los mesurados monjes de On (nombre egipcio de Heliópolis) para dar el gran salto que los convertiría -con el devenir del tiempo- en los directores absolutos del Egipto. Ellos muy poco escribieron sobre su complejo pensamiento. Existen teorías que sostienen, de que parte del mensaje cristiano tuvo su origen allí. La aldea de Matarieh mencionada en los Evangelios -donde refúgianse José, María y Jesús al huir de Judea- es precisamente el nombre que lleva Heliópolis en la época romana. Podemos decir que el pensamiento heliopolitano apenas asoma en forma sintética por las inscripciones. Tampoco dejaron ninguna queja escrita de todas las represiones sufridas contra ellos. Nunca tomaron venganzas violentas como lo hizo Tebas, ni borraron de las "listas reales" a los faraones opuestos a su sistema, como hicieron en cambio los tebanos (tacharon los nombres de los reyes contrarios en los monumentos, raspándolos).Fueron medidos, discretos, diplomá­ticos y supieron callar más de una humillación. Pero en cambio actuaron. Con pases magistrales cubrieron los caminos hasta lograr su objetivo. Sin crímenes ni ejércitos. Sin lapidaciones, ni destrucción de monumentos. Sin violencia... Ellos digitaron la políti­ca del Nilo hasta cambiar toda su historia. Eran hombres esencialmente culturales. Cuando uno se adentra en la personalidad de ellos (en la medida que los análisis nos permiten indagarlos) comprendemos ese notable humanismo ampliamente manifiesto. Eran destacables frente a los hombres de su tiempo, y quizás, en una amplia proporción, también del nuestro. Los monjes de Heliópolis eran intelec­tuales, no personajes románticos. Poseían una naturaleza templada por la fuerza mental. Traían un mensaje y deseaban concretarlo, llevarlo adelante. Sobre la ribera izquierda del Nilo levantábase su monasterio, representando el nervio más antiguo de esta tierra egipcia, entroncando su origen en el predinástico. El pabellón heliopolitano flameaba ya antes de Menes, el fundador del Egipto dinástico. Era On por tanto anterior a los Faraones, asumiendo su papel de mentora espiritual y dirigente política del norte, del Delta, del Bajo Egipto, de las pirámides, del Esfinge y vivía hasta el momento marcado por la "Voz", en un letargo silencioso y aguardante. Con pasiva filosofía exquisitamente oriental (dentro de la cual hallábase sumida después del revés político y las trágicas derrotas que le proporcionaran los ejércitos de Tuthmosis III) Heliópolis esperaba hallar el momento propicio para lanzarse al mundo, transmutando toda la historia viva con un programa internacional.Tenía Heliópolis una ciudad gemela en el sur de este país doble, llamada On del Sur, tal como era la nación misma : Bajo Egipto (norte) y Alto Egipto (sur). On del Sur tendrá muchísima importancia en el futuro, en tiempos de Akhenatón.Nos enfrentamos con el silencio, con el ocultismo heliopolitano, con el hermetismo. Pero la iconografía y los murales, tanto como los papiros, muestran el pensamiento heliopolitano. Es un modo existencial expuesto con claridad, que busca el placer de vivir. Las teorías griegas mal interpretadas por Occidente de hedonismo y epicureismo, llegadas a Grecia desde Asia Menor, tienen su origen allí. La iconografía lo manifiesta. Sea el verter cerveza en una copa, sea el desarrollo de fiestas públicas, sea el incremento del decoro y hasta del lujo, sea el desfile de soldados con ramos de flores, la pomposidad o la naturalidad..Con Heliópolis todas las posibilidades expresivas y vivenciales quedan manifiestas. Es una búsqueda de la existencia. Un derecho a la vida plena. Una estética ... Tal su búsqueda.Como también se agrega en este nuevo Egipto que llega con la Voz del Esfinge que habla al príncipe Tuthmosis (quien no era hasta allí el heredero oficial) un nuevo proyecto : el mejoramiento de las condiciones vitales de las clases más necesitadas, la disminución de la esclavitud, la admisión de la individualidad de los artistas, la buena convivencia con los pueblos vecinos. Esta fue su lucha y su esfuerzo continuo, con triunfos de sus premisas y también derrotas.Como si a través de los milenios en este país que duró tres milenios, se hubiese tratado de una sola persona, el esquema que une como columna vertebral a todos los príncipes heliopo­litanos (apasionados adeptos de On) y que está en el substrato del conjunto de ellos, es este concepto de vida que nunca varió. Como una ley única e inmutable. Sólida.Lograrlo fue el propósito revolucionario que conmovería a la nación del Nilo de manera definitiva, hasta el final de la dinastía XVIII... detrás de la Voz del Esfinge. Desde el mismo día siguiente y a partir de allí, los monjes heliopolitanos junto a políticos y reyes, habrían de exponer a la vista de todos sus contemporáneos, en una eclosión brillante, su juego de cartas completo. Tenían al hombre, lo habían educado, se llamaría Tuthmosis IV y era su discípulo, su brazo ejecutor. De ahora en adelante no harán más concesiones y el hecho de resucitar del pasado y del olvido a su antiguo Dios Sol (haciendo a un costado sin titubeos al sureño Amón y su clero guerrero) es una confirmación definitiva de su acceso al poder de la mano de este joven faraón de 17 años y casi imberbe aún... Tuthmosis IV. Un poder de estado diagramado por On ... O sea absolutamente pacifista....................................Alejandra Correas Vázquez...................................
LA  NIÑA  DEL  MARQUESADO.....................por Alejandra Correas Vázquez(Estampa  Colonial - siglo XVIIIProvincia de Córdoba del Tucumán)1- MARUCA  VUELVE  A  CASAMaruca arreglaba su cabellera frente a la luz del ventanal, una vez que la sierra hubo calmado la tempestad desatada al mediodía. Luego fue eligiendo entre sus vestidos aquél que tuviese, para lucir en su cuerpo, la mayor cantidad posible de colores. Zunilda la miraba inquieta, con algo de disgusto y reproche. -"Mi niña no ha traído buenas ideas del Convento- comentó la niñera de rostro muy negro y paciencia muy limitada."-"Al menos ahora quiero alegrarme con muchos colores. Las Catalinas eligieron a Carmela. No fue mi elección, sino la de ellas."-"También era la mía"- dijo triste y en voz baja la mulata Zunilda.  Maruca continuó buscando adornos. Removía cajones, fue abriendo armarios, vaciando arcones, mientras al lado suyo la mulata iba cerrando y guardándolo todo casi con torpeza, con ira. Jamás la amistad entre ambas había sido buena, pero ahora comenzaba a tornarse insostenible. La favorita de la niñera Zunilda -Carmela- quedó para siempre en el Convento y la indolente Maruca estaba de regreso en la familia, más convulsionante que nunca.  Apoyábase con coquetería sobre el enrejado ventanal, cargando su rubia cabellera de adornos. La piel conventual definía el contorno de su frente muy alta y sobre esa palidez de porcelana, dibujábanse las cejas muy arqueadas destacando el pardo amarillento de sus ojos. Zunilda le quitó algunas cintas. Le puso una mantilla color crema de seda filipina, traída desde Arica... Era inútil que Maruca se resistiese, Zunilda, la niñera, mandaba:-"¡No saludarás al Marqués vestida como un colibrí!"2 - EL  MARQUÉSCuando fue posible equilibrar la armonía de colores contrastantes que la niña eligiera, Zunilda la condujo, casi empujándola, hacia la sala. Maruca vio en aquel momento a Bartolo junto a la puerta, luciendo una librea un poco holgada -que no le pertenecía con toda evidencia- y el mulatillo sonrióle con picardía. Se miraron uno al otro los dos pillastres de antaño, compinches de tántas travesuras, como si un nuevo juego los convocara. Pero la niñera puso ojos duros en Bartolo, y tomó el brazo de Maruca con toda la fuerza de sus negros dedos, hiriéndole casi la carne. La niña, conociéndola, calló su grito. Y Al entrar en la sala vio que su padre se hallaba de pie en ella, muy atildado, en compañía de un exótico visitante vestido con un traje celeste cielo.    -"Esta es mi hija Maruca, que ha salido del Convento de las Catalinas ...Don Rafael... Hija mía, saluda con cortesía al Marqués de Sobremonte."-"Mademoiselle..." - inclinóse el Marqués          3 - EL  VISITANTEAfuera, hacia el horizonte, un vendaval azotaba las Altas Cumbres mientras en el patio los mulatos trataban de limpiar y encerar la carroza del visitante, cubierta de barro y arena. Los ejes estaban destrozados y los crines de los blancos caballos llenos de abrojos. El suelo de piedra enfangado cobró brillo de espejo. Mientras que el cochero de Don Rafael mateaba con el viejo gaucho Eulogio -antiguo capataz de la Merced ahora casi centenario- relatándole sus angustias junto a aquel Marqués inagotable que lo llevaba de Merced en Merced, de pampa a pampa, de sierra a sierra, bajo los vendavales o las resolanas de las cumbres o de las punas. Trotador incansable su blanco carruaje versallesco cruzaba páramos de espanto. Atravesaba caminos inexistentes. Trasponía el macizo de las Altas Cumbres para instalarse en su sencilla casa de Merlo y aspirar de este modo, la fragancia silvestre de los churquis naturales del entorno. Llegaba más allá tras inmensas distancias hasta la provincia de Cuyo -separada ahora de Chile e incorporada a Córdoba del Tucumán bajo su mando- contemplando sus inmensos viñedos proyectando un futuro nuevo y próspero. Cataba allí el vino artesanal de Mendoza y San Juan con gran disfrute, fundando San Rafael y Marquesado a modo de un comienzo productor.  Descendía nuevamente en la soledad marginal de la Pampa de Achala y en esa meseta ventosa de las Altas Cumbres, encontraba su asiento encima de un risco pelado... Y allí, con gesto inconmovible, exhibiendo su pose erguida arriba de aquellas rugosas rocas, apoyaba sus manos cargadas de anillos sobre un bastón tallado, y respirando el aire gélido del ventisquero, daría comienzo a su tarea de Gobernador.Entonces dirigiéndose hacia los rústicos y solitarios lugareños averiguaba todo. Indagaba los sucesos del medio en esa fuente rica de informes. Preguntaba. Oía a unos y otros. Escuchaba mucho y hablaba con todo el mundo. Los habitantes olvidados que aún no conocieran en el siglo XVIII la presencia española debido a su aislamiento o su atraso cultural, en ese escenario perdido y fuera de la historia. O que nunca hubiesen palpado su significado ...Hablaban ahora cara a cara con el Marqués de Sobremonte sedente en su trono de roca virgen.4 - EL  AMIGO  DEL MARQUÉSDecíase de un anciano gaucho y centenario, de rostro en pergamino, a quien Don Rafael dedicaba su preferencia. Ambos, sentados muy juntos sobre un mismo peñasco, en una especie de "Diarquía" antigua, celebraban mentadas pláticas en medio de los picachos agrestes de aquel escenario autóctono. El Gobernador dirigíase respetuosamente hacia aquel anciano algo mitológico, que archivaba con minucia los sucesos sin olvidar ninguno, cuya memoria abarcó siglos de historia. La figura centenaria lo llamaba "Mi amigo", luego decíale:-"¿Querie un mate Don Marqués?"- y aguardábalo siempre seguro de su pronto regreso, diciendo: -"Hoy vendrá"-sin que nadie se lo hubiese anunciado.La presencia del Marqués nunca era anunciada. Decidía de improviso las rutas. Las cambiaba. Partía sin previo aviso... El cochero de Sobremonte mateaba aquel día en casa de Maruca, desconociendo por completo la ruta a seguir con la comitiva, luego de este reposo.5 - EL  GOBERNADOR   En la sala el Marqués abría su cajita de rapé. Caminaba con los taquitos de aguja y las hebillas algo golpeadas y embarradas por el viaje. Veíanse abrojos en las puntillas de sus puños. Asomaban espinas de "amor-seco" por los faldones bordados de su elegante casaca celeste. Su blanca peluca lucía torcida y alborotada. Toda su indumentaria iba reflejando el desorden del viaje sin descanso, por su gusto en bajarse del coche para caminar en plena naturaleza entre medio de los churquis.Pero él continuaba con aquel traje incomodísimo, con sus pasos retumbantes sobre el ladrillo del piso de la sala desgastado de tiempo, hablando en forma continua con su diálogo inacabable. Como si la Pampa de Achala, la Pampa de Pocho, la Sierra Grande o las barrancas del río Suquía, tuviesen el brillo y la tersura de los mármoles de Versalles.Para aquel Marqués borbónico, París siempre valdría una misa... La Provincia del Tucumán ya no existía, porque ese gran Tucumán de antaño ya estaba desmembrado. Tampoco existía más el inmenso Virreinato del Perú cuyo territorio extensísimo abarcara en los siglos pasados, hasta la expulsión jesuítica, casi un medio continente... y ahora hallábase dividido en tres virreinatos menores, en dimensión y fuerza política, como los años iban a demostrarlo. Lima, la capital amada, había dejado de alumbrarlos con su faro de elegancia soberana. Los Jesuitas que en los siglos anteriores habían transformado este "Incógnito Regno" del Tucumanao (o sea frontera tucumana) en un emporio productivo, creando la primera universidad (Universitas Cordubensis Tucumanae) del cono sur sudamericano... estaban expulsados. Este territorio que el Marqués de Sobremonte recibió en sus manos, hallábase en plena decadencia.¡Pero los cordobeses y los cuyanos sí existían para Don Rafael!... quien había sido nombrado gobernador de la nueva provincia llamada ahora "Córdoba del Tucumán", que reunía al aislado Tucumanao con las provincia chilena de Cuyo, ahora ambas bajo su mando. Lo cual en el organigrama español habíase convertido en un Marquesado, es decir, una zona de frontera donde él, Sobremonte era su Marqués. Y estos encomenderos del viejo Tucumán desaparecido, antiguos herederos de Mercedes otorgadas por la Casa de Austria que fueran fieles a los Jesuitas expulsados, veíanlo llegar casi con terror por ser un delegado borbónico... Para despedirlo luego de cada visita, como a un buen amigo. 5 - FLOR  DE  LISEl padre de Maruca dio una orden secreta a Bartolo y el mulatillo dirigiéndose al comedor, como de puntillas, comenzó a bajar de la pared un gran repujado de plata potosina artísticamente grabado con el águila bicéfala de los Austrias, aunque representado por las características de un cóndor. Algunos medallones también altoperuanos que durante dos siglos venían adornado el comedor principal -y en cuyo centro era fácil adivinar la efigie de Felipe II, a quien los hombres del viejo Tucumán tanto veneraban en agradecimiento por los beneficios que este rey otorgara a su familias- serían asimismo quitados de las paredes. La mesa estuvo finalmente dispuesta y una fuente con una "Flor de Lis", que no procedía de España sino de colonias francesas, fue colocada en el medio del mantel de ñandutí... ¡Para homenaje y asombro del Marqués de Sobremonte!Don Rafael había comenzado por acostumbrarse a esa entrelazada confusión de ideas, con que los hombres del antiguo Tucumán trataban de homenajearlo. Pues eran Indianos ricos y feudales, o sea españoles nacidos en las Indias, hidalgos campesinos solitarios en el corazón de Sudamérica y alejados en este Tucumanao por dos o tres siglos del viejo continente. Y trataban de este modo de allegarse al nuevo mando, a la nueva dinastía española de la Casa Borbón que lo transmutara todo desde el lejano océano. Sus recelos. Sus confusiones. Su desinformación... destacada en esa Flor de Lis colocada allí para su homenaje. ¡Como si él fuese un Gobernador de la Francia de Luis XIV!En las Altas Cumbres de la serranía cordobesa que antaño formaban parte del Virreinato del Perú, en un lugar tan distante de la historia de su tiempo, todo podía tener su razón, su lógica o su ilógica. Y sería él -Don Rafael- quien iba a amoldarse a ellos, para que ellos se amoldasen a él.6 - LA  VIDA  MUNDANAMaruca estaba sobrecogida con su estampa. Cada movimiento, cada paso del Marqués pertenecía a la vida mundana que ella anhelaba. El gran mundo social, siempre tan distante, estaba ahora dentro de su casa. Hasta entonces ningún delegado, ningún Corregidor, ningún cabildante, había hecho acto de presencia en las aisladas Mercedes serranas. Desconocidas. Fronteras vivas del imperio español de ultramar. Ambientadas en tierras vírgenes donde la civilización llegara por primera vez a través suyo. Amantes de sus orígenes, como todo hidalgo campesino, los encomenderos colgaban en un lugar de honor los recuerdos de su primeros reyes -los Habsburgos o Austrias- que habíanlos dotado de aquellas heredades. De improviso. Como una alucinación. Como un prodigio ...¡Un Marqués del Rey!... en carne viva se presentaba entre ellos y compartía su mesa.7 - LOCRO  Y  SANCOCHOLa reciente vida conventual habíase transmutado para Maruca, aquella noche durante la cena, en una vida mundana. El gran mundo social vino hacia ella. Un Marqués saboreaba en su casa frente suyo el locro y el sancocho servido en la mesa, en tazones con cucharas de plata y oro, procedentes del Alto Perú.Todo este menaje labrado en Potosí por las hábiles manos indias, de uso diario en las Mercedes, era una riqueza a la cual ellos estaban habituados como algo natural. Pero sorprendía al visitante, e iba proponiendo ideas nuevas a Don Rafael. Los sembrados, la ganadería, el menaje de plata y oro, el lino bordado al ñandutí, las sedas chinas, eran en conjunto una riqueza que -como diamante en bruto- podía reciclarse en un valor aún superior, para dar forma al porvenir de esta provincia colonial.El Marqués de Sobremonte era un recién llegado, pero sentíase ya responsable del conjunto humano. Principiaba a ver estos atemorizados habitantes Indianos -los cuales creyeran flotar en una tierra de nadie desde que perdieran a la Compañía de Jesús- como a miembros de un gran Marquesado. Su Marquesado. Eran ya sus hijos.Lo necesitaban. Comenzaría a volverse indispensable para todos ellos. Se harían lentamente a su usanza, y sabrían diferenciarlo.Cada mesa iba a tener en adelante una silla para el Gobernador. Esa silla que iba a volverse tradicional en aquellas familias, encargada a los ebanistas de Lima, con brazos finos y arqueados, los pies en terminación de forma leonada, forrada en sedas de claros colores y amplia de asiento que pudiera contener el pomposo traje versallesco de Sobremonte. "La Silla del Marqués", subsistente por décadas en la mitología de cada familia, muy diferente al resto del mobiliario, obscuro y tallado en gruesas maderas de la selva paraguaya, creado en las carpinterías jesuíticas con un estilo portugués.Un lugar propio para Don Rafael en cada uno de aquellos hogares, aunque estuviese vacío el resto del año y sin haberlo él solicitado. Era el modo de sentirlo cerca suyo, como un amigo coloquial. Era el liberalismo borbónico que echaba raíces nuevas en esta provincia antaño dolorida, a la cual Sobremonte proponía curar todas sus llagas, en este Marquesado sudamericano abriendo sus puertas a ideas modernas.8 - INQUIETUDES  DE  MARUCALa niña vio como su padre íbale detallando y enumerando al visitante, las tareas diarias, semestrales y anuales de la Merced. La actividad de los tambos, las chacras y los chacos. Habían ambos recorrido parte de ella antes de la cena, pero como todas las Mercedes eran inmensas, Don Rafael proponíase hacer varias visitas sucesivas. Mientras que el cochero del Marqués mateaba con el viejo Eulogio, y su comitiva de jinetes resguardábase del viento, Don Rafael daba comienzo a su tarea de gobernador.  Maruca no escuchó palabra alguna de toda la reunión donde estuvo presente. El ropaje de seda celeste cubierto por el polvo de los caminos, que destacaba esa noche al Marqués, era para su ensueño suficiente. La peluca blanca y empolvada salpicada ahora de pétalos silvestres, con espinas de amor-seco, la conmovía. Los taquitos estilo Luis XV del visitante, golpeados y embarrados, parecíanle encantadores.Terminada la cena cuando los comensales saboreaban por último un licor de peperina, ella retornó a su dormitorio. Inició entonces una tarea de reconstrucción de su imagen, acomodando nuevamente sus cabellos y sujetándolos con una cinta celeste a la nuca. Buscó un traje más pálido, quitándose todos los adornos brillantes. Eligió uno de color nácar con un cuello adornado de puntillas. Quitóse los zapatos de obscuro cuero repujado, y halló unos muy blancos que había llevado al convento, calzando con ellos sus pies. Luego salió hacia la galería donde pudo ver a Don Rafael contemplando el poniente ostentoso de las Altas Cumbres.Su padre y el visitante retornaron a la sala donde los ventanales hallábanse bien cerrados, `protegiéndolos del frío serrano. Maruca vigilaba los movimientos de su padre y del huésped inagotable. Ella aparecía por un rincón, volviendo a reaparecer por otro. Traía flores. Acomodaba cortinas de ñandutí. Se entrecruzaba todo el tiempo. Y en los pasillos obscuros del interior, caminaba con pasos enérgicos elevando la cabeza e imitando el porte de Don Rafael.Zunilda observaba sus movimientos con desaprobación. La obscura niñera sentía añoranza de Carmela, quien elegida por las Catalinas -donde ambas niñas fuesen puestas a prueba- dejara una nostalgia inconsolable en la mulata. Sus lágrimas caían arriba de los recuerdos que la niñera reuniera adentro de un pequeño armario. Sus ropas delgadas que ya no usaría más. Sus juguetes. Elementos de un tiempo sin retorno.El presente era Maruca. Sin pasado. Todo en ella duraba un instante. Destruía sus muñecas. Los vestidos recién estrenados. Maruca nunca tuvo recuerdos. No evidenciaba ternura hacia quienes las rodeaban, especialmente si le doblaban en edad. Sólo había reído con Bartolo en escondites temerarios, de grandes algarrobos y techumbres peligrosas.Sin embargo la propuesta de irse a las Catalinas había sido suya, pues Maruca deseaba en todo momento salir de la Merced, olvidar los gauchos, los terneros, los sembrados, los cóndores, los arrieros, el entorno que la rodeaba. Y como consecuencia de ello, Zunilda había perdido a Carmela. El padre de la niña observaba su inquietud y le sorprendía. La emoción de ese día era diferente en él que en ella. El encomendero veía, pensaba, deducía, intentaba buscar una forma de ser útil y estaba dispuesto a complementar los proyectos de Sobremonte. Hacer progresar la provincia de Córdoba del Tucumán recién creada teniendo como centro al Tucumanao, que ahora separado del antiguo Tucumán había sido enriquecido en espacio hacia el oeste con la región de Cuyo, antaño perteneciente a Chile. Asimilar ese territorio cuyano hasta entonces distinto, con sus dos hermosas ciudades de Mendoza y San Juan, cuyo camino de acceso pasaba próximo a su Merced. Maruca en cambio hallábase alerta, inquieta, sugestionada con el Marqués y deseaba su mundo. Ingresar, trasladarse a él.9 - NOCHE  EN  LA  MERCED La noche irradió el resplandor de la sierra donde el cielo de altura parece más claro. Don Rafael que provenía en este viaje de la olla del Calicanto -el centro de la ciudad de Córdoba, una hondonada- admiró ese contraste esplendoroso. Los relámpagos iluminaban a lo lejos los inmensos bloques escultóricos. Su mirada penetrante, particularmente escrutadora, concentrábase en esa escenografía pura que él esperaba incorporar y desarrollar, con su administración minuciosa. Pese a las dificultades que planteaban las tribus comechingonas y rapiñera de Traslasierra, habitantes de cuevas en estado neolítico.La hora del sueño llegó para todos con la pesadez del ambiente solitario y selvático. El aroma a yerbabuena inundaba los recintos habitados en su fragancia. Se iban apagando lentamente las luces de las velas, mudas, dentro se sus lámparas. El crespín cantaba indiferente y solitario al frío nocturno. El cóndor extendió sus inmensos brazos emplumados intentando abarcar el horizonte. La Pachamama reposaba.Zunilda acostó a la niña con algo de severidad y premura. Luego, durmiendo sólo una hora, Maruca despertó de improviso. Desvelada y sin control se puso de pie acercándose al ventanal. Divisó los soldados vigilantes que acompañaban al visitante, en su guardia nocturna. La luna iluminaba la figura del Marqués recortada en la noche negra. Dos jinetes, guardianes inseparables del gobernador reían entre sí, mientras él continuaba caminado afuera de la casa con su paso característico e imperturbable, sin preocuparse del frío. Maruca buscó sus ropas, la mantilla filipina color crema y el vestido tono nácar, calzando sus zapatos blancos. Su perfil apareció sobre la galería, destacándose por la claridad del vestuario en la semipenumbra. Luego salió al exterior para caminar en extrañas direcciones, haciéndose ver repetidas veces por los visitantes. Don Rafael detuvo su marcha apoyándose en su bastón labrado. Y los dos jinetes junto con él, observaron sorprendidos su figura aérea y femenina mostrándose en medio de la noche delante de ellos.  De pronto... abrióse una puerta de la galería apareciendo en ella Bartolo con una lámpara recién encendida. Atrás suyo Zunilda impuso su presencia con sus órdenes habituales, tomando a la niña del brazo en un sacudón enérgico, y llevándosela al interior de la casa. La noche serrana continuaba espesa y helada. Los jinetes de Sobremonte seguían aguardando el relevo. 10 - AMANECER  EN  LA  MERCEDEl amanecer despuntó luminoso y sin tormenta. La niñera entró en el dormitorio de Maruca trayéndole un mate de plata espumoso, con un fuerte aroma a poleo. El ventanal comenzaba a bañarse de sol. Con la rapidez de un rayo la niña saltó de su cama, sorprendiendo a la mulata habituada a su remolonería. Fue hasta el borde enrejado, con los ojos desmesuradamente abiertos, y se aferró a él con vigor. Logró de esta forma asomarse hacia el patio exterior, para convencerse de que los sucesos de la víspera eran un hecho real... y no un sueño. Sí. La carroza rococó aún estaba allí. Relucía encerada muy limpia y blanca, con ejes nuevos. Dos jinetes elegantes de relevo, exhibíanse descansados y airosos.Zunilda le colocó un vestido y esta vez eligió uno de tono celeste pálido, como el traje de Don Rafael. La mantilla blanca, chinesca, tenía el color del carruaje del visitante. Su cabellera rubia componía junto a esos tonos, los colores de la dinastía borbónica. Tuvo prisa para llegar a la galería, y desencanto en ella...  ¡No veía al Marqués!Recorrió la casona. Apareció por los pasillos. Por la cocina. Por los cuartos vacíos. Llegó hasta la despensa. Se acercó a la higuera y al gallinero. Fue más allá, donde divisó la barba del anciano mestizo Eulogio. Su mate curtido de tiempo. Su poncho descolorido. Su asiento de siempre, áspero, formado de un grueso brazo de algarrobo caído de viejo hacía años. Su facón gastado en largos duelos criollos con Zupay, de los que antaño saliera vencedor. El viejo gaucho hablaba incansablemente ...y el Marqués escuchaba.La puntilla de sus puños y cuello estaba limpia, sin ningún abrojo. Había sacudido su peluca. Sus zapatos de moñito y fino taco alto, parecían brillar especialmente. Su bastón labrado sostenía dos manos enguantadas con anillos luminosos. Una pierna delante de la otra y su hermoso vestuario celeste descansando sobre el tronco rústico de Eulogio.Maruca detúvose a la distancia. Sintió miedo de las iras celebrérrimas del antiguo capataz, y no hizo ningún movimiento para llamar su atención, interrumpiendo el diálogo. Todo seguía pausadamente. Conocía muy bien al viejo Eulogio, casi patriarca de aquella Merced que llegara allí hacía una centena de años, cuando aún estaban los Jesuitas. Sabía de sobra ella la preferencia del anciano mestizo por la dulce y dócil Carmela, tanto como su impaciencia con la díscola Maruca. Ella manteníase a distancia de aquellos dos contertulios, a fin de no mortificarlos. No lo hubiera logrado. Sobremonte había hallado en aquel asiento de tronco rústico, al mejor vocero de las Altas Cumbres. Movía sus labios en ciertos momentos. Preguntaba. Escuchaba. Volvía a indagar. Y el centenario Elogio continuaba explicándole con largos desarrollos la vida transcurrida en aquella aislada Merced, desde tiempos del Ñaupa, cuando aún no habían nacido sus actuales habitantes. En su registro prodigioso desfilaban décadas incontables, tantos cono sus años. Tan célebres como sus barbas. Tan ásperas como su tronco, donde el traje versallesco del visitante, pareciera haberse incrustado sin noción de tiempo. 11- MEDIODÍA  EN  LA  MERCEDEl mediodía concluyó. La carroza hallábase dispuesta y aseada. Relucía como espejo. Nubes lejanas asustaron al cochero, pero no conmovieron al Marqués. El viaje estaba decidido y los jinetes prontos. Y se alejaron por camino indescifrable de las Altas Cumbres.Fueron perdiéndose a la distancia con su cuota de alcurnia y aventura. Se introducían en la espesura del churquizal, como si siempre hubieran pertenecido a él. Surcaban las champas entre tunales espinosos. Vadeaban arroyos mansos o crecidos, algunas veces empujando entre todos el carruaje. Nada detendría a Don Rafael María Núñez, Marqués de Sobremonte, en su empeño de llevar adelante una obra progresista.Ni el frío gélido de las pampas, ni la escarcha de las cumbres, ni el sol espantable de las punas, ni la fronda inexplorada, ni el puma, ni la yarará. Todo aquello que atemorizaba a Maruca se abría en la senda del gobernador.Ella continuaba con sus pálidas ropas, muy celestes, elegidas para aquel día. Sentíase habitante de un gran Marquesado y orgullosa de pertenecer a él. Había anhelado con vehemencia arrimarse a ese mundo de Don Rafael, con su emblema nobiliario y su estilo borbónico. Pero fue caminado ahora en sentido contrario. Se introdujo por senderos de abrojos. Sintió indiferencia ante las espinas del dorado aromo que rayaban su brazo. Colocó su blanquísimo calzado arriba de los yuyos ariscos del entorno. Recibió en su falda de seda celeste, el picotazo de una madre desesperada por defender sus polluelos. Enredóse su cabellos bajo el ramaje retorcido de un tala.Comenzó a divisar entre el bosque de algarrobo que rodeaba la casona, la barba del gaucho serrano y centenario. Su tronco arrugado como él. Su mate de porongo. Sus manos cuarteadas... Su voz.-"Buen amigo el Marqués ... muy gaucho"- comentó el viejo Eulogio.Maruca sentóse a su lado en el tronco, algo que antes jamás hiciera. Tomó el mate amargo aromado a peperina, que éste le ofrecía, y se dispuso a escuchar los relatos del antiguo capataz, que hasta entonces nunca había atendido........ooooooo.............
EL ALJIBE ........... (Estampa Colonial) 1 - EL ALJIBE El sol declinaba tiñendo de colores al cielo. Los sauces comenzaron a recortarse sobre el firmamento aún luminoso, como duendes gigantescos que dominasen al paisaje. En el vacío del patio de tierra, el aljibe dejó crujir su roldana mientras la chinitilla de trenzas muy negras y piel mate, llenaba los cántaros de agua. Su figura silenciosa, casi transparente, era contemplada desde el parral por Eusebio. Adentro del rancho grande de la Posta, los cánticos evidenciaban en su jolgorio el final de esa travesía. El regreso al Tucumán. La plácida existencia volviendo para todos ellos, y que llegaría en unos meses más, a hastiarlos. Pero por ahora estaban eufóricos. El patio y el parral se estremecieron, mientras la jovencita iba llenando sus cacharros con total indiferencia hacia los corales de los caravaneros. Las carretas alineadas mantuvieron sus vigías y eran controladas por el ojo alerta de Eusebio. Pero la imagen solitaria de la chinita en el aljibe, logró cautivarlo. Y fue acercándose hacia ella con el paso certero de mulato elegante y adornado, armado de pistola, vanidoso y altivo. Jefe de la comitiva. Autoridad de toda la empresa. Allá campo afuera, en el largo camino desde el Tucumán al Alto Perú, Eusebio imponía sus ideas y Don Marcos, aún él -el Encomendero- las acataba. Era la cabeza de aquella caravana y su mirada obscura y penetrante, luminosa como estrellas en la noche, había colocado su centro de atención durante este descanso, en la chinitilla que vaciaba el aljibe llenando de agua los cántaros rojos. 2 - LA CHINITILLA La jovencita pareció no advertirlo, a pesar de ser los únicos que se hallaban en el patio terroso. El atardecer destacó sus dos figuras. Ella pudo ver con la cabeza inclinada sobre el aljibe y los cacharros, en pausado disimulo, moviendo sus párpados rasgados a través de las tupidas trenzas, cómo danzaban los hombros fornidos del mulato acompañando sus pasos resonantes. Pero no se irguió al tenerlo a su lado. Ni manifestaba inquietud alguna. Sin embargo percibiría sus grandes manos articuladas de fuertes nudillos, y el brillo metálico de su pistola. Inquieto por tanta indiferencia, Eusebio se fue apartando un poco, permitiendo así que ella perdiese el miedo y levantara su frente. El contraste de dos mundos, de dos razas de temperamentos dispares, se evidenciaba en la forma de comportamiento. La audacia del mulato había sorprendido a la mestiza. La caravana debía partir a la semana siguiente por ser ésta la última Posta grande del recorrido. Descansados los bueyes, engrasadas las carretas, bañados los caballos, aireados los aperos. Pero Eusebio, que era el jefe de la partida, buscó la forma de demorarla. Estaba realmente conmovido con aquel temperamento esquivo, silente y meditabundo de la chinita, tan distinto al de las mulatas de quienes se hallaba acostumbrado. La chinitilla carecía de palabras pero tenía fijeza de miradas. Eusebio no lograba penetrar en el contenido de ellas, donde quizás nunca hubo (pensó) un lugar verdadero para él. La fragilidad de la jovencita con su porte descansado y simple, transmitían al inquieto y temperamental mulato, una suerte de distensión. Contemplaba su piel mate, pálida, colorada e incolora al mismo tiempo. Su contextura de pequeños huesos que parecieran crujir en la fuerza atlética de los suyos. Para él, quien gustaba de alardes ostentosos y hacer gala de sus privilegios en la voluntad de Don Marcos, como su mayordomo... la sutilidad indiferente de la mestiza, rayana en la indolencia, ofrecíale un cuadro desconocido. Cuando partieron finalmente -porque Don Marcos dio por satisfechos los placeres de su favorito- la figura aérea de la jovencita del aljibe recortábase a la distancia, sobre el patio de tierra, junto a sus cántaros rojos. Eusebio la contempló atentamente, comprobando en ese momento, que ella se hallaba en la misma posición como la conociera, sin que la chinitilla levantase su cabeza en dirección a la caravana que se alejaba por el horizonte. 3 - LA MERCED Don Marcos de Ferreira, el Encomendero, puso orden en la vida de Eusebio una vez que las carretas estuvieron suficientemente lejos. El arribo a destino, esa alegría de llegada a la Merced, aquella tarea de distribución de una variada mercadería transportada desde el Alto Perú, el entusiasmo de quienes los aguardaban -todo en su conjunto- fueron razones valederas para borrar a la chinita y su aljibe, en el pensamiento del mulato. Necesariamente preocupado, Don Marcos, con la esplendidez de los ganaderos del Tucumán, llenó a su favorito de regalías. Y lo vio adornarse con un lujo de mayordomo coquetón, para los festejos subsiguientes. Toda la Merced homenajeaba a los caravaneros, después de largos meses de espera: Bailes y asados en el patio grande de la casona. Cuadreras y sortijas. Palo enjabonado. Humita. Locro. Zanco. Dulce de leche. Las mesas se sirvieron con el Vino del Rey elaborado por los jesuitas en Jesús María. Los habitantes de las Mercedes Reales en el distante cono sur sudamericano de aquellos siglos, tenían una suerte de existencia propia -como carácter de comunidad- donde el Encomendero no ejercía el papel de un patrón, sino de patriarca. Bautizaba, bendecía uniones, juzgaba en delitos y debía pensar en nombre de esa comunidad aislada de todas las ciudades. Era una auténtica sociedad que exhibía valores, tanto como mutuas responsabilidades adquiridas siendo conscientes de pertenecer todos a una misma hermandad, donde cualquier visitante era considerado un forastero. Alguien difícil de asimilar. La Merced de Don Marcos de Ferreira recobró su ritmo. La carne salada se transformaba en charqui. La leche de vaca en cuajada. La leche de cabra en quesillo. Los cueros salados se secaban y curtían. Don Marcos recorría la heredad desde el alba, como activo productor del Tucumán, una provincia que recién comenzaba a crecer y producir. Y su esclavo Eusebio con una pistola en la mano y un látigo en la otra, en su papel de mayordomo, era su permanente escolta prohibiendo el ocio. Su presencia felina y africana de estampa angola, infundía una mezcla de temor y jolgorio. A la noche, con su letra ornamental y graciosa, daba forma a la correspondencia de Don Marcos que luego éste rubricaba con una caligrafía mucho más sobria, antes de entregársela al Chasqui. 4 - LA CARAVANA Cuando el charqui estuvo terminado y los cueros secos pudieron encimarse unos arriba de los otros, la caravana de la Merced de Ferreira alistada en su pampa verdosa, más al sur del río Suquía, se hallaba nuevamente presta a partir. Con bueyes jóvenes y cargamento elegido. Con yeguarizos recién castrados y seleccionados. Habían transcurrido largos meses llegando a depurarse los sentimientos de sus distintos habitantes. Los que partían. Los que quedaban. Comenzaría el receso para los chacos, las chacras y los tambos. La peonada mestiza satisfecha con la producción en aquel año, daba por concluida su tarea. Los más jóvenes bajo las órdenes del atlético mulato Eusebio, emprenderían la marcha. El gauchaje aguerrido lanza en mano, preparábase para la aventura del camino y los acechos astutos de "Zupay" -el diablo criollo- quien disfrazado de jinete gentil aparecía de improviso, dispuesto a "dar una mano" en la empresa en cualquier inconveniente de la misma. Pero, al aceptarlo ... él pícaro diablo se llevaba consigo un alma desprevenida hacia su morada del Averno, galopando sin parar en su potro negro. Los mulatillos desperezaron su modorra habitual en la Merced (ya que estaban sólo al servicio de la familia), colocándose orgullosos sus galas de cocheros. Trajes rojos, botas negras y muchos botones de metal brillante. Los niños y los ancianos quedarían el cuidado de las mujeres de la Merced. Hembras imponentes acostumbradas el rigor de la pampa en el aislamiento del "Tucumanao" (la zona limítrofe del Tucumán) de aquellos siglos. La caravana iniciaría su marcha hacia el Alto Perú saludando primero al Prior de la Compañía de Jesús al llegar a la ciudad de Córdoba, ofreciéndole sus servicios. Sin que por ello las carretas ingresasen a la ciudad universitaria. Sólo lo harían Don Marcos y Eusebio. Clareaba. El lucero del alba se apresuró en despedirlos. Repartiéronse las armas entre los viajeros y los residentes. Don Marcos no portaba ninguna, llevaba a Eusebio en su carruaje privado muy provisto de pistola. El más viejo entre los habitantes de la Merced, antiguo caporal ya casi centenario, dijo a los caravaneros palabras acordes con el momento, mientras los bendecía con un rosario en la mano para orar por ellos. La primera carreta abrió el rumbo, cuando Eusebio aún limpiaba su pistola, con sus obscuras manos recortadas de músculos. Detrás de ellas partirían todas las otras como siempre lo hicieran. El largo camino hacia el Alto Perú, que los fascinaba por su cuota de emoción y aventura, abríase delante de ellos para volver a atraparlos. Cuando comenzaban a dejar a sus espalda el río Suquía con su verde foresta, les pareció a todos que el inmenso Tucumanao era en sí mismo un viaje completo. Sin embargo recién estaban al comienzo. Faltaba mucho para llegar a la Salina Grande y entrar en el verdadero Tucumán, y los sauces desde días atrás enriquecían el camino. La tierra era aún parda. El suelo denotaba mediante su húmedo frescor, la lejanía del salinar, pero ya la sed principiaba a dominar la comitiva. Hacia el fondo del horizonte, en medio del atardecer violeta fue dibujándose entre las formas lloronas del sauzal, el parral del año anterior con su aljibe recortado en silueta. Los ojos brillantes como diamantes negros y algo saltones, del mulato engreído y jovial, parecieron despertar de improviso desde una prolongada siesta que habíalo adormilado, en esa etapa del viaje. Mientras a su lado Don Marcos vigilaba el camino. Luego de sucesivas reyertas del mulatón con la rebeldía de los cocherillos y la terquedad de los gauchos arrieros que custodiaban la comitiva. Todo ese conjunto que hallábase bajo sus órdenes y debía obedecerle, se alivió ante la presencia de la Posta. Eusebio al divisarla quiso bajar enseguida, pero como niño temeroso dirigió su mirada hacia Don Marcos sentado a su lado, buscando una disculpa. Luego recostóse sobre el respaldo del asiento, dominando su impaciencia, y dejó que el carruaje llegara a su punto. El patio de tierra estaba igual, con su color brillante. Los parrales comenzaban a descansar luego de haber dado sus frutos. El aljibe ofrecía su frescura. Pero la chinitilla habíase ausentado dejando su lugar dentro de aquel escenario. El changuito que la reemplazaba, al preguntar por ella, les comentó a ambos viajeros: -"Se ha retirado hacia un ranchito solitario, ubicado junto al último sauce, con el niño negro que alumbró hace tres meses. Yo puedo acompañarlos" Pero Don Marcos meneó la cabeza contestándole: -"Será el día de nuestro regreso desde el Alto Perú. Pues llegamos aquí de paso hacia un largo camino y deseo aprovechar al noche fresca hasta llegar a la siguiente Posta, antes de aventurarnos por el salinar". La Salina Grande los envolvió en su crepitar blanco. Habían ya dejado a sus espaldas el aislado Tucumanao, frontera sur de esta provincia. La tierra detrás de aquella inmensa salina tornaría a volverse roja, y atravesaron todo el resto del Tucumán, luego de saludar al gobernador en la ciudad de Santiago del Estero. El Camino Real los iba llevando paso a paso. Semana a semana. Se irguió en altura. La imponencia del Alto Perú con su altiplano, estaba ya próxima mientras esos dos hombres, Don Marcos y su mayordomo Eusebio, acompañábanse en silencio. Las hermosas y pobladas ciudades del Altiplano salieron a su encuentro ofreciéndoles la faz multinacional del Virreinato del Perú, donde esta inmensa geografía colonial tenía su asiento. Chuquisaca y Potosí, las ciudades más amadas por los habitantes del Tucumán, oyeron los pasos de aquella caravana de Ferreira dirigida por dos hombres que parecieran esta vez, con demasiada prisa para gozarlas. Comenzó el regreso. El "Potoche" cargado de plata y oro, los despidió intrigado. Los Oidores de la Real Audiencia de Charcas vieron con sorpresa, la forma expeditiva como Don Marcos despachaba sus trámites. Pero el regreso sería lento a pesar de todo, las carretas y los bueyes determinaban el tiempo y la Salina Grande el Promedio. 5 - EL NIÑO ZAMBO Cuando los sauzales pelados comenzaron a divisarse en la última Posta de la salina, Eusebio pareció despejar su pensamiento. Había hecho todo el viaje de ida y vuelta sin articular palabra, ensimismado, indiferente, a pesar de su impaciencia con los cocherillos y arrieros de la comitiva, pero sin ocultar su estado depresivo. La emoción de la llegada a ese lugar fue en él notable. La inquietud iba a devolverle su gallardía y las promesas que recibió de Don Marcos, lograrían estimularlo. Descendió altivo y casi despótico, como todos estaban acostumbrados a verlo. Sonrieron gustosos los mulatillos rebeldes y se alegraron los gauchos ariscos, pues en conjunto preferían su ira protectora a su depresión indiferente. Bajaron sedientos y hambrientos, emocionados de hallarse en la última Posta del salinar, lo que les anunciaba la cercanía de la Merced. Al llegar la hora de la Oración, cuando el receso adormeció la Posta y en el patio los caravaneros llenaban el aire con sus cánticos, Don Marcos y Eusebio llamaron al changuito encargado ahora del aljibe. De inmediato el muchachito se puso en camino guiando a los dos hombres, hasta el ranchito que anteriormente indicara. El paisaje yermo del salinar estaba iluminado por ese oasis de la Posta con su avenida de sauces. Y mientras iban detrás del changuito en pos de la chinitilla, la sugestión del campo silente y parco en aquel atardecer, les hizo advertir la presencia melancólica de Pachamama quien hablábales sin emitir su voz, con un mensaje mudo hecho de pensamiento. Finalmente llegaron. Allí concluía el sauzal. El paisaje era yerto, solitario y vacío. Advertíase un rancho pequeño casi tapera, un horno de pan hacia un costado y un aljibe pequeño en el otro. De pie junto a la puerta del ranchito, tapada sólo con una esterilla, la chinita arrullaba a su niño "zambo" sin mirar a Eusebio. La mestiza recorrió el patio de tierra seca yendo luego a apoyarse junto al horno de pan que no ardía, sobre el cual depositó al gurí. En el tiempo detenido, sólo la chinitilla estaba presente allí con su obscuro hijo. Los visitantes no existían para la ella. Eusebio acercóse temeroso hacia su hijo. Pero sin tocarlo, pues la madre le hizo un ademán de negación. Observó absorto el cabello muy negro y lacio del pequeñuelo, semejante al de su madre. Los ojos rasgados de ella y el obscuro color de piel que evidenciaba los genes de su padre. Las manos del gurisito eran grandes a pesar de su pequeñez, pues habían heredado las suyas. Era un niño zambo y hallábase entre los primeros nacidos en el Tucumán, con esa síntesis indoafricana. Y él comenzó una larga plática con ella. La mestiza meneaba en todo momento la cabeza señalándole el camino, indicando al progenitor de su hijo que se alejara de allí. Don Marcos intervino entonces, con la seriedad que siempre lo caracterizaba: -"Eusebio ...¡No insistas más!... Los habitantes de la soledad no pueden vivir en una Merced. No saben colocar su vida en una convivencia continua. Hora a hora. Día a día. Año a año. ¡Es distinto para nosotros Eusebio! Somos un todo. Formamos un núcleo ... Ella es hija la Posta, del silencio, del salinar. Su compañía es el sauce. La tarde. El mediodía. La Luna. El espacio ... Nuestra compañía en cambio, Eusebio, será siempre la humana. Tenemos un ritmo, una continuidad y una movilidad. Vivimos dos historias diferentes." El obscuro tinte del mulato semejó fundirse en la noche próxima. Era su noche. Quizás la única. Eusebio miraba la inerte soledad de la jovencita del aljibe donde sólo el sol saliendo y entrando, parecía proyectar un movimiento diario. Por un momento se puso a pensar, qué sería de su vida en esa dimensión si él decidiera quedarse allí, junto a ella. Pues tal fue una de las propuestas que hiciérale Don Marcos, para conformarlo... Entonces se vio a sí mismo aguardando las caravanas. Llenando cántaros de agua para la sed de los caravaneros. Contemplando siempre el vacío del lugar. Viendo la dinámica de los otros, ajenos siempre a él. Extraños a quienes amar por un día, y amos transitorios a quienes servir. Obedeciendo las órdenes perentorias de los otros mayordomos, gritones como él, mulatos como él, pero ahora en un papel servil muy diferente. Sintiendo además el rechazo propio de los mestizos del lugar, huraños con la gente que no es nacida en ese pago. Era el precio de su libertad, de su condición como manumitido, que Don Marcos en la mutua fidelidad de ambos, estaba dispuesto a concederle... Y desechó el pensamiento. Emprendieron el regreso. Los sauces mudos, los veían pasar. La sobriedad del escenario los observaba extrañada. Eusebio volvió la cabeza para observar el ranchito solitario. Entonces vio a la chinitilla nuevamente junto al aljibe llenando un cántaro de agua. Todo allí continuaba intacto, como si el mulato nunca hubiera llegado para conocer a su hijo zambo, o como si la chinitilla no hubiese percibido su llegada. En ese mundo detenido en el tiempo, las ramas de los sauces sin hojas indicaban el único movimiento del entorno. Y todo continuaría igual. El mulatón palpó su pistola, recobrando su ánimo. Recordó que él era el mayordomo de la caravana de Ferreira, en tránsito por el Tucumán y presta a llegar al Tucumanao. Pensó entonces en los mulatillos y en los gauchos, que durante su ausencia habríanse indisciplinado... y dirigió su mirada hacia la caravana que reposaba junto al camino. La chinitilla del aljibe, quedó lejos, en su mundo. ------------- Alejandra Correas Vázquez
CRUZ  DEL  SUR----------------(Estampa Colonial)1 - PERSONAJESEran la india y el conquistador. La raza vencida y la raza triunfante. Ella era una Ñusta, princesa inca, y el un capitán español, soldado de armas de Carlos V. Aquel era el Perú del siglo XVI.  Pero ambos eran una mujer y un hombre, al fin de cuentas como todos los otros que deambulaban en forma incierta, en esa tierra antigua del Tiwantisuyo que ahora pertenecía a la corona imperial de los Habsburgos. Un escenario pródigo a veces y mezquino en otras ocasiones. Ella llamábase Auca y él Don Alvaro. Y ahora habíanse encontrado en la mitad de sus vidas, en ese escenario dramatizado pero que comenzaba a serenar sus angustias una vez creado el virreinato, con nuevos proyectos a futuro... Con sus hijos semi-adolescentes  y con ansias de Hogar. El, en su viudez aventurera de guerras y fatigas, con un Perú recién conquistado y una dilatada Encomienda en sus manos. El capitán español transformado de este modo en Encomendero del Rey (para hacer producir esa tierra como determinaba el nuevo orden) hallábase allí acompañado por su hija Elinora, quien recientemente desembarcara para reunirse con él. Era esta doncella núbil una hermosa niña muy rubia de rostro redondo y ojos claros, a punto de despuntar como pequeña dama. Necesitaba una madre para ella, una educadora que le enseñara finezas, y también una gran dama que ocupase el cargo de ama en su Encomienda. Nada mejor para todo ello que una princesa inca, una Ñusta.Ella, de nombre Auca y princesa del incario era por tanto una Ñusta. De frente muy alta y nariz afilada, piel clara y cabellera castaña, con un cuerpo espigado como eran todos en la familia reinante de Pachacutec, el anciano inca que supo la llegada de los visitantes europeos, creyéndolos dioses. Dejó dos hijos Huáscar y Atahuallpa, quienes enfrentados al conquistador perdieron sus vidas y el Imperio del Sol. Auca tenía un hijo llamado Inta, cuyo padre fuera un altivo príncipe bravío y exterminado, un Orejón. Pues tal era el nombre que llevaban los nobles incaicos. Ella la india, la quichua, la Ñusta, traía el cansancio y el dolor de su raza. La sed de amparo del vencido, del esposo perdido, de la patria extinguida. Don Alvaro la tomó con la exigencia propia del conquistador. Con el derecho de ley que le asignaba un poder político en tales circunstancias, transformando a la Ñusta vencida, en Doña Auca. Y la Encomienda era tierra... Tierra con hombres de labor que él no había tenido en España. Don Alvaro tenía origen labrador, pues los mejores soldados y guerreros proceden de ese origen. Tal como Macedonia fue una nación de agricultores que llevaron adelante los proyectos bélicos de Filipo. El incaísmo fue también una nación de labradores, con métodos muy sofisticados que hicieron fructificar las Encomiendas del Perú rápidamente.Y ambos se fueron a dejar en el valle la otra mitad de sus vidas.  2 - EL  HIJO Inta crecía fuerte y orgulloso. Siendo un preadolescente aprendió con rapidez la lengua de Castilla. Gustaba ver despejar el monte de churquizales poniendo también él manos a la obra. Y lo hacía con desesperación, como si participara de una batalla vengadora. Pero luego se lo veía feliz al contemplar su florecimiento.No era comunicativo con su padrastro, sin embargo lo secundaba entusiasmado en la dirección de aquella heredad que había dejado de ser la tierra del imperio del Sol, para convertirse en el imperio donde no se ponía el Sol. Pedía continuamente sus consejos, pues reconocía que el antiguo agricultor español, a pesar de sus años de milicia, conservaba vivos sus conocimientos del viejo oficio. Una armonía sin contrastes, dentro de habitantes de por sí contrastados, cobijaba a todos ellos envolviéndolos, de una jornada a la otra, de un atardecer al siguiente.¡Hasta un día! ...El día en que Inta de regreso del Cuzco cabalgando en su brioso caballo blanco,  halló al desmontar en la casa grande de la Encomienda a una joven de sangre mestiza, quien hallábase allí de visita junto a sus padres... Su nombre era Dolores... de abundante cabellera negra y lacia, tez clara y ojos azules muy rasgados, que mostraban la evidencia de un cruce racial. Ella era hija de otro conquistador del Perú con una Virgen del Sol, esas damas célebres por su belleza en la corte del Inca. Y él quedó prendado de Dolores. El matrimonio de los jóvenes se celebró con una gran fiesta campestre. Inta ya había crecido en forma suficiente transformándose en un joven alto y esbelto como fuera su padre, pero su madre no lo había advertido hasta entonces. El acontecimiento no perturbó en apariencias la vida cotidiana. Nada faltaba. Inta trabajaba con más entusiasmo que antes, era riguroso en sus tareas de administrador y superó sus esfuerzos cuando a la joven pareja les nació un niño, al que dieron el nombre de Jerónimo.El valle despejado de monte y florecido de cultivos fue viendo crecer al pequeñuelo robusto y hermoso. Tenía la gracia de los bebitos que abren los ojos mirando la naturaleza, y sonríen con su primer diente ante una variedad de rostros, diversos como en este caso. Y hasta el impulsivo Don Alvaro, tajante en su maneras y con hábitos aún no olvidados de conquista militar, pareció renovarse con la presencia del niño. El señor encomendero no llegó a gozar de su hija cuando era pequeña, porque partió para Indias, y luego al asentarse en Perú y enviar en su busca, ésta ya era una adolescente. Aquél era por tanto, la primera criatura que alzaba en sus brazos, como una experiencia totalmente nueva... ¡Y él que creía conocer todas las vicisitudes de la vida y el camino!Don Alvaro lo llevaba en brazos para hacerle respirar el aire de la mañana y reía con fuerza cuando Jerónimo tironeaba sorprendido de su tupida barba. Era digno de verlos jugar juntos en las pesadas siestas, y Doña Auca que era remolona luego del almuerzo, los espiaba desde su dormitorio que daba a la galería, viendo cómo él elegía piedrecillas del entorno para enseñarle a jugar una "payana". Todas las imágenes de ese pasado sangriento en medio del cual ella conociera a su marido, desaparecieron  de golpe con este cuadro que ahora contemplaba. El era un conquistador del Perú, y este niño el nieto de un noble incaico, un Orejón, a quien Don Alvaro consentía como si fuese su nieto propio. Era el revés de la vida. La inversa. Lo que en el Perú quedó y se arraigó en las décadas subsiguientes, cuando los conquistadores solos y sin mujeres españolas, tomaron por esposas a las desoladas damas de la nobleza incaica. Ñustas y Vírgenes del Sol, huérfanas y viudas. Pues al igual que los espartanos en las Termópilas cuando licenciaron a los soldados periecos (otra casta) que iban con ellos, se inmolaron allí por Esparta... También aquí en Perú se inmolaron sólo los Orejones, dejando un sinnúmero de dolientes damas. De estas uniones iban a nacer el inca Garcilazo de la Vega, los hijos de los Pizarros y Almagros, y muchos otros que brindaron sus apellidos a una amplia descendencia sudamericana.El niño Jerónimo había dinamizado la vida de aquel hogar. Sólo Doña Auca estaba sombría. Auca, la ñusta, la quichua, la india no hablaba. Todo lo guardaba y retenía. Manteníase distante de todas estas manifestaciones familiares que pertenecían a su progenie, de las que no participaba con el entusiasmo de los otros miembros de la casa ...Hasta un día... El día en que Inta le comunicara que partiría de allí, alejándose de aquel lugar, junto con su mujer y su pequeño hijo.Fue entonces cuando el mundo guardado en silencio por la antigua Ñusta desbordó, como una creciente devastadora, intentando cubrirlo todo.-"¡Yo soy tu madre! ¿Cómo podrás ser feliz alejándote de mí que te conozco desde niño, desde mi vientre? ¿Cómo puedes olvidar que juntos hemos pasado la miseria de la derrota? Luego fuimos rescatados juntos los dos, aquí en la Encomienda ¡Qué puede hacer ya un indio solo, suelto, en este cielo español! Aquí en cambio, gobiernas dentro de esta inmensa extensión cual si fueses el hijo varón que Don Alvaro no pudo tener".El hijo la miraba silente y de frente. Su decisión era firme pero las palabras de su madre, muy duras. Ella tomó aliento y continuó:-"¿Adónde piensas ir ahora que el dorado Imperio del Inca ya no existe?"-"Tierras hay al sur, madre mía -contestóle el muchacho- siguiendo la ruta que marcan las estrellas en cruz"Vaciló un momento mientras ambos, madre e hijo, herederos ellos de una patria perdida, mirábanse con la mudez tácita de su antigua raza. Luego el joven continuó:-"¡Voy hacia tierras indias o españolas! Bosques, valles, desiertos. Punas. Pampas. Chacos. Acabanas. Y en algunas de esas partes construiremos una casa, un rancho, un toldo, pero... ¡Nuestro! ¡Solamente nuestro! Donde nosotros seremos los incas."Y despidiéndose de esta manera partió con los suyos sin volver la cabeza hacia atrás. Auca lo llamaba desde la puerta:-"¡Vuelve! ¡Vuelve Inta!... ¡Regresa o no serás feliz! ¡Inta! ¡Inta!"Pero él montado en su espléndido y brioso caballo ricamente enjaezado, seguido de un carruaje acomodado para su mujer y su hijo, había dicho un solo adiós. Lo acompañaba una comitiva de cuatro soldados armados y montados, dispuestos por Don Alvaro para la protección de los jóvenes durante esta travesía, dirigiéndose todos ellos por el camino real, que antes fuera camino del inca, teniendo como guía a la Cruz del Sur..La madre continuó de pie en la puerta por un largo espacio de tiempo, sin apartar la mirada del horizonte vacío. Atardecer rojo, rosado, gris y al fin la noche negra... Don Alvaro, el español, el guerrero triunfante, la tomó de sus manos diciéndole:-"Es la ley de Dios, no se puede violar. Mi Dios no es español, es tuyo y mío, de Inta y del mundo entero. El ha dicho: "El hombre dejará padre y madre y se unirá a una mujer". Y esto se cumple tarde o temprano. Tu hijo parte. No podrás detenerlo, puesto que nadie me pudo detener a mí cuando me embarqué para Indias ... Mientras más intentes retenerlo, más lejos se irá de nosotros y ya no podremos jugar nuevamente con el dulce Jerónimo. Mientras más libre lo dejes ahora que ha madurado, más pronto tendremos al pequeño de visita entre nosotros. Sí. Todos estamos en este momento doloridos, pero Inta va en busca de su destino. Como yo antaño viene en busca del mío y encontré un Perú, te encontré a ti Auca, con tu dolor y tu hijo, para encariñarme con tu nieto finalmente."Auca lo miró con ese mismo silencio mediante el cual habíalo aceptado quince años antes, dentro del escenario de un Perú desolado y devastado, que había dejado de ser el imperio del Sol donde la madre y el hijo nacieran. Cuando Alvaro presentóse ante ella con su estampa varonil de hidalgo enriquecido, de feroz contrincante, y que hiciérale en medio de su dolor el honor de invitarla a ser el ama de una Encomienda.Ya no recordaba la antigua Ñusta si su unión con él, fue de atracción o de refugio. Era él al conocerlo ella, un hombre fuerte y bello, con su toque de perfil morisco y su blancura visigoda. Aquella síntesis también recién inaugurada en la península española, con la destrucción del reino musulmán por el reino cristiano, donde se fusionaron orientales con occidentales. Una síntesis que ahora se desplazaba por antiguo imperio solar del Tiwantisuyo, ofertando nuevos genes sintetizados, en un mismo ser sudamericano. El odio y el amor se amalgamaban con la frecuencia natural de la especie humana. El resentimiento y agradecimiento. La furia y la convivencia. La nostalgia doliente y el devenir próspero. Para finalmente dar a la madre tierra la esperanza de una nueva tarea con nuevas especies de hombres y mujeres, de animales, de granos, de flores, de árboles, incluso traídos de China -como el mágico Arbol del Paraíso- el conocido "paraíso" prodigador de virtudes cuando es colocado en el jardín de una casa, y que iba a crecer y extenderse a todo lo largo de estas tierras de la Cruz del Sur.-"El hijo es un don hermoso -volvió a decirle Don Alvaro- Inta es ya todo un hombre y ambos lo hemos visto madurar. Convertirse en un ciudadano de esta época. Ya no es aquel niño a medio crecer que llegó a la Encomienda. Es ahora todo un hombre. Y yo Auca ... ¿Lo soy para ti?3 - LA  HIJAElinora, la hija de Don Alvaro, se reunió con este grupo familiar siendo una pre-adolescente y no conocía casi nada de su padre. Su madre murió con su nacimiento y era una recién nacida cuando Alvaro partió para Indias, de modo que llegada al Perú se aclimató a ambos esposos como a padres completos.  La núbil doncellita dejaba transcurrir alegre y ausente los días, como si el tiempo se detuviera en ella misma. Hecho que preocupaba a Auca, consciente de su responsabilidad en educarla. Caminaba sola durante horas levantándose al alba, y recorría las adyacencias del dominio paterno haciendo que su presencia fuese como una visión refrescante, para los cobrizos hombres de labor quienes veíanla como a un hada de buenos presagios. Pero Doña Auca preocupada, encargaba a una criadita ir en su busca lo más presto posible.Su tierna candidez hallábase muy distante de los duros desencuentros ocurridos durante la conquista, y que habíanla depositado en aquellas tierras peruanas. Pasado un tiempo, como si fuera la misma niña que llegara a Indias, reía encantada con unas ranitas multicolores que ella recogía de los campos en su amplia falda, y que luego bañaba dentro de un fuentón. Elinora recibió con gran entusiasmo la llegada de Dolores a la familia. Ella no había tenido ninguna hermana y además Inta estaba siempre ocupado junto a su padre. Ambas hiciéronse muy amigas y acompañó a la futura madre en toda su preñez. Más aún acrecentó su alegría la llegada de Jerónimo, el niño de la joven pareja. Elinora tomóle un cariño especial, y a través suyo se apartó ya por completo del aislamiento casi melancólico en que hasta entonces vivía. Era como si recién entonces, acariciando al bebé, ingresara en el sentimiento de la tierra que la rodeaba.Cuando ellos partieron su tristeza fue infinita.   4 -  TIEMPOTiempo. El tiempo se escurrió entre los crepúsculos del valle. Y el tiempo borró con su distinta coloración de cielos, a la figura esbelta del jinete erguido e incásico, seguido por un carruaje acomodado para su nueva familia, y custodiado por soldados españoles. El tiempo lo borró del horizonte rojo y sólo en el recuerdo se lo podía encontrar. El tiempo también prosperó en nostalgias y el pequeño Jerónimo que todos añoraban, vino de visita. Corrió por las verdes champas de su nacimiento, como si nunca hubiese sido arrancado de ellas. Y no se quejaba Auca de la partida del hijo, y era más tierna con el pequeñuelo de lo que fuera cuando vivía allí con ella.Durante ese espacio de vida lento y transcurrido sin prisa ni temores (como es la vida en toda gran chacra de campo) donde el Virreinato del Perú prosperaba y se agigantaba cubriendo como su heredero, todos los confines del antiguo el Imperio del Inca... sucedieron cosas nuevas. Un arribo europeo notable y numeroso, de nobles "segundones" -y también bastardos ilustrados-pusieron de improviso pie en aquella tierra conquistada para Emperador Don Carlos V, colocando allí una nota distinta.    No eran los mismos de la conquista, pero sentíanse dueños de ella. Muchas veces por este motivo volcaron sus enfrentamientos con los residentes en duelos a espada, ya que los miembros de la conquista oponíanse a perder sus derechos dentro de ella. Pero la conquista había ya pasado. Ahora la corona española necesitaba otro tipo de hombres fieles, preparados y capacitados para la administración de estos inmensos territorios logrados allende los mares. Y no aventureros como los de antaño. Sus exigencias eran verbales, hecha de pergaminos, de sellos y de nombramientos reales. No de hechos vitales derivados de la fuerza. Y los antiguos conquistadores debieron callar, para acallar voces y reclamos. Se decidió que todo encomendero que se encontrase tranquilo sembrando su Encomienda, podía contar con el apoyo Virrey del Perú. Era una nación nueva con hombres nuevos. Ni Pizarro ni Atahuallpa estaban ya más, pero tampoco los soldados y capitanes de esta gesta. Y era necesaria una colaboración distinta en aquel antiguo imperio del sol donde no se ponía el sol. Hombres nuevos. Don Álvaro era uno de ellos, un encomendero dispuesto a colaborar con el nuevo orden dentro de su Encomienda, cual agricultor fuera de nacimiento. 5 - NUEVO  ORDENLos tiempos habían cambiado su curso. Tanto como los conquistadores habían cambiado anteriormente el curso de Sudamérica. El Virreinato desde su constitución, tenía ideas muy diferentes. Como diferentes fueron en sus programas de gobierno, padre e hijo, o sea Carlos V y Felipe II. El primero se caracterizó siempre por las grandes guerras y conquistas (Italia, Francia, Flandes, Túnez, América) inclusive su corona española a la cual reclamó acompañado por un ejército flamenco. Queda el testimonio en los frisos del Escorial en la gran sala de "Las Guerras" donde figura incluso el capitán Hernán Cortés, uno de sus principales asesores en la guerra de Túnez contra los turcos. Guerra que también ganó.Y más tarde la llegada al trono de su hijo Felipe II, al cual tuvo con la bellísima Isabel de Portugal (el gran amor de Don Carlos que murió en el quinto parto), y quien creció rodeado siempre de lusitanos por ello tuvo la tendencia a una marcada administración de sus bienes imperiales. Prohibió como primera medida agregar un solo territorio más, colocando a su vez a los aventureros y conquistadores, en la mira de su ojo con mucho recelo. Así como le gustaba el imperio marítimo comercial de los portugueses, no le gustaba el imperio guerrero. Queja que dejó traslucir el Inca Garcilazo en sus escritos, y la descendencia de Cortés.Felipe II de Austria y Borgoña (la dinastía reinante entonces en Portugal eran los "borgoñones") fue el rey de "las fundaciones". Creó la mayor parte de las ciudades aún vigentes en toda América. También trasladó familias completas a estos territorios ultramarinos para las poblasen. El reinado del hijo del emperador Don Carlos -Felipe- daba otra cohesión, otro futuro al nuevo continente. A la Pachamama.Sus delegados repartiéronse en forma infinita, llegando a inspeccionar cada una de las Encomiendas del Perú y de las Mercedes en el Tucumán. Y eran atendidos en ellas con gala y ceremonia, donde el protocolo incaico -restaurado para estos casos- estuvo en manos de las Ñustas esposas de los antiguos soldados guerreros. 6 - UN  DELEGADO  REALDe este modo la paz solariega y campesina creada por Auca con su familia en la Encomienda de Don Alvaro, fue conmovida de improviso por el anuncio de un delegado real, con misivas lacradas que llegaron en nombre del Virrey. Este hecho era el primer suceso extraño a la propia familia, desde afuera de ella.Un hombre fuerte pero rústico, como era en realidad Don Alvaro, sintióse especialmente inquieto con el anuncio de tal visitante. Recibir en su casa a un noble, por joven que éste fuese, demandaba mucha entereza, incluso para un antiguo conquistador. El había sido un guerrero al cual nunca le había temblado la mano ante el riesgo de vida. Pero, que ahora, ante el emisario de la corona -su inspector- no se hallaba tan seguro de sus fuerzas.Hay momentos en que incluso aquellos personajes que hacen en su derrotero, mayor exhibición de energía vital, parecen perderla cuando el destino se anuncia con una alternativa nueva. Con algo desconocido que viene a cambiarles el entorno donde ellos se hallan seguros de sí mismos. Pues la continuidad y permanencia de lo establecido como norma, aunque sea al costo de duras lucha y bravas batallas, es el ambiente más acariciador para un guerrero. En ello basa su disciplina militar.Don Alvaro pensaba ahora, frente a la llegada de la inspección, perder quizás la Encomienda. No era imposible tampoco la cárcel, como había acontecido con Don Hernando Pizarro (hermano de Francisco) al regresar a España, cuando se lo inculpó de la muerte de Atahuallpa, aunque el triste hecho sucedió en su ausencia y no tuvo parte en ello. Pero los dados habían sido echados y terminó sus días en el castillo de La Mota. Pensando en ello Don Alvaro se preparaba para eventualidades difíciles con la llegada del Delegado Real, sin engañarse... Pero aunque percibía un aire extraño en su derredor, en realidad no estaba preparado para la pérdida que le aguardaba, con mágica sutilidad. Su paz y estabilidad iban a ser de pronto perturbadas ¡desde el interior mismo de su propia familia! El enviado del Virrey que inspeccionaba las tierras evaluando condiciones humanas y ambientales (aplicando el derecho indio del Padre Las Casas), con su escudo nobiliario y verbo elegante, atendido a placer por la esposa y la hija del Encomendero... para sorpresa de todos ¡prendóse de Elinora! La niña había sido educada por Auca, quien antaño fuera princesa incaica y hoy ama de la Encomienda. No tenía los rudos modales de Don Alvaro, sino la fineza de una Ñusta. Y como su estadía allí  iba a ser breve -pues él debía volver de inmediato para presentar su informe al Virrey- quería hacerlo ya desposado con Elinora. Pues iba a radicarse en  forma definitiva en el Alto Perú, donde la Villa Imperial de Potosí comenzaba su auge y ya se edificaban los primeros palacios. De tal modo que él tenía apuro marcado por llegar, para elegir el suyo. Deslumbrado con Elinora y enamorado como todo joven, pidió con cortesía su mano solicitando un pronto matrimonio para partir presto, dejando atrás el Bajo Perú, dirigiéndose ambos hacia Alto Perú.La inspección quedaba así favorable a Don Alvaro, mientras que sus sentimientos y su vida familiar, encontrábanse doloridos. Su duro corazón de guerrero que nunca derramara una lágrima, hallábase ahora compungido. Elinora era el único miembro de su propia sangre que habitaba esa casa, y ahora se iría bastante lejos, hacia el Altiplano. La hija partía gozosa, feliz, enamorada, como también encantada de ir a habitar un palacio en la bellísima y rica Potosí. Su vida daba un giro completo. En unas circunstancias muy distintas a aquéllas donde ella naciera de un padre labriego, más tarde guerrero conquistador y actualmente encomendero de Indias.7 - HUALLPA-"¡Hay Auca, mujer mía" -exprosóle sombríamente Don Alvaro- Yo comprendo bien y lo comprendí desde mi juventud, aquello que te dije un día cuando se marchó tu hijo."La Ñusta miró a su marido con su modo siempre imperturbable. No le era difícil recordar las palabras a que él aludía, pues esos fueron los momentos más duros de sortear dentro de ella misma. Ahora estaba por su parte, dispuesta a apoyar en su incertidumbre al hombre con el cual había ligado su vida, por encima de los hechos dramáticos del pasado, que habíanlos entrelazado. Hoy eran ambos un hombre y una mujer. -"También me dijo mi religión" -continuó así Don Alvaro- "que las palabras eran ..."Mujer después de Dios amarás a tu marido"... ¡Y yo lo creo con fe de guerrero cansado! Hizo silencio. Ambos esposos se miraban con la fe mutua que el tiempo vivido había afianzado en ellos. Luego Don Alvaro continuó expresándole así a Doña Auca:-"Los hijos nos honran, y esa honra al anidar en sus almas los hace vibrar de una manera que los engrandece. Pero ... ¿Qué son los hijos en la vida de los padres? ¿Qué son ahora, ya mayores, cuando no tienen la gracia del pequeño? ... Hoy, que en posesión de una generación más, nos enseñan sobre el mundo."Ella lo miró largamente, con suave y tierno compañerismo. Luego le dijo:-"No conozco las frases de tu religión. Llegué tarde a las prédicas de las Misiones y he olvidado luego de los años, las palabras de la mía. Pero comprendo que alguien nos da tierra, frutos y felicidad. Es cierto que hay dolores y tristezas hondas en el medio de la vida ¡Y yo los tuve en demasía! ... Pero luego vuelve la misma mano y en la medida que lo merecemos cura nuestras llagas. Y porque se nos dio vida debemos darla, porque dimos encanto con nuestras gracias infantiles, las recibimos de nuestros niños. También se nos dio frutos y debemos plantarlos ...Huallpa... la tierra, está abierta para todo lo que sembremos."-"Hemos sembrados mucho en conjunto, Auca- acotó su marido"Miraron en ese momento a través del portal de entrada abierto, de pesada madera, donde recortábanse las siluetas del noble español junto a Elinora. Ellos partían en breve tiempo, mientras que el conquistador y la conquistada, continuarían por los senderos de la Huallpa ... la tierra laborable, la inmortal diosa americana, que se abría fértil ante sus ojos.-"Es un placer verlos aún aquí en la Encomienda, la tierra Huallpa donde se hizo mujer Elinora. No dudo que ella recordará desde la ciudad mundana de Potosí, los tiempos en que vivió a nuestro lado contemplando los sembrados en lontananza. Con ellos desposados perdurará una parte de mí mismo en este Virreinato, al que llegué tan joven e impulsivo. O quizás sea yo mismo quien emprenda la continuidad a través de mi hija. -"No lo dudes, esposo mío, ella no olvidará estos años a nuestro lado".-"El mundo social adonde Elinora ingresará ahora, no estaba previsto para mí, cuando yo nací en una pobre aldea de mi solar natal. Es la propia generosidad de Huallpa quien le ha ofertado otro destino, y no mi papel en la conquista armada que hoy es vituperado desde la corona, por el nuevo rey. Aquí en esta tierra de labor, me convertí en Don Alvaro. Y es por ello que no abandonaré la Encomienda, porque me debo a ella. Debo hacer fructificar a la diosa Huallpa, todos los días."-"Pienso -admitió Auca-  que así, haciéndola fructificar, hemos los dos emprendido esta vida en común, entre las ruinas del Inca. Nosotros continuamos a la generación anterior y nuestros hijos nos continúan a nosotros, sin compás de espera. Como tu raza ocupa el escenario de mi imperio y otra raza suplantará a las nuestras."-"¿Lo crees posible?- preguntóle él sorprendido-"Tal como creo posible una nueva fronda, una nueva mesa, nuevas chacras, nuevos tambos y nuevos chacos."-¿Cómo sería todo ello nuevo?"-"Lo es ya, pues Jerónimo es un niño nuevo, que contiene las dos sangres y no será lo mismo que nosotros. Las chacras van sumando nuevos granos traídos de allende el mar, que se siembran junto a los antiguos. Los tambos, nuevas leches. Los chacos, nuevas presas de caza. Las mesas ya se sirven con diversas cenas. La fronda con árboles y flores incorporadas por ustedes, a los nuestros. Las aromas nuevas se cultivan junto a nuestras especies ... Ni tú ni yo, tal como somos, quedaremos sobre la fertilidad de Huallpa."-"Es duro vivir y no vivir, no tuvimos tiempo para el romance, ni para el ensueño que tienen nuestros hijos por delante ... Pero así ha sido nuestra vida y la hemos compartido juntos, Auca."8 - SECRETOSAmbos contemplaban con encanto a la pareja enamorada que no quedaría con ellos en la Encomienda. Y ambos pensaban al unísono en el pequeño Jerónimo que naciera entre ellos, y que ya era un niño nuevo. En ese devenir que los suplantaría. Entonces comenzaron a develarse los secretos guardados de Auca:-"¡Al principio te odié!- díjole de improviso la Ñusta -Junto con todos los tuyos."-"¿Verdad? ... No pude notarlo, me sorprendes- contestóle él"-"El indio odia de una manera silenciosa y seca- sentenció ella"-"Demasiado silenciosa, que no lo advertí."-"¡Ansiaba venganza!"-"No lo imaginaba."El silencio ahora se posaba en ambos, como si los dos pertenecieran a esa esencia indoamericana, silenciosa y seca. Era como si el manto de olvido hubiérase descorrido de pronto, para mantener un diálogo que estuvo siempre acallado.-"Tus caricias Auca, que bien recuerdo desde el comienzo, no me permitieron advertir esos rencores tuyos."-"Eras hermoso, con tu barba dorada y tu apostura viril. Soy una mujer y no pude sustraerme a esa fascinación. Me elegiste, proponiéndome ser el ama de tu Encomienda. Sentí que con ello yo podía servir a tu lado a la diosa Huallpa y ella nos bendeciría. Tal como fue."-"Quería devolverte a tu lugar. Aquél del que te habíamos privado cuando eras una Ñusta esposa de un noble Orejón."- completó Don AlvaroElla pareció refugiarse nuevamente en su mutismo ancestral, pero salió de él para expresarle resueltamente:-"Ahora que hemos vivido juntos tantos años- continuó Auca -comprendo que me has amado, esposo mío. Mi hijo y mi nieto son tu propia familia. Perú es tu vida. Lo sé."-"De una manera extraña, pero lo es."- confirmó Don Alvaro ensimismado-"Nos has amado. Y con nosotros has amado a esta tierra del inca ¡La tierra de los míos! Amaste a Huallpa, aún sin saberlo y ella también te amó, por ello germina con esplendor ... Nos amas y nosotros te dimos victorias, emociones y riquezas".-"¡Cuántas emociones!"Don Alvaro mesábase la barba tupida y ya entrecana, que dábale con aquel goteo blanco incipiente, un ornamento especial sobre su vigor físico, aumentado por la vida en la naturaleza. Caminaba y volvía de repente hacia Auca, como queriendo agregar ideas a las palabras de ella. Pero no lo lograba, como si la parquedad indoamericana ya fuera parte esencial de él mismo.-"Nuestro viejo pueblo- dijo lentamente ella -con su antigua sabiduría, heredera de otros pueblos pretéritos, estaba viejo ... muy viejo. Pues sumaba varios pasados yuxtapuestos dentro de él mismo, con muy pocos cambios. -"Veo ahora con dolor, luego de vivir contigo, que no pude valorarlo. Creo que al llegar yo en el fragor de la batalla, sumido en aquella tormenta de luchas, que no alcancé a conocerlo, hasta hoy"- expresóle él casi conmovido -"Ahora ha llegado el tuyo. Joven y pasional. Y llegaste con él, tú, que al compartir conmigo esta tierra de labranza en la Encomienda, fuiste alejándote de la guerra para fructificar a Huallpa. Olvidaste a los camaradas de luchas frenéticas, quienes se disputaron por años entre sí, y con crueldad, la gloria conquistadora. Esa gloria que encegueció a tantos guerreros en el Perú."- y Auca lo miró a los ojos-"¡Heme aquí! ...Auca... a tu lado. Soy un Encomendero que sobrevive de aquellas epopeyas, ya que era de origen labrador. Y no estoy solo, puesto que muchos como yo, fuimos sacados de nuestras aldeas campesinas para integrar los ejércitos del Emperador. Por ello hemos entablado un romance personal con esta tierra." Toda la Encomienda cultivada con preciosismo, mediante las artesanales manos de los antiguos súbditos del sol, de rojiza piel, estaba florecida y fertilizada haciendo de Huallpa un vergel, que había encantado a los enviados reales. El trigo ahora acompañaba al maíz. Anaranjadas zanahorias nacían entre las papas. La leche de vaca nutría en los tambos. La oveja pastaba con la llama. Huallpa producía y Pachamama observaba, siempre dominante.Una brisa fresca venía hacia el interior atravesando el portal de la casa, muy blanca, que era el hogar de ellos. A lo lejos divisábase la pareja enamorada recorriendo aquel paisaje fructificado. -"Se derramó mucho dolor. Pero hoy sembramos"- sostuvo él como complaciéndose a sí mismo-"Tu sangre vibra con entusiasmo joven, como el niño que tiene un cristal de color nuevo en sus manos. O el peregrino que sintiéndose en posesión de dotes camina sordo, tapando sus oídos, sin escuchar el llamado claro de las tradiciones del pasado. Entonces equivoca las señales del cielo."-"No me tapo los oídos, esposa mía, te escucho."Acercóse entonces ella a él. Sentáronse juntos en una gran sillón de la sala cubierto por un poncho multicolor, con el compañerismo que la convivencia de años, hace sencillo cada acto. Eran maduros y aún con plenitud de vida. Con vigor. Y había que dialogar lo que siempre reservaron, dadas las circunstancias de su encuentro, para establecer con claridad quiénes eran, ahora que los hijos se marchaban y que ellos dos quedarían aislados en su Encomienda.-"Tu raza ignora aún, que su arribo ha sido ordenado por las fuerzas que signan el destino de esta tierra ¡Para el servicio de Huallpa!"- sentenció Auca con firmeza -"Huallpa me brindó su generosidad, su fertilidad, llenó mis manos, por ello crece la Encomienda."- expresó Don Alvaro-"Te dimos a Huallpa. Pero no te dimos a Pachamama."9 - PACHAMAMA-"¿Podré cautivar a la Pachamama algún día?"- preguntóle inquieto el Encomendero-"No. Pues la Pachamama no nos pertenece. Ella se pertenece a sí misma."- sentenció la Ñusta El atardecer caía sobre la Encomienda con su velo rosado y purpúreo. Ambos cruzaron el pórtico que daba a la galería, donde tantas tardes el pequeño Jerónimo correteaba en sus primeros pasos de infante. Su risa y su llanto parecían estampadas en ese ambiente, donde la frescura ingenua del niñito había establecido un nuevo orden. Ya que él era en realidad, la nueva raza, donde los afluentes habían convergido.-"Hemos venido aquí como afluente de sangre, a pesar de la violencia del comienzo."- expresó el marido-"Yo también así lo creo."- dijo la esposa-"Y nos dominó la Pachamama haciéndonos producir a Huallpa."- manifestó Don Alvaro contemplando el rosado poniente-"Huallpa y Pachamama, son dos diosas poderosas y hermanas. Se complementan."-"Hace mucho que lo he advertido, en las largas jornadas de labor en la Encomienda." -"Ese gran afluente de tu raza nueva se desbordó en el lecho madre de nuestra Pachamama. Y cumple sin saberlo una misión renovadora. No para el presente. No para un mañana visible, ni palpable, aún en nuestros días."- completó su pensamiento Doña Auca-"Así es. La esposa de tu hijo, es hija de un antiguo compañero mío en las guerras, y de una virgen del sol incásica. Esa es la amalgama que vamos logrando para que tú y yo, Auca, nos permitamos este encanto de una vida plácida."-"Vino del dolor ... no hay duda."-"Creció en él ... ya no es suprimible. Pero ellos tendrán el fuego para continuar adelante." La Pachamama hablaba. Oíase su voz entre los acordes de la naturaleza que se expanden en la puesta del sol. A esa hora, dicen sus adeptos, ella sale a caminar para contemplar la labor de los hombres, que acaban de dar por concluido el día.-"¿Tienes algún recuerdo especial de aquel pasado incaico que feneció con la conquista?"- preguntóle de pronto él-"Yo también era muy niña, pues nos desposaban al salir de la infancia."- se sinceró ella-"Como soldado fui a la batalla sin conocer al oponente. Cuando llegué a él ya lo habíamos destruido. Mi energía me llevó a Capitán y luego a Encomendero."- rememoró él-"El Inca ha muerto. Los quipus fueron quemados. El templo de Inti, el templo de Quilla, sus tesoros y riquezas, todos saqueados."- señaló ella-"De ese oro sagrado y profanado no me tocó a mí parte. Partió en los barcos a mucha distancia de aquí, o fue enterrado. Por él se asesinaron entre sí los partidos almagristas y pizarristas, quienes tampoco lo obtuvieron. O lo perdieron"-"¡Pero está la tierra!- se emocionó Auca -Los valles, las pencas, las champas, las punas y las pampas que nos rodean. Y todo canta ese lenguaje vivo que enriquece. La perduración de las piedras. El canto de las lentas tardes. Sus voces no llegan a las membranas de los oídos. Pero se transmiten por la piel, por los cabellos, por los ojos, por las vidas ¡Por la suma de vidas!"La Ñusta hablaba con convicción tratando de inclinar a su marido hacia una nueva esperanza. Ellos allí habían significado por años esa continuidad, esa conciencia de raza.-"Pachamama está aquí para hablarnos, precisamente a esta hora. Puede escucharla el que confía en ella ...como yo."- admitió ellaDon Alvaro acercóse al borde de la galería, tratando insistentemente de agudizar su oído a fin de percibirla.-"¿Será ése el susurro que creo escuchar en la Encomienda cuando todos se retiran hacia el reposo? Cuando el cuerpo busca el descanso y aún hay una débil claridad en el campo, siento un lejanísimo susurro, y es el mismo que me recibió aquí a la llegada. Me acerco a él caminando y más allá el susurro se aleja, sin permitirme un encuentro"- comentóle el encomendero El campo reposando en aquella hora, ahondaba la soledad del paisaje labrado y sin labradores. Ni tan siquiera ellos, los dos esposos, hablaban en esa quietud. -"El susurro tiene un idioma, pues Pachamama no habla ni en mi lengua ni en la tuya."- explicóle su esposa-"¡Cuán enigmática es Pachamama! Siento su susurro pero no logro interpretarlo. Quizás esté reclamándome las pérdidas del pasado."-"No. Tampoco lamenta pérdidas. Pues ella siempre construye mirando hacia delante. Ama a los sembradores. Poco le importa a la gran diosa del alma de la tierra, a qué pueblo pertenezcan. Por ello te susurra, te acompaña y te observa, desde tu llegada"- explicóle la Ñusta-"Pero hubo pérdida, yo no voy a negarlo. Fui un soldado obediente. Toda pérdida es un llanto. Sea un país o sea una hija- reflexionó él -El guerrero que triunfa y derrota, también debe estar preparado a perder. A desprenderse. No me había llegado hasta ahora. Cuando Elinora crece y se vuelve hermosa, va presto hacia su vida nueva. Y yo la pierdo tras un Altiplano."Su vista deslizóse en la lejanía, como si el Bajo Perú que mira hacia el océano Pacífico, pudiera estar próximo al altiplano del Alto Perú con cuatro mil metros de altura. Cual era el próximo destino que aguardaba a su hija. En aquel momento las pareja enamorada regresando de su paseo, dirigióse hacia una pequeña salita de recibo en el interior de la casa. Ante los ojos del padre aquella imagen aún presente y pronta a desaparecer de su lado, por un largo camino, era ya una fantasía imaginaria. Sólo intacta para él. -"Amigo mío...- lo consoló Doña Auca -Será un camino largo de varias jornadas, pero aún tenemos salud y vigor, para ir de visita a Potosí. La felicidad de Elinora no merece un llanto. Se ha llorado ya mucho en esta tierra y Huallpa está húmeda con nuestras lágrimas. Por ello es fértil. Pero la energía de Pachamama impone y exige una continuidad, sin penas."- manifestó la esposa-"¿Qué intentas decir?"- sorprendióse él-"Todo le es útil a Huallpa. Todo la reverdece. Pero Pachamama quiere algo distinto, un mundo de continuidad, de esfuerzo renovado, ella apoya a quienes lo emprenden. Las antiguas voces nos anunciaban la llegada de ustedes, que ya estaba prevista. Y ella quiere que se realice el mensaje de los sabios Amautas."El cielo carmesí ya ocultaba por completo a Huallpa, mientras Pachamama iba aumentando su susurro. Auca volvió a su estatismo como si hablara en su interior con ella. Don Alvaro creyó que ambas dialogaban.-"¿Crees Auca, que el olvido es parte de un renacer? ¿De una germinación nueva?"-"Ayuda al menos."-"¿A quiénes?"-"A los que vienen en adelante para que siembren sin dolor."-"Algunos no han sufrido. No al menos mi hija"- acentuó Don Alvaro-"Su dulzura era parte de su fuerza, Elinora llegó para ayudar a cuántos acá estábamos en aquellos tiempos confundidos y dolidos. Ella nos alentó, sin saberlo, uniéndonos para empezar de nuevo con su presencia alegre y candorosa."-"¿Recuerdas ese tiempo?"-"Recuerdo con claridad ese tiempo. No te bastó conquistar, para ser dueño. Debiste también cautivar nuestras almas. Y lo lograste aquí, en la Encomienda. Eramos muchos más que tú, el capitán, y unos pocos soldados que te acompañaban, los hijos del sol de piel rojiza que hasta aquí, contigo, se mudaron. Pero adivinamos que adentro tuyo había un labrador. Huallpa te necesitaba y te acompañamos. No fue sólo nuestro deseo, obedecíamos a la Pachamama. Ella quería sobrevivir y que nos fusionáramos."-"¿Lo hemos logrado entre todos, Auca?"- insistió el encomendero-"Sí. Sí, amigo mío."-"¿Estaba dicho por los Amautas?"-"En cierta forma velada."10 - CRUZ  DEL  SUREl anochecer tornóse violeta y ya el escenario de Huallpa no se reconocía. Pero allí estaba presente y uniéndolos. Sobre el telón obscuro del cielo perfilábanse las estrellas donde la Cruz del Sur era su favorita. Ambos salieron para contemplarla con toda su luminosidad propia de los espacios abiertos. Ellos habían obedecido largos años a Pachamama y Don Alvaro no debía perder su energía, precisamente ahora, cuando la obra estaba encaminada. Auca lo meditó. Luego eligió las palabras:-"Todo continúa. Inti, el dios sol no se detiene. Y todas las noches sale la Cruz del Sur, que también verá Elinora desde su balcón de Potosí, por su intermedio podrás comunicarte con ella"-"¿Lo crees, Auca"-"¡Claro que sí! Por medio de las cuatro estrellas en cruz nos comunicamos con Inta, mi hijo. Tal como fue la tradición de los Chasquis que llevaban mensajes corriendo por todo el imperio del sol, que estaba dividido en cuatro partes, se llamaba el Tihuantisuyu."-"Saldré todas las noches para ver la Cruz del Sur que me acerque a ella."-"Lo lograrás, colocando tu fe en esas cuatro estrellas. Mi padre me enseñó a hacerlo. El era un altivo Orejón del séquito del Inca, quien gustaba de hablar con un anciano Chasqui de esa corte. La Cruz del Sur era su guía en sus recorridos nocturnos de norte y sur o de este a oeste. Aquel anciano le hablaba en un lenguaje de imágenes donde la fusión de dos ríos pigmentados, convergían en un solo mezclando sus colores. Cada uno de aquellos ríos estaba salpicado de piedras... y las piedras al observarlas de cerca, eran rostros ¡Eramos nosotros! Ahora lo comprendo... pero también había piedras corriente arriba, que quedaban estancadas, como momias, sin futuro."Desde el interior oíanse las voces juveniles, donde una romanza cantada por el galante novio para su bella novia, llegó hasta la galería. Los esposos que hallábanse en el exterior regresaron para escucharla. El padre sentía su emoción confundida y deseaba también cantar para su hija. Pero pensó que él era su pasado y debía dejar fluir el presente, con la misma libertad que él buscara antaño para sí.-"¿Por qué yo aquí? ¿Por qué no mi hija?"-"La vida en una Encomienda no es para todos. Trabajo, quietud, serenidad, paciencia. Huallpa y Pachamama exigiéndonos. Para mí fue posible y provechoso ... siendo que yo procedía de la corte del Inca."-"Pero Elinora que creció y maduró aquí, ahora parte hacia una vida mundana ¿Crees posible su adaptación?"- demandóle el esposo-"Sí, lo creo. Ella tiene ese don, impulsada por su serenidad. Recuerda que llegó desde allende los mares en tu busca, y no opuso restricciones en los cambios que debía adoptar."- aseguró la esposa-"No todos pueden lograrlo."- pensó en voz alta Don Alvaro-"También fue imposible para mucha de mi gente. No pudieron sobrepasar ese límite. Se quedaron como piedras estancadas igual a la visión del anciano Chasqui, cargados de inquietud y temor al devenir.  Para emprender un camino es necesaria serenidad de espíritu, cual es la condición necesaria para seguir a Pachamama. El medio que con ella se asume en beneficio de Huallpa, sin condicionarse a la inquietud."-"¿Ella es quietud? ... ¿Serenidad?"- preguntó Don Alvaro-"Al menos la exige. Sólo en la constancia y la labor hay fructificación"- señaló Doña Auca-"¿No nos ama? ... ¿Ese es su enigma?"-"La condición de la Pachamama es su independencia de los hombres, su autonomía, su libertad. Ella es una diosa ."La romanza había concluido, como iba a concluir dentro de poco tiempo, la estadía de la hija del encomendero en la Encomienda. El era parte de una conquista concluida, y ella la semilla de un Virreinato del Perú que recién comenzaba su vida. Fundaciones de ciudades nuevas con universidades, ocupaban el devenir de un continente que en un mismo siglo pasó de la civilización indoamericana a la barbarie conquistadora. Y desde esta barbarie emprendía ahora el camino del progreso. Y ese progreso se llevaba a su hija hacia el Altiplano. Cuatro mil metros de altura iban a separarlos y sólo la Cruz del Sur iba a ser común entre ambos.   -"Fue duro enfrentamiento la separación de tu hijo contigo. Pero él ronda y converge en tu centro, porque es miembro de Huallpa. Con mi hija no hay dureza ni contrastes conmigo, pero será asimismo una despedida incierta y dolorosa. Yo quedo aquí en la Encomienda y ella parte hacia Potosí a una vida de salones, distinta de la nuestra."Don Alvaro calló. Su silencio fue largo y semejante al del entorno con el campo dormido, obscuro, pleno, cuando ya Pachamama deja su recorrido diario, pues las luces vespertinas se han ocultado hasta el nuevo amanecer.-"Enfrentamiento o separación, son hechos que padres e hijos no podemos evitar. Con el cascarón roto y madurado el polluelo, no se vuelve atrás"- díjole ella-"Sin duda que no, esposa mía, porque para ello los hemos preparado, aunque nos resulte difícil de asumir el momento de la despedida."- confirmóle él -"En otro tiempo vi matar a mis hermanos y matamos a los tuyos. Es la lucha de pasado y presente. Es la lucha que hubo entre Inta y yo. El más joven siempre vence hasta que llega otro más joven. Entonces comienza a envejecer y pierde. Y cuánto más ha envejecido, comprende que no ha perdido, sino que ha vivido. Y la Pachamama nos ha manejado y distribuido."- sostuvo con firmeza AucaLa Ñusta calló. Hubo silencio. La sombría mirada del encomendero se había perdido en una lejanía interior. Las imágenes que acudían a su memoria hiciéronle rememorar la violencia y la quietud, la destrucción y la siembra. La ternura del niño Jerónimo y la partida de los hijos que ambos habían hecho crecer en la paz de la Encomienda.No tenían esos hijos las mismas vivencias de los padres y no se hallaban inmersos por ello mismo, en una deuda con el lugar. Lo habían gozado en cada edad y allí encontraron el amor, por el cual se alejaban. Pachamama distribuyó los bienes y exigió atención a sus normas. Les ofertó un medio posible para seres nacidos en situaciones muy disímiles, que debían cohabitar fructificando a Huallpa. Cumplido el término eran libres, al menos los jóvenes que recién comenzaban sus vidas. Y ahora la gran diosa, repartía y redistribuía de nuevo.-"Así dispone Pachamama."- acotó la ÑustaDon Alvaro contempló el vacío terrestre de la noche y admiró el telón nocturno donde la Cruz del Sur embellecía el decorado brillante. Imbuido en una ausencia interior dejóse llevar del brazo por su esposa, hacia el final de la galería. Su mente, que se había trasladado hacia el pasado, después de un largo espacio de tiempo regresó a hasta el momento, sonriendo:-"Gracias Auca"- le dijo besándole las manos.  -----oooooo----- Alejandra Correas Vázquez
EL HIJO DEL ENCOMENDERO ..................................... (Estampa Colonial - siglo XVII Provincia del Tucumán) 1 - RETORNO del ENCOMENDERO Se extendieron sobre las mesas los manteles de ñandutí. La mesa de los mayores y la mesa de las niñas. El lino bordado en Trinidad, la esplendorosa ciudad guaranítica, decoraba el comedor con su aroma a selva y distancia de armoniosos colores. Estas galas compradas en Charcas por el dueño de casa eran un signo claro de su retorno al Tucumán, luego de meses de ausencia. Las niñas eligieron el mantel más colorido y Doña Adelina el tono pálido. Afuera los mulatos angola de la Merced descargaban sin pausa, numerosos arcones de las carretas que trajeran de retorno al señor Encomendero. Y como un prodigioso tesoro iban apareciendo ornatos, vajillas y cubiertos del argénteo metal potosino. También sedas orientales y tapices cuzqueños. Algunos que permanecerían en esa familia y otros muchos destinados al comercio. Para la menor de las niñas -Rufina- tratábase de sinnúmeros juguetes procedentes del Alto Perú, con los cuales habría de solazar su infancia inacabable. Pues era ella, la mascota de todas las otras. Las niñas mayores adornábanse con sedas de Manila que aún no tenían forma en medio de gran algarabía, desordenando el contenido de los arcones. Pero Clemencia, la mulata vieja y haya de todas ellas además de ama de llaves, íbales quitando con muchas protestas y habitual disgusto, cada una de las floridas sedas ... algunas veces a zamarreos. Nadie en la Merced se hallaba en calma con el arribo del dueño de casa y sus caravaneros, pero Clemencia aquel día exhibía peor carácter que nunca. 2 - EL ROSARIO A la distancia el imponente escenario de la Sierra Grande, decorando al Valle de Punilla, colocaba un manto de severidad. Llegaría el silencio de la tarde y con él como siempre, el rosario de la Oración. La peonada mestiza fue desmontando de sus pingos y acercándose a la gran galería para compartir aquel momento de recogimiento (luego de haber guardado el ganado) junto a los dueños de casa. Con el rosario en mano el Encomendero dirigió el responso, sintiéndose todos los presentes con una sensación de alivio, de tranquila protección, al ver de nuevo en su regreso al patrón de la Merced. Igual a los niños cuando al anochecer retorna a casa su papá. Los rayos de Inti dejaban entrever sus últimas claridades detrás de los macizos rocosos. Doña Adelina reunió a su familia junto al padre, pero las niñas aún manteníanse inquietas. Clemencia repetía con voz ronca y apresurada las Avemarías de turno. Se retiró primero de todas y las ordenó acostarse a viva voz. Las niñas preocupadas ante su enojo y por las dudas, a fin de no pasar a mayores y esperando que el carácter de la vieja mulata mejorara al día siguiente, decidieron no protestar. Rufina ya estaba dormida después de haber jugado el día entero. La sierra helaba el escenario nocturno. Los grillos cantaban tímidamente. Las carretas descansaban por fin para largos meses. El Gran Mercado de Charcas habíalas sobrecargado demasiado dejando el maderamen extenuado. La Merced, su frescor y su paisaje, darían a los caravaneros el descanso adecuado. Las carretas caían así en el letargo de un sueño reparador. Junto a ellas, un niño con un cuarto de mestizo y preadolescente, refugiábase detrás de sus enormes ruedas, añorando el lugar distante de la Posta junto a la Salina Grande, de donde él procediera. Pero dos mulatos que portaban una lámpara lograron descubrirlo. Venían buscándolo desde el mediodía, con el arribo de la caravana, habiéndoseles escondido hasta ese momento. Clemencia lo observó con ira. Le pegó en la cabeza cuando pasó a su lado, y dio orden de bañarlo. 3 - EL CHANGUITO A la mañana siguiente habíanlo vestido y perfumado. El agua de vertiente serrana y los aceites resaltaron en él, una piel mucho más blanca de la que trajese. Las uñas lucieron limpias y cortadas. No levantaba su vista, sin embargo cuando Don Anselmo de lo ordenó, dejó ver para sorpresa de todos unos ojos celeste cielo tan claros como los de Rufina. Pero Clemencia iba a seguir tratándolo con malos modos. Mientras que Doña Adelina lo observaba con inquietud y algo de resignación. Al verle bajar nuevamente la cabeza levantaría su mentón con el rostro vuelto hacia ella, mediante su mano elegante y maternal... Y el changuito la miró angustiado. -He hablado con el Prior de la Compañía y comenzará sus clases dentro de un mes en el internado cordobés. Habrá que confeccionarle una toga de estudiante- comentóle Don Anselmo a su esposa -Pasará del campo a la escuela humanista, de un extremo al otro ¿Lo resistirá?- respondióle ella -Dos extremos completos. Pero es inteligente, lo he comprobado, y se habituará- confirmóle el Encomendero -Pasará a ser de hijo de nadie a hijo de don Anselmo, con un gran mayorazgo en la Sierra Grande- comentó resignada Doña Adelina -Lo marca la ley o el hábito establecido en este Virreinato del Perú. Luego de doce años y seis hijas, no hemos logrado un heredero varón y podemos perder la Merced. El Tucumán es tierra para hombres muy duros. Y los viajes al Alto Perú, a la ciudad imperial de Potosí, a la Real Audiencia y al gran Mercado de Charcas, exigen esfuerzos viriles. Son tres meses de travesía con las carretas cargadas de ida y vuelta. No podemos optar, pues debo mostrar muy pronto al heredero. No es un heredero común, es el de una Merced Real, soy un Encomendero de la corona y me debo a ella. -Fui consciente de ello desde el principio, pues yo no pude darte un heredero varón- respondióle triste la esposa -Rufina, la más pequeña de las niñas, casi nos costó tu vida. No debemos correr más riesgos. Eres muy valiosa para mí, y muy importante para dirigir la Merced en mi ausencia. -No me falta vigor dentro de ella, también yo soy hija de Encomenderos. Acepto, él será tu heredero varón y lo aprobará el Virrey. Pero antes deberá aprender el uso de un mejor vocabulario, su lenguaje campesino es muy notorio. -Lo cambiará, conozco a los jesuitas. Te asombrará su cambio de lenguaje. Preservará el apellido familiar y velará por sus seis hermanas. Las casará y las dotará, o las llevará al convento. Cuidará de nuestra vejez, retomará el rumbo comercial hacia el Alto Perú, hará producir la Merced... y muy probablemente protegerá tu viudez ...¡Míralo!... Ahora es tu hijo varón tanto como mío. Su bastardía quedará en el olvido. Pero Clemencia lo seguía observando con repulsión. Estaba dispuesta a tiranizarlo como al resto de las niñas pero aún más, puesto que según veía la mulata, este "guachito" se interponía entre las niñas y Don Anselmo. Luego preguntó a voz en cuello, casi gritando: -¿Y está acaso bautizado este salvaje? 4 - EL "GUACHITO" Los ojos carbónicos de la vieja mulata miraban con estupor al changuito arrancado de los churquis, cuyos ojos azul cielo no la conquistaban. Su bastardía iba a causarle una emoción desafortunada. Para Clemencia este changuito era simplemente un "Guacho" o sea un hijo de mujer liviana sin padre conocido. La vieja mulata angola, que estaba muy orgullosa de su papel en aquella familia, no lo admitiría de ninguna manera y por mucho tiempo, como a un hijo de Don Anselmo. ¡Y mucho menos que ella lo debiera atender y servir! Más aún, cuando su lenguaje campesino delataba en él falta de educación. Este changuito recién arrancado de los churquis estaba carente de los derechos que ella sí ostentaba, en cambio, al haber llegado a la vida en esta misma tierra serrana, que ahora el "guachito" osaba pisar como propia. Pero el bastardo de Don Anselmo nada de esto comprendía. Su temor era otro. Era el temor a los desconocido y al abismo de los inesperado. Y por cierto que la agresividad de Clemencia hacíalo sentir muy inseguro, de modo que buscó refugio en la amabilidad de Doña Adelina. 5 - LA CIUDAD DEL RÍO SUQUÍA Cuando los meses pasaron y el carruaje reluciente de la Merced lo fue apartando de la sierra, el "guachito" contemplaba mudo y circunspecto a Don Anselmo, elegantemente ataviado y sentado a su lado. Ya no era más aquel Encomendero de porte altivo que solía pernoctar en la Posta junto al salinar -donde él naciera- con toda su comitiva de carretas rumbo al Alto Perú. Ahora aquél Encomendero poderoso, tan lejano, tan erguido y distante... era su padre. Y él su hijo varón, el que transmitiría su apellido. La ciudad de Córdoba del Tucumán estaba ya a los pies del carruaje -dentro de su hondonada- cuando el progenitor descendió para contemplarla acompañado por sus dos mulatos angola: su cochero y su guardaespaldas armado. Ambos juveniles y jactanciosos, chanceaban al chicuelo con su futuro y próximo internado. Les parecía a ellos, mulatos atildados y frívolos, acostumbrados a una vida engalanada, ejemplares criados para el ornato y el ceremonial de Don Anselmo, que este changuito salvaje y analfabeto cuyo lenguaje campesino causábales gracia, no era la persona más apropiada para un colegio jesuítico. Pero indiferente a dichas opiniones -de las que hacían gala desde un mes atrás sus dos escoltas- Don Anselmo mostró a su bastardo la bella ciudad edificada a la vera del río Suquía y extendida a sus pies. Arquitecturada en edificios de piedra, las calles tapizadas con granito adoquinado y decorada de cúpulas. El changuito abrió desmesuradamente sus ojos y los mulatos palmeáronle con risotadas. Acostumbrado a los celos de ambos, recurrentes en cada instancia donde el Encomendero exteriorizaba algún afecto, el padre dio la orden de continuar el viaje en su última parte. El empedrado hacía rechinar los ejes del carruaje y el suplicio del changuito llegaría a su fin, cuando principiaba en verdad, el verdadero: Los años de internado. El portal de madera labrada con su imponencia artística, se abrió para él y para Don Anselmo, que entraron juntos y a pie. Trémulo el "guachito" miraría hacia atrás sintiendo alivio al divisar en la calle empedrada a los dos risueños mulatos angola, quienes lo saludaban en despedida. En realidad, comprendió ahora, que iba a extrañarlos muchísimo. Que serían ellos dos siempre, quienes habrían de aguardarlo y transportarlo a lo largo del tiempo, de los años y de la vida entera. Serían ellos dos, jactanciosos y frívolos, irreverentes en la intimidad y reverentes frente al público, sus amigos más auténticos desde aquel momento. La verdadera herencia de lealtad, el legado más preciado de su padre. Y en éste, su primer viaje juntos, se alejó de ellos casi con miedo ... Y los volvería a ver siempre con alborozo. 6 - LOS JESUITAS -Este es mi hijo, Padre Gunther ... Este es Silvano- dijo secamente Don Anselmo a un Jesuita flamenco de tez muy pálida. Silvano nunca había visto antes un rostro de esa naturaleza, ni ninguna mano color rosa llegó a tomarle hasta entonces la suya. Pero de allí en más en aquella Compañía de Jesús junto al río Suquía, en ese Colegio Monserrat donde ahora ingresaba como pupilo, iba a conocer muchas otras. Aquellos profesores jesuitas egresados de Lovaina eran tan distantes a su vida anterior, como distante estaba Lovaina de la provincia del Tucumán. Como muy distante estaba el lenguaje campesino que él traía, de las letras en latín que debía aprender a escribir y leer, con las glosas de Horacio y Petronio. Pasarían años antes de que el padre Gunther, su preceptor, soltase su mano. Los arcos del colegio jesuítico del Monserrat se harían tan familiares a él, como los antiguos churquis. Con el tiempo le pareció extraño volver de visita a la Merced y pisar tierra nuevamente. Oler otra vez la yerbabuena y el tomillo, escuchar las chicharras, el canto de los coyuyos, el llanto nocturno del choguí ... Pero aún allí, estaba acompañado siempre por el padre Gunther, al que Doña Adelina homenajeaba con primor. Mientras tanto en la Merced, desde su partida la familia había vuelto a su ritmo habitual. Sin embargo algo estaba cambiado. Ya no era sólo un grupo de mujeres que habitaban la gran casona junto al jefe de familia. Ahora existía otro miembro que formaba parte de ellas, aunque estuviese interno en el colegio jesuítico del Monserrat. De este modo, Doña Adelina, Clemencia y las niñas comenzaron a pensar en él, para aguardarlo en cada temporada de descanso cuando Silvano regresaba a la Merced, acompañado siempre como se ha dicho, por su preceptor de cabecera, el padre Gunther. Así con los años, el salvaje changuito analfabeto fue adquiriendo las formas ciudadanas y la erudición latinista de un discípulo jesuítico. Silvano traía para aquellas mujeres -las mujeres de su familia- apartadas en la Sierra Grande y altivas en su orgullo de linaje, los frutos refinados que su maestro flamenco iba en él modelando. Ya todos comenzaban a olvidar su prosapia ilegítima, su nacimiento guacho. 7 - ALTO PERÚ Era un elegante mozo cuando acompañó por primera vez a Don Anselmo hacia el Alto Perú. En la Posta del camino junto a la Salina Grande que algún día lo despidiera, años antes, preguntó ante una concurrencia que no lo reconocía, por Griselda. -Partió- le contestaron -con sus hijos, no supimos más de ella. En sus adentros, Silvano, luego de despedirse ceremoniosamente, pensó: "Pero no con todos". Los mulatos de siempre, como gemelos inseparables, lo estaban buscando y en el rostro de su padre denotábase cierta inquietud, que él se apresuró en suavizar. La Universidad de Chuquisaca le abriría las puertas de un segundo internado. El Doctorado. Más corto, pero igualmente nostálgico. Un mundo distinto le ofreció la Real Audiencia de Charcas con el esplendor que rodeaba a los Oidores. La elegancia altoperuana de las damiselas cautivaron su ardor juvenil y las niñas en edad de merecer agasajaban al heredero elegante, muy alto, de bellos ojos claros recortados sobre una piel mate, invitándolo a sus paseos. Mientras sus madres casamenteras lo colmarían de atenciones. Los viajes periódicos -aunque espaciados- de Don Anselmo contactaban al joven dentro de la sociedad elegante de esta ciudad cabecera que regía los destinos del Tucumán. Favoreciéndole con ello sus primeros encuentros amorosos. Ambos visitaron asimismo -con sumo asombro para Silvano- la lujosa Potosí, la ciudad más poblada del continente americano. El Obispo de La Plata recibió en audiencia al padre y al hijo, portadores de mensajes fraternos desde la lejana Diócesis cordobesa. El antiguo changuito de los churquis, transformado ahora en un atildado y culto galán, recorría el inmenso Mercado de Charcas eligiendo de antemano, los regalos para brindar algún día -cuando retornase- bellos presentes a las mujeres de la Merced. Sus mujeres, aquéllas que lo aguardaban a la distancia. Y cuando finalmente los dos mulatos angola acomodaron en el carruaje sus arcones, para el regreso definitivo, Silvano creyó sentir que alguna parte suya iba a quedar para siempre en el Alto Perú. Como acontecía con su padre. Nadie, ningún habitante del Tucumán, terminaba por desprenderse de él... 8 - RETORNO AL TUCUMÁN Y cuando el Altiplano quedó atrás, cuando el Tucumán salió a su encuentro, cuando la Salina Grande no fue más que un punto blanco en la lejanía, el joven heredero comprendió entonces que ahora ingresaba ...definitivamente... en la Merced de Don Anselmo. Que su futuro mayorazgo con todas sus responsabilidades, caía sobre él, lo apresaba, lo atrapaba para siempre ¡Después de un largo y lento camino! Era en realidad recién en este momento, cuando formaría parte de ese cerrado ambiente familiar. Aislado y alejado de todos. Enclavado en el Valle de Punilla junto a los macizos rocosos sobre la frontera sur del Virreinato del Perú, donde la civilización terminaba de golpe, en forma abrupta, y comenzaba la milenaria Prehistoria de Sudamérica. Allí era, donde se erguía su mayorazgo prometido para el cual fuese tan minuciosamente preparado. La mañana de su arribo los aromos teñían sus ramas con capullos de oro. El colibrí aleteaba junto a las corolas. El ñandú le mostró su acrobacia. Los pumitas caminaban en medio de la sierra junto a su celosa madre. El guanaco saltó desplazándose por las champas. El gauchaje resecaba el charqui para futuros locros. Las chinitas el quesillo para el zanco. En los tambos mugían las vacas lecheras. Las chacras reverdecían. Los cazadores buscaban corzuelas en los chacos. Silvano retornaba desde ciudades esplendorosas, pero este era un esplendor distinto. El futuro Encomendero era aguardado por toda la Merced. Al llegar, percibió una alegría escondida en los ojos huraños de Clemencia, y esto lo alegró interiormente. Pues sin esa aprobación de la mulata vieja, nada harían las niñas para agasajarlo. También advirtió el cariño respetuoso de Doña Adelina, quien esperaba de él un respaldo para sus seis hijas. Y por sobre todo recibió gustoso el emotivo abrazo de Rufina -su preferida- transformada ahora en una bellísima adolescente. Silvano se vio de pronto rodeado por todas ellas, entusiasmadas, inquirientes sobre aquel exótico mundo altoperuano que él acababa de dejar, y del cual dependía el Tucumán con su apartada serranía cordobesa. Se vio entonces a sí mismo, más que como un joven rico o un hijo de un padre poderoso, se descubrió siendo la columna vertebral de un feudo "provenzal" dependiente de él en su futuro. 9 - EL MAYORAZGO Silvano no sabía si se hallaba prisionero o era el príncipe de un castillo. Sólo alcanzó a percibir que las bellas niñas, sus hermanas, representaban para él una propiedad cristalina y frágil dependiente de su fuerza. Por un momento dejóse llevar en la fantasía del tiempo imaginando que la síntesis del churqui y el latín, iba a brindarle esa energía que su padre aguardaba de él. Sin embargo comprendió que todo aquello en su conjunto se hallaba demasiado lejos. Silvano estaba allí, frente al mayorazgo del cual hacía uso, y por y para el cual vivía. Se preguntó entonces a sí mismo, si hubiera preferido conservarse en el mundo ingenuo y analfabeto de la Posta, de donde lo retiró su padre, sin responsabilidad alguna. O permanecer para siempre entre los claustros latinistas, junto al padre Gunther. Quizás, enclavarse como jurista en la Real Audiencia de Charcas. O ser un catedrático de Chuquisaca. 10 - EL PRIMER DÍA Cuando los nuevos manteles de ñandutí que él eligiera en el Gran Mercado, se colocaron en la mesa grande ahora ocupada por todos. Cuando las risas de sus seis hermanas cautivaron su emoción, y Clemencia impuso silencio ante el arribo de Don Anselmo. Cuando a la hora de la Oración, Doña Adelina le entregó el rosario de plata en homenaje a su regreso, para dirigir el responso en la galería grande frente a la peonada allí reunida y de pie, con el sombrero en la mano... Supo en ese momento el joven Silvano, que era dueño y responsable de un germen de civilización. De un comienzo de Historia en este apartado rincón del Tucumán, rodeado por la Sierra Grande, vecino a la Pampa de Achala y la Pampa de Pocho ¡En el aislamiento sudamericano del siglo XVII! ... Y que sería desconocido su esfuerzo como el de todos los suyos, para el resto del mundo. Al día siguiente se acercó al carruaje en el cual vino desde el Alto Perú. El mismo que en tiempos lejanos lo condujo hasta la Merced. Sonrió y rió junto a los dos mulatos de su padre, que tantos años lo llevaran y lo trajeran. Contempló todo aquello, y se puso a meditar sobre su vida, desde el momento en que fuese apartado de la Posta del camino junto a la salina. Y divisó ese camino recorrido tantas veces. Luego retornó por sus pasos y entró en la sala grande de la casa, adornada de fiesta por su regreso final. Y reclinándose en un elevado asiento paraguayo de madera aromática, traído desde Charcas en las carretas, entrecerró los ojos celestes recortados sobre su piel mate que tantos escenarios diversos habían visto ... Diciéndose a sí mismo, que aquel era: "El Primer Día" ................................... Alejandra Correas Vázquez ...................................
La Faraona Morocha .......................... Nunca fue reina del Nilo mientras vivía su marido, Amenofis II... pero ella convirtióse en la reina de Egipto (con muchísima trascendencia política) en cuanto coronaron a su hijo Tuthmosis IV, como faraón. Esta fue la Reina Tihi, quien tenía sobre su hijo una influencia decisiva. Tihi era sin duda una pieza clave en el rompecabezas heliopolitano. Uno de los elementos vitales con que contó Heliópolis en aquella oportunidad, para decidir la política a seguir. No era la esposa oficial de Amenofis II, sino una esposa secundaria y por lo tanto, no se hallaba al lado del padre de su hijo en las ceremonias faraónicas. No fue retratada en aquel tiempo como una reina, pero lo sería en abundancia más adelante y aún más, junto a su hijo, sentados ambos en el trono, como si lo compartieran. Sitial del que ella no iba a separarse más de aquí en adelante. Tanto por el papel destacado que tocóle a su hijo (renovador con una nueva política de inspiración pacifista), como por el prestigio que alcanzaría su futuro nieto, a quien todos iban a recordar como Amenofis III "El Magnífico". Ella que era una princesa menfita, desplazada en el norte y casi olvidada, tuvo más tarde su momento de oro, su tiempo de esplendor. Todo hace pensar que se lo había ganado por talento propio, y que tenía una gran presencia social, bien merecida donde lució su belleza. La reina Tihi era de una evidente prestancia y fuerte personalidad. Destácase su rostro sobrio y clásico, muy egipcio, altivo y bello pero severo. Muchos cineastas se han inspirado en su rostro para delinear a Cleopatra en sus películas. ¡Craso error! Cleopatra era una rubia macedonia muy blanca y de ojos claros. Pertenecía a la misma etnia racial que Alejandro de quien su antepasado Ptolomeo fuera uno de sus capitanes. En este caso, Tihi y Tuthmosis, Madre e hijo juntos y a la par, se parecen como dos gotas de agua. Pero ella emite mayor fortaleza y nos hace advertir con claridad que ella tuvo gran participación en el proceso político programado por Heliópolis. Su cuerpo, aunque levemente más bajo que el de su hijo, sin ser musculoso irradia fuerza. No es sin embargo del tipo matronil de las romanas, ni el atlético de mujeres cretenses o espartanas, sino una curiosa estructura de mujer firme, bien conformada, con una clara tipología de mujer racional, intelectual, dentro de cánones clásicos egipcios bien proporcionados, con expresión de vigor. Nos recuerda a muchas universitarias de nuestra época, porque no resalta femeneidad, pero sí belleza de mujer. Era una mujer esplendorosa y vivió con holgura en la corte tebana, a la que trans­formaría abiertamente. Su llegada a la gran capital del sur en el Alto Egipto, produjo un cambio absoluto en el papel de la mujer, que estuvo minimizada durante los reinos bélicos de su marido y su suegro. Se sabe que donde hay guerra la mujer retrocede, como aconteció en Egipto. La vida social, la vida pública, cuando es abierta, con vida civil ...le abre caminos. Es notable la escasa constancia de datos que obtenemos sobre la existencia de mujeres y su vida diaria, durante los reinados anteriores de Tuthmosis III y Amenofis II, en contraste con la fuerte presencia que tendrán a partir de Tuthmosis IV. La política del partido tebano en este punto, era auténticamente "antifeminista". A la inversa, con el regreso del partido heliopolitano, la situación de la mujer vuelve a ser preponderante. La desigualdad de sus planteos sobre dicho aspecto, ente Tebas y Heliópolis, era total. Bajo los gobiernos tebanos las esposas reales están disminuidas hasta el punto de ser representadas a la altura de los pies del faraón. Si esto acontecía con la reina oficial, podemos figurarnos cuánta disminución social tenía una mujer común. Bajo los gobiernos heliopolitanos las mujeres tienen el mismo derecho a la igualdad, en cuanto a dimensiones esculturales, que los hombres. Por ende socialmente prosperaba. Tihi es la figura de mujer que más se destaca en este periodo, como también el único pariente de Tuthmosis IV que se hace visible dentro de aquel gobierno. No cabe duda de que se trataba de una mujer muy culta, educada sin duda en el sistema heliopolitano y hallábase relacionada a todas luces, con las propuestas artísticas del momento. Debió participar como mecenas, puesto que fue modelo favorita de los escultores. Cuando son representados los dos, madre e hijo, sentados a la par, vemos que el muchacho dueño del mundo, el Faraón, pasa la mano sobre los hombros de su madre en cálido ademán. Escena familiar donde podemos a tanta distancia de nosotros, luego de los milenios, penetrar en el mundo diario de esa corte faraónica. Como una foto de familia que nada esconde. Se ayuda con ello a la propuesta de naturalidad en el planteo del "retrato", que contrapone con el "ideal" artístico anterior, donde todos los rostros son iguales, incluidos los dioses. Aquí hay una captación de la realidad y su aporte inicial, de lo que llegará a ser un gran movimiento en el futuro. Tiene matices de encanto como todo proyecto nuevo. Es una propuesta que recién se inicia y por tanto es casi cándida, casi ingenua. Se ha dicho que el arte de este período goza de un "refinado esplendor" (frase de Kurt Lange) y podemos comprobarlo en el abandono de la tradición rígida y del dogmatismo artístico. Comienzan a aparecer los cromatismos y los juegos plásticos con la sugerencia expresiva de los personajes. Y muchos de los rasgos del "nuevo naturalismo" (palabras de Wilson) fueron ya diagramados en esta época, donde todo nace. Se siembra para los que están por venir, con una fuerza que se atisba por el horizonte. Para ellos es esta semilla. Por el esplendor que la rodeaba, su refinamiento, su garbo, su bello cuerpo, debemos pensar que Amenofis II (como buen paladín de proezas físicas) se cautivó con ella, con la princesa menfita Tihi, durante su estadía en Menfis la capital del norte. Y no es peregrino pensar que también tuvo por ella, de parte suya, una pasión de hombre vigoroso y vital, tal como este faraón tan polémico, reflejó ser siempre. Tihi como mujer tenía todas las cualidades para despertar pasiones masculinas. Tanto como fue amada por su hijo en una forma tierna y sin par, muy evidente. Cuando llega a Faraón Tuthmosis IV a los dieciocho años, su madre Tihi debía tener a lo más treinta y tres años. Era hermosa y cautivaba a los artistas. A los políticos. Al escenario egipcio de su época. ................................... Alejandra Correas Vázquez ...................................
ROMANCES  BARRANCALES...................................(Novela  Breve) por Alejandra Correas VázquezI --- PRIMER  ROMANCE             Chabela había nacido en la Bajada del Negrito Muerto, un barrancal rojizo y árido que separaba antaño en dos a la ciudad de Córdoba, de su ciudad paralela llamada Alta Córdoba, ambas situadas en el centro geográfico de Argentina. La segunda de las cuales había crecido abruptamente luego de que se instalara en ella el ferrocarril en 1880. Un estrepitoso tranvía bajaba desde el alto hacia el bajo, pasando por aquella Bajada pero sin detenerse en ella, y también, sin que ningún transeúnte de clase media pasara por ella caminando.            Se tenía temor a la Bajada del Negrito Muerto, por sus habitantes orilleros, tanto como por los rituales mágicos que allí acontecían. Y en ese mundo sin nombre ni documentación, subsistía este predio difuso y casi anónimo en la primera mitad del siglo XX. Aquél supo ser el barrancón adonde en el siglo anterior (XIX) habían sobrevivido los últimos mulatos nacidos ya libres (pero rechazados como trabajadores) y que tuvieron su respiro final de vida cordobesa en ese yermo de greda roja. Pues Argentina es un país sin sangre negra. Los mulatos angola murieron allí o partieron para ya no volver a la ciudad que los viera nacer, pues ahora ya libres, la ciudadanía universitaria cordobesa los rechazaba. Chozas y baldíos eran su escenario. Cerrado el siglo XIX comenzó el XX, con una subsistencia especial para esta barranca conocida como Bajada del Negrito Muerto, cuyo nombre revela que en ese predio realizábase el pagano ritual del "Velorio del Angelito".Chabela había nacido allí y aún no contaba quince años. Era hija de Isabel, y ambas desconocían quiénes fueran sus padres. De pronto llegó a sus vidas Cristóbal, el viajero que descendiera una noche de invierno muy gélida, por el mes de junio, en la estación de Alta Córdoba buscando donde pernoctar. Mientras ella cocinaba y vendía "praliné" con su madre, junto a los portones de salida del ferrocarril.Por lo menos ese invierno no pasó frío. Hubo que hacer menos "praliné" en las grandes ollas de cobre con fuego a los pies. Pues Cristóbal era muy laborioso, tenía esa actividad pausada y constante, común en el hombre del norte argentino, muy diferente a la actividad intensa y fugaz de los hombres de la Bajada. Isabel y Chabela se acostumbraron a él, quien orgsanizóles una forma de hogar muy acogedor. De este modo Chabela dio luz a Coquito cuando estaba por cumplir los quince años.  El tiempo fue pasando y el pequeño Coco cumplió su segundo cumpleaños, que fue festejado con un asado criollo hecho de "achuras" por toda la vecindad de la Bajada del Negrito Muerto Y matizada de alegres valsesitos cordobeses bailados sobre patios de tierra roja. La vida de aquel rancherío parecía encaminada en su sobrevivir marginal, bajo un cielo extendido en azul. La roja barranca de greda era muy decorativa, detrás de cada montículo asomaba un rancho de adobe encalado, cuyo conjunto veíanse como flores blancas extendidas hacia el horizonte gredoso. Escenario extendido junto al providencial Río Suquía (cargado de grandes crecientes todavía en la década de 1940) y lleno de una rica fauna ictícola, que era en gran parte el alimento de aquella población indocumentada.Pero de improviso... descendió por el mismo ferrocarril que trajo a Cristóbal procedente del norte argentino, una mujer treintañera con tres chiquillos  ¡reclamando al viajero! Chabela tuvo fuerzas para protestar, pero la forastera argumentó que allá en Catamarca, un cura los había bendecido en el altar de la Virgen del Valle. Si hay algo que las poblaciones primitivas consideran sagrado, es la religión, aunque la practiquen a su manera. Ella misma, la jovencita y Coquito, armaron el atado con la ropa de Cristóbal y casi le ordenaron partir, aunque él protestase. Cristóbal lleno de lágrimas abrazó a su pequeño Coco por última vez.Isabel ya estaba acostumbrada. Todo era propio de la Bajada del Negrito Muerto ... era y seguiría siendo mientras existiese. A Chabela le pareció entonces que Coco era como ella, hijo también de Isabel... Olvidándose poco después del viajero que descendiera en la Estación de Alta Córdoba mientras ella vendía praliné.  II ---  SEGUNDO  ROMANCE Toño también había nacido en la Bajada y miraba crecer a Chabela sin apuro, en la pausa del barranco sin tiempo, donde la historia pareciera haberse detenido. Tampoco se apuró, cuando vio en el escenario de su espera a Cristóbal. El era el primero, simplemente porque la había visto jugar con su rostro redondo y mestizo de chiquilla sonriente, entre los sinuosos gredales cubiertos de niños orilleros. Y le gustó aún más, cuando fue madre ante sus ojos. Chabela con sus formas redondas cautivaba las miradas de Antonio -Toño- mientras veía a la joven barranquera cruzar los sinuosos caminos, que la obligaban al meneo de sus caderas. Y él fue asistiendo, de a poco, las necesidades de esta familia ahora trunca. Su presencia hízose cada vez más necesaria, en el ámbito de esas dos mujeres, demasiado solas. Fue así que Antonio les propuso mudarse a una vivienda más amplia y cómoda, construida por él. Ambas aceptaron mudándose a ella con el pequeño Coquito. Ahora Chabela tenía dieciocho años, y a los diecinueve trajo al mundo de la barranca, a Jacinto, esta vez hijo suyo.Antonio volvía de esta manera a resolver los problemas que ellas tenían para subsistir. Las había alojado en una vivienda mejor. Daba tranquilidad a Isabel, mujer ya muy madura, quien había tenido en su juventud hijos varones que partieron de la Bajada del Negrito Muerto, hacía ya mucho tiempo. Pues Chabela -nacida años después- era demasiado joven para su vejez (con esa fuerza de la raza nativa que tiene hijos hasta una edad muy avanzada). Y quedó de esta forma conforme, sintiéndose en ese momento mucho más contenta, que cuando estaban solas atendiendo a Coquito.Toño vio crecer a los niños, contempló contento los primeros loteos que daban origen al coqueto Barrio Cofico (que ya comenzaba a construirse) advirtiendo con rapidez las nuevas fuentes de trabajo que iban surgiendo con esa edificación elegante, instalada sobre el escenario olvidado de la Bajada ...Y comenzó con entusiasmo a convertirse en jardinero.El, como muchos otros pobladores de la Orilla cordobesa, sólo conocía el espacio de su hábitat. Su barranco. Y el ferrocarril que ululaba bordeando los gredales era sólo para Antonio, hasta entonces, únicamente, un anuncio de la hora del día. Con su estricto sentido del cumplimiento horario, pues aún circulaba el ferrocarril inglés. Ese tren que lo llevaría sin regreso alguna vez, no pasaba de ser un dragón gigantesco que había deleitado su infancia. Cuando junto a toda la chiquillada orillera trepaba emocionado y lleno de agitación, las escalerillas adosadas al terreno gredoso y apiñados unos sobre otros, extasiábanse en conjunto con la fuga del monstruo metálico que perdíase en lontananza. Aquel constituía el mundo de Toño ...la Bajada del Negrito Muerto... Su vida o su energía. Su dolor o su ensueño. III --- LA  ESCUELA  LAINEZ Como era inteligente y comunicativo, de diálogo fácil y graciosos giros dialectales, conversó con un par de patrones resolviendo luego de hablar con ellos, enviar los niños a la Escuela Lainez, ubicada en proximidad a la barranca, por la zona de Alta Córdoba. El único ambiente protector para niños marginales, en esas décadas, lo constituían estas Escuelas Lainez.Pues Lainez fue un brillante ministro argentino que a comienzos del siglo XX creó escuelas especiales para niños desprotegidos socialmente. Hijos de analfabetos, presidiarios, abandonados, orilleros en su conjunto, quienes carecían de medios propios. Aunque existía ya la ley argentina de educación gratuita y laica del siglo XIX, ésta no alcanzaba a cubrir aquellas familias que no podían proveer a sus pequeños de cuadernos, libros, lápices, calzado y los blancos guardapolvos de escuela. Incluso allí había baños con duchas (que carecían en sus rústicas moradas) y un botiquín completo para liendres y otras cepas microbianas propias de su ambiente precario. Su personal didáctico era muy elegido, por el reto que involucraba alfabetizar a niños procedentes de un ambiente analfabeto. La vida escolar traía aparejados aspectos cautivantes que serían bastante comentados y hechizaron a los dos niños -Chito y Coquito- quienes por ahora sólo veían su oropel. El guardapolvo blanco y almidonado. Los zapatos nuevos. Los cuadernos lisos, rayados y cuadriculados. Los deslumbrantes lápices de colores. Y algunas veces... flores para la maestra que Toño prometía traer de los jardines a los cuales cuidaba.Fue una mesa animada y una siesta sin salir para los hermanitos, ante los acontecimientos que abundaban en imaginación. Los niños en ese momento estaban completamente ajenos al esfuerzo que se les encomendaba. Fuéronse acostumbrando y la familia se aquietó. Las paredes renovadas con geranios en los tarros rodeando la construcción de adobe muy encalada, y el interior de tierra baldeado y apisonado, demostraban la existencia de una convivencia armónica.Era marzo, comienzo del año lectivo, y los dos niños de seis y nueve años se encaminaron hacia la Escuela Lainez, los dos a primero inferior. Ambos de la mano, sujetos con fuerza, presionándose entre sí como si pudieran perderse entre la greda tan conocida por ellos. Los rostros mestizos muy lavados y brillantes. Las crenchas obscuras muy peinadas, como nunca supieran llevarlas. Iban erguiditos, luciendo sus guardapolvos blancos endurecidos de almidón, lo que hacía resaltar aún más el tinte brillante y morocho de sus pieles orilleras. Lentamente iban perdiéndose de la vista familiar, dejando atrás de ellos el escenario rojizo, como dos nardos blanquísimos por sus guardapolvos blancos, de estos niños crecidos en aquel yermo insólito. Paisaje barrancal que aún en esos días de marzo rondaba por el estío, aguardando el próximo paisaje invernal. Yermo desértico y áspero. Bermejo y escultural... mientras los dos hermanitos se alejaban hacia un nuevo destino. IV --- ESCOLARES Jacinto, ante la aparición de un mundo desconocido, iba a respaldarse en su hermano mayor. Gozaba de una total sobreprotección desde el nacimiento, sin que nadie se la hubiera dado en forma especial. Pero el niño, intuitivo y diablillo al mismo tiempo, habíase ido apoderando de ella. Chabela apantallando el fuego del bracero esperaba el regreso de sus dos morochitos con una sabrosa comida criolla. El pensamiento de la madre volaba siempre, todas las mañanas, hacia esa iniciación escolar de los niños, recién comenzada. Coco y Chito regresaban inquietos y ávidos de vida familiar, alejándose de sus anteriores amigos del barranco, para invadir la atmósfera cotidiana con sus nuevos relatos.Llegó el invierno. Los tarros dejaron de florecer y los niños argumentaban motivos para no ir a la escuela. El frío de junio era intenso y en la agreste Bajada del Negrito Muerto, bordeada por un río escarchado, el viento colábase por las más pequeñas rendijas. Después de una noche de gran helada, lograría Chito -luego de una fiebre infantil nocturna- permanecer en la cama hasta mediamañana, sin asistir a la escuela.El sol penetró por la ventanuca despertándolo de improviso e iluminó toda la greda barrancal, cargada con su energía de tiempo. El niño, quien hallábase solo en la casa en ese momento, salió corriendo hacia el descampado, llevando puesto un blusón de dormir  como única protección contra el frío. V --- EL  PARQUE  DE  LAS  HERAS Y allí estaba Jacinto en esa mañana ventosa. La carita tostada, los picarescos ojos muy abiertos, las mejillas paspadas, la melena obscura y lacia muy revuelta. Saltaba por el barrancal semihelado junto a los otros chiquillos orilleros, sosteniendo en su mano una botella rota por la base, que usaba para pescar mojarritas en la ribera del río Suquía.Los pescadores veteranos, apostados sobre el Puente Centenario, solazábanse observándolos. Envueltos en sus clásica bufandas -en protección al viento seco y frío- sentían admiración al verlos correr carentes de todo abrigo. Con los cuerpitos semidesnudos, saltando y chapoteando sobre el agua en escarcha, salpicándose con trozos de hielo frágil, cruzando de orilla a orilla entre el agua y las piedras heladas del río. Los niños orilleros corrían desprotegidos y flacuchos, en un desinterés completo por la ciudad mundana y asfaltosa que iba creciendo día a día, sobre las márgenes del Suquía.Manteniéndose todos unidos en compacto enjambre, frente al riesgo de la ciudad que no los incorporaba, treparon el puente por medio de la escalera ubicada en uno de sus costados. Con su expresión bulliciosa de niñez primitiva, la pandilla destacábase por la homogeneidad del conjunto. Gritería. Euforia. Y el tranvía estrepitoso de siempre -cuya loca carrera bajaba a toda máquina desde la estación- los hizo cruzar temerariamente la calle.-¡Cuidado!- gritaron los pescadores casi a destiempoLuego de comprobar la inexistencia de heridos, ellos y sus bufandas volvieron a sumergirse en su tarea deportiva y estática. Mientras que semidesnudos y desaseados al máximo, los niños orilleros sentáronse sobre la vereda como veraneantes en busca del sol. Ya habían de este modo cruzado a la otra orilla de la calle, escapando del vigilante de tránsito que quería evitarlo, casi escondidos entre las ruedas del tranvía.En aquel estado lastimoso se introdujeron bajo los inmensos portales de rejas, que daban acceso al elegante Parque de las Heras -coqueto y cuidado- vecino también al río, pero del lado opuesto a la barranca. Dos mundos muy distintos. En un absoluto descontrol fueron trepando a las estatuas de bronce, saltando al interior de las fuentecillas de mármol, jugueteando con los inocentes peces de colores que nadaban despavoridos. Descascaraban las pieles de los árboles de especies infinitas, con total incomprensión.Avanzando hacia adentro por los senderos bien diagramados entre flores, setos y arboledas ornamentadas de esculturas, la pandilla dedicóse a sus destrozos. Fueron cortando los nardos de diversos canteros y repartían sus pétalos al pasar de un lugar a otro. Mortificaban a los lectores y enamorados con piedritas de los caminos. Zamarreaban los árboles más jóvenes para hacer huir a los pajaritos y hacer caer sus nidos. Después de haber ocasionado numerosos destrozos, haciendo más bulto que daño, los guardianes del parque en menos de media hora habíanlos expulsado -una vez más- por incorregibles. Y cerraron además los portones del parque, a pesar de no haberse cumplido aún el plazo estipulado. Hermoso en su imponencia y su belleza, decorado con preciosismo, ornamentado con una gracia exquisita, este Parque de las Heras -el más céntrico de la ciudad de Córdoba- no aceptaba a los hijos de la Bajada. Revoltosos e indolentes ponían en peligro sus encantos. Sus colecciones botánicas. Sus esculturas. Sus glorietas. Sus preciosas fuentes. Sus secretos rincones que como "bosque encantado" dábanle una atmósfera de intimidad, separándolo de la urbe y la barranca.  Pero ahora, frente a la invasión de Chito y su pandilla (alarmantemente numerosa en aquella fría mañana de "chupinas") los porteros tomaron la decisión heroica de adelantar el término convenido para el cierre. En ese día helado con un sol meridiano acogedor, cuyos rayos habían ido muchos cordobeses a buscar allí... el parque cerró de improviso sus puertas. Dos guardianes trabaron con una gruesa cadena y gran candado los portales centrales, enrejados e inmensos. Otro de ellos apostóse en imagen de fiero cancerbero junto a la tercera puerta de reja, del costado y más angosta, a fin de que por ella salieran los estudiantes, los lectores, los novios y las niñeras con sus niñitos.La estridente burla de los chicos orilleros no se hizo esperar. Tampoco la ira de los porteros. Los pandilleros arrojábanles bolitas de vidrio (que eran sus tesoros) desde la calle adoquinada. Aventurábanse al peligro del tranvía, cuya velocidad a esa altura era ya inaudita pues atravesaba en bajada el puente de un solo tirón ...Finalmente.... la pitada del vigilante de tráfico lograría correrlos, despejando así aquel escenario conmocionado. ¡En el duelo, los contrincantes habíanse dado una tregua!   Los guardianes del Parque de las Heras fabricaban látigos de ramas para ellos, celosos de sus vergeles, que cuidaban con ahínco admirable. Y cuando los pintores paisajistas cordobeses, pertenecientes a una escuela de pintura muy destacada, gustaban elegirlos como personajes de contraste o bien para semejar una escena de campo (allí se pintaron célebres cuadros de tema "serrano") ...aquellos sofisticados jardineros del Parque las Heras, quienes por hábito ya habíanse convertido en críticos de arte y estaban siempre dispuestos a una inesperada opinión pictórica, decían a estos artistas... "que estaban destruyendo el cuadro". VI --  PREGUNTAS  DE  UN  NIÑO Coco no era un asiduo asistente a la escuela solamente porque fuese más aplicado -y además el "mejor alumno" del grado- sino también porque quería sentirse siempre el hermano mayor ante Jacinto. Ser su héroe. Con algo de superioridad paternal. Le encantaba cuidarlo, atenderlo, protegerlo, ser buscado y solicitado por el más pequeño. Tanto delante de los compañeros escolares, como de toda la chiquillada de aquel clima barrancal. Había heredado sin duda, la responsabilidad de Cristóbal.Cuando llegaron las vacaciones de invierno en el mes de Julio, en esos días muy crudos que son propios del clima cordobés (entibiados luego por un "veranito de San Juan"), ambos niños aclimatáronse nuevamente a la barranca. En la paz otorgada por el mismo frío, con la sensación de libertad que brinda a todos los escolares la ausencia de clases, el mayorcito dialogó con la madre y la abuela, junto al fuego del bracero crepitante. -¿Yo soy hermano de Chito, verdad?- preguntó Coco de improviso-¡Es claro!- le contestaron ambas-Me han preguntado mis compañeros de escuela por qué él se llama Márquez y yo Fonseca. -Pero son hermanos...- dijo la abuela-¿Y cómo se llamaba mi papá?-No me acuerdo...- repuso tibiamente Chabela-Yo quiero saber. En la escuela todos los  chicos saben cómo se llama el suyo- insistió el niño-Pues ... Cristóbal ...Cristóbal Luna.-¿Lo puedo ver?-...No sé... era de Catamarca.El interrogatorio no fue más lejos. Llevaban distintos apellidos, pues Fonseca llamábanse ambas mujeres, Isabel y Chabela. Mientras que a instancias de las maestras Toño había reconocido a Chito, dándole otra documentación. Además, la directora en el mismo día, hizo de testigo para casar en el Registro Civil a ambos padres. Coquito salió a jugar emocionado y alegre en aquella siesta, porque podría contestar de aquí en adelante, a las preguntas de su compañeros de clase. Un mundo de escenificaciones diferentes habíanse conjugado entre la Escuela Lainez y la Bajada del Negrito Muerto. Una alternativa de vida para la cual las familias barranqueras, no habíanse nunca antes preparado. Y tampoco tenían especificada una respuesta previa.La Escuela Lainez, creada por el gobierno específicamente para ese ambiente desamparado, unía por primera vez mundos hasta ahora dispersos, con sus propios valores de vida. Creaba un entorno de vida opuesto al de la población barrancal, al que a pesar del esfuerzo de sus docentes, nunca iría a incorporar plenamente.Isabel y Coco serían indiferentes a esta marginación, que los señalaba a ambos de una forma directa. Pero extrañamente, Chabela, la madre de ambos niños, lo iba a asimilar de otra manera. Algo indefinido la nubló de pena, tal vez por el mundo nuevo que comenzaba a rodear a Toño.  VII - UN  CIRCO  EN  LA  BAJADA La llegada de Jacinto, quien entró en la vivienda como un vendaval, muy propio de su estilo, cambió en las dos mujeres la sensación dejada por aquel imprevisto interrogatorio. Traía los ojos desmesuradamente abiertos, portando una noticia estremecedora que inundó el recinto... ¡Un Circo!El circo andaba por la ribera siguiendo la corriente del río y anunciaba sus prodigios. Había un hombre con zancos. Un elefante. Una pantera. Leones. Una bailarina con tutú. Un domador con látigo y botas. Varios payasos... Al interior mismo de la rústica vivienda llegaban las bocinas del circo, que anunciaban su vistosa propaganda. Su oropel. La fantasía hecha realidad, con la cual conmocionaba el mundo apartado de la Bajada.Antonio, quien en aquel momento regresaba de sus trabajos habituales, aceptó llevarlo. -¿Lo puedo llevar conmigo a Coco?- preguntóle el niño a su padre, temeroso de no contar allí con la protección de su hermano mayor-Bueno- le contestó Toño -Vamos a ir los tres. Chabela puso una mirada inquieta en su hijo menor. Lo observó detenidamente como si recién ahora lo conociera, comprobando en ese instante que Jacinto estaba lleno de todo... De padre, de madre, de abuela, de hermano, de casa, de apellido, de legitimidad, de Circo... Todo. Todo era de Chito.Acicaláronse los tres -Antonio, Jacinto y Coco- con sus mejores ropas, lustrando sus negros cabellos con "gomina", para una tarde especial. Y partieron llenos de emoción dispuestos a pasar varias horas de entretenimiento. Por los senderos curvos de sinuosos gredales íbanse cruzando con otros niños orilleros, también muy engominados para el evento.Chabela los vio alejarse mirando hacia la agreste barranca por la ventanuca. Un farol a kerosén encendido prematuramente, ante la opacidad de aquella tarde invernal, alumbraba el tejido de la abuela Isabel. Pero las imágenes de la madre en lugar de gozosas, eran dolorosas. Mientras Coco y Chito marchaban eufóricos junto a Toño, la madre comenzaría a angustiarse... Jacinto -según pensaba ahora ella- debió interceder ante Antonio para agregar a Coquito en la partida. Ella no los veía juntos, aunque marcharan juntos. De pronto veíalos separados ante la gente, ante los compañeros de escuela, ante las maestras, ante los patrones de su marido. Y ante esa pandilla barrancal que en aquel momento aglomerábase bulliciosa para llegar presta a las gradas circenses de madera dura. El hijo mayor no podía imaginarse, mientras iba saltando junto a Antonio y Jacinto en dirección al circo (proponiéndose defender a Chito de los leones, la pantera, o el látigo del domador) ...las turbaciones que puerilmente había creado en su madre, luego de aquel interrogatorio sobre Cristóbal. Chabela veía ahora a Coco como un desamparado, y a Chito enriquecido por la vida. En aquel momento, según ella, Coquito iba al circo solamente por pedido de Jacinto. Desde la ventanuca ahora vacía, detrás de la cual vio momentos antes alejarse a las tres figuras masculinas de su casa entre las formaciones de greda -con el más pequeño en el medio tomado de la mano de los otros dos- apareció Chito para ella, en su concepto actual, como un beneficiado único.    VIII - MISTERIOS  MATERNALES  Su corazón agigantó estas observaciones. En las horas vacías, con los niños en la escuela (una vez concluidas las vacaciones invernales) y su marido trabajando... Chabela continuaba cavilando estas ideas.En el transcurso de los días subsiguientes, Isabel siguió mateando por las tardes cerca de la puesta del sol, con Toño, ignorantes ambos de estos pensamientos que alimentaban ahora diariamente a Chabela. Para la joven madre era un estado nuevo, una zozobra, como si la vivienda encalada y baldeada hubiese cambiado inesperadamente de color.Y ella comenzó a constatar a partir de allí, en cada gesto de la familia -y en especial de su marido- que el hijo pequeño estaba beneficiado por más dones de la vida. Lo veía colmado de bienes, mientras que Coco en cambio, pensaba, hallábase desprotegido. Fue entonces cuando sobreponiéndose a sus inhibiciones anteriores (las cuales manteníanla apartada de la escuela de sus hijos) comenzó a ir a la Escuela Lainez en la salida de clase. Chabela había decidido dar al niño sin padre, un apoyo que ahora ella consideraba como indispensable.Coco y Chito se sorprendieron. Las maestras rodeáronla muy contentas de conocerla, como algo necesario para su tarea docente. Preguntáronle su nombre, el de su madre, hermanos y familia posible, dando lugar a respuestas tan extrañas como las preguntas, propias de dos mundos que siempre habíanse ignorado. Pero el interés hacia ella de parte de las maestras era sincero. Tenían gusto de conocer a la madre del mejor alumno. Coco era quien brillaba por su aplicación. Y esto consoló en gran parte a Chabela.En la tumultuosa salida de clases con vísperas a la primavera, cuando Proserpina se acerca lentamente y su proximidad aúnase a la idea de expansiones  -con la fiesta del Día del Estudiante el 21 de septiembre- la madre ocupaba su puesto junto a la puerta de salida. Las maestras salían a su encuentro para comentarles situaciones pedagógicas que le eran ajenas. Pero igualmente las escuchaba atenta, casi sorprendida, ya que ella nunca fue a la escuela.Hubo una vez (pensó) que en otra puerta de salida, conoció a Cristóbal... Y ahora aguardaba a su hijo.Chabela miraba salir a Coquito, lo besaba primero y le hablaba primero. Al regresar los tres juntos a la barranca, llegaría conversando solamente para él. La diferencia naciente cobró un aire extraño en el mundo diario, y la situación comenzaría a repetirse. El hermano mayor vióse de pronto confundido, asombrándose aún más, al advertir algo huraño con él a Jacinto. Pues sobreprotegido desde el comienzo, Chito percibió por instinto la situación de cambio. El menor regresaba en silencio hacia la Bajada junto a ellos, mientras Chabela preguntaba y hablaba con Coco. El mayor, empero, no quitaba sus ojos del pequeño, quien ya no lo miraba. Una desarmonía evidente comenzaba a surgir entre ellos, alejando a los dos niños en lugar de igualarlos.Pero ella nunca faltaba ahora a la salida de clase, pues era allí en la escuela donde sus hijos eran diferentes. Sus mismos hijos. Los que nacieran en la Bajada sobre la misma greda donde ella e Isabel vieran la luz, cuando nadie preguntaba por la paternidad de ninguno. Estaba al fin, frente a frente, con ese mundo insólito que habíale transmutado el suyo... pero sin llegar a comprenderlo. Ese mundo que ya había creado cambios en su casa, con nuevas situaciones en su ambiente familiar. Que había producido hechos nuevos, antes de que ella lo asimilara. Ese mundo que le invadiera el propio sin consideración ninguna, y que transformaba su escenario barrancal -incólume por generaciones- en algo distinto.Un escenario nuevo que la trastocaba por completo, arrojando al vacío todo su entorno. Su estilo barrancal. Su misterio. Su remembranza de un mundo conservado entre las crestas de arcilla roja, como imagen ancestral de un tiempo detenido en el espacio  ¡Era la agonía barrancal que ahora precipitábase en un inevitable descenso! Era su continuidad barranquera quien caía de a poco en el vacío, para arrojarlos a todos ellos de su hábitat. Era el mundo de la Bajada del Negrito Muerto que comenzaba a desaparecer... y Chabela no sabía vivir en otro.      IX --  FLORES  PARA  LA  MAESTRA El florecimiento de los nuevos pimpollos, cuando despuntó la ventosa primavera cordobesa, apaciguó las angustias maternas. Una mañana, en efecto, sus dos hijos envolvieron con camaradería fraternal un gran ramo de flores, el cual Toño trajera entusiasmado como obsequio para la maestra de los niños. Esas flores multicolores y perfumadas provenían de los jardines que él cuidaba.Con la autoridad de su edad, el hermano mayor lo tomó emocionado entre sus manos y ambos, encamináronse juntos hacia la Escuela Lainez, desparramando fragancias. Esta imagen consolaría a Chabela durante algunas semanas.Con la primavera el cielo de Córdoba -como es habitual- se cubrió de vendavales de tierra. La greda desgranábase estremecida por su frágil consistencia barrancal, sacudiendo a toda la Bajada del Negrito Muerto. Un polvo finísimo color rojo teñía las blancas paredes de abobe recubiertas en cal, inundando todo ese entorno, cual heridas sangrantes de un clima descompuesto.Llegaron las lluvias indecisas y los chaparrones aislados. Inesperados. Numerosas mangas de langosta obscurecían el cielo, volviendo imposible la visión. Y el escenario saturado de insectos tornábase nocturno en pleno día. Las langostas azotaban las caritas de los niños, quienes hallábanse jugando en el descampado de la barranca, debiendo escapar de ellas entre la greda saturada de crustáceos. Y mientras entreabrían los ojos con esfuerzo, lograban a tientas orientarse hacia sus domicilios, en esa batalla de humano e insecto.La abuela Isabel estaba ya afónica de tanto llamar a Coco y Jacinto, para cerrar detrás de ellos la vivienda rústica, que iba a quedar atrancada herméticamente. Chabela corría para atender a Coquito, algo lastimado el rostro debido al golpe de las langostas, pero despreocupada por completo del pequeñuelo. Isabel entonces limpiaba la cara de Chito llena de rasguños.  X - PROTECCIÓN  PATERNAL Toño se hallaba ausente por completo de estas insólitas preocupaciones maternas, que él mismo con deseos bien sanos, había precipitado al mandar los niños a la escuela en lugar de "conchavarlos". En vez de colocarlos de peoncitos o mandaderos, prefiriendo la educación con las maestras que él no había recibido.El atardecer lo traía de regreso cansado, pero alegre a su hogar, donde su pequeño hijo aguardábalo cada vez con mayor entusiasmo. Jacinto, sintiéndose aislado, buscó ansioso la cercanía del padre. Y Antonio al verse homenajeado en forma tan especial, veíalo como un premio bien merecido a su dedicación paternal.Organizaban numerosos programas juntos. Pesca. Bochas. Giras. Caminatas. Toño ante el pedido del pequeño -quien sentíase rechazado por madre- comenzó a llevarlo a todas partes consigo. Y al precipitarse diciembre, con la conclusión de clases, dio lugar a que también lo llevase hacia los jardines que él cuidaba, en calidad de ayudante en miniatura. Allí las patronas encantadas con la vivacidad del niño, le convidaban confites.Coco en tanto, solitario y sin  comprender nada, quedaba en compañía de las dos mujeres, dentro de la casa. Olvidado. Ignorante de las emociones de Chabela y sus actitudes. Extrañado y sin respuestas para sí mismo, admirado de esa relación impenetrable entre Jacinto y Antonio, optó por su propio aislamiento. Había sido alejado por ambos en un momento impreciso, sin él casi advertirlo ...¡Su hermano!... de pronto lo había perdido. Y él, el mayor, con sólo nueve años, el que fuera con orgullo su "héroe", el protector del pequeñuelo. El hermano valiente que protegíalo de aventuras y desventuras, encontrábase ahora desplazado por el padre de Chito, e imposibilitado de ofrecerle todo lo que Toño tenía a su alcance para conquistarlo.Llegaron finalmente los días cálidos, cuando noviembre se cruza con diciembre. Chito regresaba empapado por el gredal tras cada chubasco inesperado, y su delantal blanco escolar habíase convertido en rojo lodo. El año lectivo aún no concluía. Entraba chaguando el uniforme escolar, para entregárselo a la meticulosa abuela Isabel, quien lo almidonaría nuevamente. Las últimas semanas de clase encontrarían a los dos hermanitos camino a la escuela (Coco iba a recibir una distinción allí, como mejor alumno). Fueron juntos, con la emoción que conlleva la libertad prometida, cuando se acerca el fin del año lectivo. La libertad que siempre tuvieran. La libertad que era de ellos, continua y constante en el escenario de greda.Refrescarse en río Suquía una vez más. El mismo río Suquía de su nacimiento. Pero siempre nuevo, inesperado, sorpresivo, correntoso o agotado. El mismo. El de hoy. El de antaño. El de los mulatos angola que ya no están. El de los aindiados de la Bajada. El de entonces. El de los gredales. El de las procesiones de antorchas nocturnas y mistéricas. El de ellos, a esa edad, cuando no había monotonía posible y el final de clases les auguraba un hermoso verano. Ese era el río Suquía que había dado nacimiento a la Bajada del Negrito Muerto y que habría de sobrevivirle. La creciente del río llegando en avalancha desde las Altas Cumbres cordobesas -luego de atravesar los cordones serranos y sus bucólicos paisajes- determinó que Antonio vigilase a Jacinto durante sus juegos. Debía cuidarlo y enseñarle a nadar en este balneario natural ciudadano y natural, que divide en dos a la ciudad de Córdoba (hoy día unida a Alta Córdoba) y que dio origen a su fundación. Inquieto y preocupado por la seguridad de su niño, Antonio pasaba horas en la orilla viéndolo alejarse y regresar, sin perderlo de vista en ningún momento. Gustoso del agua, como siempre fuera buen nadador, Toño arremangábase los pantalones hasta las rodillas, cuando debía sacarlo rápidamente de alguna correntada imprudente.  Luego retornaban juntos trayendo piedritas, mojarritas o algún objeto curioso, flotante en la superficie, y al que Jacinto resolviera darle una característica especial dentro de su imaginación placentera.La lejanía del hermano menor, era ya para el mayor, una pérdida que él consideraba ya como irrescatable. El afecto pleno entre padre e hijo iba creciendo y sería irremplazable. XI - LA  VENDIMIA  DE  CUYO Toño, quien nunca había salido más allá de la Bajada del Negrito Muerto y solamente se movilizaba dentro de los alrededores de Alta Córdoba como muchos de sus antiguos habitantes (o sea sin cruzar el río, cual si fuera un tabú), tuvo ahora en ese enero de 1944, un proyecto distinto. Era pleno verano. Junto a otros numerosos pobladores de la barranca y con fines lucrativos para mejorar a su familia, decidió tomar el tren rumbo a la Vendimia de Cuyo. Las bellas provincias cuyanas -viñateras y bodegueras- de San Juan y Mendoza solicitaban braceros dispuestos a engrandecer al Dios Baco, en su período anual. Y pagaban muy bien.Sería, según lo proyectado, una separación corta. Una ausencia de poco tiempo. Pero para Chito, abrazado a sus piernas, llorando y rogando que el padre lo llevara con él -como hacía en los jardines próximos- aquella separación significaba para él, un abismo de dolor. Tal vez de temor. O de premonición.Su hermano mayor, conmovido, trataba de consolarlo. Prometíale juegos. Caminatas. Andanzas. Bolitas. Buscaba provocar su risa... y sobre todo reconquistarlo. Juntos los dos niños subieron la cuesta acompañando al viajero en ese atardecer caluroso en extremo, de un 15 de enero de 1944, hacia la Estación de Alta Córdoba repleta de gente. El verano abrasante secaba las lágrimas de Jacinto en mitad del rostro.Para Jacinto esta separación tenía un peso significativo, pues era en su padre donde el niño había depositado la emoción de su cariño. Durante los días anteriores a su partida, permaneció como sombra adherida a su progenitor, con una de esas premoniciones infantiles que tienen algo de misterio y de borrasca. Toda la Bajada del Negrito Muerto despediíase para siempre, junto con Chito de Antonio -Toño- su padre... ¡Y éste era el único que no lo sabía! XII - UNA  NIÑITA  MUY  RUBIA Hallábanse todos aquellos familiares barranqueros en el andén de partida, emocionados y cohibidos, cuando una escena curiosa distrajo su atención. Una niñita muy rubia de ojitos claros, con dos trencitas luciendo un vestidito celeste y coqueto -la cual ponía en evidencia su origen distinto- fue retirada del tren por su padre a través de la ventanilla que daba al camarote, donde se hallaba junto a una tía. Tratábase de un médico joven, recientemente instalado en una de esas casas elegantes de dos plantas, con jardín perfumado, cuyo entorno comenzaba a invadir la barranca del Suquía. El doctor mostróle a su pequeña hija una muñeca de porcelana (que curiosamente representaba una mulata) de la cual ella habíase prendado, pasando horas contemplándola, con las naricillas pegadas al escaparate de la juguetería. -¡Si te quedas es tuya!- le dijo el padre con firmeza mostrándoselaY la criatura abrazándose a la muñeca abandonó el camarote que la llevaba a San Juan, donde sus primos la esperaban para jugar junto a las frescas acequias doradas, de un enero prometedor y demasiado caluroso ¡Extraño instinto paternal!Junto a aquella escena muy emotiva, en ese 15 de enero de 1944 de imborrable memoria, sucedieron numerosas anécdotas que hicieron leyenda en el recuerdo de la Estación de Alta Córdoba. Hubo confusión de boletos, ocasionado ello por el analfabetismo de los orilleros del Suquía, que iban hacia la Vendimia.En los coches-dormitorios (camarotes) se vaciaron algunas plazas, pues el aumento de calor hizo desistir del viaje rumbo al noroeste a muchos de sus ocupantes, temerosos del fuerte verano cuyano. De este modo, al igual que la niñita rubia de ojos celestes, con su muñeca de porcelana color habano, diversas personas quedaron en el andén cuando el ferrocarril partió... ¡Y habrían de alegrarse al día siguiente!Las ventanillas iban desfilando en fuga, alejando los rostros de los pasajeros de quienes los despedían en el andén de partida. Los últimos vagones fueron perdiéndose en la lontananza, llevándose ilusiones, en un marco de nostalgia para aquéllos que quedaban a su espalda, dentro de una estación ahora vacía. Todos viajaban de alguna manera. Los que partían. Los que quedaban. Los dos hermanitos, Coco y Jacinto con la mano en alto junto a su madre. XIII - BAJANDO  A  LA  BAJADA Luego de aquella partida del tren con rumbo a las provincias viñateras de Cuyo, en ese cálido atardecer de enero, el niño bajó corriendo las seis cuadras en declive desde la estación de Alta Córdoba, rumbo a su barranca de siempre. Enjugando sus lágrimas e incitado a correr por su hermano mayor. La última gota de este cristal doloroso, terminó por secarse sobre el suelo de greda. El calor abrasante de aquel verano, secó el llanto de Chito que corría por sus mejillas. El hermano mayor tomándolo de la mano -como solía hacer antes -presionó con fuerza sus deditos para llevarlo de regreso cuesta abajo, en una corrida estrepitosa.  Ellos ahora corrían juntos -como antes- rumbo a su barranca de siempre. Chabela detrás de ellos, seguíalos sorprendida.¡Como antes!... en revoltosa carrera hacia los sinuosos gredales ...¡Como antes!... en radiante agitación para ingresar en la Bajada ...¡Como antes!... en un rápido regreso hacia su mundo barrancal ...¡Como antes!... adelantándose a Chabela que ahora quedaba lejos de ellos ...¡Como antes!Jacinto (pensaba Coco) volvería ahora a ser otra vez su hermano... ¡igual que antes! Chito le pertenecería nuevamente. Sería de él. Volvería a ser de él, de Coquito... Y él lo reconquistaría sin pausa. El pequeño retornaría a reclamar como antes su ayuda, su protección, su compañía ¡Y ya nadie iba a quitárselo! Coco sería nuevamente su héroe, su protector, su defensor. El valiente. El audaz. El osado. El apoyo de Jacinto. Y esto iba a cumplirse en una dimensión tal, que ni el propio Coco aún se imaginaba. Donde quizás los hados del destino que preparan a los seres para una conducta especial, sentíanse en ese momento, cohibidos por darle tanta responsabilidad.Obscurecía. La luz mortecina de un farol a querosén colgado de la ventanuca, señalaba a los niños el camino de regreso. Pero una pandilla numerosa de chicuelos del barranco envolvió a los hermanitos en compacto enjambre. La abuela Isabel siguió mateando en su puerta, mientras los veía alejarse bajo la noche calurosa. Corrían ambos niños alucinadamente y se entremezclaron con la pandilla barrancal. La excitación los embargaba. Feliz en uno. Dolorosa en el otro. El atardecer transcurría lentamente llevándose los últimos arreboles rosados, sobre la greda rojiza,  mientras la madre de los chicuelos aspiraba el fresco procedente de la orilla del río. Las estrellas se anunciaban. En el escenario barrancal las viviendas en ese momento hallábanse vacías, luego de haberse recalentado durante todo ese día de un fuerte verano. Los habitantes orilleros de la Bajada del Negrito Muerto comenzaron a actuar como era su  costumbre. Ibanse preparando para resistir una noche muy calurosa, y empezaron a sacar al exterior sus catres para dormir cara al cielo, bajo el fresco del sereno. Ellos encendieron afuera sus braceros mientras los apantallaban para tomar el "mate del estribo", antes de dormir.  La pandilla de Chito y Coquito sentía un gran contento de volver a ver a los dos hermanitos jugando juntos ...¡Otra vez!... Y pareciera que sensibles a esta reunión, por todos ellos anhelada, fuese el reencuentro fraterno algo propio de cada uno. De manera tal que el conjunto orillero estusiasmábalos con particular adhesión. Y este frenesí hízoles creer a todos esos niños, en un primer momento, que eran ellos los causantes de esos espasmos que de pronto se sintieron, sacudiendo la greda roja como un vértigo -y sin ninguna piedad- envolviendo como una hecatombe a toda la Bajada del Negrito Muerto.De improviso Jacinto cayó al suelo. Una bocanada de greda tapóle la cara, cubriéndole también sus piernas. Rodó varios metros sobre un lecho blanduzco, llenándose de magullones. Quiso frenar el empuje violento que lo arrastraba aferrándose a unos yuyos duros, sin lograrlo. Toda la Bajada del Negrito Muerto estremecíase en un delirio sorprendente. La pava de agua para matear, tembló entre las manos de la abuela derramándole agua tibia sobre la falda. El bracero fue a deslizarse por la pendiente sinuosa dejando a su paso una marca de ceniza. La banqueta de patas bajas donde hallábase sentada, derribó a la anciana contra el suelo gredoso e Isabel, con el rostro rojizo de polvo barrancal intentaba divisar a sus dos nietitos. Los catres sacados al exterior se plegaron cayendo a la greda, cual abanico en la mano de alguna altiva dama, quitándole su reposo a quien lo ocupaba. Los faroles se precipitaron al suelo. Los niños orilleros rodaban cubiertos por una sábana naranja y rojiza. Como gigantes desvelados, las casas residenciales de dos plantas y coquetos jardines recientemente construidas en una parte de la barranca (para formar Barrio Cofico) balanceábanse como hamacas frente a las gredosas márgenes del río Suquía. Y sus ocupantes espantados descendieron de ellas con sus niños en los brazos, buscando refugio en el descampado de la Bajada del Negrito Muerto, por donde ellos nunca transitaban. La muñeca mulata de la niña rubia cayó de la cama adonde ambas intentaban dormir, quebrándosele un pie de porcelana el cual nunca pudo ser hallado. Ella miraba sorprendida la araña del techo que se balanceaba con fuerza sobre su cabeza, cuando su padre entró y la levantó en brazos. Con la muñeca en sus manos y negándose a dejarla -semejante a un fetiche que la protegiera en esos momentos de temor- salió afuera en los brazos paternos, mientras la madre alzaba al hijo menor de su cuna. Y todos ellos salieron afuera hacia la barranca del frente, desde donde veían con asombro su casa inclinarse a izquierda y derecha (pues no tenía edificación a sus costados) y creían atemorizados que iba a quebrarse. Hecho que finalmente no sucedió.Numerosos otros señores y señoras de `porte elegante, también con niños en brazos y otros de la mano habitantes de aquellas moradas de lujo, buscaron refugio en el descampado de la barranca. Donde nunca solía vérselos. La vieja Isabel, asombrada, podía ahora contemplarlos de cerca, como dos ciudadanías que compartían un mismo espacio y sin embargo no se conocían. Los veía atravesar los gredales circundantes a su rancho y con esa nobleza criolla intentaba ofrecerles mate y su propia habitación para los niños.    --------------ooooooooooo--------------Finalmente todo fue aquietándose y terminó la pesadilla. Los brazos del hermano mayor, aparecieron tirando al menor de las piernas...-¡Chito! ¿Estás bien?Desde el día siguiente Chabela pudo decir que tenía dos hijos iguales. Los dos sin padre. Los dos con padres que no volverían. Ella había hecho una inmensidad y una diferencia entre ambos. La suerte. La circunstancia. Lo imprevisto. La curiosa concomitancia de situaciones, igualaron a sus dos hijos. La madre no lo había deseado. No lo buscaba. Pero en gran medida habíalo convocado. En aquellos instantes el tren de Toño -sacudido en pleno viaje a mitad del camino- detúvose en medio del descampado sin ninguna población a la vista, por una semana completa. Y allí quedó antes de ingresar a la ciudad de Mendoza donde los viajeros conocieron recién la desgracia ocurrida. La ciudad vecina de San Juan, con todos sus mitos y celebridades.... yacía en el suelo. El terremoto había sido total. Se abriría para siempre una herida que iba a impactar hondamente en todos los argentinos, y comprometer su devenir en un antes y un después.¡La tierra rugió en la ciudad histórica y colonial de San Juan, como una madre sangrienta que abortara de pronto a todos sus hijos! XIV --  PASAJEROS  SIN  RETORNO Aquellas fuerzas desencadenas cambiaron la historia de la barranca de Alta Córdoba. Nuevas circunstancias estructuraron un devenir inesperado, y los años iban a llevarse su leyenda. Al día siguiente de ese luctuoso 15 de enero de 1944 se cortó una forma de vida y para algunos niños orilleros, para los de la Bajada del Negrito Muerto, concluiría una vida familiar que ya era débil por sí misma.Entre ellos encontrábase el pequeño Jacinto -Chito- uno de los huérfanos de San Juan, cuyo padre no murió en el terremoto y desapareció sin embargo en él. El era hijo de uno de los muchos braceros que iban ese enero a trabajar a la Vendimia. Sólo mujeres y niños quedaron en la Bajada del Negrito Muerto después de despedir en el andén de la estación, a ese tren que viajaba llevándose a sus hombres, con destino a Cuyo... Mujeres que quedarían sin maridos, hijos sin padres, hermanas sin hermanos. Debido a un tren que fue sacudido en pleno viaje y retenido en medio del descampado antes de entrar en Mendoza. Un tren que no llegaría a San Juan, sino varios días después. Olvidado en medio del camino como la frase dice "entre pampa y la vía". Un tren que iba a pernoctar por días en el descampado, hasta que le permitiesen el ingreso a la ciudad destruida.Los hombres de la barranca de Alta Córdoba habían ido allí para un trabajo rutinario (y bien pagado), el mismo que hacían todos los años en la misma fecha. Y se encontraron con un trabajo especial. Un trabajo muy diferente al habitual ...¡El salvatage a los sobrevivientes de San Juan!... Un trabajo donde eran necesarios de urgencia muchísimos brazos. Fuertes. Vigorosos.Y eran necesarios también, nuevos habitantes para repoblar (pues toda la provincia sanjuanina tuvo víctimas debido a la gran onda expansiva), para remover escombros, para rescatar sobrevivientes, para defender los restos sanjuaninos del pillaje, para levantar viviendas de emergencia, para cremar cadáveres, para combatir la epidemia de rabia desatada... Y nunca más volvieron.Chito lo había presentido. Y ése era el dolor con premonición que tuvo los días anteriores a la partida del padre. Creación y realidad. Leyenda. Niño y fantasma. Ficción y figura. Un símbolo para nosotros que lo evocamos a la distancia. Personaje novelado pero auténtico en su circunstancia. Chito es uno, el personaje de este relato, pero fueron muchos en aquellos años los Jacintos que vivieron la misma alternativa. Nos quedaremos sin embargo con Chito, quien jugaba a esa hora de la Oración sobre el escenario gredoso, bajo la luminosidad vespertina de aquel atardecer de enero, en pleno verano, cuando el fatídico suceso.    XV --  LA  ESTACIÓN  DE  ALTA  CÓRDOBA        Antonio no volvió. La barranca no continuó su vida en esa circunstancia que Isabel conociera, perenne y sin pausa. La ciudad de Córdoba crecía y se elevaba. La iba devorando. Consumiendo. Se había deshabitado y ya quedaban en ella, cada vez menos pobladores y menos greda.            Jacinto y Coco fueron creciendo, del mismo modo que crecía sin pausa la ciudad del Suquía. Juntábanse ambos con sus amigos de antaño en los bordes barrancales aún subsistentes, donde los relucientes mocitos iniciaban sus primeras conquistas. Coco continuó estudiando y habíase transformado ahora en un hábil mecánico, con cuyo oficio apoyaba a su familia. Chito era ya un joven adolescente y atractivo, para las morochas damiselas que paseaban de tarde, vestidas de rojo con cintas blancas sobre la abundante cabellera obscura.Sin embargo continuaba siendo interiormente el mismo niño, pueril y fantasioso. Más crecido, más alto, algo musculoso, pero con el mismo rostro de ojos expresivos y andar inquieto. Era el mismo Jacinto habitante de la orilla del Suquía y que naciera en aquella Bajada del Negrito Muerto, entre los viejos gredales. Cada mañana subía los últimos senderos curvos que aún quedaban de la barranca, llegando a las calles linderas ahora bien delimitadas, para dirigirse hacia la estación de Alta Córdoba. Y apostábase allí, en su puesto característico de diariero.  Voceaba las noticias del día. Recorría los andenes. Bajaba al túnel. Trepaba la pasarela desde donde contemplaba casi toda la ciudad. Subía y descendía de los vagones estacionados. Conocía a cada uno de los empleados permanentes y todos los conocían a él. Todos identificaban a Chito como parte integrante de esa estación del ferrocarril con destino al norte y noroeste, que vivía dentro de ella misma, su propia historia.Su fascinación era el descenso de los pasajeros. Sus rostros. Sus manos. Su atuendo. Ora de obreros, ora de aristócratas, sin término medio. Sus cortantes diálogos que pasaban rápidos junto a él. Incompletos. Dudosos. Transitorios. Fugaces ...cada uno de ellos, para él... era Toño.Lo creía ver cuando las ventanillas desfilaban en fuga sobre la imagen de los rostros asomados a ellas. Ya no podía definir bien en su recuerdo las facciones de Antonio, pero le quedaba en la retina en forma borrosa, el esquema de la cara enmarcada en recuadro y deformada por el movimiento de la máquina. Esta fue la última presencia del padre en la vida de Jacinto, quien había dejado en aquella estación, su infancia.Los pasajeros arribaban todos los días y él los contemplaba extasiado. Algunos traían valijas. Otros portafolios. Otros inmensos bultos. Venían solos. Acompañados. En parejas. Largas familias. Era una diversidad inagotable. Su mente y su corazón habían permanecido allí, desde aquella tarde vespertina de enero, lejos ya de la Bajada del Negrito Muerto y nunca más volvió a pertenecer a ella.En el tiempo evadido, de barranca y niño, donde la permanencia es sólo una anécdota lejana, había triunfado la nostalgia.A su lado, Coco, lo observó siempre. Acompañó su mirada. Su divagar. Su espera única y continua, solitaria. Y cuando le entregó un pequeño cartoncito con un número de asiento, a su hermano menor de dieciocho años, le dijo con su paternidad de siempre...-Es hora...-¿Cuál hora?-Es la hora de partir.-¿Y por qué?- preguntóle Jacinto-Porque Chito se fue en un tren...-¡Estoy aquí!-Nunca te quedaste con nosotros.-Mamá no me quería porque tenía padre.-Igual no te quedaste con nosotros.-Era legítimo ... tenía pecado de legitimidad.-Igual te fuiste en un tren a San Juan.-No voy a encontrar a nadie.-Te fuiste hace mucho.-No sabemos que él esté, en ninguna parte.-No ... No es él ... es Chito.El tren pitó cubriendo toda la estación de Alta Córdoba y una remembranza de tiempo, cobraría brillo en la mirada de los dos hermanos. Jacinto trepóse a la escalerilla y el inmenso artefacto lo hizo desaparecer del escenario.La figura delgada de Coco comenzó el descenso junto al río Suquía donde algunas casillas blancas, como restos fósiles, compartían su extinción con la antigua Bajada del Negrito Muerto, que ya era prácticamente... sólo una leyenda.FIN 
EL INDIANO................Por Alejandra Correas VázquezI - REGRESO DEL INDIANOJuan de Aguiar pisó las calles de su aldea andaluza después de haber dejado la juventud. Atrás suyo, en un pasado de andanzas incontables, había perdido el mirar ardiente que en otras tiempos le abrieran las rejas, hacia los rostros morunos ocultos tras la cruz conquistadora del cristiano. Juan volvía a la aldea natal con los miembros envejecidos, pero con grandes monedas de oro asomando de sus bolsillos. Una mozuela de aire extraño lo acompañaba, observando con sorpresa, el escenario donde su padre viera la luz. Era su hija. El único recuerdo que aún conservaba de la "Ñusta" doliente -princesa inca- que un día le pidió clemencia para el padre, un noble Orejón, en medio de la azarosa conquista del Perú.Su nombre era Catalina, y ella valía más que el oro de sus bolsillos. Como la melancólica Anac había constituido para el guerrero, un tesoro mayor que muchas victorias de sangre y raptos, por ser lo único que su brazo conquistó sin la violencia. Su reciente pérdida trájole tanto dolor, que Juan resolvió el retorno al solar natal.Hoy volvía viejo, heroico y poderoso, a caminar por las calles que supieron de sus correrías con pies descalzos, de una infancia apartada en el olvido. Sin embargo, un temor incomprensible había invadido al conquistador de Indias, cuando las velas lo empujaron frente a la costa española.Y allí estaba ¡En España!... luego de tantas imposibles aventuras. Después que aquel torrente de sangre llegó a cubrir sus pensamientos hasta llegar casi a ignorarla. Sí. ¡En España! Esa sangre nueva que ahora ocupaba la historia del mundo y que como él, también envejecería.La rústica aldea con su mar, sus pescadores y las viñas, no reflejaban mayores cambios. Sólo una renuncia obligada a los legados árabes y abundantes cruces. La torre del Al-Almoacín se perfilaba en silencio sobre el azul penetrante del cielo. Y las vibraciones de un órgano envolvían las naves de la antigua mezquita.Y esta aldea lo recibió con júbilo, así como lo viera partir con indiferencia. El oro le labró pronta fama y la hija de América, con su principesco origen incásico, lo bañó en misterio. Numerosos amigos saliéronle al encuentro, cuando nadie lo había despedido en su lejana partida.Esta circunstancias hubieran envanecido el espíritu de cualquier aventurero, pero las experiencias de una vida arrojada en manos del azar, habían decepcionado al Indiano. Partió del Cuzco llevando consigo los últimos ímpetus de audacia, pero éstos se eclipsaron frente a los rostros de aquella multitud de amigos inesperados.Una noticia que surgiera con el retraso de los años de ausencia, vino a ensombrecer aún más, las esperanzas de un necesario descanso. Su novia de juventud, la morisca Dajma -de la que partió llevándose la imagen adherida a los recuerdos de hogar- aquella bella mora que escuchó de sus labios mozos la promesa inquebrantable de un regreso... ¡Había sucumbido en plena juventud bajo las llamas inclementes de la Inquisición!Creyó encontrarla con blancas sienes rodeada de numerosos nietos. Pero las llamas de la hoguera habíanla destruido después de su partida. Y mientras deambulaba por la calles de su primera ilusión, recordó fugazmente a la espada invasora que elevó tantas veces, sobre las cabezas color cobre que miraban hacia el dorado Templo del Sol.El terruño supo brindarle la añorada brisa, los frutos morados de sus viñas y la sobra del olivo. Pero sus hombres no eran los que él conociera. Nadie recordaba las risas infantiles de Juan de Aguiar, todos se descubrían ante el paso del Indiano. El conquistador palpó amargamente las bolsas ensangrentadas de sus monedas y se retiró hacia una huerta de los contornos -que adquirió lejos del pueblo- desde donde podía contemplar en lejanía las costas del mar que le recordaban, dolorosamente, toda la historia de su vida.II - LA HIJA DEL INDIANOCuando el músculo del guerrero asentó el primer golpe de la azada sobre la tierra (en compañía de los hombres de labranza que él contratara) adquirió ante los ojos de Catalina el aspecto de un niño. No era un campesino más que quería recordar un tiempo de sencillez olvidada -ya que él ahora tenía suficientes campesinos a su servicio- sino un espíritu nuevo que descubría dentro suyo, facetas casi ignoradas. Lo veía trabajar con el alba, entusiasmado en aprender ese oficio, igual a los escolares deslumbrados ante el trozo de greda sobre la pizarra.Luego ella se alejaba para recorrer estos parajes, adonde le destino había colocado su existencia. Era una extraña muchachita de obscuros cabellos lisos, ojos claros, piel mate, carácter firme y andar callado. Su rostro y su temperamento se forjaron en el cruce de dos razas, durante la agonía de una civilización sudamericana. Observaba con admiración -junto a la aldeana que la acompañaba- el enrejado de las casas con frente blanco, desde donde partía el alegre bullicio de las zambras. Viviendas que mantenían aún el diseño almudéjar, cual filigrana de encaje hecho en yeso, y los exquisitos ornamentos arábigos. Entre las callejas de piedra de artesonado morisco, algunos chiquillos muy pobres correteaban luciendo su rota y escasa vestimenta. Mientras los carruajes de los señores atravesaban el pueblo golpeando sobre el adoquín, las grandes ruedas con remaches de oro reluciente, extraído de los templos americanos. Las costas le obsequiaron un paisaje de paz. Ella pensó que al otro lado del horizonte una quena acompañada de sikus, elevaría su escala de cinco notas sobre el silencio de las ruinas del Inca. Catalina creyó percibirla a través del aire nuevo que la iba envolviendo. Y como un espectro de soledad aquella voz del Incaísmo, fue diluyéndose lentamente, con todo su encanto nostálgico, entre las imágenes del presente. El "jipío" de un cante cubrió de pronto las aguas que bañaban la costanera. Una barca volvía de la mar con su cargamento diario. Las redes se volcaron sobre la arena, mientras las cuerdas de una guitarra entonaban un romance de pescadores. La joven y su acompañante de acercaron. Sus mantillas les cubrían los cabellos protegiéndolos del viento. Aquella tarde Catalina encontró el amor.III - RECUERDOS DEL INDIANODon Juan lo supo. El encuentro llegó a sus oídos, pese al silencio de su hija y de Encarnación (esa mujer que había comenzado a ocupar un lugar de madre, ahora vacío en la casa). La huerta florecía y los durazneros se colmaron de frutos. Llegaron los damascos y las brevas. El higo morado tiñó los campos. Los parrales coloreaban junto a los surcos. El Indiano introdujo aún más sus manos en la tierra.Las noches llegaron en su labranza mientras él rememoraba, tardíamente, aquel afecto de su juventud con el cual trataba de justificar al destino ineludible, que arrancaría a la hija de su lado. No conoció a sus padres, pero se hubiera alejado de ellos. Dajma surgió en su recuerdo como una ilusión imposible.Las ricas habitaciones del moro lo rechazaron. Llevaba los pies descalzos el día en que se cruzó con ella, ataviada de tules y adornada de joyas. Gruesos cortinados color granate separaban a las doncellas árabes, de la sala de recibo. Pero las verjas de los ventanales se abrieron por las noches... Hasta el día en que el opulento morisco las cerró con violencia.El partió a las Indias, y a su regreso tenía los brazos cargados de riquezas. El comerciante moro ya no estaba para admirarlas. La desgracia cayó sobre todos ellos, pero la imagen cubierta en llamas de su primer amor, no le permitió gozar con la venganza. Desde la orilla del mar los aldeanos entonaban las antiguas zambras moriscas. Las blancas cabalgaduras sarracenas persistían. Sus huellas quedaban sobre cada cuerda de una guitarra. O en cada perfil aquilino de ojos sombreados y tupidas cejas negras, que navegara por las barcas de la costa.Pensó nuevamente en su hija, y recordó a la madre que la alumbrara. Fue la encarnación del gran amor, el que acompaña durante años. El bálsamo que surgiera en el camino de su vida, entre el fragor de las contiendas, con una soldadesca victoriosa y envilecida ...Sí... Anac fue la paz en el centro de aquel infierno.IV - DIÁLOGOS Y DUDASAquel día Catalina tomó asiento en la mesa frente al padre. Levaba los cabellos sujetos a la nuca, asomándole a los costados de la cara un par de colgantes de plata. La mantilla era roja, como símbolo a su juventud.-Esos aretes te lucen muy bellos ¿Son regalo suyo? ...digo... ¿de Diego?- le preguntó Don Juan al verlaElla lo miró sin responder.-Hija ... quiero tu felicidad. No me mires con dureza, que yo no voy a interponerme en tu destino- la voz del padre intentaba ser persuasiva-Todo lo que me llega de él es bello. Trae la hermosura de una vida laboriosa.-¿Es sincero? ¿Te conoció después de verte a mi lado? ¿O se llegó a ti en forma espontánea?- sus ojos se cruzaban en alerta-¿Por qué desconfías? ¿Por qué piensas que todos los habitantes de tu aldea natal, son codiciosos de ti al saludarte? No has permitido que nadie, desde nuestra llegada aquí, te abra su amistad. Diego tiene la sinceridad del hombre de trabajo. El único que puede honrar su nombre de varón. El que forjará un hogar estable.El viejo guerrero se irguió de un salto sobre su asiento. Para recostarse nuevamente con lentitud.-Catalina ... tu infancia se desarrolló en medio de borrascas. Pero debes saber que en el mundo que conocieron mis días no supe de descanso. Para que perdure un hogar no basta la labor, deben perdurar las vidas. El pescador acecha la suya contra una fuerza superior a la humana, los soldados exponemos la vida hombre contra hombre. Las posibilidades llevan igual parte. El mar es una guerra contra la naturaleza.-No me espanta, padre. Lo que está determinado será siempre invariable, pero la mutua fe, no habrá de morir nunca por ello- la hija había perdido su dureza del comienzo, tratando de hacerse comprender Un lento silencio inundó la habitación. Sobre la mesa estaba servido el almuerzo. Las verduras de la huerta propia, cubrían la fuente como un mensaje de armonía.-¿Puede Diego darte un presente como éste, logrado con mis manos, después de una vida de agitaciones sin cuenta? ... ¿O espera lograr su barca propia con la ayuda de mi bolsa de conquista?-¡Don Juan!- intervino Encarnación con alarma -Vuesa Merced, lo conozco a usted desde niño. Yo era mozuela cuando veíalo detenerse frente a una reja, desde donde partían al abrirse esencias delicadas de los más variados perfumes. Si las puertas lujosas de aquel padre hubiesen dejado transponer sus pies descalzos, ofreciéndole entonces en obsequio, los borceguíes que sobraban en su tienda... no hubiera usted partido para Indias.-No... Todo es pasado en mi vida, pero esta niña es mi presente ...No... No puedo ser dogmático. Los rincones más apartados de mi deambular, denunciarían la falsía. Miró de frente a su hija, y con suavidad extraña en él, continuó hablándole pero ya cambiado de tono.-Temo por tu futuro Catalina o tal vez por mi propia existencia. El reposo me es duro. No estaba preparado para él. En la vigilia las circunstancias son mucho más llevaderas.-El que ama, padre, da sus homenajes a la amada.-¿Crees que me fue fácil preservar la vida de aquel anciano Orejón, frente a la furia sedienta de mis camaradas? Un solo luchador muerto representa, no un odio de enemigos, sino una defensa al pavor detrás de la victoria. Al protegerlo conquisté el amor. Fue un acto instintivo del que no podía substraerme ¡Era el llamado de la vida!-Y aquel reconocimiento de mi madre pudo ser también sumisión al vencedor... ¡La derrota sobrevino violentamente!- Catalina deseaba abandonar el diálogo -El amor no se engaña, hija mía, aunque se presente en situaciones dramáticas. Luego llega la convivencia donde se prueban los sentimientos. ¡Piénsalo! ...Piénsalo mucho... La tierra donde hemos anclado, Catalina, tiene para ti la magia de los opuestos. Al lado de Anac me introduje en el misticismo de su raza, en la educación principesca de una Ñusta, hija de un Orejón. Tú en cambio, descubres acá la sangre vivaz y salerosa de una aldea donde se nos mira con codicia.-Padre ... descansemos, llega la siesta.La niña lo miraba sombríamente. Sus ojos claros heredaban el color y la severidad de su padre, sus rasgos alargados la serenidad de su madre. Mientras que su atavío de aldeana rica, brindábale una alegría nueva y desconocida.-Escúchame un momento. Quise a tu madre más que a nadie. Hubiera deseado traerla conmigo y juntos en esta vejez, cultivaríamos las flores. Mira la huerta... todo germina. Pero estoy solo, y a tu lado más solo que con nadie. Es natural, hasta humano.-El primer amor también te hubiera acompañado- expresóle la niña motivada por la emoción-¡Quizás! ...Junto a aquella morisca viví las horas de mi juventud y mis recuerdos son fe, de que las oposiciones paternas no logran sus razones. Pero mi providencia era otra, y a mi regreso no venía en su busca. La historia me relató un drama inesperado. Algunas veces, meditando, llegué a imaginar qué hubiera sido de mí, al lado suyo ... Tal vez perecer en las mismas llamas. -¡Don Juan!- volvió a intervenir Encarnación con angustia -Vuesa Merced ... ¿Ha perdido la fe en nuestras creencias cristianas?-Señora, la Fe de un hombre y una mujer, es la suma de dos Feés. Como el amor, es la suma de dos almas. Hija... allí está el hogar.Juan de Aguiar levantóse más sereno. Un calor espeso cubría la naturaleza.-Tal vez llueva ¡Ave María Purísima!- exclamó la vieja cerrando las ventanasV - ENCUENTRO NOCTURNOLa tormenta arrasó con furia las costas elegidas como descanso por el Indiano. Un silbido continuo unió los días con las noches. El padre recobraba con ello la paz. Catalina permaneció en la casa sin salir durante una semana.Cuando el cielo comenzó a despejarse, él volvió a la huerta junto con sus labriegos. Y mientras cosechaba los primeros tubérculos, vio a las dos mujeres que descendían por el camino.-¡Hija! ¿A dónde vas?- la llamó así saliendo al camino agitado-Padre ¿Qué te ocurre? Salgo a caminar un poco, nada más.-¡Regresa pronto!- luego volvió a su trabajo de hortelano, con la inquietud de los días pasadosLas tardes se sucedieron semejantes entre sí. La mar no volvió a encresparse y la niña continuó con sus paseos. Los ojos del progenitor no se apartaban de ella. El grito de las batallas era un recuerdo generoso frente a su angustia. En el saludo de cada aldeano creía entrever una mueca interesada en el brillo de sus riquezas.-Debes volver temprano, Catalina- le insistía él diariamenteLa joven se alejó una tarde en que el cielo comenzaba a nublarse. Encarnación la acompañaba como siempre. Luego de despedirse el padre sentóse en la huerta contemplando el horizonte, una vez que sus hombres de labor se hubieron retirado en busca del descanso. Una ráfaga comenzó a soplar despejando las amenazas de lluvia. Cayó la noche. Catalina no regresaba.Don Juan salió al camino con una lámpara en la mano. Algunas barcas retornaban tardíamente alumbrándose con faroles. Los pescadores no cesaban de cantar.-¡Cállense!- la angustia lo envolvía Una figura obscura de vestiduras largas se interpuso en su paso. Sorprendido, reconoció en él a un sacerdote.-¿A dónde vas Indiano?-¡Mi hija! ... ¡Me la han llevado!- contestóle él casi gritando-Nadie te la ha llevado. Está esperándote en la iglesia y vengo a pedirla en matrimonio.-¿Cómo? ¿Y me deja así de improviso?- le dijo Don Juan muy sorprendido-¿La has bautizado?- le preguntó el otro-Sí, padre, como en toda familia cristiana.-¿Y no pensaste que al bautizarla le dabas tú la libertad consciente de sus actos? ¿La desligabas de tu sino? ¿Qué crees del bautismo?-Quizás... sea la introducción de algo que yo nunca he comprendido.-O no lo intentaste comprender ¿Y la cruz que llevaste atravesando los mares?- preguntóleEl religioso se acercó junto a la lámpara. Un perro lo acompañaba. La noche avanzando hacía más útil la luz en el diálogo.-Las insignias de los invasores son una daga de contienda- reflexionó el Indiano-¿La Cruz?-Padre ...¿Qué quiere de mí?... ¿Dónde está Catalina?- insistió fastidiado-En la capilla a la que nunca te acercas. Quiero antes hablar contigo ¿Qué piensas del mensaje del Amor?-El Amor... El Amor pasó por mi vida. Es algo personal, tal vez una egolatría o una armonía. Aquel Amor sublime quedó con su mensajero en las arenas donde viviera. Los guerreros comprendemos otros mensajes de la suerte- calló un momento-Depende cómo se haya vivido. Escúchame Indiano, conozco a Diego desde hace muchos años. Quiero hablarte de ellos- meditò un momentoEl silencio aceleraba la noche. La obscuridad invadía las costas. Don Juan levantó la luz para continuar el diálogo y se encontró con un rostro asombrosamente familiar.-¿Quién eres tú?- le preguntó casi con terror-¿Quién soy? ¿Te asombro? Mi rostro es casi el tuyo, un poco más joven ¿Recuerdas a la mora Dajma? Fue mi madre y me alumbró de ti. VI - EL HIJO DEL INDIANOLa nueva sorpresa le inundó el alma, y una tranquilidad extraña lo fue envolviendo. Posó una mano sobre el brazo del otro.-¿Tú? ... Dajma ... No ... No me hables por un momento- luego se dirigió a él con energía -¿Y porqué estas ropas cristianas? ¡Invoco su recuerdo y te pregunto porqué!-¡Paz! Yo hallé la paz. Lo que he encontrado ha sido el fruto de un largo esfuerzo, y mis horas de meditación continúan. Más que a una religión me dirijo a un Creador. Ya voy percibiéndolo en la soledad de mi capilla, y cualquier peregrino puede buscarlo en los más distantes rincones.-¿Por qué elegiste este camino?-Mi senda fue la mística ¿Para qué cruzar el Estrecho en busca de un sendero hacia la Meca? Son distintas palabras. Las religiones existieron siempre, una nueva civilización cambia el idioma de los pueblos. La Religión Eterna adopta su nuevo rótulo, pero dentro de ella es la misma. La que nunca murió.-¿Y cuál es tu profeta?-Los Maestros se suceden. No nos hablan de ellos, sino de sus creencias. Hablan al hombre. Los sacerdotes llegan y los adoptan, agregándolos a su religión. Es una historia trágica. El místico no piensa en ella. No predica a los otros. Se nutre a sí mismo... Aquí estoy yo, padre Indiano.-Te percibo.Don Juan entró en un mutismo espeso como la noche. Un silencio intenso que envolvió al padre y al hijo. El silencio del tiempo que trajo la distancia, donde ambas rutas imposible antaño de reunir, eran en esta noche, una sola.-¿Crees en un Dios? ¿Tienes un Dios que te alumbre?- volvió a preguntarle el sacerdote-Tal vez muchos... Como los antiguos habitantes de esta península española. Su protección me preservó la vida en aquellas selvas sangrientas. El Amor de un antiguo Maestro del desierto estuvo siempre lejos de nosotros. Creo que tuve muchos. Hoy no me queda ninguno- Don Juan bajó la lámpara-¿Pero piensas en algo imponderable, en una luz poderosa? ¿En alguien?- el religioso acercóse aún más al Indiano, casi con inquietud-Tal vez ...en el Sol... Bajo su nombre transcurrieron las circunstancias de mi vida. Tuve una mujer que cerró sus ojos dejándome una hija. Mis manos se cubrieron de ricos metales. El Sol estaba en cada rincón de aquellos reinos hablándonos de su pasado, que era nuestra gloria presente- callóse de improviso-Sigue. Es muy importante para ti.-Cuando en la orgía de una noche invadimos su casa, nos iluminó desde el inmenso disco de oro que simbolizaba su imagen. Alcancé a tocarlo en uno de sus extremos, y una vibración mayor que la del mineral penetró por mi cuerpo. Era la vibración de mi propio destino. Mi suerte estaba sellada. Sería para siempre un Indiano devastador que había ligado mi sangre a su historia.-¿Te tocó él con su mano?-El Imponderable bajó hasta mí una sola vez, sobre las cumbres de nieve que nos llevaron hasta el reino de Arauco. Y allí, entre las ariscas cortantes andinas el hielo eterno me habló en su lenguaje, y mi espada se transformó en una araña. Los tentáculos llevaban la amenaza del veneno, pero nunca tendrían el poderío del Constructor. Luego, al descender por las laderas lo perdí de vista. Hoy es un día de luz, creo verlo detrás de tus ojos. El perro del religioso comenzó a girar entre ambos, mientras ellos en silencio se comunicaban. -Mis ojos están ocultos ahora en la niebla nocturna- expresóle el hijo-La noche parece más cerca de la vida. Durante mis andanzas, el tumulto de las guerras cubrió por completo las horas que el día me daba. La cruz del Amor para el hombre, era en mis manos un arma de batalla.-¿Y el amor que abandonaste en estas costas?-¡Aquel Amor! ... -Sí, aquél que me procreó.-Lo llevé siempre conmigo... Durante una tarde escondidos en una gruta, mientras acechábamos el momento preciso para huir del cerco que unos nativos nos tendieran cerca de Nazca, varios de mis compañeros en un extremo obscuro elevaban en susurro casi silencioso, una plegaria. Me acerqué sigiloso para unirme a ellos, y reconocí con espanto, los versículos inconfundibles de la lengua árabe que escuchara en mi juventud. -Puedo recitarlos aún, los aprendí en mi infancia.-Aquellos conversos perdieron su máscara ante mí. Pero al caer de improviso la noche pudiendo escapar en la tiniebla sin ser vistos, la imagen de Dajma inundó el aire a mi alrededor ¡Y pensé que ella recitaba esa invocación extraída del Corán para protegerme! ... Pero Dajma ya no estaba con nosotros y yo no lo sabía.-Ella te protegía a través de ellos, no tengas dudas. VII - I N T I H U A S I-No te fatigues- le dijo el religioso -La excitación es mala a tus años. Tómate de mi brazo. Tu hija te espera en la capilla ... ¿Me acompañas, padre Indiano?Don Juan de Aguiar pasóse la mano por la cabeza. La noche era completa en su obscuridad. El cielo despejado estaba muy lleno de estrellas. Y el guerrero junto al hijo ignorado, en silencio emprendieron el camino hacia la iglesia.-Mira... Tu Sol nos alumbrará mañana con un esplendor radiante- le dijo el místicoCaminaban silenciosamente, mientras él llevaba la sensación de un anciano que ha completado todos los pasos de su vida. La brisa recogía el aroma de las viñas para extenderla sobre el camino. Las conchillas de la costa confundían su fuerte fragancia con el fruto dulce del duraznero.La noche intensa, abierta y diamantina, auguraba un día siguiente luminoso. Y al contemplar aquel telón nocturno salpicado de estrellas, tuvo para sí una evocación nostálgica. La cual hízole retrotraer su pensamiento en forma nítida, hacia aquella Cruz del Sur bajo cuyo esplendor transcurrieron sus andanzas, por los caminos de Indias ... Y que él ya nunca más vería.Cuando la esfera solar reapareciese nuevamente, el astro rey en su ropaje dorado de Inti, posaría otra vez sus cálidos rayos de norte a sur sobre los hombres, iluminando su casa terrestre. Su Intihuasi.Más adelante -pensó- los nietos invadirían la huerta de su retiro, en busca de la fruta madura.------------FIN---------------
EL  INDIANO..................Por  Alejandra Correas Vázquez.......................................            I - REGRESO  DEL  INDIANO            Juan de Aguiar pisó las calles de su aldea andaluza después de haber dejado la juventud. Atrás suyo, en un pasado de andanzas incontables, había perdido el mirar ardiente que en otras tiempos le abrieran las rejas, hacia los rostros morunos ocultos tras la cruz conquistadora del cristiano. Juan volvía a la aldea natal con los miembros envejecidos, pero con grandes monedas de oro asomando de sus bolsillos. Una mozuela de aire extraño lo acompañaba, observando con sorpresa, el escenario donde su padre viera la luz. Era su hija. El único recuerdo que aún conservaba de la "Ñusta" doliente -princesa inca- que un día le pidió clemencia para el padre, un noble Orejón, en medio de la azarosa conquista del Perú.Su nombre era Catalina, y ella valía más que el oro de sus bolsillos. Como la melancólica Anac había constituido para el guerrero, un tesoro mayor que muchas victorias de sangre y raptos, por ser lo único que su brazo conquistó sin la violencia. Su reciente pérdida trájole tanto dolor, que Juan resolvió el retorno al solar natal.Hoy volvía viejo, heroico y poderoso, a caminar por las calles que supieron de sus correrías con pies descalzos, de una infancia apartada en el olvido. Sin embargo, un temor incomprensible había invadido al conquistador de Indias, cuando las velas lo empujaron frente a la costa española.Y allí estaba ¡En España!... luego de tantas imposibles aventuras.  Después que aquel torrente de sangre llegó a cubrir sus pensamientos hasta llegar casi a ignorarla. Sí. ¡En España! Esa sangre nueva que ahora ocupaba la historia del mundo y que como él, también envejecería.La rústica aldea con su mar, sus pescadores y las viñas, no reflejaban mayores cambios. Sólo una renuncia obligada a los legados árabes y abundantes cruces. La torre del Al-Almoacín se perfilaba en silencio sobre el azul penetrante del cielo. Y las vibraciones de un órgano envolvían las naves de la antigua mezquita.Y esta aldea lo recibió con júbilo, así como lo viera partir con indiferencia. El oro le labró pronta fama y la hija de América, con su principesco origen incásico, lo bañó en misterio. Numerosos amigos saliéronle al encuentro, cuando nadie lo había despedido en su lejana partida. Esta circunstancias hubieran envanecido el espíritu de cualquier aventurero, pero las experiencias de una vida arrojada en manos del azar, habían decepcionado al Indiano. Partió del Cuzco llevando consigo los últimos ímpetus de audacia, pero éstos se eclipsaron frente a los rostros de aquella multitud de amigos inesperados.Una noticia que surgiera con el retraso de los años de ausencia, vino a ensombrecer aún más, las esperanzas de un necesario descanso. Su novia de juventud, la morisca Dajma -de la que partió llevándose la imagen adherida a los recuerdos de hogar- aquella bella mora que escuchó de sus labios mozos la promesa inquebrantable de un regreso... ¡Había sucumbido en plena juventud bajo las llamas inclementes de la Inquisición!Creyó encontrarla con blancas sienes rodeada de numerosos nietos. Pero las llamas de la hoguera habíanla destruido después de su partida. Y mientras deambulaba por la calles de su primera ilusión, recordó fugazmente a la espada invasora que elevó tantas veces, sobre las cabezas color cobre que miraban hacia el dorado Templo del Sol.El terruño supo brindarle la añorada brisa, los frutos morados de sus viñas y la sobra del olivo. Pero sus hombres no eran los que él conociera. Nadie recordaba las risas infantiles de Juan de Aguiar, todos se descubrían ante el paso del Indiano. El conquistador palpó amargamente las bolsas ensangrentadas de sus monedas y se retiró hacia una huerta de los contornos -que adquirió lejos del pueblo- desde donde podía contemplar en lejanía las costas del mar que le recordaban, dolorosamente, toda la historia de su vida.II - LA  HIJA  DEL  INDIANOCuando el músculo del guerrero asentó el primer golpe de la azada sobre la tierra (en compañía de los hombres de labranza que él contratara) adquirió ante los ojos de Catalina el aspecto de un niño. No era un campesino más que quería recordar un tiempo de sencillez olvidada -ya que él ahora tenía suficientes campesinos a su servicio- sino un espíritu nuevo que descubría dentro suyo, facetas casi ignoradas. Lo veía trabajar con el alba, entusiasmado en aprender ese oficio, igual a los escolares deslumbrados ante el trozo de greda sobre la pizarra.Luego ella se alejaba para recorrer estos parajes, adonde le destino había colocado su existencia. Era una extraña muchachita de obscuros cabellos lisos, ojos claros, piel mate, carácter firme y andar callado. Su rostro y su temperamento se forjaron en el cruce de dos razas, durante la agonía de una civilización sudamericana. Observaba con admiración -junto a la aldeana que la acompañaba- el enrejado de las casas con frente blanco, desde donde partía el alegre bullicio de las zambras.  Viviendas que mantenían aún el diseño almudéjar, cual filigrana de encaje hecho en yeso, y los exquisitos ornamentos arábigos. Entre las callejas de piedra de artesonado morisco, algunos chiquillos muy pobres correteaban luciendo su rota y escasa vestimenta. Mientras los carruajes de los señores atravesaban el pueblo golpeando sobre el adoquín, las grandes ruedas con remaches de oro reluciente, extraído de los templos americanos.   Las costas le obsequiaron un paisaje de paz. Ella pensó que al otro lado del horizonte una quena acompañada de sikus, elevaría su escala de cinco notas sobre el silencio de las ruinas del Inca. Catalina creyó percibirla a través del aire nuevo que la iba envolviendo. Y como un espectro de soledad aquella voz del Incaísmo, fue diluyéndose lentamente, con todo su encanto nostálgico, entre las imágenes del presente.  El "jipío" de un cante cubrió de pronto las aguas que bañaban la costanera. Una barca volvía de la mar con su cargamento diario. Las redes se volcaron sobre la arena, mientras las cuerdas de una guitarra entonaban un romance de pescadores. La joven y su acompañante de acercaron. Sus mantillas les cubrían los cabellos protegiéndolos del viento. Aquella tarde Catalina encontró el amor.III - RECUERDOS  DEL  INDIANODon Juan lo supo. El encuentro llegó a sus oídos, pese al silencio de su hija y de Encarnación (esa mujer que había comenzado a ocupar un lugar de madre, ahora vacío en la casa). La huerta florecía y los durazneros se colmaron de frutos. Llegaron los damascos y las brevas. El higo morado tiñó los campos. Los parrales coloreaban junto a los surcos. El Indiano introdujo aún más sus manos en la tierra. Las noches llegaron en su labranza mientras él rememoraba, tardíamente, aquel afecto de su juventud con el cual trataba de justificar al destino ineludible, que arrancaría a la hija de su lado. No conoció a sus padres, pero se hubiera alejado de ellos. Dajma surgió en su recuerdo como una ilusión imposible.Las ricas habitaciones del moro lo rechazaron. Llevaba los pies descalzos el día en que se cruzó con ella, ataviada de tules y adornada de joyas. Gruesos cortinados color granate separaban a las doncellas árabes, de la sala de recibo. Pero las verjas de los ventanales se abrieron por las noches... Hasta el día en que el opulento morisco las cerró con violencia.El partió a las Indias, y a su regreso tenía los brazos cargados de riquezas. El comerciante moro ya no estaba para admirarlas. La desgracia cayó sobre todos ellos, pero la imagen cubierta en llamas de su primer amor, no le permitió gozar con la venganza. Desde la orilla del mar los aldeanos entonaban las antiguas zambras moriscas. Las blancas cabalgaduras sarracenas persistían. Sus huellas quedaban sobre cada cuerda de una guitarra. O en cada perfil aquilino de ojos sombreados y tupidas cejas negras, que navegara por las barcas de la costa.Pensó nuevamente en su hija, y recordó a la madre que la alumbrara. Fue la encarnación del gran amor, el que acompaña durante años. El bálsamo que surgiera en el camino de su vida, entre el fragor de las contiendas, con una soldadesca victoriosa y envilecida ...Sí... Anac fue la paz en el centro de aquel infierno.IV - DIÁLOGOS  Y  DUDASAquel día Catalina tomó asiento en la mesa frente al padre. Levaba los cabellos sujetos a la nuca, asomándole a los costados de la cara un par de colgantes de plata. La mantilla era roja, como símbolo a su juventud.-Esos aretes te lucen muy bellos ¿Son regalo suyo? ...digo... ¿de Diego?- le preguntó Don Juan al verlaElla lo miró sin responder.-Hija ... quiero tu felicidad. No me mires con dureza, que yo no voy a interponerme en tu destino- la voz del padre intentaba ser persuasiva-Todo lo que me llega de él es bello. Trae la hermosura de una vida laboriosa.-¿Es sincero? ¿Te conoció después de verte a mi lado? ¿O se llegó a ti en forma espontánea?- sus ojos se cruzaban en alerta-¿Por qué desconfías? ¿Por qué piensas que todos los habitantes de tu aldea natal, son codiciosos de ti al saludarte? No has permitido que nadie, desde nuestra llegada aquí, te abra su amistad. Diego tiene la sinceridad del hombre de trabajo. El único que puede honrar su nombre de varón. El que forjará un hogar estable.El viejo guerrero se irguió de un salto sobre su asiento. Para recostarse nuevamente con lentitud.-Catalina ... tu infancia se desarrolló en medio de borrascas. Pero debes saber que en el mundo que conocieron mis días no supe de descanso. Para que perdure un hogar no basta la labor, deben perdurar las vidas. El pescador acecha la suya contra una fuerza superior a la humana, los soldados exponemos la vida hombre contra hombre. Las posibilidades llevan igual parte. El mar es una guerra contra la naturaleza.-No me espanta, padre. Lo que está determinado será siempre invariable, pero la mutua fe, no habrá de morir nunca por ello- la hija había perdido su dureza del comienzo, tratando de hacerse comprender Un lento silencio inundó la habitación. Sobre la mesa estaba servido el almuerzo. Las verduras de la huerta propia, cubrían la fuente como un mensaje de armonía.-¿Puede Diego darte un presente como éste, logrado con mis manos, después de una vida de agitaciones sin cuenta? ... ¿O espera lograr su barca propia con la ayuda de mi bolsa de conquista?-¡Don Juan!- intervino Encarnación con alarma -Vuesa Merced, lo conozco a usted desde niño. Yo era mozuela cuando veíalo detenerse frente a una reja, desde donde partían al abrirse esencias delicadas de los más variados perfumes. Si las puertas lujosas de aquel padre hubiesen dejado transponer sus pies descalzos, ofreciéndole entonces en obsequio, los borceguíes que sobraban en su tienda... no hubiera usted partido para Indias.-No... Todo es pasado en mi vida, pero esta niña es mi presente ...No... No puedo ser dogmático. Los rincones más apartados de mi deambular, denunciarían la falsía. Miró de frente a su hija, y con suavidad extraña en él, continuó hablándole pero ya cambiado de tono.-Temo por tu futuro Catalina o tal vez por mi propia existencia. El reposo me es duro. No estaba preparado para él. En la vigilia las circunstancias son mucho más llevaderas.-El que ama, padre, da sus homenajes a la amada.-¿Crees que me fue fácil preservar la vida de aquel anciano Orejón, frente a la furia sedienta de mis camaradas? Un solo luchador muerto representa, no un odio de enemigos, sino una defensa al pavor detrás de la victoria. Al protegerlo conquisté el amor. Fue un acto instintivo del que no podía substraerme ¡Era el llamado de la vida!-Y aquel reconocimiento de mi madre pudo ser también sumisión al vencedor... ¡La derrota sobrevino violentamente!- Catalina deseaba abandonar el diálogo -El amor no se engaña, hija mía, aunque se presente en situaciones dramáticas. Luego llega la convivencia donde se prueban los sentimientos. ¡Piénsalo! ...Piénsalo mucho... La tierra donde hemos anclado, Catalina, tiene para ti la magia de los opuestos. Al lado de Anac me introduje en el misticismo de su raza, en la educación principesca de una Ñusta, hija de un  Orejón. Tú en cambio, descubres acá la sangre vivaz y salerosa de una aldea donde se nos mira con codicia.-Padre ... descansemos, llega la siesta.La niña lo miraba sombríamente. Sus ojos claros heredaban el color y la severidad de su padre, sus rasgos alargados la serenidad de su madre. Mientras que su atavío de aldeana rica, brindábale una alegría nueva y desconocida.-Escúchame un momento. Quise a tu madre más que a nadie. Hubiera deseado traerla conmigo y juntos en esta vejez, cultivaríamos las flores. Mira la huerta... todo germina. Pero estoy solo, y a tu lado más solo que con nadie. Es natural, hasta humano.-El primer amor también te hubiera acompañado- expresóle la niña motivada por la emoción-¡Quizás! ...Junto a aquella morisca viví las horas de mi juventud y mis recuerdos son fe, de que las oposiciones paternas no logran sus razones. Pero mi providencia era otra, y a mi regreso no venía en su busca. La historia me relató un drama inesperado. Algunas veces, meditando, llegué a imaginar qué hubiera sido de mí, al lado suyo ... Tal vez perecer en las mismas llamas. -¡Don Juan!- volvió a intervenir Encarnación con angustia -Vuesa Merced ... ¿Ha perdido la fe en nuestras creencias cristianas?-Señora, la Fe de un hombre y una mujer, es la suma de dos Feés. Como el amor, es la suma de dos almas. Hija... allí está el hogar.Juan de Aguiar levantóse más sereno. Un calor espeso cubría la naturaleza.-Tal vez llueva ¡Ave María Purísima!- exclamó la vieja cerrando las ventanasV - ENCUENTRO  NOCTURNOLa tormenta arrasó con furia las costas elegidas como descanso por el Indiano. Un silbido continuo unió los días con las noches. El padre recobraba con ello la paz. Catalina permaneció en la casa sin salir durante una semana.Cuando el cielo comenzó a despejarse, él volvió a la huerta junto con sus labriegos. Y mientras cosechaba los primeros tubérculos, vio a las dos mujeres que descendían por el camino.-¡Hija! ¿A dónde vas?- la llamó así saliendo al camino agitado-Padre ¿Qué te ocurre? Salgo a caminar un poco, nada más.-¡Regresa pronto!- luego volvió a su trabajo de hortelano, con la inquietud de los días pasadosLas tardes se sucedieron semejantes entre sí. La mar no volvió a encresparse y la niña continuó con sus paseos. Los ojos del progenitor no se apartaban de ella. El grito de las batallas era un recuerdo generoso frente a su angustia. En el saludo de cada aldeano creía entrever una mueca interesada en el brillo de sus riquezas.-Debes volver temprano, Catalina- le insistía él diariamenteLa joven se alejó una tarde en que el cielo comenzaba a nublarse. Encarnación la acompañaba como siempre. Luego de despedirse el padre sentóse en la huerta contemplando el horizonte, una vez que sus hombres de labor se hubieron retirado en busca del descanso. Una ráfaga comenzó a soplar despejando las amenazas de lluvia. Cayó la noche. Catalina no regresaba.Don Juan salió al camino con una lámpara en la mano. Algunas barcas retornaban tardíamente alumbrándose con faroles. Los pescadores no cesaban de cantar.-¡Cállense!- la angustia lo envolvía Una figura obscura de vestiduras largas se interpuso en su paso. Sorprendido, reconoció en él a un sacerdote.-¿A dónde vas Indiano?-¡Mi hija! ... ¡Me la han llevado!- contestóle él casi gritando-Nadie te la ha llevado. Está esperándote en la iglesia y vengo a pedirla en matrimonio.-¿Cómo? ¿Y me deja así de improviso?- le dijo Don Juan muy sorprendido-¿La has bautizado?- le preguntó el otro-Sí, padre, como en toda familia cristiana.-¿Y no pensaste que al bautizarla le dabas tú la libertad consciente de sus actos? ¿La desligabas de tu sino? ¿Qué crees del bautismo?-Quizás... sea la introducción de algo que yo nunca he comprendido.-O no lo intentaste comprender ¿Y la cruz que llevaste atravesando los mares?- preguntóleEl religioso se acercó junto a la lámpara. Un perro lo acompañaba. La noche avanzando hacía más útil la luz en el diálogo.-Las insignias de los invasores son una daga de contienda- reflexionó el Indiano-¿La Cruz?-Padre ...¿Qué quiere de mí?... ¿Dónde está Catalina?- insistió fastidiado-En la capilla a la que nunca te acercas. Quiero antes hablar contigo ¿Qué piensas del mensaje del Amor?-El Amor... El Amor pasó por mi vida. Es algo personal, tal vez una egolatría o una armonía. Aquel Amor sublime quedó con su mensajero en las arenas donde viviera. Los guerreros comprendemos otros mensajes de la suerte- calló un momento-Depende cómo se haya vivido. Escúchame Indiano, conozco a Diego desde hace muchos años. Quiero hablarte de ellos- meditò un momentoEl silencio aceleraba la noche. La obscuridad invadía las costas. Don Juan levantó la luz para continuar el diálogo y se encontró con un rostro asombrosamente familiar.-¿Quién eres tú?- le preguntó casi con terror-¿Quién soy? ¿Te asombro? Mi rostro es casi el tuyo, un poco más joven ¿Recuerdas a la mora Dajma? Fue mi madre y me alumbró de ti. VI - EL  HIJO  DEL  INDIANOLa nueva sorpresa le inundó el alma, y una tranquilidad extraña lo fue envolviendo. Posó una mano sobre el brazo del otro.-¿Tú? ... Dajma ... No ... No me hables por un momento- luego se dirigió a él con energía -¿Y porqué estas ropas cristianas? ¡Invoco su recuerdo y te pregunto porqué!-¡Paz! Yo hallé la paz. Lo que he encontrado ha sido el fruto de un largo esfuerzo, y mis horas de meditación continúan. Más que a una religión me dirijo a un Creador. Ya voy percibiéndolo en la soledad de mi capilla, y cualquier peregrino puede buscarlo en los más distantes rincones.-¿Por qué elegiste este camino?-Mi senda fue la mística ¿Para qué cruzar el Estrecho en busca de un sendero hacia la Meca? Son distintas palabras. Las religiones existieron siempre, una nueva civilización cambia el idioma de los pueblos. La Religión Eterna adopta su nuevo rótulo, pero dentro de ella es la misma. La que nunca murió.-¿Y cuál es tu profeta?-Los Maestros se suceden. No nos hablan de ellos, sino de sus creencias. Hablan al hombre. Los sacerdotes llegan y los adoptan, agregándolos a su religión. Es una historia trágica. El místico no piensa en ella. No predica a los otros. Se nutre a sí mismo... Aquí estoy yo, padre Indiano.-Te percibo.Don Juan entró en un mutismo espeso como la noche. Un silencio intenso que envolvió al padre y al hijo. El silencio del tiempo que trajo la distancia, donde ambas rutas imposible antaño de reunir, eran en esta noche, una sola.-¿Crees en un Dios? ¿Tienes un Dios que te alumbre?- volvió a preguntarle el sacerdote-Tal vez muchos... Como los antiguos habitantes de esta península española. Su protección me preservó la vida en aquellas selvas sangrientas. El Amor de un antiguo Maestro del desierto estuvo siempre lejos de nosotros. Creo que tuve muchos. Hoy no me queda ninguno- Don Juan bajó la lámpara-¿Pero piensas en algo imponderable, en una luz poderosa? ¿En alguien?- el religioso acercóse aún más al Indiano, casi con inquietud-Tal vez ...en el Sol... Bajo su nombre transcurrieron las circunstancias de mi vida. Tuve una mujer que cerró sus ojos dejándome una hija. Mis manos se cubrieron de ricos metales. El Sol estaba en cada rincón de aquellos reinos hablándonos de su pasado, que era nuestra gloria presente- callóse de improviso-Sigue. Es muy importante para ti.-Cuando en la orgía de una noche invadimos su casa, nos iluminó desde el inmenso disco de oro que simbolizaba su imagen. Alcancé a tocarlo en uno de sus extremos, y una vibración mayor que la del mineral penetró por mi cuerpo. Era la vibración de mi propio destino. Mi suerte estaba sellada. Sería para siempre un Indiano devastador que había ligado mi sangre a su historia.-¿Te tocó él con su mano?-El Imponderable bajó hasta mí una sola vez, sobre las cumbres de nieve que nos llevaron hasta el reino de Arauco. Y allí, entre las ariscas cortantes andinas el hielo eterno me habló en su lenguaje, y mi espada se transformó en una araña. Los tentáculos llevaban la amenaza del veneno, pero nunca tendrían el poderío del Constructor. Luego, al descender por las laderas lo perdí de vista. Hoy es un día de luz, creo verlo detrás de tus ojos.  El perro del religioso comenzó a girar entre ambos, mientras ellos en silencio se comunicaban. -Mis ojos están ocultos ahora en la niebla nocturna- expresóle el hijo-La noche parece más cerca de la vida. Durante mis andanzas, el tumulto de las guerras cubrió por completo las horas que el día me daba. La cruz del Amor para el hombre, era en mis manos un arma de batalla.-¿Y el amor que abandonaste en estas costas?-¡Aquel Amor! ... -Sí, aquél que me procreó.-Lo llevé siempre conmigo... Durante una tarde escondidos en una gruta, mientras acechábamos el momento preciso para huir del cerco que unos nativos nos tendieran cerca de Nazca, varios de mis compañeros en un extremo obscuro elevaban en susurro casi silencioso, una plegaria. Me acerqué sigiloso para unirme a ellos, y reconocí con espanto, los versículos inconfundibles de la lengua árabe que escuchara en mi juventud. -Puedo recitarlos aún, los aprendí en mi infancia.-Aquellos conversos perdieron su máscara ante mí. Pero al caer de improviso la noche pudiendo escapar en la tiniebla sin ser vistos, la imagen de Dajma inundó el aire a mi alrededor ¡Y pensé que ella recitaba esa invocación extraída del Corán para protegerme! ... Pero Dajma ya no estaba con nosotros y yo no lo sabía.-Ella te protegía a través de ellos, no tengas dudas. VII - I N T I H U A S I-No te fatigues- le dijo el religioso -La excitación es mala a tus años. Tómate de mi brazo. Tu hija te espera en la capilla ... ¿Me acompañas, padre Indiano?Don Juan de Aguiar pasóse la mano por la cabeza. La noche era completa en su obscuridad. El cielo despejado estaba muy lleno de estrellas. Y el guerrero junto al hijo ignorado, en silencio emprendieron el camino hacia la iglesia.-Mira... Tu Sol nos alumbrará mañana con un esplendor radiante- le dijo el místicoCaminaban silenciosamente, mientras él llevaba la sensación de un anciano que ha completado todos los pasos de su vida. La brisa recogía el aroma de las viñas para extenderla sobre el camino. Las conchillas de la costa confundían su fuerte fragancia con el fruto dulce del duraznero.La noche intensa, abierta y diamantina, auguraba un día siguiente luminoso. Y al contemplar aquel telón nocturno salpicado de estrellas, tuvo para sí una evocación nostálgica. La cual hízole retrotraer su pensamiento en forma nítida, hacia aquella Cruz del Sur bajo cuyo esplendor transcurrieron sus andanzas, por los caminos de Indias ... Y que él ya nunca más vería.Cuando la esfera solar reapareciese nuevamente, el astro rey en su ropaje dorado de Inti, posaría otra vez sus cálidos rayos de norte a sur sobre los hombres, iluminando su casa terrestre. Su Intihuasi.Más adelante -pensó- los nietos invadirían la huerta de su retiro, en busca de la fruta madura.------------------FIN----------------
LA FARAONA RUBIA...........................No tenía veinte años aún Tuthmosis IV (abuelo de Akhenatón, 1500 AC)) cuando nuestro personaje recibió la Doble Corona (la roja del norte y la blanca del sur) haciéndose cargo del Faraonato, al que él iba a transmutar por completo. E hízose cargo con el fuego de su juventud, de un país que era todo un ejército enardecido y en movimiento. Los países vecinos pensaban sobre Egipto en términos de rechazo, debido a las invasiones y abusos que su padre y abuelo habían cometido anteriormente. Pero él habría de cambiarles a todos (propìos y vecinos) ese mal concepto, logrando intercambio de embajadores. Previamente al asumir, debió ponerse a la cabeza de aquel ejército. Primero hacia Medio Oriente y después hacia Nubia, (Kush). Pero a su regreso volvió cubierto de pactos de paz, que ya no se alterarían por más de un siglo.Podemos imaginarnos estos muy curiosos pasajes de su vida, cuando el esbelto y refinado monarca recién llegado al trono de Egipto, debía acampar entre feroces guerreros que hacían temblar desde hacía medio siglo, a todas las naciones de su época. Tal como Marco Aurelio escribía tratados de filosofía en su carpa de campaña, al frente de los ejércitos romanos. Pero Tuthmosis IV tuvo una suerte mucho mayor, pues impuso su personalidad sensible all imperio egipcio y los países vecinos.Hemos de destacar ante todo, su profunda capacidad diplomática que fue la llave de su triunfo. Sin embargo, determinar tratados de paz con los países orientales que nunca habían querido la guerra, no revestía dificultad alguna. Es más, lo anhelaban. Pero ahora encontrábanse los egipcios, junto con este paladín del pacifismo, que ellos habían dejado de ser los agresores, para enfrentarse ante el peligro de los bárbaros recién llegados a su historia... las primersas hordas arias...¡Mitannia!... Y este peligro amenazaba en común a todos. A los hombres del Nilo tanto como a los del Medio Oriente.............................................La invasión. El saqueo. Los incendios. La hordas indoarias que ya destruyeron la civilización de Sumeria en el año 2.006 a. C. avanzan ahora sin piedad dejando a su paso la desolación. Es el "Malón", tal como lo hemos conocido en el Cono Sur sudamericano...Y allí están, son los mismos en herencia de milenios. El salvaje siempre es igual y no respeta trabajo ni orden, aunque tenga otro color de piel . Son ellos los bárbaros al igual que los temibles caciques de Argentina : Pincén, Calfulcurá, Saldán, Catriel, Namuncurá. ...Pero... los mitannios ¡Son rubios! De bellísimos ojos celestes, piel rosada y manos blanquísimas. Sus mujeres, feroces y salvajes valquirias, tienen una belleza deslumbrante.Los maloneros de Mitannia no dejan la hierba crecer a su paso y cuando en el futuro (dentro de un siglo más) avancen sobre las civilizaciones paquistanas del Valle del Indo, destruirán las ciudades de Harappa y Mohengo Daro. Hablan el idioma persa. No saben vestirse ni lavarse. Cuatrerean simplemente, como Pincén o Saldán. Pero con la ferocidad de los primeros malones.¡No! ... El joven Tuthmosis no ama la guerra y desea terminar con ella. Suprimirla. Pero los feroces guerreros indoarios de Mitannia avanzan hacia él con premura y sin tregua. Poderosos en su orgullo de maloneros triunfantes (de bárbaros blancos como los que invadieron Roma), los mitanios se sonríen ante la vista de Egipto. conscientes de su superioridad bélica, frente a un país ahora pacifista...................................................................Tuthmosis piensa. Heliópolis piensa. Sus esperanzas pueden esfumarse como una bruma. Todo este proceso de esplendor humanista y pacifista que va resurgiendo de las cenizas, es el triunfo de On, el monasterio heliopolitano que lo ha formado. Sus misteriosos monjes anhelan demostrar a los testigos de su época y a los espectadores del futuro, que los hombres pueden progresar, gozar, enriquecerse, cosechar, construir, prosperar y amar; viviendo en una coordinación equilibrada.Este monarca que ahora representa a Egipto -un muchacho- tiene la edad de los remeros, de los bailarines, de los acróbatas, de los aprendices Pero ha asumido responsabilidades mucho mayores a todos ellos juntos. Ha renunciado a su propia juventud como tal, para vivir otra juventud, la juventud de una propuesta. Tuthmosis IV personifica con su cargo de faraón al conjunto de ideas e ideales del cuerpo directivo de Heliópolis, encarnados en su persona. Y él no está dispuesto ahora -cuando se han logrado tantos avances en materia internacional- a retroceder y caer en el juego de los belicistas.Por los caminos de un pasado pretérito que nadie quiere recordar, vuelve la barbarie que asoló en el año 2006 a.C. a Sumeria y Babilonia ...Ahora es el siglo XVII a.C.... Han pasado tres siglos y los bárbaros reaparecen nuevamente con todo el vigor de su raza primitiva, tal como sucedió con Roma. Otra vez las hordas indoarias emergen por el horizonte desparramando pánico. La historia está presta a enfrentar a todos ellos, de nuevo, con la desolación. Aquélla que llevó al rey asiático Ibsha junto con su pueblo, a pedir refugio en Egipto, allá por el siglo XX a.C. En el mismo tiempo que el bíblico Abraham refúgiase también con su familia, en la corte del faraón Amenemhat II de la dinastía XII. Un coro de espantos acuden a su memoria desvelándoles la esperanza. Como una sombra irresistible, los fantasmas de Ur acuden a sus recuerdos entre lúgubres llamaradas..............................................Inmutables en sus preceptos, los heliopolitanos son empero, muy fértiles de imaginación y acuden siempre a soluciones pragmáticas. Serenos y pacientes ante las calamidades, son por otra parte, agudos y rápidos en los cambios de frente. Dueños del poder actual de Egipto, sortearán la amenaza con un pase genial. Tanto como inesperado.Heliópolis ama a Egipto y no quiere perderlo, dejarlo en manos de la invasión. Los hombres del Medio Oriente que han pactado Paz con el joven Tuthmosis, descienden a su vez por su parte, de aquéllos hombres civilizados que abandonaron Sumeria y Babilonia, ante el avance depredador de bárbaros indoarios. Pero ahora, en la "media luna fértil" ya no quieren abandonar este escenario nuevo que ha sido su hogar en los últimos siglos ...¡NO!.. Ya no quieren emprender aquel angustioso éxodo de la emigración masiva. Desde que llegaron allí, ellos desean aclimatarse, detenerse en su loca fuga. Como si un resabio interior, como si una voz de la especie, se los comunicase. Es notable la facilidad con que ellos dejaron Mesopotamia sin regresar (no hay más noticia del pueblo sumerio) en el año 2006 a. C.. y el empeño febril que tienen en este nuevo alojamiento. Tanto como en el "pie a terre" que de alguna manera u otra, han puesto en Egipto. Tal como las tenazas de la "enamorada del muro" que se empeñan en resistir a cualquier precio. Se rescata de ellos, que son adeptos al Nilo. Después de fracasar a tener faraones propios (se apropiaron de Egipto en la dinastía XV con los Reyes Hiksos y el bíblico José) continuaron con el deseo de nunca desvincularse de él. Perseguidos o aplaudidos, los hombres del Medio Oriente durante estos siglos, parecen como hechizados por el Nilo, no comprenden la vida sin su cercanía.Pero nada parecía posible, para hacer desistir a estos maloneros mitanios indoarios de invadir Egipto (presa ansiada a la que ellos veían fácil de lograr y que realmente les interesaba saquear)... No pudiendo hacerlos retroceder y viendo el proceso incontenible que avanzaba hacia ellos en forma trágica, los políticos heliopolitanos van a salir a su encuentro. Forjarán un nuevo concepto : ¡Transformar a Mitannia, culturizándola, en su aliado político! La resolución es sorprendente. Sólo los hombres de mucha garra política pueden concebir un juego diplomático de esta naturaleza, ante el estupor de todos los testigos de su tiempo. Por su oposición frente a la guerra, ellos harán de Mitanni (tribu nómade que ocupaba un lugar recientemente invadido, como una toldería ranquel) el defensor más grande que tuvo Egipto nunca en sus fronteras. Mitannia en adelante defenderá al Nilo contra todas las otras hordas bárbaras. Será el feroz guardián del Faraonato, sacrificando en su empeño hasta la vida de su propio rey, en una de estas clásicas refriegas entre indoarios. Pues demostró que, a pesar de su primitivismo, era capaz de una profunda y admirable lealtad (distinta a la experiencia posterior que tuvo Egipto con los hititas).El salvajismo de Mitanni radica en su atraso cultural. Cazadores de bosques, han caído sobre las ciudades civilizadas del Medio Oriente, diezmándolas y sin aprender nada de ellas. Los estragos que han dejado a su paso desalientan a todos, excepto a Tuthmosis IV... Las únicas creaciones de los mitanios hasta aquel momento son guerreras, como por ejemplo un tratado sobre la cría de caballos firmado por "Kukuli, del país de Mitanni". Asimismo otros elementos de carácter bélico acorde con la época. Semejante a lo acontecido con los visigodos en España, donde el legado que dejan al idioma castellano es guerrero: "Yelmo", por ejemplo.Pero no era fácil conquistar este deseado armisticio y convencer a los salvajes, de renunciar al botín. Sin embargo el joven Faraón se dispuso a lograrlo con toda la fuerza de su ánimo juvenil. Le iba en juego mucho más que su prestigio, era la palabra empeñada a la que un monarca con dignidad, no puede faltar. Todos los políticos y ciudadanos del Nilo, como también los de la "media luna fértil", esperaban que él sacase una paloma de adentro de su Doble-Corona ... ¡Y lo hizo!... Les había ofrecido un mundo nuevo, con otro mensaje, un mundo de Pax y convivencia e iba a cumplirlo.Como clave de todo el proceso (que habría de sellar el pacifismo largamente aguardado, en forma efectiva) figura el matrimonio de Tuthmosis IV con la hija del salvaje rey Artatama de Mitanni, de este peligroso pueblo bárbaro indoario. Ello involucraba la Paz para la civilizació con. un devenir lleno de esperanza. Se abrió de pronto un nuevo capítulo para esta dinastía XVIII, presta siempre a adaptarse a los tiempos. Como podemos ver no todo era quimera profética en este príncipe heliopolitano, al que vimos llegar de improviso a la corona avalado por el Dios-Sol-Esfinge. Supo guiar cada una de sus acciones desde el momento inicial y colocarles su estilo. Su naturaleza misma lo predisponía a la diplomacia. Con audacia violaba el principio de preservación genética del Faraonato... ¡pero salvaba a Egipto!...................................................El rey Artatama se hizo rogar, por largo rato. Siete fueron las embajadas egipcias que se acercaron hasta la guarida del bárbaro, con el pedido de mano del Faraón por una de sus valquirias, con regalos cada vez más ricos y abundantes. Primero -dicen las crónicas mitannias,-no creyó Artatama en la veracidad de este pedido. Dudando de él envió a sus rudos delegados (mal vestidos y sucios) para confirmarlo. Volvían los embajadores egipcios hasta él, confirmando el pedido, a fin de que con tales presentes (sofisticados y elegantes como los mensajeros que los portaban) desistiera de una campaña de saqueo. Es de imaginarse el contraste que hacían los enviados reales del Nilo, con los torpes y fornidos guerreros indoarios en aquella alborada de su historia. Los bañados y perfumados egipcios, frente a la sudorosa y poco limpia soldadesca mitannia.Artatama era rudo y primitivo. Inculto. Pero con la capacidad racional de su nueva raza -la aria- que dos mil años después producirá en Europa un nuevo amanecer. (Brillo cultural europero del cual todavía hoy dependemos). Consultó el jefe mitanio largamente con sus capitanejos (casi al borde de quebrar la paciencia egipcia) para dar el "Sí". Acto seguido le envió su hija a Tuthmosis IV. Esta sería la reina Mutemuia. La faraona rubia. Símbolo y sello de la paz definitiva para todo este reinado. Este matrimonio político con la princesa aria, nos describe a Tuthmosis en su totalidad. El empeño que un muchacho decidido puede llegar a tener para brindarse por entero, cuando toma una corona (doble en este caso) y debe concretar propuestas, sin anteponer valores o prejuicios. Con esa firmeza juvenil donde no existen vallas imposibles de sortear. Aún mismo, si se trata de salvajes que vienen incendiando... ¡Porque hay que salvar a Egipto!.....................................................Los mitanios están en el esplendor primigenio de su raza. No tenemos para comprenderlo, más que ver sus toscas figuras con las cuales intentan entrar con pasos aún torpes, en el arte de la escultura. Es la especie aria en su estado puro, como los bárbaros que invadieron Roma. Rudos y salvajes en el plano cultural, pero espléndidos en su contextura física, como en el primer día de la raza. Así era Mutemuia. Blanca, alta, ojos claros, muy rubia, fornida.. Debemos imaginarnos con curiosidad la extraña pareja que formaría, junto al fino y menudo, faraón Tuthmosis IV.La delicadeza intelectual del rey, junto a la belleza fornida y primitiva de la reina. Incluso la coloración de sus respectivas razas, que ellos dos representaban, era totalmente opuesta. La espléndida valquiria rubia de ojos claros, asombraba con su estampa vigorosa esa corte amante de las finezas. Y a su lado Tuthmosis, morocho, casi de piel rojiza, ojos y cabellos negros, refinado y elegante, carente de rudeza. Mientras a su lado Mutemuia, la faraona rubia, bárbara, cohibida y recién llegada de la toldería.Pero este mismo exotismo cautivó la sensualidad del príncipe heliopolitano y atrajo a aquella dinastía XVIII, que a partir de allí haría ingresar valquirias mitannias por centenares en la corte egipcia. Suponemos que la mestización dejó huellas llamativas en la tierra del Nilo. Como un innovador en la materia, el joven Tuthmosis educado para la estética -que por entonces tenía poco más de veinte años vibrantes de juventud- inició la larga serie de estos amores llenos de encantamientos estéticos (luego de bañar a las sucias valquirias de Mitannia). Su espíritu amante de la belleza, debió deleitarse con aquel esplendor racial de cabellera color sol...............................................Mutemuia dejó buenos recuerdos en Egipto y se habló mucho de su voz. Era una cantante admirada, que extasiaba a aquellos cortesanos con un arte poco difundido entre ellos. Es corriente en las pinturas del Nilo ver escenas de músicos y bailarines, pero no de cantantes. Y una "prima donna" asombraba.Por el contrario, todas las tradiciones arias nos hablan siempre del bel canto. Inclusive, iban a la guerra cantando. Cantan los arios de la India. Cantan los germanos y los francos. Los visigodos y ostrogodos. Los vikingos. Y los "cantos de guerra", son parte esencial de sus herencias. Wagner, su último gran propulsor, quien hizo su obra sobre tradiciones germánicas-arias, habría escrito piezas especiales para Mutemuia, la faraona rubia..Sin duda ella penetró en aquellos refinados y deslumbrantes salones egipcios, como a un mundo mágico que la sobrecogía. Desarraigada de su pueblo de nacimiento, a una edad muy fresca, tuvo el tiempo necesario para asimilarse. Y su hijo más tarde -el famoso faraón Amenofis III llamado "El Magnífico", padre de Akhenatón- se presentaba junto a ella con orgullo, años después. Debía ser muy hermosa aún, con esa belleza reposada de las valquirias maduras.Mutemuia había llegado a Egipto en el momento preciso, en que se reimponía la política favorable a la mujer. Dado lo cual tuvo la responsabilidad de representar un papel importante, que quizás, es muy probable, le costó bastante. Sin recibir la formación de las princesas egipcias, se abrió paso por cauces personales que los escribas consignarían diciendo :"Con su voz hace feliz al mismo Dios"........................................Alejandra Correas Vázquez.......................................
EL LEÓN ALADO ..................... ..................... I - Marinos de Alta Mar .............................. Cuando en 1581 las cortes portuguesas reunidas en el convento de Thomar reconocieron como rey de Portugal a Don Felipe II, de la Casa de Austria (quien heredaba este trono de la dinastía Avís o Borgoña a la que pertenecía su madre) muchos lusitanos vieron expandirse el escenario de sus posibilidades en el Nuevo Mundo. Fue así como don Felipe de Habsburgo y Avís, (o Felipe de Austria y Borgoña) gobernó "un reino adonde no se ponía el sol". Pero el trono lusitano llegó a sus manos por la desaparición imprevista, dentro de África, de su díscolo sobrino Don Sebastián de Portugal. Un joven imberbe y talentoso, pero muy rebelde, que no obedeció a su tío y tutor, a quien Felipe amaba como hijo propio y deseaba declararlo su heredero. Sebastián de Portugal con su rubia y bella estampa, amado por todo el pueblo lusitano, desapareció en tierra africana. Nunca fue hallado su cuerpo, por ello dudóse de su muerte. Siendo las dos teoría existentes (aún hoy) sobre su desaparición : la primera que murió en guerra, y la segunda (más apropiada para él) que se internó en un monasterio sufí. Era lo bastante soñador y místico como para ello. El pueblo portugués constantemente creyó que seguía vivo y aguardaba su retorno. De una manera u otra, su tío muy a pesar suyo y con gran disgusto de su parte, debió hacerse cargo de conducir a este difícil reino de navegantes que nunca estaba en el mismo lugar (para él practicante del quietismo, a quien gustaba la soledad del Escorial en medio de montañas)... Marinos de alta mar, los lusitanos hallábanse radicados desde el tiempo del príncipe Enrique el Navegante -anterior a Colón- en naciones de la costa africana y arábiga. Y llegarían poco después al extremo oriente, China, India e Indonesia, donde estos buenos marinos mercantiles colocaron colonias portuarias de gran éxito y prosperidad. Iban a sobrevivir hasta el siglo XX Timor, Macao y Goa,. amén de numerosas islas marítimas dentro del mar Índico y el océano Pacífico. Desde estas colonias ultramarinas portuguesas, sus navegantes ávidos de empresas comerciales, pudieron establecer una escala naviera importante con las colonias españolas de América del Sur. Y muy especialmente su avance empresarial se produjo con el aislado Virreinato del Perú. Unidos los dos reinos en una sola corona, los habitantes de las Indias Orientales y Occidentales se beneficiaron ampliamente. Unos por derechos navegables y comercio libre. Otros por su posibilidad de apertura hacia el mundo exterior, para salir del aislamiento continental al cual este virreinato sudamericano estaba sometido desde su creación. Los lusitanos llevaban dos generaciones asentados en tierras de Extremo Oriente (y algunos de ellos hasta tres) con todas sus increíbles vicisitudes. Su dificultad de adaptación a los códigos hindúes -sus castas- o la dureza de la política china. Pero más que nada, para empeorar su situación allí, viéronse desbordados por una gran invasión mongólica (que China recibía a diario como quien recibe un maná). Unido a ello hallábase la xenofobia mongol contra el hombre blanco, lo que los convertía siempre en víctimas propiciatorias. Aventureros a ultranza como eran los portugueses de esos siglos, ningún camino los amilanaba. Remontaban de continuo los inmensos ríos de la China. comisionados por los propios Mandarines ...Pero... ¡Guay!... los mongoles odiaban desde los confines de Rusia hasta la China a cuanto hombre de piel clara, ojos celestes y cabellos de oro, se atravesase por su camino. Resultaba para mal de ellos que los marinos portugueses seleccionados por el príncipe Enrique el Navegante para constituir su flota, eran precisamente del norte portugués o sea la zona celta (la Galicia Portuguesa) y no habíale faltado tampoco por el año mil, una invasión vikinga. Eran rubios, muchas veces pelirrojos, pecosos y siempre ojos celestes que heredarían sus descendientes. Todo permite creer que avance mongol sobre China en siglo XVI coincidió con la presencia de Felipe II como rey de Portugal. Fue así que numerosos miembros de esta colectividad lusitana con sus familias europeas, asolados por aquel hostigamiento xenofóbico de los mongoles y cansados ya de sufrir con ellos, anhelaron abrirse un nuevo camino en las Indias Occidentales españolas. Y decidieron dejar atrás suyo a las difíciles Indias Orientales adonde habían nacido (y habíanse enriquecido)... ¿Pero cómo hacerlo? II - Un Dragón Chino .............................. Lo primero era reconocer al monarca recién coronado de la Casa de Austria, como su legítimo rey ...¡Y que les creyeran!... Pues era sabido que los "bandeirantes" portugueses de Brasil habían comenzado una guerra durísima contra el rey Felipe. La tarea diplomática más dura que ellos tenían por delante, debido a los acontecimientos del momento, era convencer a los españoles de su adhesión. Pero la diplomacia fue el arte sumo de los lusitanos, talento que permitióles acceder a la confianza de chinos e hindúes sin disparar una sola bala. Simplemente navegando y traficando. Sin aprestos bélicos. Comerciando. Si embargo los sucesos internacionales eran malos para ellos. Veámoslos. El duque de Alba posesionado de Portugal como gobernador, había creado dentro de este país casi una guerra civil (hecho que repitió en Flandes). En Brasil los "bandeirantes" disconformes con el nuevo rey, avanzaban sobre la selva amazónica con sus famosos pendones multicolores al grito de : "¡Aquí reinarás Portugal!" ...Y clavaban en tierra española su bandera ante el asombro de los indios guaraníes, quemando por cierto cuanto pueblo jesuítico encontraban a su paso. Cientos de Misiones quedaron arrasadas. Y ése fue el momento crucial que tocóles a estos portugueses ultramarinos de Oriente, para llegar a la Sudamérica española, por la costa del Pacífico... El instante elegido no podía ser peor. Llevaban un largo periplo de navegación con casi siglos a cuestas, desde que partieran del castillo de Guimaraes (al que muchos de ellos ni siquiera conocían pues eran indianos orientales) cuando los despidiera al comienzo del siglo XV el príncipe Enrique el Navegante. Aún no se había descubierto América y el Reino de Granada era todavía poderoso Nunca desde entonces habían retrocedido, ni vuelto por sus pasos. Tampoco lo harían ahora. Estaban en alta mar y la costa española de Filipinas parecióles, desde lejos muy poco hospitalaria. O nada en absoluto. Con sus cañones vueltos hacia los barcos, como esperando rechazar su llegada. Sonó desde la costa un cañonazo de alerta. Dos. Pero el almirante portugués era un hombre avezado que sabía controlar la conducta humana. Había decidido dar una nueva morada a sus hombres, quienes viajaban junto con él llevando a todas sus familias. Entre ellos participaba de esta empresa el cartógrafo lusitano Don Francisco Vásques de Oporto, su mano derecha en este riesgoso viaje. Aquel era en un éxodo voluntario de Oriente a Occidente y el almirante estaba dispuesto a lograrlo. Llevaba muchos barcos en su flota cargados de esperanzas, y ningún cañonazo iba a amilanarlo... ¡Y encontró la solución! Venían desde la China con su carga de sedas y biombos, nácares y muebles decorados orientales, que ellos esperaban trocar por otros productos. Habían comerciado largamente para los Mandarines. Constituían una nación navegante en marcha hacia otro destino... El cual por cierto, parecíales ahora muy incierto debido a los cañonazos españoles. ¡Fue entonces cuando el Almirante lusitano tuvo una idea genial!: Dio orden de buscar a uno de esos biombos chinos que llevaba en la carga de su bodega, forrado de seda y adornado con un dragón que echaba chispas. ¡Un diseño de felino alado y feroz! ...pero muy parecido a un león... al menos desde lejos. Y dio entonces la orden de izarlo al mástil de la nave. Desde la costa española filipina, los vigías estaban realmente alarmados al ver aquella flota numerosa de barcos portugueses y llamaron a sus jefes. El encargado del puerto ordenó dar los dos cañonazos. ¡El tercero sería la guerra! La que ya había en Portugal y en Brasil... Pero de improviso ante sus ojos incrédulos, la enseña izada lo impactó con fuerza... Y la miró detenidamente con sus anteojos largavistas. Todos ellos fueron pasándoselos unos a otros. Dudando. Sorprendidos. --¡Sí! ... es un león. --Un león algo extraño... pero es un león al fin de cuentas. --Un León... El león de Castilla y León. --Entonces son amigos... Sí, son amigos --¡A dar vuelta los cañones!- orden que rápidamente se cumplió El león del Reino de León, el león hispánico por excelencia, el de Castilla la Vieja, estaba allí frente a ellos. Algo cambiado. Con luces, alas y fuegos, pero poco importaba ya. El mensaje había llegado. Los portugueses estaban al fin en Filipinas, frente a China conferenciando con el gobernador español. Y nadie ya los reembarcaría de retorno. Con sus ornatos y su mobiliario. Sus familias y su ostentosidad lusitana, dispuestos a continuar exploraciones insólitas... Pero ahora con un devenir muy diferente. III - Marinos de Agua Dulce ........................................... El gobernador de Filipinas los envió hacia el Virrey del Perú con una carta de presentación sellada y firmada por él. La flota lusitana escoltada por una nave insignia hispánica arribaba poco después al puerto del Callao. Los navegantes portugueses continuaron su periplo por el océano Pacífico (luego de acomodar en tierra firme a sus familias) y ampliaron su derrotero desde la costa peruana hasta la chilena, beneficiando con el tráfico entre Sudamérica y Oriente, a esta parte aislada del continente austral. Cambiaron su circunstancia de vida haciendo posible la sobrevivencia, en aquellos siglos, de la empresa colonizadora sudamericana, agobiada hasta entonces por su aislamiento. Aquellos marinos lusitanos que viajaron desde Extremo Oriente hasta el Virreinato del Perú (protegidos por un dragón chino que hizo las veces de león castellano), tuvieron distintas y diversas oportunidades a partir de allí. Se les sucedieron ofertas de arraigo por cuenta del Virrey y de la Audiencia de Charcas. Entre ellas arribar como Encomenderos a la gran Provincia del Tucumán en la frontera sur de este virreinato, al apartado Tucumanao, zona entonces totalmente virgen y precultural, que hoy pertenece a Argentina (conformaba siete provincias actuales). El cartógrafo lusitano Don Francisco Vázquez de Oporto, hispanizaría su apellido agregándole Z para comenzar una tarea especial para él, demarcar caminos de tierra entre el Tucumán (en la apartada zona del Tucumanao cordobés) y el Alto Perú donde tenía su asiento la Real Audiencia de Charcas y la bellísima ciudad de Potosí. Sin embargo, él no iba a olvidar sus orígenes y en los 40 años que realizó esta tarea tuvo el privilegio de reencontrarse cada 3 años en el puerto del Callao con su antigua flota... En esas ceremonias secretas y casi místicas, de los marinos de antaño. Su tarea sería recompensada (o pagada) con una Merced Real en territorio cordobés, cuyo nombre se conocerría en los siglos siguiente como Merced de los Vázquez (entre departamentos de Río Segundo y Río Primero). Su descendencia futura, hoy universitaria, iba a recordarlo como un tiempo pretérito de grandes aventura por mares orientales y exóticos países de ese imperio donde no se ponía el Sol. Y anclaron así finalmente todos estos lusitanos de Alta Mar en tierra firme, convertidos ahora en marinos de agua dulce, súbditos de la casa de Austria donde Córdoba del Tucumán su ciudad más austral, los recibiera con los brazos abiertos... Luego de dos siglos y más, de pereginaje por los océanos del mundo. Recordando con alegría a Enrique el Navegante, su mentor, y con el dolor al joven Sebastián de Portugal siempre bello, soñador e imprudente. Pero que dio sin saberlo un giro completamente distinto a sus lejanos súbditos de ultramar. ......................... Alejandra Correas Vázquez
LA  CASA  DE  MISIÁ  JEROMITA...........................(Del  Cofre  de  la  Abuela)...................1 - UNA  DAMA  FRANCESAEra muy particular la casa de Misiá Jeromita. Ella había enseñado a todas sus chinas y chinitillas (nacidas en una pampa cordobesa boscosa junto a peones gauchos entre arreos y cuadreras) a conocer los distintos objetos de su casa por su nombre en francés.... según ella lo pronunciaba... luego de haber perdido en tres generaciones el uso correcto de este idioma. De igual modo, las chinitas sirvientas esmerábanse al máximo para satisfacer los deseos de su distinguida patrona, usando para ello difíciles apelativos que llegarían a transmutarse en un idioma desconocido.Misiá Jeromita era una dama elegante de origen francés, quien lucía su estilo parisino dentro del círculo social formado en el pueblo estanciero de Santa Rosa (Departamento Río Primero, prov. de Córdoba, Argentina). Y los santarrosinos que eran ricos ganaderos criollos, estaban orgullosos de poseer en sus alejados lares a tal dama de alcurnia. Ellos considerábanla como a un bien propio. Aunque poco comprendiesen (como hidalgos campesinos sencillos que eran) sus esmerados cuidados en la forma, sus sutilezas armónicas, su charme y su "savoir faire". Todo ese conjunto estilístico completamente extraño para aquella pampa criolla llena de gauchos y vacunos, y aislada dentro de su geografía provincial hacia finales del siglo XIX. Jeromita con su ascendencia francesa y su belleza (muy reelaborada por ella misma) conviviendo entre terratenientes de origen hispanocolonial --pero muy alejados en distancia de la ciudad universitaria de Córdoba-- organizaba para ellos frecuentes "saraos" en su lujosa casa de Santa Rosa.Su imagen coqueta y cautivante ocupó el interés de las viejas familias estancieras que vivían dentro de aquel entorno de ganaderos solitarios en sus predios, quienes mirábanla (o admirábanla) siempre sorprendidos. Tal como si ella fuese una auténtica presencia consular gala, ubicada en la mismísima Santa Rosa. La dama por su parte hacía todo lo posible (y lo imposible) por representar dicha identidad, siempre bajo la mirada inquieta de Don Gregorio Gordillo, su marido, el cual jamás dejó de asombrarse frente a Misiá Jeromita Brandán.---Pues... Po... como diga Jeromita-- admitía de continuo Don Gregorio ante sus ocurrencias, pues nunca Jeromita podía hallar algo que ella no quisiese modificarLo cambiaba todo : Arreglos. Ordenes. Mensajes. Propuestas. Ornamentación. Disposiciones. Siempre encontraba la forma de modificar el mundo de su entorno, a su imagen y semejanza. ---Po... Pues... como diga Jeromita-- aceptaba una vez más Don Gregorio Quien debía vérselas en serias dificultades como hombre de empresa que él era, sorteando situaciones inesperadas para complacerla, con la resignación de todo marido pacienteSe la obedecía, se la imitaba, se la consultaba, se la quería. Se hablaba de ella todavía más medio siglo después en la ciudad de Córdoba, luego de que aquellos prósperos estancieros santarrosinos evacuaran las pampas linderas al Río Primero debido a la erosión. Cuando mermó el caudal de agua necesario para la cría de ganado, al construirse el Dique San Roque que le robó el río, la lluvia y la fertilidad."Como decía Misiá Jeromita"... era el comentario de las ancianas en mitad del siglo XX al evocarla. Al recordar su época galante de antaño, cuando fueran niñas casaderas en tiempos de Misiá JeromitaSu figura perduraba aún en el recuerdo como una leyenda, recordando esa Belle Èpoque santarrosina donde ella enseñaba a las niñas hijas de ganaderos, "el toque de distinción"... El cual más tarde ellas lucirían en los salones sociales citadinos, al trasladarse dichas familias hacia la ciudad de Córdoba, debido a la sequía provocada por la construcción de aquel dique que arruinó los campos santarrosinos. Un savoir faire francés y parisino (de alguien que no conocía París) pues Misiá Jeromita inculcóles con preciosismo ese estilo, modelando en formas de societé a toda esa generación de "demoiselles" aisladas en un pueblo pampeano y que nunca conocerían tampoco París. Educación de salón apropiada, llena a un mismo tiempo de matices gráciles y humorísticos. Nada escapó a sus brillos alambicados, ante el asombro de Don Gregorio, su marido.Gran anfitriona, poniendo en práctica su "sabuafé" (savoir faire, tal como ella lo pronunciaba) conocía el uso preciso de cada cosa, cada detalle, cada movimiento dentro del estilo elegante de recepción. No sabría un francés académico (eso fue evidente) pero conocía el estilo y la justa medida de la economía francesa. En ambas cualidades distinguióse con eficiencia, para tranquilidad de su marido, quien debía financiar su sinnúmero de recepciones. Pues así como proponía elegancias y decoro, medía el centavo en cada gasto. No era una contradicción, era un estilo. El estilo conocido como "la economía francesa". No tiraba una sola "chirola" de más (dicho en buen criollo).En su casa de Santa Rosa no faltaba nada: Ornatos franceses. Platería alemana. Antigüedades coloniales. Porcelana china. Biombos japoneses. Mantones de Manila. Mobiliario. Mantelería. Quinqué. Sillón vaivén. Tapicería... El último grito de la moda, todo lo nuevo o lo antiguo. Pero lo exhibía en el momento preciso, con la clara conciencia de la gente verdaderamente distinguida que nunca cae en el abuso del "parvenu". Es decir, que no se viste de seda todos los días y a toda hora. Que no habla de su esplendor pasado o presente, ni apabulla a sus amistades con exhibicionismos. Sino que les brinda sus comodidades para que todas las compartan. Que no ornamenta su casa el año entero para una fiesta inexistente, sólo el día adecuado y en la ocasión precisa.2 - LA FIESTA DE SANTA ROSA....................................El pueblo estanciero de Santa Rosa festejaba año a año la fiesta de su Santa Patrona (Santa Rosa de Lima) el día 30 de agosto, con un evento especial. Y en aquel año una personalidad conspicua del gobierno nacional (eran las últimas décadas del siglo XIX) hijo de esta provincia y orgullo de su Universidad, debía arribar al pueblo de Santa Rosa para visitar a esos ricos ganaderos, que tenían por entonces mucha fuerza política. Como sucedía siempre por esos tiempos, los estancieros criollos decidían elecciones. Y él iba a llegar allí como candidato a presidente, para presenciar los festejos del 30 de agosto, día de su Santa Patrona Santa Rosa, en el pueblo de Santa Rosa y ...¡Bajo la tormenta de Santa Rosa!Y esa personalidad muy grata a toda la provincia cordobesa era el Dr. Figueroa Alcorta, por entonces ministro de la nación y más tarde presidente de la Argentina. El cual arribaría allí el día preciso y a la hora justa de la ¡Gran Tormenta!... situación ésta muy complicada e ineludible para todos los santarrosinos que tenían (y tienen ya de hecho) asumida tal situación. Festejos patronales por otra parte ¡magníficos!...Yo he conocido en mi infancia (por ser el solar original de mi familia materna) esos festejos de Santa Rosa, en Santa Rosa y bajo la Tormenta de Santa Rosa... Una exhibición de pompa criolla estaba preparada para aquel día y aquel honorable arribo del Dr. Figueroa Alcorta. Desde temprano con las primeras luces escucháronse las guitarras criollas, con arpegios resonando en el melancólico estilo de las "sureñas" (hoy olvidadas pues las últimas las cantó Gardel) que era el folklore tradicional lugareño santarrosino por ser zona de pampa. Sumábanse a ello las carreras de sortijas, cuadreras y embolsados. Competencia de bochas y palo jabonoso con bellos premios. Bailes de Cielitos y Media Caña, sin faltar el Pericón Nacional.También hubo exhibicionismo de danzas locales con el "gato cordobés" y la "jota cordobesa" (su último cultor fue le Chango Rodríguez) que junto a las norteñas zambas y chacareras santiagueñas levantaron todo el polvo necesario que no podía faltar en una fiesta campera.En las rotondas la banda oficial de Santa Rosa hacía danzar a las parejas de novios muy atildadas para ese evento, con un "valsesito cordobés", herencia viva del vals peruano que llegara por el Camino Real a través de las caravanas de carretas. Luego del desfile oficial vendría el rico desfile de manjares, abriéndose con las infantiles nieves de azúcar y alfeñiques caseros. A posteriori llegaría la picante y salada humita en chala, empanadas criollas, enormes ollas de locro esparcidas a lo largo de la calle central con una china cucharón en mano, siempre gritona. Chorizeada. Chinchulines. Charqui. Asados con cuero, a la llama y a la parrilla.La paisanada completa íbase preparando para consumir o vender : Monturas labradas. Estribos. Chambergos. Vinchas. Cimbas. Cinchas. Ponchos. Alfombras de cuero de vaca. Canastas de mimbre y bordados excelentes. Ofrecíanse también especies para condimentar : cúrcuma, chimichurri y ají dulce o picante. Chuño de papa o de banana. Yuyos para agregar al mate en esa poción típicamente cordobesa con sus variadas virtudes : peperina, paico, boldo, carqueja, tomillo, palo blanco y yerbabuena. Yerba Mate misionera, paraguaya o brasilera.(Aclaro que actualmente se repite toda la fiesta patronal de Santa Rosa como un evento turístico)Escuchábanse serenatas por doquier, donde la copla criolla tomaba relieve poético, mediante payadas tanto pagas como gratuitas. Se hacía gala de esa resistencia gauchesca acostumbrada a los arreos con semanas sin dormir... y con "cultura alcohólica". Es decir, bebiendo cuánto bebieran nunca una palabra irrespetuosa, sin una torpeza, ni un ridículo. Con esa virtud o predisposición que permitía al gaucho cabalgar o malambear "hasta que las velas no ardan". Pero aquí en Santa Rosa en el día de su Patrona, esto sucede hasta el toque de queda, que llega generalmente de improviso por la Gran Tormenta que se abate sobre Argentina, con la cual finaliza este evento anual del 30 de agosto. Y que es el momento justo de desatar el caballo del palenque ...¡para ir en busca de un refugio! porque arrecia la lluvia y el tierral es insoportable. Pues ha arribado como todos los años en ese mismo día la Santa trayendo consigo a la Gran Tormenta.¡Llegó Santa Rosa! ... hecho climáticoEl pueblo de Santa Rosa se ha convertido entonces en tierra, vendaval y sal de la Salina Grande próxima, creando una emoción expectante. Por momentos cuando se retrasa algunas horas hasta el atardecer (pues ella es muy puntual) los participantes en cantos, sortijas y embolsados semejan una trouppe hechizada por este perdón de algunas horas más, con que los beneficia la Santa. Se engullen con mayor entusiasmo que nunca, las últimas empanadas aún tibias, saboreando alguna larga costilla cortada en vertical como si fuese un sable, hasta que el tierral hace correr a todos en busca de refugio. Los niños como siempre (más vivarachos) eluden el retorno al hogar mientras sus madres los llaman a gritos temerosas y escondidas desde el interior de sus viviendas, con las ventanas ya cerradas. Pero ellos en la plenitud de su infancia van zigzagueando de vereda en vereda, vivando a la Santa en medio del arenal suspendido en el aire, cuyas ráfagas hieren los ojos renovando su emoción con gran entusiasmo :---¡Viva! ... ¡Viva Santa Rosa!No es esta fiesta patronal una carnestolenda, pero convoca hoy (y convocaba mucho más en ese tiempo con gran fuerza) a la raíz interior de la paisanada gaucha, que unida a los estancieros locales sentíanse todos apasionadamente santarrosinos. Estaba arraigada el alma telúrica y ancestral de todos ellos, cual si la santa peruana (tal vez por ser india según la leyenda vox populi local pues allí la llamaban "santa india") se convirtiera en una Pachamama. La Tormenta de Santa Rosa es un hecho anual que se abate sobre el territorio argentino en esa fecha, casi como un hito simbólico. El tierral levantado por la ventolera y la ansiada lluvia del final (sobre el páramo seco que sale del invierno) da un giro climático a la nación entera. Y por último el frío... ¡Frío! ...mucho frío, cortando de golpe el fuerte calor que la preludió en esos días. Los santarrosinos consideraban que la propia Santa Rosa llegaba a Santa Rosa con la Tormenta de Santa Rosa y ésa era su forma de visitarlos. Estaban totalmente convencidos de ello y nada mejor que recibirla con un gran festín.3 - LA SANTA INDIA ......................La fiesta rimbombante dio comienzo aquel día del arribo del Dr. Fiegueroa Alcorta aspirante a presidente de Argentina (cargo que obtuvo).Llegaron casi al mismo tiempo los peones gauchos, los puebleros, los estancieros, las autoridades locales, la banda musical del pueblo y el cura párroco quien era en este evento casi el "dueño", por ser una fiesta patronal. Y luego llegó por cierto la figura central homenajeada: el Dr. Figueroa Alcorta y su elegante comitiva ensombrerada. Trajes obscuros, guantes blancos, chalinas claras y bastones con mango de nácar.Caminaban por la calle central entre los "¡vivas!" de aquella población campestre, simple y bucólica, custodiados hacia derecha e izquierda por los mejores domadores de la zona montados en sus briosos potros de nerviosas colas, con los arneses tachonados por monedas de plata. Los jinetes iban también ataviados con el traje especial de ceremonia de "gaucho rico" (a lo Zupay) muy negro, camisa blanca bordada, pañuelo rojo al cuello y rastra de plata, con chambergo criollo y portando banderas argentinas.En dirección opuesta a ellos por la misma calle, los estancieros santarrosinos hacían su entrada para recibirlos, llevando en su hombro izquierdo el poncho elegante de alpaca boliviana (una tradición altoperuana colonial) color marrón claro, que siempre los caracterizaba. Completando de tal manera aquel rimbombante espectáculo, la banda pueblera comenzó a tocar un típico valsesito cordobés..Todo era muy teatral. Muy pueril. Muy bucólico. Muy ... ¡pero muy de Santa Rosa!4 - LA CASA DE LOS GORDILLO.....................................La fiesta pública finalizaba luego de dichas solemnidades camperas, para dar comienzo a festejos privados con asistencia de estos ilustres visitantes agasajados por la gran anfitriona --Misiá Jeromita-- en su casa engalanada (casa que era el orgullo de todos los santarrosinos). Y así ingresó a su interior aquella comitiva de políticos encumbrados : el cortejo ensombrerado con bastones de nácar y chalinas claras al cuello, que acompañaba al Dr. Figueroa Alcorta.Pues la casa que Misiá Jeromita poseía en Santa Rosa era ideal para agasajar a estas visitas especiales e iba ella ese día una vez más, a convertirse en la anfitriona máxima, con todo el gran aparato que esto involucraba. Y su aparatosidad, no tenía límites, mantenía siempre impresionados a todos los santarrosinos. Su morada estaba ahora engalanada por ornatos especiales, algunos de los cuales se reservaban bien guardados para ocasiones apropiadas y que ahora era oportunidad de bien lucir. Los altos sillones de la sala veíanse cubiertos por largos brocatos de seda colgantes hasta el piso. Toda la casa estaba de fiesta: galerías y cuartos, despensas y pasillos en su totalidad, se hallaban vestidos de seda. Dentro del ornato general la casa de los Gordillo parecía ahora hallarse en una total semipenumbra durante todo el día, pues los cortinados espesos y lujosos impedían la entrada propia de la luz diurna. Habíase convertido este domicilio santarrosino en un muestrario de elegancias refinadas, pues no se presentaba de continuo la oportunidad recibir como visitante en Santa Rosa a un futuro presidente, al que todos allí daban ya por seguro en dicho cargo. Además él mismo buscaba con este paseo por pampas cordobesas el apoyo de los prósperos estancieros para su elección. Y menos aún, que tal figura honrara la casa de Misiá Jeromita y pernoctase esa noche en ella. Luego y debido a esto, todo estaba allí renovado y de punta en blanco : ¡ Y las camas con su dosel !Cada cosa aparecía en un sitio diferente no sólo en el salón de recepción, sino asimismo en las distintas habitaciones donde el conjunto había sido modificado. Y hasta la cocina y las cocineras, estaban cambiadas por completo en su aspecto Pues las chinitas mestizas de tradicionales pañuelos rojos en la cabeza, lucían adornadas ahora por cofias blancas empuntilladas y con mucho almidón. Como muñecas de estanterías.Las personas importantes de Santa Rosa estaban todas reunidas allí en aquel agasajo, exhibiendo sus atuendos más elegantes y rodeando la mesa oval, paquetísima, enmantelada, de Misiá Jeromita... Y como siempre acontece cada 30 de agosto todo comenzó a obscurecerse, pues había llegado con puntualidad : ¡La Tormenta de Santa Rosa!5 - LA GRAN TORMENTA NACIONAL..........................................La exquisita comida con preparación artesanal servida en platos de fina porcelana francesa, con cubiertos altoperuanos de plata labrada, servilletas de lino paraguayo bordadas al "ñandutí", con esos comensales erectos y sentados en sillas de madera con altos respaldos ...sufrió un repentino contraste... y siendo aún mediodía fueron cerradas todas las ventanas.Tendría todo este conjunto de personas perfumadas, que continuar degustando delicias con el quinqué encendido, aunque fuese de día.El Dr. Figueroa Alcorta era atendido con elegancia y exquisitez por la dueña de casa. Y con solicitud por aquellas chinitas ceremoniosas, educadas para el servicio de los huéspedes de Misiá Jeromita... las cuales vestidas de punta en blanco y muy almidonadas (las negras crenchas trenzadas y encofiadas) hacían gala al hablar al Ministro (aún era ministro de la nación) de dirigirse a él en lengua francesa, con ese especie de "patois" que había recreado Misiá Jeromita en su entorno. 6 - EL PATOIS...............Para un hombre de la política nacional e internacional, que hablaba varios idiomas, leía lenguas clásicas y también conocía algunos giros gauchescos, producíale ahora gran intriga esa lengua, pues intentaba reconocerla. No lo lograba.El esfuerzo de esas chinitas duras de almidón por lucir su bilingüismo, era toda una joya de escuchar y contemplar. El quería saber sencillamente si aquello era sanavirón básico o comechingón perdido (lengua nativas cordobesas olvidadas), o alguna diversidad del ranquel (lengua psatagónica) o el araucano chileno de quienes algo, como especialista político, conocía. Quizás una variante del quichua o el aymará boliviano, que no había llegado aún a sus oídos. O una forma no documentada todavía del guaraní paraguayo... ¡Pero nunca hubiera imaginado que era simplemente un "francés" recreado en Santa Rosa!Un "patois" que no estaba en el archivo de ningún lingüista.7 - SOUVENIRES deL dr FIGUEROA ALCORTA.............................Cuando los años de su presidencia pasaron y sus éxitos mundanos lo llevaron a una amplia gama de relaciones, el dr Figueroa Alcorta fue de pronto, en cierta oportunidad, a reencontrarse con ese pasado distante. En una recepción integrada por una nueva generación de políticos (muy lejos ya de Santa Rosa y sus estancieros) Figueroa Alcorta conoció a un nieto de Misiá Jeromita, muy joven por cierto, que iniciaba esta carrera mundana. Y el viejo político díjole a su comprovinciano, con mucho cariño :---De mis viajes y anécdotas mundanas se ha grabado siempre en mi recuerdo, por ser completamente distinta a todas, esa recepción que recibí en Santa Rosa en casa de aquella anfitriona tan original como fuera tu abuela Misiá Jeromita, con todo su encanto personal... Pero me quedó una pregunta que nadie supo entonces responderme y por ello te la formulo ahora ¿Qué idioma se hablaba en su casa?---¿En casa de la abuela Jeromita?... Pues ¡el francés de París!.Y el Dr. Figueroa Alcorta quedó una vez más mudo de asombro... Como aquel día que pasara en Santa Rosa, durante la fiesta de Santa Rosa y bajo la gran Tormenta de Santa Rosa .....................................Alejandra Correas Vázquez.....................................
 LA PAZ DEL ELEGIDO(TUTHMOSIS IV,  ABUELO  DE  AKHENATÓN) ............................Un radiante mediodía la planicie de Gizáh contemplaba la presencia de un grupo de príncipes menfitas que venían de caza. El sol caía con sus lenguas de fuego rebotando sobre la pulida superficie de las tres pirámides. La arena semejaba un gran mar amarillo centelleante, ante el resplandor del astro rey. Una placidez encantada sumía sus figuras extendiéndose por aquel escenario, donde el coro de voces juveniles cubrieron muy pronto la soledad de la atmósfera.Ágiles como sus corceles, estos príncipes de Menfis recorrían la dimensión arenosa del desierto con la alegría rebosante de su juventud. El bronce rojizo de sus cuerpos contrastaba con la coloración clara de sus vestiduras. El esplendor de la vida emanaba de cada uno de ellos, como un canto a la naturaleza.El conjunto era vigoroso. Animados por la caricia luminosa del día, expresaban con su plenitud el placer de la existencia. Los temperamentos particulares definían sus naturalezas íntimas. Uno de ellos (el más joven del grupo) tenía caracteres de notable sensibilidad : Muy delgado, refinadamente esbelto, de elegancia delicada, mostrando una frente alta y abultada que expresaba con soltura su temperamento intelectual. En contraste, su rostro estaba enmarcado por unas orejas pequeñas y adornadas de argollas. Su cabellera morena era muy abundante y la vellosidad le cubría la nuca.Con sus manos finas de huesos pronunciados, dirigía con esbeltez al brioso caballo. Su gesto aristocrático y altivo, sujetaba el mentón sin perder la dulzura general. Nadie habría concebido al contemplarlo que aquel núbil príncipe (de delicadeza rayana en lo femenino) pudiese ser hijo del musculoso y cruel faraón Amenofis II, quien estremecía todos los extremos del Nuevo Imperio Egipcio, con su arrogante personalidad.El príncipe Tuthmosis era un joven totalmente discrepante en estructura personal, con su padre. No tuvo aquella familia de nobles de la XVIII dinastía, en todo su conflictuoso devenir, ningún otro miembro tan exquisitamente dulce y afable.La historia iba a ponerlo en la cabecera de un largo movimiento (como personaje iniciador de una aventura sociopolítica, a la vez triunfante y trágica) que habría de culminar en la fabulosa revolución de Amarna.El era, sin embargo, una personalidad ajena a todos los conflictos domésticos y políticos del escenario en medio del cual tocóle nacer. Y habíase mantenido al margen de ellos. hasta el día de aquella "promenade" en Gizhá. El papel que habría de representar estuvo muy por encima de sus ambiciones y llegó hasta aquel sitial de los elegidos, por imposiciones ajenas a su voluntad y a sus decisiones.El príncipe vivía por entonces, ajeno a las ambiciones faraónicas. Consciente de no ser el heredero oficial de la corona, evolucionaba su fresca existencia en las emociones contemplativas del espíritu, que habrían de acompañarlo toda la vida y en la lectura de libros jeroglíficos, en los cuales basó desde el comienzo su preparación intelectual. Pero Heliópolis decidió otro futuro para su destino.En aquel luminoso mediodía en Gizáh, engalanado de juventud, este príncipe norteño (era de Menfis) hallábase sumido en pensamientos muy distantes a los devenires que le aguardaban. Las aventuras violentas de su padre el Faraón, estaban ausentes de su mundo interno. Lo único que el jovenzuelo pareciera haber heredado de Amenofis II, es el gusto por la vida al aire libre. Pero aún esta simpatía equivalente tenía matices opuestos. Incluso su propio padre había reparado muy poco en él, ya que era un descendiente educado en el norte. O sea en el Bajo Egipto, hacia donde bajan las aguas del Nilo. Mientras que el padre tenía su residencia en el Alto Egipto o sea el sur, Nilo arriba.Tuthmosis era fresco en delicadeza y elegancia como la melodía de esas liras orientales. Aquel paseo de cacería debía tener para él, un interés mayor en la contemplación de la naturaleza o de los monumentos de Gizhá, que en la persecución de víctimas de caza. Todo su comportamiento posterior parecería demostrarlo.El sol caía incandescente y la arena, ardiente como una llamarada, impuso a los príncipes menfitas un intervalo de descanso. Descendieron de sus carros de caza con fatiga y fueron en busca de la sombra, cuyo amparo ofrecían los monumentos. Tuthmosis eligió reposar junto al Dios Esfinge, a quien la arena cubríale todo el cuerpo dejándole sobresalir únicamente la cabeza, lo que alcanzaba una altura de más de quince metros.Su cuerpo se distendió y la quietud llenó aún más de meditaciones aquel silencio pétreo de Gizhá. Mientras el país se conmovía en agitaciones sin cuenta, llevado de la mano de su fogoso faraón Amenofis II, el joven príncipe contemplaba la imperturbabilidad del desierto a la sombra de aquellos silenciosos monumentos que tenían ya entonces, más de mil años de existencia.La serenidad del ambiente en aquella siesta sahariana, terminaría por hacerlo caer en un profundo sueño. Sus facciones adquirieron una mayor dulzura y su cuerpo bello y bronceado cobró una elegancia mayor, así dormido a los pies del Esfinge de Gizhá.De improviso, como un relámpago caído en aquel ardiente mediodía, o como un trueno que invadiera la monotonía del escenario interrumpiendo el descanso, una voz sonora y penetrante quebró la placidez de Tuthmosis :"¡Alza los ojos y mírame!¡Oh hijo mío Tuthmosis!"El príncipe se incorporó con la rápida agilidad de su cuerpo, extrañado y sorprendido. Alzó los ojos como le dijera la Voz y buscó con inquietud su procedencia... pero... ¡Nadie había allí! Ningún personaje real y humano como él, sólo la imperturbable forma pétrea de el Esfinge. Y la Voz continuó hablándole para confirmar al muy asombrado Tuthmosis, que efectivamente provenía de allí, de El :"¡Yo soy tu padre! ¡El Dios Sol!Y te doy mi reinado sobre esta tierra"Enmudecido y sin dudar ya, permaneció sumiso y arrobado junto a la gigantesca figura del Dios Solar de Heliópolis que le hablaba. El Esfinge con su rostro pétreo continuó en el mismo tono emocionado, dispuesto a transformar toda la existencia de aquel príncipe y de la nación entera. Un príncipe olvidado. Alejado de la fastuosa corte tebana. Pero en aquel instante "elegido" por el dios sol del Egipto. Su mensaje continúa grabado en piedra desde entonces:"Tu estarás a la cabeza de los vivientes adornado de la Corona Blanca y la Corona Roja y estarás sentado en el trono de Geb, el Dios Tierra. El país te pertenecerá a todo su largo y todo su ancho así también como todo aquello que ilumina el ojo del Señor-de-Todo... las riquezas de Bajo Egipto y el Alto Egipto así como los grandes tributos de todos los países serán tuyos. Todo es para tí por largos años. Mi apoyo y favores son para tí. Hace muchísimos años que posé en tí mi mirada y mi corazón.""Tú de tu parte me protegerás porque tal como estoy hoy día me encuentro como enfermo y como ahogado por la arena del desierto donde resido ¡Atiéndeme y ejecuta mis deseos! Toma conciencia de que tú eres mi hijo y mi protector ¡Ven a mi pronto! Estoy contigo." "¡Yo soy tu guía!"El silencio volvió a invadir las soledades de Gizhá, mientras este joven, extasiado, tomaba conciencia despacio y con mucho esfuerzo, de la maravilla que le acontecía. No se había preparado nunca para tanta responsabilidad, ni superaba aún el asombro de los sucesos, pero iba a cumplir con empeño y entusiasmo, los deseos de su padre el dios solar.Si los dos monarcas célebres que habrían de sucederle como herederos legítimos (Amenofis III y Akhenatón) serían baluartes de la  Paz  suprimiendo las guerras, en él esta Paz se destaca sobremanera, porque recibió en sus manos un reinado totalmente agresivo, guerrero, devastador de rivales... (donde la batalla de Armagedón o Meggido ganada por Egipto ha quedado como un mito) y lo transformó en un reino pacífico.Su persona como ser humano, es como un bello poema surgido entre los desencuentros de los hombres, que le antecedieron y los que habrían de sucederle. El abrió una ruta que hizo vivir a los habitantes del Nilo y sus vecinos, un centenar de años dichosos. Alabémosle aunque sea luego de treinta y cuatro siglos, por un mérito semejante.....................................Alejandra Correas Vázquez...................................
 P A C H A M A M A..................(La Diosa de LasAltas Cumbres).......................Cuadro SimbólicoConCinco Personajes(En esta primera escena vemos al Tâta Viejo con traje de estanciero elegante, bombachas, chambergo y botas negras, poncho de alpaca y rastra de plata. Junto a él se halla Pachamama con vestiduras largas y obscuras, lleva un velo violeta sobre el rostro. Su figura es juvenil y su voz de mujer adulta. Nunca se le verá el rostro)PACHAMAMATus nietos parten hacia la ciudad Tâta Viejo ¿Nadie de tu sangre queda a tu lado, aquí en tu Estancia de las Altas Cumbres? ... Quedamos solos, los dos nuevamente.TATA VIEJONo te daré ese gusto, Pachamama... tu amistad es muy rica, pero muy posesiva ¡Tengo un nieto conmigo aquí en la sierra! En nuestros campos, tuyos y míos.PACHAMAMAVeo partir a todos, los llama la ciudad. Olvidarán a nuestra sierra lejana e imponente... Las Altas Cumbres.TATA VIEJOGabriel es mi nieto ¡Y bien lo sabes mejor que nadie! Sí, él lleva mi sangre.PACHAMAMA¿Vas a reconocer al bastardo de tu hijo muerto? Tus otros nietos ignoran por completo, que Gabriel es también tu nieto. Un nieto "guacho", ilegítimo. Aquí en tu Estancia, él sólo es un boyero.TATA VIEJOCreí que pudiera ser tu preferido, lleva sangre serrana.PACHAMAMA¿Por qué hablas por mí? Soy una diosa y tú un mortal.TATA VIEJOPues dime Pachamama ¿Quién conservará la tradición de este suelo, mejor que él? PACHAMAMANo tengo preferencias, Tâta Viejo. Rijo sobre la tierra y sus riquezas, desde los orígenes innombrables. Me sirvo de los hombres y no me importan sus razas. Pueden cambiar de idioma y de color, pues todo ello me es indiferente. Sólo me importa su servicio y sé premiarlos ¿Acaso no me conoces? ¡Llevamos tanto tiempo juntos! Arrullé tu cuna y te permití hablarme. Te encuentras entre los pocos que conocen mi voz y mi rostro... pero tu herencia me preocupa ¿Quién quedará detrás de ti para servirme? Parece que lo has olvidado... ¡Soy eterna!TATA VIEJO¡Siempre posesiva! Te he dado mi vida y te daré un nieto. Quedará mi herencia.PACHAMAMABien conoces que nada me importan las especies humanas y sus vidas. Pero protejo a aquél que me sirve y me fructifica ¡Soy amiga leal! Y te lo he demostrado muchas veces. Intento pues ayudarte, Tâta, invitándote a una reflexión ¿Lo encuentras tarde?TATA VIEJOTienes poder para dar y proteger, pero sabes destruir en igual manera ¿Cómo puedo asegurarme de que no destruirás mi especie, amparada en el derecho potencial de Madre-Tierra? ¿Qué te propones?PACHAMAMAQuizás salvar tu especie.TATA VIEJONunca lo harías. Sólo nos usas. Soy tu siervo y por ello me amas, he sido tu niño, tu joven, tu hombre... Pero hoy ya soy tu anciano.PACHAMAMAUn estanciero siempre es un siervo de la Pachamama.TATA VIEJOLo admití desde el comienzo. Pero no sé si entregarte a Gabriel es salvarlo o condenarlo, pues él lleva herencia doméstica e indómita. Elaborada conmigo y mis genes, junto a su sangre de mestizo y guacho. Mi herencia obediente a tus designios a la par de su ancestro nómade y arisco. Pues esta tierra la cultivamos por primera vez los estancieros. La síntesis que hay en Gabriel puede ser un riesgo y yo lo amo demasiado.GABRIEL¿Por qué habla solo, Patrón?TATA VIEJOHablo conmigo mismo, Gabriel... Hacia allá lejos nos saluda mi nieta Graciela, quien parte de aquí junto a sus primos, para ir a estudiar a la ciudad.GRACIELA¡Adiós Tâta! ... ¡Adiós Gabriel! ... Yo no me he ido, no.(sólo se escucha su voz)PACHAMAMA¿La escuchas Tâta Viejo?TATA VIEJOLa escucho por tu oído, como escucho tu voz en el atardecer de la sierra. Pero Graciela ya no se encuentra viviendo aquí con nosotros, retozando por la serranía.PACHAMAMANo. Es el duende de Graciela flotando sobre el espacio inconmensurable de la sierra. TATA VIEJOSu vida ha sido cambiada.GABRIELYa ella no me buscará más, para conducirla al galope por el monte lleno de peligros. No seré yo más el héroe que siempre la salvaba de amenazas constantes, en medio de la maraña agreste y espinosa, en las horas silenciosas de la siesta.GRACIELAEs aquella la vida que para mí no habría de volver. Aquélla tal cual era... tal cual fue tanto tiempo.PACHAMAMA¿Los oyes Tâta Viejo? Están descubriendo mi poder, mi atracción, pero aún no me encuentran.TATA VIEJO¿Qué harás si no te hallan?PACHAMAMANo puedo darme el lujo de dejar una tierra inerme a las contingencias caóticas de los hombres.TATA VIEJOEllos son lo mejor de mí y yo he sido tu siervo adicto muchos años... ¡Algo me debes!PACHAMAMAUna Diosa no le debe nada a ningún humano. Pero me gustas y no quisiera perder tu estirpe, tu talento, tu constancia.TATA VIEJONunca tendrás el corazón sensible de un mortal... pero me es imposible rebelarme. Entre tu fuerza y la mía, siempre prevaleció la tuya. Obedezco una vez más. Son tuyos ¡Decide!PACHAMAMALo haré. Pues Graciela me evoca a la distancia. Ella añora mis valles y quebradas, mis pampas y vertientes, ese pasado perdido que allá en la vida citadina ha perdido.(Graciela entra nuevamente por la izquierda reuniéndose con Gabriel, quien la abraza. Ambos están cambiados, ella en atuendo ciudadano y él con un elegante poncho de alpaca)GRACIELAAquí estoy, Gabriel. (se sientan)GABRIELEstamos nuevamente juntos, Graciela, aquí en la sierra ¿Qué amas en mí? ¿Al hombre? ¿A un símbolo? ¿A la sierra? GRACIELATe recuerdo, Gabriel, cómo eras en aquel momento de mi partida, quizás mucho más que como fuiste después, cuando creímos engañosamente estar más cerca. Uno en los brazos del otro...GABRIELNo has valorado el amor de hombre que te di y continúas atada a nuestra infancia ¿Por qué rechazas al hombre?GRACIELAEra entonces en aquel atardecer de nuestra despedida, cuando realmente estábamos en mutua compañía. Porque en aquel momento que sería el último de nuestra infancia, yo estaba más cerca de ti porque también estaba más dentro de mí misma, identificada con este paisaje que nos acunó... Más cerca y unidos que después, cuando intentamos recobrarlo todo luego de regreso imposible.GABRIEL¿Por qué imposible, Graciela? Nos hemos amado bajo el marco de la sierra, la arena, la mica, la champa, la penca, el murmullo del arroyo, el canto de las chicharras ¿No era acaso lo que buscabas al regresar aquí a las Altas Cumbres?GRACIELANos hemos amado, Gabriel, pero hay un mundo que no recobré nunca... Quedó perdido para mí en aquella despedida y tu pasión de hombre no ha logrado devolvérmelo, aunque aquí se encuentra y lo sigo buscando en tus brazos.PACHAMAMAGraciela me pertenece.TATA VIEJOEs verdad. Ella te está buscando, Pachamama. GABRIELAhora soy un hombre y no un niño. Soy un nieto más del Tâta Viejo, y ya no soy un boyero ¿Es eso lo que encuentras diferente? GRACIELA¡Hay muchas diferencias más! ... Yo ahora soy muy diferente, Gabriel, la ciudad me cambió. Ya no escucho el susurro ondulante que sacude las arboledas del contorno.PACHAMAMAEse susurro es mi voz. Puesto que siente el vacío de mi ausencia, se halla muy próxima a mi presencia.TATA VIEJOPero te busca en la forma de Gabriel.PACHAMAMAPorque él lleva sangre serrana.TATA VIEJOTe oí decir que nada te importaba la piel humana, pero puedes valerte de ella... ¡Cómo nos utilizas!PACHAMAMA¿Esperabas algo distinto? Válido para mi mundo ¡Sea!TATA VIEJOPoderosa y posesiva ¿Quién te detiene?... nadie. GABRIEL¿Qué veías en mí, Graciela, en aquel atardecer de tu despedida? Te ayudaré a buscar tu enigma.GRACIELATenías el esplendor de la naturaleza serrana que nunca ha perdido su esencia original, virgen en su poder ancestral, pura y cautivante como los brotes nuevos de los árboles.GABRIEL¿Lo crees así? Sin partir de aquí... ¿he cambiado? Será porque entonces yo no sabía que teníamos el mismo abuelo.GRACIELASí... ahora sabemos que el Tâta Viejo es el abuelo de ambos. Quizás por ello no somos ya, tal como fuimos.GABRIELAntes era mi Patrón y siempre le fui adicto, pero ahora soy su nieto. Es cierto... ¿Hay algo más?GRACIELAHabía algo más... Eras la sobrevivencia de un mundo antiguo cuya identificación con la sierra provenía de una voz de la especie, más profunda que todo lo que te unía a nosotros, los numerosos primos.PACHAMAMATienes razón Tâta, ella me busca en la piel de Gabriel.TATA VIEJOYa soy viejo Pachamama, nos completamos mucho.GABRIEL¿Y cuál era mi atractivo? ¿Por qué te fascinaba más entonces que ahora, con mi pasión de hombre?GRACIELAEstabas incorporado al monte por una procreación nacida en el origen del espinillo, con sus copos de oro. Y el monte se revelaba contigo contra el cemento y los motores, que a mí me llevaban hacia la ciudad.GABRIELSiempre me he quedado en la sierra junto al Tâta Viejo, dentro de su Estancia. Pero ahora soy también yo aquí un Patrón y tengo responsabilidades en ella... ¿Allí radica mi cambio?GRACIELAQuizás... ya no eres libre como una corzuela.GABRIELSólo el monte espinoso puede ser tan libre.GRACIELAHoy creo que por ello tu despedida fue tan rápida y corta. Y en el bullicio que formábamos todos los primos con nuestra partida y nuestros equipajes, dejaste atrás tuyo galopando una estela de polvo que te ocultó rápidamente de nosotros, antes que lo comprendiéramos. GABRIELUn serrano no cultiva la tristeza.GRACIELA¡Una voz!... una conciencia más fuerte que el poderío mecánico de este mundo, te lo había dicho todo.PACHAMAMA¡Mi voz!TATA VIEJO¡Mi herencia!PACHAMAMAMagia y misterio en el poder omnímodo de la PachamamaTATA VIEJO¡Vanidosa!GRACIELAEra el último verano de nuestra infancia y sólo lo comprendí ese día de mi partida, cuando se perdió tu silueta al galope en una dirección diferente, sin explicarnos nada.GABRIELGalopaba al encuentro del Tâta Viejo para quedarme con él, ya en forma definitiva... ahora es también mi abuelo.GRACIELAEs nuestro abuelo. No ha cambiado el Tâta Viejo, sí nosotros.GABRIELNo puede cambiar un estanciero porque no cambia la Estancia... será siempre campo, sierra, siembra, mica, arroyo, vertiente, creciente, luna, ganado, choclo. GRACIELACon todos sus símbolos, como su siesta mateando bajo las parras y frente a su sierra y hablándonos con los ojos cerrados. Pero hemos cambiado nosotros, Gabriel.GABRIELA nosotros nos tocó, trocarnos y retornarnos.GRACIELA¿Lo crees?GABRIELLa Estancia continúa en este lugar y nosotros adentro de ella, al pie de las Altas Cumbres.PACHAMAMAGabriel no me busca, ya no me oye, nunca me ha visto, pero me encuentra y se siente en mi seno.TATA VIEJO¿Serás generosa con él o peligrosa? Nunca es posible conocerte bien.PACHAMAMAEs tu estirpe y quiero beneficiarme con ella.TATA VIEJOTodo lo puedes, pero reclamo mi papel de Tâta Viejo.PACHAMAMA¿Te crees generoso porque has provisto sangre humana para trabajarme? ... Yo la puedo rechazar o premiar.TATA VIEJOPero no podrás quitarme los ritos de mis nietos.GABRIELYo lo escuchaba de niño en su rito siestero, los ojos cerrados y relatándonos historias troyanas bajo las parras ¿Recuerdas Graciela? El mismo encanto que hoy él mantiene en esta sutil serenidad serrana.GRACIELATe entregó su tierra y te entregó a la sierra. Pero nunca te has preguntado cómo te veía yo, cómo te veíamos nosotros tus primos ¿Te has preguntado por qué todos en conjunto te seguíamos?GABRIELNunca lo supe y lo tomé como una dádiva del Tâta y de esta sierra.PACHAMAMAHabla de mí.TATA VIEJO¡Vanidosa! Habla de ambos.GRACIELALlevabas dentro tuyo un hechizo, como si el sello serrano se hubiese hecho carne en tu especie. Siempre abrías la marcha por correrías montaraces. Y luego imponías mutismo junto al sueño siestero de Tâta Viejo, como si nuestra compañía te separase del abuelo. Y partías junto a él por esas aventuras insólitas de sus sueños troyanos, en busca de una Helena imposible.GABRIELEn aquel tiempo él para mí el patrón de la Estancia y transformóse en mi guía desde el día en que me trajo aquí en las ancas de su pingo, después que muriera aquel hijo suyo que fuera mi padre y al que nunca conocí ¡Aún yo era un niño serrano y no sabía que también era mi abuelo! La sangre nos une Graciela, a más del amor que hemos vivido entre los dos. Ya no puedes borrarlo, ha dado un fruto.GRACIELANo buscaba borrar ningún acto conciente de mi vida, ni suprimir los encantos que hubo en ella ¡Como olvidar nuestro amor! Pero no era, en el comienzo un acto exclusivo mío.GABRIELAmbos lo hemos compartido.GRACIELATodos los primos siendo niños éramos un conjunto unido, y rodeando al abuelo creíamos verlo a través de tu persona. Fue el propio Tâta Viejo quien transfirió desde el principio esa imagen, puesto que ya buscaba la continuidad de su vida en la tuya.GABRIELCreo haber cumplido con él.GRACIELA¿Quién eras ya? El mismo quizás... ¿La Estancia? ¿La sierra?GABRIELTodo ello.PACHAMAMAGabriel ya entonces era mío.TATA VIEJOAún era totalmente mío. Yo lo traje aquí en la grupa de mi potro por elección propia.PACHAMAMANo puedes mezquinármelo, soy tu protectora.TATA VIEJOTu poder está en la tierra y eres la dueña del destino de las Altas Cumbres que nos cobijan. Pero la sangre es mi herencia. Debes reconocerlo, Pachamama.PACHAMAMAYo estoy aquí para gobernar a los hombres e imponerles mis reglas. No solicito nunca opiniones. Decido. Ellos me sirven. Ellos me cultivan. Caminan por mi casa, mi Sierra Grande, mis Altas Cumbres. Los elijo.TATA VIEJOEn otros tiempos mi Estancia estaba llena de nietos y yo aún no sabía con claridad, quién de ellos hallábase dispuesto a continuarme en este sitio. Pero el esplendor imponente de la sierra ya lo tenía todo decidido ...era : Gabriel.PACHAMAMATiempo hermoso para todos. Para ti, para mí, para todos esos niños. Pero ahora hemos empezado a andar otro camino, Tâta, debemos ser responsables del futuro.TATA VIEJOSiempre lo has sido Pachamama, es tu mérito.PACHAMAMAY por ello quiero conservar tu estirpe a mi lado, me ha sido beneficiosa y constante.TATA VIEJO¡Insaciable!GRACIELAEn aquellos tiempos eras el primero entre los primos en precipitarte sobre la ollas mansas que el arroyo forma aguas arriba. Y al emerger de aquella agua casi helada, brillaba húmedo y rojizo tu torso soleado, con toda tu bella naturaleza nativa.GABRIEL¿Es ése el único amor que pude despertarte? ¿El de mi piel, Graciela?GRACIELAEra belleza de sierra en esplendor. Hechizo de estas Altas Cumbres, corporizadas dentro tuyo.PACHAMAMAMi especie no es la humana.TATA VIEJOPero implantas tu sello a los vástagos serranos.GABRIELSoy parte de la sierra, por ello crees que la represento.GRACIELAEstá en tus ancestros nativos, aquellos antiguos dueños de las cumbres serranas vencidos y perdidos, que deambulan todavía como almas vigilantes a través de las quebradas.GABRIELDormidos pero vivos ¿Así lo crees?GRACIELASí, vivos dentro tuyo como en el entorno serrano. Ellos se esparcían por tu intermedio junto al aire que nos rodeaba y creíamos percibir sus voces en la soledad del monte, aplastado por la siesta, antes de caer la tarde y romperse el silencio en el coro de ranas nocturnas.GABRIELAmbos lo creíamos entonces, Graciela, pues yo era en aquellos momentos puramente serrano. Desconocía aún quién había sido mi padre. Otras veces sobre las rocas oradadas de morteros donde antaño realizaran sus antiguas ceremonias, me parecía el viento moviendo las ramas, como un cántico misterioso que me retrotrajera al pasado.GRACIELAMe has comprendido.GABRIELFinalmente.GRACIELAY aquí te quedaste junto a todos ellos, en el mutismo silencioso de tu escenario, mientras a mí me devoraba la distancia.GABRIELPero volviste con nosotros, Graciela.GRACIELA¿Por qué nos ocultaron entonces quiénes éramos? ¿Por qué nadie nos dijo que teníamos el mismo abuelo?GABRIEL¿Qué hubiera cambiado?GRACIELAHabría vuelto antes, Gabriel.GABRIEL¿Qué hubiese cambiado? El Tâta me trajo hacia su Estancia y nos hizo crecer juntos. Nos hemos amado aquí ¿Qué hubiera cambiado en aquella despedida? Todo volvió a su seno por fuerza propia.PACHAMAMAA mi seno.TATA VIEJOPor mi fuerza.GABRIEL¿Por qué nos torturamos tanto, Graciela? Ya estamos lejos de aquella despedida... y aún estamos solos. Algo nos separa.GRACIELANo hemos logrado encontrarnos, Gabriel.GABRIEL¿De qué forma?... si aquí te veo a mi lado.GRACIELAYo continúo en ausencia... No logro reintegrarme. El desarraigo fue más fuerte que mi anhelo de regreso.GABRIEL¿Pero fuiste acaso, Graciela, la única víctima de aquel designio ciego dado por los otros? ¿No fuimos los dos conjuntamente arrojados a un destino incierto? A una vida sedienta de amor inconsolable.PACHAMAMA¡Raza de hombre!TATA VIEJO¿Qué quieres reprocharle?PACHAMAMADebilidad. Fragilidad. ¿Crees que así hubiera podido reinar sobre ustedes?TATA VIEJO¿Es ése tu poder?PACHAMAMAEs mi deber. Soy el pilar sobre el que se apoyan todos ustedes. TATA VIEJO¡Extraño pilar que nunca envejece! Antaño fui niño y te vi como a una madre juvenil. Fui mozo y te admiré como a una joven hermosa. Fui hombre y me pareciste de la edad de mis hijas. Hoy soy anciano y al lado mío semejas a una nieta ¡Nunca has cambiado! Y yo en cambio he vivido todas las instancias. PACHAMAMAPero te ayudé a hacerlo. Fui yo quien te señaló dónde hallábase Gabriel... Y ahora me lo mezquinas.TATA VIEJOVelé siempre por él y ya soy viejo.PACHAMAMAEs el único nieto que no te quitaron ¿Verdad?TATA VIEJOEs verdad Pachamama. Se han perdido tradiciones y niegan ahora, el derecho de los abuelos con sus herederos ¡Pude educar a un solo nieto! ...Aquél que casi no lo era. El ilegítimo y por tanto mío solamente ¡Pero lo reclamas para tu reino!PACHAMAMAEs el mismo reino que siempre has conocido, donde me has servido y donde te he recompensado. Gabriel, fue la mejor de mis recompensas ¿Cómo piensas que vas a perderlo estando él conmigo? ¿Acaso alguna vez nos hemos separado?TATA VIEJOSin duda alguna mi Estancia está en tus dominios. Pero todo tu poder no me ha permitido aún, recuperar a Graciela.PACHAMAMA¿Cómo hacerlo? Ella quedó inmóvil en ese límite de su partida, con su valija de viaje en la mano. Partió y al mismo tiempo permaneció aquí, pero estática en el tiempo ¡Sólo a mí me está permitido el estatismo! Graciela no parte ni regresa, permanece fija en aquel día.TATA VIEJO¿Será imposible quitarla de allí? PACHAMAMAAl menos difícil, según lo creo. No sale del pasado ni entra en el presente. TATA VIEJOMi dilema de abuelo es comprensible.PACHAMAMA¡Hijos de mi reino!TATA VIEJO¡Hijos de mi sangre!(La escena se obscurece)CUADRO SEGUNDO(Graciela entra con una valija en la mano. Gabriel llega detrás de ella)GRACIELASin rebelión y sin encanto, sin emoción y sin entrega, yo fui sin ir a ese mundo diferente y me descubrí un día tan lejos tuyo, de quien yo era, de lo que había sido y lo que podría haber sido... Que ya no me reconocía a mí misma.GABRIELEste es tu sitio, Graciela.GRACIELAYa no, pues acepté lentamente o más vale me adapté, a las nuevas disposiciones de mi suerte. Vuelvo a partir Gabriel, la ciudad me ha cambiado y retornaré a ella.GABRIELEsta es tu sierra y tu tierra, Graciela.GRACIELAAsí lo creí al regresar. En mi tristeza impotente por asir un mundo que se evadió dentro mío, he buscado tu compañía con pasión... Sin advertir que soy yo quien se halla lejos tuyo. Con la energía de mis recuerdos yo avancé quizás contra mí misma.GABRIELTe hemos reincorporado a nuestra vida de Estancia.GRACIELALa imponencia del monte helado, la escarcha flotando sobre el arroyo, todo este conjunto parece ahora detenerme, rechazarme. Luego tu silencio... perenne... antiguo.GABRIELEs el silencio del monte donde habla sólo la naturaleza, no los hombres ¿Lo habías olvidado?PACHAMAMAMi voz es la única que habla en el monte. GRACIELAEs ésta, la tuya, como la del Tâta Viejo, una vida distendida en el espacio. La energía del tala erguido sobre churquis invernales, con su piel curtida de sierra. Aspera en el exterior, pero siempre carnosa en su interior como el jugo de la tuna, luminosa como la corola del cardo... ¿Es posible acaso para mí adherirme a esta pulpa olvidada? Todo está como entonces. Yo soy la que ya no me encuentro aquí ... y se impone mi nueva partida.(Sale con su valija y la despiden mano en alto Gabriel y el Tâta Viejo)GABRIELDesde que soy su nieto, Tâta, estamos solos.TATA VIEJONuestra Graciela volverá.GABRIEL¿Será la misma?TATA VIEJOGraciela es nuestra... pero ella debe comprenderlo. Todo vendrá a su tiempo. Las Altas Cumbres con su monte virgen, deberán atraerla como antes y luego traerla hacia nosotros.GABRIEL¿Y qué queda ahora de nuestro juegos, de nuestra infancia de ese destino que nos llevaba juntos? Esta ausencia, lenta y larga, como la noche que envuelve a las ánimas en su manto obscuro.TATA VIEJOAprenderás a no rebelarte por impaciencia, Gabriel, cuando hayas crecido realmente como hombre. Aprenderás a esperar todo con calma, según corresponde al espíritu de las sierras. Para lograr éxitos hay imponderables que un estanciero debe dominar a su estilo, dominándose a sí mismo. Cae el aguacero, la sequía, el granizo o la helada... Y debemos mantenernos erguidos de pie.GABRIEL¿Sin luchar? ¿Perder la fuerza que usted impuso en mí? Me dijo que ésa era su mejor herencia.TATA VIEJOPero siempre hay que esperar con calma aquello que tiene mucha importancia para nosotros. Lo mejor de la vida no llega por imposición de nuestros deseos, presionando. Viene solo hacia uno. Nos busca. Por ello es necesario esperar.(La escena se obscurece)TATA VIEJOGraciela ha escrito una carta y nos anuncia su llegada.GABRIEL¿Será la misma, Tâta Viejo? Han pasado dos años.TATA VIEJOPara todos ...incluso para mí... Yo ya estoy mucho más viejo ¿Acaso no lo sabes?PACHAMAMA ¡No tiene importancia! Las Altas Cumbres, la Estancia, el churqui, la champa, la mica y el arroyo, permanecen siempre en el mismo lugar... Todo está igual.GABRIEL... Han pasado dos años ...TATA VIEJOLa piel humana muda y cambia, sólo la tierra permanece. Debemos aceptar esos cambios.PACHAMAMAYo permanezco ¡Soy la Pachamama! Ellos vivirán, trabajarán, amarán y morirán... para la Pachamama.GRACIELA¿Es posible para mí volver otra vez? El ensueño que ofrece la distancia me precipita hacia anhelos, cual fuegos que crispan mis sentidos.(Graciela entra en escena pero se coloca sentada a un costado, separada de ellos)TATA VIEJOGraciela está con nosotros Gabriel.GABRIELNo es la misma Tâta, han pasado dos años.TATA VIEJOCasi no habla, ni ríe.GABRIELEstamos invadidos de tristeza ¿Qué pasa Tâta Viejo?TATA VIEJOVivimos dos años pensando en ella, en su risa, en su voz. Hoy la tenemos aquí y ya no ríe, ni se comunica. Pareciera dolorida al contemplar su antiguo entorno.(Graciela se levanta dirigiéndose a Gabriel)GRACIELA¿Es posible para mí adherirme a esta pulpa olvidada?GABRIELContinúa todo como estaba cuando partiste.GRACIELANo es verdad. Antes éramos solamente compañeros de juegos infantiles. O románticos amantes... Hoy somos primos de una misma sangre, la del Tâta Viejo.GABRIELNada ha cambiado, fuera de una apariencia... un apellido que es también el tuyo. Y yo desde siempre, sólo he vivido en compañía de nuestro abuelo. Con su ganado, sus sembrados, en su sierra imponente, en su Estancia. Con sus exóticos libros sobre guerras troyanas queriendo siempre rescatar a una Helena imposible. Pero él aquí, conmigo, juntos los dos, sin ninguna Troya y enmarcados ambos en las Altas Cumbres.(Ambos toman asiento en el centro. Tâta Viejo y Pachamamase mantienen de pie a espaldas de ellos)GRACIELA¿Es posible volver, íntegramente?GABRIELSi lo deseas. No voy a imponerte mi voluntad. GRACIELATodo se halla aquí. El monte, impecable, como si la vida se hubiese detenido.PACHAMAMAYo soy eterna.TATA VIEJOY yo transitorio.GABRIELEs la sierra que te invita a su encuentro, Graciela.GRACIELALas mismas voces. El mismo coro nocturno de chilicotes y coyuyos. Las ánimas vigilantes en las quebradas y tu figura al galope de un alazán, por las pampas de estas Altas Cumbres. GABRIELNo estamos en el mismo tiempo, ya no somos niños y nuestro sentimiento es diferente.GRACIELA¡Y el Tâta Viejo mucho más vetusto, como figura épica de sus propios cuentos! GABRIELGraciela... ¡Qué fácil es todo cuando el amor pasional embriaga, y qué difícil es todo cuando se quiere dominar la vida!GRACIELAIgnoro por qué lo tomaste todo. Por el misterio de tu monte, por la acogedora casona del Tâta Viejo que nos cobija en su magia. Pero sabes bien y mejor que yo, que ya no estamos en el mismo sitio.GABRIELY el Tâta Viejo está aún más anciano, casi mitológico.GRACIELAPero ahora, Gabriel, puedo verte frente a frente, sin añoranzas que magnifiquen la ilusión. Ya no somos los mismos...GABRIELNo podemos serlo, Graciela, hemos crecido y nos hemos amado como mujer y hombre.GRACIELAPero como una penca áspera y llena de pulpa, aún pervives intacto Gabriel, como figura épica de nuestros juegos de antaño.GABRIEL¿No puedes apartarme Graciela de aquel niño que fui, cuando yo era tu héroe infantil? Ni siquiera en mis brazos, has adivinado al hombre que soy hoy. GRACIELAAhora sé que comprendes y percibes mejor que yo, las sombras que avanzan hacia nosotros, amenazando el bello poema de nuestra infancia.GABRIELY no tenemos convicción para continuarlo.GRACIELANinguno de los dos es capaz de continuarlo, como yo no soy capaz de permanecer estable a tu lado. La tormenta nos arrojó hacia el camino y hemos perdido las señales del regreso.GABRIELNi yo siquiera con mi pasión de hombre, mi silencio o mi compañía, puedo reintroducirte de improviso en las cumbres serranas. GRACIELA¿O no quieres intentarlo otra vez?GABRIELNo. Pues es un imponderable que es necesario cobijar adentro de uno mismo, sin ayuda de nadie... Nacerá de ti o no volverás más... ¡Adiós Graciela!(Gabriel se ha puesto de pie con actitud fría y Graciela toma su valija para volver a salirpor donde vino)PACHAMAMAPartió nuevamente nuestra niña pródiga.TATA VIEJO¿Acaso te importa? A quien no te sigue, le vuelves la cara con indiferencia. Te conozco bien.PACHAMAMANo puedo intervenir. Graciela se encuentra confusa ante una alternativa humana, en un reino donde no se mide mi poder.TATA VIEJO¿Lo crees de verdad? Yo he visto en ella algo muy distinto, su desubicación con el medio serrano. Allí está su dolor. Por ello no la apoyas.PACHAMAMATe equivocas. Entre mí y Graciela no hay conflicto alguno. Ella ha trasvasado la imagen de la sierra en Gabriel, pero lo quiere reencontrar tal como lo recuerda desde la ciudad. Y hoy día nuestro esbelto mozo ha dejado de ser ese héroe montaraz, aquel de su infancia.TATA VIEJOCreo que fui yo quién te lo dije.PACHAMAMA¿Debo ser yo quién te lo recuerde?TATA VIEJOEstoy viejo y olvido muchas veces mis propias ideas.PACHAMAMAMi reino continúa aquí, inmutable : mis Altas Cumbres cautivantes. El monte natural. La mica brillante. El arroyo manso o desbordante. El coral vespertino de ranas y chicharras inundando el paisaje... TATA VIEJOPero Gabriel y Graciela han cambiado. El bello poema de su infancia es un hecho del pasado.PACHAMAMAHoy crecieron, Tâta Viejo, deben vivir una expectativa nueva recreada por ellos mimos. Sin embargo pueden también ser otra vez acunados por mí, dentro de los brazos eternos de la Pachamama.TATA VIEJO¡Posesiva!PACHAMAMASoy siempre la misma.TATA VIEJO¿Te sería imposible cambiar!PACHAMAMA¿Olvidas quién soy? Soy una Diosa, no tengo involución ni evolución.TATA VIEJO¿Te complace? ¿Nunca has sufrido el tedio? ¡Cuando era niño te veía tan alta! Luego me convertí en un jinete atlético y un día creyendo ver a una jovencita perdida por las quebradas me acerqué en su socorro ... reconociéndote. Hermosa y atractiva, llena de gracia ¡Pero siempre la misma!PACHAMAMAYo te enseñé de niño todos los senderos secretos de las quebradas y entonces no te sorprendías con mi presencia.TATA VIEJOEra sólo un niño serrano. Luego yo partí igual que ahora lo hicieron mis nietos hacia la ciudad y la escuela ¡Monserrat! ¡Ilíada! Realidad y fantasía donde me enamoré de Helena. Claridad y entresueño. Ella fue mi reverso donde primaba el alma de la aventura, por contraste a mi vida inmóvil dentro de la Estancia, cual era la vida de mi padre y sería la futura mía. Mi vida ha sido una lucha constante por defenderme de ti y a la par servirte. Pero Helena era mi sueño ¿Lo comprendes Pachamama? ...Sin poder saber ahora de viejo a cuál de las dos he amado más.PACHAMAMASoy posesiva, es mi ley y nunca me gustó compartirte con Helena. Fue mi rival, lo he admitido hace tiempo. Me robó una parte de ti. Pero ella te abandonó al dejar el Colegio Monserrat, aunque quisieras creer lo contrario evocándola para tus nietos... Yo en cambio fui tu realidad permanente. Servirme es triunfar. Te enriquecí. Te hice procrear. Tu estirpe se prolongará. Lo verás.TATA VIEJO¿Qué más da ya? estoy anciano... He cumplido con todo el ritual propio de un estanciero criollo. Tuve una realidad completa, La Estancia, con sus inmensos campos. Un pasaje transitorio e inolvidable, el Monserrat. Un sueño imposible y mágico, Troya... lejana y desconocida, sólo soñada.PACHAMAMAPero se quedó a habitar contigo desde entonces. Toda vida humana posee tres pasajes, tres paisajes, tres momentos.TATA VIEJOEn cambio la tuya una sola, Pachamama... y no puedes cambiar ni lo deseas. Me acuné con tu arrullo de niño, me cautivé con tu belleza de hombre y me brindas consuelo con tus palabras, de anciano.PACHAMAMANunca te arrepentirás, siempre te lo he dicho.TATA VIEJOEspero que también se lo digas a mis nietos.PACHAMAMA¿Por qué tanta prisa? No han mudado aún el pelecho. ¿O acaso olvidaste las reglas de la naturaleza?TATA VIEJOTodo es fácil, Pachamama, para una madre-tierra que nunca envejece, manteniéndose permanentemente joven ¿Puedes mirarme con atención? Ya no soy aquel niño al que guiabas por los caminos serranos de huella. Tampoco el muchacho que se prendara de una beldad femenina mientras cabalgaba airoso en su alazán, con toda la virilidad de los treinta años, cuando aquel día te apareciste frente a mí a la hora de la Oración en una quebrada. Ahora me queda muy poco tiempo hacia delante. Bien lo sabes.PACHAMAMAPoco importa Tâta Viejo, solamente es válido para mí la continuación de mi reino, el bien de la tierra.TATA VIEJONo cambiarán nunca... nunca... nunca...nunca.(Entra Gabriel)GABRIELEl ganado se ha multiplicado, Tâta.TATA VIEJOTienes pasta de estanciero, Gabriel, la peonada te quiere y escucha.GABRIELEl choclo prospera, tendrá granos esponjosos.TATA VIEJOHas elegido bien la tierra para sembrar. A tu lado los peones trabajan con gusto.GABRIELLas pircas fueron renovadas y extendidas.TATA VIEJOMi nieto lleva mi sangre y tu tierra prospera, Pachamama.PACHAMAMA¡Yo lo estoy llevando de mi mano!TATA VIEJOPero él tiene una energía incomparable que no procede de tu poder. Una energía humana.PACHAMAMADe nada le serviría sin mí.TATA VIEJOHay un genio en el hombre que desconoces, Pachamama... Y sólo aquél que lo posee puede bien servirte.PACHAMAMAPor ello elegí tu estirpe ¿Me crees tonta? Piensa...TATA VIEJOPero Graciela se ha alejado nuevamente y mi estirpe sin ella no está completa. Hay un vacío circulando por las quebradas y las Altas Cumbres susurran tristes su nombre por las pendientes.PACHAMAMANo podemos sufrir más por Graciela, que se fue por sí misma. Ella no alcanzó a encontrarme pues está demasiado pendiente de Gabriel.(Entra Graciela llevando a un niño de la mano)GRACIELASi la sorpresa de mi nuevo regreso es inquietante para ti, o tal vez ya te sea indiferente, para mí parte de una necesidad propia. Tal vez porque crea que un niño es un regalo ...Un gurí de regalo... Gabriel : éste es Gurí.GURÍYo no te conozcoGABRIELYa me conocerás. Soy tu padre, Gurí.TATA VIEJOYo soy el Tâta, Gurí y ésta es mi Estancia.PACHAMAMAYo soy la Pachamama, Gurí y arrullaré tu sueño. Te guiaré por las quebradas y haré de ti un estanciero poderoso.TATA VIEJO¿Recién llega y ya lo eliges?PACHAMAMATengo mis preferidos, bien lo sabes. Soy totalmente parcialGURÍ¿Cómo se llama la señora sin cara?PACHAMAMAYa puedes ver Tâta, lo fácil que me acerco a mis preferidos ¿Estás tan viejo que lo has olvidado? Cuando sea el momento preciso Gurí conocerá toda mi belleza.GABRIELAquí no hay ninguna señora, hijo mío, la única mujer que está con nosotros es tu mamá.GRACIELASomos los cuatro de esta familia que estamos aquí juntos, el Tâta Viejo, tu papá y yo, junto contigo... no hay nadie más Gurí. GABRIEL¿Has vuelto de verdad Graciela, para quedarte?GRACIELATe traje al Gurí y el es ahora lo que más importa. Lo concibió la sierra, más que nosotros mismos.GABRIEL¿Escuchas a lo lejos, Graciela? En derredor nuestro y en cada rincón del monte el canto de las ranas y chicharras nos brindan la música más antigua de la tierra.PACHAMAMAEsa es mi voz y mi partituraGRACIELAEs esa fuerza natural... lo que yo vengo siempre a buscar en la energía de tus brazos.PACHAMAMAGraciela continúa buscándome y ya Gurí me ha encontrado.TATA VIEJOMás poderosa que nosotros. Más intensa. Anterior. Y dueña de nuestras vidas.PACHAMAMAHas salvado tu estirpe Tâta, ahora tienes al Gurí en tu Estancia, pues el ensueño de Graciela fue muy poderoso y la hizo regresar.TATA VIEJOConozco Tu poder Pachamama.GURÍYo no te conocíaGABRIEL¿Te era necesario Graciela, un divagar tan incierto de marchas y retrocesos?GRACIELATanto como mi interioridad requería para identificarme con mí misma... Pues yo busqué sin lograrlo la ruptura con el viejo ensueño.TATA VIEJOUn ensueño no se rompe, pues allí he amado yo siempre a Helena.PACHAMAMA¡Infiel!GRACIELA¿Por qué el amor que me trajiste en tardes como éstas bajo la frondosidad de los talas, me pareció siempre el mismo de la infancia?... Como tus pasos ágiles de niño que acudían de noche hasta mi ventana para llenarme el dormitorio de luces volantes, invadiéndome con ese ondulante vuelo de los bichitos de luz o el recto cometa verde de los tucos.GABRIELPorque era el mismo amor, cambiadas las edades. Fueron luces de tuco en tu cuarto al principio... Y fuego de hombre después. Yo anhelo que seas la misma Graciela.TATA VIEJO¿Es la misma?PACHAMAMATambién es mi pregunta.GURÍ¡Es mi mamá!GRACIELAPorque yo, aunque crea no ser ya parte del monte, estoy unida a él como a ti, como al Tâta Viejo, como a los talas centenarios, por un poder que va más allá de nuestros sentimientos. PACHAMAMAMi poder.TATA VIEJOTu poder, Pachamama.GRACIELAY ese poder por una transmisión de espacio, pervive en ti y es el imán que me trae siempre de vuelta.GABRIELPorque se mantiene en el centro de nuestro escenario común. El Tâta Viejo. Las Altas Cumbres. El monte puro y natural. La Estancia.PACHAMAMALa Pachamama.TATA VIEJO¡Celosa!GRACIELAEs el llamado que siento de mi especie serrana, de la estirpe del Tâta que nos une y que se halla impresa en mi pasado como en el tuyo.TATA VIEJO¡Mi estirpe!PACHAMAMATu estirpe, Tâta, la misma que vengo protegiendo y enriqueciendo.TATA VIEJOLa estirpe que te sirve y te obedece ¿Acaso no estás viendo la continuidad de nuestro servicio en el pequeño Gurí?PACHAMAMAHace mucho que supe elegirla, pero te has beneficiado conmigo. Hemos convivido. Nos hemos apoyado. Nos dimos lo mejor de cada uno. ¡Estamos mano a mano!... Y puedo llevarme a Gurí.TATA VIEJO¿Llevártelo?PACHAMAMALlevarlo por las quebradas. Enseñarle los senderos. Mostrarle los depósitos serranos de mica negra y plateada. Desnudar mi rostro ¿Lo recuerdas?(Graciela y Gabriel se hallan sentados mateando, él le entrega un nuevo mate cebado que Graciela concluye de tomar chirriando la bombilla)GRACIELACuando las voces nocturnas te invadan Gabriel, junto ala sierra y aún no hayas desmontado tu alazán... piensa que puedes hallarme hoy o mañana. Porque a tu puerta volveré una y mil veces como se vuelve al interior de nosotros mismos.( Graciela devuelve el mate y parte. Gabriel coloca la pava con el mate sobre una mesa y sale en dirección opuesta )TATA VIEJO¿No intentarás detenerla?PACHAMAMASólo me interesaba su vientre y ya nos dio el fruto aguardado. Tenemos con nosotros al Gurí ¿Es que piensas por ventura que alguna vez voy a faltar a mi ley? TATA VIEJOCreí que por una vez tendrías chispa romántica.PACHAMAMANo Es para mí ese acto humano ¡Soy la Pachamama!GURÍ¡Yo soy el Gurí!TATA VIEJO¿Por qué no pudieron Graciela y Gabriel ser tus favoritos? ...Y en cambio nos elegiste a Gurí y a mí...PACHAMAMAPorque eran almas en conflicto. La Pachamama se muestra sólo a los espíritus libres de tormentos. No soy una diosa que rige corazones humanos ¡Yo rijo sobre el escenario de los paisajes! Me extingo en las ciudades cuando la multitud domina y me avasalla. Soy apenas una voz, un susurro, para los seres humanos complicados con vida mundana.TATA VIEJOHe quedado conforme. Envejecido te veo siempre joven y puedo confiarte a Gurí... serás su aya, o casi su madre.PACHAMAMA¿Estás cansado Tâta Viejo? ¿Quieres dormir? ...Tengo una almohada mullida para ofrecerte.TATA VIEJO¿Dónde?PACHAMAMAEn mi pecho de madre, el que te arrulló junto a tu cuna, el que te vio crecer, trabajar, cabalgar, amar, procrear...TATA VIEJORecuerdo todo ello.PACHAMAMAEs tarde ya. Inti se puso hacia el ocaso. Ocultó sus rayos diurnos dejando platear a la luna. Ahora debes dormir en mis brazos.(Pachamama abre sus brazos extendiendo su túnica obscura, Tâta Viejo apoya en ellos su cabeza y la Madre-Tierra lo envuelve con su manto quedando la escena en semipenumbra)....................................Alejandra Correas Vázquez....................................
LA  BAJADA  DEL   NEGRITO  MUERTO ..................................................  1-- EL  ESCENARIO              Bajando desde la Estación de Alta Córdoba en dirección al centro de la ciudad, había que cruzar hace ya mucho tiempo (hasta los años de la década de 1940) una extensa zona barrancosa que constituía en medio del declive proporcionado por el Río Suquía, un escenario sorprendente por su belleza escarpada y la vista panorámica de la ciudad ornamentada con el cordón serrano. Esta especie de "balcón" natural estaba aureolado por leyendas folklóricas, con su manto romántico y conflictivo de tragedias "orilleras", adonde ningún miembro de esta ciudad universitaria atreveríase a pasar durante las horas sombrías de la noche ... era :   "La Bajada del Negrito Muerto".  La sociedad cordobesa la aisló, y en la primera mitad del siglo XX tomábala como referencia de todo lo insólito e increíble, en cuanto a su conducta ciudadana. Para un citadino "tipo" la civilización como tal, no tenía lugar dentro de ella. Y la policía local tradicionalmente dura, hizo de cuenta que la Bajada no pertenecía al mapa de Córdoba.2 --- EL  NIÑO  El origen de su nombre tuvo distintas explicaciones y formó parte de la leyenda cordobesa, en la mitad primera del siglo. Para algunos, tratóse de una criatura perdida mientras jugaba en el escenario barrancal (cuyas alternativas de diversión eran infinitas) y quien no pudo hallar una vez caído el manto nocturno, su camino de regreso al  hogar.   La helada de aquel invierno, sumada a la contingencia del río escarchado (cuando el Río Suquía era aún un aluvión poderoso) determinaron su deceso. Fue enterrado en el mismo lugar de su hallazgo  -sin nombre- y la cruz colocada por manos piadosas sobre aquel montículo de greda, convertiríase con los años en un santuario colectivo, de estructura primitiva, que el avance ciudadano terminó por eliminar.3 -  EL  MULATILLO Otra versión relata el origen de este nombre como correspondiente al período innovador donde las familias argentinas debían adaptarse al decreto de "Libertad de Vientre" de 1813. Todo negro o negra, mulata o mulato, pardo o parda, que naciese a partir de esa fecha era legalmente libre. Uno de estos nuevos "ciudadanos libres" habría sido el Negrito de la Bajada de Alta Córdoba. El cual fue abandonado allí una tarde, entre las crestas del escenario de greda, a una edad que no superaba los siete años cuando su "ex-amo" consideró que su filantropía sin retribución, estaba concluida.El mulatillo erró solitario y temeroso sin atreverse a llegar hasta ningún rancho pulguiento de aquel ambiente olvidado, como todo niño criado entre algodones. Incapaz de mendigar, sin alcanzar a adquirir conciencia de su nueva situación y repugnado ante el espectáculo insólito que lo envolvía en torno a la barranca (del cual él nunca hubiera concebido su existencia)... terminó por caer desfalleciente. El agua del Río Suquía que pudo haberlo salvado para no morir de sed, corría turbia por las crecientes y roja debido a las filtraciones de la greda barrancal que se desmoronaba segundo a segundo. ¡En nada parecíase aquel líquido terroso a la transparente sustancia acuosa del aljibe de su mansión natal!             El negrito no se incorporaría nunca a su nueva condición de pordiosero, con futuro único de proletario. Con un devenir incierto de sacrificio y hambre. De jornales y desocupación. De chozas y rancheríos. De harapos y piojos. De pies descalzos... y la "libertad" impuesta era en su caso, una esclavitud de por vida. Una existencia sin comodidades. Sin lujo. Sin los juegos placenteros donde solía acompañar feliz, a los hijos de sus ex amo... Y amaneció muerto.   Toda una mitología popular y folklórica se tejió en su derredor, volviéndose célebre la cruz erigida en el sitio donde fuera hallado su cuerpito extenuado. La Bajada del Negrito Muerto tomó de él su nombre, transformándolo en epicentro de largas tradiciones con acervo vernáculo. ¡Rousseau aplicado a garrote habría producido una víctima inmortal!... Las Orillas peligrosas de Córdoba nacieron de esa libertad, de ese derecho a la libertad. Y en cuanto a esta parte del argumento, toda la antigua población citadina lo manifestaba con certeza.  4 --- ABANDONO  DE  PERSONA              La "Libertad de Vientre" de 1813 fue una ordenanza muy acertada que debía preparar a los nuevos citadinos (ahora legalmente autónomos desde su nacimiento) para una nueva vida. No se produjo de este modo un desbande de mulatos hacia la calle, sin techo, sin comida, sin ropa (como sucedió en Brasil y el Sur norteamericano). Ya que sus amos al dejar de utilizarlos iban también a dejar de asistirlos, perdiendo con ello la comodidad brindada por el mentado "paternalismo argentino", que solventaba antaño las necesidades de vestuario, casa y alimentos. Especialmente en gente como ellos --los Angolas- que desde su llegada a territorio cordobés, doscientos años antes, no sabían ganarse el sustento en la calle.  No se les impuso una partida obligada sin la experiencia vital, ni la preparación adecuada. Cosa que sabemos sucedió después en Brasil y Norteamérica. Los argentinos actuaron con mucha misericordia con sus negros y mulatos. Se intentó con esta disposición tomar distancia de una situación a la otra. Fue una medida pensada, sopesada y estructurada, para no producir una real violación a los derechos humanos, o sea "el abandono de persona".                Pero desde 1814 se presentó el problema de los negritos que aún mamaban. De los que debían aprender a caminar. De los que intentaban hablar por primera vez. De los que entraban recién en la primera infancia y además, de los preadolescentes incapacitados todavía para correr vida. Todos ellos debían continuar cuidados por sus madres y siguieron de este modo, acostumbrándose a la viejas familias, donde con el nombre de "entenados" quedaron allí por otras dos generaciones más. Esta ley de Libertad de Vientre promulgada por los blancos, pero que no se basaba en un reclamo de los negros, en una nación ganadera cuya capacidad laboral estaba cubierta por los gauchos (a su vez celosos de su espacio propio) traía aparejada como peligro futuro, una situación trágica de : "Abandono de persona".5 --- LIBERTAD  DE  VIENTRE  Pero la aplicación de esta ley que en la práctica habíase retrasado, apareció de pronto con "mano de hierro" a la llegada de la democracia al final del siglo XIX, por orden oficial y con argumentos muy válidos ...¡La historia era irreversible.!... Los nuevos hombres libres fueron "liberados" rápidamente por sus amos, de acuerdo a la ley que comenzó a aplicarse con todo su vigor, una vez que los inmigrantes europeos arribaron con el ferrocarril y el feudalismo local comenzó a extinguirse. La firmeza impuesta por las autoridades determinó su liberación inmediata, en forma absoluta, con todas sus consecuencias. Y cuando apenas entraban en edad utilizable --a los siete u ocho años-- antes de que empezaran a comer mucho, eran liberados drásticamente por su feudatarios. Su "liberación" consistiría simplemente en una expulsión domiciliaria. En una abandono de persona... lo que iba a convertir a los caminos y sitios orilleros de Córdoba, en recintos de vagabundos.6 --- UNA  TREGUALas "Actas Capitulares" de Córdoba hablan de la compra de doscientos negros al "Reino de Angola" en 1620, pagados con : "¡harina y biscocho!". Eran tiempos duros. No había moneda circulante. Pero Argentina es una nación sudamericana sin presencia de raza negra. Se desconoce hasta hoy por qué se extinguieron. Sólo conocemos la disposición de "libertad de vientre" de 1813 aplicada con todo su rigor hacia finales del siglo XIX. Fue muy difícil la vida de los últimos negros Angolas de Córdoba y muchas veces sus "libertarios" eran tan sólo oportunistas, quienes los esclavizaban (no en la documentación como sus ex amos) sino en el trabajo real explotativo. A quienes estos antiguos y obscuros ornatos de la vieja aristocracia colonial, terminaban por aborrecer con sabor a nostalgia pasada, "disgraciándose" en un crimen y escondiéndose en la barranca de Alta Córdoba ¡...Adonde nadie los buscaría...!  Acostumbrados tal cual ellos estaban a vestir de librea como conserjes, guardaespaldas, guardallaves, mayordomos, cocineras, amas de leche, "hermanos de leche", mucamas, doncellas y acompañantes ... O en oficios muy preciados de herreros, carpinteros, plateros, decoradores de templos, calígrafos (pues Angola de donde ellos procedían tenía una buena civilización africana) ... Y terminaban por aborrecer a sus nuevos patrones,            Indocumentados desde su nacimiento al llegar como esclavos elegidos por sus oficios, para el servicio doméstico de las familias (pues los gauchos cubrían las necesidades del trabajo campero), eran voluntariosos y comilones. Tenían generalmente a su cargo la administración de las casas coloniales. Pero estaban también  restringidos a ellas, a ese ambiente que los limitaba, como también que los protegía de la intemperie y de la inseguridad. Eran ellos aquí en Sudamérica y en especial en tierras argentinas, tan extranjeros como los mismos blancos y llegaron casi juntos. Pisaban igualmente que sus amos, como intrusos esta tierra de la Pachamama, cuyos dueños naturales eran los indios. Sin embargo, bien se sabía, llevaban hacia el final de esta vida conjunta entre amos y esclavos, durante siglos desde su llegada, abundante sangre de sus familias propietarias. Un ADN lo hubiera demostrado. ¡Y esto último fue lo que más desconcertó a quienes venían tras ellos con ofertas libertarias!   Pues era su propia familia la que perdían al separarse de ellas, como iba a perderse con el tiempo el paternalismo argentino ...Y finalmente también, el rastro completo de ellos mismos... Los más afectuosos se quedaron para siempre, enfrentaron a las partidas policiales que llegaban en su busca y hasta se escondieron en la despensa ("¡Como negro escondido en la despensa!"... frase acuñada). Pero los díscolos y rebeldes terminaron en la barranca de Alta Córdoba. La Bajada del Negrito Muerto fue sin duda, el último sitio donde se los viera deambular. Un rústico escenario que sirvióles de amparo y hogar. Su greda y sus soles cadenciaron sus pasos finales, en este mutis por el foro imprevisto, sin futuro y sin alma. Al concluir el siglo XIX que todo lo había transmutado, aún podían verse sus figuras declinantes sobre las crestas rojizas. De esta manera la Bajada del Negrito Muerto fue para ellos, como un paréntesis -"una tregua"-- en este pasaje cortante que iba del siglo XIX al XX.7 --- PAISAJE  PÓSTUMO           Ya no eran esclavos del hombre blanco que los trajera desde Angola, sino de la greda barrancal, de las crecientes y de la pobreza. Se los había "emancipado" para no darles ni el lugar del gaucho, ni el del indio, ni el del mestizo. Fue la barranca su cobijo, la infertilidad de la greda su comida, el cielo su techo. Los rancheríos esparcidos no tuvieron diseño ni distribución fija. Y mancomunadamente con los obreros indios arribados desde el norte argentino con el ferrocarril (tras una ilusión incumplida) fundieron en un solo crisol cual caldero mágico todas sus angustias de abandono. De modo que reelaborando sentimientos de destierro y fracaso, sintieron la necesidad de invocar al prodigio salvador.            No existiendo rastro afro-ritual alguno durante el tiempo cuando vivieron con sus amos en las casonas coloniales cordobesas, o en los templos religiosos, su memoria colectiva pareciera haber reaparecido de improviso en la barranca roja. Vivencias mágicas o afloración de un pasado oculto. Sobrevivencia de su ancestral herencia angoleña, ante el infortunio del hombre que es abandonado por completo a una suerte incierta.  Pues reaparecieron de improviso ante la vista atónita de los conciudadanos universitarios, todos esos misterios olvidados en el pasado de su África original.            Aquellos rituales vistos de reojo con desconfianza por los citadinos sobre la cresta de la Bajada (con desfiles de antorchas) brindarían un paisaje póstumo al panorama abierto de la gran faja barrancal de Alta Córdoba... Una connotación folklórica a esa inmensa bajada de antaño con su greda roja, hoy cubierta por edificios modernos. La Bajada del Negrito Muerto que allí existía en otro tiempo, era romántica, conflictuada, tragicómica, mistérica y bella en su configuración estética. Dominaba todo el espectáculo visual del Río Suquía con sus esculturales formaciones de greda y sus desbordes de agua. ¡Y el espectáculo inmenso y abierto de la serranía cordobesa que en aquel entonces -hasta la década de 1940- se divisaba en su plenitud desde ella!................................Alejandra Correas Vázquez...............................
 LA  PRINCESA  HERITH(La  Expulsión  de  los Hiksos)............................................1 -- BODA REALEl amanecer ha llegado en un día diáfano donde las multitudes de Tebas se agolpan por los caminos. La capital sur egipcia brilla engalanada, mientras los pregoneros dan la bienvenida a una comitiva oriental, llegada del norte del Nilo, que avanza encabezada por sus músicos. Desde su imponente sobriedad ausente de adornos, el rey de Tebas acompañado por los principales de su reino, está preparado para recibir aquel encuentro del destino, que sellará bajo los brazos del amor, una paz tal vez perdurable.............................................Envuelta en sus decorados trajes y seguida de sus cálidas doncellas, la princesa Herith suspira hondamente... Atrás suyo ha dejado el palacio oriental de su padre pletórico de alegría y cubierto por todos los productos de Fenicia : El lapislázuli. Las turquesas. Plata. Oro. Cobre. Madera de algarrobo y la exquisita miel. Ya no beberá más el vino de las viñas del norte. Ni volverá a contemplar desde su habitación en el palacio paterno, las trescientas naves de abeto verde que unen navegando al Bajo Egipto con el Medio Oriente.A sus espaldas el rey asiático del norte (su padre) se ha detenido a contemplar la lejanía con el espíritu impregnado de esperanzas. Aquella lujosa comitiva que organizara para el traslado de su hija, ha dejado huellas de soledad en el palacio. Los gorjeos infantiles de la niña aún resuenan por lo corredores y el eco musical de su alegría obsequia un halo de angustia, como la imagen del genio de Aladino disuelta en forma de nube. Pero detrás de cada una de esas miradas nostálgicas -debido a la ausencia de la princesa Herith- en el trasfondo de sus ojos vivaces y almendrados ahora ensombrecidos, descubre también con visible consuelo, el anhelo de paz que los orientales del Bajo Egipto han depositado en aquella embajada romántica. Aguas arriba anochece. Los grandes ceremoniales de esa gran boda real, han concluido. Los caminos han quedado silenciosos cuando el rey de Tebas deposita a la princesa oriental en el interior de su alcoba. Los laúdes asiáticos repercuten en el aire y la lira de ocho cuerdas ( que acompañara a Herith durante toda la travesía) es más nostálgica aún que su añoranza.Su piel fresca y humedecida de fragancias orientales, reboza juventud. Sus manos ágiles juegan al amor, junto a la plenitud de su rostro resplandeciente. Muchas imágenes transfiguran el escenario que la rodea. Unas veces cubierto de blancos lotos y otras de ciénegas ennegrecidas. En su conciencia bulle el anhelo de todo un pueblo radicado hace tres siglos en Egipto, cuya suerte ha sido depositada en sus manos. ¡En su capacidad amatoria, para evitar su expulsión!Los brazos viriles del faraón del sur que ahora la envuelven (con su pasión de hombre cautivado ante la virgen núbil) le parecen tan cálidos como los del padre en la despedida. Y en su espíritu impregnado por una aspiración de paz, querría reunirlos a ambos en una amistad eterna. Todavía repercuten en su oído las palabras paternas -el faraón del norte- las últimas frases que ella le oiría pronunciar. Todo su mundo interno se conmueve allí al recordarlas, sintiendo la pequeñez de su persona ante una responsabilidad tan grande. Es entonces cuando toma conciencia de su fragilidad.2 - HELIÓPOLISSobre los verdes prados del Bajo Egipto (adonde desemboca hacia el mar la correntada del río Nilo) el último de los reyes Hiksos pasea su mirada sobre el horizonte. Ya no sabe cuál es su sentimiento. Ha pasado por sucesivas emociones. Primero fue la esperanza. Luego la nostalgia. Por último se siente avasallado por la angustia.En su sentir impotente parece implorar que una fuerza imponderable acompañe la embajada de su hija. Sin embargo, le basta recorrer con la mirada en derredor suyo y a lo lejos, para percibir que toda la juventud de Herith no bastará para calmar la sed de odio, entre dos países enfrentados por una vieja discordia. El Egipto del Sur y el del Norte, con dos faraones distintos, siglo XVII a.C.El Gran Apofis se retira de los jardines y vuelve sobrecogido, con el espíritu cauteloso, al interior del palacio. Los cortesanos lo reverencian con miradas indagantes. Todo es silencio. Expectación. Espera. Los laúdes han callado. Aquel tiempo detenido en el espacio semeja la impavidez piramidal hecha de carne.Auserra Apepi --en su nombre egipcio-- está realmente solo. Sedente en el trono escucha como un rumor el anuncio de sus heraldos. Los visitantes se le acercan silenciosos, sin ser casi percibidos por él. Y el Gran Apofis, como estatua pétrea que cobrara vida de improviso, se sorprende al descubrirlos enfrente suyo...Son ellos...Los emisarios de Heliópolis lo miran en silencio, con la faz muda de su eterna calma. Esos rostros inmóviles que ahora lo contemplan con pesimismo, (así como antes se alegraban con sus éxitos de esplendor) le hablan ahora en conjunto, sin emitir palabra alguna, sobre el triste futuro, marcado por el Destino,  de todo aquel reino oriental del Bajo Egipto.Su tiempo ha concluido. El tiempo de todos los orientales "Aamu" ha concluido. Los reyes Jeka-Jast, de la XV dinastía, pertenecen ya al pasado. El Nilo está dispuesto a expulsarlos con premura y sin tregua. Ni siquiera los hijos que tendrá su hija (faraones en el sur de Egipto) llegarán a ningún pacto de paz con él. 3 - FANTASMASCae la obscuridad de la noche mientras las naves de abeto verde de su flota, descargan en los puertos del Delta : aceite, grasa y resina que han traído de Fenicia. Las grandes arboledas del norte emergen como fantasmas impertérritos. Sobre la copa de cada uno de los árboles parecen reflejarse los rostros de sus antepasados. Es un desfile tétrico y melancólico. Por su mente desolada y angustiada, se presentan una a una las imágenes del pasado.Los Faraones Hiksos se hallan ahora frente a él, como espectros sin tiempo, como imágenes pasadas de un tiempo concluido, que le hablan de esplendor y de gloria. De un mundo fastuoso. Cada uno de ellos le va recordando las antiguas grandezas de aquel reino oriental del Egipto. Allí está Khian, aquel monarca que llevó sus sellos reales por todo el mar Mediterráneo, extendiendo el comercio de la nación del Nilo hacia el exterior, acompañado siempre por su Visir Yussuf, cuyo nombre egipcio fuera Zafnazpaaneaj, yerno de sacerdote heliopolitano Potiferaj y esposo de Asenaz. El hijo de Jacob, padre de doce tribus hebreas.Sobre el borde de la ribera un músico acompaña sus pensamientos con las ocho cuerdas asiáticas de su lira. Las tejedoras "aamu" aprovechan la frescura nocturna, para diseñar alfombras con el telar vertical que han importado de medio oriente. Sus manos hilan y bordan una inmensa variedad de colores para adornar las mansiones.La blancura lunar ha acampado cerca de los jardines y el Gran Apofis sale a contemplar su encanto. Es el esplendor plateado del dios-luna Toth que baja a su encuentro. Pero una sombra obscura parece envolver la figura del monarca oriental, quien medita en el devenir de su reino y de toda su grey. En su fugaz luz de recuerdos, los antepasados que han llegado a visitarlo en su insomnio, se escurren por el manto obscuro de la noche rumbo a los reinos de Osiris... Rememorando sus glorias mortales el antiguo Visir Yussuf, hijo de Jacob, nieto de Isaac y bisnieto de Abraham, duerme embalsamado en un ataúd del Bajo Egipto. 4 - ESTELA TRÁGICALuego el vacío se apodera de todo. Es el final. El abismo que no se detiene. Y en el epílogo sin nombre una Estela trágica sella su epitafio :"Heme aquí. Yo he venido. La fortuna está conmigo, cobarde Aamu (Asiático) Mírame bebiendo el vino de tus viñas. Este vino que han prensado para mí los Aamu que son ahora mis prisioneros. Yo saqueo tu residencia y corto tus árboles. He arrojado tus mujeres a mis barcos. He capturado tus carros. No dejo ni una tabla de tus trescientas naves de abeto verde, llenas de oro, de lapislázuli, de plata, de turquesas, de numerosas hachas de cobre, sin hablar del aceite, de la resina, de la grasa, de la miel, de la madera de algarrobo, de todas las maderas preciosas, de todos los buenos productos de Fenicia. Lo he arrebatado todo. No he dejado nada. El reino del Norte está frente a la desolación. El Aamu, su rey, está arruinado."(Estela de Kamose, rey de Tebas, traducción de Pierre Montet)..............................El telón ha caído. La leyenda está pronta. Un universo de imágenes míticas y teñidas de heroísmo, se irán acumulando en el recuerdo de los siglos que transmutarán en milenios. La cruel descripción que nos ofrece la Estela de Kamose, es despiadada. No sólo por la sangría de la guerra que describe, sino más que nada, por el desorden que involucra. Por la total desarticulación de los bienes nacionales, que están detallados con emoción de orgullo.Esa devastación de riquezas beneficiosas a todos. Esa satisfacción por la destrucción de barcos y alamedas. El aislamiento. La imposibilidad posterior de comunicación con el extranjero. La ansiedad por la lapidación... Todas estas patologías guerreras, son las mismas nubes que se ciernen con horror sobre cada uno de nosotros, habitantes del siglo XXI d.C. El horizonte negro de tormenta abrió en aquel Egipto del siglo XVII a.C., las puertas a la devastación. Un manto de tiniebla quebraría por mucho tiempo aquel esplendor del Bajo Egipto. Una epopeya de reconquista dramática desvinculó al Egipto faraónico del Medio Oriente. Norte y Sur volcados como enemigos se desangraron sin tregua. Un lúgubre y tortuoso período de revueltas interiores y fraticidas. Fue aquél, un interregno de horror. 5 -EL LOTODespués de una devastación que aplanara el país, en el silencio sepulcral de una tierra de nadie. En un mundo demolido, donde sobre la superficie de las aguas aún flotaban las tablas que antaño componían las trescientas naves de abeto verde, que los reyes Hiksos usaban para traficar con Fenicia. Cuando la sombra ha cubierto el escenario ... surge otra vez la vida con memoria de especie y reconstruye un nuevo Egipto. Toda una era cultural, toda una época admirada por su humanismo, está pronta a emerger ¡Como el loto que saliendo de turbios barrizales, asoma a la superficie centellando en el blanco primordial de su corola!Así fue el extraño origen de la dinastía XVIII, constructora del Nuevo Imperio... Surgió de crueles y angustiosos desencuentros, entre obscuras márgenes de un río patinado de sangre. De residencias saqueadas y arboledas devastadas.6 - REFUGIADOSSobre el eco enmudecido de esta historia antiquísima, llegan hasta nosotros los coros de un período humano oculto en nebulosa. Los faraones orientales o Jeka Jast (reyes pastores) han dejado una incógnita. Una leyenda secreta y envilecida por sus destructores... Pero quedó algo. Como una polvareda disuelta en el horizonte. Como la espiga arrojada por el viento. Como la calandria mensajera... Su imagen desdibújase dentro del paisaje egipcio, cuando sus intérpretes ya no pueden exponer sus voces propias. Y sobre esa magnitud de la distancia llegamos nosotros ...los modernos.Y sutilmente, como el hilo casi invisible de la tela de araña escondida en rincones insólitos, removemos los ropajes arcaicos y reconstruimos ese escenario, con la medida de nuestra conciencia actual. Los reyes Hiksos representan el pilar fundamental donde está asentado el Nuevo Imperio Egipcio ¿Pero de dónde provenían? ¿Por qué se instalaron en la tierra del Nilo como un pueblo completo? ...El vacío. La incógnita. El silencio de sus depredadores o el autosilencio de ellos mismos. No hay conquista armada, pues los arqueólogos no hallan rastros de la misma. Ellos no ingresaron a Egipto por medio de la violencia sino por métodos comerciales... como decía la Biblia. Traían cultura propia, diferente de la nativa y la adaptaron a ella. En la dinastía XII llega un rey extranjero Jeka Jast (llamado Ibsha) acompañado por una lujosa comitiva. Con hacienda propia, músicos, mujeres vistosamente ataviadas en ropajes de colores, luciendo todos ellos sandalias que los destacan de la gente egipcia, donde hasta los reyes iban hasta ese entonces descalzos. Ibsha entrega al faraón Amenemhat II presentes muy ricos pidiéndole refugio, pues por aquellos siglos las hordas indoarias asolaban el oriente próximo, principalmente Sumeria. Por aquel tiempo también, según la crónica hebrea, Abraham se instala en casa del Faraón y ya nunca más retornará a sus tierras mesopotámicas, de donde era originario.¡Y de improviso!... sin otra explicación, los hallamos como jefes absoluto del Bajo Egipto (norte) integrando la dinastía XV. Sus estatuas no son convencionales, no representan al tipo clásico egipcio, pues lucen espesas melenas y tupidas barbas de moda babilónica. Sólo el Génesis hebreo ofrece un memorial del Visir Yussuf, yerno de  Potiferaj sacerdote de Heliópolis, haciéndolo proceder del medio oriente y dando la versión mediante la cual este visir habría comprado a los nativos todas las tierras y los bienes que después constituyeron el reino del norte.7 - MESTIZACIÓN¿Se fueron los españoles de Hispanoamérica? ¿Los portugueses de Brasil? ¿Los árabes de Andalucía? ¿Los franceses de Canadá? ¿Los ingleses de América del Norte? ¿Los vikingos de Inglaterra, Normandía y Galicia? ...No.Un afán trashumante y cultural nace con el hombre, lo lleva de la mano y lo conduce.  No se asienta numerosas veces, en memoriales bélicos. Muchas veces lo bélico es en realidad su expulsión, tampoco lograda plenamente. Pero logramos algo : yuxtaponer las sangres. La mestización, la fusión de lenguas, la integración cultural incluyendo pasado y presente. Influirán al pueblo nativo y serán influidos también por él. Los hebreos al partir de Egipto serán muy diferentes a aquellos antiguos de tiempos súmeros, cuando vivieran en Ur..............................La princesa Herith duerme. Ha descansado su espíritu luego de una larga travesía. Y despierta. No salvó a su padre ... Pero salvó a su pueblo. Lo introdujo definitivamente en Egipto. Quedó para siempre en Egipto con sus laúdes y sus delicadas doncellas, y lo heredaron las dinastías sucesoras de ese milenario país de los Faraones que reinaron sobre el Nilo, y que cambió en adelante su destino de vida haciéndose internacional. La princesa Herith reposa su mente. Su alma divaga. Escucha una voz que entona los sones del pasado ...y su padre le habla. El Gran Apofis, rey asiático del norte susurra en su oído : --"Calma, hija amada ... todo ha concluido... Y estamos juntos"...................................Alejandra Correas Vázquez...................................
CÓRDOBA COLONIAL................(Acuarelas Argentinas 5-6-7-8)(Novela por entregas).....................EL RANCHO de PIEDRAAcuarela CincoEl sol expandía fuegos por el paisaje y una eclosión brillante de mica tapizaba el escenario de la sierra, en aquella siesta inmaculada de blancura. Sobre esa dimensión asoleada y eterna, el perfil recortado en curva de Hermenegildo, con sus pómulos emergentes y sus ojos zarcos, sobrevivencia de una raza india inextinguible, declaraba su estampa milenaria como imagen de un vacío intemporal.Fue el instante en que salimos a su encuentro, como dos niños serranos y casi silvestres, atravesando el bosque de talas y huyendo de la vigilancia de Tobías. Por momentos en el silencio caluroso del verano, donde el ardor cae en vértigo sobre la tierra, un leve rasguño a la distancia parece un alarido. Y el temor a la aventura infantil, que producíanos nuestra huída, hacía precipitar el color rojo de las mejillas.Nos colocamos sumisamente a su lado entre las peñas del contorno, junto al alero de paja de su rancho de piedra que emitía hondas intensas de calor, para él, imperceptibles. Nada lo conmovía. Cualquier ambiente, el presente de fuego o la escarcha invernal, le eran indiferentes. No nos hablaba. No emitía tan siquiera el rumor de sus pensamientos ... Lentamente, como saliendo de un pasado inmaterial, reparó en nosotros a través del hueco profundo de sus ojos zarcos muy claros, recortados sobre el cobre brillante de su piel.--"Íbamos veinte arrieros, con veinte carretas cargadas de cueros secos, carne de charqui y vinos camino de Arica para traer sedas de Oriente ... Don Cirilo se apeó del pescante para ver de cerquita al Atacama, y el Tobías, mozo entonces, había quedado dormido con las armas al cinto "¡Vaya cuidador!" ... dijo Don Cirilo "¡Si yo debo protegerlo a él, durmiéndoseme ansí en el "pior" lugar!" ... Era hombre "juerte" y decidido Don Cirilo ... Arrogante... conmigo le bastaba y él lo sabía. Mi lanza era suficiente. Pero quería "pasiar" y probar al mulato ¡tan joven entonces! darle la "juerza" de un gaucho porque se criaba en la casa entre "mojeres."Y se iluminaron sus ojillos claros de Hermenegildo como micas al sol, reviviendo esa emoción juvenil de rivalidad gauchesca contra los mulatos, siempre asiduos a la vida doméstica de nuestras familias.-"Yo seré un Don Cirilo como aquél y llevaré cueros más lejos, con más mulas, y Ambrosio no se dormirá en mi carruaje"-...Interviniste entonces para que yo te oyera y admirase, como héroe desvalido al que sermoneaban todas las tardes.-"¿Endeveras? ... velay ... Cirilito ... Cirilito ... ¡Don Cirilito!..."Su silencio volvió a invadirnos y retornó nuevamente al estatismo, mientras cruzaban en sus recuerdos los macizos nevados andinos, que los años habían apartado de su vista. El ronroneo del mate que él llevaba a la boca como atenuante a la sed (con aroma a yerbabuena en ese ardiente verano) le devolvía cierta apariencia humana. De sus dedos nudosos y cobrizos asomaba el porongo natural, fundiéndose en una sola especie. Su mate espumante con la bombilla presta, parecía mantener la única realidad de aquel instante. Cerró los ojos y la mansedumbre del sueño se posó sobre su cuerpo, con la fuerte osamenta sentada en silla baja y los brazos cruzados en una perfección de estatua. Y allí lo dejamos después de un largo rato, sin que ningún movimiento involuntario lo privara de aquel equilibrio casi sobrenatural...............................RUMBO al ALTO PERÚAcuarela SeisEn el atardecer somnoliento de otoño bajo la placidez abrileña de la sierra, la centenaria bisabuela Aurora alimentaba con su mano al zorzal azabache, que llenaba de música nuestra galería. Un tapiz de hojas secas cubría el adoquín del patio, y la mirada melancólica de mi madre se posaba sobre el aljibe. Su nostalgia doliente evocaba a mi padre en su ausencia, quien viajaba con su comitiva rumbo al Mercado de Charcas... Y ella consolábase con la imagen de tu cercanía junto a él, con tu presencia a su lado. De forma que tu alejamiento que llevaba ya dos años habíase transformado de improviso para nuestra madre, en un reencuentro emotivo, desde el momento en que él abordara la carroza que lo llevaba año a año, por los caminos del Alto Perú. Desde su partida aguardábamos esa llegada imperiosa, como si su descenso en Charcas fuese el nuestro propio. Y el calor de su brazo sobre tu cuello, fuese la misma ternura envolvente de nuestra pasión femenina, emotiva y llorosa... ¡Y no la altiva adustez de nuestro padre! El llevaba nuestro amor cordobés que a la distancia, sin la frescura de nuestros campos, sin el aire ventoso de nuestra sierra, en el empedrado ciudadano de Charcas, convertiríase en algo muy distinto. En una emoción diferente que el joven estudiante chuquisaqueño que tú encarnabas ahora, iba a transformarlo en una galantería familiar y afectuosa, más que en una nostalgia doliente como la nuestra. La soledad del que ha quedado a la distancia no tiene el mismo espectro sentimental del que ha partido, en busca de novedades y emociones. No era lo mismo yo, tu hermana compañera de juegos y ahora distante, recorriendo los senderos donde fueran nuestras diversiones infantiles, que tú en la vida mundana altoperuana, cual era ahora tu presente.¡Qué lento era aguardar los días de camino, cuando nuestra imaginación volaba al viento llevada por la serenidad otoñal! Todos viajábamos. Nuestro padre en la realidad. Nosotros en el alma.La carroza avanzaba por los caminos dándonos la espalda. En su interior nuestro padre dejaba evadir sin prisa el pensamiento, para alejar la monotonía del tiempo señalado en semanas sin noches ni días. La capa envolviéndole el rostro, en protección al polvo blanco de las salinas, que filtrábase por las cortinillas de las ventanas. Sus largas y elegantes manos jugaban con los extremos rubios de su barba. Posábanse enguantadas sobre las rodillas, repasando el lienzo de su traje paraguayo, que partiera impecable y que debía resistir todo el peso del trayecto.A su frente Gervasio (su fornido guardaespaldas de arrogancia angola) atisbaba con ojo atento los peligros inciertos de la travesía. Asomaba de continuo su rostro muy inquieto, a través del resquicio de las cortinitas. Su mirada altanera y vivaz, obscura como la noche, se confundía en el interior del recinto escondiéndose de la vista de los arrieros. Sus manos musculosas posábanse sobre la pistola que llevaba a la cintura, y el menor bullicio del exterior era captado por él con rapidez y premura.Mientras los gauchos protegidos del viento salino con sus ponchos --y armados de lanza y facón-- guiaban con altivez a la caravana de carretas, cargadas con productos del Tucumán. La carroza de mi padre y Gervasio con sus briosos caballos, continuaba guiando a las mulas caravaneras por el Camino Real.Y la comitiva de carretas. que había partido de nuestros campos, apartando a nuestro padre de la sierra, avanzaba ya por tierras desérticas de indómitas salinas. Para desembocar luego en los tupidos bosques de rojos senderos, que lo transportarían hacia el bullicioso norte altoperuano... ¡de ciudades alumbradas e inmensas ruinas preincaicas! ¡Qué mundo de fantasía era el nuestro en la lejanía! .Como un susurro envolvente de pausadas notas, la bisabuela Aurora rememoraba el paisaje que mi padre y Gervasio iban contemplando, y al que ella conocía palmo a palmo ... pero con un derrotero inverso. En su memoria centenaria, y congelada en el tiempo, la mamasita Aurora evocaba la inversión del viaje y del espacio. Su partida juvenil de Lima, la ciudad de los Virreyes, la cuna de su nacimiento, con la blancura reluciente de sus casas festoneadas de balcones floridos. Luego el paso por el pétreo Alto Perú, y el lento descenso desde Altiplano entre pampas y quebradas, hasta llegar a las selvas y salinas tucumanas. Para por fin arribar hasta este refugio de nuestra sierra cordobesa, que la atraparía para siempre.--"Era en tiempos de mi Cirilo y a su lado. Mi traje de novia llegó acomodado en un arcón ... Hermenegildo abría la marcha y me consolaba." ¿Qué serían ya entonces para ella, desde esa larga distancia en el tiempo, la florida Lima y la blanca Charcas?En el camino mi padre continuaba dentro del carruaje, mientras Gervasio descendía para controlar la comitiva y palpaba nuevamente su pistola. Su salto ágil y atlético. Y su figura felina y africana, imponía respeto en el gauchaje. En cada alto del trayecto el mulatón paseaba su mirada inquisitiva, por las treinta carretas cargadas de cueros secos, vinos y charquis, que avanzaban con pesadez, descoloridas y grises por el polvo persistente. Los jinetes de lanza en mano lo miraban de frente, altivamente, con su estirpe de casta gaucha. Y ambos en su respetuosa rivalidad, continuaban la senda prefijada. El orgullo criollo del gauchaje (de profundas raíces indias) no cedía su lugar en la marcha. No cedía su dominio de los caminos. Y en esa combinación humana, en esa síntesis de exóticas lealtades, de cercanías y distancias ... todos continuaban la ruta silenciosa.La mutua compañía de mi padre y Gervasio, el encomendero y su guardaespaldas angola, junto a la elegante altivez de los gauchos lanceros que guiaban las carretas (y comían por separado) iban en conjunto abriendo los senderos del norte. ¡Y del hechicero Alto Perú con sus emociones mundanas!Y mucho más allá (adonde ellos nunca llegarían) el Virrey de Lima enviaba pliegos con firmas de rúbrica y sellos hispánicos, a los lejanos señores de la Casa de Austria. .......................................LA PROVINCIA del TUCUMÁN Acuarela SieteEn los primeros días de nuestra infancia, cuando nuestro bisabuelo Cirilo aún vivía, lo podíamos ver replegado en su gran sillón de quebracho colorado, mirando impasible al sol naciente que se elevaba por el cordón de la sierra. Su presencia casi mitológica, daba un acto majestuoso a la Merced.Había entregado ya a nuestro padre (su nieto) la conducción de la caravana de carretas cuya comitiva iba hacia el Alto Perú, todos los años, y que él mantuvo bajo su rigor una vida entera. Los que para él eran entonces "sus jóvenes" --Tobías y Zenón, mayordomo y capataz-- quienes doblaban la edad de mi padre, administraba su casa con un celo inigualable, sometiendo a su juicio cualquier circunstancia novedosa. Sólo Hermenegildo, en la continuidad sin límite del espacio serrano que casi había nacido con ellos, se mantenía intacto como él, desde aquel tiempo. Su tiempo.El tiempo de ellos, cuando los viajes familiares se remontaban a Lima y la colorida ciudad de los Virreyes trasuntaba un dejo de Emperadores, ahora lejanos. Como recuerdo simbólico de una vida transcurrida con lentitud (pero que para ambos no había caducado) los veíamos juntos caminar a la par, recorriendo senderos contiguos a la casona, en mañanas heladas y casi sin llevar abrigo.El Papasito Cirilo era de esas figuras que aparecen en las primeras horas de nuestras vidas, como si hubieran estado esperando nuestra llegada, para despedirse recién del festín de la existencia. Fue un hombre brillante y esplendoroso. Cautivaba a sus amistades como si fuesen un auditorio. Alegraba a sus acompañantes con el encanto de su guitarra, su diálogo ameno, su pose hidalga y su orgullo de casta. Su fascinación dejó celebridad y embeleso. Pero esta imagen múltiple es la que yo conocí por mentas, por la añoranza de los otros. Pues la mía en la pasividad de mis primeros años de vida, es la del anciano tierno y erguido, juguetón como un niño con nosotros, pero también enérgico como todo hidalgo campesino. Ya no pulsaba su guitarra y su vista era casi nula. Sus músculos muy tensos apenas le permitían movilizarse. Su imagen patriarcal y elegante, era más simbólica que real, y tenía cierto acento de estatua.Mi padre le profesaba una devoción absoluta, y la palabra empeñada de su abuelo (en alguna cuita lejanísima de su prolongada vida) fue cumplida por él con más minucia que la suya propia. Esta era ante todo, la ley sagrada que regía entre nosotros como base de vida. Y casi diría como régimen contractual existente en toda nuestra Provincia del Tucumán : "la Palabra dada" que oficiaba de organismo competente, dentro de la dilatada extensión que nos separaba de la Audiencia de Charcas : La palabra empeñada. .................................La Gran Provincia del Tucumán tuvo su espíritu de vida, sus anhelos alcanzables a todos y su estilo propio. Vivió en armonía y felicidad con Lima, la capital de este Virreinato del Perú y estuvo orgullosa de su Virreyes. Sintió una unción reverente por los miembros de la Real Audiencia de Charcas y fue una disciplinada ejecutora de sus decisiones. Fue lentamente creando su propia idiosincrasia, mientras mantenía un culto afectivo y nostálgico por la alegre Lima de nuestros ancestros,. La cual, cada vez más lejana ... a medida que el Tucumán se iba autoabasteciendo. Que el Alto Perú se volvía más opulento y regio. Que la Real Audiencia de Charcas crecía. Que Chuquisaca imponía su esplendor aristocrático y universitario. Que Potosí acumulaba riqueza y acuñaba moneda. Que Córdoba como sede cultural jesuítica con universidad propia, se hacía más importante. Que la industria guaranítica del Paraguay, volvíase más célebre y más operativa. Que el puerto altoperuano de Arica, aumentaba de eficiencia proveyendo de sedas de Manila y embarcando nuestros cueros. Era como si el indomable Kollansuyo vuelto a su energía anterior a los Incas (era el Principado Tucman tributario del Reino Charca) organizara otra vez su nación independiente. Más antigua, más arcaica que propio el Incario, bajo el amparo cósmico de las salobres aguas del Titicaca.Prolongación de un imperio milenario, resurrección de un pasado que se remontaba a los orígenes del continente en Tihuanaco... los hijos del Tucumán, guiados por la luz misionera de estos nuevos Charcas, nos fuimos sintiendo cada vez más autosuficientes. Nos fuimos viendo con mayor posibilidad de creación cultural, convenciéndonos día a día de nuestras propias capacidades, bajo la sabia administración de las Huestes de Loyola.........................................Fue condición de toda la gente de nuestra tierra, en esta extensa y próspera Provincia del Tucumán, la de una prolongada vida rayando la centena o de lo contrario una vida muy corta. No conocimos la mitad del término. La vida nos llamaba para cumplirla totalmente o para renunciar a ella antes de malgastarla. Conocimos centenarios y nos despedimos de gente muy joven. Pero todos vivieron en la plenitud, con gran ostentación de fuerza y salud.Los que nos dejaron de improviso, apenas saludándonos y sin darnos tiempo a salir de la sorpresa. O los ancianos cuyo cuerpo envejecido mantenía una mente clara, un discernimiento lúcido, que parecía disociado a su cuerpo inútil. Fue encantador hablar con ellos por sus deslumbrantes memorias, que nos entregaban en sus relatos (como en un juego de colores) ese pedazo de historia viva, que había desfilado ante sus ojos.Aquellos que se mantuvieron en el camino siempre fuertes, imponentes y elegantes, remarcaban a su paso,cada uno su estilo. Ya fuese el del gaucho, el del angola o el del encomendero. Además, cada uno lucía con orgullo su atuendo propio. Y en la paz solariega con ese tipo de vida, el devenir augurábales la posibilidad de procrear hijos de temple, como los que esta tierra difícil agreste y aislada, necesitaba para crecer. Amparados bajo la paciente y amorosa mirada de Inti, el dios sol americano. Su verdadero y único dueño.....................................................LIMA IMPERIALAcuarela OchoAnte todos estos progresos que en tres generaciones se hicieron elocuentes (volviendo innecesario el tránsito hasta Lima) se fue volviendo la cabecera virreinal, que había reconstruido hispánicamente bajo el sello de los Habsburgos, al memorable Tihuantisuyo ... Más mágica, más llena de fábulas encantadas y más célebres sus antiguos visitantes.Esta magia tenía para nosotros el papasito Cirilo. Fue el último de los nuestros proveniente de la florida Lima, y el primero de los Cirilos que viniera al Tucumán desde el Alto Perú, para establecerse en una Merced de la serranía cordobesa, como encomendero. Nunca descendió de joven hasta la erudita Córdoba de los Jesuitas. Y cuando su hija Mercedes ingresó en el convento de las Teresas, (llevando hasta allí toda su rubia juventud, su belleza inmaculada y su rica dote )... El recorrió las calles empedradas de ostentosos templos, como el visitante lúbrico y mundano que se sobrecoge ante la vista, de la vida contemplativa.Nadie más volvió a ver el rostro níveo de Merceditas y recordaban aún sus dorados cabellos vascongados, que algún día creyeron ver renacer en los míos ¡tanto tiempo después! ...Su voz tersa y pausada (que yo escuchaba a través del enrejado de madera de las visitas muy aisladas a su convento de Córdoba) tenía para mí esa magia de los homónimos. Y hubiera querido pasar a través de aquel tupido enrejado de las monjas que escondía sus rostros, para poder verme a mí misma, como ante el espejo que no quiere contestarnos nada. Y yo, que la reencarnaba en la familia, la escuchaba con unción casi profética, maravillada de estar ante mí misma y sin saber quién era.............................El papasito Cirilo perdió muy pronto a sus hijos varones y a mí no me tocó conocer a ninguno. Primero al niño Rosendo, su rubio saltarín, picado entre los riscos pedregosos por una yarará. El más apuesto, Andrónico, de cabellos obscuros y ensortijados con brillantes ojos azules, quien partiendo desde Arica hacia Filipinas llevando cueros cordobeses para traer sedas chinas, quedó en un naufragio en el Océano Pacífico.Nuestro abuelo Cirilo, llegó a desposarse y tuvo cuatro hijos, un varón y tres mujeres, pero yo no lo conocí. Realizó estudios en el colegio jesuítico de Nuestra Señora del Monserrat, y fue un buen alumno latinista. Pero era demasiado temperamental y temerario, amante del galope tendido en caballos sin castrar. Muy joven aún, se desbarrancó por la sierra con su potro preferido.El papasito Cirilo se encontraba en aquellos días en Lima, a la que había llegado en uno de sus asiduos viajes comerciales (llevando como siempre al corazón de mamasita Aurora que añoraba su bulliciosa cuna a la cual nunca volvió a ver) cuando el chasqui le entregó la infausta nueva. Aquello lo transformaría nuevamente en padre, debiendo hacerse cargo de la educación paternal de su nieto, único varón (nuestro padre) para quien sería indispensable desde ese momento en adelante. Una inmensa tragedia que cerraba el círculo doloroso de sus hijos varones.Pero el papasito era un hombre demasiado esplendoroso para el dolor. Su festividad limeña nunca fue doblegada por la solemnidad de Charcas (que habría de ser para mi padre, en cambio, la razón de su vida y estilo personal). Regresó al Tucumán de inmediato y en un abrir y cerrar de ojos, recuperó sus melodías, su guitarra, sus audiencias y amistades ¡Pues la Merced necesitaba un conductor de fuerza y vigor!Cuando perdimos finalmente al papasito, ya nonagenario, sentimos que Lima se nos alejaba. Se apartaba de nosotros, y su imagen quedaba dependiente sólo de la sobrevivencia de mamasita Aurora. Cuando ella también nos dejó airosamente, centenaria casi, a causa de un golpe casi infantil demostrando que no se había hecho cargo de su edad al subir diariamente a una banqueta para arreglar la hora del reloj... Sentimos que sobre nosotros caía una orfandad telúrica.¡Era Lima que se iba con ella! Era Lima esplendorosa y eufórica, florida y principesca, tierra de Marqueses y Virreyes, insustituible para la historia de Sudamérica. Imposible de emular por sus copias virreinales, que pudieran algún día intentar de robarle un cetro intransferible. Con su romanticismo y sus festines, sus juegos y romanzas, sus amores y sus danzas. Y todo el ensueño que ella creaba hacia la distancia para nosotros, que nos hallábamos tan lejos, en el corazón mismo del Tucumanao. ¡Era la propia Lima quien se iba con ella!... porque quizás éramos nosotros --pródigos e injustos con el orgullo de raza joven-- quienes nos habíamos ido desprendiendo lentamente de ella.. Y deambularíamos desde entonces tristes y melancólicos, por esta pérdida irreparable.¡Brindemos por aquel Virreinato del Perú de antaño! ¡Brindemos por su gloria y su excelencia! Porque fundó ciudades en pampas, selvas y desiertos tucumanos, donde el aborigen habitaba hasta entonces en cuevas. Abrió caminos por sitios inexplorados colocando postas para las caravanas. Creó Universidades, como la Universitas Cordubensis Tucumanae.. Impulsó empresas agropecuarias productivas, industrias, dio importancia al crecimiento poblacional y enseñó a sus súbditos el valor del trabajo, para mejorar las condiciones vitales de todos.Porque los pueblos que han unido culturas disímiles y exóticas, fusionándolas en una sola identidad, fueron dignos y valiosos. Y lo lograron por la capacidad de su dirigencia, llevando adelante un proyecto muy bien diagramado. Y aquel inmenso Perú de antaño que abarcaba un semicontinente. Aquél de nuestros ancestros. Aquél del Tihuantisuyo, aquel de los Virreyes cuyas fronteras fueron tan grandes, vivirá siempre en nuestra memoria más allá de los egoísmos foráneos. Y nosotros que fusionamos esas culturas vigorosas, haciendo coexistir sangres distintas y fuertes, seguiremos siendo con orgullo sus hijos, sus vástagos y sus súbditos.................................... Alejandra Correas Vázquez..................... ............

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