Estuve muy triste hoy, papá. El espíritu de la muerte rondó mi áurea. Y me sentí transportada a una dimensión extraña…   Mi cuerpo estaba en la tierra, pero yo no. Yo viajaba por un mundo desconocido, abismal   Un mundo en sombras: El mundo de la muerte.   Papá, espero que tu mundo sea de luz… Dicen que se ve una luz potente al final del camino Una luz maravillosa…   Yo deseo que estés en ese lugar. Que no te duela nada (como decías vos) Y que tu mano, la izquierda, esté curada.   No sé que me pasa hoy, papá. Estoy triste. Las lágrimas asoman a mis ojos. Los párpados me duelen.   No temo a la muerte. Creo que más le temo a la vida. Vivir es maravilloso. Pero duele, cuesta. Se sufre muchísimo.   Papá, te extraño. Sólo espero que estés bien.  

Amigos…Alguien sabe algo de nuestro Querido amigo Arturo Palavicini?   Le estuve enviando mensajes pero No los ha respondido…   Si saben algo, por favor, díganlo, Estoy preocupada por él y por su niño.   Gracias…..María Ester.  

Qué hermoso eres, pequeño mío Hombre mío, amor mío! Qué hermoso tu perfil que se recorta Bello y bravío Con gesto de hombre adusto Y satisfacción de niño En mi pecho conmovido de ternura.   Yo no sé, hay algo de locura En tu rostro aniñado, de hombre serio, En tu barbilla de firmeza adulta Y en tu mirar sereno… Yo te sé mío, total, íntegramente.  Alma  que vuela en la niñez cercana Que dejara sonrisas en tu cara…   Pequeño y gran hombre Niño mío, amor mío Tus lágrimas me saben a milagros A historias de príncipe encantado.   Abandónate en mí Descansa en mí, yo guardaré tus sueños Seré tu niña, tu princesa, tu adorada. Seré el remanso en tu vida agitada.   Pequeño mío, hombre mío. Yo te amaré en la forma que tú quieras Te amaré siendo niño Te querré como hombre, Desde el alma, de cualquier manera.   No podría amarte más aunque quisiera.      

  Resistiré…aunque cueste. Aunque duela tanto. Siento que esta lucha no acaba nunca. Que las manos continúan vacías. Que estamos solos ante Dios.   A veces creo que voy a desfallecer. Que pierdo las fuerzas Que la esperanza se desvanece. Que la angustia se apodera de mí. Que los miedos me asaltan.   Y temo por nosotros. Pero resistiré, amor. Lo haré. Por los dos. Hasta el final. Contra todo. A pesar de todos.                                                                           Vale la pena esta lucha Si por ello te tengo, amor.   Cómo duele esta ansiedad de posesión. Esta necesidad de estar juntos. De sentirnos dueños de algo más Que de nosotros mismos.    

Mi voz quiso elevarse Y se estrello en un pájaro… Mi alma desdóblose para levitar Pero no se sostuvo Y cayó de cabeza… Mi mano comenzó a escribir Pero se acalambró en el intento. Las palabras me quedaron Como grotescos iconos gestuales… Bailando la danza de Zorba el Griego Pero con el ritmo del Reggaetón.    Imposible escribir hoy una poesía… Mejor me voy a jugar a la banqueta con mi amigo, el Poeta Errante. .

Era nuestro perro. Lo dejaron en el garaje de casa. Lo criamos con mamadera Mis hijos lo llamaron Churrinche. Era callejero por derecho propio Como la canción de Cortés…   No había reja que lo detuviera Ni pared, ni alambres ni nada que pusiéramos Para que no escapara… Al otro día, encontrábamos sus huellas marcadas La pared arañada Las plantas quebradas… Se subía a un macetero y saltaba a la calle.. Temprano, esperaba en la puerta. Sucio, hambriento y feliz… Pasaba y nos lamía las manos Se acostaba a nuestros pies Como pidiendo perdón.   Era el terror de los gatos del lugar, Y era el amigo fiel de los vecinos Acompañaba a Juan, el carnicero de la esquina Y a su señora, al regresar a su casa Todos los mediodías A mis hijos los cuidaba como si fuera Un guardaespaldas,  fiel y aguerrido ¡Ojo con aquél que quisiera molestarlos! Se paraba frente a ellos Erizaba el lomo y mostraba sus dientes afilados… A mí me seguía cada vez que hacía las compras. Se quedaba en la puerta del supermercado Y me esperaba el tiempo que fuera necesario. A la noche, cuando se escapaba Era el jefe de los perros callejeros Todos los seguían a él. Conocía el barrio mejor que nadie Y todos lo conocían a él La abuela de mis hijos vivía a una cuadra de mi casa. Cuando se aproximaban las cinco de la tarde Recorría el camino hacia su casa Esperaba a que saliera, Y caminaba a su lado, como cuidándola Era un canto a la vida verlos llegar Juntos, la anciana y él, mi perro fiel…   Cuando mi suegra falleció El estaba en el garaje de mi casa, y se puso a aullar Era un grito desgarrador, doloroso… Luego se fue a la puerta de la casita Y allí se quedó, toda la tarde Como esperándola…o llorándola, nunca lo sabremos.   A los 15 años de vida, enfermó de viejo Apenas caminaba, pero aún así, escapaba… Una mañana encontramos manchas de sangre en la pared Sus uñas no tenían filo, y se raspaba la piel Se lastimaba, y aún así, salía a hacer su recorrida Hasta que ya no pudo caminar… Las vitaminas no hacían efecto Estaba muy flaco, casi no comía… Nos miraba con sus ojitos cansados, Como despidiéndose…. Una tarde, me acerco a él, lo acaricio, Y se levanta, se para y camina…como puede Casi arrastrándose… Da  unos pasos… y cae muerto.   Así murió mi perro, como vivió, Caminando incansable las calles de su barrio. Lo enterramos en el jardín de la casa.   Y estoy segura que todas las noches Sigilosamente Cruza la reja y salta a la calle Con su pelaje al viento Ladrándole a la luna y corriendo con los Ángeles.  

  Qué horrible me siento hoy. La vida cuesta, la desesperanza duele El trabajo, los sueños, la insensatez… La vida misma cansa, mujer.   Pensar en la muerte es como pensar en algo impropio. Y  se siente  tan lejana, tan ajena Que ya cansa esta espera de incertidumbres.   Estás, tal vez cansada de existir. De esperar el final. Dios dijo: -Nacerá, y naciste. Dios dirá luego: -Has de morir Y llegará tu hora.   Te encontrará agotada. Los ojos hundidos. La piel desgastada. Y las manos, tus manos… mujer Hartas de tenderse hacia la nada…   Tus manos se llenarán de muerte. Entonces… descansarás al fin.