• Guillermo Capece
GuillermoO
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  • País: Argentina
 
 del mástil donde las bestiascuelgan sus nidos,saturada de pájaros amados,construí mi casa  con plumaje hondamente interior,estaba allíel espacio entre la vida y la muerte de un color casi olvidadomientras yo agonizaba-así como una luz busca a su presa-busqué un habitante para mi casa;y fue el rudo cristal echado a pique oun lobo azul que espera: él mi zarpazo, yo su herida (los cantores nocturnos veníana narrarme su infortunioen mi estanque ataviadocon rincones de hojas amarillas) la mano mínima que escondosabrá que los lobos se lanzantambién de noche,cuando los aullidos se acercan,y que no habrá salvaciónni siquiera en el momento frágilde la duda                Guillermo Capece 
 una vez tomé ese trenlos gatos caminan en la nochecantan borrachos en la mañanatrac-trac   trac-trac ah   si se quema el amor   si se viene la muerte tienen los trenes la insinuación de las penasrápido ahorapor ese tren corre una lagartija blue(azul o tristeza ?)y por la ventanillas   el valletrac-trac   trac-tracpara que el amor no se hundapara que la muerte huya musitandotrac-trac   trac-trac 
       Cada uno está solo sobre el corazón de la               tierra       traspasado por un rayo de sol;        y de pronto es la noche.
 (continuación)Empezó a sonar una música fuerte en el parque que salía de una ventana cercana.Sergio necesitó distanciarse de esa vieja historia de locura, y apresuró el paso. Robertito que lo seguía comenzó a tomar otra dimensión para él, como si recién descubriera su presencia, porque ya empezaba a sentir desconfianza. Cuando se acercaban a la ventana desde donde salía esa música recurrente, las campanas del reloj de carrillón dieron las diez, y la música cesó.Los árboles del parque eran viejos ejemplares, algunos verdes, otros zizgueando el otoño. El césped estaba descuidado. Cercana, había una fuente de piedra de la que surgía a intervalos, chorros indecisos de agua.Por la ventana se asomó un hombre gordo, calvo, con el rostro enrojecido, y saludó:-Buenas noches a los dos.-Es el viejo jardinero -dijo por lo bajo Robertito- pero no lo saludó.-Buenas noches a los dos -repitió el viejo.-Buenas noches- saludó Sergio-¡Tonto!-  lo increpó Robertito- ahora no te dejará, te seguira como un perro fiel.Sergio quiso preguntar a su amigo pero caminó más ligero, casi comenzó a trotar, alejándose de la ventana.-¡A los dos! -gritaba el viejo- ¿quién es el maricón? ¡la puta madre!  ¡la puta madre!-¡Se ha enloquecido otra vez! ¡Está en pleno brote! -exclamó Robertito. Y por un momento fue su único comentario.En el camino un cantero medio deshecho les dió la oportunidad de sentarse.Robertito lió un cigarrillo. Entre los dos fumaron.-Era el jardinero de la casa- se llama Fuego; aquí nació, aquí enloqueció, y aquí morirá.-¿Cómo dijiste que se llama? -inquirió Sergio-Fuego- es un nombre extraño, como es él. A veces está en el cielo, pero las más en el infierno, pero refulge. -Escribe extraños poemas con tinta roja -añadió Robertito- tienen algo de desconsolable, de estupor, a veces son decadentes, a veces tiene la luz y la verdad.-Rober- y cayó en la cuenta que por primera vez lo llamaba así- Rober- repitió Sergio- parece que los has leído bien.-Sí. Junté unos cuantos cuando Fuego los tiraba por la ventana, y se los mostré a un amigo de un bar de Palermo que algo entiende de estas cosas. Me dijo que eran poesía en estado puro. Que escribe no sólo con el alma, sino con todo el cuerpo, incluyendo el alcohol que toma .De manera que los guardé.-Pero...¿no tiene familia?Sergio creyó ver una ligera turbación en su amigo.-Su familia somos los Botante. Pero ahora que le hablaste no te dejará en paz. Te reconocerá y querrá que seas portador de sus mensajes.-No me verá más -dijo extrañado Sergio- no vendré más.Pero no había seguridad en sus palabras. Estaba seducido por la situación. No sabía de qué mensajes le hablaba.
 despega tus labios del ángel muertoporque he descubierto a través de tu bocaque los besos no se repitenpon tus labios en los míosy desmintamos los planes del diablosus gestos    sus devaneosríete conmigo    florece    encumbrado
Despega
Autor: Guillermo Capece  273 Lecturas
 (continuacion)  Pocos, poquísimos, sus pensamientos fueron urdiendo aquella posible historia: en cuanto terminara el año abordaría el avión. Bajar como un pájaro en Mar del Plata planeando sobre la costa no le iba a exigir mucho; aunque estuviera cargada de telas, sabría donde disponerlas, y la luz de Mar del Plata era lo que esperaba para que sus pinceles hablaran por ella.El sueño la fue venciendo y sacudió su mano como despidiéndose del día, mientras se cubrió con la sábana que olía a alhucemas, porque justamente esa mañana ella había puesto debajo de la almohada un ramito  que la regalara Sergio.El día siguiente comenzaría con una bella mañana, e iba a hacer todo lo que esperaba sobre su mesa de trabajo. "Por favor... por favor... no me deje, estoy solo...", le pidióEra un sueño común, como el de muchas noches, pero en éste, no sabía por qué, apareció el muchacho de La Cantábrica.A Julia no le llamaba la atención cuando el muchacho delgado como una rama, le repetía:"Estoy solo..." Ella se animó a tocarle el pelo, y pensó (soñó) con la infancia de ese muchacho en un día cualquiera. En el sueño miró hacia abajo y vió las zapatillas viejas de sus pies, y de nuevo oyó:"No tengo a nadie, no me deje..."Julia sintió un fuerte viento en su cara. Pero al igual que un viento, a medida que se acostumbraba a él, se hacía más tolerable. Miraba la tez oscura del joven, y sólo quería pensar en alguna escena parecida que le hubiera tocado vivir, recordarla con plenitud y compararla con la que estaba soñando, pero obstinadamente el muchacho volvía a decir:"Abraceme, por favor, tóqueme."Este final era más una orden, y claro que la turbaba. Julia comenzó acariciando los pómulos que bajaban al fondo de unos ojos temerosos. Cotinuó besándole las cejas y acariciándole el cuello, hasta que lo abrazó, y se oyó decir muy cerca del oído del otro:"Quiero que seas feliz." Cuando el despertador sonó quiso meterse de nuevo dentro del sueño, pero de golpe tuvo la certeza que allí había terminado, y que ese deseo de felicidad hacia aquel hombre estaba sobre todo dirigido a ella:"Quiero que seas feliz, Julia."Qué difícil era ser feliz. Sonrió. Pero lo que sí le había dejado el sueño era el leve sentimiento de la posesión de ese hombre joven, entrevisto como lleno de perfumes y colores, igual a la mesita oscura que ahora miraba en la sala, con fresias y peonías encima, marcándole un pedacito de ese sueño y de esa noche. Era su pequeña felicidad instantánea.Esa mañana pasaría horas buscando analogías entre maestros de diferentes épocas, para volcar los resultados en un trabajo que leería en la exposición de Mar del Plata. 
 mientras llegas tengo queinundar el miedofabricar un hechiceromentir que existo tu manotocará el fondo de mi pieldonde las aguas se precipitanen cascadas invisiblessobre pájaros ajenos las grietas de mi pielme fascinanson insolentes   respiran sofocadamenteintervienen en un juego de naipesdonde alguien pierdedonde alguien ganadonde caballos al galopeme arrastrancon suaves golpessin perdón ni dudashablan como silbandotedios y adversidadesy yo me sientorápidamenteangustiado   corrompido y alegre mi caricia agotada habla de tí: (aquella vez cuando pudimos crearhoguerasen la alcoba del hábito y del amor (1)y quedamos más huérfanosque nuestros encuentrosmás desengañados de nuestros cuerposcallándose en crujidosmás humildes que nuestroposible amor intacto) cuando lleguesrecuerda tocarmi pielmirar hacia un rincónnunca acabadomi cabeza dolerá en el centro mismo del mundoyo estaré comiendoun pobre pan de arrozbordeándote el deseocontruyéndome a mí mismotu regreso.               Guillermo Capece(1) en cursiva: del poema Tú, de Jorge Luis Borges (El oro de los tigres)
La espera
Autor: Guillermo Capece  271 Lecturas
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adiós   pequeño Davidtu visión hace de mi capael color de piedra de los muertosadiós   hasta ahorano veré tu caminopues debo arrojar mis ojos a las calandriasque viajan lejos entre montes y montañasentre montones de nubessurcando inalcanzables nomeolvidesjardines de párpados para tu voz irrealizada te miro y mi cuerpo recorreel juego de las noches la sabiduría del ladrón y la sed para pintar alturasdonde renacen el ave de plomo las siniestras raíces del cedroy la hiedra pegada a mis pupilascon soles de sangre amarilla adiós   hasta ahora tus manos de colores fijosno verán mi negro plato de comiday nada de pedir socorro:bailaráno fingirán que bailanpara no verte en desmesurapara no vermepara no reconocer el contorno ávido   Davidde tu nombreque yace junto a mícon el dolor de perderte                           Guillermo Capece
 Eso soy. Un suceso anónimo.Aguja transparente sobre el musgo.¿Quién deseó mis abrazos?¿Quién bajó desde el camino y graciosamente dijo:"vengo a amarte"Sólo el silencio. Ahora el apuro del equilibrista.Ya sostengo el filo,con acuerdo o sin ellos.Ya el sabor infinito. Pero afuera siguió el tiempo,y también mi silencioso renunciamiento.Ah, corazón inalcanzable.  
 los dias pasan por sus ojos cuando mira el mary deja que el viento lo cubra como una sonrisaen un juego armonioso mis manos serenas y libresacarician su rostro su cuello y mi boca y llanto para mañanano va a estarno va a estarpido que no necesite su cuerpo   su vidadonde él ha ido guardando la tarde en que escribió-sereno, como una piedra en su destino-"Te dejo restos de mi amor. Viajo hacia un acaso incierto.Pero es para siempre.No me busques. Sólo en las sales del mar."
                       a M.D.R.                                Pacientes montañas se muevenhacia donde tú estás.El peso mediterráneo de mis ojoslas buscan.¿Qué es de la amiga aquellacuyo sol repetía en la memoria?Calla.No le digas que yo no estoy más.                  Guillermo Capece
Ya entiendo
Autor: Guillermo Capece  265 Lecturas
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          Mercurio,    Venus,    Tierra,    Marte,    Júpiter,    Saturno,    Urano,    Neptuno.    8 planetas, (Plutón fue excluído por pluto.)                              Guillermo Capece
Discriminaciones
Autor: Guillermo Capece  262 Lecturas
mínima es la tarde mañana  -único en el universo- el sol entrará por esa ventana tú eres único tambien la desición es en la hora de las estrellas                                             Guillermo Capece
Estampa
Autor: Guillermo Capece  261 Lecturas
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          EN LOS OSCUROS CUARTOS DE MI OFICIO                                    Nelson Simón (Pinar del Río, Cuba, 1965)El joven que ayer tuve entre mis sábanasse ha marchado. Sintió miedo de mi sombra femenina,de mi costumbre de ovillarme a sus piescon la carencia afectiva de los gatos.Sintió miedo del mundo al que lo asomaba,de los dolorosos paisajes que vio alzarseal otro lado de la puerta que juntos abrimosy por los que le invitaba a caminar. Intenté retenerlo, pero se ha marchado.Mis palabras se alzaron como buitresentre la primavera de su orilla y la mía,rocosa, oscurecida por el tiempo vanode las decepciones. Como olvidar que ayer,después de entregarnos a ese diálogo mudoque sostienen los cuerpos al rozarse,recorrido por un luminoso temblor,me dijo:"mi corazón y mi cerebro te pertenecen".Yo, el más débil de los débiles guerreros,me sentí vencedor,dueño de la eternidad que proponían sus palabras.Su amor era la tierra virgendonde plantaría mi casa y mis cosechas,el mínimo espacio donde encendería el fuego reparadory esperaría resignado el fin de la nevada.Sus pensamientos adornaban mi vanidadcomo una corona de laurel.Eso fue ayer, y hoy le he visto alejarsellevándose la dicha que me prestócon la infantil ligerezade quien ofrece a su amigo su única camisa. Breve ha sido la prometida y soñada ínsulaque los dioses pusieron frente a mis pasos.Ahora el dolor desciende como una guillotinahasta el deseoso cuello que él besaba,y hasta en el oro de las monedas que tocopalpo la indocilidad de sus inquietos ojos amarillos. Cómo volver entonces a los oscuros cuartosde mi oficio, y encontrar,entre tantos recuerdos,un solo instante de corduraque pondría a alumbrar sobre mi mesa. Cómo volver a ser el domador de mis palabras,ordenarlas y exigirles que me ayudena escribir un último poemacon el que quedaré al desnudomostrando la imperfección de mis sucias entrañascuando acepte que el joven que ayer tuve entre mis sábanasse ha marchado. ..................................................................................POEMA DE UN LUNES DE OCTUBRE ANTES DE QUE SALGA LA LUNA                                Yoel Mesa Falcón  (Granma, Cuba, 1945) No vendrás.No te acercarás dejandoun semillero tras de tipara no perderte en mi cuerpo.No abandonarás tus sombrasfundidas en los cactustu ser de espinasque no saben herirpor temor al color de la sangre.Lagartijas y salamandras caminan por tus brazosse asoman a tus ojosen busca de un fuego que está en tus piesque arden sin saber o poderechar a andarhoguera te has hechotótem que se hunde en la tierramadera pintada para aquellos que piden lluvialos que piensan que implorándote gobernarás las nubesy volverás generoso el diay harás cantar a los surcosimprovisadorde la más dulce músicala que viene del cielo para morir en la tierradejando memoria celeste en los tímpanostú engendrador de charcospadre de las ranasente de prodigios que pueden vivir en todas partesy con el simple sonar de su cuerpomatan el silencio de la noche.No vendrás porque esta cabaña está por construírsus paredes son puras transparenciassu techo la noche estrelladay la única lámpara mis ojosdonde el unicornio viene a mirarsepara que el reflejo le devuelva su certeza de existiry le sea posibleconducirme a las fuentesantes que anochezcay haya tantos astros en la superficieque el agua no pueda saciar la sed.Ya ves, también me habitan raros animalesy entre una hora y otrasingulares aduaneros preguntanel porqué de mi alegría si no hay másque sombras y palabras carcomidasallí en el cofre donde debía estarla llave de la dicha y se azulanmontañas que nunca escalarée improviso discursos que sólo escucha el vientoy la ternura se pierde entre una almohada que no contesta y una sábana suciade mí y de la nocheque inventa albas para transmutarseen otra prenda, quizas un diamantecuya dureza puedaresistir tanto viento, tanto oleajetanto mar ajeno.No vendrás porque los caminos se bifurcany tu ser, con ellos, duplicado, divididolo mejor de ti se queda en el cruceroallí donde el diablo ofrece sus pactospero de tus poros brotan trompetas seráficaselfos del viento vienen a tocarlasy Satanás recoge sus ángeles caídosse aleja, no puedecomprar el alma de un ungido.Los caminos cantan bajo tus plantas pero amas la cavernahas roto todos los espejosel minotauro es la tristeza de tus ojosla noche cerrada en tu entrecejotiritas y no quieres abrigohas escrito tu lápida cuando la hierba te reclamay pide que tires a cualquier parte un puñado de ellasin importar donde caigacomo hizo un día Whitmanel poeta de la espontaneidadhay elfos gritando en tu oídouna orquesta de ondinas interpreta a Mozarthay un amanecer en espera de que dejes girar la Tierraun pedazo de ti se desprende para mirarte mejory cae al suelo como fruto maduro.Hay tantos castillos de arena por construírno importa que la espuma sea su muerteuna bella muerte sin lápidassin rencoruna hermosa muerte bendecida por el horizonte.No vendrás porque no sabes leer el firmamentoy el viejo mapa arrugado que una vez encontrastebajo un arcoiris de juguetefue enterrado por un pirataen una playa demasiado distante.No vendrás porque las constelaciones no han querido vestirtey la pobre calabaza no sabe hacerse carrozani hay varas mágicasni hadassólo esta torpe realidadsucia y erráticacruel a vecesdonde un poco de ternura en el fondo de un cálizes tal vez lo único preciosoaunque sólo lo descubrimos despuésmucho despuéscuando los años sepultaronel instante refulgentey los vientos de la vida apagaron la llama.La luna está por salir y acallará también esta voz.Pero al menos he lanzado mi grito en el desfiladero, y su eco en mi oídoapagándose por segundoses bellísima música.Después el silencio lo cubrirá todo.LLegará la nochey los ritos de la costumbrenos harán olvidarque la garganta puede ser viola da gambay cantar, implorar.Porque cada acto de vida es una súplicaaunque sólo respondael rostro ceñudo de un cieloque no quiso ser azul.Tomado de "Poemas de amor". Autores cubanos. Siglo XX. Seleccion Luis RafaelEditorial Letras cubanas
mientras llegastengo que inundar el miedofabricar un hechiceromentir que existo tu manotocará el fondo de mi pieldonde las aguas precipitanen cascadas invisiblessobre pájaros ajenos las grietas de mi pielson insolentes   respiran sofocadamenteintervienen en un juego de naipesdonde alguien pierdedonde alguien ganadonde caballos al galopeme arrastrancon suaves golpessin perdón ni dudashablan como silbandotedios y adversidadesy yo me sientorápidamenteangustiado corrompido y alegre mi caricia agotada habla de tí(aquella vez cuando pudimos crear hoguerasy quedamos más huérfanosque nuestros encuentrosmás dañados que nuestro posible    amor intacto)  Si alguna vez llegarasrecuerda tocar mi pielmirar hacia un rincónnunca acabadomi cabeza doleráen el centro mismo del mundoyo estaré comiendo mi pobre pan de arrozestaré bordeándote  el deseoconstruyéndome a mí mismotu regreso así hemos de estar:yo con mis viejos botines de muérdago sudadotu engalanado para un breve carnavalcon lugares de árboles y hojas de instantes pero ahora ahora mismoquitaré esa luz que se ahinca en mi frentepara no vertetalladoen mi sangre                      Guillermo Capece
tu regreso
Autor: Guillermo Capece  261 Lecturas
 relátame la noche   te pedíestoy afiebrado y sin concederme alientoperdónamevoy muriendo en voz bajaeres tú que me acosas con palabras y caosamándome   dices dices   y el vino deshojado en tu cuerpo desnudoabre memorias en mi pechoy te pide:cómo es la noche cuéntame qué parte de la vida es ésapor qué somos actorestú desnudovolverás a escuchar el zumbido de mi corazónque derrumba sus latidosen su tránsito hacia la nadatal vez tenga que soñartesin pensar que mi pielesté intacta cerremos el infiernola fiebre no deja de ofrecerme remordimientosya no creo en diosesen las preguntas de los tigresni en tu imagen de aguabañándose en el cielo violeta de algún templo adivina ahora que cae mi contornotan terrestre como tu cuerpocómo son tus manos humanas                  adivina quienes somos                Guillermo Capece 
 No te duermas sino de a momentos.Un ave recorre el airey envuelve hechizos en sus plumas.Ten un instante para que tus ojosvean lo que digo: el ave vuela.No te duermas.Ten el ojo avizor.Pronto, los animales de la irapasearán en la pradera.Más te alejas, más cerca estás en mi vida.Te he mentido,no me juzgues, no me juzgues. Ahora queda este pobre tiempo para nosotros.Tengo amor todavía entre los dedos.           Guillermo Capece                                                           
Ruego
Autor: Guillermo Capece  254 Lecturas
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 Pero los lobos se adueñaron de míy me arrojaron al fondo de la fiebre.Como en un acto falso de amor tomaron mi olvidada cabezay la tiraron en las calles, puertas, paredes vacías.Yo sabía de sus bellezas y sus culpas,pero nada pudo impedir mi perpetuo abrazo endemoniado. Sin embargo:hoy soy mi corazón sustraído de la bolsa más austral;soy el olor, la mano que no pide. Soy el sobresalto de la luna y el alimento primariode un consuelo que no llega.Hoy ellos son gotas de hiedras pegadas a mi saqueado cuerpo.Dientes blancos que fueron mis verdugos. Aquí mi desolación, mi urgente llamadoa esas preguntas maniatadas que nacen cuando el cuerpo se ha acalladoy sólo queda el fruto desordenado de lo que no fue.                                  Guillermo Capece 
Poema XV
Autor: Guillermo Capece  253 Lecturas
 Calledonde habitan las atroces máscaras de la violencia,y las bocas enajenadas al miedoreviven sus bailes siniestros. Solitarias calles donde perros cimarronesparen los hijos de la lujuria,y los devoran en el momento más alto de la sangre.Calle por la que pasea la muerteen su carroza alhajada de tierra,iluminada por una luz que tirita en algún lugar distante;olvidándose de las caricias,de las guirnaldas en los vestidos de las muchachas,llamando a gritos a los efímeros amorespara despeñarlos en los acantilados cerca del río.Calle:aun en la contienda de los lobosnuestra voz golpea en las estrellas.Pasaste tu mano de tiempo sobre nosotroscontaste tus historias.Y somos todavia preguntas amontonadasque nos llaman y se van.                             Guillermo Capece
Calle
Autor: Guillermo Capece  242 Lecturas
Te recuerdo sembrando tu violín, Iván,el dibujo gris  de la ventanamientras la intemperie caía sobre tus hombros.Sabe que te estiras en el olfato de los gatos...Mañana hará treinta y seis años desde que te llevaron,y yo te escribo ahora con una piedra rabiosa,con una promesa, la más alta,por tu preciosa luz, por tu gorra de arena,por tu perfecta fiesta transparente.Ya desconocido, acude a mí con algo de polvo,con algo del temor con que te fuiste,con toda tu llama. Después, tu solo instinto quedó entre la casa. Abre alguna vez tus manos en mis manos,como una fruta.Sólo conociéndote puedo pensar que vuelas.En duermevela, viendo pasar los días,festejaré hasta la última gota de tus ojos. Dime callado de aquellos regresos,tu silvestre manera de oír el acecho de la lluvia.Dime que te has ido para volver en rebeldía;y en el aire suave estaré feliz de tanto abrazarte en tu camino.
Destino de Iván
Autor: Guillermo Capece  239 Lecturas
  Giro alrededor de mi camino a Damasco.Qué cerca la medianoche, esa zona donde la palabra enloquecepara convertirme impensadamente en un mendigo. Acaso porque pueda morir solo, con los ojos llenos de síntesisentre mi corazón y su sombra,huyo hacia un puerto nunca tocado:mi camino a Damasco. La pobreza es otro sino, otra manera que no buscamos,un arrepentimiento primitivo porque todo existe y no existe. Mientras tanto envejecen la ropa que vestimosy el salario de cobre gastado en la penumbra. Alguien ingresó a mi cuerpo sin saberlo.Alguien dicta una sentencia.Me doy vuelta en la noche como un loco golpeándose el pechocreyendo que su pecho es el culpable. Es, mi camino a Damasco, el abrazo que yo habré perdido,la espera en el rincón de los párpados,otra vez el sueño.                         Guillermo Capece
Lo posible
Autor: Guillermo Capece  235 Lecturas
Te recuerdo sembrando tu jardín, Iván,El dibujo gris de la ventanaMientras la intemperie caía sobre tus hombros.Sabes que te estiras en el olfato de los gatos;Como en secreto pides las luces.Mañana hará treinta y tres años que te llevaron con tu camisa azul.Azul, porque azules eran tus veintisiete horas de ayer,Y hoy ya no están en los parques ni en el comienzo de tu patio redondo.Y yo te escribo ahora con una piedra rabiosa,Con una promesa, la más alta,Por tu olorosa luz, por tu gorra de arena,Por tus perfectos actos cristalinos.Ya desconocido, acude a mí con algo de tu polvo,Con algo del temor y las preguntas con que te fuiste,Con toda tu llama. Después, tu puro instinto quedó entre la casa. Sólo conociéndote puedo pensar que vuelas.En duermevela, viendo pasar los días,Festejaré hasta la última gota de tus ojos. Dime callado de aquellos regresos.De tu silvestre manera de callar el piano cuando oías el acecho de aquellos pasos Que todavía escucho.Dime que te has ido para volver en rebeldía.Y en el aire suave estaré feliz de tanto abrazarte en tu camino.                               Guillermo Capece                                       
Destino de Iván
Autor: Guillermo Capece  234 Lecturas
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Estás en mí como un color pintado para el campo. No estás en mí como una moneda fugada. Huyes de mí como la canción que se quiere evocary el tiempo detiene. No me amaste y te amé sin que nos diéramos cuenta;todas las manos ausentes se aunaron para acariciarme.                                                 Guillermo Capece    
Frases
Autor: Guillermo Capece  232 Lecturas
 EL AMOR ENCERRADOEl amor encerrado,el imperioso amor de antes,encerrado en cañadas que nadie hizo,nadie sino el tiempo y el miedo,ha roto, amor, de pronto, estas paredestan lentamente socavadas,y lo he reconocido, es esa bestiafuerte y hermosa que yo he temido y anhelado,y azota ahora un ancho espacio, y de nuevo,yo no soy nadie, un niño, un miedo,un luminoso insecto que se apaga e inflamabajo la noche intensa, tan débilque apenas se oye su terror, encogido en la hierbamientras la soledad furiosa muerde y lo cercacon su mole vacía, y me gritatu nombre, tu dulce y doloroso nombre, alejándolopara verme crujir como a la hierba más sufrida,para que yo recuerde, que de nuevo yo sientami esqueleto disperso, mi corazón clavado a un tronco,mi voz inútil y mi cuerpo presente para que nadie sepaque yo perdí de nuevo lo que ya una vez basta,que yo sufrí dos veces esta misma violenciasemejante a una broma, como a quien han miradocon sorna, fijamente riendo bajo, entreteniéndoseen abrirme y cerrarme y abandonarmepara ver cómo trato de hablar, a dónde voy,a quién confundiré contigo ahora,en quién te veré a ti, como si fueraun perro tras un rastro de olor.De imaginarlo sólo estoy perdido,ando ya entre la hierba, me hago un ovillo y tiemblo,aprieto contra mí la esperanzade que me toques, de que tus manos,las más hermosas manos que he soñadosobre mi corazón, me toquendiciéndome mi nombre, y yo sientaque es de nuevo tu cuerpo y tu temblorde niña frágil y doliente, para siempre tu cuerpoy tu temblor de niña fragil y doliente contra mí,para que yo no sueñe más este sueño, para que me despierte y me calme, y vuelva a dormirmecontra ti, `poco a poco, balbuciendo tu nombre.(Extraído de "Poemas de amor. Autores cubanos, Siglo XX  Selección: Luis Rafael, Editorial Letras Cubanas,2005)
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