• Guillermo Capece
GuillermoO
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  • País: Argentina
 
Vienen a mí  deshechos de mi sombra. un viejo puñal y su voz la voz de un puñal me persigue. desmantelado   qué hacer. frente a los visillos espío: ellos se están amando se aman   
Soledad
Autor: Guillermo Capece  661 Lecturas
Me amas,y sientes al cielo como una gran luz que tiembla.Todo rencor se desvanece, y tu rostro solitario se refleja.Me amas, dices.Desiertas tus manos cubren hogueras de múltiples espantos,vastos mundos cayéndose al vacío,ojos por donde se perdieron ilusiones, inquietudes e infranqueables deseos.Me amas, y vives en el instantáneo soplo, en el imprevisto momento de perder.
Quién provee el misterio que el invierno traeen aquella gastada pareddonde un nombre se borra con el tiempo.Así como quien compra flores en puestos provincianos,de la mano de alguien que ha partido,se busca un sol,identidad,algún rincón para arrojar la muerte. 
Identidad
Autor: Guillermo Capece  314 Lecturas
 qué vértigo se lanza en mía mirartecomo si toda la vida empezarao terminaraen tu cuerpobrasa tersa y dulcemente ásperacamino obligadoa mis manosque nacenpor querer tocartecomo todo yoque soymás netamenteen la esperade la cancelación de la distanciacanción de un vientoaromado de almizcleen la imaginaciónde tu perfume
                       a M.D.R.                                Pacientes montañas se muevenhacia donde tú estás.El peso mediterráneo de mis ojoslas buscan.¿Qué es de la amiga aquellacuyo sol repetía en la memoria?Calla.No le digas que yo no estoy más.                  Guillermo Capece
Ya entiendo
Autor: Guillermo Capece  265 Lecturas
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(continuación)No era lo mismo con Robertito Botante. Sergio lo conocía de charlar  naderías en la barra de un bar, y por ser Robertito un joven  entretenido, y porque lo proveía de marihuana y algunas veces de dinero, él pasaba algo de su tiempo a su lado.Era hijo de un cirujano de prestigio, y fue destinado a seguir los pasos de su padre. Pero fracasó ni bien transpuso el umbral de la universidad. Ahora tenía 27 años y se dedicaba a vagar en boliches y en los bares. Vivía en una casa en Belgrano, donde, en la sala central, al lado de una vitrina con marfiles y piedras duras y de un enorme reloj de carrillón, colgaba un sospechoso Corot.Así le dijo a Sergio una vez:-Mi viejo cree que es un Corot legítimo, pero tengo mis dudas.-si lo fuera alguien de la familia ya lo hubiera vendido -y rió.Una biosserie tapizaba las paredes, y las alfombras adornaban el piso que en los rincones se veía muy brillante. Allí fue donde Sergio cedió a los primeros convites de Robertito, y había inspirado sin temor uno o dos pases de blanca, como llamaba a la merca.La casa estaba rodeada por un parque, y debajo un sótano rezumaba una humedad antigua.-Mi familia -dijo Robertito- era muy especial. Mis bisabuelos, por ejemplo, fueron mucho tiempo amantes antes de casarse. Mi bisabuela era rubia, y parece que muy hermosa. Vivía en los fondos de la casa, aunque los encuentros se realizaban aqui, no precisamente aquí sino en el sótano, debajo de aquí. Algún día te lo mostraré.-Por qué no ahora- interrunpió Sergio entusiasmado.Salieron de la sala y caminando por el parque dieron con una puertecita debajo de una escalera. Robertito la abrió con cuidado. Se sumergieron en la oscuridad. El lugar era lóbrego. Allí Robertitole ofreció a Sergio una tremenda historia de amor, desolación y violencia.-Eran muy jóvenes los dos -comenzó- y mi bisabuelo Marcos Botante Antar, le pedía a uno de sus mucamos que fuera a llamar a Margara, que con el tiempo sería mi bisabuela. Todo era oculto. Salvo uno o dos mucamos nadie conocía la relación de los novios.Ella bajaba por la misma escalerita que bajamos nosotros, y allí estaba Marcos, con sus polainas y su camisa blanca, esperándola.Según dicen, Marcos era un hombre altivo, arrogante, pero gran amador. Habían pasado varias mujeres por la casa, hasta que dió con Márgara -aquí Robertito se detuvo- pobre Márgara- continuó.E hizo silencio nuevamente esperando algún comentario de Sergio. Le iluminó los ojos con la linterna que llavaba. -¿Por qué pobre?-A veces se ama de una manera extraña -murmuró Robertito- Ella bajaba,  se metía en lo oscuro, buscaba el contorno de ese hombre... y lo demás ocurría.Iluminó nuevamente a Sergio y se dió cuenta de que lo urgía.-Marcos era violento. Ella se ofrecía, y él aprovechando la sugerencia de estar bajo el césped, se transformaba.-Supongo que estarían los dos desnudos.- dejame que te lea una parte del diario- continuó Robertito abriendo el cartapacio. "Ella se volvía suplicante. Yo la arrinconaba -continuó leyendo- y la golpeaba levemente con una rama del jardín.""Después la ceremonia se volvía más intensa, y Márgara gritaba, y de su piel salía una luz cada vez más diáfana." -Yo no lo creo para nada- comentó el muchacho,pero asi lo cuenta el viejo en su diario. Para él no había clemencia- dijo el muchacho- y ella se entregaba con dolor y con placer. Pero eso no era todo. Escuchá esta parte: "Siempre caía en un colchón de plumas, y presumía que las plumas me cubrían como si fuera un pavo real o una abeja gigante de pesados colores que se adherían a mi cuerpo blanco, casi transparente, tan transparente que podía ver mi corazón latiendo como si estuviera frente a un espejo mágico."- es lo que creía el viejo, comentó el muchacho.Volvió a iluminar el rostro de Sergio, pero lo encontró en un rincón oyéndolo, con los brazos a los costados.Robertito dudó en seguir contando esa historia pero notaba en el silencio de su amigo, el deseo de conocer el final. Por fin, dijo:-Supongo que el viejo estaría drogado con hachís o alguna de esas drogas antiguas que consumían antes. ¿opio?-Sin duda- exclamó Sergio- pero también temió que el muchacho se hubiera clavado vaya a saber qué otra "vitamina". Era demasiada imaginación la de su amigo. Sin embargo Robertito afirmó:-Mi bisabuelo era un hombre más que extraño. LLevaba este diario con escrupulosas anotaciones.Todo lo dejó claramente escrito. Y abriendo el cartapacio nuevamente, leyó iluminado levemente por la luz de la linterna: "Me deleitaba en uno de los momentos más felices:pero no era un momento dulce; era torturante, porque las plumas no se degajaban suavemente: caían tironeadas por Márgara, pero quizas no fuera Márgara sino algo que se parecía a ella, a su odio, a su dolor o a su amor." -Te imaginás cuánto oprobio y mansedumbre había en esa complacencia.-comentó el muchacho.Se produjo un ruido extraño que obligó a Robertito a iluminar el lugar, y vieron dos ratas disparando.-Vámomonos de aquí -exclamó Sergio.Robertito lo retuvo tomándolo del brazo. Sergio pudo ver que su amigo llevaba el cartapacio y el diario debajo del brazo.-No terminó la historia. -No quiero oír más.-Al fin -siguió el muchacho- Marcos encontraba su felicidad. Porque mirá lo que dice en el diario:  "Después la operación era más fuerte. Márgara desgarraba, partía, clavaba sus uñas. Márgara-demonio utilizaba sus manos, hincaba sus dientes. Y las plumas caían, pero también los girones de mi piel escupidos por los hermosos dientes de mi dulce Márgara."Robertito tomó aire, quiso ver la cara de Sergio pero, aprovechando que estaba en silencio, continuó con la lectura:"Recuerdo que en este punto gritaba como enloquecido, pues veía libre mis músculos, mis tendones, y con la palma quería acariciar a Márgara que se negaba, que permanecía impávida,de pie, oficiando y oficiando interminablemente, rodeada por ese charco rojo que me taladraba los ojos.""Después venía la ceremonia más codiciada por mí. Márgara-demonio se acercaba despacio, y comenzaba la devoración."-¿Tu bisabuela se devoraba a Marcos??-, casi gritó Sergio.-No, tonto. Ellos lo llamaban así. Era un juego, pero un juego bastante fiero, porque siempre había sangre.
(continuación) -Marcos escribió que primero podía ser un músculo del antebrazo o una vena del cuello- contaba Robertito- pero te sigo leyendo- y apuntó la linterna hacia el diario."Márgara, Márgara, me muero, me marchito; dejame, por favor."-El diario está en poder de papá -comentó- pero yo lo pude leer por primera vez a los doce años. Sé el lugar donde lo guarda, y a veces lo busco para releerlo, como ahora; y me conmuevecuando leo que Márgara era implacable. Y a él le gustaba que fuera así."Mis gritos eran insostenibles" -siguió leyendo- y yo sabía que Márgara me besaría interminablemente, hasta comerme la lengua, hasta arrastrarme el paladar.""Después venía, con todo el terror, esa música que se oía desde afuera. Y era maravilloso, casi insolente, que mi amada Márgara se acercara sólo para ver mi cara.Robertito paró el relato de golpe. Pero Sergio insistió para que siguiera."Yo esperaba complacido, quejoso, tan niño que a Márgara le daban ganas de sostenerme en sus brazos y cantarme la misma melodía que se oía desde afuera.""En ese momento, Márgara-demonio vestida de azul, subía a las esferas más azules, y me poseía desmedidamente, toda Márgara, amada Márgara, pelo y piel, ella sí con su piel intacta."-En ese momento Márgara lo poseía -repìtió Robertito entusiasmado -o a lo mejor era el demonio, o los dos.- y miró los ojos de su amigo, iluminándolos."Nunca recordaré bien ese instante, ese soplo de agobio y de amor. Pero lo esperaba al final de la ceremonia. Sabía que era único, que podía irrumpir o tardar, como por ejemplo en los momentos en que todavía podía besar la lengua caliente de mi amada o del demonio, o aún después, cuando frente al espejo me veía sólo como transparencia."-¡No terminó la lectura! -gritó Robertito al ver que Sergio hacía un ademán para irse."Entonces me levantaba como podía, y la coronaba recogiendo tierra y cubriéndole la cabeza con polvo fino que se mezclaba con sus lágrimas. Era una distinguida dama del horror, un verdadero demonio. Luego la envolvía en una manta, la subía en brazos, y ya en el parque bañaba suavemente cada parte de su piel y de mis heridas. Mandaba al mucamo a preparar compresas frías y Márgara las colocaba en mi frente."-En la familia se conocen estos hechos con el nombre de "juegos satánicos"; la historia del viejo es pan comido -sonrió Robertito.-todo como en ese cuadro adjudicado a Corot. Hay un río  que recorre un campo oscuro, y que contrasta con los árboles dibujados suavemente; casi un pintor para el río, y otro, apacible, para los árboles. Atrás se ven dos cuerpos desnudos, abrazados. El de la mujer fuerte y el del hombre, desvaneciéndose. Seguramente la historia que te acabo de leer. Sergio dudó si esa historia había sucedido o era invención de su amigo.Quiso salir. El pàrque estaba sereno y la noche suave. Hinchó sus pulmones y miró a su amigo.-No terminó la historia- dijo él.Sergio tuvo intención de huír; "este hombre está loco o se picó demasiado"-pensó. Pero se contuvo con la idea de cambiar la conversación.-Te dije que Marcos tuvo muchas amantes. A él le gustaba jugar a la muerte. Yo ahora sé que se va a morir. Se va a morir dentro de mí o seguirá existiendo, no lo sé.Sergio lo miró y quiso reírse, pero el tono de su amigo era compasivo.-Quiero decir- dijo el joven amigo- y enseguida Sergio comenzó a tener un conocimiento anticipado de los hechos -que yo soy igual a Marcos, y a veces quisiera no serlo. La ilusión de ser Marcos debe morir aquí mismo, en esta confesión que te hago, amigo. Amo a las mujeres con una suave tortura, al principio. No te asustes, Sergio, te ruego que me escuches...-dijo al ver asombro en los ojos del otro.-Luego pido perdón, soy vasallo de ellas. Pero después las someto, sin eso yo no puedo. Y ellas se rinden en esa lucha. Descubren que no saben separarse de mí, que me quieren, que me odian. Y cuando descienden al sótano, la violencia de ese lugar -había fascinación en su mirada-es agua que tomo con ansia; hasta que les limpio las llagas y quedo liberado.Hubo un silencio. Robertito estaba desolado. 
  Yo,el que duerme por tus ojos,el que corre pòr las eternas piernas que le prestas,el que recita sólo las estrofas aquellasaprendidas en remotos momentos:ese romance que tuvimos con el preciso vino azul;yo,porque tus manos están hechas de leyenda,vengo a tu sombra y digo:no lloraré; la fiesta ha terminado.Nada vale la penasi estás tan lejos y perdido,tiritando,bajo los capiteles de la nocheo en los arcos claros de la mañana.Dame la libertad.La necesito.Para construírte cercano a míhe de buscar la tierra más desierta.El mar más temeroso es un niño sobre sus olas altas,y todos los misterios del mundo son inciertoscuando tu presencia llama.Quiero estar cerca de tíy a la vez lejano. Un definitivo recuerdo nos sostieney alza.                     Guillermo Capece        
Náufrago
Autor: Guillermo Capece  407 Lecturas
sé en que adversidaden qué tiempodentro de cuál misteriose encadena tu alma vano es pensar que te debes a otroso que tus plantas no pisaronlo que el amor frecuenta miro las estrellasla  esperanzada nube tras lo rojoy recuerdo un encuentro entre tus ojos y los mioslos labios pudorosos temblandoahora que te entregas a lo ignoradoque te vasen lo impalpable de la noche.por lo menosdeja que la noche se deshojeque gire es espiral hasta que el alba grite y venacuéstate conmigo. 
DESPEDIDA
Autor: Guillermo Capece  361 Lecturas
es la madrugadaalrededor  mixtura de aires tus ojos recuerdan viejos textos de sabiduría (no recuerdo haber amado así)  me acerco y sopla el vientoun arcano suave.tu voz queda rezagada frente a tu cuerpoque se ofrecey esquiva.afuera   los poseedores del dolormurmuran letanías.vagos milagros en toneles de vidrio esperanla palidez que adquieren los enfermos antes de su muerte  (no recuerdo haber amado así)  desnudo palabras atadas a tu cuello(aquellas que no dijiste),cavo trincheras en mi cuerpo  ybrota una alianza entre el vértigo y tu nombre,repetido entre sílabas amadas,cuando solitario te siento partir. pacientes las montañasse moverán hacia la nube que ahora habitas. Yo no recuerdo haber amado así.     
Es la madrugada
Autor: Guillermo Capece  392 Lecturas
 que quede la palabra desnudala que sirvesólo ésaésa sólola palabra que tiemble el corazóny que no sea escudoque surja de la nocheque no sea fugazla palabra que salte de la boca yDIGA la única que no pronuncie soysino somosla gozosa que salga de la soledad yse proyecteque no se aferrea los casosy que sea fiel a las cosasdecir alma decir pupilaspárpados miradauna palabraque haga bienque te nombrey que me nombreque en el curso de su vidase bañe en el río tres veceso ningunay que salga impecablepura cierta.
Ars Poetica
Autor: Guillermo Capece  333 Lecturas
Para tu paladar de gato de angora he cazado los peces más finos,y frutos de nombres extraños hicieron fiesta en tu boca. Para tu boca preparé los besos más antiguos que se hicieron nuevos en tu arte de besar. En tus pies he calzado flores griegas que delicados enanos fabricaron con extrema dulzura. Licores libres han pasado por tu garganta en noches navideñas. Para tí los mismos enanos tradujeron los versos más hermosos de Horacio, y tú lo celebraste. Mi sexo enamoró tu sexo en largas sesiones donde tu cuerpo fulgíaentre cardúmenes en el nido de algún mar. Alguna profecía mal iluminada me avisó que te ibas a hundirentre rocas amarillas en un ascender y descender de montañas. Ahora,alas, en una tarde,me llevarán silente donde lavas tu traje de espumas infinitas.                                                                   G.C. 
                             "perdoname Majo", de un grafiti                      en una pared de mi barrio, (Buenos Aires.)                                                        Guillermo                                                        Majo, perdóname: la sombra de una rosa no es la rosa.(Me voy alejando, Majo.En las inmediaciones de mi alma un pájaro devora su altura.)¿En qué año nací, Majo? ¿Hace un año? ¿Acaso un mes?Soy un ciego en algún punto del paraíso.Contempla tú como nunca mi destino.Abárcame, hasta que se levante mi oscuridad y vuelva a ser el absurdo caminante que te esperaba, el corazón en mi pecho levemente en marcha:"bienvenida, Majo." No me compares con el aire, ni con el final de un cuento nunca leídoa la luz del sol en plena noche,porque aire y sol son partes del universo,y yo estoy -hace apenas unos minutos- más allá de todo cosmos,viendo con ojos de ciegomi cuerpo untado con aceites chinos para alejar el poderoso olor de la muerte. (Labio de la muerte, aléjate.) Así y todo, cuando apague este poema no sé qué quedará de tí. De mí, te dije que lloré sobre mis pies con mis ojos de viejohace sólo unos minutos.La vida es esto: un bodegón desierto donde hasta el vino es ausente,un corto tiempo que pasa entre caricias duras.El decapitado amor.Tú estuviste más allá, junto a los árboles que barrían mi montón de estigmas.Conoces la forma de decir adiós, un sábado en la pequeña tarde en que llovía. Yo conozco la zeta,última letra con la que escribozálvenme. G.C.                                                      
Arma blanca
Autor: Guillermo Capece  538 Lecturas
                No veo más que a un niño callando su nombremientras la ciudad grita en lo inesperado de la noche. Cuando todos queman hojas a sus pies el niño florece dentro de la lluvia. La locura de ser otro se agiganta cuando estoy solo.                                         Guillermo Capece
Islas
Autor: Guillermo Capece  562 Lecturas
 Me amas,y sientes el cielo como una gran luz que tiembla.Todo rencor se desvanece, y tu rostro solitario se refleja.Me amas, dices.Desiertas tus manos cubren hogueras de múltiples espantos,vastos mundos cayéndose al vacío, ojos donde se perdieron ilusiones,lentitudes e infranqueables deseos.Me amas, y vives el instantáneo soplo, el imprevisto momentode perder.                    Guillermo Capece  
 Me asomo al puerto y me abarca como una sonrisa.Quiero dejar silencios en lo pródigo de las naves fondeadas,mientras el río titila.Te asombras de que nadie venga a salvartey los gatos cercanos señalan el largo camino a Éfeso.Sin embargo los amantes cavilan bajo la luna.Tal vez un gran perdón, y ninguna, ninguna pregunta.                                           Guillermo Capece                                          
Cuando una mujer se peinahace el movimiento de las estrellas.Impalpables navíos surcan la luz de sus ojeras.Tierra de ayer y de hoyen su tez.  Como en un puerto:marcharmeo no marcharme.              Guillermo Capece
Como en un puerto
Autor: Guillermo Capece  302 Lecturas
 de las escasas cosechas que me cubrensólo la pala de Davidtomará su tiempo yo sólo máscaras  cuando saco una salta otray otra y otrahasta que por fin   sólo huesos                             Guillermo Capece
Sin titulo
Autor: Guillermo Capece  330 Lecturas
           DE ANOTACIONES DISPERSAS Apenas somos unos condenados a plazo fijo¿y qué podemos hacer?Por eso escribimos lo profundo que se gusta despuésque las palabras dejan la imagen de su propio pensamiento.Crear es no poder soportar un dolor sin pronunciarloo poseer la verdad en uno mismo.
  Dulcísimo extremo de tu pieltus dedos son largos caminos hacia las cosas.Así,habituados a maravillarlas cuando las tocas,poco a poco se adornan de día;y cuando los llamo, las noches los vuelven espacios límpidos,llanuras imprevistas.Ellos están o se ocultan,albergan secretos de amantes,ignoradas ponencias en la vida,y fuertes nudillos con los que golpeasteaquella puerta que no se abrió, ¿recuerdas? Te regalo azahares para que los toques,viejas estrellas que quisieron reencarnarse,tierra blanca para tu tacto blanco;además, ciertas preguntas que no están en mis labios,y sobre todo la efímera noche de mayo en que tus manos                                                                me tocaron. En el pudor de mi pobreza y tu cita,la caricia que hoy evocoes sólo la inútil  cacería de un horizonte en vuelo.                                                     Guillermo Capece   
          EN LOS OSCUROS CUARTOS DE MI OFICIO                                    Nelson Simón (Pinar del Río, Cuba, 1965)El joven que ayer tuve entre mis sábanasse ha marchado. Sintió miedo de mi sombra femenina,de mi costumbre de ovillarme a sus piescon la carencia afectiva de los gatos.Sintió miedo del mundo al que lo asomaba,de los dolorosos paisajes que vio alzarseal otro lado de la puerta que juntos abrimosy por los que le invitaba a caminar. Intenté retenerlo, pero se ha marchado.Mis palabras se alzaron como buitresentre la primavera de su orilla y la mía,rocosa, oscurecida por el tiempo vanode las decepciones. Como olvidar que ayer,después de entregarnos a ese diálogo mudoque sostienen los cuerpos al rozarse,recorrido por un luminoso temblor,me dijo:"mi corazón y mi cerebro te pertenecen".Yo, el más débil de los débiles guerreros,me sentí vencedor,dueño de la eternidad que proponían sus palabras.Su amor era la tierra virgendonde plantaría mi casa y mis cosechas,el mínimo espacio donde encendería el fuego reparadory esperaría resignado el fin de la nevada.Sus pensamientos adornaban mi vanidadcomo una corona de laurel.Eso fue ayer, y hoy le he visto alejarsellevándose la dicha que me prestócon la infantil ligerezade quien ofrece a su amigo su única camisa. Breve ha sido la prometida y soñada ínsulaque los dioses pusieron frente a mis pasos.Ahora el dolor desciende como una guillotinahasta el deseoso cuello que él besaba,y hasta en el oro de las monedas que tocopalpo la indocilidad de sus inquietos ojos amarillos. Cómo volver entonces a los oscuros cuartosde mi oficio, y encontrar,entre tantos recuerdos,un solo instante de corduraque pondría a alumbrar sobre mi mesa. Cómo volver a ser el domador de mis palabras,ordenarlas y exigirles que me ayudena escribir un último poemacon el que quedaré al desnudomostrando la imperfección de mis sucias entrañascuando acepte que el joven que ayer tuve entre mis sábanasse ha marchado. ..................................................................................POEMA DE UN LUNES DE OCTUBRE ANTES DE QUE SALGA LA LUNA                                Yoel Mesa Falcón  (Granma, Cuba, 1945) No vendrás.No te acercarás dejandoun semillero tras de tipara no perderte en mi cuerpo.No abandonarás tus sombrasfundidas en los cactustu ser de espinasque no saben herirpor temor al color de la sangre.Lagartijas y salamandras caminan por tus brazosse asoman a tus ojosen busca de un fuego que está en tus piesque arden sin saber o poderechar a andarhoguera te has hechotótem que se hunde en la tierramadera pintada para aquellos que piden lluvialos que piensan que implorándote gobernarás las nubesy volverás generoso el diay harás cantar a los surcosimprovisadorde la más dulce músicala que viene del cielo para morir en la tierradejando memoria celeste en los tímpanostú engendrador de charcospadre de las ranasente de prodigios que pueden vivir en todas partesy con el simple sonar de su cuerpomatan el silencio de la noche.No vendrás porque esta cabaña está por construírsus paredes son puras transparenciassu techo la noche estrelladay la única lámpara mis ojosdonde el unicornio viene a mirarsepara que el reflejo le devuelva su certeza de existiry le sea posibleconducirme a las fuentesantes que anochezcay haya tantos astros en la superficieque el agua no pueda saciar la sed.Ya ves, también me habitan raros animalesy entre una hora y otrasingulares aduaneros preguntanel porqué de mi alegría si no hay másque sombras y palabras carcomidasallí en el cofre donde debía estarla llave de la dicha y se azulanmontañas que nunca escalarée improviso discursos que sólo escucha el vientoy la ternura se pierde entre una almohada que no contesta y una sábana suciade mí y de la nocheque inventa albas para transmutarseen otra prenda, quizas un diamantecuya dureza puedaresistir tanto viento, tanto oleajetanto mar ajeno.No vendrás porque los caminos se bifurcany tu ser, con ellos, duplicado, divididolo mejor de ti se queda en el cruceroallí donde el diablo ofrece sus pactospero de tus poros brotan trompetas seráficaselfos del viento vienen a tocarlasy Satanás recoge sus ángeles caídosse aleja, no puedecomprar el alma de un ungido.Los caminos cantan bajo tus plantas pero amas la cavernahas roto todos los espejosel minotauro es la tristeza de tus ojosla noche cerrada en tu entrecejotiritas y no quieres abrigohas escrito tu lápida cuando la hierba te reclamay pide que tires a cualquier parte un puñado de ellasin importar donde caigacomo hizo un día Whitmanel poeta de la espontaneidadhay elfos gritando en tu oídouna orquesta de ondinas interpreta a Mozarthay un amanecer en espera de que dejes girar la Tierraun pedazo de ti se desprende para mirarte mejory cae al suelo como fruto maduro.Hay tantos castillos de arena por construírno importa que la espuma sea su muerteuna bella muerte sin lápidassin rencoruna hermosa muerte bendecida por el horizonte.No vendrás porque no sabes leer el firmamentoy el viejo mapa arrugado que una vez encontrastebajo un arcoiris de juguetefue enterrado por un pirataen una playa demasiado distante.No vendrás porque las constelaciones no han querido vestirtey la pobre calabaza no sabe hacerse carrozani hay varas mágicasni hadassólo esta torpe realidadsucia y erráticacruel a vecesdonde un poco de ternura en el fondo de un cálizes tal vez lo único preciosoaunque sólo lo descubrimos despuésmucho despuéscuando los años sepultaronel instante refulgentey los vientos de la vida apagaron la llama.La luna está por salir y acallará también esta voz.Pero al menos he lanzado mi grito en el desfiladero, y su eco en mi oídoapagándose por segundoses bellísima música.Después el silencio lo cubrirá todo.LLegará la nochey los ritos de la costumbrenos harán olvidarque la garganta puede ser viola da gambay cantar, implorar.Porque cada acto de vida es una súplicaaunque sólo respondael rostro ceñudo de un cieloque no quiso ser azul.Tomado de "Poemas de amor". Autores cubanos. Siglo XX. Seleccion Luis RafaelEditorial Letras cubanas
  he perdido mi rostroen esta mesacuando el crepúsculonacía de su centroyo le pedí perdón pero la noche era audazsi el pan abarcabasu congelado límite alguien lloró una vezalguien escribió una carta ahora copio el poemapuedo empezar por mis manos (como una música la desolaciónme atrae)                      Guillermo Capece   
 despega tus labios del ángel muertoporque he descubierto a través de tu bocaque los besos no se repitenpon tus labios en los míosy desmintamos los planes del diablosus gestos    sus devaneosríete conmigo    florece    encumbrado
Despega
Autor: Guillermo Capece  273 Lecturas
   Yo no te pido nada.Alcanza con que estésen el mundo,con que sepas que estoyen el mundocon que seasme seastestigo juez y dios.Si nopara qué todo.                    Idea Vilariño (uruguaya, 1920-2009)
 Eso soy. Un suceso anónimo.Aguja transparente sobre el musgo.¿Quién deseó mis abrazos?¿Quién bajó desde el camino y graciosamente dijo:"vengo a amarte"Sólo el silencio. Ahora el apuro del equilibrista.Ya sostengo el filo,con acuerdo o sin ellos.Ya el sabor infinito. Pero afuera siguió el tiempo,y también mi silencioso renunciamiento.Ah, corazón inalcanzable.  
 LAS TORRES TRANSMITEN ENTRE SI EL MISTERIO.ADORNADO POR LA HISTORIA UN NIÑO SALE DE LA IGLESIA, Y CORRE.SOBRE UNA COLINA, VIEJOS CASTILLOS MEDIEVALES.EN LA PLAZA DE LA CISTERNAEL NIÑO VUELVE HACIA MÍ, Y ME PREGUNTA ALGO.YO A MI VEZ LE PREGUNTO.SOBRE LAS TORRES, UN SILENCIO INACABABLE.                                 Guillermo Capece   
 la brisa me convierte en pájarola hora de la tarde ayuda a pensar que estoy soñandoy cerca de mi tumbaen duermevela   los cazadores colocados alrededor del vinocantan cazadores y pájaros lo mismoel dibujo gris de mi ventana habla a mi memoriacomo si yo fueraun pájaro que sueña                          Guillermo Capece 
Sin titulo II
Autor: Guillermo Capece  306 Lecturas
  los suicidas tienen las nocheshendidas en la carneasíantes de ser suicidasfueron heridossabios locosniños santosy queriendo fugarfugaron hacia el todoo la nadaa qué decir el último beso lloradoa qué decirmano extendida   secretoflecha voladora haciacircunstancias imposiblesa qué decirvolverán los suicidassi no vuelvensi reposan o nodetrás del peregrino ríoo de las amistosas coronas empapadasde llantoa qué decir si ya no regresala costumbre que tiene los suicidasde anunciar a cada hora su locuraaturde el pecho   lo deshacey a no decir nunca cuándoes el momento de la muerte:ventana abierta   o unas piedrecillastomadas de la mesa de luzy ya estáya todo pasó o comienza                       Guillermo Capece
Suicidas
Autor: Guillermo Capece  704 Lecturas
 Se busca un lugar donde el humo sea recuerdo verde.El sabor, muchas horas en la vida. Se buscaun principio para la libertad y la risa. Se buscanpequeñosbálsamostardíos.
 borrar el signoborrar la pena.que alguien se apiadade lo que no fui, de lo que no hice. con vino suave la cariciadebajo de mi cuerpo las garras. la presencia de lo pasadoaún abunda en mi pecho.
Desierto
Autor: Guillermo Capece  299 Lecturas
  qué hay detrás de lo que hayni un muebleni una lunani una causa sí   un túnel telefónico:voz a vozsólo tu boca cierta
A pesar de todo
Autor: Guillermo Capece  328 Lecturas
 Deja que el viento te cubra con mi sonrisa, o la de otro, es igual. Pero que a la pasión se sume tu boca complaciente, y tus manos lúbricas acaricien el cuerpo que has elegido esta vez, en un juego siempre armoniosohasta que llegues a mis brazos,y yo no necesite untar con celos tu figura,en el preludio de una tarde tibia en que tres cuerposse buscan,se juntany desean.   
 I    la vida es una canallada. II   ése era un tigre que, cuando llegaba el verano, solía apantallarse con un abanico.  III  con el abuelo Tito siempre jugábamos a ver quién se comía antes el plato de tallarines que había servido mamá. IV  un hombre caminó hasta la cima de la montaña. Y allí se detuvo. buscó en su bolsillo, y luego desistió de arrojarse al vacío. 
4minicuentos4
Autor: Guillermo Capece  359 Lecturas
 escribo esto necesariamente para mí:pronto vendrá la nochey hace falta olvido pequeña aguja de cristalmi amorquiso izarse en el agua a veces un toque de sedasólo por eso pregunto a todos si el corazón dueleo sus pulsos lo condenan pregunto   y dicen que sí:su mirada amordazadasu boca ciega sangrando visiones entro en una sala vacía:es el cuerpo de un animal vivienteque intuye su hallada borrasca rondan solitarios los mastines en ese instante la cosa sucede:en lo más inesperadoen el momento más salvaje de la sed(cuando nos bebemos el rostro)mi cabeza desmontada queda colgando entonces   el poema claudicantese diluye    
escribo...
Autor: Guillermo Capece  479 Lecturas
 Otra vez el viejo juego.¿El caimán atrapa al sapo, o el sapo salta?Más alcohol en el fondo,donde me busco.Hace años que espero. El caimán siempre gana.
La espera
Autor: Guillermo Capece  366 Lecturas
 Emiliano,ovillado bajo mi brazo,como si fuera un gato,duerme.De pronto, una cucaracha surca su espalda.Pero no es una cucaracha:son mis dedos que lo acarician.Emiliano sueña.Ese sueño opresor: va a dejarme, me lo ha dicho.Nunca más tendré un gato al cual acariciar. En la dura noche espero un maullido que nunca llega. Marzo es el mes más oscuro,pienso.
Poema simple
Autor: Guillermo Capece  339 Lecturas
no busco casani un lugarcitoni piedras preciosasni distrito ni tropas caminé seis horaspara palpar un rostroy ni siquiera eso alcanzó sostener mis manosduró seis mesestres añostres vidasen el afán de buscar una orillay encontrar sólo la mirada empotrada del silencio 
no busco casa
Autor: Guillermo Capece  357 Lecturas
Piedrita blanca,  guijarrito, cómo estás, mi vulnerable piedrecita? ¿Cómo estás? Voy a curar tu hambre.Trae ese cuchillo, por favor. Ése, el más filoso,el de punta más aguda.Te lo hundiré en tu último deseo para que respiresdesoladotu inmediata muerte.    
Hola
Autor: Guillermo Capece  361 Lecturas
corre lo gris del día la libertad no se vive el parque suma lo infinito a tu pena y aún no te ha ocurrido nada pero todo sucede porque abandonaste tu aliento entre hojas asustadas y no quieres volverte  avanza este viejo díay tampoco cumpliste hoycon tu deseo de besarlo.      
Decisiones
Autor: Guillermo Capece  345 Lecturas

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