• Carlos Alberto Agudelo Arcila
Carlos Alberto Agudelo Ar
-
  • País: Colombia
 
Imagen
1970
Autor: Carlos Alberto Agudelo Arcila  418 Lecturas
44   Mi sombra estornuda importunando la junta de sombras, al pie del árbol genealógico.      45   Hojas peregrinas meciendo el viento en verde viento.     46   La lombriz en el pico de la gallina, mientras la vida sigue su camino.   47   Las farolas encendidas diluvian estrellas, en este día de sol y lluvia.   48   La flor descifrando el misterioso vuelo del colibrí.   49   El néctar al compás del revoloteo.      
A Clarisa Arcila, mi madre, pájaro vertebrando su vuelo en el aire del amor.     El gato de mi casa es hijo del perro de mi casa El perro de mi casa maúlla El gato de mi casa ladra No son extraños no solo viven a imagen y semejanza de mi lectura Cuando el perro de mi casa ladra y el gato maúlla  pierden su gracia entonces recurro a volverme sangre de los libros y de pronto el perro de mi casa cacarea y el gato brama Así  el perro y el gato de mi casa se hacen poetas en la casa de mi alma.
Si Oliva no hubiese muerto hoy sería lunes o quizás un día distinto Día de hoy de hoy sin nombre de luna incubada en el cristal del ayer donde bebo gota a gota la tormenta que recuerda el viernes de vino en que ella murió con los ojos abiertos al filo que cortó en dos mi infancia antes y después del loco Uno el del tiempo en que reconocía frente a frente   a Oliva con su mirada de Oliva Dos la época en que recuerdo el cuchillo en manos del loco Benjamín con su demagogia de no ser el loco Benjamín Espontaneidades de la noche donde la historia del hoy sin nombre es sombra de sombra en mi alma yerbamarga    De esto hace el tiempo de la uva cuando mis pies recorridos por los siglos de los siglos  maceren el día de hoy como si fuese lunes: Lunes de Olivaviva. 
Credo de mi soledad y mi angustia del pan pan y del vino vino de llanos y montes desnudos de luciérnagas del día final y del principio de la hoguera Credo de los mil pedazos de la unidad y de Dios en el asfalto del milagro y la sustancia del ojo observando la penuria humana Credo del silencio y la palabra en el paredón del latifundista y el cadáver de Lucifer tendido sobre la ceniza del cigarrillo del beso y la joven desahuciada Credo de mis linfas y mi humor sarcástico de mis zapatos rotos y del roto de la capa de ozono del diluvio universal y la gota en el arca de Noé Credo del cancerbero y los mil demonios de la codorniz y el gato envenenado en sus siete vidas del siglo y el instante cuando nace el pedregal Credo de la hiedra y la pared por construirse del mosco en la cabeza y el pensamiento escalofriante del hocico y el sangrado de luz en el colmillo de la diestra de la tarde y el manco de Lepanto Credo del vidrio y el vaso comunicante de la poesía con el papel donde se envuelve la panela Credo de la nada y el blanco de la palabra que da en el centro de su todo de la mujer pensativa y del hombre afilando con el sudor de su frente el día Credo de las tres de la tarde proferida por el tartamudo demorándose en articular las diez de la mañana a la andarina sin destino Credo del cataplasma y la herida en el costado derecho del demiurgo de quien nunca llega y de la casa abandonada Credo de la noche encabritada en silencios y del grito deshidratándose en la garganta del plagiario de la soga y el bramar que se resquebraja en el desierto Credo del viento que impele contra la torre de babel y el mito que desmorona el sermón de Pedro Credo del avaro y la ballena en el colchón del lingüista y el rostro que se macilla en la ventana del duermevela y la pesadilla de haber nacido Credo del paralítico y el cuerpo exuberante que con sus senos vírgenes alimenta la lujuria del hombre probo Credo del cura y el alma proscrita a la bujía encendida con el cero y el logaritmo del uno hasta sus últimas consecuencias del jardín colgante y sus espinas que ornamentaron la corona con que Jesucristo se hizo Rey de nadie Credo de la uva y la sombra embriagada que va hasta el rocío a beberse el último sorbo de la centuria del misterio en la noche soberana y la máscara en tertulia con el rostro de Turín Credo del sifilítico y el alpiste que golondrinea la calle del tiempo perdido del médico y el formol que sujeta al moribundo a la nada de la puntilla con que se clava el recuerdo del perro que partió hacia el palpitar de los sapos y el martillo que cuelga en el portal de Belén del arrecife y el avanzar fructuoso de Ícaro junto al sol en el estanque Credo de la basura y el político que con insolencia reclama para sí el firmamento descumbrado de nubes del fruto y la cáscara donde resbala la perdiz cuya alma se dirige al cielo desnudo de vuelos Credo del canto tres veces del gallo y la frialdad de las treinta monedas que a través de los siglos le han besado la mejilla a mi padre muerto Credo del gerundio y el verbo de tu carne del sí y de la gota que vacila en la llave cerrada del verde de la aurora Credo del gitano que nunca viaja y de la escalera por la que baja fruta a fruta la madurez de la vida Credo del creo en vano por todos los santos de los santos en nombre de mi alma confinada en el líquido orgánico con el desdén de mi fe amén.
Todos los días pasa el vendedor con su sermón de quesos. En mis manos vacías queda el entusiasmo de la compra, el dogma de la exquisitez escuchada. Sacerdote ambulante evocando mi fe, hacia la teta materna, el vendedor de quesos.
      I.    La luciérnaga canta soles,         flores y  silencios.                 ll.     Neruda canta cebollas, barcos y ausencias.     III.       Borges viene  con su ayuda de sombras diamantinas,  con sus animales esféricos,  con la armonía del centauro  a vertebrar el paraíso de la luz.                  
42   El día aparece con su sombrero de agua sobre su cabeza de firmamento, ensimismándose de predicciones adónde llegar.         43   ¿Y si la silueta se hunde en su sombra antes del sol asistir a su propio funeral, será posible revertir la palabra y la flecha para fraguarles el infernal designio?           44   En el fondo del océano muertos azules, igual a la lejanía del mar.       45   Casas construidas con humedad a la orilla del dolor ajeno.         46   Borrar, con linterna en mano, la historia de Aristipo, dejar las lentejas para merienda del rey, luego de ser ignorado.           47   Pasos tardíos encaminándose hacia el encuentro consigo mismos, el tenis roto no permite aligerar el recorrido.         48   Lucifer, agotado, descansa sobre plumas de nubes de león, Dios inmisericordioso produce un rugido a modo de desalojo, la fauna del firmamento se enfurece, ahora el omnipotente peregrina con su orgullo herido entre la maleza de cirros, mientras a Satán se le observa regocijante, con sus almas bienamadas.           49   No hay meta, solo la esperanza de gasolina en este automóvil sin motor, sin carrocería, sin llantas, sin la realidad de ser carro.               50   Busca en el trino el viento, en el viento el pájaro, en el pájaro la hermosura del día, en el día el día exacto del trino, embalsamándose de viento, de pájaro, de la noche eyaculando la sombra del mosco, cuando canta desde la lejana leche el naufragio del mundo.   51   Poemas extraviados en la página sin escribirse andan como fantasmas arrastrando sus cadenas, entre puntos y acentuaciones saturadas de fosas en la palabra.        
La ciudad, sentada en el andén, espera la llegada del día final, antes de ver terminado el más alto edificio del mundo en el centro de sus propias entrañas, agitadas de maleantes, oficinistas y de tres ancianas ingresando a la iglesia, de arquitectura excéntrica, donde Dios mismo no ha logrado entrar. De forma espontánea, el aquí y ahora se enclaustra en el absurdo. Si bien un huracán agujerea el límite del día, hoy los árboles están en silencio. Sí, los árboles guardan silencio. Guardan silencio… Hoy, como nunca, los árboles están en silencio. ¿Qué más da si ayer los árboles eran viento encortinado de hojas y aroma tenso? Son sombras. Las sombras de los árboles se mecen, se siente una algarabía arrasando la mañana silenciosa. La mañana es otra sombra, hechizada por árboles en el viento.   En la llanura la deducción se aleja sombra abajo. Alguien, en el peñasco, se queda en silencio. El silencio termina en sombra, dejándose ir entre el pedregal del río. Palabra y sombra coinciden. La palabra es una piedra, quien la escucha su sombra. Ayer Él recibió una palabra en la frente, ahora se encuentra en el hospital de los crepúsculos con sus pensamientos heridos. De sol a sol todo está a media luz. Brilla la sombra de las once de la noche. La sombra del cuerpo completo de la noche es centelleo interpuesto en la cuadra del silencio, floreciendo al lado del duraznero. El gallo canta a la una de la mañana, alguien lo descabeza por no cantar a la hora exacta del tercer canto del gallo. La rutina engendra una  despreocupación irracional en la multitud. La sombra de la mujer de setenta y tres años, desde hace setenta y tres años, mantiene sus piernas fijas sobre la sombra de la  pared, y es feliz.   Certidumbre acá y allá. En la zahúrda dos hombres, absortos en la penumbra, esperan desde el inicio de los siglos la naranja mesiánica, donde se presume cuelga el zumo de la luz. Catan, en el vaso de la vida, el río más caudaloso del planeta. La rana bebe, en el tamarindo, la sombra moribunda del hombre sediento. Queda cierto desamparo en las inmediaciones. Alguien espera a alguien. Nadie aparece por ningún costado. De improviso una luz surge en el centro de la calle empedrada. Las esquinas fulguran. La sombra de la luz explosiona. Se abren ventanas en el paraje. Ningún ser humano asoma en ellas. Quien aguarda, como evadiendo la perplejidad, evoca su existencia. Sonidos emergen de lo más hondo de la tierra negra. Bramidos de toros blancos germinan redondos, igual a la cubeta en la cual se asienta la leche verde, consumida en su niñez. El tiempo de este hombre, es nada en el tiempo. Su nada, tiempo en todo. ¿La sombra y la luz en la nada, en el tiempo, merecen vivir su inherencia a la vez, sin poder postergarle al mundo un haz de sombra y luz In memoriam del abedul muerto? El hombre comenta para sí mismo, se siente vacío. Con sentimiento apesadumbrado opina: Pronuncio la vida a las cinco de la tarde. Expreso la muerte un poco antes. No hay sombra, no hay luz, a las cuatro de un tiempo cualquiera, en el intermedio de nacer, de morir. No se da respuesta alguna. Asoman nudos de sombra y luz. La sombra se deshila. La luz permanece lejos del teléfono. Alguien se escucha en el auricular, nadie contesta, la luz interfiere, la sombra cuelga.      Los vinos irrumpen la claridad. Vinos de excelente cepa, vinos de mesa simple, vinos del vino más humano, guiando la sombra asceta de los abuelos, la sombra cruel de los abuelos, la sombra limpia de los abuelos, la sombra niña de los abuelos, la sombra terminando de ser sombra de los abuelos, mientras un anciano, abandonado por su sombra, consume la noche en el cristal del aire. Su longeva esposa entra al cuarto, él le ordena: Desnúdate, hace años no rozo tu piel, solo vago por tú sombra, estoy ansioso de revivir tus orgasmos. Quizá mañana tu cuerpo ya no esté a mí lado. Apresurémonos, hagamos el amor antes de cerrarle a la lluvia el grifo y de contenerse la luz del sexo. La anciana salta por la ventana. Él no cabe de contento. Muchos años después una preciosa joven emerge de la oscuridad, la respiración del octogenario evoluciona a ritmo acelerado. Con tartamudeos, hurtados al colofón de su vida, insinúa: Leamos un poema erótico, acostados en el lecho de mis deseos. Déjame Profanar la libido. Desviste tu cuerpo. Quiero amarte, inmiscuirme en tus entrañas. Más tarde ojea la página siete del libro INJERENCIAS SEXUALES, escrito por un hombre de edad relativa, allí vas a leer un verso insinuando el júbilo de ser penetrada en el ámbito de tú sangre, centelleante de sexo. Ven, en mi mundo sombrío eres carnalidad reveladora de luz.     El día se reduce al canto mimetizado entre la brisa. A un felino en la sombra viendo huir su propia sombra, como roedor alcanzado por los primeros relámpagos de miel, encima de la hoja de plátano. Hay desánimo. Sombras de herraduras, en la estación, observan alejarse el caballo sin herraduras, entre la maleza de rieles abandonados. Trotes de caballo se escuchan como lluvia en tintineo, es el instante de la carroza fúnebre. Mucho después la luz del sol danza entre la ventisca. Un paraguas resplandece en las afueras del pueblo. Tres hermosas mujeres ríen bajo la sombra perfumada de mirto. La tarde persiste el peregrinaje de sus horas. La noche llega a ser parte del paisaje diurno. Un sinnúmero de sombras van y vienen entre el lindero del cereal recién espigado.   Al abrir las ventanas de la alcoba se observa una persona meditando las cuatro orillas de su universo. Está cabizbajo, semejante a un espantapájaros a medio degollar. Una gota, sobre la cerámica, brilla en el desértico ámbito, como agua prometida. Quizá sea la efigie de Ítaca reflejando el destino. Cadáveres de sombrillas solitarias, echadas abajo por la lluvia, se dirigen a sus tumbas. La racha persigue su denuedo de cristalino impasible. Una hormiga, comensal del almíbar, hace sombra a millones de acompañantes de los quitasoles extintos. Perdura el mutismo: Hoy los árboles están en silencio…    
La noche tendida en su recámara esperando para darle asilo a los amantes del sexo.  
0 Empieza a dormir, no te preocupes por despertar un siglo después. Si lo haces, no olvides mirarte al espejo tecnificado para reflejar fantasmas.          1 Tan pronto transite el triciclo, sin conductor alguno, no te olvides de poner música acorde con el niño muerto en ti.          2 Arroja expresiones vulgares al fuego, échale bendiciones al humo halando un alma en pena.            
1 Esa manera dulce de mirar al salmón en la playa, mientras la sal entera del mar condimenta el asado.      2 Escandalízate del silencio del ritmo cardiaco, al marcharse la manta en busca de otros horizontes.       3 No te aflijas, en el intermedio de la escalera habrá quien tenga fe de tus deseos suicidas.     
Es media noche, una melodía se escucha lejana. El perro de mi casa se despereza, mientras yo sueño que es media noche, que duermo, que escucho una melodía lejana, que tengo una casa, que en la casa hay un perro, que el perro se despereza. Son las tres de la tarde, y como si me levantase con resaca me duelo de que en verdad es media noche, que una melodía lejana escucho, que el perro de mi casa se despereza, mientras yo sueño que duermo, y que estoy escribiendo como si estuviera escribiendo, y me quedan todas las dudas de si aquella abertura es de la puerta de mi casa, o la oportunidad para salir de esta encrucijada.              
Busco tu nombre en todas partes En el nombre mismo de tu sangre de tu espíritu Busco tu nombre en la una de la tarde En la salida de la iglesia En tu carnalidad En el nombre de Dios y en el de mi destino Nombre perdido Nombre pasando Nombre incognito Nombre en el aislamiento Nombre imposible Nombre alrededor del aire Nombre desgarrado Nombre taciturno Nombre dirigiéndose agua arriba y declina tu nombre Nombre plasmado en todos tus nombres Nombre en la rosa Nombre de todas las vidas Busco tu nombre y sólo lo encuentro en la sombra de tu nombre Nombre tu nombre en Martha Nombre tu nombre en Lucía Nombre tu nombre en Margarita Nombre en la tempestad Nombre en la gota Busco tu nombre en la unidad y en el asfalto Nombre en el penúltimo sentido Nombre en la nada Nombre en las alturas Nombre en el gesto y la admonición hacia la uva Nombre en el bautismo aún sin confirmar Nombre que no en el ventanal Nombre que sí en la puerta cerrada Busco tu nombre en la procesión de árboles abriéndo su tragaluz de ojos Busco tu nombre en tu rostro y en la máscara anónima de tu alma buena Busco tu nombre y no lo encuentro hasta encontrar tu nombre en el nombre de cada día que pasa.
Existe una nube, más caracol que nube; molusco devorando nubes del horizonte. Así el horizonte, reverdece en azul. Por suerte, la nube más caracol que nube, es celeste teñido de firmamento.
Escribió un libro acerca de palabras con errores ortográficos, entre ellas: Vaca, queso, mamá, casa, ventana, bombillo, ladrillo, tumba, cadáver, gusano, lágrimas, circunferencia, hora, hez, diluvio, bastarda. La crítica literaria de la comarca consideró al escritor como uno de los grandes cazadores de gazapos de todos los tiempos, con el siguiente comentario: “devemos centirnos orguyozos dhe nueztro casador dhe gasapoz, qhue hen mecez nho lejanoz zacara nueztra aldhea dhel hanonimato parrhoquial. Ze recomhienda hesta esthupenda hobra a prefezorez dhe aritmhetica phara qhe loz niñoz haprendan hir zumando orrorez literharioz”.             
La tarde está hecha de  la ventana donde una mujer observa la calle por donde pasa un hombre con silueta de ánima bendita. Es el mismo hombre que un día de tiempos lejanos se dejó amar por aquella mujer de la ventana en que está hecha la tarde. De Dios está tejida la tarde en que un hombre se pudre sobre el tejado del pueblo de los fantasmas. En la tarde maduran los años de un anciano que junto a los árboles enraíza el recuerdo del primer acento que lo incitó a recorrer la columna desnuda de una doncella que con su lascivia conquistó sus manos de alabastro. La tarde está creada de todas las fábulas  de hoy del jueves del “martes de nunca llegar” la tarde ahora trasluce el rostro vivo que el dolor de la mujer peregrina desde la ventana hasta la calle empedrada observa en pasos inocentes de la nada. Hoy es el día en que los muertos preguntan por ella la de los ojos perfilados en el verde en que las hojas de eucalipto salmodian el grito de angustia cuando el verano repica en la tarde. Tarde del tercer canto Tarde azul Tarde verde Tarde de la amada Tarde espectral Tarde que deja de acontecer Tarde de la hostia desde el umbral donde el cancerbero gruñe al ángel que cuida   la tarde de la tarde. La vela en el candelabro se enciende mientras la tarde apaga la tarde.         
Transitar del cascabel silencioso en la noche de la luciérnaga muerta El silencio es estropeado por el cántico   agonizante de la cigarra.
Dedos cortando el pan de cada día Dedos desgajándole al vendaval su trino Dedos desprendiendo telarañas en la niebla con portillos por donde se advierte la hambruna del mundo Dedos hurgando respuestas a la nada Dedos colgando el día en la penumbra donde se escuchan truhanes incendiando la noche de los silencios Dedos mostrándole al molusco el designio de la espuma Dedos sacando el incoloro del azul del mar Dedos sacrílegos cuando le despojan al vidrio el cristal de la botella Dedos soberanos al señalar el hormiguero deambulando sobre la calavera de Cristo Dedos del hombre moribundo resignados a pertenecer al universo del cartílago Dedos ingenuos dándole  bienvenidas al ataque del felino Dedos sin dónde ir después de ser amputados de la mano andariega Dedos señalando el dedo sin sonrojo alguno Dedos en el sueño tratando de despertar su cuerpo Dedos parecidos a esta mañana encarnada de luz de luciérnagas.                    
I La imagen en el espejo de mi casa es igual a mí, lo curioso es verla un poco deforme, o sino por qué trato de arreglarla más de lo necesario, por qué me miro con insistencia en el cristal, en últimas haciéndome ver ridículo, por qué pierdo la cabeza de tanto echarme vistazos como si fuera un chimpancé admirándose en la fuente de narciso, me será urgente una cirugía plástica o es mi cerebro funcionando como el de un imbécil maniático por la belleza. No obstante reflexiono respecto a la figura de mi cuerpo como algo no deforme, no urge de exagerado arreglo, asimismo pienso: de vez en cuando es bueno y necesario tirarme una canita al aire frente a este vidrio, por ejemplo, yo como mujer, observar con ternura y una pizca de vanidad mi persona, ocurrencia nada equivoca, sin embargo, eso de estar más de los justo frente al espejo me postra en la estupidez… Como hombre, darle una ojeada a mi figura corporal está dentro de los convencionalismos aceptables, además es justo conmigo mismo, porque el milagro de haber nacido lo merece, más no el de llegar al extra límite de mirarme hasta malgastar mis ojos en alguien, según dictamina este acto, no deja entrever ninguna otra virtud, en mi mismo, a la de ser el hazme reír del discernimiento en el espejo. Con cerebro megalómano me admiro en esta tramoya sin fin, no alcanzo a comprender el arribo de los años, sinónimo de arrugas, las cuales flirtearan con mis propios huesos en la antesala de mi nada, he de espantarme, desde la poca luz del rabillo de mi vista, con mi rostro masillado de fealdad. Fanfarronadas de mi cuerpo, apresurado en extinguirse, generadoras de una pérdida de tiempo por lo mucho a realizarse a través de la inteligencia. Ese embelesarme conmigo mismo, como si yo fuera una incorporación de alguna deidad, enrosca mi estolidez sobre mis sentidos, hasta caer en una alucinación donde yo soy un príncipe azul y el horizonte el reino adorándome, hasta la existencia esclarecer la realidad de mi organismo como simple transporte al paraje de mi polvo eres, a la vez mostrando el espejo sin reflejo, porque soy un espectro.  II Reflejos atrapados para siempre en el universo de cristal. Allí existe un mundo no revelado, del cual sólo se hace alusión en el tomo XVI, de la enciclopedia ULTRA MUNDOS, página ochocientos cuarenta y tres, del novelista persa Ardaván M`barek Aldesoro, quien afirma haber accedido a tratados apócrifos sobre la versatilidad de infinitos paralelos, de ulteriores existencias en un artilugio habido en la periferia de la casa, de la oficina, dentro de una cartera, en un bolsillo, en el tocador o en un lugar cualquiera, en el agua: El espejo. Orbe misterioso donde se observa la aquiescencia de la vanidad. En uno de los enunciados de dicha obra se lee: “Dentro de esta naturaleza, “instrumento de mirada”, sus habitantes tienen gestos y comportamientos similares a los nuestros. Quizás ellos son los originarios y nosotros la silueta, variante en carne y hueso, respecto a los “seres” del fondo cristalino. Aquí se aloja la realidad de los quintos infiernos. En este lugar perdura el arácnido supremo. El espejo es una telaraña, el orbe externo un insecto para ser devorado por la incidencia de su luz. Allí existe otra dimensión con todos sus equilibrios. Su extensión embauca a través de una de las máximas sincronías del universo. Cualquiera está presto a ser el gran imitador: De pronto la imagen, tal vez quien se mira”. Es decir, aquí todo es principio y fin a la vez. Universos para ser desmenuzados por injerencias matemáticas o por pensamientos objetivos sin atavíos religiosos o filosóficos de ninguna índole.         III Cuando nos miramos en el espejo una imagen está lista en la puerta de este singular artefacto. No obstante nunca creemos en la existencia real de una trampa, venida de los subterráneos traslúcidos. Algo, no del todo sobrenatural, apresa. A la ciencia no le ha interesado investigar sobre el engranaje subyacente en la profundidad del espejo, sobre las fuerzas inciertas las cuales hacen imperar otros mundos de manera encubierta.  Siempre las imágenes atraviesan un resquicio, ellas cierran la abertura, están confabuladas con quien da las ordenes desde el más allá de este absoluto. La imagen salta con puntualidad de esa dimensión hermética para imitar nuestras posturas, remeda con exactitud, nada se transfigura, la imagen parece más limpia en relación al cuerpo reflejado. No obstante el hecho es la verdad, semblante de la palabra sin tono trivial. Si bien las siluetas tienen su propio lenguaje y entre ellas se entienden desde su esencia silenciosa, con vocablos renovados, el hombre es la máxima expresión de la inteligencia, la imagen no lo es todo aunque la escala de valores turbios y fútiles afirme lo contrario.        IV   El lago es un espejo, refulgente como agua resplandeciente en el espejo. El hombre es espejo, semejante a un hombre en la llanura: espejo de aire reflejando el pastizal. Espejos de todas las dimensiones saltan a la vista de un rojo presuroso en el espejo. El ego es espejo a imagen y semejanza del hombre en el espejo, el cual es siempre reflejo, jamás el hombre haciendo presencia en el espejo.              
Miro la casa. De nuevo observo y es la casa. Sin embargo es sólo su nombre. Me embruja, penetro en ella y termino sintiendo lo inmemorial del tiempo. Nadie la habita. Pertenece a la brega del recuerdo. Anciana de madera, con ojos que son clavos sosteniendo años de entradas y salidas. Su mundo es cadáver de luciérnaga, sin sepultar. Casa donde los recuerdos son semillas arrojadas a diestra y siniestra sobre el suelo, con huellas de pasos despavoridos. Semillas germinando en el reflejo roto, bajo el techo en ruinas por donde exhaló su alma la ceniza, por donde flotan ánimas de nubes, estrellas y firmamento. Casa de trajín sin meta alguna. El fantasma de la abuela, canguro saltando el recuerdo de sus hijos y sus nietos. Pasan espectros: El perro, el hermano cojo, el mundo que vivió. La habitan, miles que ingresaron a ella. Tropiezan. Uñas invisibles escarban el hombre que fueron. Casa construida con sombras de memoria a la deriva por sus pasillos. Muertos por todo lado, rebujo de dioses. Muertos brotando de paredes, cuelgan como cuadros sin sentido alguno. No hay quien resuma una gota de sudor. No hay manos que sangren nostalgias, no hay quien empuñe esperanzas de nuevos amaneceres. La casa. Sólo paredes de una casa. Una casa de una casa, la casa. ¿Dónde está la casa?          

Seguir al autor

Sigue los pasos de este autor siendo notificado de todas sus publicaciones.
Lecturas Totales145949
Textos Publicados438
Total de Comentarios recibidos102
Visitas al perfil49847
Amigos60

Seguidores

16 Seguidores
Omar J
Oscar Ruano
Daniela
Daniela
JALRAIN
Guadalupe Mendoza
claudia ocker
dayanara ramirez
Adriana De La Rosa
Manuel Camilo Loaiza Quintero
Sergio Soria
nataly
 
<< Inicio < Ant. [1] 2 Próx. > Fin >>

Amigos

60 amigo(s)
Werz Muñiz Luna
karla fuerte
M. M Alvarez
ALFREDO MENDIOLA
Agustina Aguirre
Greyzibeth Andreina Farias Villarroel
Nathalie
Nhaum Alejhandro Ohrozco
Elian
isisbobadilla10
Samont H.
Veronica Molina Diaz
cynthia
Eduardo Cle Vicente
antonia
El...vi...ra
Silvana Pressacco
cristian mauricio gil mazzo
juan sebastian
Max Guillermo Castillon Andrade
Alejandra Mora Lopez
Luna Fate
Exu
lorena rioseco palacios
Dawrin Saumet
zulay lopez
Josue Noel Busse
Mauricio
Edisson Martinez
Maximiliano Rodriguez Vecino
Iván Domínguez Leal
José Gregorio Cova Cordero
Giovanni Hernando Rodiguez Laverde
Migue Quintero
esmeralda
Kelly Joan
lynda torres
Javier Montes
Andres Jimenez
Stella Scarlata
irene gallaga razo
john jairo toro gonzalez
brisa
Luis
Ricardo Meneses
María Ester Rinaldi
Greta Etura
antonio huizar
Jorge Luis Cervantes
Camilo Henao
Luis Antonio Aranda Gallegos
ana cavazos vargas
Oscar Franco
Ana Belen Codd
Nataly García Montoya
GLORIA MONSALVE/ANDREA RESTREPO
Miriam
RAM
Rita GL
Turmalina
 
Carlos Alberto Agudelo Ar

Información de Contacto

Colombia
-
cascadasdepolvo.blogspot.com/

Amigos

Las conexiones de Carlos Alberto Agudelo Ar

 
  Karla Fuerte
  M. M Alvarez
  CACA
  GuzzAguirre
  greyzibethfv
  Imaginame Real
  Nhaum Alejhandro
  Antea Alcocer
  isisbobadilla10
 
<< Inicio < Ant. [1] 2 3 4 5 6 Próx. > Fin >>