• Edgar Tarazona Angel
UBASTET
-
  • País: Colombia
 
  Todos estábamos reunidos en la sala conversando de temas familiares cuando escuchamos hablar al niño con alguien Nos acercamos a la puerta y escuchamos dos voces, la del niño y una voz femenina, pero no se entendían las palabras. Después de unos minutos todo quedó en silencio y nosotros entramos y le preguntamos: -         ¿Con quién conversabas? -         Con mi abuelita – respondió -         Y, ¿Dónde está tu abuelita? -         Se fue por la ventana y me dijo que otra noche volvería para llevarme a un paseo muy largo   Nos miramos aterrados; la abuela murió hace tres meses y su nieto tiene cáncer.   Edgar Tarazona Angel
  Cinco jóvenes de edades similares, los rebeldes del pequeño barrio de una ciudad de provincia, inseparables como hermanos siameses, para todo lo que a sus mentes malévolas les llegaba. En realidad, no eran delincuentes, sólo picaros estudiantes de clase media con todo el tiempo libre durante las vacaciones escolares. El grupo no tenía un líder definido, todo se realizaba según la inspiración del momento de alguno del quinteto y siempre tenía que ver con alguna picardía que muchas veces rayaba con el delito. Para unas vacaciones de fin de año llegó un circo a la pequeña ciudad y los Hermanos Centella, como decidieron llamarse, fueron a merodear por el lugar mientras levantaban las carpas y se acomodaban los integrantes de la familia circense. No encontraron en que fijar su atención hasta que sus miradas se detuvieron en unas jaulas y allí vieron dos leones, un tigre de Bengala y otros animales; pero su atención quedó fija en los grandes felinos, entonces decidieron hablar con el jefe del espectáculo: -         ¿Señor, nos dice quien es el dueño de este circo? -         Soy yo, jóvenes, ¿en qué puedo servirles? -         Es una curiosidad – respondió Hernando, el más pícaro del combo- ¿Con qué alimenta los gaticos? -Refiriéndose, claro está, a los felinos y a sabiendas que son carnívoros. -         Pues con carne, muchachos, como todos lo saben -         ¿De cualquier carne? Preguntaron en coro. El hombre los miró detenidamente como sospechando algo y les respondió: -         Cualquier carne, si jóvenes, mientras no esté en estado de descomposición. -         ¿Por ejemplo, perros y gatos? El hombre los miró con asombro y les preguntó: -         ¿Por qué esta pregunta? Claro que pueden comer hasta ratas y otros pequeños mamíferos. Y como sospechando algo, agregó: -         ¿Es que ustedes pueden venderme animales para dar de comer a mis leones y tigre? -         Por supuesto, respondieron. -         Que no sea nada ilegal, agregó el dueño; no quiero líos con la justicia… -         No se preocupe por eso, hay muchos animalitos sufriendo sin dueño y vagando por el campo. Lo importante es que nos pague. -         Eso se sobreentiende. Y les agradezco porque me quitan un peso de encima. Desde esa noche comenzaron a desaparecer los perros y gatos callejeros. Cuando ya no quedaban más en el pueblo, en los campos vecinos los caninos amistosos que se acercaban a los Centella, terminaban primero entre un costal y luego en la panza de un depredador. Como en la canción de Juan Charrasqueado “en esos campos no quedaba ni una flor”, con la diferencia que en esa se refiere a mujeres y aquí a animales domésticos- Edgar Tarazona Angel
  Doña Purificación era una señora muy piadosa, católica apostólica y romana, como le enseñaron a decir en la escuela en clases de religión, sin embargo, creía en espíritus malignos, ensalmos y hechicerías, muy contrarios a sus creencias religiosas y cargaba sobre su cuerpo cadenas con imágenes de santos, escapularios en los tobillos, pulseras, dijes, estampitas milagrosas, patas de conejo en la cartera, en fin, cuanto talismán le regalaban o compraba contra el mal de ojo y otros maleficios. Con ella vivía una nieta de diez años inquieta, desobediente y pícara que le hacía muchas diabluras, pero la acompañaba a rezar el rosario todas las noches con mucha devoción. Todo lo malo que ocurría en la casa y fuera de ella era culpa de los espíritus. Decía doña Purita, y empezaba a rezar para alejarlos de su vida. Un día, que necesitaba salir con urgencia, no encontraba las llaves y sin ellas debía permanecer en casa. Revolcó todos los rincones, destendió camas, buscó por todas partes y nada que aparecían las benditas. Tanta sed le dio que preparó una limonada y, como le gustaba bien fría abrió el congelador de la nevera y ¡oh, sorpresa! Allí estaban, entre los comestibles y el hielo. Mientras la buena señora maldecía a los engendros del demonio y todos los espíritus malignos por ser tan desgraciados con ella que le escondían las cosas importantes, su nieta se tapaba la boca para disimular la carcajada. Edgar Tarazona Angel  
  La hermosa chica quedó asombrada mirando su celular cuando su novio, el amor de sus amores, le dijo que todo había terminado entre ellos y cortó la comunicación. Intentó reanudar el diálogo porque sentía que el hombre debía darle explicaciones por el rompimiento y, después de diez intentos, se convenció de la realidad y rompió en llanto. Estaba sentada ante una mesa con superficie de vidrio y sus lágrimas se fueron aposando sobre el cristal. Un mosquito que pasaba descendió sobre el líquido que se confundía con la transparencia de la placa cristalina… y allí dejó su vida. Edgar Tarazona Angel
  Su pasado era un enigma; sólo él conocía los detalles de su vida y por ningún motivo los compartía con nadie. Estuvo prisionero en diferentes oportunidades por delitos menores; nunca por asesinatos, que eran su pasión y verdadera profesión. Ahora estaba retirado, con bastante dinero en el banco, ganado con sus “trabajos”; nunca aceptaba muertes de seres anodinos, insignificantes, humildes… era el asesino mejor pagado del país. Cuando los años comenzaron a restarle facultades decidió el retiro honorable y escogió una pequeña ciudad cercana a la capital. Era cuestión de estrategia: en la población quería mantener un perfil bajo y su capital era apreciable, de manera que todas sus transacciones las realizaba en la sucursal de uno de los grandes bancos de USA y el dinero de los gastos en un banco nacional. Con el mismo sentido del incógnito, alquiló una habitación en un barrio de clase media y desde el primer día se hizo notar como un ciudadano ejemplar. Su nombre actual era Ángel Cervantes; todas las identidades anteriores estaban canceladas. Don Ángel servía a quien lo llamara: arreglaba escapes de agua y de gas, componía chapas y puertas, ayudaba a las señoras con las bolsas del mercado cuando las encontraba, tomaba una o dos sodas con los vecinos (nunca más de dos botellas) porque era abstemio, visitaba enfermos y ayudaba con las diferentes actividades comunales. Al barrio llegaron don Benigno Guerra y su señora. Compraron dos casas enormes y cada uno vivía en una de ellas; como cada inmueble quedaba con apartamentos y habitaciones desocupados, arrendaban a otros y de ahí provenía el dinero de su diario vivir. En algún momento apareció en la casa de la mujer de Benigno (Inocencia de Guerra) una venerable anciana que vivió un año y se trasteó a la casa de Benigno (olvidaba contar que dicho señor y su consorte o se hablaban, no convivían, se odiaban a muerte, pero siempre viajaban juntos y le hacían saber al otro de sus movimientos comerciales). La viejita pagó el primer mes de arriendo y a los quince días, al regresar del centro de la ciudad, encontró sellada la puerta de su apartamento y la reja del antejardín con un tremendo candado. Al preguntarle a su casero la razón este le dijo: -         Señora Candelaria, usted le debe a Inocencia seis meses de arriendo. -         Sí, señor, pero eso debo arreglarlo es con ella, ¿no le parece? -          Nada de nada. O le paga a ella o no entra aquí. La pobre señora intentó convencerlo por todos los medios, pero como hablar con un muro de piedra. El hombre y su mujer tenían una fama grande de malvados, rencorosos y malas gentes, de manera que los vecinos se hicieron los desentendidos con la anciana. Los más caritativos le suministraron cobijas y algo de comida. Por fortuna el clima tropical permitía que Emilita (la viejita) durmiera en el parque sin la tortura del frío. Después de tres semanas de tristeza y abandono llegó Ángel, de uno de sus misteriosos viajes fuera de la ciudad. Habló con Emilita y se comprometió a solucionar su problema. Por aparte se entrevistó con Benigno y con Inocencia; ninguno aceptó nada diferente del pago de los seis meses atrasados en la renta. Ese ir y venir de uno al otro protagonista del drama se convirtió en un calvario. “Lo que se aprende no se olvida” y “el que ha sido no deja de serlo”, dicen los refranes; Ángel veía en la viejita el retrato de su anciana progenitora y por ella decidió arreglar el problema de una sola vez. Comenzó a visitar a Inocencia, de quien decían las malas lenguas que estaba enamorada de él, y se hizo amigo de Benigno; todo en cuestión de días. Por cuestiones de espacio Ángel no podía albergar a la ancianita pero si arreglarle el problema. Una noche llegó al parque y le dijo a Emilita que podía retornar a su hogar. La ancianita no podía creer que el candado no estaba y el sellamiento de la puerta tampoco. ¿Cómo había ocurrido todo? Sentado en el avión que lo llevaba a Bonaire, Ángel hacía un recuento de sus movimientos del día anterior. Después de dar por perdidas las conversaciones de conciliación y agotada su paciencia, esperó el siguiente viernes, día anterior a su viaje a la isla. Esperó que Benigno fuera a la tabernita donde llegaba a fastidiar a los comensales; buscó en su colección de ganzúas y abrió el candado sin violentarlo, se lo echó en el bolsillo y luego procedió a romper el sello de la ignominia; su segundo paso fue avisar a Emilita de que retornara a su hogar. El tercer paso visitar a Inocencia, emplear sus dotes de seductor, basado en los rumores que había escuchado y aceptar el licor que ella le ofrecía, demorando el primer sorbo que nunca llegaría, (la mujer tomaba una tras otra copa,  como alcohólica que era) y en un momento determinado echarle en el vaso el veneno que no dejaría huellas y en el cadáver una expresión de felicidad; para contrarrestar el dolor, había revuelto con la pócima abundantes somníferos y con el alcohol agregado… Después de comprobar la muerte de la mujer, con los dedos le acomodó en el rostro una mueca que pretendía ser una sonrisa, la sentó ante la mesa del comedor con medio vaso de aguardiente en la mano y la cabeza recostada sobre el brazo izquierdo, lavó el vaso en que había bebido y todos los rastros de que la dama hubiera tenido compañía, sintonizó una emisora de música romántica y salió. Si alguien lo vio no diría nada, él era muy estimado y la señora odiada, a lo mucho se preguntarían los vecinos ¿Qué le vio don a esa bruja? Nadie lo vio. Fue al bar donde encontraría a Benigno, como siempre todos lo saludaron y le ofrecieron de beber, aceptó una bebida gaseosa y luego pidió una ronda para todos, a su cuenta. Llamó a Benigno y les hizo dar la mano a todos en señal de amistad; preguntó al cantinero la hora del cierre y se despidió de todos. Presumía lo que sucedería después; cuando saliera, todos le sacarían el cuerpo a Benigno… así fue. A las once de la noche fueron saliendo todos y, como siempre, el último fue Benigno, el más borracho y fastidioso de todos. Más adelante él lo esperaba, cerca de un parquecito con bancas, muy apropiado  para su conversación. El hombre se sobresaltó al escuchar su nombre, pero al ver a su “amigo” se acercó confiado, tambaleándose. Este le ofreció media botella de aguardiente que el hombre recibió agradecido y de una vez se zampó un cuarto del contenido. Hablaron del hijueputa cantinero que no quiso vender más y de los desgraciados amigos que lo dejaron solo y se fue adormilando en el hombro del  ángel vengador; este pasó su brazo sobre los hombros de Benigno y, cuando lo escucho dar el primer ronquido extrajo de su bolsillo un estilete que penetró limpiamente por el oído derecho del hombre borracho. Su experiencia de asesino le permitió imaginar la rotura del tímpano, luego los huesecillos del oído medio, el paso por el oído interno y al final el cerebro. Benigno jamás sabría cómo le llego la muerte. Se puso de pie, limpió la poca sangre que manó del oído, limpió el afilado estilete con una toallita desechable y guardo todo en el bolsillo; más tarde arrojaría el papel y el algodón a una cañería de aguas negras. Acomodó el cadáver en posición fetal, esa que adoptan los mendigos y los borrachos al dormir en una miserable banca de parque. Caminó dos cuadras a donde había citado un taxi que lo recogería para llevarlo al aeropuerto. Como era su costumbre llegó puntual. Tantos cadáveres en el camino de su vida y ningún arresto por esta causa eran el mérito por no dejar huellas y hacer las cosas con precisión matemática. En la morgue dirían que la mujer murió por intoxicación etílica y el hombre por una trombosis cerebral o algo parecido. Los forenses del pueblo no eran demasiado meticulosos. Antes de dormirse miraba por la ventanilla del avión esa alfombra maravillosa de nubes y en el horizonte el sol que empezaba a salir. Su conciencia estaba tranquila. Le daba gracias a Dios por haberle permitido realizar esta buena obra. Edgar Tarazona Ángel
  Yo no tenía ningún afán De marcharme de la vida Y a ella solo unas horas La separaban de la partida Una mañana No amaneció. No padeció demasiado Solo unos días De dolor y agonía Por el tremendo mal. El cangrejo invencible Que no perdona Se le metió en el pecho Y en poco tiempo Le extirpó la vida. Hoy sigo con mucho tiempo Y sin ella.   Edgar Tarazona Angel
  Estoy preocupado, en los últimos meses me han sucedido varios casos que quiero comunicar, tal vez a otras personas también les ocurran y me van a entender. Voy a empezar con el de la semana pasada; llegué de la calle y le dije a mi señora que me había encontrado con Arístides, un amigo de muchos años y nos saludamos de afán porque ambos teníamos prisa. Me dijo: “no sea mentiroso, ese señor falleció durante la pandemia…” Yo me quedé pensando con la seguridad de que si era él y me dije “con razón está tan desmejorado”. Edgar Tarazona Angel
  El niño falleció un 24 de diciembre y, según sus familiares, ascendió en cuerpo y alma al cielo, eso dijeron en su momento y lo juran sobre la sagrada Biblia. Como la fecha coincide con la Natividad de Jesús en el pesebre ubican una foto a todo color del niño, entre los ángeles. Pero aquí no termina la historia, según ellos, todos los diciembres el niño se les aparece a la media noche del 24 vestido de blanco y con alas angelicales para anunciarles la llegada de Jesús en medio de melodías celestiales. Eso dicen y jamás permiten que haya testigos de la aparición. Como en el pueblo son tan crédulos en todas las casas tienen en la pared un retrato del niño Angel y le rezan para que les haga milagros. Yo también soy Angel por apellido, pero ese chico no es de mi familia. Edgar Tarazona Angel
  Hace poco perdí las llaves de la casa, o creí perderlas; busqué por todas partes y mi señora me ayudó mientras me decía que siempre refundía las cosas, en especial el llavero y las gafas, buscamos hasta en los lugares menos posibles como el congelador y el joyero de ella y nada. Cuando ya estábamos decididos a dejar la búsqueda y mandar sacar duplicados de las que tenía mi esposa, abrí la puerta para salir a la calle… y allí estaban las benditas prendidas de la chapa. La noche anterior había llegado y las dejé puestas en la cerradura. Edgar Tarazona Angel
  Es impresionante, por decir lo menos, el desconocimiento que tienen, la mayoría de personas comunes y corrientes de la geografía; no solo del mundo sino de su propio país. Se escucha decir que lo jóvenes no saben ni donde están parados, pero muchos adultos también bestializan cuando comentan las noticias del día y no tienen idea de donde quedan, por ejemplo, Ucrania o Palestina. Si no pueden localizar estos dos territorios relativamente grandes y de actualidad, menos ubican ciudades o ríos. Fui docente muchos años y existía una materia de estudio llamada Geografía, ahora observo en un informe académico de una estudiante que aparece algo con el título de Estudios Sociales o Ciencias Sociales y me late que es un revuelto de Historia, geografía, civismo, Urbanidad y Comportamiento que, al final no define nada porque de Historia o de las otras tampoco el pueblo distingue las características de alguna época histórica o las normas de comportamiento que se pasan por la faja, como se decía hace años. Me refiero a Colombia donde se confunden las capitales de los departamentos y ubican en el mapa mental territorios de los Llanos Orientales en la costa atlántica o en el occidente del país. Todos los días voy en la mañana a la misma cafetería a tomar café fresco y caliente y escucho conversaciones sobre las últimas novedades en el mundo y el país y me dan ganas de llorar escuchando las burradas geográficas, históricas, políticas y religiosas, pero de estas tres últimas me ocuparé en otro artículo. No sé si en otros países del ancho mundo ocurre algo parecido, pero mi intuición me dice que sí, cuando escucho entrevistas por los canales internacionales y preguntan a los transeúntes por el tema del día, como va el planeta se jodíó y es lo que les espera a nuestros nietos, digo nietos porque algunos de nuestros hijos y sobrinos ya están apendejados… con todo respeto Edgar Tarazona Angel
  Desde siempre, muchas personas están convencidas de que, “año nuevo vida nueva”, pero no cambian sus costumbres ni su modo de pensar y actuar si no que se atienen a supersticiones y agüeros que han pasado de generación en generación y a mí me parecen graciosos unos y muy ingenuos otros. 1-    LAS PAPAS: se cogen tres papas y una se deja con la cáscara, otra a medio pelar y la otra pelada; se arrojan debajo de la cama y sin mirar se atrapa la primera que se toca y el bolsillo estará vacío si se cogió la papa pelada, a medias si toca la medio pelada y abundancia si en suerte se cogió la completa. 2-    CALZONES AMARILLOS. Usar ropa interior amarilla el 31 traerá buena suerte para el año que empieza el primero de enero, en este caso para 2024. Hasta hace poco sólo las mujeres se ponían calzones amarillos, pero ahora los hombres crédulos usan pantaloncillos de ese color. 3-    SALIR CON MALETAS Y DAR VUELTA A LA MANZANA. Suponen que con esta acción el año siguiente será de muchos viajes. 4-    LAS 12 UVAS A LA MEDIANOCHE. Lo mismo que las otras creencias, se trata de atraer la fortuna y la salud, en sendos platos se sirve una docena de uvas para cada miembro presente que serán consumidas al filo de la media noche. 5-    QUEMAR UN AÑO VIEJO. Este es un muñeco que se viste con ropas que ya no se usan y se rellena de pólvora, al filo de la media noche se le prende fuego y al quemarse se anulan todas las energías negativas; esto último está prohibido hace años y en algunas regiones lo siguen haciendo. Hace unos días en un pueblo de la costa un indigente vio que el año viejo estaba bien vestido y le quitó la ropa, se la puso él y siguió su camino muy contento. Sé que hay más creencias y quise destacar solamente las más comunes. Cada uno es libre de hacer lo que mejor le parezca y sentir que al realizar alguna acción eso le traerá suerte y prosperidad, pues que así sea. Quiero aclarar que no creo en agüeros y tengo una vida tranquila y próspera con altibajos como le ocurre a todos los seres humanos.  Hace ocho meses perdimos a un hijo y no creo que un agüero o creencia de año nuevo lo hubiera salvado, dicen los creyentes que lo que tiene que suceder sucede. Con mi esposa pasamos el 31 en calma, cenamos antes de la media noche y dormimos tranquilos A TODOS MIS LECTORES LES DESEO FELIZ NAVIDAD Y UN AÑO NUEVO PRÓSPERO Y CON SALUD. Edgar Tarazona Angel
  El abuelo le obsequió a su amado nieto un cachorro de dálmata por su cumpleaños número cinco, detalle que no gustó al padre del niño que no apreciaba nada de las mascotas, y mucho menos los perros. Con el paso de las semanas el tierno perrito se convirtió en un inquieto animal que corría por toda la casa y, sin proponérselo, causaba daños como tumbar floreros, desordenar la ropa recién lavada y otros detalles que empezaron a molestar también a la mamá. El niño era inseparable de su animal y cada día sentía más amor por su compañerito de juegos, ambos desordenaban todo en medio de risas y alegría, pero los padres se aburrieron de esta sociedad y decidieron regalar el cachorro. Buscaron un hogar para dejarlo en calidad de disponible para adopción y, un día, cuando el chico estaba de visita donde los abuelos, lo entregaron en esa institución. Al regreso a casa el pequeño buscó desesperadamente a su amigo y preguntó por él, sus padres le respondieron que un ángel se lo había llevado al cielo y jamás regresaría. El niño preguntó donde quedaba el cielo y le señalaron el firmamento, entonces decidió ir a buscarlo, al otro día su cama estaba vacía y no había rastros del infante, buscaron por todas partes y no lo encontraron,,, pasaron los días y los meses y el niño debe seguir buscando a su amigo. Edgar Tarazona Angel
  Tal vez algún día nos amamos, Tal vez fuimos uno para el otro, Sólo tal vez, Porque al verte Después de varios años Algo me dice que fuiste un amor De esos fuertes Que se marchitan pronto. Y recuerdo tu cara hermosa de ayer Hoy surcada por arrugas Y un rictus en tu boca De desengaño o dolor Que me dice que después de lo nuestro Tan rápido y efímero Tu vida no fue color de rosa. Te vi y el encuentro fue de dos extraños Nos dimos un saludo sin abrazo Y me di cuenta Que no recordabas mi nombre Ni yo el tuyo. Edgar Tarazona Angel
  Paseando con mi nieta de ocho años por la ciudad y centros comerciales, encontramos varios papás Noel. Ella, desde la inocencia e ingenuidad de su edad me dijo: abuelo, estos no son verdaderos, pero Papá Noel si existe y yo lo conozco en persona. En el pueblo donde vivían, por cuenta de la alcaldía, en un diciembre de hace dos años, un Noel contratado se sentó en un trono y por turnos acomodaba sobre sus rodillas a los niños que estaban en fila, a mi nietecita le regaló un osito de peluche y le dio un abrazo cariñoso. Según ella este sí era el verdadero. Edgar Tarazona Angel
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