• luzie/mindbroken.
luzie.
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-¿Sabes? Es un poco tarde.-Sí, tienes razón. Deberíamos ir y buscar al resto.Te incorporaste de un salto, dejando en el césped diminutos fragmentos de tu aroma.Te miré de reojo e hice lo mismo, sacudiendo con las manos mi falda escocesa.Aún éramos estudiantes y ambos portábamos el uniforme escolar. El colegio había organizado una salida a modo de fin de cursos en un campo a fueras de la ciudad.Miré al cielo. Por un momento me pregunté por qué estábamos los dos juntos, alejados de los demás, en lugar de estar con nuestros respectivos grupos de amigos.Pero tu mano interrumpió mis pensamientos, tomando suavemente la mía. Me exalté pero no dije nada. Tus dedos fueron recorriendo sutilmente mi piel hasta llegar al hombro, para después bajar y tomarme de la cintura. "Qué estás haciendo?" pensé, "¿Que no ves los efectos que causas en mí?" Esto es agradable, fascinante. ¿Por qué me congelo? Permanezco estática mientras tu otra mano se aventura y acaricia mi cabello. Deberíamos irnos, pienso, pero no quiero. Te permito seguir, preguntándome qué es lo que piensas hacer. Nos separa la notoria diferencia de estatura, pero no parece importarte. Veo tus ojos puestos en mí, que me abrazan con la idea de estar así por más tiempo. Me pregunto si sabes que compartimos el mismo deseo. "Eres un monstruo egoísta, pero esta sensación es increíble."De pronto, sin mas, me sostuviste con más fuerza y acercaste tu rostro levemente, pero con prisa, hacia el mío.Ya no nos separa nada.Probé, con temor, tus labios que se mezclan con los míos. Leí el mensaje que me dice que me extrañas. Percibí la delicadeza con que me rozas, la humedad de tu lengua que baila con la mía, la dulce presión con que me sujetas."Maldito bastardo, algún día pagarás por hacerme vibrar de tal manera."Cuando pensé que el momento sería más eterno de lo que era, te detuviste.Aferraste mi frágil cuerpo hacia ti, como si desearas unirnos, como las células se juntan a formar un organismo. Te imité y rodeé tu espalda lo más posible.Permanecimos así por más tiempo, no parecíamos querer separarnos.Expulsé una lágrima de amargura y confusión.Sentí la brisa del viento acompañándonos y retomé:-¿Sabes? Es un poco tarde.
Un poco tarde.
Autor: luzie/mindbroken.  641 Lecturas
Las horas hacen tic tacY no me he movido un centímetro desde que me senté aquíA pensar en ti. Bajo este cerezo resuenan mis suspiros Discúlpame, realmente no puedo evitarloVuelvo a cerrar los ojos y recae en mi mente la imagen de tu sublime miradaY del aspecto que reflejas al sonreírY de tus cálidas manos cuando me rodeas por la espalda, acariciándome con sutileza, como si cuidadosamente tuvieras el deseo de estudiar mi piel.  Las horas hacen tic tacY no puedo dejar de pensarte...
¿Podrías...Abrazarme?Besarme?Rozarme?Sentirme?Escucharme?Comprenderme?Imaginarme?Pensarme?Extrañarme?Ayudarme?Tocarme?Desearme? ...Quererme?
¿Podrías...?
Autor: luzie/mindbroken.  565 Lecturas
++++
Esta es la conclusión de un mundo inesperado. Ahora es cuando se consuma el desenlace de cada uno de mis sueños.Cabe decir que definitivamente prefería otro final.Pero sonríoPorque puedo decir, orgullosa, que he madurado.Que he abierto las puertas a otras dimensiones.Que exploré toda una gama de nuevas experiencias.Y estoy feliz de ello.Este es un nuevo capítuloEs el final del comienzoY el comienzo del finalCerré el libro que me enseñó a aventurarme. Y ahora es cuando, verdaderamente, comienza la aventura.
Renacer
Autor: luzie/mindbroken.  600 Lecturas
Hola mi amor¿Cómo has estado?No pues, aquí yo de nuevo. Sin mucho qué contar.¿Novedades recientes?Pues, hoy me acordé que te quise. Que te quiero.Ajá sí, de esos días. Juá, de verdad que eres un tonto. ¿Que no te acuerdas de aquella vez...? Ay, por poco me das un susto.Pero cómo te adoré ese día...Y, sinceramente, nunca dejé de hacerlo.No, ni siquiera cuando... no, nunca cesé. Siempre te esperé, a pesar de lo que mi actitud diera a entender.Oye, hay algo que siempre quise preguntarte... ¿qué piensas tú? Sé que ya no me quieres, pero...Todo ese tiempo, ¿fue de verdad? ¿Me quisiste de verdad? No te pido que me mientas y digas que me amabas, como yo siempre lo haré por ti, como mi corazón reaccionará cuando le pregunten "Tú, ¿cuando amaste?" Sólo me gustaría saber si, al menos, me deseaste por un momento...No puedo juzgarlo por la expresión de tus ojos, pues hoy descubrí decepcionada que no soy la única a la que miras así. (mirabas)Tampoco por tus brazos, que antes se lanzaban deseosos por protegerme, porque hace unos días lo hiceron con otro cuerpo que no era el mío, mientras que al mío lo rechazaste con desdén.Ni por tu voz, otrora gentil (o tratando de serlo) porque aseguro te escuché hablarle con palabras suaves a otras personas... que no eran yo. Por supuesto que no eran yo. Porque, ¿para qué hablarme lindo a mí, no es cierto?Lamento tanta presión. Es que, a pesar de que trato de ser tu angel (tuya y de nadie más), soy humano también. Soy necia y estas palabras nunca te las dije, por lo que aun mantengo la duda. Y está bien porque nunca me responderás... y nunca escucharás que para toda la vida te querré a ti, sin saber si alguna vez sentiste eso por mí.
Te miro y me intimidoSí, ¡me intimida tu mirar!Pero no me estás mirandoExpulso un suspiro de alivioY me dispongo a pensar.Estás ahí, sentadoPensando en, no sé¿Tu vida, quizá?Contemplas un punto invisibleUna expresión que te hace ver dulceVoy a estudiarteExamino, con cuidado, tu rostroLuces preocupadoO acaso sólo cansado Me haces querer estar más a tu ladoDe pronto entrecierras los ojosAfloras recuerdosTe llevas una mano a la boca y jugueteas con tu labio inferior"No, amor, no te preocupes. Todo va a estar bien."De alguna manera, quiero que también me puedas extrañar. No soy insensible, pues incluso hoy te deseo tocar.Me pongo nerviosa, pues pareces aterrizar.Pero eres gentil.Levntas la vista, y me sonríes.
Pienso que eres como las serpientes No, eres más que eso A las serpientes se les teme, pero sólo atacan cuando se sienten agredidas.Tú ni siquiera tienes una razón coherente para hacerlo. En ese caso, ven e intercambiemos lugares. Atácame, seré tu serpiente otra vez.
Desperté esta mañana con mucha ansiedad. Con una mezcla de tristeza, dolor y decepción. Abrí los ojos y sentí el frío recorriéndome. Pude percibir que no era únicamente porque el aire acondicionado había refrescado -más de lo suficiente- la habitación por la noche. No. Este frío era distinto, y se debía a la extraña combinación de sensaciones melancólicas que sentía. Y entonces lo recordé todo. Juan la abrazaba -ahora- a ella, a Miranda, una de mis mejores amigas. Y ella lo gozaba. Según la chusma que había oído, se habían vuelto novios. ¡Novios! ¿Pero cómo? El me había dicho que por el momento no se quería enamorar. Y ella tenía conocimiento de cuánto había sufrido por aquel susodicho, incluso presenciado en una ocasión la cantidad de inagotables lágrimas que mis ojos derramaban. ¿Cómo era posible que fueran ahora una pareja? Ah, pero no una pareja cualquiera. Tal parecía que eran de las más orgullosas del momento. Sentí de pronto un escalofrío cargado de celos apuñalándome por la espalda. Dos, tres, cuatro punzadas más. Pero ¿POR QUE? Era lo único en lo que podía pensar. ¿Por qué, cómo habían llegado hasta aquel nivel? ¿Por qué estaba sintiéndome celosa, si yo me había convencido de que Juan -claro estaba- no era lo que yo buscaba? Y de todos modos, ¿por qué Miranda, mi "mejor" amiga estaba con él? Ella nunca mencionó -siquiera- una simple atracción hacia él, y yo trataba de convencer a los demás (incluyéndome) que ya no, ya no estaba enamorada de él. Pero, ¿mi mero sufrimiento no le bastaba para descartarlo como un posible prospecto? Entonces, ¿¿¿por qué???El resto de la gente parecía alegrarse de aquel feliz par que avanzaba por encima de todos, sujetándose amorosamente. Tal como él solía rodearme por la cintura, ahora lo hacía con ella; y ella lo sostenía cual cachorro desamparado a su amo, aferrándose con innegable confianza hacia su protector. Como yo tan acostumbrada estaba a hacerlo. La diferencia radicaba en que nunca nos abrazamos caminando por en medio de toda la escuela, como anunciando la prueba de un verdadero amor. En este caso, como ellos lo hacían. Yo también quise alegrarme. Por lo menos, lo intenté. Me percaté entonces que la curva línea que mis labios dibujaban no era una sonrisa de felicidad. "Oh no," pensé, "Voy a llorar." Me llevé las manos a los ojos y de inmediato salí corriendo en dirección a los sanitarios. No permitiría que los tórtolos individuos me vieran sufriendo. Sufriendo por ellos. Ellos. El y ella. Juan y MIRANDA. Me miré al espejo. A menudo me comentan que, usando el lenguaje corporal, expreso mis emociones con muchísima intensidad. Si estoy feliz, lo demuestro bastante; si estoy triste, también. Aunque no lo haga a propósito. ¡Y qué cierta que resultaba esa teoría! En aquel momento que me encontraba sola -de pie frente al espejo del baño de la escuela- trataba de controlarme, pero el vidrio enmarcado reflejaba todo lo contrario: Tenía la cara y ojos rojos, estos últimos preparándose para empaparse dentro de no mucho tiempo, el ceño fruncido, la boca torcida y en general una expresión de absoluta desilusión. La típica cara que pongo cada vez que rompo en llanto. "Ya vas a chillar, me dije, "¿No crees que estás exagerando? Han habido innumerables casos en los cuales chicas terminan saliendo con los exnovios de sus amigas, y nadie lo toma a mal. Además, Juan es un puerco, un inmaduro. No vale la pena romper tu amistad con Miranda. Las amigas son primero. A la larga terminará lastimándola también, y ella está consciente de ese riesgo. De todas formas sabes que Juan no es para ti. No seas tonta." Fue lo que repetía en mi mente para ver si podía aguantarme. Pero fue inútil.Estallé inevitablemente. No había nadie y de todos modos no era la primera vez que lloraba en aquel sanitario de mi escuela secundaria. Me acomodé en un rincón del suelo, doblé las piernas de modo que mis rodillas cubrieran mi rostro, al tiempo en que me sujetaba el cabello con las manos. Ya sentada en aquella incómoda posición, lo dejé soltar todo. Quizá estaba haciendo mucho drama, pero me importaba un cacahuate. Como ya dije, involuntariamente expreso todo con exagerado detalle. Pasó un largo rato durante en el cual dejé escapar varios alaridos. Realmente estaba llorando mucho. Ni siquiera supe si alguien entró y me vio así, pero me daba igual. Si en verdad quería salir de allí, debía liberar toda la pena que sentía. Aunque el episodio del baño me pareció una eternidad no debió haber pasado mucho tiempo, porque cuando salí de allí todo estaba exactamente igual. Aun era receso. No recuerdo con exactitud qué sucedió después, pero aparecí en un lugar que a mí me parecía tener el decorado de un bar de juegos y karaoke (no tengo idea de donde era, pero todos los chicos de mi escuela estaba ahí.) Parecía un cuarto más de la institución.No me di cuenta de que Miranda estaba a mi lado. Me saludó como de costumbre, sin percatarse de que había estado llorando. Le devolví el saludo fingiendo una débil sonrisa. En realidad, si era posible, no deseaba que supiera el dolor que su nueva relación me causaba. Tarde o temprano tendría que acostumbrarme, así que de nada servía. Ella inició la conversación, de Juan por supuesto. Mencionó que él andaba por ahí, merodeando con sus amigos, que de cuando en cuando se daban su espacio, que ésa era la clave para que su relación funcionara, que pasara lo que pasara no dejarían de amarse, que le encantaban sus abrazos (lo mismo que a mí) entre otras cosas. Yo sólo asentí a todo, desesperanzada.Era obvio que la hacía sumamente feliz pero ¿por qué me contaba todo eso con plena naturalidad? ¿Es que acaso no notaba mi evidente dolor? No quería que lo supiera pero, ¿ni siquiera se detenía a pensar en lo que yo pudiera estar sintiendo? Tal vez creía que lo mí con Juan era historia, caso perdido, que ya lo había superado. O quizá no le daba importancia alguna. Sí. Eso era. No hacía falta decirlo: en aquellas circunstancias yo no importaba en absoluto. Miranda salió en su búsqueda.La verdad, encontraba más placentera mi soledad que tenerla contándome las mil y ún maravillas de Juan.Pero no pude disfrutar de mi soledad por mucho tiempo.Un momento después, Juan vino a sentarse a mi lado. No lo miré, por supuesto, aparentando indiferencia. Lo puse a prueba: normalmente cuando pasaba esto él solía rodearme el cuello o hablarme de cualquier estupidez relacionada conmigo.Pero esta vez fue diferente. No me rodeó el cuello ni me habló, sólo permaneció sentado.Me sorprendí un poco y me deprimí, pero lo imité.Estuvimos en silencio por unos minutos, sin mirarnos siquiera. De pronto se escuchó una voz que dijo "No la lastimes," y me di cuenta de que salió de mi boca. "Por supuesto que no," respondió él, "La estoy esperando."Pasaron unos minutos hasta que volvió a decir, entre risas burlonas:"Miranda... la quiero mucho""¿¿Por qué??" pregunté, instantáneamente.El sólo me respondió con otra risa burlona.¿Es que acaso su plan de salir con Miranda era para darme celos? O eso parecía. Juan era realmente inmaduro. Pero, si eso era lo que planeaba, le estaba resultando bien."Ella sí sabe vestirse," mencionó. Me enfurecí decoraje, sumando -también- mi tristeza. Aunque, como siempre, no se lo hice saber. Ya no tenía caso pelearme con el nuevo novio de mi amiga."¿Sólo por eso? Vaya idiota""Jajaja, no te enceles..."Para entonces los dos estábamos cara a cara, a escasos centímetros, y él no dejaba de ver mis labios. ¿Qué pretendía? Y se oyó la voz de Miranda, que lo llamaba."Sí, desde hace rato te estoy esperando."Ambos sonreían como si hubieran encontrado la salida en una inmensa y oscura cueva. Pareciera que yo me hubiera desvanecido en el aire.El fue a recibirla con un fuerte abrazo de oso, de ésos que se anhelan cuando se extraña a alguien, y que se guardan en la memoria por el inigualable calor que producen. Una ternura. De ésos que sólo Juan ha podido darme. De ésos que, tal como afirmaban los hechos, ya nunca más me podría dar. Nunca más.Y mucho menos la culminación de aquel momento, un beso que los unía demostrando así que ya nada ni nadie importaba. Ni siquiera yo, que alguna vez me consideré importante para ambos. O al menos era lo que yo quería pensar. En la fusión de aquel beso, mi memoria se borró por completo. Soy capaz de recordar únicamente que ahogué un grito y cerré los ojos, con la imagen de las bocas de Juan y Miranda unidas en mi mente. Era el final. Y volví a estallar. Esa es, pues, la explicación del por qué amanecí hoy en mi cama temblando, aterrorizada. Con mucha, mucha ansiedad.
Se me corta la garganta por un momentoSe me secan los labios y me quedo estática"No va a disculparse," pienso, "No seas tonta. De ser así, ya lo habría hecho desde hace mucho tiempo, ¿no lo ves?"El permanece sentado, callado y tranquilo.¡Dios, pero qué puerco! ¿Cómo puede estar tan calmado haciendo daño a los demás?El daño no se reduce sólo a lo físico. Puede variar, e inclusive el más mínimo comentario puede causar dolor. Si así se permite, claro.Pero soy una tonta, una debilucha. Como él me lo ha hecho saber.
Ya no me da pena admitirlo. Que sí, que fuiste, eres y serás por siempre mi primer gran amor. Y no quiero renunciar a esta sensación que me quema por dentro, porque me gusta sentir tu fuego.Porque me gusta la calidez con que brillan tus ojos cuando me miras incluso sin la intención de mirarme (como lo has hecho estos últimos días, ¿sabes?) Ya no sientes lo mismo, dices. Y no me queda de otra mas que la misma resignación. Llorar ya no. Porque no significa nada para ninguno de los dos. Para mí, no es novedad. En ti, no produce reacción alguna. Por lo tanto... Me gusta verte feliz. Me gusta verte bromear con tus compadres y estar al tanto de las cosas. Acaso no me gusta que lo hagas sin mí. Pero que mas da. Dsiculpame si te incomoda mi reciente actitud, despreciable. Perdoname. Lo hago porque, aunque no te quiero lejos, tampoco tan cerca. Bueno, en realidad sí. Pero no debo, porque para ti no es lo mismo, y disfrutar a solas es como sufrir a solas. Y si me sorprendes contemplándote con desdén, no te la creas. En el fondo aún me derrito por ver esas manos que alguna vez me abrazaron con intensa ternura. Me rehúso a abrir las puertas de adelante, por ahora. Ya que, por ahora, no quiero renunciar a las que, entreabiertas, dejé atrás. Y si todo esto te causó confusión, solamente entiende esto: Todavía te quiero demasiado.
Miento si te digo que no me haces feliz. Que no me haces pensar, que no me haces temer ni temblar. Miento si te digo que no me haces sentir. A veces tengo días de tonos rosa. Otros de azul. Otros rojizos; matices grises. A veces no tengo días, a veces ni tengo colores. Como ésas donde sólo te tengo a ti. Qué tal ésas cuando no te tengo nunca. Cuando suelo cerrar los ojos, y suelo fingir que siento tu aliento. Y entonces, que vaya a donde tú, te cuente lo que yo; le pido al viento. “Te quiero.” Saboreo cada letra, gustosa. “T e q u i e r o.” Un golpe helado por respuesta de la brisa, y un recuerdo tuyo para calmar mis prisas. Pero ¿sabes? Nada importa, mi vida. Eres el cielo estrellado de esta noche.
Voy a darte el beso más increíble del mundo. Tan increíble que ni vas a percatarte de lo increíble que es. Tan increíble que los pájaros cantarán igual de hermoso. Tan increíble que el tiempo nunca se habrá hallado tan afortunado. Tan increíble que tu boca no querrá dejarme ir. Tan increíble que no podrás cambiar tu pensamiento. Tan increíble que desearás poder repetirlo. Tan increíble que no serás capaz de repetirlo. Tan increíble. Que cuando ocurra, estas palabras quedarán en el olvido. Que cuando ocurra, sólo tu esencia va a quedarse en mi recuerdo.

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