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Yo no he pedido nacer y no deseo morir. Alguien, a quien no conozco, puede decidir por mi? Si es un placer el vivir, si tengo salud y amor además de aquellas cosas, que me hacen sentir mejor, Me sabe dulce, lo dulce y gozo de las dulzuras, Me saben dulces tus besos, tus caricias, tu ternura. Me amarran fuerte a la vida y alejan las amarguras. Gozo los amaneceres cuando veo, el sol, nacer y al ocaso, cuando apaga su luz el atardecer. Gozo de las amistades, del buen vino, del confort de los viajes, las reuniones, de un buen libro y del amor. Gozo de todo lo bueno que nos ofrece la vida Y no quisiera morirme, ni que por mi, lo decidan. Sería una dulce voz, la que cautivó su oído? El resplandor de sus ojos, morunos ojos y esquivos, que aprisionaron el alma de aquel triste peregrino? Su tez, de claro marfil, su boca, bien dibujada. La ensortijada melena, que el bello rostro, enmarcaba? Quizás, su talle ligero, su andar de diosa pagana y las tantas perfecciones que su figura, adornaban? Lo cierto, es que tras sus pasos, el peregrino, siguió y las horas, desgranaba, ansioso, bajo el balcón, sólo por verla, un momento, por una fugaz visión, que calmara los impulsos de su herido corazón. Ella no abrió su ventana, ni asomó por el balcón. Ni pensaba en el intruso, ni en su imagen reparó. De su rostro torturado, ni siquiera se acordó Ni despierta, ni dormida por su memoria cruzó. El tiempo, pasó inclemente, él en su lugar siguió, cubierto por el ramaje que brotaba del balcón, entre nuevas guías, hojas y flores en profusión. Una mañana, la hermosa, con ánimos, despertó. Dispuso cambios, mejoras, para la nueva estación. Los jardineros llegaron, ella misma, les mandó a podar la enredadera que su balcón, invadió. ¡Qué sorpresa se llevaron, los hombres que contrató! Descubriendo, entre las plantas, en ligada confusión, un tronco seco, esculpido, en forma de corazón. Ay mi tonto corazón, deja ya de suspirar, Si él no se acuerda de ti, ¿qué es lo que esperas lograr?. Las cosas que no han de ser, no las debemos forzar, Agua que no has de beber, déjala correr, nomás. Y ya no pienses en él, si en su corazón no estás y te empeñas en sufrir y no haces más que penar. Ay, mi tonto corazón, cómo quisiera cambiar esta amarga situación y que dejes de llorar. Tienes que saber que yo, necesito descansar. Ahora quiero dormir, sólo dormir, sin soñar. Sólo dormir, sin pensar… Dormir y no despertar.. Senderito de mi pueblo, que hasta mi rancho, me llevas, sortendo entre paso y paso, algún pozo y tantas piedras. Cuando era niño, era un gusto, trotar por esa vereda, con infantil entusiamo y mis aguerridas piernas. Correr por el senderito, que en las subidas, se estrecha y rodea la montaña y en la tranquera me deja. Bajar, era poca cosa, eso si, si había destreza. La gravedad atraía y podía contenerla,si frenaba un poco antes de rodar entre las piedras. Subir, era más difícil y ahora que están mis piernas, cansadas de tanto andar, y con poca resistencia, añoro el tiempo pasado y mi antigua ligereza. Aquí he nacido y crecí, aquí encontré compañera, aquí nacieron mis hijas y era mi alegría verlas. Aquí murieron los viejos y yacen bajo esta tierra, junto a mi hija, la menor, la otra se fue y espera que dejemos este rancho y nos vayamos con ella. Eso no va a suceder. Si mi vida es esta hacienda, estas piedras, el senderito que a la montaña rodea, las mañanitas soleadas que me entibian la catrera, las florcitas que descubro, mediando la primavera, el torrente que desborda cuando las lluvias arrecian. Además, están los huesos, de mi gente en esta tierra. Cómo los voy a dejar, en desolada tristeza, sin un rezo, ni una flor, mediando la primavera Una mujer de veinte años, fue víctima de agresión , por parte de su novio, que le disparó a quemarropa, provocándole lesiones gravísimas, causantes de su muerte cerebral. Conectada a un respirador y con un diagnóstico irreversible, a los dos días, sus padres, de común acuerdo, decidieron que fuera desconectada y hacer donación de sus órganos. El juez, a cargo de la causa, caratulada como Homicidio Culposo y que motivó el pedido del fiscal de veinte años de prisión para el agresor, cambió la carátula por Lesiones Graves, por considerar que quien disparó el arma, no fue quien provocó la muerte, sino la decisión de los padres de desconectarla del respirador. Esta determinación, fue avalada por el juez, basándose en otras causas similares, en que víctimas de muerte cerebral, a las que no se quitó el respirador, continúan vivos. Si es que a DURAR, se le puede llamar VIVIR. El homicida salió en libertad luego de cumplir dos años de condena. Está el columpio vacío, donde solía encontrarte, con la mirada perdida y la mente en cualquier parte. Impulsaba tu columpio para volverte de Marte y pasado el breve susto, me pedías que te hamaque. Me subyugó, tantas veces la dulce paz que emanaba, del gorjeo de tu risa, del entorno que creaba, esa atmósfera sutil, el aura que te rodeaba, el candor de tu mirar, que todo lo iluminaba. Pero no eras de este mundo, lo sabías, lo aceptabas Ibas sembrando alegrías, por el lugar que pasabas, las disfruté y aún cosecho de tu ejemplo y tus palabras. Tan silencioso, tan triste, ha quedado este lugar, los árboles y las plantas, tu hamaca, el viejo rosal, los lugares cotidianos que solimos frecuentar La tarde se volvió noche, el ave, muda quedó tu columpio se detuvo y nadie más lo impulsó. Las sombras se han adueñado del parque, ya oscureció. La luna, tras una nube, triste, quizás, se ocultó. Meció al columpio, la brisa, leve rechinar, se oyó. La ilusión de que volvieras y ocuparas tu lugar, puso un nudo en mi garganta y me impidió respirar. Es más de lo que resisto y no quisiera llorar. Hoy ha querido, mi suerte, que te volviera a encontrar. Esta alegría que siento, difícil es de ocultar. Nos abrazamos… En el beso, tan sentido, que me diste, comprobé, que de mi vida, en verdad, jamás te fuiste. Sentimientos, sensaciones, del letargo, despertaron. Un beso, rompió el hechizo y seguimos amarrados. No he de cometer errores, los que de ti, me alejaron, quiero que seas feliz y ser feliz a tu lado. Al amparo de tu abrazo, vuelvo a encontrar mi lugar. Bendigo mi buena estrella que me guía una vez más. Yo no quiero decir lo que no siento, ni fingir, ni mentir para agradarte, tal como soy, sin duda, has de aceptarme, tal como eres, sin duda, yo te acepto ¿Cómo saber de ti, si eres sincero? ¿Creeré todo, para ilusionarme? Feliz de mi, cuando dices amarme, como sentir que voy tocando el cielo. Es que dominas el juego de palabras y las sometes a tus voluntades para expresar aquello, que tu sabes, provocará el efecto, que tu quieres. Y yo, que soy sensible, a pesar mio, ¿Qué puedo hacer?.. tan sólo conformarme ¿Cómo escapar del lazo en que he caído? si lo que menos deseo, es liberarme. Al fin Juan se decidía, estaba resuelto a hacerlo, inútil es esperar y dejar que pase el tiempo. Excelente la ocasión, también la oportunidad de declararle su amor a la Estela, una beldad. Era el día de la Virgen, otra razón contundente, muchos devotos llegados, mejorando lo presente. Se vistió con mucho esmero, la situación lo amerita, Comenté que se bañó? También se echó agua bendita. Buscó su caballo pinto y rumbeó pa la ciudad. La gente que lo cruzaba, no dejaba de mentar que el Juan era el calco vivo del actor de actualidá. Llegó al rancho de la Estela, la moza más pretendida, que barría la vereda con su escoba de jarilla. El pelo, lacio y lustroso, el vestidito cortón y la sonrisa en la boca, color de melocotón. El Juan, al ver a su amada, la dueña de su ilusión, sintió moverse la tierra y un vuelco en el corazón. ¡La pucha, que pegan fuerte, estas cosas del amor! ¡Uno se cree muy duro y es más tierno que un mamón! Vio la gente que corría, que la calle, se abrió en dos, Entonces cayó en la cuenta : ¡No es Amor, Es un temblor! Doña Rata sale poco, cada vez con menos brío, Tal parece que este invierno, le ha caído mal el frío. Renovó toda su cueva, agrandando los pasillos. Cambió las viejas cortinas, por trasparentes visillos. Tiene amigos y parientes y un tierno y gran corazón En el limpiapiés, ha escrito, con letras rojas: "WELLCOME" Ayer, la vi, que pasaba, con un trocito de queso, que apretaba en sus manitos y lo llenaba de besos. - No te confundas,- me dice, Perico con gesto arisco, -No le estaba dando besos, sino unos buenos mordiscos. Cúantas veces volví, sin darme cuenta, sin conducir mis pasos, ni guiarlos, sin que mi voluntad se interpusiera, al lugar de mis días encantados En la calle, ancha, tranquila, luminosa, busqué las risas, los llantos, las palabras, El eco del pasado ya no estaba, aunque en mi corazón, siguiera intacto La casa del abuelo, sus portones, sus altos ventanales y sus plantas, la madreselva que envolvía al muro, en abrazo de amante, enamorada. Un poco, más allá, mi propia casa, donde la infancia transcurrió, sin penas, como el muro, que envuelve acariciante y protege frondosa madreselva. Y aquél primer amor, el más ingenuo, el más dulce, el más tierno, el más osado, entre risas y juegos infantiles, el misterio de un beso, ha develado. Es aquí, en esta calle, entre estos muros, silenciosos, ajenos, donde yacen, mis sueños de la infancia, los afectos de siempre y mi añoranza. Vamos mi querido Juan, Vamos a hacer navegar estos hermosos barquitos que aprendiste a fabricar. Los echaremos al río, ¿Los volveremos a ver,? Lo que arrastra la corriente, no se puede detener. ¡Que lindas se ven las naves, en prolija formación! Hasta que un golpe de viento, rompe con la perfección. Qué pena, se hunden vencidos, sólo uno ha quedado en pié, ¡Mira qué veloz se aleja,! ¡Nada ha podido con él! ¡Alcanzará su destino, tu barquito de papel! , Fue una tarde de setiembre de octubre ó tal vez de enero…, Lo que si tengo presente y eso sin duda, retengo, mi mascota, ese mal día, se escapó para los techos. La sabía muy capaz de provocar gran revuelo. Conociendo bien la tela y anticipando los hechos, corrí en procura de ayuda, amparada en mis derechos. Era un mono capuchino, que nunca deseé tenerlo, mascota que me dejaron, de guarda, sin yo quererlo Al no poder aceptar la lógica del encierro, el mico se me escapó, apenas lo dejé suelto. Desgarrando las cortinas, libre trepó hacia los techos. Llegaste en ese momento, que para mi, fue crucial. Pediste que me calmara y comenzaste a trepar por las paredes del frente. Yo dejé de respirar, el riesgo a que te expusiste, hizo que me sienta mal. Bajaste al cabo de un tiempo, eterno, fue para mi, Por cosas que me pasaron, he aprendido hasta a fingir Y cuando te vi distinto al que trepó la pared Ahora sucio y rotoso y sin el monito aquél que mansito volvió a casa a la hora de comer. Mientras, te jugaste entero y yo, sin saber qué hacer. A principios del siglo XI, el Gran Príncipe de Kiev, Yaroslavi, Georgios, en griego, creó una legislación para Rusia, reuniendo el código civil y el eclesiástico. El primero, contiene leyes para castigar crímenes y proteger la propiedad de los ciudadanos. Elemental y primitivo, deja a la víctima el trabajo de detener al culpable y buscar y hacer comparecer a los testigos, ante los tribunales, sin los que, era imposible elevar una acusación. Según crónicas de la época, las luchas entre vecinos, eran frecuentes e interminables y las canciones, a las que siempre fue tan aficionado, el pueblo ruso, eran reemplazadas por el ininterrumpido graznar de los cuervos, disputándose los cadáveres. Vladimir, nieto y sucesor de Yaroslavi, “El Sabio”, quedó a cargo del poder, previo eliminar a numerosos candidatos interferones, con métodos drásticos, en boga por aquéllos rudos tiempos. Vladimir, en búsqueda de una fe acorde a sus necesidades metafísicas, en un primer intento, buceó en la religión musulmana. En ella encontró, de positivo que le facilitaba el camino hacia la guerra y la poligamia, cuestiones muy dignas de tener en cuenta, dadas sus aficiones. Pero lo negativo, se impuso, como una muralla, imposible de salvar.”La religión musulmana, prohibe el alcohol y la ingesta de cerdo.” Entre los hábitos rusos, la bebida, por demás arraigada, siempre fue considerada normal. “La bebida es una Amiga que hace olvidar las penas y preocupaciones, alegra el alma y sume en un sueño profundo que aleja las tristezas” En el siglo XVI, los embajadores rusos que visitaban España, quedaron sorprendidos y lo destacaron en sus crónicas, por no encontrar borrachos tirados en los arroyos ni gente, deambulando por las calles, perdida por el alcohol. En Rusia, el Zar, la Zarina, príncipes, princesas y altos dignatarios, terminaban las fiestas y reuniones, durmiendo la borrachera, tirados sobre las alfombras. Era considerado normal. El pueblo, igualmente, se mantenía y regodeaba en esas bárbaras costumbres. El Gran Príncipe Vladimir, en sus viajes a Bizancio, quedó muy impresionado por la religión cristiana. Paganos y herederos de ídolos y rituales de los antiguos eslavos, escandinavos y cosacos, aglomerado de donde surgieron los rusos originales, aficionados a sacrificios de humanos y animales, abrazó el cristianismo y lo impuso al pueblo. Hizo quemar todos los ídolos y objetos del culto pagano, seguidamente, convocó a toda la gente, junto al río y les ordenó sumergirse, con hijos, hasta los más pequeños, sostenidos sobres las cabezas. Desde la orilla, Vladimir, leyó las fórmulas rituales del bautismo y todo su pueblo, abrazó la fe cristiana. Un Bautismo colectivo y sin la mínima objeción. El celo que puso en convertir a sus súbditos, mantuvo al cristianismo, en el corazón del pueblo ruso,hasta la revolución del siglo XX, Iglesia y Estado, durante ese lapso, mantuvieron una relación estrecha e indisoluble. Las más bellas iglesias y conventos, mandadas a construir por los habitantes de mayores recursos, se extendieron por toda la Rusia, dando un toque de identidad que se mantiene a través del tiempo. Si no contesté tus mails, Ni respondí tus mensajes, Si te hartaste de llamar Y no salí a abrir mi puerta, No insistas y olvídame... Es seguro que estoy muerta. Por la tarde comenzó a sentirse mal. Congestionado y febril, los escalofríos le ponían la piel de gallina. Por no quedar solo, eligió la compañía de Julia, sabía que ella lo recibiría como siempre, feliz y enamorada. Fue verlo y comprender que no estaba para festejos, le preparó un té caliente con limón. Enseguida lo invadió un sopor pesado y febril. Ella lo cubrió con una manta y se quedó a velar su sueño, un par de horas, luego se recostó en su cama. Un quejido la despertó y de un salto estuvo al lado del enfermo que se debatía afiebrado. Se quitó el pulóver y la camiseta mojada de sudor. Julia trajo un toallón y secó el torso musculoso de su novio, lo envolvió y fue en busca de algo para reemplazar la camiseta. En su placard encontró una remera blanca, de licra que por su elasticidad y adherencia supliría a la otra. Eran las 05 hs y tenía un par de horas más para descansar y después consultar al médico, su amigo para que lo revisara y medicara. Sonó la alarma del celular y automáticamente buscó el pulóver y la campera. Desayunó ligeramente y se despidió de Julia, prometiendo hablarle para tenerla al tanto. Enseguida lo hicieron pasar al consultorio. El médico y la enfermera, con sólo ver el rostro decaído y congestionado, supieron que se trataba de una gripe. La enfermera le ayudó a quitarse la campera y el pulóver. Entonces llamó la atención del profesional para que se acercara. El profesional de una mirada recorrió la remera de licra, adornada en el escote y los puños con florcitas bordadas con perlitas y strass. -Daniel, no sabía que eras gay, imagino que con la nueva ley podrás blanquear tu situación… si es necesario. Daniel no comprendía hasta que frente al espejo, vió esa remera desconocida, que se ajustaba perfectamente a su torso y que su querida Julia le prestó. Y que es lo que yo no haría por estar hoy a su lado? No lo quiero ni pensar, y hago todo por lograrlo. Salgo de noche a buscarla y amanezco en los caminos. Sin saber nada de ella, borracho, sucio y vencido. De mañana, en los paseos y en las tiendas averiguo doy sus señas pero nadie, dice haberla conocido. Con el párroco del pueblo, ayer por la tarde hablé, Me contó que hace dos años, llevó óleos a una mujer, que, de acuerdo a la señas que le di, podría ser. No quise oírlo y huí , esas son sólo mentiras ¿cómo podría morir, si en mi, la siento tan viva.? En mis recuerdos de ella, no hay adiós ni despedida. Uno se atrevió a decirme que me acerque al camposanto Y me dio tanto coraje, tanta furia y tanto espanto, para que no lo matara, tuvieron que sujetarme. Ahora estoy muy tranquilo. Anoche mismo soñé. Ella está bien y me espera. A su encuentro, hoy iré. -¡Mira, cómo corre el tiempo! -Exclamaste al encontrarnos. Si pasaron veinte abriles, desde que nos separamos. - Pero no has cambiado, nada, eres la misma de ayer!- Ese ayer fue hace veinte años, sonrío y finjo creer. Las apariencias, engañan, de aquélla ingenua, que fue, quizás la imagen perdura, por dentro, se volvió hiel. - Me sorprende mucho verte, los años te tratan bien. Tus cabellos pintan canas, un buen bronceado en tu piel. Eres el “Hombre Maduro” que consagra la mujer.- Hay emoción en tus ojos y la delata tu voz Y por momentos olvidas, que quien se fue, no fui yo. Me invitas a acompañarte a tomar un buen café. Te agradezco y me disculpo.- Me esperan, no podrá ser- Insistes, pero es inútil, tengo mucho que perder y no arriesgo lo que tengo, por lo que no he de tener. Resignado, me preguntas - ¿Habrá una próxima vez? Evasiva, me sonrío. Prefiero no responder. Me alejo sin despedida. Igual que hace veinte abriles. Cuando de mi, te alejabas, amargándome la vida. Un verano luminoso, lo descubrí en mi jardín. Frágil, entre ramas altas, colgaba el nido que vi. La pareja de avecillas, juntos lo habían construído, sus piquitos de artesanos, iban tejiendo los hilos, las fibras y las plumitas para hacerlo bien mullido. Cuando estuvo terminado, orgullosos contemplaban, la obra que les llevó varios días y hoy, colmaba, la dicha, por tanto afán y respondía a sus ansias. En el nuevo hogar, dichosos, oír sus trinos de amor, era un himno a la alegría, el que Beethoven, soñó. Conmovida y encantada, me detenía a escuchar la expresión más simple y pura de lo que es la felicidad. Una noche, la tormenta de enero, se desató con la furia que de pronto, se despierta de un sopor. Corrí a cerrar las ventanas que hacía vibrar el viento, las puertas y algún postigo, que había dejado abierto. El viento nos trajo alivio, después de intenso calor Volví corriendo a mi lecho, agregando un cobertor. A la mañana siguiente, los daños, supervisaba, plantas, flores abatidas, muchas ramas descuajadas. Deshecho entre pluma y fibras, el nido, estaba en el suelo, pude ver tres pichoncitos, recién nacidos, y muertos. Un lamento agudo y triste, de la fronda se elevó. Era la canción del duelo por la dicha que acabó. ..Y luego me has preguntado que porqué me resfrié Recuerdas que te esperaba el lunes, frente al café? Y me cansé de esperarte en esa fría avenida, con el viento a mis espaldas y la lluvia, que caía calándome hasta los huesos y arruinándome la vida. Sabes bien, nunca he podido ocultar mis emociones, Volví a casa, caminando y deshecha en lagrimones. Y me acordé de tu madre….. Aunque sin imputaciones Tenía que desahogarme, ojala Dios me perdone Ella puede disculparme. Por mi, nunca lo sabrá. Pero del hijo que tiene, de eso, si se enterará. Pasó hoy en un colectivo urbano. Una pareja de jóvenes, adolescentes, compartían el mismo asiento, aparentemente, tenían una relación. Ella, de pronto, empezó a levantar la voz y a recriminar, acusándolo de haberle robado la billetera. El muchacho, más sorprendido que disgustado, trataba, con mesura, de convencerla de su equivocación. El chofer del micro detuvo la marcha y preguntó qué pasaba. Imposibilitado de contener la catarata de improperios de la desbordada joven, optó por dirigirse a la comisaría más cercana, ante la resignada impotencia de quienes nos dirigíamos a nuestros quehaceres. No hizo más que detenerse frente a su destino, que la descontrolada, atendió un llamado de su celular.Pálida y balbuceante, se dirigió al conductor: - Es mi mamá… dice que olvidé mi billetera… en la mesa del desayunador. Ella se ve tan feliz, en su vestido entallado. Su hermoso rostro sereno y la sonrisa en los labios. Calza zapatos de taco, cerrados, para bailar y entretejió en sus cabellos, flores frescas del rosal. Se asemeja a una visión, sentada sobre la hierba… Si montado en su corcel, un príncipe apareciera, sucumbiría al encanto, de la preciosa doncella. Y así va pasando el tiempo, pero el príncipe no llega. La joven, no es tan feliz y su vestido, se afea. El rostro no es tan hermoso, la sonrisa, se hace mueca. Los zapatos, deslucidos, por no bailar se cuartean y entre el cabello, las flores, se marchitan y se secan. De aquella hermosa visión, sentada sobre la hierba, queda una ajada mujer que va cubriendo la hiedra. No se escucha más su risa, sólo el rumor del arroyo, monótono y apagado. La hiedra, ha cubierto todo. BUENOS AIRES, jul 15 /2010- El Congreso de Argentina aprobó en la madrugada del jueves el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que convirtió al país en el primero de América Latina en extender a los homosexuales el derecho a casarse. Algunos jueces de paz, niegan su participación, amparándose en la Constitución. Mi conciencia, me lo impide, Usted. debe comprender, por más que me lo exigieran, siempre me voy a oponer. Me atengo a la Ley de Dios que la Biblia, la refleja, Una mujer + Un Hombre, componen una pareja. Es tan claro, como el agua, como el cristal, transparente, Quien no lo pueda entender, es sólo porque no quiere. Y que nadie me lo imponga. Ha agotado mi paciencia, Se que me asiste el derecho Y es “Objeción de Conciencia.” Hoy quiso mi mala suerte, que me cruzara contigo. Yo, te creía olvidado…Sólo verte y se han venido en torrente, los recuerdos, de aquello que hemos vivido. Sentí mi rostro cubrirse de una palidez mortal, el porqué de esta emoción, preferí no averiguar. Te acercaste… el corazón, perdió el ritmo y su latir, eran golpes de tambor, delatando mi sentir. Tuve impulsos de escapar. No era esa la solución, Mis piernas no respondieron, volviéndose de algodón. Dueño de la situación, tu sonrisa seductora, me ocultó la luz del sol dejándome ciega y sola. Prisionera de tu abrazo, sentí acercarse mi hora. De nuevo caí en el lazo de tu pérfido accionar Y para mi mala suerte, no hay nada que quiera más. Esa bonita gitana, de ojos de mirar profundo, tiene la gracia del cielo y las astucias del mundo. Siempre te mira de frente y tu, la crees sincera, Confiado le das la mano para que en tu palma lea, todo lo que te preocupa, y de lo que tienes queja. Ella baja la cabeza, haciendo que se concentra, Frunce el ceño y a su rostro, lo invaden las mil tristezas y a ti, una gran desazón, por transferirle tus penas. Y sientes remordimientos y la ves como a una estrella que ilumina tu camino para evitar que te pierdas. Toma tu mano y la lleva a su pecho de mozuela y sientes que estás perdido, que de allí no tienes vuelta, pero frenan tus impulsos esos ojos de gacela que son la más acabada expresión de la inocencia. Confundido, avergonzado te ha dejado esa mujer. Tienes de ella su recuerdo y el perfume de su piel. Sin podértela arrancar, pues quedó en tu corazón, te arrimas, para olvidar, al cercano bodegón. Para ti, ella está vedada, esa gentil hechicera… Y a la hora de pagar, no encuentras tu billetera. Como la tierra sedienta, reseca, ávida y cuarteada, ansiosa, espera que llegue, la piadosa gota de agua. Como la aterida piel, el beso tibio del sol, toque de luz y calor, sabor y tonos de miel, Ansioso espera por ti, el sediento corazón. No demores en venir, porque de tanto esperar, se acrecienta el padecer y ya lo siento morir. Olvido, tiende tu manto sobre mí, en la noche cruel, cuando las brisas del campo me traigan aromas de él. Cuando vibre en mis oídos, la armonía de su voz con renovadas promesas y juramentos de amor. Cuando su piel y la mía, fundidas en el abrazo, entre caricias ardientes, me sujeten a su lado. Cuando su boca me ofrezca, como una fruta madura, de la que guardo el pasado resabio de la amargura. Cuando su imagen me acose, sin que nada pueda hacer por borrar de mi memoria lo que no puedo tener. Tiende sobre mí tu manto, Misericordioso Olvido, cuando despierte, tal vez, llegue a ser lo que no ha sido. Tal vez hoy me recuerdes y hagas una llamada, esperaré con ansias para escuchar tu voz, de lo que tu me digas, no perderé detalle y por las inflexiones, sabré si aún hay amor. Tal vez, si no me llamas, recibiré una carta, escrita por tu mano y allí podré saber, todo lo que me quieres, todo lo que me extrañas…. Mi corazón, sus ansias, tendrá que contener y en ascendente ritmo, el que tu amor le imponga habrá de serenarse para no enloquecer. Si no llamas, ni escribes, si ya no me recuerdas, tal vez he imaginado lo que nunca será. Tendré que conformarme con recordar tu imagen y el eco de palabras, que no pronunciarás. Sumido en la densa niebla, por el alcohol inducida, se olvidó hasta del motivo que lo llevó a la bebida. No tiene claro, cuál fue, el conflicto de su vida, si el amor de una mujer, ó si ya nació perdida. A veces, cuando su niebla, por segundos, se disipa, lo enceguecen las visiones que iluminaron su vida, en el tiempo que se fue, cuando era digno vivirla. Sólo dura unos segundos de paz, de amor y caricias, de lúcida placidez, luego, todo se termina. Ansioso por retenerlos, vuelve otra vez a beber. Y en el fondo de la copa, busca su vida de ayer. Arráncame de tu vida, me dijiste un negro día Y yo, que tanto te amaba, te miraba y me reía creyendo que era una broma, aquello que me decías. Para mi muy mala suerte, no era broma ni mentira.´ Era tu cruel decisión que me cambiaba la vida, Esa vida, que contigo, era lo que yo quería, por la que tanto luchaba y que tan feliz me hacía. Tu decisión acepté, evité la despedida, No había más que decir y me alejé de tu vida. De aquello, ya hace quince años. Hoy te vi cuando salía, de comprar una muñeca para mi hijita, Martina. Tuviste como un impulso, de evitarme. Enseguida, cambiaste de pensamiento y te acercaste, vencida. Por tu rostro envejecido, por tu mirada vacía, imaginé lo difícil que había sido tu vida. La vida que tu elegiste, cuando cambiaste, la mía. Sombra que vas tras mis pasos con insistencia tenaz, ó que ante mi, te adelantas y me obligas a ir atrás. Imitas mis movimientos, con perfecta sincronía, encogiendo ó alargando tu grotesca anatomía. Sombra, serás mi conciencia? Quizás el ángel guardián, que me vigila y me cuida, sin que lo pueda burlar? Sombra, ya estoy resignado. Mi compañera, serás. Juntos siempre por la vida…. ¿y cuando muera, que harás? Gitanilla que me ciegas con la luz de tu mirada, Ven a leer en mi mano, que mi suerte ya está echada. Dime si en las líneas ves, lo que me dicen tus ojos, Si debo confiar en ellos, ó responden a tu antojo. Dime sólo lo que veas, no te importe de mi sino. El alma, tengo curtida, puedo afrontar al destino. Y si me auguras bonanzas, que las debo merecer, aquietarás las angustias que hoy se adueñan de mi ser. Más, sobre todo, prefiero que me digas la verdad, Sea buena ó sea mala, yo lo sabré soportar. Me lo dicen tus silencios más claro que las palabras. Es inútil que las digas, bien yo puedo imaginarlas. Me lo dice tu mirada al cruzarse con la mía, no hay destellos en tus ojos cuando mis ojos los miran Verás también, que en los míos, el brillo ya se extinguió, como el tuyo, se fue yendo, tras el amor de los dos. Todo lo que más me gusta, es lo que más me hace daño, como amarte, por ejemplo, en eso nunca me engaño. Y aunque no seas para mi, lo que yo ansío que seas, si así lo dispuso Dios, será como Dios lo quiera. No sólo lo he de aceptar, con humilde aceptación Lo que El disponga es la ley y yo, soy la sumisión. Siento que desnudas mi alma, con una sola mirada y otras muchas, me condenas, con una sola palabra. Es que tienes el poder de derribar mis murallas, de avasallar mis defensas y de conquistar mi plaza. Y yo, ¿qué podría hacer, si me encuentro desahuciada.? Entregada sin remedio al imperio de tu espada ¡Y cómo ha pasado el tiempo! Ni siquiera imaginaba tener una nieta así, tan hermosa y tan formada En tus negros ojos moros, en tu piel aceitunada y en ese, tu andar felino, veo herencias muy marcadas. La ascendencia de tu madre, que no puedes ocultarla. La última vez que te tuve, en mi regazo, faltaban, para tu tercer cumpleaños, sólo unas cuatro semanas. En relaciones humanas, es difícil de prever, si no hay señales visibles, lo que pueda suceder. Te fui a buscar, un buen día, como siempre acostumbraba, Para llevarte a jugar, hasta la plaza cercana, donde había, calesita, toboganes, cinco hamacas y un trencito con vagones, que rodeaba la manzana, con asientos de colores. Preferías el azul, pintado con flores blancas y yo sentada a tu lado, como si fuera otra niña, contigo lo disfrutaba Toqué el timbre de tu casa, de afuera, nada escuchaba, Otras veces que llegué, tu vocecita afinada, para que abriera la puerta, a tu madre, le clamaba Pero nadie vino a abrir, ni tu reclamo se alzaba. Insistí, pero fue inútil. La vecina de tu casa, que siempre me saludaba, se acercó para decirme lo que menos esperaba, que tu madre se marchó contigo, en la madrugada. Nada de eso, yo, entendía, mi palidez, se acentuaba. Tuvo compasión de mi me hizo pasar a su casa y me dio algo de beber. Por mi garganta cerrada, era imposible tragar, ni articular las palabras….. Como pude, caminé, angustiada, hasta mi casa. .Pregunté a los conocidos, de tu madre, dónde estaban Nadie sabía de ustedes y nadie se imaginaba que alguien pudiera llevarse a mi nieta bienamada sin haber motivo alguno para ser tan desalmada. Recorrí por muchos días, lugares que frecuentaban, parientes, amigos, gente…..ninguno sabía nada. Hasta de mi me olvidé y tanto me descuidaba que una tarde me encontraron, casi sin vida en la plaza, esa placita de barrio, a donde yo te llevaba, tomadita de la mano, para que la disfrutaras. Me internaron por dos meses, cuando me dieron el alta, en mañanas y en las tardes, las escuelas visitaba, buscando entre tantos rostros, la carita que adoraba, Siempre me pareció verla, pero estaba equivocada. Así fue pasando el tiempo y me resigné a mi suerte Mañana cumples quince años, sin más, has venido a verme, Las lágrimas, en tus ojos, son señales evidentes, de que jamás olvidaste a tu pobre abuela, ausente. ¡Hoy agradezco al Señor, esta gracia de tenerte! Tu foto, que un día me diste, la que nunca te pedí, la colgué frente a mi cama para verla desde allí. El tiempo en que nos quisimos, creo haber sido feliz despertando en las mañanas con tu imagen frente a mi. Contarte todos mis sueños, lo que sentía por ti. Sin timidez ni prejuicios ¡Tanto te llegué a decir! Hasta aquello muy secreto, que me costaba admitir. Pero las cosas cambiaron, como suele suceder. El amor que nos juramos comenzó a languidecer y enfermo, herido de muerte, expiró un amanecer. El sol, que asomó radiante, hizo que me despertara, lo primero que mis ojos percibieron, fue tu cara. Hasta un cajón donde guardo objetos, por no tirarlos, fui a buscar un viejo estuche que contiene veinte dardos. Sentada sobre la almohada, afiné la puntería, Hacía diana en tu foto. Cuando acertaba, reía, tanto… que llegó mi madre por saber lo que ocurría. Al toque, ella comprendió. Estaba muy sorprendida. Preguntó el porqué de mi odio, ó reacción desmedida. - No, no es odio lo que siento, puedes quedarte tranquila. Le contesté muy sonriente,- tan sólo, me divertía. Abismos son los ojos que yo adoro, insondables, abismos de la mar a los que este loco, se ha asomado, más no quisieron su imagen reflejar Pregunto, a los que saben, las razones, qué misterios, de qué hechizos dispondrá. si con sólo mirar, me hizo su esclavo, si me sonriera… no quiero ni pensar. ¡Basta de tanta tristeza y de añorar lo perdido. Consumo el tiempo en llorar y olvido que sigo vivo!. Frente al espejo, se dijo y salió por el camino, con su raída maleta y una botella de vino. El vino le duró poco. Durmió a la vera del río y siguió con la maleta en busca de su destino. Anduvo por sierra y llano, por pueblitos y ciudades Trabajó en rudas labores y admiró nuevos paisajes. Se bañaba en los arroyos donde lavaba algún coche y mirando las estrellas lo sorprendía la noche, El tiempo de ardiente sol, comenzó la despedida, los días eran más breves y las tardes más sombrías. El viento sopló impiadoso y desnudó la arboleda las hojas mustias y secas, alfombraron las veredas. Más dura, la vida se hizo, sin recursos y sin techo, un mendrugo por comida y un triste jergón, por lecho. Las heladas comenzaron, crujía el hielo en las calles, bajo los pies de la gente, bajo el paso de los autos. No se lo vio en varios días, la indiferencia, habitual, hizo que lo descubrieran de una manera casual. Fue encontrado por un perro que ladraba sin parar, entre chapas herrumbradas donde había hecho su hogar. La maleta estaba abierta y empezaron a volar, fotos, cartas, flores secas, recuerdos de otra ciudad y de la mujer que un día decidió no amarlo más. Su madre le repetía– “Es el que más te conviene. Vivirás como una reina. Acéptalo, ni lo pienses”… Ella, nunca fue sumisa, ni aceptó otras decisiones que no fueran las salidas de sus propias convicciones. No contestó una palabra, la madre, quedó conforme. El día que el candidato, elegido y aprobado, con un gran ramo de flores, se presentó a visitarle, será una casualidad, que le dio por resfriarse. Estornudó tantas veces, que no podía parar. Alegó que eran las flores, las tuvieron que sacar, el pretendiente, juró, no llevarlas nunca más En una nueva visita, con chocolates, llegó Como se muere por ellos, no pudo decir que no. Devoró cinco bombones, sin oír lo que decía, Le declaraba su amor, ella comía y comía Sin escuchar sus palabras ni todo lo que sufría por quererla de ese modo –Loco por ti, estoy María! El escozor que sentía por todo su lindo cuerpo, más las ronchas en la cara, en los brazos y en el cuello Lo hicieron reflexionar, “ debí traer caramelos” La llevaron a Emergencias el hígado estaba inflamado por todos los chocolates y quedó en el internado. En la próxima visita, lo esperaba muy compuesta Con un peinado sencillo y su vestido de fiesta: Le espetó de esta manera:- Desde que pisó mi casa, aprobado por mamá, usted sólo ha conseguido, que yo, me sienta muy mal. Por lo tanto, he decidido que lo nuestro, terminó, no insista, si es caballero acepte y vaya con Dios. El contundente pedido, no dejó lugar a dudas, el candidato partió, en busca de nuevas rutas. .
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Oscar Franco
http://www.textale.com/component/option,com_textupload/Itemid,128/id,43735/task,view_text/
Por favor difundelo si pudieses. gracias.
Pascual Vizcaino Ruiz
Alejandro
Es usted muy déspota en su comentario del texto indiferencia divina?, sobre todo si tenemos en cuenta que la autora deja claro que los desastres naturales son muy comunes y crea toda su reflexión acerca de cómo el ser humano pasa de su pregunta hacia un Dios al que considera responsable a la dolorosa conclusión que es su irresponsabilidad la que acelera los procesos llevándolos a desastres.
Bastante arbitraria resulta usted al decir… le “concedo responsabilidad al hombre” por favor señora si usted lee, ve televisión o se molesta en averiguar, se podrá encontrar con un cumulo de estudios e informes que demuestran como las acciones de la humanidad ha afectado el equilibrio natural que provocan desastres.
Parece ser que usted no se entero del objetivo de la reunión de presidentes de países en Copenhague... por favor señora antes de atacar o trata de ridiculizar a alguien primero analícelo, porque podría ser usted quien terminara haciendo el ridículo.
Alexandro
Oscar Franco
Te invito a leer y comentar alguno de mis poemas espero te gusten.
Un saludo y feiz años nuevo 2010.
www.somosgoogle.blogspot.com
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Francisco Prez
Veneno
haydee
Seguro que van a sobrar las anécdotas y encontrarás un buen argumento para tus relatos.
Gracias!
Serena