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Dicen que estoy condenado y tan solo por quererte. El fuego de los infiernos, es preferible a no verte. Si no siento la dulzura, de tu mirada, en la mía, ni el susurro de tus labios, cuando me dices, -Buen día. Si cuando roza, tu mano, casi sin querer, mi mano, pese a mi gran fortaleza, me siento debilitado. Las condenas que me auguran, me tienen muy sin cuidados. Quiero ver tus lindos ojos, en los míos reflejados. Escucharte que me nombras y que me roce tu mano, sin temor. La cubriré de besos apasionados, que para ti, los reservo …si es que no pones reparos. Si me dejas y te vas, no sabré que hacer de mi si solo soy lo que soy cuando estás cerca de mi. Si me dejas y te vas, se opaca mi alrededor, la luz del sol no es igual y hasta se esfuma el color. Quizás deba ser así, me tendré que resignar El dolor soportaré sin culparte por mi mal. No me vuelvas a buscar, si me tienes compasión. Mientras, comienzo a juntar, fragmentos de corazón. Haré lo poco que se para volver a vivir, si me quieres ayudar, no vuelvas más por aquí. ¡Que bonita es la vida sin deudas y sin amores! Las deudas, traen problemas, el amor, preocupaciones. Prefiero vivir alegre, picando de aquí y de allá, sin complicar mi existencia, libre y dueño de mi andar. Si quiero miel, voy directo donde se que está el panal, consumo lo necesario y después echo a volar. Voy siempre a ras del suelo. Si quiero, puedo llegar casi hasta rozar los cielos y tal vez un poco más. Me conforma lo que tengo, Satisfecho por demás, Me alegra el bien de los otros, si lo supieron ganar a costa de sus esfuerzos, sin timar y sin robar. Conservar las manos limpias es sello de dignidad Con esas manos comparto mi tiempo y mi libertad Apagó el último cigarrillo. Sus pensamientos, fueron deshaciéndose como las volutas de humo. Cada día transcurrido, lo acercaba más al objetivo propuesto. Sin poder evitarlo, enfocó la mirada sobre el arma reglamentaria. Esta vez no vacilaría en descargarla en el maldito que destruyó su vida. No quería recordar, pero era inútil. Las imágenes, los gritos, toda la confusión de sentirse arrastrado y despojado con violencia del uniforme, de sus prendas íntimas, tirado boca abajo sobre el piso de una celda y abusado, se mantenían nítidas a pesar de los años. Ya pasaron siete y ni una noche en soledad, que el recuerdo de la humillación sufrida, dejara de arrancarle amargas lágrimas de impotencia. Entonces, con veintidós años, egresado del Servicio Penitenciario Federal con grado de oficial, recibió su nombramiento para iniciarse en el escalafón administrativo de la Unidad Penitenciaría de su ciudad. Ingresó con el entusiasmo de la juventud y el ingenuo propósito de llevar a la práctica todo lo que aprendió, en teoría, sobre la necesidad de cambiar arcaicos procedimientos penitenciales y trabajar duro para reinsertar a quienes, en algún momento de su vida, erraron el camino. Era un convencido de que con esfuerzo, la resocialización de los internos, era no sólo posible sino necesaria. Sus compañeros, en general, no compartían su pensamiento, ni se interesaba en el tema. Se limitaban a cumplir un horario sin involucrarse en ilusorios rescates. Los que estaban dentro, eran irredimibles. Los intentos para cambiarlos, estaban condenados al fracaso. El fatídico día en que se desató su tragedia personal, fue un sábado en que cumplía doble turno. Hasta su oficina llegó un rumor de que algo no andaba bien en el sector de máxima seguridad. Era habitual, los fines de semana, surgían problemas asociados a las inminentes visitas que esperaban los presos, sus ansiedades y conflictos se potenciaban. Sin pensarlo dos veces, dejó su lugar de trabajo y se dirigió al sector norte por el amplio pasillo. Al llegar a Enfermería, la puerta entreabierta, le hizo recordar que necesitaba un antiácido para aliviar una incipiente gastritis. En busca del médico de guardia, traspasó el umbral y sintió un fuerte golpe que lo hizo trastabillar. Nuevos golpes, la fugaz visión de un rostro moreno y unos ojos azules, fríos y crueles. Sintió que lo arrastraban por el suelo y sobre él se desplomó la noche. Tuvo asistencia médica y sicológica, toda la que necesitó. No fue suficiente. Fue asignado a otra repartición en otro establecimiento. Apenas incorporado, elaboró un plan de venganza. Tuvo acceso a la minuciosa información de su caso y de su verdugo, uno de los internos peligrosos, que con eso, agregó años a su sentencia. No había la mínima duda. El ADN del violador, coincidía en un ciento por ciento con las evidencias encontradas en el examen médico legal. Faltaban cuatro días, solamente cuatro días……. No pegó los ojos en toda la noche. Recién al amanecer se durmió. La luz del sol que entraba por las hendijas de la persiana, lo despertó. Sacudió la cabeza. Se vistió de prisa, palpó su arma, lista y preparada. Estacionó cerca de la parada del bus que debía, inevitablemente, tomar el maldito. Desde donde se apostó, dominaba, la puerta de la prisión y cualquier lugar, sin posibilidad de que se vulnerara su vigilancia. Todo estaba planificado. Lo seguiría en su coche paso a paso para finalmente concretar su venganza. No tardó en salir. Lo hizo solo, pero aunque hubieran sido cien, entre todos, lo mismo habría podido reconocerlo. Con paso elástico, se dirigió hasta la parada, enseguida llegó el bus, que se apresuró a tomar. Bajó en Estación Once. Dejó el auto y sin perderlo de vista, lo siguió a pié. Lo vio detenerse en un quiosco a comprar cigarros, más allá, en un puesto de panchos. Llevó la comida y una lata de cerveza hasta un banco de la plaza Miserere. Como un chico, no se cansaba de mirar. Recorrió la zona comercial de punta a punta, compró algunas revistas, golosinas y ya anocheciendo, agotado, buscó un albergue en un hotelucho de mala muerte. Cansado y muy cerca de concretar su objetivo, esperó un par de horas. Preguntó a la bruja que regenteaba el lugar por Enzo Bargal, la mujer le dio el número de la pieza y con un gesto le indicó el lugar. No tuvo dificultad para forzar la puerta. Por la ventana abierta, la luz y los ruidos de la calle, entraban a raudales. Lo encontró dormido, desnudo sobre la cama, con una revista en la mano. Sus sueños debían ser felices, por la placidez de su expresión. Sacó el arma reglamentaria, calculó la distancia… . La depositó sobre una silla. Se quitó la camisa, el pantalón, el boxer y se acostó … de espaldas a su verdugo. Amor que llevo en mi pecho como un cuchillo, clavado, que me desangra de día y en la noche es mi calvario. Amor que persiste en mi alma y mantiene mi memoria. El tiempo mitiga heridas y a esta herida, no la borra. Así será hasta mi muerte. ¡Pobre corazón sensible! Los amores que perduran, son sólo los imposibles. El calor de tu beso, en mi mejilla, persistió cuando ya te habías ido, como aquel roce fugaz de tu rodilla, casual o no, aceleró el latido. Aleteaban, sutiles mariposas, provocando en mi interior, cosquillas Me dejaste pensando, tantas cosas…. Fue premeditación? Solo descuido? Tal vez un artilugio de tu mente Por ver mi reacción a aquel estímulo? Será una fantasía que yo aliento para ahuyentar la soledad que pesa, No quisiera esperar lo que no llega, Ni ilusionarme con cuentos de princesa Hermosas se ven las flores en los árboles y prados, placer para el caminante, que todo mira encantado La brisa trae el aroma, del espliego florecido con el color de lavanda, inmenso mantel, tendido, que se mece suavemente, como mecemos a un niño. Lo que nuestra vista alcanza, obra del hombre y de Dios, que inspirando sus acciones comparte la creación. El día es perfecto, el cielo, de magnífico celeste, es el marco ideal de este paisaje terrestre. El espíritu extasiado, Me lleva a una reflexión, Lo florido, lo frutado, en el mundo vegetal, es consecuencia feliz, de lo que vive enterrado. No oirás de mi, reproches, ni lamento plañidero. Tal vez porque no te quiero ni en mis días, ni en mis noches. Todo está bien, me repito, y busco de convencer a este corazón rebelde que se niega a obedecer. De todos modos, ya está. Lo nuestro se ha terminado. Corro vista a lo pasado, con suma tranquilidad. Solo rescato al amigo que en el cariño, mantengo. En la amistad, lo retengo, al corazón adherido. Hora de decir adiós sin lágrima ni reproche. Se anuncia un día con sol después de una fría noche. A la hermosa Margarita le dedicó una canción el cantante más mentado de toda la población. La población conocía, del cantante las historias, sus frecuentes amoríos y sus frecuentes discordias. Discordias que a sus oídos, llegaban día tras día. Margarita, registraba, pero como que no oía. Oía un día al cantante ya cansado de insistir. Ella fue a pasear al río para no tener que oír. Oír, es poco, mejor, aguantar su persistir. Con sus amigas paseaba, miraba el río correr. Correr, quiso, cuando vio que frente a ella estaba él. Con su guitarra entonaba canciones que la ultrajaban. Arrebató de las manos, la guitarra del cantor, y en medio de la corriente sin dudarlo, la arrojó. Ante el asombro de todos, el cantante se quedó mudo en medio de la calle. Nunca más la molestó. Tanto como yo te quiero no te quisiera querer. Quisiera quererte menos Pero no se cómo hacer. Tanto como yo te pienso no te quisiera pensar. Aunque intento distraerme, vuelve el recuerdo a ganar. Tanto como te deseo no te quisiera desear Pero el deseo me quema y no lo puedo apagar. Tanto, tanto, tanto tanto Es solo mío este anhelo Porque te dejas querer y soy yo la que te quiero. La imaginación despierta, al ver aquel viejo cuadro Un atardecer de invierno en un campo de trabajo. Con las azadas y palas sobre los hombros cansados, regresan por el camino, polvoriento, del atajo, Dura faena el laboro de desbrozar el terreno, arrancar las mala hierbas, dejar bien parejo el suelo. Alcanzan pronto el sendero de eucaliptos arbolado, rompevientos que un abuelo, llegado niño, en un barco, plantó con hábiles manos. Hoy forman esa muralla que protege de los vientos, su magnífico tesoro, la fértil tierra, con tanto esfuerzo, han logrado El humo en la chimenea, es como una bienvenida. Bienvenida de esperanza, de calor y de comida. De la rústica casona, con sus anchas galerías, un aroma se desprende que a todos, los reanima. Sobre el fuego del hogar, que alegremente crepita, hierve y esparce gustosa, sus sabores, la marmita. La mesa ya está servida, con un sencillo mantel El padre, a la cabecera, los hijos saben cual es el lugar que a cada uno le debe corresponder Agradecen por el pan, crujiente sobre la mesa, por la salud, el hogar, por el vino y ya no pesa. el enorme sacrificio que a diario los desalienta Mucho por agradecer en esos rostros surcados, por la crudeza del tiempo, de inviernos y de veranos. La madre acerca la fuente con un halo de vapor. Sabroso y sano alimento preparado con amor. Distribuye en cada plato, las porciones, generosa. El golpe de las cucharas, repiquetea en la loza. Cuando ríes, me deleitas, es tu risa mi alegría Pienso, de mi, ¡Qué sería, si me faltara tu risa!. Cuando estás feliz, con verte, lo percibo en tu mirada, serena y regocijada. ¡Qué haría yo, sin tenerte!. Si te veo preocupado tu ceño se profundiza. Cuento con buenos recursos, besos y algunas caricias, que te harán sentir mejor y recuperar la risa. Todo puede resolverse y todo puede cambiar, Si las cosas no están bien, se pueden modificar. La cuestión es intentar poniendo suma atención El problema, analizar y encontrar la solución Tal vez un día llegues a quererme con esta intensidad con que te quiero, aunque no sea ni es, lo que prefiero, quizá entonces, podrías comprenderme. Nada encuentro capaz de protegerme, de mi misma, cuando así te quiero, ni evitar las heridas que me infiero, ni que sea posible detenerme. Y voy con esta carga que me toca, sobre el alma, tratando de llevarla, que se doblega ante tamaña roca. Es mi destino y esto me provoca. Soportaré, imposible de evitarla. Aunque más de uno murmure que estoy loca. Con tal impetuosidad, traes olas a mi playa Y todas son diferentes de variada intensidad. No te quedas un segundo, en paz, ni sabes de calma. Es tu destino, tu karma, la dinámica sin par. Majestuosa es la visión que sorprendida contemplo La cadencia de esa vida que se mantiene en el tiempo constante, siempre nutrida, en rítmico movimiento. Empujadas por los vientos, se forman altas murallas que con fragor de estallidos van a morir en las playas. Queda su cresta de espuma junto a conchas, caracoles, ramas, troncos y maderos y restos de embarcaciones Vuelve a internarse en la mar, retorna con nuevos bríos bajo influencias celestes que controlan su desvío. Responde a complejas leyes , desentrañadas por Newton Arrastran cálidas aguas, tus portentosas corrientes. Ríos, dentro del océano, que en un viaje permanente, llevan a países fríos, temperaturas calientes En tus violentos avances, demueles y esculpes rocas, A tu impetuoso vaivén, no hay nada que se le oponga. “La última cena,” a Leonardo, dos años le insumió. Encontrar a los modelos que su mente imaginó, Jesús, debía reflejar bondad, virtud y pureza. los más nobles sentimientos y una varonil belleza. Riguroso, como pocos, al fin un joven, cumplió con todas las exigencias y a Jesús, representó. Orgulloso fue a posar, para el ilustre pintor. Para Judas Iscariote, no conseguía modelo.Buscó en los antros oscuros, parecidos al infierno. Lo imaginaba maduro, avariento y traicionero Leonardo, tenía días de frenético trabajo Y otros de contemplación, de encontrar nuevos atajos, para dar fin a su obra, al Sforza conformar y sobre todo al prior que lo acabó por cansar con su insistente reclamo. Una idea le surgió, pintar el rostro de Judas, con la cara del Prior. .Hasta su oído llegó el rumor de un asesino. Culpado de horrendos crímenes, había sido detenido. En la cárcel comprobó. Era lo más parecido a la imagen que de Judas, habría correspondido. Lo autorizaron a ir y posar como modelo hasta que estuvo concluido, como se había propuesto. El reo lo quiso ver y Leonardo accedió. Al contemplar el mural, de rodillas sollozó. -Maestro, soy aquel joven que para ti posó representando a Jesús… y al Judas que ahora soy!. Has arribado a mi puerto, por un designio de Dios Llegó al muelle tu velero y el ancla lo sujetó. Ni visa ni pasaporte, ni documentos pedí Tan sólo miré tus ojos y me gustó lo que vi. Porque tu mirada tiene claridad de manantiales, contenidas ilusiones, esperanzas a raudales, difíciles de lograr si pesan las anteriores. Los caminos nunca hollados, esperan ser recorridos y tu, viajero incansable, aceptas el desafío. Levaremos anclas juntos. Nos guiarán las estrellas, como meta, el horizonte. El mar borrará las huellas de todo lo ya vivido para iniciar otras nuevas y nuestra ruta será un sendero sin querellas. ¡Pobre hermanita!, No sabes, lo que estoy pensando en ti, ¡lo mucho que me lastima verte llorar y sufrir! Cubierta por una burka que te impide respirar. Tras esa pequeña raja, apenas logras mirar, lo poco que te permiten, mientras tu vida se va por peligrosos carriles, de opresión y de crueldad. Antes del Islam, la burka, era para proteger, de los vientos del desierto, al hombre y a la mujer. Símbolo del fundamentalismo, es hoy en Afganistán, en Pakistán y otros pueblos, regidos por el Corán. Nunca en él mencionado. Lo ha impuesto el talibán. Pobre hermana que has nacido, en un lugar tan hostil, de misóginos perversos ¡tanto te han hecho sufrir que prefieres inmolarte para no seguir así! Una vida de pesares que ni es vida ni es vivir de castigos, de penurias, mutilaciones sin fin. De matrimonios forzados, donde no existe cariño, De asesinatos de “Honor” sin excusas ni sentido, Donde la risa es pecado y está prohibido gozar. Donde el más leve descuido amerita castigar. Confinadas en el gueto, sin esperanza ni aliento. Entregadas a su suerte en fatal sometimiento. Para ellas no hay presente ni futuro en su horizonte Ni existe Derecho Humano que cambie sus condiciones. A los hombres que lo intentan, no pretendan comprender, arranques de una mujer, sus motivos, ni sus tretas. A la mujer hay que amarla, no pretender comprenderla. Hacerlo es ardua tarea que complica la existencia. Mejor obviar ese paso y otorgar las indulgencias. Aclarada la cuestión, activados los sentidos, vuelve a su cueva la liebre, el mochuelo hacia su olivo y la mula a su pesebre. “No hay mal que por bien no venga,” Mi abuela solía decir. Rescato lo que ella dijo y lo vuelvo a repetir. Me puse el mejor vestido y me arreglé con esmero para reunirme contigo en la Patronal del pueblo Olvidaron el balón, a mi paso, los mozuelos. Más de uno detuvo el carro para tirar los anzuelos. Ufana llegué y te vi. Sorprendí que tu mirada en otra, que yo conozco, la tenías concentrada. Y lo vi con estos ojos. No podías ocultar el placer que te inspiraba y me sentí desmayar. Como una daga filosa que en el pecho me clavaran, fue el dolor que me causó al ver cómo la mirabas. Volvía a casa llorando, trastornada de dolor. Con la mirada nublada, tropecé en un escalón. Subía en ese momento alguien que me recibió en un oportuno abrazo y mis lágrimas secó. Me acompaño hasta mi casa. Nos sentamos a charlar Tan a gusto nos sentimos! Decidimos continuar. Esta relación, me anima. Además de ser casual, llega en el justo momento, para remediar un mal. Quiera el cielo que mantengas, por siempre, el alma de niño, la mirada trasparente, el trato amable y sencillo. Así es como quiero verte, como fuiste de pequeño, amado por conocidos respetado por ajenos. La estrella, esa que te guía, solamente por tu bien, orienta siempre tus pasos que eligen obedecer. Que nada empañe, ni enturbie la luminosa armonía que emana de tu vivir en paz y sana alegría. Saberlo, me hace feliz, Te adueñas de mi cariño. Permita Dios, que conserves, por siempre, el alma de niño, -Mamá no encuentro mi caja de pinturas! Seguro que Roberto la sacó para pintar esas porquerías que hace! Las voy a destrozar una por una, voy… -Estás segura que no las dejaste en otra parte? Espera un momento, no te dejes llevar por el impulso. -Pero, mamá las necesito para hacer un trabajo! -Siéntate y escucha lo que voy a contarte. Hace años, alguien que conozco, hizo despedir a la empleada de la limpieza. La acusó de haberle sustraído un dinero destinado al viaje de egresada. La mujer, muy humilde juraba por su hijo, lo más sagrado que tenía, que era inocente. Nada conmovía a la acusadora, estaba segura de haberlo dejado en un cajón de su placard y revisó, inútilmente, junto a su madre, cada lugar del dormitorio. -Por favor señora, necesito este trabajo. Jamás he robado, ustedes han sido muy buenos conmigo, porqué iba a perjudicarlos y a perjudicarme a mi misma? Imploraba la pobre mujer, bañado el rostro de lágrimas. -Retírese ya mismo y agradezca que no vamos a dar aviso a la policía, que es lo que deberíamos hacer! La mujer levantó su saquito tejido y se fue con la cabeza gacha. -Te das cuenta? Hay que tener mucho cuidado con los extraños. Tendríamos que haber hecho la denuncia para que escarmiente! Pasaron unos meses. Me detuve frente a una casa de modas. En la vidriera, un maniquí, lucía una campera de gamuza igual a la mía. Llegué corriendo a casa con un terrible presentimiento. Esa campera, tenía en su parte interior dos bolsillos secretos muy bien disimulados, con cierres especiales, difíciles de descubrir a primera vista. El dinero, en fajos muy prolijos, estaba allí. -Pero…. -Si, era yo la precipitada, la que cegada por la ira, acusó a esa pobre inocente. Bajé a decirle a mi madre. Se puso mal. Juntas salimos a buscarla a su casa para pedirle perdón. De la humilde vivienda, asomó por la ventana, un chico pálido y flacucho a preguntar que necesitábamos. -Hablar con tu madre, le dije con la garganta estrangulada. -Llega de noche, contestó -Dale esto, le dije poniendo el paquete, que quemaba mis manos, en las suyas. -Solo a ella, se lo das, es muy importante. También le dices que me perdone, que por favor me perdone. El chico cerró el postigo. Tras el vidrio opaco, su mirada, indiferente, parecía seguirnos. Al día siguiente, temprano, el timbre nos despertó. Era ella. Estiró la mano para devolverlo y mirando a mis ojos, dijo, -Solo tomo lo que es mío. Saludó y nunca más volví a verla. Alguna vez me dijiste que nunca me olvidarías, Alguna vez respondí, Tampoco yo, vida mía. El tiempo pasó inclemente, las palabras que dijimos, el viento se las llevó. Hoy no somos lo que fuimos. Ni las palabras mantienen el sentido que les dimos. Es mejor que lamentar, emprender otros caminos Despojar al corazón de cargas y de conflictos, que vuelva a ser accesible a alegrarías y propuestas sensible a nuevos amores, al cariño que no pesa, hace vibrar cuerpo y alma y hasta aleja las tristezas. Para volver, es tarde, no lo intentes. Me acostumbré, por suerte a estar sin vos. Mi vida, encauza, ahora, nuevamente, por la senda que un día, desdeñó. Te digo que no estoy arrepentida de haberte conocido. No lo estoy. Es de las duras pruebas, de esta vida, Pasarlas, fortalece el corazón. No estoy arrepentida. He aprendido. A veces estar sola, es lo mejor, empieza una a valerse, por si misma, sin perder autoestima ni ilusión. Intacta se mantiene mi esperanza. Hay alguien, no se dónde, igual que yo. Mira estrellas, respira el aire puro disfruta con lo mismo, ansía amor. Y como, yo, sin apuro y sin prisa también espera, la dicha de encontrar quien comparta su tiempo y su sonrisa para, juntos, muy juntos, caminar España, la medieval, en el pasado y presente. Con antiguas construcciones, catedrales imponentes de góticas estructuras, majestuosas y solemnes de los arcos apuntados y vitrales historiados. Dignas artes que perduran, refinados artesanos, le otorgan belleza y luz, a viejos, oscuros claustros Sobre los puentes que llegan hasta los grandes portales de guarnecidos castillos de los señores feudales, sus almenas y atalayas desde las que se domina a quién entra y a quién sale y lo que abarca la vista. En la Puebla de Sanabria., Alberca de Salamanca, de estrechas calles tortuosas, empedradas y gastadas Los pasos de caminantes pulieron sus piedras lajas. Medina del Campo tiene en Valladolid, murallas recias, fosos y las torres almenadas, testigos de escaramuzas violentas y despiadadas Los árabes, poseedores del legado cultural científico y literario del viejo mundo oriental, llevaron ese bagaje y el cambio fundamental que lento, pero seguro a España, logró cambiar. Notable contribución en cultura y pensamiento la exaltación creadora, tuvo su mejor momento. Vendrá la noche a buscarme cuando mi día se apague. No voy a hacerla esperar, ni creo que eso le agrade Vendrá la noche, a buscarme, envuelta en oscuras galas. Será tal como la pintan con su filosa guadaña, que enarbola amenazante? O será todo patraña? Es su oficio, ella lo cumple, Eficiente y eficaz. Y nadie que ella llevara, se le intentó rebelar. Tampoco hubo arrepentidos que pugnaran por volver. Aquellos, los que se fueron, parece que están muy bien. Nunca, que sepa, han llegado, reclamos ni denunciantes, Eso, me hace suponer que deben estar campantes. Cuando pasaste a mi lado se acrecentó mi esperanza, no me explico tu mudanza, ni siquiera me has mirado. ===== De lo nuestro, has olvidado, lo que selló nuestra alianza, lo que afianzó mi confianza en este amor que has falseado. ===== Me dejas muy agobiado. Sin tu amor no hay esperanza. Me voy triste y desolado. Nunca mas seré tu amado. Perdido en la lontananza, mi sentimiento, humillado En una mesa de bar, casi oculto entre las sombras, la vista fija en la puerta, en un suspiro la nombra. Varios cafés consumidos, diez colillas de cigarros. Esperó que ella llegara y de esperar se ha cansado. Se marcha, ahora mas viejo que cuando al lugar llegó. Nuevos surcos en el rostro, tristeza en el corazón. Amargos, los pensamientos, rondando sin compasión. La culpa por no quererla, como ella se mereció. Omisiones, desencantos sin causa ni explicación. Una angustia, de repente, la garganta, le cerró, certeza de haber perdido lo que poco valoró Se fue por el caminito, el mismo que recorrió tantas veces, abrazado, a la que en vano esperó. Quiero ser como tantos optimistas, siempre gentil y alegre por el mundo, sin que me afecte nada, en lo profundo, ni conmuevan rumores pesimistas. Será que en la burbuja del artista, no hay mal y si lo hay, dura un segundo feliz pasa la vida en ese mundo escapa a lo que sea realista. Bendita seas por lo que te cabe, por ti la tierra seguirá girando y nada cambiará, bien, Dios lo sabe. Ser desconforme, al menos, no es tan grave, exige, con pasión estar cambiando para dar nuevo rumbo a nuestra nave. Cuando la luna se esconde detrás de una nube oscura, Samantha monta su escoba y vuela hacia las alturas. Pinta de azul las encinas, los robles de bermellón de amarillento las hayas y busca al sauce llorón. Hace tiempo, de una rosa, el sauce se enamoró. Doblegado y abrumado sufre una pena de amor y Samantha, en la corteza, le dibuja un corazón. Lo acaricia con su escoba, le susurra una canción y la brisa la trasporta para que la escuche yo. Presiento un suave murmullo y salgo por el balcón Nítida trae la brisa notas y una aguda voz. que taladra los oídos y hace subir la presión. Entro, cierro las ventanas y siento a mi corazón latir muy acelerado y conozco la razón. Está por llegar mi amado, si ve cerrado el balcón, solo, triste y amargado, será otro sauce llorón Samantha le hará un tatuaje del lado del corazón Se divierte a su manera y antes de que salga el sol se perderá en la neblina, no escucharé más su voz. El día que cumplía años el ciervito Antón Ciruelo, a festejarlo en el bosque, sus amigos, se reunieron Llegaban de todas partes. Eran tantos y tan buenos! Dos hermosas cacatúas, se encargaron de traerlos. Con sus vistosos plumajes y estridentes cotorreos, los guiaron diestramente hasta el lugar del encuentro. Un mono estiró su brazo y le arrancó varias plumas del ala, que lo rozó, de la hermosa cacatúa Ligó fuertes picotazos sobre su cabeza dura. Estaban todos radiantes y todos colaboraron. Comieron frutos silvestres, que cogieron de los árboles, manzanas, mangos, nueces, dátiles y dulces plátanos. El ambiente, muy cordial, afectuoso y amigable. Cantaban, también bailaban haciendo vibrar un cable Luciérnagas, aportaron, en esa noche estival, titilantes lucecitas, como gotas de cristal. El rugido amenazante, de la reunión fue el final. Los invitados, en fuga. Desbandada general. Bien pasado el mediodía, se presentó, don Tortuga Sorprendióse al no encontrar ni reunión, ni agasajado. -.¡Soy el primero en llegar, me pasa por apurado! El día que no te nombre, el día que no te quiera, no seré más, quien yo soy. Es posible que no pueda. Es difícil de entender, ni yo misma lo comprendo como creció en mi interiorlo que ahora estoy sintiendo. Si ya eres parte de mi No se cómo ni porqué Hace un mes te conocí. Qué me pudo suceder? Algún hechizo será que ha trocado mi destino. Hoy no concibo la vida, si no te tengo conmigo. Descoloridas por el tiempo, esfumadas imágenes, me observan desde el viejo álbum. Esa que sonríe soy yo, pequeña, insignificante, eclipsada por la belleza de quien posa a su lado, Odile. Llegó un día de Francia con sus padres para instalarse en la casa frente a la mía. Preciosa, como una muñeca de porcelana e igualmente fría y distante. Recibía elogios, como un tributo merecido. Íbamos a la misma escuela y en ocasiones, su mamá nos daba lecciones de francés y de piano. La buena señora, me consideraba una influencia positiva para Odile y confiaba que mi carácter, alegre y expansivo, atenuaría el suyo, frío y altanero. El papá, ingeniero aeronáutico, los domingos, nos llevaba a pasear en el auto descapotado de la familia. Regresábamos cantando, después de haber sido gratificadas con sabrosos helados. Un día de febrero, al volver de vacaciones, corrí a llevarle una caja de alfajores, adquirida con mis ahorros. Odile, aporreaba el piano, sin prestar atención a mis insistentes llamados. Era jueves, día en que se quedaba sola, pues su madre, daba clases a domicilio. Molesta por su actitud, apoyé la caja en el muro y arrojé una piedra hacia la ventana abierta. Enmudeció el piano y enseguida oí el impacto de su cuerpo contra el piso de madera. Traspasé la verja y me precipité al interior de la casa con el corazón queriendo salirse de mi pecho. Odile, bajo la oscura cabellera ensortijada, yacía inerte. Caí a su lado, llorando, ¡había herido a mi querida amiga! La policía vendría a buscarme y la fuerza de la ley caería sobre mí con todo su rigor. ¡Lo tenía merecido! ¡Me dejé llevar por un loco impulso! Aparté el cabello de su rostro para descubrir, sin lograrlo, la herida que creí haberle provocado. Me temblaban las manos y abundantes lágrimas nublaban mi visión. Hice un intento por levantarla, era más alta y corpulenta que yo y sobre llovido, mojado, fui a dar al piso con mi preciosa carga. La impotencia y la desesperación aniquilaron mis escasas fuerzas y abrazada a su cuerpo, pedí a Dios que me llevara con ella. – ¡Te suplico, Señor, mi vida, ahora, no tiene sentido! ¡La hiciste perfecta, pero orgullosa y altanera! ¡Nada le era suficiente, iba a ser muy difícil conseguirle marido! ¡Su padre trabajó duro para satisfacer sus gustos y también su madre que se privó de muchas cosas, por complacerla! Egoísta y despótica, fui su única amiga. ¡La única que la soportó! Con mis ahorros, Señor, sabes que mis padres no son pudientes, compré estos…. recordé la caja de alfajores y corrí a buscarlos. Al volver, Odile, atisbaba, sentada en el taburete del piano, con cara de pocos amigos, Me flaquearon las piernas y a punto estuve de caer sino fuera porque logré asirme a un sillón. -Odile, Gracias a Dios ¡estás viva! – le dije entre risas y lágrimas. Al espontáneo intento de abrazarla respondió con su habitual frialdad y mal genio: - ¡Esto ha sido bueno para enterarme del concepto que te merezco!, y con imperativo gesto de su mano, me señaló la puerta. ¡Claro que fue bueno, muy bueno, a partir de ese día comenzó a cambiar! ¡No por causa de la piedra, que ni siquiera la rozó! ¡Hoy continúa siendo excelente comediante, además de mi mejor amiga! Subí por la Avda. Alvear a paso rápido. Sólo a mi, se me ocurre la idea de salir a correr en una fría madrugada de domingo, en vez de quedarme a disfrutar de mi tibia cama. Muy poca gente. Al doblar por Caseros lo vi. Estaba sentado en el bar de la esquina, tomando un café. Me prometí no decirle que eso era imposible. Los muertos, no se sientan en los bares y tampoco toman café. Entré y me senté frente suyo. Me sonrió con naturalidad, sin sorpresa, como si hubiéramos pasado la noche juntos. Pero él tenía dos años de muerto, aunque no lo parecía, lucía bastante bien. - Dónde estuviste todo este tiempo? -Pregunté para forzar una respuesta. -Por ahí- contestó con vaguedad. No insistí, resucitado o no, mantenía su feo hábito de no responder preguntas comprometedoras. Pidió otro café para él y ni siquiera me preguntó si yo quería algo. Fastidiada por su actitud, me levanté para irme. -Adiós, le dije. - Él siguió sonriendo. Caminé unos cincuenta metros, pero la curiosidad pudo más y retrocedí. A través del cristal se me ocurrió mirar desde afuera. Ya no estaba. En la mesa que ocupamos, las sillas estaban sobre la mesa, como en las otras. Di la vuelta para entrar. En las puertas, herméticas, el cartel de CERRADO, indicaba la hora de apertura y cierre del establecimiento. Aún faltaban 25mn. para abrir. En el robledal habita, una loba casquivana, de noche, es sólo una loba, de día, es una gitana, más bonita que una rosa, con su boquita encarnada Como zíngara, se viste con polleras de colores, un corsé muy ajustado, en su pelo, trenza flores, sus cabellos deja sueltos y sale en busca de amores. Si con ella te cruzaras, deberás pedir a Dios, que te cuide y te proteja de su hechizo encantador. Tiene los ojos más lindos y más pícaros, también, te da vuelta, como a un guante si te dejas convencer. Ladrona de corazones, no los suele devolver. Cómo me tiene tu ausencia! Ando sola por el mundo con este dolor profundo, angustiada, sin esencia. Sin saber porqué, recorro, lugares donde estuvimos, donde amantes, nos quisimos y las lágrimas no ahorro. Algún día volverás con el ánimo cansado, quizás me habrás olvidado, pero se que volverás. Una parte de tu vida, aquí, te estará esperando, porque la estoy reservando, es propiedad exclusiva. Será que junto a tu pecho, el corazón ha encontrado el sentimiento anhelado ¡y mira lo que le has hecho! El Infante Don Pedro volvió de una cacería Alguien le dio la noticia que le trastornó la vida. Su amada Inés, fue ultimada por las manos asesinas de los nobles de su reino. Su padre, el rey lo sabía y con su aprobación, la conjura fue cumplida. Doña Inés, llegó de España, junto a Constanza, su amiga, Duquesa de Peñafiel. Con Pedro, desposaría. Breve ha sido el matrimonio, Constanza muere enseguida Pedro se une a Inés de Castro y construye su familia que no es bien vista en Lisboa y menos aún en Coimbra. Sin dar una explicación, con Inés hizo su vida Y engendró, en ella, cuatro hijos, fueron la luz de sus días. Lo despidió, Inés, temprano, con besos y con caricias, con las palabras de amor, fuente de toda su dicha, Yerta, fría como el hielo y blanca como la tiza, desangrada por puñales de tres manos asesinas. Así la encontró al volver de una de sus cacerías. En vengarla haya la fuerza, que sin ella no tendría. El odio por lo que hicieron es lo que lo ata a la vida Y persigue su venganza, el objetivo que anida igual que áspid, en su pecho, y alimenta con insidias. A dos de los asesinos les es sacada la vida, de manera tan atroz , su pecado lo amerita. Mataron a una inocente, que eso no se merecía, Es consagrado monarca, Don Pedro de Portugal. Exhuma, de Inés los restos que a su lado hace sentar, como reina consorte, muerta, la hace coronar y obliga a los cortesanos rendir honor normal .Inés vive en el recuerdo de Pedro, hasta su final Sus catafalcos, se enfrentan porque, al resucitar, quiere ver el rostro amado, que jamás pudo olvidar Elegiste la rosa y tiene espinas, natural que las tenga, es una rosa. Si lastimó tu mano, por descuido era posible evitarlo, precavido, Estaba en el rosal, firme y hermosa, junto a otras, fina y aterciopelada, de tu sangre, unas gotas, matizaron, los pétalos fragantes de la rosa Para quien la arranca, hay un castigo. De espinas la dotó naturaleza, en intento de ponerla al abrigo del que depreda en busca de belleza. . La tienes en tu mano, es tu trofeo. Eso te hace feliz? Estás conforme? Hasta pagaste un precio, no es enorme para satisfacer sólo un deseo El hombre enfoca su vida hacia el triunfo personal No soy quién para decirle si eso está bien, o está mal.Se lo va a decir el tiempo, pero como andan las cosas, se podría adelantar que de nuevo se equivoca. En pos de lo que persigue, deja mucho en el camino, Pero nada que le diga, hará cambiar su destino. Si se ha fijado una meta, ciego hacia ella irá Y derribará murallas para poderla alcanzar. Aunque su costo sea alto y tenga que renunciar a alegrías cotidianas, la voluntad va por más. Si el hombre es perseverante, seguro que llegará a donde fijó su meta y tal vez, un poco más. Contados son los que llegan. ¡Tanto se debe luchar! lo que dejó en el camino… mejor es no recordar. En la cima de la gloria, de su triunfo personal. Si se da un breve respiro sólo por reflexionar, En ese trance, la vida, le exige su condición. Está muy sólo. La cima, es la incomunicación. Para ti he imaginado un cuento, distinto a todo lo que has escuchado, sin princesas cautivas, sin castillos, sin ogros y sin príncipes osados. Era una joven, sin gracia, como hay pocas renga, desagradable y jorobada, con mal carácter. De su soez boca, mordaces, las palabras, le brotaban. No se libró ninguno de su entorno, ser blanco de sus críticas más duras. Tenía, en la saeta de su lengua, arma certera, insolente y aguda. Se hizo de mortales enemigos. Al herirlos, calmaba un vil deseo. Todos, gustosamente, habrían pagado, por tener esa lengua de trofeo. Un día, la emprendió con un vecino que aparentaba ser, la mar serena, Bajo esa calmada superficie, escondía otro ser, lo que realmente era. Su profesión formal, de cirujano, lo dotó de variados instrumentos para llevar a cabo la venganza, que con gran frialdad se había propuesto. Cuando la lenguaraz fue de consulta, las antiguas ofensas, emergieron, Sin bacilar, sus manos procedieron. Cercenó lengua. En su lugar cosió sonoros cascabeles. Se convirtió en otra, muy distinta, su boca, en una fuente de armonías, Notas, dulces sonidos cristalinos, que el viento esparció en siembra de alegrías. En la plaza principal del pueblo, del cirujano, se erige la escultura, hecha de acuerdo a su postrer deseo, el bisturí apuntando hacia la altura y en la diestra, el preciado, ruin trofeo. Te busqué por los caminos tantas veces recorridos, por las plazas, por los bares y lugares conocidos. Cargando mi desaliento, de rodillas fui a la ermita, donde un día hicimos votos , ante una imagen bendita. A la hermosa Macarena, le pedí con devoción reencontrarnos para siempre, que intercediera ante Dios. Una lágrima cayó, de sus ojos, en mi mano. lo que me hizo suponer que mi pedido era vano. En verdad, la madrecita, tiene tanto por hacer. y la voy a importunar con mi necio padecer. Besé el ruedo de su manto, oré con el corazón Cuando levanté mis ojos, sonrió con tan puro amor que volví reconfortada y sereno el corazón. Al llegar a nuestra casa, esperando, estabas vos.
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Oscar Franco
http://www.textale.com/component/option,com_textupload/Itemid,128/id,43735/task,view_text/
Por favor difundelo si pudieses. gracias.
Pascual Vizcaino Ruiz
Alejandro
Es usted muy déspota en su comentario del texto indiferencia divina?, sobre todo si tenemos en cuenta que la autora deja claro que los desastres naturales son muy comunes y crea toda su reflexión acerca de cómo el ser humano pasa de su pregunta hacia un Dios al que considera responsable a la dolorosa conclusión que es su irresponsabilidad la que acelera los procesos llevándolos a desastres.
Bastante arbitraria resulta usted al decir… le “concedo responsabilidad al hombre” por favor señora si usted lee, ve televisión o se molesta en averiguar, se podrá encontrar con un cumulo de estudios e informes que demuestran como las acciones de la humanidad ha afectado el equilibrio natural que provocan desastres.
Parece ser que usted no se entero del objetivo de la reunión de presidentes de países en Copenhague... por favor señora antes de atacar o trata de ridiculizar a alguien primero analícelo, porque podría ser usted quien terminara haciendo el ridículo.
Alexandro
Oscar Franco
Te invito a leer y comentar alguno de mis poemas espero te gusten.
Un saludo y feiz años nuevo 2010.
www.somosgoogle.blogspot.com
www.oscarfrancoquintanilla.blogspot.com
Francisco Prez
Veneno
haydee
Seguro que van a sobrar las anécdotas y encontrarás un buen argumento para tus relatos.
Gracias!
Serena