Llega la noche...insaciablese acomoda para perpetuar y, mi mente...poco a pocode recuerdos se comienza a poblar.Son tantos...¡pero tantos!que no los puedo ordenar...porque. a cual más primero,salta de a otro lugar.Quisiera me obedezcanpara que yo los pueda nombrar¡pero es imposible... imposible!todos quieren aflorar.¿Porqué es que tú no vienesy me atudas con estas remembranzasque cada noche, cada díaahogándome siempre está...?Vuelve...vuelve a mi caminoy lo recorreremos como dos amigoscomo si fuera aquella tardedel dorado otoñodo otoño que nos veía pasar.Tarde en la que nos embriagábamoscon las hojas que , al desprenderse de los árboles,nos tocaban,queriéndose entre nosotros quedarCaminábamos riéndonos sin cesary al pisar las hojas secas,el chasquido que hacíanera una música con ritmo y compás.¿Porqué es que tú no vienesy me ayudas con las remembranzasque cada día, cada nocheahogándome están?Como aquél café, en aquél barcuando sin acordar nos miramosy casi como si alguien nos dictaranos dijimos:"qué suerte que te pude encontrar"O....como aquél día, muy frío en particular, cuando tú...¡tú me esperaste firme, en aquél, nuestro mismo lugar!.Yo...no fui...pensé que tú tampoco,tu desición fue certera, implacable,conciente, sin titubear...pero yo...yo quedé sumida en una equivocada negación.Y aquellas otras tantas vecesque a mí me escuchabas hablarde todo lo que en mi mundo tenía¡pero yo a tí...no te escuchaba jamás...!Hoy, las remembranzas me aturdenquisiera que volvieras por mi,o...si tú lo prefieres...pídeme que yo vaya por ti. Raquel Zurita