Oct 18, 2019 Mar 06, 2019 Feb 01, 2019 Jan 30, 2019 Oct 15, 2018 Jul 06, 2018 Jun 29, 2018 Oct 16, 2017 Oct 03, 2017 Oct 01, 2017 Sep 30, 2017 Apr 04, 2017 Mar 30, 2017 Mar 29, 2017 Jul 28, 2014 Sep 29, 2013 << Inicio < Ant.
[1]
2
3
4
5
6
...
87
Próx. >
Fin >> |
Cantidades de billetes, de una gran bolsa, sacaba y en prolijos montoncitos, en la mesa, acomodaba. Cuando llegaba a los cien, en fajos, los enfajaba. El gozo, por lo que hacía, su cara, lo reflejaba. Debía andar con cuidado, todos los que le rodeaban, quisieran hincar el diente, en su fortuna, lograda, expoliando a los más pobres y dejándolos en banda. El ser estrábico, en mucho, a él, le beneficiaba, un ojo, contaba fajos, con el otro, vigilaba. De pronto, la incertidumbre, se apoderó de su alma. En su mano, temblorosa, un billete, le sobraba. ¿ Qué podía hacer con él?, en ningún fajo encajaba. Lo dejó sobre la mesa y bebió su vaso de agua. Un cuervo, que desde un árbol, atentamente, atisbaba, sin que cayera en la cuenta, se metió por la ventana. Se apoderó del billete. No le dió tiempo de nada. Tras el pájaro ladrón, salió furioso, el banquero. Pasó toda la mañana y sin lograr aprehenderlo. Malhumorado, agotado, a su casa está volviendo Para sumar más desgracias, no encontró más su dinero, Sólo una bolsa vacía, como el alma de su dueño. ¿El Amor, cuando termina, sabe alguien dónde va? Se extinguirá por si mismo. ¿ Encuentra en otro lugar, condiciones más propicias para volver a empezar? Las lágrimas que derraman, los que sufren por amar, ¿es el viento, que las seca, ó se pierden en la mar? Las promesas no cumplidas provocan tanto dolor… ¿Hay algún juez, en el mundo, que juzgue al incumplidor? Y si ese juez lo condena, ¡que sea a prisión perpetua!. ¡Que no vea más la luz! A mi, me privó de verla Ese oscuro laberinto, donde Minotauro reina, con sus tortuosos pasillos, donde la luz no penetra. Está enclavado en la isla, la hermosa isla de Creta, que baña el Mediterráneo, con destellos de turquesa. Dédalo, lo construyó, a pedido del rey Minos, para encerrar a ese monstruo, que Pasifae ha parido. Minotauro está furioso, de Atenas no ha recibido, las doncellas y donceles que exige y que no han venido. Sus víctimas inocentes que inmolará en sacrificios. Teseo, héroe ateniense, se propone eliminar, al perverso Minotauro que espera y esperará la llegada de las víctimas que busca sacrificar. -NUNCA MÁS TE PEDIRÉ QUE ME RELATES UN CUENTO. LE DICE EL NIÑO, ENOJADO, A UN SEÑOR MEDIO PERPLEJO. -¿PORQUÉ?, LE RESPONDE ÉL, POR LO VISTO, ES EL ABUELO. -EL QUE ME CONTASTE AYER, BIEN AHORA LO RECUERDO, PORQUE ME QUEDÓ GRABADO Y LO HE SOÑADO DESPIERTO. DIJISTE : “ LOS REYES MAGOS, ESTA NOCHE, EN SUS CAMELLOS, VENDRÁN A TRAER REGALOS A TODOS LOS NIÑOS BUENOS” -¿Y ENTONCES, QUÉ ME REPROCHAS? SE MUY BIEN QUE TE TRAJERON EL AUTITO QUE PEDÍAS, LAS PINTURAS, LOS CUADERNOS Y HASTA UN GRAN ROMPECABEZAS QUE NISIQUIERA HAS ABIERTO… - NO ES POR MI, QUE TE LO DIGA, ESTOY CONFORME CON ELLOS. ES POR MI AMIGO JOSÉ, DE TODOS, ES EL MÁS BUENO Y TAMBIÉN ES EL MÁS POBRE. SU PAPÁ VOLÓ HACIA EL CIELO. SU MAMÁ TRABAJA MUCHO PERO ES ESCASO SU SUELDO, APENAS PARA COMER. DESDE QUE EL PAPÁ NO ESTÁ, EN UN CUARTO ESTÁN VIVIENDO, DEBIERON DEJAR SU CASA LA HERMOSA CASA, EN EL CERRO. A ÉL, QUE ES POBRE Y ES BUENO, TIENE SUS MERECIMIENTOS, NO LE DEJARON REGALOS, COMO DIJISTE EN TU CUENTO. -QUIZÁS LOS REYES NO SABEN, PIENSO QUE PUEDE SER ESO, QUE JOSÉ NO VIVE MÁS EN LA CASITA DEL CERRO…. -¿SABES QUE TIENES RAZÓN? AHORA ME IRÉ CORRIENDO, ¡LLEVARÉ EL ROMPECABEZAS QUE TODAVÍA NO HE ABIERTO Y SE LO DARÉ A JOSÉ, QUE SE PONDRÁ MUY CONTENTO, PORQUE LOS REYES NO OLVIDAN A LOS NIÑOS QUE SON BUENOS! Artemisa con sus ninfas, recorren el bosque espeso, siguiendo al arroyo manso, hasta encontrar un hoyuelo. Allí decide la diosa, descansar por un momento. Las ninfas que la acompañan, desnudan su blanco cuerpo. Sumergida bajo el agua, que le llega hasta los senos, disfruta de su frescura, en un mediodía bello. Ni se le ocurre pensar, que un joven está al acecho. Es un príncipe tebano, Acteón, que anda con sus perros y que en medio de la fronda, en busca de algún rebeco, se ha topado con la diosa y ya ha sido descubierto.Las ninfas que la protegen, hasta ella van corriendo a contarle, a su señora, que bien furiosa, se ha puesto. Cubierta su desnudez, a Acteón, encara, al momento. Sin decirle una palabra, lo ha convertido en un ciervo. Azuza con una lanza, a los despistados perros que incitados por la diosa, desconocen a su dueño. De lo que fuera el tebano, sólo quedan mondos huesos. Volví a la casa paterna, a la que no me acercaba desde el día frío y gris, en que a mi madre velaban. Las puertas dobles del frente, a las que yo recordaba, por el trabajo exquisito de su madera labrada, en poco, a las del recuerdo, que guardo, se asemejaban. Abrí las puertas del frente con las llaves que llevaba, con un chirrido forzado. Hasta tuve que empujarlas por falta de un lubricante en sus gastadas bisagras Ante mi se presentaron, imágenes de la infancia, cuando de bullicio y risas, mi casa, estaba poblada, Los helechos, los jazmines, en todas partes mostraban el verde maravilloso y el perfume que empalaga. Bajo la capa de polvo, sus mosaicos, ocultaban el brillo y los arabescos que de niña me gustaba recorrer con mis deditos, como si los dibujara. Tras las vidrieras, opacas, a los vitreaux de la sala, imposible fue apreciar. La memoria me ayudaba a reconstruir escenas de mi niñez encantada. El resto, no quise ver, todas las puertas cerradas, albergando las vivencias, las risas y las palabras, mis más caras fantasías y hasta una parte de mi alma. Con siete llaves de bronce, seguirán, allí, guardadas. ¡Ese hombre no te merece! ¡Deja de pensar en él! ¡Tan sólo te dio pesares, acéptalo, por tu bien! Seguro te acostumbraste, ¡Peor no podría ser! Uno se acostumbra a todo, eso se puede entender, aunque nunca lo comparta, aceptarlo, si lo haré. ¿Será que no te valoras y así crees merecer, todos los males del mundo que te puedan suceder? ¡Que te niegue, que te olvide, que nunca te sea fiel y lo peor, que a la otra, lo que es tuyo, se lo de! Eso es pasarse de raya, ¡Ni ebria lo aceptaré! A su imagen reflejada, le reprocha, una mujer. Yo se que algo me ocultas y no te digo nada. Ni quiero preguntarte, ni hartarte con palabras. También, a la edad tuya, guardé hermosos secretos, sólo yo lo sabía y aún hoy, los recuerdo. Y cuando la tristeza, hasta mi, se acercaba, los usaba de escudo para tenerla a raya. ¡Ojalá que esta noche, tengas, hermosos sueños! Al despertar habrá, en la luz de tu mirada, estrellitas brillantes, estrellitas doradas sólo tú y yo, sabremos, que estás enamorada. Era tan pobre, tan pobre, la sola vez que comía, si es que al gato del vecino, le sobraba una sardina. Se abalanzaba, sobre ella, con tanto afán y premura que una vez, por apurado, se rompió la dentadura. En toda su larga vida, nunca, jamás trabajó. Se pasaba el día entero con sus huesitos al sol. En los días del invierno, hibernaba en la prisión, que para su buena estrella, tenía calefacción. Procuraba estar lo justo, hasta que vuelva el calor, para seguir nuevamente con su rutina anterior. Pobre pero respetuoso, nunca a nadie le faltó Ni pedía ni robaba. El gato le permitió, comer lo que a él le sobraba, pero nunca se lo hurtó. Un buen día, el pobre- pobre, una maleta encontró Y se pasó la mañana, en busca del perdedor. También durante la tarde. Al fin, el juez decidió que la abrieran, para ver, que guardaba en su interior. Se reunieron los vecinos. Entre ellos, apostaban, lo que podían hallar, a todos interesaba. Para general sorpresa, en hileras, apretadas, gruesos fajos de billetes, verdes, desde donde los miraban, los ojos de Benjamín, con párpados a media hasta. El juez, con gesto severo, ordenó que lo escoltaran, para guardar el tesoro, hasta que al dueño, encontraran. Aseguró al pobre-pobre, que a él le correspondía, por ley, un buen porcentaje, y la ley se cumpliría. Los vecinos, empezaron a mimarlo y consentirlo, Lo invitaban a comer, Lo trataban con cariño También hubo algún intento de sacarlo de soltero. Más cuando el tiempo corría y nadie se presentaba a reclamar la fortuna, que en el banco dormitaba, el juez dispuso un buen día, la entrega de ese dinero, al pobre que lo encontró, por honrado y por sincero. Dedujo una escasa suma, por “gastos de papeleo”. Eso es lo que dijo el juez, entre nos, yo no lo creo. Como nunca lo contaron, no hubo forma de saberlo. En sencilla ceremonia, al ex pobre, se entregó, la maleta, más liviana, que el día que la encontró. El de eso, no dijo, nada, ni siquiera lo insinuó Se compró una guitarrita, al restó, lo repartió, entre los buenos vecinos. El con nada se quedó. Ahí anda el pobre- pobre con guitarra a pleno sol. Apenas llegue el invierno, se guardará en la prisión. Era una pareja básica, de las muchas que pululan, sin objetivos concretos, con consistencia de espuma que espera, por leve viento, que la cambie de postura. Se miraban a los ojos y reían sin cesar Ella, su media naranja, él, para ella, su ideal. Al ver cómo lo pasaban, con tanta felicidad, Se diría que han hallado, la clave del bienestar. ¡Tantos corremos tras ella y sin poderla encontrar! Al cabo de poco tiempo, tuvieron el primer hijo. Creció en medio de los básicos y se convirtió en prodigio. De tres años escribía y leía de corrido Conversaba como adulto. Como un adulto “erudito”. Incursionaba en los clásicos y con grave y sano juicio resolvía los problemas planteados por los vecinos. Dominaba cinco idiomas, ¿ó eran siete?, da lo mismo. Entre el chiquillo y su entorno, se profundizó el abismo. Los básicos, seguían básicos. ¡Con toda felicidad! Tal para cual, muy sencillos, carentes de vanidad. El hijo empezó a viajar, a otros países, becado, Títulos, premios, medallas, obtenía en todos lados. Cosechaba para si, mientras seguía estudiando. Al enigma de los básicos, la respuesta, he encontrado “De factores Negativos, POSITIVO, resultado.” Ha terminado el banquete, donde éramos invitados. El recinto está vacío, las luces se han apagado. Las hermosas melodías han dejado de sonar, el silencio se ha adueñado y es amo de este lugar. Hace sólo unos momentos, la gente, hablaba y reía, Vajilla de porcelana y fina cristalería, Bellos cubiertos de plata, preciosa mantelería. Y los arreglos florales, en todas partes lucían Cenábamos degustando los manjares que traían. Homenaje ofrecido a la novia, casi una niña. Pálida en sus galas blancas, no comía ni bebía. Sentada, al lado del novio, que triplicaba su edad, acatando los designios impuestos por su papá, Mientras pensaba en Javier, al que amaba de verdad. En su boca, le ha dejado, sabores que no se irán, la semilla, en sus entrañas del niño que nacerá sin conocer a su padre. En este mundo, no está, un sicario, bien pagado, lo acababa de matar. La novia, no sabe de esto, pero intuye, algo anda mal. En lo profundo de su alma, la percepción mide igual. Llega el momento del baile, ella se niega a danzar. Ha visto entre nieblas de humo a Javier, agonizar. El marido, ciego de ira, la arrastra con duro gesto, El vals brillante, la envuelve, escucha como en lamento la amada voz de Javier diciéndole que la adora que siempre la va a querer, que lleva en su pensamiento el recuerdo de ella y él, entregados para siempre, aunque no ha podido ser. Un relámpago de plata, de su mano, desprendió y en medio del blanco pecho, el relámpago se hundió. Brotó como una cascada de flores color punzó Y la cara de la novia, en cera se convirtió. Se fueron los invitados, entre todos, iba yo, Las hermosas melodías han dejado de sonar Hay un silencio mortuorio, instalado en su lugar. Para mi suerte, no sufro el calor agobiante, en estos días del verano. En mi negocio, ubicado en la peatonal de la ciudad, cuento con una climatización ideal, que hace posible el trabajo aún con las altas temperaturas registradas. Vendo productos naturales, dietéticos y regionales. Muchísimos turistas pasan por aquí. Aunque tengo una empleada, hay momentos en que la demanda nos supera. En uno de esos días, un fuerte impacto sobre una de las vidrieras, interrumpió la tarea. Alguien se desplomó frente al negocio y dio violentamente con su cabeza sobre el vidrio templado. Era una señora mayor. Llamé inmediatamente a un servicio de emergencia, habilitado para estas circunstancias. Un médico y un enfermero trataron de reanimarla y finalmente la portaron en una camilla hasta la ambulancia. Los clientes hacían toda clase de comentarios, mientras hacían sus pedidos. Dos semanas más tarde, una mujer se presentó al negocio, indagando si aquí se había producido el accidente que le costó la vida a su madre. Dio más detalles y no cabía dudas de que se refería al impacto con la vidriera. Le di mis condolencias, relatando lo poco que sabía. Me miró a los ojos y preguntó si habíamos encontrado su monedero ó alguna de las otras pertenencias que llevaba consigo la víctima. - Mi madre, dijo, volvía de cobrar su jubilación y una retroactividad que le adeudaban. Era una suma importante. El calor y el cansancio le provocaron un malestar que derivó en un paro cardíaco y en su deceso posterior. Lamentablemente no le pudimos dar ninguna satisfacción. Después de su partida, todos comentaron dando su opinión sobre el destino del dinero. ¿Quién podía ser tan desalmado de aprovecharse de la indefensión de una persona para despojarla de sus bienes? Un viejo cliente de la casa, habló – “Hay de todo en la viña del Señor, he visto despojar a los agonizantes, sus ropas y su calzado no sólo en tiempo de guerra. En un accidente en ruta, esos seres despreciables, se acercaron a las víctimas que clamaban por auxilio, y les quitaron relojes, billeteras y celulares. Después huyeron sin prestarles ninguna atención Así murieron mi esposa, mi hijo y mi nuera. Me arrastré cincuenta metros en busca de ayuda, con una pierna rota, no pude llegar a tiempo para conseguir que nos ayudaran.” Conmovida, le entregué su pedido y su cambio. El silencio, que se prolongó después de su partida, hizo que el eco de sus palabras quedara flotando en el aire. El angustioso mensaje de tía Paulina, hizo que cambiara mis planes. Me pedía que viajara urgente a pasar con ella y Efraín, su marido, las fiestas de Navidad. -Creo que no habrá otras, para él, agregaba. Hermana menor de mi madre, conoció a Efraín en un viaje al Bolsón, en Río Negro. Se casaron al año siguiente. El tenía un próspero comercio en el lugar, uno de los más encantadores del país. Fue muy duro, para mí, Paulina, era mi mejor amiga y compañera y mi tía preferida. Los visité varias veces y lo pasaba muy bien, aunque notaba, en él, una tendencia excesiva hacia mi persona que me obligaba a anticipar mi regreso, a pesar de los insistentes ruegos de ella para que me quedara. Tal como dijo Paulina, Efraín estaba muy enfermo. Mi visita lo revivió, según él. Me puse en guardia, por las dudas. Se levantó de la cama para acompañarnos en las celebraciones con amigos, opacadas por la situación. Después de brindar, fui, sola, a sentarme en el solitario jardín. Recordé un poema de Borges: “Si para todo hay término y hay tasa y nunca más, y última vez y olvido Quién nos dirá de quién en esta casa, sin saberlo, hoy, nos hemos despedido” Al despedirme, al día siguiente, Paulina me abrazó, acongojada, llena de dudas en lo porvenir. Prometí volver apenas se produjera lo inevitable. Dos semanas después, recibí un llamado urgente. Tenía preparado mi bolso y conseguí el único vuelo de ese día. Para mi sorpresa, Efraín, me esperaba en el aeropuerto. Cuando logré deshacerme de su abrazo, le oí decir: - Lamentablemente, Paulina, falleció esta mañana. ¡Necesitaba tanto que vinieras a acompañarme! Del zoológico de Córdoba, la ciudad donde nací, se ha escapado una pantera y la buscan por ahí. Se alertó a los residentes que habitan las cercanías, de ese magnífico predio, de rica topografía con barrancas naturales, lago, paseos y vías, en nuestro Parque Sarmiento, lugar de mucha valía. El parque fue diseñado por el arquitecto Thays, Paisajista y “hacedor del verde de la ciudad.” Buscaron a la pantera por todos los recovecos, cien policías armados, revisaron los senderos, Subieron por los barrancos del accidentado suelo, complicado por las plantas y por el mismo terreno. En la jaula, estaban rotos los candados y los fierros. Sospecharon que algo extraño, allí, estaba sucediendo. Se habló de todo y de todos, nadie se privó de hacerlo. Se culpó al gobernador, al intendente y al pueblo. El encargado del Zoo, se llevaba el primer puesto. Nadie recorría el parque, como acostumbraba a hacerlo, Los visitantes nocturnos, para otros lares se fueron. Por culpa de la pantera, el lugar quedó desierto. Fueron días de ansiedad en que vivimos atentos. Estos ágiles felinos se refugian en los huecos, en el ramaje de un árbol ó se suben a los techos, se descuelgan silenciosos y se nos termina el cuento. Fueron tantas las versiones y noticias que corrieron, cien policías armados, a todo estaban dispuestos. Alguien, al fin, la encontró, en el mismo Zoo, adentro, La pobrecita, temblaba, miedosa, como un cordero. Nuevamente la encerraron. Tras las rejas la pusieron. Por su cabeza, pasaron, no lo se, sólo lo creo, imágenes de otros tiempos, sus sueños y sus deseos, cuando libre, en la pradera, luchaba por su sustento. El mandato de su instinto, sólo estaba obedeciendo. Matar y arriesgar la vida, en medio de su elemento y libre, como nació, terminar su propio cuento. Marisa, una buena niña, que vivía con su abuela, y yo veía pasar en su camino a la escuela de mañana cuando se iba y de tarde, por la vuelta. No la he vuelto a ver y de eso, nadie supo darme cuenta. Extrañaba su sonrisa, sus excelentes maneras de tratar a las personas aunque no las conociera. La razón de aquel misterio, me lo ha contado su abuela, con lágrimas en los ojos y en sus palabras sinceras reconstruyendo los hechos, como alguien se lo dijera. “Un día , cambió la niña la ruta que siempre hiciera. Volvió por otro camino, y al pasar por una casa, abandonada y desierta, su corazón sufrió un vuelco. Conmocionada quedó, sus piernas no eran sus piernas. Sin quererlo la llevaban, no podía contenerlas. traspasó la verja rota y después la puerta interna que al abrirse, la atraía como un imán, por la fuerza. No podía resistirla, aunque intentarlo quisiera. Laxa, se dejó guiar por esa extraña presencia, al salón, los dormitorios y las demás dependencias, hasta llegar a un cuartito perfumado de azucenas. Pisó Marisa el dintel y se abrió la vieja puerta. En una cama, una niña, pálida, como una muerta, sus bracitos extendía. Parecía que quisieran encontrar en un abrazo, antes de que se extinguiera, calor humano, y así poder irse feliz de la tierra. Marisa lo comprendió, era una niña muy buena. No quiso dejarla sola en ese viaje sin vuelta. Encontraron a Marisa, en esa casa desierta, con los brazos apretados alrededor de una prenda. Su carita más hermosa y la sonrisa más bella, Muy pronto llegan los Reyes y debemos preparar, heno para los camellos, que hambrientos lo comerán, también un balde con agua que sedientos, beberán. A los Reyes, que son tres Gaspar, Melchor, Baltasar, con una cerveza helada, los podemos esperar. Podríamos darles vino, tequila, ron ó cognac Mejor, no. Si se marean, seguro se perderán y los niñitos que esperan, esperando quedarán, mientras los Magos, dormidos no se podrán levantar. Las alforjas con regalos cerradas, nadie abrirá. Y los pequeños del mundo otro año van a esperar. Mejor no les demos vino, ni cerveza ni cognac, ni tequila. Sólo un vaso de agua fresca. Ellos lo agradecerán. También los niños que esperan, un regalito encontrar al lado de sus zapatos, en un grato despertar Y colgada de su cuello, llorando le repetía: - ¿A quién le daré el amor, este amor que recibías, igual que una bendición porque nada te pedía a cambio del sentimiento que en mi, nacía y vivía? ¿A quién le daré mis besos, esos besos que dolían en el alma, por quererte y tu, no correspondías? ¿A quién la inmensa pasión, que sin saberlo encendías, que crecía dentro mío y como un volcán, ardía consumiendo a cada instante lo que era la vida mía? Ya lo veo, no te importa nada de lo que te diga. Ni te importa ni conmueve. Fue todo una fantasía surgida de mi cabeza. En mi cabeza nacía y crecía sin pensar que era yo la que sentía, la que amé, la que besé, la que en mi mente tejía una historia que no fue. Que no era ni sería. El amor es entre dos, antes no lo comprendía. Se deshizo del abrazo y se alejó más tranquila, después de haber dicho todo lo que pensaba y quería. La buscaron esa noche, también al siguiente día. Al tercero la encontraron en estado de agonía, con una foto en sus manos que apretaba y deshacía muy cerca del corazón, que débilmente latía. Cuando pronuncio tu nombre, el eco va repitiendo el sonido de mi voz impregnado en sentimiento. No lo podría ocultar, es hermoso lo que siento, es como fundir el alma en un todo con el cuerpo. Y la unidad que yo soy, admite su complemento, es la unidad que compones con tus propios elementos. Así estas dos unidades, reunidas en mutuo acuerdo, decidirán operar, según su propio criterio. Que sumen ó multipliquen, será lógico y perfecto. Si restan ó si dividen habrá un problema irresuelto. Deberemos corregirlo poniendo nuestro talento en procura de obtener los mejores rendimientos. Volvía, en un día de invierno, de una salida obligada, cuando encontré en mi camino, una cucaracha helada. La levanté suavemente, la rescaté de la escarcha, donde yacía moribunda, con la patita quebrada. La dejé sobre un pañuelo, de fina batista blanca y para darle calor, la abrigué con mi bufanda. Con la carga emocional, que el caso me provocaba, encendí las cuatro estufas, apenas llegué a mi casa La fui a dejar junto al fuego que alegre, chisporroteaba. Y vi, para mi contento, que lentamente lograba, volver a la triste vida que el destino le negaba. Corrí hasta la alacena y mientras le preparaba un pasticho de miguitas, queso crema y miel rosada, veía a la pobrecita que esforzándose, trataba de arrastrarse, sin lograrlo, por su patita quebrada. Le dejé sobre un platito, la comida preparada y volví por una cinta scotch, esterilizada. Con pericia le vendé la patita lastimada, le cantaba una canción , buscando tranquilizarla ella me dejaba hacer, a mi cuidado entregada. Mi desvelo resultó, mejor de lo que esperaba, Al día siguiente, feliz, la cucaracha cruzaba de borde a borde la alfombra, con su patita salvada. Agregué más leña al fuego para evitar que se enfriara y fui en busca de alimentos para que no le faltaran. De regreso me encontré con algo que no contaba Durante mi breve ausencia, la señora que limpiaba, al ver a la cucaracha, como una reina en mi casa, Le vació un tubo de Raid……………………… Por más esfuerzos que hice, no logré reanimarla. Muy dolida me quedé por esa historia pasada. Despedí a mi servidora y con voces destempladas. Se que por allí anda diciendo que yo soy una tarada que no se sorprendería si me internaran mañana ó si hago una Fundación para albergar cucarachas. Ella me tiró la idea, junto a Carol, lo hablaremos, Carol Love, con sus hormigas y yo, bueno, ya veremos…. Quisiera ser sommelier y llevar mi tastevine, colgado de una cadena, como se suele estilar. Que todos me reconozcan, "Nivel Internacional" y requieran mis servicios, yo los podré aconsejar y responderé preguntas que me quieran consultar, en relación a la carta ó al menú que elegirán. Cada alimento supone, un vino muy especial, para resaltar sabores y agradar al comensal. Tinto varietal, sugiero, criado en roble, “oak cask,” de madurez sorprendente, aroma y sabor sin par. La magia de la madera, crea un efecto especial, que complementa y potencia, el placer de degustar. Ser experto, no habilita, el placer, es personal y las propias sensaciones, es preciso valorar. Hay mitos ya superados en precios y añejamientos. No nos dejemos llevar por la moda del momento.No es mejor por ser más caro, tampoco por ser añejo. El buen vino, está a la venta, pleno de sus condiciones para su consumisión, si se dan las ocasiones. Tastevine: Tacita de plata que llevan los sommelier colgada de una cadena, no en el país del norte. Oak cask: casco ó vasija de roble empleada para contener buenos vinos La princesa Ling Yuan, de la Dinastía Ming, nació en un bello palacio, en la ciudad de Pekín Tiene un pequeño oso panda, regalo de un mandarín. Lo alimentan con bambúes que crecen en su jardín. Una doncella, la viste, con hanfu turquesa, bordado con hilos de oro y ramitos de cerezas. Otra, su cabello oscuro, que le llega a la cintura, trenzó con hebras de plata, en complicadas figuras. En sus almendrados ojos, con fino pincel, marcó, prolijamente, el contorno y las cejas dibujó. Un lunar, en la mejilla y su boquita ha pintado, del color de los duraznos, cuando al sol, han madurado. Sus manos, lucen tan bellas, suavemente nacaradas, finos, los dedos, rematan, en uñitas sonrosadas. Sus pies, ¡Oh sus pobres pies! Con vendajes apretados, los delicados huesitos, por tradición, deformados. Mientras más pequeños son, más han sido torturados. Ling Yuan llora el cruel destino que le niega caminar. Envidia a sus servidoras, ellas vienen, ellas van, por los senderos floridos del magnífico jardín. Ella sólo puede hacerlo, sentada y con baldaquín. Hoy llega el príncipe Ching, de la Dinastía Tang. Ultimará los detalles de su boda con Ling Yuan. Trae costosos presentes, que son ofrendas de amor, destinados a su novia, la hija del Emperador. El paso del tiempo, obra como cicatrizante de las heridas del alma. Dejé pasar años, interminables, agobiantes, recién ahora, estoy volviendo a reconciliarme con la vida. Fui una niña normal, dentro de una familia común, reducida a papá, mamá y yo. Nunca los escuché levantar la voz ni discutir. El, proveedor por naturaleza, pasaba muchas horas fuera del hogar y el resultado era una vida cómoda y desahogada, de compras, paseos y juegos que compartía con mamá. Llegó la adolescencia y mis intereses cambiaron, prefería salir con amigas y compañeras del colegio, situación aceptada en la familia. Conocí chicas y chicos, mi vida social, se hizo más divertida, empecé a frecuentar clubes y boliches para practicar deportes y bailar. Me daba lugar para todo, mis notas excelentes, favorecieron el permiso de mis padres, para asistir a los eventos. Iba todo sobre ruedas, disfrutaba y hacía mis deberes. Al festejar los quince años, pedí como regalo, una raqueta de tenis, la mejor. Me había anotado en el club y tomaba mis primeras lecciones. Una tarde, después de hacer la práctica diaria, se acercó una pareja que no conocía. Se presentaron, él pidió jugar un doble. Alentada por mi profesor, acepté. Después de un par de horas, estaba muy cansada y tensa, terminamos de pelotearnos y se acercaron a saludar. Ernesto, de veintiún años, apenas lo vi, me causó una impresión desconocida. Algo indefinido y profundo, tuve la sensación de conocerlo ó de recordarme a alguien importante para mí. Estaba muy bien además y lamenté que estuviera acompañado, imaginando que sería su novia. Al aproximarse los exámenes de fin de curso, dejé el entrenamiento, por unas semanas y lo retomé al finalizar las clases, con entusiasmo renovado. En la fiesta de despedida del año, en el club, lo volví a ver. Me reconoció y se acercó a saludar, bailamos y conversamos toda la noche. Teníamos gustos similares y nos conmovían las mismas cosas. Fue una noche perfecta y yo deseaba prolongarla pero iban a cerrar el club y mis amigos debían llevarme a casa, Ernesto también nos acompañó. Quedamos en juntarnos esa misma tarde. Mi madre notó algo en mi. A ella le contaba todos mis secretos, le dije que había conocido al hombre de mi vida. Me besó y deseó toda la suerte del mundo. Nos hicimos inseparables, en el club y en todas las salidas estábamos juntos. Estudiaba y vivía con su padre, su madre, había fallecido siendo él un niño y la recordaba con profundo sentimiento. Llegó el día de llevarlo a casa, su deseo era formalizar la relación, también yo lo deseaba y hacíamos proyectos de futuro. Su padre, ingeniero y piloto aeronáutico quería conocerme y fijamos un día para reunirnos. Llegó ese día. Todo lucía perfecto y puse especial atención en mi persona, quería que mi padre político me considerara ideal para su único hijo. Llegaron puntuales. Papá no estaba, había salido en busca de un postre helado y se demoró en volver. Fue al presentarlos que noté en mi padre un cambio, una reacción, algo difícil de explicar y que atribuí a celos por descubrir que su niña estaba prometida y en vías de ser mujer. Lo noté muy tenso durante la comida. Cuando Ernesto tocó el tema de un próximo casamiento, no más de dos años, lo que le faltaba para recibirse, se levantó de la mesa y pidió excusas alegando que no se sentía bien. Se fueron antes de lo previsto en consideración al malestar del dueño de casa. Papá, no podía contener sus emociones. Me miró y me dijo que debía olvidarme de esa relación. En menos de un mes iríamos a vivir a Colorado, con su hermana mayor, que enviudó y nos reclamaba. El se haría cargo de los negocios de su cuñado y nos estableceríamos allá. Pensamos con mamá que había sufrido alguna grave alteración de sus facultades mentales. Era la primera vez, en años, que mencionaba a Rebeca, con quien no tenía de las mejores relaciones. Ante su intransigente posición, le comuniqué – ¡Yo no me muevo de aquí, vayan ustedes, los visitaré junto a mi esposo! Sufrió una convulsión y estuvo dos días postrado. Los acontecimientos se precipitaron, su negativa, a la que yo no encontraba asidero, me provocó un rechazo hacia su persona que crecía a la medida de su intolerante posición. A mi pesar, se lo conté a Ernesto. Decidimos casarnos ya, no tendría potestad sobre mi y tampoco podría llevarme al extranjero. Busqué mis documentos. Nos casó un juez de paz de un pueblito de Córdoba. Teníamos que consumar el matrimonio, condición indispensable para confirmarlo. Lo que debió ser una experiencia sublime, por la carga emotiva y negativa que soportábamos los dos, no lo fue. Me dormí llorando sobre su pecho. Al otro día, regresamos a casa. Papá, completamente destruído, los ojos desorbitados al escuchar mis palabras, corrió hacia el dormitorio y volvió con un revólver en su mano. Me interpuse entre él y mi flamante esposo. Descargó el arma en su propia sien, después de dejar en mis manos una carta Demasiado tarde. La pude leer al día siguiente. Ernesto era su hijo. Fruto de un amor incontrolable y culposo y causa de la muerte prematura de Ligia, su madre. Me encerré en mi dolor. Me negué a verlo, no respondí sus llamados. Hace quince años de aquello. Tengo que volver a vivir, no se cómo. Pero lo intentaré. Cabalga la oscura bruja, sobre su escoba de hierro, en la artística veleta, de la casa de mi abuelo. Su aviesa mirada, escruta, mis secretos pensamientos, como cuando era una niña y sentía tanto miedo, que no jujaba en el parque ni miraba hacia los techos. La impresión aún me queda. La sensación de misterio, me envuelve como una bruma, en los días del invierno. A veces, entre dormida, escucho un leve siseo, su manera de anunciarse, cuando desciende en su vuelo y comienza a desplazarse por la casa del abuelo, como vigilante dueña, con armadura de hierro. Llegaba una noche oscura, por el angosto sendero. Un sonido familiar, llevó mi vista hacia el cielo. La luna, quieta y redonda, en su círculo perfecto, atravesada por nubes, tenía aspecto siniestro, De repente la vi allí, sobre su escoba de hierro, Con fondo de luna llena y sobre el hombro derecho, se posaba una lechuza, en mutuo consentimiento. La imagen más acabada de los infantiles cuentos. Y a pesar de mis temores, volví otra vez a leerlos. Tras un detenido examen, que me ocupó, en la mañana, dedicado a observar, las arrugas de mi cara, vi., en este mapa facial con la visión aumentada, algo que me interesó, si bien, ya me lo esperaba, los estragos que provocan acciones buenas y malas. En la frente, alcanzo a ver, sorpresas y desconfianzas. En el ceño, la fatiga, el enojo, la amenaza, por alguna travesura que me dejó sin palabras. Alrededor de los ojos, acentúan la mirada y dan una sensación, de madurez, sazonada con experiencias de gozos que trascienden desde al alma, un cúmulo de deseos, ansiedades y distancias. En los rictus de la boca, alegrías, añoranzas, sonrisas acariciantes, algunas intencionadas, y rechinar de los dientes por paciencias agotadas. En el detenido examen, que me ocupó, en la mañana, logré este mapa facial, que es la historia, bien contada de la vida que he vivido y no deseo cambiarla, por el contrario, me siento, con ella, identificada. Me abstengo de los retoques, de la cosmética vana, de picaduras de avispa y siliconas variadas. Me muestro, tal como soy, a nadie le envidio nada. Cada ser llega a este mundo, con una misión marcada. He decidido aceptarme, como soy, no disfrazada de algo que nunca seré y no me sirve de nada. La inteligencia es un don y debemos cultivarla. Como forma de expresión, el poder de la palabra, amerita comprensión. Sabremos valorizarla. Me dedicaré a escribir, con la mente despejada. Si alguien quisiera acercarse, sin apuro ni desgana, con la mínima atención, para entender de qué trata, si le agrada, le conmueve. Si no le provoca nada, tal vez, en un nuevo intento, procuraré conformarla. Lo mismo, seré feliz. Encontré lo que buscaba, la manera de expresar, todo aquello que nos pasa. La anciana dama sonríe, recuerda el tiempo pasado,cuando a todos deslumbraba con su belleza y su garbo,Eran los años dorados de espléndida juventud,una corte la rodeaba y brindaba a su salud.Apasionados elogios, flores, libros y regalos,bellos poemas de amor, los requiebros más variados.Serenatas por la noche , invitaciones, saraos…Ella aceptaba sin ganas, ya se había acostumbradoa ser el centro y el eje y el sol de ese mundo vano.Su padre, rico banquero, en vías de serlo más,la prometió a un aristócrata que le doblaba la edadEn sus castillos de Praga, de Francia, en la Costa AzulÓ en su piso de Manhatan sus días transcurrirá,entre fiestas, agasajos, ceremonias y demás.Con la nobleza europea, más rancia, se codearán.El Derby, Mónaco, Ibiza, los van a ver frecuentar. Las revistas de Sociales, de ellos se van a ocuparcon fotos de sus andanzas, sus modelos y su hogar. El día del compromiso, todo estaba preparado, ella vió por su ventana a un joven, ocupadoen terminar las borduras de sus jardines amados. Bajó con curiosidad, al verlo tan concentrado,Levantó él la cabeza, cuando ella llegó a su lado.Lo que después ocurrió.. ¿lo contará la señora?que el día del compromiso, decidió cambiar su historia. Todos los niños del mundo, decidieron convocar a sesiones generales y más tiempo demandar,para ellos, de sus mayores, incluye a mamá y papá. Para que los acompañen y los lleven a jugarSe reunieron en Ginebra, los delegados mundiales,alguno debió volverse, se olvidó de los pañales, rechazaron su tarjeta y ese banquero impecable, le ordenó que se marchara con su pañal a otra parte.Uno perdió su chupete entre tanta confusión.El más pequeño de todos, desde que llegó, lloró,perturbando los discursos del magnífico orador. Nadie escuchaba palabra, la reunión se postergópor tiempo indeterminado y el congreso, se cerró.A que pasen unos años, decidieron esperar.Todos volverán a casa y se pondrán a estudiarpara encontrar soluciones que se van a implementar en el próximo Simposio, al que se va a convocarpor mail, a los delegados que van a representara los infantes del mundo que quieran participar. Me acerqué al río cantando, esa bonita canción, habla de un amor eterno que al infortunio venció.Tan feliz, nada turbaba el placer que yo sentía al saber que en pocas horas, en tus brazos estaría.Me fui quitando la ropa y la dejaba en la orilla,cuidando de no mancharla para que se viera limpia,igual que mis pensamientos, mis palabras y mi vida..En medio de la corriente, gozaba del agua fría que acariciaba mi cuerpo y serpenteando seguía por el cauce rumoroso que alegre la contenía.Después de otra zambullida fui acercándome a la orilla.Sobre la arena, en la playa, me secaba con la brisa.Trencé mi largo cabello, me vestí sin mucha prisa.Recogí flores silvestres y cuando ya me volvía,te vi llegar de la mano de mi amiga más querida. Me escondí tras de la fronda, sin saber porqué lo hacía.Al ver que se desnudaban, el alma se me encogía. El corazón, desolado, por momentos, no latía.Se metieron en el agua. Retozaban se reían, seguro, de aquélla tonta que en la amiga fiel confía,pendiente de un falso amor, sin sospechar la perfidia. Tiré las flores silvestres, alcé la ropa tendida de los infames traidores y pensé bien lo que haría para dar un escarmiento que les dure de por vida.Me fui a la casa del novio de mi pretendida “amiga”Inventé que en mi camino, esa ropa conocida, encontré junto a la suya. Contestó -¡No!¡No! ¡No es mía!Entró a buscar una faca mientras yo me despedía.y con cara de inocente, hasta mi casa seguía. De vuelta de una caminata por las sierras chicas, en una mañana diáfana, ideal para recargar los pulmones con este aire, incontaminado aún, veo en el cielo, varios oscuros pájaros, girar en círculos concéntricos. Son buitres carroñeros que avistaron a su víctima, en algún lugar del enmarañado monte. Esta, buscó, un refugio donde aliviar su mal y escapar del asedio, a cada minuto más tenaz. Las aves cierran su vuelo, enfocando la intención hacia su objetivo. Es cuestión de tiempo. Bajan y muy cercanas a la presa, sacuden sus alas y esperan. Se precipitan, arremetiendo en el momento que deja de moverse, hacia los órganos, tibios y palpitantes aún, que desgarrarán con sus fuertes picos en forma de tenazas. La competencia por llegar a los bocados preferidos, da lugar a feroces luchas entre los más fuertes, situación aprovechada por el resto para alzarse con lo más preciado del botín. Continúo mi camino. Sin proponerla, mi pensamiento, me lleva hacia una situación , acontecida hace muy poco, que podría tener algún punto de contacto con lo observado. Lo dejo a consideración del lector. Al hospital donde ejerzo mi profesión de médico, llegó un hombre, viejo, en condiciones deplorables. Para su anamnesis, requerí datos que fue aportando con gran esfuerzo por su extrema debilidad. Oriundo de Tulumba, al norte de Córdoba, era propietario de unos campitos que hacía rendir para él y los tres sobrinos huérfanos que criaba. Tenía unas vaquitas, cabras y gallinas que les proporcionaban lo suficiente para subsistir. Los muchachos, apenas tuvieron edad, se fueron en busca de mejores oportunidades, ayudados por el tío que les dio lo necesario para iniciar algún modesto emprendimiento. A partir de ese momento, la soledad le pegó duro, siguió con el arduo trabajo, aunque sus fuerzas no eran las de antes ni tampoco sus motivaciones. Decidió sondear a los sobrinos, por si alguno volvía para ayudarle en las tareas. Ninguno aceptó por lo que el viejo decidió vender y establecerse junto a ellos. Aceptó una buena oferta y cerró trato. Depositó su dinero a interés lo que le daría un pasar sin preocupaciones. Con diferentes excusas, ninguno de los sobrinos aceptó recibirlo en su hogar. El viejo, solo y enfermo buscó un hospedaje. La amargura y el desaliento por tanta ingratitud deterioraron su salud, dejó de alimentarse y todo el día se pasaba tirado en la cama con la vista fija en el techo. La propietaria del hotel, alarmada al ver los estragos producidos, decidió acompañarlo al hospital. Necesitaba urgentes atenciones, deshidratado y deprimido no tenía voluntad de vivir. Quedó internado en cuidados intensivos. Decidí contactarme con sus sobrinos y ponerlos al tanto de la situación. Los tres alegaron ocupaciones impostergables. Se me ocurrió decirles que había cuestiones de dinero que iba a ser difícil resolver si no lo hablaban con el enfermo. En una hora llegaron los tres a mi despacho. No estaban enterados de la venta del campo, ignoraban que había sido su propietario, no sabían del dinero depositado. A partir de ese día venían puntualmente al hospital en los horarios de visita. Entraban a terapia, y trataban de convencerlo que les firmara un poder. El enfermo, sumido en profunda inconciencia, en un relámpago de lucidez, abrió los ojos y al verlos a los tres juntos, pensaría que había muerto, que estaba en el cielo, sonrió y expiró. Los intentos por recuperar el dinero depositado, hasta el día de hoy han sido vanos. Todo empezó el día que Alberto, el marido de Ana, mi hermana menor, olvidó su celular en la mesa de desayuno. Próximos a cumplir sus primeros cinco años de matrimonio, no he visto a otras parejas, llevarse tan bien como ellos. Me consta porque soy soltera y al año de casados, él, ingeniero en petróleo, fue trasladado a Comodoro Rivadavia, y Ana me pidió que los acompañara. Acepté, ella se sentía muy sola, desarraigada, en este lugar donde el viento sopla constantemente y su esposo ocupado en un trabajo de dedicación exclusiva y grandes responsabilidades tiene muy poco tiempo para compartir. Arreglé mis asuntos en Bs. As. donde vivía arrinconada en un departamento ínfimo y partí con una valija y un bolso. La habitación que me asignaron es más grande que todo el depto. de la capital, además nueva, con hermosas molduras, un vestidor y baño, en suite, idéntico al de ellos y separados por un ancho pasillo. No tengo obligaciones, sólo las que yo misma me impongo, hay una mujer que se encarga de las tareas, con Ana salimos de compras, preparamos el menú, hacemos alguna labor de ganchillo y ropa para los niños carenciados que llevamos a la iglesia y ellos se encargan de repartir. El viento permanente nos impide tener el jardín que deseamos, Alberto ideó uno interior, como una gran pecera de plantas y helechos de un verde lujurioso que apreciamos desde todos los ambientes. Cuando íbamos a comprar las plantas, Ana tuvo unas molestias y me pidió que acompañara a mi cuñado para elegirlas. El no dispone de mucho tiempo y hay que aprovechar la ocasión. Salimos temprano en su camioneta, el vivero está a dos horas de nuestra vivienda. Era la primera vez que estábamos solos. Soy soltera y nunca “estuve” con un hombre. Alberto, es muy interesante y viril, excelente conversador, hablaba de distintos temas pero mi mente se había ausentado, no escuchaba lo que decía, miraba sus brazos, sus manos fuertes y seguras aferradas al volante y las sentía recorriendo mi cuerpo. Ya se, ya se que es el marido de mi hermana y está prohibido para mi, pero no podía evitarlo, sentía un sudor helado y una sensación asfixiante me impedía respirar. Se detuvo en la banquina y escuché su voz sin comprender lo que decía, Pasó su brazo por mis hombros y fue la última visión, la de su rostro muy cerca del mío. Desperté en una sala de emergencias, una robusta enfermera envolvía mi brazo para medirme la presión, a un costado Alberto, reflejaba preocupación por mi estado. Después de ese día de inquietantes revelaciones, no volví a encontrarlo a solas. Ayer vino Patricio, su hermano menor, un joven de veinte años que pasará el aniversario con nosotros, Desde que llegó su celular no paró de sonar, las chicas que lo reclaman, ¡es muy lindo!. Levanto, al pasar, el celular de Alberto y me encierro en mi habitación. ¡ no puedo creer lo que estoy leyendo! En " Elementos enviados" hay tres mensajes apasionados, dirigidos a una mujer que no es mi hermana. Promesas y recordatorios de revolcones. ¡Dejó de amarla! A unos días de su aniversario, con todos los preparativos hechos. No debo permitir que pase esto, nosotras que lo amamos sobre todas las cosas, ¡Tiene que enterarse! No dijo una sola palabra. Noté que su semblante, después de leer los mensajes, se puso del color de la cera. Traté de disuadirla pero ya había tomado una decisión. Puso algo de ropa y dinero en su bolso, las llaves de su auto y me dio un beso frío como el hielo, en la mejilla. -¡Quién sacó el auto de Ana? Me pregunta Patricio que baja apurado de la habitación de huéspedes. ¡Se va a estrellar conduciendo así! -Ah, Silvia, ¿Por casualidad, viste el celular de Alberto? Me lo prestó ayer, me quedé sin batería y no traje el cargador. Se lo alcanzo. -Espero que no hayas leído mis mensajes….agrega, con una sonrisa perversa. - ¡Soy tan feliz de tenerte y feliz de ser Mujer! De que tú seas un Hombre. ¿Qué más podría querer? De que abarques en tu abrazo, mi talle y para mi bien, en este holgado regazo, haya encontrado mi Edén. En esa feliz postura, sellan mis labios, los tuyos, mi pecho contra tu pecho, el refugio más seguro. Siento el bullir de mi sangre y de la tuya el apuro. Mi vientre junto a tu vientre, fundidos los dos, en uno. Mi sexo húmedo y tibio, exige sentir el tuyo, potente, cálido, urgido, por someterme a su yugo. Sometida, aceptaré de mil amores, e intuyo, ascender hasta la cima y agotados, llegar juntos. Soy una convencida del poder de la Sabia Naturaleza, de los ejemplos que a diario nos brinda y por miopía intelectual ó falta de interés, dejamos pasar. De uno de esos maravillosos ejemplos tuve la oportunidad de enterarme recientemente. Me hablaron del Bambú Japonés. “Si eres impaciente, abstente de plantarlo.” Las buenas semillas que hoy depositas en esa tierra fértil, preparada para recibirlas, te darán una lección. Pasaron siete meses. Regaste, esperaste, observaste….. ¡Nada! Más de uno piensa que fallaron las semillas, se siente estafado, desilusionado…. Deberás esperar un poco más. Algo así como siete años y entonces verás, en seis semanas alcanzar al Bambú Japonés, una altura de más de treinta metros. Durante esos siete años de aparente inactividad, se dedicó a desarrollar un complejo sistema de raíces que arraigándose en la tierra van a permitirle sostener el crecimiento posterior a los siete años. No habrá lluvia, viento ó temporal que pueda con él, sus raíces, afianzadas a la tierra, lo mantendrán firme, como un disciplinado guerrero. Su afianzamiento es el resultado de su crecimiento interno. Válido ejemplo para quienes, carentes de perseverancia y paciencia buscamos resultados inmediatos, soluciones rápidas y al no conseguirlas abandonamos la empresa sin saber que podemos estar cerca de la meta, que estamos echando raíces que sostendrán el andamiaje de nuestro futuro éxito. Todo es cuestión de tiempo…. Y de paciencia. Detrás de esa alta montaña que se ha vestido de verde, ha aparecido el Lucero, que nos guiará al pesebre. ¡Ay mi niño tan hermoso, descendiente de David, Desdeñas la cuna de oro y aquí prefieres vivir!. Sobre el techo se ha posado, la estrella con resplandor Para que todos sepamos que ha nacido el Redentor. ¡Ay mi niño, tan hermoso, de la casa de David.! Para redimir al hombre ¡cuánto tendrás que sufrir! Llegaron los Reyes Magos, con ofrendas de oro fino mirra e incienso de oriente,dignas del recién nacido. ¡Ay mi niño, tan hermoso, de la sangre de David que derramarás sufriente en un tormento sin fin! La Virgen se ha levantado para darle de mamar, José despide a lo Magos y en sus camellos se van. Los animales reposan, el niño ya se durmió, María lava pañales y el lucero se apagó. ¿Qué es el olvido? Pregunto en mi noche de dolor Y me responde el silencio, un silencio sin su voz A la noche, le pregunto, no me quiere responder, se ha encerrado en su negrura, por ella nada sabré. Me voy bajando hacia el río, sus aguas corren, se van Se arremolinan, se esconden, tampoco responderán. A los árboles que mecen, su cabellera otoñal Sólo el roce de sus hojas, lo que dejan escuchar. A la brisa, le pregunto, ¡es tan suave!, ¿me dirá? ó quizá el viento, en su silbo, silbando me contará. Nadie quiere responderme. Tampoco quiero escuchar Lo que pretende el olvido es muy duro de aceptar. Que borre de mi memoria su recuerdo, el de su amor El mío que junto al suyo sostenían la ilusión de dos vidas consagradas por la bendición de Dios. Nos cruzamos un buen día en un camino cualquiera. Si alguien me hubiera contado, seguro, no lo creyera, lo que es sentir en la sangre que se ha cumplido, la espera, lo que es saber que no es vano sufrir, porque llega, tarde, ó quizás más temprano, el que amaremos de veras. Por eso me eché a llorar y sin que tú, lo supieras, compré cirios amarillos, pedí los que mejor fueran y los encendí toditos para que la Macarena, oiga todas mis plegarias y una gracia me conceda, la de tenerte conmigo en las malas y en las buenas. Te lo juro que yo ví, entre mis lágrimas negras, mi virgencita, sonreír con sonrisa tan traviesa…. parecía una niñita y bien se que es una Reina. En esa hermosa sonrisa, encontré, yo, la respuesta, a mi duda, a mis pesares a todo lo que me afecta y tiñe de oscura noche la alegría que quisiera, para compartir contigo, por el tiempo que nos resta Esto que hace muy poco viví, no lo deseo a mi peor enemigo. Todos estamos expuestos a pasar por una situación semejante, más vale estar alertas y tomar recaudos para evitarla. El día que comenzó mi desventura: En una galería comercial, terminaba de hacer compras y revisé la lista para asegurarme que nada me faltaba. Salí, algo distraída y apurada. Un fuerte empellón, me proyectó unos metros del lugar en que estaba. Perdí el equilibrio y caí, pesadamente, desparramando bolsas a mi alrededor. Varias personas, acudieron a ayudarme, mi pierna izquierda, no respondía a mi voluntad. Pedí que llamaran al servicio de emergencia al que estoy abonada, ellos expertos en accidentes, resolvieron la situación. Medicada y ubicada en la camilla, partí, rodeada de mis compras, en la ambulancia que partió rauda, precedida por el espantoso ulular de su sirena. En la clínica, me hicieron placas que confirmaron mis sospechas, fractura de cadera. Le pedí al médico, que acelerara la cirugía. Convenimos en el próximo turno, apenas estuviera la prótesis que necesitaba y los análisis de rigor. Hace pocos meses me radiqué en Córdoba, mi lugar es San Rafael, Mendoza. Pedí traslado, en la docencia de segundo nivel, donde me desempeño, para hacer una especialización, importante para mi carrera y el lugar indicado, es aquí, en esta hermosa y culta ciudad. Alquilé un departamento en Nueva Córdoba, zona de estudiantes del país y del extranjero, en un .décimo piso. A los cinco días de internación, que se me hacían eternos, volví a casa. No conocía a nadie y necesitaba alguien que se ocupara de mi. Llamé al encargado, que se acercó a verme en la clínica, apenas le comuniqué mi problema. Le pedí que consiguiera una persona, de mediana edad, si era posible sin compromisos, había otro dormitorio para ella y de ese modo me aseguraba su dedicación exclusiva. Mis exigencias, limpia y ordenada, algo de cocina, encargada de las compras y auxiliar en la convalecencia Esa misma tarde, de la mano de Pedro, el portero, conocí a Antonia. Una mujer maciza, de rostro inescrutable, silenciosa y efectiva. Se presentó ella misma, su ex patrona, no estaba en Córdoba, pero enviaría las referencias apenas regresara. El encargado, que consiguió esta joya, vino dos veces a preguntar si todo estaba bien. El departamento, se veía perfecto. Se cumplía el lema de Antonia, “UN LUGAR PARA CADA COSA Y CADA COSA, EN SU LUGAR” El tercer día me extrañó no recibir llamadas, mis nuevos compañeros, estaban avisados del accidente y me visitaron varias veces en la clínica, además todos, tenían mis datos. Empecé a llamar, no tenía tono. -Antonia, sabe qué pasa con el teléfono? Pregunté. Se acercó solícita y dijo- voy a preguntar al portero. -Es un problema de la Central, Señora, contestó y le creí. Los días siguientes, el problema no se resolvía. Mi única visita era la de la fisioterapeuta, Olga, una joven que sólo hablaba para darme instrucciones de los ejercicios y posiciones para mi recuperación. Rehuía cualquier intento de conversación y cumplía estrictamente el horario convenido. Postrada, dolorida y aislada de todo, una gran tristeza, se apoderó de mi. No tenía apetito y la bandeja con alimentos, era retirada por Antonia , tal como llegaba. Perdí el interés en todas las cosas y lo único que hacía era dormir. No tenía fuerzas para realizar los ejercicios y le dije a Antonia que despidiera a Olga, cosa que se apresuró en cumplir. Una mañana el insistente sonido del timbre, logró despertarme. Escuché la potente voz de Antonia, tratando de disuadir a mi vecina de piso, Eugenia, que se resistía a aceptar los variados argumentos esgrimidos para evitarle el acceso y de un empellón apartó a mi servidora, precipitándose en mi habitación. Saqué fuerzas para gritarle, eso creí, que la dejara pasar. Lejos de obedecerme, corrió hasta la cocina en busca de algo para amedrentar a Eugenia. De mi mesa de luz, alcancé a levantar un tubo que vacié en la cara de Antonia, desconocida, en un descontrolado ataque de rabia. Dejó caer la cuchilla que traía, para cubrirse los ojos, que le empezaron a picar furiosamente, entre aullidos de dolor que alertaron a mis .vecinos. El departamento se llenó de gente. Eugenia, como yo, afectadas en menor grado por el gas, cubría sus fosas nasales y lagrimeábamos sin parar. El oficial que me tomó declaración, apeló a toda su paciencia, cada diez palabras, caía en un sopor debido a mi avanzada debilidad. Con la ayuda de Eugenia, pude armar la trama del plan urdido por mi “fiel” servidora, con los propósitos más nefastos. Ella se contactó con mis amigos y compañeros a quienes Antonia, en mi nombre, había prohibido llamadas y visitas. Aclarados los puntos, todos me fueron a visitar, otra vez en la clínica a donde fui llevada en un estado de extremo debilitamiento. Me enteré que Antonia, no es ése su verdadero nombre, tiene un frondoso prontuario delectivo y sus víctimas, fueron siempre personas discapacitadas a las que primero aislaba de parientes y amigos y aprovechando su indefensión física y mental lograba manipular para apoderarse de sus pertenencias. Una verdadera lacra. Prometo, que al menos, ella, no volverá a recurrir a esos manejos. Apenas me reponga, pienso que será dentro de unas semanas, haré mi declaración, acompañada por Eugenia y el abogado que elegí. Parecías feliz, despreocupado, nada turbaba tu aparente paz Te pedí que habláramos. No es bueno seguir callando algunas cosas raras, que acontecen y es mejor aclarar. Sonreíste, y sacaste del bolsillo, un estuche que me negué a tomar. Era esa la prueba más rotunda, tus errores querías enmendar. Con una joya, pensaste, vano y torpe, mi fe en ti, sin más, recuperar. ¡Me conoces tan poco! ¡Y en tan poco me tienes! Si con eso, mi voluntad pensaste doblegar. Pude pasar por alto tus deslices, muchas veces he callado y perdoné Eso fue en el pasado, en el presente exijo mis derechos y eso es, Respeto, Lealtad, si es que me quieres, si no, mejor no continuar desgastando lo poco que nos queda de una relación, que no va más La música le llegaba en oleadas de emoción trasportada por el viento. Sublime, Tema de Amor, de los amantes de Shakespeare, muriendo por un error. Las estrellas titilaban, en un cielo oscurecido No es posible imaginar, escenario, más propicio. La música la llevó a un misterioso destino Tan placentero fue el viaje, sin quererlo, se ha dormido. Despertó al sentir sus besos, ardientes y persuasivos Aspirando los impulsos de sus despiertos sentidos. Ella, fuente inagotable, él sediento peregrino, sus manos, tibias palomas, encontraron el camino, para llevarla a la cima de los placeres prohibidos. Relámpagos y centellas irrumpieron, de improviso, Estallando en un torrente de mil fuegos de artificio. Agotados de placer, abrazados, se han dormido. La música ya cesó, el tiempo se ha detenido. Los amantes inmortales lograron cambiar su sino. En Sao Pablo, una niñita, de pelo rubio dorado, no quería ser amiga de los negritos de al lado. Los negritos, muy amables, la invitaban a jugar La niña inflaba globos con su goma de mascar y en la cara de los niños, los hacía reventar. La niña, usaba un triciclo, de tres ruedas y algo más, Su padre, lo que pedía, enseguida iba a comprar para alegrar a su niña. Ella, siempre pedía más. Los negritos, le bruñían el triciclo de color. con la infundada esperanza de llegar a usárselo Lo primero le gustaba, pero prestárselos, ¡No! A medida que pasaba, el tiempo que ya pasó La niñez dejó la niña y en mujer, se convirtió. Los negritos se cansaron de humillarse y de rogar. armaron una comparsa y salieron a bailar. A todas las recepciones, a los negros invitaban Su contagiosa alegría, a todos los contagiaba. Y los negros muy felices a todas partes viajaban. Compraron triciclos de oro, también alguno de plata. La mujer de pelo rubio, no había cambiado nada, Caprichosa, demandante, nadie, nadie la aguantaba. Su padre pensó en casarla, pero nadie le gustaba, Cansado de renegar un día huyó de su casa La rubia se quedó sola, rodeada de cucarachas. No le gustaba limpiar, la mugre se acumulaba. Con su terrible carácter las sirvientas espantaba. Llegaron hasta su puerta, con triciclos de oro y plata Los negritos, ahora negros, un buen día a visitarla. Ella no los recibía. Cerraba puertas, ventanas para que nunca supieran que se volvió cucaracha Los negritos, ahora negros, pacientemente esperaban, pero tenían función y se fueron de su casa dejándole de regalo los triciclos de oro y plata. La Historia de cinco negros y la rubia, Cucaracha En un perdido pueblito del noreste cordobés, arribé un día de paso y me dió por conocer. Callecitas arboladas, polvorientas y calladas, casas de una sola planta, paredes descascaradas, detenidas en el tiempo, vieja aldeíta fantasma. En unas cinco manzanas, el pueblo se concentraba. Era todo lo que había, en esa tierra olvidada. Sin más, dispuse el regreso, con una última ojeada. Algo atrajo mi atención, una plaza abandonada, con pequeños monumentos y cruces desmoronadas. Me acerqué para observar, vi un nicho del que asomaba, cetrina, una calavera, con abejas que zumbaban y por sus cuencas vacías, activas, se desplazaban. A mi asombro respondió, una anciana que llegaba rosario en la mano izquierda, en la derecha, unas calas. -“En este lugar, la gente, en épocas ya pasadas, depositaba a sus muertos. Una joven artesana, esculpía monumentos y en las cruces estampaba, con profusión de arabescos, los datos que le acercaban.” Silenciosa, se alejó, tras decir esas palabras. Dejó la ofrenda de flores en un vaso abandonado, se arrodilló ante una tumba y esos labios surcados, por infinidad de arrugas, desglosaron un rosario. Sin buscar, de mi memoria, un poema de Machado, de adolescentes lecturas, que creí haber olvidado, surgió en clara referencia a mi poeta admirado y a la oscura calavera que en colmena, había trocado. ….. y las doradas abejas, iban fabricando en él con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel. Erase un niño rebelde, difícil de controlar, Ni su padre, ni su madre, lo podían sujetar Contentos fueron al puerto, cierta mañana, a pasear Los padres se descuidaron, viendo los barcos llegar. El infante, trepó a uno que ya se hacía a la mar. Preocupados, al no verlo, empezaron a buscar, sobre el muelle, bajo el muelle, no lo podían hallar. A la madre que lloraba, la fueron a consolar, dos gaviotas, solidarias que le querían contar, que su niño estaba a salvo, sobre un barco de dragar. La madre nada entendía, no cesaba de llorar, se tiraba de los pelos intentándose arrojar a las infectadas aguas y con su vida acabar. El padre desesperaba de poderla consolar y los peces, asomaban sólo para curiosear. La gente, arremolinada, no sabía que pensar, le daban vino a la madre para hacerla emborrachar y lograr que se callara y dejara de gritar. Al padre le daban agua, que se negaba a tomar prefería vino tinto y no le querían dar. Las diversas opiniones, comenzaron a aflorar, que le den, que se lo nieguen, que los deben castigar por descuidar a su niño que se ha caído en el mar. Que vengan cuarenta buzos y lo busquen sin cesar, hasta encontrar el cuerpito que, seguro debe estar, atrapado entre las algas, mientras su almita se irá volando hacia las alturas y en ángel trastocará. Mujeres llegan con velas y empiezan a desfilar pidiendo para que al niño lo puedan canonizar. Se fue como un angelito. ¡Vamos todos, a rezar! Llegaron con los carritos de venta de choripan, enseguida se acabaron, fueron en busca de más. El muelle se ha convertido en un soco, de verdad. Se compra, también se vende, queda muy poco lugar, cuando aparecen los buzos, se apretujan mucho más. Vuelve la draga a su puesto, al niño quieren dejar Se columpia de una soga mientras ríe sin parar viendo todo ese barullo que ha logrado provocar.
|
Lecturas Totales | 310513 | Textos Publicados | 714 | Total de Comentarios recibidos | 1522 | Visitas al perfil | 90678 | Amigos | 128 |
|
Oscar Franco
http://www.textale.com/component/option,com_textupload/Itemid,128/id,43735/task,view_text/
Por favor difundelo si pudieses. gracias.
Pascual Vizcaino Ruiz
Alejandro
Es usted muy déspota en su comentario del texto indiferencia divina?, sobre todo si tenemos en cuenta que la autora deja claro que los desastres naturales son muy comunes y crea toda su reflexión acerca de cómo el ser humano pasa de su pregunta hacia un Dios al que considera responsable a la dolorosa conclusión que es su irresponsabilidad la que acelera los procesos llevándolos a desastres.
Bastante arbitraria resulta usted al decir… le “concedo responsabilidad al hombre” por favor señora si usted lee, ve televisión o se molesta en averiguar, se podrá encontrar con un cumulo de estudios e informes que demuestran como las acciones de la humanidad ha afectado el equilibrio natural que provocan desastres.
Parece ser que usted no se entero del objetivo de la reunión de presidentes de países en Copenhague... por favor señora antes de atacar o trata de ridiculizar a alguien primero analícelo, porque podría ser usted quien terminara haciendo el ridículo.
Alexandro
Oscar Franco
Te invito a leer y comentar alguno de mis poemas espero te gusten.
Un saludo y feiz años nuevo 2010.
www.somosgoogle.blogspot.com
www.oscarfrancoquintanilla.blogspot.com
Francisco Prez
Veneno
haydee
Seguro que van a sobrar las anécdotas y encontrarás un buen argumento para tus relatos.
Gracias!
Serena