• Gustavo Silva
Gustavo Silva
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  • País: Argentina
 
   A Pilar Galera MuñozAquí te traigo la mañanaaquí mi niña el solen esta mano una cariciaen esta otra el corazón. Aquí guardo la maravillala rosa ámbar de tu alientoaquí el cincel de mis horasy aquí lo que más quieroprendida siempre al pechola flor del encuentro. Aquí te traigo mi niñaun diamante de marveteado de blanco como lunaaquí traigo nuestro pan. Aquí llego con una estrellamañana será castillocon afan y mucho empeñocristalina manzana al alba. Aquí te entrego claro lucerofruto de la esperanzahoy magia y luz en tus manosayer apenas un sueño de sal.
Plegaria del minero
Autor: Gustavo Silva  1199 Lecturas
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Viene sucia la nochellega sobre las barracas rotas de azulviene a quebrar a vencer ojosllega en llagas sobre cabezas rapadasviene y se va en huesos a flor de pielviene cabalgando en liendresllega en un ensueño de letrinasa ensañarse en un trozo de pan a piedraescondido para mañanay no habrá mañanaSi mi amor pudiera escapar¿qué ardid buscaría en el sueño?¿un grito?¿un tragarse hasta el fondo todo el llanto?¿un brebaje a tu boca y que tu ausencia murmure presente?Mi amor atraviesa el campo atestado de prisionerosarrastra los pies del sector E al playón grisagobiado ante tanta visión de espantocomo un sol estaqueado para siempreen una mirada pequeña;mi amor se perpetua con hambre al mediodíase le enrojecen los dedos de tan encendidoscolgados a la alambradaSi mi amor un día se rebelara;si un buen día se le ocurriese gritar a plena luzque odia con toda su almaeste estrépito de sirenaseste aleluya a fin del mundoSi fuera capaz de despellejar la humaredaen tu cuerpo hermoso,si le sobrara la audacia como para salir a robar el porqué de esta inmensa noche:crecerían las pasiones como una primavera de derribar prisiones;crecerían las lilas y las campanillas,furibundas enredaderas reducirían a nadacada verdugo guardia patíbuloPero mi amor se entristece más de lo conveniente,deambula a la deriva con el ardor extraviadola mirada a cielo hueco y su nubosidad invariable,se acoraza de moretones y costillasintentando aplazar los fieros vientos de la muerte;sobre mi pecho se deshilacha un poemaun deseo por cruzar las lluvias torrencialeslas distancias abominableslas fauces del viernes lunes martes y te besará en los labios algún domingosalpicará de chispas violentas las torretas sombríasel desabrazo tan triste de las despedidaspero...viene sucia la nochellega sobre tus mejillas y su rubor calcinadoviene enredada en un beso a gas,llega en trenes heladosdesde el intestino oscuro del miedo;llega en trenes cerradosdesde la otra punta del infiernovienen colmados hasta el techo de otras desgraciascon estrellas partidas en el pecho,vienen silbando un cielo más negroque el último sueño;vienen a redondear la cifra de la bestiamultiplicada en diezmil nochesmás negras que ningún sueño.
Viene la noche
Autor: Gustavo Silva  638 Lecturas
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A PiliEn el corazón de la nocheuna estrella busca tu risapara alucinarseo encenderse por la mañana  Viaja entre soles de nievea escondidas entre helechos de lunarecorre palmo a palmoel abecedario del sueñopara dibujar con tizas de vientouna luminosa canción de cuna  Una estrella cierra los párpadospara que le inventes un nuevo brillo  Una estrella que sabe de maresy de primaveras cantadas por un grillo  Una estrella jazmín de lluviaun lucero azul pez de ríouna estrella cajita de músicaque al abrirla salpique de luzlos mecanismos del universoes decir:la oscuridad desenmascarada en tus manosla esperanza acompañando lo ausentetus pechos oliendo a victoriay la devastadora luz de tus labioscomo esa estrella rojaexorcizando a besos la muerte.
Llegó el insomnio- buenas noches -con el ojo tuerto y el dedo mochohurgando con fósforos lagañas y miradascon un barbijo negro y la vergüenza de nadiecomienza a desnudarseceniza en la risase desabotona la camisase quita los guantesy no tiene manosse descalza y no tiene piesse arranca el barbijo y se desbocahabla de mujeres voluptuosasde piernas y entrepiernas letalesde besos que no me encontraronde ladridos sin perrosde ruidos en los techos de un timbre sonando insistentecon alguien que esperocuando no ha llegado nadie.
Buenas noches
Autor: Gustavo Silva  744 Lecturas
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Tresmocos
Autor: Gustavo Silva  413 Lecturas
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Te espero estrellita tricolorentrar por el patiotrepando el muroextraño tu echarte de pancita a la cariciala musiquita de tu llegadaal tintineo del cascabel extraño tu manitami despertar en tus ojos;extraño el mundo sin tu díay cuando anochezcate llamaré desde el pasillodonde el todo es siempre posible le pondré los zapatitosal rey magoy una carta para que el sueño tenga por verdad siete vidasy esperar el ronroneo de la madrugaday volver por arte de tu magiaa ser niño y reir y reir otra vez.
A Lolín
Autor: Gustavo Silva  432 Lecturas
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En la noche del patioel viento asombraba a laurely ernesto sabía hacerse amigo de las estrellas:gigantescos ojos en blancocomo animalitoscon ala de pez y alma de pajaritoY nunca se me ocurriópreguntarlequé hacía tan solo;pues bien es sabidoque las estrellasno son oriundas del río,lucen poco fotogénicasy son más viejasy más aburridas que las tortugas,titilan en luz rupestrecon un dejo a película muda y de misterioCuelgan hace millones de añosen las mismas viejas paredesacompañando un poco de éstey mucho de otros sueños;dicen que son mensajerasde buenas nuevasdicen que de día se vanpara seguir brillandocomo si absolutamente nadaocurriese en los precipicios del cieloY nunca se me ocurriópreguntarlessi era amena la charlasi en el amanecerlo siguieron acompañando;o sí alguna vez por ahí nomás de pasadale contaron a ella,que en la noche del patiocuando el viento olía a laurelentre charla y charlaentre el silencioy los precipicios del cieloaún mas allá de las estrellasen el amanecer del patio,él la seguía extrañando.
En el mar amarillo bajo la luna en zozobrauna embarcación de cañasun junco se hunde sin mucha demora Cinco tristes chinos y un grumete malayoarman la desesperada pirámide humana Pongamos al vigía haciendo puntay que tenga el privilegio de ser el primeroen sorprender a la muertemejor ubiquemos a ese chino tan valientereplica señalando con su garfio el malayo Mejor le pedimos a Yang Sun Senel hijo de la más hermosa puta de Lushunque encienda plumas de alondray hierbas tristes de otoñoy que el viento se mande a mudarpor detrás del este, muy lejos, mar adentro... pero a no desesperar, a tres fuegos de distanciase divisa un catamaránacudiendo raudo al rescate Un catamarán de las islas Fidjitripulación atenta y bien dispuestanos rescatarán, nos proporcionarán abrigoy complacientes mujeres;melaza caliente para reavivar el espírituy exquisitos manjares:malayo hervido al arroz dulcecon garfio incluido a punto caramelo,bayas salteadas en grasa de marinero chino y valientey de postre: hijo de madre hermosade prodigiosas y hábiles caderasaderezado con flores de maíz para perfumar el último aliento Los nativos de las islas Fidjitripulación atenta y de buen dienteeximios marineros y mejores cocineros.
En el mar amarillo
Autor: Gustavo Silva  660 Lecturas
Recién pasadas las doceen medio de esta habitación grisuna jaulita negra con un pajarito rojo incluido  recién pasadas las docedel otro lado de la ciudaduna muchacha ciegabonita hasta las nauseaspeinada a lo Louise Brooksrecuesta la cabezasobre una mesa blanca de mármoly le hace brincar destellos de envidiaa la inmensa noche en los puertos  Dispuesta a soñar recién pasadas las docesobre la blanca mesa de mármolsus manos extendidas en abanicovan afilando los bordes terribles del instintodispuesta a soñar con un malabarismode planetas chocando entre sía partir del vaivén de sus palmasToc !ese sonido resbaloso de pezretorciéndose en la asfixia de la orillaha de ser indudablementeel estrépito de la bola negrabesándose con la bola verdeToc !ese ruidito de caricias en penitenciaha de ser el acierto de la blanca con la rojay el certero desacierto de la bola amarillaquineando la muerte pero cuando se desliza la bola violetasobre el verde pañoacontece un sonido extrañocomo el canto del gallo anunciandosin demasiadas probabilidades de sol y de luzque un hueco y hermoso día ha comenzado pero cuando las seis se alineanen perfecto abanicoolalá!¡ahí te quiero ver...!nos sorprende la visión de un aro de fuegopor donde dentro de veinte segundosirrumpirá en un brioso salto triunfalun lujurioso tigre de bengalani bien termine con la digestiónde una hermosa jaulita de mimbreribeteada de melancólicas cancionescon un pajarito rojo incluido adentro y nunca falta por estos ladosel bien intencionado que asegurahaber conocido a una muchacha ciegaque se tapaba los oídosfrente a una jaulita vacíaapenas pasadas las docepara verlo cantar.
La Rioja, marzo de 1862; el coronel Ambrosio Sandes regresaba a su tienda de campaña, atrás había quedado la batalla de Salinas. Se despojaba de la guerrera intacta y líaba con displicencia un cigarro con sus dedos de muerto. Su cuerpo era una desprolija exhibición de cicatrices, un total de cincuenta y cuatro: tajos de sableadas, el arañazo profundo y montaraz de una chuza y hasta el más civilizado montículo de carne endurecida y mocha, que le había dejado una bala. Envestido por completo en su uniforme poseía el aura de un ángel taciturno y brutal, un ángel con desaociego de demonio ahorcado por sus propias alas. El coronel Ambrosio Sandes acostumbraba antes del primer mate amargo a degollar al filo del tambor a los prisioneros. Como todo ángel o demonio tenía una corte de ácolitos, el encargado a título propio de aquella faena era el teniente Arias, pese a lo impropio de su grado se regocijaba en oficiar de verdugo. Verdugo y capellán al mismo tiempo, les hablaba a los condenados de Juan el Bautista y establecía un paralelismo entre la cabeza ofrendada en bandeja de plata y el baile de Salomé, con éstas otras en delicioso horror y clavadas en una pica y expuestas en medio de la plaza. En el crepúsculo el degüello vuelve al aire más sordo, más húmedo y mudo. El tiempo se dilata en una escena quieta y cruenta que va llenando de a pedazos el cuadro final y completo de la agonía. Se habla del contacto físico entre degollador y degollado, una especie de danza y contra danza. Un valsecito macabro del que ejecuta cuchillo en mano y del que a brazadas ciegas intenta al cuete escaparle al destino. Pero aquí nada de eso, apenas una silueta recortada contra el azul musgo del cielo triste. Como si un violín fuera ejecutado por la inspiración de un verdugo, que sin esperar el aplauso a gota negra y espesa nos escupiera en la cara su arte. 
El vals
Autor: Gustavo Silva  606 Lecturas
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Andan diciendo que la nocheno pertenece a ningún dueñomora aún a ojos abiertospara quien quiera soñarla despierto Adopta el disfraz de la sombrael antifaz oscuro del enigmala capa en tempestad del vientopara asustarnos y darnos un beso Invoca tu nombre y el míopara unirnos en el mismo sueñoretorna y vuelve a ser partidaen el mismo tren a la hora del desvelo Dicen que sigue el sendero de una cicatrizsabe por donde dolerpor cual amor agonizary hallar el pretexto para no morirse en el intento Invoca tu nombre y el míonos encuentra en calles perdidasy nos extravía puntualmentea la hora del encuentro.
Dicen de la noche
Autor: Gustavo Silva  638 Lecturas
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Y otra vez el día se marchará sin recuerdostus locos ojos, ciegos de amordelineados con la penúltima lunaobservan la amarga sonrisa del solgolpear a la siesta en abismo para extrañarte tantopara mirarte sentada sobre una vereda gastada de lejos Todos, todos arrastran un sueño amarilloanimal de niebla vieja apresado en deseo Nadie, ya nadie cree en mi amordespierto más allá del fin de la noche Beso sobre beso como preguntas sin respuestasdesencuentro en la mirada, otra eternidad sin consuelo;mi cuerpo devorado por todas las lluvias del mundomi cuerpo en ceniza intentando aferrarse como una última hora a tus ojos cerrados guardados para soñarme en silenciosiempre en silencio Agazapado en la locuraintentare volar con alas de furiay estrellarme en tu labio rojoallí donde nace el mar, sobre la fronteraal norte de tus piernasy sentir el vértigo hasta que lastime el horizonte Y caercaer hacia lo más profundo de tu sombraarañado de luces, huérfano de vosardiendo al viento como una bandera negra Y caer caer desde lo más alto de tu vozdesterrado en el desiertoprisionero de presagios en un frío azulenamorado del perfume de tu pelo mojadocondenado a muerte eterna en el brillo de tu bocacondenado a naufragar sin alientopor los días de tu vida, como el único sobrevivienteobservandodesde el punto más lejano de tu corazónla amarga sonrisa del sol.
Niña de la lluviamorenael calidoscopio de tu vozinventa un nombre al díay se me ocurre el tuyogota tras gota de perladas líneasle pone ojos de asombro al mirarmanos para acariciarmeborronearme la tristezay dibujar un recreo sin timbresa tiempo completo para la sonrisa Ahora que el sol no vigilaahora que el mundo se ha detenidopara jugar a la alegríaal escuchar tus pasos Para mirarte encandiladoimagino el cristal besado por tus gotasle escribo y vuelvo a intentar tu nombreapenitas cinco letrasresonando a trencito en la estación de los milagros.
Niña de la lluvia
Autor: Gustavo Silva  826 Lecturas
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En el país de la nochelos perros despedazan la lunasin hambre sin receloa puro instintoeructando entonan el aleluyaen la ciudad de la sombrauna cieguita se desabrocha la blusay sus pezones resplandecen amablesdiáfanos insolentes perversosnadie como ella para declararlela guerra al miedoen el país de los ciegosmi amor trata de hacerse pasarpor tuerto.
A veces habitanen los cines abandonadosen los zaguanes tapiadosentre cacona de gatoentre viejos papeles de diario Desde lo más oscurose despenan de a uno,como gotas de aguacomo cabezas reventadascomo fantasmas que hubieranpreferido morirse de viejos Hicieron la rondaya se cosieron los botoneseligieron cada palabrahasta destrozar la oración A veces ni siquieraintentan salir hasta la puertase asoman por encima del hombrose quedan a hacernos compañíapara contarnos toda la nocheque hubiera sido de nuestras vidas.
Nuestros fantasmas
Autor: Gustavo Silva  355 Lecturas
Tengo miedo que esa muchachaequivoque de sueñopavor que yerre de llaveque en vez de embocarle a la cerradurale arranque de puro apuroel único ojo al soly el día despunteconvencido que es un cíclopeo algún que otro eclipse;y que este poema sin ellasea un epígrafe en desbandecomo hilacha de torcazacomo sombra de muchachaque atraviesa sonámbula la cornisa de mi sonrisay se quede ahí paradita y sola en llovizna que no encajapreguntando con mohínesla numeración y la altura por donde arribará el demorado cieloo para quién y a causa de quéeste desbarranco de palabraso quién carajo era yocon esa llave oxidada y un sol de monocromo fulgora las puertas de su próximo olvido.
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